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ENSAYO "FAMILIA, SOCIEDAD Y CULTURA COMO

DETERMINANTES DEL INDIVIDUO"

por: John Hamilton Sepúlveda1

Introducción

En el decurso de la historia, la familia se ha constituido en un grupo, comunidad, núcleo


social, quienes construyen identidad cultural: valores, creencias, rituales, conocimientos,
espiritualidad, desde sus propias realidades, prácticas, discursos y territorios. Aunque está
condicionada por macro-esferas económicas, políticas y sociales, defienden sus intereses
y buscan incansablemente la conservación de su linaje. Es de resaltar que cada miembro
se siente reconocido por su congénere y aprende valores morales que lo forman como un
individuo de bien para la sociedad. De esta manera, la familia juega un rol muy importante
en la educación de cada uno de sus miembros, pues es en el deber ser que influye en su
comportamiento; lo exhorta a reflexionar sobre sus modos de actuación y a determinar que
es correcto y que no para regular sus conductas.

Desarrollo

La familia por su función social está encargada de educar individuos autónomos,


respetuosos con las leyes y con los principios suficientes para entender las posibilidades y
límites de la otredad, de ahí que en muchas ocasiones busque controlar y hasta castigar;
esto se debe a que se responsabiliza del comportamiento de sus miembros en la sociedad.
Hay que aclarar, en palabras de Foucault (1994; citado en Cohan, 1996, p. 149), que el
sujeto en su pensar y actuar revela una doble configuración “somos doblemente sujetos, en
tanto estamos sometidos a otro por el control y la vigilancia y también en tanto estamos
atados a nuestra propia identidad a partir de la consciencia y el conocimiento que tenemos
de nosotros mismos”, por lo tanto es necesario que la familia conduzca al sujeto a
conocerse a sí mismo para formar su ser, desprenderse del dispositivo de poder, de su
propio yo, y ser autónomo en sus decisiones para no verse sometido por la otredad.

1
Profesor asociado de la Institución Universitaria Antonio José Camacho. Ensayo escrito el 26 de octubre de
2017. Cali, Colombia.
Cabe apuntar que un castigo ejemplar por los padres modifica la conducta del sujeto (niño,
adolescente o adulto-joven), lo transforma para sí y con los otros; pero el maltrato físico y
psicológico desde el núcleo familiar, puede desviar su comportamiento, hasta el punto de
sentirse perturbado, coartado de su derecho a ser libre por naturaleza, e incluso, y en el
peor de los casos, convertirse en una amenaza en la sociedad. Este tipo de sujeto, quien
se ha criado bajo unos parámetros poco ortodoxos en el seno de su familia, siente que le
han violentado su espacio individual y particular, su territorio, su identidad; es decir, han
pasado por encima de su ser.

Al respecto Candamil & Grajales (1998) afirman que:

La familia debe cumplir con la función de brindar afecto a sus miembros aún en la presencia
de conflictos y dificultades. El afecto, es una gran fuerza de cohesión de la familia, su ausencia
puede traer serios traumas a una persona. Los hijos rechazados por uno u otro motivo pueden
presentar en épocas posteriores problemas de diferente índole. El maltrato de niños y la
violencia conyugal son los resultados extremos de una afectividad perturbada y del abuso del
poder. (p.49)

Por otra parte, cada época en la historia ha demarcado un desarrollo social y cultural de los
pueblos, configurado por una sociedad que ha establecido leyes y normas para controlar
sus prácticas locales, que ha abusado del poder para someterlos y que estos le retribuyan
a su crecimiento económico: al posicionamiento del Estado y porque no decirlo, de la
Iglesia, en términos de un dogmatismo sin derecho a la protesta. En este sentido, Durkheim
(1858-1917) señaló que “…la sociedad es más que la suma de individuos que la componen.
Estos se someten a la estructura de los hechos sociales incluso sin conocerlos. Pues, bien;
la cultura impregna no importa qué sociedad humana”. (Citado en Fullat-Genís, 1992,
pp.188-190). Así pues, el hombre está determinado por la sociedad en que vive y por la
cultura. (Candamil & Grajales, 1998, p.53)

La cultura se concibe como un entramado de creencias, costumbres, rituales, expresiones


artísticas, principios morales, educación, practicas, ideas, discursos, saberes, que
determinan y guían a un grupo de personas, una comunidad o un pueblo, y les da una
identidad en la sociedad. Candamil & Grajales (1998) la definen como
la forma particular de vida de un pueblo, que es aprendida, compartida y transmitida de
generación en generación por sus miembros. Se manifiesta en los instrumentos y objetos
producto del trabajo, en el conjunto de ideas básicas para juzgar al mundo y el lugar que ocupa
el hombre en él, en la religión, el lenguaje, en los principios éticos, económicos y políticos, en
las instituciones sociales y en todas aquellas cosas creadas por el hombre y que constituyen
su medio ambiente. (p.55)
Estos autores además sostienen que la cultura es un legado social, es la educación de la
naturaleza humana; es decir, canaliza y determina los impulsos biológicos y psíquicos del
hombre para que se comporte adecuadamente en la sociedad. (Ibíd., p.56)

La educación como producto de la creación humana está orientada a la formación y al


desarrollo del hombre en el seno de la cultura de la que hace parte, además está
íntimamente ligada al progreso del ser humano como miembro activo de la sociedad en que
vive. Esto es posible porque en la propia naturaleza del hombre existen las condiciones,
las potencialidades para ser educado y para auto-educarse, de ahí su educabilidad.

Chávez (2003) al respecto agrega:

El hombre es poseedor de una estructura intrínseca para ser educado, para auto-educarse y
para educar a los demás. La educación tiene como fin la formación y el desarrollo del hombre y
de la cultura en interrelación dialéctica. Este proceso se realiza a través de la socio
individualización. Es necesario educar a un hombre que responda a su época. La educación tiene
que preparar al hombre para la vida y como condición de ella para el trabajo, que constituye una
vía para el logro de un fin más amplio: la formación cultural integral. (pp. 25-31)

En este sentido, es mediante la cultura que se expresa el hombre como ser biopsicosocial,
toma conciencia de sí mismo, adquiere conocimientos, desarrolla habilidades, demuestra
valores, es decir, el hombre crea cultura y se apropia de ella. Por tanto, la cultura condiciona
el desarrollo individual del ser humano, le permite auto-regular su comportamiento en la
sociedad; de este modo “el sujeto, no sólo se apropia de la cultura, sino que en ese proceso
también la construye, la crítica, la enriquece y la transforma, al proporcionar así un
verdadero legado para las futuras generaciones” (Chávez, 2003, p.5)

Conclusión

Como sujetos estamos condicionados -en primer lugar- por nuestra personalidad, que nos
caracteriza e identifica individual y socialmente, puede o no someter y modificar nuestras
acciones; en segundo lugar, por la familia y la sociedad, que contribuye en la regulación de
nuestras conductas y comportamientos, condiciona nuestras posibilidades desde el deber
ser; por último, la cultura, pues nuestras ideas, modos de actuación y experiencias de vida
están mediadas culturalmente; esto debido a que “el hombre creó la cultura y las
condiciones sociales de existencia, pero estas a su vez completaron su dimensión humana,
pues permitieron el desarrollo de sus potencialidades y crearon nuevas fuerzas en él. Lo
humano en el hombre - en gran medida- lo engendran la vida en sociedad y la cultura creada
por la humanidad”. (Chávez, 2003, p. 5)

Referencias

Candamil, E. & Grajales, G. (1998) Curso de comportamiento humano. Familia, sociedad


y cultura como determinantes del individuo. Cali: Universidad del Valle

Cohan, W. (1996). Filosofía de la educación. Algunas perspectivas actuales. Aula, 8, 141-


151 Recuperado de: http://revistas.usal.es/index.php/0214-3402/article/view/3438/3457
(25/10/2017)

Chávez, J. (2003) Un acercamiento necesario a la pedagogía general. La Habana, Cuba:


Instituto Central de Ciencias Pedagógicas ICCP

Fullat-Genís, O. (1992) Filosofías de la educación. Barcelona: Ceac

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