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Sociedad colonial
En la sociedad colonial, los territorios americanos estaban gobernados por un Virrey, que
era elegido directamente por el rey de España. En las ciudades, existían los cabildos,
formados por españoles. La sociedad colonial estaba integrada por distintas clases:
blancos, españoles, criollos, aborígenes, negros, mestizos y no todos tenían los mismos
derechos.
“Distribución e intercambio”:
La América colonial española poseyó muchos mecanismos de distribución de mercancías,
tal cual eran sus mecanismos laborales y tributarios. El nivel más básico fue el de la
agricultura local, los campesinos tuvieron escasa participación directa en los mercados más
grandes, pero sin duda se ve determinado lo que producen por las determinaciones del
mercado.
La minería:
Los principales descubrimientos mineros en America se realizaron entre 1545-1565 en
México y Perú. Posteriormente y en menor escala en Honduras que, según Newson
(Op.Cit). Aportaba un 5% del total de riqueza mineral del imperio.
La mano de obra fue principalmente indígena. El escaso capital circulante fue el punto débil
de los dueños de las minas recurriendo a los comerciantes y las iglesias.
Los dueños particularmente de minas pagaban a la corona el 20% de la plata extraída y
acuñada, además la corona obtenía otros ingresos a través del control monopólico del
mercurio cuyo derecho de distribución se reservaba y el cual era indispensable para la
separación de la plata en su estado natural.
Intervención de la iglesia
La Iglesia Católica fue una institución poderosa durante el período colonial. A ella estaba
encomendada la evangelización, pero su poder también se extendía a lo territorial ya que,
por legados y donaciones de fieles piadosos, la iglesia había llegado a poseer una inmensa
fortuna territorial. Las relaciones entre la Corona y la Iglesia habían estado reguladas por el
Patronato eclesiástico, que era un conjunto de prerrogativas cedido por los Papas a los
Reyes. Según el Patronato, el Estado Español daba los nombres de los prelados que el
Papa debía nombrar, designaba los curas párrocos, percibía los diezmos eclesiásticos,
autorizaba la fundación de Iglesias y la demarcación de diócesis y parroquias y pagaba a
prelados y curas, los cuales, por la procedencia de su nombramiento, por las leyes vigentes
y por el origen de su estipendio, eran prácticamente funcionarios estatales con un cierto
grado de subordinación. En el período colonial la Iglesia Católica monopolizaba la
enseñanza. En América en general, a lo largo de los siglos XVII y sobre todo XVIII, la
agricultura se transformó en la actividad económica más importante, principalmente por el
crecimiento de la población, con el consiguiente aumento de la demanda de alimentos, y la
valorización social que otorgaba la posesión de la tierra.