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MARCO NORMATIVO
INTRODUCCIÓN
Sin embargo la Sala Civil Permanente de la Corte Suprema tomó en cuenta una
infracción normativa procesal: no haber agotado la actividad probatoria, conforme la
facultad otorgada por el artículo 194 del Código Procesal Civil.
Como señala Atienza[3], argumentar es dar razones para sostener o refutar
determinada tesis. En ese sentido, expondremos las razones respecto a si la prueba
de oficio es una facultad discrecional o un deber jurídico del juez; y en caso de ser
considerada un deber jurídico, determinaremos bajo qué supuestos puede el juez
ordenar pruebas de oficio y, si el deber del juez de velar por la estabilidad económica
del cónyuge más perjudicado incide directamente o no en la facultad de actuar pruebas
ex officio.
En el s. XIX existía una desconfianza por los poderes estatales y los poderes de los
jueces se encontraban limitados dándose preponderancia a los poderes privados[4].
Fueron los alemanes quienes distinguieron la “máxima dispositiva” (Dispositions
maxime) de la aportación de parte (Verhandlungs maxime) para indicar que son las
partes del proceso a quienes corresponde aportar las pruebas necesarias para que el
juez considere existente el derechos afirmado en la demanda[5].
De otro lado, el principio de aportación de parte según Montero Aroca[8] –quien indica
que dicho principio se inspira en el brocardo iudex iudicare debet secundum allegata et
probata partibus– subdivide el contenido del principio de aportación de parte en: i)
aportación de los hechos solo corresponde a las partes; y ii) las partes tienen el
derecho de probar pero también sobre ellas recae la carga de la prueba.
Atrás quedaron tiempos aquellos en los que el proceso era visto bajo el prisma del
Estado de Derecho. Dicha tesis ha sido superada por la del Estado Constitucional y el
proceso jurisdiccional no escapa a su alcance.
Antes que nada, establezcamos las diferencias entre dichos conceptos. En el Estado
Legislativo del s. XIX se daba una preponderancia a las “reglas”, el Legislativo en
representación del pueblo, plasmaba las normas y el papel del juez era ser solo “la
bouche de la loi”, época en que se sostenía que el ordenamiento jurídico gozaba de los
atributos de “plenitud” y “coherencia”. En cuanto a la técnica legislativa[10] las normas
eran redactadas casuísticamente no dejando margen de discrecionalidad para el juez.
Y en cuanto a la interpretación jurídica, se presupone que texto y norma es uno solo,
entendiéndose que el legislador otorga no solo el texto, sino también norma[11][12].
Como decíamos, el proceso no escapa a los alcances de este modelo. En ese sentido
se ha de procurar que mediante un proceso jurisdiccional se vele por el cumplimiento
de los valores del Estado Constitucional dentro de los cuales se encuentra la “dignidad
de la persona”. Y es que el Estado es una organización política que sirve al hombre y
no el hombre quien sirve al aparato político[15].
Si bien nuestro Código Procesal establece cuál es la finalidad del proceso civil en el
artículo III del Título Preliminar del Código Procesal Civil, subdividiéndola en una
finalidad concreta (que es resolver el conflicto de intereses con relevancia jurídica o
incertidumbre jurídica) y la finalidad abstracta (la paz social en justicia); estas
finalidades podrían fácilmente resumirse en una: la tutela de los derechos de
situaciones jurídicas activas, sean estas individuales o colectivas[16]. Y tanto el
principio de “dignidad de la persona” como el proceso tienen una fuerte relación, pues
como señala Mitidiero[17], la dignidad de la persona impone la necesidad de
considerar la tutela de los derechos como fin del proceso.
Antes que todo, debemos realizar un deslinde conceptual para definir qué es una
facultad discrecional, poder discrecional y qué es un deber jurídico. Así pues, se
entiende por facultad en significados más puramente jurídicos como derecho subjetivo,
poder, potestad; atribución. Tanto facultad[19] como poder[20] (del latín potere) tienen
significado similar pues esta última significa facultad para hacer o abstenerse o para
mandar algo. Ahora, lo “discrecional” técnicamente significa la posibilidad de que una
autoridad elija entre dos o más opciones con idéntica legitimidad[21].
El enunciado normativo[24] establecido en el primer párrafo del artículo 194 del Código
Procesal Civil establece que: “Cuando los medios probatorios ofrecidos por las partes
sean insuficientes para formar convicción[25], el juez en decisión motivada (…) puede
ordenar la actuación de los medios probatorios adicionales que considere
convenientes”.
Si se considera que el proceso es un asunto privado entre las partes y que no está
dirigido a la búsqueda de la verdad, entonces se asignará al juez un rol pasivo[32].
Taruffo[33] tiene una opinión favorable respecto a los poderes probatorios del juez al
considerar que no entra en conflicto con los derechos de las partes, sino con el
monopolio exclusivo de las partes sobre las iniciativas probatorias, en tanto que dicho
monopolio no se encuentra fundado en ningún principio general como lo demostró el
profesor Picó I Junoy; lo que trata este problema es sobre la asunción de determinada
ideología del s. XIX que quedó superada.
No obstante ello, es bueno resaltar que el juez autoritario no es lo mismo que el juez
activo. El primero manipula el proceso y la prueba, expropia las garantías de las partes
y no tiene respeto por los derechos fundamentales. Mientras que el segundo,
personifica el modelo del principio democrático, es respetuoso de los principios de
legalidad, y por excelencia, del debido proceso[34].
Este supuesto también encierra una imposibilidad práctica en ordena pruebas
ex officio: Si el juez peruano, teniendo carga procesal acumulada y atrasada, muy
difícilmente se va a dedicar a ordenar pruebas de oficio cuando el proceso verse sobre
un interés privado.
VII. EL III PLENO CASATORIO CIVIL Y EL ARTÍCULO 345-A DEL CÓDIGO CIVIL
El artículo 345-A del Código Civil contiene un supuesto de indemnización. Esto que
parece pacífico ahora, no lo era antes, pues se consideraba que este artículo
establecía un supuesto de responsabilidad civil o de alimentos[40].
Dicha situación fue aclarada con el III Pleno Casatorio Civil que estableció que en el
artículo 345-A del Código Civil se establece una obligación legal, que es “uno de los
más importante atributos de la indemnización”[41]. En el fundamento 57 del Tercer
Pleno Casatorio aclara que en cuanto a la naturaleza jurídica de la indemnización
prevista en el artículo 345-A del Código Civil no tiene naturaleza resarcitoria, pues no
es un caso de responsabilidad civil contractual o extracontractual, sino que se trata de
una obligación legal basada en la solidaridad nacional.
Consideramos que la Juez del Juzgado Transitorio de Familia de Arequipa fue muy
formalista al momento de sentenciar, pues declara improcedente la demanda de
divorcio porque al momento de interponer la demanda no tenía legitimidad para obrar.
Como hemos señalado anteriormente, consideramos que el artículo 194 del Código
Procesal Civil no establece una facultad discrecional, sino un deber jurídico (la Corte
Suprema yerra al describirla), pues tiene como su telos a la verdad. Ya hemos dado
nuestra posición respecto a la prueba de oficio y bajo qué supuestos puede el juez
ordenarlas, por lo que nos encontramos a favor de que la Corte Suprema haya
objetado a la Corte Superior no haber ordenado pruebas de oficio.
Sin embargo, tema harto complicado es la de los procesos tuitivos (como los de
familia) porque la intervención del juez podría quebrar la imparcialidad que este debe
mantener. Así pues, el órgano jurisdiccional deberá ser muy cuidadoso en su iniciativa
ex officio, pues como se señaló, la imparcialidad es condición necesaria –aunque no
suficiente– para alcanzar la verdad de los hechos.
No obstante ello, nos mostramos favorables a que la Sala Civil Permanente de la Corte
Suprema haya cuestionado a la Cuarta Sala Civil de la Corte Superior de Arequipa el
no haber ordenado pruebas de oficio dados los intereses públicos en juego. Incluso
Montero Aroca pese a ser un garantista, admite que en los procesos no dispositivos
(como los que versen sobre familia) los asuntos no se decidirán solo en virtud de las
pruebas de las partes[42].
Cabe precisar que la Corte Superior emitió una sentencia infra petita, pues no se
pronunció en cuanto a la indemnización por no haberse probado (pese a ser un
petitorio implícito de acuerdo a fundamento 16 del III Pleno Casatorio, es decir, la
Corte Superior debió pronunciarse sí o sí), sin embargo la Corte Suprema no se
pronunció al respecto.
A MODO DE CONCLUSIÓN
1) El brocardo iudex iudica redebet secundum allegata et probata, non secundum
conscientiam no prohibía al juez tener iniciativas probatorias, pues solo lo constreñía a
ceñirse a lo alegado y probado en el proceso, inclusive con sus iniciativas probatorias.
4) El artículo 194 del Código Procesal Civil contiene un deber jurídico del juez, no
una facultad discrecional.
5) El proceso está orientado a la búsqueda de la verdad (de los hechos), y el juez
debe orientarse hacia ella.
8) Solamente en dos supuestos, el juez podrá hacer uso de la iniciativa probatoria
de oficio: i) Cuando el juez no se decide entre considerar probado un hecho o no
considerar probado un hecho (y verse sobre un proceso de “interés privado” o de
“interés público”): En este supuesto, el juez tendrá el deber jurídico de ordenar prueba
de oficio porque es su deber buscar la verdad. De igual manera, aplicará las cargas de
las pruebas; y ii) Cuando haya una deficiente actividad probatoria de las partes (y el
proceso verse sobre un “interés público”): En este supuesto, si bien es cierto, el juez
no debe sustituir a la actividad procesal de las partes, el juez sí podrá ordenar prueba
de oficio porque es su deber jurídico buscar la verdad, teniendo en cuenta –y con
mayor razón– si hay un interés público de por medio. Consideramos que también
puede hacer uso de las cargas probatorias dinámicas y exhortar para que aporte los
medios probatorios la parte que esté en mejores condiciones de introducirla al proceso.
En caso de que el juez no pueda hacer uso de este instituto, deberá requerir a las
partes para que aporten los medios probatorios que posean, de lo contrario deberá
resolver con lo que hay en el expediente.
BENTHAM, Jeremy. Tratado de las Pruebas Judiciales. Trad. por C.M.V. Imprenta
Belin, Paris, 1825.
Aires, 1976.
DIDIER JR., Fredie. Curso de Direito Processual Civil. Jus Podivm, Bahía, 2010.
GARCÍA MÁYNEZ, Eduardo. Introducción al estudio del Derecho. 61ª ed., Porrúa,
Mexico D.F., 2009.
MITIDIERO, Daniel. “La tutela de los derechos como fin del proceso civil en el Estado
Constitucional”. En: Gaceta Jurídica Civil & Procesal Civil. Nº 9. Trad. Renzo Cavani.
Gaceta Jurídica, Lima, 2014.
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VÁSQUEZ SOTELO, José Luis. “Iniciativas probatorias del juez en el proceso civil”.
En: Revista de Derecho Procesal 14. Communitas, Lima, 2009.
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Fuentes de Internet: