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Palabra viva
El pasado domingo 26 de enero, por vez primera, los católicos celebramos de forma
universal un “Domingo de la Palabra”. Esto, gracias a la iniciativa del papa Francisco quien,
motu proprio (es decir, por propia iniciativa) decretó desde este año y para la posteridad
todos los terceros domingos del tiempo ordinario como tales.
La Palabra es, para el cristiano, la persona misma de Jesús, con quien entramos en
relación cercana, amorosa, íntima. Tal que se convierte para cada uno en Camino, Verdad
y Vida (cf. Juan 14,6). La Biblia es viva, porque, leyéndola, te encuentras con su autor. Por
eso toca la vida y cambia la existencia. No es algo mágico o esotérico. Es una relación. No
se trata de que la interpretes: entrando en amistad con la Palabra, te dejes interpretar tú
por ella, ella te revele Su misterio y el misterio que eres para ti mismo. Por eso, la Palabra
es también Luz.
¿Tienes Biblia en tu casa? ¿Qué atención le prestas? El Papa invitaba a “desempolvarla”…
Una vez alguien me preguntó cuál era el salmo en el que se abría la Biblia para proteger su
casa. Le contesté: “La única Palabra de la Biblia que protege su casa y su vida es la que
usted vive, la que lo transforma en mejor persona”.
Quítale el polvo a tu Biblia y a tu relación con Jesús. Lee un pedacito, cada día. Ora con
ella. Comienza por el evangelio de Marcos. Lee las introducciones a los libros, las notas a
pie de página, te ayudarán. No vivas en la oscuridad, cuando tienes la Luz tan cerca de ti.
O como dice san Pablo: “La Palabra está cerca de ti: en tu boca y en tu corazón” (Romanos
10,8).