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Según el
Rito Extraordinario
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CARTA APOSTÓLICA
EN FORMA DE MOTU PROPRIO
SUMMORUM PONTIFICUM
DEL SUMO PONTÍFICE
BENEDICTO XVI
Los sumos pontífices se han preocupado constantemente hasta nuestros días de que la
Iglesia de Cristo ofreciese a la Divina Majestad un culto digno de «alabanza y gloria de su
nombre» y «para el bien de toda su Santa Iglesia».
Entre los pontífices que tuvieron esa preocupación resalta el nombre de San Gregorio
Magno, que hizo todo lo posible para que se transmitiera a los nuevos pueblos de Europa
tanto la fe católica como los tesoros del culto y de la cultura acumulados por los romanos
en los siglos precedentes. Ordenó que fuera definida y conservada la forma de la Sagrada
Liturgia relativa tanto al Sacrificio de la Misa como al Oficio Divino, en el modo en que
se celebraba en la Urbe. Promovió con la máxima atención la difusión de los monjes y
monjas que, actuando según la regla de San Benito, siempre junto al anuncio del
Evangelio, ejemplificaron con su vida la saludable máxima de la Regla: «Nada se
anteponga a la obra de Dios» (cap. 43). De esa forma, la Sagrada Liturgia, celebrada
según el uso romano, no solamente enriqueció la fe y la piedad, sino también la cultura de
muchas poblaciones. Consta efectivamente que la liturgia latina de la Iglesia en sus varias
formas, en todos los siglos de la era cristiana, ha impulsado en la vida espiritual a
numerosos santos y ha reforzado a tantos pueblos en la virtud de la religión y ha
fecundado su piedad.
En el transcurso de los siglos, muchos otros pontífices romanos han mostrado una
particular solicitud para que la Sagrada Liturgia manifestara de la forma más eficaz esta
tarea. Entre ellos destaca san Pío V, que animado por gran celo pastoral tras la exhortación
de Concilio de Trento, renovó todo el culto de la Iglesia, revisó la edición de los libros
litúrgicos enmendados y, «renovados según la norma de los Padres», los puso en uso en la
Iglesia Latina.
Entre los libros litúrgicos del rito romano, resalta el Misal Romano, que tuvo su desarrollo
en la ciudad de Roma, y que, poco a poco, con el transcurso de los siglos, tomó formas
que tienen gran semejanza con las vigentes en tiempos más recientes.
«Este mismo objetivo fue perseguido por los Romanos Pontífices a lo largo de los siglos
siguientes, asegurando la puesta al día, definiendo los ritos y los libros litúrgicos, y
emprendiendo, desde el comienzo de este siglo, una reforma más general». [2] Así
actuaron nuestros predecesores Clemente VIII, Urbano VIII, san Pío X, [3] Benedicto XV,
Pío XII y el beato Juan XXIII.
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Pontífice Pablo VI, aprobó en 1970 para la Iglesia latina los libros litúrgicos
reformados, y en parte renovados. Éstos, traducidos a las diversas lenguas del mundo,
fueron acogidos de buen grado por los obispos, sacerdotes y fieles. Juan Pablo II revisó la
tercera edición típica del Misal Romano. Así, los Romanos Pontífices se han ocupado de
que «esta especie de edificio litúrgico (...) apareciese nuevamente esplendoroso por
dignidad y armonía». [4]
En algunas regiones, sin embargo, no pocos fieles adhirieron y siguen adhiriéndose con
mucho amor y afecto a las anteriores formas litúrgicas, que habían impregnado su cultura
y su espíritu de manera tan profunda, que el Sumo Pontífice Juan Pablo II, movido por la
preocupación pastoral respecto a estos fieles, en el año 1984, con el indulto especial
«Quattuor abhinc annos», emitido por la Congregación para el Culto Divino, concedió la
facultad de usar el Misal Romano editado por el beato Juan XXIII en el año 1962;
más tarde, en el año 1988, con la Carta Apostólica «Ecclesia Dei», dada en forma de Motu
Proprio, Juan Pablo II exhortó a los obispos a utilizar amplia y generosamente esta
facultad en favor de todos los fieles que lo solicitasen.
Por eso, es lícito celebrar el Sacrificio de la Misa según la edición típica del Misal
Romano promulgado por el beato Juan XXIII en 1962, que nunca se ha abrogado, como
forma extraordinaria de la Liturgia de la Iglesia. Las condiciones para el uso de este misal
establecidas en los documentos anteriores «Quattuor abhinc annis» y «Ecclesia Dei», se
sustituirán como se establece a continuación:
Art. 2.- En las Misas celebradas sin el pueblo, todo sacerdote católico de rito latino, tanto
secular como religioso, puede utilizar tanto el Misal Romano editado por el beato Papa
Juan XXIII en 1962 como el Misal Romano promulgado por el Papa Pablo VI en 1970, en
cualquier día, exceptuado el Triduo Sacro. Para dicha celebración, siguiendo uno u otro
misal, el sacerdote no necesita permiso alguno, ni de la Sede Apostólica ni de su
Ordinario.
Art. 3.- Las comunidades de los Institutos de vida consagrada y de las Sociedades de vida
apostólica, tanto de derecho pontificio como diocesano, que deseen celebrar la Santa Misa
según la edición del Misal Romano promulgado en 1962 en la celebración conventual o
«comunitaria» en sus oratorios propios, pueden hacerlo. Si una sola comunidad o un
entero Instituto o Sociedad quiere llevar a cabo dichas celebraciones a menudo o
habitualmente o permanentemente, la decisión compete a los Superiores mayores según
las normas del derecho y según las reglas y los estatutos particulares.
Art 4.- A la celebración de la Santa Misa, a la que se refiere el artículo 2, también pueden
ser admitidos —observadas las normas del derecho— los fieles que lo pidan
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voluntariamente.
§ 2. La celebración según el Misal del beato Juan XXIII puede tener lugar en día ferial; los
domingos y las festividades puede haber también una celebración de ese tipo.
§ 4. Los sacerdotes que utilicen el Misal del beato Juan XXIII deben ser idóneos y no
tener ningún impedimento jurídico.
Art.6. En las misas celebradas con el pueblo según el Misal del beato Juan XXIII, las
lecturas pueden ser proclamadas también en lengua vernácula, usando ediciones
reconocidas por la Sede Apostólica.
Art. 8. El obispo, que desea responder a estas peticiones de los fieles laicos, pero que por
diferentes causas no puede hacerlo, puede indicarlo a la Comisión «Ecclesia Dei» para que
le aconseje y le ayude.
§ 3. A los clérigos constituidos «in sacris» es lícito usar el Breviario Romano promulgado
por el Beato Juan XXIII en 1962.
Art. 10. El ordinario del lugar, si lo considera oportuno, puede erigir una parroquia
personal según la norma del canon 518 para las celebraciones con la forma antigua del rito
romano, o nombrar un capellán, observadas las normas del derecho.
Art. 11. La Pontificia Comisión «Ecclesia Dei», erigida por Juan Pablo II en 1988, sigue
ejerciendo su misión. [5]
Esta Comisión debe tener la forma, y cumplir las tareas y las normas que el Romano
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Pontífice quiera atribuirle.
Art. 12. La misma Comisión, además de las facultades de las que ya goza, ejercerá la
autoridad de la Santa Sede vigilando sobre la observancia y aplicación de estas
disposiciones.
Todo cuanto hemos establecido con esta Carta Apostólica en forma de Motu Proprio,
ordenamos que se considere «establecido y decretado» y que se observe desde el 14 de
septiembre de este año, fiesta de la Exaltación de la Santa Cruz, sin que obste nada en
contrario.
NOTAS
[2] JUAN PABLO II, Carta. ap. Vicesimus quintus annus, 4 dicembre 1988, 3: AAS 81
(1989), 899
[3] Ibíd.
[4] S. PÍO X, Carta. ap. en forma de Motu proprio, Abhinc duos annos, 23 octubre
1913: AAS 5 (1913), 449-450; cf. JUAN PABLO II, Carta. ap. Vicesimus quintus annus,
3: AAS 81 (1989), 899.
[5] Cf. JUAN PABLO II, Lett. ap. en forma de Motu proprio Ecclesia Dei, 2 julio 1988,
6: AAS 80 (1988), 1498.
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Carta Papal que acompaña al
“MOTU PROPRIO”
"SUMMURUM PONTIFICUM"
Con gran confianza y esperanza pongo en vuestras manos de Pastores el texto de una
nueva Carta Apostólica "Motu Proprio data" sobre el uso de la liturgia romana anterior a
la reforma efectuada en 1970. El documento es fruto de largas reflexiones, múltiples
consultas y de oración.
Noticias y juicios hechos sin información suficiente han creado no poca confusión. Se han
dado reacciones muy divergentes, que van desde una aceptación con alegría a una
oposición dura, a un proyecto cuyo contenido en realidad no se conocía.
A este documento se contraponían más directamente dos temores, que quisiera afrontar un
poco más de cerca en esta carta.
En primer lugar existe el temor de que se menoscabe la Autoridad del Concilio Vaticano II
y de que una de sus decisiones esenciales – la reforma litúrgica – se ponga en duda. Este
temor es infundado. Al respecto, es necesario afirmar en primer lugar que el Misal, publi-
cado por Pablo VI y reeditado después en dos ediciones sucesivas por Juan Pablo II, ob-
viamente es y permanece la Forma normal – la Forma ordinaria – de la Liturgia Eucarísti-
ca. La última redacción del Missale Romanum, anterior al Concilio, que fue publicada con
la autoridad del Papa Juan XXIII en 1962 y utilizada durante el Concilio, podrá, en cam-
bio, ser utilizada como Forma extraordinaria de la Celebración litúrgica. No es apropiado
hablar de estas dos redacciones del Misal Romano como si fueran "dos Ritos". Se trata,
más bien, de un doble uso del mismo y único Rito.
Por lo que se refiere al uso del Misal de 1962, como Forma extraordinaria de la Liturgia
de la Misa, quisiera llamar la atención sobre el hecho de que este Misal no ha sido nunca
jurídicamente abrogado y, por consiguiente, en principio, ha quedado siempre
permitido. En el momento de la introducción del nuevo Misal, no pareció necesario emitir
normas propias para el posible uso del Misal anterior. Probablemente se supuso que se
trataría de pocos casos singulares que podrían resolverse, caso por caso, en cada lugar.
Muchas personas que aceptaban claramente el carácter vinculante del Concilio Vaticano II
y que eran fieles al Papa y a los Obispos, deseaban no obstante reencontrar la forma,
querida para ellos, de la sagrada Liturgia. Esto sucedió sobre todo, porque en muchos
lugares no se celebraba de una manera fiel a las prescripciones del nuevo Misal, sino que
éste llegó a entenderse como una autorización e incluso como una obligación a la
creatividad, lo cual llevó a menudo a deformaciones de la Liturgia al límite de lo
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soportable. Hablo por experiencia porque he vivido también yo aquel periodo con todas
sus expectativas y confusiones. Y he visto hasta qué punto han sido profundamente
heridas por las deformaciones arbitrarias de la Liturgia personas que estaban totalmente
radicadas en la fe de la Iglesia.
El Papa Juan Pablo II se vio por tanto obligado a ofrecer con el Motu Proprio "Ecclesia
Dei" del 2 de julio de 1988, un cuadro normativo para el uso del Misal de 1962, pero que
no contenía prescripciones detalladas, sino que apelaba, en modo más general, a la
generosidad de los Obispos respecto a las "justas aspiraciones" de aquellos fieles que
pedían este uso del Rito romano. En aquel momento el Papa quería ayudar de este modo
sobre todo a la Fraternidad San Pío X a reencontrar la plena unidad con el Sucesor de
Pedro, intentando curar una herida que era sentida cada vez con más dolor. Por desgracia
esta reconciliación hasta ahora no se ha logrado; sin embargo una serie de comunidades
han utilizado con gratitud las posibilidades de este Motu Proprio. Permanece difícil, en
cambio, la cuestión del uso del Misal de 1962 fuera de estos grupos, para los cuales
faltaban normas jurídicas precisas, sobre todo porque a menudo los Obispos en estos casos
temían que la autoridad del Concilio fuera puesta en duda. Enseguida después del Concilio
Vaticano II se podía suponer que la petición del uso del Misal de 1962 se limitaría a la
generación más anciana que había crecido con él, pero desde entonces se ha visto
claramente que también personas jóvenes descubren esta forma litúrgica, se sienten
atraídos por ella y encuentran en la misma una forma, particularmente adecuada para ellos,
de encuentro con el Misterio de la Santísima Eucaristía. Así ha surgido la necesidad de un
reglamento jurídico más claro que, en tiempos del Motu Proprio de 1988 no era previsible;
estas Normas pretenden también liberar a los Obispos de tener que valorar siempre de
nuevo cómo responder a las diversas situaciones.
En segundo lugar, en las discusiones sobre el esperado Motu Proprio, se expresó el temor
de que una más amplia posibilidad de uso del Misal de 1962 podría llevar a desórdenes e
incluso a divisiones en las comunidades parroquiales. Tampoco este temor me parece
realmente fundado. El uso del Misal antiguo presupone un cierto nivel de formación
litúrgica y un acceso a la lengua latina; tanto uno como otro no se encuentran tan a
menudo. Ya con estos presupuestos concretos se ve claramente que el nuevo Misal
permanecerá, ciertamente, la Forma ordinaria del Rito Romano, no sólo por la normativa
jurídica, sino por la situación real en que se encuentran las comunidades de fieles.
De este modo he llegado a la razón positiva que me ha motivado a poner al día mediante
este Motu Proprio el de 1988. Se trata de llegar a una reconciliación interna en el seno de
la Iglesia. Mirando al pasado, a las divisiones que a lo largo de los siglos han desgarrado
el Cuerpo de Cristo, se tiene continuamente la impresión de que en momentos críticos en
los que la división estaba naciendo, no se ha hecho lo suficiente por parte de los
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responsables de la Iglesia para conservar o conquistar la reconciliación y la unidad; se
tiene la impresión de que las omisiones de la Iglesia han tenido su parte de culpa en el
hecho de que estas divisiones hayan podido consolidarse. Esta mirada al pasado nos
impone hoy una obligación: hacer todos los esfuerzos para que a todos aquellos que tienen
verdaderamente el deseo de la unidad se les haga posible permanecer en esta unidad o
reencontrarla de nuevo. Me viene a la mente una frase de la segunda carta a los Corintios
donde Pablo escribe: "Corintios, os hemos hablado con toda franqueza; nuestro corazón se
ha abierto de par en par. No está cerrado nuestro corazón para vosotros; los vuestros sí que
lo están para nosotros. Correspondednos; ... abríos también vosotros" (2 Cor 6,11-13).
Pablo lo dice ciertamente en otro contexto, pero su invitación puede y debe tocarnos a
nosotros, justamente en este tema. Abramos generosamente nuestro corazón y dejemos
entrar todo a lo que la fe misma ofrece espacio.
No hay ninguna contradicción entre una y otra edición del Missale Romanum. En la
historia de la Liturgia hay crecimiento y progreso, pero ninguna ruptura. Lo que para las
generaciones anteriores era sagrado, también para nosotros permanece sagrado y grande y
no puede ser improvisamente totalmente prohibido o incluso perjudicial. Nos hace bien a
todos conservar las riquezas que han crecido en la fe y en la oración de la Iglesia y de
darles el justo puesto. Obviamente para vivir la plena comunión tampoco los sacerdotes de
las Comunidades que siguen el uso antiguo pueden, en principio, excluir la celebración
según los libros nuevos. En efecto, no sería coherente con el reconocimiento del valor y de
la santidad del nuevo rito la exclusión total del mismo.
En conclusión, queridos Hermanos, quiero de todo corazón subrayar que estas nuevas
normas no disminuyen de ningún modo vuestra autoridad y responsabilidad ni sobre la
liturgia, ni sobre la pastoral de vuestros fieles. Cada Obispo, en efecto es el moderador de
la liturgia en la propia diócesis (cfr. Sacrosanctum Concilium, n. 22: "Sacrae Liturgiae
moderatio ab Ecclessiae auctoritate unice pendet quae quidem est apud Apostolicam
Sedem et, ad normam iuris, apud Episcoporum").
Por tanto, no se quita nada a la autoridad del Obispo cuyo papel será siempre el de vigilar
para que todo se desarrolle con paz y serenidad. Si surgiera algún problema que el párroco
no pueda resolver, el Ordinario local podrá siempre intervenir, pero en total armonía con
cuanto establecido por las nuevas normas del Motu Proprio.
Además os invito, queridos Hermanos, a escribir a la Santa Sede un informe sobre
vuestras experiencias tres años después de que entre en vigor este Motu Proprio. Si
vinieran a la luz dificultades serias se buscarían vías para encontrar el remedio.
Queridos Hermanos, con ánimo agradecido y confiado, confío a vuestro corazón de
Pastores estas páginas y las normas del Motu Prorpio. Recordemos siempre las palabras
que el Apóstol Pablo dirigió a los presbíteros de Éfeso "Tened cuidado de vosotros y de
toda la grey, en medio de la cual os ha puesto el Espíritu Santo como vigilantes para
pastorear la Iglesia de Dios, que él se adquirió con la sangre de su propio Hijo" (Hechos
20,28).
Confío a la potente intercesión de María, Madre de la Iglesia, estas nuevas normas e
imparto de corazón mi Bendición Apostólica a Vosotros, queridos Hermanos, a los
párrocos de vuestras diócesis y a todos los sacerdotes, vuestros colaboradores, así como a
todos vuestros fieles.
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ORDO MISSAE
Sacerdos paratus cum ingreditur ad altare, facta illi debita reveren-
tia, signat se signo crucis a fronte ad pectus, et clara voce dicit, nisi
peculiari rubrica aliter statuatur:
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ORDENACIÓN DE LA MISA
El Sacerdote preparado para ir hacia el altar, hace la debida reverencia, santi-
guándose con el signo cruz desde la frente hacia el pecho, y lo dice en voz al-
ta, salvo que se disponga lo contrario en una rúbrica especial:
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¶ In Missis defunctorum, et in Missis de Tempore a dominica I Pas-
sionis usque ad feriam V in Cena Domini inclusive, omittitur psal-
mus Iúdica me, Deus, cum Glória Patri, et repetitione antiphonæ,
sed dicto In nómine Patris, Introíbo, et Adiutórium fit confessio, ut
sequitur:
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¶ En las Misas de difuntos, y en las Misas del Tiempo desde la Pa-
sión, incluso desde el día del jueves santo de la cena del Señor, se
omite el salmo Juzgame, oh Dios, y el Gloria al Padre, y la repeti-
ción de la antífona, pero habiendo dicho En el nombre del Padre,
Entraré al altar, y Nuestro auxilio seguido la confesión:
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℣. Dóminus vobíscum.
℟. Et cum spíritu tuo.
Et extendens, ac iungens manus, clara voce dicit: Orémus,
et ascendens ad altare, dicit secreto:
K ýrie, eléison.
Kýrie, eléison.
Kýrie, eléison.
Christe, eléison.
Christe, eléison.
Christe, eléison.
Kýrie, eléison.
Kýrie, eléison.
Kýrie, eléison.
Postea in medio altaris extendens et iungens manus, caputque ali-
quantulum inclinans, dicit, si dicendum est, Glória in excélsis Deo,
et prosequitur iunctis manibus. Cum dicit Adorámus te, Grátias ági-
mus tibi, et Iesu Christe, et Súscipe deprecatiónem, inclinat caput:
et in fine dicens: Cum Sancto Spíritu, signat se a fronte ad pectus.
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℣. El Señor esté con ustedes.
℟. Y con tu espíritu.
Y extendiendo, luego juntando las manos, dice en voz alta:
Oremos, y acercándose hacia el altar, dice en secreto:
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Glória in excélsis Deo.
Et in terra pax homínibus bonæ voluntátis.
Laudámus te.
Benedícimus te.
Adorámus te.
Glorificámus te.
Grátias ágimus tibi propter magnam glóriam tuam.
Dómine Deus, Rex cæléstis, Deus Pater omnípotents.
Dómine Fili unigénite, Iesu Christe.
Dómine Deus, Agnus Dei, Fílius Patris.
Qui tollis peccáta mundi, miserére nobis.
Qui tollis peccáta mundi, súscipe deprecatiónem nostram.
Qui sedes ad déxteram Patris, miserére nobis.
Quóniam tu solus Sanctus.
Tu solus Dóminus.
Tu solus Altíssimus, Iesu Christe.
Cum Sancto ✠ Spíritu, in glória Dei Patris. Amen.
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Gloria a Dios en las alturas.
Y en la tierra paz a los hombres de buena voluntad.
Te alabamos.
Te bendecimos.
Te adoramos.
Te glorificamos.
Te damos gracias por tu inmensa gloria.
Señor Dios, Rey celestial, Dios Padre omnipotente.
Señor Hijo unigénito, Jesucristo.
Señor Dios, Cordero de Dios, Hijo del Padre.
Tú, que quitas el pecado del mundo, ten piedad de nosotros.
Tú, que quitas el pecado del mundo, atiende a nuestra súplica.
Tú, que estás sentado a la derecha de Dios Padre, ten piedad
de nosotros.
Porque sólo Tú eres Santo.
Sólo Tú, Señor.
Sólo Tú, Altísimo, Jesucristo.
Con el Espíritu ✠ Santo, en la gloria de Dios Padre. Amén.
Luego se besa en medio del altar, y dirigiéndose al pueblo, extiende
y junta las manos diciendo: ℣. El Señor esté con ustedes. ℟. Y con
tu espíritu. Después inclinándose ante la cruz dice: Oremos, y conti-
nua con la oración colecta, según la ordenación del Oficio. Sigue la
Epístola, el gradual, el tracto, y el Aleluya seguido del verso, o la
secuencia, según la ocasión, la Misa lo requiera.
En las Misas solemnes, el diácono coloca el libro de los Evangelios
en el medio del Altar, y, en las misas por los difuntos, el celebrante
bendice el incienso, como se mostró anteriormente. El diácono ha-
ciendo la genuflexión ante el Altar, con las manos juntas dice: o el
sacerdote eleva la mirada hacia la cruz del altar y haciendo una pro-
funda inclinación dice:
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Sacerdos respondet:
¶ In Missis defunctorum dicitur Munda cor meum, sed non petitur bene-
dictio, non deferuntur luminaria, nec celebrans osculatur librum. Deinde
ad medium altaris extendens, elevans et iungens manus, dicit, si dicen-
dum est, Credo in unum Deum, et prosequitur iunctis manibus.
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El sacerdote responde:
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Cum dicit Deum, caput cruci inclinat: quod similiter facit, cum dicit
Iesum Christum, et simul adorátur. Ad illa autem verba Et incarnátus
est, genuflectit usque dum dicatur Et homo factus est. In fine ad Et vi-
tam ventúri sǽculi, signat se signo crucis a fronte ad pectus.
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Cuando dice solo Dios, inclina la cabeza: lo mismo hace, cuando dice
Jesucristo, y recibe una misma adoración. Para estas palabras Y se en-
carnó, hace genuflexión y mientras dice Y se hizo hombre. Finalmente
Y la vida, se signa con el signo de la cruz de la frente al pecho.
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Deinde osculatur altare, et versus ad populum, dicit: ℣. Dóminus vobis-
cum. ℟. Et cum spíritu tuo. Postea dicit: Orémus, et antiphonam ad Of-
fertorium. Qua dicta, si est Missa solemnis, diaconus porrigit celebranti
patenem cum hostia: secus, sacerdos ipse accipit patenam cum hostia,
quam offerens, dicit:
Deinde faciens crucem cum eadem patena, deponit hostiam super corpo-
rale. Diaconus ministrat vinum, subdiaconus aquam in calice: vel si
Missa sine sacris ministris celebratur, utrumque infundit sacerdos, et
aquam miscendam in calice benedicit signo crucis, dicens:
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Luego besa el altar, y dirigiéndose al pueblo, dice: ℣. El Señor esté con uste-
des. ℟. Y con tu espíritu. Después, de cara al altar, separando y juntando las
manos, dice: Oremos, y lee la antífona del ofertorio. Al terminar, si es Misa
solemne, el diácono prepara la patena con la hostia: por lo demás, el sacerdo-
te toma la patena con la hostia y la ofrece, dice: en todo caso el sacerdote,
descubre el cáliz en silencio y lo pone fuera del corporal. Tomando la patena
fija la mirada momentáneamente a la cruz, luego baja la mirada hacia la hos-
tia y dice:
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Deinde facit signum crucis cum calice, et illum ponit super corporale, et
palla cooperit: tum, iunctis manibus super altare, aliquantulum inclina-
tus, dicit:.
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Después baja el cáliz, con él hace el signo de la cruz sobre el corporal, y
lo coloca detrás de la hostia, lo cubre con la palia: y, con las manos jun-
tas sobre el altar, inclinándose, dice:.
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Dum reddit thuribulum diacono, dicit:
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Mientras entrega el turibulo al diácono, dice:
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Postea osculatur altare, et versus ad populum extendens,
et iungens manus, voce paululum elevata, dicit
Præfatio ...
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Luego besa el altar, hacia el pueblo extiende y junta las manos,
Con voz elevada, dice
Prefacio ...
Inclinado recita el Sanctus
Santo, Santo, Santo es el Señor Dios de los Ejércitos (del universo).
Llenos están los cielos y la tierra de tu gloria. Hosanna en las
alturas.
Se santigua en este momento.
Bendito en que viene en nombre del Señor. Hosanna en las alturas.
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CANON MISSAE
Finita præfatione, sacerdos extendens, elevans aliquantulum et iumgens
manus, elevansque ad cælum oculos, et statim demittens, profunde incli-
natus ante altare, manibus super eo positis, dicit secreto:
M
eménto, Dómine, famulórum famularúmque
tuárum N. et. N. iungit manus, orat aliquan-
tulum pro quibus orare intendit: deinde ma-
nibus extensis prosequitur: Et ómnium
circumstántium, quorum tibi fides cógnita est, et nota
devótio, pro quibus tibi offérimus: vel qui tibi ófferunt
hoc sacrifícium laudis, pro se, suísque ómnibus:
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CANON DE LA MISA
Terminado el prefacio, el sacerdote extiende sus manos y las eleva al mismo
tiempo que levanta los ojos al cielo, después junta las manos al bajar la mira-
da, las posa sobre el altar e inclinándose profundamente, dice en secreto:
A
cuérdate, Señor, de tus hijos N. y. N. une las
manos, ora brevemente por aquellos que tiene
la intención de orar: después extiende las ma-
nos y prosigue: y de todos los aquí reunidos, cuya fe y
devoción tu bien conoces; por ellos y todos los suyos,
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Canon Missæ
Infra Actionem
C
ommunicántes et memóriam venerántes, in
primis gloriósæ semper Vírginis Maríæ,
Genetrícis Dei et Dómini nostri Iesu Christi:
sed [et beati Ioseph eiusdem Vírginis Sponsi,] et
beatórum Apostolórum ac Mártyrum tuórum, Petri et
Pauli, Andréæ, Iacóbi, Ioánnis, Thomæ, Iacóbi,
Philíppi, Bartholomǽi, Matthǽi, Simónis et Thaddǽi:
Lini, Cleti, Cleméntis, Xysti, Cornélii, Cypriáni,
Lauréntii, Chrysógoni, Ioánnis et Pauli, Cosmæ et
Damiáni: et ómnium Sanctórum tuórum; quorum
méritis precibúsque concédas, ut in ómnibus
protectiónis tuæ muniámur auxílio. Iungit manus. [Per
eúmdem Christum Dóminum Nostrum. Amen.]
H
anc ígitur oblatiónem servitútis nostræ, sed et
cunctæ famíliæ tuæ, quǽsumus, Dómine, ut
placátus accípias: diésque nostros in tua pace
dispónas, atque ab ætérna damnatióne nos éripi, et in
electórum tuórum iúbeas grege numerári. Iungit ma-
nus. [Per Christum Dóminum nostrum. Amen.]
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Canon Missæ
R
eunidos en comunión con toda la Iglesia,
veneramos la memoria, ante todo, de la
gloriosa siempre Virgen María, Madre de
Jesucristo, nuestro Señor; [la de su esposo San José]
la de los santos apóstoles y mártires, Pedro y Pablo,
Andrés, [Santiago y Juan, Tomás, Santiago, Felipe,
Bartolomé, Mateo, Simón y Tadeo; Lino, Cleto,
Clemente, Sixto, Cornelio, Cipriano, Lorenzo,
Crisógono, Juan y Pablo, Cosme y Damián] y la de
todos los santos; por sus méritos y oraciones,
concédenos ante todo tu protección. Con las manos
juntas. [Por Cristo, nuestro Señor. Amén.]
A
cepta, Señor, en tu bondad, ésta ofrenda de tus
siervos y de toda tu familia santa; ordena en tu
paz nuestros días, líbranos de la condenación
eterna y cuéntanos entre tus elegidos. Junta las manos.
[Por Cristo nuestro Señor. Amén.]
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Canon Missæ
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Canon Missæ
B
endice ✠ y santifica, oh Padre, esta ofrenda,
signa sobre las ofrendas, haciendola ✠ perfecta,
espiritual ✠ y digna de ti, de manera que sea
para nosotros: signa en seguida sobre la hostia,
Cuer ✠ po, luego sobre el cáliz, y San ✠ gre de tu Hijo
amado, junta las manos, Jesucristo, nuestro Señor.
E
l cual, la víspera de su Pasión, toma el pan,
tomó pan en sus santas y venerables manos,
eleva los ojos al cielo, y elevando los ojos al
cielo, hacia ti, Padre suyo todopoderoso, inclina la ca-
beza, dando gracias, signa sobre la hostia, te
ben ✠ dijo, lo partió, y lo dio a sus discípulos,
diciendo: Tomen, y coman, todos de él, porque...
Esto es mi Cuerpo
que será entregado por ustedes.
A continuación, hace la genuflexión en señal de adoración: luego la
eleva, mostrándolo al pueblo, lo baja y lo pone sobre el corporal,
hace otra genuflexión: desde este momento no hará uso del dedo
pulgar y del índice que ha sostenido el sacrificio inmaculado hasta
las abluciones. luego descubre el cáliz y dice:
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Canon Missæ
S
ímili modo postquam cenátum est, ambabus ma-
nibus accipit calicem, accípiens et hunc
præclárum Cálicem in sanctas ac venerábiles
manus suas: ítem caput inclinat, tibi grátias agens, si-
nistra tenens calicem, dextera signat super eum,
bene ✠ díxit, dedítque discípulis suis, dicens:
Accípite, et bíbite ex eo omnes..
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Canon Missæ
D
el mismo modo, acabada la cena, toma el cáliz
con ambas manos, lo eleva un poco, tomó éste
cáliz glorioso en sus santas y venerables
manos, lo posa nuevamente, inclina la cabeza, y
dando gracias, con la mano izquierda sostiene el cáliz,
y con la derecha signa sobre el, te ben ✠ dijo, y lo dio
a sus discípulos, diciendo: Tomen, y beban todos de
él, porque...
Y con atención, continua, manteniendo un poco elevado el cáliz,
pronuncia las palabras de la consagración sobre el.
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Canon Missæ
U
nde et mémores, Dómine, nos servi tui, sed et
plebs tua sancta, eiúsdem Christi Fílii tui
Dómini nostri tam beátæ passiónis, nec non et
ab ínferis resurrectiónis, sed et in cælos gloriósæ
ascensiónis: offérimus præcláræ maiestáti tuæ de tuis
donis ac datis, iungit manus, et signat ter super hos-
tiam, et calicem simul, dicens: hóstiam ✠ puram,
hóstiam ✠ sanctam, hóstiam ✠ immaculátam, signat
semel super hostiam, dicens: Panem ✠ sanctum vitæ
ætérnæ, et semel super calicem, dicens: et Cálicem ✠
salútis perpétuæ.
S
upplices te rogámus, omnípotens Deus: iube hæc
perférri per manus sancti Angeli tui in sublíme
altáre tuum, in conspéctu divínæ maiestátis tuæ:
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Canon Missæ
P
or eso, Padre, nosotros, tus siervos, y todo tu
pueblo santo, al celebrar éste memorial de la
muerte gloriosa de Jesucristo, tu Hijo, nuestro
Señor; de su santa resurrección del lugar de los
muertos y de su admirable ascensión a los cielos, te
ofrecemos, Dios de gloria y majestad, de los mismos
bienes que nos has dado, junta las manos, y signa so-
bre la hostia, y conjuntamente sobre el cáliz, diciendo:
el sacrificio ✠ puro, in ✠ maculado, y sa ✠ nto, se-
guidamente, signa sobre la hostia, diciendo:
Pan ✠ de vida eterna, luego signa sobre el cáliz, di-
ciendo: y Cáliz ✠ de eterna salvación.
Extendiendo las manos, prosigue:
T
e pedimos humildemente, Dios todopoderoso,
que ésta ofrenda sea llevada a tu presencia,
hasta el altar del cielo, por manos de tu ángel,
43
Canon Missæ
M
eménto étiam, Dómine, famulórum
famularúmque tuárum N. et N., qui nos
præcessérunt cum signo fídei, et dórmiunt in
somno pacis.
Iungit manus, orat aliquantulum pro iis defunctis, pro quibus orare
intendit.
Deinde extensis manibus prosequitur:
N
obis quoque peccatóribus extensis manibus ut
prius, secrete prosequitur: fámulis tuis, de
multitúdine miseratiónum tuárum sperántibus,
partem áliquam et societátem donáre dignéris, cum
tuis sanctis Apóstolis et Martýribus: cum Ioánne,
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Canon Missæ
A
cuérdate también, Señor, de tus hijos N. y N.,
que nos han precedido con el signo de la fe, y
duermen el sueño de la paz.
Con las manos juntas, ora por los difuntos y por las intenciones por
quienes se quiere orar.
Después extiende las manos y prosigue:
Y
a nosotros pecadores, siervos tuyos, con las
manos extendidas prosigue en secreto: que
confiamos en tu infinita misericordia,
admítenos en la asamblea de tus santos apóstoles y
mártires: Juan el Bautista,...
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Canon Missæ
P
er quem hæc ómnia, Dómine, semper bona
creas, signat ter super hostiam, et calicem simul,
dicens: sanctí ✠ ficas, viví ✠ ficas, bene ✠ dícis
et præstas nobis.
P
er ip ✠ sum, et cum ip ✠ so, et in ip ✠ so, cum
ipsa hostia signat bis inter se et calicem, dicens:
est tibi Deo Patri ✠ omnipoténti, in unitáte
Spíritus ✠ Sancti, elevans parum calicem cum hostia,
dicit: omnis honor et glória.
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Canon Missæ
P
or quien sigues creando todos los bienes, Señor,
signa sobre la hostia, y sobre el cáliz, diciendo:
los santi ✠ ficas, los llenas ✠ de vida, los
ben ✠ dices y los repartes entre nosotros.
P
or Cris ✠ to, con ✠ él, y en ✠ él, con la hostia se
signo así mismo, entre su pecho y el cáliz, di-
ciendo: a ti Dios Padre ✠ omnipotente, en la
unidad del Espíritu ✠ Santo, cuando eleva el cáliz con
la hostia, dice: todo honor y toda gloria...
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Ordo Missæ
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Ordo Missæ
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Ordo Missæ
P
Submittit patenam hostiæ, discooperit calicem, genuflectit, surgit,
accipit hostiam, et eam super calicem tenens utraque manu, frangit
per médium, dicens:
50
Ordo Missæ
P
Desliza la patena sobre la hostia, descubre el cáliz, hace la genufle-
xión, toma la hostia, y lo sostiene con ambas manos por encima del
cáliz, parte por la mitad, diciendo:
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Ordo Missæ
Pax tecum.
℟. Et cum spíritu tuo.
In Missis defunctorum non datur pax, neque dicitur præcedens oratio.
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Ordo Missæ
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Ordo Missæ
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Ordo Missæ
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Ordo Missæ
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Ordo Missæ
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Ordo Missæ
℣. Dóminus vobíscum.
℟. Et cum spíritu tuo.
℣. Ite, missa est, vel, si aliqua litúrgica processio sequatur:
Benedicámus Dómino.
℟. Deo grátias.
In Missis Defunctorum dicit:
℣. Resquiéscant in pace. ℟. Amen.
Tunc celebrans inclinat se ante médium altaris, et manibus iunctis
super illud, dicit secrete:
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Ordo Missæ
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Ordo Missæ
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Ordo Missæ
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Appendix
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Appendix
PRÆPARATIO AD MISSAM
Oratio S. Ambrosii
Ad mensam dulcíssimi convívii tui, pie Dómine Iesu Christe, ego
peccátor de própriis meis méritis nihil præsúmens, sed de tua confídens
misericórdia et bonitáte, accédere véreor et contremísco. Nam cor et
corpus hábeo multis crimínibus maculátum, mentem et linguam non
caute custodítam.
Pǽnitet me peccásse, cúpio emendáre quod feci. Aufer ergo a me, cle-
mentíssime Pater, omnes iniquitátes et peccáta mea, ut, purificátus men-
te et córpore, digne degustáre mérear Sancta sanctórum.
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Apéndice
A ti, Señor, muestro mis heridas y presento mis flaquezas. Sé que mis
pecados son muchos y grandes, y me causan temor, mas espero en tu
infinita misericordia. Oh Señor Jesucristo, Rey eterno, Dios y hombre,
clavado en la cruz por los hombres: mírame con tus ojos
misericordiosos, oye a quien en ti espera; Tú que eres fuente inagotable
de perdón, ten piedad de mis miserias y pecados.
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Appendix
PRÆPARATIO AD MISSAM
Oratio S. Thomæ Aquinatis
Omnípotens sempitérne Deus, ecce accédo ad sacraméntum Unigéniti
Fílii tui, Dómini nostri Iesu Christi, accédo tamquam infírmus ad
médicum vitae immúndus ad fontem misericórdiæ, cæcus ad lumen
claritátis ætérnæ, pauper et egénus ad Dóminum cæli et terræ.
O mitíssime Deus, da mihi Corpus Unigéniti Fílii tui, Dómini nostri Iesu
Christi, quod traxit de Vírgine María, sic suscípere, ut córpori suo
mýstico mérear incorporári et inter eius membra connumerári.
66
Apéndice
67
Appendix
PRÆPARATIO AD MISSAM
Formula intentionis
Ego volo celebráre Missam, et confícere Corpus et Sánguinem Dómini
nostri Iesu Christi, iuxta ritum sanctæ Románæ Ecclésiæ, ad laudem
omnipoténtis Dei totiúsque Cúriæ triumphántis, ad utilitátem meam
totiúsque Cúriæ militántis, pro ómnibus qui se commendavérunt
oratiónibus meis in génere et in spécie, et pro felíci statu sanctæ
Románae Ecclésiae. Amen.
Ad Sanctum Ioseph
O felicem virum, beatum Ioseph, cui datum est Deum, quem multi reges
voluerunt videre et non viderunt, audire et non audierunt, non solum
videre et audire, sed portare, deosculari, vestire et custodire!
Deus, qui dedisti nobis regale sacerdotium: praesta, quaesumus; ut, sicut
beatus Ioseph unigenitum Filium tuum, natum ex Maria Virgine, suis
manibus reverenter tractare meruit et portare, ita nos facias cum cordis
munditia et operis innocentia tuis sanctis altaribus deservire, ut
sacrosanctum Filii tui Corpus et Sanguinem hodie digne sumamus, et in
futuro saeculo praemium habere mereamur aeternum. Per eundem
Christum Dominum nostrum. Amen.
68
Apéndice
A San José
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Appendix
Et precor, ut hæc sancta commúnio non sit mihi reátus ad pœnam, sed
intercéssio salutáris ad véniam. Sit mihi armatúra fídei, et scutum bonæ
voluntátis. Sit vitiórum meórum evacuátio, concupiscéntiæ et libídinis
exterminátio, caritátis et patiéntiæ, humilitátis et obœdiéntiæ,
omniúmque virtútum augmentátio: contra insídias inimicórum ómnium
tam visibílium quam invisibílium, firma defénsio: mótuum meórum,
tam carnálium quam spiritálium, perfécta quietátio: in te uno ac vero
Deo firma adhæsio, atque finis mei felix consummátio.
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Apéndice
Te ruego, que tengas por bien llevar a este pecador a aquel convite
inefable, donde tú, con tu Hijo y el Espíritu Santo, eres para tus santos
luz verdadera, satisfacción cumplida, gozo perdurable, dicha consumada
y felicidad perfecta. Por el mismo Cristo nuestro Señor. Amén.
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Appendix
Rogo ergo te, piíssima Mater, ímpetra mihi véniam ómnium peccatórum
meórum, uberémque grátiam ipsi deínceps fidélius serviéndi, ac dénique
grátiam finálem, ut eum tecum laudáre passim per ómnia sǽcula
sæculórum. Amen.
72
Apéndice
A Jesús Crucificado
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Appendix
Oratio - Antiphona
Adoro te devote
Adóro te, devóte, latens déitas,
quæ sub his figúris vere látitas.
Tibi se cor meum totum súbiicit,
quia te contémplans totum déficit.
74
Apéndice
Oración - Antífona
Te adoro con devoción
Te adoro con devoción,
Dios escondido, oculto verdaderamente bajo estas apariencias.
A ti se somete mi corazón por completo,
y se rinde totalmente al contemplarte.
75
Appendix
Oratio - Antiphona
Te Deum
Te Deum laudámus: te Dóminum confitémur.
Te ætérnum Patrem, omnis terra venerátur.
Tibi omnes Ángeli, tibi cæli, et univérsæ potestátes.
Tibi Chérubim et Séraphim incessábili voce proclámant:
Sanctus, Sanctus, Sanctus Dóminus Deus Sábaoth.
Pleni sunt cæli et terra maiestátis glóriæ tuæ.
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Apéndice
Oración - Antífona
A ti, Oh Dios
A ti, oh Dios, te alabamos, a ti, Señor, te reconocemos.
A ti, eterno Padre, te venera toda la creación.
Los ángeles todos, los cielos y todas las potestades te honran.
Los querubines y serafines te cantan sin cesar:
Santo, Santo, Santo es el Señor, Dios del universo.
Los cielos y la tierra están llenos de la majestad de tu gloria.
77
Appendix
Oratio - Antiphona
Ave Maria
Ave María, gratia plena, Dominus tecum,
benedicta tu in muliéribus, et benedictus fructus ventris tui Iesu.
Sancta Maria, Mater Dei, ora pro nobis peccatoribus,
nunc et in ora mortis nostræ. Amen.
Salve Regína
Regína cǽli
78
Apéndice
Oración - Antífona
Ave Maria
Dios te salve María, llena eres de gracia, el Señor es contigo;
bendita tú eres entre todas las mujeres,
y bendito es el fruto de tu vientre, Jesús.
Santa María, Madre de Dios ruega por nosotros, pecadores,
ahora y en la hora de nuestra muerte. Amén.
Salve Regína
Dios te Salve, Reina y Madre de Misericordia, Vida, dulzura y
esperanza nuestra. Dios te Salve. A ti clamamos los desterrados hijos de
Eva. A ti suspiramos gimiendo y llorando en este valle de lagrimas.
79
Appendix
Oratio - Antiphona
80
Apéndice
Oración - Antífona
81
Apéndice
Tu septifórmis múnere,
dextrae Dei tu dígitus,
tu rite promíssum Patris,
sermóne ditans gúttura.
82
Apéndice
Tú llamado Paráclito,
don de Dios altísimo,
fuente viva, fuego, caridad
y espiritual unción.
83
Apéndice
84
Apéndice
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Tomado del Libro:
MISSALE ROMANUM
EX DECRETO SACROSANCTI CONCILII TRIDENTINI RESTITUTUM
SUMMORUM PONTIFICUM CURA RECOGNITUM
DECRETUM
Cum virtute Motu Proprio Ioannis Pp. XXIII Rubricarum instructum, diei 25 iulii 1960.
...in fidem… Romæ, ex ædibus S. R. C., diei 14 septembris anni 1961
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