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LA CULTURA FAMILIAR EN LA EDUCACIÓN BÁSICA EN LA

REGIÓN LAMBAYEQUE

Por: Eber H. Beltrán García,


Maestro.
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Es difícil comprender a cabalidad cómo conceptualizan los ascendientes de cada familia
peruana su tendencia hacia la profesionalización de sus descendientes en un contexto tan
diverso en el que, entre contradicciones y acercamientos en los modos de pensamiento,
concluyen otorgándole un calificativo de “regular” al sistema educativo en general. La situación
actual de la participación familiar en la educación escolar peruana demanda explicar las
condiciones actuales de participación familiar evidenciadas en cómo la familia provee la
escolarización, en cómo la familia entabla comunicación con los formadores de la escuela, en
cómo la familia hace de mediadora en el aprendizaje académico, en cómo ésta participa en la
gestión y actividades de la escuela y colabora con la comunidad educativa; y, otras prácticas
de participación familiar dentro de la comunidad educativa.

…“La familia y la escuela emergen como dos instituciones fundamentales para desencadenar
los procesos evolutivos de las personas, actuando como propulsores o inhibidores de su
crecimiento físico, intelectual y social” (Polonia & Dessen, 2005). “Frente a esta realidad, la
educación peruana a pesar de las reformas y procesos de integración escolar puestos en
marcha en los últimos años, sigue teniendo serias dificultades o carencias” (Cueto et al., 2015;
Pareja, 2015). Estas y otras contribuciones de destacados especialistas presentan a la familia
como un ente sumamente influyente en una realidad aún preocupante dentro de la historia de
la Educación en Perú, siendo su accionar factor determinante en la consecución del fin de la
Educación.

Una prueba difícil se ha impuesto al inicio del año académico con la postergación del inicio de
clases para los colegios que aún no habían empezado y suspensión para aquellos que ya
habían aperturado este período, como consecuencia de las medidas de emergencia sanitaria
declarada recientemente en nuestro país. Sin embargo, es un lapso que ha de llevar a las
mentes más creativas del profesorado a optar por una reingeniería de las propuestas,
estrategias y diversas situaciones que han de cumplirse para ajustar las actividades escolares
al logro de los aprendizajes proyectados con un recorte de tiempo inesperado que podría o no
reembolsarse para beneficio de los usuarios del servicio educativo, es decir el estudiantado.

La elección de la institución educativa no sólo se concreta por el nivel de capacidad adquisitiva


que ostenta una u otra familia –recordemos que un gran número de familias, económicamente, muy
solventes matricula a sus hijos e hijas en escuelas estatales- sino por factores más importantes
como, por ejemplo: el grupo de pares con los que socializará (es decir, el entorno social como
referente y que ha de influir en el desarrollo de la dimensión social y moral de cada estudiante) , la
axiología del colegio (aspecto influyente en los progenitores por el modo en que la escuela influirá en
la formación espiritual y del pensamiento del hijo o de la hija) , el estilo educativo de la entidad; y,
sobremanera, por el prestigio que tienen las maestras y los maestros que laboran en el colegio.
A inicios del presente año hicimos un breve y sencillo estudio en algunos centros del nivel
inicial de las tres provincias de nuestra región Lambayeque; y, pudimos observar como los
padres de familia condicionaban a la promotora y al cuerpo directivo de una institución
educativa privada de menor envergadura en un centro poblado de Chiclayo de manera que
sólo matricularían a sus hijos e hijas si el colegio garantizaba que en su plana docente del nivel
inicial estaría presente el mismo equipo de profesionales que tuvo a cargo a los estudiantes
desde 3 años, y así puedan continuar cursando estudios en los grupos de 4 y 5 años
respectivamente. De manera similar en la localidad de Lambayeque dos colegios del Estado
del Nivel Inicial (ubicados uno en el centro y otro en la periferia) cuentan con la anuencia y
preferencia de las familias gracias al prestigio otorgado por el modo de actuación personal y
profesional de sus maestras.
El modo en que los ascendientes se comunican con la institución educativa constituye parte de
su cultura familiar viva, razón por la cual los profesionales de la educación deben estar
preparados para ofrecer un servicio educativo con calidad sino, ante todo, con calidez humana
que motive a los padres a estar en permanente contacto con la escuela y haga que se sientan
animados a participar activamente y colaborar en la formación académica y personal de sus
hijos e hijas en función a las políticas establecidas por el centro. Por otra parte, cuando una
familia acude al colegio a matricular a su hijo o hija debe brindársele las orientaciones con
pertinencia de modo que contraste su realidad socio económica con el compromiso que
proyectan asumir a fin de que tengan claro cómo y en qué momento lo cumplirán por cuanto
está en juego también el logro de objetivos por parte de quien serás usuario o usuaria del
servicio educativo en un entorno de tranquilidad y alegría sin que tenga que soportar cargas
psicológicas o de otra índole que sólo han de corresponderle a los padres y madres de familia.
En este aspecto no sólo se toma en cuenta el nivel idiomático sino que, además, se consideran
otros factores sobre los cuales se ha de sostener la estancia de la familia en la institución.
Recordemos, también, que no sólo las familias que matriculan a sus hijos en escuelas privadas
tienen preocupaciones de índole material o económica; también, las familias que han
matriculado a sus hijos o hijas en escuelas públicas tienen sus propios compromisos que
asumir. Pero, al margen de todo, es el modo de pensamiento con respecto a la vocación de los
hijos o hijas lo que impulsa a las familias a optar por tal o cual servicio educativo; y, esto de la
“vocación” es algo que en nuestra sociedad casi no se toma en cuenta sino hasta llegar al
último ciclo de la Educación Básica, cuando ya se está a puertas de la Educación Superior.
Dado así, muchos postulantes optan por carreras profesionales para las cuales no han
desarrollado destrezas ni habilidades coherentes con la especialidad elegida.

Las exigencias del siglo XXI impulsan (en muchos casos) a las familias a desarrollar
agotadoras y absorbentes jornadas laborales inhibiéndolas de disfrutar del crecimiento y
desarrollo de sus hijos e hijas, tanto en el entorno familiar como en los entornos académico y
social. Son las familias de condiciones más precarias las que están mucho más cerca de las
experiencias de sus hijos e hijas, de sus fracasos y de sus triunfos, las que tienen mayores
posibilidades de practicar la corrección fraterna con ellos a fin de posibilitarles un mejor
direccionamiento de sus esfuerzos hacia la consecución de sus metas y de sus sueños
personales a los que todo ser humano tiene derecho. Está en manos del cuerpo directivo y del
profesorado de la escuela desarrollar y hacer funcionar mecanismos que permitan que cada
familia tenga mayor presencia en las actividades que le correspondan para contribuir al
desarrollo académico y personal exitoso de sus hijos e hijas. Ya existen en nuestra región
instituciones educativas, tanto públicas como privadas, que han logrado capitalizar la cultura
familiar a pesar de la multidiversidad de sus poblaciones escolares; y, han logrado hacer que
cada padre y madre de sus estudiantes se sientan parte vital en el desarrollo de la escuela; por
ende, el modo en que ha evolucionado el modo de pensamiento de las familias y,
consecuentemente, su cultura. La cultura familiar está constituida por su forma habitual y
tradicional de pensar, sentir y reaccionar una determinada realidad; y, se manifiesta en sus
hábitos, creencias religiosas, patrones, costumbres, mitos, conocimientos, en las virtudes de
cada uno de sus miembros, en sus valores, y normas que, a menudo son compartidos e
interiorizados como principios y guía de manera implícita por lo miembros de la familia.

La cultura familiar con relación a la educación de los hijos e hijas conlleva a que esta tome
como referencia los servicios que ofrece la comunidad (de la cual forma parte activa) para el
beneficio de la institución educativa; y, a su vez, puedan participar en la construcción o
promoción de servicios que brindan las instituciones educativas para el beneficio de la
comunidad. No obstante, en los últimos años poco o nada se ha visto de esta relación
recíproca entre escuela y comunidad, dado que algún sector del profesorado opta por el estado
de “claustro” en su colegio en lugar de esforzarse por otorgarle mayor marketing, lo cual
serviría también de gran estímulo para los estudiantes que son quienes al final de cuentas
obtienen destacados logros y, en muchos casos quedan en el anonimato.

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