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La comunicación entre madre-bebé de madres con estilos de

personalidad autocrítica y dependiente [Beebe, B. y Lachmann, F.]


Publicado en la revista nº057
Autor: Higueras Esteban, Carola
Para citar este artículo: Higueras, C.. (Febrero, 2018) La comunicación entre madre-bebé de madres con estilos de personalidad
autocrítica y dependiente [Beebe, B. y Lachmann, F.]. Aperturas Psicoanalíticas, 57. Recuperado
de: http://www.aperturas.org/articulos.php?id=0001011&a=La-comunicacion-entre-madre-bebe-de-madres-con-estilos-de-
personalidad-autocritica-y-dependiente-[Beebe-B-y-Lachmann-F ]

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con-estilos-de-personalidad-autocritica-y-dependiente-[Beebe-B-y-Lachmann-F]

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Maternal Self-Critical and dependent personality styles and mother-infant


communication (Beatrice Beebe / Frank Lachmann). Journal of the American Psychoanalytic
Association, 65, 3 (2017)

Beebe y Lachman realizaron un estudio donde se evaluó cómo afecta


la personalidad materna en la comunicación que se establece entre madre-bebé.
Para ello se centraron en dos dimensiones de la personalidad: la relación
interpersonal y la autodefinición. Los extremos más altos en estas dos escalas se
denominaron dependencia y autocrítica, respectivamente.

Estudiaron las contingencias auto e interactivas entre madre y bebé durante el


juego cara a cara. Las contingencias auto e interactivas fueron definidas por la
previsibilidad de los comportamiento de cada uno de los miembros de la díada
madre-bebé y entre los miembros de éstas. La auto-contingencia define el grado
de estabilidad/variabilidad del comportamiento en curso de uno de los miembros
persona; y la contingencia interactiva, la probabilidad de que el comportamiento de
uno de los miembros de la pareja sea influido por el comportamiento del otro.

Relación y autodefinición en el desarrollo de la personalidad

Para Blatt, el desarrollo de la personalidad progresa a través de una transacción


conjunta de dos dimensiones fundamentales: la relación interpersonal y la
autodefinición (Blatt 2004; Blatt y Blass 1990, 1996; Blatt y Schichman 1983).
Varias investigaciones muestran que el énfasis moderado de una u otra de estas
dos dimensiones distingue dos grupos de individuos quienes, dentro del rango no
clínico, experimentan y se comprometen en la vida de formas diferentes (Blatt
2004, Blatt y Zuroff 1992)

Los individuos orientados hacia lo interpersonal son más receptivos a las


interrupciones en las relaciones interpersonales y responden a estas
interrupciones buscando el compromiso y evitando el conflicto o la confrontación.
Valoran la cercanía emocional, tratan de mantener la relación interpersonal, y
pueden llegar a ser aprensivos en cuanto a la pérdida y el abandono.

Los individuos con mayores preocupaciones sobre la autodefinición responden


principalmente a las rupturas de la autoestima, o por el contrario, con respuestas
marcadamente oposicionistas para probar su valía (Blatt 2004). Sus relaciones
interpersonales son relativamente conflictivas y, a menudo, se ven afectadas por
la ira, el resentimiento, y una resolución de conflictos maladaptativa. Pueden llegar
a ser fríos, distantes, socialmente aislados, y propensos a considerarse a sí mismo
como personas fracasadas socialmente.

Muchos tipos de psicopatología implican una intensa preocupación por una de las
dimensiones, ya sea la relación o la autodefinición, mientras que se produce la
negación o evitación defensiva de la otra (Blatt 1995; Blatt y Schichman 1983). Los
autores nos ponen como ejemplo los dos tipos de depresión que identificaron Blatt
y sus colaboradores (Blatt, D’Afflitti, y Quilan, 1976, 1982) y Beck (1983): (1) una
anaclítica (dependiente o sociotrópica) en la que predominan los temas de
impotencia, soledad y dependencia y (2) una depresión introyectiva, en la que se
expresan preocupaciones sobre la autodefinición y la autoestima expresadas a
través de intensos sentimientos de autocrítica, fracaso y culpa.

Los dos tipos de depresión se derivan de distintos tipos de experiencias


tempranas que crean distintos tipos de predisposición a la experiencia depresiva,
ésta puede estar centrada en las interrupciones de las relaciones interpersonales
o en los problemas de autodefinición y autoestima. Las experiencias tempranas
negativas (como el abandono) pueden predisponer a la persona a ser
especialmente vulnerable a los sentimientos de abandono, pérdida y vacío. Así
como otro tipo de experiencias vitales primarias (como puede ser, la imposición de
normas severas, punitivas y críticas) pueden hacer al individuo vulnerable ante los
sentimientos de fracaso y ser criticado (Blatt 2004)

El significado de los grados altos y bajos en la contingencia auto e


interactiva

La contingencia es definida como una asociación temporal predecible de


comportamientos (Tarabulsy, Tessier, y Kappas 1996). En este estudio, se
evaluaron dos dimensiones de contingencias dentro de la díada madre-bebé: (1)
Auto-contingencia: el flujo de comportamiento dentro de cada individuo y (2)
Contingencia interactiva: la transmisión entre los dos participantes.

Los autores nos recuerdan que los bebés tienen una extraordinaria capacidad
para percibir las relaciones temporales que se dan en el medio ambiente, y entre
su propio comportamiento y las consecuencias que éste tiene en el medio. Los
bebés son sensibles a cómo su comportamiento es contingentemente respondido,
y diferencian el cierto nivel de coordinación contingente del otro miembro de la
díada (Bigelow 1998; De Casper y Carstens 1980; Hains y Muir 1996; Haith,
Hazan, y Goodman 1988; Murray y Trevarthen 1985; Millar 1988; Tarabulsy,
Tessier, y Kappas 1996; Watson 1985).

La auto-contingencia aprovecha una dimensión específica de la regulación, que


es, la anticipación procedimental de hacia dónde tiende nuestro propio
comportamiento en los próximos momentos. Esto genera expectativas sobre el
grado en el que uno puede anticipar el ritmo de la propia conducta, cómo de
estable o cómo de variable es nuestro propio comportamiento. Una baja auto-
contingencia se traduce en la metáfora de la “auto-desestabilización”. Una baja
auto-contingencia en el bebé, por ejemplo, puede hacer más difícil para las
madres anticipar el flujo comportamental del bebé, y a los bebés anticipar
su propio comportamiento. Una auto-contingencia elevada indica una conducta
que tiende hacia un proceso excesivamente regular, un proceso invariable, que se
traduce en la metáfora de “auto-estabilización”  (Beebe et al, 2016)

La contingencia interactiva genera expectativas de si, y de qué manera, cada


participante se coordina con el otro; la expectativa de “cómo te influyo” y “como me
influyes”. Estos autores, en un trabajo anterior, interpretaron una alta contingencia
interactiva como un esfuerzo para crear una mayor previsibilidad en contextos
nuevos, desafiantes o amenazantes, traducidos a “activación” o “vigilancia”; y baja
coordinación como “inhibición” o “retirada” (Jaffe, Beebe, Feldstein, Crown, y
Jasnow  2001).

Estudio

En este estudio, la muestra la conformaba un grupo no clínico de 126 madres


primerizas (de 29 años de edad de media y procedentes etnias diversas) y sus
respectivos bebés, de los cuales 54 eran niñas.

Cuando los bebés tenían seis semanas, se les pidió a las madres que completaran
el Cuestionario de Experiencias Depresivas (DEQ; Blatt, Dáfflitti, y Quinlan 1979)
para medir la autocrítica y la dependencia de las madres en este primer estadio,
para poder determinar si esta vulnerabilidad materna estaba asociada a
interacciones dos meses y medio después, cuando los bebés tuvieran cuatro
meses.

Trascurrido este tiempo, madres e hijos fueron invitados al laboratorio para


participar en una grabación de interacción cara a cara. Se les pedía a las madres
que jugaran con sus hijos como si estuvieran en casa, pero sin juguetes. Dos
cámaras, una sobre la madre y otra sobre el bebé, generaban una imagen en
una pantalla dividida de la cara y la parte superior del torso de cada uno.

Posteriormente se realizó un microanálisis utilizando los dos primeros minutos y


medio de interacción durante el juego entre la madre y el bebé, como unidad de
estudio. Se codificaron los comportamientos grabados en video de la madre y del
bebé por separado y se crearon unas escalas ordinales de estos comportamientos
para definir las modalidades de comunicación y atención de la madre y el bebé de
manera separada (mirada fija a la cara del otro) afecto facial (expresiones faciales
positivas-negativas), afecto vocal infantil (niveles vocales positivos-negativos), y
contacto de la madre y el bebé (contacto materno afectuoso-intrusivo; el bebé se
toca, toca a la madre, toca al objeto: ordenado por frecuencia del contacto hasta
no contacto, o dos o más tipos de contacto, por segundo).

Las calificaciones ordinales de estos comportamientos se utilizaron para crear


cinco modalidades de parejas madre-bebé:(1)mirada infantil/mirada de la madre;
(2) afecto facial del infante/afecto facial de la madre; (3) afecto vocal infantil/cara
de la madre; (4) afecto vocal infantil/contacto de la madre; (5) contacto
infantil/contacto materno. A través del análisis multinivel de las series temporales,
se evaluó el curso del comportamiento segundo a segundo, a nivel individual
(auto-contingencia) y entre la madre y el bebé (contingencia interactiva) en todo el
grupo.

Después, utilizando un modelo de efectos condicionales se examinó el efecto de la


autocrítica materna y dependencia en la contingencia auto e interactiva, para cada
modalidad de emparejamiento.(Para obtener más detalles sobre el método y los
datos de análisis, Beebe et al, 2007)

Resultados y discusión

Las madres con mayor nivel de autocrítica y dependencia alteraban los patrones
de relación entre madre y bebé a través de la atención, emoción y el contacto.
Debido a que los patrones contingentes de relación generan expectativas de lo
que sucederá después, estas expectativas alteradas pueden influir en la
trayectoria de desarrollo del bebé.

Evaluación de autocrítica materna elevada (versus baja)

Mirada. Las madres más autocríticas no prestaban tanta atención a la disposición


visual de sus hijos, como el resto de las madres. Las madres autocríticas pueden
malinterpretar la aversión a la mirada de su bebé como rechazo, como una falla en
su cuidado maternal, o pueden estar preocupadas por sentirse inadecuadas.
Además, una baja auto-contingencia en la mirada del bebé se asoció con una
mayor autocrítica materna. En este hallazgo, el patrón del bebé de mirar y mirar
hacia el otro lado es menos predecible, lo que puede hacer que sea más difícil
para las madres anticipar y coordinarse con los patrones de miradas de sus
bebés, contribuyendo a una menor coordinación de la mirada materna.

Afecto facial y vocal. Las madres más autocríticas disminuyeron su coordinación


facial con los cambios del afecto vocal de sus bebés (emparejamiento 3). Estas
madres tenían menos probabilidad de expresar facialmente emociones positivas a
medida que sus bebés se volvían más positivos vocalmente; y también era menos
probable que mostraran preocupación facial (como aflicción) cuando los bebés se
volvían vocalmente más angustiados. Clínicamente esto se manifiesta como una
dificultad en la habilidad de la madre para compartir momentos positivos, y una
dificultad responder facialmente a la angustia del bebé expresada vocalmente.
Este patrón materno disminuye la eficacia interactiva infantil, los bebés son menos
capaces de esperar que su comportamiento (afecto vocal más positivo y más
negativo) permita a la madre predecir y hacer un “seguimiento” de su afecto,
uniéndose a ellos, reconociendo su estado. Estas madres pueden estar
demasiado centradas en sus propias preocupaciones sobre su autodefinición y
autoestima, o se pueden sentir inadecuadas a la hora de participar
emocionalmente.
No obstante, los investigadores se sorprendieron al constatar que las madres con
las puntuaciones más altas en autocrítica mostraron un aumento en auto-
contingencia facial, no cumpliéndose la tendencia de que a mayor puntuación en
autocrítica se observaba una disminución de la auto-contingencia facial. Estas
madres comenzaron a ser más estables facialmente. Tampoco reproducían el
patrón de la mayoría de las madres autocríticas en cuanto a presentar un
desequilibrio entre la auto-regulación y la regulación interactiva, esto es, que a
medida que aumentaba la auto-contingencia, la contingencia interactiva disminuía.
En este caso, las madres más autocríticas se presentaban como retiradas del
compromiso por la preocupación por su autorregulación.

En cuanto a los bebés de madres que presentaban mayores niveles de auto-


crítica, se observaron respuestas diferentes. Los patrones mostraban que a
medida que aumentaba la autocrítica materna, la mayoría de los bebés
aumentaron su afectividad vocal en la auto-contingencia, lo que se interpretó como
un intento de afrontamiento de auto-estabilización. Sin embargo, para los bebés
de las madres más autocríticas, la auto-contingencia infantil comenzó a disminuir,
lo que hace que les sea más difícil aún a las madres más autocríticas anticipar y
coordinarse emocionalmente con sus hijos.

Tacto. Las madres más auto-críticas aumentaron su tacto contingente coordinado


con el tacto emocional (emparejamiento 5). En todo el grupo, la correlación
positiva indica que a medida que los bebés tocan más, los patrones de tacto de la
madre eran más afectuosos, y viceversa: cuando los niños tocaban menos, las
madres eran más propensas a usar patrones menos afectivos. Esta asociación se
intensificó para las madres autocríticas, lo que indica que son más sensibles o
reactivas en el ámbito del tacto.

Al mismo tiempo, las madres más autocríticas mostraron menor auto-contingencia


en el tacto, un patrón más variable y menos predecible. Además, mostraron un
desequilibrio entre la auto-regulación y la regulación interactiva. Por lo tanto, las
madres estaban excesivamente coordinadas con sus bebés, a expensas de su
propia estabilidad, en el terreno del tacto. Las madres autocríticas pueden
“sobrecompensar” a través del aumento de la coordinación táctil su retirada en la
coordinación facial y visual (Moreno, Posada, y Goldyn 2006). Tienen dificultad a
la hora de sintonizar en la esfera facial-visual (emocional) pero pueden
relacionarse en un nivel más concreto de contacto.

Los bebés de las madres más autocríticas mostraron una baja auto-contingencia
al tacto, un patrón menos predecible, que puede hacer que sea más difícil para
estas madres anticipar y coordinarse con ellos. Sin embargo, las madres más
autocríticas aumentaron su coordinación de contacto a través de los cambios en el
contacto de los bebés, a pesar de la baja auto-contingencia del contacto infantil.
Por lo tanto, las madres autocríticas parecían hacer verdaderos esfuerzos para
coordinar sus patrones de contacto con el contacto de sus bebés.

Los bebés de madres autocríticas disminuyeron sus afectos vocales en


coordinación con el contacto materno (emparejamiento 4), precisamente en la
modalidad en la que las madres tenían una respuesta excesiva (emparejamiento
5). Este hallazgo infantil fue interpretado por los autores como que los bebés de
las madres menos autocríticas tenían más probabilidades de convertirse en más
positivos vocalmente debido a que sus madres fueron más afectuosas en sus
patrones de contacto (y al contrario), los bebés de las madres más autocríticas
eran menos propensos a ello. Combinando los hallazgos (emparejamientos 4 y 5),
las madres “se acercan”, es decir, se coordinan con sus bebés cuidadosamente a
través del contacto, mientras que los bebés “se retiran”, es decir, muestran
una menor coordinación del afecto vocal con respecto al contacto de sus madres.

Los hallazgos de auto-contingencia en el afecto vocal del bebé (emparejamiento 4)


fueron complejos. Con el aumento de la autocrítica de la madre, la mayoría de los
bebes aumentaron su auto-contingencia a nivel de afecto vocal, interpretado como
una estrategia de afrontamiento para auto-estabilizarse. Sin embargo, para los
bebés de las madres más autocríticas, la auto-contingencia del afecto vocal del
niño era más bajas.

Estas madres se quedan “separadas” de sus hijos sumiéndose en los terrenos


atencionales y emocionales, comprometiendo la interacción eficaz con sus bebés.
Donde las madres pueden compensar a través de un contacto excesivo, los bebés
se retiran, disminuyendo su afecto vocal con el contacto de sus madres. Por lo
tanto, al igual que sus madres, los bebes parecen estar “muy separados”.

La evaluación de mayor (versus menor) dependencia materna

Mirada. Las madres más dependientes tenían mayor coordinación con la mirada
de sus bebés, lo que indica una atención de vigilancia. Los bebés de las madres
más dependientes elevaron su mirada de auto-contingencia, este resultado
indicaba que los bebés tenían más probabilidad de mantener la mirad fija, es decir,
una vez que miraban, estos bebés eran más propensos a seguir mirando; una vez
que miraban hacia otro lado, era más probable que siguieran mirando para otro
lado. Field (1981) explicó que cuando los bebés mantienen su mirada de una
forma prolongada hacia sus madres es como estar excitados/agitados; y para
disminuir su activación retiran la mirada hacia otro lado. Estos bebés parecían
esforzarse en la regulación de la excitación a través de una mirada estabilizadora
auto-contingente.

Afecto vocal y facial. Las madres más dependientes aumentaron su coordinación


facial afectiva con el afecto vocal y facial de los bebés (emparejamiento 2,3). El
aumento de la coordinación facial de la madre indica que las madres son más
propensas a seguir la dirección del cambio afectivo del bebé: a medida que los
bebés comienzan a ser más positivos en afecto facial y vocal, las madres de igual
manera comienzan a ser más positivas; a medida que los bebés se
vuelven menos positivos, las madres se vuelven menos positivas. Los bebes de
madres más dependientes recíprocamente aumentaron su coordinación afectiva
facial con los cambios faciales emocionales de la madre (emparejamiento 2). Por
lo tanto, ambos participantes eran muy reactivos a los cambios afectivos del otro.
Estos bebes también mostraron una disminución de la auto-contingencia del
afecto facial. La disminución del afecto facial auto-contingente, junto a un intenso
afecto facial de contingencia interactiva del bebé, indica un estilo más orientado
interpersonalmente, en el cual, la vigilancia interpersonal facial se acentúa. Las
madres dependientes aumentaron su coordinación contingente con los cambios de
los afectos faciales y vocales de los bebés, parecían esforzarse en coordinarse
con los cambios afectivos de sus bebés.

La coordinación facial vigilante materna se manifiesta  en que estas madres


pueden estar demasiado “emocionadas” cuando sus bebés están en estados
afectivos positivos, y excesivamente decepcionadas a medida que el bebé se ve
envuelto en un estado afectivo negativo. Los autores sugieren que las madres
dependientes pueden hacer un uso excesivo de los estados afectivos de sus
bebés para regularse ellas mismas, quizás para comprobar si son amadas. Los
bebés perciben un mayor impacto de sus afectos faciales y vocales en sus
madres, lo que les lleva a sentir que sus afectos tienen un impacto “demasiado
grande” en los estados afectivos de sus madres.

Resumiendo, en la evaluación de las madres con mayor dependencia, todos los
hallazgos interactivos contingentes se intensificaron. Este patrón se mantuvo más
aún para las madres que para los bebés. La mirada y una coordinación facial
elevada indican una preocupación maternal excesiva sobre la disponibilidad visual
y emocional del bebé, y una participación excesiva de los altibajos emocionales
del bebé (facial/vocal). Madres e hijos juntos generan una vigilancia facial mutua,
en la que ambos reaccionaron de forma exagerada a los cambios afectivos del
otro. Los bebés mostraron una fuerte contingencia disminuida en el afecto facial,
afecto vocal y al tacto, que se interpretó como una auto-desestabilización. Hubo
una excepción, la mirada sobre-estabilizadora de los bebés auto-contingentes, que
los autores interpretan como un esfuerzo por parte del bebé para disminuir la
excitación (arousal). Mientras que cada medición infantil de auto-contingencia era
alterada por la dependencia materna, la auto-contingencia materna estaba
sorprendentemente ausente.

La evaluación de la vigilancia emocional recíproca en las madres más


dependientes y sus hijos muestra a ambos como individuos “vacíos” y
“necesitados” de suministros emocionales por parte de sus compañeros. La
llamativa ausencia de auto-contingencia materna es consistente con la teoría de
Blatt y sus colegas de que la perturbación en individuos dependientes es
específicamente interpersonal. Es notable que los infantes también mostraran el
patrón facial vigilante, una díada simétrica. La preocupación de las
madres dependientes por mantener la atención y el compromiso emocional es una
imagen como “de andar merodeando” que puede interferir con el propio “espacio
para crecer” del infante (Bergman y Fahey 1999). La preocupación
infantil simétrica con la coordinación facial, a expensas de la auto-contingencia
facial, puede ser entendida como que los niños con madres más dependientes
tienen mayor dificultad con la individuación.
La importancia de las dimensiones personales de la madre para el desarrollo
infantil

Estos autores con este estudio hallaron resultados empíricos que muestran que
existe una notable diferencia en la comunicación establecida entre madre y bebé
dependiendo de los niveles de autocrítica y dependencia materna. Las madres
autocríticas mostraron menos atención y coordinación emocional, estando más
“separadas” de sus hijos, llegando a comprometer la eficacia interactiva del bebé.
Mientras que las madres dependientes y sus bebés mostraron una vigilancia
emocional recíproca, mostrándose ambos como “vacíos” y “necesitados” de
suministros emocionales por parte del otro miembro de la pareja.

Finalmente los autores concluyen que los datos extraídos de este estudio,


muestran que la personalidad de la madre influye en la organización y modos de
operar a través de las contribuciones tanto del hijo como de la madre, un proceso
co-creado, más que una transmisión unilateral de la madre al hijo.

Comentario personal

Este trabajo nos parece interesante ya que los autores, a través de un minucioso
estudio de las relaciones establecidas en las díadas madre-bebé, tratan de
demostrar como las distintas dimensiones de personalidad descritas por Blatt y
sus colaboradores afectan a la relación madre –bebé y cómo esto puede afectar al
posterior desarrollo del bebé.

El objetivo de estos autores es identificar una influencia hasta ahora poco


explorada de las dimensiones de la organización de la personalidad materna en
los patrones de comunicación madre-bebé, y sostienen como las madres con
mayor nivel de autocrítica y dependencia alteran los patrones de relación con sus
bebés. Al mismo tiempo que, se señalan como los bebés también modulan y
modifican la experiencia materna, creemos que es importante tener en cuenta que,
como en todo tipo de relación, ambos participantes se influyen entre sí.
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