Sei sulla pagina 1di 3

LOS DETRACTORES DE LA POESÍA

O
LA HEROÍNA EN PUNTAS DE PIE
Miriam Cairo

"Los detractores de la poesía/ van a tener que pedirnos perdón en


cuclillas/ ha quedado de manifiesto/ que se le puede hacer la pelea
a la prosa:/ la cenicienta de las bellas artes/ no tiene nada que
envidiar a sus hermanastras
goza de buena salud/ en opinión de justos y pecadores/ señores
Fukuyama/
Gombrowicz/ Stendhal/ Platón & Cía./ Ilimitada". Nicanor Parra
Estos versos ponen de manifiesto que la cruzada poética lucha contra varios
frentes a la vez: el mercado, las instituciones y también, la propia literatura,
si leemos a Gombrowicz, Stendhal y Platón como representantes de esa
compañía literaria ilimitada.
En principio, me referiré a Fukuyama, según el orden establecido en el
poema, quien nos participa del festín de la neocolonización imperial de
occidente en ¿El fin de la historia? y "descarta la importancia de la ideología
y la cultura, viendo al hombre como un individuo racional y maximizador del
lucro".
Ante esta concepción especulativa del hombre, la pregunta se hace sola: ¿la
poesía puede encontrar un espacio para el pensamiento metafórico en una
sociedad que tiene como prioridades la racionalidad y el lucro?
"La gente seria", dice Cynthia Ozick en Metáfora y Memoria, "está
acostumbrada a sentirse cómoda con su mente. La inspiración es una
intrusa, una raptora de la razón". Resulta claro que el discurso poético, con
su manera de entrar sesgadamente en el territorio de la realidad, exige en el
lector un desprendimiento de los discursos hegemónicos y convencionales,
de allí que para Parra, Fukuyama y todo lo que él representa, sea uno de los
principales detractores.
Pero en el ámbito de la propia literatura, también se encuentran voces
beligerantes. Tal el caso de Wiltold Gombrowicsz, para continuar con el
listado de detractores que el antipoeta enuncia en sus versos. Gombrowicsz,
en su ensayo "Contra los poetas" cae en una serie de lugares comunes que
resultan muy útiles para reflexionar, ya que, por ser comunes, suelen ser
reproducidos por muchas otras voces provenientes de los distintos espacios
culturales, escolares, editoriales, críticos, académicos.
La primera caída (en el lugar común) tiene que ver con la desazón que a
Gombrowicsz le provoca la posibilidad literaria de experimentar con el
lenguaje, y, en medio de una especie de maldición lanza su artillería: "A
veces me gustaría mandar a todos los escritores del mundo al extranjero,
fuera de su propio idioma y fuera de todo ornamento y filigranas verbales,
para comprobar qué quedará de ellos entonces." La idea de separar al
hombre de su lenguaje es algo que no resulta ajeno a los habitantes de estos
suelos, quienes fuimos despojados del habla originaria y a quienes se nos
insertó otra por medio de la espada. Que aquello haya ocurrido en el siglo
XV, podría resultar en cierto modo, comprensible, pues era el modo en que el
hombre se relacionaba con el hombre: a pura devastación y dominio forzado.
Aunque en el siglo XXI las cosas no han cambiado demasiado en cuanto a las
formas de dominación de los antros imperiales.
Sin embargo, hay otras voces que echan luz sobre la cuestión del lenguaje: el
físico inglés, Freeman Dyson, afirma: "Es cierto que una sola lengua sería
mejor para los burócratas y los administradores. Pero tanto nuestra historia
y prehistoria como las sociedades primitivas contemporáneas parecen
demostrar que la plasticidad y diversidad de las lenguas tuvieron un papel
muy importante en la evolución humana." Pues, ¿dónde, mejor que en la
poesía, la lengua alcanza su máxima plasticidad? El texto de Gombrowicsz,
leído en el año 2015, por momentos consigue rasgos caricaturescos que no
alcanzan a salvarlo de la insolvencia y menos aún del insulto.
Inferimos que si Parra incluye en el séquito de detractores a Stendhal, es por
haber sido uno de los primeros en ostentar el exhibicionismo realista con su
propósito dogmatizante y estatutario. El realismo y el naturalismo, avanzan
por senderos opuestos a los de la poesía. Estos tienen por propósito quedarse
en la superficie del discurso, en la planicie del lenguaje, de tal manera que al
lector no se le despierten indeseados interrogantes ni intervenga con su
amenazante poiesis. Standhal y su escritura van tras las evidencias, tras las
respuestas irrefutables para que el lector sólo acate. En cambio la poesía
elige transitar por las zonas oscuras donde reina la incertidumbre, donde la
palabra va perdiendo los ropajes y llega desnudamente renovada,
transformada, hasta la puerta de nuestro aliento para que respiremos la
extrañeza del lenguaje que es mismo y otro.
Por su parte, Platón, el último en ser nombrado por Parra, pero quizás el
fundador de la "compañía ilimitada", menospreciaba a los poetas porque
consideraba que la poesía inflamaba las pasiones y no era verdadera, ya que
las musas se apoderaban del alma del poeta y la obra resultaba producto de
una locura divina llamada inspiración. Aunque el gesto platónico pueda
parecer demasiado lejano, incluso perimido, "verdad" y "realidad" son dos
construcciones que todavía siguen luchando por imponerse por encima de
otras verdades y otras realidades, e incluso insisten en inmiscuirse en
territorios que no les competen: la literatura, la poesía, en fin, el arte.
Pero, como lo anuncia el antipoeta, en su deliberada debilidad la poesía sigue
siendo invencible. No ha habido imperativo neoliberal, ni retórica
dogmatizante, ni insulto polaco, ni abalorio griego que haya podido
derribarla. Es la heroína en puntas de pie sobre un campo minado de
amenazas.
Miriam Cairo
Texto publicado en 2015 bajo el título “La heroína en puntas de pie”,
https://www.pagina12.com.ar/diario/suplementos/rosario/14-
51214-2015-09-26.html

Potrebbero piacerti anche