Documenti di Didattica
Documenti di Professioni
Documenti di Cultura
después la rebasa, para poder llegar a las regiones elevadas del amor, donde
el Amigo y el Amado se aman en voluntades concordantes, pero distintas
entre sí. La intuición que conduce a los místicos a las soberanas regiones
del amor nunca podrá ser comprendida ni encerrada en los estrechos y limi~
tados horizontes de la razón; sin embargo, Lulio conjuga maravillosamente
en su filosofía del amor la intuición con la razón humana, en la prestación
de los materiales metafísicos, que iniciará esa filosofía, con la intuición
soberana que fulguraba en la mente del pensador español y le impulsaba,
guiado por la gracia, a penetrar en las regiones excelsas de lo sobrenatural
y divino. i Conjugación maravillosa de la filosofía con la mística, que se rea-
liza en San Juan de la Cruz, pero que en Lulio encontró el mejor exponente,
el defensor más ilustre y el campeón más denodado de la conjugación de
estos dos extremos que en la historia del pensamiento humano han estado
separados: la filosofía de la razón con la filosofía del corazon que es el
amor. Conjugacion singularísima y extraordinaria que se realizó en Lulio,
como no se ha llevado a cabo por ningún filosofo del pensamiento español!
En el filosofo español se vio llevar a feliz término, mejor que en los
metafísicos de nuestro tiempo, la necesidad y la conveniencia de adaptar
los grandes problemas metafísicos a las multitudes; todo ello exornándolo
con sus apólogos y alegorías y, hasta para hacerlas más sensibles, con su
simbolismo que hacía más comprensibles las verdades más abstrusas, a las
que daba calor y vida con su encendido misticismo, al que apuntaba como
remate de su pensamiento filosófico en sus obras. Por eso en el Lulio armó-
nico y popular se dan la mano Santo Tomás y San Agustín, Aristóteles y
Platón, la inteligencia y el amor para hallar la verdad suprema, que es
Dios, y ello en formas sencillas y asequibles a las maSas. ¿Cuándo se res-
taurará su filosofía armónica y sintética? Entonces serían más conocidas
y vividas por el vulgo muchas cuestiones que le son desconocidas.
11
al Amado (27). Con gran ingenio presenta Lulio las sendas que conducen al
Amado .(28), y la naturaleza, perfecciones y virtudes del Amado (29). Atri-
buye Lulio a Dios la mayor perfección digna de ser amada (30). Se puede
considerar al Amado en relación con las cosas finitas creadas y limita-
das (31); aparecen los instrumentos con los que el Amigo puede disponer
para amar (32); resalta la superioridad del entendimiento sobre la volun-
tad (33); sin perder de vista la igualdad y la concurrencia de las tres po-
tencias del alma en el tema del amor (34). Con profundo sentido filosófico
y abundancia de imágenes, da a conocer Lulio cómo se realiza la unión
del Amigo y del Amado (35), y llega el ingenio de Lulio hasta hacer un
esbozo del arte de amar (36).
Pero contemplando el majestuoso palacio de espiritualidad que Lulio
ha levantado en el «Cántico del Amigo y del Amado», no se puede romper
y analizar esta obra por apartados y separaciones que desmoronan y arran-
can las piedras preciosas y los potentes muros que la sostienen. El «Cán-
tico del Amigo y del Amado» aparece como un bellísimo jardín en el cual
crecen lozanas y fragantes flores de todas las latitudes, y la labor del pen-
sador y del filósofo ha de consistir en contemplarlas en su frescura y loza-
nía y sin pretender arrancarlas y separarlas de las demás, admirando su
hermosura y penetrando con intuición reveladora para extraer del fondo de
cada una las esencias que dan a esta obra tanta profundidad. En unos versos
aparecerá la filosofía, en otros serán aromas de poesía y rigores de ascé-
tica; de lo profundo de esa obra se levantan geniales conceptos que llevan
al pensador español a conjugar la filosofía con la ascética y la mística. En
otros versos se presenta Lulio como el precursor de una nueva corriente
mística, y finalmente en todo el «Cántico del Amigo y del Amado» rebasa
y corona esta producción luliana el ardor místico, las más elevadas efusio-
nes místicas que han salido de los corazones más apasionados que han exis-
tido en el mundo.
Por eso; creímos conveniente espigar uno por uno los numerosos versos
que integran el «Cántico del Amigo y del Amado», para formar con ellos
una unidad sin divisiones ni estancamientos que romperían su hermosura,
su verdad y su belleza.
En tema tan sugestivo como el del amor existen caminos que llevan al
Amigo al Amado: «Las sendas por donde el Amigo busca a su Amado, lar-
gas son y peligrosas, llenas de consideraciones, suspiros y llantos e ilumi-
nadas de amores» (37).
He aquÍ la filosofía de Lulio ,que aparece una vez más hermoseada y
sensibilizada con el color que le prestan los suspiros y llantos iluminados
(27) Versos: 40, 50, 332, 359, 160.
(28) Versos: 2, 90, 314, 329, 346.
(29) Versos: 37, 39, 90.
(30) Versos: 269, 267, 270, 272, 271, 288.
(31) Versos: 285, 286, 111.
(32) Versos: 366, 107.
(33) Verso: 10.
(34) Versos: 131, 74, 365, 103.
(35) Versos: 44, 203, 50, 211, 82, 83, 115.
(36) Versos: 33, 76, 292, 294, 80, 102, 85.
(37) RAMÓN LLULL, Llibre d'Amic e Amat, Llibre d'Ave María. 1927, p. 26.
282 JUAN SÁIZ BARBERÁ
con los resplandores que le trae el amor. Las sendas, los caminos que con-
ducen al Amigo, las recorrerá primero la filosofía con las consideraciones
que le presta el entendimiento, pero las terminará acompañado del amor;
porque en este camino del amor que ha descubierto Lulio se mezclan el
entendimiento y la voluntad. El entendimiento llega antes que la voluntad
a la presencia del Amado, aunque corran los dos como en certamen (38).
Parece que Lulio, con visión genial, quiere hacer esta observación; se
puede decir «que la voluntad (el amor) ilumina, y que el entendimiento
desea». «La voluntad inflama un amor que guía e ilumina; el entendimien-
to eleva una luz que afecciona» (39).
y aquÍ aparece claramente señalado el sentido ecléctico que tiene la
mística luliana, porque, como toda mística, es sabiduría de amor; pero
amor sabio, iluminado, resplandeciente como la luz del mediodía, porque
va acompañado de las luces y consideraciones del entendimiento, y esa
sabiduría de amor, que es la mística luliana, se convierte en amor de sabi-
duría al ser acompañado por el conocimiento que le presta el entendimien-
to; y así desde los primeros balbuceos del hermoso «Cántico del Amigo y
del Amado» aparece ya en Lulio el sentido ecléctico que había de abrir
e informar aquella gloriosa corriente mística ecléctica española, de la que
el pensador español fue el fundador, y que se vio posteriormente en Osuna,
Luis de León, Santa Teresa de Jesús y San Juan de la Cruz.
«Largos parecen estos destierros y durísimas estas prisiones». «¿Cuán-
do llegará el tiempo en que cesarán en él mundo las tinieblas y los caminos
del infierno, para que cesen las ca.rreras infernales? ¿Cuándo se gloriará
el Amigo de morir por su Amado, y cuándo verá el Amado a sU Amigo en-
fermar por su amor?» (40).
La embriaguez mística llena desde los primeros versículos esta obra
luliana que parece un breviario del amor divino. Con esta embriaguez mís-
tica seguirá Lulio tocando todas las consideraciones, todos los pensamien-
tos, todas las sutilezas, todos los razonamientos que le preste la filosofía.
Esta embriaguez mística respiran las frases citadas anteriormente:
¿Cuándo verá el Amado a su Amigo enfermar por su amor, y cuándo se
gloriará el Amigo de morir por su Amado?
La conquista del amor místico del Amigo y del Amado se hace por un
torneo amoroso, la caza activa por parte del Amigo y del Amado. El Amigo
recibe en cambio las misteriosas corrientes del amor que el Amado le envía
para dejarle en la embriaguez amorosa mística. «El Amigo dijo a su Amado:
Tú que llenas al sol de resplandor, llena mi corazón de amor. Respondióle
el Amado: A no estar tú lleno de amor, no derramarían lágrimas tus ojos,
ni tú habrías venido a este lugar para ver a tu Amado» (41).
El hondo misticismo que llena los versos lulianos no prescinde de los
rigores ascéticos, pero es para convertirles en amor; el amor baña y en-
vuelve al dolor; aparece la gallardía y el heroísmo del amor que todo lo
(42) lb.
(43) lb.
(44) o. C., p. 28.
(45) lb.
(46) lb.
(47) Rom 8, 35-36, 38-39.
(48) RAMÓN LLULL, O. C., p. 67.
284 JUAN SÁIZ BARBERÁ
111