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ARISTÓTELES Y EL CONDUCTISMO
Sumario
Resumen
1
Estudiantes de psicología de la Fundación Universitaria del Área Andina, Seccional Pereira.
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Estudiante de psicología de la Fundación Universitaria del Área Andina, Seccional Pereira.
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Estudiante de psicología de la Fundación Universitaria del Área Andina, Seccional Pereira.
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Introducción.
Para conocer cómo el filósofo griego Aristóteles (384 a.C – 322 a.C) definía el miedo,
primero se deben aclarar algunos razonamientos y términos usados por él para
determinarlo.
Según Aristóteles existen tres cosas que llegan a ser en el alma. A una de ellas la denomina
«Dynámeis» o capacidades, a otra «Héxeis» o hábitos adquiridos y finalmente las «Páthē»
o emociones; entiéndase por emociones (de acuerdo con Aristóteles) la alegría, odio,
confianza, deseo, miedo, ira y todo lo que suponga placer o dolor.
El filósofo afirma que tener miedo, enojarse, odiar, alegrarse, etc… son movimientos y ya
que el alma no se mueve, es el cuerpo quien experimenta y de quien son propias dichas
emociones. Por otro lado, también asegura que existen algunas Páthēs que pueden
presentarse en el alma (por ejemplo, el mismo miedo) y que de llegar a manifestarse una de
ellas, sería imposible que el cuerpo no la sintiera en conjunto con la psychē.
Aristóteles habla igualmente de las «Aretaí», que están compuestas por Héxeis (hábitos
adquiridos) y «Êthos» (costumbres), estas no surgen de la naturaleza pues esta no se puede
acostumbrar -lo que denota que tampoco son propias del alma- . Por ejemplo, no se puede
educar a una piedra a no caer hacia abajo (valga la redundancia). Las Aretaí, se van
adquiriendo y perfeccionando por medio de la práctica.
Ahora bien, para Aristóteles el «Phóbos» o miedo, es una suposición del mal o del peligro.
El phóbos al ser un «Pháto» (singular de Páthēs), pero de igual forma un «Areté» (singular
de Aretaí), significa que puede producirse mediante costumbres y hábitos adquiridos, así
como se puede intensificar, esto debido a que Aristóteles además habla de los extremos o
“exceso y defecto”. Esto indica que, siguiendo con el miedo, quien se acostumbró a él por
defecto y teme hasta el punto de rendirse por no afrontarlo, puede ser llamado «Deilós» o
cobarde; así mismo quien no tiene miedo de nada es un «Tharýs» o temerario. Ninguno de
estos extremos está bien, de hecho, Aristóteles declara que aquellos que temen demasiado
son «Anónymos», es decir, que no tienen nombre; y quienes muestran un exceso de
«Thársos» (confianza, atrevimiento, coraje), son locos, insensibles o inconscientes. La
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clave está en el intermedio («Méson») que existe respecto a phóbos (miedo) y «Thársos»
(confianza, coraje, atrevimiento), que es llamado «Andreía».
Aristóteles también distingue dos tipos de miedo, el humano que es individual, es decir,
diferente para cada uno, y el que está por encima de ello, es decir, lo que es realmente
temible.
De acuerdo con Watson (1924) el conductismo es “una ciencia que se arroga todo el campo
de las adaptaciones humanas”. Es decir, el conductismo adopta todas las formas del
comportamiento humano.
Se le denomina miedo a la sensación abrumadora de un peligro inminente, ya sea real o
imaginario. Según el conductismo, el miedo es una conducta adquirida o aprendida,
causada por un aprendizaje erróneo; esto indica que las prácticas que lo originaron,
ocurrieron tantas veces que quedaron guardadas en la memoria.
El conductismo distingue dos estímulos que inevitablemente provocan la respuesta de
miedo: un ruido fuerte y la pérdida de base de sustentación. Siendo así, se preguntan los
conductistas, cómo es posible que otras cosas puedan causar miedo.
La respuesta a esto tiene lugar en medio de los experimentos, si la observación inicial es
correcta, se tendrán los mismos resultados en cualquier otro laboratorio.
Por ejemplo, si se muestra un ratón, una serpiente o cualquier animal a un bebé que nunca
ha tenido contacto con él ni ha sido atemorizado de ninguna manera, su respuesta será
empezar a tocarlo o apretarlo. Si se repite esta prueba durante varios días, el resultado será
que el niño siempre se acercará al animal y no presentará nunca una reacción de miedo.
Ahora bien, si se toma una barra de acero y se golpea fuertemente inmediatamente se
obtendrán expresiones de miedo. Del mismo modo, si se golpea la barra, durante varios
días, cada vez que el animal se aproxima, el niño empezará a manifestar por él la misma
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reacción que con la barra de acero. En el conductismo este suceso es llamado respuesta
emocional condicionada.
Estos estudios y experimentos basados en los reflejos condicionados, permiten conocer y
entender el temor del niño sin tener que acudir a la conciencia.
Puede verse un poco osado comparar a Aristóteles, o a cualquier otro filósofo idealista, con
una corriente tan alejada de sus principios como lo es el conductismo, pero tampoco es
posible negar la fuerte concordancia que existe entre sus creencias acerca del miedo y cómo
se origina, con la psicología conductista.
En primer lugar, el conductismo explica que los temores se manifiestan debido a prácticas
erróneas o abrumadoras que se repitieron constantemente y quedaron fijas en la memoria.
Aristóteles afirma que el temor es desencadenado por hábitos adquiridos o costumbres, es
decir, el miedo se crea debido a que las personas se habituaron a sentirlo. Hay que recordar
que para el filósofo, existen dos tipos de miedo, en este caso se hablará del humano, que es
diferente para cada individuo; esto, relacionado con el conductismo, puede deberse a que
determinada persona pudo tener una experiencia traumática con un elemento, animal o
circunstancia específica y esto ocasionó que generara una sensación de miedo ante dicha
situación, mas esto no quiere decir que el objeto mencionado sea verdaderamente temible
para el resto de individuos.
Aclarado esto, qué pasa con el otro tipo de temor que menciona Aristóteles, aquel que se
encuentra por encima de lo humano debido a que también puede presentarse en el alma, el
de las cosas que verdaderamente provocan miedo y que, de cierto modo, ayudan a la
prevención del mal o el peligro. Pues bien, de igual forma, esto puede conectarse adecuada
y aceptablemente a la psicología conductista. Recapitulando, el conductismo identifica dos
estímulos que indudablemente generan la respuesta de miedo, estos son el escuchar un
sonido fuerte y la pérdida de base de sustentación. Si bien Aristóteles y los conductistas tal
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vez no reconocen el mismo tipo de “miedos básicos”, ninguno de ellos niega su presencia.
Para ambos (Aristóteles y el conductismo), está claro que existen cosas que verdaderamente
causan temor.
Finalmente, según Aristóteles la forma de remediar estos miedos constaba de enfrentarse a
ellos y, de esta manera, encontrar un balance o “intermedio”, lo que es un poco más poético
y algo similar al modo que tiene el conductismo para tratar los temores. Por ejemplo, en el
caso del niño que generó un temor hacia el animal debido a la barra de acero, era necesario
empezar a presentárselo sin golpear la barra; es decir, enfrentarlo a su temor dándole un
estímulo de confianza para que, de esta forma, la sensación de miedo desapareciera poco a
poco.
IV. Conclusiones
Para concluir, las similitudes que se encuentran en el pensamiento del filósofo Aristóteles y
el conductismo, desde la forma en la que se generan los miedos y temores, hasta quizás la
manera de tratarlos, son bastante evidentes.
Como se ha podido notar, para ambos, al menos en lo que respecta al miedo, todo es
producto de hábitos, costumbres y experiencias repetitivas y equivocadas.
Del mismo modo, el filósofo y dicha corriente psicológica, admiten la existencia de cosas
que realmente producen sensaciones de miedo.
Así como para ambos la solución a los temores consta de “enfrentarlos”. Según Aristóteles,
encontrando el intermedio o «Andreía», como se mencionó anteriormente; y según los
conductistas, exponiendo al individuo a su temor con estímulos positivos para ir, poco a
poco, disminuyendo la reacción de miedo.
Puede ser que Aristóteles, sin saberlo, tuviera en sus ideales algo de conductista.
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V. Referencias bibliográficas