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Muchos tipos de psicopatología implican una intensa preocupación por una de las
dimensiones, ya sea la relación o la autodefinición, mientras que se produce la
negación o evitación defensiva de la otra (Blatt 1995; Blatt y Schichman 1983). Los
autores nos ponen como ejemplo los dos tipos de depresión que identificaron Blatt
y sus colaboradores (Blatt, D’Afflitti, y Quilan, 1976, 1982) y Beck (1983): (1) una
anaclítica (dependiente o sociotrópica) en la que predominan los temas de
impotencia, soledad y dependencia y (2) una depresión introyectiva, en la que se
expresan preocupaciones sobre la autodefinición y la autoestima expresadas a
través de intensos sentimientos de autocrítica, fracaso y culpa.
Los autores nos recuerdan que los bebés tienen una extraordinaria capacidad
para percibir las relaciones temporales que se dan en el medio ambiente, y entre
su propio comportamiento y las consecuencias que éste tiene en el medio. Los
bebés son sensibles a cómo su comportamiento es contingentemente respondido,
y diferencian el cierto nivel de coordinación contingente del otro miembro de la
díada (Bigelow 1998; De Casper y Carstens 1980; Hains y Muir 1996; Haith,
Hazan, y Goodman 1988; Murray y Trevarthen 1985; Millar 1988; Tarabulsy,
Tessier, y Kappas 1996; Watson 1985).
Estudio
Cuando los bebés tenían seis semanas, se les pidió a las madres que completaran
el Cuestionario de Experiencias Depresivas (DEQ; Blatt, Dáfflitti, y Quinlan 1979)
para medir la autocrítica y la dependencia de las madres en este primer estadio,
para poder determinar si esta vulnerabilidad materna estaba asociada a
interacciones dos meses y medio después, cuando los bebés tuvieran cuatro
meses.
Resultados y discusión
Las madres con mayor nivel de autocrítica y dependencia alteraban los patrones
de relación entre madre y bebé a través de la atención, emoción y el contacto.
Debido a que los patrones contingentes de relación generan expectativas de lo
que sucederá después, estas expectativas alteradas pueden influir en la
trayectoria de desarrollo del bebé.
Los bebés de las madres más autocríticas mostraron una baja auto-contingencia
al tacto, un patrón menos predecible, que puede hacer que sea más difícil para
estas madres anticipar y coordinarse con ellos. Sin embargo, las madres más
autocríticas aumentaron su coordinación de contacto a través de los cambios en el
contacto de los bebés, a pesar de la baja auto-contingencia del contacto infantil.
Por lo tanto, las madres autocríticas parecían hacer verdaderos esfuerzos para
coordinar sus patrones de contacto con el contacto de sus bebés.
Mirada. Las madres más dependientes tenían mayor coordinación con la mirada
de sus bebés, lo que indica una atención de vigilancia. Los bebés de las madres
más dependientes elevaron su mirada de auto-contingencia, este resultado
indicaba que los bebés tenían más probabilidad de mantener la mirad fija, es decir,
una vez que miraban, estos bebés eran más propensos a seguir mirando; una vez
que miraban hacia otro lado, era más probable que siguieran mirando para otro
lado. Field (1981) explicó que cuando los bebés mantienen su mirada de una
forma prolongada hacia sus madres es como estar excitados/agitados; y para
disminuir su activación retiran la mirada hacia otro lado. Estos bebés parecían
esforzarse en la regulación de la excitación a través de una mirada estabilizadora
auto-contingente.
Resumiendo, en la evaluación de las madres con mayor dependencia, todos los
hallazgos interactivos contingentes se intensificaron. Este patrón se mantuvo más
aún para las madres que para los bebés. La mirada y una coordinación facial
elevada indican una preocupación maternal excesiva sobre la disponibilidad visual
y emocional del bebé, y una participación excesiva de los altibajos emocionales
del bebé (facial/vocal). Madres e hijos juntos generan una vigilancia facial mutua,
en la que ambos reaccionaron de forma exagerada a los cambios afectivos del
otro. Los bebés mostraron una fuerte contingencia disminuida en el afecto facial,
afecto vocal y al tacto, que se interpretó como una auto-desestabilización. Hubo
una excepción, la mirada sobre-estabilizadora de los bebés auto-contingentes, que
los autores interpretan como un esfuerzo por parte del bebé para disminuir la
excitación (arousal). Mientras que cada medición infantil de auto-contingencia era
alterada por la dependencia materna, la auto-contingencia materna estaba
sorprendentemente ausente.
Estos autores con este estudio hallaron resultados empíricos que muestran que
existe una notable diferencia en la comunicación establecida entre madre y bebé
dependiendo de los niveles de autocrítica y dependencia materna. Las madres
autocríticas mostraron menos atención y coordinación emocional, estando más
“separadas” de sus hijos, llegando a comprometer la eficacia interactiva del bebé.
Mientras que las madres dependientes y sus bebés mostraron una vigilancia
emocional recíproca, mostrándose ambos como “vacíos” y “necesitados” de
suministros emocionales por parte del otro miembro de la pareja.
Comentario personal
Este trabajo nos parece interesante ya que los autores, a través de un minucioso
estudio de las relaciones establecidas en las díadas madre-bebé, tratan de
demostrar como las distintas dimensiones de personalidad descritas por Blatt y
sus colaboradores afectan a la relación madre –bebé y cómo esto puede afectar al
posterior desarrollo del bebé.
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