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UNIDAD 1
DERECHO Y MORAL
Tanto la moral como el derecho aspiran a regular la conducta humana. Pero los orígenes y los
fines de ambos son diferentes. La moral proviene de la razón y persigue el bien individual me-
diante la práctica de las virtudes; por su parte el derecho deriva tanto de la razón como de la
experiencia social y su finalidad consiste en alcanzar el bien común, esto es el bien de la socie-
dad toda.
Si hacemos referencia al origen etimológico de la palabra, es menester referirse que a partir del
siglo VI d.C comenzó a utilizarse la palabra directum (guiar, conducir) para indicar el conjunto
de normas religiosas que orientaban la conducta por el recto camino. Este significado se exten-
dió luego a todas las normas que se imponían a la conducta de los hombres y aspiraban a dirigir-
la en sentido justo. De aquella palabra provienen todas las que en idiomas de la Europa Conti-
nental designan lo que hoy entendemos como derecho (diritto, direito, droit, right, etc). Por su
parte moral tiene su origen etimológico en Mos que significa costumbre.
Adviértase que la moral no proviene de la conciencia individual de cada sujeto (en cuyo caso
habría tantas morales como individuos), sino de la razón humana orientada a buscar los princi-
pios que deben guiar la conducta humana a fin de alcanzar el ideal de perfección.
La moral estudia cual es el bien absoluto o el fin natural del hombre y examina los actos huma-
nos señalando lo que aproxima a ese fin (las virtudes) y que los aleja del mismo (los vicios).
Pero no se detiene en la consideración de la conducta individual, pretende orientar también la
conducta social de los hombres (es decir, la relaciones de cada uno con los demás) mediante
virtudes tales como la justicia y el orden social. En síntesis, la moral nos dice que es lo bueno y
que es lo malo.
El derecho, por su parte, aspira a ser la realización objetiva de la justicia. Por donde se advierte
la íntima trabazón que existe entre ambas disciplinas. El bien individual al que aspira y el bien
común no pueden separarse, porque siendo el hombre naturalmente un ser social, su propio bien
le indica que debe procurar la conservación y el perfeccionamiento de la comunidad en la que
vive. Y de esa necesidad provienen los deberes para con los demás; respetar la vida, la propie-
dad ajena, etc. Preceptos que vienen impuestos a la vez por la justicia como virtud moral y por
el derecho como exteriorización de la justicia.
De esta relación derivan los estrechos vínculos que existen entre moral y derecho1. Todas las
ramas del sistema jurídico tienen un fundamento moral. El constitucionalismo moderno se em-
peña en proteger bienes tan necesario para el desarrollo de la personalidad humana como las
distintas libertades, el derecho civil tiende a asegurar la vida familiar, el cumplimiento de las
obligaciones y el respeto de la propiedad; el derecho penal garantiza la protección de los bienes
jurídicamente protegidos; el derecho laboral asegurar condiciones de vida digna y justos sala-
rios, etc. En todos estos casos se advierte que el derecho no es otra cosa que la reglamentación
practica de normas morales básicas, que constituyen su único fundamento.
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La justificación del derecho positivo por la moral2 solo es posible si entre las normas de la mo-
ral y las del derecho puede existir oposición, si puede haber un derecho moralmente bueno y un
derecho moralmente malo. Si un orden moral, como por ejemplo el que proclama Pablo en la
“Epístola de los Romanos”, prescribe observar en todas las circunstancias las normas estableci-
das por la autoridad jurídica y excluye así de antemano toda contradicción entre ese orden y el
derecho positivo, entonces no puede realizar su intención de legitimar el derecho positivo otor-
gándole valor moral. Pues si todo derecho positivo, por ser requerido por Dios es justo, así co-
mo todo lo que es, por ser requerido por Dios es bueno, si ningún derecho positivo, así como
nada que sea puede ser malo, si el derecho se identifica con la justicia, el ser con el deber, en-
tonces el concepto de justicia, así como el de lo bueno, ha perdido su sentido. Si no hay nada
malo (injusto) no puede haber nada bueno (justo).
No obstante que la moral y el derecho tienen puntos en común, resulta posible distinguirlos, al
menos en sus líneas generales atendiendo no ya a sus respectivos contenidos, sino a las conse-
cuencias que derivan de sus normas.
1. Las normas morales son unilaterales y bilaterales las jurídicas: las primeras solo originan un
deber para el sujeto, mientras las segundas otorgan además un derecho o una facultad a otra
persona para exigir el cumplimiento del deber jurídico. En otros términos mientras la moral
solo obliga en conciencia, el derecho crea generalmente una relación entre 2 personas: el su-
jeto activo que tiene la facultad de exigir su ejecución y el sujeto pasivo que esta constreñi-
do a realizar dicha conducta. Y de esta relación deriva la bilateralidad del derecho como
opuesta a la unilateralidad de la moral.
2. El cumplimiento de las normas morales no puede ser coactivamente reclamado, y si puede
serlo el de las jurídicas: La sumisión a los deberes impuestos por la moral debe ser espontá-
nea y derivar de la voluntad libre del sujeto; mientras que tratándose de derecho existe casi
siempre una persona facultada para reclamar coactivamente la ejecución de la norma o pedir
un castigo por su violación. Esto no quiere decir que la moral carezca de sanciones, pues la
tiene aunque de otra naturaleza, ni tampoco que la sanción sea una característica esencial de
las normas jurídicas.
3. La moral es autónoma y el derecho heterónomo: estas expresiones no deben entenderse en
sentido literal. No es el sujeto quien se da las leyes así mismo desde el punto de vista moral,
sino que el sujeto acepta libremente la norma moral y por un acto de su propia conciencia
elige el camino recto señalado por aquella. En cambio el derecho es heterónomo, pues la vo-
luntad del sujeto se encuentra constreñida por una voluntad ajena y superior a la suya, que
lo obliga a cumplir la norma jurídica o le impone una sanción.
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Teoría Pura del Derecho – Hans Kelsen – Págs. 117 y 118
La Teoría Pura del Derecho es una teoría del derecho positivo, no de algún orden jurídico en particular.
Si se designa como una teoría “pura” del derecho, es porque desea únicamente asegurar un conoci-
miento orientado hacia el derecho, porque desea eliminar de ese conocimiento todo lo que no forma
parte del objeto definido de manera exacta como derecho. Es decir, quiere liberar a la ciencia jurídica de
todos los elementos que le son ajenos, ese el principio fundamental de su método. El derecho se ha
confundido de una manera completamente acrítica con la psicología, sociología, la ética y la teoría polí-
tica. semejante confusión se debe, seguramente, a que esas ciencias se refieren a objetos sin dudas
relacionados con el derecho. Si la Teoría Pura emprende la tarea de delimitar el conocimiento del dere-
cho con respecto a estas disciplinas no es porque ignore o niegue tal relación, sino porque intenta evitar
una confusión que obstaculiza el entendimiento del derecho.
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En La República, Platón sugiere que la justicia es un pacto entre egoístas racionales, posterior-
mente Epicuro dice en sus reflexiones sobre política que no existe una ley natural y que el con-
cepto de justicia surge en el momento en que los seres humanos, que antes vivían en la naturale-
za de modo violento y desconocían el bien común, establecen un pacto social para no hacerse
daño mutuamente ni sufrirlo, surgiendo de esta experiencia el concepto de justicia. Cice-
rón sitúa una teoría similar que la de La República de Platón a finales del período de la Repú-
blica Romana. El primer filósofo moderno que articuló una teoría contractualista detallada
fue Thomas Hobbes (1588-1679), con su opinión de que los hombres, en el estado de naturale-
za, cedían sus derechos individuales a un soberano fuerte a cambio de protección. John Lo-
cke (1632-1704) también planteó una teoría contractual. A diferencia de Hobbes, Locke creía
que cada persona hacía un contrato con las demás para un determinado tipo de gobierno, pero
con la posibilidad de modificarlo o incluso de abolirlo.
Thomas Hobbes
Thomas Hobbes escribió su obra cumbre, Leviatán (1651), durante un período de guerra civil en
Inglaterra. En ella se discute quién debe ocupar la soberanía, el rey o el Parlamento, y se define
por la necesidad de crear un contrato social para establecer la paz entre las personas.
Hobbes se plantea la figura del poder, por qué debe existir y cómo ha de ser. La figura del con-
trato social es clave para responder a estos interrogantes. Para Hobbes, si a lo último básico y
fundamental a lo que se puede reducir la naturaleza humana es a un instinto de conservación, y
si la naturaleza humana no hace distinciones sociales y políticas, los hombres, por tanto, son
iguales por naturaleza.
Por tanto, ya que no hay una norma que regule la convivencia entre los seres humanos, es nece-
sario crear un orden artificial. Para ello, nadie puede quedarse sin ninguna partícula de libertad,
entendida esta como la posibilidad de hacer lo que se quiera para conservarse, pues se retornaría
al orden natural.
El nuevo orden social es un contrato por el cual los individuos renuncian a ser naturalmente
libres. Así, el poder debe ser absoluto para evitar que los integrantes de la comunidad se enfren-
ten, no renuncien a su libertad natural y se vuelva a la naturaleza humana. Hobbes pretende
crear unas condiciones que eviten ese enfrentamiento y que alguien mande a la fuerza. En el
estado de naturaleza no hay normas que indiquen el bien y el mal, que sí existen en el orden
artificial, y para establecer esas normas debe existir una autoridad que dirima sobre lo que está
bien y lo que está mal.
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Lo que la razón dice que hay que omitir y lo que no hay que hacer es la ley natural. Y la razón
dice que hay que buscar la paz ya que es necesaria, abandonando ese modo de organizarse en el
estado de naturaleza. Cuando todos estén dispuestos debe haber un pacto entre todos para buscar
esa paz. Al aceptar ese orden artificial que establece como necesario la ley natural, hay
una renuncia al derecho natural que marcaba la tradición cristiana. Para Hobbes, el derecho
natural es equivalente a la libertad total que cada hombre tiene de usar su poder, propio del esta-
do de naturaleza, hecho que lleva finalmente a la guerra.
Y es por consiguiente un precepto, o regla general de la razón, que todo hombre debiera esfor-
zarse por la paz, en la medida que espere obtenerla, y que cuando no puede obtenerla, puede
entonces buscar y usar toda la ayuda y las ventajas de la guerra, de cuya regla la primera rama
contiene la primera y fundamental ley de la naturaleza, que es buscar la paz y seguirla; la se-
gunda, la suma del derecho natural, que es defendernos por todos los medios que podamos. De
esta ley fundamental de naturaleza, por la que se ordena a los hombres que se esfuercen por la
paz, se deriva una segunda ley: que un hombre esté dispuesto, cuando otros también lo están
tanto como él, a renunciar a su derecho a toda cosa en pro de la paz y defensa propia que consi-
dere necesaria, y se contente con tanta libertad contra otros hombres como consentiría a otros
hombres contra él mismo.
John Locke
John Locke (1632-1704) recoge su visión del contrato social en su obra cumbre, Segundo ensa-
yo sobre el gobierno civil (1690). La idea de naturaleza humana en Locke es cristiana: el hom-
bre es una criatura de Dios, por lo que el hombre no puede destruir su vida ni la de los demás
hombres pues no le pertenece, sino que le pertenece a Dios. El hombre tiene el derecho y el
deber de conservar su vida. Así mismo, el hombre no es súbdito de ningún otro hombre, sino
que es libre.
La ley natural existió según Locke3 en el estado de naturaleza que ha precedido a la organiza-
ción política de los hombres. Este estado no es el reino de la fuerza bruta, sino por el contrario
“un estado de perfecta libertad en la regulación de las propias acciones y en el de los propios
bienes y de la propia persona, como se tenga por oportuno dentro de los límites de la ley natural
sin pedir licencia o dispensa de la voluntad de otro hombre”.
El estado de naturaleza es también un estado de perfecta igualdad, y esto es así porque “el esta-
do de naturaleza tiene una ley de naturaleza que lo gobierna, la cual obliga a todos; y la razón de
esta ley que la interrogue, que siendo todos iguales e independientes ninguno debe ofender a
otro en su vida, libertad y propiedad”.
Pero ese estado de naturaleza tiene un gran inconveniente: es precario, pues no todos están dis-
puestos a acatar la ley de la naturaleza. Se hace necesario el paso al estado civil. Locke no quie-
re que el Estado anule la condición natural del hombre, sino que por al contrario, la conserve,
garantizando los derechos poseídos por el individuo en el estado de naturaleza.
El Estado existe para garantizar al hombre seguridad. La ley es uno de los instrumentos de la
seguridad y la protección de la libertad. El fin de la ley no es abolir la libertad, sino protegerla y
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acrecentarla. Por ello el más importante poder de Estado es el Legislativo. Solo las leyes que de
él provienen tienen fuerza obligatoria.
Este Poder Legislativo tiene límites que no puede violar: 1- el Estado debe preservar los derecho
subjetivos innatos (vida, libertad, propiedad, etc.). 2- prohibición de gobernar con decretos ex-
temporáneos y arbitrarios; y deber de administrar justicia según las leyes promulgadas. 3- no se
puede quitar a nadie su propiedad sin su consentimiento. 4- el poder del Estado nace de un voto
de confianza que la ciudadanía otorga a algunos para que actúen como legisladores, estos tienen
entonces prohibido transferir el poder legislativo a otras manos..
Sólo una sociedad será civil o política cuando cada uno de los individuos renuncia al poder de
ejecutar la ley natural. Lo ejecutará la comunidad y los órganos de la comunidad. En el estado
de naturaleza es cada individuo quien juzga las leyes de la naturaleza. En la sociedad civil, por
el contrario, es una autoridad, un juez, quien las juzga y quien dictamina si alguien se ha saltado
las leyes. Y esa autoridad ha de ser un parlamento que represente al conjunto (no se entienda
parlamento en su sentido moderno, sino como un conjunto de representantes de la comunidad).
Como crítica principal a Hobbes, si hubiera un poder absoluto por encima de la comunidad, para
Locke, realmente no se habría salido del estado de naturaleza, pues en la monarquía absoluta, al
confundirse los poderes, no hay imparcialidad por parte de éste y no hay manera de apelar o
recurrir su sentencia, con lo que su existencia es incompatible con la existencia de una sociedad
civil. Para que haya sociedad civil tiene que haber un juez separado del poder ejecutivo (al con-
siderarse todos los hombres como iguales, se entiende como el poder de ejecutar de cada uno de
los individuos, considerándose al monarca absoluto como otro ejecutor más de poder) que sea
imparcial respecto a los mitigantes.
De lo cual se puede deducir que la monarquía absoluta, que algunos consideran como única
forma de gobierno posible, es incompatible con la sociedad civil, y, por tanto, que no es una
forma de gobierno civil aceptable. El fin de la sociedad civil es evitar y remediar los inconve-
nientes del estado de naturaleza que se siguen precisamente cuando cada hombre es juez y parte
en sus propios asuntos, y ese remedio lo busca en la instauración de una autoridad reconocida, a
la que cualquiera pueda recurrir cuando sufre una injuria, o se ve envuelto en una disputa, y a la
que todos los miembros de la sociedad deben respetar. Allí donde existan personas que no dis-
ponen de una autoridad a la que apelar para que decida en cualquier diferencia que pueda surgir
entre ellos, nos encontramos todavía en el estado de naturaleza. Y eso es, precisamente, lo que
ocurre con cualquier príncipe absoluto en relación a aquellos que están bajo su dominio.
Jean-Jacques Rousseau
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sociedades artificiales en las que domina la desigualdad y todos los males que esta trae consigo.
Rousseau intentará mostrar al hombre auténtico, al hombre no corrompido por la sociedad. Ello
le lleva a diferenciar entre estado civil y estado de naturaleza. El estado civil es la sociedad or-
ganizada, con sus leyes convencionales y sus gobiernos. El estado de naturaleza es la situación
en que se encontrarían los hombres antes, o al margen, de la creación de sociedades organiza-
das, en la que sus vidas estarían regidas por ciertas leyes o derechos naturales. Hecha esta dis-
tinción se trata de descubrir cómo es el hombre natural, el hombre que vive en estado de natura-
leza, y de explicar cómo hemos podido llegar a la situación actual.
• Los hombres viven aislados, ya que la única comunidad natural es la familia, y solo du-
rante el tiempo que los hijos precisan de sus padres; luego los vínculos familiares se di-
suelven.
• Dado que, en tal estado, los hombres no han sido corrompidos, los seres humanos son,
en su mayoría, fuertes, sanos y autosuficientes.
• En tal estado los hombres son básicamente iguales, ya que las desigualdades que existen
se deben únicamente a sus condiciones físicas.
• En estado de naturaleza los hombres se mueven en virtud de dos pasiones o impulsos
básicos, que son el deseo de auto conservación (le lleva a intentar satisfacer sus escasas
necesidades naturales) y la piedad o compasión por sus semejantes (impulso que nace
de la capacidad de identificarse con los demás y que se observa, incluso, en algunos
animales).
Las características anteriores las comparten los seres humanos con otros animales. Pero hay dos
rasgos que les distinguen de cualquier otra especie. Estos rasgos serán los que, finalmente, apar-
ten a los seres humanos del estado de naturaleza haciéndole degenerar en un ser social, en
miembro de una comunidad política. Y son:
La libertad natural: es la capacidad que tienen los seres humanos para elegir lo que quieren ha-
cer al margen de cualquier regla natural. Capacidad que los diferencia de los animales, que son
determinados por su instinto siguiendo pautas fijas de comportamiento.
Rousseau defiende que el hombre es bueno por naturaleza. O, para ser más exactos, que no es ni
bueno ni malo, ya que la moral es un producto social, no natural. Pero el hombre se vuelve ma-
lo, se llena de vicios, con la creación de las sociedades humanas, convirtiéndose, entonces, tal
como decía Hobbes, en un lobo para el hombre.
¿Qué hace a los seres humanos abandonar el estado de naturaleza y organizarse en sociedades
con la creación final de Estados, gobiernos y leyes? Rousseau explica el proceso del siguiente
modo:
En un primer momento los hombres pudieron descubrir que su unión les proporcionaba ciertas
ventajas para defender mejor sus intereses. La costumbre de vivir unidos hizo que se desarrolla-
sen ciertos lazos afectivos y pasiones antes desconocidos: el amor conyugal y paterno, la amis-
tad, los celos, la comparación entre unos y otros, las preferencias, el orgullo, etc.
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En un segundo momento apareció la propiedad privada, que trajo consigo el trabajo forzado, la
rivalidad y los intereses opuestos, la inseguridad, etc., y se convirtió en origen de una desigual-
dad creciente.
Fue entonces cuando los hombres instituyeron gobiernos y leyes, dando origen a la sociedad
política o Estado. Pero los Estados así instituidos solo sirvieron para consolidar la situación de
desigualdad e injusticia a la que se había llegado, al mismo tiempo que las leyes se convertían
en nuevas cadenas que impedían la libertad humana.
Por eso Rousseau propone reformar las sociedades actuales con el objeto de crear un modo de
organización política que permita mantener las ventajas de vivir en sociedad, pero que sea acor-
de con la naturaleza humana (esto es, que permita conservar la libertad e igualdad de las que
gozaba el hombre natural). Para llevar a cabo esta reforma es necesario encontrar un modo de
organización en la que el individuo se someta a la ley sin perder su libertad anterior. Este pro-
blema se resuelve con el contrato social.
El contrato social consistirá, para Rousseau, en un acuerdo mediante el cual cada contratante se
somete enteramente a la voluntad general, a condición de que cada uno de los demás asociados
haga lo mismo.
PENSADORES IUSNATURALISTAS
Varias son las orientaciones que ha tenidos, a través de la historia, la doctrina del derecho natu-
ral4. La expresión es originada en Roma, bajo la influencia de la filosofía griega, los juristas
romanos afirmaron la existencia de un derecho superior al positivo, común a todos los pueblos y
las épocas.
El cristianismo perfecciono este concepto, que coincidía con sus orientaciones filosóficas y
políticas. La necesidad de libertar a la persona humana de la tutela absorbente del Estado debía
conducir lógicamente a buscar un sistema jurídico que no fuera solo la expresión de la voluntad
del gobernante.
Esta ley natural, es universal e inmutable, y superior a leyes humana. Sus preceptos son muy
generales y podrían reducirse en uno solo: hacer el bien y evitar el mal.
Hay 3 factores fundamentales a tener en cuenta: la moral, la ética y la ley. Esta cuestión no es
del profesional nada más, sino que es propio de la vida en comunidad del ser humano, nada más
que este carácter general se circunscribe a la práctica profesional de cualquier profesión.
Muy a menudo escuchamos decir que tal o cual persona no ha tenido una conducta ética. Otras
veces se comenta que alguna acción es inmoral. También solemos decir que esto es ilegal o
aquello es pecado. Pareciera que la Ética, la Moral, la Ley y la Religión fueran lo mismo o se
confundieran. Trataremos de aclarar esta aparente confusión.
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Moral: es una propiedad singular inherente al ser humano que se va nutriendo en función del
acervo social donde se encuentra inmersa la persona. Etimológicamente proviene del latín mos
que significa hábito o costumbre.
Se constituye por normas de conducta que son impuestas por la sociedad y que se trasmiten de
generación en generación, evolucionando a lo largo del tiempo. Concierne al fuero interno del
ser humano.
El fin que persigue las reglas morales es orientar la conducta de los integrantes de la sociedad.
Etimológicamente la palabra moral deriva del latín mos, que significa costumbre.
La Moral nos dice cómo se debe proceder. Responde a la pregunta ¿Qué debo hacer frente a
determinada situación?. Por eso se dice que la moral5 es algo que se da de hecho (de facto).
Pero también nos interesa saber porque tenemos que hacer lo que la moral nos manda, es decir,
de donde se extraen estas normas o costumbres, de donde surge su obligatoriedad en sentido
moral. En otras palabras, queremos saber porque no podemos mentir, porque no se debe matar,
porque debemos ser solidarios, etc. Nos interesa pasar de lo que es de facto a los que es de jure
(de derecho), del plano del ser al plano del deber ser, de lo que de hecho sucede a lo que debería
suceder. Es este el problema de la Ética.
5
Los autores que se refieren a reglas morales o leyes morales afirman que son los caminos que conducen
al hombre a su perfeccionamiento moral. Es común que los autores de esta tendencia definan la ley, si-
guiendo a Tomas de Aquino, para quien la ley es; “ordenación racional con miras al bien común, promul-
gada por aquel que tiene a su cargo el cuidado de la comunidad”.
Ley natural: se la define como las preposiciones imperativas o preceptos universales de la razón práctica,
participantes de la ley eterna, acerca de las cosas o actos intrínsecamente buenos o malos, en orden al bien
común, promulgados e impresos en la razón humana por Dios. Todos los preceptos de la ley natural en un
principio que expresa: debes hacer el bien y evitar el mal. Todos los demás preceptos se fundan en este,
de suerte que todas las cosas que deben hacerse o evitarse, tendrán carácter de preceptos de ley natural, en
cuanto la razón práctica los juzgue naturalmente como bienes humanos.
Ley humana positiva: procede de la necesidad de organizar la sociedad a la que el hombre pertenece en
virtud de la misma ley natural. Las leyes humanas positivas son ordenaciones de la razón, que proceden
de la libre decisión del legislador humano y se añaden a la ley natural. Las leyes positivas deben ser jus-
tas, útiles al bien común y estables.
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Ética: es una disciplina filosófica que investiga la finalidad de la conducta humana y también de
las instituciones sociales y de la convivencia en general. Etimológicamente deriva del latín ethos
que también significa costumbre.
En primer lugar hay que señalar la opinión que tiene la filosofía clásica, de cuño aristotélico-
tomista. Para esta posición filosófica, la ética6 o filosofía moral no estudia un objeto meramente
especulable, sino algo operable por el hombre que la razón humana es susceptible de planear o
dirigir. Según ellos el objeto de la filosofía moral es de orden práctico. Por esa causa la ética se
sitúa en un plano de la filosofía práctica.
Regis Jolivet, nos dice que la ética es “la ciencia de las leyes ideales de la actividad libre del
hombre como tal o la ciencia que trata el empleo que debe hacer el hombre de su libertad para
conseguir su último fin”.
¿Por qué es necesario complicarse con este tipo de reflexiones? ¿No es acaso más simple que-
darse con lo que se nos ha enseñado con la moral? Se cree que no, y estas son algunas de las
razones:
1- Como seres racionales que somos, cuestionamos y buscamos incesantemente la verdad. Esta
actitud crítica es inherente a la naturaleza humana, propio de ella.
2- Aquel saber natural, espontaneo, presente en todos los hombres, eso que nos enseñan desde
pequeños (la moral), si bien es lo básico y absolutamente necesario, muchas veces resulta
confuso, vago y ambiguo. Por ejemplo: no siempre parece que está bien decir la verdad. Si
lo que nos dice la moral fuera un saber claro y distinto, del que no sugieran ninguna duda,
entonces desaparecerían los problemas morales, se extinguiría esa conflictividad tan carac-
terística de la moral.
3- Además, la Ética nos ayuda a ser responsables, nos enseña que debemos ser responsables
frente a los otros y frente a nosotros mismos. En la medida en que no nos dice directamente
(como si lo hace la moral) lo que hay que hacer en cada caso, sino que nos hace pensar so-
bre el porqué de cómo actuar. Nos está ayudando a tomar conciencia de la responsabilidad
de nuestros actos.
La Ética no nos da una respuesta automática frente a un problema. No nos dice directamente
cual es la acción más justa entre varias posibles. Lo que puede hacer es suprimir algunas confu-
siones, aclarar ciertas oscuridades, de modo, que las opciones surjan con mayor claridad. Pero la
elección final será nuestra, será algo que debemos hacer nosotros mismos. En esto consiste pre-
cisamente nuestra libertad.
DIFERENCIAS
MORAL ETICA
Pregunta: ¿Qué se debe hacer? Pregunta: ¿por qué se debe hacer lo que reco-
mienda la moral?
Es un saber pre-filosófico Es un saber filosófico
Reclama repuestas a situaciones que dependen Reclama respuestas universalmente validas
de cada sociedad o cultura. (es decir que valgan para todos los seres hu-
manos sin distinción).
Es espontanea asistemática. Es reflexión sistemática
Es acrítica Es critica
Plano de hecho: el ser Plano de derecho: el deber ser
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Manual de Introducción a la Filosofía – Ana Castro de Cabanillas – Pag 277
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SIMILITUDES
• Tanto la ética como la moral se expresan en lenguaje normativo, es decir expresan normas
que nos orientan el camino a seguir.
• Etimológicamente la palabra ética proviene del latín ethos y moral proviene del latín mos,
ambos se traducen del mismo modo: conjunto de valores, normas, costumbres, hábitos,
principios que tiene una determinada comunidad. también se traducen como modo de ser o
comportarse.
• Si bien la distinción que hemos hecho es precisa tenerla en cuenta, pero si una conversación
se realiza en un ámbito informal, es decir en un lenguaje cotidiano, no es necesario estable-
cer una diferencia entre moral y ética. En este caso, los 2 términos significan lo mismo.
Ley: es una de las fuentes del derecho y por lo tanto uno de los modos en que se manifiestan las
normas que regulan con carácter obligatorio la convivencia humana. La expresión sugiere de
inmediato la idea de un orden, de una imposición, de un precepto establecido para orientar y
dirigir la actividad de los hombres en la vida social. Y sugiere también la existencia de una auto-
ridad competente que la ha sancionado. La palabra ley proviene del latín ligare que significa
atar, ligar y hace referencia a la obligatoriedad de las mismas.
Tomas de Aquino decía que “ley es un precepto racional orientado hacia el bien común, y
promulgado por quien tiene a su cargo el cuidado de la comunidad”.
Según Hans Kelsen la particularidad que tiene el derecho7 es de regular su propia producción. A
esto lo hace mediante una norma que se limite a determinar el procedimiento por el cual se pro-
duce otra norma. Pero igualmente es posible que, hasta cierto punto, se determine el contenido
de la norma que ha de ser producida. Dado que, atento al carácter dinámico del derecho, una
norma vale porque, ha sido producida de una manera determinada, es decir, determinada por
otra norma, esta representa el fundamento de validez inmediato de aquella. La relación entre la
norma que regula la producción y la norma producida, de acuerdo a esa determinación, puede
representarse mediante la imagen espacial de la superioridad y la inferioridad. La norma que
regula la producción es la superior, la producida de acuerdo a esa producción es la inferior, el
sistema de normas no es un sistema de normas jurídicas de igual orden, yuxtapuesta una a otras,
sino una construcción escalonada, de diferentes niveles de normas jurídicas. Su unidad está
construida por el nexo que resulta de que la validez de la norma producida conforme a esta
norma reposa en esa otra norma, cuya producción es determinada por otras; un regreso que
desemboca en la norma fundamental. La norma fundamental es entonces el fundamento de vali-
dez supremo que hace a la unidad de dicho nexo de producción. Dentro de esta construcción
escalonada la norma fundamental se encuentra representada por la constitución nacional.
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Teoría Pura del Derecho - Hans Kelsen – Pag 257
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LIBERTAD Y RESPONSABILIDAD
Hemos dicho que cuando actuamos, por ejemplo, de acuerdo con lo que marcan los código de
normas morales o religiosos no somos verdaderamente libres porque hacemos los que otros (una
autoridad civil o religiosa) nos dicen que hagamos. No mentimos porque Dios ha dicho que
mentir no es bueno. No robamos porque las leyes nos dicen que robar no está bien. Son otros lo
que nos mandan y nos sometemos a ellos, generalmente por miedo al castigo.
En cambio somos libres cuando no mentimos y no robamos porque es nuestra conciencia la que
nos dice que hacerlo está mal. Ya no son los otros sino nosotros mismos lo que nos imponemos
una conducta porque estamos convencidos que es la correcta. Tan convencidos estamos que, si
actuamos de manera opuesta, tenemos una sensación desagradable, que solemos referir con
algunas de estas frases “después de lo que hice no puedo mirarme al espejo” o “no puedo dor-
mir en paz”, etc.
Es necesario tener presente que ser libre significa también ser responsables de las propias elec-
ciones, de las consecuencias de los propios actos. Cuando actuamos de un determinado modo
porque otro es quien nos lo ordena, no somos responsables. Pero cuando lo que hacemos lo he-
mos elegido libremente, si somos responsables.
Como vemos, la libertad y la responsabilidad siempre van juntas: son las dos caras de la misma
moneda. La libertad es solo una cara de la moneda, la otra es la responsabilidad. Soy responsa-
ble en la medida en que puedo justificar el camino elegido entre varios cursos de acción posibles
y puedo responder por las consecuencias de dicha elección.
Hombre libre es el no sometido, quien es capaz de hacer algo por sí mismo. Pero la noción de
libertad no solo incluye esta posibilidad de decidir, sino también la idea de responsabilidad para
con uno mismo y para con la comunidad. Es decir, ser libre implica algunas obligaciones. Signi-
fica por un lado la capacidad de hacer algo, y por otro lado una forma de limitación.
A lo larga de la historia los filósofos han entendido la libertad de distinta manera. De acuerdo al
contexto, puede hablarse de libertad política, personal, publica, de palabra o de pensamiento,
etc. Pero hay tres formas básicas de entender la libertad, a saber:
Para los Estoicos la libertad consiste en disponer de sí mismo. Pero esto no es posible, a menos
que nos hayamos liberado de lo exterior. Esto, a su vez, solo es posible cuando reducimos a un
mínimo nuestras necesidades. Lo que querían decir estos filósofos es que cuantas más cosas
tenemos o deseamos menos libres somos. El hombre libre, según Seneca, es aquel que atiende
solo “lo que está en sus manos”.
Para Aristóteles, lo característico del hombre es ser libre, es actuar voluntariamente. Las accio-
nes involuntarias son producidas por la coacción o por la ignorancia.
Kant establece que en reino de la naturaleza hay un completo determinismo. El hombre, en tanto
ser natural, no puede sustraerse a las leyes de la naturaleza. No solo es un ser natural, también es
un ser racional y precisamente es a través de la razón que puede ser libre.
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Otro filósofo, Ortega y Gasset, decía que la vida humana es algo que hay que hacer (un “queha-
cer”). No hay más remedio que decidir a cada momento y con ello, lo que se va hacer. No hay
más remedio que inventarse de continuo a uno mismo diciendo a cada instante que se hace. La
libertad no es algo que tenemos, es algo que somos, o lo que vamos siendo: estamos obligados a
ser libres.
También Sartre decía que estamos obligados a ser libres. Lo expresaba de un modo más fuerte:
estamos condenados a ser libres. No podemos rehuir esta condena. Esto nos genera angustia (la
angustia existencial) y por eso es que algunos inventan artificios y artilugios (horóscopos, rela-
tos de videntes, etc.) con los que tratar de evadir la necesidad de tomar decisiones por sí mis-
mos.
No es fácil captar las diferencias existentes8 entre cada uno de estos términos. Hay que admitir,
en primer lugar, que los valores y los principios son normas, desde que normas son los textos
en los cuales constan y quedan expresados. Otra cosa distinta es el contenido de las normas que
consignan a los valores y principios, ese contenido no proviene de un invento o una creación
voluntarista del legislador.
Bidart Campos afirma que los principios y valores se encuentran en la Constitución Nacional y
descienden hacia abajo. Con esto desea expresar que los principios y valores inspiran a todo el
ordenamiento jurídico. Tanto es así que todo el ordenamiento jurídico (incluidas las lagunas
jurídicas) tienen que interpretarse en virtud de estos principios y valores.
El ejemplo más claro se encuentra en un principio clásico, que no es privativo del derecho Ar-
gentino, sino propio de todo el derecho comparado y que nosotros lo tenemos incorporado en el
Código Civil y Comercial el cual expresa que “los jueces no pueden negarse a fallar bajo pre-
texto de ausencia u oscuridad de la ley”.
Cuando se divide a la Constitución en una parte dogmática dedicada a los derechos, libertades y
garantías y otra parte orgánica dedicada a la estructura del poder, y al preámbulo que precede a
ambas, se suele decir que los principios y valores se encuentran fundamentalmente en el
preámbulo y en la parte dogmática, sin pesar que también encontramos principios y valores en
la parte orgánica.
Si en la constitución hay un valor, hay también algo que se le reconoce valiosidad, y si es así no
cabe duda de que ese mismo valor se erige en un principio al que hay que prestar desarrollo y
aplicación para que el valor se realice con signo positivo.
Es factible realizar una casi unidad identificadora entre principios y valores, en el cual el ejem-
plo de la norma civilista, que acabo de dar, resulta muy práctico.
En el ejemplo citado, el principio que impone el deber de dictar sentencia aun a falta de ley, es
equiparable al valor propio de administración de justicia. al que por el preámbulo existe la obli-
gación de afianzar la justicia.
Seria disvalioso e injusto que un juez se negara a dictar sentencia porque careciera de ley, y le
dijera a los justiciables de ese proceso, que se abstiene de fallar porque no tiene una norma ex-
presa en cual encuadrar el caso. Por ende el principio apunta a la realización del valor que toma
en cuanta.
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Traemos en colación en primer término al preámbulo, el cual contiene y condensa las decisiones
políticas fundamentales, las pautas del régimen, los fines y objetivos, los valores y principios
propugnados.
A continuación expresa “con el objeto de...” el enunciado es abarcador de fines que condensa
los principios y valores que fundamentan la ideología de nuestra constitución. Estos fines son:
1. Constituir la unión nacional: significaba, al tiempo de la constitución, formar la unidad fe-
derativa con las provincias preexistentes; o dicho de otro modo, dar nacimiento a estado fe-
deral, que hasta ese momento no existía.
2. Afianzar la justicia: es reconocerla como valor cúspide del mundo jurídico-político. No se
trata solamente de la administración de justicia que está a cargo del poder judicial, ni del va-
lor justicia que dicho poder está llamado a realizar. Abarca a la justicia como valor que
exige que las conductas de los gobernantes y gobernados la cualidad de ser justas.
3. Consolidar la paz interior: fue también, a la fecha de la constitución, un propósito tendiente
a evitar y suprimir las luchas civiles y a encauzar los disensos dentro del régimen político.
4. Proveer a la defensa común: no es solo aludir prioritariamente a la defensa bélica. La com-
prende, pero la excede en mucho. El adjetivo “común” indica que debe defenderse todo lo
que hace al conjunto social, lo que es común a la sociedad.
5. Promover el bienestar general: es tender al bien común público, este es la prosperidad, el
progreso el desarrollo que abastecen la buena convivencia social.
6. Asegurar los beneficios de la libertad: presupone que la libertad es un valor primordial que
define la esencia del sistema democrático. Exige erradicar el totalitarismo y respetar la dig-
nidad del hombre como persona más sus derechos individuales.
Cuando el preámbulo enuncia “para nosotros, para nuestra posterioridad y para todos los
hombres del mundo que quieran pisar el suelo Argentino" hemos de interpretar varias cosas: A-
una pretensión de durar y permanecer hacían y en el futuro. B- una indicación de que los fines y
valores deben realizar ya y ahora para nosotros, los que convivimos hoy, sin perjuicio para los
que nos sucedan en el tiempo. C- una apertura humanística y universal de hospitalidad a los
extranjeros.
Finalmente viene la invocación de Dios “fuente de toda razón y justicia”. Para el constituyente
la medida de lo razonable proviene de Dios.
En cuanto al plazo de principios y valores de la parte orgánica se podría, y solo a titulo enuncia-
tivo, a los siguientes:
• Igualdad real de oportunidad y de trato (art. 75 inc. 23).
• Pleno goce y ejercicio de los derechos reconocidos en la constitución, los tratados inter-
nacionales vigentes sobre derecho humanos y en las leyes (art. 75 inc.23).
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VALORES:
• justicia
• equidad
• solidaridad
• paz social
• orden
• seguridad
• igualdad
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UNIDAD 2
ETICA
Concepto: “Es una disciplina filosófica que tiene por objeto el estudio de la conducta humana en
la sociedad”. De ese objeto, se estudia y se valora la bondad y la malicia de esa conducta, desde
el punto de vista del objeto formal.
• Disciplina filosófica: o sea que lo podemos encuadrar dentro de un contexto del conoci-
miento racional, lógico y reflexivo que nos va a llevar a conocer los detalles de ese objeto
de estudio.
• Y la otra parte: está destinada a valorar lo axiológico, o sea los valores, de esa conducta
expresada en cada situación.
Clases
Se la denomina como ciencia de la conducta humana, que estudia la forma de actuar del Ser
Humano, frente a sus semejantes y la forma en la que se desarrollan sus actividades diarias.
• Individuales
• Colectivas
OBJETO DE ESTUDIO
Material: ¿que estudia? Estudia la conducta humana, las acciones humanas, que en este
sentido podemos destacar diferentes tipos de acciones, por ejemplo, los actos humanos
libres y voluntarios en los que intervienen la razón y la voluntad de realizar.
Formal: ¿Donde? ¿Cómo? Es el que se estudian los actos humanos que se refiere a la
rectitud o moralidad; desde los principios, causas, motivaciones, es decir, la bondad o la
malicia de la conducta en sociedad.
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El objeto de la ética en el campo disciplinar del derecho es la conducta del abogado en el ejerci-
cio de su actividad profesional. Si consideramos este concepto en el campo en la profesión de
abogado, nos estamos centrando en la conducta del abogado referida a la actuación profesional,
cualquiera sea el rol que desempeñe.
ENCUADRE FILOSÓFICO
La ética es una disciplina filosófica que preocupo y ocupo a los hombres desde la antigua Gre-
cia, en ese momento se habla del hombre en sociedad, y como este se desenvuelve en la misma,
y también se analizaba la conducta individual de los hombres, esto llevo a preguntarse, ¿cuál es
lo bueno y lo malo de esas conductas?, todas esas cuestiones y preguntas pertenecen a la ética.
Y en cuanto al “bien” la ética se ocupa de su valor, de su naturaleza, su relación con otros valo-
res, y también con la fundamentación de las normas morales que rigen nuestras acciones, tanto
las acciones sociales, como individuales.
Etimología de la palabra: proviene del griego ethos que significa costumbre o hábito. Esto es
que tanto moral como ética tiene su origen etimológico en el mismo significado: costumbre. Por
lo tanto no debe confundirse la ética con la moral:
La Ética como materia de la filosofía es una sola. Pero en ella tienen cabida varias teorías éticas.
Así como hay varios códigos de leyes o varias religiones, también hay varias éticas, o hablando
precisamente varias teorías éticas.
Esto es muy importante tenerlo presente porque si hemos dicho que la ética intenta fundamentar
la moral (explicar por qué debo o no debo hacer tal o cual cosa), de acuerdo a la teoría ética
desde la que hagamos el análisis, podremos llegar a conclusiones diferentes.
Por ejemplo, desde una teoría ética, podemos concluir que jamás se debe mentir (tal es el caso
de la ética propuesta por Kant). En cambio, desde otra teoría ética (por ejemplo desde el Utilita-
rismo de Stuart Mill) podemos afirmar que a veces, para evitar malas consecuencias, está bien
no decir la verdad.
He aquí, una de las principales razones, por las cuales las personas discuten tanto en torno a
problemas éticos. Todo depende de la perspectiva desde la que cada uno analice la situación.
Las teorías éticas son bastantes numerosas, pero intentaremos realizar una clasificación en la
que aparezcan las principales. Si partimos de la clásica pregunta ¿Por qué debo X? (siendo X
una norma moral vigente) encontramos las siguientes respuestas:
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¿POR QUE?
No es posible La fundamentación es
• Escepticismo
• Relativismo Deontología Teología
• Falibismismo (Kant) (Aristóteles - Utilitarismo)
En el primer grupo, se encuentran aquellas teorías que nos dicen que no hay posibilidad de dar
una respuesta a la pregunta ¿Por qué debo actuar de esta o aquella manera?
Escepticismo
a- Negación de la Vigencia: una norma está vigente cuando se la respeta, cuando uno actúa
según lo que la misma dicta. Por ejemplo, en nuestra sociedad hay una pauta moral que dice
que las personas deben vestir de determinada manera. De hecho, la gente suele usar ropa
bastante homogénea. De todos modos no hay que pensar que el hecho de que una norma no
sea respetada implica necesariamente que la misma no tenga vigencia. Por ejemplo, uno
puede violar la norma moral que dice que no se debe mentir, pero esta violación no tiene
que estar relacionada con la negación de la misma. Uno puede seguir creyendo que la tiene
que respetar, aunque en realidad no lo haga. En otras palabras, si una norma tiene vigencia
de hecho se la respeta y se cree que se la debe respetar. negar la vigencia de una norma mo-
ral, equivale a decir que en materia moral todo es engaño, mentira, puro albedrio, que las
normas son vacías y sin sentido.
b- Negación de la Validez: una norma es valida cuando uno puede justificarla racionalmente.
De esta manera, podemos aclarar la diferencia entre vigencia y validez: la primera no impli-
ca la búsqueda de la verdad, con la que se cree que la norma debe ser respetada, es suficien-
te. En cambio, en el caso de la validez, se intenta buscar lo que en verdad es obligatorio.
Negar la validez de una norma es decir que la misma se apoyan en errores, los principios
morales no se apoyan en verdades.
Relativismo moral
En este tipo de teorías se identifica vigencia y validez. En otras palabras se sostiene que las va-
lidas son las normas que de hecho están vigentes.
Falibismo moral
Las normas tienen valides provisoria, son válidas por el momento. No hay forma de justificar
una norma de manera absoluta y para siempre, sino que se puede explicar porque la misma debe
ser respetada en este momento
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En este grupo, se encuentran aquellas teorías que nos dicen que si hay posibilidad de dar una
respuesta a la pregunta ¿Por qué debo actuar de esta o aquella manera?
Platón
La ética platónica es eudomonista10, el supremo bien del hombre es su felicidad. Ese bien es
ante todo una condición del alma: el recto cultivo de la misma, la armonía de la vida.
Sobre que es la felicidad, existen dos opiniones extremas y dispares. Para unos la felicidad con-
siste en el placer, para otros consiste en la sabiduría. Ahora imaginemos una vida de solo placer,
sin entendimiento, sin ciencia. Esa vida difícilmente podría calificarse como humana,
Consideramos ahora la posición contraria “yo quiero saber si algunos de vosotros aceptaría
vivir con todo el entendimiento, con toda la ciencia, con toda la memoria posible, pero sin tener
ningún placer”. Platón rechaza esta postura y se inclina por una posición intermedia, la mezcla
diversificada de placer y sabiduría darán por resultado la felicidad que el hombre es capaz en
este mundo.
1- Prudencia o sabiduría, virtud propia del alma racional que debe regular el conjunto de las
acciones humanas.
2- Fortaleza o valor, corresponde a la parte irascible, regula las pasiones.
3- Templanza, corresponde a la parte concupiscible, regula los apetitos.
4- Justicia, es la armonía que resulta de que cada parte del alma cumpla con su propia tarea.
Aristóteles
Con respecto a cuál es el bien del hombre, no es posible dar una respuesta que tenga la exactitud
de las matemáticas, pues el objeto de la ética lo constituyen las acciones que no pueden deter-
minarse exactamente. Pero hay un consenso general en que ese Bien es la Felicidad. Pero acerca
de que sea la Felicidad no hay acuerdo.
Para determinar la naturaleza de la felicidad es necesario saber cuál es la actividad propia del
hombre. Ej.: los hombres de acción ponen la felicidad en los honores, ese es el fin de la vida
política.
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Manual de Introducción a la Filosofía – Ana Castro de Cabanillas – Pag 60
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Entonces afirma que la felicidad consiste en una actividad, y esa actividad tiene que ser propia
del hombre. Esta no puede ser la actividad propia del crecimiento, ni la reproductiva pues de
ella participan los seres inferiores, tendrá que ser una actividad que solo el hombre sea capaz de
desarrollar, es decir una actividad de la razón.
Kant
Según este autor, nada puede ser considerado como bueno sin restricción, salvo una buena vo-
luntad. O sea que la buena voluntad es buena de manera absoluta y no relativa, es buena por sí
misma y no por los fines que puedo alcanzar valiéndome de ella. En cambio otras facultades,
como la inteligencia es buena de forma relativa, porque la misma puede ser utilizada para resol-
ver un problema matemático o para planear un asalto.
Kant nos presenta tres ejemplos que nos aclaran lo dicho hasta ahora:
1- Una persona se está ahogando en un rio y uno trata de salvarla, pero falla y esta se ahoga.
2- Una persona se está ahogado en un rio y uno trata de salvarla y lo logra.
3- Una persona se está ahogado en un rio, pero lo salvo por casualidad con la redes con la que
estaba pescando,
Al utilizar los tres casos desde un punto de vista moral, podemos observar que el tercero no
tiene ningún tipo de valor moral porque dicho salvamento se realizó de casualidad. En cambio,
en los otros casos, si nos encontramos con acciones relevantes desde el punto de vista moral,
pues en ambas estuvo presente la buena voluntad y ambos son buenos, más allá del resultado
final de la acción. Lo importante no es el resultado de la acción, lo importante no es haber lo-
grado el objetivo de salvar a la persona que se estaba ahogando, sino la voluntad que es buena
en sí misma.
Hay que tener presente que para Kant, las acciones humanas no están dirigidas solo por la ra-
zón: el hombre tiene inclinaciones y pasiones como el amor, el odio, el miedo, la ira, etc. El
hombre esta escindido, dividido entre las pasiones y la razón. La razón y la pasión se encuentran
en tensión constante. Debido a esta tensión, la buena voluntad se llama deber. El deber es jus-
tamente la buena voluntad que se encuentra con ciertas restricciones que no le permiten mani-
festarse por si sola. Si no existieran las pasiones, la voluntad respetaría la ley moral de manera
automática y no necesitaría de una obligación que la limitara.
Para Kant existen tres tipos de acciones: contrarias al deber, conformes al deber y por deber. Las
únicas acciones moralmente validas son las del tercer tipo, las realizadas por deber. Las del
primer tipo son claramente reprobables y las del segundo tipo, si bien concuerdan con el deber,
no son realizadas a partir de la razón, sino que pueden ser producto de una inclinación o de la
casualidad. Para que una acción sea moral, esta debe estar determinada por la ley moral, tiene
que ser realizada por deber aunque esto conlleve ir en contra de todas mis inclinaciones.
Por ejemplo, es conocida la preferencia por ir a una fiesta antes que asistir a un compañero al
que prometimos ayudar a preparar un examen. Las inclinaciones nos llevarías a ir a la fiesta sin
pensarlo demasiado. Pero nuestro deber será cumplir con nuestra promesa. Si yo cumplo con
esta promesa, más allá de que esto vaya en contra de mis intereses, entonces me encuentro ante
una acción realizada por deber y valiosa desde el punto de vista moral. Pero puede suceder que
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la fiesta se suspenda y que esa sea la razón por la cumplo mi promesa. Si esto es así, entonces
la acción será conforme al deber, no siendo moralmente valida.
Por otra parte, Kant se refiere al imperativo categórico. La ley moral es una ley universal, esto
quiere decir que es válida en todo tiempo y lugar, todos los sujetos racionales la poseen en la
misma forma. Esta ley que determina la voluntad es lo que Kant llama imperativo categórico. El
mismo consiste en preguntarse, cada vez que vaya a llevar a cabo una acción, si uno quisiera
que la misma fuera elevada a ley universal. Tengo que pensar que la máxima de mi acción tiene
que ser querida como la máxima de las acciones de todos. No puedo ponerme a mí mismo como
excepción. La manera específica de la fórmula es la siguiente:
“Obra solo según una máxima tal, que puedas querer al mismo tiempo se torne ley univer-
sal”
Nuevamente, el ejemplo de la mentira es útil para entender lo que Kant sostiene. Si uno realiza
una promesa y luego piensa en violarla, no estaría actuando por deber, sino guiado por inclina-
ciones. Por otro lado, al pensar si uno querría que la violación de una promesa fuera una actitud
tomada como propia por todas las personas, pronto se vería que nuestra razón nos llevaría a
pensar que no. Si todo el mundo mintiera, si todo el mundo rompiera las promesas, no se podría
confiar en nadie.
El Utilitarismo
El representante más importante de esta teoría es John Stuart Mill. Para este autor, el Fin Último
de toda acción está relacionado con la búsqueda de la felicidad o placer y la exención del dolor.
De esta manera, la justicia o corrección de una acción estará relacionada con la capacidad que
tenga la misma de promover la felicidad; y la injusticia o incorrección estará relacionada con la
capacidad que tenga de producir lo contrario a la felicidad o placer
Es decir que para esta teoría, la promoción de la felicidad y la exención del dolor son las únicas
cosas deseables como fines y todas las cosas deseables lo son o por el placer inherente a ellas o
como medios para producir placer y prevenir dolor.
Es necesario que, cuando Mill habla de placer, no se refiere al placer que puedan sentir los ani-
males o a cualquier tipo de placer sin más. Él cree que hay placeres que son superiores y son los
que están relacionados con las facultades humanas más elevadas. De esta forma, una vez que
una persona experimento un placer relacionado con dichas facultades, no considera como placer
nada que no esté relacionado con ellas.
De todos modos, hay que ser cuidadosos porque es muy fácil caer en error que Mill sostiene
algún tipo de placer individual y solitario. Lo que el autor defiende es justamente lo contrario.
La máxima utilitarista dice que lo que se ha de buscar es la máxima felicidad o placer para el
mayor número y el menor dolor para el mayor número. Así, por ejemplo, si la mayoría de los
estudiantes de un curso les produce mayor felicidad realizar un viaje a Bariloche en septiembre
y hay unos pocos que prefieren hacerlo en julio, el viaje deberá realizarse en septiembre, maxi-
mizando de esta manera el placer. Es más, según esta teoría, es noble renunciar al propio goce o
felicidad, si es que este sacrificio trae aparejado como resultado mayor felicidad para el mayor
número de personas. Renunciar a la propia felicidad con un fin distinto a la promoción de la
felicidad del resto, está lejos de ser un acto heroico.
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De lo anterior se deduce que para el utilitarismo, no hay normas que sean obligatorias siempre.
Para poder responder a la pregunta que debo hacer, es necesario ser capaz de sopesar en cada
situación particular cual es curso de la acción más adecuado para maximizar la felicidad.
Una de las objeciones más importante que se le ha hecho a esta teoría es que al tratar de aplicar
por que la maximización del placer y la minimización del dolor son las únicas cosas deseables
como fines en si mismo, cae en lo que se llama “falacia naturalista”. Mill sostiene que la única
prueba que de que un objeto es visible, es que la gente lo vea. Del mismo modo, se justifica que
una cosa es deseable porque la gente efectivamente la desea. Pero existe una confusión en esta
afirmación, ya que deseable no significa “capaz de ser deseado” del mismo modo que visible
significa “capaz de ser visto”, sino que deseable significa que debe ser deseado o merece ser
deseado.
Otra objeción importante es la que señala la posibilidad de que la mayoría subyugue a una mi-
noría. Si lo que se está buscando es la felicidad del mayor número y esto se consigue, por ejem-
plo esclavizando a una minoría étnica, en teoría esto es lo que se debiera hacer. Quienes sostie-
nen este tipo de argumentos, no parece tener presente que para Mill la educación era fundamen-
tal y que, a través de ella, los hombre encontrarían deplorable esta clase de comportamiento.
DEONTOLOGIA
Trata sobre el conjunto de deberes y principios éticos que conciernen a cada profesión, oficio o
ámbito laboral. La palabra, como tal, es un neologismo acuñado por el filósofo inglés Jeremías
Bentham; proviene del griego, se vincula directamente con lo obligatorio, lo justo, lo adecuado.
En opinión de Armando Andruet, la deontología12 tiene una entidad no utilitaria, sino primaria-
mente completiva de un conjunto sistematizado de diferentes obligaciones que conciernen a
aquellos que detentan un determinado ejercicio profesional, por caso las que se refieren como
deberes del abogados para con la profesión, consigo mismo, la sociedad, el cliente, la magistra-
tura, los colegas y el cuerpo profesional correspondiente.
De todas, se advierte que el conjunto de deberes no tienen la misma entidad y tampoco igual
valencia en su cumplimiento, de allí que se pueda concluir que razonablemente habrá que reali-
zar una suerte de aritmética deontológica o prudente ponderación entre los distintos deberes.
12
Ejercicio de la Abogacía y Deontología del Derecho – Armando S. Andruet – Cap. I
Andruet señala que los autores que trataron los contenidos vertidos en su libro prefirieron denominar a
sus obras como “ética de la abogacía” o “ética del abogado”, pero él cree que en virtud a las vinculacio-
nes existentes con la naturaleza de los deberes, la denominación de su obra es plenamente fiel a su
contenido.
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Fija las normas que rigen la conducta y el desempeño en la esfera profesional, según las cuales
se exige al profesional determinadas responsabilidades en relación con los actos ligados a su
campo laboral.
Los colegios profesionales son, en este sentido, las entidades encargadas de fijar, mantener,
promover y defender los códigos deontológicos, así como de vigilar su correcto cumplimiento y
exigir determinados niveles de competencia y calidad a sus adscritos en el desempeño de sus
funciones.
Desde este punto de análisis también se debe advertir que nuestra visión del problema central
que nos ocupa, no la asumimos desde una perspectiva estática, sino por el contrario de manera
dinámica, es por ello que nuestra preocupación no es clasificar las exigencias deontológicas
abogadiles existentes, sino pensarla como clave del dilema ético que se pueden presentar en la
realización profesional y a los que sí, como todo dilema ético, habrá que solucionar con base en
algún conjunto de criterios prácticos, que pueden asegurar igualmente una línea coherente de
aplicación continua.
Nos parece oportuno señalar, que en todo el análisis de la deontología profesional que se reali-
za, corresponde hacer referencia a un conjunto de conceptos que a veces son tratados con cierta
ligereza cuando no asemejándolos, y que confundidos enturbian una visión suficientemente
objetiva del problema. Por lo tanto, la noción Ethos hace referencia al conjunto de actitudes
diferenciadoras y entificantes de una determinada cultura, etnia o grupo humano, entre ellas
puede estar las de una específica profesión. Así también podemos analizar el Ethos profesional
que hace referencia a un conjunto de creencias, intereses y valores que aparecen vigentes y co-
municables entre los integrantes de una misma comunidad.
Precisamente la existencia de este Ethos, es que desde tiempos inmemoriales el ejercicio profe-
sional ha podido, y así se han exigido que sea, de una manera honrosa y bondadosa, con pres-
cindencia de código alguno, pues lo que aparece como único dique de contención para dicha
ejecución fue la sola tradición profesional; desde este aspecto no cabe dudas que las reglas pro-
fesionales que aparecen plasmadas en las normas jurídicas pertinentes reconocen como funda-
mento, no solo disposiciones legales que la autorizan en un especifico marco de competencias
en la realización, sino también en la moral y en las tradiciones.
Aquel que no alienta moralidad profesional alguna, no cultiva tampoco la sincera confraternidad
que es el ligamen imprescindible para la conformación del mencionado Ethos profesional; sino
existe tal alcance de relaciones, existe solo abogados, y no una abogacía que sea denominador
común.
Insistimos que el móvil para la reunión en un profesional no lo constituyen los intereses corpo-
rativos, sino que lo constituye “la confraternidad” que como tal, se advierte el bien común pro-
fesional y hace del conjunto sobre dicho núcleo estar vinculados, no como un gremio sino como
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una verdadera comunidad, todo esto se obtiene por la auténtica armonización de los intereses
particulares entre sí, por el entretejido de la confraternidad.
El Ethos profesional abogadil asegura que exista una adecuada distribución de lo suyo de cada
uno dentro de una sociedad civil. Este Ethos se alimenta y se retroalimenta de los códigos de
ética profesional.
Cabe la posibilidad de que exista una divergencia efectiva o real entre el Ethos profesional y el
Código de Ética, toda vez que bajo determinadas circunstancias históricas-políticas puede acon-
tecer que el código no refleje adecuadamente el Ethos de la comunidad profesional, o dicha
sanción positiva haya sido lograda como resultado de un mero esfuerzo legislativo consensuali-
ta, o en el peor de los casos, como un mero resultado autoritario.
Los Códigos de Ética Profesional tienen una doble estructura interna, por una parte, las que
corresponden al ethos profesional tradicional y que a título de causalidad formal opera en el
mismo, y por otra, los nuevos reflejos del ethos profesional, acorde a las propias adecuaciones
que corresponda efectuar a las mutaciones de la vida profesional ordinaria y que, en términos
generales, no afectan la causalidad intrínseca de los códigos de ética.
Serian estas circunstancias las que producidas autorizarían la propia desobediencia civil a la ley,
o en su caso la objeción de conciencia. De ello surge que los códigos de ética son reflejo y sínte-
sis primariamente de una ethos profesional tradicional, por una parte, y la vez de los nuevos
aspectos cambiantes que se irán agregando como fruto obvio de las nuevas situaciones de la
vida.
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La diferencia de J. Bentham con Andruet es que para el primero la mencionada aritmética pa-
saba por el criterio demarcado por la misma regla de utilidad, en tanto que útil es aquello que
aumenta el placer y disminuye el dolor; Andruet, por su parte, afirma la supremacía de un deber
sobre otro ante determinadas situaciones aparentemente dilemáticas, y por ello entonces lo de la
aritmética en consideración; pero no en orden al grado de utilidad que ella se sigue, sino en ra-
zón de la mayor o menor comprensión de la bondad que el acto mismo posee. 13
POSITIVOS Generales
Especiales
DEBERES
NEGATIVOS
Los deberes negativos son los que ordenan una abstención de una acción determinada y los
deberes positivos son los que imponen la ejecución de una determina acción en la construcción
que al respecto de la ética profesional venimos conformando, cabe señalar que existen ambos
tipos de deberes y con ello, que la violación de los mismo puede devenir de una omisión, cuan-
do el deber es positivo no es cumplido, o en una transgresión, cuando el deber es negativo es el
que se ejecuta.
13
Autorizada doctrina sintetiza en este párrafo el particular pensamiento de Bentham al respecto: “todo
el problema moral consiste, en calcular bien sus intereses. Es preciso pesar placeres y dolores, aumentar
el place, disminuir el dolor. La vida es un negocio; la moral consiste en hacer ganancias, y queda reduci-
da a una cuestión de aritmética: el bien es el ingreso, el mal el gasto”.
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dice que “todo aquello que aparece y es aprehendido por el intelecto como bueno – moralmen-
te, en definitiva ontológicamente- debe realizarse, es decir que la función siempre es una actua-
ción social porque con dicho ejercicio, son las mismas leyes las que son atendidas y respetadas,
el ejercicio profesional para ser tal, debe ser realizado de esa manera y no de otra distinta. No
cabe duda de que cuando el abogado tiene cabal comprensión de este rol o función social, ayu-
dando a la recta distribución de lo suyo de cada uno en el agregado societario, atenúa de manera
notoria la propia necesidad de la magistratura, puesto que mediante soluciones prejudiciales la
turbación de los derechos puede ser reconstruida.
Podrá diferenciarse, a título de mera graduación axiológica, ciertas y determinadas fallas vincu-
ladas con el decoro profesional que, sin perjuicio de ser tales, no podrán ser evaluadas como
violaciones a la probidad profesional, se ha dicho que “todas las normas de conducta concurren
en un punto: el decoro profesional. El decoro profesional no es sino una exteriorización de la
dignidad personal referida a la dignidad de la investidura”. Por ejemplo, se puede sostener,
desde una construcción aislada, que no en todos los casos aquel abogado que hace el abandono
de la defensa que le toca desempeñar, impone que dicho comportamiento sea considerado como
lesivo al decoro y gestión profesional, puede no comprometer ello una violación ética, toda vez
que pueda existir otras razones de conveniencia o estrategia profesional o de otra especie que así
lo autorice, en virtud de las cuales, la probidad profesional no sea afectada.
Se ha sostenido que “si el estilo es del hombre, la probidad es la del abogado”; probidad en los
pensamientos, rectitud en las palabras, lealtad en los actos. Cuando se habla de probo, es decir
fiel a las leyes, a las costumbres, a la conciencia, es para el Barreau la divisa de todos los tiem-
pos. No ser probo en la profesión no solo es significativo de una ausencia de comportamiento
ético concreto en el típico, sino también, y posiblemente esto en verdad cale en propia estimati-
va profesional de los letrados, igualmente indicador de la falta de conocimientos de la misma
ciencia del derecho. La falta de competencia académica es ante que nada una deficiencia moral.
El éxito profesional no pasa por el mayor o menos triunfo en la contienda particular, sino por el
mayor o menor respeto a la bondad de lo que se sostiene y a los medios con los cuales ello es
instrumentalizado.
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Todo lo que se ha dicho permite avanzar otro tanto sobre la propia consideración de los deberes
positivos, pues ellos mandan a hacer o dar algo al prójimo, que en caso particular del abogado
es el comportamiento probo.
Los deberes positivos pueden ser generales o especiales. Los deberes positivos generales son
aquellos en los que resulta el comportamiento requerido sin título alguno para exigirlo, mientras
que los especiales son aquellos que obligan a unos con otras personas en razón de un título es-
pecifico.
En el ámbito profesional abogadil, existe un deber positivo general y que tiene un fundamento
ontológico y que por antonomasia no puede ser desentendida de lo social, y se impone el aten-
der a los razonables requerimientos del menesteroso judicial, lo que corresponde como exigen-
cia intrínseca profesional.
La respuesta última a tales deberes positivos generales se encuentra en la misma naturaleza hu-
mana, en tanto que, el hombre cumpliéndolas el hombre puede llegar a su plenitud.
Por otra parte, el deber positivo general se asienta en le carácter propiamente social que la
profesión del abogado tiene, y que, por lo tanto, se ordena por encima de todo orden nor-
mativo especifico en tanto que la acreditación del cumplimiento de la plenitud del acto
jurídico-moral que se realice aparezca de manera indiscutible.
La existencia del deber moral positivo especifico que existe en cabeza de los abogados, en
el orden al propio título de su compromiso juramentado, de ejercer la profesión de aboga-
do con honestidad y probidad, resulta como tal, suficiente.
Los deberes negativos y de los cuales se sanciona su transgresión, de ordinarios tiene una gran
cantidad de tipos, y generalmente son superiores en números a los positivos. En la Rioja art. 45
ley 5417.
Según creemos en determinadas circunstancias el deber negativo y positivo tienen una raíz en
común, y violar el deber negativo importa cumplir el deber positivo pues no dudamos acerca de
que, en determinadas circunstancias, por caso “renunciar intempestivamente al patrocinio o
representación”. Que se puede realizar, aunque intrínsecamente sean una transgresión o viola-
ción a un deber negativo, tales comisiones pueden ser realizadas en orden al deber positivo pri-
mario de una exigencia de un cumplimiento con probidad, como bien puede ser tomado inme-
diato conocimiento el profesional acerca de la indignidad, temeridad o engaño malicioso del que
fue objeto por su cliente.
En virtud de todo ello, nos corresponde hablar del secreto profesional, desde su consideración
moral, prescindiendo de su entidad propiamente técnica, que es la que se recoge en las propias
leyes adjetivas y sustantivas, y se consolida sobre el carácter absoluto de garantía e inmunidad
de defensa. Desde la moralidad, la violación al secreto profesional impone una violación a la
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propia justicia y como tal autoriza la restitución. El secreto profesional es una variedad del se-
creto conmiso.14
Guardar el secreto profesional se inscribe como un específico deber de abstención; sin embargo,
en el caso concreto, donde la propia libertad del abogado involucrado queda comprometida por
el mismo conocimiento del secreto, este podría denunciarlo.
De tal manera se puede convertir de un deber negativo en positivo, y en dicho caso el obrar con
probidad –deber positivo especial- impone violar el secreto profesional y, en consecuencia, con-
vertirse en mesturero no por infidelidad alguna, sino por honra a la propia profesión que se
comprometió a celebrar con probidad.
Existe un dilema ético cuando el deber moral positivo “obrar con probidad” se encuentra afecta-
do por el deber moral negativo que al ser cumplido, esto es, al no actuar como de él resulta,
convierte la conducta que se tiene en no-probo.
Quien viola el secreto profesional por descuido, desidia o algún interés personal, no se ha en-
contrado en una situación dilemática; sencillamente ha equivocado un comportamiento deonto-
lógico y deberá hacerse cargo de ello.
No existe dilema ético cuando el abogado, sobre la base de cumplir en mejor manera con la
defensa de los derechos y posiciones de su cliente, en su desarrollo argumentativo profesional
genera típicamente una violación del secreto profesional con independencia o no de que sea
denunciado, toda vez que impone al conocimiento de la contraria y del tribunal aspectos que
resultan en verdad solo pomposos, y que eventualmente habrán de mejorar sustancialmente la
posición de la parte, pero que, sin embargo, colocan en una situación injuriosa por violación a
su misma intimidad por la tarea profesional del abogado.
Se trata de supuestos de violación a los deberes negativos, por caso, cuando el profesional, en la
búsqueda de una mejor realización del éxito en los intereses de su cliente, impone al juez deter-
minadas cuestiones intimas –por caso, en un Litis familiar-, que razonablemente podrían ser
mantenidas en reserva, porque así fueron escuchadas, sin embargo, sobre la base de que sensibi-
lizará con ello al tribunal, las revela.
Finalmente cabe señalar que los deberes positivos o de realización –probidad profesional- que
son prescriptos son los que se ejecutan abstractamente la realización de la bondad en el acto
profesional, y es por ello que su formulación es de textura amplia y atiende, en carácter general,
a un paradigma de comportamiento.
Mientras que los deberes de abstención, por el contrario, están consignados o catalogados acor-
de al propio ethos profesional que así lo han ido volcando al código moral, y son tales en cuanto
aparecen ellos como atentatorios de aquel otro primario y de ejecución.
Deberes positivos de ejecución son aquellos que resultan impuestos por la misma consideración
de la probidad profesional, y que en consecuencia tienen textura amplia en cuanto a los conteni-
dos que a la misma integran.
14
Secreto conmiso es aquel que nace de la confidencia recibida después de prometer el confidente que
guardara silencio; el secreto promiso es aquel que el confidente garantiza después de conocer la cosa, y
finalmente el secreto natural es un deber de discreción absoluta.
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Por todo lo dicho sostenemos que la deontología profesional que propiciamos tiene un claro y
decidido fondo ético y no solo debe ser entendida como un mero conductismo profesional, cues-
tión esta última a la que con cierta frecuencia asistimos como única preocupación de las deonto-
logías profesionales.
De la misma manera creemos que no se debe imponer en la sociedad civil de manera monopóli-
ca y férrea un exclusivo y excluyente tipo de comportamiento moral, creemos que en una deon-
tología profesional determinada no se puede omitir consideraciones de tal entidad y de tal exten-
sión, es por ello que la indoctrinacion en dicho ámbito es posible de ser realizada. La profesio-
na, atento a su carácter estrictamente social y no meramente individual y particular, como pue-
den ser vistos los actos humanos desde una perspectiva moral, no corresponde que sea ejercida
de una manera erradica por quienes la realizan; se imponen, por el contrario, criterios comunes
que ofrezcan criterios semejantes.
Desde una observación externa, se puede comprender que la profesión impone a los profesiona-
les que en ella participan, un determinado estilo primariamente exterior y luego también inte-
rior, y que en su conjunto constituyen lo que conocemos como el Ethos profesional.
La profesión es propiamente un trabajo humano, cumplido por un sujeto racional y libre, para
obtener de un determinado bien que se ha propuesto como fin. Debemos tener presente que exis-
te una clasificación general de profesionales:
• Manuales;
• Intelectuales;
La del abogado se ubica en la última especie, y dentro de ella en la categoría que se refiere al
hacer practico, diferenciándose aquellas que se refieren al conocimiento o al puro saber teórico
de la realidad y de sus leyes, y las del lenguaje.
La clasificación a nuestro parecer delicadamente equivoca las categorías que en ellas se anotan,
pues sin duda que no dudamos que el profesional de la abogacía se inscribe entre las intelectua-
les, pero ello en tanto que la confrontemos con otras que son absolutamente realización practica;
fuera de eso, no se puede obviar que la mencionada profesión tiene un carácter netamente prac-
tico y no especulativo, pues si el saber jurídico es un saber practico que como tal ordena el opus
del hombre a un determinado obrar bueno, la abogacía no puede ser una categoría diferente. La
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profesión del abogado se relaciona con el obrar humano, y en su ejecución se despliega la mis-
ma perfección de quien obra.
Siendo el hombre abierto a los demás y sociable por su misma naturaleza, se impone la coexis-
tencia de fines, y el trabajo se transforma en manifestaciones progresivas de amistad social, la
profesión, cualquiera que ella sea, es resultado de tal amistad social y, por tales motivos todos
aquellos que en ella están inmersos deben tener una matriz y un telos compartidos, en cual, a la
vez, permiten la diversidad de los casos particulares en cada una de las situaciones singulares en
que tales individuos se encuentren.
El trabajo puede ser instrumento del bien integral de la persona solo si da las posibilidades de
procurar el bien de la familia, de la sociedad civil, y de la sociedad religiosa, y por lo mismo,
de hacer suyos sus valores. El fin del trabajo es único y plural: uno, porque tiende a la perfec-
ción de la persona humana; plural, porque tiende a la perfección de la pluralidad de las formas
sociales necesarias para perfeccionar la persona humana.
El código de ética es el resultado ultimo de 2 momentos anteriores que lo han ido conformando:
por una parte, el mismo Ethos social, y por el otro el Ethos profesional. Entonces se reconoce
que en las sociedades pluralistas no necesariamente se comparte un mismo código moral, sino
un auténtico pluralismo que tampoco es relativismo, es que los códigos deontológicos que de
ella resultan, por tener dicho suelo, son susceptibles de ser enseñados e inculcados, y nadie po-
drá sentir afectación por ello: las prohibiciones que allí se puntualizaban como deberes negati-
vos son las consecuencias más evidentes de un común denominador de la sociedad civil, que en
su Ethos profesional así lo manifestó.
Una ética sin moral seria el resultado de un abstraccionismo extremo, donde la ética no es
valorativa. La profesión vincula a la comunidad y orienta para la concreción de la auténtica
justicia social.
La experiencia profesional resulta un resultado valioso para los letrados, acerca del resultado
que “su caso personal” puede tener, ya que la experiencia está asentada sobre lo que de ordina-
rio acontece en la vida profesional. Pero no se puede omitir en una construcción de este tipo de
que los casos son particulares y por ello erradico, en principio en su resolución. Debería primar
en el profesional el juicio especulativo practico que impone como cuasi necesario el pensar, que
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La relación de la ética con las demás ciencias, como lo es la deontología, que la podemos enten-
der desde un punto de vista filosófico como parte de la ética que tiene directa relación con la
ontología, la antropología, la axiología, la sociología.
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en una profesión.
La deontología: tiene un
carácter de relación profe-
sional.
La deontología es la especie,
porque está dependiendo en
muchos aspectos de la ética.
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Se considera que la deontología es la ciencia que estudia los deberes y las normas que rigen la
conducta ética en el ámbito del ejercicio de una profesión determinada, al que corresponde el
obrar.
El abogado, en ejercicio profesional, tiene que ser sometido a control en el ejercicio de su acti-
vidad, conforme a los lineamientos éticos aceptados por la sociedad.
Los principios, valores y normas en el campo de la ética, deben cumplirse, al margen de la con-
ciencia individual del profesional, porque son de fundamental importancia para la sociedad.
Al hablar del profesional, nos referimos siempre a un grupo de persona que comparte una mis-
ma formación intelectual y una similar condición de actividades en su campo disciplinar.
El desarrollo de la profesión en sus formas de actuar, está siempre ligada a los colegios profe-
sionales y a las cuestiones morales, reunidas en los códigos de ética que controlan la actividad,
observado desde la deontología, vinculada a los deberes y las normas que rigen la conducta ética
en el ámbito del ejercicio de la profesión.
Esta disciplina, tiene el propósito de explicar los deberes y obligaciones morales y éticas que
debe asumir quien ejerce una determinada profesión y sus contenidos deontológicos, suelen
estar ordenados en forma escrita en códigos deontológicos.
Es así que la deontología, observada desde un enfoque filosófico, tiene directa relación con la
Antropología, la axiología, la sociología, y son la parte principal de la ética profesional.
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Estas normas determinan los deberes fundamentales exigibles a los profesionales en el desem-
peño de su actividad.
Por este motivo, suele ser el propio colectivo profesional quién determina dichas normas y, a su
vez, se encarga de recogerlas por escrito en los códigos deontológico.
Los Códigos de ética profesional son cuerpos normativos que establece una línea de conducta
profesional en el desempeño de su actividad. Están siempre orientados a determinar los deberes
inherentes al ejercicio profesional del abogado, porque como toda profesión, tiene sus normas
de ética, reguladas por sus entidades profesionales, como un compendio de conductas esperables
y exigibles a los profesionales de la colegiación.
Sin perjuicio de tratar estos temas, ampliamente, en la oportunidad correspondiente (B3 y B6)
haremos una sucinta explicación. El abogado en el desempeño de su actividad, tiene un accio-
nar muy diverso y complejo, en cuanto a su forma de actuar, de desempeñarse; y en los distintos
sectores que ejerce su profesión, tanto como asesor privado o público, como funcionario, o le-
gislador.
Debemos tener presente que hay ciertas cuestiones que obligan al profesional a responder, por
aquellos actos en violación a su deber, y en virtud de ello se deben tener en cuesta 2 elementos
importantes que están relacionados con su actividad
La misión social del abogado es tan noble, en su concepción doctrinaria, lo convierte en asesor
de aquellas personas que están limitadas por el desconocimiento de sus derechos o por limita-
ciones económicas necesitan estar asistidos por un abogado, conocedor de la ley.
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UNIDAD 3
DESEMPEÑO PROFESIONAL DEL ABOGADO:
El abogado es antes que nada auxiliar de la justicia15 y por ello debe preservar el honor debido a
la investidura de los magistrados como así también al desarrollo de las actuaciones. El estilo
reclama una corrección que implica además claridad y precisión. Como decía Luis Cremieu “Es
necesario tener palabra fácil, memoria fiel, autoridad en el porte, voz y juicio claro, carácter
ameno, buena educación y salud robusta.
El foro fue histórica y tradicionalmente considerado como un lugar sagrado y por lo tanto digno
de todo respeto. Dicho respeto es exigido por la investidura de quienes tienen la misión de ad-
ministrar justicia en ese lugar y por la solemnidad de los actos que en el mismo se llevan a cabo.
Las normas que prescriben el respeto y el decoro en los tribunales responden a la necesidad de
preservar la marcha normal de los procesos, sin que actitudes desleales, fraudulentas, destem-
pladas y fuera de lugar puedan comprometerlos. Los códigos de ética contienen deberes de res-
peto, lealtad, confraternidad y decoro en las relaciones con funcionarios, la contraparte y con
otros abogados.
Con respecto a las facultades disciplinarias del juez se observa el art. 14 del CPC que reza:
“Sin perjuicio de las facultades disciplinarias establecidas en la Ley Orgánica del Poder Judi-
cial16, el juez podrá disponer las siguientes medidas:
15
Vademécum de Ética Jurídica – Marcelo Fernando Parma – Cap. V
16
Cuando el CPC expresa “Sin perjuicio de las facultades disciplinarias establecidas en la Ley Orgánica
del Poder Judicial” se está refiriendo concretamente a los siguiente artículos:
Art. 23º.- Sin perjuicio de las sanciones disciplinarias, el Juez o Tribunal deben mandar testar las frases
concebidas en términos ofensivos o inapropiados, sin recurso alguno.
Art. 24º.- Los Presidentes de Tribunal y los Jueces comunicarán de oficio al Tribunal Superior de Justicia
las sanciones disciplinarias en que hubieren incurrido los Magistrados, Funcionarios y demás Auxiliares
de la Administración de Justicia, para ser registradas en un libro especial que llevará el Secretario de
dicho cuerpo.
Art. 25º.- El producido de las multas se destinará al fomento de las bibliotecas de la Administración de
Justicia de las respectivas Circunscripciones Judiciales.
Art. 26º.- Las inasistencias y el incumplimiento del horario por parte de los Secretarios y demás Funcio-
narios y Empleados de la Administración de Justicia, se reprimirán con descuentos sobre los sueldos, en
la forma que determine el Tribunal Superior de Justicia. La reiteración podrá ser calificada como falta
grave, teniendo en cuenta las circunstancias de cada caso
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DILIGENCIA PERSONAL
Constituye el deber más importante ante el cliente. Se la considera como la fidelidad a la parte,
que ha puesto en el abogado su confianza, y al mismo tiempo la responsabilidad emergente del
patrocinio, que con competencia debe el abogado ejercer, son los aspectos vertebrales que se
tutelan en la relación abogado–cliente, y que resguardan la calidad del servicio como también
los intereses del cliente y la justicia del caso.
CONTENIDO DE LA OBLIGACIÓN.
El abogado debe: dedicarse a los intereses de su cliente con celo, saber y dedicación.
Dentro de la más estricta observancia a las normas morales, avocarse a la defensa de los intere-
ses de su cliente con todo empeño y lealtad.
▪ Respetar la decisión de su cliente de realizar consultas. Como una derivación de este prin-
cipio surge el deber del abogado el no considerar como una falta de confianza el hecho de
que su cliente consulte eventualmente a algún especialista, salvo que su negativa a tal pro-
ceder del cliente sea fundada.
▪ Aceptar la posibilidad de que exista por regla general un abogado adicional. Sin embargo,
puede rehusar la asociación con otro abogado si no le resulta grata, declinando en tal caso el
patrocinio letrado.
▪ Cuando actúe en colaboración con otro colega, someter la decisión de un acto procesal de-
terminado a la voluntad del cliente. En este sentido se ha dicho: “Cuando los abogados que
colaboran en un asunto discrepan, el conflicto de opiniones debe ser expuesto al cliente para
su resolución final. La decisión debe ser aceptada, a menos que la diferencia la vuelva im-
practicable para el abogado cuya opinión ha sido rehusada, en cuyo caso corresponde se lo
dispense de seguir interviniendo”.
NEGLIGENCIA
Viola el compromiso primario del abogado para con su cliente, el actuar negligencia. Ésta ha
sido definida “como la actitud que consiste en no satisfacer exigencias contenidas en el derecho
positivo, y que trae aparejada la frustración de actos procesales cuya realización se intentaba. El
actuar negligente se caracteriza por no haber sabido lo que un profesional debe razonablemente
saber, manifestándose en graves impericias, en el olvido de los recaudos más elementales que la
prudencia ordinaria prescribe, o en el incumplimiento de reglas o técnicas conocidas por todos”
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1- ACTUACIÓN PERSONAL
El abogado debe: Preparar y presentar los escritos, asumiendo la dirección integral del proceso a
través del manejo directo y personal de la causa.
Estas obligaciones aludidas no sólo afectan la dignidad profesional del abogado, sino también
su eventual responsabilidad legal a la hora de resarcir los daños que su mal desempeño provo-
que.
“La conducta negligente del abogado en el ejercicio de su profesión puede ser sancionada desde
tres ángulos diversos: como ilícito civil, como transgresión a los preceptos que sustentan la or-
ganización judicial o como fuente de responsabilidad en el campo de la ética profesional”.
▪ Como ilícito civil: podemos decir que el abogado podría verse obligado a reparar daños y
perjuicios en caso de haber actuado antijurídicamente, verificándose en tal caso los extre-
mos que determinen la responsabilidad civil.
A la hora de evaluar el perjuicio, ha de tenerse en cuenta en materia civil la probabilidad de
éxito que el juicio tenía. “El incumplimiento –o cumplimiento defectuoso- de los deberes
expresados (diligencia, lealtad, prudencia; ciencia y conciencia) determina la responsabili-
dad civil del abogado cuando ello causa perjuicio al cliente imputable a la culpa de aquél.
La prueba de la culpa incumbe al damnificado”.
El código Civil y Comercial incluyo un artículo relativo a la responsabilidad de los profe-
sionales en general, el cual reza:
Artículo 1768 – Profesiones Liberales: la actividad del profesional liberal está sujeta a las
reglas de las obligaciones de hacer. Las responsabilidades son subjetivas, excepto que se
haya comprometido un resultado concreto.
▪ Con relación al segundo aspecto podemos decir que “el buen orden del proceso exige que
cada uno de los partícipes cumpla sus deberes con corrección, y en tanto transgreda los
principios de la organización judicial, puede importar la aplicación de multas procesales o la
imposición de las costas del juicio18, conforme los supuestos que prevén los códigos proce-
sales”.
17
Manual de Derecho Procesal Civil – Enrique Lino Palacio – Pág. 67
18
El artículo 161 del CPCLR expresa: “…Los abogados y procuradores serán condenados en costas perso-
nalmente, cuando actuaren con notorio desconocimiento del derecho, negligencia, falta de probidad o
de lealtad procesal”.
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▪ Con relación al tercer aspecto podemos decir que la ineficacia, la desidia y la negligencia
profesional grave dan lugar, además a sanciones de naturaleza disciplinaria.
Las demoras provoquen o no perdida de derecho, o sean o no de naturaleza procesal los he-
chos que la configuran, o de o no lugar a un resarcimiento por daños y perjuicios a luz de la
responsabilidad civil, siempre ponen en evidencia una falta de ética.
2- APTITUD INTELECTUAL
El abogado debe:
3- APTITUD FÍSICA
El abogado debe: racionalizar sus tareas en función de su estado de salud, debiendo al mismo
tiempo proveer, previo aviso al cliente, la continuidad de aquellas causas que imprevistamente
no pueda seguir llevando. No lo exime de la dedicación y las responsabilidades asumidas, ale-
gar, por parte del profesional, la falta de salud.
4- PRONTITUD
El abogado debe:
A los efectos del reproche ético basta la verificación de la conducta negligente, independiente-
mente de que se produzca o no un perjuicio al cliente.
El abogado debe: poner cuidado, esfuerzo y fervor. El abogado debe identificarse con los intere-
ses del cliente, entendiendo que, más allá de las características del asunto en cuestión, para su
cliente el caso encomendado es “lo más importante”.
6- DEDICACIÓN
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El abogado debe:
7- CONSENTIMIENTO INFORMADO.
El abogado debe:
▪ Requerir siempre el consentimiento del cliente para la realización de actos de los que pue-
dan derivarse perjuicios; como así también, comunicarle oportunamente el estado de la cau-
sa.
HIPÓTESIS NO CENSURABLES
De todos modos debe tenerse mucho cuidado en no entender como falta de ética:
Art 43 ley 6827: “está prohibido a los Abogados y Procuradores: Representar, patrocinar y/o
asesorar simultánea o sucesivamente en una misma causa, intereses opuestos, aceptar la defen-
sa de una parte si ya hubiere atendido o actuado en defensa de los intereses del asistido”.
El Código Penal Argentino contempla el delito de prevaricato y lo coloca en el art 271, el cual
establece:
19
Vademécum de Ética Jurídica – Marcelo Fernando Parma – Pag 197
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“Será reprimido con multa de pesos dos mil quinientos a pesos treinta mil, e inhabilitación
especial de uno a seis años, el abogado o mandatario judicial que defendiere o representare
partes contrarias en el mismo juicio, simultánea o sucesivamente o que de cualquier otro modo,
perjudicare deliberadamente la causa que le estuviere confiada”.
La doctrina penal20 no es pacifica sobre la conducta típica, algunos consideran que son dos: la
de defender o representar partes contrarias en el mismo juicio y la de perjudicar deliberadamen-
te la causa que estuviera confiada al sujeto activo.
Otra posición doctrinaria, encabezada por Creus, afirma que la conducta típica es una sola, la de
“perjudicar deliberadamente la causa confiada”. Esta acción típica se puede desplegar asumien-
do una doble representación o defendiendo partes contrarias, simultanea o sucesivamente, per-
judicando “deliberadamente” la causa confiada.
El perjuicio requerido por la norma debe ser real y concreto, aun cuando no resulte necesario
que sea de contenido económico, tiene que existir una relación directa entre la actitud del sujeto
activo y el perjuicio ocasionado (ej.: si el juicio se pierde por que el abogado no contesto la
demanda; ahora bien, como ejemplo contrario, no será delito si el abogado dejo de ofrecer prue-
ba y tal omisión no es la causa de haber perdido el juicio).
La representación o patrocinio debe ser de “partes contrarias”, o sea, sujeto procesales con in-
tereses opuestos: actor-demando, embargante-tercerista, etc. Esta actuar debe ser realizada en el
mismo proceso, o en procesos conexos.
En cuanto al elemento subjetivo, existe claridad en virtud que la norma expresa “perjudicare
deliberadamente”, con lo cual se reclama el proceso deliberativo interno del agente, consiste en
querer y comprender que con su acción u omisión causare un perjuicio a la causa confiada. Por
lo tanto solo es posible el dolo directo.
Los abogados no son enemigos entre sí, sino que ambos desde la representación de los intereses
de su cliente21, colaboran con la administración de justicia en orden a la dilucidación del con-
flicto y su resolución. A ambos les compete esta noble misión, y en función de la misma es que
deben colaborar entre sí a los efectos de facilitar la marcha del proceso. Dicha colaboración
comienza por el respeto y la consideración personal, que debe ser propia de quienes deben hon-
rar y tornar confiable la profesión. De lo dicho se desprende, que se debe guardar, en el desarro-
llo del proceso, un estilo que ayuda dirimir la cuestión de derecho con altura y precisión; y no
que sea cuestión de dirimir rencillas o cuestiones personales entre los abogados.
El abogado debe:
20
Código Penal Comentado- Alberto Estrella / Roberto Godoy Lemos – Pag. 468 y 469
21
Vademécum de Ética Jurídica – Marcelo Fernando Parma – Cap. III
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AUDIENCIA CIVIL
Artículo 38. Vista de la causa. La audiencia de vista de la causa se desarrollará conforme a las
siguientes reglas:
1- Luego que se hubiere abierto el acto, el juez referirá las pretensiones de las partes y hará
una síntesis de los hechos en que se fundamentaren.
2- La recepción de la prueba se cumplirá en el siguiente orden: en primer lugar la que se pro-
pusiere para sustentar la demanda, seguidamente la que se refiere a la contestación, luego
la de la reconvención, y finalmente la de la contestación de la reconvención. Dicho orden
podrá ser alterado por acuerdo de partes, o a pedido de alguna de ellas o de oficio, siem-
pre que mediaren circunstancias especiales.
3- De todo incidente que se planteare en la audiencia, se dará vista a la contraparte para que
lo conteste en el acto, salvo que se tratare de una cuestión compleja, en que se podrá pro-
rrogar la audiencia por el término de dos días, o hasta el siguiente disponible si aquella lo
solicitare.
Tanto para el planteo del incidente como para su contestación, no se podrá usar de la pa-
labra por un plazo mayor de quince minutos. El incidente será resuelto en el acto por el tri-
bunal, salvo cuando se tratare de una cuestión compleja en que se podrá prorrogar la au-
diencia por un día más, o hasta el siguiente disponible. Cuando el incidente planteado fuese
manifiestamente improcedente, será rechazado sin sustanciación.
4- Las providencias de trámite de las resoluciones no comprendidas en los casos del inciso
anterior, serán dictadas en el acto por el presidente del tribunal, sin perjuicio del recurso
de revocatoria por ante el tribunal.
5- Para producir sus alegatos, que serán rigurosamente orales, cada parte podrá hacer uso de
la palabra por un plazo no mayor de cuarenta minutos, disponiendo además de un término
de veinte minutos para ejercer el derecho de réplica o dúplica. Cuando por una parte ac-
tuare más de un letrado, dichos plazos podrán dividirse entre los mismos sin sobrepasar, en
total, el máximo establecido.
6- Cerrado el debate, el juez llamará autos para sentencia desde cuyo acto se contará el tér-
mino para que se dicte la sentencia respectiva.
AUDIENCIA PENAL
El debate será oral y publica22, bajo pena de nulidad, pero la cámara puede resolver sin recurso
alguno, que total o parcialmente tenga lugar a puertas cerradas cuando así lo exijan razones de
moralidad u orden público; durara todas las audiencias consecutivas que sean necesarias hasta
su determinación, pudiendo suspenderse hasta 10 días, en el caso del art 396.
El presidente ejerce el poder de policía y de disciplina en las audiencias y dictara los proveídos
en forma verbal dejándose constancia en el acta.
22
Código Procesal Penal de La Rioja Comentado - José Eduardo Tapia – Pag 357
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El imputado asistirá a la audiencia libre en su persona, pero puede ser compelido por la fuerza
pública cuando sea necesario practicar un reconocimiento y en caso de fuga se ordenara la pos-
tergación del debate.
El día y hora fijado y constituido por el tribunal en la sala de audiencia, sus presidente, previa
las comprobaciones relativas a la presencia de las parte, testigos, peritos e intérpretes, declarara
abierto el debate, inmediatamente deberán ser planteadas y resueltas, bajo pena de caducidad las
cuestiones preliminares referentes a las nulidades anteriores, constitución de partes, incompe-
tencia en razón del territorial, la separación de juicio, admisibilidad o incoparencia de testigos,
peritos e intérpretes y la presentación o requerimiento de documentos. En la discusión del inci-
dente solo hablara una vez cada parte y la deliberación tendrá lugar en privada, leída la resolu-
ción, por el secretario, la audiencia continuará adviértansele al imputado que esté atento a lo que
va oír y se ordenara la lectura del requerimiento fiscal y en su caso del auto de remisión, por
parte del secretario; en seguido el fiscal de cámara podrá solicitar la palabra para ampliar la
acusación.
Termina la recepción de pruebas, el presidente concederá la palabra al: actor civil, querellante,
ministerio publico fiscal, a los defensores y al civilmente responsable, para que formulen sus
acusaciones y sus defensa por un término máximo de 2 horas, no pudiendo darse lecturas de
memorias, salvo el presentado por el actor civil que no esté presente. Solo el Ministerio Publico
Fiscal y Defensor del imputado pueden replicar correspondiendo al Defensor la última palabra.
Por último, el presidente preguntara al imputado si tiene algo que manifestar y cerrara el debate.
El secretario levantara acto del debate, bajo pena de nulidad, la contendrá los requisitos del ar-
ticulo 428
23
Manual de Derecho Procesal Civil - Lino Enrique Palacio - Pag 60
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Mauro L. Zárate Tamara Anahí Arias
a- Iniciativa. El proceso civil sólo puede iniciarse a instancia de parte. Este principio está con-
sagrado explícitamente en la ley 27 (art.2), e implícitamente surge del texto del CPC.
b- Disponibilidad del derecho material. Una vez iniciado el proceso, el órgano judicial se halla
vinculado por las declaraciones de voluntad de las partes relativas a la suerte de aquél o ten-
dientes a la modificación o extinción de la relación del derecho material en la cual se fundó
la pretensión. Es así como el actor se encuentra facultado para desistir de la pretensión (re-
quiriéndose la conformidad del demandado, cuando el desistimiento es posterior a la notifi-
cación de la demanda o del derecho. También el demandado está facultado para allanarse a
la pretensión del actor y ambas partes para transigir, conciliarse o someter el pleito a la de-
cisión de jueces árbitros o de amigables componedores.
Cuadra sin embargo se señale que cierta clase de relaciones jurídicas, en las cuales existe un
interés social comprometido, imponen la necesidad de que respecto de los procesos en que
ellas se controvierten prevalezcan los poderes del juez sobre las facultades dispositivas de
las partes. Tal es lo que sucede con los procesos relativos al estado civil y a la capacidad de
las personas (procesos matrimoniales, de interdicción, de suspensión o pérdida de la patria
potestad), en los cuales no cabe el allanamiento, la transacción o la sumisión al juicio de ár-
bitros o de amigables componedores.
c- Impulso procesal. Consiste en la actividad que es menester cumplir para que, una vez puesto
en marcha el proceso mediante la interposición de la demanda, aquél pueda superar los dis-
tintos períodos de que se compone y que lo conducen hasta la decisión final.
La doctrina suele referirse a los principios de impulso de parte y de impulso oficial, según
que, respectivamente, la actividad proceda de las partes o del tribunal, aunque sin dejar de
reconocer la estrecha vinculación que el primero guarda con el principio dispositivo. Pero
debe entenderse que el principio de impulso de parte es una consecuencia del mencionado
principio dispositivo.
d- Delimitación del "thema decidendum". El principio dispositivo impone que sean las partes,
exclusivamente, quienes determinen el thema decidendum, debiendo el juez, por lo tanto,
limitar su pronunciamiento a las alegaciones formuladas por aquéllas en los actos de consti-
tución del proceso (demanda, contestación, reconvención y contestación a ésta). Así lo esta-
blece el art. 163, inc. 6 CPN, al prescribir que la sentencia definitiva deberá contener "la de-
cisión expresa, positiva y precisa, de conformidad con las pretensiones deducidas en el jui-
cio, calificadas según correspondiere por ley, declarando el derecho de los litigantes y con-
denando o absolviendo de la demanda y reconvención, en su caso, en todo o en parte".
e- Aportación de los hechos. Como consecuencia del principio dispositivo, la aportación de
los hechos en que las parte fundan sus pretensiones y defensas constituye una actividad que
les es privativa, estando vedada para juez la posibilidad de verificar la existencia de hechos
no afirmados por ninguno de los litigantes. Igualmente le está vedado el esclarecimiento de
la verdad de los hechos afirmados por una de las partes y expresamente admitidos por la
contraria
(Afirmación bilateral).
No ocurre lo mismo, en cambio, con la determinación de las normas jurídicas aplicables al
caso, pues en lo que a este aspecto concierne debe atenerse a su conocimiento del orden ju-
rídico vigente, con prescindencia de las invocaciones legales que hubieren formulado las
partes (jura novit curia).
f- Aportación de la prueba: No obstante que la estricta vigencia del principio dispositivo exi-
giría que la posibilidad de aportar la prueba necesaria para acreditar los hechos controverti-
dos se confiase exclusivamente a la actividad de las partes, aun las leyes procesales más
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firmemente adheridas a ese principio admiten, en forma concurrente con dicha carga, aun-
que subordinada a ella, la facultad de los jueces para complementar o integrar, ex ojficio, el
material probatorio del proceso. El CPN, en su artículo 36, inciso 4o, a) y b), autoriza a los
jueces y tribunales a "ordenar las diligencias necesarias para esclarecer la verdad de los he-
chos controvertidos, respetando el derecho de defensa de las partes" y a "decidir en cual-
quier estado de la causa la comparecencia de testigos con arreglo a lo que dispone el artícu-
lo 452, peritos y consultores técnicos para interrogarlos acerca de lo que creyeren necesa-
rio".
NINGUN HABITANTE DE LA NACION PUEDE SER PENADO SIN JUICIO PREVIO FUN-
DADO EN LEY ANTERIOR AL HECHO DEL PROCESO, NI JUZGADO POR COMISIONES
ESPECIALES, O SACADO DE LOS JUECES POR LEY ANTES DEL HECHO DE LA CAUSA.
QUEDA ABOLIDA PARA SIEMPRE LA PENA DE MUERTE POR CAUSAS POLITICAS, TO-
DA CLASE DE TORMETO Y LOS AZOTES. LAS CARCELES DE LA NACION SERAN SANAS
Y LIMPIAS, PARA SEGURIDAD Y NO PARA CASTIGOS DE LOS REOS DETENIDOS EN
ELLAS, Y TODA MEDIDA QUE A PRETEXTO DE PRECAUCION CONDUZCA A MORTI-
CARLAS MAS ALLA DE LO QUE AQUELLA FIJA, HARA RESPONSABLE AL JUEZ QUE LO
AUTORICE.
El artículo antes transcripto es uno de los más importantes, por la trascendencia y repercusión de
su contenido, que influye o debería influir de manera decisiva en el día a día. Pues en dicho
artículo se condensan gran parte de las garantías constitucionales, cuya función es impedir que
una persona pueda ser sometida por parte del Estado, o sus órganos, a un procedimiento o pena
arbitraria. El diseño que surge de la interrelación de todas las garantías hace imposible hablar de
superposición o jerarquía entre ellas, puesto que entre todas se logra un diseño arquitectónico
perfecto, y a su vez necesario, para garantizar el desarrollo del debido del proceso en un Estado
democrático.
Aunque el abogado defiende un interés particular, trasciende en su acción ese interés para servir
en realidad al interés público de la justicia. Mercado dice “para servir al interés privado, debe
moverse en los límites del interés público, que es superior y que no puede ser infringido sin
daño social”.
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Cumple una función social, al cooperar con el Estado para que se eliminen o se solucionen con-
flictos emitentes entre los particulares, como elemento de pacificación en las relaciones huma-
nas.
Consideramos que el estudio del procedimiento parlamentario24 a través de una disciplina que
sistematice sus normas, principios, precedentes, uso y costumbres, reviste especial importancia
y justifica que le dediquemos nuestra atención, en razón del papel central que desempeña el
poder legislativo con relación a otros poderes del estado, con los órganos extra poder y con la
sociedad en general.
Esa centralidad que tiene el parlamento en la vida institucional de un país es lo que hace necesa-
rio que funcione adecuadamente, a través de un procedimiento regular que le posibilite con las
transcendentes misiones asignadas por el orden constitucional.
En conclusión, el objeto del Derecho Procesal Parlamentario es estudiar y sistematizar las nor-
mas, principios, precedentes y prácticas que lo rigen, con la finalidad de hacer un aporte a su
mayor conocimiento y al mejoramiento en el funcionamiento del poder legislativo.
A continuación, y sin perjuicio de luego ampliar los contenidos, hacemos un resumen de la es-
tructura del libro de Eduardo Menem:
Capitulo II: analiza la participación directa que tienen los ciudadanos en la actividad parla-
mentaria, sin olvidar por cierto que son los que han elegido a los legisladores que actúan en
calidad de mandatarios o representantes de aquellos. Desarrollamos en ese sentido los derechos
que tienen los ciudadanos de peticionar a las autoridades, de asistir a los actos parlamentarios y
de participación en las audiencias públicas. En particular hacemos referencia a la intervención
que puede tener en la tramitación de los acuerdos que debe prestar el senado al poder ejecutivo
para designar a algunos magistrados y funcionarios públicos.
Capitulo III: está dedicado a los legisladores o parlamentarios como actores individuales
fundamentales del proceso parlamentario, tanto por las atribuciones que ejercen individualmente
como actuando colectivamente al ingresar las cámaras legislativas. Analiza los procedimientos
en los cuales se incorporan a los respectivos cuerpos legislativos luego del acto formal de jura-
mento y el trámite que debe observarse en el caso de impugnaciones a sus títulos. Asimismo
exponemos todo lo referente a sus derechos, deberes e incompatibilidades, lo que en su conjunto
se ha denominado “el estatuto de los parlamentarios”. Lo referente a las bancas legislativas.
Capitulo VIII: desarrolla toda la temática referida a las comisiones de trabajo que funcionan en
ambas cámaras del congreso, destacando la trascendencia que tienen en el derecho procesal
parlamentario, desde el momento que son las encargadas de dictaminar todos los asuntos que
tienen que ser resueltos por aquellas. Ensayamos una clasificación de las comisiones de acuerdo
al origen de su creación (constitucional, legal y reglamentario), a su duración (permanentes y
especiales) y a su composición (unicamerales, bicamerales y mixtas). Luego analizaremos el
modo en la que se integran las comisiones de acuerdo al reglamento, como eligen a sus autori-
dades, la competencia que tienen, las normas básicas de su funcionamiento y todo lo referido a
los dictámenes e informes que deben emitir.
24
Derecho Procesal Parlamentario - Eduardo Menem
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Capitulo XI: Esta destinada a analizar las múltiples y variadas vinculaciones que tiene el poder
ejecutivo con el congreso de la nación, y que le confiere un relevante protagonismo en el proce-
so parlamentario. Analizamos la actividad desarrollada por el presidente desde que jura y asume
la posición de cargo ante la asamblea legislativa, sus facultades de convocatoria a sesiones ex-
traordinarias y de prórroga, hasta la participación que tiene en la formación de las leyes, su
promulgación y publicación, incluyendo el derecho a iniciativa y el veto u observación del pro-
yecto de ley.
En otras de sus notas Bigegain precisa esta clasificación del derecho parlamentario distinguién-
dolo en constitucional y procesal, sosteniendo que el derecho parlamentario constitucional “se
aplica a conocer la estructura de la institución, los procedimientos de elección de sus miembros,
la renovación de las cámaras, sus facultades disciplinarias, las garantías para su funcionamiento
libre (privilegios) y sus atribuciones en materia política y normativa”.
A su vez el derecho procesal parlamentario se ocupa del funcionamiento interno de las institu-
ciones, de los aspectos que deben permitirle actuar como organismo dinámico en el cumpli-
miento de sus obligaciones26.
A su vez Bidart Campos, para quien el derecho parlamentario estudia la “constitución, los privi-
legios y funcionamiento de los cuerpos parlamentarios”. Por su parte Jimenez de Arechaga lo
define como “la rama de la ciencia jurídica que investiga los principios a los que debe ajustarse
la constitución y procedimientos de la asamblea legislativa”.
En las definiciones y conceptos precedentes transcriptos hemos procedido a resaltar los aspectos
que desde nuestro punto integran genéricamente el campo que será motivos de nuestra exposi-
ción y análisis. De ello se desprende que la disciplina que abordaremos se encuentra compren-
didas dentro de los contenida que tradicionalmente se han asignado al derecho parlamentario y
respecto de las cuales consideramos que tienen entidad suficiente como para que sea objeto de
un estudio particularizado.
Somos conscientes de que el uso del término “procesal”, anteponiéndolo a “parlamentario”, para
circunscribir el objeto de nuestro estudio puede ser motivo de algún cuestionamiento en razón
de su ancestral vinculación conceptual con el procedimiento judicial tanto civil como penal.
Pero insistimos en su empleo para individualizar con propiedad el procedimiento parlamentario,
porque este, en sus diversas formas, también configura un “proceso” en cuanto consiste en una
serie de actos vinculados y concatenados entre sí para lograr un fin determinado.
Concepto:
25
BIDEGAIN, CARLOS M., “Derecho parlamentario argentino”.
26
BIDEGAIN, CARLOS M., “Notas sobre el Derecho parlamentario argentino”.
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atribuciones de quienes las integran, para el cumplimiento de los fines previstos por el orden
constitucional”.
En primer término, lo calificamos de “derecho” porque está regulado por normas que tienen
contenido jurídico, emanan de autoridades competentes, son de cumplimiento obligatorio en el
ámbito de su aplicación y representan valores institucionales que deben ser respetados.
En segundo lugar, lo calificamos como “procesal” porque se procura indicar que el objeto prin-
cipal de esta disciplina son los aspectos procedimentales, tanto lo que desempeñan los cuerpos
legislativos y los legisladores en particular, como los demás actores, y demás sujetos que parti-
cipan en dicha actividad o están relacionados con ella. Se puede hablar de “congreso en movi-
miento” ya que se estudia el funcionamiento a través de actos procedimentales determinados.
Además de las normas se han incluido en la definición los “principios” que informar o rigen en
el proceso parlamentario y que hacen a su propia naturaleza, porque son los que le confieren una
entidad particular y además permiten una mejor interpretación de las instituciones parlamenta-
rias. Los principios son:
• Representación: los legisladores no actúan en nombre ni por derecho propio, sino que lo
hacen representando a los ciudadanos que lo han elegido para el desempeño de ese cargo.
• Autonomía e independencia: este principio deriva de una de las características que tiene el
sistema republicano de gobierno, como lo es la división, equilibrio e independencia de los
poderes del estado.
• Igualdad: significa que todos los legisladores que integran una cámara tienen los mismos
derechos y obligaciones en cuanto al ejercicio de sus funciones como tales, sin olvidar su
pertenencia partidaria, territorio en la cual fueron elegidos, ni tampoco sus antecedentes
personales.
• Democracia: este principio hace referencia directa a su funcionamiento interno, en las que
debe observarse las reglas de juego básicas que aquella determine. Los parlamentos que se
constituyen en una república democrática son pluralistas, lo que determinada la existencia
de legisladores de distintos partidos políticos que conforman mayoría y minoría, exigiéndo-
se reglas procedimentales claras y precisas para la adopción de la decisión y resoluciones de
las controversias que se suscitan.
• Formalidad: el proceso parlamentario se desarrolla de acuerdo con las normas constitucio-
nales reglamentarias que determinan la observancia de ciertas formas, ritos y solemnidades
y de un ordenamiento de la actividad parlamentaria enderezado a alcanzar los objetos asig-
nados al poder legislativo.
• Publicidad y oralidad: siendo la publicidad de los actos de gobierno uno de los elementos
esenciales que conformar la forma republicana adoptada por el artículo 1 de la constitución
nacional, no cabe duda de que este principio constituye una regla fundamental del procedi-
miento parlamentario
Con la denominación “precedentes” se incluyen en el concepto las decisiones adoptadas por los
órganos y autoridades parlamentarias, tanto para interpretar los reglamentos como para resolver
las situaciones no contempladas por ellos.
La mención “usos y costumbres” para denominar a las prácticas parlamentarias como modo de
conducta que, aunque adoptadas de hecho, son aplicadas frecuentemente en el proceso parla-
mentario.
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Con la expresión “asambleas legislativas”, se quiere comprender a todos los cuerpos colegia-
dos que tienen asignadas esencialmente las funciones de legislación y control, tanto en el orden
nacional como las provincias o municipios. Acá utilizamos el termino legislativas para no incu-
rrir en una tautología, pero dado por entendido que las mencionadas asambleas, además de le-
gislar cumplen otro tipo de funciones.
La mención “el ejercicio de las atribuciones de quienes las integran” hace referencia a que
las normas procesales parlamentarias regulan también la forma en la que los integrantes de los
cuerpos legislativos ejercen potestades fijadas por la constitución, leyes y los reglamentos, in-
cluyendo en este concepto a los legisladores y a las autoridades parlamentaria, las comisiones,
los bloques políticos.
Por ultimo hace referencia a los “fines previstos en el orden constitucional”, porque el aspecto
teleológico, es el que le permite interpretar, sistematizar y dar unidad a la materia.
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UNIDAD 4
CONSULTA JURÍDIA
El primero es el encuentro: está dado por el relato del cliente respecto al motivo de la consulta,
(se debe crear un ambiente propicio para que el cliente cuente lo que lo trae a cuestión). En esta
fase se comienza escuchando un relato pormenorizado de los hechos con el objeto de discrimi-
nar aquellos que puedan tener consecuencias jurídicas. Es práctica común que el cliente mienta,
por ello se le debe advertir que toda la información que reciba el abogado está amparada por el
secreto profesional y que la mentira solo lo perjudicara a él.
Exploración: una vez identificado el asunto, la tarea del abogado es indagar acerca de los ele-
mentos con los que contará para sustentarlo. Nuestra tarea consiste en determinar lo que será útil
para nuestra actuación, así como aquello que podrá ser utilizado en contra de los intereses de
nuestro cliente.
La última etapa es la Conclusión de la consulta, que puede darse de distintas formas de acuerdo
al caso y al profesional interviniente. Algunas veces se difiera la respuesta para una oportunidad
posterior con el fin de que el abogado pueda reflexionar detalladamente el caso, la otra posibili-
dad es una respuesta inmediata que se daría en aquellas circunstancias en que el abogado tenga
la certeza absoluta con respecto a la respuesta que le va a brindar al cliente.
Las consultas se refieren a situaciones conflictivas, de las que podría derivar un litigio. Quien
formula una consulta pretende conocer cuál es su situación frente a los hechos acaecidos, sus
derechos, obligaciones y sus posibles reclamos. Los temas de la consulta pueden ser muy varia-
dos, pero importa más la actitud a asumir frente a ella. Lo ideal sería que las consultas reales y
formales que se formulan en nuestro estudio deben ser respondidas PREVIO EXAMÉN y RE-
FLEXIÓN, por ESCRITO si fuera posible. Es mejor responderla así, para que pueda ser anali-
zada también con detenimiento por el cliente.
1º reflexionar sobre el caso y advertir, según nuestra conciencia, por donde pasa una solución
justa. Utilizar la lógica natural en esta reflexión y nuestros criterios de justicia, al margen de los
textos legales.
4º examinar jurisprudencia comenzando por el repertorio del último año, hacia atrás, de modo
de conocer los fallos más modernos e interesantes en la materia.
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Modalidades
Constituye una emanación del principio de reserva que le impone al abogado callar todo aquello
que ha llegado a su conocimiento con ocasión del desempeño de las tareas profesionales que se
le han encomendado, discreción y reserva que no sólo debe mantener en sus contactos con el
cliente, sino también con sus familiares y terceros.
El deber de confidencial es personal del cliente y no puede ser renunciado por el abogado, el
privilegio funciona tanto en lo relativo a documentos como a comunicaciones orales, no es ne-
cesario que se haya pagado un honorario, ni que el abogado haya formalmente aceptado el caso,
ni que exista un litigio pendiente.
Cabe destacar que la expresión cliente debe entenderse en un sentido amplio esto es ser com-
prensiva de las personas que a la postre no hubiesen establecido la relación profesional con el
abogado. Incluso se dice que el privilegio dura más allá del término del contrato de servicios
27
Vademécum de Ética Jurídica – Marcelo Fernando Parma – Pag 104
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En cuanto a las personas protegidas por este deber, cabe señalar que comprende tanto las perso-
nas físicas como las jurídicas. El deber es también post mortem, en consideración a los herede-
ros del titular y la obligación de guardar el secreto profesional se extiende aun después de cesa-
do el mandato.
El art. 156 del Código Penal que reza: “será reprimido con multa de mil quinientos a noventa
mil pesos e inhabilitación especial de uno a tres años el que teniendo noticia, por razón de su
estado, oficio, empleo, profesión, o arte de un secreto cuya divulgación pueda causar daño, lo
revelare sin justa causa”.
Los autores están contestes en exigir para la punibilidad de dicha conducta su potencialidad para
causar daño o perjuicio al titular del derecho o a terceros, potencialidad que debiera quedar a
criterio de la sana critica del juez.
Desde el punto de vista ético28, es interesante destacar que existe entre el abogado y el cliente un
pacto de mutua confianza, en el que el profesional es depositario de historias que en general son
de sufrimiento, cuando no delictivas. Traicionar el principio de reserva es traicionar la confianza
de quien revela delicadas situaciones personales, con el agravante de que el abogado llega a
conocer tales hechos por tratarse de una profesión que facilita el acceso a los aspectos más ínti-
mos de la vida de un ser humano. Por eso se dice, que el deber del Consejo de Abogados es
velar por la salvaguardia de la confianza que los ciudadanos depositan en los abogados.
• Consentimiento expreso e informado del cliente: las confidencias no pueden ser nunca
usadas en perjuicio del cliente, ni pueden ser utilizadas para beneficio del abogado o de un
tercero a menos que el cliente lo consienta, salvo que el abogado divulgue estas confiden-
cias y secretos para beneficio del cliente mismo, es decir cuando deba compartir la informa-
ción con otros abogados o con sus empleados no profesionales de modo de poder trabajar
efectivamente en el asunto que se le encargo.
• Datos personales del cliente y poderes especiales otorgados al abogado: los datos perso-
nales tales como nombre, dirección, teléfono, ocupación, estado civil, etc., como el hecho
de haber otorgado un poder especial a favor del abogado pueden ser divulgados sin necesi-
dad de autorización. Hay una doble justificación para esta segunda excepción. Primero, que
el profesional debe nombrar un cliente real si va invocar el privilegio de la confidencialidad
y segundo, que la identidad del cliente a favor de quien se afirma el deber, no debe perma-
necer en el misterio, teniendo el juego el interés de la contraparte.
28
Rosenkranz, Ofelia y otros – Pag 95 y 96
29
Vademécum de Ética Jurídica – Marcelo Fernando Parma – Pag 109
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Mauro L. Zárate Tamara Anahí Arias
• Defensa del abogado ante imputaciones de su cliente: la obligación del secreto profesio-
nal cesa cuando el abogado necesita defenderse ante acusaciones de cliente. En esta caso,
puede revelar todo aquello, confidencias y documentos, que se estrictamente conducente a
la defensa y no más.
• Las leyes procesales penales imponen30 la obligación a los funcionarios y empleados públi-
cos, de denunciar los delitos de acción pública que conozcan con motivo del ejercicio de sus
funciones (art 193 del CPPLR).
• En la misma tesitura, las leyes procesales penales, obligan a los médicos, parteras, farma-
céuticos y en general todas las personas que profesen el arte de curar, a denunciar los delitos
contra la vida, la integridad física que conozcan con motivo de su ejercicio profesional.
Incluso más, en los casos en que el descubrimiento de los secretos del cliente se hiciere por im-
prudencia, caso en el cual, se estaría fuera del tipo penal citado, en la medida que la referida
falta de discreción haya generado perjuicio al cliente, éste estaría autorizado para iniciar
una acción civil indemnizatoria derivada de la responsabilidad extracontractual en que habría
incurrido el profesional al ocasionar por su culpa un hecho dañoso.
Nuestra jurisprudencia ha reconocido que el secreto profesional del abogado ampara no sólo su
persona, que no puede ser objeto de apremio, sino también su estudio profesional donde desa-
rrolla su actividad y guarda los documentos que le confían sus clientes.
Constituye un acto abusivo la orden de allanamiento y registro del estudio de un abogado a fin
de retirar documentos recibidos de sus clientes y que, por consiguiente, constituyen parte del
secreto profesional que imperativamente está obligado a guardar.
Entre nosotros, se ha ido introduciendo poco a poco “el método del caso”, como un intento de
poner a punto la narrativa jurídica. No se trata ya de informar al alumno sobre un complejo de
principios y normas desde las cuales, por silogismo, se concluirá la solución del caso. Se parte,
en cambio, del caso (real o hipotético) y se inducen las normas y principios más adecuados para
su argumentación dialéctica y su composición plausible. Así, el estudiante desarrolla conoci-
mientos, hablados y destrezas en el legal reasoning, pensando como abogado y decisor y sen-
tándose, de alguna manera, participe en el proceso de creación de del derecho.
El Método del Caso31, denominado también análisis o estudio de casos, como técnica de apren-
dizaje tuvo su origen en la Universidad de Harvard, y fue creado por Chritopher Columbus
Leangdell. Leangdell llega en 1870 a la Facultad de Derecho, invitado por Charles William
Eliot, quien por su parte, estaba introduciendo el laboratorio experimental, en el estudio de las
ciencias naturales; en el año 1971, Leangdell escribe el primer caso “Selección del Caso del
Derecho Civil con referencias y citas”, colocaba a los estudiantes en situación de abogados en
ejercicio, obligándolos de entrada al pensamiento forense. Leangdell afirmaba que la educación
en derecho esta mejor impartida en una facultad que en un bufet de un abogado porque el estu-
dio del derecho se basa en principios científicamente determinados. Estos principios debían
desarrollarse a partir del análisis de las previas decisiones de los tribunales, en que podía utili-
zarse luego para decidir las posteriores. Decía Leangdell que poseer el dominio de esos princi-
pios como para aplicar con constante facilidad y certeza en al entremezclado tejido de los nego-
cios humanos, debía ser la preocupación de todo buen estudiante de derecho.
30
Código Penal Comentado – Alberto Estrella y Roberto Godoy Lemos – Pág. 242
31
La Formación Plenaria del Abogado – Luis María Bandieri – Capitulo Cap. XI
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Leangdell reaccionaba a una forma tradicional de enseñar el derecho, de raíz británica, concen-
trada en la trasmisión de conocimientos de boca a oreja, por la observación de la práctica.
Con respecto a este tema las enseñanzas del Derecho Norteamericano, hoy entendidas a nuestras
enseñanzas son las siguientes:
• Instrumentalización de conocimientos: las ideas son concebidas como herramientas para la
solución de los problemas. La vida humana no se divide en pensar y hacer, sino en necesi-
dades, intereses, deseos y problemas nacidos de ellos, y en las respuestas a aquellos: ideas,
búsquedas, hipótesis, soluciones.
• Lo que importa es promover y proteger aquellos intereses y deseos. Se justifica todo con-
ducta que satisfaga un interés.
• La enseñanza debe ser progresiva y tener como centro al estudiante, que debe aprender ha-
ciendo, colocado frente a situaciones problemáticas, y utilizando el conocimiento para una
acción eficaz.
EL INSIGTH
Hablemos del derecho como arte32, y de que ese arte puede enseñarse. A partir de ese punto
encontramos en una terra ingonita, ya que por lo menos entre nosotros y, en general, en los
países del Civil Low poco nada se nos dice acerca de cómo se forma el juicio jurídico “el ojo
clínico” jurídico. En nuestro país la devaluación de la práctica ha llevado que los libros ad hoc
se reduzcan a recopilaciones de formularios y escritos.
¿Cómo forma el abogado su juicio, su idea sobre el caso, como se la forma al juez? A partir de
una experiencia, de los datos de los sentidos y de la conciencia. Es el momento en que se re-
copilan los datos del problema que uno se pre-ocupa por las cuestionas. Entonces, entran en
juego procesos que son atribuidos a una polaridad entre intelecto y creatividad: un pensa-
miento científico y racional, y otro narrativo y metafórico. Estas dos modalidades han sido
conectadas con las funciones de los hemisferios cerebrales derecho e izquierdo. Las funciones
intuitivas y artísticas se atribuyen a la actividad del hemisferio derecho y las racionales, verba-
les y científica al hemisferio izquierdo el final es el juicio de razón. En el medio, está la com-
prensión que enlaza ambos extremos, preocupaciones y juicios. El camino a la comprensión se
inicia por una iluminación o insigth. El insigth es literalmente “ver adentro”. La intuición esta al
final del proceso, y va desde la preocupación a la comprensión; el insigth está al principio.
Resulta una súbita experiencia reveladora, un pantallazo sobre una situación antes oscura y
confusa; una modalidad de toma directa y afectiva de contacto. Una conjetura penetrante, una
corazonada iluminada, un chispazo que ilumina el sendero hacia el conocimiento. Se capta en
los datos un sentido, una coherencia; aquello comienza a sugerir un significado. No es algo
comprobable o verificable, puede estar equivocado y no ser por ello menos verdadero.
ESCRITO JUDICIAL
Cuando se habla de Escrito Judicial se hace referencia en el marco del derecho y el ejercicio de
la profesión del abogado, en las presentaciones que el litigante debe realizar en una causa judi-
cial.
Por ejemplo, escrito de demanda, contestación de demanda, presentación de nuevas pruebas,
etc.
32
La Formación Plenaria del Abogado – Luis María Bandieri – Capitulo Cap XIII
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Mauro L. Zárate Tamara Anahí Arias
LOS REQUISITOS
Son aquellas exigencias, o condiciones necesarias que deben cumplirse, para que el acto jurídico
procesal tenga validez.
Si trasladamos este concepto al ámbito de las normas procesales, debemos considerar los requi-
sitos como las exigencias o condiciones que las normas procesales plantean, para la confección
y presentación de un escrito judicial.
1º) Nombre, domicilio real, nacionalidad, estado civil y profesión del demandante. Si se trata-
re de Sociedades los datos de los representantes y razón social.
La indicación del nombre del actor o demandante33 constituye un requisito que hace a la esencia
misma de la demanda, pues su omisión impediría determinar quién es la persona que deduce la
pretensión e imposibilitaría la defensa del demandado. Si el actor es una persona física debe
expresar su nombre y apellido. Tratándose de una persona de existencia ideal, debe indicar con
precisión el nombre o razón social con que actúa. En el caso de que el actor actúe por medio de
representante legal o convencional, éste deberá expresar su nombre y acompañar los documen-
tos que acrediten su personalidad.
El domicilio a que alude la norma transcripta es el domicilio real del actor, que no debe confun-
dirse con el domicilio procesal. Toda persona que litigue por su propio derecho o en representa-
ción de tercero, deberá constituir domicilio legal (procesal) dentro del perímetro de la ciudad
que sea asiento del respectivo tribunal. En él deben practicarse las notificaciones por cédula, y
su constitución no excusa la denuncia del domicilio real. Cuando el actor se presente por medio
de apoderado, éste deberá, además de constituir domicilio procesal, denunciar el domicilio real
de su mandante Es importante porque es el lugar donde se notifican ciertas resoluciones de ca-
rácter personalísimo.
2º) Nombre y domicilio de los demandados, si fueren conocidos; de lo contrario, las diligen-
cias realizadas para conocerlo, como los datos que pueden servir para individualizarlo y el
último domicilio conocido.
La mención precisa del nombre y apellido del demandado configura un requisito que se justifica
por la circunstancia de ser aquél el destinatario de la demanda y quien, como el actor, habrá de
quedar vinculado por la sentencia.
Si el actor no puede identificar al demandado, puede:
a- Pedir que el futuro demandado exprese como se llama.
b- Individualizar al demandado con otros datos que lo identifiquen plenamente.
c- En último caso recurrir a la citación por edictos, que procede cuando el demandado es per-
sona incierta o se ignora su domicilio.
3º) Designación precisa de lo que se demandare, con indicación del valor reclamado o su
apreciación, si se tratare de bienes patrimoniales. Cuando no fuere posible fijarlo con exacti-
tud se suministrará los antecedentes para su determinación.
33
Manual de Derecho Procesal Civil – Lino Enrique Palacio – Cap. XIV
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ción, debe indicarse con precisión la suma de dinero en que se estiman los daños; si la demanda
versa sobre un bien inmueble, el actor debe indicar concretamente su superficie, ubicación, lin-
deros; etcétera. La carga de precisar el monto reclamado admite excepción cuando al actor no le
fuese posible determinarlo al promover la demanda, sea por las circunstancias del caso o porque
la estimación dependiere de elementos aún no definitivamente fijados y la promoción de aquélla
fuese imprescindible para evitar la prescripción de la acción. Si existen dificultades en su indi-
vidualización, podrá hacerse uso de las medidas preliminares.
Tiene por finalidad la determinación de la causa {causa petendi), o sea la razón o fundamento
en cuya virtud la pretensión se deduce. Nuestras leyes procesales exigen la exposición circuns-
tanciada de los hechos que definen esa relación {principio de sustanciación). En el proceso es-
crito, en cambio, la fundamentación de la demanda constituye una exigencia derivada de la ín-
dole misma de aquel acto, respecto del cual no cabe la posibilidad de un perfeccionamiento
ulterior, pues a ello se opone la vigencia del principio de preclusión.
La "claridad" en la exposición de los hechos reviste fundamental importancia por cuanto esto le
permite al demandado que al contestar la demanda los acepte o rechace, con lo cual queda tra-
bada la litis:
Son las normas en que el actor fundamenta su pretensión, expuestas sucintamente, evitando
repeticiones. En la sentencia, el juez sólo debe atenerse a las alegaciones de hecho y a las peti-
ciones formuladas por las partes y no a las normas jurídicas que éstas hayan invocado en apoyo
de sus pretensiones o defensas. En lo que se refiere a la calificación jurídica de los hechos de la
causa, el juez es libre en la elección de la norma o normas aplicables en virtud del principio iura
novit curia (El juez conoce el derecho). Por lo tanto, ni la designación técnica de la pretensión
entablada, ni la mención de las normas pertinentes constituyen requisitos necesarios de la de-
manda, aunque ellas son sin duda convenientes para facilitar la función judicial y el mejor en-
cauzamiento del litigio.
Mediante la petición, por último, el actor concreta el objeto inmediato de la pretensión conteni-
da en la demanda. Ella debe plantearse "en términos claros y positivos" a fin de que pueda esta-
blecerse, con precisión, cuál es la clase de pronunciamiento judicial que se persigue. En la prác-
tica, la petición se formula al comienzo del respectivo escrito y se reitera en la parte final, a
modo de síntesis de las manifestaciones expuestas en la demanda. La ley no admite, en princi-
pio, las peticiones implícitas o genéricas
7º) La indicación de todos los medios de prueba de que el actor haya de valerse para demos-
trar los hechos y sus afirmaciones.
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Acompañará por separado la lista de los testigos, los pliegos de posiciones cuando los absolven-
tes se domiciliaren fuera de la provincia, y puntos a evacuar por peritos.
Presentará asimismo los documentos que obraren en su poder y si no los tuviere los individuali-
zará indicando su contenido, lugar, archivo, oficina pública, o persona en cuyo poder se encon-
traren.
A su vez, es preciso resaltar que el artículo 56, del CPCLR, señala los requisitos externos que
debe tener el escrito judicial, a saber:
En cuanto a la firma: artículo 57 dispone: “Los escritos serán firmados por los interesados o
sus apoderados y el letrado que los patrocinare. Si los primeros no supieren firmar, estampa-
rán en su lugar la impresión dígito pulgar derecha de cuya autenticidad será responsable el
abogado que suscriba el escrito como patrocinante”.
Todas las firmas en las que no se lea claramente el nombre y apellido de su autor, serán aclara-
das a continuación de las mismas. Si surgieran dudas sobre la autenticidad de una firma o im-
presión digital, el juez emplazará al interesado para que, en el término que se le fije al efecto,
comparezca a la secretaría a ratificarla, bajo prevención de tener por no presentado el escrito.
Artículo 58: “De todo escrito de que deba darse vista o traslado, de su contestación y de los
documentos con ellos agregados, deberán acompañarse tantas copias firmadas por el letrado,
como partes intervengan”.
• Ampliación: Puede tener lugar por un aumento del monto de lo reclamado, pero siempre
que vencieren nuevos plazos o cuotas relativas a misma obligación, y siempre que se haga
antes de que se dicte sentencia. También puede tener lugar por la producción o conocimien-
to de hecho nuevos.
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LA CONTESTACIÓN
RECONVENCIÓN.
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Las formas de presentación de los escritos por parte del abogado, puede estar dada en dos cate-
gorías, conforme a las normas de forma:
1)- Cuando el abogado actúa como patrocinante de su cliente, sin ejercer representación; Art.
20, C. P. C. L. R.
Con un sentido práctico, y en base a un ejemplo, en el caso de los escritos con patrocinio el
abogado y el cliente deben firmar la presentación;
Si el escrito judicial es presentado por el abogado mandatario con representación, solo lleva la
firma del letrado facultado para representar.
EL ABOGADO GESTOR
Conforme lo dispone el Art. 48 del C. P. C. C. N. el gestor es una figura considerara dentro del
marco de un proceso judicial, en situación excepcional.
En estas circunstancias el abogado gestor puede actuar y como lo expresa el Código Civil y
Comercial, en el Art. 1321 y 1789, en la siguiente condición:
Continuando con el desarrollo del Art. 48: C. P. C. N., el mismo expone que, “Cuando deban
realizarse actos procesales urgentes y existan hechos o circunstancias que impidan la actua-
ción de la parte que ha de cumplirlos, podrá ser admitida la comparecencia en juicio de quien
no tuviere representación conferida”.
Si dentro de los cuarenta (40) días hábiles, contados desde la primera presentación del gestor,
no fueren acompañados los instrumentos que acrediten la personalidad o la parte no ratificase la
gestión, será nulo todo lo actuado por el gestor y éste deberá satisfacer el importe de las costas,
sin perjuicio de su responsabilidad por el daño que hubiere producido.
En su presentación, el gestor, además de indicar la parte en cuyo beneficio pretende actuar, de-
berá expresar las razones que justifiquen la seriedad del pedido.
La nulidad, en su caso, se producirá por el solo vencimiento del plazo sin que se requiera inti-
mación previa.
La facultad acordada por este artículo sólo podrá ejercerse una (1) vez en el curso del proceso.
Obligatoriedad del patrocinio letrado: En toda actuación que se efectuare ante la justicia letra-
da, será obligatorio el patrocinio letrado. No se admitirá litigante alguno en audiencia que no
fuere acompañado de su respectivo abogado.
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Se tendrá por no presentado y se devolverá al firmante, sin más trámite ni recursos, todo escrito
que debiendo llevar firma del letrado no la tuviese (art 20 CPCLR).
1° La actividad Profesional Abogadil en las distintas ramas, se ha ido haciendo cada vez más
compleja, de tal modo que es prácticamente imposible la realización de cualquier tarea altamen-
te especializada, como lo es el Derecho, sin la intervención de personas idóneas para ello.
2° El deber del Estado de velar por la protección de los ciudadanos, pues la presentación ante la
Justicia, sin el profesional que asesore sobre cuestiones jurídicas, es lo mismo que querer ope-
rarse del estómago, uno personalmente, sin la concurrencia de un cirujano.
1° Los Jueces no proveen ningún escrito de demanda o excepciones, y sus respectivas contesta-
ciones, ni aquellos en que se promuevan incidentes, o se pida nulidad de actuaciones y, en gene-
ral, los que sustenten o controviertan derechos, ya sea en procesos de jurisdicción voluntaria o
contenciosa, si no llevan firma de Letrado. No se admitirán tampoco la presentación de pliego
de posiciones, ni de interrogatorios que no lleven firma de letrado, ni la promoción de cuestio-
nes de cualquier naturaleza, en las audiencias, ni su contestación, si la parte que las promueve o
contesta no está acompañada de letrado patrocinante.
SITUACIONES PARTICULARES
• El Patrocinio letrado en causa propia: al letrado en causa propia no se le puede imponer otro
patrocinio, porque se excederían los fines de la ley, ya que con sus conocimientos queda cu-
bierto el requisito, aunque no es conveniente litigar en la propia causa: “quien se patrocina
a sí mismo tiene a un tonto por cliente”.
• El Defensor Oficial, no requiere patrocinio Letrado, en virtud de ser un Profesional del De-
recho
REPRESENTACIÓN PATROCINIO
MANIFESTACIÓN EN LOS ESCRITOS
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ACTUACIÓN
✓ Actúa solo el Abogado, no hace falta la ✓ Actúan el cliente y el Abogado uno al lado del otro, van
presencia del cliente. 2 juntos de la mano.
Referir al estilo forense en el desempeño del ejercicio profesional del abogado, es señalar el
factor fundamental de su labor, su manera de expresarse, porque en ello refleja el “estilo”, es
decir, uso claro, preciso y culto del lenguaje, sea que se dirija en forma oral o escrita en todos
los actos del proceso, en que deba actuar.
Esta forma de obrar, hace a su aspecto particular en el trato de las relaciones profesionales con
los abogados de la contraparte, ante su cliente y frente a los magistrados, responsables de resol-
ver la situación controversial.
Esto significa que el abogado, tiene que abstenerse de locuciones indebidas, agraviantes, o inju-
riosas respecto a los magistrados y colegas en el marco o fuera del proceso, con el único fin de
influir en la decisión de la causa, como así también instar a crear un clima hostil entre las partes
comprometidas en la situación.
Según Ossorio34 la herramienta de nuestro oficio es la palabra, sea escrita o hablada. Está ac-
tualmente muy abandonada, y ese abandono nos desprestigia. El abogado es un escritor y un
orador: dos veces artista.
1. Historiador: Porque narrar no es fácil, hay que exponer lo preciso sin complicaciones usando
las palabras adecuadas y claras, ya que lo primero que necesita el juez es enterarse del caso por
ello es bueno explicarlo con acierto.
2. Novelista: Toda narración debe estar complementada con un toque que acentúe el hecho o
destaquen el tipo, lo cual tiene la finalidad de impactar.
3. Dialéctico: Para afrontar una tesis, interpretar la ley y defender la solución buscada, lo cual es
patrimonio de la lógica discursiva. Para ello se debe contar con el razonamiento, elección del
argumento más conveniente. Si el juez es corto en sus alcances, debemos meterle los argumen-
tos en la cabeza. Y si las ideas políticas que tiene son conocidas debemos procurar usar las pala-
bras adecuadas para no herirlas. Con relación a los hábitos y orientaciones sociales tratar de no
chocar con la idiosincrasia del juez, porque de lo contrario se corre un gran peligro, no solo el
abogado sino el pleito en sí.
Por ello es que no es recomendable entrar en el pleito desconociendo el temple del juez; hay que
saber quién es, ya que atacarlo o molestarlo solo por ignorar de quien se trata es para Ossorio
una tonta temeridad. Además otro consejo es manifestar pensamientos propios.
• La veracidad: debe ser la primera condición del hombre del foro. Es la primera y más esen-
cial condición de nuestro trabajo, porque solo a través de la verdad es que triunfa el bien.
34
Alma de la Toga – Ángel Ossorio – Pág. 67
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El juez no sabe sino lo que le contamos, no conoce más documentos que los que le presen-
tamos, por ello mentir en el debate no resulta eficaz, ya que además está nuestro adversario
para decir la verdad y desenmascararnos.
Otra cosa es alegar una razón de hecho o derecho que a nosotros mismos no nos convenza;
en ese caso habrá que producirse ante el juez con lealtad diciendo que de los fundamentos
expuestos, se tiene convicción respecto de algunos y de los otros se presentan dudas.
• La claridad: Todo el que habla o escribe, debe hacerlo para que los demás lo entiendan. Más
aun el abogado, porque las torpezas del escritor forense no las paga él con su descrédito,
sino que las sufre el cliente cuyo derecho no ha quedado manifiesto.
• El arte del abogado consiste en contar las cosas con sencillez para que el juez se sienta
atraído al caso aún sin ganas. Decir lo que se quiere con el menor número de palabras y
siendo estas claras para no menoscabar el sentido ni la eficacia del relato.
• La brevedad: Hay que exponer con brevedad, porque ella es el manjar preferido de los jue-
ces, que por su trabajo están cansados de oír historias que no les interesan.
• La amenidad: Utilizar algunas agudezas son cosas que animan los relatos, y pueden dar
eficacia a los argumentos.
La filosofía es algo común en todas las personas, porque si filosofar es buscar el íntimo porqué
de las cosas, no cabe duda de que ningún pleito es una monografía filosófica.
Ossorio aconseja a todo abogado sentirse historiador, novelista y dialéctico. Usar la veracidad,
la claridad, la brevedad y la amenidad. Amplificar estas cualidades porque la palabra hablada
consiente mejor que la escrita. Acentúen la pasión, que también al hablar tiene mejor acomodo
que al escribir. Y sientan el honor y el orgullo de ser abogados, que es una de las cosas más
grandes que en el mundo cabe ser.
• Ecuanimidad
Referirnos a la ecuanimidad implica, el modo de actuar de una persona, la forma de analizar o
calificar un hecho o una conducta, desde una óptica de neutralidad o imparcialidad.
• La objetividad:
La objetividad responde por ejemplo a exactitud, a verdad, a realidad. Por ejemplo si nosotros
decimos: “exactitud”: un ejemplo de ellos es, con un ejemplo muy sencillo, que dos más dos es
cuatro, es una exactitud matemática, es una lógica que no podemos cuestionar ni modificar.
Entonces la “objetividad” dentro del contexto del derecho significa la comprensión y la aplica-
ción de una realidad que se analiza, a una verdad que se comprueba y/o a una precisión lógica
racional que se comprenda desde el deber profesional del abogado en el sentido de las circuns-
tancias que le toca aplicar, o al menos exponer, el derecho.
• La prudencia
La prudencia es actuar en forma moderada, equilibrada, con cautela frente a aquellas circuns-
tancias que nos toca vivir como profesionales en ejercicio de nuestra labor.
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Desde un punto de vista práctico la prudencia es una virtud, que tiene que ver con aquella dispo-
sición moral interna individual de cada uno de nosotros que nos impone una conducta determi-
nada, obrar con rectitud.
Por lo tanto estos tres aspectos son esenciales en el ejercicio de la profesión. Si analizamos y
nos miramos a nosotros mismos y decimos: “yo estoy actuando como profesional” ya sea que
estemos presentando una demanda o introduciendo pruebas o cualquier otra actividad y voy a
encontrar esas tres cuestiones presentes en mí, la objetividad que tengo que tener, la prudencia,
la ecuanimidad o sea como voy a enfocar críticamente esa situación. Y esto nos lleva a obrar
con rectitud. Verdad, realidad, exactitud, todo eso trae como consecuencia estos aspectos que
acabamos de ver.
LA LOGICA
Si miramos a la sentencia desde un punto formal, podemos decir que la misma se estructura
como un silogismo lógico. Cuando decimos razonamiento lógico, nos referimos a la lógica cien-
tífica, ya que la lógica es una ciencia del razonamiento correcto y la misma nos brinda princi-
pios, reglas.
“los jueces deben resolver las causas con fundamentos lógicos y legal”
Por ello la motivación debe ser lógica, pero no desde un punto de vista formal, sino en sentido
de razón del juicio de la sentencia, en lo relativo a la valoración de las pruebas y determinación
de los hechos demostrados por ellas. Los hechos se demuestran mediante los elementos probato-
rios, su selección, valoración, y determinación de las conclusiones fácticas que de ello se infie-
ren, el derecho está constituido por las reglas legales que deben presidir el razonamiento del
juzgador. Este último es el ámbito que corresponde a la casación.
• Sistema de la Prueba legal o tasada: este sistema establece las condiciones necesarias para
que el juez se dé por convencido de la existencia del hecho que se investiga (casos de testi-
monio de persona de buen nombre) o las situaciones en las que no se pueden dar por con-
vencidos (casos de ausencia del cuerpo del delito).
• El sistema de la íntima convicción: en este sistema la ley no establece regla alguna para la
apreciación de las pruebas y el juzgador es libre de convencerse, según su íntimo parecer, de
la existencia o inexistencia de los hechos de la causa, valorándolos según su leal saber y en-
tender. No existe en este sistema la obligación de fundamentar la decisión y esa es justa-
mente la falla del sistema: la falta de motivación.
• Sistema de la libre convicción o la sana critica racional: este sistema pregona la valoración
de hechos y situaciones fáctica, conforme a leyes fundamentales de la lógica, la psicología y
la experiencia social que el juez debe respetar para asegurar la certeza de sus afirmaciones y
la justicia de sus decisiones. Este sistema tiene recepción en todos los códigos de procedi-
miento.
Con este queremos llegar al punto de afirmar que saber, conocer y entender los postulados lógi-
cos es fundamental para fundamentar una sentencia; y no solo ello, sino que también permitirá a
los que profesen el ejercicio abogadil saber fundamentar correctamente sus escritos.
La palabra lógica proviene del término griego logos que significa razón, palabra, buen sentido,
también se refiere a inteligencia. Por lo general cuando queremos decir que una expresión es
35
Derecho Procesal Penal – Carlos Alberto Chiara Diaz – Pag 8, 9, 10 y 11
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Copi expresa “que el estudio de la Lógica es el estudio de los métodos y principios usados para
distinguir el razonamiento correcto del incorrecto”. Naturalmente esta definición no pretende
afirmar que solo es posible razonar correctamente si se ha estudiado lógica.
La Lógica subyace a toda actividad científica, sin interesarse de los objetos que estudia. Es un
instrumento de la actividad científica y por ello se dice que es una propedéutica, es decir una
preparación para la misma. La persona que ha estudiado Lógica tiene mayores posibilidades de
corrección en su razonamiento porque conoce los principios generales y reglas implicadas en
esta actividad. Así se considera un arte y una ciencia, teórica y práctica, una parte tradicional de
su estudio consiste en el examen y el análisis de razonamientos incorrectos.
Jacques Maritain afirma que “Lógica estudia la razón misma en cuanto es instrumento de la
ciencia o modo de adquirir y poseer lo verdadero”. Este autor la define “el arte que dirige el
acto mismo de la razón, es decir que nos permite progresar con orden, fácilmente y sin erro en
el acto mismo de la razón”:
Los nexos lógicos son objetos que solo tienen sentido cuando acompañan o relacionan cierta
categoría de objetos, por sí mismos no tienen sentido. Estos nexos lógicos pueden ser las cons-
tantes lógicas, por ej.: y, o, etc. Pero no siempre se expresan con términos, sino que surgen de
los mismo objetos que integran el conjunto base, por ejemplo el orden que tienen las letras en
una palabra, ella es una estructura atento al orden de las letras y la disposición de sus elementos
expresan el neo lógico.
DIVISION DE LA LOGICA
Dijimos que la lógica estudia relaciones porque pensar es establecer relaciones y las ciencias se
proponen establecer relaciones entre los objetos que cada una de ellas estudia. Hay por ello una
lógica que podríamos llamar general que estudia los razonamientos correctos y una lógica que
llamaríamos especial de cada tipo de ciencia en cuanto cada una de ellas establece cierto tipo de
relaciones, no es lo mismo las relaciones que se establecen entre los objetos de estudio de la
Historia y las que se establecen con el objeto de estudio de la Matemática, el estudio de esas
formas de razonamiento es también objeto de la lógica, por ello se divide en
Lógica Aplicada o Material: que estudia las estructuras del pensamiento científica (o del razo-
namiento).
Como todas la ciencias estudian relaciones particulares podría pensarse que todas las ciencias
presuponen la Lógica. Que es ciencia de la relaciones. No es así, ninguna ciencia presupone la
ciencia de Lógica, lo que toda ciencia presupone es el hecho lógico, y y toda ciencia necesita de
la Lógica cuando quiere justificar la legitimidad de las relaciones que establece.
OBJETO DE LA LÓGICA
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La primera de las estructuras del pensamiento llamado concepto, suele definirse como la
aprehensión intelectual de un objeto, también como el pensamiento de la estructura de un obje-
to. Por ejemplo: si expresamos: gato, perro, decimos algo: una significación, esta no necesaria-
mente tiene la totalidad de las notas características de lo que sindicamos, sino solamente algunas
consideradas esenciales para que sea tal objeto de conocimiento. Esas notas esenciales son las
que se hacen explicitas cuando definimos dicho objeto. Pero el concepto es el pensamiento de
una estructura, de una relación.
La segunda estructura del pensamiento que hemos mencionado es el Juicio, también es el pen-
samiento de una relación, esta relación se da entre conceptos, pero esta relación es siempre una
afirmación, por eso necesariamente el juicio es verdadero o falso. El concepto no es verdadero
ni falso.
Por otra parte podemos afirmar que el concepto lo consideramos aislado solo por razones didác-
ticas, sin embargo el concepto es un elemento del juicio y se da dentro del mismo. Por ello la
unidad lógica es el juicio y no el concepto.
Por ultimo nos encontramos al analizar nuestra forma de pensar, con otras estructuras significa-
tivas, que no están formadas por la relación de conceptos sino por la relación entre juicios, lla-
mada razonamiento.
El razonamiento es una estructura, una relación en la que uno de los juicios (llamado conclu-
sión), deriva de otro u otros llamado premisa. Un juicio deriva de otro u otros cuando su verdad
queda afirmada en virtud de la verdad del otro u otros.
Un razonamiento no es una mera colección de proposiciones, sino que tiene una estructura. Al
describir esta estructura se emplean comúnmente los términos: premisa y conclusión. La con-
clusión de un razonamiento es la proposición que se afirma sobre la base de las otras proposi-
ciones del mismo, y a su vez estas proposiciones de las que se afirma que ofrece la razón, o las
razones para aceptar la conclusión son las premisas del razonamiento.
Para otros razonamientos significa conjunto de oraciones y sus consecuencias, pero es impreciso
porque la oración y su estructura es estudiada por la gramática, los lógicos estudian el juicio.
CONCEPTO
Habíamos afirmado que el concepto es la estructura de un objeto, expresa algo de existencia real
o ideal, en el primer caso cuando la mención no solo se queda en su significación sino hay algo
en la totalidad del mundo en cual se encuentra, se refieren a algo de la realidad por ej.: flores,
patos, el caballo blanco de San Martin, pueden referirse al pasado, al presente o al futuro. Los
otros son conceptos ideales, solo existen en la mente del hombre.
CLASES DE CONCEPTO
Simples y completos: es simple cuando el concepto se emite en un término como una emisión
del pensamiento por ej.: lápiz. En cambio es complejo cuando está formado por varias palabras
pero se refieren a una misma estructura por ej.: aviador experto en batallas.
Positivos, negativos y privativos: los conceptos positivos son los que indican un ente o cualidad
y los negativos indican la ausencia de ese ente o cualidad, ejemplo: negro-no negro, ente-no
ente, moral-amoral. Los privativos indican una ausencia donde hubiera podido darse una pre-
sencia. Ej.: sordo, ciego, manco, etc.
Individuales y generales: son individuales aquellos cuya extensión se limita a un solo objeto,
por ej.: Napoleón Bonaparte. También se refiere al conjunto de individuos pensado como con-
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junto también individual. Ej.: el sistema solar, el parlamento argentino, etc. Son conceptos
generales los que abarcan a todos los individuos de una clase considerados individualmente.
Ej.: hombre, estudiante, tren, etc.
EL JUICIO
La unidad Lógica es el juicio, es decir la operación del espíritu por la cual unimos al afirmar en
positivo y separamos al afirmar en negativo, cuando se determina lo que es.
El juicio es una afirmación y como tal es necesariamente verdadero o falso, esto de acuerdo a la
lógica tradicional que es bivalente, es decir considera solo dos valores: verdad y falsedad. Aten-
to a lo expresado una pregunta, no es juicio porque ella no es ni verdadera no falsa, por la mis-
ma razón una exclamación no es un juicio, tampoco lo es una orden.
Por ejemplo: el gato es un mamífero. Es un juicio verdadero porque unimos en nuestra afirma-
ción lo que en la realidad está unido, afirmamos en positivo.
El juicio es una relación enunciativa entre conceptos: en su estructura relacionamos tres elemen-
tos, los elementos relacionados se llaman conceptos y el elemento relacionante se llama copula.
Los conceptos cumplen las funciones de sujeto y predicado.
Copula: es
Predicado: viviente
El juicio se simboliza: S es P.
Calidad:
Cantidad:
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• Singulares (el S. incluye un solo individuo determinado o de una clase considerada glo-
balmente, por ello se lo considera universal) Este S es P. S es P.
Modalidad: en el juicio afirmamos (positivo o negativo) lo que es: como una relación fuerte o
débil.
Relación: la relación enunciativa entre conceptos puede estar sujeta a una condición.
Juicios Analíticos: son aquellos en que el sujeto contiene implícitamente al predicado, el predi-
cado hace explicito lo que está implícito en el sujeto. Ej.: el triángulo es una figura.
Juicios Sintéticos: son aquellos en que el sujeto no contiene el predicado, el predicado agrega
algo al sujeto.
PRINCIPIOS LOGICOS
Toda ciencia parte de ciertos principios, ellos son juicios, afirmaciones sin las cuales es imposi-
ble construir el sistema de relaciones en que consiste cada ciencia. Estos principios son consi-
derados por los racionalistas como evidentes en sí mismos, para los empiristas son convencio-
nales, pero son punto de partida forzoso para construir el sistema de relaciones, al que recurre
cada ciencia para llegar a la verdad.
Estos principios ni tienen, ni necesitan demostración, son origen del conocer y por lo tanto los
cimientos del edificio lógico.
Principio de Identidad
Para Aristóteles se basa en la unidad del ser, la noción de ente de algo, de cosa es primerísima
de todas y la que en todas las afirmaciones se supone, por ello se lo considera el primero.
También puede hablarse de la identidad de dos cosas, bajo alguno de sus aspectos, por ejem-
plo tienen el mismo color.
El primero señala una identidad total y el segundo una identidad parcial. Se reducen a la for-
mula A es igual a A. De la interpretación de la identidad deduzco su valor lógico, es lógicamen-
te verdadero.
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Formulación ontológica es imposible que una cosa sea y no sea al mismo tiempo y en el mismo
sentido.
Se expresa así respecto a las cosas. Ejemplo: es imposible que una figura sea una triangulo y no
sea un triángulo (si yo sé que una de estas afirmación con respecto a la cosa es verdadera, la
otra necesariamente es falsa). El principio de contradicción dice que una cosa no es dos cosas.
Formulación lógica tradicional: dos juicios contradictorios entre si no pueden ser ambos ver-
daderos.
En toda contradicción hay una falsedad, la contradicción implica también puede aparecer en
un mismo juicio. Ejemplo: cuando afirmamos: el triángulo no es una figura. La contradicción es
razón de invalidez de un razonamiento.
Formulación ontológica: una cosa o bien tiene un propiedad o bien no la tiene y no hay una
tercera opción.
Formulación lógica tradicional: dos juicios contradictorios entre si no pueden ser ambos falsos.
Dados dos juicios contradictorios entre si aun cuando no sepamos cuál de los dos es verdadero
al menos uno de ellos de be serlo, no pueden ser los dos falsos.
CASACION PENAL
En líneas generales, y conforme al régimen adoptado por la mayoría de los ordenamientos pro-
cesales vigentes en nuestro país, cabe definir36 a la casación como el recurso encaminado a en-
mendar las deficiencias que afectan al juicio de derecho, contenido en la sentencia o resolución
legalmente equiparable a ella, o a específicos requisitos procesales que condicionan la validez
de esos actos decisorios
La casación tiene, asimismo, efecto suspensivo en cuanto obsta a la ejecución de la resolución
impugnada, y en determinados casos, efecto extensivo.
REQUISITOS SUBJETIVOS
SUJETOS ACTIVOS
36
Los Recursos en el Proceso Penal - Lino Enrique Palacio – Cap. V
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Con las limitaciones que se señalarán más adelante, cualquiera de las partes se halla facultada
para interponer el recurso de casación. Como acontece con todo recurso, debe concurrir interés
directo en su interposición (CPPN, art. 432), de modo que aquél sería inadmisible, v.gr., si me-
diando recurso acusatorio, el procesado lo fundara en la prohibición de la reformatio in peius, o
si se cuestionara la validez de un testimonio que careció de toda gravitación en el contenido del
pronunciamiento recurrido; o si quien impugna el sobreseimiento directamente dispuesto por la
cámara de apelaciones omitiera indicar cuáles hubiesen sido los argumentos que la parte acusa-
dora particular se habría visto privada de exponer ante los jueces, ni de qué forma esos argu-
mentos hubiesen provocado una decisión distinta a la que se cuestiona; o si, habiéndose acorda-
do el trámite del juicio abreviado (CPPN, art. 431 bis), el imputado se agraviara a raíz de la
imposición de una pena igual o menor a aquélla con la cual prestó oportuna conformidad. El
agravio que sustenta el recurso debe asimismo subsistir en oportunidad del pronunciamiento,
por cuanto las sentencias deben ceñirse a las circunstancias existentes al momento en que ellas
se dictan, aunque sean sobrevinientes a la fecha en que la impugnación se dedujo
RESOLUCIONES RECURRIBLES
Desde el primero de los mencionados puntos de vista prescribe el art. 457 del CPPN que, "ade-
más de los casos especialmente previstos por la ley y con las limitaciones establecidas en los
artículos siguientes, podrá deducirse este recurso contra las sentencias definitivas y los autos
que pongan fin a la acción o a la pena, o hagan imposible que continúen las actuaciones o de-
nieguen la extinción, conmutación o suspensión de la pena37”
Por sentencia definitiva corresponde entender a aquella que, una vez agotado el debate, se pro-
nuncia sobre el fondo del asunto (penal o civil o ambos) y, con prescindencia de su contenido
(condena, absolución o imposición de una medida de seguridad), goza de eventual aptitud para
adquirir eficacia de cosa juzgada. Conforme al régimen estructurado por el CPPN, tales senten-
cias pueden provenir de los tribunales orales en lo criminal, de los tribunales orales federales en
lo criminal, de los tribunales orales en lo penal económico, de los tribunales de menores y de los
juzgados en lo correccional (ordinarios o federales) y de menores.
Son autos que ponen fin a la pretensión el de sobreseimiento, sea que se dicte durante la instruc-
ción o en la etapa destinada al cumplimiento de los actos preliminares del juicio
(CPPN, arts. 334,336 y 361) y cualquiera sea la causal en que se funde, y el que hace lugar a
una excepción perentoria (cosa juzgada, renuncia del ofendido, prescripción y amnistía), en
cuyo caso corresponde sobreseer en el proceso,
Ponen en cambio fin a la pena aquellos autos que, con fundamento en la concurrencia de las
causales contempladas en los arts. 61, 65 y 69 del CP relativos, respectivamente, a la amnistía, a
37
CPPLR - Artículo 495- El recurso de casación procede contra las sentencias definitivas y los autos
que pongan fin a la acción, o hagan imposible su continuación, o denieguen la
conmutación, suspensión o declaración de extinción de la pena, y siempre que exista
alguna de las siguientes causas.
1) Cuando se haya incurrido en violación o aplicación falsa o errónea de la ley sustantiva.
2) Cuando se hayan violado principios fundamentales relativos a la oralidad o publicidad
de los debates.
3) Cuando no se hayan observado las normas que este Código establece bajo pena de
nulidad, caducidad o inadmisibilidad, siempre que, el recurrente haya reclamado
oportunamente la subsanación del defecto, siendo ello posible, o hecho protesta de
recurrir en casación, salvo el caso de nulidad absoluta.
4) Cuando en la apreciación de las pruebas haya habido error de derecho, o error de
hecho, si este último resulta de documentos o actos auténticos que demuestren la
equivocación evidente del juzgador.
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Entre los autos que deniegan la extinción de la pena se encuentran comprendidas las resolucio-
nes que contienen pronunciamiento negativo respecto de las causales más arriba recordadas,
siendo del caso puntualizar que, en lo que respecta a la conmutación de la pena, son aplicables
las consideraciones arriba desarrolladas en relación con el indulto (CN, art. 99, inc. 5°).
Son finalmente autos que se pronuncian sobre la suspensión de la pena los que versan sobre la
libertad condicional y la deniegan (CP, arts. 13, 14 y 15)
MOTIVOS DE CASACIÓN:
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Mauro L. Zárate Tamara Anahí Arias
TIEMPO
En cuanto al tiempo, el recurso analizado debe interponerse dentro del plazo de diez días
computado desde la notificación de la resolución que se intenta impugnar.
El artículo 496 del CPPLR establece que “El término para la interposición de este recurso será
de diez días constados desde la notificación del auto o sentencia. Sin embargo, si los que pue-
den deducirlo no manifestaran en el acto de notificarse o dentro de los tres días de la notifica-
ción su propósito de interponerlo, el auto o sentencia quedarán consentidos”.
FORMA
1. FORMAS EXTRÍNSECAS
Por lo que concierne a este tipo de formas, corresponde ante todo señalar que el recurso de casa-
ción debe interponerse inexcusablemente por escrito (CPPN, art. 463) , aun cuando se dirija
contra una sentencia dictada en un juicio sustanciado mediante la utilización del lenguaje oral.
El escrito no puede sustituirse por cualquier otro medio de comunicación como puede ser, v.gr.,
un telegrama 6 ni, desde luego, mediante una simple diligencia documentada en el expediente,
si bien no es necesaria la presentación personal del escrito por el recurrente, que a tal fin puede
valerse de un tercero e inclusive del correo, siempre que adopte las precauciones necesarias para
que el escrito ingrese al tribunal dentro del plazo legal.
El escrito, además, debe llevar firma de letrado, aunque no es exigible una particular idoneidad
técnica por parte de aquél. Si bien, por otra parte, el requisito de que se trata es también extensi-
vo al imputado a quien, sin contar con título profesional, se ha autorizado a defenderse perso-
nalmente (CPPN, art. 104), la norma no se refiere a un nuevo y especial patrocinio, de manera
que se hallan habilitados para firmar el escrito el defensor del imputado, el representante del
ministerio público y los mandatarios del actor civil
y del civilmente demandado
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2. FORMAS INTRÍNSECAS
El CPPLR condensa lo atinen a las formas intrínseca expresando:
“El recurso de casación se interpondrá ante el tribunal que dictó la resolución impugnada por
medio de escrito con firma de letrado, citando concretamente las disposiciones legales que se
consideren violadas o erróneamente aplicadas y expresando cuál es la aplicación que se pre-
tende.
En el segundo supuesto del inciso 4, del artículo 495, deberán acompañar asimismo los instru-
mentos en que se funda, y si ello no fuera posible, mencionarse el lugar en que se encuentran.
Cada motivo se expresará separadamente. Fuera de esta oportunidad no podrá alegarse ningún
otro”.
A dicho tribunal le está en cambio vedada la posibilidad de pronunciarse sobre el mérito o fun-
dabilidad del recurso, o sea acerca de si el motivo, formalmente planteado en forma correcta,
existe o no desde el punto de vista sustancial 28. Conforme a ese criterio se ha resuelto que el
art. 464 del CPPN, confiere al tribunal de mérito la tarea de efectuar una primera revisión del
recurso a fin de examinar si en su interposición se han observado los requisitos formales esta-
blecidos en el art. 463, y de impedir el progreso del trámite cuando la improcedencia del recurso
es clara, de manera que dicho órgano participa en la habilitación de la instancia superior en la
medida en que el mismo código prevé y no en la de convertirlo (como erróneamente se conside-
ró en el caso) en juez de sus propios fallos 29.
Aun en el supuesto de que el juicio de admisibilidad sea positivo, tal decisión no vincula, natu-
ralmente, al tribunal de casación, que en su calidad de definitivo juez del recurso se halla facul-
tado para declararlo inadmisible y, por ende, mal concedido en cualquier momento del procedi-
miento, o sea con anterioridad al plazo de oficina, antes o con posterioridad a la audiencia para
informar e inclusive en oportunidad de dictar la sentencia definitiva (CPPN, arts. 444 y 465) 3°.
En los dos primeros casos contra la resolución del tribunal de casación es admisible el recurso
de reposición en virtud de haber sido aquélla dictada sin previa sustanciación (CPPN, art. 446).
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Cabe aclarar que el eventual adherente no sólo debe indicar los motivos sino que además debe
fundamentarlos en los términos del art. 463 del CPPN.
En lo que atañe a la remisión de los autos, debe entenderse que involucra a la causa principal y a
sus incidentes.
4. EL DEBATE ORAL
Vencido el plazo destinado a la ampliación de fundamentos el presidente del tribunal debe fijar
audiencia para informar con intervalo no mayor de diez días, y señalar asimismo el tiempo de
estudio para cada miembro de la cámara (CPPN, art. 465, párr. 2°). Esta última previsión en-
cuentra fundamento en la conveniencia de que, con anterioridad al acto de la audiencia, los inte-
grantes del tribunal se encuentren suficientemente compenetrados de los motivos del recurso y
de las razones que los respaldan.
Si bien la fijación de dicha audiencia es insoslayable, de lo prescripto en el art. 468 del CPPN,
en el sentido de que "no será necesario que asistan y hablen todos los abogados de las partes" se
sigue, por un lado, la posibilidad de que el acto no se realice ante la incomparecencia de todas
las partes 4i y, por otro lado, que la inasistencia de cualquiera de los recurrentes no autoriza a
tenerlos por desistidos de sus impugnaciones.
En el supuesto de que el recurrente concurra a la audiencia debe asumir la carga de mantener en
ella los motivos en que fundó el recurso, inclusive a través de la actitud consistente en remitirse
a los fundamentos desarrollados en el escrito de interposición de aquél 43. Pero el total silencio
guardado en la audiencia o la falta de ratificación de algún motivo oportunamente articulado
determinan la deserción total o parcial del recurso ^4.
No procede, desde luego, que en la audiencia se aduzcan motivos de casación no articulados en
oportunidad de interponerse el recurso, pero durante el desarrollo del acto pueden refutarse los
fundamentos de los motivos expuestos por la contraparte en la referida oportunidad o en el es-
crito de ampliación de fundamentos 45.
Siempre, por lo demás, que no resulten alterados los motivos en los que se apoyó la impugna-
ción, el o los recurrentes se hallan facultados para completar, ampliar e, inclusive, sustituir por
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otros los fundamentos esgrimidos respecto de aquéllos en los escritos mencionados en los arts.
463 y 466 del CPPN.
Si bien en la audiencia analizada no se halla prevista la producción de pruebas, tal contingencia
debe estimarse admisible frente a circunstancias excepcionales, particularmente relacionadas
con la invocación de vicios inprocedendo (v.gr., invocación de la falsedad de un acto) 46. El
Código de la Provincia de Buenos Aires prevé explícitamente esa posibilidad y requiere que la
prueba se ofrezca en la oportunidad de interponerse el recurso (art. 457). En el régimen del
CPPN cabe en cambio que el tribunal disponga de oficio la recepción de pruebas en los térmi-
nos del art. 388.
En cuanto al procedimiento aplicable al debate, el art. 468 del CPPN requiere ante todo la asis-
tencia, al acto, de todos los miembros de la CNCP que deben dictar sentencia 47.
Abierto el acto por el presidente de la sala, "la palabra será concedida primero al defensor del
recurrente, pero si también hubiere recurrido el ministerio fiscal y el querellante, éstos hablarán
en primer término y en ese orden. No se ad mitirán réplicas, pero los abogados de las partes
podrán presentar breves notas escritas antes de la deliberación" .
La norma transcripta acuerda, por lo tanto, al recurrente que habló en primer término la posibi-
lidad de controvertir, a través de la presentación de "breves notas escritas", los argumentos desa-
rrollados por la parte que hizo uso de la palabra con posterioridad a su exposición. Pero no se
trata en modo alguno de un alegato, ni en tales notas cabe, como es obvio, la invocación de nue-
vos motivos de casación.
5. DELIBERACIÓN
Terminada la audiencia, los jueces, de acuerdo con lo proscripto en el art. 469, párr. 1° del
CPPN, deben pasar a deliberar conforme al art. 396, es decir en sesión secreta a la que sólo pue-
de asistir el secretario y observar, en cuanto fuere aplicable, el art. 398 ".
Agrega el art. 469 que "cuando la importancia de las cuestiones a resolver lo aconseje, o por lo
avanzado de la hora, la deliberación podrá ser diferida para otra fecha"
En la práctica, sin embargo, el acto posterior a la celebración de la audiencia es el sorteo del
expediente a fin de determinar el juez que debe expedirse en primer término, y la deliberación
gira eventualmente sólo en torno a la fijación de los temas que fueron materia de recurso y al
orden en que deben decidirse.
Sentencia
La sentencia debe dictarse dentro de un plazo máximo de veinte días (CPPN, art. 469, párr. 3°)
computado desde la fecha de la celebración de la audiencia.
Una vez redactada la sentencia, el tribunal se constituirá nuevamente en la sala de audiencias,
luego de ser convocadas las partes y los defensores, y el presidente leerá aquélla ante los que
comparezcan, con lo que se la tendrá por notificada
(CPPN, art. 400).
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HONORARIOS
La concepción tradicional define el honorario en general38 como el gaje, sueldo o estipendio que
se da a alguien por su trabajo, es decir la retribución que se concede en recompensa de ciertos
servicios. Preferimos nosotros este último concepto que habla de retribución, pues refleja más
exactamente la naturaleza concreta de instituto: es el pago que se da por un servicio determina-
do.
El ejercicio de la abogacía es desde hace mucho tiempo un trabajo que ha de servir como medio
de vida o fuente legitima de ingresos para quien la profese. Configura además un servicio su-
mamente necesario y útil en la sociedad moderna, que exige gran dedicación y esfuerzo; y que
por regla de justicia conmutativa corresponde que sea remunerado. No es suficiente ya, como lo
fue en otros tiempos el solo honor que depara defender una justa causa. Es más, la no percep-
ción de honorarios constituye un ilícito a la ley penal que en su art. 159 expresa:
“Será reprimido con multa de dos mil quinientos a treinta mil pesos, el que, por maquinaciones
fraudulentas, sospechas malévolas o cualquier medio de propaganda desleal, tratare de des-
viar, en su provecho, la clientela de un establecimiento comercial o industrial.”
Todo esto en virtud de que la labor abogadil siempre se presume onerosa (art 1. Ley 4170).
Constituye un deber moral para todo abogado abstenerse de pactar una suma que esté por enci-
ma de la responsabilidad asumida y el trabajo que le demandara la causa, como así también
evitar el menosprecio que supone pactar los honorarios subestimando los parámetros aludidos.
Asimismo el abogado debe, medir la complejidad, las horas de estudio que preparación insuma,
la variedad de bibliografía indispensable de consultar, las dificultades de la negociación extraju-
dicial, la novedad jurídica que representa el caso, la cantidad de partes intervinientes, la canti-
dad y tenor de los escritos que necesariamente se deben presentar, el número de audiencias, etc.
Art. 4º.- Al dictarse sentencia, en todos los casos y siempre que fuere posible, se fijará y regula-
rá el honorario respectivo de los abogados y procuradores de ambas partes, aunque no lo hu-
bieren pedido.-
Art. 6º.- En los procesos de conocimiento en que demanden sumas de dinero o bienes suscepti-
bles de apreciación pecuniaria, el honorario del abogado por las actuaciones de instancia úni-
38
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ca hasta la sentencia, se fijarán teniendo en cuenta el monto por el cual prospere la demanda,
sobre el cual se aplicará un porcentaje que oscile entre el 10 y el 20% de aquel, según prudente
arbitrio del juez.- Ningún honorario podrá ser inferior a 10 jus
Por otra parte también pueda darse el caso de que los honorarios se deban estimar en función de
los intereses económicos comprometidos. De ello se ocupa nuestra ley de honorarios que esta-
blece:
Art. 9º.- Para la determinación del monto del juicio se tendrán en cuenta las siguientes reglas:
a) Cuando se trate de juicios sobre bienes inmuebles o derechos sobre los mismos, si no han
sido tasados en autos, se tendrá como cuantía del asunto la valuación fiscal al momento en que
se practique la regulación, incrementada en un veinte por ciento (20%). Si el profesional consi-
dera inadecuado este valor hará una estimación del valor real que le asigne al inmueble, de la
que se correrá traslado por cédula a quienes se encuentran obligados al pago de los honorarios
a regularse. En caso de oposición, el valor se determinará en base a la tasación efectuada por
un perito único designado por el tribunal, la que deberá ponerse de manifiesto por cinco (5)
días a los fines que las partes formulen las observaciones pertinentes.- Si el valor que asigne el
juez fuera más próximo al propuesto por el profesional que el que hubiera propuesto el obliga-
do, las costas de la pericia serán soportadas por este último; en el caso contrario serán a cargo
del profesional; y en caso de que se fijare un valor medio entre aquellos, las costas serán so-
portadas por partes iguales. En ningún caso los honorarios del perito superarán el veinte por
ciento (20%) de los honorarios fijados para el profesional interviniente en el juicio. Cuando la
cuestión litigiosa se refiere a la “posesión” de los inmuebles, el Dto Ley 4170 honorario se
fijará aplicando la mitad de los porcentuales previsto en el art. 6º.-
b) Cuando se trate de juicios sobre muebles, semovientes o automotores, se tomará como cuan-
tía del asunto el valor que surja de autos, sin perjuicio de efectuarse la determinación estable-
cida en el inciso anterior y por el mismo procedimiento.
d) Cuando el juicio verse sobre derechos creditorios, se tendrá en cuenta el valor consignado
en las escrituras o documentos respectivos, deducidas las amortizaciones normales previstas en
los mismo o las extraordinarias que justifique el interesado.-
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g) Cuando el juicio trate sobre dinero, créditos u obligaciones expresados en moneda Extranje-
ra, se estará al valor de plaza conforma al tipo de cambio más elevado que establezcan las
autoridades pertinentes.-
h) En los juicios que versen sobre el derecho de usufructo o sobre la nuda propiedad, se De-
terminará el valor de los bienes conforme a las normas de este artículo, disminuyéndoselo en
un cincuenta por ciento (50%).-
i) En los juicios sobre derecho de uso y habitación, el monto serán evaluado en el doce por
ciento (12%) anual del valor del bien respectivo, justipreciado según las reglas de este artículo
y el resultado se multiplicará por el número de años por el que se transmite el derecho, no pu-
diendo exceder en ningún caso el cien por ciento (100%) de aquél.-
j) Si el juicio tiene por objeto bienes sujetos a agotamiento, minas, canteras y similares, se de-
terminará el valor por el procedimiento previsto en el inc. b) del presente artículo.-
k) Igual procedimiento que el del inciso anterior, se observará en los juicios sobre concesiones,
derecho, marcas y privilegios.-
Asimismo y a título de mención obligada nuestra ley de honorarios divide el proceso en etapas
previendo la posibilidad de que intervengan varios letrados en un solo proceso.
Art. 2º Cuando en un juicio actuaran distintos profesionales en las labores de letrado patroci-
nante o apoderado, corresponderá al primero, las dos terceras partes de los honorarios y al
segundo, la tercera parte restante, salvo que se hubiere convenido otra proporción entre los
profesionales y la manifestaren en el proceso. Cuando actuare un solo abogado sea que lo haga
como letrado apoderado o solo como letrado patrocinante, le corresponderá la totalidad de los
honorarios que resulten de la aplicación de la presente ley.
Art. 3º.- Cuando intervengan varios abogados o procuradores por una misma parte, se conside-
rará como un solo patrocinio o representación. Si la actuación fuere sucesiva, el honorario se
fijará en proporción a la importancia jurídica de las respectivas intervenciones y a la labor
desarrollada por cada uno.-
Art. 11º.- Los procesos sucesorios, se consideran divididos en tres (3) etapas. La primera com-
prenderá el escrito inicial; la segunda, las actuaciones posteriores hasta la declaratoria de
herederos o la aprobación de testamentos; la tercera, los trámites posteriores hasta la termina-
ción del proceso.-
Art. 12º.- Los honorarios del perito en las operaciones del inventario, avalúo y partición, serán
fijados para cada uno de ellos, en un DOS POR CIENTO (2%) del monto de la sucesión.-.
Art. 13º.- Por las actuaciones en el Superior Tribunal, se regulará entre el 30 al 40% del hono-
rario correspondiente a instancia única. Si la sentencia recurrida fuera revocada en todas sus
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partes a favor del concurrente, el honorario de su letrado se fijará en el 40%.- Cuando el tribu-
nal de alzada revoque total o parcialmente la sentencia, deberán modificarse las regulaciones
de la instancia única conforme al resultado del juicio.-
Instituyese con la denominación de “jus” la unidad de honorario profesional del abogado o pro-
curador, que representará el uno por ciento (1%) de la remuneración total asignada al cargo del
juez de Cámara en lo Civil, Comercial y de Minas. A partir de agosto del presento año el valor
del JUS es de $701,98.
Art. 15º.- Sin perjuicio del sistema porcentual establecido en las disposiciones precedentes los
honorarios mínimos que corresponden percibir a los abogados y procuradores por su actividad
profesional resultarán del número de “jus” que a continuación se detalla:
l. Divorcios 60 jus
3. Adopciones 20 jus
10. Autorización para ejercer el comercio y trámites similares ante el Registro Público de Co-
mercio 8 jus
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II- Juicios correccionales: defensa, 22 jus; con pruebas producidas, 25 jus; falta de mérito, 30
jus; sobreseimiento definitivo, 40 jus.
III- Juicios criminales: defensa, 30 jus; con pruebas producidas, 35 jus; falta de mérito, 50 jus;
sobreseimiento definitivo, 60 jus .
Art. 16º.- En los juicios criminales y correccionales cuyo monto puede apreciarse pecuniaria-
mente, el honorario del letrado se regulará aplicando la escala del art. 6º.- La acción indemni-
zatoria que se promoviera en el proceso penal se regulará como si se tratara de un proceso en
sede civil, reduciéndose el monto del honorario hasta un treinta por ciento.- En los recursos de
casación e inconstitucionalidad, la escala aplicable será entre el 30 y el 40% de la correspon-
diente a la tramitación total del pleito hasta ese momento.-
Art. 17º.- En los juicios compulsorios, no oponiéndose excepciones, por lo actuado desde su
iniciación hasta la sentencia inclusive, el honorario será fijado de acuerdo con la escala del
art. 6º, reduciéndose el monto en un 30%. Habiendo excepciones, no existirá reducción. En las
ejecuciones de sentencia en proceso de conocimiento se aplicará el CUARENTA POR CIENTO
(40%) de los previstos en el art. 6º y en caso de plantearse excepciones se elevará al SESENTA
POR CIENTO (60%). En la ejecución de sentencia de remate se aplicará EL TREINTA POR
CIENTO (30%) de lo establecido en la norma citada.- (Último párrafo agregado por Ley 5827-
B.O. 19.03.93)
Art. 18º.- En las sucesiones, cuando un solo profesional represente o patrocine a todos los
herederos y al cónyuge, por su parte en los gananciales, sus honorarios se regularán de acuer-
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do a la escala del art. 6º. Cuando intervengan varios profesionales el tribunal o juez sobre la
base de la escala antedicha, realizará por separado las regulaciones, que correspondan a cada
uno de ellos, se la labor realizada de interés común de la masa, del heredero, del legatario o
del acreedor.- Cuando el haber sucesorio se integra con un solo bien inmueble que hubiere
constituido el hogar conyugal, cuya valuación no exceda el límite establecido en la provincia
para su afectación al régimen del bien de familia y el mismo se destine a vivienda familiar,
siendo los herederos el cónyuge, ascendientes o descendientes, el honorario se fijará en el mí-
nimo de la escala. Será nulo todo pacto o convenio por el que se exceda dicho monto.-
Art. 19º.- Cuando en los juicios seguidos por terceros se subasten o vendan en cualquier forma
bienes hipotecados, prendados, gravados o afectados al pago preferente de un crédito determi-
nado, el honorario de los profesionales que patrocinen o representen a los terceros, se regulará
teniendo en cuanta el beneficio recibido por el acreedor privilegiado.-
Art. 20º.- En las medidas cautelares, la regulación se hará aplicando el 30% de la escala esta-
blecida en el art. 6º sobre el monto del juicio, considerándose como tal, al valor que se trata de
asegurar, con la medida solicitada. En caso de controversia, se aplicará el Dto Ley 4170 50%
de la misma escala. Esta proporción regirá también para regular el honorario del abogado del
demandado, si la medida fuere revocada.-
Art. 22º.- En el juicio de alimentos, el honorario se fijará tomando como base el monto de las
cuota durante dos años, conforme a la escala del art. 6º.- En los aumentos de pensión alimenta-
ria se tomará como base la diferencia en más que se hubiese acordado y por el mismo término.-
Art. 23º.- En los juicios de desalojo se fijará el honorario de acuerdo a la escala del art. 6º y
tomando como base los alquileres de dos años. Cuando no esté fijado el precio del alquiler, o
éste fuera considerado inadecuado por el profesional, se determinará el valor económico en el
10% del valor del inmueble fijado de acuerdo a lo dispuesto por el art. 9º.-
Art. 24º.- En los concursos el honorario se regulará aplicando las normas de esta ley, que sean
compatibles con la ley nacional de la materia.-
Art. 25º.- El honorario por diligenciamiento de exhortos, procedentes de otros jueces o tribuna-
les será regulado de acuerdo a lo dispuesto en la *L 21.642, con sujeción al arancel siguiente:
a) Dos “jus” por cada notificación o acto semejante, no pudiendo exceder el total de los hono-
rarios a seis “jus”, salvo si el exhorto comprendiera otras diligencias de distinta índole.- b) Del
dos al seis por ciento del valor de los bienes con un mínimo de 10 “jus” cuando se soliciten
inscripciones de dominio, hijuelas, testamentos, gravámenes, secuestros, embargos, inhibicio-
nes, inventarios y/o tasaciones, remates y cualquier otro actos susceptibles de apreciación pe-
cuniaria. Por el levantamiento o cancelación de estas medidas se regulará el 1% sobre el mon-
to de las mismas y no menos de 4 “jus”.- c) Cuando se trate de diligencias de pruebas y se hu-
biere intervenido en su producción o contralor, el juez exhortado regulará los honorarios pro-
porcionalmente a la labor desarrollada, de acuerdo al art. 5º con un mínimo de 6 “jus”.- Si se
suscitaren incidentes, se regularán los honorarios acerca de estas cuestiones, de acuerdo con
las normas del art. 6º reducidas al 20%. Los mismos honorarios se regularán si algunas de las
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diligencias previstas en este artículo se mandaren producir por aplicación de la *L 21.642 sin
las formalidades de la misma.- NOTA: *L 21.642 derogada por L..N. 22.172 - Por Ley 3955/80,
sobre comunicaciones entre tribunales de distinta jurisdicción territorial, la Rioja adhirió a la
Ley Nacional 22.172- Ver :”Art. 12. La regulación de honorarios corresponderá al tribunal
oficiado, quien la practicará de acuerdo a la ley arancelaria vigente en su jurisdicción, tenien-
do en cuenta el monto del juicio si constare, la importancia de la medida a realizar y demás
circunstancias del caso.Los honorarios correspondientes a la tramitación de medidas ordena-
das por tribunales de otra jurisdicción, sin intervención del tribunal local, también serán regu-
lados por éste Dto Ley 4170 de acuerdo a lo dispuesto en el párrafo anterior. A ese efecto, pre-
sentarán al tribunal fotocopia de las actuaciones tramitadas y una constancia del organismo,
funcionario o entidad encargada de su diligenciamiento o toma de razón, en la que se dará
cuenta del resultado de la diligencia”
Art. 29º.- Los abogados y procuradores podrán cobrar honorarios en causa propia cuando el
deudor fuera condenado en costas.-
Art. 30º.- Los incidentes serán considerados por separado del juicio principal y el honorario se
regulará teniendo en cuenta: a) El monto que se reclame en el principal; b) La naturaleza jurí-
dica del caso planteado; Dto Ley 4170 c) La vinculación mediata e inmediata que pueda tener
con la resolución definitiva de la causa.- Art. 31º.- En los incidentes, el honorario se regulará
de la siguiente manera: si el incidente no decide la causa en definitiva se regulará entre el 15 al
40% del monto principal o del parcial cuestionado.- Si lo decide, se aplicará la escala del art.
6º como juicio terminado.-
Ejecución de honorarios
Art. 37º.- La regulación judicial consentida, da acción contra el beneficiario del trabajo y ha-
biendo condenación en costas, también contra la parte condenada al pago de las mismas a
elección del profesional interesado.- Cuando la resolución contuviera condenación en costas,
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los bienes, valores o fondos existentes en autos relacionados con la causa, quedarán embarga-
dos de pleno derecho para responder a las mismas.-
Es una modalidad de retribución por la tarea profesional, en que el pago consiste en una cuota
parte de lo que obtenga su cliente39, y que no transforma al abogado en socio de su cliente.
En cuanto a las objeciones morales que ha merecido el pacto de cuota Litis será oportuno referir
a las reflexiones de Martínez Crespo, a saber: “desnaturalizaría la función del abogado en el
proceso, puesto que lo convertiría en parte, con un concreto interés económico en el mismo”. Se
dice en tal sentido que resulta inconveniente que el abogado tenga interés patrimonial en el
resultado del pleito. Hay que decir sin embargo, que siendo el ejercicio de la profesión de abo-
gado un medio licito y noble de ganarse la vida, el interés económico está puesto en todo pleito
que actué, exista o no pacto de cuota Litis. Lo que si es reprochable es el interés desmedido o el
afán de lucro como único motivo.
La opinión mayoritaria es que el pacto de cuota Litis no resulta éticamente reprochable y puede
resultar un contrato perfectamente legítimo. Tanto y cuanto se observen los siguientes princi-
pios:
En primer lugar no se admitirá para aquellos asuntos expresamente excluidos por las leyes, co-
mo ser; acciones de alimentos, de filiación, asuntos previsionales, etc.
En segundo lugar, el porcentaje del abogado no puede ser jamás superior al del cliente. Las dis-
tintas leyes se encargan de poner un tope porcentual, se dice también, que el pacto debe ser pro-
porcional a la actividad y envergadura de la tarea profesional para mantener el equilibrio que
exige la justicia conmutativa.
Además de ello, el pacto será lícito solo cuando proporcionó beneficios patrimoniales reales al
cliente; y para el caso que no se obtenga solución favorable el abogado no cobrara honorario ni
gasto alguno. Esto puede ser eficaz para generar tranquilidad en el cliente, quien tendrá seguri-
dad que en caso de perder el juicio no deberá pagar nada a su letrado.
Nuestra ley de honorarios, se expide sobre la cuota Litis en los siguientes términos:
Art. 38º.- Los abogados y procuradores podrán fijar por contrato el monto de sus honorarios
sin otra sujeción que a esta ley y el Código Civil pero el contrato será redactado por escrito
39
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bajo pena de nulidad y no admitirá otra prueba de su existencia que la exhibición del documen-
to o la confesión de la parte obligada al pago de honorarios, de haber suscripto el mismo.-
Art. 39º.- Los abogados y procuradores matriculados podrán celebrar con sus clientes pacto de
cuota litis, con sujeción a las siguientes reglas:
b) No podrán exceder del cuarenta por ciento (40%) del resultado líquido del juicio, cualquiera
fuese el número de pactos celebrados.-
c) El profesional podrá tomar a su cargo los gastos correspondientes a la defensa del cliente y
la obligación de responder por las costas causídicas del adversario, en cuyo caso el pacto po-
drá extenderse hasta el cincuenta por ciento (50%) del resultado líquido del juicio.-
e) El pacto podrá ser presentado por el profesional o por el cliente en el juicio a que el mismo
se refiere, en cualquier momento.- Dto Ley 4170 f) No podrán ser objeto de pactos de cuotalitis
los casos de trámites y procesos previsionales y aquellos que versen sobre derechos de sustan-
cia alimenticia.-
Art. 40º.- Será nulo todo contrato sobre honorarios profesionales que no sea celebrado por
abogados o procuradores inscriptos en la matrícula respectiva al tiempo del convenio.-
Art. 41º.- La revocación del poder no anulará el contrato sobre honorarios salvo que ella hu-
biese sido motivada por culpa del abogado o procurador, en cuyo caso éste será reembolsado
por regulación judicial, si correspondiere.-
Art. 42º.- El profesional que hubiere celebrado contrato de honorarios y comenzado sus gestio-
nes, puede separarse del juicio en cualquier momento. En tal caso quedará sin efecto el contra-
to y sus honorarios se regularán judicialmente.- Toda regulación judicial de honorarios profe-
sionales deberá hacerse con citación de la disposición legal aplicada, bajo pena de nulidad.-
Art. 43º.- El abogado o procurador podrá pedir regulación por los trabajos efectuados en cual-
quier estado del proceso. En este caso queda «ipso jure» anulado el contrato o pacto
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Mauro L. Zárate Tamara Anahí Arias
UNIDAD 5
EL CÓDIGO DE ÉTICA PROFESIONAL DE LA RIOJA, (LEY 5422). ANÁLISIS
DEL ARTICULADO.
ARTICULO 2°.- Los trámites disciplinarios pueden iniciarse por denuncia del agraviado, de
un tercero, de los jueces, de reparticiones administrativas o de cualquier matriculado. Cuando
el denunciante sea un particular deberá, prestar, previamente, fianza real, de institución ban-
caria o de Personas de acreditada responsabilidad económica.-
ARTICULO 4°.- Serán de aplicación supletoria en este procedimiento las normas pertinentes
del Código Procesal Penal y, en su caso, del Código Procesal Civil.-
ARTICULO 5° .- Las disposiciones del presente Código de Ética, no podrán ser modificadas o
dejadas sin efecto, ni excusarse deberes u obligaciones profesionales allí contenidas por acuer-
dos de partes, por lo que son nulos los convenios o acuerdos respecto de temas' comprendidos
en este Código de Ética, o la renuncia a su exigibilidad.-
ARTICULO 6°.- Las sanciones que el Tribunal de Disciplina puede aplicar son: advertencia,
censura, multas cuyo monto fijará anualmente al Directorio del Consejo Profesional, suspen-
sión en el ejercicio de la profesión hasta por un (1) año; suspensión por mayor tiempo de un 1
año, en caso de reincidencia; y cancelación de la matrícula; las que serán graduadas según la
gravedad de la, falta. Las sanciones de suspensión por más de 1 año y de cancelación de la
matrícula solamente se aplicarán en el caso de las faltas previstas en el punto 1 del artículo 9°
y punto 3 del Artículo 14ª de esta Ley.-
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1.- No aceptar como carga obligatoria la atención del consultorio gratuito del Consejo Profe-
sional de Abogados y Procuradores
2.- No aceptar los nombramientos que le hicieran los tribunales con arreglo a la Ley, pudiendo
excusarse solamente por causas debidamente justificadas.-
3.- El miembro del Directorio del Consejo Profesional o del Tribunal de Disciplina que falte a
las sesiones de dichos cuerpos tres (3) veces consecutivas o cinco (5) alternadas, salvo justifi-
cación por escrito antes de la sesión o hasta veinticuatro (24) horas después de la misma.-
4.- La violación del régimen de incompatibilidad establecida en el Artículo 3ª de la Ley Nº
5.417.-
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ARTICULO 8º.- El Matriculado prestará juramento ante el Directorio, de acuerdo a sus con-
vicciones o creencias religiosas, de desempeñar lealmente la profesión de Abogado, observan-
do la Constitución de la Nación y de la Provincia como las Leyes que en su consecuencia se
dicten.
ARTICULO 43º.- Sin perjuicio de lo que dispongan las leyes en general, está prohibido a los
Abogados y Procuradores:
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Mauro L. Zárate Tamara Anahí Arias
coro profesional.
f) Publicar avisos que induzcan a engaños y ofrezcan ventajas que resulten
violatorias de las leyes en vigor o que atenten contra la ética profesional.
g) Recurrir directamente o por terceras personas a intermediarios remunera-
dos para obtener trabajos profesionales.
h) Autorizar el uso de su firma o nombre a personas que, sin ser Abogados o
Procuradores, ejerzan actividades propias de la profesión.
i) Realizar en el curso del juicio, actos u omisiones que desnaturalicen el de-
bido proceso legal.
j) Tener en relación de dependencia o como colaboradores en su estudio jurí-
dico a empleados del Poder Judicial Provincial y/o Federal.-
ARTICULO 21º.- Los matriculados quedan sujetos a sanción disciplinaria por las causas si-
guientes:
a) Condena judicial firme, por delito doloso, a pena privativa de la libertad,
cuando de las circunstancias del caso se desprendiere que el hecho afecta el
decoro y la ética profesional o condena judicial firme que comporte la inha-
bilitación profesional.
b) Condena judicial firme, por retención indebida de fondos o efectos pertene-
cientes a sus mandantes representados o asistidos.
c) Infracción manifiesta o encubierta a lo legalmente dispuesto sobre aranceles
y honorarios.
d) Retardo o negligencia frecuente en el cumplimiento de las obligaciones pro-
fesionales.
e) Violación del régimen de incompatibilidades establecidas en el Artículo 3°
de esta Ley.
f) Violación de las normas establecidas en el Código de Etica Profesional.
g) Toda contravención a las disposiciones de esta Ley.-
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a) Advertencia.
b) Apercibimiento.
c) Multa, cuyo monto fijará periódicamente el Directorio.
d) Suspensión en el ejercicio de la profesión hasta un año.
e) Suspensión por más de un año en caso de reincidencia, pudiendo llegar a la
cancelación de la matrícula.-
Las sanciones de suspensión y cancelación de la matrícula dispuesta en el Inc. e), solo podrán
aplicarse en los supuestos de los incisos a) y b) del Artículo 20°.-
ARTICULO 24º.- Las sanciones previstas en el artículo anterior, punto a), b) y c), se aplicarán
por el Tribunal de Disciplina con el voto de la mayoría de los miembros que lo componen; y las
previstas en los puntos d) y e), con el voto de la totalidad de los mismos.
En los casos de los puntos d) y e) podrá ejercerse el Recurso de Apelación por ante el Directo-
rio del Consejo Profesional.-
DECÁLOGOS
Ángel Osorio
Eduardo Couture
I. Estudia. El Derecho se transforma constantemente. Si no sigues sus pasos serán cada día un
poco menos Abogado.
II. Piensa, El Derecho se aprende estudiando, pero se ejerce pensando.
III. Trabaja. La Abogacía es una ardua fatiga puesta al servicio de la Justicia.
IV. Lucha. Tu deber es luchar por el Derecho, pero el día que encuentres en conflicto el Dere-
cho con la Justicia, lucha por la Justicia.
V. Sé leal. Leal como tu cliente al que no puedes abandonar hasta que comprendas que es in-
digno de ti. Leal para con el adversario, aun cuando él sea desleal contigo, Leal para con el Juez
que ignora los hechos, y debe confiar en lo que tú le dices y que, en cuanto al Derecho, alguna
que otra vez debe confiar en el que tú le invocas.
VI. Tolera. Tolera la verdad ajena en la misma medida en que quieres que sea tolerada la tuya.
VII. Ten paciencia. El tiempo se venga de las cosas que se hacen sin su colaboración.
VIII. Ten fe. Ten fe en el Derecho, como el mejor instrumento para la convivencia humana; en
la Justicia, como destino normal del Derecho, en la Paz como substitutivo bondadoso de la Jus-
ticia; y sobre todo, ten fe en la Libertad, sin la cual no hay Derecho, ni Justicia, ni Paz.
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IX. Olvida. La Abogacía es una lucha de pasiones. Si en cada batalla fueras llenando tu alma de
rencor llegaría un día en que la vida sería imposible para ti. Concluido el combate, olvida tan
pronto tu victoria como tu derrota.
X. Ama tu profesión. Trata de considerar la Abogacía de tal manera que el día que tu hijo te
pida consejo sobre su destino, consideres un honor para ti proporcionarle que sea Abogado.
El abogado debe ser diligente40, es decir que pondrá un conveniente cuidado en la atención y
manejo de los asuntos que se les confían, vigilando con celo, saber y dedicación los distintos
pasos del proceso. Esta diligencia ha de ponerla de manifiesto en pequeñas cosas, reveladoras de
un orden de organización del estudio: puntualidad en el horario de atención del mismo, carpetas
y fichas para cada caso, un mínimo control contable; en la asistencia por sí o por su procurador
a los tribunales diariamente; en la interposición en el tiempo de los recursos que sean proceden-
tes, etc.
El abogado tiene que poner todo de sí para servir a los intereses de su cliente. Por ello debe es-
tudiar cada caso, organizar fichas para cada uno, una agenda en donde tenga anotada todas las
diligencias que deba realizar, ir a los tribunales para informarse respecto de su expediente por sí
o por intermedio de otra persona y además debe controlar a dicha persona dependiente suyo. En
definitiva el deber de diligencia consiste en realizar todo lo que esté a su alcance para satisfacer
los intereses de su cliente. Pero este deber de diligencia entendido como el deber de hacer todo
lo posible y lo que esté en su alcance, debe ser entendido dentro de la licitud, por lo que el deber
de poner todo su empeño debe ser entendido como el conjunto de actividades posibles dentro de
la licitud.
Debemos hablar de un aspecto interesante como es la naturaleza jurídica del deber de diligencia.
Ello nos lleva a hacer una comparación entre la relación jurídica que surge de un contrato civil
(por Ej. un contrato de compraventa, comodato, mutuo u otro regulado en el Código Civil) entre
dos o más sujetos, relación que entraña deberes y derechos, con la relación abogado- cliente de
la cual también surgen derechos y deberes (entre los deberes encontramos el deber de diligen-
cia).
Tienen puntos de semejanza ambas relaciones, dado que ambas surgen del concurso de volunta-
des de los sujetos y de alguna manera ellos se imponen reglas y no un tercero (autorregulación).
Pero entre ambas relaciones hay diferencias, dado que si bien en ambas relaciones hay el surgi-
miento de deberes y derechos, el incumplimiento de deberes (y por consiguiente la insatisfac-
ción del correlativo derecho) en el caso de un contrato civil produce sólo una responsabilidad
civil contractual, siendo el interés privado el único vulnerado y da lugar a un derecho a resarci-
miento solamente, no entrando en este ámbito el interés público. Hay en cambio asuntos que sí
son de interés público, como la persecución de conductas delictivas, que está a cargo del Estado
y los privados (víctima y agente delictivo) no tienen poder de disposición en dichos asuntos. Por
el contrario el que incumple un deber que surge de un contrato no se le puede imponer una san-
ción. Cuestión distinta a la del contrato civil (y en esto tiene mayor similitud a la materia penal)
40
Vademécum de Ética Jurídica – Marcelo Fernando Parma – Cap IV
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se da en una relación abogado- cliente, de donde nos interesa principalmente el deber de dili-
gencia en el patrocinio que surge de dicha relación, dado que el incumplimiento de dicho deber
no sólo acarrea una responsabilidad de resarcimiento por los daños que pueda sufrir el cliente,
sino que además acarrea una sanción disciplinaria independiente de la responsabilidad de resar-
cimiento de daños.
Personal: La relación abogado- cliente es una relación de confianza, ello dado que el cliente ha
encomendado un encargo a cierto letrado, en virtud de sus condiciones profesionales, es decir
que el encargo se ha dado en razón de la persona del abogado. Por ello la gestión del caso debe
ser llevada personalmente por el abogado a quien el cliente confió el caso.
Temporal: El deber de diligencia es un deber que perdura desde que se inicia la relación hasta
que termina. Consiste en llevar el caso con el mayor empeño posible desde el comienzo y una
vez que está por terminar, se debe de cuidar que posteriormente a su fin no se produzcan daños
que pueden darse a causa de actos u omisiones que se realizaron en el tiempo en que estaba
vigente la relación jurídica cliente- abogado.
La diligencia es un valor que tiene como función cuidar la confianza que el cliente pone en el
abogado al cual encomienda un determinado caso. Es un valor y además un deber que prevalece
sobre las inclinaciones negativas que pueda tener el abogado, como la desidia o el desgano, por
lo que: “Falta a la ética profesional el abogado que permite que se declare abandonada una ac-
ción por mera negligencia de su parte, ya que el abogado que acepta la defensa de un juicio, es
responsable de ella, contrae con su cliente el compromiso de velar con cuidado por su tramita-
ción y debe evitar que los hechos ocurran”
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El abogado como cualquier ser humano puede sentir desgano, desidia u otras sensaciones ya sea
producto de la vida cotidiana, que lo desmotiven en que ponga todo su empeño en la gestión de
determinado caso. Pero aun así con todos estos inconvenientes el abogado debe tratar de dejar-
las de lado para tratar de poner todo su empeño en la prestación debida. La diligencia como
valor y deber prevalece sobre el simple desgano.
El deber de diligencia también prevalece ante cualquier motivo de índole personal hasta cierto
punto justificante que pueda tener el abogado y que le reste disponibilidad para la atención del
asunto encomendado. Una jurisprudencia chilena no obstante señala:
El deber de diligencia del abogado en situaciones en que el cliente falta a sus deberes:
Pero puede haber situaciones en que para la prestación de los servicios profesionales no dependa
totalmente del abogado, sino que dependa de alguna actuación del cliente. Un ejemplo de ello es
la defensa negligente por falta de pago de honorarios:
“Es incompatible con la dignidad y responsabilidad profesional que un abogado deje de cumplir
sus obligaciones de defensa porque no se le han pagado sus honorarios, sin que haya renunciado
previamente al patrocinio y poder, más aún cuando el aviso de término de sus servicios lo ha
dado en una oportunidad en que ha dejado imposibilitado a su cliente para buscar el asesora-
miento profesional”; ello no es excusa para que el abogado deje en indefensión total al cliente,
como omitir una determinada actuación o apartarse del caso por completo. Si ha ocurrido que el
cliente ha faltado a su deber del pago de honorarios, ello no obstante no exime al abogado de
faltar a su deber de diligencia.
El deber de diligencia no exige que el abogado realice todas las gestiones sin a cambio recibir lo
debido, pero la falta al deber de entregar los honorarios respectivos no justifica la omisión total
de realizar actuación alguna o la indefensión total.
Otra situación que me suscita interés es la referente al deber de diligencia en situaciones en que
el abogado tiene una gran carga de trabajo, porque debe atender una gran cantidad de casos que
consumen gran parte de su tiempo. El deber de diligencia lo habíamos definido como el deber
de poner el máximo cuidado y empeño en los asuntos encomendados. Pero el empeño y el cui-
dado en un asunto están en relación con la disponibilidad de tiempo del cual disponga un abo-
gado. Si un abogado tiene pocos asuntos a su cargo, dispondrá de bastante tiempo en el estudio
de los casos encomendados y por lo tanto el cuidado será mayor. Lo contrario sucede cuando
tiene muchos asuntos que resolver y su tiempo que es siempre limitado, debe repartirlo entre
todos los encargos y ante más asuntos a su cuidado, menor tiempo de dedicación tendrá para
cada uno. Por ello será impropio de un abogado asumir una representación profesional cuando
está consciente de que no puede rendir una labor idónea competente y que no puede prepararse
adecuadamente sin que ello apareje gastos o demoras irrazonables a su cliente o a la administra-
ción de la justicia.” Es decir que una carga de trabajo del abogado debe ser controlada de mane-
ra que cada asunto pueda ser manejado competentemente.
CONCLUSIONES
1. El deber de diligencia es un deber por parte del abogado que surge a partir que se entabla la
relación abogado- cliente. Se define como el deber de poner todo el empeño y atención en el
encargo confiado al abogado por parte del cliente.
2. El deber de diligencia no tutela un interés privado solamente, sino que tutela un interés públi-
co. Por ello aún así el abogado haya resarcido por los daños que pudo cometer por faltar a su
deber de diligencia al cliente, ello no excluye que se le pueda aplicar una sanción disciplinaria,
porque el interés privado está separado del interés público y la satisfacción de uno no acarrea la
satisfacción del otro. Por esta separación entre estos dos tipos de intereses, podríamos decir que
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aún así no haya daño, en caso comprobarse falta al deber de diligencia, hay sanción disciplina-
ria.
4. El deber de diligencia se da de inicio hasta la cesación del patrocinio. Antes de que el patro-
cinio cese el abogado debe hacer las gestiones previas al cese para que el cambio de patrocinio
no perjudique la marcha de los asuntos del cliente y se continúe con normalidad. Un aparta-
miento intempestivo del patrocinio que deje en indefensión al cliente es una falta al deber de
diligencia.
5. La disponibilidad anímica sea la falta de motivación que trae como producto el desgano, has-
ta los motivos de índole personal (familiar, sentimental, entre otros), no exoneran al abogado del
deber de diligencia, por lo que son excusa suficiente para actuar negligentemente. Si hay una
indisponibilidad de tipo anímico, el abogado debe apartarse del caso dando aviso al cliente de
manera antelada y hacer todas las actividades finales de modo que la cesación del patrocinio no
produzca perjuicios en el cliente.
6. Si para la prestación de servicios profesionales se necesita de algún acto por parte del cliente
y éste no realiza el acto que debe (entrega de dinero para gastos del proceso) o no cumple con
deberes a favor del abogado (pago de honorarios), debe dar aviso al cliente de la omisión que
este comete y sus consecuencias, con lo cual cumple con su deber de diligencia. No se justifica
la omisión total del abogado en razón del incumplimiento de deberes por parte del cliente.
7. El deber de diligencia está en función del tiempo que el abogado dispone para la atención de
los asuntos encomendados, y por lo tanto para aceptar un determinado encargo, debe antes to-
mar en cuenta la carga de trabajo que tiene y ver si el tiempo restante le alcanza para encargarse
del nuevo asunto con la debida competencia.
8. El deber de diligencia no puede estar en función de la cuantía del asunto porque el abogado es
ante todo un servidor de la justicia y el lucro no debe primar antes de ésta. Además ello obedece
a un tema de justicia social e igualdad para todos, ricos y pobres.
3. Sociabilidad
4. Disciplina y orden
5. Flexibilidad y espontaneidad
El abogado debe:
Poseer formación, información y dedicación que le hagan idóneo para la asistencia de su cliente.
Un abogado desinformado y negligente defrauda no solo a su cliente, sino también al magistra-
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do y a la sociedad toda, que cree y espera encontrar en el abogado los conocimientos y las apti-
tudes mínimas indispensables para la defensa de sus derechos.
Nos dice Campillo Sainz “si descuida el abogado su preparación, estará faltando gravemente a
sus obligaciones. Pero no le bastara con saber y estudiar solo el derecho, debe además tener un
adecuado conocimiento del idioma”
No debiera jamás el abogado tomar una causa para la que no está debidamente preparado, ni
comprometerse con un número tal que no pueda atender adecuadamente
Asimismo el abogado debe racionalizar sus tareas en función de su estado de salud debiendo al
mismo tiempo proveer, previo aviso al cliente, la continuidad de aquellas causas que imprevis-
tamente no pueda seguir llevando. No exime de la dedicación alegar por parte del profesional
la falta de salud. En tal sentido, la Cámara Federal sancionó a un letrado que había esgrimido en
su descargo su deficiente estado de salud. La cámara entendió que en tal caso debía haber pre-
visto la posible indefensión de su cliente y haber adoptado las medidas conducentes a evitar tal
situación.
Por otra parte, el abogado también debe actuar con dedicación, asumiendo el ejercicio pleno de
la dirección en juicio. Trabajando en el caso con empeño y constancia, de allí que deba abste-
nerse de asumir un numero tal de causas que impida la debida dedicación, o dedicarse al mismo
tiempo a oficios y/o actividades que comprometan la requerida disponibilidad.
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UNIDAD 6
EL ABOGADO DEBE ASUMIR SU ACTIVIDAD CON CONOCIMIENTO
¿Quién es el abogado?
Paradigma: “Abogado41 es quien ejerce permanentemente la profesión, los demás serán simple-
mente licenciados en derecho”.
Para Osorio la abogacía no es una consagración académica sino una concreción profesional. El
título universitario es el de licenciado en derecho, que autoriza a ejercer la profesión. Sólo es
abogado aquel licenciado en derecho que se dedica constante y permanentemente a dar consejos
jurídicos y a pedir justicia en los tribunales, es decir aquel que tiene una verdadera vocación por
la justicia.
Las cualidades que debe presentar un buen abogado: “La rectitud de la conciencia es mil veces
más importante que el tesoro de los conocimientos” Las cualidades principales son:
▪ Ser bueno: A ello se refiere Osorio con la rectitud de la conciencia. El abogado debe ser
bueno no por ganar el litigio sino por saber captar la necesidad de su cliente y darle so-
lución, teniendo en cuenta lo mejor para los intereses de él, su familia y patrimonio.
▪ Ser firme: Osorio se refiere a ella cuando habla de la fuerza interior y el poder de con-
vicciones sin dudas que todo abogado debe tener. La firmeza de las convicciones de un
abogado está en que no puede ni debe mostrar dudas o cambiar su propuesta sin necesi-
dad ni fundamento.
▪ Ser prudente: Para Osorio el cliente tiene derecho a nuestra cultura, palabra, prudencia
en el consejo y serenidad en la acción. Nunca se debe actuar abatido por el desastre.
▪ La ilustración: Aunque Osorio no se refiere a ella expresamente determina que podemos
entenderla por los conocimientos y preparación técnica del abogado.
▪ La pericia: Dentro de ella podemos ubicar a las destrezas y convicciones del abogado.
No debiera jamás el abogado tomar una causa para la que no está debidamente preparado, ni
comprometerse con un numero tal que no pueda atender adecuadamente
Ángel Osorio dice “el conocimiento es insustituible, pero más insustituible aún son la concien-
cia y el carácter. Entre nosotros, tanto o más se buscan estas cualidades como aquella otra”.
Rara vez oímos decir “¡Cuánto sabe Fulano!; le encomendare mi pleito, porque tiene una erudi-
ción extensa y unos conceptos profundos”: en cambio se ponderan y valoran otras virtudes.
“Consultare a H porque es muy honrado y no me meterá en pleitos que no vea muy claros”.
“hare que defienda mi causa Z porque tiene una palabra arrebatadora”. “Encomendare el asunto
a X porque pesa mucho en el tribunal”.
41
Alma de la Toga – Ángel Ossorio – Pág. 5
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Mauro L. Zárate Tamara Anahí Arias
Son deberes específicos del abogado comportarse con lealtad, probidad y buena fe en el desem-
peño profesional.
El primero de los textos normativos reza en su artículo 15: “las partes tendrán el deber de ac-
tuar en todo el desarrollo del proceso con buena fe y lealtad hacia el juez y el adversario. Las
transgresiones serán castigadas con las sanciones que se establezcan en el presente código, en
la Ley Orgánica del Poder Judicial y en otros leyes”
Por otra parte la ley del Consejo Profesional de Abogados (Ley 6827) establece en su artículo
40: “son obligaciones de los matriculados: inc. h: comportarse con probidad, buena fe y lealtad
en el desempeño de su cargo”.
La trascendencia y dignidad social del ministerio que desempeña el abogado42, como así tam-
bién la jerarquía intelectual de su función y su carácter de auxiliar de la justicia, exigen en él
una actitud prodiga en desinterés, generosidad, competencia y probidad. Debe actuar con irre-
prochable dignidad, no solo en el ejercicio de su profesión sino también en su vida privada:
llamado para apreciar e incluso juzgar actos de otros, ejerce un ministerio que no puede desem-
peñar con autoridad sino a condición de ser él mismo respetable.
La probidad es signo de la actitud ética más importante del abogado en cuanto pone de mani-
fiesto su honestidad en el sentido más noble y amplio de la palabra, lo que dignifica su labor y
consideración social que merece. La probidad es la garantía de fidelidad a la justicia, a las leyes
y a la conciencia misma del abogado.
La lealtad debe ser entendida en el sentido de velar por los intereses del cliente. El término leal
es un adjetivo usado para identificar a un individuo fiel en base a sus acciones o comportamien-
to. Es por ello, que una persona leal es aquella que se caracteriza por ser dedicada, y cumplidora
e inclusive cuando las circunstancias son adversas. Eduardo Couture cuando a la hora de hablar
de los mandamientos del abogado, incluye la lealtad diciendo: “Sé leal. Leal como tu cliente al
que no puedes abandonar hasta que comprendas que es indigno de ti. Leal para con el adversa-
rio, aun cuando él sea desleal contigo, Leal para con el Juez que ignora los hechos, y debe
confiar en lo que tú le dices y que, en cuanto al Derecho, alguna que otra vez debe confiar en el
que tú le invocas”.
En virtud del artículo 43 de la ley 6827 inc. a: “El abogado tiene prohibido: representar, patro-
cinar y/o asesorar simultánea o sucesivamente, en una misma causa intereses opuestos, aceptar
los deberes de una parte si ya hubiera atendido o actuado en defensa de los intereses de la otra
parte”.
42
Vademécum de Ética Jurídica – Marcelo Fernando Parma – Pág. 72 a 78
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En esta misma línea conceptual se ha reconocido que las conductas violatorias a la normativa en
cuestión podría hacer incurrir al letrado en el delito de prevaricato, cuando además de defender
interés opuestos perjudica la causa.
El artículo 271 del Código Penal sanciona al “Sera reprimido con multa de $2500 a $90000 e
inhabilitación especial de 1 a 6 años el abogado o mandatario judicial que defendiere o repre-
sentare partes contrarias en el mismo juicio, simultánea o sucesivamente, o que de cualquier
modo perjudicare deliberadamente la causa que le estuviere confiada”,
Este delito se configura cuando se perjudica deliberadamente la causa confiada, cualquiera sea
la modalidad que se asuma. Quedan comprendidos los juicios de cualquier fuero y la actuación
puede ser simultánea o sucesiva.
En lo que versa al concepto “misma causa” se dice que significa no solo el mismo expediente,
sino que comprende otras causas que se encuentran esencialmente ligadas a aquella en la cual se
ha representado, patrocinado o asesorado a un cliente.
Es claro que la configuración del delito exige el perjuicio y el propósito deliberado de cometer-
lo.
El abogado debe decir la verdad a su cliente43, no crearle falsas expectativas, ni magnificar las
dificultades o garantizar el buen resultado de su gestión profesional y atender los intereses con-
fiados con celo, saber y dedicación.
El abogado es un servidor de la justicia y del orden jurídico en general, en cuanto ayuda a com-
poner el interés en conflicto o hacer valer toda pretensión que en justicia merezca reconocimien-
to y tutela. De él se espera una consideración técnica y ponderada del conflicto, que le permita
ponerse en condiciones de asumirlo con capacidad y de hacer con relación al mismo un diag-
nóstico y un pronóstico objetivo, de modo que no se acepten casos para los que el profesional
no esté preparado ni se prometan resultados o se alimenten expectativas que no respondan a la
realidad, ni puede el abogado asegurar. El pleito no es una ruleta, ni el patrocinio una aventura;
el abogado debe asumir su función con justa ponderación y gravedad.
43
Vademécum de Ética Jurídica – Marcelo Fernando Parma – Pag 188
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El abogado debe:
• Proporcionar a sus clientes la información suficiente acerca del tribunal u organismo donde
se tramite el asunto encomendado, su estado y marcha, cuando así lo solicite el cliente en
tiempo y forma adecuada.
• Atender los requerimientos del cliente cuando este sea oportuno y respetar los horarios con-
venidos para las consultas al respecto.
• Resulta conveniente resaltar que el abogado asume la conducción del proceso, la causa co-
mo tal sigue perteneciéndole al cliente, quien incluso debe ser eventualmente consultado,
necesitándose hasta su conformidad a la realización de ciertos pasos y actos procesales.
• Decirle la verdad al cliente, sea en relación a las dificultades como a las expectativas.
• Informar a su cliente si su derecho está o no amparado por la ley.
• Examinar la verosimilitud de los hechos planteados y apreciar la viabilidad de la pretensión.
• Suministrar un análisis sobre el pronóstico de la gestión.
• Sustentar conceptualmente su parecer en la ley, actuando de tal manera que su labor sea
conducente a la resolución justa del conflicto.
• Evitar utilizar el proceso judicial como una arma meramente intimidatoria.
SECRETO PROFESIONAL
Ley 6827. Art. 40: son obligaciones de los abogados:
Inc. f): guardar secreto profesional respecto de los hechos que han conocido con motivo del
asunto que se les ha encomendado o consultado, con las salvedades establecidas en las leyes.
Con relación al primer aspecto podemos decir que el abogado podría verse obligado a reparar
daños y perjuicios en caso de haber actuado antijurídicamente, verificándose en tal caso los
presupuestos que determinan la responsabilidad civil.
En el caso del abogado44, la obligación en cuestión adquiere un matiz específico y estricto en
tanto es dable exigirle una diligencia específica.
El nuevo Código Civil y Comercial de la Nación ha mantenido la responsabilidad profesional
dentro de los lineamientos de la responsabilidad subjetiva.
44
Responsabilidad Civil por Daños y Perjuicios en el Nuevo Código Civil y Comercial –Luis Rodríguez
Saich – Tomo I – Cap. IX
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Mauro L. Zárate Tamara Anahí Arias
A este respecto el artículo 1768 del CCC dice: “la actividad del profesional liberal está sujeta a
las reglas de las obligaciones de hacer. La responsabilidad es subjetiva, excepto que se haya
comprometido un resultado concreto”.
Por otra parte el artículo 773 del CCC, referido a las obligaciones de hacer indica que “la obli-
gación de hacer es aquella cuyo objeto consiste en la prestación de un servicio o en la realiza-
ción de un hecho, en el tiempo, lugar y modo acordados por las partes”.
Es decir que el profesional compromete su hacer, a veces infugible, comprometiendo su diligen-
cia apropiada, con independencia del resultado. Sin decirlo, el nuevo Código, afirma que la
obligación es de medios.
A la hora de evaluar el perjuicio, ha de tenerse en cuenta en materia civil la probabilidad de
éxito que el juicio tenía.
El incumplimiento, o cumplimiento defectuoso, de los deberes expresados (diligencia, lealtad,
probidad, ciencia y conciencia) determina la responsabilidad civil del abogado cuando ello cau-
sa perjuicio al cliente, imputable a la culpa de aquel. La prueba de la culpa incumbe al damnifi-
cado.
Con relación al segundo aspecto, podemos decir, que el buen orden del proceso exige que uno
de los partícipes cumpla sus deberes con corrección, y en tanto transgreda los principios de la
organización judicial, puede importar la aplicación de multas procesales o la imposición de las
costas del juicio, conforme los supuestos que prevén los códigos procesales.
Con relación al tercer aspecto podemos decir que la ineficiencia, la desidia y la negligencia pro-
fesional dan lugar a sanciones de naturaleza disciplinaria.
Las demoras que se provoquen o la perdida de derecho, sean o no de naturaleza procesal, los
hechos que la configuran de o no lugar a un resarcimiento por daños y perjuicios a la luz de la
responsabilidad civil, siempre ponen en evidencia una falta ética.
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Mauro L. Zárate Tamara Anahí Arias
UNIDAD 7
El abogado debe residir y mantener Estudio en el lugar donde habitualmente ejerce su profesión.
La instalación y mantenimiento del estudio es cada vez más costosa, incluye la adquisición o
alquiler del local, una biblioteca y colecciones legislativas y de jurisprudencia, computadora,
impresora, teléfonos y un personal de secretaria.
• Las revistas de jurisprudencia usuales del país: La Ley, Jurisprudencia Argentina y El Dere-
cho.
• Los libros “clásicos” de derecho: por ejemplo: Aubry y Rau, Demolonbe, Tropolong en el
Dº Cv, el digesto o las partidas, etc.
• Las obras nacionales básicas: Salvat, Borda, Llambias en el Dº Cv., ALSINA, PALACIOS,
BIELSA, etc.
• Los libros puntuales de mil temas distintos.
Evitar competencias dentro del grupo, y actitudes tendientes a la preeminencia individual, que
nada favorece al conjunto y genera reacciones opuestas.
Nadie puede cortarse solo; el éxito es fruto del esfuerzo de todos, de la dedicación y estudio de
cada uno.
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Mauro L. Zárate Tamara Anahí Arias
• Debe estar constituido exclusivamente por abogados o por abogados y otros profesionales
afines: contadores, escribanos.
• Los objetivos éticos de la abogacía deben tener siempre primacía sobre las necesidades so-
ciales. La tarea del abogado es esencialmente de servicio y no de lucro.
El abogado ya sea que actué en forma individual o como componente de un estudio tiene las
mismas responsabilidades individuales frente a su cliente y como auxiliar de la justicia.
De allí que si alguno de los abogados esgrime reparos éticos para asumir una determinada causa,
debería ser suficiente para que el estudio la desechara.
El abogado debe ser libre y no dependiente para defender a su cliente y a la vez, actuar como
auxiliar de la justicia. El abogado “de empresa” o abogado-empleado debe obedecer las instruc-
ciones de su patrón y no tiene libertad. No puede cumplir su rol.
• El estudio es responsable frente a sus clientes por los daños que le pudiera causar cualquiera
de sus componentes. Todos los componentes son responsables solidariamente o al menos lo
son los dueños del estudio. En caso de duda, todos responden como en cualquier sociedad
de hecho.
• Mantener las ventajas del trabajo común: mayores ingresos o mejorar profesionalmente,
reducir gastos dedicarse a una especialidad, etc.
• La affecttio societatis. Compañerismo, respeto, apoyo, complementariedad, “tirar todos para
el mismo lado”.
• Complementariedad, uno aporta lo que al otro le falta y recíprocamente, tanto en la especia-
lización jurídica, cuanto en sus dotes personales, experiencia, campo de acción, etc.
Los cambios tecnológicos producidos en el último tiempo han sido de gran importancia para el
hombre cuyo avance ha alcanzado a todos y hoy es una realidad que la última generación ha
desarrollado.
Hoy podemos ver que los sistemas computacionales e informáticos están en todas las activida-
des del quehacer humano abarcando áreas tan diversas como: medicina hasta construcción y
desde el cine a la legislación, cambiando por completo nuestra forma de pensar y hacer las co-
sas.
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Mauro L. Zárate Tamara Anahí Arias
Entre los software de mucha utilidad para el abogado encontramos el Lex Doctor, el Lex Mas-
ter, entre otros.
• Temporalidad económica,
ACTIVIDAD PRE-JUDICIAL
Entablar algún tipo de contacto personal con la contraparte puede resultar muy positivo para
conocer otro punto de vista y otros hechos no narrados por el cliente, o narrados en forma dis-
tinta, así como también poder conocer qué documentación u otra prueba tiene esta contraria en
su favor. Toda esta información completará el conjunto de datos sobre el asunto encomendado y
otorgará el marco jurídico adecuado.
Ese contacto también será una buena oportunidad para averiguar si es posible llegar a un acuer-
do extrajudicial que ponga fin al conflicto y sea favorable para los intereses de ambas. Se dice
que el abogado es el primer juez de las partes, porque con su conocimiento del derecho y de los
hechos puede explicarles a éstas el verdadero alcance de sus derechos.
También el abogado es un conciliador y, por ende, debe buscar acercar a las partes en conflicto,
proponiendo fórmulas de arreglo y negociando.
Dentro de ese rol, puede proponerles concurrir a una mediación privada, para que con la ayuda
de un mediador puedan encontrar una solución pacífica al conflicto.
Una vez descartada la posibilidad del arreglo extrajudicial, el abogado debe evaluar cuál es el
costo del futuro litigio, medido no sólo en términos pecuniarios sino también con relación al
tiempo que deberán invertir él y su cliente en él.
PRECONSTITUCION DE PRUEBAS
Todo abogado sabe que un juicio se gana, fundamentalmente, cuando el reclamo tiene andamia-
je jurídico y pruebas en su favor. De allí que el profesional deba evaluar con detenimiento cuá-
les son las pruebas que tiene su cliente y cuáles las que podría llegar a reunir o producir antes y
durante el juicio.
Una forma de constituir nuevas y mejores pruebas es enviar cartas documento con intimaciones
o requerimientos que precisen la postura del cliente y exijan a la contraria precisar la suya, con-
testando o no dichas cartas.
También lo es constatar hechos o circunstancias mediante escribano público, con relevamiento
fotográfico, y la realización de informes técnicos sobre el tema que será objeto de la Litis.
Otro modo de pre constituir pruebas lo constituyen las diligencias preliminares, mediante man-
damientos de secuestro de los protocolos médicos y quirúrgicos, y también el rastreo de publi-
caciones en diarios o revistas relacionados con los hechos (p.ej., en casos de accidentes fatales,
o dados a conocer públicamente) y las causas penales.
En fin, esta tarea de sumar nuevas pruebas a las aportadas por el cliente dependerá de las parti-
cularidades del caso y de los conocimientos y la habilidad del profesional.
CARTA DOCUMENTO
Es un servicio mediante el cual se envía una carta a través de una empresa de servicios de co-
rreos y que posee valor legal o valor fedatario, es decir, se deja plena fe de que el contenido de
la misiva fue comunicado al destinatario por el remitente. De ésta manera, puede ser utilizada
luego como prueba ante un litigio judicial.
Normalmente se utiliza la carta documento para reclamar un derecho a otra persona, empresa u
organismo privado o gubernamental. La carta documento se envía mediante un formulario espe-
cial establecidos por los gobiernos consta de un original y dos copias. El original se envía al
destinatario, una copia queda en poder del remitente y la segunda copia queda en poder de la
empresa de correos, que debe conservarla archivada durante un determinado número de años
(cinco en la Argentina).
El correo oficial o empresa autorizada certifica que el envío entregado al destinatario es copia
fiel de los ejemplares en archivo y en poder del remitente. Este certificado tiene valor legal, por
lo tanto, el destinatario no puede alegar que desconoce el mensaje enviado a través del correo.
INTIMACIÓN
Acción y efecto de intimar, de declarar, notificar, hacer saber una cosa, especialmente con auto-
ridad o fuerza para ser obedecido. La facultad Intimatoria atribuida a la autoridad puede tener
diversas manifestaciones, una de ellas referida al mantenimiento del orden público, como cuan-
do se intima a la población para la entrega de armas o para no circular por las calles después del
toque de queda. Otra sería el requerimiento compulsivo, de índole sanitaria, a los habitantes de
una ciudad para que se sometan a la vacunación, o la de índole fiscal, en exigencia a los contri-
buyentes del pago de los impuestos atrasados. Pero su sentido más concreto se encuentra en la
intimación dirigida a los rebeldes y sediciosos para su rendición o desistimiento combinándolos
con el empleo de la violencia si la orden no fuere acatada. Otro aspecto del tema considerado, y
por cierto importante, es el de índole procesal, con referencia a la intimación de pago, al reque-
rimiento dirigido a un deudor con objeto de que satisfaga su deuda o de que cumpla su obliga-
ción, so pena de proceder contra él en la forma que la ley determina.
NOTIFICACIÓN
Acción y efecto de hacer saber, a un litigante o parte interesada en un juicio, cualquiera que sea
su índole, o a sus representantes y defensores, una resolución judicial u otro acto del procedi-
miento. Couture dice que es también constancia escrita, puesta en los autos, de haberse hecho
saber a los litigantes una resolución del juez u otro acto del procedimiento.
La forma de hacer las notifcaciones puede variar de unas legislaciones a otras, pero, tomando
como ejemplo las normas procesales argentinas, se puede afirmar que, como principio general, y
salvo los casos en que por disposición legal se tienen que hacer en el domicilio, las resoluciones
judiciales quedan notificadas en la secretaría del juzgado o tribunal los días de la semana seña-
lados al efecto, para lo cual tienen que concurrir las partes a darse por notificadas; es lo que se
llama notificación por nota.
Sin embargo, determinadas resoluciones, especificadas por la ley, se tienen que notificar perso-
nalmente o por cédula; es decir, entregando la correspondiente nota, provista de ciertas formali-
dades, en el domicilio real o en el legal del notificado, diligencia que debe ser practicada por el
oficial de justicia o por el empleado de la oficina de notificaciones, dejando constancia del dili-
genciamiento.
Y, finalmente, se entiende por notificación tácita la que se tiene por efectuada en cuanto a todo
el contenido del expediente, por el solo hecho de haber sido retirado, por la parte, de la secreta-
ría correspondiente, en aquellos casos en que la ley lo autoriza.
La que debe practicarse en el domicilio de la parte interesada, por medio de un empleado del
tribunal. Si no se encontrare allí la persona a notificar, la cédula se entregará a cualquier otra de
la casa, y, en último término, se tija en la puerta del domicilio.
La que se practica en la secretaría del tribunal, adonde los interesados deben comparecer los
días señalados por el juez y que produce los mismos efectos de la notificación real, aun en el
caso de que los litigantes no se hayan impuesto de la providencia o resolución judicial.
ESTATUTO
En los Derechos Civil y Comercial se llaman estatutos las normas reglamentarias que rigen la
formación, el funcionamiento y la disolución de las asociaciones y sociedades.
En Derecho Laboral. concretamente en la Argentina, reciben esa denominación las normas que
se dieron con anterioridad a la implantación de los convenios colectivos de condiciones de tra-
bajo, para la actuación de ciertas profesiones u oficios y que iban encaminadas a regular las
relaciones entre empleadores y empleados (estatuto del peón, de los bancarios, de los trabajado-
res a domicilio, de los periodistas, de los tamberos-medieros, del personal aeronáutico, de los
encargados de casas de renta, de los docentes particulares. del servicio doméstico, de los viajan-
tes de comercio).
En Derecho Político se han llamado estatutos las leyes fundamentales de los Estados, como el
que rigió en España entre 1834 y 1836.
En la Argentina son de recordar el Estatuto provisional de 1811, dictado por la Junta Conserva-
dora, para fijar la estructura del gobierno y establecer la división de los poderes; el también
provisional de 1813, sancionado por la Asamblea General Constituyente, que estableció normas
relativas a la duración, carácter y atribuciones del Poder Ejecutivo; el de 1815, dictado por la
Junta de observación de Buenos Aires y que se considera como un ensayo de Constitución para
las Provincias Unidas del Río de la Plata, que no llegó a regir por no haber sido aceptado por
ellas.
Estatutos se llaman en España las normas reguladoras de las autonomías regionales que el Par-
lamento de la Segunda República concedió a Cataluña y las provincias Vascongadas. Finalmen-
te. en Derecho Internacional se habla de estatuto haciendo referencia a las normas tendientes a
resolver cuestiones de competencia entre Estados, así como conflictos originados en la diver-
gencia de las leyes de los respectivos países en cuanto a los actos jurídicos y a los derechos y
obligaciones de las personas.
Los regímenes democráticos se encuentran basados en la libertad de ideas de todos los ciudada-
nos y, consecuentemente, en el derecho de éstos de reunirse formando agrupaciones cuya finali-
dad es la defensa de sus ideales. Esas agrupaciones constituyen los partidos políticos, que lu-
chan entre sí para lograr los triunfos electorales que pongan el gobierno de la nación en sus ma-
nos, hasta tanto se convoque a nuevas elecciones dentro de los plazos constitucionalmente esta-
blecidos. Bien se comprende que la existencia y actuación de los partidos políticos resulta in-
compatible con los regímenes de dictadura y totalitarios, por lo cual la primera medida que
adoptan éstos consiste en la disolución de tales agrupaciones, y en la implantación del partido
único representativo de los intereses de la tiranía gobernante.
REGLAMENTO
Toda instrucción escrita destinada a regir una institución o a organizar un servicio o actividad.
La disposición metódica y de cierta amplitud que, sobre una materia, y a falta de ley (v.) o para
completarla, dicta un poder administrativo.
Según la autoridad que lo promulga, se está ante norma con autoridad de decreto, ordenanza,
orden o bando (v.).
CONTRATO
ARTÍCULO 957.- Definición. Contrato es el acto jurídico mediante el cual dos o más partes
manifiestan su consentimiento para crear, regular, modificar, transferir o extinguir relaciones
jurídicas patrimoniales.
ARTÍCULO 958.- Libertad de contratación. Las partes son libres para celebrar un contrato y
determinar su contenido, dentro de los límites impuestos por la ley, el orden público, la moral y
las buenas costumbres.
ARTÍCULO 959.- Efecto vinculante. Todo contrato válidamente celebrado es obligatorio para
las partes. Su contenido sólo puede ser modificado o extinguido por acuerdo de partes o en los
supuestos en que la ley lo prevé.
ARTÍCULO 960.- Facultades de los jueces. Los jueces no tienen facultades para modificar las
estipulaciones de los contratos, excepto que sea a pedido de una de las partes cuando lo autoriza
la ley, o de oficio cuando se afecta, de modo manifiesto, el orden público.
ARTÍCULO 961.- Buena fe. Los contratos deben celebrarse, interpretarse y ejecutarse de buena
fe. Obligan no sólo a lo que está formalmente expresado, sino a todas las consecuencias que
puedan considerarse comprendidas en ellos, con los alcances en que razonablemente se habría
obligado un contratante cuidadoso y previsor.
ARTÍCULO 962.- Carácter de las normas legales. Las normas legales relativas a los contratos
son supletorias de la voluntad de las partes, a menos que de su modo de expresión, de su conte-
nido, o de su contexto, resulte su carácter indisponible.
ARTÍCULO 964.- Integración del contrato. El contenido del contrato se integra con:
a) las normas indisponibles, que se aplican en sustitución de las cláusulas incompatibles con
ellas;
c) los usos y prácticas del lugar de celebración, en cuanto sean aplicables porque hayan sido
declarados obligatorios por las partes o porque sean ampliamente conocidos y regularmente
observados en el ámbito en que se celebra el contrato, excepto que su aplicación sea irrazonable.
ARTICULO 965.- Derecho de propiedad. Los derechos resultantes de los contratos integran el
derecho de propiedad del contratante.
A. La Negociación: es voluntaria, informal, directa y permite a las partes tener control sobre el
proceso y la solución (Sin ayuda o facilitación de terceros).
B. La Mediación: se ha definido como un procedimiento no adversarial, en el cual un tercero
neutral facilita la comunicación y ayuda a las partes a negociar para llegar a un resultado
mutuamente aceptable.
C. La Conciliación: supone avenimiento entre intereses contrapuestos; es armonía establecida
entro dos o más personas con posiciones divergentes.
D. El Arbitraje: se ha definido como un procedimiento mediante el cual las personas puede
someter, previo convenio, a la decisión.
MEDIACION
Lino Palacios define a la mediación, “en líneas generales, como el procedimiento que, desarro-
llado con anterioridad a la iniciación o durante el curso del proceso, comienza con la interven-
ción de un tercero, ajeno al órgano judicial, que a través de la aplicación de técnicas especiales
de comunicación procura que se produzca el entendimiento entre las partes, y concluye, que
eventualmente, con la celebración, por éstas, de un acuerdo que compone el conflicto y reviste
eficacia a la de una sentencia firme”.
Caracteres
a. Voluntariedad: amplia.
b. Confidencialidad: sobre todo lo que verse la mediación, durante el procedimiento de me-
diación. Se lo garantiza con la suscripción de un convenio de confidencialidad, que impone
la obligación de que no se divulgue el contenido de los procedimientos de mediación. La
confidencialidad abarca a los mediadores, partes, letrados, observadores y a cualquier per-
sona que acceda al material de mediación.
c. No formalidad: puesto que existe libertad en el “cómo” cumplir los pasos del procedimien-
to de mediación.
d. Menor duración: con relación a la duración de las causas judiciales.
e. Menor onerosidad: comparativamente con relación a los demás métodos adversariales
(proceso judicial) y los métodos no adversariales (conciliación, arbitraje, etc).
Clases
Mediador
El mediador, según Enrique M. Falcón: es un tercero neutral que tratará de ayudar a las partes a
encontrar un resultado mutuamente beneficioso, pero no participará en el acuerdo.
El mediador sólo colabora con las partes. No emite juicios de valor. No juzga porque no es juez,
ni es árbitro. Son las partes, quienes con la colaboración del mediador podrán llegar al acuerdo o
no.
La tarea del mediador es promover y restablecer la comunicación entre las partes para que cada
una cuente con la información necesaria para que pueda decidir; mostrarles alternativas posibles
y haciéndoles ver que “negociación es siempre circular y no lineal, pudiendo volverse a momen-
tos anteriores y examinar nuevamente alternativas o propuestas dejadas de lado, expresadas
tácitamente en otro momento.
a. La neutralidad del mediador significa el asumir una conducta imparcial y de equilibrio con
todas las partes. La neutralidad se apoya sobre todo en la objetividad.
Se garantiza la neutralidad del mediador con las vías legales de la recusación y excusación
por las causales legales que se establecer para evitar la parcialidad del mediador.
b. La escucha activa hace posible atender la palabra de quienes han construido el conflicto y
colaborar para que éste desande.
c. La paciencia, porque si no hay paciencia la escucha activa no se da.
Procedimiento
En el procedimiento de mediación las partes deben concurrir con sus asesores o letrados.
En el procedimiento de mediación, lo judicial actúa como una de las alternativas, que contribu-
ye a hacerles ver a las partes la conveniencia o no de concluir la mediación con un acuerdo.
Acuerdo
Culminando la mediación las partes pueden arribar a un acuerdo. Dicho acuerdo puede ser total
o parcial.
Cualquiera de las partes puede pedir la homologación judicial del acuerdo de mediación. En tal
supuesto, el juez examinará dicho acuerdo y sólo lo homologará si no afecta el orden público.
ARBITRAJE
Es un método no adversarial en el cual las partes –dentro de los limites de la controversia- dele-
gan en forma expresa a un tercero llamado arbitrio para que en equidad o en derecho, a través,
de un procedimiento arbitral con sustento en las garantías del debido proceso, defensa en juicio
y principio de igualdad, resuelva la causa por laudo arbitral.
• Mayor garantía en el laudo, como resultado de poder de ambas partes de nombrar a los árbi-
tros.
• La selección de los árbitros asegura que exista una especialidad mayor para las cuestiones
juridicas en decisión.
• Rapidez por la abreviación de los plazos y por la duración máxima del proceso arbitral.
• Costo reducido, menores honorarios, eliminación de gastos fiscales y administrativos.
Clases de arbitraje
1. Según su fuente el arbitraje es legal, judicial y contractual, porque emana de la ley, del juez
o de las partes.
2. Según la índole de la cuestión a laudar, el arbitraje es voluntario y legal o forzoso.
• En el arbitraje voluntario las partes libremente acuerdan someter su disputa a esta via
de resolución de conflictos.
• En el arbitraje forzoso o legal existe una falta de opción, respecto del proceso judicial,
precisamente porque es la propia ley la que impone recurrir al arbitraje.
3. Según el ámbito donde se realiza, el arbitraje es nacional o domestico e internacional.
• El arbitraje nacional o domestico se realiza en el interior del país, a través de los códi-
gos profesionales o instituciones como el Tribunal Arbitral de la Bolsa de Comercio de
Buenos Aires.
• El arbitraje internacional abarca los contratos internacionales y los negocios.
Árbitros
El árbitro es siempre una persona física, por ser necesaria su condición humana de juzgar.
Además el árbitro, no se encuentra amparado por la garantía del juez natural (art. 18 CN) porque
es designado por las partes y tiene el deber de mantener una conducta imparcial y equilibrada
para resolver las cuestiones y asuntos planteados en el arbitraje.
Para resguardar la imparcialidad del árbitro se admiten las vías de la recusación y excusación.
• La recusación es la vía legal que se otorga a las partes para obtener el apartamiento del árbi-
tro cuando se encuentre afectado en su imparcialidad. La recusación se tramita y la resuelve
el juez que habría entendido en ese asunto sometido al arbitraje.
• La excusación es la vía legal que se le otorga al árbitro para que pueda apartarse de una
causa, cuando se encuentre incurso en las causales legales de la recusación.
Clases de árbitros
• Arbitraje jurídico: el arbitro “interpreta y ejecuta una disposición legal”. Esta figura se
conoce como árbitro in iure porque son los que laudan aplicado el derecho, como lo hace
un magistrado judicial.
• Arbitraje de amigable composición: los arbitradores o amigables componedores resuel-
ven el caso “a verdad sabida y buena fe guardada”. Esta figura se conoce como árbitro et
aequo et bono y por cierto lauda en equidad y, por ende, lo hace con mayor flexibilidad.
Al respecto Mariano Arbonés sostiene que existen árbitros públicos y privados. Los primeros
integral los tribunales permanentes. Mientras que los segundos son los árbitros de los códigos
procesales; los tribunales arbitrales instituidos estaturiamente y los que ejercen la profesión de
árbitros.
La clausula compromisoria es una clásula precautoria que se incluye en los contratos con al
finalidad de prever la solución de futuras diferencias.
El compromiso es un acto jurídico que tiene por finalidad establecer los otorgantes, nombrar los
árbitros y las cuestiones a someterse al arbitraje. El compromiso concluye por propia voluntad
de los otorgantes, por el vencimiento del plazo fijado, o si los árbitros o las partes no impulsan
el arbitraje durante tres meses.
Procedimiento arbitral
Laudo Arbitral
Dante Barrios de Angelis sostiene que “laudo arbitral o sentencia arbitral, es el acto jurisdiccio-
nal por el cual los árbitros cumplen con su encargo, declaran el derecho a la equidad del caso,
resuelven las cuestiones sometidas y transforman la insatisfacción relevada por el compromiso
(o sus equivalentes) jurídica”.
El laudo arbitral se debe dictar dentro del plazo fijado, o en su caso dentro de las prórrogas auto-
rizadas.
El laudo arbitral lo dicta el árbitro. Si es un solo árbitro, lo dicta solo, o en colegio si son más de
tres árbitros. En este último supuesto, deben estar presentes todos los árbitros en la deliberación
y decisión del laudo. Las cuestiones se resuelven por unanimidad o por mayoría. Si los árbitros
no se ponen de acuerdo y no reúnen la mayoría, se puede designar un nuevo árbitro para que
dirima las cuestiones, dentro del plazo que se fije.
El contenido de un laudo arbitral es similar al de una sentencia judicial. El laudo arbitral es una
resolución fundada que contiene tres elementos: a) El primero, el elemento fáctico: identifica a
las partes, al objeto del arbitraje y b) El segundo, el elemento lógico: trata de cuestiones y fun-
damenta el caso en el derecho de equidad. C) el tercero, el elemento volitivo: contiene la deci-
sión.
El principal efecto del laudo, es dar por concluido el arbitraje. El laudo arbitral es obligatorio
para las partes y tiene fuerza vinculante.
Luego de dictado el laudo, las partes pueden presentar el laudo arbitral al juez y pedir homolo-
gación. En este caso, la “homologación judicial es la aprobación judicial” de lo resuelto en el
arbitraje.
La homologación judicial del laudo arbitral se instrumenta con el dictado, por parte del juez, de
una sentencia homologatoria, para otorgarle validez al laudo arbitral.
CONCILIACION
Con una conciliación judicial se puede concluir un litigio sin la necesidad de llegar a una sen-
tencia. Este proceso es dirigido por el juez, quien propone las condiciones del acuerdo y luego,
si es aceptado por las partes, lo convalida con eficacia de cosa juzgada.
Una conciliación prejudicial, por su parte, permite resolver el proceso sin la necesidad del desa-
rrollo de un juicio. En este caso, el tercero puede ser cualquier individuo y el acuerdo resulta
equivalente a una transacción.
Los sujetos de la conciliación son el juez y las partes. Su diferencia es básica. Las partes actúan
con la parcialidad de la defensa y el juez procura superar el problema para recomponer la uni-
dad. No le interesa tanto quien tiene la razón, sino que trata de unirlos.
El procedimiento de la conciliación debe ser flexible. Son una pluralidad de actos concatenados
con un mismo fin objetivo común.
Adolfo Gelsi Bidart nos enseña que la conciliación puede ser extra proceso o intra proceso.
La conciliación intra procesal o judicial debe ser regulada en los códigos procesales.
En la conciliación judicial es indispensable la intervención del juez, a los fines de dirigir la con-
ciliación y asegurar la igualdad de las partes que intervienen en ella. Por lo general, la concilia-
ción fracasa cuando las partes actúan solas, o se la delega al secretario del tribunal.
Cuando el objeto de la conciliación versa sobre derechos de los menores o cuestiones de interés
social se exige una autorización previa “venia” o una posterior “homologación”.
DIFERENCIAS
CONCILIACION ARBITRAJE
En la conciliación las partes arriban a un Mientras que en el arbitraje los árbitros cuan-
acuerdo, que no necesariamente debe coincidir do laudan en equidad, no coinciden con el
con el derecho sustantivo, ni debe estimarse derecho sustancial, pero su laudo debe ser
justo. Incluso el juez sólo podrá oponer si aquél justo. Y también cuando lauda en derecho “su
vulnera el orden público. tendencia será la de la justicia como sentencia
judicial”.
CONCILIACION MEDIACION
Es que el juez o el conciliador proponen for- Mientras que en la mediación, el mediador no
mulas o alternativas concretas para que las propone ninguna propuesta de arreglo, puesto
partes arriben a un acuerdo. que su función es generar las condiciones
necesarias para que sean las propias partes los
que decidan si culminan con un acuerdo, o no.
UNIDAD 8
El abogado, tiene una amplia gama de posibles actividades profesionales. Puede desempeñarse
en relación de dependencia (privada o pública), ejercer en forma independiente o actuar en am-
bas condiciones a la vez.
Puede ser un consultor externo, desde su propio estudio jurídico, o interno e una empresa, inte-
grando, por ejemplo, el Departamento de Asuntos Legales.
Puede ser litigante, patrocinando a personas o empresas (personas de existencia física o ideal)
ante órganos judiciales o administrativos, iniciando o contestando demandas y otros reclamos.
En todos los casos deberá expresarse en forma escrita y también oral. En el primero, redactará
cartas, memorándum, informes, telegramas, cartas documentos, escritos judiciales como de-
mandas, cédulas, oficios, mandamientos, testimonios, acuerdos, reconvenciones, pliegos de
posiciones e interrogatorios de testigos, expresiones de agravios y un sinnúmero de escritos
más. Aún como litigante, y en cualquier instancia del pleito, puede ejercer el rol de conciliador,
buscando llegar a una solución consensuada y pacífica que le ponga fin.
Un importante tratadista45 afirmaba, que sin desconocer las excelencias de la división de trabajo,
se considera enemigo de aquellas civilizaciones donde cada hombre dedica su actividad integra
a realizar una minúscula función en la que, naturalmente, llega ser insuperable, pero de la cual
no se emancipa jamás. En la abogacía, la especialización toca los limites mas absurdos. Nuestro
campo de acción es el alma, y esta no tiene casilleros. ¿Se concibe un confesor para la lujuria,
otro para la avaricia y otro para la gula? Nos atrevemos a afirmar que lo contrario es la verdad.
EL ABOGADO CIVILISTA
La trascendencia del Derecho Civil para la vida en comunidad es innegable, pues es el ordena-
miento que regula a la persona humana desde la concepción en el seno materno o fuera de él,
aun antes del nacimiento; durante toda su vida, en sus distintos escenarios que deben necesaria-
mente transitar por su carácter ontológico de ser social por excelencia, fundando una familia,
realizando los distintos actos propios del desarrollo humano para atender a la subsistencia y al
programa existencial, efectuando contrataciones diversas, adquiriendo el dominio y otros dere-
chos reales, sufriendo y generando daños que deben ser resarcidos; y hasta luego de su desapari-
ción física, a través de los mecanismos distributivos de los bienes en las sucesiones hereditarias.
EL ABOGADO LABORALISTA
Un abogado laboralista, hoy y siempre ha necesitado de una formación continua. El Derecho
Laboral es quizás la rama del Derecho que más cambios afronta. Ya sea en su derecho sustan-
tivo o en materia de Seguridad Social o Prevención de Riesgos Laborales. La normativa se mo-
difica de modo constante, de una manera más o menos profunda.
Por otra parte, la doctrina que los tribunales emanan diariamente requiere ser conocida y es-
tudiada, dado que se trata de un cuerpo doctrinal que aporta constantes matizaciones y es
preciso conocer.
Por todo ello, aparte de cursos específicos de formación, ya sea para una primera especializa-
ción o para actualizar el conocimiento ya adquirido, es fundamental la lectura de revistas es-
45
Alma de la Toga – Angel Ossorio – Pag 113
EL ABOGADO PENALISTA
En causa penal o en actuaciones que puedan lesionar derechos y garantías constitucionales del
cliente, el abogado velara por la preservación de los mismos, denunciando ante autoridad
competente toda afectación a derechos y garantías, particularmente si ponen en riesgo la vida,
la dignidad personal, la libertad individual o la integridad física y psíquica del cliente.
La delicadeza e importancia de los intereses y derechos personales en juego en las causas pe-
nales explican si el abogado debe comprometer una actuación profesional especialmente pro-
diga en esmero intelectual, en seguimiento del proceso y en dedicación personal al cliente. Al
tal punto es la defensa una actividad esencial y fundamental, que la misma debe llevarse a
cabo aun contra la voluntad del acusado.
APLICACIONES PRÁCTICAS:
• Colaboración: el abogado debe colaborar con el tribunal, buscando la verdad sobre los
hechos. Ello no quiere decir que debe presentar pruebas que sirvan para condenar a su
cliente, esa es función del órgano encargado de la acusación y no de la defensa.
• Lealtad profesional: el abogado debe asistir permanentemente al cliente, debiendo evitar
toda actitud que coloque al mismo en estado de indefensión, como sería el abandono del
mismo estando privado de la libertad.
• Probidad: el abogado debe asistir a todas las actos procesales y no exclusivamente a la
indagatoria. Visitar al detenido a fin de informarle del estado de la causa.
Continuar la defensa instando la tramitación de la causa. Evitar tomar de manera desleal
contacto con detenidos que ya tienen abogado defensor, sin que este conozca de ello.
Abstenerse de aceptar defensa o causas a sus convicciones, ya sean religiosas, morales, fi-
losóficas o políticas.
Actuar en estos casos más que nunca con el celo, el saber y la dedicación debida.
El abogado también sirve como asesor legal del gobierno y las autoridades públicas, dirige la
fiscalía del estado y supervisa el departamento legal que prepara y revisa legislaciones propues-
tas.
El Asesor Jurídico es considerado el principal defensor del gobierno de la ley y el guardián del
interés público.
La constitución de la provincia de La Rioja ha instituido un catálogo de instituciones en las que
solo pueden actuar abogados. Así tenemos.
FISCAL DE ESTADO
Artículo 159: El Fiscal de Estado es el encargado de la defensa judicial de los intereses públi-
cos y privados de la provincia y del patrimonio fiscal. Tendrá personería para demandar la
nulidad e inconstitucionalidad de leyes, decretos, reglamentos contratos o resoluciones en el
solo interés de la ley o en la defensa de los intereses fiscales de la provincia. Será también par-
te en los procesos que se formen ante el Tribunal de Cuentas. La ley reglamentara sus funcio-
nes.
Asimismo, hay otras disposiciones transcendentales en nuestra Constitución Provincial que vale
la pena resaltar:
Artículo 132º.- COMPOSICIÓN. La Función Judicial será desempeñada por un Tribunal Supe-
rior de Justicia, cámaras, jueces, jueces de paz letrados o legos, miembros de los Ministerios
Públicos y demás tribunales, juzgados y funcionarios que establezca la ley..
Artículo 141º.- REQUISITOS. Para ser juez se requiere título de abogado, ocho años de ejerci-
cio profesional o de desempeño en la magistratura y treinta años de edad.
En todos los casos se requiere ser argentino con dos años de residencia y matrícula de abogado
efectivas e inmediatas, y previos a su designación en la provincia.
Para ser juez de paz lego se requiere veinticinco años de edad, título secundario y ser argentino
con dos años de residencia efectiva, inmediatos y previos a su designación en el departamento
del juzgado.
Art. 2º.- La Provincia a los efectos de la Jurisdicción, se divide en cinco Circunscripciones Judiciales. La
Primera comprende los Departamentos Capital, Independencia, Angel Vicente Peñaloza y Sanagasta; la
Segunda los Departamentos de Chilecito, Famatina, General Lamadrid, Felipe Varela y General Sar-
miento (*); la Tercera comprende los Departamentos Gobernador Gordillo (*), General Belgrano y
General Ocampo; la Cuarta comprende los Departamentos Arauco, Castro Barros y San Blas de Los
Sauces; y la Quinta Circunscripción comprende los Departamentos Rosario Vera Peñaloza, Juan Facun-
do Quiroga y General San Martín.- (Conf. Ley 4893). Se sustituye la denominación Departamento Gene-
ral Sarmiento por Departamento Vinchina - Ley Nº5361 - Pub. B.O. 13/03/90.
ASIENTOS JUDICIALES
Art. 3º.- Tendrán su asiento en la Ciudad de La Rioja, Capital: El Tribunal Superior de Justicia, la Pro-
curaduría General; Tres (3) Cámaras en lo Civil, Comercial y de Minas; Una (1) Cámara del Trabajo
(*); Una (1) Cámara en lo Criminal y Correccional; Tres (3) Juzgados de Instrucción en lo Criminal y
Correccional y Una (1) Cámara de Paz Letrada.
En la Ciudad de Chilecito: Una (1) Cámara en lo Civil, Comercial y de Minas; Una (1) Cámara Laboral
(*), Criminal y Correccional; Dos (2) Juzgados de Instrucción en lo Criminal y Correccional; y Un (1)
Juzgado de Paz Letrado.
En la Ciudad de Aimogasta: Una (1) Cámara en lo Civil, Comercial, Laboral (*), de Minas, Criminal y
Correccional; Un (1) Juzgado de Instrucción en lo Criminal Correccional; y Un (1) Juzgado de Paz
Letrado.
En la Ciudad de Chepes: Una (1) Cámara en lo Civil, Comercial, Laboral (*), de Minas, Criminal y
Correccional; Un (1) Juzgado de Instrucción en lo Criminal y Correccional; y Un (1) Juzgado de Paz
Letrado.
En la Ciudad de Chamical: Una (1) Cámara en lo Civil, Comercial, Laboral (*), de Minas, Criminal y
Correccional; Un (1) Juzgado de Instrucción en lo Criminal y Correccional; y Un (1) Juzgado de Paz
Letrado.
(*) Consultar Ley Nº5764 - Art. 21º, modificada por Ley Nº5786 - Art. 2º - sobre disolución de la Cámara
del Trabajo en la Primera Circunscripción Judicial y pérdida de la competencia del Fuero Laboral en
las Cámaras de la Segunda, Tercera, Cuarta y Quinta Circunscripción Judicial por funcionamiento de
los Juzgados del Trabajo y Conciliación, y los con competencia en las respectivas Circunscripciones
Judiciales
El abogado que se desempeñe en estas áreas debe demostrar ciertas actitudes que serán funda-
mentales para poder participar correctamente del proceso pedagógico; en primer lugar, aspirar
siempre a la excelencia académica, luego, tener la capacidad y aptitud para comunicar el saber
que posee (pedagogía), y finalmente, lo que lo hará prosperar en este ámbito, será la estima de
su condición de educador y formador de las nuevas generaciones de abogados.
Ahora bien, el abogado tendrá que tener en claro cuáles serán sus funciones como docente: de-
berá formar la inteligencia, mucho más que la memoria de sus alumnos, por un lado, y por el
otro, colaborar con el desarrollo de las habilidades y destrezas propias de la profesión.
En la relación con sus estudiantes, el abogado debe estar comprometido plenamente con ellos
para enseñarles tanto “él debe ser” (el derecho), como “el ser” (la realidad). Debe ser el líder de
su clase basándose en la confianza y el respeto mutuo. En este mismo aspecto, deberá estimular
el proceso e interés en la investigación de parte de sus alumnos y de él mismo.