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DANE RUDHYAR

DIMENSION GALACTICA
DE LA ASTROLOGIA
Un estudio de
Urano, Neptuno y Plutón

LA TABLA DE ESMERALDA
Título del original inglés:
THE SUN IS ALSO A STAR. THE GALACTIC DIMENSION OF ASTROLOGY

Traducido por:
AMPARO PEREZ GUTIERREZ

� AURORA PRESS, INC. (First American Edition AURORA PRESS, INC,).


'. De la traduccion, Editorial EDAF, S.A.
© 1988 Editorial EDAF, S.A. Jorge Juan, 30. Madrid
© Para la edición en español por acuerdo con AURORA PRESS, INC. New Yorck.
USA

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informático, ni la transmisión de ninguna forma o por cualquier medio, ya sea
electrónico, mecánico, por fotocopia, por registro u otros métodos, sin el permiso
previo y por escrito de los titulares del Copyright.

D.L M-17304 - 1988


I.S.B.N.: 84-7640-235-X

PRINTED IN SPAIN IMPRESO EN ESPAÑA

Impreso por Cofás, S. A. Polígono Industrial Callfersa, nave 8. Fuenlabrada.


INDICE

Pags.
PRIMERA PARTE
l. INTRODUCCION AL NIVEL DE CONCIENCIA GALACTICO .......... 9
2. CUANDO EL SOL SE CONSIDERA UNA ESTRELLA..................... 25
a) Un enfoque ga láctico del sistema solar............ .............................. 25
b) Planetas de funcionamiento orgánico............................................... 34
c) Planetas de transformación y trascendencia..................................... 43
3. LA POLARIDAD URANO-NEPfUNO .............................................. 55
4. PLUTON Y LA EXPERIENCIA DE PROFUNDIDAD, VACIO Y
VUELTA AL CENTRO................................................................... 76

SEGUNDA PARTE
5. LOS PLANETAS TRANS-SATURNIANOS EN LOS SIGNOS DEL ZO-
DIACO........................................................................................... 97
6. LOS CICLOS INTERPENEfRANTES DE URANO, NEPfUNO Y PLU-
TON .............................................................................................. 134

TERCERA PARTE
7. UN ACERCAMIENTO TRANSFISICO DE LA GALAXIA.................. 161
8. LAS RELACIONES TRANSPERSONALES Y LA COMUNIDAD GA-
LACTICA....................................................................................... 182
9. EL DESAFIO DE LA GALACTICIDAD EN LA ASTROLOGIA HUMA-
NISTICA........................................................................................ 1%
APENDICE........................................................................................ 223
EPILOGO........................................................................................... 229
PRIMERA PARTE
1
INTRODUCCION AL NIVEL
DE CONCIENCIA GALACTICO

Hace unos cinco siglos, Copérnico y Galileo imaginaron


un sistema solar en el cual los planetas oscuros, movido� por
la fuerza de la gravedad, daban vueltas servilmente alrededor
de un magnífico Sol central, el rey del cielo. Se creía que todo
el sistema estaba compuesto de cuerpos materiales que se
movían en el vacío -materia sólida en el caso de los planetas,
materia en estado incandescente en el caso del Sol-. Estaba
gobernado por rígidas leyes mecánicas. Esta visión sustituía la
antigua imagen geocéntrica del universo, según la cual la
Tierra era el centro de una jerarquía de esferas celestiales
-lunar, solar, planetaria, estelar y divina- daba vueltas alre­
dedor de ella.
El cambio de la antigua a la nueva visión del mundo ha sido
denominado la revolución copernicana, aunque Galileo y Ke­
pler contribuyeron en gran medida a su formulación y difu­
sión, y, más tarde, Francis Bacon, Newton y Descartes desa­
rrollaron aún más sus consecuencias. El sistema heliocéntrico
ha sido aceptado en todo el mundo. Curiosamente, la socie­
dad clásica que surgió en Europa al final del siglo XVI y
durante el siglo XVII estaba formada, inconscientemente sin
duda, según el modelo del sistema heliocéntrico: un rey auto­
crático gobernaba con poder absoluto sobre un país que él,
teóricamente, poseía, y sobre un pueblo sometido a su volun-
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tad personal; y estaba rodeado de ministros, cortesanos y


servidores de varios rangos que reflejaban su poder.
Una sociedad y su cultura siempre están basadas en un
conjunto de supuestos que tienen por fundamento metafísico
y/o religioso y que se expresan por medio de grandes símbolos
y mitos. En el curso de su desarrollo, una minoría curiosa
y creativa de pensadores de las clases gobernantes cultas -que
a su vez controlan los sentimientos y creencias religiosas de
las masas- llega a poner en tela de juicio la validez de algunos
de los conceptos básicos que hasta entonces habían aceptado
como dogmas y paradigmas. Cuando esto ocurre, la revolu­
ción que se está produciendo en las mentes de un pequeño
grupo de pioneros, poco a poco induce y produce cambios en
toda la sociedad. La forma de vivir de la gente y la mentalidad
oficial impuesta en el sistema educativo por una intelectuali­
dad dominante se transforman gradualmente. Varias influen­
cias están siempre en juego cuando ocurren tales cambios
revolucionarios, algunos de los cuales se producen por altera­
ciones en las condiciones materiales y económicas, por nue­
vos inventos o por cambios bruscos en el clima. Pero aquí nos
interesa solamente la transformación mental-espiritual que tiene
lugar cuando nuevos conceptos, nuevas formas de interpretar
hechos antiguos, o el descubrimiento de hechos nuevos, pro­
fundamente e irrevocablemente incitan y, en cierto modo,
obligan a los principales cerebros de una cultura a ver el uni­
verso y la vida a su alrededor de una forma radicalmente nueva.
Lo que Copémico, Galileo, Kepler y Newton lograron
entre los siglos XVI y XVIII, Roentgen, Curie, Planck y espe­
cialmente Einstein y sus sucesores lo llevaron a cabo hace
menos de un siglo cuando, en un sentido muy real, nos
«desmaterializaron» el universo en el que habíamos creído
implícitamente durante tres siglos. Un universo compuesto
por esferas sólidas de materia, separadas unas de otras por
enormes distancias y que se mantiene unido por inmutables
leyes de la Naturaleza expresando un principio de causalidad
absoluta, se ha convertido, después de Einstein, en universos
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de campos de energía (o campos de fuerza) que solamente en


ciertas circunstancias presentan al observador el carácter de
solidez material. La vieja «sensata» imagen del universo ha
desaparecido casi completamente en el enrarecido aire del
álgebra radical, números irracionales y niveles del infinito.
Más recientemente, por medio del radiotelescopio, hemos
llegado a ser conscientes de galaxias inconcebiblemente leja­
nas, quasares, agujeros negros y agujeros blancos. Un uni­
verso cada vez más grande, lleno de todo tipo de vibraciones
intangibles y partículas evasivas, que podrían ser tanto anti­
materia como materia y que podrían operar tanto en tiempo
positivo como en negativo, se presenta ante nuestra perpleja
mente. ¿Lo hemos aceptado realmente? ¿Podemos aceptarlo?
La revolución copemicana tardó unos dos siglos en ser
oficialmente asimilada, especialmente después de que los
conceptos de Newton la hicieron más definitiva. Igual que el
número de científicos y la velocidad de la comunicación
sociocultural han aumentado enormemente, la nueva imagen
del universo -y un cambio igualmente desafiante en los con­
ceptos sostenidos desde hacía mucho tiempo relativos a la
naturaleza y las potencialidades innatas de los seres huma­
nos- pueden finalizarse y llegar a ser completamente autenti­
ficados antes del final de este siglo; y, sin embargo, aún se
cambia constantemente. Es posible que haya que reformularlo
sobre una base radicalmente nueva. Quizá sigue siendo sólo
parcialmente válido. Si nuestra actual crisis de civilización
condujera a acontecimientos cataclísmicos, puede que resul­
tara ser nada más que una imagen transitoria --destruyendo
todas las ilusiones, pero todavía no verdaderamente construc­
tiva por no haber encontrado aún la clave esencial (o podría­
mos decir, los nuevos símbolos básicos) necesaria para poner
orden en una creciente masa de datos, todavía no completa­
mente correlacionados, que consideramos como hechos.
¿Pero qué son los «hechos»? La etimología de la palabra
nos sugiere que un hecho es algo «hecho» (factum). Un hecho
es una cosa de la cual nuestros medios de percepción nos
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permiten ser conscientes, como seres humanos. Sabemos que


si fotografiamos un paisaje con placas sensibles a rayos infra­
rrojos o ultravioletas obtenemos una imagen muy diferente de
la que ven nuestros ojos. No vemos las nebulosas enorme­
mente lejanas cuyas vibraciones detectan nuestros radioteles­
copios -o en la niebla, objetos que nuestro radar nos traza.
¿Son estos hechos? Y si lo son, ¿por qué no se van a con­
siderar también hechos los espíritus de la naturaleza y los
dioses de los hombres de la antigüedad? Por qué no conside­
ramos las visiones de los místicos medievales como hechos de
su experiencia cuando nosotros, como cerebros preparados
científicamente, creemos que las nebulosas que están a millo­
nes de años luz -o partículas subatómicas de las cuales
vemos, como mucho, rastros en instrumentos sofisticados­
son hechos de nuestra experiencia?
El hombre de la antigüedad construyó complejos sistemas
religiosos y cosmologías para interpretar sus hechos de la
forma que mejor le diera un sentido de orden universal. Lo
mismo hicieron los santos católicos de la Edad Media -Y así lo
hacen nuestros astrónomos en la actualidad. Todas las cultu­
ras construyen el tipo de imagen del mundo que con mayor
efectividad y de modo más convincente produce para la mente
del hombre y para sus sentimientos profundos de ser vivo y
creativo, el tipo de orden para el cual la etapa de evolución
humana que caracteriza la cultura puede responder más signi­
ficativamente. Ese tipo de orden se expresa con mitos y
símbolos. Nuestros símbolos actuales son matemáticos. Nues­
tros mitos se encuentran en nuestra teoría daiwiniana de la
evolución; en la básica premisa de la ciencia moderna -de
la cual no se dudaba hasta hace muy poco tiempo- que la
materialidad y las medidas son las únicas claves para un
entendimiento del mundo; y en nuestro enfoque de laboratorio
hacia la psicología y la medicina. Incluso las verdades «autoe­
videntes» que hemos entronizado en declaraciones de dere­
chos nacionales e internacionales (pero que en realidad hace­
mos todo lo posible para evitarlas o ignorarlas por completo)
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constituyen, en el sentido más profundo de la palabra, un


mito.
La consecuencia de todo esto significa sencillamente que
cualquier sociedad, cualquier grupo característico de seres
humanos, y hasta cierto punto cualquier individuo que no sea
simplemente un ejemplar indistinto de un determinado tipo
racial, social o económico, percibe el universo como cada uno
necesita verlo. El hombre proyecta sobre el mundo exterior lo
que él en potencia es, aunque no sabe lo que es, para
descubrir y realizar su potencial innato de existencia. El
hombre colectivamente «crea» el universo que necesita, senci­
llamente porque lo necesita para actuar con óptima eficiencia;
y lo haca igual ya sea un antiguo shaman, un Sufi, un místico
cristiano o un científico de la actualidad en su laboratorio u
observatorio.
Cuando el hombre de la antigüedad veía dioses en el cielo,
era porque necesitaba dioses con los que comunicarse y de los
que lograr ayuda. Si el hombre clásico europeo vio en el
sistema solar un enorme mecanismo que funcionaba según
reglas quasi-ritualistas (es decir, inmutables) -las leyes de la
Naturaleza- era porque necesitaba una sensación externa y
material de seguridad para formular y reforzar el desarrollo de
su individualismo social. Cuando los reyes y emperadores
fueron derrocados, una constitución sacrosanta ocupó su lu­
gar -o, en la religión, «El Libro».
-Lo que el hombre percibe en el universo, al ser una
proyección de su necesidad más característica, es por este
motivo un s{mbolo de lo que el hombre es. Es una imagen
cósmica o deificada de sí mismo; y aun más. Como símbolo,
contiene en una forma latente y «oculta» la respuesa a las
básicas necesidades humanas. Es una respuesta en términos
impersonales- una respuesta formulada en un lenguaje simbó­
lico, cuyo descifrado es difícil. Pero el lenguaje de los sueños
y oráculos también es y siempre ha sido difícil de interpretar.
Lo que estamos presenciando en la actualidad es la gra­
dual emergencia de una imagen del universo que nos plantea
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un problema especial, pues exige la aceptación de una nueva


dimensión de la realidad. Esta «cuarta dimensión» se puede
definir con la evasiva, aunque reveladora palabra: INTER­
PENETRACION. Lo que se quiere dar a entender con ella es
que el universo y todo nuestro ser «interpenetran». La era de
las aisladas, irreductibles, y quasi-absolutas individualidades,
así como de los objetos totalmente distintos e inconexos, está
desapareciendo. Todo no solamente conecta con todo lo de­
más, sino que todo lo que existe interpenetra con todo. Las
«Particularidades» permanecen, en un espacio que ahora se
considera como plenitud más que como vacío; pero la realidad
fundamental es ese espacio en el que cada particularidad
interpenetra con todas las demás «en su vecindad» -y vecin­
dad aquí puede abarcar un vasto campo de actividades interre­
lacionadas.
El género humano en conjunto, o incluso en minoría
considerable de seres humanos que representan una vanguar­
dia evolutiva, aún no tiene una experiencia directa de este tipo
de universo. Los órganos de percepción que nos permiten
aprehender de una manera completamente convincente el tipo
de organización, relatividad y procesos de transformación
producidos por las matemáticas abstractas de la física y
astronomía modernas todavía les faltan a los seres humanos
«normales». Muchas veces no nos podemos fiar de las pocas
personas sensibles o clarividentes que pueden «ver» o sentir
lo que la mayoría de la gente no puede percibir. Esto se debe
en parte al hecho de que tienen que trabajar bajo la presión de
la mentalidad colectiva de su cultura; les falta un coherente
marco de referencia para sus experiencias. Las revelaciones
místicas, aunque normalmente apuntan a una interpretación
idéntica de una Realidad que trasciende el tiempo y el espa­
cio, tienen un carácter absolutista y subjetivo que les hace
esencialmente incómunicables. La comunicabilidad requiere
la posibilidad de formular algún principio de organización. Las
nuevas experiencias se tienen que remitir a un nuevo tipo de
orden, lo cual implica nuevos modos de relación entre los
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elementos de cualquier «sistema» que estamos considerando o


en el que estamos participando.
Los nuevos descubrimientos de la física y la astronomía
nos proporcionan dactos muy raros, los cuales a su vez se
modifican constantemente con nuevas observaciones. El cien­
tífico es tan consciente de la necesidad de formular nuevas
teorías generales que, desde el mismo momento en que apa­
rece un nuevo hecho que desafía algún aspecto de la imagen
hasta entonces aceptada, intenta convertirlo en la base de un
nuevo modelo. Y, sin embargo, generalmente le falta imagina­
ción o el coraje de liberarse totalmente de los viejos paradig­
mas de su cultura. En primer lugar, le resulta difícil renunciar
al típico concepto occidental de la materialidad básica del
mundo. Bajo el pretexto de que las soluciones deben ser
sencillas y no deberían suponer la introducción de cualquier
factor innecesario, nuestros teóricos no reconocen sus perju­
cios culturales innatos. Es tan fácil decir que el universo es un
sistema de organización caracterizada por «la vida» como
afirmar que todo es «materia» y que lo que llamamos vida es
un epifenómeno o producto secundario de la química de
procesos materiales. Experimentamos la vida directamente,
tanto en nosotros mismos como en nuestro entorno. Todo a
nuestro alrededor nace y muere -incluso, por ejemplo, las
montañas vistas en términos de largos procesos de evolución
del planeta en su conjunto. Ahora sabemos que incluso las
estrellas nacen, envejecen y mueren. No obstante, la duración
de su vida es tan enorme comparada con la nuestra o con la
duración de la vida de una sociedad que es capaz de transmitir
de generación en generación el conocimiento que adquiere,
que un proceso que en un sistema solar dura muchos años
puede corresponder a lo que en un ser humano dura sólo unos
pocos segundos. Así, H. P. Blavatsky, en The Secret Doctrine
afirma que el ciclo de once años de las manchas solares
corresponde a un solo latido (sístole y diástole) del corazón
humano.
El concepto de jerarquía de los «niveles de organización»
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ha sido aprobado recientemente por eminentes científicos.


Hay que entenderlo en términos de una visión «holística» de
la existencia. Este enfoque holístico, presentado por primera
vez por Jan Smuts y el que analizaré en el siguiente capítulo,
ahora está suplantando o modificando profundamente la vi­
sión del mundo «atomística», que durante los últimos cuatro
siglos convirtió todo en entidades independientes y fundamen­
tales aisladas -átomos, seres humanos, almas, sociedades y
acontecimientos. La relación entre estas entidades y su parti­
cipación en un todo mayor -que a su vez es parte de un todo
aún más grande- se considera, cada vez más, la materia de la
cual se hace la «realidad». El concepto de «campo» se usa
dentro de «campos».
He tratado este tema en otros libros, pero lo que se
debería añadir aquí es que esta aproximación holística que
puede estar transformando nuestra imagen del universo se
desarrolló y se está extendiendo en este momento histórico
porque la humanidad la necesita ahora. Los conceptos que
surgieron de la antigua Grecia, y que después de un período
de oscurecimiento, llegaron a ser los cimientos del universo
de la Europa clásica que heredó América, en su forma pre­
sente no pueden ayudarnos en la ahora imperiosa transforma­
ción de la conciencia, y, a nivel práctico, de nuestras actitu­
des y creencias socioculturales cada vez más obsoletas. Te­
nemos que volver a pensar la mayor parte de lo que la
pseudo-Ilustración del siglo XVIII nos trajo, si queremos sal­
var de nuestra tradición occidental cualquier cosa que se
pueda usar constructivamente en la nueva situación global a la
que nos enfrentamos ahora. Para hacer esto con eficacia a
todos los niveles, y no simplemente como una operación provi­
sional, necesitamos un nuevo marco de referencia que abar­
que todo para nuestras experiencias. Podemos descubrirlo en
el holístico y jerárquico universo que vamos conociendo. Este
tipo de universo se nos revela porque es el reflejo de lo que en
nosotros está en camino de realización, aunque todavía en un
estado de potencialidad. El hombre siempre descubre fuera
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de sí mismo aquello en lo que se va a convertir. Desgraciada­


mente, la inercia de la pasada tradición cultural y de unos
conocimientos anquilosados en rígidas teorías, le prohibieron
ver y aceptar por mucho tiempo lo que representaba la
próxima etapa en su desarrollo.
No debemos olvidar que la nueva mentalidad que se formó
durante el Renacimiento y se asentó durante la segunda mitad
del siglo XII en Europa fue iniciada por astrónomos que esta­
ban estudiando el cielo. El hombre europeo aplicó luego el
concepto del universo como máquina a su comportamiento, y
encontró en un Sol central y fuente de todo poder la justifica­
ción simbólica del derecho divino de los reyes -le Roi Soleil.
Hoy en día, una nueva imagen del universo debería surgir de
lo que la ciencia moderna sólo empieza a ver a ambos extre­
mos de la balanza de magnitudes cósmicas -en el átomo y en
las galaxias. El núcleo del átomo muestra al hombre la com­
pleja y ambigua naturaleza de su ser más íntimo, mientras que
el horizonte que se nos abre al examinar el nivel de organiza­
ción representado por galaxias en espiral nos debería indicar
la posibilidad -y, de hecho, la inevitabilidad en un futuro más
o menos cercano- de un nuevo tipo de organización de la
sociedad, basado en nuevos modos de relaciones interperso­
nales y entre grupos. Sin embargo, el problema es, repito,
cómo interpretar las recientes revelaciones de la astronomía y
la cosmología sin dejar que nuestras mentes sigan funcio­
nando según los antiguos patrones de los mecanismos y la
materialidad -patrones provocados por nuestra tendencia in­
nata a crear entidades y nuestro individualismo egocéntrico y
orgulloso.
Es allí donde, de su forma particular, la astrología nos
ofrece una imagen simbólica del proceso de expansión de la
conciencia y del comportamiento humano desde la era antigua
de las tribus hasta la era del individualismo euro-americano -y
más allá de ésta, a la de la civilización mundial consciente y
armoniosamente integrada con todas las actividades infinita­
mente variadas si bien interdependientes que tienen lugar a
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muchos niveles dentro del organismo planetario de la Tierra.


En la primera parte de mi libro The Astrological Houses:
The Spectrum of Individual Experience (New York: Double­
day Anchor, 1972), señalé que la astrología empezó como un
sistema estrictamente «local» de interpretación de los hechos
revelados mediante la observación de la «cúpula del cielo» un
hemisferio celestial más que una esfera, dado que no había
forma de observar lo que ocurría bajo la superficie plana de la
Tierra limitada por el horizonte. Las tribus antiguas se aleja­
ban muy poco de la tierra de la que obtenían su subsistencia;
estaban unidos a la tierra igual que el óvulo está unido al
recubrimiento del útero de la madre. Su cultura estaba in­
fluenciada por el clima y el carácter del entorno local y todo
lo que contenía. El hombre de las Eras Vitalistas se sentía
muy unido a la Naturaleza; todavía no había desarrollado un
sentido de separación de todo lo que a él se le mostraba como
manifestaciones diversas de la Unica Vida que ocupaba todo el
espacio. Pero las experiencias contrastantes de su entorno
tropical y el cielo le llevaron a concebir esta Unica Vida como
bipolar en su manifestación: cielo y tierra.
La «Naturaleza celestial» para él era el aspecto positivo y
creativo de la Vida que se expresaba mediante varias grandes
jerarquías espirituales de las Inteligencias divinas. Algunas de
éstas funcionaban directamente a través del Sol, que, al
desplazarse por el cielo, concentraba el poder de las doce
grandes constelaciones zodiacales. Otras constelaciones da­
ban significados más trascendentes o espectaculares (y gene­
ralmente muy preocupantes) al espacio alrededor de unas
pocas estrellas especialmente brillantes. Para estos hombres
de los tiempos antiguos, la naturaleza celestial era la polaridad
activa y fecundativa; la naturaleza terrena el polo pasivo y
reflector. En esencia, las dos eran la misma cosa, y, por lo
tanto, el hombre podía comunicar con los seres celestiales.
Esta comunicación tenía lugar en diferentes formas -en visio­
nes; en grandes sueños, compartidos por, al menos, dos
miembros de la tribu para probar su validez; en presagios y
INTRODUCCION AL NIVEL DE CONCIENCIA GALACTICO 19

oráculos. La astrología era, por tanto, el lenguaje de los


dioses celestiales -un lenguaje misterioso que debía ser inter­
pretado cuidadosamente, al igual que los sueños y las declara­
ciones del oráculo. Era un lenguaje usado por los dioses para
damos «información».
Podemos comparar la información proporcionada por los
mapas astrológicos con aquella que las moléculas ADN dan a
la célula. Interpretamos esta información en términos quími­
cos porque nuestra mente tiene que interpretar los resultados
de una forma tan material si queremos entender los procesos
de la vida dentro de la célula. Pero, evidentemente, el len­
guaje astrológico es diferente al lenguaje químico, porque
proceden de distintos enfoques. Y, sin embargo, decir que
todos los procesos de la vida que observamos son el resultado
de operaciones materiales y químicas implica la aceptación de
postulados indemostrables, lo mismo que si aceptamos la
atribución de estos procesos de la vida a las Inteligencias
Divinas. Evidentemente, es difícil para la mentalidad orien­
tada a la materia ver la posibilidad de que los planetas sean
manifestaciones visibles de dioses transmitiendo a los seres
humanos el tipo de mensajes e información organizativa que
los astrólogos creen que es lo que contiene la carta natal de una
persona. La dificultad surge principalmente porque la mayoría
de las mentes modernas ve todo separado de todo lo demás -y
especialmente no puede concebir ninguna conexión «real»
entre los movimientos planetarios lejos deJa superficie de la
Tierra y el destino y conducta o temperamento de los seres
humanos, cada uno de los cuales también se cree que es un
individuo autónomo y fundamentalmente separado. Para la
conciencia antigua no existía separación entre el cielo y la
tierra; constituían las dos polaridades de una existencia que
era el resultado de su interacción incesante y rítmica -una
interacción que el filósofo chino simbolizó con la interrelación
de dos fuerzas cósmicas, Ying y Yang.
Sólo cuando los seres humanos se hicieron cada vez más
individualistas -especialmente a causa de la vida urbana, lo
20 DIMENSION GALACTICA DE LA ASfROLOGIA

que fomentó la ambición personal y el ansia de poder- un


nuevo concepto reemplazó el de la interdependencia incondi­
cional entre los dos aspectos de la Vida universal -cielo y
tierra, dioses y hombres. Este era el concepto de una analogía
básica estructural entre el universo y el hombre individual. A
éste se le consideraba como el microcosmos y a aquél como el
macrocosmos. Se «correspondían» el uno con el otro, desarro­
llándose en paralelo; el macrocosmos se le consideraba como
positivo, y el microcosmos receptivo. A tal paralelismo es­
tructural que une de manera no demasiado clara dos series de
acontecimientos y patrones de comportamiento característico,
el psicólogo Carl Jung le ha dado una forma modernizada y
restringida bajo el oscuro nombre de «sincronicidad».
Este principio Hermético de correspondencia, «lo que
es Arriba es Abajo» seguramente se desarrolló en el Egipto
Helenizado, pero podría tener raíces más antiguas. Formaba
la base para un tipo relativamente nuevo de lenguaje astroló­
gico, transmitido a la Europa cristiana principalmente por
medio de Tolomeo de Alejandría y también de algunos astró­
logos del Imperio Romano que se desintegraba lentamente.
Cuando tuvo lugar la revolución copemicana, que condujo a
la clásica imagen heliocéntrica del universo, se produjo un
cambio profundo en el concepto consciente del hombre. Lo
q'ue mucha gente no comprende es que esta transformación
heliocéntrica dio lugar a, y hasta cierto punto implicó -aunque
sus fundadores seguramente no se dieron cuenta de esto- un
enfoque no solamente mecanista, sino también materialista,
enfoque de todas las formas de existencia. Lo importante no
era que la Tierra se convirtiera en una esfera que giraba
alrededor del Sol en vez de ser el centro del universo, sino
más bien que la relación entre cada una de las partes de este
universo clásico había llegado a ser interpretada en términos
del tira y afloja entre masas materiales, representadas como
entidades aisladas en el vacío. El universo se había atomi­
zado, porque el género humano occidental había alcanzado
una etapa de la evolución humana que necesitaba una fuerte
INTRODUCCION AL NIVEL DE CONCIENCIA GALACTICO 21

acentuación de cualquier cosa que justificara y proporcionara


un fondo universal y también lógico para el individualismo -o,
podríamos decir, para un enfoque «ultraindividualista» a la
existencia, ya sea a nivel personal o social.
La teoría heliocéntrica introdujo muchas complicaciones a
la imagen astrológica. El cambio desde un estudio «local» a
otro estudio «global» de los movimientos de los cuerpos
celestes trajo consigo una gran ambigüedad acerca de la
naturaleza del zodíaco y las Casas astrológicas. Aún más
importante, la nueva imagen del universo como máquina esen­
cialmente cambió el significado de la información que la as­
trología podía proporcionar. El cielo mecanistizado, al haber­
se convertido en un enorme reloj cósmico, sólo podía dar la
hora a los seres humanos -la hora a la que los acontecimien­
tos podían esperarse que ocurrieran- y, en términos de una
imprecisa Doctrina de Correspondencia, en dónde tendrían
lugar en el microcosmos, la persona inidividual. La astrolo­
gía clásica ya no trataba de la «vida» -y el Sol y la Luna,
que en los siglos anteriores han sido las dos fuentes de los proce­
sos de vida bipolares, pronto llegaron a ser, para el moderno
astrólogo, simples miembros del grupo planetario. El individuo
era considerado exterior a su carta natal -siendo el alma indi­
vidual también exterior a la naturaleza terrena. Un hombre
era tanto más. «sabio» cuanto más «gobernaba sus estrellas».
La ruptura entre el individuo y el universo se hizo más
definitiva en el siglo XIX. El hombre se emborrachó de orgullo
por el progreso del cual él era el único responsable, y por el
poder puesto en sus manos por su intelecto analítico e inven­
tivo, aunque limitado a la materia. No fue hasta la conjunción
de Neptuno y Plutón en 1891-1892 -quinientos años después
de una conjunción similar había marcado los primeros co­
mienzos del Humanismo y del período del pre-Renacimiento­
cuando se descubrió la radiactividad; las teorías de Planck y
Einstein; el uso de mayores telescopios, y luego de radiote­
lescopios, dieron lugar a una imagen del universo casi total­
mente diferente. Las implicaciones de tal imagen todavía no
22 DIMENSION GALACTICA DE LA ASTROLOGIA

han sido apreciadas, a excepción, quizá, de unos pocos


filósofo-científicos, igual que los efectos a largo plazo de la
revolución copemicana no fueron entendidos hasta uno o dos
siglos después.
Hoy en día, habiendo creado dos instrumentos que hicie­
ron posible una nueva imagen del universo, el hombre ha
alcanzado una etapa en la que necesita urgentemente integrar
las capacidades que ha desarrollado recientemente con las
facultades complementarias que tuvo que degradar (e incluso
rechazar) para concentrarse en la construcción de sus nuevas
capacidades de análisis, interpretación y generalización. Los
resultados directos de la tecnología, que permitieron al hom­
bre construir instrumentos aumentando mil veces su capaci­
dad de percepción, le están obligando a desafiar la única
validez del enfoque social e intelectual que hizo posible la
creación de tales instrumentos. La tecnología es un destacado
éxito, pero la próxima generación podría morir por su despia­
dada aplicación, a menos que reconsidere y revise a fondo las
premisas sobre las cuales nuestra civilización occidental basó
su clásica imagen del universo y de la relación del hombre con
este universo. Los recientes descubrimientos científicos toda­
vía no han borrado esta imagen de la conciencia colectiva de
mucha gente, incluyendo la gran mayoría de líderes políticos y
religiosos, así como educadores.
Esto no significa que debamos volver a una antigua e
ingenuamente «vitalista» imagen del universo; y, en astrolo­
gía, a un tipo de interpretación local del cielo lleno de jerar­
quías de dioses. Significa, no obstante, que la ruptura entre el
hombre y el universo han de ser salvada -pues era verdade­
ramente una «falta de tranquilidad», destinada acaso a susci­
tar en el hombre un estado febril y obligarle a superar la
inercia de las viejas formas tribales de existencia social. La
comunicación ha de restrablecerse entre el hombre y el uni­
verso.
Esto sólo podrá ocurrir cuando el hombre deje de sentirse
como un extraño en el universo y se considere una parte
INTRODUCCION AL NIVEL DE CONCIENCIA GALACTICO 23

funcional del mismo; cuando la experiencia humana de la vida,


primero -y luego conciencia e inteligencia- se entienda no
como un mero accidente en un universo vacío de sentido
donde masas materiales se desplazan arbitrariamente a velo­
cidades increíbles, sino como un elemento esencial del cos­
mos. En este cosmos, la materia, la vida, la mente y una
sustancia-energía supramental que llamamos vagamente espí­
ritu han de considerarse y (eventualmente) experimentarse
como distintos «niveles de organización» de la realidad. Esta
realidad de múltiples niveles abarca todo el espacio y es
dinámica durante una duración infinita. Opera cíclicamente,
porque es de naturaleza dual o bipolar, y lo que llamamos y
experimentamos como existencia es el resultado del juego
incesante entre dos fuerzas cósmicas -un juego que produce
una secuencia rítmica de manifestaciones cósmicas en campos
limitados espacio-temporales de actividad- que retoma perió­
dicamente a un estado metacósmico de potencial infinito.
Los rasgos metafísicos esenciales de tal imagen del mundo
no son nuevos, pero la imagen como un todo ha de ser
formulada de modo radicalmente distinto, para que responda
mejor a las necesidades de una humanidad con una mentali­
dad nueva y otro tipo de relaciones interpersonales.
Una nueva fórmula implica nuevos símbolos, o más exac­
tamente, un nuevo nivel de simbolización. Decididamente, no
es fácil alcanzar un nivel superior -por abarcar más- de
conceptualización y simbolización. No obstante, debería ha­
cerse y los elementos ya están a nuestro alcance, proporcio­
nados por los nuevos hallazgos de la física nuclear y la
astronomía galáctica. El problema, repito, es cómo usar estos
nuevos factores sin reducirlos a estructuras conceptuales pro­
pias del nivel intelectual y mecanicista de la astronomía
clásica. Es un problema de interpretación -interpretación en
términos de una nueva dimensión y conciencia, dando una
nueva luz a todas las realidades básicas de la existencia
humana. La palabra que he usado anteriormen.te, interpene­
tración, parece ser la más adecuada para definir este rasgo.
24 DIMENSION GALACTICA DE LA ASfROLOGIA

Desde el punto de vista de una astrología libre del fan­


tasma de hasta el más sofisticado y «científico» tipo de
adivinación, este nuevo enfoque cuadrimensional de la exis­
tencia y la conciencia humanas puede simbolizarse en relación
con la Galaxia -del mismo modo que el tipo europeo clásico
de enfoque puede resumirse por referencia a la imagen coper­
nicana y newtoniana del sistema solar. Así pues, hablaré de
una «dimensión galáctica de la astrología». También puede
introducimos a un «concepto galáctico» de la sociedad y de la
humanidad, según el cual nuestra Galaxia espiral simboliza la
«Comunidad Universal del Hombre», que está emergiendo
lentamente.
2
CUANDO EL SOL SE CONSIDERA
UNA ESTRELLA

A) UN ENFOQUE GALACTICO DEL SISTEMA SOLAR

Según un enfoque holístico de la naturaleza del universo


y a la humanidad, lo que llamamos existencia es un estado de
actividad funcionando como un conjunto de «todos». Un ser
humano constituye un todo, un organismo, un campo organi­
zado de actividades interrelacionadas e interdependientes -y,
por lo tanto, funcionales. Clasificamos estas actividades según
funcionen a nivel físico-biológico, psicológico, mental y (por
falta de mejores términos) supermental o del alma. El hombre,
como persona total, es el todo que los incluye a todos ellos.
El hombre, este campo orgánico y organizado de existen­
cia, tiene al menos la capacidad de desarrollar una forma de
interrelación entre cada una de sus partes y, por tanto, un
carácter individualizado. Esta exclusividad se expresa al per­
cibir que «Soy esta persona concreta». En el hombre, por
consiguiente, el campo de actividad ha adquirido un centro al
que se dirige conscientemente la mayor parte de sus activida­
des. Al menos, parecen la mayor parte para la mente de la
persona que experimenta estas actividades como propias. Una
mente es la forma que toma (y mantiene) la conciencia, que
brota del campo de actividades de una persona concreta en
que se manifiesta la centralidad de todo el campo en el nivel
de lo que llamamos «conciencia de vigilia».
26 DIMENSION GALACTICA DE LA ASTROLOGIA

Un ser humano, según lo entienden nuestros sentidos


«normales» en la presente etapa de la evolución humana, es
ante todo un cuerpo -es decir, un sistema biológico. Las
partes que componen este sistema son células, la mayor parte
de las cuales funcionan en comunidades llamadas «órganos»
(corazón, hígado, cerebro, glándulas de tipos diversos); otras,
en subsistemas circulatorios menos relacionados entre sí o en
masas intersticiales, se extienden por donde sean necesarias.
Cada célula es un todo bien definido con propiedades caracte­
rísticas; contiene moléculas que son también sistemas estruc­
turados de actividades organizadas para un tipo específico de
trabajo -y las moléculas contienen átomos, los cuales contie­
nen muchas partículas de varios tipos. Así, en el nivel de la
vida en la biosfera de la Tierra percibimos una serie holár­
quica o jerárquica de todos, cada uno con un tipo determinado
de función dentro del campo o del «todo mayor» del que
forman parte. Cada uno constituye, a su vez, un todo mayor
para las partes que lo componen.
Cuando una mente moderna considera objetivamente tal
serie, generalmente da por hecho que la serie termina con el
cuerpo viviente del animal y los seres humanos. Sin embargo,
todos estos cuerpos vivientes están dentro de la biosfera de
un planeta que es un sistema muy bien organizado de partes
constantemente unterrelacionadas, interactivas e interdepen­
dientes. Estas partes son los diversos «reinos» que evidente­
mente conocemos y podemos observar (mineral, vegetal, ani­
mal y humano). A éstos deberíamos añadir, al menos, factores
telúricos o planetarios como los atmosféricos, estratosféricos,
y corrientes oceánicas, y también fuerzas magnéticas o envol­
turas (por ejemplo, las bandas ban Allen), que quizá tengan un
papel fundamental en la función armónica del todo planetario
en su totalidad.
Al lado de estas categorías o actividades, es posible que
haya otros «reinos» o centros nodales de energía que nuestro
sentido no puede captar en la actualidad. Pueden ser conside­
rados «físicos» en diferentes niveles vibratorios, o superfísi-
CUANDO EL SOL SE CONSIDERA UNA ESTRELLA 27

cos. Todos los seguidores de religiones antiguas, e incluso hoy


día, mucha gente que vive junto a la Naturaleza, y la mayor
parte de los clarividentes del presente son testigos de la
existencia de clases de entidades normalmente no percibidas
coexistiendo con nosotros en la biosfera de la Tierra, o en
otras esferas incluidas en el campo total de actividad planeta­
ria que denominamos la Tierra. Se les ha dado muchos nom­
bres: ángeles, <levas, espíritus de la Naturaleza de varios tipos
que pueden ser las personificaciones de guías de campos de
energía funcionando dentro de cuatro reinos visibles de la
vida. Algunos de estos «campos de energía» están quizá
relacionados con radiaciones solares u otras fuentes cósmicas.
La creencia en la existencia de lo que a nosotros nos
parecen formas de vida o inteligencia normalmente invisibles
era natural para el hombre de tiempos antiguos. Nunca ha
desaparecido por completo, ya sea de una forma ingenua,
dogmáticamente religiosa o «paralógica» (es decir, oculta);
sino que ha sido exorcizada por los sumos sacerdotes de
nuestra física clásica y la cosmología en nombre de un racio­
nalismo totalmente subordinado a un empirisma materialista.
El que esta creencia esté o no basada en hechos indiscutibles
de la experiencia objetiva no es esencial en esta etapa de
nuestra presentación. Lo que es importante es que no parece
que haya una razón válida para terminar la serie jerárquica de
campos de actividades siempre más inclusivos (pero siempre
rigurosamente organizados) con el cuerpo humano o, como
Jan Smuts afirmó en su revolucionario, aunque poco mencio­
nado, libro Holism and evolution (1926), con el individuo 1 • Si

'Las palabras holismo y holístico ahora son muy usadas por los filósofos,
científicos y estudiantes de letras, especialmente en contraste con atomismo y
atomístico. En mis últimos libros, La planetarización de la conciencia y Podemos
empezar de nuevo juntos, acuñé los términos holarquía y holárquico para referirme
más concretamente al principio de jerarquía funcionando a través de un universo de
todos, siendo cada todo parte de un «todo más grande», así como el receptor y
síntesis de una multiplicidad de «todos más pequeños». Un universo holárquico
presenta muchos niveles de actividad y conciencia.
28 DIMENSION GALACTICA DE LA ASTROLOGIA

terminamos la serie allí, significa que solamente podemos


concebir tres niveles de actividad cósmica: materia, vida y
personalidad (que incluye la mente incluso en su más alta
forma humana), y esto sería seguramente una excelente mani­
festación del orgullo humano («nadie puede ser mejor que yo,
el hombre»), si no fuera por la creencia en un Dios que lo
abarca todo y ante el que el hombre ha de humillarse en
absoluta devoción y abandono de sí mismo.
La imagen de Dios que la cristiandad ha formado, aparte
de unas cuantas excepciones, se puede caracterizar simbóli­
camente como «heliocéntrica». El teocentrismo de las «gran­
des religiones» teístas -entre las que tenemos que incluir al
budismo en su forma original- es comparable al heliocen­
trismo de la clásica imagen del mundo: un todopoderoso sol,
del que emana luz -la única fuente de luz, calor y radiación­
rodeado por oscuros planetas subsidiarios, siendo la Tierra la
única esfera en la que, por azar de la química, pudieron
desarrollarse organismos vivos, y luego el hombre.
Tal imagen representa sin duda un significante y definitivo
hito en la evolución de la conciencia humana -al igual que el
desarrollo del ego en el hombre, pues el ego parece ser la
forma inevitable que los individuos tuvieron que tomar para
salir de la matriz de la sociedad tribal. Un Dios personal,
soberano del universo y creador de las inmutables «leyes de la
Naturaleza» -el Sol, el gran autócrata de su propio sistema,
todo el cual (el «heliocosmos») controla como propiedad pri­
vada- el ego del individuo, que gobierna también (en teoría) la
personalidad y el cuerpo que debería ser su obediente es­
clavo: el mismo concepto opera a estos tres niveles. Se
necesitaba este concepto para que funcionara el proceso de
individualización y el hombre pudiera sentirse un individuo
«libre y responsable». Por desgracia, el ideal de individua­
lismo -que inspiró el concepto político-social de democracia­
dejó de funcionar en el nivel del tipo espiritual de la persona­
lidad individual, una individualidad integrada dentro de la
comunidad universal. Del mismo modo, la imagen heliocén-
CUANDO EL SOL SE CONSIDERA UNA ESTRELLA 29

trica del sistema solar, al menos por mucho tiempo, no hizo


hincapié en el hecho de que nuestro sol también es una
estrella dentro de un todo cósmico más grande, la galaxia. Y
la adoración de un Dios personal, un topoderoso Señor de los
ejércitos, puede que no sea la aproximación más espiritual al
ideal de divinidad -como muchos místicos, especialmente
Meister Eckart, han intentado dejar claro.
El punto básico que estoy recalcando aquí es que la clásica
y heliocéntrica imagen del mundo era una proyección sobre la
cúpula del cielo de la necesidad humana de un centro indivi­
dual dentro de su personalidad -pero una necesidad inadecua­
damente formulada y que convirtió en un ego autocrático,
orgulloso, celoso y belicoso, el centro «yo soy» de la persona
total del hombre. Este ego puede ser inevitablemente el
primer paso en el desarrollo del centro «yo soy», pero es un
paso al que debería seguir otro. Una forma de entender
objetivamente la diferencia entre el ego y el centro espiritual
de que es en el mejor de los casos solamente un aspecto es
darse cuenta que, como he dicho anteriormente, el Sol no es
solamente el poder dominante en un sistema de planetas, sino
también una de los miles de millones de estrellas que hay en
la galaxia. En otras palabras, el sol se puede ver en dos
papeles distintos, y, al igual que el centro de la existencia
humana, puede funcionar como ego y como uno de los miles
d� millones de centros «yo soy» en la comunidad universal del
hombre.
El llegar a una comprensión intensa, inevitable y total de
que el ego-sol no es más que una estrella galáctica, es funda­
mentalmente la primera etapa de la transformación del hom­
bre actual en algo «más que hombres». Esta transformación
es necesaria como base de una «revolución galáctica».
Cuando el sol se ve como la estrella que es principal­
mente, un marco galáctico de referencia toma forma en la
conciencia del hombre, y trae un significado potencialmente
nuevo a todas las formas y acontecimientos de nuestro tradi­
cional sistema solar. Los hechos planetarios, en principio,
30 DIMENSION GALACTICA DE LA ASTROLOGIA

permanecen tal como eran. Las órbitas, la velocidad de revo­


lución y la interrelación cíclica entre sus posiciones en el cielo
vistas por el ojo humano no cambian, pero se altera la
interpretacion de estos hechos. Los nombres tradicionales
usados durante mucho tiempo adquieren un significado dis­
tinto -lo que desgraciadamente causa problemas semánticos.
Todo el sistema solar se ve bajo una nueva luz, la luz de la
relación que tiene con la galaxia. Esta luz hace resaltar
la diferencia entre los planetas que giran dentro de la
órbita de Saturno -incluido el mismo Saturno- y los planetas
trans-saturnianos, Urano, Neptuno y Plutón.
Lo que quiero decir con la relación que el sistema solar
tiene con la galaxia es el hecho que desde el punto de vista
«holárquico» que estoy presentando, dos fuerzas son activas
dentro de nuestro sistema solar: la atracción de la gravedad
ejercida por el sol, y otra fuerza, cuya naturaleza todavía no
podemos entender, «fuerza galáctica». Y este término, fuerza
galáctica, se debería entender como la fuerza del tipo de
energías -y aun mejor, de la cualidad de existencia- que se
extiende por todo el espacio galáctico. La potencia relativa de
estas dos fuerzas cambia según la región del sistema solar que
se considere. En la región limitada por la órbita de Saturno, la
fuerza del autócrata solar es dominante; más allá de Saturno,
la fuerza galáctica sobrepasa la fuerza solar. Sin embargo, las
dos fuerzas son activas por todo el sistema; son activas dentro
del hombre, porque cada una de las células del hombre existe
en el espacio galáctico, así como también en el espacio
heiocósmico y bioesférico. El espacio de cualquier «todo
mayor» incluye los espacios más diferenciados de todos los
«todos menores» que aquél contiene y cuyas actividades
organiza funcionalmente con respecto a sus necesidades. En
la mayor parte de los casos, los «todos menores» no son
conscientes de las necesidades de los «todos mayores», no
obstante, su modelo de vida general (su «destino») está sujeto
a estas mismas necesidades.
Si verdaderamente entendemos esta imagen del universo,
CUANDO EL SOL SE CONSIDERA UNA ESTRELLA 31

deberíamos ver que su centro es el concepto de unajerarquía


de espacios, y espacio, durante un período de manifestación
cósmica, representa la forma en que todos los sistemas orga­
nizados de actividades que funcionan en cualquier región del
universo están interrelacionados e interconectados. El espacio
no es un recipiente vacío en el que se echan sustancias
materiales: es la interrelatividad de todas las actividades. Y
como estas actividades están funcionando en diferentes nive­
les de organización -o planos de existencia- la calidad de su
interacción e interdependencia varía con cada nivel. Hay una
jerarquía de niveles o alcances y ritmos de actividad, y, por
tanto, una jerarquía de calidades de existencia. La existencia
tiene una calidad o carácter distinto a nivel de biosfera en el
campo de la tierra y a niveles heliocósmicos y galáctico.
Así, cuando aquí hablo de espacio galáctico, me estoy
refiriendo al carácter especial de la relación entre entidades
(es decir, campos 'Organizados de actividad) que llamamos
«galácticas», porque percibimos sus actividades fundamen­
talmente diferentes y superiores a las de entidades que existen
en planetas oscuros que no irradian luz. Estas entidades
cósmicas que irradian luz las llamamos «estrellas», y nuestro
sol es una de ellas -y de ningún modo una de las mayores y
más brillantes o situadas en posición central.
El espacio galáctico es un espacio dentro del cual las
estrellas se relacionan entre sí. El espacio heliocósmico es un
espacio dentro del cual los planetas y otras entidades materia­
les se relacionan entre sí. El espacio biosférico es un espacio
dentro del cual los organismos vivientes establecen relaciones
entre sí. Estos espacios difieren en su naturaleza o en la
calidad de las relaciones que tienen lugar en ellos; con todo, el
espacio mayor contiene al más pequeño, por lo tanto, el
hombre, que normalmente actúa dentro del espacio biosférico,
también está afectado por el espacio galáctico, y por la
relación entre las estrellas -aunque por lo general no se dé
cuenta de ello. Su consciencia no opera al nivel galáctico;
menos aún puede actuar físicamente a ese nivel. Sin embargo,
32 DIMENSION GALACTICA DE LA ASTROLOGIA

la consciencia siempre va a la cabeza de la actividad concreta,


operando la última en una base colectiva.
Aunque limitados físicamente al nivel tribal de la actividad
sociocultural dentro de un entorno local, los seres humanos
podían ser conscientes de lo que significaba la «vida» en un
sentido general; y proyectaron ese significado en el cielo, que
vieron lleno de la Unica Vida diversificada en las jerarquías
celestiales creadoras. Cuando, gracias a los viajes, la humani­
dad advirtió la forma esférica de la Tierra y de la biosfera en
su totalidad, las mentes más evolucionadas comenzaron a
imaginarse el universo en términos heliocéntricos. Así surgió
la imagen clásica del universo, que en esa época los astrólo­
gos interpretaron en términos individualistas y orientados a
los acontecimientos de unos hombres que intentaban actuar
como autócratas solares -o, al menos, como individuos autó­
nomos. Actualmente, es cada vez más posible superar la
atracción de gravedad de nuestro planeta y viajar en el espa­
cio heliocósmico. Tal logro se convierte entonces en el sím­
bolo de la posibilidad abierta a toda conciencia sintonizada
con una existencia más amplia y más global que la norma
colectiva, de alcanzar el nivel de la existencia galáctica.
La astronomía nos ha dado materiales visuales con los que
empezar a construir una imagen de lo que tiene lugar en el
espacio galáctico. En la actualidad esta imagen todavía es
confusa y llena de misterios. Con todo, la astrología puede
empezar a interpretar en términos simbólicos las relaciones
entre las estrellas que se mueven en dicho espacio galáctico.
El factor primordial en esta transformación de la concien­
cia del hombre es la transmutación del Yo «solar» en el
Nosotros «galáctico». En esta conciencia del Nosotros fun­
ciona el principio de interpenetración. Esta es la dimensión
galáctica de la existencia. En ella desaparece el sentido de la
separación de entidades aisladas (que son estricta y exclusi­
vamente lo que son). No solamente todo se relaciona con todo
lo demás, sino, repito, cada entidad -cada mente, también­
interpenetra el resto de las entidades. Como la conciencia de
CUANDO EL SOL SE CONSIDERA UNA ESTRELLA 33

un individuo es capaz de actuar en esta dimensión espiritual,


comienza a participar activa y transformativamente en el
proceso de integración de la humanidad en el nivel en el que
la formación de una «pleroma» (o plenitud) del hombre es
posible -el nivel de la mente espiritual o supermente. A ese
nivel prevalece la unanimidad de conciencia, sin embargo,
cada participante en el pleroma -o, como diría un verdadero
ocultista, en la «logia blanca»- conserva la capacidad para
obrar.
Este nivel de diferenciación funcional es simbólicamente el
del heliocosmos -el Sol y los planetas. Los dos niveles
-galáctico y heliocósmico- están relacionados no solamente
por el hecho de que el Sol heliocósmico es también (y princi­
palmente) una estrella galáctica, sino por el hecho menos
evidente de que los planetas más allá de Saturno (Urano,
Neptuno, Plutón y, probablemente, al menos otro planeta que
hace tiempo bauticé con el nombre de Proserpina) están en el
sistema solar, pero no pertenecen a él. Están aliados con la
Galaxia. Son agentes de la diseminación de la cualidad galác­
tica de la existencia. Me he referido a ellos como «Embajado­
res de la Galaxia» -un tipo de embajadores cuya función es en
parte atraer conciencia de los seres humanos hacia la Galaxia.
Son fundamentalmente transformadores, y realmente fuerzas
subversivas que funcionan en el sistema solar.
Un tipo transformador de actividad tiene siempre su lugar
en cualquier sistema formal de organización humana personal
o colectiva -y simbólicamente en la organización de cualquier
tipo de orden con el Sol como centro. Tampoco está ausente
del sistema biológico, donde se manifiesta como la capacidad
de mutación de todo organismo viviente. Está presente en el
mundo de la biosfera, porque en el núcleo del planeta Tierra
tiene que haber un punto donde se sienta la acción de Galaxia.
Como el espacio galáctico invade todo organismo vivo, el
misterioso núcleo de la Galaxia puede reflejarse él mismo en o
dentro de su espacio más recóndito, que vibra, al menos
potencialmente, con la cualidad del espacio galáctico -la
34 DIMENSION GALACTICA DE LA ASTROLOGIA

cualidad de la interpretación y de la radiación estelar.


Mientras las mutaciones biológicas ocurren solamente en
la sustancia celular o molecular del núcleo del germen, a nivel
de la conciencia humana, el proceso de transformación de la
mente heliocéntrica en la mente galáctica parece tener lugar
en una región central de la cabeza. Esa región está ligada
directamente con el «centro del corazón» donde el Sol espiri­
tual del hombre -Atman, Krishna, o Cristo- puede situarse
simbólicamente. Los dos centros son uno sólo, de la misma
forma que el Sol es también una estrella.

8) PLANEfAS DE FUNCIONAMIENTO ORGANICO


Una vez que nos damos cuenta de que el Sol es una
estrella, y como tal participa como un átomo o célula en el
todo galáctico firmemente arraigado en la mente humana, es
fácil entender cómo el mismo sistema solar se divide en dos
áreas. El área limitada por la órbita de Saturno y el que se
extiende por fuera de ella incluye los planetas trans-saturnia­
nos, Urano, Neptuno y Plutón -igual que la vida de un
participante activo en un organismo nacional se compone de
una parte privada y otra pública.
En la zona limitada por la órbita de Saturno y dominada
por la fuerza del Sol, todo alude a la organización de un
sistema de actividad capaz de obrar como un organismo
constante y relativamente permanente. Funcionan tres princi­
pios básicos de operación: 1) el principio de exclusión formal,
que establece la forma particular del organismo viviente y el
carácter auto-regulado de su operación: «soy lo que soy, y
nada más»; 2) la capacidad de auto-mantenimiento y creci­
miento a través de la expansión y la asimilación metabólica; 3)
el principio de auto-reproducción y automultiplicación bioló­
gica -y, a nivel humano, también de auto-expresión en la
actividad simbóJica y creativa dentro del entorno sociocultural.
Estos tres principios (o fuerzas) están representados en la
CUANDO EL SOL SE CONSIDERA UNA ESTRELLA 35

astrología por lo que antes he llamado los «planetas de vida


orgánica» (La práctica de la astrología, 1970), o «planetas del
consciente» (La astrología de la personalidad, 1936)2. De
estos planetas, tres dan vueltas alrededor del Sol fuera de la
órbita de la Tierra: Saturno, Júpiter y Marte. Tres de ellos, si
incluimos el Sol como la principal fuente de energía que hace
posible la vida en nuestro planeta, funcionan dentro de la
órbita de la Tierra; los otros dos son Mercurio y Venus.
Así como el Sol es el centro del campo de vida orgánica,
Saturno representa la circunferencia en el lenguaje de la
astrología -los límites de cualquier campo de vida. Los anillos
de Saturno constituyen un claro símbolo visual del carácter
delimitador y también concentrador de su actividad. Es el
principio de la Forma, que divide el campo de experiencia en
áreas exteriores e interiores. Tal actividad establece límites
que al comienzo y por mucho tiempo funcionan en términos
de exclusión rigurosa y temible. Pero la exclusión es necesaria
mientras las funciones del organismo no están estabilizadas, y
no se establezca una sensación de seguridad de acuerdo con la
capacidad del organismo para aislarse de materias externas
que no debería absorber, porque no las puede asimilar. Asimi­
lar algo es hacerlo «similar a» lo que se usa funcionalmente en
el área interna del campo orgánico de actividad.
Entre el centro-Sol y la circunferencia-Saturno se extiende
el campo de vida orgánica. Júpiter, el planeta más grande de
heliocosmos, representa la capacidad de asimilar, y a través
de esta asimilación, de extenderse. Para que el tipo jupiteriano
de expansión sea saludable, debería actuar dentro de los
límites saturnianos. Sin embargo, cuando esto último se hace
demasiado riguroso o demasiado exclusivista debido al miedo
o experiencia chocantes, la fuerza jupiteriana intenta salir al

2 Remito al estudiante a otros dos libros, New Mansions for New Men (1937) y

TRIPTYCH: THE ILLUMINED ROAD (1968), para diferentes enfoques del conoci­
miento de los planetas y el sistema solar.
36 DIMENSION GALACTICA DE LA ASTROLOGIA

exterior por las grietas de los muros de Saturno, seduciendo o


sobornando al guardián de las puertas. Si esto no es posible
o seguro, intenta compensar la rigidez de Saturno constru­
yendo en la imaginación algún tipo de campo celestial en el
que la fuerza del Sol se extienda por el espacio infinito sin
limitaciones o (a nivel de actividad mental) sin definiciones
rigurosas y exclusividad lógica. Imaginar tal tipo de extensión
de campo espacial jupiteriana es, no obstante, muy distinto a
transformar la fuerza de Saturno. La mente puede negarse a
ver o negar la existencia de los muros fortificados, pero aún
permanecen, y siguen siendo un obstáculo incluso mayor que
nunca para la transformación galáctica, porque la voluntad
jupiteriana de expansión, intentando ignorar o negar todas las
limitaciones, recalca más que nunca el aspecto estrictamente
solar del Sol. Como Júpiter sólo ve en el Sol la fuente de una
abundancia aún mayor, al optimista jupiteriano o devoto reli­
gioso cada vez le resulta más difícil ver el Sol como una
estrella.
Júpiter encuentra en Mercurio un aliado, y a menudo un
escJavo confabulador. Los dos constituyen una conexión,
pero como funcionan a un nivel diferente que la pareja Sol­
Saturno, el significado de su relación es muy diferente tam­
bién. El poder jupiteriano de asimilación y metabolismo nece­
sita un sistema regulador del sistema nervioso. Júpiter puede
ser el buen administrador, pero no podría hacer nada sin un
secretario ejecutivo eficiente, o una burocracia bien coordi­
nada, y hoy día un sistema de computadoras -todo lo cual se
refiere a la función de Mercurio en cualquier campo complejo
de vida orgánica u organización socioeconómica. No obs­
tante, si Júpiter intenta extenderse a lo largo de actividades
ensoñadoras, irrazonables y compensatorias -y éstas pueden
referirse a experiencias pseudomísticas y exageradamente de­
votas, en la medida que Júpiter puede relacionarse con la
actividad religiosa- Mercurio puede confundir y excitar el tipo
jupiteriano de conciencia disimulando lo irreal de su intento
de compensar la rigidez saturnina bajo el encanto de la
CUANDO EL SOL SE CONSIDERA UNA ESTRELLA 37

autojustificación intelectual y la magnificencia de palabras


vacías, o de argumentos especiosos.
El acoplamiento de Marte y Venus funciona en términos
de otro tipo de función orgánica. Marte es a menudo, pero no
necesariamente, el deseo agresivo de reproducir la forma
particular y personal de la personalidad propia, imprimiendo
su perfil repetidamente sobre alguna entidad receptiva o poco
definida que se encuentre cerca. Intenta llenar el espacio
exterior con la reproducción de lo que uno siente que es. A
nivel biológico, este deseo es el impulso de tener una abun­
dante descendencia. Lo vemos en la historia bíblica de
Abraham que imagina la Tierra llena de generaciones que
descienden de la semilla paterna de su ser físico e intelectual.
Esto es inmortalidad biológica. Lo encontramos como reali­
dad física en la línea auténtica e ininterrumpida de los descen­
dientes directos masculinos de Confucio, extendiéndose a lo
largo de casi ochenta generaciones. Está también ejemplifi­
cado en los numerosos descendientes de Mahoma.
Tal auto-proyección biológica la hace posible Venus, que
tradicionalmente «rige» las glándulas de esperma y produc­
ción de óvulos, testículos y ovarios. En su más alto signifi­
cado, Venus designa la creación de arquetipos, que son «semi­
llas de la mente». Los ocultistas se han referido a Venus como
la fvente de la cual surgió el arquetipo de hombre. Este
arquetipo llegó a concretarse en nuestra Tierra, que, como
planeta, se mueve a mitad de camino entre Venus y Marte y,
por lo tanto, representa simbólicamente el resultado de su
actividad conjunta. Marte entrega los bienes que Venus en­
gendra. Como gobernante de toda la energía saliente y, por
tanto, del sistema muscular en sus manifestaciones tanto
sutiles como groseras, Marte depende de Venus en cuanto a
las directrices; es decir, depende de los valores de juicio
(bueno o malo, deseable o no deseable, para querer o para
apartarse de) que Venus proporciona.
En la moderna astrología, la Luna es emparejada a me­
nudo con Saturno, porque los dos representan respectiva-
38 DIMENSION GALACTICA DE LA ASfROLOGIA

mente la imagen de la madre y la imagen del padre en la


conciencia de una persona, aunque no necesariamente el
carácter de la madre o el padre físico. La Luna debería ser
considerada como el símbolo de la capacidad de un organismo
para adaptarse a las condiciones siempre cambiantes de la
vida diaria y para restablecerse por sí mismo. Si la Luna
representa a la madre, es porque cuando el bebé nace es
indefenso, y la madre -o una niñera- la que asegura el que el
bebé viva en las mejores condiciones posibles. Más tarde, el
niño ya crecido deberá desarrollar su propia capacidad para
adaptarse; cosa que hace por medio de los «sentimientos».
Estos representan los aspectos más altos y conscientes de los
instintos inconscientes y urgentes de un organismo puramente
animal. La Luna puede significar también el tipo espontáneo
de inteligencia que es también un refinamiento del instinto
animal y que está dirigido casi exclusivamente a la supervi­
vencia.
Un factor más importante se encuentra en el campo helio­
cósmico que se extiende entre el centro solar y la circunferen­
cia saturniana: el anillo de asteroides.
Recientemente, los asteroides han llamado la atención de
los astrólogos y se ha calculado una efemérides para los más
grandes3 , pero ya hablé de la importancia de los asteroides en
New Mansions far New Men, y, de un modo distinto, en un
artículo publicado en la revista American Astrology en octu­
bre de 1936. Para el astrónomo, los asteroides son un gran
número de partículas relativamente pequeñas de materia que
dan vueltas entre las órbitas de Marte y Júpiter en el sitio
donde, según la ley de Bode, debería encontrarse un planeta.
Esta ley, divulgada durante la última parte del siglo XVIII,
pero descubierta por David Titius en 1751, establece una
relación bastante misteriosa entre las distancias de los plane-

3Libro de Eleanor Bach, Efemérides de los asteroides Ceres, Pallas, Juno y Vesta
(Nueva York, 1973).
CUANDO EL SOL SE CONSIDERA UNA ESTRELL� 39

tas con el Sol. Estimuló a hacer esfuerzos para identificar lo


que estuviera situado en la región donde debería encontrarse
el planeta en cuestión, y el día 1 de enero de 1901, el más
grande de los asteroides, Ceres, fue descubierto por Guiseppe
Piazzi desde un observatorio en Sicilia. Durante el siglo
pasado se descubrieron muchos más, y puede que haya mu­
chos miles de muy pequeño tamaño. Los cuatro más grandes
se dice que tienen diámetros que oscilan desde 188 a 478
millas.
El tamaño de los asteroides no es el factor más importante
cuando se trata de descubrir su significado en la estructura
total de heliocosmos. Lo significativo es la gran abundancia
de ellos y el hecho de que pululan entre las orbitas de Marte y
Júpiter. Es el sitio que cada planeta ocupa en el sistema solar
-la región de espacio heliocósmico en el que dan vueltas- lo
que le da su significado abstracto o arquetípico en el lenguaje
celestial de la astrología, especialmente cuando el lugar se
interpreta también con referencia a la órbita terrestre. De
igual forma, el significado funcional de cualquier órgano del
cuerpo humano procede en gran medida del lugar que ocupa,
al menos en la forma arquetípica del hombre.
Desde un punto de vista holístico (o gestáltico), parece
bastante ilógico distinguir unos pocos asteroides del enjambre
del que forman parte solamente porque son un poco más
grandes y fácilmente visibles, incluso si han sido individuali­
zados por nombres griegos mitológicos. Si se hace esto, se
debería dar un significado astrológico a los cometas cuyas
apariciones son aparentemente periódicas. Se debería consi­
derar también a los satélites de todos los planetas. Lo que es
importante en los asteroides es que constituyen una clase
concreta de cuerpos celestiales; así deberíamos ver en ellos la
manifestación de algún factor básico o principio estructural
que existe al menos en algún tipo de sistema solar y que, por
lo tanto, constituye una «palabra» significativa en el simbólico
lenguaje planetario de la astrología.
Tal palabra se reveló a la conciencia del hombre durante el
40 DIMENSION GALACTICA DE LA ASTROLOGIA

siglo XIX, época en la que otras grandes palabras, Urano y


Neptuno, empezaban a ser usadas porque el género humano
las necesitaba para un mejor entendimiento de un aspecto de
la personalidad humana recientemente desarrollado. Referido
a lo que estaba ocurriendo durante el último siglo, esta pala­
bra celestial se puede traducir a nuestro lenguaje racional­
cultural como «fragmentación».
La idea de que los asteroides se producían como resultado
de la explosión de un planeta, al parecer ha sido desafiada
muy recientemente; sin embargo, sigue siendo la hipótesis
más probable. Incluso si estos miles de trozos no resultaron
de una explosión planetaria, aún se pueden atribuir a un
estado fragmentadio de existencia y conciencia -un estado de
atomización y no integración. Si ahora consideramos la serie
de planetas desde el Sol hacia afuera, el hecho de que esta
condición «asteródica» de existencia se vea como una conti­
nuación del tipo de actividad vital simbolizada por Marte nos
da una pista bastante clara de su significado. La actividad
marciana se adelanta precipitadamente impulsiva y emocio­
nalmente. En ella el deseo del hombre y sus musculos están
tensos dispuestos a actuar agresivamente para la consecución
de cualquier cosa deseada. Pero ¿logra la agresión siempre su
propósito? Nuestro entorno está lleno de otros agresores que
pueden disgustarse y luchar contra nuestra actividad exterior.
Incluso si no tenemos que luchar para obtener lo que desea­
mos, a menudo dispersamos nuestras energías en la busca de
tantos objetos deseados, demasiados intereses, demasiados
anhelos innecesarios; desarrollamos una actividad febril y con
prisas, y nuestro cuerpo y/o psique se vienen abajo.
En mi opinión, esto es lo que simboliza el cinturón de
asteroides en conjunto. No obstante, la condición desinte­
grada o desintegradora que representa puede ser restablecida
y la cura la proporciona Júpiter. Júpiter nos dice que la
individualista actividad marciana en busca de la satisfacción
personal, o incluso de necesidades biológicas, puede trans­
formarse en un grupo de cooperación, a través del cual pueda
CUANDO EL SOL SE CONSIDERA UNA ESTRELLA 41

lograrse el éxito, donde la severidad y rudeza de la agresivi­


dad personal conduciría solamente a la auto-fragmentación y
el cautiverio kármico. El cinturón de asteroides puede ser un
símbolo del karma de obras anteriores que fueron disonantes
o espiritualmente desintegrativas. Estando como está en algún
tipo de punto medio entre el Sol y Saturno, es un resto de los
materiales implicaciones de la conciencia heliocéntrica. Los
asteroides parecen ser entidades estrictamente materiales sin
atmósfera, magnetismo ni fuego interno -sin ningún género de
vida. ¿No es posible que veamos en ellos la reflexión oscura
-la sombra- de la Galaxia, cuyos millones de estrellas irradian
luz? Todo organismo de vida humana proyecta una sombra.
Toda acción muscular marciana genera toxinas en las células
que se contraen. ¿No ha proyectado la revolución industrial
una profunda sombra sobre la conciencia colectiva del mundo
occidental.
El hecho de que Urano y Neptuno fueran descubiertas en
el mismo período en que se divisaron por primera vez los
asteroides debería considerarse significativo, pues los dos
descubrimientos se refieren a la realización, al menos por
unas pocas mentes abiertas y libres, de las posibilidades
positivas y negativas inherentes a la revolución industrial, y
todo lo que trajo al género humano. Los planetas Urano y
Neptuno abrieron el camino a una alteración radical de todas
las implicaciones de la existencia humana, individualmente y
en grupos socioculturales y políticos -una alteración que
puede llevar a un tipo galáctico de conciencia y organización,
porque, sea lo que sea lo que estos dos planetas representan,
señalan el camino a la «galactización» del género humano.
Por otra parte, los asteroides simbolizan la fragmentación
y atomización de la sociedad occidental, su religión antaño
homogénea y su tradición cultural. Cuando se descubrió Plu­
tón, en el siglo xx, y una gran cantidad de asteroides cada vez
más pequeños se identificaron, el carácter centrífugo y la
explosividad de las aseveraciones y ambiciones individualistas
alcanzaron un nivel tan peligroso que tenía que ser frenado
42 DIMENSION GALACTICA DE LA ASfROLOGIA

brutal o sutilmente por alguna forma de totalitarismo plutó­


nico el fascismo y el comunismo, o el mundo «libre», los
grandes negocios, dirigiendo la mente y los conocimientos del
hombre a través de una propaganda implacable que esc:aviza
profundamente al tiempo que produce una ilusión de libertad.
En el lenguaje de la astrología, Urano, Neptuno y Plutón
como agentes de la Galaxia pueden ser voces muy molestas,
porque dondequiera que el poder satumiano inherente en toda
forma y límites se materialice en la ciudadela del ego humano,
estas palabras se refieren a los retos de la vida y trastornos de
muchos tipos. No obstante, las crisis así provocadas son
medios catárquicos que conducen a un final inherentemente
constructivo y potencialmente glorioso. Urano, Neptuno y
Plutón son agentes de la tranformación, y a nivel humano, los
procesos de transformación son partes integrantes del orga­
nismo total de la personalidad. Constituyen un cuarto nivel de
actividad funcional, cuyo propósito es permitir actuar a un
cuarto nivel de conciencia -la dimensión galáctica.
Cuando estas dimensiones actúan en un número suficiente
de seres humanos, se extiende un contagio de transformación
y a su debido tiempo altera las bases colectivas de la cultura y
la sociedad. En la actualidad estamos siendo testigos de una
«epidemia» de cambio con sus subidas y bajadas febriles y el
sufrimiento que lleva consigo. Debería abrir la puerta a una
invasión de fuerzas galácticas -un «descenso» de poder espiri­
tual y transformador que impregne el espacio global de la
Tierra, así como el género humano como un todo. Puede
tomar forma una civilización planetaria, lo que simbólica­
mente reflejaría el carácter esencial de la Galaxia como un
todo. Se habría entendido la Galaxia por lo que es a su propio
nivel de actividad, y ya no solamente según nuestras presen­
tes percepciones heliocéntricas y conceptos materialistas. Se
verá y percibirá como un todo cósmico de estrellas radiantes e
interrelacionadas en transformación perpetua -un pleroma de
centros dinámicos de conciencia galáctica que, independien­
temente de lo que sean a su propio nivel cósmico, pueden
CUANDO EL SOL SE CONSIDERA UNA ESTRELLA 43

utilizarse como símbolos magnificentes que inspiran al hom­


bre para llegar a ser más que hombre.

C) PLANETAS DE TRANSFORMACION
Y TRASCENDENCIA
Cualquier verdadero proceso de transformación debe tra­
tar directamente de las energías que producen las formas que
requieren una alteración radical. Como vimos anteriormente,
las tres funciones principales que funcionan en el cuerpo
viviente (e incluso en sistemas socioculturales permanentes)
están simbolizadas en el sistema heliocósmico por Saturno,
Júpiter y Marte: es decir, el principio que produce formas,
circunscribiendo y también focalizando (Saturno) -el principio
de asimilación y expansión dentro de los límites definidos por
Saturno (Júpiter)- el poder de actividad hacia el exterior,
sirviendo el propósito del organismo y, en el hombre, del ego
(Marte).
Saturno, Júpiter y Marte, que se mueven fuera dela órbita
de la Tierra, regulan las relaciones del organismo con otros
organismos y con el entorno como un todo. El Sol, Mercurio
y Venus, que están dentro de la órbita de la Tierra, se dirigen
a funciones internas. El Sol es la fuente principal de la fuerza
de la vida (prana) y determina su ritmo concreto en el
individuo -proveyendo así la energía a cuya expansión Sa­
turno pondrá límites. Mercurio simboliza todos los procesos
mentales, gracias a los cuales el sentido social jupiteriano
puede producir un lenguaje y una cultura que se pasa de
generación en generación. Venus genera valores arquetípicos
y proporciona juicios morales que guían la impetuosidad y
agresividad marciana.
Cada uno de estos tres pares de funciones -y particular­
mente Saturno, Júpiter y Marte- son los objetivos de un
desafío galáctico de tres puntas representado por Urano,
Neptuno y Plutón. Es un desafío a la transformación y la
trascendencia, y más básicamente a la repolarización de la
44 DIMENSION GALACTICA DE LA ASTROLOGIA

sugestión física de la actividad orgánica y una reorientación


de la conciencia y su principio central, el ego.
Hablamos anteriormente del hecho de que cada área del
sistema solar también es parte del espacio total de la Galaxia,
y, por tanto, está impregnada de energía galáctica. Sin em­
bargo, en cualquier sistema severamente limitado por el prin­
cipio satumiano de formación sobre la base del exclusivismo y
el aislamiento, esta energía galáctica es de una naturaleza que
trasciende la posibilidad normal del sistema de resonancia.
Estas energías existen dentro del campo heliocósmico casi
siempre en un estado latente por lo que respecta a las accio­
nes de cada día y la conciencia de ego de los seres humanos
en la presente etapa de evolución del planeta. Todo dentro de
la órbita de Saturno gravita hacia el Sol; está orientado
biológicamente y condicionado por las fuerzas impulsivas e
instintivas de la biosfera y de esferas incluso más materiales
de nuestro globo. El desafío fundamental planteado por
Urano, Neptuno y Plutón es el de darse cuenta de la existen­
cia de otro tipo de gravitación opuesta -la ejercida por el
centro galáctico. Consiste en aceptar ser reorientados y repo­
larizados. Lo que los planetas trans-satumianos exigen es, por
lo tanto, un cambio de lealtades. Esto también implica una
nueva perspectiva de vida y todas sus actividades orgánicas,
un nuevo sentido de relación en todo lo que existe y en el
simple hecho de la existencia. Finalmente, tendrá lugar en la
conciencia un nuevo sentido del tiempo y una nueva capaci­
dad para actuar en el espacio -espacio galáctico en vez de
espacio heliocósmico.
Tal radical transformación puede ser interpretada por la
mente moderna como una ascensión de las vibraciones que
hacen que el organismo sea capaz de resonar a energía galác­
tica. También se puede ver como la eliminación de una gran
variedad de obstáculos producidos por la conciencia del ego
satumiana y su fidelidad a conceptos estrechos y lealtades
obligatorias. Esto es lo que ocurre a nivel de individuo y
también en cualquier sociedad, cultura o religión tribal, pro-
CUANDO EL SOL SE CONSIDERA UNA ESTRELLA 45

vincial o nacional. Una vez que estos obstáculos se eliminan y


las limitaciones se superan, el hombre es capaz de responder
a las energías, sentimientos y pensamientos a un nuevo nivel
de gran inclusión y mayor valoración espiritual.
Este proceso de transformación y repolarización no exige
que nos movamos desde la Tierra a algún otro lugar. La
«nueva vida» no está en otro sitio; el espacio galáctico no está
lejos o sobre nosotros en algún cielo mitológico o trascen­
dente. El espacio galáctico se extiende en cada uno de noso­
tros. Vivimos en él; pero no entendemos verdaderamente este
hecho en tanto que Saturno y el ego nos hacen ciegos e
insensibles a ello. Los hechos de Saturno eliminan los hechos
galácticos; no obstante, ambos tipos de hechos son esencial­
mente el mismo. Pero el hombre con una conciencia trans­
formada los ve de distinta forma. Nada se niega; todo se
transfigura. Una vez que la transformación se ha llevado a
cabo, el Sol biológico es más radiante que nunca, porque lo
vemos no sólo como nuestro Sol autocrático, sino también
como una estrella galáctica. En tanto en cuanto nuestra con­
ciencia e identidad están sujetas a un cuerpo físico, este Sol
nos sustenta biológicamente, pero cuando la transformación
se logra, este Sol deja de cegamos con su gloria. Ya no nos
impide damos cuenta del hecho galáctico de que, como un
centro individual de conciencia, somos la expresión física de
una estrella en la Galaxia. Esta estrella es nuestra estrella­
padre, nuestra identidad espiritual dentro de la enorme com­
pañía de las estrellas galácticas. Saber este hecho con indiscu­
tible certeza da a nuestra vida seguridad interior y paz. Es
verdadera «salvación».
Hoy día este proceso de transformación y transfiguración
actúa en dos niveles. En su aspecto principal funciona en el
individuo, un proceso al que el ocultista se refiere como «el
camino». Conduce por medio de pasos paulatinos -las verda­
deras grandes iniciaciones- a la conciencia superrnental y
quizá renacimiento consciente en la personalidad inmortal.
Hoy día, toda la humanidad -y probablemente el planeta
46 DIMENSION GALACTICA DE LA ASTROLOGIA

Tierra en conjunt� está inmersa en un proceso de cambio


acelerado del que algunos esotéricos4 dicen que es una inicia­
ción planetaria. Este cambio puede estar relacionado con la
transición entre dos grandes eras, generalmente llamadas la
era Piscis y la era Acuario -y quizá entre ciclos aún más
largos que la sucesión de los equinoccios. Debido a ese
cambio, y al desarrollo de los poderes intelectuales que hicie­
ron posible la revolución industrial y la moderna tecnología,
los tres planetas trans-saturnianos han sido descubiertos y se
ha reafirmado la existencia y estructura de la Galaxia (y otras
nebulosas espirales). Estos planetas nos proporcionan nuevas
«palabras» del lenguaje celestial de la astrología, lo que nos
puede ayudar a formular las mayores fases histéricas de la
transformación planetaria.
La primera fase tuvo lugar hacia el fin del siglo XVIII,
cuando el derecho divino de los reyes y los valores de las
rígidas formas de la religión institucionalizada fueron desafia­
das. Se ha denominado el siglo de la ilustración, porque trajo
a la civilización occidental nuevos ideales sociales, psicológi­
cos e intelectuales, y dio paso a la revolución industrial que
habría de cambiar la forma de vida de la humanidad. El
descubrimiento de Neptuno en 1846 simboliza el carácter de
todo lo que estaba ocurriendo en el mundo occidental debido
al colonialismo por todo el mundo. Si en el siglo XVIII ura­
niano conmocionó, en términos revolucionarios, la aristocra­
cia establecida y los patrones dogmáticos de Europa, mos­
trando la posibilidad de la libertad humana y la verdadera
democracia -¡desgraciadamente, sólo la posibilidad!- el siglo
XVIII neptuniano devolvió, de muchas formas, y tanto como
lo permitió la presente etapa de la evolución humana, las
fidelidades fuertemente arraigadas de los seres humanos a las
estructuras rígidas de clases y provincialismos. Obligó a las
naciones más industrializadas a recurrir al mundo entero para

4 La filosofía esotérica se refiere a la teosofía, rosacrucianismo, y todas las otras

formas de ocultismo serio.


CUANDO EL SOL SE CONSIDERA UNA ESTRELLA 47

satisfacer su necesidad de materias primas y trabajadores


extranjeros. La variedad de «crisoles» raciales y culturales así
producidos debieran haberse convertido en probetas alquími­
cas para la transformación de la conciencia nacional y de
clase, y el resurgir de organizaciones humanitarias, no exclu­
sivistas e internacionales, a nivel sociopolítico o religioso.
Desgraciadamente, éstas en su mayoría fracasaron en sus
intentos debido al poder del privilegio jupiteriano atrincherado
y el egoísmo del hombre ambicioso.
El descubrimiento de Plutón en 1930 durante los días de la
gran depresión financiera que afectaba a todo el mundo occi­
dental, proporcionó al hombre un símbolo de lo que inevita­
blemente ocurre cuando las naciones, grupos e individuos se
mantienen en el camino de la agresividad del ego, codicia de
poder y el sensacionalismo, negándose a renunciar a viejos
privilegios y creencias obsoletas. La oscuridad interior estalla
y da lugar a violencia exterior y crueldad. Al terror «blanco»
responde el terror «rojo» con violencia aún mayor. La decep­
ción y la destrucción se aceptan como principios de conducta.
Todo tiende a reducirse a lo más esencial, pero en la oscuri­
dad espiritual lo esencial se convierte en lo absurdo. El
encanto de los ideales desaparece, dejando totalmente des­
nudo lo que no había sido fiel a los ideales. Sin embargo,
Plutón abre las puertas al renacimiento final, dondequiera que
el caso acepte ser fecundado por una nueva revelación del
cosmos, y una nueva visión de orden universal toma forma
dentro de la conciencia depurada.
Es posible que todavía no hayamos alcanzado una situa­
ción de caos suficientemnte extendido que dé lugar a la
aceptación colectiva de un nuevo orden a gran escala, pero
ciertos individuos siempre pueden apartarse de la masa de la
humanidad aún unida a las convulsiones, la violencia y las
estructuras repetitivas que caracterizan las actividades de la
biosfera de la Tierra. Los individuos pueden desviarse de la
corriente general de la evolución donde el proceso de trans­
formación es lento e indeciso, y entrar en «el Camino». En
48 DIMENSION GALACTICA DE LA ASTROLOGIA

algún sentido el camino es siempre discipular -aunque el gulÚ


no esté encamado en forma física- porque implica tanto la
disposición como la voluntad de un individuo para «ascender»
a un nivel espiritual más alto de conciencia y existencia, y «el
descenso» de un ser que obra a ese nivel trascendental y, por
compasión, está dispuesto a ayudar a quien quiera que haga
un esfuerzo sincero y verdadero para seguir el camino de
desarrollo espiritual acelerado.
En el simbolismo de la astrología, este camino lleva de un
tipo planetario y heliocósmico a un tipo galáctico de concien­
cia y actividad. A medida que el individuo recorre este
peligroso y tortuoso camino, tiene que enfrentarse a los
desafíos representados por los tres planetas, Urano, Neptuno
y Plutón. Mientras que en la corriente general de la vida un
hombre anda junto con todos los seres humanos más o menos
en su propio estado de evolución, como parte de una oleada
sociocultural colectiva que le empuja a través de crestas y
senos, en el Camino de la iniciación el individuo camina solo,
rodeado por presencias invisibles y extrañas y atravesando
prueba tras prueba de sinceridad, coraje, resistencia y discri­
minación. Camina «tras las huellas» de muchos que antes que
él han seguido este camino. Puede que encuentre los restos de
los que han caído a sus bordes. En la oscuridad, acaso
necesite sentir la tierra a sus pies, para asegurarse de que
todavía es «el camino de la vida», y no bifurcaciones que
llevan solamente a ilusiones llenas de encanto o monótonos
desiertos intelectuales. Ocasionalmente, puede que vislumbre
una estrella a cuya luz resuena su ser más profundo, o puede
que tenga la visión fugaz de un ser que le protege y señala
alguna cumbre todavía distante. Pase lo que pase, tiene que
« seguir caminando» -el gran mandato enviado por el budismo
Zen. Tiene que mantenerse en movimiento, pues la movilidad
es salud y también santidad; y el movimiento parece acele­
rarse constantemente, el paso parece cada vez más agotador.
Las exigencias aumentan en intensidad y dificultad.
¿Por qué seguir ese camino? Podría deberse a dos facto-
CUANDO EL SOL SE CONSIDERA UNA ESTRELLA 49

res, uno negativo y otro positivo. Positivamente, porque se ha


tenido una visión -aunque imprecisa- de una meta sobrehu­
mana a la que responde todo el ser, y de un estado de ser que
fascinó su conciencia. Puede que se haya experimentado la
presencia o la llamada interior de un ser radiante que es uno
mismo y a la vez mucho más que uno mismo. O puede que se
busque la iniciación negativamente, debido a la rebelión emo­
cional, inquietud, o una total insatisfacción con la gran co­
rriente repleta de hombres-masa -o quizá simplemente por­
que, sin motivo consciente, tenga que hacerse. Pero, sea cual
sea la razón inicial, hay que satisfacer repetidamente y a
diferentes niveles la exigencia uraniana de la transformación,
la llamada de Neptuno es la transmutación, y la profunda
llamada de Plutón es la transubstanciación, es decir, un
cambio radical en la estructura mental -en la cualidad de sus
respuestas a todos los aspectos de la vida de cada día y la
relación interpersonal- y finalmente en la misma esencia del
ser interior y acaso, por último, del ser exterior.
Este triple cambio de forma, de respuesta sensorial y
sustancia psíquica-mental significa volver a dirigir, polarizar y
evaluar aquello a lo que es leal la persona. Tradicionalmente
se ha simbolizado con la metamorfosis de la larva en mari­
posa. Implica un cambio de nivel de existencia -de lo bioló­
gico a lo espiritual y mental, del planeta oscuro a la estrella
galáctica. Se ha de construir un nuevo marco de referencia y
probarlo a fondo por medio de experiencias decisivas. El viejo
campo heliocósmico gobernado por el Sol y limitado por
Saturno tiene que llegar a transfigurarse al percibirse que es
sólo una pequeña sección del inmenso espacio galáctico. El
individuo gobernado por su propio ego debe dejar de conside­
rarse el centro de un universo estructurado por sus deseos y
sus miedos, sus ambiciones y sus frustraciones. Tiene que
aceptar su papel de sirviente en un todo más grande.
Hacia fuera este todo mayor es la humanidad, llamada por
algunos ocultistas «el gran huérfano». En un sentido superior,
es la hermandad de «seres-estrellas» radiantes que sucesiva-
50 DIMENSION GALACTICA DE LA ASfROLOGIA

mente han andado el camino y ahora guían la evolución del


hombre.
El cambio es verdaderamente una radical metamorfosis e
inevitablemente supone crisis profundas. Esto significa, en
términos de práctica astrológica, que la presencia de Urano,
Neptuno y Plutón en la carta natal se refiere a procesos de la
vida y acontecimientos que pueden ser considerados como
desafíos constructivos a la transformación en el «nuevo hom­
bre», o como drásticamente inquietantes para el «hombre
antiguo» en cada uno de nosotros, y a menudo como total­
mente destructor de cualquier cosa que se refiriese en térmi­
nos sociales al antiguo orden, o biológicamente a la salud
física o psicológica. Los cálculos positivos y negativos se
aplican a lo que el planeta representa en una carta según su
lugar en el zodíaco y casa astrológica y pueden experimen­
tarse ambas posibilidades o sólo una de las dos. Como estos
tres planetas trans-saturnianos desafían específicamente una
doble trinidad de planetas cis-saturnianos (Saturno, Júpiter,
Marte y el Sol, Mercurio, Venus), el problema de afirmar si se
referirán a acontecimientos constructivos o destructivos, o
ambos, solamente puede solucionarse -y esto sólo como
tanteo- considerando también las posiciones de los planetas
que son desafiados.
URANO desafía muy concretamente a Saturno y al Sol -y,
por tanto, la circunferencia y la fuente principal de energía
que funciona dentro del campo heliocósmico limitado por esta
circunferencia. Urano se niega a aceptar las limitaciones al
poder radiante del Sol impuesto por Saturno, ya sea a nivel
biológico (estructura ósea) o al nivel psicológico del ego y su
exclusivismo. Urano no afecta al Sol como estrella, sino
superando, o al menos inquietando profundamente, los pode­
res de Saturno, transforma el modo de operación de la energía
solar. Urano actúa en rápidos impulsos de energía que fre­
cuentemente tienen un gran impacto destructivo sobre cual­
quier cosa que se ponga en su camino. Es, al menos en un
sentido, una acción que se parece a la del relámpago o, en
CUANDO EL SOL SE CONSIDERA UNA ESTRELLA 51

otros casos, a la del viento muy fuerte. Puede atacar despre­


venidamente las fortificaciones de Saturno y así las defensa
del ego acumuladas desde hace mucho tiempo o cuidadosa­
mente planeadas.
Cuando el poder de Saturno y las viejas estructuras que
garantizan la seguridad del ego y los privilegios sociales se
han venido abajo, Urano puede actuar como inspirador y
como la capacidad para adaptarse a los nuevos ritmos de la
conciencia orientada galácticamente. Sobre todo, su función
es mantener libre el camino al centro galáctico. Provoca un
estado de total disponibilidad para cualquier cosa que tenga
que ocurrir. Tal estado de franqueza y disponibilidad con­
trasta fuertemente con la condición saturniana de la inercia,
dominación de los hábitos y la tradicional adoración.
NEPTUNO es el «disolvente universal» del que han ha­
blado los alquimistas. Desintegra todo lo que Urano ha hecho
añicos. Mientras Júpiter se refiere a los procesos de expansión
inherentes en todo organismo viviente -y también en las
modernas sociedades de negocios- y al ansia por el tipo de
poder que nunca parece satisfacer completamente la ambición
personal, Neptuno representa la actitud de despego de todo
objeto medible cuantitativamente, o de logros sociales y pres­
tigio, necesarios para cada aspirante a una condición espiri­
tual de existencia. Ese planeta se caracteriza por la falta de
posesividad y la compasión, cuyo símbolo es el mar. Pero en
su aspecto negativo, Neptuno representa el atractivo en todas
sus formas, y la intoxicación con la que refleja cualquier cosa,
y algunas veces es una caricatura de la conciencia cósmica y
del estado unitivo que los grandes místicos lo han descrito
frecuentemente con confusas alegorías. Mercurio, que repre­
senta la mente condicionada por viajes biológicos o sociocul­
turales, es experto en presentársenos con reflexiones, en vez
de realidades. Neptuno desafía nuestra dependencia a meras
abstracciones intelectuales y modas sociales jupiterianas del
pensamiento.
La idea fundamental de PLUTON -que pocos astrólogos
52 DIMENSION GALACTICA DE LA ASfROLOGIA

entienden- es la pureza. El agua es agua que no contiene


partículas extrañas; por lo tanto, una combinación pura de
hidrógeno y oxígeno, H2 • Plutón es la fuerza que empuja, y a
menudo obliga, a cualquier organismo vivo y a cualquier
individuo humano a dejar a un lado todo lo que no es su
propia esencia natural -su «verdad de ser», su karma. Es, por
tanto, un agente extremadamente catártico. Limpia y purifica,
y generalmente no de una forma suave. Si Plutón desafía a
Marte, es porque éste representa el frecuente deseo inmode­
rado de acercamos a cualquier cosa que Venus nos haga ver
como atractiva.
Las acciones «marcianas», sin embargo, normalmente
acaban en reacciones que llevan al organismo o ego emocio­
nalmente extrovertido materiales y pensamientos que son
extraños a su naturaleza. Tal tipo de actividad es seguida por
el ansia de auto-expresión, una expresión condicionada, y no
determinada completamente, por estructuras sociales y sim­
ples modas. Plutón fuerza a nuestra conciencia egocéntrica a
la realización de la inutilidad y el peligro de gastos emociona­
les y ambiciosos. Destruye despiadadamente todo atractivo.
Nos descondiciona y nos deja desnudos y vulnerables, pero
-si todo va bien- calma y purifica.
Según avanza el discípulo por el camino y es polarizado
por las fuerzas galácticas que funcionan a través de los tres
planetas trans-satumianos, empiezan a aparecer nuevas facul­
tades dentro del campo de existencia que ha sido ensanchado
y elevado. Lo que estaba sólo en un estado latente, como
parte de un enorme potencial inherente a la naturaleza hu­
mana, llega a actualizarse.
URANO se puede relacionar con una nueva facultad de
visión -por lo tanto, de clarividencia. El verdadero clarivi­
dente es capaz de «visualizar», generalmente por medio de
símbolos o de mensajes del oráculo, el carácter y significado
de cualquier situación a la que dirige su atención. El símbolo
que observa tiene una cualidad inclusiva. En principio, al
menos, revela la esencia del conjunto de la situación -no
CUANDO EL SOL SE CONSIDERA UNA ESTRELLA 53

simplemente algunos de los aspectos superficiales de esta


situación o lo que la persona, bajo el control del ego satur­
niano, cree que es (o, aún más, quiere que sea).
NEPTUNO otorga al discípulo del camino al menos el
presentimiento de lo que significa la cantidad y la verdadera
compasión. Hace más grande la conciencia para que sea
capaz de responder a todas las condiciones de existencia y
aceptar todo lo que existe simplemente por lo que es. Supera
las categorías intelectuales y prejuicios de clase o color,
porque funciona en términos de amor personal y total inclusi­
vidad -ágape (amor a Cristo) o la compasión del Bodhisattva
que promete ayudar a todos los seres sensibles hasta que
alcanzan la liberación de los complejos de separación
Júpiter-Saturno y la oscura existencia espiritual.
PLUTON, en el individuo desarrollado espiritualmente,
simboliza su «última inquietud», por lo que sirve de base a
toda existencia, una suprema realidad que trasciende todo
movimiento de existencia que es la salida de deseos limitados
e ilimitados e interpretaciones locales o transitorias. Se refiere
al poder generado por la verdadera concentración oculta; así
el yoga y todas las formas relacionadas de auto-disciplina y
meditación auto-trascendental. Hace converger toda la ener­
gía del organismo vivo sobre un centro de conciencia inamo­
vible. En este centro, el poder del centro galáctico -dentro del
divino, aún más allá de nosotros- se puede experimentar.
Sobre este punto, la estrella -que cada ser humano es poten­
cialmente- puede enfocar su luz. Y el ritmo galáctico de la
estrella puede ser sentido por el organismo entero, ahora
capaz de resonar con él, en el silencio de todos los movimien­
tos y emociones neutralizadas.
Cuando Urano, Neptuno y Plutón han realizado su tra­
bajo, los límites del heliocosmos -las capas protectoras, pero
aislantes de la aureola del discípulo- se han convertido en
translúcidos. La luz galáctica puede pasar a través de ellos sin
ninguna resistencia. La energía química de la «vida» se ha
transmutado en las fuerzas nucleares del «espíritu». El hom-
54 DIMENSION GALACTICA DE LA ASTROLOGIA

bre, aunque todavía «en» el mundo, ya no es «de>> el mundo.


Cuando un número suficiente de individuos ha alcanzado
ese estado, inevitablemente, aunque de forma gradual, tendrá
lugar una transformación del aspecto físico de nuestro pla­
neta. La comunidad galáctica del hombre, con la que algunos
visionarios del siglo XVIII han soñado, puede llegar a ser un
hecho.
3
LA POLARIDAD URANO-NEPTUNO

Hay muchas formas de estudiar en detalle los planetas


trans-saturnianos, pues simbolizan complejos de actividades.
Estas actividades tienen inevitablemente un carácter com­
plejo, porque han de enfrentarse con las extremadamente
variadas formas de resistencia a cualquier proceso radical de
transformación, que desarrolla el ser humano. Tanto Saturno
como Júpiter, a nivel social, ético y religioso, y Marte y
Venus a nivel de las respuestas más personales a los retos del
quehacer diario, funcionan bajo el principio de la inercia; es
decir, de resistencia al cambio. Establecidos los patrones de
conducta (hábitos) y del sentimiento y el pensamiento (como
los complejos psicológicos), casi nunca permiten una tranfor­
mación suave cuando quiera que sea seriamente cuestionada la
validez de las creencias fur1damentales, paradigmas o postula­
dos tomados por verdaderos. Sea lo que sea entronizado
como «lo bueno», lo «mejor» aparece como un potencial
enemigo, si no ya presente, y las decisiones más difíciles son
ésas entre las que un hombre debe escoger, un mejor desco­
nocido y bueno tradicional. La característica esencial del
hombre es que, consciente y deliberadamente, puede llegar a
ser siempre más grande. Esta es la majestad humana (del latín
major, que significa «más grande»), y esta capacidad de
auto-transformación progresiva -para renunciar a lo simple­
mente grande por lo grande- está representada por los plane­
tas Urano, Neptuno y Plutón.
56 DIMENSION GALACTICA DE LA ASTROLOGIA

En éste y el próximo capítulo se hablará de algunas de las


más significantes manifestaciones de la fuerza transformativa
representada por estos planetas. Se podrían añadir otras, pero
éstas deberían ser suficientes para proporcionar las bases para
un estudio en profundidad de las experiencias que, aunque
pueden desequilibrar el funcionamiento normal del cuerpo y la
mente, se deberían interpretar siempre como procesos de
crecimiento personal, expansión de la conciencia y desarrollo
espiritual -incluso si conducen a lo que parece ser el fracaso,
la enfermedad o la muerte para la mente incapaz de llegar más
allá de la normalidad saturniana y los conceptos jupiterianos
de la comodidad y el éxito. Los resultados en apariencia
negativos serán entendidos como catárquicos, neutralizantes
del karma y, por tanto, factores liberalizantes en el proceso
total de la evolución del alma que lleva a la perfección final y
la participación de la conciencia en las actividades galácticas
cuando sean reinterpretados en términos de conciencia galác­
tica y de relación entre los acontecimientos en nuestro oscuro
planeta y la evolución de la estrella que representa la esencia
del ser de un individuo.
Según se estudian las operaciones de los planetas trans­
saturnianos, uno debería darse cuenta, en primer lugar, de
que Urano y Neptuno están opuestos polarmente. También es
significativo que los dos siglos que fueron testigos de su
descubrimiento tengan significados históricos opuestos, si
bien, de alguna forma complementarios -el siglo XVIII, carac­
terizado por su intelectualidad brillante, pero abstracta, el
siglo XIX por emotividad romántica, y los trastornos caóticos
como consecuencia de la revolución industrial y el hallazgo de
nuevas energías transformadoras, tanto psíquicas como mate­
riales. Expresado brevemente, Urano es el profeta del indivi­
dualismo de la solidaridad social del hombre «libre» y autode­
terminado. Neptuno simboliza la presión muchas veces coer­
citiva y desconocida de los factores colectivos y cambios
sociales sobre el individuo, una presión que tiende a disolver
la integridad de la personalidad en las corrientes oceánicas de
LA POLARIDAD URANO-NEPTUNO 57
las emociones o sentimientos utópicos imprecisos y universa­
les despertados por visiones fascinantes o personalidades
carismáticas.
El individuo y el colectivo constituyen dos polos entre los
cuales los todos existenciales oscilan, cada uno aumentando y
disminuyendo de fuerza 1• Dentro del campo heliocósmico de
actividad limitado por Saturno, el factor individual está acen­
tuado por Venus y Marte; el colectivo por Júpiter y Saturno,
los planetas sociales. En su aspecto principal, Venus repre­
senta el tipo de actividad que construye las formas arquetípi­
cas que definen la individualidad de sistemas particulares
-especies biológicas o personalidades individualizadas de los
humanos2 • A nivel del proceso transformativo que lleva el
sentido del ser «yo» al «nosotros»-consciente, Urano libera la
luz espiritual que puede proporcionar por un momento ilumi­
nación a la mente limitada por Saturno; y cuando esa luz
transcendental se hace más permanente, la conciencia libe­
rada comienza a percibir los contornos de unos inmensos
patrones no exclusivos de organización, que son de carácter
neptuniano. Según aumenta la fuerza de Neptuno, la domina­
ción de la espiritual hermandad sobre el participante indivi­
dual también se hace más fuerte. La unanimidad (literalmente,
«un alma») supervisa la individualidad (o voluntad de la mayo­
ría) en todas las decisiones básicas del grupo. Como resultado
de tales decisiones, se establecen o ponen en funcionamiento
los patrones cósmicos (más que leyes), los cuales se refieren
al aspecto galáctico de Plutón.

' En la Astrologt'a de la personalidad. de Rudhyar (New York: Doubleday


Anchor, 1971), el capítulo «El individuo, colectivo y creativo»; también, con referen­
cia al ciclo del zodiaco y las estaciones, El pulso de la vida (1942).

2 Muchos verdaderos ocultistas han dicho que la semilla espiritual de la concien­


cia y la personalidad independiente del hombre se manifestó, como así lo fue, en la
Tierra hace unos once millones de años por medio de grandes seres de Venus, los
kumaras -tal proceso que corresponde en la mitología griega al atrevido acto de
Protomeo, donante del fuego divino de la auto-conciencia del género humano.
58 DIMENSION GALACTICA DE LA ASTROLOGIA

A menudo, cuando los planetas trans-saturnianos empien­


zan a funcionar dentro del campo de la conciencia del hombre
-ya sea un individuo o un organismo nacional y cultural-, su
funcionamiento toma un carácter destructivo al principio.
Para hablar en términos de Jung, actúan en su aspecto «som­
brío». Urano produce trastornos revolucionarios en la psique
a medida que «los contenidos del inconsciente» se precipitan
sobre la conciencia, aplastando las barreras protectoras del
sentido común y la razón construida por el ego, según la
tradición colectiva. Lo que, a nivel galáctico-espiritual es la
individualidad y la unanimidad de la fraternidad universal
conscientemente aceptada (la «Logia Blanca») se convierte en
el poder coercitivo, irracional e irresistible de la multitud, fácil­
mente reunida por un líder carismático en una unidad emocional
de violenta actividad. En este nivel sombrío, Urano es el revo­
lucionario, Neptuno la emoción de masas que produce, y Plu­
tón la severidad y crueldad del gobierno totalitario o de pandilla.
En la vida de un individuo golpeado por las descargas
uranianas de fuerzas galácticas, Neptuno se ocupa de la
irrupción de las ideas e impulsos hasta entonces inconscientes
o reprimidos, y en algunos casos produciendo un estado de
éxtasis. El individuo es arrojado fuera de su estado mental
cultural-racional normal por el impacto de Urano, y se en­
cuentra en unas condiciones psíquicas totalmente desconoci­
das, quizá amenazantes, quizá estimulantes. En este estado, su
sentido de «ser yo y solamente yo» tiende a desvanecerse en
lo que puede interpretar como conciencia cósmica. Parece
haber alcanzado el «estado unitivo» de lo que los grandes
místicos han hablado alegóricamente, o, al menos, «una expe­
riencia cumbre», como el psicólogo Maslow la describió.
Desafortunadamente, la experiencia no dura, y el indivi­
duo, por lo general, se encuentra una vez más inmóvil, quizá
desconcertado y dudando de su cordura, dentro de la familiar
fortaleza saturniana del ego. Es lo que ocurre entonces -como
él interpreta, o se da cuenta en profundidad, del significado de
la experiencia transcendental-, lo que le da un carácter cons-
LA POLARIDAD URANO-NEPTUNO 59
tructivo o temporalmente destructivo. Si la conciencia del
individuo puede asimilar los contenidos de la experiencia y,
conscientemente o no, no teme a su reaparición, la experien­
cia debería ser fundamentalmente constructiva. Solamente
puede ser así si lo que revela puede aplicarse a una visión
filosófica del mundo o una enseñanza religiosa haciendo posi­
ble que el individuo acepte la posibilidad de que esta expe­
riencia reveladora sea parte de un proceso legítimo de desa­
rrollo espiritual.
Si la experiencia se toma para que encaje en un esquema
que, aunque raro en lo que respecta a la vida de la gente
ordinaria, puede estar dotado de un significado básico, y
quizá con gran valor, entonces puede ser interpretado como
-y por tanto llega a ser- un paso en el camino de la auto­
tranformación. Por esta razón, como el hombre moderno es
cogido en un torbellino de fuerzas radicalmente transformati­
vas, es muy necesario un marco de referencia dentro del cual
a estas fuerzas se les pueda dar un significado constructivo.
En respuesta a tal necesidad es para lo que se ha escrito este
libro. Los astrólogos atribuyen constantemente los trastornos
que afectan a los individuos, grupos y naciones a Urano,
Neptuno y Plutón, pero la mayor parte de ellos son incapaces
de interpretar estos planetas en términos de un marco de
referencia galáctico y realístico, porque no entienden la rela­
ción entre estos tres planetas y la Galaxia. Creen que son
meros miembros del sistema solar, como lo son todos los
otros planetas; no entienden cómo cambia el nivel de interpe­
netración cuando los planetas trans-saturnianos se consideran
agentes de la Galaxia, y el Sol sólo una estrella entre los
millones de otras estrellas galácticas.
Urano es principalmente el despertador. Hace unos tres
mil años en la antigua India un grupo de místicos y filósofos
de los bosques lanzaron un poderoso grito: «¡Despertad!
¡Levantaos!, y buscad al maestro». Sus experiencias espiritua­
les y personales les hicieron darse cuenta de la identidad del
Yo individual y del Yo universal, del atman y del Brahmán; y
60 DIMENSION GALACTICA DE LA ASTROLOGIA

procuraron compartir esta realización con los que podían ser


apartados fuera de sus rutinas tradicionales con la creencia de
que tal compartimiento era posible. Hoy día, debido a que la
astrología nos permite ver que nuestro heliocosmos (del que la
Tierra es un componente planetario oscuro) no es más que un
todo orgánico relativamente pequeño dentro del inmenso todo
cósmico más grande de nuestra Galaxia, tenemos en este
hecho una forma de dar un significado constructivo a expe­
riencias traumáticas tan frecuentes en la vida del individuo
moderno y las naciones. Podemos integrar estas experiencias
dentro de un proceso ordenado y explicable racionalmente
-un proceso que comenzó con las muchas formas del desper­
tar uraniano que hizo surgir el género humano en una nueva
realización de poderes inmensos -poderes galácticos- latentes
dentro de él.
Lo que los antiguos visionarios hindúes divisaron y los
yogis intentaron conseguir con complejas técnicas de control
biofísico lo puede dar ahora una nueva formulación cósmica.
Un despertar a la conciencia galáctica está sobre nosotros.
Podemos aceptarlo con todas sus consecuencias, luz u oscuri­
dad, según una astrología en expansión, a condición de que
interpretemos lo que hemos sido impulsados a ver en el
contexto de un nuevo concepto de la evolución espiritual del
hombre desde el planeta oscuro a la radiante estrella galáctica.
Ser despertados por Urano no es suficiente; tenemos que
aprender a usar nuestras verdaderas percepciones neptunia­
nas. Tenemos que ir más allá de la mente simplemente cogni­
tiva, analítica y divagadora, a la mente «que ve». Me he
referido a ella como la mente claripensante, la mente del
adivino que puede experimentar directamente ideas, símbolos
y arquetipos que se interrelacionan y cuyo ámbito es univer­
sal, o al menos galáctico. Enfrentándose con tales realidades
galácticas la conciencia puede extenderse y quizá darse
cuenta no de la identidad del yo individual y el yo universal
-pues éste puede que no sea necesariamente el último acto de
existencia-, sino la interpenetración de todos los yos y todas
LA POLARIDAD URANO-NEPTUNO 61

las formas dentro de un todo cósmico inclusivo de todo. Esta


es la gran experiencia neptuniana. El hombre debe desper­
tarse espiritualmente como un individuo; tiene que nacer
«solo» en una nueva esfera de existencia y actividad -incluso
si está rodeado por presencias invisibles que asisten a su
resurgimiento. Pero la conciencia (literalmente, «conociendo
juntos»; con-scio) depende de la interrelatividad. El pensa­
miento consciente requiere algún tipo de lenguaje de símbolos
e imágenes; y todas las lenguas se producen por la comunica­
ción entre los participantes en un grupo de actividad -incluso
si el grupo está representado solamente por un par de comu­
nicantes.
La comunicación y todos los tipos de información -desde
los gritos y gestos de los animales hasta las formas más
complejas de la astrología y las matemáticas- implican en su
raíz una actividad de grupo y, en el nivel más metafísico y
universal, el resurgir de un nuevo universo fuera del «océano
de potencialidad» infinita y no diferenciada que resulta del
funcionamiento de la relación que se desarrolla cíclicamente
entre el par, espíritu y materia, o en la filosofía china entre el
yang y el yin. En el nivel del proceso de transformación que
este libro está tratando, esta relación entre estos dos princi­
pios de existencia se puede simbolizar por las interacciones
cíclicas de Urano y Neptuno. En el nivel socio-cultural es la
relación entre los individuos inspirados (avatares, genios,
héi-oes)3 y la comunidad social de la cual han salido. El carácter
de esta relación se exterioriza con Plutón. El carácter de la
actividad de Plutón está determinado por la naturaleza de la
relación Urano-Neptuno.
Plutón siempre tiende a finalizar y hacer irrevocable lo que
Urano comenzó. Hace esto especialmente cuando, por unos
veinte años, Plutón se acerca más que Neptuno al Sol -un
período de fecundación «espiritual» de la mentalidad colectiva

3
Cfr. Occult Preparations for a New Age, de Rudhyar (Quest Books, 1975),
cap. 8, «Two Polarities of the Spiritual Life».
62 DIMENSION GALACTICA DE LA ASTROLOGIA

neptuniana; y ahora estamos a punto de entrar en tal pe­


ríodo. Pero «espiritual» aquí puede significar tanto destruc­
ción como construcción; igual que en la mitología hindú Siva
es transformador y destructor, un símbolo del proceso univer­
sal del renacimiento de la muerte. Si la mentalidad colectiva
neptuniana de una sociedad, clase o grupo se ha abierto
libremente a la nueva visión proporcionada por sus personajes
creativos (creativo a cualquier nivel), Plutón revela un nuevo
centro de integración que vibra con la conciencia galáctica y
la energía. Si Neptuno ha proporcionado muy poco o nada
excepto falacias, atractivo, confusión y degeneración, Plutón
reduce todo al caos, a menudo después de un período más o
menos breve de obligada subordinación colectiva a un líder
totalitario oscuramente poderoso.
Entre estos dos extremos de espiritualización y decaden­
cia, hay varias posibilidades de actividad plutoniana -como,
por ejemplo, la altamente plutoniana administración Nixon y
su debacle después del Watergate. En su aspecto catárquico o
desintegrante, Plutón funciona sobre la base del miedo que
producen los desarrollos neptunianos- por ejemplo, el miedo
social al consumismo o el miedo personal a la enfermedad o al
fracaso. Este miedo, como debería ser evidente ahora, a
menudo es producido por esas fuerzas que lo usan en su
propio beneficio.

URANO: EL VAWR CONSTRUCTIVO DE LA


INCONSECUENCIA

El funcionamiento del tipo de acontecimientos y de desa­


rrollos internos que se pueden caracterizar como uranianos
puede aclararse más si los relacionamos con lo que general­
mente se llama «inconsecuencia». U na serie de acontecimien­
tos revela una tendencia «consecuente» (del latín con-sisto,
que significa «estando juntos») cuando todos estos aconteci­
mientos que encajan bien juntos y ninguno de ellos apunta
LA POLARIDAD URANO-NEPTUNO 63

bruscamente en una nueva dirección. De esta forma, tal serie


es continua cuando no hay en ella ruptura, interrupción.
Se ha dicho, sin embargo, que la consecuencia es el
duende de las pequeñas mentes; y lo han solido decir mentes
arrastradas por impulsos emocionales para justificar sus cam­
bios de actitud o política. Como ocurre con muchas palabras,
ésta puede tener un significado tanto positivo como bastante
negativo o peyorativo. Debería ser evidente que hay numero­
sos casos en los que una repentina ruptura (uraniana) con una
política ya establecida y dada por supuesta, tiene un valor
mucho más constructivo, es necesario producir esta ruptura
-esta «solución de continuidad»-. La razón por la que es
necesaria no tiene obligadamente que ser percibida conscien­
temente por el actor o pensador inconsciente; pueden funcio­
nar intuitivamente y/o espontáneamente, y sólo después
darse cuenta de lo que justificó el acto o el pensamiento �
incluso, en algunos casos, los sentimientos- que parecen ser
inconsistentes con su conducta anterior, procesos de pensa­
miento o sentimiento. La justificación aquí significa que lo
que parecía inconsistente, visto desde un estrecho (satur­
niano-juperiano) campo de conciencia, era pertinente y lógico
cuando es entendido en términos de un marco de referencia
más grande.
Cada verdadero acto creativo implica algún grado de dis­
continuidad. Puede significar, coloquialmente hablando, salir
de la rodera. Puede llamarse mutación. No obstante, para el
conservador, ligado a una tradición obsoleta y negándose a
reconocer la necesidad de cambios básicos, el acto creativo y
transformador puede parecer inconsecuente. Se ha dicho que
un conservador es una persona que no cree que algo ocurrió
por primera vez. No acepta el hecho de que, dentro de
cualquier ciclo determinado de crecimiento, siempre debe
haber primeras veces. Siempre hay ocasos que no parecen
consecuentes con lo que se ha conocido la noche anterior,
porque durante la noche alguna experiencia -más probable­
mente, no recordada por la conciencia despierta- introducía
64 DIMENSION GALACTICA DE LA ASTROLOGIA

un sentido de contacto aún no experimentado con realidad


más grande o la realización de un propósito más extenso, más
inclusivo para la vida y la acción.
Lo que ocurre durante la «noche de la conciencia» puede
parecer durante el día un misterio incomprensible para una
mente llena de actividades sociales estructuradas por patrones
colectivos tradicionales; no obstante, si el acontecimiento
interior recordado se puede ver en la luz de la posibilidad de
dar un paso adelante en la evolución de uno, surgirá inevita­
blemente un nuevo sentido de orden y significado. Se experi­
mentará una nueva orientación -es decir, una vuelta hacia un
nuevo oriente, un nuevo amanecer- y la resistencia del pa­
sado será superada. La inconsecuencia uraniana será vista
como el preludio de, o el amanecer de una nueva y más alta
consecuencia -una consecuencia galáctica.
Tal cambio de nivel discontinuo y quizá repentino puede
exigir al individuo que dé un largo paso en el umbral del
nuevo campo de actividad. Así puede, debido al miedo,
impaciencia o ambición espiritual, calcular mal la altura del
escalón y caer inconsciente en el umbral o incluso precipitarse
en el abismo que su falta de preparación le abrió.
La inconsecuencia también se puede simbolizar por unas
cataratas -una profunda «solución de continuidad» en el flujo
normal del río hacia el mar. Tal paso discontinuo o inconse­
cuente, sin embargo, lo puede usar el ingeniero para generar
energía eléctrica, proporcionando luz a la ciudad y haciendo
posible que el hombre trabaje conscientemente durante lo que
de otra forma hubieran sido noches de conciencia -y, por
tanto, haciendo posible quizá el dar un paso hacia delante en
el desarrollo de la mentalidad colectiva del hombre. Aquí
tenemos un símbolo de la transferencia del centro de concien­
cia del hombre desde el nivel de actividad y conciencia
puramente «natural» al «creativo mental» -un símbolo tam­
bién del descenso del poder galáctico intentando alcanzar a
través de Urano el nivel de la conciencia terrestre en el
hombre. Urano concentra o focaliza el poder de la Galaxia, al
LA POLARIDAD URANO-NEPTUNO 65

igual que las lentes enfocan la energía dispersa de los rayos


solares, y genera un área de relativamente intenso calor en el
que materiales combustibles pueden arder. La misión de los
grandes genios, hombres de voluntad heroica y de grandes
avatares de la voluntad y propósito divinos, consiste princi­
palmente en llegar a ser focos a través de los cuales lo que
constituya en cualquier momento «el próximo paso» de la
humanidad se convierta en visible y fascinante.
Este principio de la energía convergente y de la emisión de
Palabras creativas (logoi) está en la raíz de cualquier modo de
existencia, ya sea a nivel macrocósmico y microcósmico. La
física moderna nos ha revelado que la liberación de energía no
ocurre de forma continua, sino en forma de pequeños «paque­
tes» o quanta. La existencia es cíclica y discontinua, aunque
el hombre desea siempre recalcar su aparente continuidad,
porque teme a lo desconocido y a todo lo que amenace la
normalidad aceptada como tal por su «ego» y su sentimiento
de seguridad.
En Asia, donde el proceso de meditación interior es am­
pliamente aceptado como un medio para la auto­
transformación y la exorcización de la oscura voluntad del
ego, se ha hecho mucho hincapié en los breves momentos que
puede haber entre la consecuentemente causal y la continua
orientación del pensamiento. Estas son las simbólicas catara­
tas en el flujo de la conciencia, los inesperados silencios en la
melodía de la mente pensante. Es a través de estos brevísimos
momentos, algunos de los cuales pueden parecer «eternos»,
cuando la conciencia puede liberarse de la esclavitud y aden­
trarse en el mundo de la causa y efecto y vida repetitiva. Es
en estos «huecos» del pan de la vida -huecos producidos por
la «levadura» del contagio espiritual del maestro al alumno,
incluso a veces de amante a amante, o de amigo a amigo­
donde actúa la energía transformativa de la Galaxia. Actúa
porque solamente eso que se ha vaciado de los contenidos de
la naturaleza más baja puede resonar con la voz de la Galaxia.
Esta voz resuena continuamente por todas las células de
66 DIMENSION GALACTICA DE LA ASTROLOGIA

nuestro ser; porque nosotros efectivamente «vivimos, nos


movemos y tenemos nuestro ser» en el espacio galáctico. Pero
no podemos oír, mientras nuestra atención esté totalmente
dirigida hacia el Sol, nuestro señor y maestro. Para ser
capaces de elevarnos hacia nuestra estrella, tenemos que
neutralizar por un momento la gravitación solar. No necesi­
tamos ir a ningún sitio o producir fuerza alguna. Toda la
fuerza que necesitamos está aquí. Solamente tenemos que
liberarnos de nuestra esclavitud a las formas más bajas de
gravitación -terrestre y solar. Esto significa, en primer lugar,
dejar de creer en la inevitabilidad de nuestra subordinación a
estas formas, llegar a tener tranquilidad interior, y dejar que
las vibraciones del espacio galáctico se graben en nuestra
conciencia con toda su pureza, su simplicidad, su trascenden­
cia.
Para dejar que eso ocurra: ésta es la clave. Debemos dejar
que la luz invisible de Urano llegue a radiar dentro de nuestro
silencio. Debemos aceptar la discontinuidad, la inconsecuen­
cia, las paradojas de la existencia espiritual. Debemos consen­
tir el ser «cataratas», aunque eso signifique ser profundamente
contusionados por las rocas y la conmoción de la zambullida
en el agua profunda, porque lo que cae dentro de nosotros
puede ser rescatado y convertido en luz que ilumine la mente
del hombre. Urano nos exige el sacrificio de las cataratas, y
debemos dejar que ocurra. Esta es la suprema inconsecuen­
cia: que el ruido y la pasión de las cataratas es, a los oídos
galácticos, el silencio que lo divino puede fecundar al fin. En
el ojo del ciclón hay silencio y calma -y así ocurre en el
centro de la crisis que es verdaderamente aceptada y bienve­
nida. ¡Bienvenido sea Urano, el centro de toda crisis de
transformación!

'NEPTUNO: EL DESACONDICIONADOR SOÑADOR


DE GRANDES SUEÑOS
Mucha gente no se da cuenta suficientemente de cómo
LA POLARIDAD URANO-NEPTUNO 67

estamos condicionados desde el nacimiento por el entorno


que nos rodea, la sensación de las palabras que oímos, los
ejemplos que instintivamente imitamos, la lengua que es nece­
saria para el desarrollo de nuestro potencial de inteligencia y
todas las tradiciones de nuestra sociedad, ya sean explícitas o
implícitas, consciente o inconscientemente aceptadas. Para
liberamos de este proteico impacto de nuestro entorno físico,
emocional, psíquico e intelectual, tenemos que experimentar
un proceso de desacondicionamiento, a menudo largo, te­
dioso o catárquico. Neptuno, que en uno de sus aspectos
representa el poder de la colectividad sobre el individuo,
también simboliza, en su aspecto supremo, el proceso de
desacondicionamiento. Esto puede parecer paradójico, pero,
como ya se ha dicho, todo proceso espiritual supone parado­
jas y la transmutación de un orden inferior en otro superior.
Tal transmutación puede resultar de un rechazo de -o,
negativamente, de una huida- lo que nos ha condicionado;
pero, según mostró el género de vida tántrica en parte de la
India y el Tíbet, también podemos consentir en experimentar
algunos de los factores condicionantes de una forma no ego­
céntrica y ritualizada (es decir, impersonalizada), dándonos
cuenta de que sólo estamos totalmente libres de algo cuando
somos capaces de experimentarlo sin ningún tipo de atadura y
motivación personal; pues así, no sólo ya no somos esclavos,
sino que también «conocemos» completa y existencialmente
su significado y fuerza, habiendo comparado su fuerza con la
nuestra y habiendo superado sus imposiciones.
Este proceso tántrico indudablemente es peligroso, y ha
llevado a fracasos masivos. Para tener éxito, es necesario
tener una gran capacidad para captar la realidad ideal, supra­
personal y cósmica de lo que está detrás de lo condicionante.
Exige una destacada, y raramente encontrada, habilidad para
ver el todo en la parte, lo universal en lo particular envol­
vente, y para identificar el interior de uno mismo y la con­
ciencia con el futuro trascendente incluso en el mismo mo­
mento que uno experimenta el legado del pasado -aceptando
68 DIMENSION GALACTICA DE LA ASTROLOGIA

este pasado como un preludio necesario del futuro y por tan­


to, sin echarse atrás, al estar interiormente libre de su poder
condicionante.

Para identificar la conciencia de uno mismo con el futuro,


uno ha de formarse una imagen muy clara de este futuro; aún
más, esta imagen se ha de grabar con fuerza e imborrable­
mente sobre la mente consciente por la fuerza del «todo
mayor» dentro del cual vivimos, nos movemos y tenemos
nuestro ser. La impresión de la imagen a menudo toma la
forma de un «gran sueño» -un sueño que para la conciencia
despierta tiene el carácter de una realidad trascendente, una
revelación «divina». En este sentido, Neptuno se refiere a los
grandes sueños de los hombres que no sólo han visto, sino
que se han sentido obligados interiormente a intentar estable­
cer dentro, o al margen de nuestra sociedad, lo que la gente
ordinaria a menudo rechaza como «utopías». No obstante,
tales utopías, aunque no puedan resistir las presiones de la
sociedad presente y la burla de sus partidarios aborregados o
ambiciosos predadores, son precursoras de un futuro más o
menos distante. El gran sueño de los visionarios neptunianos
se convierte en la realidad de un mañana más glorioso y más
libre. Sirven un poderoso propósito, porque el género humano
nunca puede llegar a ser lo que algunos hombres no han
imaginado. Nada puede ocurrir en la realidad concreta y
verdadera que al menos dos o tres hombres no hayan imagi­
nado antes y no hayan formulado aunque sea en trazos
provisionales.
La paradoja neptuniana es que muy a menudo hay que
llegar a la libertad por medio de la experiencia de la esclavitud
-no apartándose de ella. Dicho de otra forma: ya está implí­
cita la colectividad superior, aunque latente y sin ser recono­
cida en el grupo social inferior. La anterior funciona en una
libertad que de hecho trasciende lo que a nivel social conside­
ramos como libertad, porque es, en efecto, una forma supe­
rior de inevitabilidad o necesidad; mientras que lo que hoy
LA POLARIDAD URANO-NEPTUNO 69

llamamos «libertad» es esclavitud para el mundo dualista de


alternativas entre las que la mente consciente y la voluntad
del ego tienen que elegir después de vacilaciones y conflictos
internos. El ser que es verdaderamente libre es el que está
más allá de la elección, porque habiendo sido total e irrevoca­
blemente identificado con una forma de vida, simplemente no
puede elegir otra forma. El Bodhisattva, que ha alcanzado un
estado de conciencia espiritural puro y que lo abarca todo, no
puede no ser compasivo. El es la compasión. A un nivel
inferior de evolución, el soñador de utopías cuya vida está
totalmente consagrada a su gran sueño, debe intentar actuali­
zarlo. En realidad no tiene alternativa, porque se ha conver­
tido en el agente del sueño neptuniano. El es el sueño conver­
tido en acto. El es María habiendo recibido la anunciación; la
vida avatárica dentro de su vientre no podía ignorarse y aún
menos ser rechazada. Neptuno es María -o mare, el mar. Es
el mar humano movido ineludiblemente por los vientos galác­
ticos del destino. Estos hacen estragos en las estructuras
saturnianas de los «simples hombres», hombres atrapados
bajo la presión que determina lo que llamamos hoy, incapaces
de soñar siquiera con «el mañana que canta»4 •
Neptuno fue descubierto cuando la revolución industrial
hubo mostrado su poder para transformar simples campesinos
en proletarios cuyas vidas habían sido destrozadas desde su
infancia por la esclavitud asalariada. Unos pocos visionarios
empezaron entonces a tener sueños utópicos de una sociedad
regenerada e impregnada por el amor de Cristo. Los sueños,
prácticamente en todos los casos, no llegaron a ser realidades
duraderas, no obstante, la imagen perdura y ahora se está
reviviendo de muchas formas; y por muy poco eficaz que sea,
permanece y verdaderamente tiene que multiplicarse como
testigo de la potencialidad de las realizaciones galácticas en

4
Esta frase, una vez famosa, fue pronunciada por un miembro de la Resistencia
Francesa justo antes de ser fusilado que, de manera desafiante, proclamaba que su
muerte anunciaría «les demains qui chantent».
70 DIMENSION GALACTICA DE LA ASTROLOGIA

los caracteres humanos. Sin embargo, no puede haber nin­


guna realización concreta y duradera mientras el proceso
desacondicionante en los individuos cuya conciencia se ha
iluminado por el sueño neptuniano no sea completo e irrever­
sible. Es a esta irreversibilidad a la que Plutón contribuye.
Puede contribuir a la purificación de una manera fanática y
dictatorial, conduciendo a un tipo u otro de totalitarismo;
también puede llevar a esas profundas catarsis después de las
cuales puede que no haya retomo al pasado opresivo y
egoncéntrico.

Neptuno ha sido llamado el planeta del éxtasis, pues se


refiere a lo que parecer ser el anhelo infinito del hombre de
eso que le puede sacar de sí mismo, limitado y aislado, y de
su estrechamente definida postura del ego (ex-stasis). El cami­
no neptuniano nos puede llevar al estado unitivo de la mística
verdadera, en la que todas las diferenciaciones separadoras
han cesado o se han olvidado, y todo es -o parece ser- «uno».
¡ El hombre desea olvidar tantas cosas que le atan, oprimen o
cansan! Ha encontrado muchas formas de hacerlo. Pero olvi­
dar no es liberarse de la tensión o soledad temporalmente
olvidada. Todos los medicamentos que el hombre ha usado
desde tiempo inmemorial, desde el alcohol hasta la droga
psicodélica, solamente pueden proporcionar alivio temporal o
liberación ilusoria. Dondequiera que haya existencia tiene
que haber dualidad. Toda vida requiere polarización. La uni­
dad es un «gran sueño», si la buscamos en el universo que se
manifiesta. No obstante, este sueño es necesario para polari­
zar y estimular nuestra existencia, si nos vamos a mover, paso
a paso, en el camino hacia una conciencia y una realidad cada
vez más elevada -galácticas, metagalácticas y universales. El
término universo es revelador, pues significa «vuelto hacia La
unidad».
EL uso de La frase «unidad en La diversidad» se ha dado a
conocer últimamente; en realidad, debería ser «la diversidad
buscando la unidad». La masa anhela un estado de unidad;
LA POLARIDAD URANO-NEPTUNO 71

pero hablar de un estado de unidad es ceder a la ilusión


neptuniana. Todo lo que el hombre puede alcanzar es una
conciencia de unidad; la verdad sigue siendo el dualismo,
excepto quizá en el nivel más metafísico. En términos de
existencia deberíamos hablar de totalidad, no de unidad. La
vida se mueve desde un todo menor a un todo mayor, desde el
átomo y las células al hombre y las galaxias; y este movi­
miento está iluminado por el gran sueño de la unidad. Para
todo lo que se mueve, la unidad sólo puede ser un gran sueño,
un concepto no conceptual, un «esto no, esto no...» Incluso
el sistema más metafísico de filosofía de Sankaracharya habla
de la última condición como advaita que significa «no dual»
-esto es una aseveración negativa. Significa un impulso diná­
mico de ir más allá de la dualidad en el momento de experi­
mentarse, a cualquier nivel de existencia. Lo que está implí­
cito es un llamamiento a dar un paso adelante en el camino a
una realización cada vez más amplia de la totalidad del ser
universal. Nadie puede «alcanzar» la unidad jamás y seguir
siendo uno.
En este sentido, la unidad es una «ilusión» (del latín, ludo,
«juego») y el universo es el Juego del Brahma, el dios crea­
tivo. Pero el Brahma no es la unidad; es solamente un uno -el
inmenso Uno del que salió nuestro universo en toda su
multiplicidad. No obstante, para el que pertenece al reino de
la multiplicidad, la unidad es la ilusión necesaria sin la cual no
podría haber progreso, ni evolución material o espiritual. Sin
las formas de atracción increíblemente variadas que la vida
presenta a sus organismos vivos, no se podría ir más allá de la
estrecha totalidad no creativa de la unidad orgánica gobernada
por Saturno y limitada por la piel y el esqueleto.
El atractivo más característico de la vida es el sexo, o (en
el sentido más amplio del sexo) lo que llamamos amor. Sin
este atractivo, no podría haber evolución. El atractivo del
amor humano y la maternidad hacen posible la perpetuación
de las especies. Neptuno es el símbolo de este atractivo -y
por eso del acompañamiento necesario al proceso de evolu-
72 DIMENSION GALACTICA DE LA ASTROLOGIA

ción desde el todo inferior al superior. Lo que llamamos


«compasión» es también atractivo en su forma más elevada;
pues los grandes compasivos son seres que, habiendo conse­
guido la perfección de sus ciclos de existencia -el umbral del
nirvana- con este «atractivo» rechazan este nirvana y se
identifican compasivamente con los fracasos y los desechos
del ciclo. Así, una forma de totalidad superior -un nuevo
universo por el camino en espiral sin ningún fin que se puede
concebir- se puede alcanzar.
¡El atractivo de la cristiandad! Si Cristo, como Rudolf
Steiner afirmó, fue un «arcángel solar», ¿no vino a redimir al
género humano e impregnar la Tierra con la alta vibración de
su sangre derramada, para que se pueda lograr la transforma­
ción del Sol en una estrella galáctica y el hombre pueda
encontrar su conciencia abierta a la dimensión galáctica de la
existencia?
Hoy día hablamos mucho del carisma. ¿Pero, qué es esa
misteriosa capacidad que tienen algunos seres humanos para
impresionar y fascinar a otros sino la capacidad de evocar
poderosamente grandes imágenes que inspiran la imaginación
de la gente? Una vez hablé de Neptuno como el «evocador
extraordinario». El individuo neptuniano sugiere imágenes
que tienen poder transformador. Las palabras pueden ser
imágenes con poder transformador; lo mismo que las semillas
mutantes. Toda la vida psíquica de un ser humano está
relacionada con y movida por imágenes. La moderna psicolo­
gía de Jung -especialmente según ha sido desarrollado por Ira
Progoff, e incluso por Fritz Kunkel y Eric Beme- trata de las
imágenes psíquicas. Pero hay muchos tipos de imágenes:
imágenes que adormecen y producen un sueño sin sentido, al
igual que imágenes que provocan una acción mayor y ensan­
chan la conciencia; imágenes que embriagan e incluso pueden
enloquecer a los desprevenidos, y también revelar nuevas
formas de orden o nuevos valores y sentimientos; imágenes
que son concentrados de tristeza o alegría; imágenes que
disuelven el ego en la pesada muerte de la insensibilidad, o
LA POLARIDAD URANO-NEPTUNO 73

provocan un éxtasis que aumenta la sensibilidad a una altura


de intensidad creativa.
Nuestra vida interior depende completamente de imágenes
y símbolos. La religión utiliza imágenes como grandes mitos
para mover a las masas; es un todo integrado de imágenes
centrado alrededor de un fundador imaginativo cuya concien­
cia «eidética» puede abarcar la totalidad de la existencia desde
un punto de vista que la mayoría de los seres humanos
todavía no ha alcanzado. Las imágenes, incluso más que las
ideas, gobiernan el mundo, pues, para conseguir la fuerza
convincente, una idea transformadora tiene que estar recu­
bierta de imágenes capaces de evocar en el ser humano la
cercana posibilidad de nuevos e inspiradores desarrollos.
Mientras que el tipo saturniano de conciencia intelectual
trata de conceptos vinculados entre sí por la lógica, el tipo
neptuniano de conciencia es «eidético», porque se basa en una
secuencia de imágenes a menudo alógica, y quizá irracional
-imágenes que interpenetran, imágenes del estado de sueño, o
del estado entre el sueño y el despertar. Algunos psicólogos
modernos emplean de forma significativa los «reves éveillés»
(sueños al despertar), que se desarrollan en un estado al borde
de la conciencia al despertar -un estado en el cual las imáge­
nes fluyen a su propio paso, pueden reaccionar a una direc­
ción externa o consciente. Tal estado es típicamente neptu­
niano, pues es abierto y a menudo confuso y sin forma.
La astrología también se puede utilizar de forma parecida,
usando la carta natal como un medio para evocar imágenes en
la mente de la persona a la que se refiere -como el Dr. Raaum
ha hecho con notable éxito5 • Las técnicas asiáticas de medita-

5 Una de las extrañas ideas descuidadamente aceptadas por la mayoría de los


astrólogos modernos es que la astrología está gobernada por el planeta Urano.
Considerando el carácter repentino y violento de los trastornos uranianos, tal
gobierno parece totalmente injustificado; mientras que la naturaleza de los conceptos
astrológicos y símbolos bastante confusos e imprecisos -porque son enormes y lo
abarcan todo-, además de la fascinanción atractiva que muchas veces muestran a la
persona idealista y ambiciosa, encajan muy bien con el carácter de Neptuno.
74 DIMENSION GALACTICA DE LA ASTROLOGIA

ción con frecuencia usan esas complejas, aunque centradas


imágenes llamadas mandalas para estimular el proceso de
integración personal. Las cartas del Tarot han servido para
los mismos fines, que sugieren imágenes arquetípicas con
significado universal para el ser humano. Los símbolos sabia­
nos en la astrología constituyen una serie cíclica de imágenes
más modernas que pueden referirse a los factores que se han
encontrado en una carta natal, o usados como un medio
oracular de una manera parecida a la del antiguo / Ching
chino6 •
Para el hombre que vive dentro de una esfera de actividad
totalmente dominada por Saturno y animada por las energías
de Júpiter y Marte -con sus polaridades de vida interior,
Mercurio y Venus- las imágenes producidas por Neptuno son
un desafío constante a la transformación y a la materialización
de valores que trascienden al ego y a la tradición. Muchas
veces es un desafío sutil cuando el atractivo neptuniano se
encuentra con la atracción magnética de Venus, o cualquier
juego de Mercurio con recuerdos y conceptos conocidos.
Mientras que la acción de las fuerzas de Urano puede
referirse a «soluciones de continuidad» y «cataratas» en el
flujo de nuestros pensamientos, sentimientos y comporta­
miento, lo que Neptuno evoca es el anhelo profundamente
enraizado, aunque temido, por el mar.
Lo que ocurrió fue que la gente de alguna forma confundió
la musa, Urania, a la que se atribuyó la astronomía, con el
gran dios, Ouranos, que era el símbolo del espacio no diferen­
ciado y universal antes de la aparición de Saturno y Júpiter
que le destronaron. El moderno Urano no tiene relación
directa con el Ouranos mitológico -a menos que relacionára­
mos Ouranos con la Galaxia, de la que Urano es solamente un
agente. No obstante, tal relación traicionaría el significado
principal del mito griego cosmológico.

6
Cfr. Rudhyar, An Astrological Manda/a: The Cycle o/ Transformation and Its
360 Symbolic Phases (New York: Random House, 1973).
LA POLARIDAD URANO-NEPfUNO 75

Todos los ríos se dirigen al mar. Todo vuelve a la inmensa


e impasible extensión del ser que es el océano. Anhelamos
este tipo de retomo, una vez que ya no deseamos volver al
vientre de nuestra madre. Puede ser el mismo profundo deseo
de la conciencia individualizada y el ego maltrecho y alienado,
pero es un deseo a dos niveles muy distintos, y no es
aconsejable reducir el anterior al último. Si lo hacemos, como
una forma reduccionista de psicología ha hecho con resulta­
dos poco afortunados durante un par de generaciones de
individuos occidentales, es porque nos hemos negado a acep­
tar la posibilidad de levantamos sobre el nivel de una socie­
dad que se desintegra, que expresaba de palabra unos ideales
neptunianos a los que no hizo ningún caso en la práctica -una
sociedad bastante bien simbolizada hoy por la tragicomedia de
Watergate, duplicando cualquier número de formas de con­
ducta hipócrita parecida, aunque menos conocida.
Contra tales situaciones Plutón actúa con un vigor impla­
cable; y parece que lo hace especialmente bien cuando -como
actualmente- iguala la velocidad de Neptuno en el sistema
solar y penetra en la órbita de Neptuno, causando estragos
con la atracción y los mitos- quizá hasta con el atractivo de la
vida y el mito de la muerte.
4
PLUTON Y LA EXPERIENCIA
DE LA PROFUNDIDAD, EL VACIO
Y LA VUELTA AL CENTRO

Muchos astrólogos ven en Plutón un símbolo del materia­


lismo o un poder destructivo y desintegrador en funciona­
miento. Superficialmente tienen razón, al menos en la mayo­
ría de las situaciones de la actualidad. No obstante, tal inter­
pretación no puede mostrar el carácter principal del proceso
complejo y universal simbolizado por el planeta anunciado y
descubierto este siglo por los astrólogos americanos. Estos
procesos liberan lo que se necesita para reducir a lo esencial
todo lo que haya alcanzado el final de un ciclo; y el final de un
ciclo es también el momento en el que puede efectuarse la
reintegración como parte de un ciclo mayor. Plutón trata, por
lo tanto, con la posibilidad de renacimiento; y obviamente
esto implica la experiencia de lo que, para gente de estrechas
miras, tiende a tomar la forma de «muerte».
Plutón no asegura el renacimiento. Simplemente se refiere
a los prerrequisitos del renacimiento, uno de los cuales es lo
que vemos como un cuerpo moribundo, o como la desintegra­
ción psicomental de una personalidad o toda una cultura. A
Plutón no le importa a qué pueda conducir el proceso. No
trata de los resultados finales, solamente de lo que debe
atravesarse para producir un tipo fundametal de resultados
como la base necesaria para una nueva vida a un nivel
superior -o, en casos trágicos, inferior- de la espiral de la
evolución. Plutón, creo, no produce tal base; esto debería
PLUTON Y LA EXPERIENCIA DE LA PROFUNDIDAD 77

referirse a la actividad simbólica de un planeta trans­


plutoniano, que provisionalmente he bautizado como Proser­
pina. Pero la posibilidad de tal base está implícita en la acción
de Plutón; efectivamente da su verdadero y principal propó­
sito a lo que Plutón representa en la vida de una persona o
una nación.
A la luz de tal entendimiento astrológico de la función de
Plutón, podemos reconstruir las partes del rompecabezas que
este planeta presenta a las mentes de no pocos estudiantes de
astrología. También podemos desechar la mayoría de las
afirmaciones sobre Plutón radicalmente negativas, tomándolas
como interpretaciones partidistas que pueden hacer un gran
daño psicológico cuando son incorporadas a la interpretación
de la carta natal de una persona.
Debería estar claro, sin embargo, que el aspecto de Plutón
y sus efectos astrológicos tienen mucho de pavoroso e impla­
cable, a menudo también totalmente despiadado, de una
forma bastante distinta a Saturno, que frecuentemente ha sido
considerado el símbolo del karma en acción. El karma satur­
niano funciona de un modo bastante preciso y automático,
según la vieja fórmula: «ojo por ojo y diente por diente». Lo
que se da a entender en tales obras kármicas también se
puede afirmar en términos del principio universal de la armo­
nía. Cualquier cosa que genere un desequilibrio hacia la
izquierda tiene que ser equilibrada automáticamente -en
tiempo y espacio- por una acción hacia la derecha, y vice­
versa.
Si la persona que está experimentando las consecuencias
kármicas de actos anteriores aprende de estas experiencias,
esto está bien; pero a la fuerza kármica no le importa. Una
sociedad que castiga al criminal según una ley fija con un
carácter impersonal, normalmente no se preocupa de lo que el
castigo produce en la persona que violó la ley y fue sorpren­
dida haciéndolo. Por esta razón se dice que la justicia es
«ciega». Son raros los casos cuando un «castigo» se da con el
propósito de crear una situación controlada que provoque una
78 DIMENSION GALACTICA DE LA ASTROLOGIA

profunda catarsis y la posibilidad de regeneración moral y


social -aunque el concepto actual de justicia pueda estar
avanzando tentativamente en esa dirección.
Cuando lo hace, intenta encamar el espíritu plutotiano.
Saturno, no lo olvidemos, tiene un carácter que está
dominado por el Sol autocrático -o, como sustituto, por un
código legal y tradicional, como el código napoleónico. Sa­
turno se refiere a la justicia de un rey absoluto que no puede
aceptar desafíos a su poder y puede aguantar aún menos el
que se burlen de sus leyes; excepto en los raros casos en los
que le gusta mostrar -o que por enrevesadas razones se ve
obligado a hacerlo- su magnanimidad, y perdona al ofensor.
Por otra parte, Plutón nunca «perdona», porque nunca «cas­
tiga» o exige automáticamente el pago proporcionado a la
ofensa. Plutón indica que ha llegado la hora de la posibilidad
de pasar de un nivel de conciencia y actividad a otro; y luego
crea las condiciones necesarias para tal paso o transmutación.
Cuando más dominada está la conciencia por las estructu­
ras satumianas y los recuerdos, más duras son estas condi­
ciones. Si Urano y Neptuno no han logrado dar un buen
comienzo al proceso de transformación, Plutón puede ser
despiadado e implacable. Si, por otra parte, las fuerzas ura­
nianas y neptunianas han realizado su trabajo transformador,
y el individuo ha aceptado su mensaje y se ha preparado para
el «descenso al infierno» -la noche oscura del alma-puede,
con una fuerza serena enfrentarse al proceso plutoniano de
total despojamiento y vacío.
Tal persona ya lleva en su corazón la visión de la nueva
vida y no puede resistir más la transformación, cuyo propó­
sito ha realizado él mismo. El castigo se ha convertido en
purga -el derribo de los obstáculos para que pueda pasar el
flujo de fuerza espiritual dentro de su ser total, o al menos la
parte de su ser que pueda soportar la inundación interna de la
energía galáctica sin hacerse añicos.
Puede implicar la acción del karma, pero una retribución
kármica que es aceptada totalmente y a la que se le da el
PLUTON Y LA EXPERIENCIA DE LA PROFUNDIDAD 79

significado de una liberación de recuerdos conscientes e in­


conscientes del pasado deja de ser saturniana; se convierte en
la prenda que uno tiene que dar para entrar en el reino
galáctico de la conciencia espiritual. En casos emocionales
extremos, tenemos el éxtasis feliz de los mártires cantando
mientras son torturados, porque saben con toda seguridad que
ésta es la forma de llegar a la unión absoluta con el Divino
Amado, el Avatar.
En el simbolismo del descenso de Cristo durante tres días
al infierno, después de su crucifixión, vemos un ejemplo
particularmente significativo de la actividad plutoniana, pues
el desarrollo de la conciencia galáctica necesita una experien­
cia total del significado que la desintegración y el fracaso han
tenido durante el ciclo en el que se ha alcanzado el estado de
conciencia cristiana. Todo lo que ha sido parte de este ciclo
debe ser abarcado por esta conciencia que ahora tiene un
carácter totalmente holístico y, por tanto, eónico o divino. El
Adepto Blanco ha debido percibir de algún modo o sentir
empáticamente el estado trágico del Adepto Negro, pues en
su compasión incluye las tinieblas tanto como la luz. Pero
tiene que ser verdaderamente la Bondad Suprema la que
revele su naturaleza en la compasión total e impersonal, no la
limitada y minúscula bondad representada por los valores
sociales o religiosos convencionales.
El hecho de que la crucifixión y sus consecuencias, el
«descenso al infierno» de tres días se celebren al mismo
tiempo que el equinoccio de verano es particularmente signifi­
cativo; pues ese momento se refiere, al menos simbólica­
mente, al proceso de germinación; y la germinación es la
crucifixión de la semilla. De la semilla rota lo primero que
brota es la radícula, y esta radícula «desciende>• al humus, el
producto de la descomposición de las hojas y de todo lo que
anteriormente ha estado vivo. La tierra oscura es el infierno
de la esfera vida, pero también es la base de todos los
procesos de vida -la «madre oscura» que es el pasado, que
será redimida mientras sus materiales descompuestos suben al
80 DIMENSION GALACTICA DE LA ASTROLOGIA

aire y la luz dentro de la nueva vida y finalmente llegan al


estado de flor.
La germinación es un proceso plutoniano, y por eso Plutón
debería «gobernar» Aries en la astrología, el signo del zodíaco
del equinoccio de verano, símbolo del impulso creativo que
inicia todos los procesos de vida. No obstante, Plutón está
asociado con Aries en lugar de gobernarlo; pues el concepto
de gobierno se desmorona por completo cuando nos damos
cuenta de que los planetas trans-saturnianos están dentro del
sistema solar, pero no pertenecen a él. Este concepto era
perfectamente válido en el mundo ptolomeico Sol-Saturno,
porque expresaba una profunda filosofía de la vida. Ya no se
debería aplicar a un heliocosmos en el cual se entiende que el
Sol es ante todo una estrella, una entre miles de millones,
dentro del enorme organismo cósmico de la galaxia. Todo lo
que se puede decir es que un nuevo enfoque galáctico de los
planetas y del zodiaco -el zodiaco tropical que es el fondo en
el que trazamos la relación que cambia cíclicamente de la
Tierra con el Sol- los signos después de Capricornio (la
cumbre del poder de Saturno) corresponden a las fases bási­
cas del proceso de transformación simbolizada por Urano,
Neptuno y Plutón. Así Urano está relacionado con Acuario,
Neptuno con Piscis, Plutón con Aries y el supuesto planeta
transplutoniano Proserpina con Tauro.
Plutón, no obstante, es el que desafía todo lo que Marte
representa en el sistema Sol-Saturno. La impersonalidad plu­
tónica desafía al carácter esencialmente personal y emotivo de
Marte. Estos desafíos se producen en Escorpio y en Aries, al
igual que el desafío de Neptuno a Júpiter se produce en Piscis
(símbolo del último momento de un ciclo cultural) y también
en Sagitario (que representa el logro de una cultura de su
carácter legal y fundamentalmente filosófico); y Urano desafía
a Saturno en Capricornio y en Acuario, pues en cuanto los
días empiezan a ser más largos, el poder de Saturno está
condenado, incluso en la misma cumbre de su poder.
Todos los desafíos por parte de los planetas que son
PLUTON Y LA EXPERIENCIA DE LA PROFUNDIDAD 81

agentes de la galaxia son intrínsecamente causas del sufri­


miento para la conciencia encerrada dentro de las normas
saturnianas; pero la aceptación del sufrimiento es una parte
esencial del proceso de transformación. El «descenso al in­
fierno» es, en cierto sentido, una dramatización de la inevita­
bilidad del sufrimiento en tal proceso. Y, de forma más
general, dondequiera que haya una experiencia de profundi­
dad, inevitablemente hay una experiencia concomitante de
sufrimiento. Pero, en nuestro mundo global, la dirección de
profundidad nos lleva al centro; y la experiencia del centro es
esencial para el desarrollo espiritual. Todos los centros -sean
átomos; células, soles o galaxias- no sólo están relacionados
en la cuarta dimensión de la «interpenetración», en realidad
son también una unidad que podríamos llamar la quinta di­
mensión. Este es el antiguo concepto hindú de la identidad del
atman individual y el brahmán universal, reflejado en la
salutación yogi «Yo soy tú» que evoca el sentimiento de una
identidad esencial de los centros de todos los seres humanos.
Debería añadirse que tal tipo de salutación distingue los tipos
de espiritualidad hindú y hebreo-cristiana, ya que éste, a
diferencia de aquel, habla de «Yo y tú» (cfr. el famoso libro de
Buber de ese título), sustituyendo la identificación con un
diálogo entre entidades esencialmente distintas- un diálogo
que corno máximo es una unidad que relaciona a Dios el
Creador con el hombre, la criatura.
Lo que en términos generales podernos llamar psicología
de la profundidad intenta, en su aspecto más significativo,
proporcionar a la conciencia humana la experiencia de la
profundidad -y en algunos casos (especialmente con Carl Jung
y Assagioli) la experiencia del centro. El proceso de «indivi­
duación» que constituye el principal terna en la psicoterapia
de Jung y de la psicosíntesis debería llevar no sólo a la
experiencia del centro -pues el ego personal es también el
centro del campo de conciencia supeditado a Saturno- sino
también a la transferencia del centro desde el campo del ego
esencialmente limitado y temporal al reino más amplio y
82 DIMENSION GALACTICA DE LA ASTROLOGIA

permanente del «yo». Este no es sólo un campo más grande,


porque abarca las zonas conscientes e inconscientes de la
psique, sino también un campo distinto en el aspecto cualita­
tivo. Tiene la calidad de inclusividad que contrasta con el
básico exclusivismo de la conciencia dominada por el ego.
El hombre despierta y enfoca las energías solilunares de la
personalidad en la dirección de un objetivo deseado emocio­
nalmente. Representa una salida al mundo de la superficie del
globo, la biosfera. Implica una extensión de energía más o
menos horizontal en cuanto a una relación con un objeto; una
relación que puede ser negativa, y, por tanto, una huida de
ese objeto. Plutón, por el contrario, se refiere esencialmente a
la concentración del poder (o la actividad) de algún tipo de
«grupo» (concreto o trascendental) en y por medio de un
individuo que se encuentra investido con ese poder, un poder
que expresa o busca un propósito de búsqueda del centro. A
la acción intensamente personal de Marte, Plutón contesta
con un impulso colectivo de actividad, un impulso colectivo
que busca una mente o una voluntad que, al darle un foco
consciente, proporcione un centro desde el cual puede ser
difundido.
Al nivel más alto Plutón sirve para enfocar las energías
galácticas sobre el género humano a través de los individuos
que están dispuestos a asumir un papel del destino; y, en ese
sentido, la acción de Plutón es «vertical» y no «horizontal». A
un nivel sociocultural Plutón representa el impulso profunda­
mente arraigado de una colectividad -una nación, un grupo
social, una profesión- de formular por medio de personas con
un don especial la calidad característica (estilo o manera de
vida) de la etapa histórica de la evolución en la que se
encuentra el grupo o la nación. Mientras que Neptuno repre­
senta la presión general de una colectividad sobre los indivi­
duos que la forman -y así, por ejemplo, significa la subordina­
ción del individuo a la moda y propaganda de todo tipo­
Plutón en una carta natal indica la posibilidad de que una
persona se convierta en el portavoz activo del espíritu del
PLUTON Y LA EXPERIENCIA DE LA PROFUNDIDAD 83

grupo por medio de una acción positiva y creativa.


Esta concentración plutoniana de las energías sociales o
biológicas sobre un individuo capaz de expresar el carácter y
propósito del grupo muchas veces conduce a lo que parecen
ser acciones llenas de ambición o satisfacción personal; y, sin
embargo, detrás de esta fachada personal funciona un tipo
más amplio de motivación inconsciente o semiconsciente. Por
ejemplo, a nivel psicológico la atracción emotiva entre un
hombre y una mujer normalmente toma formas aparentemente
personales y posesivas; pero detrás de esta apariencia es la
especie humana, y muchas veces la cultura y la religión de los
jóvenes, lo que les obliga a juntarse. En la supeñicie todo
parece personal y marciano, pero en las profundidades in­
conscientes de las dos personas es el propósito colectivo de la
raza o la cultura lo que busca su expresión. Cualquier focali­
zación de energía o propósito genérico o social a través de las
acciones de los individuos, muchas veces inconscientes de lo
que les mueve a actuar, es plutónico 1•
Este desafío plutónico a Marte típicamente se produce en
Aries. La vida misma, en su sentido genérico, es el verdadero
actor en todos los comienzos cósmicos o raciales. Esto es lo
que, en las mitologías más antiguas, significaba el gran dios
Eros (o Kama deva en la India); fue mucho más tarde cuando
esta fuerza principal de la vida universal fue reducida a este
carácter «humano, demasiado humano» que ocupa en los
conceptos populares y el lenguaje familiar (piénsese en el uso
común del término, erótico). En la antigüedad el Eros griego y
el Kama deva hindú eran los primogénitos entre los dioses.
Representaban un deseo cósmico de crear un nuevo mundo; y
un deseo así inevitablemente implica un «descenso» al caos.

'En este sentido, la fuerza policial es una manifestación del poder plutónico en el
poder social (y a veces, político). El policía que abusa de su poder comete un delito
más grave que un mero individuo que hiere a otro individuo -una acción marciana.
Pero en nuestra sociedad injusta, normalmente sólo es reprimido o despedido. El
abuso o mal uso del poder colectivo investido en un hombre debería ser el mayor
delito que una persona puede cometer.
84 DIMENSION GALACTTCA DE LA ASfROLOGIA

El caos representa la primitiva condición no diferenciada de la


materia, los residuos de formas extintas de la energía, la
«tierra oscura» o polvo de universos pasados. Toda actividad
creativa en su carácter esencial es un descenso a la materia.
La unidad universal en su estado difuso y no diferenciado, se
extiende en el espacio infinito, intenta concentrarse en una
unidad en particular, la fuente de una nueva manifestación; y
para hacer eso se tiene que centrar en la materia. Interpreta­
mos esta acción simbólicamente hablando de un «descenso» a
las profundiades y a la oscuridad. Todos estos descensos son
motivados por un deseo de nuevas y más amplias experiencias
en alguna forma de vida, a cualquier nivel en que se puedan
imaginar como expresiones de un proceso cósmico (micro o
macrocósmico).
A nivel de nuestra sociedad occidental y, en un sentido
más general, a nivel de lo que el filósofo hindú llamó Kali
Yuga (la edad de hierro griega, la edad de la madre oscura,
Kali), la descendencia plutónica tiene un carácter trágico, pues
los individuos y las naciones siempre tienen que enfrentarse a
muchos recuerdos oscuros y terribles. Estos recuerdos han de
ser buscados en la profunda oscuridad para que los comienzos
sean nuevos y creativos. En palabras de Jung, esto es el
encuentro con la sombra. No obstante, si este encuentro se
experimenta con valor y firmeza, la sombra se transforma en
el dios de inframundo, el dios de los misterios, el dios «vi­
viente» que polariza el dios en las alturas, y, por tanto, revela
la unidad esencial de materia y espíritu, de éxito y fracaso
también -o aún mejor la inalterable, ubicua e inefable armonía
del ser y el no ser, o potencialidad y realidad 2•
En la mayoría de los cuentos de hadas, la bestia horrible
que busca amor se transforma en el hermoso príncipe, una
vez que la doncella es capaz de sentir compasión por la
fealdad deformada. En la mitología esotérica griega Plutón no

2
Cfr. La planetarización de la conciencia, capítulo 5.
PLUTON Y LA EXPERIENCIA DE LA PROFUNDIDAD 85

es solamente el soberano del inframundo, sino también el


símbolo de la abundancia y la riqueza. También se simboliza
por «la perla de gran valor», que, escondida dentro de la
sustancia viscosa encerrada en la concha de la ostra, sólo
puede ser encontrada por el valiente que se zambulle en las
profundidades del mar del subconsciente; y, para tener éxito
en su búsqueda, el buceador ha de desarrollar una gran
capacidad pulmonar para la respiración -la respiración que
simboliza el aspecto más importante del proceso de la realiza­
ción espiritual. Las perlas las produce la ostra cuando alguna
sustancia molesta se ha introducido en el espacio vital de la
concha aparentemente seguro. Si ha de experimentarse algún
tipo de transmutación o transubstanciación, el sufrimiento es
necesario; pero todo depende de la actitud hacia el sufri­
miento y el dolor. La tragedia ha de ser aceptada. Debe ser
entendida; y entender no es solamente experimentar todo el
peso y la carga de lo que se entiende; significa también llegar
a ser consciente del propósito del peso colocado sobre los
hombros de uno -el propósito que esta carga y la experiencia
de ella tienen en el largo ciclo de la existencia de uno, y si es
posible de la existencia del género humano y del mundo.
Plutón, más que cualquier otro planeta, puede conducir a
la realidad de lo que a menudo se llama con demasiada
facilidad «conciencia cósmica»; aunque por cierto que no
necesita hacerlo. La Sombra tiene formas más sutiles de
esconder la realidad bajo variadas formas de atractivo neptu­
niano. Como ya se ha dicho, la acción de Plutón está muy
condicionada por lo que haya sido la respuesta de una persona
a las fuerzas neptunianas y uranianas y a los acontecimientos.
El revolucionario uraniano puede ser fácilmente desviado de
su camino por la intensidad de su pasión por derrumbar los
factores opresivos y no aceptar el comprometerse; el idealista
neptuniano se puede despistar por el atractivo de experiencias
pseudomísticas que le hacen perderse en una bruma pesada
aunque tornasolada; y el humanitario neptuniano puede hun­
dirse en las arenas movedizas del sentimentalismo. Lo que se
86 DIMENSION GALACTICA DE LA ASTROLOGIA

toma por conciencia cósmica puede que sea solamente una


experiencia sentimental, en vez de una clara percepción de la
mente cósmica y divina en sus operaciones cíclicas imperso­
nales e infalibles -lo que Sri Aurobindo llama la supramente,
o incluso el aspecto superior de la supramente.
Se puede establecer una relación significativa y opuesta
entre Mercurio y Plutón. Mercurio simboliza la mente en un
estado en el cual sus obras están condicionadas por la necesi­
dad del organismo vivo para la supervivencia, expansión y
reproducción, y por las ambiciones socioculturales del ego.
Por otra parte, Plutón representa la mente cósmica totalmente
impersonal -la mente que trata de los principios y arquetipos
universales, la mente holística y eónica. A un nivel inferior, se
refiere al estilo de una época, más que a la contribución
personal de un escritor o artista particular, muy frecuente­
mente apreciados al principio por sus características superfi­
ciales y supuestamente «originales». Por esta razón, la posi­
ción de Plutón en una de las casas de una carta natal revela el
tipo de experiencia a través de la cual una persona contribuirá
mas fructíferamente al estilo de su tiempo; y, como veremos
en seguida, la posición de Plutón en un signo concreto del
zodiaco da una idea básica del estilo de vida de una genera­
ción.
Resumiendo lo anterior, encontramos que el significado
fundamental de todos los procesos plutonianos es que no
obligan, a menudo implacablemente, a devaluar o abandonar
todo lo que sea una manifestación de vida superficial y tener
una experiencia humana tan profunda como pueda aguantar
nuestra condición mental, afectiva y espiritual. La vida super­
ficial se puede interpretar a nivel sociocultural en términos de
nuestras reacciones de comportamiento habituales y asimila­
dos, y estructuras sentimentales de nuestra sociedad o clase.
A un nivel más personal, Plutón representa, como ya hemos
visto, todas las formas de la psicología profunda; por tanto,
cualquier decidido intento para descubrir nuestro «carácter
PLUTON Y LA EXPERIENCIA DE LA PROFUNDIDAD 87

fundamental» -en el sentido en el que la filosofía Zen utiliza


estas palabras.
También se puede decir que Plutón conduce la mente
humana a la percepción de que existe un núcleo central de
«grandes verdades» bajo las creencias y prácticas religiosas.
Los teósofos se refieren a ello como «la religión universal de
la sabiduría». Todos los cultos institucionalizados que, en su
aspecto externo y popular, alguna vez han intentado enfren­
tarse a las necesidades locales y relativamente temporales de
colectividades humanas concretas en varias regiones de la
superficie terrestre, se derivan de ello. Se fundamenta en lo
esencial de la naturaleza humana.
En este sentido, Plutón es el planeta más relacionado con
el verdadero ocultismo -ya sea en sus formas constructivas o
destructivas (es decir, adecuación blanca o negra)- no sola­
mente porque el verdadero ocultismo nos enseña cómo obrar
dentro del reino de las fuerzas (la palabra astromental), de la
que los cuerpos materiales sólo son manifestaciones externas,
sino también porque afirma que todo el conocimiento humano
básico llegó al género humano por medio de una «primera
revelación» otorgada por unos seres extraterrestres que eran
la «semilla» de un previo ciclo planetario, y que este conoci­
miento, en su condición pura, sigue siendo posesión de Her­
mandades Ocultas que aún existen hoy día. Con la ayuda de
algunos de los miembros de estas hermandades ocultas, el
hombre puede llegar a estar en armonía con sus mentes
colectivas; pero tal armonía, y en casos muy raros una consi­
guiente identificación, sólo se puede conseguir a través de un
acercamiento arduo y peligroso a las últimas realidades de la
existencia, el Camino de la Iniciación. Plutón gobierna ese
camino con absoluto rigor y según unas leyes impersonales e
invariables que expresan principios cósmicos.
El ocultismo en su verdadera forma (que no tiene prácti­
camente nada que ver con lo que hoy se conoce popularmente
como ocultismo) es psicología de profundidad cósmica. Sólo
puede ser comprendido de manera significativa y aplicada de
88 DIMENSION GALACTICA DE LA ASTROLOGIA

manera constructiva por los individuos que se han «separado»


interiormente de la enorme vibración de la humanidad (y en
general de la biosfera de la Tierra) por visitas uranianas y
crisis profundamente arraigadas, y que han experimentado la
expansión neptuniana de la conciencia y de los sentimientos
sin ser seducidos por el atractivo proteico que rodea el
camino oculto, para que se desvíen por las bifurcaciones.
Debería quedar claro que el camino oculto no es el camino
devocional, y mucho de lo que pasa por misticismo pertenece
a otro enfoque, aunque todo ocultista «blanco» debe haber
tenido experiencias místicas transformativas e iluminadoras.
La verdadera relación entre el misticismo y el ocultismo
puede ser simbolizada por la que existe entre Neptuno y
Plutón. Ya he comentado que hay veces en las que Plutón
llega a estar más cerca del Sol de lo que llega a estar nunca
Neptuno, y así se puede decir que en estos momentos fun­
ciona dentro de la órbita de Neptuno. Hoy estamos muy cerca
de un período así, que dura unos veinte años. Estos períodos
muchas veces son testigos de una repolarización de la con­
ciencia colectiva y los ideales del género humano de forma
que, de un modo u otro, resaltan factores que están profun­
damente enraizados en el carácter humano. En 1942, el Vice­
presidente Henry Wallace dijo que «el siglo en el que estamos
emergiendo -el siglo que saldrá de esta guerra- puede y debe
ser el siglo del hombre común». Ese siglo empezó, en efecto,
con la gran depresión de 1929 y los años siguientes, cuando se
descubrió Plutón. En mi libro La fe que da sentido a la
victoria (otoño 1942), señalé que Henry Wallace tenía que
haberse referido no tanto al «hombre común» como a la
humanidad común del hombre, y añadí que:

Mientras los individuos se enorgullezcan de ser distin­


tos a los demás y se indetifiquen exclusivamente con sus
diferencias, no puede haber paz en la Tierra. La paz y la
unión llegarán cuando los individuos se reconozcan pri­
mero como seres humanos y luego como individuos;
PLUTON Y LA EXPERIENCIA DE LA PROFUNDIDAD 89

cuando estén dispuestos a consagrar sus dones y faculta­


des diferenciadoras al bienestar de la humanidad; cuando
las personalidades egocéntricas de nuestra época se den
cuenta, utilizando las hermosas palabras de St. Exupery
en su Huída a Arras, que «El individuo es un camino;
sólo importa el hombre, el que sigue ese camino» (p. 15)...
el individuo está enraizado en la humanidad común
del hombre, lo reconozca o no, le guste o no... Detrás de
su voluntad y su poder está el gran proceso de la evolu­
ción humana, que sigue adelante y finalmente realiza su
objetivo inherente -meramente modificado, retrasado o
acelerado por la voluntad individual de los hombres por
separado. Seguramente el hombre es el supremo floreci­
miento de esa evolución humana; seguramente el gran
genio permanece como la luz que guía y el creador.
¿Pero qué es lo que es el poder dentro de él?... El poder
está brotando constantemente de la humanidad común y
las estructuras comunes que el individuo comparte con
todos los hombres.

La fuerza motriz, la profunda comprensión y la experien­


cia de profundidad de esta humanidad común son factores
plutónicos. El sexo se ha glorificado tanto en este «siglo del
hombre común» porque la relación sexual es una de las más
básicas formas de obtener tal experiencia de profundidad del
poder que hay en todos los organismos humanos. Wilhelm
Reich y los entusiastas bioenergéticos sitúan esta experiencia
plutónica en el centro de toda vida humana. Esta experiencia
suaviza todas las distinciones personales y desdeña todas las
clasificaciones o prejuicios racial-culturales. Es la experiencia
de la «vida» en su manifestación impersonal, o mejor dicho
subpersonal, como el sexo y energía orgástica. La humanidad
común del hombre no «trasciende» los logros individuales de
una cultura y de los seres refinados por tal cultura; pues, para
experimentarlo, el individuo tiene que «descender» a lo común
y lo no diferenciado. Es un descenso plutónico. Si a veces
resulta ser un descenso al infierno, es porque en nuestra
90 DIMENSION GALACTICA DE LA ASTROLOGIA

humanidad actual, y durante inmensos períodos de tiempo, la


función sexual ha estado pervertida por la voluntad del ego
que intenta utilizar la fuerza vital de la biosfera para la
diversión personal y el poder. Este ha sido el resultado fatal
del proceso de la individualización que diferencia el hombre
de los animales. Es este sentido, Plutón obliga a los hombres
y mujeres individualizados y «civilizados» a descender no sólo
al nivel en el que domina la fuerza animal de la vida, sino a
niveles aún más bajos.
El sexo no es la única manifestación de ese nivel de
actividad y conciencia. Todos los ritos, que reúnen a un
número relativamente grande de personas en un estado de
sentimiento de masas y comportamiento común en el que
actúan como una multitud no diferenciada emocionalmente,
intentan despertar el poder de la humanidad común del hom­
bre. Son instrumentos plutónicos, especialmente cuando fun­
cionan en una nación que por lo demás intenta fomentar y se
enorgullece del individualismo de sus ciudadanos; porque en
tales casos no hay ningún poder satumiano profundamente
efectivo para poner límites tradicionales a la conducta de lo
que se ha convertido en una muchedumbre totalmente irra­
cional e incontrolable. Los ritos religiosos, y a nivel socioe­
conómico, las prácticas igualmente ritualistas de los negocios,
funcionan dentro de las fronteras satumianas de una tradición
que también -al menos en algunas culturas- imponía unas
formas específicas a la actividad sexual. El cuando estas
formas satumianas se vienen abajo bajo el ataque de las
fuerzas uranianas, o cuando pierden su sentido por causa de
un sentimiento neptuniano y novedoso de comunidad total­
mente abierta y de una falta total de límites, que lo que hasta
entonces era un rito se convierte en una rebelión de masas
plutoniana o en una orgía.
El tipo de «reduccionismo» psicológico de Freud -es decir,
la enseñanza de que las manifestaciones más diferenciadas y
conscientes del idealismo, la religión, y el genio artístico, se
pueden reducir a la actuación de presiones, obstáculos, o
PLUTON Y LA EXPERIENCIA DE LA PROFUNDIDAD 91

trastornos en el flujo de la energía vital (libido y sexo) -es un


proceso típicamente plutónico que actúa especialmente sobre
la fácilmente distorsionada o bloqueada función marciana en
los individuos humanos; y la carta natal de Freud subraya de
una manera impresionante un Marte solitario y retrógrado. Es
verdad, no obstante, que el florecimiento de las plantas sobre
la superficie de la tierra depende de la salud de las raíces en
las profundidades y la oscuridad de lo que, en términos
psicológicos, es simbolizado por el subconsciente o el incons­
ciente personal. Lo que hasta ahora hemos conocido como
«cultura» está profundamente vinculado a, o por lo menos
fundamentalmente condicionado por factores locales geográfi­
cos y climatológicos -por lo tanto, factores Sol-Saturno. Este
es el reino de la superficie del ser potencial del hombre. Una
comprensión global de la condición ideal de la «civilización»
-la Ciudad Santa, el Nuevo Jerusalén, etc.- se harán realidad
cuando sus contornos arquetípicos y los principios que deter­
minen su estructura hayan sido revelados por las manifesta­
ciones galácticas más altas de Plutón.
Hace muchos años escribí un artículo titulado «Neptuno,
el mar -Plutón, el globo». El globo contiene el mar, y mientras
que éste es inmenso, profundo y misterioso, no tiene ningún
centro. Un globo está centrado. Es una mandala tridimensio­
nal. Neptuno no es sólo el mar, sino también el océano
atmosférico que penetra todo organismo viviente a través del
proceso de la respiración -un tipo más sutil de mar, teniendo
sus fuertes y a veces devastadoras tormentas. Los dos océa­
nos -el agua y el aire- envuelven el reino en el que los
continentes dan a luz a las culturas humanas; pero los océa­
nos y la tierra obedecen a la gravitación plutónica, La atrac­
ción hacia el centro.
Tal atracción lleva a la integración; y, en cierto sentido,
Plutón es el Integrador fundamental. Sin embargo, hay tipos
prematuros de integración y hay procesos integrantes pro­
ducto del temor al caos neptuniano. Tales procesos han con­
ducido al hombre a desarrollos como el neoclasicismo o
92 DIMENSION GALACTICA DE LA ASTROLOGIA

neoescolasticismo en el Arte 3; al fascismo totalitario y el


nazismo en la política -Y en el mundo de los bajos fondos, a
las bandas, la Mafia, y otras aglomeraciones más o menos
criminales y coactivas de individuos frustrados y/o perplejos
que buscan el poder en una actividad coordinada y dirigida.
Por otra parte, cuando lbs grupos fuertemente unificados
salen del natural proceso evolutivo del crecimiento social,
funcionan bajo un principio satumiano; tenemos un sistema
«clásico» racionalista y formalista, como el que experimentó
Europa en el siglo XVII y a principios del siglo XVIII. (Louis
XIV, rey por «derecho divino» y el castillo de Versalles son
símbolos destacados de este desarrollo.)
El neoclasicismo, como el totalitarismo al estilo Mussolini,
emerge compulsivamente después de un período de relativo
caos neptuniano y es impulsado por un temor colectivo a los
resultados de un intervalo tan caótico. Esos movimientos
retrógados («volver a...») no pueden aceptar el hecho de que el
caos puede ser el comienzo de la gestación de un nuevo orden
que abarca más. Su función quizá podría ser simbolizada por
un Plutón regresivo, pero esto no significa que, en la astrolo­
gía natal, un Plutón retrógado en una carta signifique una
tendencia hacia alguna forma de totalitarismo reprimido. Plu­
tón aparece demasiadas veces como retrógado en las cartas
natales para que esa conclusión sea válida. Lo único que se
puede decir es que un Plutón retrógado provoca la posibilidad
de usar reacciones de temor como medio de menor resistencia
cuando al individuo se le presentan situaciones aparentemente
caóticas. Al enfrentarse a estas situaciones, puede que lo
mejor sea que la persona vuelva tranquilamente a unas bási­
cas experiencias de raíz en lugar de zambullirse ingenuamente
o con demasiada seguridad en un tempestuoso mar neptu-

3 En música hemos tenido a Stravinski, el inventor del neoclasicismo, después de

que su obra, El rito de la primavera, y la revolución comunista en Rusia le


convirtieran en exiliado, y Schoenberg, que transformó el cromatismo post•
wagneriano en un atonalismo rígidamente formalista e intelectualmente escolástico
con sus sistemas de doce tonos.
PLUTON Y LA EXPERIENCIA DE LA PROFUNDIDAD 93

niano. No todas las personas están estructuradas de forma


innata para ser pioneros en aventuras intrínsecamente peligro­
sas; y el camino espiritual puede ser una aventura peligrosa
con riesgos muy serios.
A la larga, incluso el fracaso relativo se puede transformar
en un éxito espectacular; pero eso puede ser muy a la larga.
Plutón se puede considerar, por lo menos de momento,
Guardián del Umbral que finalmente se abre al mundo estre­
llado de la Galaxia. El semblante del Guardián muchas veces
da miedo; pero sólo refleja nuestros antiguos pecados de
omisión y también de comisión, el hecho de que no actuamos
cuando llegó el tiempo cíclico de avanzar, nuestros temores, y
nuestra culpabilidad que normalmente ocultamos bien. Las
narraciones ocultistas -como la novela clásica de Bulwer
Litton Zanoni, escrita el siglo pasado- a veces han represen­
tado intensamente el encuentro trágico de un aspirante ambi­
cioso con el terrible Guardián.
Cuando un astrólogo da unas características completa­
mente negativas a Plutón, uno se podría preguntar si no
representa inconscientemente los aspectos que el Guardián
del Umbral presentaría a su avance. Es fácil glorificar a
Neptuno y el brillo extático que parece no tener límite de la
espiritualidad difusa y el pseudomisticismo mientras relacio­
namos a Plutón con todas las formas de materialismo y
dictadura; es mucho más difícil enfrentarse a un Plutón que no
hace más que reflejar la cara oculta que tenemos, y aceptar
una confrontación kármica. Uno sólo puede recuperar el karma
realizándolo, reteniendo en el alma la visión del futuro -la
comprensión de que uno es esencialmente una estrella en la
Galaxia. Mantener tal comprensión segura y firmemente mien­
tras que nos golpean los terremotos plutónicos no es fácil.
Este, sin embargo, es el verdadero reto plutónico. Nadie que
se acobarde ante este reto puede alcanzar espiritualmente su
meta más alta, su estrella.
Hacen falta coraje, y esa voluntad que trasciende las
insignificantes decisiones del ego y manifiesta el carácter de la
94 DIMENSION GALACTICA DE LA ASIROLOGIA

inevitabilidad. Nadie debería intentar andar e] Camino a me­


nos que tenga que hacerlo, en virtud de un impulso ineludible
que no se puede ignorar. Una vez que haya empezado el
viaje, no se debería parar nunca ni mirar atrás. Debe permitir
que Urano destroce incesantemente sus limitaciones, que
Neptuno amplíe su conciencia y que Plutón le lleve por la
oscuridad al vacío donde un nuevo centro de luz brillará
finalmente, reorganizando los fragmentos esparcidos de lo que
durante tanto tiempo él había aceptado como sí mismo.
SEGlNDA PARTE
s
WS PLANETAS TRANS-SATURNIANOS
EN WS SIGNOS DEL WDIACO

Tanto se ha escrito sobre lo que representa el zodíaco que


no hay necesidad de entrar en una descripción detallada aquí.
He dado en varios libros por razones fundamentales por las
que no acepto el zodíaco sideral que se supone se refiere a
constelaciones de verdaderas estrellas. No obstante, me doy
cuenta de que en los tiempos antiguos, cuando la astrología
estaba centrada localmente, cuando se creía que la Tierra era
plana, y cuando los astrólogos observaban directamente la
cúpula del cielo, el zodíaco se refería a grupos de estrellas por
los que el Sol pasaba durante su viaje anual a través del
firmamento 1 • Significativo que la astrología en la India haya
conservado esta actitud, a causa del culto hindú a las doctri­
nas antiguas, y porque las vidas de los seres humanos se
adaptan a lo que su cultura y tradición consideran verdades y
hechos indudables de al existencia.
Una vez que la Tierra se consideró uno de los varios
planetas que giraban alrededor de un Sol todopoderoso, el
zodíaco tropical se convirtió en un hecho inevitable de la
existencia, pues la relación cambiante entre el Sol y la Tierra
ya se había convertido en el factor fundamental de la astrolo­
gía. Esta relación se proyectó en el cielo, formando el zodíaco
tropical. Los doce iguales signos del zodíaco representan en la

'Cfr. The Astrological Houses.


98 DIMENSION GALACTICA DE LA ASTROLOGIA

astrología y la astronomía moderna segmentos de 30 grados de


la órbita de la Tierra, que también se llama eclíptica.
Si habláramos de un zodíaco verdaderamente sideral, refi­
riéndonos a verdaderas estrellas, sería lógico verlo desde el
punto de vista del Sol, y, por lo tanto, heliocéntricamente. En
un tipo galáctico de astrología probablemente sería mejor
considerar la intersección del plano del ecuador del Sol con el
plano de la galaxia estableciendo un eje -que a su vez nos
proporciona un punto de partida para un «zodíaco» solar
(heliocéntrico). Pero, como ya habríamos alcanzado un punto
de vista galáctico, es muy dudoso que el concepto de zodíaco
tuviera sentido. Estaríamos tratando con el período inmenso
de revolución del Sol alrededor del centro galáctico -unos 200
millones de años- y hasta ahora no sabemos sobre lo que
significa un período así en la existencia del Sol. Hoy día hay
todavía astrólogos que creen que el Sol no sólo gira alrededor
de la galaxia, sino que también gira en un período más corto
en tomo a alguna estrella galáctica, que a su vez gira en tomo
al centro galáctico; y, sin embargo, casi ningún astrónomo
contemporáneo está de acuerdo con esta creencia.
El zodíaco debería considerarse un concepto estrictamente
terrestre y geocéntrico. Es un marco de referencia para un
estudio astrológico de lo que ocurre en el sistema solar en
cuanto nos afecta a nosotros. En cualquier momento, la
estructura general del heliocosmos afecta primero al Sol y sus
radiaciones; y éstos a su vez afectan a la Tierra y todos los
organismos que viven en la biosfera. Pero conforme la Tierra
se mueve dentro del campo de este heliocosmos, también es
afectada directamente por la muy compleja situación produ­
cida por todos los planetas que se mueven en un campo solar
y galáctico cargado. Estos dos efectos son el electromagnético
y el gravitatorio; probablemente también funcionan en los
niveles de energías o procesos de la mente (sean lo que sean
éstos) que trascienden los modos de descarga o liberación de
energía que conocemos.
En otras palabras, la situación total es tan compleja y tan
LOS PLANETAS TRANS-SATURNIANOS... 99

llena de incógnitas que no parece aconsejable ni siquiera


pensar que la influencia astrológica atribuida a planetas distin­
tos o separados sea explicable en términos estrictamente
«científicos». Por esta razón no puedo pensar en la astrología
sino como un lenguaje simbólico, y en el sentido original y
más profundo del término, como un «mito» o mythos. Necesi­
tamos tal mythos para transmitir el orden del universo a
nuestra conciencia, y el concepto de una dimensión galáctica
es esencial para llamar la atención del hombre sobre la exis­
tencia de fuerzas transformativas y trascendentes en acción.
Los mitos son necesarios para el desarrollo de una cultura y
de un tipo de conciencia al que dan una estructura específica.
Al igual que la democracia norteamericana tiene que creer que
«todos los hombres son creados libres e iguales» -un mito, en
efecto, si miramos los hechos existenciales- para mantener
por lo menos una orientación ideal hacia una realidad trascen­
dente y espiritual; así, el astrólogo, si es consecuente y
sincero, debería aceptar como postulado la existencia en el
universo de un factor X que intenta inculcar en todos los
organismos vivos un sentido trascendente de orden cósmico.
Tal sentido de orden es particularmente importante en el
tipo específico de «conciencia reflexiva» (feilhard de Chardin)
a la que llamamos humana. En nuestro estado actual de
evolución parece lógico y válido hablar de este factor X como
ser «galáctico», y posiblemente implícito en la actividad del
centro de nuestra Galaxia, aunque, como veremos en seguida,
tal centro no parece ser lo que normalmente suponemos por
masa de sustancia material.
Los planetas que actúan entre el Sol y Saturno nos dan
información concreta sobre lo que es este orden universal a
nivel de heliocosmos -un nivel de conciencia dominado por
Saturno. Los planetas que se mueven fuera de la órbita de
Saturno nos indican cómo puede hacerse la transición entre
un tipo de conciencia heliocósmica y galáctica. Nos alertan
sobre los peligros y crisis del camino; y, en las cartas natales
de los individuos, sus rutas revelan cuándo puede esperarse
100 DIMENSION GALACTICA DE LA ASTROLOGIA

un cambio de tipo general en sus vidas. Sin embargo, no


indican concreta y forzosamente los acontecimientos en par­
ticular que desencadenan tales cambios, tampoco nos dicen
cómo reaccionará o responderá la persona a esos cambios, y
hay una gran diferencia entre «reaccionar» ante un aconteci­
miento --cualquier organismo vivo o incluso una molécula
hace esto- y «dar una respuesta» a lo que hace posible. Una
respuesta -en el sentido exacto de la palabra- solamente
puede venir del centro individualizado de la conciencia, el ego
o la personalidad.
En sus tránsitos, los planetas trans-satumianos tardan
varios años en atravesar un signo del zodíaco. Urano tarda
unos siete años; Neptuno, de once a trece años; Plutón, un
período que varía enormemente y que dura entre doce y
treinta años, debido a la insólita ampliación de su órbita. Por
lo tanto, debería ser evidente que el simple hecho de que una
persona nazca con Neptuno o Urano en un signo del zodíaco
diga relativamente poco subre su carácter individual, voca­
ción o destino. Se refiere solamente a tendencias colectivas;
por tanto, al carácter de la generación en la que el individuo
ha nacido. No obstante, desafortunadamente, numerosos as­
trólogos e incluso libros de texto muy conocidos afirman que
el haber nacido con Neptuno o Urano en Leo o Libra otorga
características concretas. Estas características, si están váli­
damente formuladas, sólo se pueden aplicar a un grupo grande
de personas. Sugieren un estilo de vida característico y, más
específicamente, la manera que tiene la gente nacida dentro
de un período más o menos extenso de abordar el problema de
una transformación colectiva o individual -si es que se han
enfrentado conscientemente o al menos semi-conscientemente
a tal problema. La posición de los planetas en una Casa natal
indica en la mayoría de los casos la reacción de un individuo
al estilo colectivo de vida y el tipo de experiencias que tienen
más probabilidades de afectar su comportamiento y su con­
ciencia de manera significativa.
Los planetas trans-satumianos actúan colectivamente como
LOS PLANETAS TRANS-SATURNIANOS... 101

agentes de la Galaxia intentando de-satumizar, y en cierto


sentido, de-solarizar, la conciencia del hombre, siempre que
tal conciencia haya alcanzado un nivel al que sea posible esta
operación alquímica. Cuando esto es totalmente imposible,
estos planetas lejanos sencillamente no actúan -y son desco­
nocidos por el hombre. El hecho de ser descubiertos en los
últimos doscientos años demuestra que esta liberación y
transmutación galácticamente condicionadas son ahora posi­
bles en un amplio sentido colectivo. Antes, ello era posible
sólo bajo unas condiciones muy especiales y en secreto. Es un
hecho histórico fundamental que cada mente humana inevita­
blemente interpreta a su propia manera, o mejor dicho, según
la manera de pensar de una de varias escuelas. Lo que se
presenta aquí es una interpretación astrológica relacionando
las presiones espirituales, psíquicas y sociales de nuestra vida
con una visión cósmica amplia. En una visión así se podría
construir un nuevo mythos que inspirara a las colectividades
humanas durante lo que parece que va a ser un período crítico
inminente. La creciente popularidad de la astrología sugiere
que el género humano es susceptible a la influencia de un mito
cósmico tan grande. Es importante hacer hincapié en el hecho
de que los hechos no son lo contrario de los mitos, pues
cualquier mito válido que transforma la conciencia está ba­
sado en verdaderos hechos experimentados al menos por
algunos seres humanos. El mito extiende estos hechos para
que sean no sólo propiedad común del género humano, o por
lo menos de una cultura completa, sino también un incentivo
común y fascinante para dar el siguiente paso en la evolución
humana.
Hasta ahora hemos considerado principalmente la manera
en la que un individuo, o un grupo determinado de personas,
emerge del reino satumiano de existencia egocéntrica a la
tierra de nadie por la que pasa el Camino de la Transforma­
ción. Urano llegó primero, luego Neptuno, y por último
Plutón -y probablemente Prosperina, que todavía no conoce­
mos. Pero cuando tratamos de las situaciones históricas y
102 DIMENSION GALACTICA DE LA ASTRO LOGIA

colectivas deberíamos damos cuenta de que la Galaxia actúa a


través de Plutón, Neptuno y Urano en orden «descendente»,
es decir, desde lo universal hasta lo particular. Es decir, que
Plutón proporciona la nota clave. Neptuno y Urano desarro­
llan, de distintas maneras, lo que Plutón empieza. Por eso
iniciaremos con Plutón el intento de definición en términos
generales de lo que parece evocar la posición de los tres
planetas trans-satumianos en los signos zodiacales. Puesto
que el zodíaco se refiere a la relación de la Tierra con el Sol,
las posiciones zodiacales no son más que una manera astroló­
gica de indicar la relación que tienen los planetas con la Tierra
y el Sol. También podríamos decir que indican la posibilidad
geocéntrica de una reacción a lo que en ese momento el
planeta transmice a todo el sistema solar.

PLUTON EN WS SIGNOS DEL ZODIACO

Cuando por fin Plutón fue identificado el 18 de febrero de


1930, por C. W. Tombaugh en el observatorio Lowell de
Flagstaff, Arizona, había alcanzado el grado dieciocho de
Cáncer. Iba hacia atrás y estaba cerca de su Nodo Norte,
entonces en su grado veinte. Empezaré por este signo del
zodíaco, porque, para nuestra humanidad actual, señala el
foco del proceso transformador al hacerse consciente a escala
colectiva. El famoso desastre económico de Wall Street se
había producido sólo unos meses antes, y empezaba la Gran
Depresión. El símbolo sabiano para este grado dieciocho es
significante: «una gallina picoteando el suelo para encontrar
sustento para sus pollitos: La preocupación personal con la
comida de todos los días necesaria para sostener las activida­
des externas... Una persona que tiene que alimentar (a sus
hijos simbólicos) con una sustancia social recogida del «suelo»
de su comunidad»2 • Recordemos lo que se dijo unas páginas

2
Cfr. An Astrological Mandala.
LOS PLANETAS TRANS-SATURNIANOS... 103

atrás sobre la relación de Plutón con el humus y todo lo que


éste contiene, incluidas las semillas. Y para millones de
personas, el año 1930 y los años siguientes efectivamente
estuvieron dominados por el problema de alimentar a sus
familias y a sí mismas.

PLUl'ON EN CANCER (julio de 1913 hasta agosto de 1938)3

Cáncer es el signo de la integración de la personalidad a


nivel de la conciencia tradicional o del ego -integración para
la supervivencia en cualquier entorno en el que la superviven­
cia sea posible. Por tanto, es un signo gobernado por la Luna
que representa la capacidad de adaptación a condiciones
externas, una adaptación que intenta alcanzar el óptimo bien­
estar orgánico. Cáncer está relacionado con la madre y la
vida hogareña, si esta vida es un baluarte contra el caos y las
presiones sociales, y la madre enseña al niño con su ejemplo
cómo desarrollar una capacidad eficaz de adaptación a las
condiciones de vida en la sociedad y en la Naturaleza.
Lo que Plutón, apareciendo en medio de Cáncer, intentaba
decir al hombre, era, por tanto, que debía transformarse
radicalmente la situación del hogar y de la familia. Las cir­
cunstancias exteriores eran tales que transmitió su mensaje de
manera implacable; y, sin embargo, ¡qué pocos lo compren­
dieron! Estas circunstancias en su mayor parte eran el resul­
tado de la revolución industrial que empezó a producir unos
resultados ineludibles cuando Plutón se situó en el signo de
Aries desde 1822 hasta 1851; pero la entrada de Plutón en

3
Puesto que todos los planetas lejanos se mueven hacia delante y hacia atrás en el
zodíaco, sólo puede indicarse con relativa exactitud el momento en el que entran en
un nuevo signo. Sería mejor, en realidad. emplear el ingreso heliocéntrico en el signo,
es decir, el momento en el que un planeta entra en un signo en términos de su
posición heliocéntrica.
104 DIMENSION GALACTICA DE LA ASTROLOGIA

Cáncer marcó el preludio balcánico a la Primera Guerra


Mundial, y, por tanto, el derrumbamiento del antiguo orden
social en Europa y, como reacción, en los Estados Unidos y
en el resto del mundo. La revolución rusa se produjo durante
el tránsito de Plutón, y los modelos básicos de la sociedad
humana experimentaron un drástico trastorno cuyas conse­
cuencias finales quizá veamos mientras Plutón pase por Libra,
90 grados más allá en el zodíaco. Plutón se quedará en Libra
hasta 1984, año al que da un interés especial la famosa novela
de George Oiwell.
Se puede empezar el ciclo geocéntrico de la revolución de
un planeta alrededor del Sol a partir del nodo Norte del
planeta, porque los nodos planetarios son los dos extremos de
la intersección entre la órbita del planeta y la órbita de la
Tierra. Así, el nodo Norte empieza el ciclo de relación entre
las dos órbitas, y desde el punto de vista del heliocosmos
considerado como un todo, un planeta está representado por
su órbita de una forma mucho más importante que por su
masa física -indicando esta última en cualquier momento la
sección del espacio orbital activada por el globo material.
Desde tal punto de vista, y por lo que respecta al hombre, el
principio de un ciclo entero de Plutón (que dura unos 248
años) se produjo cuando Plutón alcanzó su nodo Norte por
primera vez en el otoño de 1929, casi simultáneamente con
el derrumbamiento de la Bolsa. Estaba «retrógado estaciona­
rio» hacia finales de octubre; el «crash» se produjo el día 29
de octubre.
Plutón había estado en Cáncer entre 1665 y 1690 aproxi­
madamente. En esa época, la corte del monarca francés Louis
XIV fue el foco de la cultura europea. Estuvo en Cáncer
durante la primera parte del siglo xv, cuando luchó y murió
Juana de Arco-es decir, durante el surgimiento de una nación
moderna- y durante las Cruzadas del siglo XII, cuando floreció
la cultura gótica y se construyeron sus grandes catedrales.
Antes aún, su tránsito por Cáncer marcó la expansión del
Islam (el siglo VII) y durante la primera mitad del siglo I
LOS PLANETAS TRANS-SATURNIANOS... 105

después de Cristo, el triunfo de Roma -todos los períodos


importantes de consolidación sociocultural, pero, en la mayo­
ría de los casos, como resultado de la destrucción de Gobier­
nos o culturas a los que había llegado la hora de la desintegra­
ción.
Cuando nace una generación con Plutón en Cáncer, se
puede esperar que unos veinte o treinta años más tarde los
individuos que pertenecen a ella y que están listos para la
transformación personal tendrán que cargar con las conse­
cuencias de lo que ocurrió en la época de su nacimiento. La
generación que nació despué� de 1913 se tuvo que enfrentar a
la Segunda Guerra Mundial y la Guerra Fría. Aprendió muy
poco del mensaje de Plutón en Cáncer a pesar de todas las
presiones contra el antiguo sistema social que produjeron la
época del jazz, la prosperidad, la depresión y la evidente
tendencia hacia los modelos tecnocráticos y globales de orga­
nización.

PLUION EN LEO (desde agosto de 1938 hasta la primavera­


verano de 1957)

La entrada de Plutón en Leo nos lleva al preludio de la


Segunda Guerra Mundial, es decir, al rearme de la Alemania
nazi y su invasión de Austria y Checoslovaquia. El culto
colectivo al ego y a la causa del poder que se manifiesta en el
resurgir de líderes totalmente dispuestos a asumir la respon­
sabilidad de las enormes empresas en la paz o en la guerra, en
el Gobierno o en el negocio. Florecieron unas organizaciones
inmensas e hicieron uso de la nueva tecnología. La fuerza
atómica revolucionó la relación entre naciones. El milagro
ruso transformó campesinos analfabetos en cosmonautas, y
una nación atrasada en una de las dos superpotencias. Se
levantaron nuevas naciones de las ruinas de la hegemonía
colonial de Europa, la China comunista, la India, Israel y
106 DIMENSION GALACTICA DE LA ASfROLOGIA

muchas naciones africanas. La psicología moderna ocupó un


lugar prominente en nuestra cultura conforme se hacía más
insistente la necesidad de tratar las divagaciones y las crisis
del ego personal.
Muchos de los inspiradores de la protesta de la juventud
de los años 60, y la mayoría de los «hippies» y sus sucesores
nacieron con Plutón en Leo. Poco a poco se van convirtiendo
en los líderes de una sociedad que está en un estado de
creciente caos, aunque las decisiones están todavía en manos
de la generación que nació con Plutón en Cáncer, o incluso
-especialmente al nivel de la mente- en Géminis.
Plutón en Leo nos exige que transmutemos nuestra energía
motriz y nuestro comportamiento demasiado emocional y
demasiado posesivo. Se desafía a la energía biosférica de la
vida, y cuando deja de aceptar el reto, llega la muerte. Si el
hombre no se puede unir en el amor, su sangre se debe
mezclar sobre el suelo de los campos de batalla que se
extienden por el campo de vida de la Tierra. No es solamente
la agresividad instintiva de Marte la que ha de sublimarse,
sino un deseo vehemente y profundo de poder, exteriorizán­
dose el mismo como orgullo y profundo sentido de superiori­
dad que a menudo esconde debajo un sentimiento de inferio­
ridad.
Al final del siglo XVII Plutón se desplazó a través de Leo,
en el momento de máximo esplendor del período clásico de la
cultura europea, y cuando comenzaba la modernización de
Rusia bajo el reinado de Pedro el Grande. En el siglo XV, el
orden católico medieval estaba cerca de su fin, con el lento
resurgir de las naciones modernas y el incipiente movimiento
humanista. Constantinopla cayó en manos de los turcos, y el
paso de los eruditos bizantinos a Italia fue un catalizador para
el Renacimiento. Muchos tiempo antes de esto, el César llegó
al poder y fue asesinado (44 antes de Cristo), y unos cinco
siglos después, mientras Plutón estaba también cruzando el
signo de Leo, Roma fue destruida por los vándalos, después
de haber sido salvada uno años antes por un obispo de Roma
-llamado Leo.
LOS PLANETAS TRANS-SATURNIANOS... 107

PLUfON EN VIRGO (verano de 1957 al otoño de 1971)

Virgo es símbolo de la recolección de los resultados cós­


micos. La intensidad emocional, el autoensalzamiento y el
ansia de poder del tipo Leo están amenazados, junto con
todas las tradiciones ya asimiladas del pasado. Todo se cri­
tica, con frecuencia se repudia. Antiguas relaciones se rom­
pen con la excusa de ideales a menudo bastante imprecisos.
El punto crucial del último paso de Plutón a través de Virgo
fue la conjunción de Urano y Plutón en 1965-66. La protesta
de la juventud aumentó en ese período y la guerra de Vietnam
se hizo más importante; pero su significado no fue entendido,
incluso por la mayoría de la gente joven.
Virgo es el signo tecnológico por excelencia, pues acentúa
la fuerza del análisis objetivo y la reorganización de unidades
materiales en combinaciones nuevas, aunque no permanen­
tes. Plutón en Virgo ha hecho referencia a la informatización
de nuestros procesos sociales, pero también al reciclaje y la
reeducación, y a la búsqueda de nuevas verdades y nuevos
maestros o modelos -de ahí la fascinación de la juventud por
los guros asiáticos.
El mensaje de Plutón en Virgo es que la mente debe
reorientarse y repolarizarse para controlar las emociones y
ocuparse del karma del pasado, y tratar de ver tan claro como
sea posible los rasgos del futuro. Parte de los nacidos con
Plutón en Virgo llegarán a la madurez cuando se produzca la
esperada crisis alrededor de 1989-90. Los nacidos alrededor
de 1965-66 deberían estar al frente de cualquier actividad
transformadora que tenga lugar. La moderna francmasonería,
que comenzó en 1717 cuando Plutón estaba en Virgo, desem­
peñó un papel muy importante en los acontecimientos políti­
cos del final de siglo. Varios de los enciclopedistas, Diderot,
d' Alembert, Cadillac e incluso Jean-Jacques Rousseau, se­
guidores de un nuevo tipo de educación, nacieron con Plutón
en Virgo. El movimiento humanista del siglo XV también se
puede identificar con el mismo paso del Plutón.
108 DIMENSION GALACTICA DE LA ASTROLOGIA

PLUfON EN LIBRA (otoño de 1971 al invierno de 1984)

El paso de Plutón por Libra, el signo del zodíaco que


señala el equinoccio otoñal, es corto debido a que la velocidad
del planeta supera la de Neptuno, pero puede ser testigo de
una serie de importantes acontecimientos, principalmente re­
lacionados con cambios que tuvieron lugar mientras pasaba a
través del signo vernal equinoccial, Aries (1822-51). Por en­
tonces la revolución industrial había mostrado sus verdaderos
colores y levantó fuertes reacciones, incluyendo el nacimiento
del comunismo mundial, en 1848, con el manifiesto de Marx y
Engels. A lo que nos estamos enfrentando hoy es al resultado
final de los cambios radicales en el aspecto social, cultural y
político producidos por esta revolución industrial. También se
puede relacionar ambos con el período de la Primera Guerra
Mundial cuando Plutón pasó a través del signo del solsticio de
verano, Cáncer.
Libra es el símbolo de la interrelación y de la mutualidad.
Plutón en ese signo nos dice de forma muy concreta que los
nuevos conceptos de relación no sólo se deben imaginar, sino
también aplicar -y, si es necesario, aplicar implacablemente
para alejar permanentemente o incluso suprimir («atomizándo­
los») a los que se resisten al cambio. Los seres humanos que,
bajo el tránsito del planeta a través de Cáncer, no podían ser
transformados como individuos dentro de su casa, comunidad
o nación, probablemente experimenten una transformación
colectiva ahora de forma obligada. La presente crisis mundial
del petróleo es un buen ejemplo de cómo puede funcionar la
presión por el cambio. La fuerza básica de las relaciones
socioeconómicas está siendo restringida. Los seres humanos
se pueden ver obligados a cambiar sus modos de asociación, y
esto implica naturalmente cambios en el mundo de los nego­
cios y una profunda reorganización de las relaciones interna­
cionales -y posiblemente guerras y/o terrorismo.
Libra puede significar armonización; pero si hay obstácu­
los en el camino, una vez que emerge suficientemente el
LOS PLANETAS TRANS-SATURNIANOS... 109

carácter de Libra, éstos se pueden arrollar eficientemente. En


cualquier caso, en Libra se da la reacción fatal, o la sabia
respuesta, a lo que ocurrió hace mucho tiempo. Ambas pue­
den ser sutiles, pero efectivas. Teóricamente, Plutón en Libra
podría afectar a las bellas artes, aunque también pulverizar y
atomizar lo que queda de las viejas tradiciones y actitudes
después que Neptuno (y antes que él Urano) ha pasado a
través del signo. La primera reacción atómica tuvo lugar poco
después de la entrada de Neptuno en Libra; y el asunto del
Watergate fue un buen ejemplo del efecto del tránsito de
Plutón por Libra, sobre todo si se tiene en cuenta que la carta
natal de EE.UU. (4 de julio de 1776 a las cinco y doce
minutos de la tarde) tiene a Libra en su Mediocielo. Lo que
estamos presenciando puede que sea solamente el comienzo
de un proceso que acaso dure hasta que Plutón vuelva a Aries
alrededor del año 2070: fecha muy cercana a lo que considero
el comienzo de la era de Acuario".

PLUTON EN ESCORPIO (1984 al otoño de 1995)

Plutón alcanza su punto más cercano al Sol (perihelio) en


1989 y durante todo su tránsito por Escorpio se mueve dentro
de la órbita teórica de Neptuno. Escorpio es símbolo de poder
concentrado que puede tener vibraciones curativas altamente
positivas, o negativas, como envidia, rencor, secreto -resul­
tado de un sentimiento de inseguridad y frustración. Debido a
que este signo simboliza un gran ansia de profunda comunión
con otros seres humanos -o sobrehumanos- (un ansia que
fácilmente se puede ver frustrada a la vista de nuestra tradi­
ción moralista cristiana), a menudo ha tenido mala reputación;
al igual que Plutón. Pero lo que Plutón en Escorpio probable-

•cfr. Dane Rudhyar, Astro/ogical Timing: The Transition to the Nev, Age (Nueva
York: Harper y Row, 1970, edición de bolsillo).
110 DIMENSION GALACTICA DE LA ASTROLOGIA

mente nos exige es que nos adentremos verdadera y valiente­


mente en las profundidades de nuestra humanidad común.
Durante ese período podemos ser testigos de la acción com­
pulsiva de una clase de psicología profunda, a escala colec­
tiva. Podría tomar una forma religiosa. Acaso nos veamos
reforzados a convertinos en seres verdaderamente «humanos»
por medio de contactos con seres de otros planetas o con
otras esferas de existencia, pues solamente llegamos a saber
lo que somos cuando nos enfrentamos a lo que definitiva­
mente y sin duda no somos -por tanto, totalmente extraños,
entidades no terrestres. Esta podría ser una ocasión para que
los seres humanos experimentaran profunda y convincente­
mente el sentimiento de «comunidad» en un sentido amplio de
planeta. También podrían ser testigos de la operación pública
y global de poderes ocultos, en los individuos y en el campo
de la organización social y política -quizá a través de la
aparición de un poderoso personaje o avatar. Cuando Plutón
estuvo por úlltima vez en Escorpio, nacieron hombres que se
convirtieron en canales a través de los cuales comenzó a
sentirse el profundo impulso transformador del Romanti­
cismo. A otros ahora se les conoce como los padres de la
democracia norteamericana (fhomas Paine, Thomas Jeffer­
son, John Hancock, etc.).

PLUION EN SAGITARIO (desde aproximadamente 1995 a


2010, y en el ciclo anterior desde 1750 a 1763-64)

En este signo zodiacal, Plutón comienza a tranquilizarse y


a transferir e interpretar, a un nivel más mental, pero también
más general y público, el tipo de experiencias que marcaron
su tránsito por Escorpio. Después de la gran crisis emocional
que experimentó el hombre europeo en el año 1000 ( entonces
se esperaba el fin del mundo), cuando no ocurrió nada catas­
trófico, se produjo un gran renacimiento de la actividad cultu-
LOS PLANETAS TRANS-SATURNIANOS... 111

ral y viajes comerciales, estando Plutón en Sagitario. Podría­


mos esperar un desarrollo parecido cuando termine el siglo
veinte y cuando se reúnan una vez más siete planetas en
Tauro (2001). En el siglo XVIII el tránsito de Plutón por
Sagitario coincidió con la guerra entre Inglaterra y Francia
que empezó en América y se extendió por Europa. La derrota
de Francia preparó el terreno para el establecimiento de los
Estados Unidos, pero también para el asentamiento del Impe­
rio Británico, anticipando ambos la futura organización del
mundo. El libro de Jean-Jacques Rousseau, El contrato so­
cial*, publicado al final de este período, también fue un factor
que influyó en las revoluciones americana y francesa.

PLUTON EN CAPRICORNIO (aproximadamente desde 1754


hasta 1788)
Capricornio se refiere al establecimiento de esquemas so­
ciales a gran escala e instituciones políticas, pero también a su
cristalización, a la que Plutón se enfrenta y muchas veces
trastorna radicalmente. Los Estados Unidos de América em­
pezaron su curso bajo el tránsito de Plutón, que desafió los
derechos del rey inglés, especialmente en asuntos de la polí­
tica económica. Plutón está en la segunda casa de la carta
natal de los Estados Unidos con Sagitario ascendiendo, posi­
ción sumamente significativa conforme la nueva nación en­
contraba en su tierra natal unos recursos tremendos que
aprovechó, y de los que de hecho abusó a causa de la avaricia
corporativa y la ambición personal5 • En Francia la monarquía
se derrumbaba bajo una serie de escándalos. Muchas veces
Plutón saca a relucir la sombra del poder político o la ambi­
ción personal. Obliga a cualquier grupo atrincherado a renun­
ciar a sus privilegios y a enfrentarse a la revolución o a la
'La segunda casa trata de lo que el Yo encamado puede utilizar al nacer -su
cuerpo y capacidades innatas- para formar su personalidad individual. Cfr. The
Astrological Houses.
• Publicado por EDAF, 1982.
112 DIMENSION GALACTICA DE LA ASTROLOGIA

caída moral y espiritual. Parece probable que Plutón hubiera


entrado poco tiempo antes en Capricornio cuando Lutero
desafió a la poderosa y establecida Iglesia Católica.

PLUTON EN ACUARIO (1778 a 1797-98)

El desafío de Plutón se dirigió en esta época a los que


habían alterado el orden tradicional. Como los ideales tenían
que ser concretos y factibles, podían sobrevenir grandes pro­
blemas después del triunfo de los revolucionarios. A una
Declaración de los derechos idealista le siguió una constitu­
ción conservadora en EE.UU.; y, en Francia, Bonaparte soñó
con el imperio después de los años caóticos de la revolución.
Las bases de la revolución industrial fueron establecidas por
varios inventos tecnológicos, en especial la máquina de vapor
(Watts). El mensaje de Plutón en Capricornio es que, para que
sean efectivos los ideales, han de ser traducidos a alguna
forma de organización a gran escala. En la época en que
Plutón se desplazaba a través de Acuario en el siglo XVI, los
atrevidos europeos siguieron con su exploración y la con­
quista del Norte y Sur de América (Pizarro en Peru, Cartier en
Canadá).

PLUTON EN PISCIS (1798 a 1822-23)

Este fue el período napoleónico en Europa y una época de


agitación en la nueva nación americana. La aplicación de
máquinas de vapor en las vías férreas -la locomotora (1814)-,
el descubrimiento del electromagnetismo y su posterior apli­
cación a la telegrafía señalaron la expansión de la revolución
industrial que iba a minar el viejo orden europeo y americano.
Piscis puede ser el símbolo de una guerra interior contra los
fantasmas del pasado. Napoleón intentó destruir el viejo sis­
tema nacional de Europa, pero llegó a estar dominado por un
arquetipo aún más antiguo, el del imperio romano. Le falló su
LOS PLANETAS TRANS-SATURNIANOS... 113

«estrella». No había llegado la hora de que Plutón transfor­


mara la conciencia del género humano en conjunto. Sólo
funcionó -excepto en raros casos- a nivel inconsciente de la
mente planetaria, presionando continuamente donde quiera
que hubiera una mente individual receptiva.

PLUTON EN ARIES (1823 a 1851-52)

Aquí Plutón funcionaba sugiriendo al género humano,


tanto como el hombre pudiera recibir, directrices para un
nuevo orden mundial. En un principio, el período fue testigo
de una reacción contra el sueño napoleónico, pero de una
forma más «moderna» el imperio británico le sucedió y la era
victoriana consagró el poder de la nueva clase, la burguesía
-que de rechazo produjo la inevitable respuesta reflejada en el
manifiesto comunista de Marx y Engels. Un nuevo movi­
miento religioso que por primera vez anunció la llegada de un
orden mundial -el movimiento comenzado por el Bab en
Persia (1844), y sus miles de seguidores martirizados y trans­
formados después a la fe Baha'i- que trataba de conseguir la
unión de los seres humanos de cualquier raza y credo. «El
género humano» se convirtió no sólo en una palabra, sino en
una realidad global potencial. La ciencia moderna comenzó a
dominar la mentalidad colectiva del hombre occidental sobre
la base de la aplicación práctica de postulados y leyes univer­
sales establecidas durante los siglos XVI y XVII. Lo que había
empezado durante el Renacimiento con Plutón en Aries y
Tauro, vino, por tanto, a hacerse realidad después de un ciclo
entero de Plutón.

PLUTON EN TAURO (1852 a 1883-84)

Este fue el período del materialismo científico simbolizado


por la era victoriana y en Francia por los días del Segundo
Imperio que condujo al triunfo alemán. Fue una época en que
114 DIMENSION GALACTICA DE LA ASTROLOGIA

el poder era reverenciado como nunca lo había sido por las


naciones y los robber barons. Darwin, Marx, Pasteur y una
multitud de científicos e ingenieros establecieron las normas y
postulados que hicieron posible la estructura material de
nuestra moderna sociedad occidental. Los movimientos ro­
mánticos y humanitarios del período de Plutón en Aries se
amortiguaron. No obstante, la expansión del espiritualismo
americano, de la sociedad teosófica (que comenzó en Nueva
York en 1875), la ciencia cristiana y los varios intentos de
introducir la filosofía oriental en el Occidente actuaron como
contrapunto a la tendencia oficial de la ciencia moderna.

PLUTON EN GEMINIS (1884 a 1912-13)

Lo que se estaba estableciendo y aparentemente se conso­


lidó durante el tránsito de Plutón por Tauro se hizo no sólo
más intelectual, sino que también llevó a un estado de crisis
transformadora al moverse Plutón a través de Geminis. Este
fue el período en que se recogió la cosecha mental y espiritual
de la cultura europea; pero ésta reveló una necesidad decisiva
de un cambio fundamental, ya que tuvo como conclusión
trágica la Primera Guerra Mundial.
Plutón en Géminis influyó a través de la mente del hombre
que era perfectamente consciente de la necesidad de una
transformación radical de la mentalidad colectiva de nuestro
mundo occidental, y en los países no occidentales de lo que
quedaba de los viejos conceptos. Las conjunciones de Nep­
tuno y Plutón en los primeros grados de Géminis (1891-92)
resaltaron esta necesidad decisiva de renovación a lo largo de
líneas trans-saturnianas y transpersonales. Ese período de
veintisiete años, por tanto, debería considerarse la «culmina­
ción de la germinación» del último ciclo de Plutón que había
empezado a mediados del siglo XVII; simultáneamente, se
produjo el nacimiento de algunos hombres que fueron capa-
LOS PLANETAS TRANS-SATURNIANOS ... 115

ces de divulgar visiones intuitivas de una futura sociedad.


Estas percepciones arquetípicas en muchos casos se ocul­
taron durante el período entre las dos guerras mundiales
(Plutón en Cáncer), sin embargo, la presión ineludible de
nuevos desarrollos mundiales llevó a la segunda y trágica fase
del ciclo de Plutón (Plutón en Leo) con su énfasis en el poder
personal y los inventos imaginativos y tecnológicos, en espe­
cial la utilización de la energía atómica. La tercera fase
(Plutón en Virgo) reveló el triunfo de la tecnología Euro­
americana con sus computadoras y sus vuelos al espacio
exterior; y ahora estamos en la cuarta fase (Plutón en Libra)
que está trayendo al género humano la imperativa necesidad
de una organización mundial y una transformación radical de
todas las formas de relación interpersonal, intergrupal e inter­
nacional. Lo que seamos capaces de hacer al respecto deter­
minará el tipo de acontecimientos con los que el género
humano tendrá que enfrentarse en la quinta fase (Plutón en
Escorpio) -el período de prueba decisivo, que afectará a toda
la humanidad. Los individuos, grupos y naciones que hayan
tenido éxito (es decir, que hayan orientado galácticamente
su conciencia) avanzarán más por el camino del servicio y el
aprendizaje durante la sexta fase (Plutón en Sagitario); el resto
se desintegrará más o será absorbido como humus en un
futuro renacimiento de la civilización.

NEPTUNO EN WS SIGNOS DEL WDIACO

En este período de la evolución del hombre, el ciclo de


Plutón proporciona el ritmo básico del proceso de transforma­
ción humana. En este caso se puede hablar de profundas
corrientes oceánicas o, mejor aún quizá, del efecto de marea
de las fuerzas de gravitación externas a nuestro globo.
Cuando consideramos el ciclo de revolución a Neptuno a
través del zodíaco tropical, hemos de pensar en cómo este
116 DIMENSION GALACTICA DE LA ASTROLOGIA

vasto movimiento de marea se manifiesta según la forma


específica de la línea costera de las regiones continentales. En
algunos sitios las mareas apenas se notan; en otros, son muy
fuertes y el agua puede moverse bastante rápídamente. En
esta alegoría o comparación, la acción de Urano se refería al
poder del viento que produce tormentas y olas altas.
El Nodo Norte de Neptuno está localizado ahora a 11° 32'
del signo de Leo, pero se ha movido aproximadamente nedio
grado desde 1920, de modo que Neptuno alcanzó su Nodo
Norte alrededor del 1 de octubre de 1919. Estaba estacionario
a 11° 37' a mediados de noviembre, un año después de que se
firmara el armisticio que puso fin a la Primera Guerra Mun­
dial, y un año antes de la primera asamblea de la Liga de
Naciones en Ginebra (15 de noviembre, 1920) -el primer tipo
característicamente neptuniano de institución universal. La
Liga de Naciones formaba parte del tratado de paz que se
firmó el 28 de junio de 1919; pero el Senado de los EE.UU. se
negó a ratificarlo: esta negativa hizo inevitable la Segunda
Guerra Mundial y atrajo un fuerte karma antigaláctico hacia
nuestro país, por haberse opuesto a la marea neptuniana,
ineludible en última instancia.

NEPTUNO EN LEO (desde 1915 hasta 1928-29)

Como la revolución de Neptuno alrededor del zodíaco


tropical dura aproximadamente 164 años, este planeta entró
en el signo de Leo en 1751 y en 1587. Llegará una vez más a
este signo en el año 2079. Permanece en cada signo unos trece
años y medio. Desde 1970-71 se encuentra en el signo de
Sagitario, habiendo completado un tercio de su viaje zodiacal
desde que alcanzó su Nodo Norte en 1919.
El período 1915-1929 vio no sólo el final de la guerra y la
paz que no procuró paz sino también la llamada Edad del
Jazz, cuya ebullición y protestas fueron parcialmente debidas
LOS PLANETAS TRANS-SATURNIANOS... 117

a la trágica Ley Seca, conduciendo a la ascensión del crimen


organizado. Si Neptuno es el Disolvente Universal de la
Alquimia, este disolvente se convirtió entonces en alcohol
casero. Sobre todo, los dirigentes de las naciones -salvo
Woodrow Wilson- demostraron ser incapaces de aprehender
el espíritu internacionalista y de hermandad mundial neptu­
niano. Como resultado, el poder de Neptuno hizo al «Comu­
nismo internacional» una fuerza completamente ineficaz, en
tanto que la Liga de las Naciones daba bancazos en la
incertidumbre y la confusión. También durante este período la
gran epidemia de gripe de 1918-19 arrasó millones de vidas
humanas.
Los individuos nacidos mientras Neptuno pasaba por el
signo de Leo alcanzarón la mayoría de edad entre 1936 y
1950. Activos durante la gran Depresión, muchos murieron
durante la Segunda Guerra Mundial. Neptuno procuró trans­
mitirles el mensaje de su sentido de sí mismos -su ego- debía
perder su tradicional rigidez y abrirse al arquetipo de lo que,
entre ambas guerras mundiales, se hizo popular como el
Inconsciente. La psicología profunda se puso de moda, así
como la educación avanzada y progresista. El «New Deal» de
Roosevelt halló una entusiasta respuesta en muchos jóvenes,
porque ofrecía un nuevo campo de expansión del ego a nivel
social.

NEPTUNO EN VIRGO (1929-1942)

Este fue el período de depresión después del ilusorio


«boom» de los años de posguerra -y el comienzo de la
Segunda Guerra Mundial. La humanidad tenía que pagar por
haberse negado a escuchar el mensaje de Neptuno en Leo. En
Virgo, Neptuno busca espiritualizar el carácter crítico y analí­
tico de nuestro moderno intelecto, pero lo que podría ser un
estímulo para expandir la mente en términos universales a
118 DIMENSION GALACTICA DE LA ASTROLOGIA

menudo se convierte en una fascinación por los sueños gran­


diosos e irrazonables. Las fuerzas represivas del Inconsciente
colectivo pueden irrumpir en la consciencia inestable y adqui­
sitiva del ego y difundirse destructivamente, como ocurrió en
la derrotada Alemania. Semejante tránsito neptuniano ocurrió
entre 1765 y 1779; y a nivel constructivo tenemos el idealismo
de la Declaración de Independencia. Un tránsito anterior
comenzó en 1601 al terminar el reinado de Isabel y cuando
Galileo intentó dar a conocer públicamente el sistema helio­
céntrico.
Los individuos nacidos con Neptuno en Virgo llegaron a la
madurez durante la década de los 50 y de los 60 en este siglo,
comenzando la protesta juvenil contra nuestra sociedad racio­
nalista y tecnológica. Fueron los «beatniks» y la primera de
las generaciones psicodélicas. Escucharon, en trance, la voz
de Neptuno, pero a menudo no estaban preparados para
traducir lo que oían a un lenguaje de acción constructiva (ni se
les permitió que lo hicieran por parte de la «mayoría silen­
ciosa» y sus reverenciadas Instituciones).

NEPTUNO EN LIBRA (1942 a 1956-57)

Estos fueron los años de la guerra para América, y el


primer y muy breve contacto de Neptuno con el primer grado
de Libra en diciembre de 1941, coincidió con la primera
prueba controlada de reacción atómica en cadena en Chicago.
Se formaron las Naciones Unidas, llevando un poco más allá
el ideal neptuniano de sociedad mundial, que la Liga de
Naciones fue incapaz de encamar. La idea de «grupo» se
extendió gradualmente entre los buscadores espirituales, y la
psicología de grupo se volvió cada vez más aceptada. Nacie­
ron muchas naciones nuevas. El comercio y las finanzas
mundiales relacionaron los continentes cada vez más estre­
chamente, mientras que la televisión hizo posible que los
LOS PLANETAS TRANS-SATURNIANOS ... 119

seres humanos de casi todo el globo se identificaran con


pueblos de todas las razas y culturas. La música también se
popularizó enormemente, gracias a la radio, los magnetofones
y los altavoces electrónicos. Anteriores tránsitos de Neptuno
en Libra ocurrieron desde 1779 hasta 1793 (la lucha por la
creación de un Estado Federal Americano y la caída de la
monarquía en Francia) y desde 1616 hasta 1629-30 (la obra
Novum Organum, de Francis Bacon, cristalizó la influencia
de Neptuno en Virgo).
Los individuos nacidos con Neptuno en Libra llegan a la
madurez o ya la han alcanzado. Constituyen la generación de
la posguerra, enfrentada a la tarea de desarrollar nuevas
formas de relaciones interpersonales, sociales y políticas, bajo
la influencia de Neptuno. La mayoría ha tenido experiencias
con las drogas, en una sociedad dominada por los problemas
químicos y psicológicos. La pregunta es: ¿podrán responder
constructivamente y sin miedo al poder universalista, no
posesivo y no agresivo que la Galaxia ha estado enfocando a
través de Neptuno durante su juventud? ¿O se limitarán a
reaccionar confusamente al ácido neptuniano que busca siem­
pre disolver lo que ha rechazado el cambio y trabajar positi­
vamente cara a la transición total hacia la nueva era?

NEPTUNO EN ESCORPIO (1957-1970)

Este fue un período muy confuso, porque Escorpio se


refiere al impulso que existe dentro de los individuos a expe­
rimentar la fusión total con otro individuo, o una participación
muy íntima en un grupo cohesivo y más o menos ritualista
-siendo los grandes negocios el moderno tipo de vida ritua­
lista, en una sociedad enloquecida por el afán de lucro.
Cuando las energías neptunianas actúan sobre semejante im­
pulso, tienden a exagerar las experiencias de comunión, dán­
doles acentos cósmicos o místicos -aunque sólo se trate de la
120 DIMENSION GALACTICA DE LA ASTROLOGIA

mística del poder y del dinero. Pocas personas pueden afron­


tar el carácter trascendente y totalmente desconocido de estas
experiencias, y, por lo tanto, o se pierden psíquicamente en
sus resultados, o materializan y degradan las experiencias, lo
que conduce a la lujuria, el sadismo, la magia negra y todas
las formas de violencia.
Cuando los individuos nacidos bajo este tránsito de Nep­
tuno se enfrenten a la presencia de Plutón en Escorpio -en los
últimos años de la segunda década de su vida o antes- es
probable que tomen una forma definitiva e irremediable los
resultados de sus primeras experiencias, sea para bien o para
mal. Ellos y la generación caracterizada por el paso de Nep­
tuno por Libra podrán entonces decidir qué rumbo tomará
nuestra sociedad o su propio destino como individuos.
Neptuno entró en Escorpio en noviembre de 1792 (la etapa
del Terror durante la Revolución Francesa) y abandonó el
signo en 1806 después de que Napoleón se proclamara «Em­
perador de los franceses». El tránsito anterior duró desde
1629 hasta 1643, y puede asociarse al conflicto creciente entre
católicos y protestantes.

NEYfUNO EN SAGITARIO (1970-1984)

Los niños nacieron en este período con Neptuno en Sagi­


tario, refiriéndose a todo tipo de actividades expansivas,
físicas o metafísicas. A Sagitario pueden atribuirse los proce­
sos mentales que buscan comprender los principios y normas
de la estructuración y organización. Lo que comenzó con
Neptuno atravesando Leo, especialmente desde 1919, podría
alcanzar un alto nivel de eficiencia; y esta nueva generación
acaso lleve a la práctica algunos de los ideales que sobrevivie­
ron a las ruinas de la antigua cultura europea a raíz de la
Primera Guerra Mundial. Los niños y niñas nacidos en este
período llegarán a la plenitud de su juventud a principios del
LOS PLANETAS TRANS-SATURNIANOS... 121

siguiente siglo. Los que evolucionen significativamente du­


rante las dos últimas décadas de este siglo tendrán la oportu­
nidad de demostrar que son los arquitectos de una nueva
sociedad: los procesos reales de la construcción acaso deban
esperar hasta que Neptuno llegue a Capricornio. El mensaje
de Neptuno en este signo es que la humanidad no debe
permanecer en el nivel jupiteriano de ambición política y
directiva y deseo de poder. Debería enseñarse a los niños
nacidos en este período que únicamente los principios globa­
les -sociales, éticos, culturales o políticos- merecen la pena
defenderse. Mientras que Júpiter excluye lo extraño, Neptuno
acepta, evalúa y halla un lugar para cada uno de los elementos
más dispares.
Neptuno estuvo en Sagitario desde 1806-07 hasta 1820-21.
El sueño napoleónico se hizo trizas y en el proceso Inglaterra
y los EE.UU. lucharon una guerra indefinida. Al mismo
tiempo, se formaron los países sudamericanos, que pueden
tener un gran futuro al terminar este siglo. México y Brasil
lograron su independencia cuando Neptuno entró en Capri­
cornio en conjunción con Urano. Un ciclo antes, Neptuno
entró en Sagitario en 1643, dejando el signo en 1656-57. Este
fue el período de Cromwell y el triunfo de los puritanos.
Triunfaba el espíritu racionalista del período clásico, aunque
también operaban ciertas fuerzas contraculturales. No obs­
tante, el hobre todavía no era consciente de la existencia de
Neptuno y no había llegado la hora de dar a conocer la
naturaleza del mensaje galáctico del planeta a toda la humani­
dad.

NEPTUNO EN CAPRICORNIO (1984-1998)

Durante este tránsito, Neptuno participa en una conglome­


ración de muchos planetas en este signo zodiacal. Después de
122 DIMENSION GALACTICA DE LA ASTROLOGIA

1988, Saturno y Urano se unirán a Neptuno, con Marte


también de paso durante algún tiempo en Capricornio ( 1988 y
1990). En 1990 Júpiter estará en oposición al grupo de plane­
tas, al que se incorporarán Venus y Mercurio durante enero­
febrero. Este podría ser un período muy conflictivo, que
acaso involucre cambios telúricos, así como presiones políti­
cas fuertes. También podría asistirse a un intento de construir
un estado global o la difusión de una religión mundial autorita­
ria. El tránsito de Plutón a través de Escorpio, en sextil con el
grupo de planetas de Capricornio, puede resultar el factor
dominante durante ese período.
Neptuno estaba en Capricornio cuando Luis XIV gobernó
autocráticamente Francia y durante el triunfo del espíritu
clásico. En Inglaterra estal ló el gran incendio de Londres y
tuvo lugar la restauración de la monarquía, después de la
muerte de Oliver Cromwell (1658). Neptuno alcanzó Capri­
cornio en conjunción con Urano en 1820-21, y dejó el signo en
1834. Las fuerzas reaccionarias dominaron Europa en esta
época. Se construyeron los primeros ferrocarriles. Pero en
1830 un emergente espíritu revolucionario colocó en el trono
de Francia al rey burgués Luis Felipe I, y se sucedieron otras
revoluciones políticas, que eventualmente condujeron a los
cambios más radicales de 1848.

NEPTUNO EN ACUARIO (1834 a 1848; y después de 1998)

Neptuno en Acuario llegó a su Nodo Sur en la época en


que se descubrió en 1846. A partir de entonces, se hace cada
vez más evidente su capacidad de concentrar sobre los huma­
nos el aspecto de poder galáctico al cual está sintonizado. Su
descubrimiento corresponde al comienzo de varios movimien­
tos ya mencionados, todos los cuales están encaminados a
unificar grandes colectividades por todo el mundo y -al menos
idealmente- a toda la humanidad. Así, lo que sucedió en el
LOS PLANETAS TRANS-SATURNIANOS ... 123

siglo XIX evoca la fuerte posibilidad de que una actividad


global semejante pueda transformar a la humanidad desde
1998 hasta aproximadamente los años 2011-12, cuando el
planeta llegue una vez más a Acuario. En mayo· del año 2000,
todos los planetas heliocósmicos, más el Sol y la Luna -siete
planetas juntos- concentran su poder en Tauro, en cuadratura
a Urano y Neptuno en Acuario: ¡interesante comienzo para el
siglo XXI!

NEPTUNO EN PISCIS (1848 a 1862)

En Piscis, Neptuno está en el signo zodiacal donde es más


eficaz, y vemos las fuerzas neptunianas en acción disolviendo
las estructuras del pasado. Esta es la Era Romántica y la del
triunfo de la burguesía, de la riqueza y de la alta clase media.
El emperador austríaco, Francisco José 1, llegó al trono en
1848, y su largo reinado, que concluyó en 1916, señaló la
desintegración progresiva de Europa Central y del antiguo
concepto imperial heredado de la Roma de los Césares. Fue la
época victoriana en Inglaterra y la del Segundo Imperio en
Francia; mientras que, en América, los EE.UU. aumentaron
enormemente su territorio después de la guerra contra México
y cuando la Fiebre del Oro condujo a los hombres hacia el
oeste. Japón se vio obligado a abrir su puerto al comercio
extranjero; la ascensión de esta nueva potencia asiática tuvo
grandes consecuencias, que concluyeron un siglo después, en
Pearl Harbor.

NEPTUNO EN ARIES (1861 a 1875)

Este fue el período de la ascensión de Alemania, cuyo


arquitecto fue Bismarck. Italia también se unificó y el Papado
124 DIMENSION GALACTICA DE LA ASTROLOGIA

se vio privado de su poder. La Guerra Civil americana co­


menzó en abril de 1861, en el momento en que Neptuno
entraba en Aries durante unos pocos meses para regresar a
Piscis hasta febrero de 1862. Se formó de hecho una nueva
nación, bajo la presión de la expansión industrial y la destruc­
ción de la cultura del sur. En tanto que Saturno hace referen­
cia a unos principios de organización relativamente estrechos
y locales, Neptuno simboliza unas estructuras más amplias y
globales -es decir, «Federales» más que «Estatales». Se esta­
bleció así el escenario para el desarrollo de grandes naciones
con intereses y ambiciones mundiales, y el colonialismo.
Entre los hombres nacidos con Neptuno en Aries, encontra­
mos a Lenin, Sri Aurobindo (uno de los primeros hindúes en
luchar por la independencia de su país) y a Gandhi.

NEPTUNO EN TA URO (1874-75 hasta 1888)

El colonialismo dominaba entonces el escenario mundial,


Africa estaba casi completamente dividida entre naciones
europeas. Neptuno participó en una constelación masiva de
seis y hasta siete planetas en este signo zodiacal de producti­
vidad y materialismo (1881-82). El presidente Franklin D.
Roosevelt y un número de estadistas y filósofos que se hicie­
ron famosos unos cincuenta años después, nacieron en este
período, así como el psicólogo Carl Jung y el papa Juan
XXIII.

NEPTUNO EN GEMINIS (1888-89 hasta 1901-02)

El acontecimiento astrológico más importante de ese


período fue la conjunción de Neptuno y Plutón en 1891-92.
Marcó el principio de un ciclo de quinientos años y el de una
LOS PLANETAS TRANS-SATURNIANOS ... 125

gran revolución científica que pronto había de alterar la mayo­


ría de los conceptos básicos que se daban por supuestos
durante el siglo XIX. Respaldado por el todavía desconocido
planeta Plutón, Neptuno transmitió a la humanidad nueva
información cósmica que volvió anticuadas las antiguas cate­
gorías intelectuales. Al comenzar el siglo XX, Neptuno y
Plutón en Géminis estaban en oposición a todos los demás
planetas, con siete de ellos -incluidos el Sol y la Luna­
reunidos en Sagitario durante la Luna Nueva (eclipse solar)
anterior al 1 de enero de 1900, al comenzar el siglo (caracteri­
zado por los dígitos 19). La física cuántica y la psicología de
Freud abrieron las puertas de las transformaciones mentales.
Al mismo tiempo, los EE.UU. se embarcaban en una política
internacional expansionista, que Theodore Roosevelt había de
implementar con vigor característico al convertirse en presi­
dente -sentando así las bases de este país como potencia
mundial, como pronto se demostraría.

NEPTUNO EN CANCER (1902 a 1913-15)

Este período, al que se ha llamdo La Grande Epoque, fue


el canto del cisne de la antigua cultura europea y el inicio de
los conflictos políticos que condujeron en último término al
avance del ejército alemán en Bélgica y Francia, y, en conse­
cuencia, la Primera Guerra Mundial. En 1914 Neptuno en­
traba en Leo después de que Plutón se estableciera en Cáncer
junto con Saturno. El anterior desafío en Géminis a la menta­
lidad colectiva del hombre occidental se dirigía ahora hacia su
orgulloso ego (Leo) y su fundamento, el hogar patriarcal, así
como a su modo tradicional de vida (Cáncer).
Muchos de los líderes actuales nacieron con Neptuno en
Cáncer, unos pocos con Neptuno en Géminis. Como hemos
visto, Neptuno alcanzó su Nodo Norte en 1919-20, en el grado
12 de Leo, donde Júpiter se incorporó en el momento en que
126 DIMENSION GALACTICA DE LA ASTROLOGIA

el presidente Wilson intentó sin éxito que el Senado ratificara


el tratado de paz, permitiendo así la participación de los
EE.UU. en la Liga de Naciones. Este fallo condujo a las
trágicas tensiones y protestas indignadas conectadas con el
tránsito de Neptuno a través de Escorpio, cuarenta años
después, y 90 grados zodiacales más adelante condujo sobre
todo al desastre de Vietnam, resultado kármico largo tiempo
propuesto del aislamiento norteamericano y el miedo a la
Rusia Soviética que ha sido característico de la política de
nuestro país desde la década de 1920.

URANO EN WS SIGNOS WDIACALES

Urano dedica un promedio de 83,75 años a rodear el


zodíaco tropical, y permanece siete años en cada signo. Su
Nodo Norte estaba a los 13° 51' de Géminis en 1973, avanzando
aparentemente a razón de 18 segundos al año. Por lo tanto,
ah0ra debería estar localizado en el quinceavo grado de Gémi­
nis. La travesía heliocéntrica del planeta Urano por su Nodo
Norte (también heliocéntrico) ocurrió el 20 de julio de 1945,
cuatro días después de la primera explosión atómica en Ala­
magardo, Nuevo México. La anterior tuvo lugar en junio de
1861, poco después de la elección de Lincoln y el comienzo
de la Guerra Civil. Otras travesías ocurrieron en 1777 durante
la Guerra de Independencia, y en 1693, 1609 y 1526.
Parece difícil interpretar exactamente en términos genera­
les los mensajes de Urano a la humanidad y especialmente a
los individuos, porque están condicionados por necesidades
particulares, que dependen del modo en que ha operado
Saturno. El propósito de Urano es interrumpir la continuidad
de las estructuras y normas satumianas, de modo que en el
lugar y tiempo de la ruptura pueda experimentarse algún tipo
de visión orientada hacia la galaxia, o algún tipo de pensa­
miento o revelación intuitivos.
LOS PLANETAS TRANS-SATURNIANOS... 127

Hablando en términos generales, durante el tránsito de


Urano a través de un signo zodiacal, se permite operar a los
aspectos anormales y trascendentales del modo de actividad
representado normalmente por el signo, donde quiera que los
modos satumianos socioculturales de vida y hábitos personales
han perdido algo de su prestigio y validez incuestionable. Pero
no es fácil determinar cuáles son estos «aspectos anormales y
trascendentales». Lo esencial es que las estructuras tradicio­
nales, normales y formales de comportamiento, sentimiento y
pensamiento hayan conducido al sufrimiento, la frustración, el
fracaso y la tragedia, o incluso al aburrimiento extremo y a un
sentido de total futilidad vital. Cuando esto ocurre, Urano
siempre está preparado para actuar, y actúa más específica­
mente en términos de las posibilidades inherentes al tipo de
energía que caracteriza al signo zodiacal en donde está si­
tuado en ese momento. El proceso uraniano también está
determinado por lo que permitan en ese momento los aspectos
planetarios, y, por lo general, se ocupa de experiencias relati­
vas a la Casa de la carta natal que el planeta cruza en tránsito
en ese momento.
Si se quiere comprender la posición de U rano en una
carta natal -ya sea la de una colectividad o la de una persona
individual- es lógico esperar que dicha posición zodiacal esté
de algún modo relacionada con el karma de la persona, o con
alguna tendencia inerte inherente a la naturaleza del individuo
en sentido kármico. Urano actúa donde, en alguna época
pasada, ha habido servidumbre y comportamientos compulsi­
vos. Cuando Saturno y Urano están en el mismo signo,
probablemente los individuos nacidos en ese momento expe­
rimentarán una presión kármica especialmente fuerte. El pe­
ríodo promedio entre las conjunciones de ambos planetas es
aproximadamente cuarenta y cinco años. Estaban en conjun­
ción en Libra en 1805 (desafío napoleónico a la antigua
aristocracia europea); en Tauro en 1852, en Escorpio (tres
veces) en 1897, y en Tauro en 1942. Estarán nuevamente en
conjunción tres veces durante 1988, en el signo de Sagitario,
128 DIMENSION GALACTICA DE LA ASTROLOGIA

época en que acaso asistamos a una notable transformación


religiosa y social, que puede afectar en especial a los
EE.UU, cuya carta natal tiene un ascendente en Sagitario
(4 de julio, 1776, 5:12 pm, Filadelfia)6 • Las conjunciones men­
cionadas en último término ocurren en los últimos grados de
Sagitario, cerca del punto en que el centro de la Galaxia se
refleja en el zodíaco tropical. A continuación, Saturno y
Urano se unirán a Neptuno en Capricornio, con Júpiter en
oposición desde Cáncer, signo también muy realzado en la
carta de los EE.UU. por la presencia del Sol, Venus, Júpiter y
Mercurio en Cáncer.
En la carta del siglo XX (medianoche del 1 de enero de
1900), y en la de la Luna Nueva precedente, importante para
estudiar las fuerzas vitales activas durante el siglo, se aprecia
que Urano y Saturno están en Sagitario, rodeados por muchos
planetas y en oposición a Neptuno y Plutón en Géminis
-notable símbolo de los conflictos básicos ideológicos y so­
ciopolíticos que caracterizan nuestro siglo. El desafío ura­
niano se concentra en todo lo que representa Sagitario, en las
esferas religiosa, social y filosófica. En esta época la teoría de
los quantum de Planck revolucionó los principios de la física,
y Freud realizó algo análogo en el campo de la psicología. La
era victoriana concluyó en 1901. El asunto Dreyfus trastornó
la homogeneidad del pueblo francés, desafiando la integridad
de los sistemas jurídico y militar y abriendo una etapa de
conflictos entre el Estado y la Iglesia. Alemania comenzó a
construir una armada poderosa, desafiando así las bases del
poderío de Inglaterra. Comenzó la guerra entre España y
Cuba, parcialmente iniciada por William Randolph Hearst y
sus periódicos sensacionalistas, cuando Urano (seguido de
cerca por Saturno) entraba en Sagitario. Urano estaba en
Sagitario, a 13° 6' del grado del ascendente de la carta de los
EE.UU. cuando dispararon al presidente McKinley el 14 de

6
Cfr. The Astrological of America's Destiny (Nueva York, Random House, 1974).
LOS PLANETAS TRANS-SATURNIANOS... 129

septiembre de 1901 -una de las muchas justificaciones para


este grado de Ascensión. La poderosa y agresiva Administra­
ción de Theodore Roosevelt comenzó una nueva etapa en el
desarrollo de la conciencia colectiva del pueblo de los
EE.UU.
Cuando Urano entró en Capricornio en 1905, se adquirió
el Canal de Panamá y acababa de empezar la guerra ruso­
japonesa, lo que desvió la atención del país hacia el Pacífico y
condujo al papel de mediador del presidente Roosevelt en la
mesa de negociaciones para la paz, papel que encolerizó a los
japoneses. El gran terremoto y el incendio de San Francisco
ocurrieron en 1906. Nuevas fuerzas comenzaron a actuar en el
mundo artístico, desafiando los estilos e instituciones conven­
cionales (el cubismo con Picasso, la influencia oriental en los
ballets rusos de Diaghilev, etc.). Por toda Europa fermenta­
ban los signos de los nuevos tiempos, bajo una brillante
fachada de prestigiosa cultura. Alemania aumentaba su desa­
fío hacia Inglaterra y Francia. La frustrada revolución de 1905
en Rusia anunciaba la futura insurrección.
La entrada de Urano en Acuario durante el invierno de
1912 marcó el comienzo del proceso que condujo a la Primera
Guerra Mundial. La primera Guerra Balcánica comenzó en el
otoño de 1912, siendo precedida por una guerra entre Italia y
Turquía. El verano de 1914 vio el inicio de la Primera Guerra
Mundial, al atravesar Saturno la Casa séptima (los Aliados) de
la carta natal de los EE.UU. Si Acuario es el signo de las
«reformas», el tránsito de Urano por éste durante toda la
guerra indica de qué modo puede operar un tránsito de Urano.
La guerra representó un tipo especial de enfoque de la trans­
formación de la humanidad, sobre todo en el mundo Occiden­
tal. La revolución bolchevique tuvo lugar en noviembre de
1917. Los individuos nacidos durante la guerra, llevan, por lo
tanto, la firma astrológica de Urano en Acuario. Después de
alcanzar la mayoría de edad, hubieron de enfrentarse a la
Segunda Guerra Mundial.
Urano estaba en Piscis entre 1919-20 y la primavera de
130 DIMENSION GALACTICA DE LA ASfROLOGIA

1927; éste fue el período de la Era del Jazz, de la Ley Seca,


del «boom» financiero. En Alemania y Europa central fueron
años trágicos. La Rusia soviética luchaba en medio de radica­
les reformas sociales y el hambre, y sufría la hostilidad de los
«Aliados» capitalistas. Muchos intelectuales norteamericanos
emigraron a Europa occidental, donde el dadaísmo, el surrea­
lismo y el expresionismo alemán cautivaban a una «intelli­
gentsia>, trágicamente consciente de la desintegración cultural
y del final de un ciclo (Piscis).
La llegada de Urano a Aries en 1927 no mejoró las cosas,
al menos exteriormente. Condujo, primero en Europa y luego
en los EE.UU., a la gran depresión económica. Pero Urano
todavía estaba en Aries cuando Franklin D. Roosevelt accedió
al poder y contuvo el colapso del capitalismo, por lo cual los
poderosos (paradójicamente) llegaron a odiarle. No obstante,
transformó el Gobierno de los EE.UU. y, mediante un fuerte
impuesto sobre la renta, muchos de los aspectos de la vida de
los norteamericanos. El poder de las universidades y de las
fundaciones educativas o religiosas de los EE.UU., dirigidas
en su mayoría por profesores o poderosos hombres de nego­
cios, produjo un profundo cambio en la vida cultural del país,
un cambio cuya naturaleza y alcance no se aprecia lo sufi­
ciente. Progresaron rápidamente la tecnología y la transfor­
mación de todos los conceptos relacionados con la dirección y
gestión empresarial.
El período caracterizado por el tránsito de Urano a través
de Tauro (1935-1942) constituyó el preludio de la Segunda
Guerra Mundial y a la subida de Mussolini, Hitler y los
militares japoneses. El mundo occidental luchaba para salir de
la depresión económica y el desempleo, y la atención de la
humanidad se concentraba en problemas taurinos de produc­
tividad. La guerra realmente comenzó con el ataque de Japón
contra Etiopía, la Guerra Civil española y la invasión de
China por Japón en 1936. Se dividió el átomo de uranio en
1939 y la primera reacción atómica controlada tuvo lugar el 2
de diciembre del mismo año. El ataque de Pearl Harbor (7 de
LOS PLANETAS TRANS-SATURNIANOS... 13 I

diciembre de 1941) ocurrió cuando Urano, todavía en Tauro,


había llegado a la estrella Alcyone en las Pléyades, estrella
que las antiguas leyendas consideraban el centro alrededor del
cual gira nuestro sistema solar -¡ acaso ahora centro obsoleto
de una humanidad que había adquirido el conocimiento global
de todos sus elementos empleando el crisol de la tragedia
colectiva!
El tránsito de Géminis duró hasta el verano de 1949.
Hemos mencionado ya que Urano alcanzó su Nodo Norte en
la época de la primera explosión de una bomba atómica.
Después de esa fecha, la posibilidad de emplear la energía
atómica domina el escenario mundial, así como la notable
ascensión de la Rusia soviética como gran potencia capaz de
desafiar a los EE.UU. La juventud airada de la década de
1960, no sólo en Norteamérica sino en todo el mundo, nació
con Urano en Tauro y Géminis; algunos de sus primeros
inspiradores respondieron al desafío transformador de Urano
en Aries (1927-35). Urano en los signos zodiacales de prima­
vera tiende a generar una ansiedad y deseo por la acción.
A medida que una nueva generación, nacida con Urano en
Cáncer (desde 1949 hasta 1955-56) llega a la madurez, ad­
quiere cada vez más importancia el impulso de transformar las
estructuras más profundas de la consciencia y de desarrollar
un conocimiento más allá del alcance de la mente contro­
lada por el ego, de aquí procede la atracción ejercida por las
técnicas asiáticas como el yoga, el zen y la meditación tibe­
tana -y también por todas las formas de parapsicología,
curación psíquica, clarividencia y viajes astrales.
Urano estuvo en Leo hasta 1962, y los adolescentes de la
actualidad tenían tal configuración astral en el momento de su
nacimiento. Muchos serán probablemente líderes importantes
en la época de la crisis mundial que se predice poco antes y
después del año 1990, cuando llegarán a los veinte años. Los
niños nacidos con las conjunciones masivas de planetas en
Acuario durante febrero de 1962 todavía tenían a Urano
retógrado en Leo, en conjunción a la estrella real, Regulus.
132 DIMENSION GALACTICA DE LA ASTROLOGIA

Pueden jugar un papel especialmente significativo, así como


los niños más jóvenes nacidos en la época de la conjunción de
Urano y Plutón en Virgo en 1965-66-¡un período muy intenso
para nacer! Tendrán veinticinco años en 1990, treinta y cinco
al iniciarse el nuevo siglo. Con todo, el impulso básico puede
que lo den los individuos nacidos cuando Urano atravesaba
Tauro y Géminis.
Al tratar con los lentos planetas trans-satumianos en las
cartas natales individuales, deberíamos prestar atención espe­
cíficamente a sus posiciones en las Casas natales, luego al
momento en que cruzan los cuatro Angulos y el Sol y la Luna
de la carta natal. El tránsito de Urano por el Sol natal de una
persona, en casi todos los casos, indica un cambio básico en
su estructura vital y/o consciencia, aunque tal cambio básico en
temente puede adoptar una inmensa variedad de formas.
Algunos son claramente positivos e inspiradores, en tanto que
otros parecerán en principio negativos si constituyen desafíos
que al menos parecen prematuros y demasiado difíciles para
el individuo. En otros casos, es el tránsito por el ascendente o
la Luna el que concentra la oportunidad más elemental para la
transformación vital.
Las Casas donde están localizados Urano, Neptuno y Plu­
tón indican la categoría de experiencias con más probabilida­
des de convertirse en canales para la transformación de la
personalidad controlada por Saturno y fascinada por el Sol, en
un «recipiente» abierto capaz de absorber los valores y la
inspiración galácticos. Todo en una carta natal nos dice lo que
es mejor para nosotros. Revela cuáles son las condiciones
óptimas para usar las funciones simbolizadas por los planetas
(incluyendo siempre al Sol y la Luna) en la realización de
nuestro «dharma» -de nuestro «ser auténtico» y nuestro des­
tino. Dicha realización podría dar lugar a lo que solemos
considerar tensiones, confrontaciones duras, enfermedades, o
la pérdida de lo que valoramos emocionalmente; pero el
camino humano, si está iluminado, aunque sea poco, por la
luz espiritual de la consciencia galáctica, requiere de aquellos
LOS PLANETAS TRANS-SATURNIANOS... 133

que conscientemente lo recorren el valor y la disposición para


aprender a absorber y asimilar, y luego transmutar y transfi­
gurar, el sufrimiento y la tragedia. Este es el camino y el
modo de encarnarse la idea divina en los materiales resisten­
tes y oscuros, los restos de los asuntos inconclusos de ciclos
pasados7 •

7
Para un estudio del significado general de Urano, Neptuno y Plutón en las Casas
natales, véase The Astrological Houses.
6
LOS CICLOS INTERPENETRANTES
DE URANO, NEPTUNO Y PLUTON

Es muy significativo el que los períodos de revolución en


tomo al Sol de los tres planetas trans-satumianos estén rela­
cionados en los términos matemáticos más sencillos. El pe­
ríodo de Neptuno es doble -y el de Plutón, el triple- que el de
Urano. Urano, por lo tanto, representa la unidad básica en el
mencionado desafío de los tres planetas a las combinaciones
de Saturno-Júpiter y Marte-Venus-Mercurio. Lo que Urano
comienza, Neptuno lo complementa y extiende, y Plutón
finaliza. En casi todos los sistemas de simbolismo se dice que
las operaciones (o experiencias) que se repiten tres veces han
alcanzado el rango de irrevocables. Aunque sea así, al menos
al nivel arquetípico, cuando un sistema material se opone a
una fuerte resistencia inerte al cambio, este ritmo de tres pasos
tendrá que repetirse durante mucho tiempo antes de lograr
su propósito 1 •
Desde el punto de vista galáctico presentado en este libro,
el hecho básico es que tratamos con un vasto proceso de
transformación: debería poderse regular su evolución estu­
diando las interrelaciones que vinculan los ciclos de los tres

'Si se me permite intercalar aquí una nota extravagante, el proceso es comparable


al de un antiguo vals. Después de girar rápidamente un número determinado de
vueltas, el hombre y la mujer que lo bailan caen, mareados, uno en brazos del otro y
logran lo que estaban destinados a hacer desde el comienzo de la danza cósmica.
LOS PLANETAS TRANS-SATURNIANOS... 135

planetas. Hay años durante los cuales los tres planetas están
en conjunción, o al menos casi en conjunción, aunque los
años exactos en que ocurre tal triple conjunción sigan sin
saberse, debido a que el modelo de las revoluciones de Plutón
no está determinado con precisión y a que las influencias
trans-plutonianas suelen estar activas durante largos períodos.
No obstante, parece bastante seguro que durante las primave­
ras de los años 576 y 575 antes de Cristo, Urano, Neptuno y
Plutón estaban casi en conjunción en la mitad del signo de
Tauro. En el 1082 antes de Cristo aparentemente estaban
todos en Aries -pero apartados cierto número de grados. En
el 4517 antes de Cristo puede haber ocurrido una triple
conjunción o casi-conjunción, y podría esperarse que se repi­
tiera alrededor de 2800 después de Cristo. Es de esperar que
pronto dispongamos de una imagen realmente fiable de las
interacciones cíclicas triples entre estos planetas, si bien ello
requiere la programación exacta de ordenadores, y las fór­
mulas que se han utilizado parecen variar ligeramente. Si
pudieran obtenerse datos definitivos, tendríamos un panorama
más objetivo de la evolución de la humanidad, especialmente
durante el breve período de cinco mil años a que se refiere
casi todo el estudio de la historia en la actualidad.
Puede ser acertado mencionar aquí lo que llamamos «his­
toria», especialmente en el sentido semi-místico que dieron a
la palabra algunos filósofos del siglo pasado, se refiere única­
mente a la consciencia actual del hombre occidental, en el
proceso de conformar en una secuencia ordenada y significa­
tiva la memoria racial encamada en su cultura particular. La
historia se refiere a la subjetividad colectiva de una cultura, o
hasta de una comunidad especial o grupo religioso. No sólo
encama los llamados hechos y registros, sino también su
interpretación. En las culturas antiguas, la historia tenía una
naturaleza esencialmente arquetípica, pues trataba, en primer
lugar, de procesos transfísicos y transreales, por ejemplo, los
grandes yugas y mahayugas de los visionarios-filósofos in­
dios. Actualmente, en nuestra materialista cultura euro-
136 DIMENSION GALACTICA DE LA ASTROLOGIA

americana la historia se ha convertido en la búsqueda acadé­


mica y la interpretación de registros y testimonios concretos
de unos «hechos». ¿Pero qué es exactamente un «hecho»?
¿No se trata únicamente de lo que la mayoría de la gente
acuerda aceptar como tal, muy a menudo ignorando fuerzas o
agentes invisibles o desconocidos, que son los verdaderos
actores?
Los ciclos astronómicos deberían ayudarnos a comprender
no sólo los vastos ritmos de marea de la evolución del
hombre, bajo todas las diferentes olas que acompañan a la
formación, culminación y desintegración de culturas locales,
sino también el lugar que ocupa nuestra época actual en la
marea planetaria de la evolución de la consciencia humana. El
comienzo de la etapa particular de evolución humana que
actualmente parece haber llegado a un punto decisivo y cru­
cial puede remontarse a la triple conjunción de Urano, Nep­
tuno y Plutón durante el siglo sexto antes de Jesucrist<>2. En
este siglo vivieron y enseñaron Gautana, Buda, Pitágoras,
Zoroastro (el último de una serie de profetas del mismo
nombre -según las doctrinas esotéricas de los parsis-, Lao­
Tsé y otros grandes personajes. Este siglo marcó los comien­
zos concretos de nuestra civilización occidental, aunque po­
damos hablar de raíces anteriores relativas al teísmo del
Bhagavat Gita y a las influencias prenatales de los pueblos
hebrero, caldeo y egipcio.

EL CICLO NEPTUNO PLUTON

En el curso de unos veinticinco siglos ha habido varias

2
En The Secret Doctrine (feosophical Publishing House), H. P. Blavatsky men­
ciona, sin explicaciones, el año 607 antes de Cristo como «el fin de las Edades
Arcaicas».
LOS CICLOS INTERPENETRANTES DE URANO, NEPI'UNO Y ... 137
conjunciones de Neptuno y Plutón: durante la primavera del
82 antes de Cristo (con Urano entrando en Aries, y con
Júpiter y Saturno en conjunción en el 84 antes de Cristo y en
cuadratura a Neptuno y-Plutón); en el 410 después de Cristo;
en el 903; en 1397 -aparentemente, la primera conjunción en
Géminis, y en 1891-1892. Esto significa que entre el 576 antes
de Cristo y el año 1891 después de Cristo han ocurrido cinco
de estos ciclos Neptuno-Plutón, y que ahora asistimos al
sexto. Estos números son muy reveladores, de acuerdo a su
naturaleza esotérica.
El período del 576 al 82 antes de Cristo tiene el Número 1
característico de un nuevo comienzo. Desgraciadamente, fue
un comienzo fatalmente distorsionado por los fantasmas del
pasado, al mismo tiempo que se reaccionó intelectualmente
contra este pasado, sin poder advertir de qué modo el nuevo
impulso creador se relacionaba con la cosecha espiritual de la
que había surgido. Esta fue la tragedia de la cultura ateniense,
basada en la esclavitud y soñando con la democracia, e
intentando integrar las experiencias de los misterios de Eleu­
sis y Orficos con el nuevo escepticismo de Sócrates y el
intelectualismo de los sofistas.
El segundo período asistió a la ascensión y desarrollo del
imperio romano, que dejó su impronta imborrable en la civili­
zación europea. Lo que había sido el ideal griego (período
número 1) tomó la forma del ciudadano romano (Número 2).
El concepto de «persona legal» (tanto colectiva como indivi­
dual) halló su correspondencia espiritual en el ideal de Jesús
de que cada hombre es «Hijo de Dios» y, por lo tanto, dotado
de una chispa divina inmanente -la semilla de Dios en su
interior.
El tercer período vio el triunfo del cristianismo y la deca­
dencia de la Roma imperial (Alarico destruyó Roma en el 410
después de Cristo, aproximadamente la época de la conjun­
ción de Neptuno y Plutón). Si bien las etapas 1 y 2 contienen
demasiada penumbra y oscuridad, la número 3 es destructiva
y produce el caos de donde pueden nutrirse las raíces de un
138 DIMENSION GALACTICA DE LA ASTROLOGIA

nuevo intento, si bien éste ha de operar en una especie de


pesada nube que distorsiona las fuentes originales de la cul­
tura. El Islam, en respuesta al relativo fracaso espiritual de la
cristiandad, conquistó casi todos los países meridionales an­
taño dominados por el Imperio Romano. El Papado adquirió
poder político, y ello condujo a una segunda esfera de conflic­
tos durante el período número 4, desde el 903 después de
Cristo hasta 1397. Este fue el período de las Cruzadas y del
gran Orden Europeo medieval dominado por una iglesia pode­
rosa en lucha contra los ambiciosos emperadores sacros, así
como contra las ideas del cercano Oriente introducidas por los
árabes.
El quinto período comenzó con el movimiento humanista,
el Renacimiento y la colonización de las Américas. Vio el
triunfo del racionalismo, empiricismo, mecanicismo y materia­
lismo. El número 5 es el símbolo de la mente, pero cuando la
mente evoluciona sobre el principio de un enfoque formalista,
personalista y rígido de la espiritualidad, se ve obligado a
convertirse en igualmente dogmática en sus intentos de re­
forma de todo lo que la todavía poderosa herencia religiosa
había degradado y dejado sin cultivar. Por lo tanto, la mente
se convierte en empírica y racionalista, tan interesada en
tratar únicamente con el mundo material que se conforma y
moldea según los ritmos de la materia.
El sexto período comenzó en 1891-1892 con el descubri­
miento de los rayos X, la radiactividad, el quantum, y la
famosa fórmula de Einstein, que reduce la materia a la energía
y convierte la luz en el alma del espacio. Al iniciarse el siglo
XX, la oposición de Urano (y de todos los demás planetas) a la
conjunción de Neptuno y Plutón anunció simbólicamente una
era de conflictos ideológicos, así como de brutales guerras
internacionales -la «Guerra Civil del Hombre». Actualmente
nos encontramos en el principio del último cuarto de siglo, y
la relación de Neptuno y Plutón asumirá unas características
muy especiales.
Debido a la forma sumamente alargada de la órbita de
LOS CICLOS INTERPENETRANTES DE URANO, NEPTUNO Y... 139

Plutón, durante unos pocos años, en cada revolución del


planeta alrededor del Sol, se acerca más a éste -así como a la
Tierra-, que Neptuno. Al ocurrir esto podemos decir, al
menos simbólicamente, que Plutón penetra en la órbita de
Neptuno. He interpretado esta penetración como una ciase de
proceso interplanetario de «fecundación». Esto sucede apro­
ximadamente cada 248 años y (según el Observatorio Naval de
Washington DC) tendrá lugar entre 1978 y el año 2000. Plutón
está a punto de su órbita que se encuentra más cerca del Sol
(perihelio) en 1989, presumiblemente a los 13° de Escorpio.
Estos períodos de fecundación de la órbita de Neptuno por
Plutón han demostrado ser muy significativos en la historia de
Europa. Señalaron sucesos bastante cruciales, a largo plazo, a
mediados del siglo XVIII, en la época del «descubrimiento» de
América por Colón y en el Renacimiento (1841-1503), durante
la gran época de las catedrales góticas y de luchas entre los
papas y emperadores; en la época crítica del año 1000, que en
Europa se supuso que sería el fin del mundo; durante el
apogeo de la cultura árabe en el siglo VIII y en el reinado de
Carlomagno, que estableció la arraigada norma del ciclo euro­
peo; alrededor del tiempo de la conversión de Clodoveo al
cristianismo, que señaló la aceptación de la nueva religión por
los principales líderes de las tribus germánicas; a finales del
siglo III y probablemente durante el ministerio de Cristo y la
primera época de la iglesia, en tiempos de Pablo.
Puesto que Plutón, en la época en que acerca su perihelio
en Escorpio, se desplaza un poco más rápidamente que Nep­
tuno, el aspecto conformado por ambos planetas antes de su
interpenetración orbital tiende a repetirse muchas veces.
Puede decirse que dura -«dentro del orbe»- aproximadamente
noventa años. Cuando Neptuno entró en Libra, en octubre de
1942 (diciembre de 1942, primera reacción atómica), Plutón
estaba a los 7° de Leo, con lo que los dos planetas formaban,
aproximadamente, un sextil (6C1>). Si damos a ese aspecto un
orbe de 8 grados (distancia máxima), durará continuamente
hasta aproximadamente el año 2038, cuando Plutón llegue al
140 DIMENSION GALACTICA DE LA ASfROLOGIA

grado 17 de Acuario y Neptuno llegue al grado 24 de Aries


-por lo tanto, por un período de noventa y seis años. Durante
este período, habrá varios años en que se producirán sextiles
exactos y repetidos de ambos planetas.
Si, para hacer más sencilla la imagen, consideramos las
posiciones heliocéntricas de los planetas, el primer sextil
exacto ocurrió aproximadamente en enero de 1952 (desde Leo
a los 200 de Libra) y se repitió hasta enero de 1955; luego
Neptuno avanzó un poco hasta 1979, año en que ocurrieron
otros sextiles exactos. Después de 1984, Plutón entra en
Escorpio y comienza a moverse definitivamente más rápido
que Neptuno al entrar en Capricornio. Ambos planetas están
unos 68 grados aparte en 1997; pero entonces Plutón co­
mienza a aminorar un poco su velocidad y Neptuno avanza
gradualmente. Aproximadamente en el año 2065 Plutón en
Piscis debería estar en cuadratura con Neptuno en Géminis.
Esta es aproximadamente la fecha que he dado como co­
mienzo de la Era de Acuario precesional -el año 2062 después
de Cristü3.
El comienzo del «sextil largo» entre Neptuno y Plutón en
el que ahora nos encontramos, ocurrió unos cincuenta años
después de la última conjunción de ambos planetas en 1891-92.
Ocurrió también después de la conjunción de 1397-98 y
duró desde aproximadamente 1450 hasta 1540. Esta fue la
época del Renacimiento, la Era isabelina y de la Reforma
luterana, en 1517. Los dos planetas habían formado un as­
pecto de semicuadratura durante la Guerra de los Cien Años y
la muerte en la hoguera de Juana de Arco. Alcanzaron su
cuadratura «creciente» alrededor de 1571-73 (guerras de reli­
gión), y su trígono (aspecto de 1200) al finalizar el siglo XVI
(revocación del Edicto de Nantes, que produjo cierta toleran­
cia religiosa). La oposición ocurrió en 1645 -la era de Crom­
well y el comienzo del período clásico en Francia, durante el

3 Cfr. An Astrological Timing: The Transition to the New Age, capítulos 7-9.
LOS CICLOS INTERPENETRANTES DE URANO, NEPTUNO Y ... 141
reinado de Luis XIV. Neptuno se hallaba a los 5° de Sagitario,
Plutón a los 5° de Géminis.
Durante el nuevo período de Plutón de unos 248 años de
duración que siguió �s decir, hasta la conjunción de Neptuno
y Plutón de 1891-92-, tuvo lugar un aspecto largo cuando
Plutón se acercó a su perigeo, alrededor de 1740-41. Como
Neptuno estaba entonces en Cáncer, el aspecto largo fue un
trígono. Este duró desde 1698 hasta 1798 aproximadamente
-concluyendo en la época de la adopción de la Constitución
de los EE.UU.
Un «trígono largo» semejante ocurrió también durante las
últimas Cruzadas, y había empezado antes de una oposición
entre Neptuno y Plutón. Fue un giro decisivo en la historia
europea, pues puso a la aristrocracia de Europa occidental en
contacto con las tradiciones del Cercano Oriente y en particu­
lar con la influencia Sufí. La oposición de Neptuno y Plutón
es seguida por un «trígono largo>>, en tanto que a los cincuenta
o más años después de su conjunción tiene lugar un «sextil
largo» (aspecto de 600). Sin embargo, como las conjunciones
de los dos planetas avanzan en el zodíaco, ciclo tras ciclo, en
tanto que el perigeo de Plutón presumiblemente permanece
casi estacionario, cambiará la naturaleza del «aspecto largo».
El sextil largo será reemplazado por un sextil largo (51 l/'.20) y
por una semicuadratura larga (45°). La naturaleza del aspecto
largo viene determinada por la duración del período que
separa la conjunción, desde el momento en que Plutón co­
mienza a moverse casi tan rápidamente como Neptuno para
alcanzar su perigeo pocos años después. Parece que, última­
mente, cada conjunción ha sucedido unos 5 grados por de­
lante de la precedente, si bien probablemente no se trata de
un valor constante.

EL CICW URANO-PLUION

Se ha dicho que las conjunciones de Urano y Plutón


142 DIMENSION GALACTICA DE LA ASTROLOGIA

ocurren cada 127 años; pero una conjunción tres veces repeti­
das tuvo lugar en 1850 y a finales de abril de 1851 en los
últimos grados del signo de Aries -uniéndose a este par de
planetas primero Mercurio; luego Saturno, en mayo de 1851,
y finalmente Marte y Venus pocos días después- y la última
conjunción (también tres veces repetida) tuvo lugar el 9 de
octubre de 1965 (a los 18 grados de Virgo) y el 4 de abril y 30
de junio de 1966 (a los 17 grados). El intervalo entre ambas
series de conjunciones fue, por lo tanto, 115 años. Saturno
jugó un rol importante; estaba en conjunción con Urano y
Plutón, en 1851, y en oposición e 1965-66. Júpiter estaba en
cuadratura a dicha oposición en mayo de 1965, y permaneció
en cuadratura, aunque con menos precisión, en marzo de
1966. También Marte estuvo involucrado, hallándose en Virgo
en 1965 y en Piscis en 1966.
En mi reciente libro, The Astrology of America's Destiny,
recalqué (pp. 119-127) la importancia del período de 1965-66,
pues ésta fue también la época de la última «Luna Nueva en
progresión», calculada a partir de la carta natal de los
EE.UU. para el 4 de julio de 1776. La Luna Nueva en
progresión ocurre a intervalos de aproximadamente treinta
años -en los EE.UU., en 1787, 1816, 1846, 1876, 1905, 1935 y
1965. Produjeron un ritmo de evolución en la persona colec­
tiva, que constituyen los EE.UU., su pueblo y su tierra.
Como el Ciclo de Lunación en progresión (desde una Luna
Nueva hasta la próxima) dura treinta años, y como la última
década de cada ciclo constituye siempre un período de transi­
ción (o «período de Semilla») que conduce al ciclo siguiente,
los tres años, desde 1962 hasta 1965, han tenido una especial
importancia. Estuvieron marcados por nuestro compromiso
creciente en la guerra de Vietnam, la confrontación con los
rusos en Cuba y la elección y asesinato del presidente Ken­
nedy. Durante estos años, se extendió el conocimiento y el
uso del LSD o ácido lisérgico, especialmente entre los jóve­
nes. La rebelión de los jóvenes estudiantes contra la organi­
zación de las universidades comenzó en la Universidad de
LOS CICLOS INTERPENETRANTES DE URANO, NEPfUNO Y... 143
California, Berkeley, durante diciembre de 1964. Pronto se
extendió por todo el mundo. Le sucedió la revuelta contra la
llamada a filas, y el año 1965 vio también el comienzo del
Movimiento a Favor de los Derechos Civiles y los motines de
Watts en Los Angeles.
Martín Lutero King y Robert King fueron asesinados en
1968 en circunstancias sospechosas que de algún modo vincu­
lan ambas muertes con el asesinato del presidente Kennedy
-al menos, en la opinión de muchas personas.
El período de 1850-51 no fue probablemente tan crucial
para nuestro país como el de 1965-66. En 1851 Cuba fue
declarada independiente y, en Francia, el golpe de estado de
Napoleón 111 inició el fatídico Segundo Imperio, que tuvo
repercusiones dramáticas en México y que eventualmente
condujo a la formación del imperio alemán. Se reforzó más
que nunca el proceso de industrialización, que influyó en la
difusión del colonialismo. En 1851 se estableció el primer
cable telegráfico submarino entre Inglaterra y Francia, sím­
bolo adecuado de la comunicación eléctrica que pronto uniría
todos los continentes. En Estados Unidos, en 1850, se firmó
el Compromiso Henry Clay, y California se convirtió en el
trigésimo primer Estado de la Unión, pronto radicalmente
transformada por la Guerra Civil.
La oposición entre Urano y Plutón tuvo una gran impor­
tancia histórica cuando ocurrió en 1901 y 1902. Estos años
marcaron el fin del largo reinado de la reina Victoria, el final
de la Guerra de Suráfrica, el establecimiento de la «Common­
wealth» de Australia, el comienzo de graves conflictos entre
las potencias coloniales y de las ambiciones coloniales de
Alemania y Africa -una de las dos o tres causas principales de
la Primera Guerra Mundial. En el Extremo Oriente, la rebe­
lión de los Boxers en China y la invasión de Manchuria por
Rusia condujo a la Guerra ruso-japonesa, la ascensión del
Japón e indirectamente a la Segunda Guerra Mundial en el
Pacífico. En América, el asesinato del presidente McKinley, el
6 de septiembre de 1901, precedió en unos tres meses la
144 DIMENSION GALACTICA DE LA ASTROLOGIA

oposición de Urano a Plutón; pero como Urano atravesaba


entonces el Ascendente natal de los EE.UU. (el grado 14 de
Sagitario), el nuevo y agresivo presidente pronto reveló las
ambiciones internacionales de nuestro país mediante una serie
de acciones uranianas.
Así, lo que se había iniciado alrededor de la fecha de la
conjunción Urano-Plutón, se estaba realizando en las fechas
en que tuvo lugar la oposición planetaria. El poderío industrial
y la ambición de las naciones modernas, respaldada por la
fuerza militar, se convertían en factores decisivos en una
configuración de conflictos internacionales que sólo podía
conducir a las dos guerras mundiales -y el último término a
los sucesos de la última década de los 60. Estos pueden
realmente representar el comienzo de una «revolución» de la
conciencia, que podrá acceder a su plena madurez cuando se
produzca la próxima conjunción entre los dos planetas. Alre­
dedor del 2048, Plutón estará situado en los primeros grados
de Piscis, y Urano en los primeros grados de Virgo. Dos años
después, Urano habrá vuelto a su posición zodiacal a los
1?0-lSo de Virgo, donde tuvo lugar la conjunción Urano­
Plutón de 1965-66.
Durante las elecciones que dieron el poder a Teddy Roo­
sevelt, Urano cruzaba el Ascendente de la carta natal de los
EE.UU.; y en 1976 las elecciones presidenciales (poco des­
pués de la celebración del Bicentenario) tuvieron lugar cuando
Neptuno cruzaba ese mismo Ascendente. Plutón llegará al
mismo punto al inaugurarse el siglo XXI. Entonces, habrá
reunidos siete planetas en el signo zodiacal de Tauro, repi­
tiéndose la congregación similar de siete planetas en ese
mismo signo que tuvo lugar en 1881 y 1882. Sin embargo, en
mayo del año 2000 los tres planetas, Urano, Neptuno y
Plutón, no estarán en la zona de Tauro, pues Urano y Nep­
tuno estará en cuadratura a la congregación planetaria desde
Acuario. Pueden augurar (tras un período de caos y escasez)
nuevas preocupaciones con la adquisición de recursos mate­
riales. Los años que rodearon al énfasis planetario en el signo
WS CICLOS INTERPENEfRANTES DE URANO, NEPl UNO Y... 145

de Tauro, en 1881, estuvieron caracterizados por un intensivo


esfuerzo para colonizar el Africa en busca de materias primas
y nuevos mercados.

EL CICW URANO-NEPrUNO

Este ciclo dura unos 172 años. Ahora nos encontramos en


la última fase del ciclo que comenzó el 22 de marzo de 1821
con una conjunción a los '1!' 59' de Capricornio, y que con­
cluirá en 1993, con conjunciones en los grados números 19 y
20 de dicho signo. Este énfasis en Capricornio, dominio
fundamental de Saturno, debería ser importante, pues presu­
miblemente no se repetirá durante muchos siglos. El año 1821
vio la muerte de Napoleón I en su exilio en Santa Helena y la
reacción monárquica en Europa, pero no por demasiado
tiempo. La larga oposición entre Urano y Neptuno comenzó en
1905, después que Urano entrara en Capricornio, cargando
así nuevamente de energías el lugar donde se había producido
la conjunción de 1821. La Guerra ruso-japonesa había comen­
zado, con la derrota y frustrada revolución rusa. La oposi­
ción planetaria estuvo en vigor hasta que Urano abandonó
Capricornio en los primeros meses de 1912. Durante estos
siete años, se acumularon las tensiones que terminaron con la
Guerra de los Balcanes, el hundimiento de Turquía y, en
último término, en 1914, el asesinato del archiduque austríaco
en Sarajevo, incidente que dio comienzo a la Primera Guerra
Mundial.
La cuadratura «creciente» de Urano y Neptuno comenzó a
operar poco después del asesinato de Lincoln, cuando Urano
entró en Cáncer. Fue el período de reconstrucción, que señaló
una alteración básica del carácter de nuestra nación -que
condujo al imperialismo económico, rasgo que se inició al
oponerse Urano y Neptuno bajo el Gobierno de Thedore
146 DIMENSION GALACTICA DE LA ASTROLOGIA

Roosevelt. La cuadratura «menguante» entre ambos planetas


comenzó alrededor de 1950, cuando Urano entró en Cáncer;
se hizo exacta en 1953, cuando Saturno se unió a Neptuno en
Libra y duró hasta 1957. La Guerra de Corea comenzó en
1950; se lanzaron bombas de hidrógeno; murió Stalin; Eisen­
hower fue nombrado presidente y Dulles su mano derecha. La
Guerra de Israel contra Egipto y el aplastamiento de la
revuelta húngara tuvieron lugar en 1956 -Y la era de McCarthy
duró hasta 1954.
Durante el período 1965-66, Neptuno estaba en armonioso
sextil con la conjunción Urano-Plutón antes mencionada; esta
benéfica influencia puede asociarse con el movimiento juvenil
y el idealismo basado en el ácido lisérgico de los primeros
grupos de hippies en San Francisco. Con todos sus errores y
confusión, ese movimiento todavía puede anunciar lo que
debería desarrollarse en algún momento del siglo por venir.
Por otra parte, la semicuadratura de Urano y Neptuno coinci­
dió con el asunto «Watergate» y el renovado conflicto árabe­
israelí. Nixon fue elegido cuando Urano, en el grado 200 de
Libra, estaba 44 grados por detrás de Neptuno, en el grado 4°
de Sagitario -una tensa semicuadratura.
Un factor a tener en cuenta, si se intenta evaluar y
comprender todo el proceso Urano-Neptuno-Plutón en la ac­
tualidad, es el modo en que cada uno de estos tres planetas
influye sobre ciertos puntos importantes en una carta natal
particular -por ejemplo, el Mediocielo de la carta de los
EE.UU., en el tercer grado de Libra. Neptuno pasó una y
otra vez sobre dicho grado durante la Segunda Guerra Mun­
dial, mientras el proyecto de la bomba atómica desplegaba su
capacidad de transformar el mundo. Urano repitió el tránsito
cuando Nixon fue elegido en 1968; lo mismo hizo Plutón
durante la fatídica campaña de 1972. Como ya hemos mencio­
nado, el Ascendente de la carta de los EE.UU. experimentará
la triple ola de energía transformadora en el mismo orden:
Neptuno cruza el grado 14 de Sagitario en 1976, Urano en
1984 y Plutón lo hará en el año 2000 o 2001. En primer lugar,
LOS CICLOS INTERPENETRANTES DE URANO. NEPTUNO Y ... 147
se produce la disolución neptuniana de las anticuadas estruc­
turas socioeconómicas y psicológico-personales y la devalua­
ción de los ideales que ya no son apropiados ni relevantes; a
continuación le sigue un desafío uraniano para enfrentar la
realidad de un modo nuevo -desafío que suele adoptar al
principio la forma de una exageración temporal de viejos
deseos, miedos y valores, para que se revelen en toda su
crudeza. Por último, Plutón priva a las antiguas imágenes de
su esplendor y revela la futilidad y fealdad de aquello que se
había creído durante tanto tiempo, valioso o sagrado. Bajo
esta luz, la llegada de Neptuno al Ascendente de la carta natal
de los EE.UU. en la época del Bicentenario nacional adopta
un significado más profundo y en algún sentido ominoso
-aunque tenga un final optimista4 •
Si se desea comprender lo más claramente posible el modo
en que funciona (o mejor, en que debería funcionar) el pro­
ceso de transformación de los tres planetas en una carta natal
particular y a lo largo de toda una vida, deberían estudiarse
las posiciones de Urano, Neptuno y Plutón en los signos y
Casas zodiacales, y los aspectos que forman entre sí y en
relación con Saturno, Júpiter y los planetas más pequeños.
También puede obtenerse información adicional considerando
los llamados «Partes Arábigos». Estos son producidos por la
interacción de los planetas trans-satumianos al desplazarse a
lo largo de las trayectorias de sus órbitas, y refiriendo dichas
interacciones a los cuatro Angulos de la carta natal -espe­
cialmente el Ascendente, pero también, en el caso de persona­
jes públicos, al Mediocielo.
Aunque esta técnica de análisis es fascinante, debe tra­
tarse con gran cuidado y no exagerarse, pues a menudo
únicamente hace referencia a sutilezas psicológicas. Sin em­
bargo, en ocasiones es muy reveladora. No es éste el lugar
adecuado para explicar este punto interesante, por lo que
4
Mientras escribo esto, me doy cuenta que hace unas horas ha habido un eclipse
lunar en cuadratura con Júpiter, con el sol muy cerca de Neptuno en Sagitario (29
noviembre de 1974).
148 DIMENSION GALACTICA DE LA ASfROLOGIA

recomiendo al lector que lea mi libro The Lunation Cycle si


desea estudiar los Partes usados más a menudo por los
astrólogos. Estos Partes se generan por los movimientos
combinados de la Luna y el Sol -en particular, el Parte de la
Fortuna-, pero cualquier par de planetas que se muevan a
distinta velocidad y, por lo tanto, cuyos movimientos combi­
nados puedan analizarse en términos de su «ciclo de relacio­
nes», produce Partes, cuando sus posiciones zodiacales, en
constante cambio, se estudian de acuerdo con el horizonte y
el meridiano natales.
Si se toma el ciclo de relaciones producidas por la Luna y
el Sol, la Luna es el cuerpo celestial más veloz. Añadiendo
la longitud de la Luna a la del Ascendente y sustrayendo de
dicha suma la longitud del Sol, se obtiene la longitud del Parte
de la Fortuna. En la conjunción de la Luna y el Sol, se
encuentra este Parte obviamente conjunto al Ascendente; en
la Luna Llena (aspecto de oposición) el Parte se encuentra en
el Descendente de la carta natal. Si se considera dicha carta
como un marco de referencia permanente durante un «ciclo de
lunación» completo de treinta días, el Parte de la Fortuna
avanzará en el sentido contrario a las agujas del reloj por las
Casas primera, segunda, tercera, etc., y volverá al Ascen­
dente durante la próxima Luna Nueva.
Sin embargo, en lugar de añadir la longitud del cuerpo más
veloz (la Luna) al Ascendente, y de sustraer de la suma la
longitud del cuerpo más lento (el Sol), puede invertirse el
procedimiento. Lo que se ha llamado el Parte del Espíritu
(término bastante confuso e inadecuado) se produce aña­
diendo las longitudes del Ascendente y del Sol, y sustrayendo
de dicha suma la de la Luna. Este Parte también es conjunto
al Ascendente en la Luna Nueva, y al Descendente en la Luna
Llena, pero avanza en el sentido de las agujas del reloj
atravesando sucesivamente las Casas doceava, undécima, dé­
cima, etc. Su movimiento es, por lo tanto, «retrógrado». El
Parte de la Fortuna es «directo»; el Parte del Espíritu, «con­
verso».
LOS CICLOS INTERPENETRANTES DE URANO. NEPTUNO Y... 149

Se puede usar exactamente el mismo procedimiento con


Urano y Neptuno, relacionando el movimiento cíclico de
estos dos planetas complementarios con el Ascendente y el
Mediocielo de una carta natal -siendo los demás Angulos
menos importantes. Lo que revelarán estos Partes en térmi­
nos generales es el modo de operación, o el modo óptimo en
que debería funcionar el proceso transformador, en los seres
humanos nacidos en cualquier etapa particular del ciclo de
relaciones Urano-Neptuno. Las personas nacidas poco des­
pués de 1821 tenían el Parte cerca de su Ascendente -si se
estudia este Parte en relación con dicho Angulo. Las personas
nacidas entre 1903 y 1912 tenían estos Partes en su sexta o
séptima casa, porque Urano y Neptuno estaban a punto de
alcanzar o habían pasado su oposición. Cualquier generación
puede así caracterizarse de acuerdo con esta técnica. En la
generación nacida antes de la oposición Urano-Neptuno, y,
por lo tanto, con el Parte directo en la Casa sexta, debería
haberse mostrado la tendencia a exteriorizar el proceso trans­
formador mediante las actividades de la casa sexta (trabajo,
servicio, asuntos de salud, reciclaje, etc.). En la generación
nacida después de la oposición planetaria, esta misma tenden­
cia debería haberse concentrado en el campo de las relaciones
estrechas: sociedad, asociación social, clase social, problemas
raciales, etc. (la casa séptima).
Sin embargo, en tanto que el Parte directo «exterioriza» el
efecto combinado de Urano y Neptuno, el Parte retrógrado
«interioriza» dicho efecto. En la mayoría de los casos, ello
implica que la posición del Parte directo en una Casa natal
señala el tipo de experiencia a través de la cual es más
probable que opere el proceso de transformación, y del modo
más eficaz. En la carta de los EE.UU. -que hace referencia a
nuestra nación como a una «persona colectiva»- este parte en
la Casa octava (a los 290 34' de Leo) la Casa de los Negocios
(siendo los negocios la fructificación de la asociación y los
contratos) y también la Casa de las profunda experiencias
colectivas, compartidas (rituales, juego deportivos, rituales de
150 DIMENSION GALACTICA DE LA ASTROLOGIA

negocios, sentimientos de grupo). En 1776 este Parte estaba


cerca de la gran estrella Regulos, asociada con el poder
político y en general con los rasgos clave de la Era de Piscis.
Ahora, cuando Regulus (por movimiento precesional) se en­
cuenta a los 290 27' de Leo, se ha acercado incluso más a una
conjunción exacta.
Por otra parte, el Parte retrógrado de Urano-Neptuno por
lo general señala la dirección en la que uno anhela identifi­
carse -y en la que mejor podría identificarse- en la conscien­
cia (es decir, internamente) con un todo mayor, involucrán­
dose en él -para bien o para mal. En la carta natal de los
EE.UU., este Parte, a los 26° 46' de Piscis, cae en la tercera
Casa -Casa que trata del ambiente y de todo tipo de procesos
de comunicación, que a su vez implic,an conocimientos o
astucia o inteligencia en la construcción y uso de dichos
procesos. En la carta del ex-presidente Nixon, nacido en 1913
después de la oposición de Urano a Neptuno, su parte directo
Urano-Neptuno se halla en la Casa de las asociaciones y la
resolución de conflictos (la competencia del abogado); mien­
tras que su Parte retrógrado Urano-Neptuno cae en la Casa
del trabajo, el servicio, la salud y las crisis personales o
reciclajes. En mi propia carta natal, el Parte directo, situado a
los 200 de Tauros, está en oposición exacta a mi Urano natal,
recalcando así una naturaleza y destino uranianos, resaltados
aún más por el hecho de que mi horizonte natal es casi
idéntico al eje nodal de Urano (nodos heliocéntricos). El Parte
converso, situado a los 70 de Cáncer, cae en la séptima Casa,
dando así importancia transformadora a nuevos ideales de
relación interpersonal.
En algunos casos al menos, los Símbolos Sabianos de los
grados zodiacales en que ocurren dichos Partes demuestran
ser significativos. En mi carta natal, el grado del Parte directo
está simbolizado por: «Retazos de nubes semejantes a las que
corren atravesando el cielo -La percepción de fuerzas espiri­
tuales en acción... la bendición de las fuerzas sobrenaturales»;
y el símbolo del Parte converso es: «Dos espíritus de la
LOS CICLOS INTERPENETRANTES DE URANO, NEPTUNO Y ... 151
naturaleza danzando bajo la luz de la luna -El juego de las
fuerzas invisibles en todas las manifestaciones de la vida...
Imaginación creadora.»

En la carta de Nixon, el símbolo del Parte directo (en el


grado 23 de Piscis) es:

«Un médium capaz de materializar espíritus, en una


sesión -La persona que cree tener una misión o man­
dato... debe concretar su creencia. Tiene que producir
resultados... Requiere siempre, en alguna medida, el don
de algún poder o valor que se posee en sentido pro­
fundo... La sustancia psíquica del médium proporciona
los materiales visibles en los fenómenos si los últimos
son auténticos. Después de la sesión, el médium suele
hallarse exhausto. El actor da algo de su propia vida en la
representación... La exhibición de poderes psíquicos...
puede interpretarse positivamente o negativamente según
los motivos que indujeron al «médium» a dar la sesión.»
(An Astrological Manda/a, p. 283).

Ello parece corresponder a la opinión de que uno de los


aspectos del destino o karma de Nixon era revelar con clari­
dad lo que pudiera haber de erróneo en la reciente tendencia
de exaltación y glorificación de la función ejecutiva de Go­
bierno.
El símbolo del Parte converso de Nixon (situado en el
grado 7° de Piscis, en la sexta Casa) es: «Iluminada por un
rayo de luz, una gran cruz sobre las rocas, rodeada por la
niebla del mar». Este símbolo puede interpretarse positiva­
mente como «la bendición espiritual que refuerza a los indivi­
duos quienes, suceda lo que suceda, defienden su propia
verdad» . Por otra parte, también puede referirse a la soledad
interior de un hombre que lleva como una cruz un ideal
interior que no es capaz de concretar, debido a complejos
152 DIMENSION GALACTICA DE LA ASTROLOGIA

interiores y a un fuerte deseo de «auto-afirmación». (An


Astrological Manda/a, p. 272f.
En otros casos, el punto medio entre Urano y Neptuno
también puede ser muy importante -así como los Puntos
Medios entre Urano y Plutón, y Neptuno y Plutón. El valor
de los Puntos Medios se ha resaltado mucho recientemente,
pero en muchos casos tal vez demasiado. Se dice que son
«puntos sensibles» en los que las radiaciones de dos planetas
se relacionan entre sí de modo concentrado; y si otro planeta
se encuentra en dichos puntos, por nacimiento o por tránsito,
se dice que ocurre otra combinación. Como pueden calcularse
dos puntos medios (en oposición mutua) para cada dos plane­
tas -y hasta para los Angulos- hay un gran número de ellos.
En la carta natal de Nixon, los puntos medios entre Urano y
Neptuno se localizan en los grados 29 de Aries y de Libra; así
pues, la cuadratura a los dos planetas, ya que están en
oposición. Caen en las Casas octava y segunda, las que se
refieren al dinero y los negocios -asuntos importantes para un
joven con la ambición irradicable de jugar un papel dominante
en el todo superior de su nación (e incluso la humanidad)
representa para él.
Si pudiera hallarse el modo de sintetizar, al menos simbó­
licamente, las actividades de Urano, Neptuno y Plutón, y de
concentrar el resultado sobre un punto en constante movi­
miento, se tendría acaso una clave muy valiosa para com­
prender cómo despliega su potencial todo el proceso tripartito
de transformación del mundo. Aunque se presentan varias
posibilidades de hacerlo, no es posible garantizar la validez de
ninguna de ellas. La primera, la más sencilla y evidente, sería
añadir las longitudes de los tres planetas y dividir la suma
entre tres. Cuando los tres planetas están en conjunción
exacta -suponiendo que ello ocurra alguna vez-, el punto

5Deberia quedar claro que dichos símbolos sólo pueden emplearse cuando se
conoce el momento exacto del nacimiento o primer aliento (y, en consecuencia, el
grado exacto del Ascendente).
LOS CICLOS INTERPENETRANTES DE URANO, NEPfUNO Y... 153
resultante de esta operación (que llamaré el Punto de Trans­
formación) caería en el grado de dicha conjunción triple. Al
separarse los planetas, moviéndose cada uno a su propio
ritmo, la longitud zodiacal de este Punto cambia constante­
mente, avanzando gradualmente, pero retrocediendo cuando
uno de los tres planetas pasa de la longitud 360 a la longitud 1.
Lógicamente, cuando planetas como Júpiter y Saturno se
encuentran conjuntos a este Punto de Transformación, debe­
rían experimentarse algunos resultados más o menos definidos
--0 al menos debería disponerse de una clave para comprender
lo que suceda. La posición de este Punto en una carta natal
suele ser muy importante como indicador de la naturaleza y la
eficacia general del proceso de transformación en la vida de
dicho individuo. En ambos casos, el símbolo del grado del
Punto de Transformación muy a menudo demuestra ser im­
portante. Daré unos pocos ejemplos.
El día del asesinato del archiduque austríaco, el 28 de
junio de 1914, que precipitó la Primera Guerra Mundial,
Plutón se hallaba a los (1> 47' de Cáncer, Neptuno a los 270 07'
de Cáncer y Urano a los 1(1> 55' de Acuario. Si se suman estas
tres longitudes y se divide la suma por tres, nos da 173º o el
grado 23 de Virgo -simbolizado por Un Domador de Leones.
El símbolo parece significativo, ¡ aunque el león comiera al
hombre que iba a domarlo! De particular interés es que en la
carta natal de los EE.UU., Neptuno en la novena Casa
(diplomacia, viajes, compromisos con el extranjero) se halla
en ese mismo grado. El Punto de Transformación ese día de
junio estaba en cuadratura a Saturno, situado los 23 1/20 de
Géminis, muy cerca del grado de localización de Marte en la
carta de los EE.UU., en la Casa de la Guerra y las Alianzas (la
séptima Casa).
Cuando el armisticio puso fin a la guerra (el 11 de noviem­
bre de 1918, a las 5 de la mañana, en Senlis, Francia), el
Punto de Transformación había llegado al 4° grado de Libra
(símbolo: «Alrededor de una fogata, un grupo de jóvenes se
sientan en comunión espiritual: La necesidad de unirse a
154 DIMENSION GALACTICA DE LA ASTROLOGIA

espíritus semejantes cuando se interna uno por caminos des­


conocidos... El impulso de crear una nueva sociedad y res­
ponder a nuevos valores... para recibir inspiración creadora» ).
El ideal de la Liga de las Naciones corresponde con la
posición en Libra; y, significativamente, este Punto había
pasado por el Mediocielo de la carta de los EE.UU. durante
su participación en la guerra, participación inspirada por
nuestro presidente, Woodrow Wilson, en el nombre de un
gran ideal de paz y unidad mundial; desgraciadamente, un
ideal degradado por las realidades políticas y económicas de
la época. El presidente firmó la Declaración de Guerra el 6 de
abril de 1917, cuando el Punto llegaba al último grado de
Virgo, cuyo símbolo es: «Completamente decidido a comple­
tar una tarea inmediata, un hombre permanece sordo a todas
las proposiciones -Concentración total.»
A finales de octubre de 1929, la época de la gran caída de
la Bolsa que inició la etapa de depresión económica en nues­
tro país, el Punto de Transformación se hallaba a los 4 1/20 de
Cáncer, mientras Urano había entrado recientemente en Aries
y se movía a través de la cuarta Casa de la carta de los
EE.UU. Saturno estaba a punto de entrar en Capricornio,
oponiéndose al Punto de Transformación y en cuadratura a
Urano durante el invierno de 1930. Significativamente, el
grado 4 1/2º de Cáncer está muy cerca del punto medio
exacto de la conjunción Venus-Júpiter en la carta de los
EE.UU., localizada en la séptima Casa. Esta Casa trata de
todas clases de asociaciones sociales, contratos y sociedades
análogas; y el signo Cáncer representa el hogar y su seguri­
dad. Cientos de miles de hogares hubieron de abandonarse
debido a que sus propietarios no podían pagar las hipotecas.
El símbolo del grado 5 de Cáncer es muy adecuado a la
situación general que causó la depresión económica: « En un
paso a nivel, un automóvil es arrollado por un tren. -Los
trágicos resultados que probablemente ocurren cuando la vo­
luntad individual se opone descuidadamente al poder de la
voluntad colectiva de la sociedad... reajuste kármico» . La
LOS CICLOS INTERPENETRANTES.DE URANO, NEPTUNO Y ... 155
depresión fue de hecho el karma colectivo de una civilización
occidental que aparentemente no había aprendido nada de la
tragedia de la Primera Guerra Mundial.
Cuando Hitler invadió Polonia, en septiembre de 1939, el
Punto de Transformación se hallaba en el 6° grado de Leo -el
signo del poder dictatorial- y acercándose al Nodo Norte de
la Luna en la carta de los EE.UU. El símbolo de ese grado se
refiere a una provocadora muchacha moderna que desafía a
una vieja dama conservadora; y la Segunda Guerra Mundial
con su avanzada tecnología y la bomba atómica representaron
realmente el desafío de una sociedad futura al antiguo sistema
europeo y al neotribalismo de la ideología nazi. Saturno
entraba en Tauro en cuadratura al Punto de Transformación,
cuando Alemania invadió Francia.
Los sucesos de Pearl Harbor ocurrieron el 7 de diciembre
de 1941, alrededor de las 8 de la mañana, cuando Plutón había
llegado al grado 5° 35' de Leo, Neptuno se hallaba a los 290
42' de Virgo (¡ la longitud del Punto de Transformación cuando
los EE.UU. entraron en la primera Guerra Mundial!) y Urano
a los 2?0 38' de Tauro. El Punto de Transformación estaba en
el 11° grado de Leo en la octava Casa de la carta natal de los
EE.UU. Aunque su símbolo parece menos adecuado, pues se
refiere a la dependencia de los niños pequeños respecto a una
gran tradición en su actividad lúdica, la guerra ya había
empezado y la tragedia de Pearl Harbor unió a todos los
norteamericanos y acaso la guerra pueda considerarse el
«juego» de unos hombres que mentalmente siguen siendo
niños.
Una etapa interesante de la interrelación tripartita de
Urano, Neptuno y Plutón se desarrolló durante casi toda la
Segunda Guerra Mundial, porque Urano y Neptuno formaron
un trígono en constante desplazamiento, con Plutón acercán­
dose a un punto medio en los primeros grados de Leo. Esta
configuración comenzó en la primavera de 1940, cundo Hitler
invadió Francia y casi derrotó a Inglaterra, al retroceder y
avanzar Neptuno en los últimos grados de Virgo por el lugar
156 DIMENSION GALACTICA DE LA ASTROLOGIA

que ocupaba el 4 de julio de 1776, en la novena Casa (asuntos


extranjeros) de la carta natal de los EE.UU. Urano atravesaba
entonces el tercer decanato (20 a 30 grados) de Tauro. El día
del ataque de Pearl Harbor, Urano y Neptuno todavía estaban
en Virgo y Tauro, respectivamente. Un año más tarde,
cuando tuvo lugar la primera reacción atómica controlada en
Chicago, bajo la dirección del físico Fermi, Neptuno se había
movido al grado 2<> de Libra y Urano al grado 2<> de Géminis,
formando así un trígono exacto, mientras que Plutón en Leo
se acercaba a su punto medio en un sextil con ambos. Como
resultado, el Punto de Transformación se hallaba en el 4° de
Leo, casi conjunto a Plutón.

De esta configuración eminentemente armoniosa entre los


tres planetas trans-satumianos podría inferirse que coopera­
ron estrechamente en el proceso de transformación, a pesar
de lo drástico de sus resultados a nivel humano. Podría
decirse que la energía o influencia generada por su «perfecto
acorde» fue simbólicamente liberada a través de la región
zodiacal opuesta al Punto de Transformación, es decir, alre­
dedor del grado 4 de Acuario. Lo curioso es que el presidente
Franklin D. Roosevelt tenía su Venus natal en el grado 6 de
Acuario y su Sol en los 11º 8' de Acuario. Tenía a Plutón a los
270 22' de Tauro (que Urano atravesaba mientras él se esfor­
zaba por preparar a una América bastante reacia a una guerra
inmediata) y a Urano y a su Ascendente situados aproxima­
damente a los lSo de Virgo (grado que transitaba Neptuno
durante 1937-38, cuando Hitler avanzaba por Austria). Así
pues, en términos astrológicos, Roosevelt era el «hombre de
la hora». La misma configuración Urano-Neptuno-Plutón se­
guía en vigor cuando las Naciones Unidas adquirieron reali­
dad oficial después de la ratificación de Rusia. En estas fechas
(24 de octubre de 1945) la Luna estaba conjunta a Urano, y
Venus se hallaba en el mismo grado que Neptuno. Júpiter
estaba un poco delante, en Libra, y el Saturno natal de los
EE.UU. a punto de transitar. El punto opuesto a Plutón
LOS CICLOS INTERPENETRANTES DE URANO, NEPTUNO Y... 157
coincidía con la situación del Sol en la carta de F. D. Roose­
velt -¡ extraordinaria «coincidencia»!
Cuando el presidente Nixon fue elegido en noviembre de
1968, Urano cruzaba el Mediocielo de la carta de los EE.UU.
y el Punto de Transformación se hallaba a los lSo de Libra.
¡Había atravesado Saturno en la décima Casa (el poder ejecu­
tivo) durante la campaña presidencial! El símbolo del grado 18
de Libra es bastante sorprendente, en vista de lo que ocurrió
después del Watergate: «Dos hombres bajo arresto». Esto
muestra el resultado de una «ruptura en las relaciones entre el
individuo y la sociedad» y «que sean dos los hombres arresta­
dos sugiere una polarización y un propósito que trascienden
un momento de mera imprudencia personal» -¡ y Nixon fue
elegido para dos mandatos presidenciales! La clave simbólica
del grado se resume en: «enfrentarse a las consecuencias».
(Cfr. An Astrological Mandala, pp. 183 y 184.)
Si observamos la carta natal de Nixon, hallamos que el
Punto de Transformación está situado a los 190 de Virgo, en
su primera Casa y a unos 6 grados de su Ascendente en el 14°
grado. El símbolo del grado 19 de Virgo es adecuado: «Una
carrera de natación: El estímulo procedente de un esfuerzo
de grupo para alcanzar una meta espiritual... las ambiciones
personales y egocéntricas de triunfo y de ser «el primero» son,
de hecho, señal de probable fracaso espiritual».
El Punto de Transformación en la fecha en que se eligió al
presidente Ford se hallaba a los 4° de Escorpio, simbolizado
por: «Un joven llevando una vela encendida en un ritual
devoto: El poder educativo de las ceremonias, que impresio­
nan las grandes ideas culturales en sus participantes reuni­
dos». Acaso sea también un símbolo adecuado para nuestro
nuevo presidente, sobre cuyos hombros se colocó una res­
ponsabilidad que apenas estaba preparado para asumir.
Independientemente de la validez que demuestre tener
dicha técnica cuando se ponga a prueba, muestra al menos la
posibilidad de sintetizar en un punto la operación tripartita del
proceso de transformación y de evocar su importancia con-
158 DIMENSION GALACTICA DE LA ASfROLOGIA

centrada en momentos concretos y en la carta natal de una


persona individual particularmente afectada por el proceso.
La astrología es un campo rico en oportunidades para inven­
tar numerosas técnicas con las que tratar la inmensa comple­
jidad de las situaciones y necesidades humanas. Cada astró­
logo -como cada psicólogo- gravita naturalmente hacia la
clase de procedimientos más acordes con su temperamento
básico. La clase de métodos psicológicos desarrollados por
Freud, Adler, Jung y Assagioli está claramente reflejada en la
carta natal de cada uno de ellos. Las creaciones de un hombre
son proyecciones de que lo es, arquetípicamente. La verdad
puede albergar infinitas variaciones, pues ha de satisfacer las
necesidades particulares de todas las etapas de la larga evolu­
ción de la humanidad, de todas las personas y de todas las
situaciones particulares. El espíritu es universal en su esencia
trascendente, pero únicamente en las situaciones particulares
alcanza manifestación focal. Lo divino es inmanente en lo
personal. Opera a través de todos los medios capaces de
transformar a la persona en su camino hacia una conciencia
más abierta y más receptiva del alcance, poder y significado
de la existencia.
TERCERA PARTE
7
UN ACERCAMIENfO TRANSFISICO
A LA GALAXIA

Para comprender todas las consecuencias y repercusiones


de lo que aquí se denomina acercamiento galáctico a la
astrología -y por extensión, a la psicología y las muchas
formas de organización social- hemos de regresar al concepto
de secuencia dialéctica de tres grandes períodos evolutivos en
el desarrollo de la conciencia: el arcaico, el clásico y el
holárquico. Actualmente asistimos a la lenta y vacilante tran­
sición desde la etapa clásica a la etapa holárquica de concien­
cia; se trata de un proceso tan crítico como el que transformó
la clase de conciencia y acercamiento a la naturaleza arcaicos
y propios de las primeras tribus en una conciencia individua­
lista y racionalista, centrada en tomo al sentimiento­
experiencia de ser un «yo». Esta transformación no se ha
alcanzado universalmente, especialmente en su aspecto posi­
tivo, y ha producido una división o un desdoblamiento pecu­
liar y trágico entre lo que se considera como desarrollo
superior e inferior del potencial de conciencia innato en todo
ser humano. Las ideas expresadas en este libro y en varias de
mis obras previas ofrecen la posibilidad de curar dicho desdo­
blamiento sin que por ello implique la necesidad de retomar a
la actitud arcaica del hombre hacia la vida y las energías
instintivas biopsíquicas que operan a nivel de la bioesfera.
En su estado arcaico de conciencia -independientemente
de los hechos físicos y sociales de existencia relacionados con
162 DIMENSION GALACTICA DE LA ASTROLOGIA

éste- el hombre primitivo está envuelto por lo que, posterior­


mente, se llamará «Naturaleza». Existe dentro del vientre
bioesférico de la madre Tierra, movido por sus ritmos vitales
a los que su ser psíquico interior está tan estrechamente
sintonizado como su cuerpo físico. El hombre puede sobrevi­
vir debido a su extraordinaria capacidad de adaptación y a
factores físicos como manos especiales, una columna verte­
bral erecta, y un sistema nervioso particularmente sensible.
También tiene, incluso en esta etapa primitiva, una mente
capaz de relacionar los hechos experimentados, o de generali­
zar a partir de ellos, y, por medio de gestos y sonidos
simbólicos, de comunicar sus experiencias a otros seres hu­
manos. Está dotado -tal vez de modo exclusivo- con la
capacidad de interpretar lo que percibe en términos de algún
marco de referencia, de lo cual deriva un sentido del orden.
Todo concepto de orden surge o de la interpretación de un
profundo y duradero sentimiento de orden en la secuencia de
sucesos vividos, o como una compensación psíquicamente
necesaria por lo que en principio aparentan ser secuencias de
hechos no relacionados, desordenados e inexplicables. Como
el hombre primitivo se enfrentaba a lo que le parecían dos
campos básicos de sucesos -los que tenían lugar en la Tierra,
de la que sólo conocía zonas pequeñas y aparentemente
planas, y hechos de una naturaleza completamente distinta
que ocurrían en el cielo- llegó a la inevitable conclusión de
que, en realidad, había dos mundos: el mundo oscuro y
húmedo de las selvas, bosques y pantanos, lleno de peligros
impredecibles, y el del cielo, donde los puntos y discos de luz
se movían con regularidad y predeciblemente sobre el miste­
rioso fondo de la oscuridad vacía del espacio celestial.
Considerando lo que sabemos de las condiciones dominan­
tes en la superficie de la Tierra, cuando la humanidad evolu­
cionó a un nivel de conciencia superior al animal hace unos
millones de años, es evidente que los primeros y más elemen­
tales sentimientos del hombre fueron de casi total sumisión
hacia la Madre Tierra y sus energías, que compartía corpo-
UN ACERCAMIENTO TRANSFISICO A LA GALAXIA 163

ralmente. Sintió la repercusión y la compulsión internas de


dichas energías vitales directa e intensamente, y fue arras­
trado por su oscuro poder. Con todo, fuera, cuando se levan­
taron las profundas nieblas que rodeaban a la Tierra plana, o
cuando grupos de hombres comenzaron a vivir en los espacios
abiertos de las regiones semidesérticos a través de las que
fluían los grandes ríos -el Nilo, el Eufrates, el Ganges, el Río
Amarillo de China-, llegó el momento en que la contempla­
ción del cielo y el estudio de los movimientos celestes asumió
una importancia básica, sobre todo cara a la agricultura y la
ganadería. Este cielo tenía dos aspectos: uno diurno y otro
nocturno. El Sol dominaba por completo el primero, mientras
que el último revelaba los movimientos de la Luna y de las
estrellas. Algunas de estas estrellas llegaron a conocerse
como «planetas» (con el significado de errantes) debido a sus
movimientos erráticos; a otras se las llamó eventualmente
«fijas», no porque no se movieran por la noche y con las
estaciones, sino debido a que guardaban distancias constantes
o fijas entre sí.
Ya que el Sol parecía ser la fuente del calor y la luz, capaz
de hacer crecer las cosechas en el milagro anual del renaci­
miento de la vegetación, se convirtió en la figura central del
mundo celestial. Al mismo tiempo, el varón humano adoptaba
un papel cada vez más dominante en la vida tribal, no sólo
debido a su fuerza muscular, sino también a su habilidad para
descubrir nuevos modos de vida, nuevos procesos agrícolas y
bélicos. Tales logros muy probablemente hicieron que algunos
hombres especialmente dotados se sintieran superiores y dife­
rentes a los demás. Esta superioridad y diferencia se inter­
pretó al principio como debida a que estaban en comunicación
«especial» con las energías vitales de la Madre Tierra o con
los dioses celestiales -o (en algunas sociedades) a que eran
los descendientes directos de dioses que hacía tiempo se
habían encarnado como hombres.
Con el tiempo, cuando el Sol era adorado como gober­
nante del cielo y «Padre» de los dioses celestiales que se
164 DIMENSION GALACTICA DE LA ASTROLOGIA

habían asociado al sendero por el que viajaba cada año a


través del cielo, el zodíaco, se desarrolló el concepto de
«héroe solar». El héroe solar era el hombre que había logrado
ser como el Sol en su vida y hechos. Así como el Sol era el
centro de todas las actividades concernientes al aspecto cons­
ciente de la vida -el período diurno-, así también el hombre
que en su colectividad era brillante y creador como el Sol se
consideraba a sí mismo, y era venerado por los demás, como
el centro de las actividades diurnas de su mundo social.
Ocupaba un rol único; era el «único» Sol -al menos mientras
vivía. Asumía el rol de Padre de la tribu a la que puede haber
salvado del desastre. De patriarcal dirigente de una pequeña
tribu, pasó a ser rey teocrático en tomo al cual giraban una
sociedad compleja y su cultura. Con el tiempo, los privilegios
antaño reservados al héroe solar o al rey se consideraron
como derechos innatos de todos los hombres. «Cada hombre
un rey» era el lema político de un famoso demagogo nortea­
mericano. El hombre tribal se había transformado en una
persona individual, teóricamente responsable, auto-motivada,
y cuya consciencia se centraba en tomo a un «Dirigente
interior».
Implícita en este proceso de individualización está la difu­
sión del concepto de posición central, al que se han dado
muchas formas, religiosas, psicológicas y sociales. En el
Oriente, se simbolizó y representó por medio del mandala. A
su vez, el mandala, como símbolo de la integración humana,
puede remontarse a la idea del rey universal, el Chakravartin,
el monarca ideal ante quien deben postrarse todos los reyes
menores, y para quien la humanidad era un vasto mandala del
cual él era el centro omnipotente, integrador y perfectamente
justo 1 • En este concepto está basado el acercamiento clásico
a la existencia y al universo; y este enfoque halló su expresión
en el sistema heliocéntrico -un único Sol central radiante

1 Cf. Heinrich Zimmer, Philosophies


of India (Nueva York: Meridian Books)
pp. 127-139.
UN ACERCAMIENTO TRANSFISICO A LA GALAXIA 165

alrededor del cual gira un grupo de oscuros planetas, refle­


jando del mejor modo posible su poder.
El desarrollo de un sistema heliocéntrico y el crecimiento
del individualismo en el mundo occidental son procesos sin­
crónicos. Fueron posibles gracias a una clase especial de
evolución de la mente. Se requerían facultades intelectuales
de observación y análisis, más cierto grado de inventiva y
técnica, para plasmar una imagen heliocéntrica del universo
que fuera clara y convincente. Análogamente, se requerían
una mente dinámica y el tipo particular de lenguaje por ella
elaborado, para formular, justificar y generalizar las primeras
intuiciones (o sentimiento-experiencias) de la existencia de un
yo centralizador y nutriente al cual pudiera referirse toda
sensación, sentimiento y proceso de pensamiento.
En cuanto se habla de «centro» se enfrenta uno a nuevos
problemas: ¿Cuál es la naturaleza del contenido del círculo
implícita en la idea de centro? ¿Qué clase de centro es? El
cubo de una rueda es también un centro, pero en cierto
sentido, se refiere al espacio vacío. Por otra parte, según la
teoría heliocéntrica, el centro del sistema solar es una enorme
masa de energía-materia, comparados con la cual los demás
elementos del sistema son enanos. A diferencia de las masas
solares centrales, dichos elementos son globos o esferas mate­
riales oscuros. Así, semejante imagen del sistema solar puede
emplearse simbólicamente para caracterizar y justificar in­
conscientemente grupos en que la identidad central posee casi
todo el poder del grupo y lo irradia sobre los otros, privados
de poder y totalmente supeditados a la atracción del centro
masivo y luminoso. Traducido al lenguaje de la organización
social, el sistema heliocéntrico justifica toda agrupación totali­
taria, aunque implica que el individuo central debería ser un
autócrata paternalista y benévolo.
El lector podrá argumentar que el sistema solar es, en
realidad, lo que ha imaginado el moderno astrónomo, tras
haber realizado una enorme cantidad de cuidadosas medicio­
nes. Sin embargo, ésta no es una objeción válida, pues esta
166 DIMENSION GALACTICA DE LA ASTROLOGIA

imagen astronómica debe su existencia al astrónomo, que es


un ser humano dotado con sentidos de una clase particular,
con una mente capaz de inventar una clase especial de ins­
trumento material que proporciona ciertos tipos de datos, que
a su vez él organiza de acuerdo con ciertos conceptos o
postulados básicos. Todo ser viviente se enfrenta a un uni­
verso que responde a sus necesidades como un sistema orga­
nizado de conciencia y de energía material en evolución. La
Revolución copernicana se produjo en el momento exacto en
que el hombre del Renacimiento desarrollaba un nuevo tipo
de auto-afirmación individualista, y en que las grandes colec­
tividades humanas se organizaban implacablemente en esta­
dos nacionales dominados por reyes poderosos que poseían
«por derecho Divino» todo el país que gobernaban autocráti­
camente.
Por esto he llamado a esta etapa en la evolución de la
conciencia humana el período clásico. Estuvo dominada por
dos conceptos gemelos: posición central y racionalidad. Es­
tos conceptos evolucionaron presumiblemente durante el pe­
ríodo clásico de la cultura griega hace unos veinticinco siglos,
con probables antecedentes en la breve reforma del faraón
egipcio, Akhnaton, y en la igualmente breve experiencia de
Moisés, cuya visión inicial de Dios como «Yo soy el que soy»
se alteró enseguida, aparentemente, para adaptarse a las con­
diciones tribales que la visión no podía reemplazar (de igual
modo que el sueño de Woodrow Wilson de implantar la paz
mundial mediante la unión internacional no pudo prevalecer
frente a las antiguas estructuras de la soberanía nacional y el
orgullo cultural).
Con muy pocas excepciones, la posición central sigue
significando para la mente humana la concentración del poder
en el centro, y dicha concentración de poder a nivel socio­
político (o a nivel psicológico de la voluntad) en la mayoría de
los casos produce resultados drásticos y a menudo trágicos.
En lo que concierne al concepto de «racionalidad», suele
identificarse con un tipo de lógica aristotélica basada en el

11
UN ACERCAMIENTO TRANSFISICO A LA GALAXIA 167

principio de la exclusión (dos objetos no pueden ocupar el


mismo lugar al mismo tiempo) y en la premisa de que las leyes
de nuestro universo material son aplicables en todas partes y
en todo tiempo independientemente de quién sea el observa­
dor. Algunos aspectos de estos dos principios han sido desa­
rrollados mucho más por los pensadores europeos desde los
siglos XV al XX; pero recientemente nuevos conceptos han
comenzado a socavar las antiguas premisas o paradigmas. Con
todo, el marco intelectual que produjeron permanece en pie
con el sello oficial de la autoridad, por la sencilla razón de que
todavía es necesario para los seres humanos, habiendo lle­
vado a un extremo, según líneas materialistas, el concepto del
individualismo y de los derechos individuales.
Lo que me propongo hacer aquí es transformar el con­
cepto de posición central presentando uno nuevo, el de galac­
ticidad o posición galáctica. Correctamente definido en térmi­
nos de una verdadera cuarta dimensión cuya clave (como ya
se ha mencionado) es la interpenetración, este nuevo con­
cepto transformaría asimismo la clase especial de raciona­
lismo que nuestra civilización occidental ha producido. ¿Por
qué emplear el término «posición galáctica»? Porque la ima­
gen de nuestra Galaxia, si se interpreta de un nuevo modo,
podría proporcionamos una representación celestial simbólica
de un tipo de organización humana que también comienza a
emerger en la conciencia de unos pocos pensadores auténti­
camente creadores y progresistas. Es lo que sucedió con la
imagen del sistema heliocéntrico, que proporcionó a las cultu­
ras clásicas un símbolo apropiado de las posibilidades supe­
riores de una clase totalitaria y patemalista de organización
religiosa y socio-político-cultural.
Como ya se ha indicado, la transición de la posición
central a la galáctica puede hacerse advirtiendo que nuestro
SOL es también una de las billones de estrellas dentro de la
Galaxia. Esta es la comprensión clave. Cuando el orgulloso y
posesivo sentimiento de «yo» -sentimiento que busca perpe­
tuar y reproducirse a sí mismo por cualquier medio- cede a la
168 DIMENSION GALACTICA DE LA ASfROLOGIA

comprensión de que este «yo» no es sino uno en una multitud


de elementos que componen el «todo superior» de la humani­
dad; cuando la conciencia del hombre comienza a operar en
términos de conceptos relacionados con la «luz», en vez de
los valores materiales asociados con la existencia en planetas
oscuros �ntonces, podrá realizarse con acierto la transición.
Llevará la conciencia del hombre desde el campo tri­
dimensional de la materialidad planetaria hasta un espacio de
cuatro dimensiones donde se interpenetran todos los centros
de luz. Llevará a la etapa verdaderamente holística y jerár­
quica (de aquí «holárquica» de la evolución humana.
La moderna astronomía sabe todavía muy poco sobre la
constitución de la Galaxia como un todo. Las estrellas más
grandes que vemos a simple vista están relativamente cerca
de nuestro sistema solar en términos de distancias astronómi­
cas. Nubes de materia oscura ocultan aparentemente a nues­
tra vista el núcleo de la Galaxia, que está situado en la
dirección de la constelación de Sagitario. Interpretado en
términos de longitud geocéntrica, el centro galáctico está
actualmente localizado a los 26° 30' de Sagitario. No obstante,
los astrónomos han deducido, en base a largas y cuidadosas
observaciones, que la Galaxia es un sistema espiral de estre­
llas y grupos de estrellas.
Contiene también vastas «nubes» de hidrógeno y muchas
otras sustancias esparcidas por el inmenso campo de actividad
que abarca. Esta espiral galáctica parece tener cinco brazos
(número significativo a la vista del significado arquetípico del
número 5, que se refiere a los procesos mentales espirituales)
y el sistema solar se encuentra en el borde interior del brazo
de Orión, el tercero a partir del núcleo de la Galaxia. El Sol
está situado aproximadamente a 27.000 o más años-luz de
dicho núcleo galáctico (un año-luz equivale, en términos de
distancia, aproximadamente a 5,8 trillones2 de millas). El diá-

2 (Nota de la traducción: el término «trillion» del original puede interpretarse

como trillón (10 ) o como billón (10 ).


UN ACERCAMIENTO TRANSFISICO A LA GALAXIA 169

metro de toda la Galaxia equivale a más de 100.000 años luz; y


el Sol tarda en girar alrededor del «centro» galáctico unos 200
millones de nuestros años terrestres, aunque todavía no se ha
determinado el exacto camino que recorre. Se mueve en
dirección de la constelación Hércules, y su movimiento en la
actualidad señala hacia lo que, en términos de longitud celes­
tial geocéntrica, es un punto situado a los '}.O 06' de Capricor­
nio 3•
Desde su posición particular dentro de la Galaxia y lejos
de su centro, al hombre le resulta sumamente difícil hacerse
una idea clara de esta vasta totalidad cósmica de la cual
nuestro sistema solar es sólo una parte muy pequeña. Sólo
podemos percibir con algún grado de claridad lo que está
contenido dentro de una sección relativamente muy pequeña
del todo en el cual, en realidd, «vivimos, nos movemos y
tenemos nuestro ser». El siguiente esquema proporciona una
idea general de la estructura de la Galaxia tal como podemos
imaginarla en la actualidad. Lo que sabemos de la Galaxia
constituye únicamente una zona muy pequeña en torno al Sol.
La estrella más próxima a nuestro sistema solar, Alfa
Centauro, se encuentra a 4 años luz (más de 25 billones de
millas) de nosotros.
La forma general espiral de nuestra Galaxia no es un
fenómeno único en el cosmos. Puede haber en nuestro uni­
verso miles de millones de sistemas de estrellas, llamados
también, confusamente, galaxias, aunque el término «Galaxia»
(cuyo significado literal es «Vía Láctea») debería reservarse al
«universo isla» del cual nuestro sistema solar es una parte.

3
Cf. Dr. Theodor Landscheidt, Cosmic Cybernetics (Aalen, Alemania: 1973).
170 DIMENSION GALACTICA DE LA ASTROLOGIA

Límites de o
los enjambres o o
globulares. o o

Brazo del--,'-,�it.'--�h..-,--;,'óf-.¡.;¡,¡......--'�
Orión

Brazo de
Sagitario o o
o
o o Enjambres
Halo de o I o globulares
radiaciones difusas o ,,o

Perspectiva de la Galaxia
El «huevo Aúrico» de la Galaxia

Nuestro Sol se encuentra en el tercer brazo y aproximadamente a 30.000


años-luz del centro. (Brazo de Orión.)
Astronomy, por Donald H. Menzel (Nueva York: Ramdon House, p. 255)
UN ACERCAMIENTO TRANSFISICO A LA GALAXIA 171

Una de ellas, la galaxia de Andrómeda, es mayor que la


nuestra, y está vuelta hacia nosotros de modo que podemos
obtener una imagen muy hermosa de su estructura global, que
presumiblemente recuerda a la nuestra. Se supone que su
distancia de la Tierra es de 1.600.000 a 2.500.000 años-luz,
pero actualmente podemos detectar la presencia de sistemas
de estrellas situados al menos a una distancia doscientas
veces superior.
Los sistemas de estrellas se dan en lo que los astrónomos
llaman «enjambres». Nuestra Galaxia es parte de un pequeño
enjambre de diecisiete sistemas de estrellas -la Galaxia y el
sistema de Andrómeda están diamétricamente opuestos den­
tro de un espacio elíptico cuyo ápside más largo debe tener
una longitud equivalente a 2 o más millones de años-luz. En
muchas secciones del cielo se han descubierto «enjambres»
mucho más poblados, de acaso mil miembros, pero increíble­
mente más lejos que las estrellas ordinariamente asociadas
con las constelaciones tradicionales. Un enjambre de la cons­
telación de la Osa Mayor está a 700 millones de años-luz de la
Tierra, y se están descubriendo enjambres todavía más distan­
tes.
Dichas distancias apenas tienen sentido; sólo pueden con­
cebirse como abstracciones numéricas. Es cierto que pueden
reducirse a un tamaño más comprensible, y todos los libros
que intentan popularizar los recientes descubrimientos astro­
nómicos lo hacen, pero este procedimiento no resuelve el
problema real, a saber: ¿Qué queremos decir por distancia?
Planteado en otras palabras, la pregunta es todavía más signi­
ficativa: ¿Qué entendemos por espacio?
En mi libro The Planetarization of Consciousness 4 afirmo
que sólo podemos comprender el espacio en términos de
relación. El concepto de espacio se abstrae de la experiencia
real de la relación. Dos objetos que están relacionados entre sí

4
Publicado en 1971, y actualmente en edición de bolsillo (Harper & Row, N. Y.).
172 DIMENSION GALACTICA DE LA ASTROLOGIA

están en el espacio, en el sentido de que se encuentran a


cierta distancia uno del otro. Por ello, el principio de exclu­
sión de la lógica clásica afirma que dos objetos físicos coexis­
tentes, debe haber espacio entre ellos, aunque la distancia
entre ellos sea infinitamente pequeña. Se requiere un espacio
infinitamente extenso para justificar un número infinito de
relaciones. Al revés, si no hay ninguna relación -es decir, si el
universo se encuentra en un estado de absoluta unidad («uno
sin un segundo», como describe el Vedanta hindú a Brahma)­
el espacio se reduce al punto matemático, un punto sin
dimensión.
Por lo tanto, el espacio debería imaginarse como oscilando
entre un estado limitado de extensión infinita y uno de no
dimensionalidad, el punto matemático. En teoría, ninguno de
estos estados puede alcanzarse jamás; como ocurre en la
filosofía china, en que el Yang nunca domina completamente
al Yin, ni el Yin al Yang. No obstante, ello no implica que el
espacio sea la expresión de un único tipo de relación. Es aquí
donde surge el concepto de multidimensionalidad. El espacio
unidimensional se refiere a un tipo particular de asociación
-es decir, a las relaciones lineales. El espacio bidimensional
hace referencia a las relaciones de longitud y amplitud; el
espacio tridimensional, a la clase de relaciones que interpre­
tamos como existentes entre objetos, personas y otras entida­
des físicamente materiales. Un auténtico espacio de cuatro
dimensiones haría referencia a las relaciones entre entidades
que existen en un estado de materialidad transfísico. En dicho
estado, todas las entidades «se interpenetran » esencialmente.
El concepto de interpenetración puede ejemplificarse de
varios modos. Pensemos en la experiencia de una audición de
música ejecutada por una orquesta sinfónica, cuyos intérpre­
tes estén ocultos a la vista. Si, teniendo conocimientos musi­
cales, sabemos que los sonidos orquestados provienen de
varios instrumentos que constituyen fuentes físicamente sepa­
radas -y que, por tanto, existen en el espacio físico-, pode-
UN ACERCAMIENTO TRANSFISICO A LA GALAXIA 173

mos identificar los tonos de las trompetas, violines, flautas o


tímpanos.
Con todo, lo que realmente y directamente perciben nues­
tos oídos es una serie de sonidos complejos. En cualquier
momento de la audición, únicamente un sonido llega a nuestro
centro auditivo, independientemente de su complejidad. Es un
tono compuesto en que un número de ondas sonoras -armóni­
cos, compases- están fundidas en una única sensación. En
otras palabras, los tonos producidos por los muchos instru­
mentos de la orquesta se interpenetran. Están relacionados en
un estado cuatridimensional en que, para el oyente, no hay
distancia en términos de extensión física. Si se produce una
sensación de distancia en la conciencia del oyente, ello se
debe al efecto estéreo producido por el hecho de tener dos
oídos, o bien porque ha aprendido a distinguir intelectual­
mente las distintas calidades de los elementos del tono com­
puesto que escucha.
Donald Hatch Andrews, científico y filósofo, escribió hace
pocos años un libro titulado The Symphony of Life (Lee
Summit, Mo: Unity Books, 1966) donde afirma que «el uni­
verso no está compuesto de materia, sino de música»; y el
gran físico Eiwin Schrodinger concluye su pequeño volumen
tantas veces citado What is Life? con la provocadora afirma­
ción de que lo que sabemos del universo le otorga naturaleza
mental en vez de lo que tradicionalmente se entiende por
materia. Schrodinger recalca también que lo que en realidad
observamos es «forma» (gestalt) y que «el hábito del lenguaje
contidiano nos engaña, al hacemos creer que la forma debe
ser la forma de algo y «que se requiere un substrato material
para adoptar una forma» (Science and Humanism, Cam­
bridge, Inglaterra: Cambridge University Press, 1952, p. 21).
Siguiendo esa tendencia de pensamiento, ¿no podría de­
cirse que el espacio es relación, o con más precisión, el estado
de relación; y que no hemos de pensar necesariamente en
«entidades» relacionadas «en» el espacio? Por el contrario, es
el espacio el que, al vibrar, produce lo que nuestra conciencia
174 DIMENSION GALACTICA DE LA ASfROLOGIA

percibe como entidades. Dichas entidades -incluidos los seres


humanos, con su sentimiento de centralidad e individualidad­
son el resultado de las interferencias producidas por el juego
de las «vibraciones del espacio». Así, las entidades materiales
podrían considerarse no como «cosas» que vibran «en» el
espacio, sino como los productos del estado vibratorio inmen­
samente complejo del espacio mismo. Como el juego de estas
vibraciones espaciales ocurre en varios niveles vibratorios
-cada uno de los cuales está asociado a un modo caracterís­
tico de relación- hablamos en general de tres niveles funda­
mentales o modos de relación, que llamamos materia, mente y
espíritu. Materia, mente y espíritu son los tres modos más
característicos de existencia tradicionalmente concebidos por
nuestra conciencia humana. Podría ser que el hombre sólo
pudiera imaginar estos tres modos esenciales, aunque sus
manifestaciones sean en realidad inmensamente variadas.
Se ha dicho que la arquitectura es música congelada.
Análogamente, podría afirmarse que la materia es mente
«congelada». En uno de sus principales aspectos, la mente se
orienta hacia la materia; está próxima a su punto de congela­
ción. En otro aspecto, se orienta hacia el espíritu y al alcance
de un estado de incandescencia o, empleando el término
tradicional, «iluminado». Para la conciencia del hombre, el
espíritu se manifiesta como luz. La luz es un modo de
vibración del espacio, y para la conciencia humana representa
o simboliza el estado de relación que llamamos espíritu.
El espíritu es el estado de «relación perfecta»5 • La con­
ciencia iluminada por el espíritu «ve» todo el universo como
Armonía que todo lo abarca -como un Acorde perfecto en que
se funden todas las vibraciones. En este Acorde, el espacio se
«realiza» como un pleroma de vibraciones. Es también la
plenitud de la conciencia, pues la conciencia es otro término

' La filosofia tántrica hindú se refiere al mayor logro humano como a la «Expe­
riencia Perfecta» -en sánscrito, Purna (cf. los famosos libros de Sri Woodruff sobre la
filosofia tántrica).
UN ACERCAMIENTO TRANSFISICO A LA GALAXIA 175

para nombrar la relación. Donde hay una relación, también


hay conciencia, y del mismo modo que hay niveles de relacio­
nes, también hay niveles de conciencia -material, mental y
espiritual.
Análogamente, deberíamos pensar en la «forma» en tres
niveles básicos de existencia o percepción: en términos de
materia (cuerpos materiales); de mente («conceptos», que son
abstracciones de los datos de la experiencia en el mundo de la
materia, e «ideas» que reflejan las condiciones existentes al
nivel de relación con el espíritu); y de espíritu -con el princi­
pio de la forma a nivel espiritual operando en términos de lo
que la conciencia humana llama Arquetipos, Números, Ideas
Platónicas, etc.
El lector puede considerar lo anterior como especulacio­
nes puramente metafísicas, pero toda cultura está basada
sobre dichas ideas metafísicas. No puede haber ninguna trans­
formación radical de ideas preestablecidas, imágenes mentales
o sentimientos básicos -como el de ser un «yo» aislado y
auto-suficiente- a menos que surjan nuevos conceptos metafí­
sicos dentro de una conciencia iluminada espiritualmente.
Surgen como materializaciones profundas e intuitivas de la
necesidad imperativa de trascender la estructura instituciona­
lizada de la mentalidad colectiva característica de una socie­
dad que ha llegado a su etapa de desintegración. Estas intui­
ciones, o ideas germinales, han de ser formuladas en términos
mentales que sean coherentes y -al menos para las mentes
abiertas y deseosas de nueva luz- convincentes. Todas las
nuevas teorías cosmológicas de la moderna astrofísica son
esencialmente postulados metafísicos, aunque se basen, a
menudo precariamente y siempre sin certeza, en los «hechos»
revelados por nuestros instrumentos más complejos y pene­
trantes. Lo que nuestra era científica requiere es un postulado
transfísico en vez de estrictamente metafísico.
La astrología misma no tiene básicamente ningún signifi­
cado válido, salvo como aplicación práctica de una metafísica
implícita. Desgraciadamente, el astrólogo ordinario es tan
176 DIMENSION GALACTICA DE LA ASTROLOGIA

ignorante de dichos principios metafísicos, o está tan poco


interesado en ellos como el técnico corriente recién graduado
lo está en los conceptos metafísicos de los filósofos orientados
hacia la ciencia y el nuevo grupo de «filósofos de la ciencia».
Hasta los astrólogos serios que más desean ayudar a sus
clientes, no suelen estar profundamente interesados por las
cuestiones de lo que implica realmente la astrología, por qué
funciona y cómo podría afectar psicológicamente a sus usua­
rios. Nuevamente, no difieren en esto de los técnicos, concen­
trados en que sus inventos sean cada vez más eficaces, sin
importarles mucho el empleo que su sociedad haga de ellos
-incluso si, de hecho, es evidente que, en el estado presente
de la sociedad, los usarán para fines destructivos.
Como la astrología tradicional en la mayoría de los casos
trata de sucesos que se refieren a la relación entre los seres
humanos actuando en un ambiente o entorno material, opera
al nivel en que los planetas se mueven como masas oscuras y
sólidas de materia, en lo que imaginamos como un sistema
heliocéntrico. Hasta el mismo Sol central en ese nivel es visto
como una masa de materia en estado de extrema ignición, que
lo convierte en una fuente de intensas radiaciones. Estas
radiaciones se interpretan como «partículas» (fotones), aun­
que también, ambigüamente, se comportan como «ondas».
Esta ambivalencia puede relacionarse con su naturaleza dual
de «Sol» y «estrella».
Dicho dualismo nos proporciona una clave simbólica para
comprender claramente la posibilidad de elevar nuestra con­
ciencia de lo que constituye la realidad, desde el nivel de la
materialidad centralizada al de la galacticidad. Nos indica
simbólicamente cuál es el siguiente paso en este proceso de
transcendencia (no empleo este término en un sentido abso­
luto -como el filósofo cristiano que dice que Dios es el «Otro
absoluto» y establece una separación absoluta entre Dios el
Creador y el hombre la criatura- sino sólo para significar que
se «traspasan» las limitaciones largamente aceptadas pero ya
no exclusivas del estado de fisicalidad).
UN ACERCAMIENTO TRANSFISICO A LA GALAXIA 177

Parece lógico y de hecho inevitable asociar simbólica­


mente el nivel transfísico de la conciencia con el concepto de
galacticidad, porque la Galaxia presenta actualmente a la
mente del hombre el nuevo desafío de su capacidad de imagi­
nar cósmicamente. Ahora bien, no se hace frente a dicho
desafío si consideramos las estrellas galácticas del mismo
modo (al menos relativamente) materialista en que la astro­
nomía imagina nuestro Sol. No deberíamos enfocar las dos
condiciones de «Sol» y de «estrella» como existiendo al
mismo nivel. Cuando la mente del hombre está hipnotizada
por la fisicalidad de su entorno planetario, oscuro y no irra­
diante, sólo puede imaginarse al Sol como una masa física de
materia extraordinariamente cálida, y su poder como resul­
tado de reacciones nucleares que podemos imitar.
Si insistimos en permanecer al nivel, de los planetas oscu­
ros que necesitan una fuente central de energía cósmica,
podemos suponer que esta imagen astrofísica es «verdadera»
-o, mejor dicho, adecuada o válida. Con todo, deberíamos
aceptar al menos la posibilidad de que el Sol, como estrella
que forma parte de la vastedad de la Galaxia, se transustancia
en música y en mente. El concepto racional de dicha transus­
tanciación ha de hallarse en el concepto de espacio descrito
en sus términos más sencillos en las páginas precedentes.
La Galaxia, según esta imagen transfísica, es concebida
como un pleroma de formas de luz producidas por el juego de
las vibraciones espaciales. Las estrellas son los «hijos» del
espacio mismo, cuando éste es puesto en movimiento rotato­
rio. Son condensaciones de luz-espacio -o espíritu- en rela­
ción formal unas con otras. Es una relación formal que, en mi
opinión, no obedece a los principios de centralidad y raciona­
lidad o exclusión. Con ello quiero decir que el centro galáctico
no está ocupado por una enorme masa de materia como un
super SOL, sino que sería mejor compararlo con el eje de una
rueda. En el núcleo galáctico, debe condensarse o concen­
trarse la fuerza cósmica que en nuestro mundo físico de
planetas oscuros llamamos gravitación -o su correspondiente
178 DIMENSION GALACTICA DE LA ASTROLOGIA

galáctico-. En dicho núcleo, que puede ser lo que reciente­


mente los astrónomos han imaginado como un «agujero
blanco», el espíritu puede emerger al exterior desde una
dimensión superior o, posiblemente, otro universo.
Esto no quiere decir que no sea válida la dubitativa imagen
de los astrónomos de la Galaxia y de los enjambres de varios
tipos de sistemas galácticos de estrellas. La suya es una
interpretación de lo que perciben, tras analizar atentamente
los diferentes testimonios de sus instrumentos. No obstante,
también podemos interpretar los hechos en términos de refle­
xión materializada de «formas de relación vibratoria», formas
que al nivel galáctico trascienden la naturaleza de las relacio­
nes entre cada una de las entidades físicas que observamos en
nuestro nivel de existencia terrestre.
Se dirá que si nuestra consciencia no es capaz de operar al
nivel de la «galacticidad», es inútil que pensemos en términos
básicamente ajenos a nuestra percepción de la «materialidad»;
pero si ésta fuera una objeción válida, no tendría sentido que
el hombre proclamara ideales que esperamos actúen como
determinantes en nuestra vida individual o colectiva. No
tendría sentido ninguna creencia religiosa.
El hombre arcaico interpretó las estrellas como cuerpos
radiantes de los dioses. Los científicos modernos las conside­
ran masas enormes de materia en estado de plasma, dentro de
las que tienen lugar reacciones quimicoatómicas increíble­
mente fuertes. Cada imagen se adecua al nivel particular de
conciencia colectiva de los hombres que creen en ellas. Cada
imagen es adecuada en términos de la necesidad humana
colectiva que debe satisfacer. En una cultura clásica (espe­
cialmente en nuestra cultura clásica europea) los hombres
cuya mentalidad, durante mucho tiempo, estuvo condicionada
por dogmas religiosos basados en alguna supuesta revelación
divina, reaccionaron a dicho condicionamiento desarrollando
una mentalidad más analítica, objetiva o empírica. La natura­
leza de dicha mentalidad la hizo especialmente apta para
tratar con el mundo en términos de «materialidad». También
UN ACERCAMIENTO TRANSFISICO A LA GALAXIA 179

produjo o se asoció a un profundo sentimiento de «centrali­


dad» en el hombre. Como resultado, éste operó cada vez más
en términos de impulsos egocéntricos que idealizó social­
mente como derechos innatos y justificó como prueba de un
centro inmanente «divino», teóricamente capaz de dominar
los componentes dispares de una personalidad dividida entre
unos poderosos instintos biofísicos (o impulsos psíquicos) y
los restos de sus creencias religiosas en dioses o en Dios. Esta
es aún la situación humana en la actualidad, salvo en casos
relativamente raros.
Las idealizaciones, racionalizaciones y justificaciones tras­
cendentes pertenecen al campo de los «mitos», y los mitos
son esencialmente para la evolución de la conciencia humana,
del mismo modo que lo son las utopías para el desarrollo de la
conciencia social del hombre. La humanidad sólo puede con­
vertirse en lo que unos pocos visionarios han soñado, en lo
que presentaron como ideales fascinantes inundados de ca­
risma, y acaso, al menos en algunos casos, en lo que las vidas
de estos hombres demostraron que era posible en el «aquí y
ahora».
A la luz de las afirmaciones precedentes, hemos de recon­
siderar mucho de lo que la astrofísica nos presenta como
hechos. Son hechos en términos de nuestra creencia en la
fisicalidad del campo de las estrellas, pero relativos única­
mente al tipo de sucesos exteriores que nuetros limitados
sentidos materiales pueden percibir directamente o con nues­
tros instrumentos. Como el hombre siente una necesidad
inherente de orden para sentirse seguro, nuestras mentes,
obsesionadas con el concepto de materialidad física y deseo­
sas de distinguir entidades en lo que observa, construyen un
tipo de orden cósmico basado en «constantes» cósmicas. La
velocidad de la luz, la fuerza de gravedad, la velocidad de
algunos procesos atómicos, el desplazamiento al color rojo en
el espectro luminoso de los sistemas de estrellas lejanos6 , son
6
Al aumentar la distancia desde el observador de un objeto moviéndose veloz­
mente, disminuye la frecuencia de las vibraciones sonoras o luminosas emitidas por
180 DIMENSION GALACTICA DE LA ASTROLOGIA

algunas de estas constantes. Creemos en su constancia en


todo el espacio universal y en cualquier tiempo imaginable.
Dicha creencia o convicción es, ciertamente, un «mito»; con
todo, esto no significa que no sea «cierto» en relación con
nuestro nivel presente de conciencia. Sencillamente, significa
que esta creencia representa un ideal que, al nivel actual de
evolución, la mayoría de los seres humanos se ven forzados a
aceptar como válido y necesario con el fin de sentirse segu­
ros. Todo concepto que trastorna dicha creencia amenaza
nuestro sentido de seguridad -de «ley y orden» universales- y
de inmediato se le llama irracional y revolucionario.
Desgraciadamente para el sentido de seguridad del hombre
moderno, la ciencia en la que depositó su fe nuestra mentali­
dad occidental al empezar a hundirse el antiguo sistema
medieval de dogmas religiosos, ha producidó una imagen del
universo poco tranquilizadora, pues parece expandir nuestro
mundo de un modo progresivamente inimaginable, tanto en
relación con lo infinitamente pequeño como con lo infinita­
mente grande. ¿Podría ser que dichas casi infinitudes se
debieran a que, una vez abandonado el campo de la materiali­
dad planetaria y centralidad solar, ya no sabemos conceptua­
lizat nuestros datos previos en términos de las constantes
universales a las que seguimos aferrándonos? ¿Podría ser que,
si operáramos a lo que llamo nivel galáctico, no tuviéramos
que tratar con distancia infinitamente vastas en el espacio de
la fisicalidad, pues pensaríamos y operaríamos en el espacio
de la galacticidad -Y también en el tiempo galáctico, el tiempo
del Todo superior donde no somos sino todos existenciales
muy pequeños?
«¿Podría ser?» Obviamente, se trata sólo de una hipótesis;
no podemos estar seguros, a menos que de algún modo la

dicho objeto. Si estudiamos el espectro de la luz de una estrella que se aleja de


nosotros, hallamos que las líneas características de unos pocos elementos químicos
típicos (por ejemplo, el hidrógeno) -en comparación con los de la luz de una fuente
conocida de laboratorio- se desplazan hacia el extremo rojo de menor frecuencia del
espectro. A esto se le llama el desplazamiento al rojo («red-shift»). Cuanto mayor sea
la velocidad de la estrella que se aleja, tanto más lejos está de nosotros.
UN ACERCAMIENTO TRANSFISICO A LA GALAXIA 181

conciencia humana emerja al plano del ser galáctico, o al


menos resuene (o refleje) al tipo de conciencia asociada con la
clase de relaciones que constituyen la existencia galáctica. Si
dicha hipótesis se convierte en un factor que nos impulsa a
proseguir con más seguridad y coherencia por al Camino que,
después de muchas transformaciones radicales, nos conduce
al nivel galáctico de conciencia, se convierte en un mito.
Ejerce una fascinación sobre nuestras mentes. Impulsa a
nuestra conciencia a expandirse desde la esfera de la fisicali­
dad hasta el espacio cuadrimensional de la galacticidad, de la
oscuridad planetaria a la radiante luz estelar.
Es un mito, como lo es la creencia humana en los dioses
--0 en Dios. No obstante, este mito ha sido y sigue siendo
indispensable porque ha conducido a los seres humanos a una
trascendencia a menudo heroica de sus limitaciones físicas y
sus egos saturninos. Al hacer esto, el hombre ha advertido su
naturaleza esencial de ser humano. Lo que intento decir en
este libro es que la humanidad actualmente necesita un mito
galáctico semejante. La popularidad y la extraordinaria difu­
sión de la astrología, incluso a su nivel más bajo, prueba la
existencia de esa necesidad. Si comprendemos en qué con­
siste, si respondemos a esta necesidad de un análisis convin­
cente de lo que la conciencia humana debe trascender en el
presente -los conceptos de fisicalidad, centralidad, racionali­
dad y los de libertad e igualdad interpretados egocéntrica­
mente-, los hechos revelados por los astrofísicos pueden
trasfigurarse y transustanciarse tanto que de ellos emerja
gradualmente una imagen inspiradora de la Galaxia. Esta
imagen, evocada por la facultad imaginativa de unos po�os
visionarios 7 puede inspirar a la nuevas generaciones a lograr
una transformación radical de su conciencia y sociedad.

7
(Nota de la T: en el texto original figura también la palabra «imagineers»,
intraducible al castellano, que, en palabras del autor, es «una combinación de
«imagen» e «ingeniero», acuñada durante la Segunda Guerra Mundial por un articu­
lista californiano, cuyo nombre manifiesta haber olvidado».
8
LAS RELACIONES TRANSPERSONALES
Y LA COMUNIDAD GALACTICA

Acaso sea imposible, mediante los medios físicos disponi­


bles a los astrónomos, determinar con exactitud el tipo de
materia que constituye la parte central predominante de nues­
tra Galaxia. Se han detectado vastas «nubes» de hidrógeno y
probablemente muy poco más. Si añadimos a ello que el
hidrógeno, y una cantidad inferior de helio, constituyen casi el
99 por ciento de la materia del universo que podemos percibir
-dividiéndose el uno por ciento restante entre elementos
químicos y atómicos más pesados- podemos llegar a una
importante conclusión.
El hidrógeno es el elemento más ligero, sus átomos están
formados por un protón y un electrón. Tanto si aceptamos la
teoría del «Big Bang», el concepto de Estado Constante, o
una combinación de ambos, el hidrógeno es la primera forma
de materia (en nuestra acepción del término) que aparece en el
proceso de la «creación». El helio es el número 2 en la serie
de elementos atómicos, ya que sus átomos están compuestos
de dos protones y dos neutrones (que forman el núcleo) y de
dos electrones. En el estado de plasma de la materia (el cuarto
estado, tras el sólido, el líquido y el gaseoso), y a temperatu­
ras extremadamente altas, el hidrógeno (número 1) se trans­
forma en helio (número 2), y en el proceso se libera una
enorme cantidad de energía en forma de penetrantes rayos
gamma y neutrinos -las misteriosas «entidades» subatómicas
LAS RELACIONES TRANSPERSONALES Y... 183

que atraviesan la materia de planetas sólidos como s1 no


ofreciera ningún obstáculo.
Por lo tanto, podemos afirmar que en el principio de
nuestro universo material aparece el hidrógeno, procedente de
algún estado prematerial desconocido y tal vez incognoscible,
que podemos sencillamente identificar como el Espacio
mismo --0 una dimensión superior del Espacio. El hidrógeno
puede formarse todo a la vez en una terrible explosión de
protomateria -el ylem postulado por el físico y cosmólogo
George Gamow, al interpretar la teoría del «Big Bang» antici­
pada por Abbé Lema1tre. El hidrógeno también puede emer­
ger periódicamente del espacio, procedente del núcleo central
de las galaxias.
Sea cual sea el caso -y ambas teorías pueden conciliarse­
parece cierta la primordialidad del hidrógeno. Si puede afir­
marse con certeza que el mundo físico representa un reflejo
de la realidad espiritual del cosmos, el hidrógeno debería ser
considerado por derecho innato el símbolo del espíritu en su
fuente. La distribución universal del hidrógeno corresponde a
la «presencia» ubicua y omnipresente, si no del Espíritu
Supremo, al menos de su manifestación en la esfera de la
materialidad.
En nuestra Tierra, dos átomos de hidrógeno se combinan
con uno de oxígeno para formar agua (H2 O). El agua es
necesaria para lo que conocemos como vida; y, en la atmós­
fera, el oxígeno (elemento 16º) mantiene los procesos vitales.
También está implicado en la transformación orgánica y en el
ciclo de vida-muerte-vida. Ahora bien, si el oxígeno es esen­
cial a la vida, el hidrógeno es la base de operación del esp{ritu
cuya actividad en la materia simboliza.
Si bien estas afirmaciones no pueden demostrarse empíri­
camente, encuentran una confirmación oculta en algunas
afirmaciones de la escritora H. P. Blavatsky en su gran obra
The Secret Doctrine (edición original, vol. 11), escrita hace
casi un siglo:
184 DIMENSION GALACTICA DE LA ASTROLOGIA

Sólo el Fuego Espiritual hace del hombre una entidad


divina y perfecta. Ahora bien, ¿qué es ese «Fuego Espiri­
tual»? En alquimia, es el HIDROGENO, en general,
mientras que en la realidad esotérica se trata de la
emanación del Rayo que procede de su noúmeno ... El
hidrógeno es un gas únicamente en nuestro plano terres­
tre, pero incluso en la química, el hidrógeno sería la
única forma existente de materia, en nuestra acepción de
la palabra (Cf. Genesis of the Elements por el Prof. W.
Crookes, p. 21), y está muy estrechamente asociado al
protilo. .. Es el padre y generador, por así decirlo, o
mejor el Upadhi (base) tanto del AIRE como del AGUA,
y es fuego, aire y agua en realidad -uno bajo tres aspec­
tos, de aquí la trinidad química y alquímica. En el mundo
de la manifestación o materia, es el símbolo objetivo y la
emanación material del Ser subjetivo y puramente espiri­
tual en la región de los nóumenos. Con razón Godfrey
Higgins ha comparado el hidrógeno, y hasta lo ha identi­
ficado, con el TO ON, el «Uno» de los griegos (p. 105).
Lo que el hidrógeno es a los elementos y gases del
plano objetivo, lo es su nóumeno en el mundo de los
fenómenos mentales o subjetivos; puesto que su natura­
leza latente trinitaria se refleja en sus tres emanaciones
activas de los principios superiores del hombre, a saber:
«Espíritu, Alma y Mente» (p. 112).

Han de recalcarse tres hechos fundamentales: 1) el hidró­


geno es el primer elemento material en formarse; 2) su pre­
sencia es detectable en todas partes como factor dominante, y
3) todo lo que sabemos sobre el núcleo central de nuestra
Galaxia es que contiene una cantidad enormemente grande de
hidrógeno difuso, que posiblemente excluye o casi excluye los
demás elementos atómicos. Es imaginable que el núcleo galác­
tico sea como una fuente cósmica de la cual constantemente
emerge hidrógeno, o al menos lo ha hecho en el pasado.
Aunque desconocemos el modo en que funciona este proceso,
las recientes teorías astrofísicas sugieren que el núcleo de la
Galaxia se considere como un «agujero blanco», señalando la
emergencia del hidrógeno desde otro universo existente acaso
LAS RELACIONES TRANSPERSONALES Y... 185

en otra dimensión del espacio. A diferencia de los «agujeros


blancos», los recientemente descubiertos «agujeros negros» se
relacionan con la desaparición de las formas finales arrastra­
das por la materia cósmica en misteriosos torbellinos, absor­
bidas por tremendas fuerzas de gravedad tras el hundimiento
de una estrella o de un grupo de estrellas.
Para los ocultistas de varias culturas del pasado, el pro­
ceso de formación del hidrógeno en el plano físico ha de
interpretarse como la materialización (o manifestación en el
plano físico) de una esencia asociada a un nivel superior
(«divino») del ser. Las religiones, mitologías y teorías metafí­
sicas han descrito de varios modos este proceso de materiali­
zación de una realidad espiritual transcendente. Han creado un
tesoro de imágenes adaptadas a los sentimientos y la mentali­
dad de los pueblos de la época y cultura correspondientes.
Actualmente, como he mencionado, la astronomía y la difu­
sión sin precedentes del interés en la astrología, nos ofrecen
una nueva posibilidad de interpretación y simbolización, que
nos proporcionen un fondo cósmico para comprender el pro­
ceso de transformación al que asistimos tanto a nivel de la
conciencia humana como al de la organización social y colec­
tiva. Tal base holística tiene antecedentes en los conceptos
ocultistas del pasado, pues implica la existencia de una jerar­
quía de niveles de existencia y conciencia que abarcan desde
el espíritu más puro hasta la materia más densa, y, sin
embargo, evita las personificaciones mitológicas y los abstru­
sos argumentos metafísicos. Consiste sencillamente en un
intento de expandir la conciencia humana desde el nivel de la
fisicalidad y la centralización totalitaria del poder en unos
Soles autocráticos hasta el nivel de la «posición galáctica».
Lo que implica tal intento no es únicamente una expan­
sión, sino también un nuevo enfoque de la conciencia humana
y una revaluación básica de los valores sociales y psicológicos
que por mucho tiempo han prevalecido en la mentalidad
colectiva de la humanidad. Tal proceso naturalmente crea
resistencias, a todos los niveles. Relacionando los nuevos
186 DIMENSION GALACTICA DE LA ASTROLOGIA

ideales con conceptos astrofísicos, que atraen a la mente


científica y a los que se han dado mucha publicidad, estos
ideales pueden visualizarse más fácilmente. La omnipresencia
y la primordialidad astrofísicas del hidrógeno -especialmente
en el núcleo de nuestra Galaxia- se convierten en el símbolo
de una omnipresencia y primordialidad «correspondientes»
del espíritu.
Los Símbolos tienen un enorme poder. Por ejemplo,
¿puede calcularse la importancia que tendría para la conciencia
colectiva de la humanidad el que en todas partes la imagen de
la galaxia de Andrómeda reemplazara la del Cristo crucificado
-o incluso la de la cruz- como símbolo de vida espiritual?
Ahora bien, para ser espiritualmente válida, dicha sustitución
requeriría en primer lugar una comprensión clara de lo que he
llamado «posición galáctica» o «galacticidad». Requeriría una
defisicalización del universo más allá de los límites de nuestro
sistema planetario. Requeriría una comprensión aplicable en
la práctica de lo que realmente significa el concepto de
galacticidad como ideal que guía nuevamente nuestra existen­
cia cotidiana y nuestro enfoque de las relaciones interpersona­
les y por lo tanto, la comprensión de cómo transformaría
nuestra imagen de la comunidad ideal.
Unos pocos párrafos antes he mencionado tres hechos
básicos deducibles de los recientes hallazgos astrofísicos so­
bre la distribución del hidrógeno en el cosmos. Si traducimos
dichos hechos al lenguaje de la galacticidad en que el espíritu
está simbolizado por el hidrógeno, obtenemos una imagen del
universo en que el espíritu es la sustancia original de la
existencia, la sustancia primordial de la cual deriva todo lo
demás. «Todo lo demás» puede constituir únicamente un uno
por ciento del cosmos; así pues, vivimos en un universo que
está constituido fundamentalmente por espíritu. El espíritu es
«sustancial» -que literal y etimológicamente significa que «sub­
yace» a todas las cosas. Está particularmente condensado, o
emerge en toda su pureza, en el centro de las galaxias. Si hay
otros elementos en estos núcleos galácticos, se debe a que el
LAS RELACIONES TRANSPERSONALES Y... 187

espacio está lleno de los restos inmensamente dispersos de


universos pasados -en todas las condiciones en que nos
imaginemos a dichos restos, acaso como átomos o partículas
completamente aisladas, o como disonancias o estáticas en la
gran Armonía espacial, o como «memorias» inconscientes de
fracasos anteriores (los skandhas de la filosofía budista). Tales
restos desintegrados de un pasado cósmico, en el caso de
nuestra Galaxia, se han condensado para formar las «nubes
oscuras» que nos empañan el radiante manantial espiritual del
centro.
Todas las estrellas irradian lo que percibimos como luz, así
como muchas otras clases de vibraciones. La astrofísica ha
descubierto que el hidrógeno está en la fuente de estas radia­
ciones. Si los recientes conceptos sobre las reacciones atómi­
cas que tienen lugar en el interior de las estrellas son correc­
tos -conceptos que el hombre ha podido aplicar a la produc­
ción de bombas de hidrógeno- el brillo de nuestro Sol y de las
estrellas se debe a la liberación de energía producida por
reacciones nucleares en las que el hidrógeno juega un papel
dominante. La sustancialidad del espíritu se libera progresi­
vamente en varias clases de radiaciones. La luz parece estar
compuesta por partículas llamadas fotones; actúa también
como ondas, porque el espíritu -y todo lo que existe- puede
también ser considerado, a un nivel más misterioso del ser,
como Espacio vibrante.
El concepto de galacticidad nos lleva a un estado de
existencia -que he llamado la cuarta dimensión del espacio­
cuya característica principal es la INTERPENETRACION.
Nuestra conciencia se desplaza desde la tercera dimensión,
cuyas claves son la fisicalidad, la centralidad y la condición de
existencia aislada y separada (o atomicidad), a la cuarta di­
mensión, donde ya no hay ninguna separación. Donde no hay
separación, surge la posibilidad -de hecho, la inevitabilidad y
necesidad- de una verdadera comunidad. No puede haber
verdadera comunidad al nivel de la fisicalidad y la separación.
La experiencia del «yo» es absorbida en comunidad en la
188 DIMENSION GALACTICA DE LA ASTROLOGIA

experiencia del «nosotros» -la experiencia de la interpenetra­


ción y la mutualidad que todo lo incluye.
Si pensamos en el tipo de organización que representa el
sistema heliocéntrico, el Sol está aislado en el espacio y en su
solitario esplendor, controlando patriarcalmente su grupo de
planetas. El Sol simboliza entonces nuestro «Yo soy», igual­
mente solitario y orgulloso, que en su compromiso con las
preocupaciones materiales opera sobre todo como un ego -un
espíritu tribal celoso y posesivo que insiste en ser el único
Dios. Por el contrario, si vemos y comprendemos al Sol como
la estrella que esencialmente es, se lo considera una forma del
espíritu universal -una forma entre miles de millones de otras
formas. Todas estas formas del espíritu son «compañeras» en
una vasta organización galáctica estelar. No se trata sola­
mente de una «compañía» (cum-panis; literalmente, «los que
comen del mismo pan») sino de una comunión y una comuni­
dad. Todas las estrellas existen dentro de una galaxia; comul­
gan, así como se comunican, en ondas de luz. Son «formas de
espíritu» vibratorias, que juntas resuenan en un Acorde cós­
mico en evolución -un inmenso motete en donde una miríada
de voces comulgan en relaciones de interpenetración.
Nuestra sociedad occidental ha producido formas musica­
les conceptuales y artísticas que encaman idealmente dicho
principio de interpenetración, y se ha intentado formar comu­
nidades o sociedades en numerosas ocasiones. Prácticamente
todas ellas han sido interrumpidas por una combinación de
fuerzas interiores y presiones externas, que en algunos casos
implicaron la destrucción violenta y total. Las fuerzas des­
tructivas son inevitables siempre que el intento de vida en
comunidad es engendrado por el nivel físico y motivos ego­
céntricos. En algunos casos, se producen organizaciones de
tipo «heliocósmico», centradas en un único personaje «solar»,
que es la fuente de las radiaciones espirituales; pero única­
mente se pueden construir comunidades auténticas y durade­
ras sobre la base de la conciencia galáctica, donde todos los
«comulgantes» se comunican y comparten.
LAS RELACIONES TRANSPERSONALES Y... 189

Ello no implica que la comunidad no tenga ningún centro,


sino que el centro no está ocupado por un masivo super SOL.
El centro es un manantial, una fuente a través de la cual
emerge el espíritu; y todos los participantes de la comunidad
comparten dicha formación. Son alimentados en común por el
espíritu-hidrógeno que emerge y, en su condición primordial,
dicho espíritu es «nada», siendo, no obstante, en potencia, un
número inmenso de «cosas».
En el centro galáctico emerge un potencial infinito como
fuente de existencia real. La existencia siempre es finita; sólo
la potencialidad de la existencia puede considerarse infinita.
Cada comunidad galáctica tiene un propósito finito -un lugar
un una función en el Todo universal. Pero no es una función
aislada y separada. Las galaxias forman enjambres de gala­
xias. Las comunidades sólo pueden existir y prosperar como
comunidades si asumen y extienden su relación a otras, den­
tro de la «Comunidad Universal Humana» planetaria.
En un tipo de sociedad galáctica, la integración no de­
pende de la existencia de un centro «solar» todopoderoso que
impulsa a cada participante a girar en torno suyo en adora­
ción. La integración resulta de la compleja interacción de los
seres, cada uno de los cuales es una «estrella» por derecho
propio y acepta su propio lugar y funciones en la colectividad.
El poder vinculante es el del amor, en mutua comprensión. La
unidad es evocada por la interrelación constante y consciente
de todos los participantes; el principio centralizador es la
totalidad, en vez de la unidad. Este principio es una realidad
viva aunque inmaterial que tiene su altar en el corazón de
cada miembro de la comunidad. Puede sentirse como una
presencia unificadora. Debería sentirse como una energía o
poder evocado por el amor de cada uno hacia todos; y ese
poder tiene sustancialidad, en la medida en que sostiene el
estar en compañía de todos los participantes, que ritualmente
comulgan en dicha sustancia. En términos astrofísicos, ello
implica que la fuerza de gravedad que mantiene integrada la
organización galáctica de estrellas no proviene de un Sol
190 DIMENSION GALACTICA DE LA ASfROLOGIA

inmensamente vasto, sino de la interacción del poder de


gravedad de todas las estrellas componentes. Está en acción
la cohesión del grupo. El proceso es eficaz únicamente si la
relación entre todas las unidades del grupo es transpersonal.
El término transpersonal tiene dos significados, que des­
graciademente no comprende la mayoría de la gente que los
usa. Puede significar más allá de la personalidad y de sus
normales impulsos e instintos biopsíquicos, pero también
puede significar a través de la personalidad, actuando como
una lente clara que enfoca el nivel de la actividad física, o al
nivel de la mente y los sentimientos, un espíritu «de flujo
descendente». El devoto y el místico buscan superar la atrac­
ción de la materialidad biopsíquica y buscan más allá de ésta
logros transcendentes; por otra parte, el Avatar -y general­
mente de forma menos pura, el genio creador y el gran héroe
cultural- es un ser humano que se abre, más o menos delibe­
radamente, a un «descenso» de poder espiritual, y que libera
dicho poder a través de una actividad inspiradora a nivel
social o cultural 1•
En la comunidad galáctica ideal, a la cual también me he
referido en varios libros y panfletos, como «grupo germi­
nal» 2 , las relaciones transpersonales deberían considerarse no
sólo como trascendiendo la atracción pasional y egocéntrica
de los instintos y posesividad emocional, sino también como
enfocando el poder emergente del espíritu sobre ciertas acti­
vidades funcionales. Este es un punto muy importante, pues
el proceso en muchos casos implica la dedicación conjunta, o
de dos personas (acaso, aunque no necesariamente, de dis­
tinto sexo) o de un grupo muy pequeño de individuos espe­
cialmente vinculados -dedicación a una función particular de
la comunidad. Ello implica que la formación central y funda­
mental del espíritu creador y el flujo exterior de inspiración no

' Cf. Dane Rudhyar, Occult Preparation far a New Age, parte 3.
2
Cf. We Can Begin Again-Together (fucson, Ariz.: Ornen Press, 1974), el
capítulo «Commune and Seed Groups.»
LAS RELACIONES TRANSPERSONALES Y ... 191

sólo opera en y a través de individuos, sino que puede


expresarse a través de situaciones individualizadas.
En el núcleo de todos los seres estelares de la comunidad
galáctica hay un centro de resonancia completamente acti­
vado o latente, al espíritu que anima la totalidad. Este centro
es realmente el auténtico Yo, y podemos imaginar una «quinta
dimensión» de conciencia en donde todos estos centros este­
lares no estén sólo en estado de constante interrelación, sino
que en esencia sean idénticos. Tal es el concepto que el yogui
hindú intenta transmitir al discípulo cuando le dice «yo soy
tú». Es la percepción de la identidad metafísica del Espíritu
Supremo y del espíritu individualizado inherente, aunque en
la mayoría de los casos sólo latente en todos los seres huma­
nos.
Desgraciadamente, al nivel de existencia en que casi todos
los seres humanos son conscientes durante este período histó­
rico, dicha identificación en muchos casos tiene resultados
peligrosos o, al menos, confusos. Es muy fácil y tentador para
una persona temporalmente iluminada permitir que una breve
experiencia de perfecta armonía con el poder descendente de
la Fuente espiritual central se degrade al nivel de la existencia
física. Lo que fue una percepción galáctica del espíritu se
concreta inconscientemente en el sentimiento «tridimensio­
nal» de ser un SOL para un grupo de planetas, en vez de ser
una estrella que por un momento ha resonado a la llamada
«cuadrimensional» de actividad dentro de una comunidad
galáctica. Al ocurrir esto, el orgullo «solar» y la intoxicación
espiritual con el poder transcendente adulteran el recuerdo de
la experiencia y le dan un carácter ambiguo. Aparentemente,
se obtienen resultados válidos al sentirse atraídos otros indi­
viduos al estímulo que el nuevo «Sol» les proporciona, pero
en último término esto puede conducir a la esclavitud espiri­
tual, no sólo para los devotos atraídos a semejante grupo
heliocósmico, sino también para el individuo que se ha pro­
clamado a sí mismo SOL.
Cuando un individuo comienza a experimentar su sintoni-
192 DIMENSION GALACTICA DE LA ASTROLOGIA

zac1on con el espíritu, siempre tiene que enfrentarse a una


elección crucial: ser un Sol, mientras se sueña con la identifi­
cación con el Espíritu Supremo, o ser una estrella entre
estrellas compañeras, dedicando a toda la comunidad el flujo
espiritual que en él haya buscado un foco y canal de expre­
sión. A toda persona sincera y espiritualmente honesta, la
vida le conduce a la situación de prueba en que ha de elegir, y
cuanto más evolucionada y dedicada espiritualmente sea la
conciencia, más difícil y sutil será la prueba.
Hay tres clases fundamentales de prueba, o, mejor dicho,
tres niveles a los que ha de tomarse la decisión durante el
proceso de transformación espiritual del individuo. Estos tres
niveles pueden asociarse a la naturaleza específica de los
planetas trans-satumianos: Urano, Neptuno y Plutón. En un
sentido sutil, puede advertirse sus correspondencias con las
tres «tentaciones» a las que se enfrentó Jesús en el desierto
(Matías, 4) entendidas en lo más esencial.
En la primera tentación, Satán propone a Jesús, al cabo de
un ayuno de cuarenta días, que ordene a las piedras que se
conviertan en pan. Lo que Satán tienta aquí es el poderoso
instinto de satisfacer el hambre física, pero el individuo que se
embarca en el Camino de la transformación es impulsado por
otro tipo de hambre -el de experiencias espirituales que no
sólo nutren su alma, sino que también justifican su renuncia a
todo lo que complace a su ego. Empujado por la inquietud
uraniana y por la promesa de un estado exaltado de concien­
cia implícitas en la iluminación uraniana que han experimen­
tado en una breve -ay, tan breve- inmersión en el más allá
trascendente, el «discípulo del Camino» ansía siempre más
experiencias -más alimento espiritual.
En la segunda tentación, el Demonio propone a Jesús que
pruebe su divinidad arrojándose desde lo alto de un precipi­
cio, ya que entonces vendrán los ángeles a transportarle sano
y salvo al fondo, donde la gente verá el milagro. Esta es la
prueba Neptuniana; pues lo que se pone a prueba es el empleo
de poderes normalmente invisibles u «ocultos» para evitar que
LAS RELACIONES TRANSPERSONALES Y... 193

el individuo fracase al bajar a reunirse con los que ha de


enseñar e inspirar. ¿ Usará el atractivo del poder y prestigio
espiritual -atractivo asociado con Neptuno- para impresionar
a aquellos dispuestos a creer en todo lo que les parezca
milagroso, o les traerá ese agua espiritual que si se bebe apaga
para siempre la sed, y la visión de una realidad «galáctica»?
En la tercera tentación, Satán tienta a todo remanente que
el ego pueda todavía tener en la persona que ha intentado
abandonar irrevocablemente los reinos de Júpiter y Saturno
-donde las motivaciones básicas son el poder social, la gloria,
la fama y la veneración. El aspirante al renacimiento espiritual
debe abandonar todo deseo de poder sobre otros seres huma­
nos. No puede convertirse en un miembro seguro y valioso de
un tipo de comunidad galáctica si persiste en él el menor
deseo, aunque sea profundamente inconsciente, de actuar
como un SOL ante un grupo de oscuros planetas. Esta es la
prueba plutoniana de total denudación -o, en palabras del
místico cristiano, de absoluta humildad. Sólo si la catarsis
plutoniana se realiza a satisfacción, se puede confiar en que el
individuo será un verdadero «compañero».
Aunque se puede pensar en muchas otras pruebas, las tres
que se mencionan en el mythos de Cristo son muy significati­
vas. El hambre de experiencias espirituales, el deseo de
exhibir poderes milagrosos propios de alguien con un encanto
trascendente, y la profunda ansia de autoglorificación y poder
sobre otros seres humanos -aunque sea el poder sutil que un
curador puede sentir sobre los que generosa y eficazmente ha
sanado: éstos son los vínculós profundamente arraigados que
deben superarse y erradicarse por completo antes de que la
conciencia se estabilice al nivel del ser galáctico.
Las formas que puedan adoptar la realidad y la actividad
propia al nivel galáctico deben permanecer ignoradas hasta
que se satisfagan todas las condiciones. Estas no son impues­
tas arbitrariamente por nadie ni por ningún grupo; se asocian a
la clase de orden y de organización estructural que opera al
nivel galáctico. Cada nivel de existencia tiene su propio ritmo,
194 DIMENSION GALACTICA DE LA ASTROLOGIA

sus propias «leyes naturales», sus requisitos y condiciones


para existir. Al aspirar el hombre a operar a un nivel superior
al de la fisicalidad y el tipo de centralidad solar, tiene que
adaptar su conciencia y el funcionamiento de su mente -en­
tendiéndose por mente la conciencia en un estado de actividad
definitivamente estructurada- a unas condiciones desconoci­
das producidas por un tipo de orden trascendente, si bien
igualmente «real». Mientras gradualmente logra comprender
estos nuevos principios de organización, experimentando en
primer lugar, en casi todos los casos, acaso drásticamente lo
que no son, el individuo vive en un estado de transición.
Realiza, a medias intencionadamente -Y a menudo inconscien­
temente, y no sin resistencia y confusión- un «rito de transi­
ción.»
Recorrer el Camino oculto es ya realizar, un rito de
transición. También lo es intentar cruzar la barrera del sonido
en un avión ultrarrápido o superar la fuerza de gravedad de la
tierra, aunque esto se asocia más a una hazaña intelectual y
de tipo colectivo que a un logro básico y vital. Para los seres
humanos nacidos en la bioesfera, la fuerza de gravedad terres­
tre simboliza la suma total de vínculos y ataduras que nos
supeditan a la clase de sociedad donde el ego es amo orgu­
lloso o siervo resentido, cuando no esclavo. Pero el individuo
escapsulado en una maquinaria protectora y en contacto cons­
tante con su sociedad, no efectúa una transición real en
términos de transformación de la conciencia, aunque experi­
mente breves momentos de iluminación. Estos, desgraciada­
mente, no persisten después que ha sido atrapado nuevamente
por los ritmos bioesféricos y sociales que nunca dejó desapa­
recer por completo de su psique individual.
En los verdaderos ritos de transición, Urano, Neptuno y
Plutón son los únicos guías; pero no funcionan mediante
máquinas ni dentro de ellas. Actúan en la persona total -o, en
un sentido colectivo y actual, en la misma sustancia del
progreso social. Estas, a su vez, reaccionan sobre el condi-
LAS RELACIONES TRANSPERSONALES Y... 195

cionamiento biológico y bioesférico de la vida en todas sus


formas, en todas partes del globo.
Urano, Neptuno y Plutón son los hierofantes enmascara­
dos cuyo aspecto y magnetismo atraen y atemorizan a la vez.
Inspiran a los individuos a cambiar; proporcionan visiones
flotantes de una meta imprecisa; pueden incluso aterrar, en
situaciones de vida o muerte. Golpean todos los puntos débiles
en la armadura mental con precisión. Herido y aparentemente
derrotado por su propia ceguera intelectual o emocional, el
individuo podría fácilmente derrumbarse de puro agota­
miento, si no guardara palpitante en su corazón la visión
simbólica de la futura comunidad. Tras ellos, a través de ellos,
el cielo puede despertar a la vida y cantar el motete divino de
la armonía galáctica. A nuestros oídos inexpertos, los tonos
pueden sonar discordantes, pues se interpenetran de una
manera que burla las normas seguras de afinidad ancestral y
tonalidad cultural. Pero para aquel cuyos oídos no están
taponados por la cera de la entropía biológica, el vasto acorde
de diferencias estelares se transustancia en un éxtasis de luces
unidas. Se encuentra rodeado por «enjambres globulares» de
radiantes fuentes luminosas que siendo muchas son una.
Como Dante, puede sostener la vasta Rosa celestial, en cuyo
corazón palpitante los chorros de espíritu-hidrógeno son pro­
mesas de nuevos mundos.
9
EL DESAFIO DE LA GALACTICIDAD
EN LA ASTROLOGIA HUMANISTICA

El mito exaltador debería convertirse en inspiración prác­


tica que permitiera una vida más plena en las presentes
circunstancias. ¿Cómo puede el astrólogo, en cuyo corazón y
mente los clientes derraman su inseguridad, sus esperanzas,
temores, complejos y tormentos, darles una comprensión
renovadora, creadora y rehabilitadora de su pasado, un enfo­
que más dinámico de las crisis o incertidumbres del presente y
un sentimiento interno de lo que pueden lograr si se atreven a
enfrentarse al desafío del espíritu transformador?
Esto es lo que le gustaría conocer a todo astrólogo auténti­
camente «humanista» que se toma su tarea en serio. Pero la
respuesta a la pregunta antes formulada no puede plantearse
en términos generales. El espíritu actúa de manera focal sólo
en casos particularmente definidos, dejando a la mente la
tarea de generalizar y simbolizar lo «aún desconocido» en
imágenes y mitos. Ahora bien, ¿cómo podría revelarse al
ansioso investigador el siguiente paso en cualquier situación,
salvo en la forma de símbolos?
Cualquier situación vital, con sus problemas personales, es
obviamente el resultado de una serie única de circunstancias,
antecedentes y posibilidades futuras. Pero también puede
entenderse como variación única de uno entre relativamente
pocos temas. Estos temas son los arquetipos. El hombre,
como miembro de una cultura particular, los ve bajo una luz
EL DESAFIO DE LA GALACTICIDAD... 197
especial. La calidad de dicha luz -la naturaleza del entendi­
miento humano- cambia en la media en que la conciencia del
todo cultural colectivo, y de la persona nacida en dicho
campo de actividad sociocultural, despliega y materializa más
potenciales cósmicos inherentes al Hombre arquetípico.
Cuando la conciencia humana pasa de la condición de
centralidad y materialidad heliocósmica a la de galacticidad,
inevitablemente se le plantea una multitud de problemas de
readaptación intelectual y emocional. Al intentar resolverlos,
los individuos siguen muchos caminos de búsqueda psicoló­
gica. Cada camino sigue una línea específica repleta de simbo­
lismo consciente e inconsciente. ¿Cómo podría no ser así, a la
vista del hecho a menudo no admitido, de que cada camino se
basa en premisas o paradigmas indemostrables? Algunos de
ellos, inculcados por el sistema socioeducativo, se dan por
supuestos; otros se deben al rechazo más o menos voluntario
de lo aprendido en la niñez o al unirse a determinados grupos.
Actualmente en Norteamérica, la persona que busca ayuda
acudiendo al usual psicoanalista o psiquiatra acepta implíci­
tamente -tanto si es consciente de ello como si no- los
paradigmas de su variedad particular de sociedad occidental.
Si consulta al típico astrólogo que se anuncia a sí mismo, se
seguirá una línea extracultural de enfoque, que representa una
ambigua combinación de actitudes conscientes y semicons­
cientes. El enfoque contracultura[ de casi todos los astrólogos
humanistas está condicionado por una forma algo oscura de
escape y protesta contra las premisas inculcadas por la menta­
lidad oficial e institucionalizada de nuestra sociedad. El enfo­
que se convierte en transcultural si el buscador siente intuiti­
vamente que vive en un estado de transición entre dos cultu­
ras -una que lentamente se vuelve anticuada y otra todavía en
estado prenatal- y que debe adoptar una decisión positiva,
creadora y transformadora en términos de dicha situación.
Inevitablemente, tiene que emplear palabras, sintaxis y datos
producitos por la conciencia actual de grupo y sus instrumen­
tos, casi todos los cuales son producto de conceptos y actitu-
198 DIMENSION GALACTICA DE LA ASTROLOGIA

des del pasado; con todo, puede ver a través de ellos y


reinterpretarlos en términos de una nueva visión.
El enfoque galáctico, que este libro se propone únicamente
evocar, pues definirlo con precisión actualmente sería imposi­
ble, debería llamarse «transcultural» en vez de «contracultu­
ral». Nuestro presente conocimiento de la Galaxia es dema­
siado nebuloso e incompleto para servir como fundamento
sólido y auténticamente coherente de un tipo «galáctico» de
enfoque astrológico. No obstante, si hemos experimentado el
sentimiento intuitivo de que la humanidad evoluciona hacia un
estado nuevo y todavía no formulado con claridad de con­
ciencia individual y social, podemos usar la imagen astronó­
mica radicalmente transformada para simbolizar dicho estado
de conciencia y de ser al cual aspiramos; y, al hacerlo,
experimentamos nuestra sintonización con la realidad cósmica
y los ritmos galácticos de un modo que transcenderá no sólo
la actitud individualista y antropocéntrica de nuestra cultura
oficial euro-americana, sino también el enfoque infantil y
devoto del hombre arcaico.
Hasta que el nuevo modelo del universo no esté más
definido y organizado estructuralmente, dicha sintonización
ha de permanecer al nivel intuitivo y sobre todo como un
sentimiento-experiencia; pero actualmente sabemos lo bas­
tante como para advertir unos pocos hechos básicos que
pueden transmutarse en grandes símbolos indicadores de nue­
vos logros vitales. El problema al que se enfrenta el astrólogo
orientado hacia el futuro es cómo emplear dichos símbolos al
interpretar las cartas natales, para que revelen el modo en que
el nuevo nivel de realidad y conciencia afectará el desarrollo
psicológico y espiritual del individuo que intenta guiar en su
camino de autotransformación.
Al intentar resolver este problema, antes que nada es
necesario darse cuenta de que el tipo clásico de astrología es
una combinación ambigua en que las intituiciones arcaicas (y
los términos que caracterizan religiones vitalistas) se mezclan
con los conceptos materialistas y mecanicistas del período
EL DESAFIO DE LA GALACTICIDAD... 199

copemicano de nuestra sociedad occidental. La ambigüedad


básica se refiere, obviamente, a los dos conceptos del zo­
díaco: el zodíaco sideral de constelaciones de estrellas y el
zodíaco tropical de signos que representan doce secciones de
la órbita de la Tierra. Otra clase de ambigüedad deriva de
considerar al Sol y la Luna desde el punto de vista arcaico,
que los considera como las dos Luminarias y, desde el de la
práctica astrológica moderna, como «planetas» -aunque la
astrología popular «de los signos solares» da una enorme
importancia al Sol. Una tercera clase de ambigüedad reside en
que se habla de estrellas «ftjas»- nombre que ni siquiera es
realmente coherente con la imagen arcaica del cielo, pues en
dicha imagen cada cuerpo celestial estaba en movimiento; lo
único «fijo» eran las trayectorias de las estrellas al moverse
todo el cielo en una combinación de ciclos diarios y anuales.
Cuando un astrólogo habla de una conjunción entre una
estrella y un planeta, piensa únicamente en su longitud zodia­
cal. Pero muchas estrellas tienen una latitud celestial muy
alta, mientras que los planetas, que se mueven siempre en la
estrecha banda del zodíaco, tienen latitudes bajas. Esta dife­
rencia de latitud borra el significado de la conjunción (o de la
oposición planetaria). La práctica usual, por lo tanto, niega la
tridimensionalidad del universo. En un tipo de astrología
cuyas mediciones y símbolos dependen tan exclusivamente
del plano zodiacal, tampoco es razonable hablar de «puntos
medios». Por ejemplo, Antares, la gran estrella roja de la
constelación de Escorpio (aunque actualmente se encuentra a
los � 23' de Sagitario en el zodíaco tropical, es decir a
24� 23' de longitud celestial) tiene una latitud celeste sur de
unos 4 1/2 grados, mientras que Sirio, la estrella más brillante
(longitud 103° 43' o 13° 43' de Cáncer) tiene una latitud sur de
unos 39 1/2 grados. La distancia en longitud entre ambas
estrellas es, por lo tanto, de 145° 42' y por su punto medio
estaría situado a los 26° 34' de Virgo. Ahora bien, hablar de
dicho punto medio sería ignorar la diferencia de 35 grados
entre sus latitudes; significaría que comprimimos el hemisferio
200 DIMENSION GALACTICA DE LA ASTROLOGIA

celestial sur en una especie de panqueque liso representado


por el zodíaco tropical -una estrella banda que se extiende
unos poco grados a ambos lados de la eclíptica.
Por otra parte, si consideramos las estrellas Regulus (290
27' de Leo y latitud norte O 1/2) Spica (23° 28' de Libra y
latitud sur 2º) y Antares (90 23' de Sagitario y latitud sur 4
1/20), estas tres están tan cerca del plano de la eclíptica como
si fueran planetas; así pues, las dos series de cuerpos celestia­
les pueden razonablemente asociarse entre sí, y sus puntos
medios podrían tenerse en cuenta como importantes. Los
puntos medios entre Regulus y Spica caen a los 27° 01' de
Virgo. Curiosamente, casi la misma posición del punto medio
entre Sirio y Antares. El punto medio entre Spica y Antares
caería a los 226º 28' de longitud o a los 16° 26' de Escorpio).
No podemos orientarnos en tal cúmulo de incertidumbres
y ambigüedades si prestamos demasiada atención a la infor­
mación fragmentaria y a menudo contradictoria deriva del
arduo estudio de antiguos testimonios dejados por sociedades
cuyos paradigmas y respuestas-sentimientos básicos no com­
partimos. Casi con todos estos testimonios fragmentarios pro­
ceden, de hecho, del período de transición entre las edades
arcaica y clásica, es decir, desde los siglos VI a I antes de
Cristo -una época tan confusa como la presente. La astrología
dirigida al individuo comenzó como muy pronto en el siglo IV,
o posiblemente en el siglo v antes de Cristo. El arte de la
horoscopía, desarrollado en Grecia, Egipto, Roma y después,
durante los siglos XVI a XVIII en las cortes de la aristocracia o
por motivos políticos o militares, representa sólo un modo
transitorio de emplear los datos celestiales al tratar con situa­
ciones y sucesos de personas, un camino adaptado a una
época que resaltaba y llegó a glorificar el ego y sus deseos. El
empleo del zodíaco en la horoscopía debería asociarse con la
época histórica que vio la ascensión del Sol a una posición de
importancia y centralidad no puestas en duda, ascensión que,
al menos en lo que concierne a las regiones mediterráneas,
EL DESAFIO DE LA GALACTICIDAD... 201

tuvo su manifestación más dramática en el breve culto de


Atón, el disco solar, por el faraón Akhnaton.
La percepción de que el universo es un todo «viviente» no
debería confundirse con la veneración de una figura o símbolo
central que domina el mundo. En la forma más pura y
metafísica del Vitalismo, el Espacio (con mayúsculas) simbo­
liza la sustancia-energía creadora divina de la cual todo pro­
cede. El Espacio tiene en las estrellas unos puntos o lentes
focales a través de los que exterioriza su potencial de existen­
cia, y las constelaciones representan jerarquías divinas, cada
una de las cuales constituye un principio cósmico determi­
nado. De día, el Sol las borra, pues atrae a un foco muy
centralizado y todo poderoso la energía vital creadora de la
constelación particular frente a la cual viaja durante un mes
de nuestro año terrestre. El Sol sencillamente canaliza el
poder cósmico de uno de los doce aspectos básicos del
Espacio divino representado por las constelaciones zodiaca­
les. Estos aspectos de la energía cósmica del Espacio son
necesarios al hombre y todos los organismos vivientes de
nuestro planeta, para realizar eficazmente su potencial de
existencia.
Según este concepto (o mito) vitalista, las otras constela­
ciones, lo bastante por encima o por debajo del plano de la
órbita terrestre como para no ser «zodiacales» son también
fuentes inmensas de poder cósmico, pero la humanidad nor­
malmente no puede emplear las energías emanadas de estas
constelaciones extrazodiacales. Con todo, las estrellas más
grandes de dichas constelaciones irradian sobre la Tierra algo
de su poder, y los seres humanos que de algún modo pueden
responder -y cuyo «destino» es responder- a estos poderes
extraordinarios, pueden ser «poseídos» por ellas. Esto puede
conducir tanto a la fama y la gloria más espectaculares como a
fracasos y caídas igualmente enormes o a enfermedades poco
corrientes. Los astrólogos medievales conservaron bastantes
de estas arcaicas ideas vitalistas, atribuyendo a las «estrellas
fijas» más brillantes la capacidad de provocar circunstancias
202 DIMENSION GALACTICA DE LA ASTROLOGIA

anormales o sobrehumanas en las vidas de las personas en


cuya carta natal estaban conjuntas al Sol, la Luna y a cual­
quiera de los cuatro Angulos, en especial el Ascendente o el
Mediocielo.
A todo fenómeno celestial cuya recurrencia no parecía
ajustarse a ninguna norma de orden conocida e inteligible (por
ejemplo, los cometas), inevitablemente se le daba un signifi­
cado más o menos «ominoso».
En la actualidad, nuestra percepción del orden cósmico ha
adquirido una nueva cualidad y se ha ampliado en gran
medida. Al alterarse la noción de lo que comprendemos por
orden cósmico, también debería transformarse la calidad y el
nivel de nuestras interpretaciones astrológicas. La galactici­
dad trata de un tipo de orden nuevo, sugerido por los recien­
tes hallazgos astronómicos, aunque hasta ahora hayan sido
incapaces de definirlo.
En tanto que la astronomía intenta establecer la existencia
de un orden en los fenómenos celestiales, la función de la
astrología es transformar este orden observado en un «mito»
-es decir, en una serie de símbolos interrelacionados de modo
coherente capaces de dar un rumbo practicable al lento y
siempre vacilante avance de los individuos y sociedades hacia
una realización más plena del potencial inherente al hombre
como realidad arquetípica. El zodíaco, con todas las interpre­
taciones inmensamente ramificadas y diversas de sus doce
signos, es un mito. En su forma actual, probablemente es el
legado de un grupo de sabios que formaron algún tipo de
«Hermandad Oculta>> o de sacerdotes que llegaron a ser
conocidos como «Caldeos», y en algunos casos «Sabianos»,
aunque sea imposible saber cómo se originaron estos nom­
bres o a qué grupo de hombres designaron estos términos en
primer lugar. Según la Enciclopedia Británica («Historia de la
Astrología»), los conceptos astrológicos llegaron al mundo
griego «a través de un sabio babilónico, Berosus, que fundó
una escuela alrededor del 640 antes de Cristo, en la isla de
EL DESAFIO DE LA GALACTICIDAD... 203
Cos y que quizá contó con Tales de Mileto (639-548) entre sus
discípulos». Lo que se conserva de los escritos de Berosus se
considera actualmente «apócrifo», y lo que defendió como
testimonios de inmensa antigüedad es presentado por los
modernos historiadores, que insisten en condensar los perío­
dos mencionados en muchos libros antiguos, de origen babi­
lónico e indio, como documentos de apenas unos pocos miles
de años.
Desde el punto de vista adoptado en este libro, siempre
que los «hechos» puedan tener tantas y contradictorias inter­
pretaciones, es mejor pensar en términos de validez en vez de
verdad. Tanto si el zodíaco de doce signos tiene una inmensa
antigüedad como si no, su empleo en la forma actual está
condicionado por conceptos clásicos basados en la necesidad
de tratar con situaciones creadas por seres humanos más o
menos individualizados y sus problemas. Estas situaciones no
existían en el pasado arcaico de nuestra presente humanidad;
y hay que enfrentarse a la posibilidad de que puedan ser
profundamente modificados por las circunstancias de una
«nueva era». El enfoque galáctico de la astrología, que pro­
pongo aquí, es un intento de enfrentarse a esta posibilidad
interpretando creativamente los nuevos hallazgos de la astro­
nomía.
Por lo tanto, debería reinterpretarse el concepto zodiacal,
aunque actualmente y por motivos prácticos el astrólogo no
pueda ignorarlo. Es un marco de referencia básico; pero,
como señalé en la primera parte de mi libro The Astrological
Houses, perdería mucha de su importancia en un verdadero
tipo de astrología «centrada en la persona» donde el «globo
terráqueo natal» tridimensional reemplaza nuestras actua­
les cartas natales de dos dimensiones. Aquí es necesario
volver a distinguir cuidadosamente entre lo que llamamos,
con bastante ambigüedad, el zodíaco y la división general de
todo ciclo en doce fases, cada una de las cuales tiene un
significado característico.
Cuando el «astrólogo esotérico» ve en el zodíaco una
204 DIMENSION GALACTICA DE LA ASTROLOGIA

imagen mística del descenso del «Sol» en la materia y su


reascensión hacia su estado espiritual original, lo que hace es
emplear el viaje celestial anual del Sol en aparente movi­
miento como drama simbólico donde el Sol está representado
por el Alma. Ahora bien, lo que simboliza o celestializa es, de
hecho, el ciclo de las cuatro estaciones y de la vegetación en
las regiones templadas del hemisferio norte -por tanto, el
proceso de la vida de la bioesfera. Este mito es lógico y
significativo en unas sociedades basadas en la agricultura y la
ganadería, pero pierde casi toda su relevancia si se aplica a los
problemas de un moderno individuo egocéntrico cnyas expe­
riencias personales tienen muy poco que ver con las estacio­
nes. No obstante, este cambio radical de las normas vitales
básicas de los seres humanos no deteriora en nada el signifi­
cado arquetípico de la división en doce partes de un ciclo y
del espacio en tomo a un hombre situado sobre la superficie
de la Tierra, o del sólido geométrico, el dodecaedro, cuyo
significado cósmico fue recalcado por Pitágoras y Platón.
Dicho esquema en doce partes puede aplicarse a un nuevo
y revitalizado concepto de las Casas astrológicas, cuando se
considera al individuo como situado en el centro de un man­
dala tridimensional, su «globo natal». Podría emplearse en
astrología galáctica, si supiéramos lo suficiente sobre la es­
tructura de toda la Galaxia -lo que no es el caso, desgracia­
damente. Ni siquiera sabemos si nuestro sistema solar es
parte de un sistema subgaláctico y si nuestro Sol gira en tomo
a una estrella mayor o forma parte de una comunidad subga­
láctica donde opera el principio de galacticidad en lugar del de
centralidad solar.
Debido a nuestra ignorancia, se podrá alegar que el con­
cepto mismo de galacticidad es prematuro. ¡ Pero también lo
son las utopías sociales y todos los sueños filosóficos y éticos!
Anuncian e intentan formular en términos amplios lo que antes
o después ha de venir. Imprimiendo el ideal en la conciencia
de los seres humanos y pequeños grupos o comunidades,
estos sueños hacen posible lo aparentemente imposible. Gra-
EL DESAFIO DE LA GALACTICIDAD... 205

dualmente permean y transforman los hábitos, sentimientos y


conductas personales de un número cada vez mayor de indi­
viduos inspirados por la visión. Al menos, plantean ciertas
preguntas básicas; y la capacidad y el valor de hacer pregun­
tas que van a la raíz de los conceptos y desafían paradigmas
generalmente aceptados son factores esenciales para la evolu­
ción humana.
Sólo puede avanzarse paso a paso. Hablar de astrología
«humanista» fue un paso. Ir del concepto humanista al con­
cepto «transpersonal» fundado en el principio de la galactici­
dad es otro paso más. Es un paso a ser tomado por el
astrólogo como ser humano, en lugar de como un memoriza­
dor de manuales de viejos procedimientos o de nuevas técni­
cas cuya importancia se presume demostrada por estadísticas
cuestionables. No se trata por tanto de lo que podamos
encontrar en una carta astrológica y añadir a ella, sino de
cómo miremos la carta y cuál sea nuestra concepción del
hombre y del destino o propósito del hombre en el universo, y
de cómo lo formulemos en términos que inspiren al cliente.
No obstante, el «lector» interesado sin duda seguirá pre­
guntando cómo puede aplicar los conceptos de este libro en su
interpretación de las cartas personales, y si se debería dar a
las «estrellas fijas» más importancia que la usual. A estas
preguntas sólo puede responderse tentativamente.
El que, en la actualidad, casi todos los astrólogos se
refieran al Sol y a la Luna como «planetas» es ya una
indicación de una ruptura, aunque sea confusa, con un enfo­
que estrictamente heliocéntrico. Tampoco ha de considerarse
como un retomo al enfoque arcaico. Implica que el astrólogo
piensa en los diez planetas (incluidos el Sol y la Luna) como
símbolos de diez funciones clásicas que operan en todo sis­
tema organizado de actividades relacionadas o dependientes
entre sí. Tal es el enfoque del astrólogo humanista -un enfo­
que holístico. Se establece una intepretación «orgánica» entre
todos los factores señalados en una carta natal circular, y la
última representa una mandala en cuyo centro el «yo» indivi-
206 DIMENSION GALACTICA DE LA ASTROLOGIA

dual destaca como principio integrador. No hay nada erróneo


en ello, pues, efectivamente, simboliza la presente situación
humana. Todo lo que una consideración del potencial de
«galactización» de la conciencia humana añade a esa imagen
es una nueva interpretación del significado a atribuir al
1) Sol; 2) los planetas trans-uranianos, Urano, Neptuno y
Plutón, y 3) las estrellas.
1) Según nuestra interpretación galáctica, al Sol habría
que darle un significado dual. Como Sol, centro de un sistema
de planetas, es la fuente de la energía vital básica. A menudo
he hablado de él como símbolo de la clase especial de com­
bustible que mueve al motor de la personalidad -hay al menos
doce clases de combustible, cada uno de ellos representado
por la posición del Sol en un signo zodiacal y, por lo tanto,
por la clase especial de relación entre la Tierra y el Sol en el
nacimiento.
Por otra parte, el Sol considerado como estrella �una entre
miles de millones en la Galaxia- simboliza el juego caracterís­
tico de posibilidades, conciencia y actividad externa que de­
fine al reino humano y al hombre arquetipo. Así pues, la
relación física real de la Tierra con el Sol en el momento del
nacimiento de un ser humano indica simbólicamente el modo
en que este organismo recién nacido en particular sintoniza
con un determinado aspecto de todo el potencial inherente al
hombre, y reflexiva y biopsíquicamente, en la «naturaleza
humana». Si hubiéramos de mencionar sólo doce de dichos
aspectos en la naturaleza humana, obviamente hablaríamos en
términos demasiado generales -razón por la cual la astrología
popular de los signos solares tiene tan poca validez, sobre
todo si únicamente estudia la posición del Sol en el zodíaco.
Se requiere un análisis más sutil que se refiera a un nivel más
individualizado de valores humanos. Los símbolos de los 360
grados del zodíaco se refieren teóricamente a dicho nivel. He
discutido estos símbolos y sus significados en mi libro An
Astrological Manda/a. El conjunto de símbolos «Sabianos»
que he reinterpretado acaso no diga la última palabra sobre la
EL DESAFIO DE LA GALACTICIDAD... 207

importancia de los signos zodiacales, pero actualmente es el


más significativo de que disponemos -significativo no sólo por
su contenido, sino también a la vista del modo extraordinario
en que se obtuvo (cf. parte 1, capítulo 2: «Los símbolos
sabianos: su origen y estructuras internas»).
El símbolo del grado zodiacal en que está localizado el Sol
natal de un individuo de alguna indicación -aunque sea ambi­
gua en muchos casos- sobre el aspecto particular de la natura­
leza humana que podría desarrollar una persona si realizara su
potencial innato en armonía con la vasta estructura global de
la Galaxia en cuyas actividades participa el Sol. En palabras
más sencillas, la posición del grado del Sol natal se refiere al
propósito fundamental de la vida del individuo, a condición de
que se entienda la palabra «propósito» en un sentido que
trascienda la categoría social de propósito determinado cultu­
ralmente.
A modo de ejemplo, tomaré la carta natal del gran ocul­
tista y filósofo alemán Rudolph Steiner, hombre de muchas
dotes filosóficas, ocultistas, educativas y artísticas, clarivi­
dente y fundador del Movimiento de Antroposofía. Nació con
el Sol a los g;, 20' de Piscis, y el grado 100 de Piscis tiene el
siguiente símbolo e intepretación:

UN AVIADOR PROSIGUE SU VUELO, PILOTANDO


ENTRE NUBES QUE OSCURECEN EL TERRENO:
La capacidad del hombre para desarrollar poderes y
conocimientos, que, trascendiendo las limitaciones natu­
rales, le permiten operar en los campos mentales y
espirituales... Lo hace como individuo que controla po­
derosas energías, pero como heredero de la destreza de
incontables innovadores y organizadores... el símbolo
evoca el logro de la maestrÜl.
(An Astrological Manda/a, p. 274.)

Dicho símbolo ciertamente es adecuado, ¡aunque es evi­


dente que no debería deducirse de ello que Steiner fuera un
«Maestro»! Sencillamente, representó el florecimiento de una
208 DIMENSION GALACTICA DE LA ASTROLOGIA

larga tradición cultural, probablemente directa o indirecta­


mente relacionada con el Movimiento Rosacruz 1•
Otro ejemplo lo proporciona la carta natal del presidente
Dwight Eisenhower, que nació cuando el Sol se hallaba en el
grado 22 de Libra -y sólo a 5 grados de Urano. El interesante
símbolo de este grado, como en casi todos los casos, no
debería interpretarse literalmente, pero indica una cualidad
demostrada por la vida muy especial de Eisenhower.
UN NIÑO DA DE BEBER A LOS PAJAROS EN UNA
FUENTE: La preocupación de las almas sencillas por el
bienestar y la felicidad de los seres menos evolucionados
que están sedientos de vida renovada... En este símbolo,
la relación entre «niño» y «pájaros» implica una comuni­
cación espontánea e ingenua al nivel espiritual, un toque
anímico al nivel de los sentimientos puros... La palabra
clave: solicitud.

En la carta natal de Albert Einstein, el Sol se halla en el


grado 24 de Piscis, simbolizado por:
EN UNA PEQUEÑA ISLA RODEADA POR LA
VASTA EXTENSION DEL MAR, UNAS PERSONAS
VIVEN EN ESTRECHA COOPERACION. Palabra
clave: centralización.

Independientemente del significado del símbolo en la vida


personal y espiritual de Einstein, es interesante observar que
su ahora oficialmente aceptada Teoría de la Relatividad desa­
fió el concepto de infinitud espacial y condujo a la imagen de
«universos islas». Centralizó muchos nuevos hallazgos e ideas
en un concepto integrador, y haciéndolo probablemente rea­
lizó su destino vital.
Muy a menudo, el símbolo no sólo tiene que reinterpre­
tarse en relación con la situación vital concreta, sino que el

1 Su
carta natal está impresa en mi libro Person-Centered Astrology (Lakemont,
Ga: CSA Press, 1972).
EL DESAFIO DE LA GALACTICIDAD... 209

individuo puede no ser capaz de satisfacer de un modo


espiritual positivo la tarea arquetípica que le corresponde. El
caso de Benito Mussolini, símbolo del moderno fascismo, es
significativo si recordamos que su movimiento fascista nació
del temor a que se difundiera una nueva ola de comunismo en
Italia tras la Primera Guerra Mundial.
UNA DAMA CHAPADA A LA ANTIGUA Y CON­
SERVADORA, A LA QUE SE ENFRENTA UNA
MUCHACHA «HIPPIE»: hace referencia a una crisis
colectiva, cultural y social, que nos desafía a percibir la
relatividad de los valores sociales.

En este símbolo vemos un nuevo ideal de existencia que


desafía el antiguo orden establecido. Mussolini decidió enfren­
tarse a la situación, detruyendo implacablemente a todo y a
todos los que proclamaran la necesidad de reformar un sis­
tema adecuado.

2) En los capítulos anteriores, he afirmado que Urano,


Neptuno y Plutón, en tanto están en el sistema solar, no son
del sistema solar. Representan un intento triple por conducir
la conciencia del hombre desde un estado tridimensional
caracterizado por los planetas situados entre el Sol y Saturno,
de relativa esclavitud, al nivel galáctico cuadrimensional.
Considero esencial tal interpretación de la naturaleza y
función de los planetas trans-saturnianos, pues ella sola per­
mite al astrólogo dotar de sentido positivo y transformador
-aunque catártico- a un cúmulo de sucesos exteriores y con­
flictos internos que nuestra sociedad y la mayoría de los
psiquiatras y psicólogos no son capaces de evaluar bajo una
luz constructiva y espiritual.
Urano, Neptuno y Plutón simbolizan todo lo que en la vida
humana actual puede ayudar tanto a la mayoría de los indivi­
duos como a los varios grupos sociorreligiosos y culturas que
todavía exigen la obediencia de las gentes, a aceptar la crisis
presente (y las que se avecinan) como único medio para
210 DIMENSION GALACTICA DE LA ASTRO LOGIA

emerger a un estado de existencia pleno y espiritual. Hasta un


episodio psicótico o, a escala nacional, una serie de sucesos
cataclísmicos (telúricos o provocados por el hombre) pueden
convertirse en el medio para una transformación radical y
renacimiento espiritual. Pero ello sólo ocurre si se imagina, al
menos, la característica principal de las futuras circunstan­
cias, transformándose así en un ideal conscientemente soste­
nido y esperado al que debe aspirar el hombre. No son
suficientes un profundo hastío y disgusto con las condiciones
presentes, pues éstos pueden meramente precipitar posturas
prematuras y arbitrarias que condenen a la futilidad la rebe­
lión.
Debe haber una visión uraniana si Neptuno y Plutón han
de aceptarse plenamente como hierofantes que nos guían a la
nueva vida; y sin la compasión y gran comprensión de las
relaciones interpersonales representadas por Neptuno, el tipo
de actividad simbolizada por Plutón tiende a ser drástica e
implacable, aunque intelectual y fríamente justificable en las
condiciones prevalecientes. Así, debería estudiarse atenta­
mente el modo en que se relacionan entre sí estos tres
planetas polarizados galácticamente -por aspectos, por «Par­
tes» y/o por puntos medios 2-, y no de un modo meramente
analítico, sino en términos de la imagen holística que surge de
sus interrelaciones. Esa imagen ha de compararse con la
producida por los planetas situados entre Saturno y el Sol;
esta última ha de estudiarse en términos del acoplamiento ya
mencionado de planetas complementarios (Júpiter-Saturno,
Venus-Marte, el Sol y la Luna) y de las relaciones potencial-

' Los Partes astrológicos -a menudo llamados «Arábigos»- son indicadores del
estado de la relación entre dos cuerpos celestiales moviéndose a diferente velocidad,
cuando esta relación se refiere al Ascendente o a los otros tres Angulos. El Parte más
usado es el Parte de la Fortuna, que asocia la posición del Sol y de la Luna con el
Ascendente de la carta natal de un individuo. Se calcula sumando las longitudes de la
Luna a la del Ascendente y restando de dicha suma la longitud del Sol. He discutido
en profundidad este Parte en The Lunation Cycle (Berkeley, Ca; Shambhala Publica­
uon). Los Partes cte Urano en relación a Neptuno y Plutón, y de Neptuno en relación
a Plutón, pueden calcularse,del mismo modo.
EL DESAFIO DE LA GALACTICIDAD ... 211

mente transformadoras, si no catárticas, entre Urano y Sa­


turno, Neptuno y Júpiter, Plutón y Marte -y también en otro
sentido entre Plutón y Mercurio- dos aspectos de la mente.
El punto medio entre dos planetas representa sencilla­
mente, al menos en teoría, el lugar zodiacal en que se fusio­
nan sus actividades de modo más concentrado. Se conside­
ran «puntos sensibles», y obviamente hay muchos, pues en
teoría cada par de planetas tiene dos puntos medios en mutua
oposición.
De especial importancia en la primera etapa del estudio de
una carta natal son los tránsitos de los planetas trans­
saturnianos por el Sol, la Luna y los cuatro Angulos. Estos, y
la edad de la persona cuya carta se examina, son las cuestio­
nes principales, junto con la edad a la que ocurren las «Lunas
Nuevas en progresión» 3 y las conjunciones Júpiter-Saturno
-así como las Casas natales donde tienen lugar. Por ejemplo,
la Casa en que se produjo la última conjunción de Urano y
Plutón alrededor de los 17° de Virgo puede ser una clave
importante sobre la forma en que se manifiesta el impulso de
auto-transformación (o reforma colectiva y renacimiento) en
la vida del individuo. Si este individuo se abrió al camino, y
consciente o inconscientemente no impidió la transformación
potencial, la Casa en que tuvo lugar la conjunción indicará el
campo más significativo en que posiblemente se concentró
este proceso de metamorfosis parcial o al menos de repolari­
zación. En la carta natal de los EE.UU. (con Ascendente en
Sagitario) 4 esta conjunción Urano-Plutón se hallaba en la
novena Casa, que trata de la expansión, aventuras en el
extranjero, diplomacia, filosofía y religión -y 1965-66 fueron

3 Para un estudio del «ciclo de lunación en progresión», véase The Lunation


Cycle, capítulo 7.
4
Cf. mi libro The Astrology of America's Destiny. Recalco allí el hecho impor­
tante de que Neptuno cruzó el Mediocielo de esta carta natal de los EE.UU. cuando
se inició el proyecto atómico. Urano realizó el mismo tránsito cuando Nixon fue
elegido en 1968; Plutón se hallaba en el mismo grado durante la campaña presidencial
de 1972; y Neptuno cruzó el Ascendente natal de los EE.UU. en 1976 -año de
nuestro Bicentenario y de otra campaña presidencial.
212 DIMENSION GALACTICA DE LA ASTROLOGIA

los años en que la Guerra del Vietnam se convirtió en tema


crucial y transformador, y en que el uso de drogas psicodéli­
cas polarizó al Movimiento Juvenil. La conjunción ocurrió en
la primera Casa y próxima al Ascendente de nuestro ex­
presidente, quien-para bien o para mal- planeaba entonces su
campaña electoral de 1968.
Las Casas donde tiene lugar el sextil largo de Neptuno y
Plutón -y, para las personas nacidas alrededor del año 1900,
la Casa en que ocurrió la conjunción de estos planetas de
1891-92- deberían también estudiarse atentamente, si el indi­
viduo es realmente capaz de responder a una llamada global
semejante, en términos de reorientación y renacimiento espiri­
tual y mental. Todos esos aspectos -en especial, en la mayoría
de los casos, las conjunciones, oposiciones y cuadraturas­
hacen referencia al potencial de experiencias individuales o
colectivas que estimulan el proceso transformador. De hecho,
todo aspecto, tránsito o progresión en que participen los
planetas trans-satumianos puede producir dicho estímulo. En
estos casos, el astrólogo de orientación galáctica percibe
intuitivamente las oportunidades de transformación tanto para
él mismo como para sus clientes; sacar a la luz de la concien­
cia estas oportunidades puede alterar la normalmente fuerte e
instintiva resistencia al cambio. Decimos que «puede», pero,
en muchos casos, también puede provocar temor, si el posible
cambio se considera una posibilidad futura, y así, como un
desafío al que acaso uno no pueda enfrentarse en ese mo­
mento.
La astrología no debería considerarse como una ciencia
predictiva. La tarea del astrólogo es ayudar al individuo a
comprender las consecuencias más profundas, objetivas y
transformadoras de lo que ocurre en el momento de la con­
sulta astrológica -o, como mucho, la naturaleza de las ten­
dencias que ya han sido reconocidas por el cliente, pero no
parecen haber sido comprendidas en el espíritu de la evolu­
ción espiritual.
El problema fundamental para el astrólogo es, por lo tanto,
EL DESAFIO DE LA GALACTICIDAD ... 213

cómo evaluar la capacidad de su cliente de reaccionar cons­


tructivamente a lo que se le menciona como posibilidad o
tendencia en la que debería concentrar su atención. Se re­
quiere sumo cuidado para evitar las reacciones psicológicas
negativas y morbosas. Lo esencial a tener en cuent& es que,
independientemente de lo que indiquen Urano, Neptuno y
Plutón analizados por separado -como sucesos concretos o
como tendencias de desarrollo personal- estas indicaciones
hacen referencia a un proceso tripartito que debería interpre­
tarse como un todo complejo. Lo que se cuestiona es la
manera en que un ser humano puede recorrer del modo mejor
y más provechoso el Camino de la auto-transformación. Es un
único Camino, un único Proceso. Comienza en la oscuridad de
las selvas de este planeta Tierra -naturales o hechas por el
hombre- y concluye en la conciencia de luz de la que nuestra
Galaxia es el símbolo celestial y representación real.

3) Si intentamos dar un significado preciso o episódico a


lo que los astrólogos clásicos llamaban «estrellas fijas», en
realidad contamos con muy pocos datos en que basar un
juicio convincente. Un libro como el de Vivian E. Robson, a
menudo mencionado, The Fixed Stars and Constellations in
Astrology (Londres, 1923), nos proporciona una serie de datos
de fuentes helenísticas, medievales o clásicas en los que sería
desaconsejable y hasta muy a menudo psicológicamente peli­
groso, basarse. Otros libros, como el valioso en otros sentido
Encyclopedia of Astrology, de Nicholas de Vore (Nueva
York, 1947), pueden ser incluso más destructivos en la inter­
pretación de lo que indican las estrellas cuando están en
conjunción con el Sol, la Luna y los Angulos natales. Más
pronto o más tarde, algún «astrólogo científico» realizará un
exhaustivo estudio estadístico de la probable influencia de las
estrellas, probablemente cuando están situadas cerca del As­
cendente y/o el Mediocielo. Es probable que esto cree más
problemas y resultados negativos si se usan los datos estadís­
ticos -que pueden ser valiosos en términos de grandes gru-
214 DIMENSION GALACTICA DE LA ASTROLOGIA

pos- para aconsejar a clientes individuales, pues las estadísti­


cas no tienen ningún valor cuando se aplican a los casos
individuales.
Los planetas tienen significados en el sistema solar debido
a su rango jerárquico -o, más sencillamente, a sus distancias
desde el Sol central. También adquieren significado debido a
sus posiciones en el sistema en relación con nosotros, obser­
vadores desde la Tierra -es decir, geocéntricamente; con
Venus y Mercurio en el interior de la órbita terrestre y los
demás planetas fuera. Estos significados son arquetípicos y
fundamentales; de ellos puede deducirse una gran variedad de
características secundarias, terciarias, etc., que hacen refe­
rencia a rasgos superficiales y reacciones personales. Desgra­
ciadamente, como ya hemos recalcado, se desconoce casi por
completo la estructura interior de la Galaxia. Nuestro cono­
cimiento tradicional de las estrellas ha sido geocéntrico; los
hombres observaron su brillo o su débil luz, los diseños
geométricos (constelaciones) que formaban en el cielo. Ac­
tualmente, mediante complejas observaciones y cálculos, los
astrónomos pueden deducir su luminosidad «absoluta» y sus
distancias relativas; pero aún hay una gran incertidumbre
sobre muchos aspectos. Si hay un sistema subgaláctico al que
pertenece nuestro Sol junto con las estrellas más brillantes
que vemos, no sabemos nada sobre su organización estructu­
ral en un campo espacial cuyo diámetro puede medir unos
10.000 años-luz.
Considerado como estrella, el Sol evidentemente participa
o comparte la acción de las estrellas de nuestra Galaxia. Esta
participación opera en la dimensión galáctica de la existencia
cósmica, del mismo modo que la interrelación entre los plane­
tas de nuestro sistema solar tiene significación en términos de
valores heliocósmicos. Mezclar los dos niveles, el galáctico y
el heliocósmico, sólo puede provocar confusión, en especial si
consideramos la astrología como un lenguaje que emplea
símbolos de distintos órdenes. Por otra parte, nos vemos
forzados a aceptar la posibilidad de que lo que ocurre a un
EL DESAFIO DE LA GALACTICIDAD... 215

plano superior de la totalidad galáctica afecta las condiciones


de existencia de las unidades menores en éste contenidas.
Deberíamos intentar distinguir entre relaciones de estrella-a­
estrella -cómo nuestro Sol, en cuanto estrella, está directa­
mente afectado por su relación con otras estrellas galácticas­
Y la condición general predominante en cualquier momento
dentro de todo el campo de la Galaxia.
En el primer caso, nos ocupamos de cambios que ocurren
en nuestro Sol, que se transmiten a la biosfera terrestre
mediante los rayos solares y según el estado de todo el campo
de actividad solar e interplanetaria. En el segundo caso,
estudiamos cómo todo lo existente en nuestro planeta es
afectado por el estado general del espacio galáctico, el espacio
en que existimos, como los peces viven en el mar. Es similar
al modo en que un obrero de una fábrica es afectado no sólo
por las reacciones del propietario de la fábrica ante las leyes
aprobadas por el Estado y ante la política de sus amigos o
competidores, sino también por el estado global de la nación,
al que pertenecen tanto él como el propietario de la fábrica
-es decir, por la situación económica general (el coste de lo
que tiene que comprar) y las costumbres de su sociedad.
En el lenguaje del simbolismo astrológico, el estado de la
«nación» galáctica debería medirse e interpretarse tomando
como plano básico de referencia el plano galáctico (también
llamado ecuador galáctico). Es fácil visualizar dicho plano
galáctico, puesto que nuestra Galaxia tiene la forma de un
disco alargado con un núcleo abultado. Para medir la posición
de las estrellas en la Galaxia en relación con su plano ecuato­
rial, necesitamos un punto de partida. Antes de 1961, este
punto de partida se hallaba donde el ecuador galáctico cruza
el ecuador celestial (extensión del ecuador del plano terrestre)
en la constelación Aquila; pero en 1961 los astrónomos deci­
dieron usar un punto distinto, y la longitud galáctica se mide
ahora desde el centro de la Galaxia en Sagitario en dirección
Este. Uno de los motivos del cambio fue ajustarse a la
posición del anillo de hidrógeno de radiación de radio exacta-
216 DIMENSION GALACTTCA DE LA ASTROLOGIA

mente en lo que ahora es la longitud 00. La latitud galáctica se


mide hacia el norte (positiva) y sur (negativa) del ecuador
galáctico. Se considera que las cuatro direcciones del plano
galáctico se extienden hacia las constelaciones del Cisne,
Carina, Sagitario y Aurig�. y que nuestro Sol se mueve en
dirección de las constelaciones Cisne o Hércules, y alejándose
de Carina. Si se moviera hacia la constelación Auriga, se
movería también hacia el borde de la Galaxia; si en dirección
de la constelación de Sagitario, se movería hacia el centro
galáctico. Repito que el Sol está lejos del centro galáctico,
localizado en el borde interior del brazo de Orión de la
Galaxia.
La pregunta básica es: Un moderno astrólogo que intenta
pensar en términos galácticos, ¿debería apegarse al antiguo
enfoque rigurosamente geocéntrico y empírico de la supuesta
«influencia» de las estrellas individuales, o le es posible adop­
tar un enfoque más holístico y auténticamente galáctico, in­
terpretando la naturaleza de las estrellas según su posición en
la Galaxia, así como según su naturaleza y «edad» como
estrellas?
Parece evidente que no sabemos lo suficiente para seguir
la segunda línea de acción; no obstante, podemos demostrar
cierta coherencia lógica en nuestra actitud. En la medida en
que la astrología se basa en lo que ocurre en el cielo próximo
al plano de la eclíptica y a ambos lados de éste, únicamente
deberían tenerse en cuenta las conjunciones de las estrellas
próximas a ese plano (es decir, con baja latitud celestial, norte
o sur) con los planetas de nuestro sistema solar. En otras
palabras, deberíamos tener en cuenta sólo las interacciones
entre las estrellas y los planetas moviéndose a lo largo del
plano de operación terrestre en el sistema solar, es decir, el
zodíaco. (Ese plano está próximo al Plano Invariable del
sistema solar que, en términos de la mecánica celeste, simbo­
liza la estabilidad de la relación orbital de los planetas con
respecto al Sol central.) Por otra parte, como el plano ecuato­
rial galáctico está inclinado 62 grados hacia el plano ecuatorial
EL DESAFIO DE LA GALACTICIDAD... 217

de la Tierra, está lejos de coincidir con el plano de la eclíptica;


lo cual puede interpretarse lógicamente en el sentido de que la
relación operativa del Sol con sus planetas es de orientación
muy diferente a su relación de compañía con las estrellas en
la Totalidad galáctica.
Debido a los extremos de latitudes de Plutón, podemos
conceder al cinturón zodiacal una amplitud de 18 grados a
cada lado de la eclíptica. Ello permite incluir a casi todas las
estrellas más brillantes entre las capaces de afectar a los
planetas que se mueven a lo largo de la eclíptica. Beltegeuze,
con latitud sur de 160 2' (longitud zodiacal actual en Géminis a
los 2So 23') seguiría perteneciendo a esta categoría, pero no
así Sirio (latitud 3<)0 36'-longitud 13° 43' de Cáncer) ni las
estrellas Polar, Vega, Fomalhaut, o las de la Osa Mayor.
Algol, considerada tradicionalmente la estrella más maligna
del cielo, provocadora de «desgracias, violencia, decapita­
ción, ahorcamiento, electrocución y violencia de masas»
(Robson, The Fixed Stars, p. 123) tampoco estaría incluida.
Sin embargo, algunas de las estrellas que se mencionan a
menudo, como Alcyone (una de las Pléyades, de longitud 2<)0
Tauro), Aldebarán (<)O 25' de Géminis), Al Hecka (24° 24' de
Géminis), Tejat y Dirah (primer grado de Cáncer), Wasat (lSo
08' de Cáncer), Asellus Norte y Sur (primeros grados de Leo),
Regulus (2<)0 17' de Leo), Spica (23º 28' de Libra), Kambalia
(6° 34' de Escorpio), Libra Sur (14° 42' de Escorpio), Antares
(<)O 23' de Sagitario) se encuentran cerca de la eclíptica.
Sin embargo, si pensamos en los posibles efectos de una
estrella, localizada en cualquier lugar del cielo, sobre los
planetas de nuestro sistema solar, pero en la conciencia y el
carácter de un ser humano individual que viva sobre la
superficie de nuestro globo y con su propio cielo, en ese caso
tal vez valga la pena tener en cuenta y dar significado a toda
estrella con la que pueda vincularse ese individuo, consciente
o inconscientemente. El problema de determinar dicho signi­
ficado sigue siendo muy difícil, y nuestra tradición clásica
acaso no sea relevante respecto al estado de conciencia y
218 DIMENSION GALACTICA DE LA ASTROLOGIA

comportamiento social de un individuo moderno. Con todo,


algo parece cierto o seguro en términos de lógica y coheren­
cia. Debería concederse «influencia» a una estrella única­
mente si se averigua que asciende (en el Ascendente), que
culmina en el cénit y que se pone en el Oeste -Y posiblemente
si lo hace en el nadir, afectando a la raíz del ser individual.
Esta influencia no tendría nada que ver con la naturaleza del
signo zodiacal donde estaría colocada si redujéramos su posi­
ción a la longitud celestial. Tampoco debería considerarse
válida en teoría la práctica de Ptolomeo de caracterizar la
influencia de una estrella según la naturaleza de dos planetas,
aunque posiblemente dé una vaga idea de lo que podría ser la
influencia, si se sintiera de algún modo 5•
Dicha influencia no tiene que sentirse necesariamente, y
probablemente no se siente de un modo individualizado si la
mente de la persona no está lo suficientemente evolucionada
como para responder conscientemente a los valores galácti­
cos. Por otra parte, un individuo puede participar en una
respuesta colectiva, por ejemplo, como residente en un país o
ciudad, o como miembro de una raza perseguida o de una
organización religiosa -del mismo modo que es razonable
suponer que el Sol, en cuanto estrella, es afectado en todo
momento por la condición del campo galáctico en que se
mueve. Muy probablemente, este efecto se transmite a todo el
sistema solar, en forma de radiaciones, que pueden tener
influencia en el clima de la Tierra, provocando sequías o
inundaciones, glaciaciones, y acaso hasta terremotos, que a
su vez pueden afectar más o menos crucialmente las vidas de
las personas.
No creo que nuestro conocimiento de dichos temas sea lo
bastante fiable como para garantizar el tipo de pronunciamien­
tos de los que están repletos los manuales de astrología, y
debo recalcar nuevamente que ni siquiera las estadísticas

5 Para más información sobre la interpretación tradicional clásica de las «estrellas


fijas», véase el Apéndice.
EL DESAFIO DE LA GALACTICIDAD ... 219
científicas indicarían cómo un individuo particular podría
responder al factor estudiado estadísticamente. Si un factor
astrológico es constructivo en un 75 por ciento de los casos, el
cliente individual que acude al astrólogo siempre puede perte­
necer al 25 por ciento restante para quienes puede ser un
factor destructivo o completamente nulo. Aunque esto pa­
rezca obvio a cualquiera que razone, no lo es, a juzgar por la
clase de juicios y afirmaciones que se oyen constantemente en
los círculos astrológicos.
Algunos extrañados lectores se preguntarán cuál es el
valor de la astrología. En mi opinión, consiste en ayudar a las
personas a evaluar su experiencia en términos de un marco
de referencia más que subjetivo y más que personal -un
marco de referencia holístico donde todo aspecto de la perso­
nalidad, y hasta los sucesos vitales o experiencias transforma­
doras, encuentran su lugar y función más significativos como
una fase particular del proceso permanente de evolución y
realización del potencial innato.
Si personalmente no creyera que la astrología puede pro­
porcionar esta cJase de ayuda, no tendría nada que hacer con
dicha disciplina, y sería mejor dejarlo en manos de adivinos y
otros. Las predicciones sobre los sistemas materiales consti­
tuidos por un gran número de unidades, estudiados por los
físicos y químicos, son valiosas para aumentar el control del
hombre sobre un entorno potencialmente hostil y para organi­
zar el comportamiento cotidiano o incluso a largo plazo. Pero
las predicciones relativas a los factores humanos psíquico­
mentales e individuales no sólo pueden contribuir a la auto­
realización; a largo plazo, inevitablemente tienden a materia­
lizar y mecanizar nuestra «imagen del hombre». Los resultados
externos al principio acaso impresionen en términos mater­
riales, pero la conclusión final necesariamente ha de ser
frustrante en términos espirituales. También puede ser física­
mente destructiva, y actualmente la humanidad está obligada
a enfrentarse a tal posibilidad.
Este es el punto principal, y no si esta o aquella clase de
220 DIMENSION GALACTICA DE LA ASTROLOOIA

técnica, nueva o respaldada por su antigüedad, es más o


menos productiva en términos de resultados que puedan mos­
trarse en tablas: es decir, si «funciona». Del mismo modo que
todo idioma nacional «funciona» para los ciudadanos de esa
nación, cuyas mentes han sido educadas para pensar y comu­
nicarse mediante las series de símbolos y sonidos vocale,;; que
componen el idioma, así también todo sistema y técnica
astrológicos coherentes y ampliamente difundidos pueden
funcionar para los astrólogos expertos en usarlos periódica e
inteligentemente. Funcionan, en su caso, porque son el sis­
tema y la técnica mejor adaptados a su mentalidad y a la de
los clientes que acuden a ellos.
Análogamente, el psicólogo freudiano suele atraer a hom­
bres y mujeres a cuyos problemas el análisis freudiano, al
menos al principio, proporciona la mejor solución. La solu­
ción puede provocar nuevos problemas que a su vez exijan
una investigación de tipo jungiano o transpersonal, ya que la
conciencia del hombre no es estática. Enfrentarse a una
dificultad en un plano puede conducir al desafío de tener que
tratar con un plano de conciencia más profundo o superior,
donde puede revelarse una serie más significativa de trastor­
nos o de oportunidades de desarrollo. Lo mismo es aplicable
al enfoque astrológico. La astrología popular que estudia la
posición del Sol en los signos, difundida en los periódicos y
revistas, puede preparar el camino, aunque de modo crudo e
ineficaz, para que la persona perciba que es «influida» por
factores extrapersonales y más que sociales, y, por lo tanto,
su participación en el ritmo del universo. Puede ser una
percepción ingenua, basada en unos conceptos muy generales
y -del modo en que se formulan- incluso no razonables. Pero,
¿no ocurre lo mismo con las religiones establecidas, que
ofrecen a la veneración las estatuas de los santos o la imagen
de un Padre celestial con barbas y sentado en un trono en
algún sitio del cielo? Y con todo, estas prácticas antropomór­
ficas tan ingenuas «funcionan» efectivamente para la persona
de fe inquebrantable, y a ellos les ocurren milagros. La
EL DESAFIO DE LA GALACTICIDAD... 221

pregunta real en estos casos no es si los milagros suceden


«realmente», sino si el que sucedan provoca un crecimiento
individual duradero de la conciencia, o si conduce a una
esclavitud más profunda al plano de conciencia que hizo
posible el hecho milagroso. Las estadísticas sobre los porcen­
tajes de personas gravemente enfermas que peregrinan a
Lourdes y se curan milagrosamente no tendrían ningún signi­
ficado, porque lo que importa no son los hechos físicos, sino
el estado de conciencia del ser humano y su capacidad de
superar lo que era al comienzo del proceso.
Una civilización estrictamente disciplinada de autómatas
humanos, aunque desde el exterior pueda parecer algo gran­
dioso, sería el fracaso más trágico de la humanidad. La
humanidad actualmente sufre varias y acaso decisivas crisis a
escala global por estar dominada por nuestra cultura occiden­
tal, incapaz de plantear suficientes preguntas básicas o, mejor
dicho, que ha dado unas respuestas trágicamente entumece­
doras y materialistas a las preguntas fundamentales: ¿qué es
el Hombre y cuál es el significado de su existencia? La
astrología que se practica actualmente en América y Europa,
en el nivel de adivinación o científico-estadístico, es el pro­
ducto de una mentalidad colectiva cuyas normas racionalistas
y egocéntricas se originaron en la antigua Grecia y Alejandría,
cristalizándose luego en Roma. Ha llegado la hora de trans­
formar los conceptos y procedimientos clásicos en respuesta
al surgimiento de una nueva espiritualidad capaz de repolari­
zar por completo y de expandir la conciencia de grupos cada
vez mayores de seres humanos conscientes de los nuevos
planos de existencia y las nuevas posibilidades de evolución
como individuos.
Este libro está dedicado a ellos. No contiene afirmaciones
definitivas. Su propósito es ser una llamada de reorientación y
trascendencia, un intento de insinuar posibilidades hasta
ahora no imaginadas, un desafío al entendimiento creador. Si
en él se habla de planetas remotos y de estrellas aún más
lejanas, es porque la astrología es hoy más que nunca un
222 DIMENSION GALACTICA DE LA ASTROLOGIA

medio conveniente, por popular, de simbolizar la capacidad


humana para adaptar la conciencia y la vida de los ritmos de
unos campos de existencia cada vez más vastos. Si compren­
demos estos ritmos y todas las consecuencias de la dimensión
galáctica de la conciencia, en que todas las formas de la
existencia se interpenetran en constante contribución a la
armonía suprema del Cosmos, podremos proyectar esta com­
prensión sobre el aspecto de nuestra mente cuya tarea es
construir las nuevas estructuras de comportamiento individual
y colectivo. Así, la humanidad podrá emerger por fin de la era
de los conflictos y las frustraciones, del hambre y la contami­
nación, a la era de la armonía planetaria y la plenitud del ser.
APENDICE

Probablemente el libro más completo sobre las «estrellas


ftjas» sea The Fixed Stars and Constellations in Astrology, de
Vivian E. Robson. En su prólogo, de fecha de 5 de julio de
1923, Robson menciona su deuda con un libro de Alvidas
(cuya obra, The Fixed Stars, también puede leerse ahora) y
con un volumen grande y fascinante escrito por Richard
Hinckley Allen, publicado por primera vez en Nueva York en
1899 y reimpreso en 1936.
El libro mencionado en último término no trata de inter­
pretaciones astrológicas tradicionales, sino que estudia las
fuentes y muchas variantes de los nombres de las estrellas y
sus asociaciones mitológicas y equivalencias en culturas dis­
tintas a la occidental -en especial la hindú y la china. La
mayoría de los nombres proceden de la Europa medieval, a
través de los astrólogos árabes; pero el término «Arabe»
probablemente se presta a confusión, pues puede referirse a
pueblos que habitaron en las regiones donde antaño floreció
Babilonia, pero que tenían poca sangre árabe... Si uno cree en
la idea de Arnold Toynbee de que la cultura arábiga reanimó,
sobre todo, la interrumpida «Civilización siríaca», los astrólo­
gos árabes heredaron, por tanto, si no literalmente al menos
psíquicamente, el interés por las estrellas que desde los días
de la antigua Grecia se han asociado con Caldea. Podría
resultar más provechoso el estudio de este libro y sus asocia-
224 DIMENSION GALACTICA DE LA ASTROLOGIA

ciones míticas de ideas implícitas en los nombres de· las


estrellas, que depender de la caracterización de la influencia
de una estrella según la naturaleza de uno de los dos planetas
con los que se se supone que la estrella está relacionada, pues
dicha relación supuesta asociaría dos series de entidades que
operan en dos niveles (o dimensiones) diferentes de existen­
cia. Al emplear dichas «correspondencias» puede perderse de
vista lo realmente esencial de la caracterización.
Escribe Robson: «Las estrellas fijas dan fuerza y energía a
los planetas y modifican sus efectos, pero al mismo tiempo la
naturaleza del planeta ejerce una fuerte influencia controla­
dora sobre el resultado». También afirma que: «La influencia
de las estrellas fijas difiere de la de los planetas en que es
mucho más dramática, súbita y violenta... provocando tre­
mendos esfectos durante períodos breves y, tras elevar a los
nativos a grandes cimas, dejándolos caer súbitamente y pro­
vocando una serie de desastres dramáticos e inesperados ...
Puede aceptarse como regla bastante bien establecida que las
estrellas no operan en solitario, salvo quizá en los casos en
que están situadas en los ángulos, y, por lo tanto, su efecto
principal se transmite por los planetas. Parecen formar una
base subyacente sobre la cual se construye el horóscopo, y, si
un planeta cae sobre una estrella, su efecto aumenta en gran
medida, dándole una prominencia en la vida que no está
justificada por su mera posición y aspecto en el mapa».
Ptolomeo no dio ninguna regla para la determinación de la
naturaleza de una estrella en términos de uno o de dos
planetas. Si se mencionan dos planetas, el primero «se consi­
dera que representa la principal influencia de la estrella. El
segundo denota una clase influencia modificadora».
Robson enumera y estudia ciento diez estrellas, enume­
rándolas según su longitud celestial y, por lo tanto, por su
posición en el zodíaco tropical. Estas posiciones cambian
gradualmente debido al movimiento llamado precesión de los
equinoccios, a razón de una medida de aproximadamente 1
grado de longitud cada setenta y dos años. Menciono a
APENDICE 225
continuación los nombres y naturaleza supuestas de algunas
de las estrellas mencionadas más a menudo por los astróno­
mos modernos. Las posiciones de estas estrellas son las que
figuran en The Astrological Annual Reference Book (Símbolos
y Signos, Calif.) y son para el año 1972.

SIRIO (13° 43' Cáncer-390 36' latitud sur). Esta, la más


brillante de las estrellas, se dice que comparte la natura­
leza de Júpiter y Marte. Es la estrella del Can (de la
constelación Canis Majoris) y se supone que predispone a
las mordeduras de perro, pero, por otra parte, que con­
cede jupiterianos, fama y riquezas. Según Esoteric Astro­
logy, de Atice Bailey, Sirio tiene una relación muy impor­
tante con nuestro Sol, del cual es, en sentido cósmico, el
Otro Yo Superior. Este puede ser el motivo de que,
cuando el Sol está conjunto a Sirio en longitud, a veces
concede gran poder. Tal es el caso de la carta natal de los
EE.UU. para el 4 de julio de 1776. Sirio ha sido llamada
por H. P. Blavatsky (en The Secret Doctrine) «La Gran
Instructora de la Humanidad», y relacionada con Mercu­
rio y Buda o la sabiduría.
ALDEBARAN (90 25' Géminis-5° 29' latitud sur). Estrella
de primera magnitud, el ojo izquierdo del Toro celestial;
para los antiguos persas, uno de los cuatro Vigilantes de
los Cielos, de la naturaleza de Marte según Ptolomeo,
concediendo honores, pero asociada también con la vio­
lencia y los accidentes.
ANTARES (90 23' Sagitario-4° 34' latitud sur). Estrella
binaria en el corazón del Escorpión celestial; de la natura­
leza de Marte y Júpiter, sugiere honores, riquezas, pero
también violencia, enfermedad, traición, etc.
VEGA (14° 56' Capricomio-61° 44' latitud norte). De la
naturaleza de Venus y Mercurio. Aunque se dice que da
benevolencia y refinamiento, también se cree que tiene
varias características desagradables. En unos once mil
años se convertirá en Nuestra Estrella Polar.
226 DIMENSION GALACTICA DE LA, ASfROLOGIA

SPICA (23º 28' Libra-2<> 03' latitud sur). En la constelaciór.


de Virgo, los astrólogos siderales dan a esta estrella una
importancia especial al determinar la relación entre el
zodíaco de los signos y el de las constelaciones. Se dice
que tiene naturaleza benigna, especialmente si está cerca
del Ascendente o del Mediocielo -y que comparte la
naturaleza de Venus y Marte, o Venus y Júpiter.
RIGEL (16° 27' Géminis-31° 08' latitud sur). Estrella de la
naturaleza de Júpiter y Marte, y BETELGEUZE (2So 23'
Géminis-16° 02' latitud sur) de la naturaleza de Marte y
Mercurio, son estrellas de primera magnitud en Orión. He
creído desde hace mucho tiempo que Betelgeuze (término
arábigo que significa «la Casa del Señor») está de algún
modo relacionada con la Era de Acuario, en tanto que
Regulus ha presidido la Era de Piscis, que comenzó, según
mis cálculos, poco después de que entrara en el signo
zodiacal Leo. Regulus atraviesa ahora el último grado de
Leo, simbolizado por la Esfinge, la entrada al sendero
secreto que conduce a la Gran Pirámide y, dentro de ella,
a la Cámara de la Iniciación. Al abandonar Regulus el
signo de Leo, Betelgeuze entrará en el signo del solsticio,
Cáncer. Comenzará entonces la Era de Acuario.
REGULUS (290 17' Leo-00 28' latitud sur), de la natura­
leza de Marte y Júpiter. En varias culturas, esta estrella se
llama el Rey, Dirigente o Poderoso. Representa el corazón
del León celestial. Muy próxima a la eclíptica, el 21 de
agosto es casi cubierta por el Sol. A latitudes muy supe­
riores, la estrella de la Cola del León es DENEBOLA, de
la naturaleza de Saturno y Venus, que proporciona poder
militar, honores, riquezas, pero también fracaso o enfer­
medad al final.
ALCYONE (290 38' Tauro-4° 02' latitud norte). Aunque es
una estrella menos brillante, de las Pléyades, antaño se
creía que era el centro de nuestro universo. Los autores
ocultistas dan mucha importancia a las Pléyades, y rela-
APENDICE 227
cionan este grupo de estrellas con Sirio y también con las
estrellas de la Osa Mayor (cf. Alice Bailey, Esoteric
Astrology, p. 679 · y en otros lugares).
ESI'RELLA POLAR (2So 11' Géminis-66'> 06' latitud
norte). Nuestra actual Estrella Polar en la constelación
Ursa Minor, comparte la naturaleza de Saturno y Venus.
El siguiente siglo, el eje polar de la Tierra señalará hacia
ella del modo más exacto posible.
ARTURO (23° 51' Libra-300 46' latitud norte) comparte la
naturaleza de Marte y Júpiter (como Antares) según Pto­
lomeo, pero según Alvidas, la de Venus y Mercurio. Se ha
relacionado con Ursa Major, la Osa Mayor, y es una de
las primeras estrellas mencionadas en los documentos
antiguos.
ALTAIR (1° 24' Acuario-290 19' latitud norte). La natura­
leza de esta pálida estrella amarilla situada en el cuello de
la constelación del Aguila se ha caracterizado de varias
maneras diferentes, según los autores -Marte y Júpiter,
Saturno y Mercurio, incluso Urano.
FOMALHAUT (3º 29' Piscis-21º 08' latitud sur). Esta
estrella del hemisferio celeste meridional fue también an­
taño una de las cuatro Estrellas Reales de la antigua
Persia, el Vigilante del Sur, señalando entonces el solsti­
cio de invierno. Su naturaleza es una combinación de
Venus y Mercurio.

Estas caracterizaciones, y las citas de Vivían Robson,


fueron escritas en una época en que la naturaleza, el tamaño y
la estructura de la Galaxia no se comprendían con claridad.
Pueden .ser válidas a nivel clásico, y para el tipo de astrología
clásica que se·.ha venido practicando durante siglos. Para el
astrólogo que opera a ese nivel, y que desea satisfacer. las
expectativas de sus clientes, condicionados por el concepto
popular de la astrología· como ciencia predictiva -o simple­
mente como· U:n medio de analizar el carácter- puede tener
cierta validez el enfoque tradicional de las «estrellas fijas».
228 DIMENSION GALACTICA DE LA ASTROLOGIA

Sin embargo, como en la mayoría de los casos se atribuyen a


estas estrellas rasgos dramáticos y espectaculares, su conoci­
miento bien puede acrecentar o los temores ya existentes o
unas expectativas ilegítimas de adquirir gran fama y fortuna,
en gentes fascinadas por esta rama de la astrología. Así pues,
se puede realzar toda tendencia paranoica. El valor del cono­
cimiento depende siempre de la capacidad del que conoce de
emplear los datos constructivamente, es decir, de su capaci­
dad de asimilar el conocimiento y de ponerlo al servicio de
una auto-realización más plena. Por ello, repito que el don
más valioso de un astrólogo consiste en la capacidad de intuir
la capacidad de su cliente para emplear legítimamente toda
información o interpretación que se le dé. Esta capacidad es
particularmente necesaria si lo que se dice se refiere a hechos
espectaculares y, aún más, si el astrólogo sugiere la posibili­
dad de un carácter o un destino que trasciende el alcance de
las expectativas normales del cliente, teniendo en cuenta su
edad y cultura.
EPILOGO

Lo que es un intento de presentar del modo más conciso y claro


posible los conceptos metafísicos en que se basa la imagen del
universo y de la Galaxia presentados en este libro. Algunos puntos,
apenas mencionados aquí, se exploran con más detalle en mi libro
The Planetarization of Consciousness.

Cuando consideramos el tipo de centralidad de nuestro


sistema solar, pensamos en éste en términos tridimensionales.
Una masa central de energía-sustancia rige todas las partes
componentes del sistema de dos modos fundamentales: man­
tiene integrado al sistema por su fuerza de gravedad, pero
también irradia incesantemente energía a varios niveles de
frecuencia. La entidad central domina el funcionamiento del
sistema; supedita, aunque ilumina y vivifica. Es el arquetipo
del autócrata benéfico, el Patriarca divino.
En los mandalas corrientes, el centro de la figura está
ocupado por una entidad con la que todo se relaciona y hacia
la que convergen cada una de las partes más o menos diver­
sas, dispares o contradictorias de toda la figura geométrica. El
mandala se emplea como medio de concentrar la conciencia,
en cuyo campo mental se mueve constantemente una gran
variedad de contenidos y formas flotantes, a menudo sin
propósito ni objeto fijos. El ideal que aspiran encamar todas
las «grandes religiones» es la unificación de todos los hombres
230 DIMENSION GALACTICA DE LA ASTROLOGIA

que viven sobre este globo -mandala, la Tierra. Para centrali­


zar este proceso de unificación, las religiones teístas recalcan
la existencia de Dios, un Ser Supremo. Debido al nivel de
conciencia al que ha operado casi toda la humanidad, al
menos en los milenios recientes, este ideal de centralidad casi
siempre ha sido «materializado»; el U nico Dios ha adoptado
una forma física, por lo. general a «imagen y semejanza» del
hombre. También ha sido adorado como disco solar, Aton, y
los ocultistas se han referido a él como al Sol Central o Sol
Espiritual. Actualmente, al popularizarse la forma de mandala
de nuestra Galaxia, muchos mantienen la idea de que puede
existir en el centro de la Galaxia una gloriosa super-Estrella.
Desgraciadamente (o tal vez afortunadamente) oculta a nues­
tros ojos humanos por nubes de polvo (que pueden simbolizar
el estado de conciencia kármico), esta Superestrella central
sería el «Sol Espiritual» de la tradición ocultista y mística, en
tomo a la cual girarían todas las estrellas de nuestra Galaxia,
coq10 los cortesanos antaño giraban en respetuoso temor en
tomo al trono del emperador persa, o de cualquier «rey por
derecho divino».
Aunque podría haber una Superestrella semejante en el
núcleo sobresaliente de nuestra Galaxia espiral, según los
pocos datos disponibles y varias hipótesis intuitivas, lo más
probable es que no. El centro no es una masa concreta de
energía-sustancia de tremendo poder y tamaño, sino un «agu­
jero blanco» a través del cual emerge energía-sustancia, o lo
ha hecho hace mucho tiempo, al espacio cuadrimensional del
campo galáctico -un manantial, no una enorme bola de mate­
ria en estado de plasma. Así pues, lo que mantiene integrada a
la Galaxia como Cosmos no es la gravedad generada por un
centro inmenso y masivo, sino el juego armónico de las
gravedades de todas las estrellas galácticas. Se trata del
poder holístico de la Comunidad galáctica, en que participa
cada estrella. Y participa porque ninguna estrella está sepa­
rada de las demás. Todas ellas se interpenetran. Constituyen
una verdadera comunidad cósmica.
EPILOGO 231
Repito que ello no implica que no haya un área central. El
principio de centralidad está implícito en la convergencia de
las fuerzas de gravedad de todas las estrellas. También lo está
en la emergencia periódica de nueva energía-sustancia del
manantial central. En ese lugar de poder, una dimensión
superior de existencia -a la que me he referido como la quinta
dimensión del espacio- ejerce una fuerza centrífuga sobre el
espacio cuadrimensional de la Galaxia, del cual sólo vemos un
reflejo en nuestra conciencia tridimensional de la materiali­
dad. Es éste reflejo el que algunos astrónomos tentativamente
interpretan como un «agujero blanco», del cual emerge nuevo
hidrógeno (o protohidrógeno). Al «agujero blanco» se opone el
«agujero negro» al que es empujada irresistiblemente la mate­
ria antigua, por fuerzas de gravedad inmensamente poderosas.
Al hablar de una cuarta dimensión del espacio (que no
tiene nada que ver con la cuarta dimensión de Einstein, el
tiempo, empleada para las mediciones), lo que implica es el
Principio de Relación; y éste implica la Forma, al nivel físico
o al mental. El concepto de una quinta dimensión de espacio
se funda sobre el principio de que en la raíz de toda forma de
existencia ha de postularse una «voluntad de ser». Puede
expresarse también diciendo que en todo punto matemático
está implícito el impulso de convertirse en círculo o esfera. Es
un impulso inmensamente poderoso. Implica no sólo expan­
sión, sino también creatividad.
La creatividad es uno de los dos aspectos del Movimiento
cósmico, y a este nivel del Espacio no hay nada sino Movi­
miento o Fuerza en movimiento. En la antigua India fue
simbolizada por el Gran Aliento. Un acto cosmogénico de
creación -la exhalación de la energía- es seguido por un
proceso catacósmico (inhalación) en que todo retrocede casi
al estado de punto sin dimensiones. Los «agujeros blancos» y
«agujeros negros» constituyen etapas críticas en estos dos
procesos. En China, este dualismo del Movimiento se repre­
sentaba mediante las fuerzas Yang y Yin contenidas dentro de
un círculo, círculo que simboliza al inefable Tao, la última
232 DIMENSION GALACTICA DE LA ASTROLOGIA

realidad del Espacio -que también podría llamarse su sexta


dimensión.
Con la quinta dimensión, llegamos al estado metacósmico.
Aunque es un estado de pura energía, uno puede imaginarlo.
No obstante, no tiene sentido intentar «imaginarlo», porque·
trasciende todas las formas o imágenes espaciales. A ese
nivel, el espacio está en estado de unión «metacósmica» con
el Tiempo, considerado como duración infinita más allá de
toda posibilidad de medida. Cuando domina el impulso crea­
dor (cuando Yang es más poderoso que Yin), el Tiempo se
manifiesta, y del «amor» del Espacio y del Tiempo nace un
universo. Durante la mitad cosmogénica del proceso, el
Tiempo, según nuestra clase de medidas físicas, fluye muy
lentamente. A medida que el impulso catacósmico a la reab­
sorción en un punto se convierte en el impulso dominante
(prevalencia de Yin), el Espacio se contrae y el Tiempo se
acelera, expandiéndose la Conciencia. El' ahora «intemporal»
corresponde al punto matemático. Según algunos astrónomos,
las estrellas próximas al centro de al galaxia tienen mayor
velocidad que las situadas en los brazos distantes de la
misma. Al acercarse al centro de la creatividad, puede decirse
que se «acorta» lo que experimentamos como Tiempo, subra­
yando
· el proceso de cambio.
La interpenetración constituye el hecho básico al nivel
cuadrimensional de existencia en el Espacio galáctico. A este
nivel, el tiempo es un factor definible mucho menos rígida­
mente que en la condición tridimensional de existencia física y
centralidad masiva. Los campos de conciencia que se interpe­
netran -.;:strellas antiguas y jóvenes- pueden compartir su
experiencia. Podemos asumir que la evolución del grupo es
más básica que la evolución individual. La evolución del todo
condiciona la de las partes. La comunidad condiciona la
individualidad. Ahora bien, condicionamiento a ese nivel no
puede significar control por un poder centralizado. Como
hemos visto, no hay ningún poder «centralizado»; ningún
dirigente masivo. El poder emergente del espacio de cinco
EPILOGO 233
dimensiones no reside en el centro. Opera en todas partes. Al
nivel r:eflejo de materialidad, opera en la forma omnipresente
del hidrógeno.
Idéntico centro de creatividad constituye un poder en el
interior de cada estrella; sin embargo, cada estrella realiza su
papel en armonía con el todo galáctico y hay un inmenso
número de papeles -al menos, así nos lo parece al contemplar
el juego de luces en la pantalla física de nuestra esfera
celestial.
En símbolo bidimensionales, esta esfera es un círculo cuyo
radio puede parecer determinado por la intensidad del impulso
creativo en el plano de cinco dimensiones. «Acto de crea­
ción». Ahora bien, si varía esta intensidad, y vemos esta
variación reflejada en la diferencia de tamaño y forma de las
galaxias, se debe a que la liberación cosmogénica de energía­
sustancia- en la media en que podemos comprenderla por sus
efectos- opera de un modo dualista. Todo lo que se libera o
genera inicialmente, siempre se abre camino hacia el exterior
en dos direcciones. Al nivel mecánico psíquico hablamos de
movimiento o giro en el sentido de las agujas del reloj y en
sentido contrario a las agujas del reloj; al nivel superior
metapsicológico, podemos afirmar que cuando se realiza un
nuevo potencial de existencia, el proceso de realización nece­
sariamente ha de llevar tanto al «éxito» como al «fracaso».
La bipolaridad es la ley de la existencia, al menos en la
medida en que podemos imaginar la existencia, al menos en la
concretos. La existencia es un proceso cíclico, y al final de
cada manifiestación cíclica hallamos el éxito y el fracaso, o,
en el simbolismo de la vegetación anual, tanto la semilla como
las hojas perecederas. Cada ciclo de existencia deja algo
inacabado, algún reto o producto de desecho. Por lo tanto, ha
de iniciarse un nuevo ciclo -una nueva generación cosmogé­
nica de energía ha de irradiar centrífugalmente desde la quinta
hasta la cuarta dimensión del espacio- para que se pueda
disponer de los restos del ciclo pasado (su «karma»). Los
elementos químicos que constituyen el humus producido por la
234 DIMENSION GALACTICA DE LA ASTROLOGIA

descomposición de anteriores sustancias vivientes tienen que


tener una «segunda oportunidad» de participar en la totalidad
de la existencia orgánica.
Si la Armonía absoluta -aunque dinámica- es el funda­
mento supremo de toda existencia a todos los planos, el
dualismo del éxito y el fracaso al concluir un ciclo cósmico no
puede posiblemente perdurar -es decir, no puede perdurar al
nivel en que opera el tiempo. El tiempo opera en todo lugar en
que pueda pensarse en la existencia, en el sentido real de
término ( ex-istencia). Sin tiempo no puede haber proceso, ni
secuencia de estados en fase ni un tipo de actividad cíclica, ni
actividad, ni movimiento. Son muy variados los modos en que
los hombres han sentido el poder del tiempo y han medido el
carácter serial de los sucesos de la existencia, porque la
conciencia humana experimenta e interpreta el cambio de
muchos modos. Ahora bien, ello no afecta la inevitabilidad
fundamental del tiempo. Si la condición suprema de la exis­
tencia se simboliza en el Gra11 Aliento de Brahma, este
símbolo implica también cambio, proceso y tiempo. El único
estado «más allá» de éste sería el de una conciencia capaz de
existir perpetua e inalterablemente en la percepción del equi­
librio inalterado de estas dos fases perfectamente compensa­
doras. El Tao se refiere precisamente a tal estado de concien­
cia.
Ya que hay ciclos dentro de ciclos, es lógico postular la
posibilidad de un Tao supremo y que todo lo abarque -si
deseamos imaginar la cumbre de la jerarquía de todos cósmi­
cos- que se refleja en un grado de intensidad o inclusión
progresivamente decreciente a medida que se alcanzan niveles
de existencia progresivamente bajos -con cada nivel poniendo
sus propias limitaciones en la realización de la Armonía
cósmica. A esta conciencia-Tao de los niveles planetario y
cósmico la he denominado «conciencia eónica». Tal tipo de
conciencia aprehende un ciclo entero (eón) en su totalidad,
desde la etapa alfa a la omega. Debe ser capaz de experimen­
tar toda fase del proceso cíclico tanto en la dirección del éxito
EPILOGO 235

como en la del fracaso. En este sentido, dicha conciencia


sería inmanente así como trascendente. Sería una con ciencia
«divina» 1•
Dios es el Eón que Todo lo abarca -y, curiosamente, el
término «eón» es anagrama de «uno» 2• El concepto de eón es
dinámico, abarcando todos los cambios dentro de un ciclo. El
concepto de Uno es estático, en la medida en que implica, en
el más puro sentido metafísico, «uno sin un segundo» (en la
metafísica hindú, Advaita, no doble).
El único modo en que un centro de conciencia individual
experimenta de algún modo el poder de ese «Uno» es convir­
tiéndose en Su agente en nuestro mundo físico-mental. Tal es
el destino de los avatares, que atraen la conciencia de cinco
dimensiones de «Uno» divino al nivel tridimensional de la
actividad planetaria y humana. Dios actúa a través de avatar
-que está abierto, dispuesto y es capaz de servir de terminal
en la Tierra a este descenso de creatividad y de poder radi­
calmente transformador.
De distinto modo -aunque ambos se relacionan en cada
paso- el sendero místico conduce a la percepción de la
«unidad». Esta puede ser muy alta o muy baja, según el
alcance y extensión de la consecución de un estado cons­
ciente de «plenitud» o totalidad. La verdadera percepción de
al plenitud implica un sentimiento-intuición más o menos
vívido de la interpenetración de las partes del todo. Final­
mente, esta intuición lleva a una constante experiencia de la
plenitud y a la conciencia de la unidad. Esta es la conciencia
de cuatro dimensiones.
Un reflejo de dicha conciencia debería iluminar la mente
del astrólogo cuando se dispone a interpretar la carta natal de
un individuo a un nivel supra-físico. Los hechos son experien-

1 Los seres que evolucionan por el camino de la desintegración, como no pueden

vincularse a la finalidad inherente al acto creativo, se encaminan hacia la inconscien­


cia y la aniquilación. Para sobrevivir, tienen que nutrirse de vidas y mentes más
débiles, pero en último término son absorbidos en torbellinos de oscuridad.
2
(Nota de la T.) En inglés, «eon» y «one», respectivamente.
236 DIMENSION GALACTICA DE LA ASfROLOGIA

cias tridimensionales. El centro-Sol del individuo acaso sea


capaz de enfrentarse a los hechos y controlarlos; pero, a
menos que advierta que también es una estrella, sólo podrá
operar como un ego supeditado a la conciencia física. Si el Sol
individualizado en cada ser humano percibe que es esencial­
mente una estrella, gradualmente aprende a encontrar su lugar
en la compañía cósmica de las estrellas galácticas, cuyo
reflejo terreno y físico --desgraciadamente, tan a menudo
oscurecido por nubes o engañado por espejismos- es la hu­
manidad (1974-75).

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