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JOSEF PIEPER
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T j FILOSOFÍA MEDIEVAL
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MUNDO MODERNO
SEGUNDA EDICIÓN

MERCURIO
fotocopias

A PU - i -

MiTFÍE 939 - L
TEL. 49-.

Ediciones Rialp, S. A.
Madrid

Oí
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Quien dice hoy "Edad Media" no suele darse cuen-

ta de que este término fue originariamente algo así v
como un insulto: de forma análoga a como va no con-
sideramos un insulto llamar "góticas" a las catedrales
de París y Colonia, cuando en un principio también
significaba expresamente tanto como "bárbaro". Media
aetas, médium aevum l; hace cuatro siglos estos tér-
minos eran totalmente despectivos; designaban el "in-
termedio", una especie de tiempo de espera en el que .;
no sucedió nada significativo, una época inauténtica,
un_ "intermezzo" entre dos edades "auténticas", es ,
decir entre la Antigüedad greco-romana por un lado,
y la "Edad Moderna" por otro. La elección de este
ultimo nombre expresa la autoestima de la época;
con él se quiere significar que verdaderamente no
había sucedido nada "entretanto" hasta que no se

1 G. Cordón, Médium Aevum and the Middle Age. Ox-

ford 1925.

FILOSOFÍA MEDIEVAL.—2

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i
 18 JOSEF PIEPER
dio un "Renacimiento", un resurgimiento de tos clá-
sicos antiguos. Así, el epitafio de Descartes en St. Ger-
main-des-Prés elogia al "redescubridor de la ciencia"
(reconditor doctrinae) y al "primero" que había de-
fendido los derechos de la razón humana, naturalmente
no el primero absolutamente, sino desde la decadencia
del mundo antiguo.
Tal valoración de la Edad Media, y ante todo de
su Filosofía y de su Ciencia, se ha mantenido, como
es sabido, durante largo tiempo. Todavía en Hegel,
en las Lecciones ^obre la Historia de la Filosofía, se
encuentra que él quisiera "calzarse las botas de siete
leguas" 2 para "salvar" rápidamente los mil años que
corren entre el siglo vi y el siglo xvi. Y cuando fe-
lizmente llega a Descartes dice que ya puede "como
el marinero... gritar 'tierra'" 3 ; y que "a nadie se le
debería exigir" conocer directamente la Filosofía de
la Edad Media como "por medio de una autopsia",
"ya que aquélla es tan vasta como mezquina, volu-
minosa y horriblemente escrita"1. Es cierto que en
esas mismas primeras décadas del siglo xix ^el pén-
dulo oscila también marcadamente hacia el otro ex-
tremo, hacia la supervaloración indeferenciada por
los románticos de todo lo medieval.
Hoy día todo esto está afortunadamente más o me-
i l
nos olvidado. Por lo menos nos encontramos en. con-
i-
diciones de contemplar imparcialmente el concepto de
.F? ri "Edad Media", y especialmente las figuras y proble-
*i - Hege), Op. omn. Edición jubilar. Ed. H. Glockner. T. 19.
Stuttgart 1928, p. 99.
3 Ibidem, p. 328.
.i 4 Ibidem. p. 149. El hecho de que Hegel, junto a biblio-
grafía secundaria y general, cite a pesar de todo, como úni-
ca fuente, la Summa Theologica de Santo Tomás, se podría
considerar como positivo si no existiese el temor de que
11 hubiese querido aludir precisamente a esta obra con el
calificativo de "horrorosamente escrita v voluminosa".
ií
i ESCOLÁSTICA 19
mas de la Filosofía medieval, sin una valoración po-
sitiva o negativa a priori. Y esto es así en no pequeña
medida gracias al poderoso trabajo de investigación
que, desde algunos decenios, se ha dedicado al des-
cubrimiento de esta época 5.
Todas las cosas adquieren su forma mediante sus
límites. Quien quiera conocer su figura tiene que con-
siderar los límites por los que aquélla se constituye
frente a lo demás que la rodea. Si la Filosofía medie-
val tiene una figura histórica propia de sello diferente,
tiene esto que aparecer claramente al que dirige su
mirada a los límites, a los límites de lo no-medieval
frente a lo anterior y a lo posterior. Dicho de otra
manera, hay que p^gguntarse por el principio y por el
fin de la Filosofía medieval y de la Edad Media en
general.
Naturalmente es imposible especificar un momen-
to determinado, una íecha, para el comienzo de la
Edad Media, No obstante se_ suele citar un año que
posee un significado, especial, simbólico por así decir,
(Es el año 529J También Hegel cita este año en el que,
como él dicéT tiene lugar Ja "decadencia de los pre-
•*• Nombres especialmente importantes: Cl. Baeumker, Fr.
Ehrle, B. Geyer, M. Grabmann, J. Koch, A. Landgraf, A.
Stóckl, M.-D. ,£¿>enu. E.^^GlJs^n. P. Mandonnet, J. Marigm,
F. van SteenbergTén, J v u o e W u l f . Hay que citar 'fümmen
e! tratado, asombroso para su tiempo, aun cuando se pueda
disentir en puntos particulares, de J. E. Erdmann: Der
fíifU'icWungsgong dcr Scholastik. "Zeitschrift f. wissens-
chnítliche Theologie". año 8. Halle 1865. pp. 113-171.
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20 JOSEF P1EPER
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supuestos externos de la Filosofía pagana" 6. En el
año529 un edicto del emperador cristiano fustiniano
cierra ^Ta Academia platónica en Atenas, que había
permanecida allí, baío el mismo nombre. T~io largcr
de novecientos años. Pero en el mismo año ocurre
otra cosa que Hegel silencia: San Benito funda Monte-
casinoj es decir, entre Roma y Ñapóles, sobre un
'alto y junto a una de las rutas estratégicas de la in-
vasión de los bárbaros, surge el primer monasterio >„
benedictino. Con ello se pone de manifiesto en reali-
dad algo .así como un límite en .el que..se tocan mu-
tuamente dos edades, una pasada y "otra que co-
mienza. .Sin embargo, la contraposición tiene un múl-
tiple significado que. no se deduce sin más de los
acontecimientos del año 529, aunque éstos apunten
a aquél.
Al hablar de la decadencia de la Filosofía "paga-
na", Hegel expresa lo que es propiamente decisivo: en "I /
la Edad Media, se contraponen la Filosofía cristiana *
y la pagana. No es fácil pensar en una delimitación y
diferenciación más,-radical. Este corte es. incompara-
blemente más prpfundo que, por ejemplo, el corte que
separa la Filosofía de la Naturaleza jónica de la Fi-
losofía de Sócrates y Platón. El paso de Tales a Só-
crates o de Platón al estoicismo .no puede compararse
con el paso de Tales, Sócrates, Platón y el estoicismo,
por un lado, a Orígenes, San Agustín, San Anselmo y
S^nto Tomás por el otro", porque, en "ultimo caso,
entre las dos épocas ha ocurrido un_d e terminad o acon-
tecimiento: un acontecimiento jio en el campo de
los conceptos y de las ideas, sino en el campo de lo
c Hegel, Op. cit., p. 99.
ESCOLÁSTICA 21
.histórico en su más estricto sentido, no en el terreno
del pensamiento sobre la realidad, sino en el terreno
de la realidad misma. Naturalmente hay también acon-
tecimientos históricos de carácter revolucionario entre
la época de Platón y la del estoicismo y, naturalmente
que la confusión e inseguridad, que siguieron a la
descomposición del imperio de Alejandro, tuvieron
una profunda influencia en el filosofar sobre la exis-
tencia humana. Pero, el acontecimiento.histórico entre
TíCEdad Antjgua"y la Hdad Media de que aquí se ha -
bla es de tal especie, que PQJ-SU causa queda necesa-
ñámente y cambia desde la base la reflexión~soHre
toda la realidad y sobre el sentido de la existéñcüTEu^
mana, es decir, la Filosofía. Y esto ocurre dental modo
que IEL Filosofía medieval no puede entenderse pura-
mente como una continuación —deiecruosa o des"árro-
ílada— de la Filosofía antigua, ni como una mera
"nueva época" en la Historia del pensamiento riü
ífíáno. A nadie le habrá pasado inadvertido qué~mÍ
refiero' al .acontecimiento flue el lenguaje técnico'de'
los teólogos ciesigna con la palabra ".Encarnación".
X_omo puede verse, con esto entran inevitablemente"
en juego actitudes muy esenciales. Estas mismas ac-
titudes no - necesitan ser discutidas aquí en detalle.
Ciertamente tiene que quedar claro que la compren-
sión de la Filosofía medieval no es la misma para uno
que diga: "toda la Historia se dirige a Cristo y vie-
ne de El" (éstas son las palabras con las que Karl
Jaspers parafrasea la concepción hegeliana 7), o para
uno que opine, como el propio Jaspers, que el "corte
más profundo" y "el eje de la Historia Universal" se
encuentra "en el proceso espiritual que tiene lugar
entre el 800 y el 200 a. de C." con la casi contempo-
ránea aparición de Lao-Tse, Confucio, Buda, Zarathus-
7 K. Jaspers, Vom Ursprung und Ziel der Ceschichte.
München 1949, p. 19.
 22 JOSEF .ME?ER
1 tra, Isaías, Parménides, Heráclito y Platón s. Como se
ha dicho, esta cuestión ni puede ni debe discutirse
aquí. Solamente hay que resaltar la imposibilidad de
comprender a cualquier autor medieval si no se cori-
sídera que entre los fundamentos de su pensamiento
sobre el mundo v el hombre se halla el convenci-
miento indudable dg que, precisamente en aquel a£QI3-
tgSJBÚgJltoj^e 1a Encarnación, se ha alcanzado una verT-
d.ad que no es comparable, en fuerza reveladora Je~
realidad, con ningún conocimiento humano y que afecta
de torma muy precisa al objeto con el que tiene que J
vérselas el nlosoío.
Alguien podría decir: el "límite" más allá del cual
empieza el pensamiento "medieval", ¿"ho debería equi-
pararse con el comienzo de la Era cristiana en general?
La "Historia de la Filosofía cristiana en la-Edad Media"
de Gilson • empieza efectivamente con una exposición
de la doctrina del Nuevo Testamento 9. Sin embargo,
creo que también tiene sentido hablar de una época,
de la Antigüedad cóstiana y considerar, por tanto, a
Agustín, y con más razón agustino o a Clemente de
Alejandría, a pesar de su cristianismo, como pensa- ^
clores antiguos, anteriores a la Edad Media. Con ello
viene a colación un segundo elemento significativo
que se ocuka—en los acontecimientos de aquel año
frontera de/529^ dicho más exactamente: el traslado
del punto de míra desde Atenas, en la Academia ola- */
tónica, al monasterio., .benedictino en la ruta de las
invasiones bárbaras^
.Agustín — y no sólo él, sino también sus oyentes y
lectores— vive del todo aún en el ámbito del Imperium f
Komanurn, en el mundo intelectual helenístico defí-
L por~ej neoplatonismo, pj P<:t-n.fi<;mn y ios epicu"-
* Ibidem, p. 19 y s.
L 9 Gilson, Histonj. p. 3 s.
5 ce
ESCOLÁSTICA 23
reqs. Ésta es su patria intelectual. Para él, y para to-
dbsJTos que tienen que ver con él, &oma es naca me- X
nos que el símbolo del orden en el rtrtmdó. Esto ^
cisamente explica, por otra parte, la tremenda c
moción que se desencadenó tras la conquista de
X por Alarico (año 410) y ue luego encuentra su cri
talización en la concepción teológico-histórica del "Es_-
tado teocrático". Aun cuando el marco vital de la An-
tigüedad greco-romana esté ya amenazado y en pe-
ligro, para Agustín comprende aún todo el mundo que
iqtelectualmenté le concierne,. Cuando los vándalos
ponen sitio a su ciudad episcopal de Hipona, es ya
éf un moribundo. Apenas un siglo después, la sitúa- /
ción ha cambiado totalmente. Ifogcio, por ejemplo, e.s""l C
cierto que crece aun igualmente clentro del esjacjo |
vital político del Imperium Romanum y dentro del
campo de radiación intelectual de la Filosofía anti-
sua; pero esto ya no—reza
—— en absoluto; con; susí—oyen-
r—-^- /
tes y lectores. Boecio trata ya coa los~^od.os del im
perio de ieoaoncQ; ellos son los nuevos dramátis
pérsonae._
Parece que este cambio de situación -tiene aún un
reflejo en el observador de hoy. En el cuadro de "Agus-
tín moribundo en la ciudad asediada por los ván-
dalos", aún vemos las cosas, involuntariamente, con
los ojos de Agustín, con los ojos de -los romanos por
tanto, y no con los de los conquistadores germánicos",
aun cuando ellos, en cierto sentido, somos "nosotros
mismos". Cuando por el contrario se habla de Boecio
y de su actuación en el círculo de los godos, entonces
ya no está tan claro st nos-seníimos unidos-a. él o más
bien al rey'godo Teodqrico; esto quiere decir que
inadvertidamente empezamos a mirar las cosas con
los ojos de los pueblos jóvenes que inundan el Impe-
rium Romanum. Si más adelante pensamos en Alcui-
no o en Rábano Mauro ya hemos sin duda completado

< <
24 JOSEF PIEPER
el cambio de puesto de observación. Este
crítico me parece que esta situado exactamente en la
Enea limítrofe que separa la Antigüedad de la Edad
ffiejíia. Precisamente la Filosofía medieval es cosa de
Ios~pueb1os que, procedentes del Norte, invaden el^
ámbito de la Antigüedad. Y Boecio, que muere pocos~
anos antes del 529. es el primero que se dirige expre-
samente a .ellos.-
-Naturalmente que en el terreno intelectual no se
puede hablarle un corte raso. "De múltiples formas
se ve, por ejemplo, que Agustín ya, formuló los -prin-
cipios de la Filosofía medieval. Tero, a pesar de todo,
¿1 sigue .siendo, en su existencia histórica, un hom-
bre antiguo, premedievah ~
También especialmente cambia desde los tiempos
de'Boecio el centro de gravedad de la vida intelectual.
En el lugar de Atenas. Alejandría, Antioqufa v Car-
ta.go se sitúan la_corte de Teodoríco (Ravena. Verona.
Pavíaj, la corte de Carlomagno, Canterburv,. París. Ox-
ford, Colonia. Es cierto que Koma, e Italia en general,
mantienen su importancia, pero se trata de una Ita-
lia ocupada por príncipes de estirpe germánica. Es
'cierto que Santo Tomás de Aquino será italiano del_
Sur, pero tendrá una madre normanda y su patria"
pertenecerá al reino siciliano de los Hohenstaufen.
'Este hecho histórico de que los pueblos "bárbaros"
se instalen como vencedores i en una.. casa oue ellos
mismos no habían construido, este hecho hace com-
prensible una discrepancia —de otro modo difícil de
entender— eme caracteriza desde el principio, y pre-
cisamente en 'ese príncjpki. a la Filosofía medieval.
Sobre esto ha hecho (Hegel) una observación muy pe-
netrante a pesar de íaripídez sumaria de su visión:
"el elemento fundamental de la Edad Media es este
idiomas. Vemos a pueblos que dominaron en una -1
os nacionesr dñs"
\
ESCOLÁSTICA 25
etapa anterior, vemos a un mundo perteneciente ya
: . al pasado, pero que ha legado, como patrimonio vivo,
su lengua, sus artes y sus ciencias; y sobre el suelo
*=> de esta cultura extraña se asientan las nuevas naciones,
; que aparecen así ante la historia, en el momento mis-
J mo de nacer, con una vida rota y precaria"" 10. De esta
forma se explica Hegel lo extraño que le resulta la
Escolástica, ese, como él dice, "extravío total del
JK entendimiento escueto y .seco .en las rugosidades -de
la naturaleza nórdico-gennánica" ll , para el que "la
infinita verdad del espíritu" había sido como una
"piedra abrumadora", "cuyo terrible peso sólo podía
sentir pero no digerir" 12. En tanto que este añadido
es falso y de una falsedad demostrable, sigue siendo,
por otra parte, verdad que la apropiación_jie_jil¿LJiQ-
crecido en el pfopig^suelg^el aprendizaje no sólo de_
un vocabulario extraño, sino de una diferente forma
de pensar, la asimilación de un vasto patrimonio de_
cosas ya pensadas, todo esto es en realidad^^^roble^
ma con" el que Sé las tiene que veTy~na arVesgjyejL
la Filosofía medieval. Precisamente en esta resolución
adquiere ella. su propio perfil. "
-r
Con alguna exactitud se puede localizar lo nuevo
que "delimita la Edad Media frente a la Edad Antigua,
premedieval; el límite, que señala su comienzo, salta
a la vista como clara muesca distintiva. Por el contra-
rio resulta evidentemente más difícil distinguir el fin
de la época medieval, sus fronteras frente a lo poste-
10 Hegel, Op. cit.t p. 139.
1 1 Ibidem, p. 199.
12 Ibidem, p. 201.

,,->-*-.
! 26 iOSEF P1EPEX
rior. Se podría pensar que esto es debido a que aún
.1 no se han alcanzado estas fronteras. ¿Es que tai v«z
no ha terminado aún la Edad Media? En realidad creo
que el motivo de aquella dificultad es el siguiente:
1 con la Edad Media comienza un nuevo capítulo de la
fiistoria de la humanidad en general que no termina ,
1 al mismo tiempo que ocurre el fin de la Edad Media.
La Edad Media es un primer período, ya pasado, de
este nuevo capítulo; pero este capítulo continúa en
J la época postmedieval y en la época presente, "post-
moderno" ya, y también más allá de ésta última.
Precisamente esto hace difícil el señalar unívocamen-
1 te dónde se halla lo di?erenci aúnente "medieval" de'
la Edad Media, Pues, comparada con la Edad Anti-
gua, parece poder señalarse como "típicamente" me-
dieval mucho de lo que sigue siendo característico
también de los siglos postmedievales. Así, por ejem-
plo, sería un poco absurdo afirmar que el elemento
cristiano de la Filosofía medieval -—mediante el cual
1 se distingue efectivamente del pensamiento de la An-
tigüedad— es algo tan "específicamente" medieval
que, con el fin de la Edad Media, haya perdido su
1 validez o por lo menos su fuerza fáctica al igual que,
con la decadencia del mundo antiguo, había pasado o
desaparecido la actitud pagana de la Filosofía pre-
1 cristiana.
^La línea limítrofe en la que termina la Edad Media
1 se hará más comprensible si tomamos en considera-
aón el segundo elemento conceptual det que hemos
hablado. Me refiero al.jjgsho^ —-en- modo alguno-de
1 por sí evidente— por el que Tos nuevos pueblos, inva-
sores del Imperio Romano, reconocen como.su tarea
1 apoderarse y asimilar el patrimonio de la tradición
q7ue se almacenaba en éste y que comprendía no^ofo
la Filosofía anTioua^ sino también la inmensa cose-
3
1
1
C(
ESCOLÁSTICA 27
cha de ia Teología, de los Padres cfc la Iglesia. Par-
tiendo de esto, se pone ya'deljnanínesto~7íia rasao
fundamental distintivo del pensamiento medieval en
general, es ^pcir, la "gi'stematÍ2ación escolar" a la
flujs apunta el término "Escolástica". Me parece que
no se entiende nada de la Escolástica cuando no se
ve que ésta, ante todo, ha sido un enorme aprendí- f
zaje, una organización escolar de enormes dimensio-
ft£g_. mantenida durante- vanos siglos. Si verdadera^
mente había que apropiarse la herencia del mundo an-
tiguo, tanto del pagano como del cristiano, matonees
eLprimer presupuesto para lograrlo era efectivamente
la ordenación del patrimonio encontrado, una orde-
nación bajo el aspecto de la (üocencía y de la discen-
cia. No era de esperar otra cosa, sino que, de esta
forma, adquiriese una significación, hasta entonces
desconocida, el trabajo, ciertamente prosaico, de or-
ganizar, seleccionar y clasificar. Y por ello, natural-
mente, a la obra de la Escolástica medieval le falta, el
encanto de la inmediatividad personal; no cabe otra
posibilidad sino la de que los libros de texto dejasen
poco espacio a la originalidad de sus autores. En tér-
minos generales es evidente que no se puede aprender
de otra forma. Y si., en aquellos- siglos de disolución
del antiguo orcTen, te., tarea histórica urgente era~la
apropiación discente de. la. riqueza recibida, entonces
[o escolar de la. Escolástica es no sólo inevitable, sino
necesario. Quién podría asegurar que hoy hubiéramos
ceñido !a posibilidad de un inmediato acceso intelec-
tual a Platón, Aristóteles y AgustQVsí no le hubiera
precedido aquel paciente esfuerzo de la exposición
elemental. Además, lajxmquista de un patrimonio tan
inmenso suponía, por parte de los maestros y discípu-
los escolásticos, tanto una medida inusitada de auto-
nomia e independencia intelectuales como también de
 :

28 JOSEF PIEPER ESCOLÁSTICA 29

implicación en las propias circunstancias; se necesi- ^marañamiento y desorden intelectual; la obra de De

tan a la genial fuerza intelectual de hombres como Al- WulP^Te cierra con la frase de "que la Escolástica
berto Magno v Tomás de Aquino.~
Aquim perece no por falta de ideas sino de caberas

í ;Qué tiene esto que ver —se podría preguntar — con

el fin de la Edad Media.. Que es de lo que se tenía que
haber "hablado? Respuesta: Tenía" que suceder que
aquella actitud, ante todo "discante", perdiera su ac- -
Pero de este "último" acto sólo podrá tratarse en
detalle al final del libro.

tualidad en un momento dado, ¿n la misma medida

en que la ta^ea de la apropiación fiel patrimonio se
iba -cumpliendo y nuevas cuestiones salían al paso, |
H<> la experiencia propia del mundo, que
exigían reflexión y respuesta desde un ángulo propio,
tenia que irse convirtiendo en menos importante e in-
cluso en sencillamente inadecuado el mero tratamiento
dfTlo va sabido. Naturalmente había que contar, por
otrajjarte. con que la empresa^cjeirtífi^áTlJtamente ins-
'fífracionalizada, <te *a Edafj~Média intentárTaT"á7errar-
sej^ Hacer prpvaTer.pr iiltprjonnente el modo de pro-
ceder al que estaba acostumbrada, aun""cu"ando este'
modo de proceder se amojdaba primariamente a la
apropiación de conocimientos anteriores.
Pero tal intento sólo podía conducir en definitiva
a una completa esterilidad y descomposición. Y esto
es, con bastante exactitud, lp que en realidad sucedió/

, en forma de acontecimientos externos. La Filo-

medieval (jfogp ñera de.^de dentro^Grabmann "
habla de una qtecadencia que tiene lugar repentina-
mente; .Güson 14 dice que el fin de la Filosofía me-
díeval puede sólo describirse como un extremo en-
15 De la cuarta edición (Lovaina 1912), traducida al ale-
13 Scholast. Methode I, p. 137. mán por R. Eisler: M. de Wulf, Geschichte der mitteralter-
14 History, p. 528. lichen Philosophie (Tübíngen 1913), p. 448.

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