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El miedo al libro, ello se ve reflejado en esta tercera jornada, este temor nace a partir de
la religión, la lectura era una exclusividad, por consiguiente, este privilegio era
netamente para está. Antiguamente la alfabetización era más evidente en aquellas clases
bajas, el leer sigue siendo una actividad un poco baja en el campo francés, pero aún así
actualmente se ve reflejado en los jóvenes ese amor por la lectura.
Nace una diversificación de tabúes referentes al entorno del lector, el principal se refiere
a la entrega de la persona a una actividad, nació en el medio de obstáculos sociales:
culturales, psíquicos. Es malo perder el tiempo, el libro es poco familiar y malo es estar
sin hacer nada. El traer un ritmo constante de la lectura puede traernos un tercer tabú: se
presenta en el campo un dominio de la lengua un poco desequilibrada, generando ser
imposible ó complicado el acceso de textos impresos, convirtiéndose como un
privilegio de clases. Así pues, el leer es arriesgarnos a una alteración, por ello el miedo
al libro es también invasión, miedo a un cambio porque puede destruir todo aquello que
creemos que nos compone, todas aquellas características personales e intrapersonales.
Por lo tanto la lectura puede ser arriesgada, sí, ya que puede generar ciertos cambios
positivos o negativos a nivel cultural, social y moralmente por consiguiente se
considera que toda acción u cambio que se salga de la normalidad establecida por un
patrón, ocasiona miedos envasados al poder y la lectura no se libera de ellos, creando
tabúes y estructuramientos para originar un lector.
Sabemos ya que la lectura implica unos riesgos para el lector, también a través de ella
puede transmutar su ser, conocerse así mismo y su entorno, quizá en el camino deje
algunas creencias que la misma sociedad se encargó de implantar, pero que al fin y al
cabo no le pertenecían. Generando un auge libertino hacia el nuevo conocimiento ya
teniendo en cuenta un poco más sus gustos particulares, logrando romper ataduras. Los
lectores son tediosos porque tienden a ser un poco desenfrenados al momento de
escoger su lectura. Y si bien en cierto, los libros te hacen renacer asegurando que el
lector cuando vuelva a su círculo social, hace cambios ya sea en su manera de pensar
para aplicarlo ensi mismo ó en su sociedad, no se debe dejar regir el gusto de la lectura
por terceros debe de otorgarse una relación personal que no solo involucre gustos de
exteriores sino también personales.
Para democratizar la lectura no hay recetas mágicas. Sólo una atención personal a los
niños, adolescentes, mujeres y hombres. Una interrogación cotidiana sobre el ejercicio
de su profesión. Una exigencia. Imaginación. Un trabajo a largo plazo, paciente.