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DERECHO CIVIL I
3.2 – LA OCUPACIÓN
Es el modo por el que se adquiere la propiedad de cosas muebles corporales que carecen de dueño,
adquisición que se consuma con la toma de posesión de esa cosa con ánimo de haberla como propia (art
610 CC) la adquisición es originaria.
Se adquieren por ocupación los productos del mar o sus riberas (algas, conchas, mariscos), pues
carecen de dueño. Pero no otros objetos arrojados por el mar a la ribera (objetos procedentes de
buques o naufragios).
Los bienes inmuebles que carezcan de dueño pertenecen a la administración general del Estado.
Dichos inmuebles, pertenecen al estado como bienes patrimoniales (no como dominio público). La
adquisición de estos bienes se producirá por ministerio de la ley, sin necesidad de que medie acto o
declaración alguna por parte de la administración general del estado. La administración podrá tomar
posesión de los bienes siempre que no estuviesen siendo poseídos por nadie a titulo de dueño y sin
perjuicio de los derechos a terceros.
De existir un poseedor en concepto de dueño, la Administración General del Estado habrá de
entablar la acción que corresponda ante los órganos del orden jurisdiccional civil.
Respecto de los animales, su adquisición por ocupación depende de su condición de domésticos o
salvajes. Los animales domésticos son los que nacen y se crían bajo el poder del hombre. Estos
animales se pueden adquirir por ocupación (y no por la caza) si su dueño lo abandona, pero no si lo
pierde en tanto conserven su domesticidad.
Los animales fieros son los que ordinariamente no nacen ni se crían bajo el poder del hombre,
carecen de dueño mientras están en libertad y pueden ser ocupados. Si la cautividad le procuró un
cierto amansamiento habrá que aplicar el artículo 612 III, el cual permite que el dueño pueda
reclamarlo durante veinte días a su nuevo poseedor cuando aquél se escape y sea ocupado por otro.
Se adquieren por ocupación en su condición de salvajes, pero, amansados, sólo se pierde su
propiedad si se pierden o son abandonados por su dueños. Dada la dificultad de la prueba de este
extremo, se establece que la propiedad sobre él se pierde a partir de los veinte días desde que fuera
ocupado por otro.
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Si se trata de un enjambre de abejas, el propietario puede perseguirlo a través de las fincas vecinas
con indemnización del daño que pueda causar en la persecución; si cesa de perseguirlo durante dos
días, podrán ser ocupados por el poseedor de la finca.
Las palomas, conejos y peces que pasaren de su criadero a otro distinto dueño serán propiedad de
este siempre que no hayan sido atraídos.
Solo los animales salvajes son ocupables por la caza, ya que la caza está regulada. Si un tercero recoge y
se apropia de la pieza muerta o moribunda mientras es buscada por el autor del disparo, realiza una
apropiación de cosa ajena (hurto).
La pesca fluvial se regula también por norma especial. Toda persona con licencia puede pescar en aguas
de dominio público, salvo que este en un coto. La propiedad de los peces en aguas públicas se adquiere
por ocupación; sin embargo, los peces que estén en criaderos son propiedad del titular del criadero,
antes de ser objeto de ocupación. En las aguas fluviales privadas el derecho a pesca corresponde al
dueño o titular de un derecho de disfrute, que podrá arrendar el derecho de pesca.
La pesca marítima se regula por una abundante normativa administrativa sectorial. A efectos civiles solo
es preciso decir que la propiedad de los peces se adquiere por ocupación.
3.3 – EL HALLAZGO
Quien hallare una cosa mueble que tiene dueño, es decir que este abandonada y esta cosa hallada no
constituya tesoro, está obligado a restituirla a su titular o ignorando quien fuera consignarla en poder
del alcalde del lugar donde se hubiera hecho el hallazgo. Pasados dos años sin que se presente el dueño
se adjudicará la cosa al hallador, o su valor si se hubiera subastado. Si el propietario se presenta, el
hallador tiene derecho a un premio sobre el valor de la cosa (art 616 CC)
3.5 – ACCESIÓN
La accesión es un modo de adquirir de forma originaria, consistente en que una cosa de propiedad ajena
ha venido a unirse a cosa propia, de modo tal que no pueda separarse de ella sin detrimento o sin
menoscabo de la obra construida, o hasta el punto que viene a formar una sola cosa.
Tratándose de incorporación a un inmueble rigen las siguientes reglas. Quien incorpora a inmueble
propio un mueble ajeno ha de restituir su valor (más los daños, si hubiera mala fe, que sería delito de
robo o hurto). Pero el dueño de la cosa incorporada no puede reivindicarla.
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Quien construye o planta en terreno ajeno creyendo que es propio no puede reivindicar lo
construido. Si actuó de buena fe no puede ser obligado a demoler a su costa lo construido, y el
dueño del terreno optará por abonarle el valor de las obras o imponerle la venta forzosa del terreno.
Si se trata de siembra, podrá adquirir lo sembrado o imponer al tercero un alquiler forzoso. Si se
edificó conociendo la falta de derecho, el constructor puede ser obligado a demoler, salvo que el
dueño del terreno prefiera apropiarse lo construido sin indemnización.
La indemnización debida al constructor de una fe no procede si lo construido no es, cuando menos,
una mejora útil de la cosa. Las normas referidas no se aplican tampoco cuando entre constructor y
dueño hay un título jurídico que le permita a aquel la posesión. Quien construye en la finca
arrendada, con base en un contrato que le une con el arrendatario, no puede luego pretender
cobrarse la obra impagada del dueño del terreno, aunque éste se enriquezca objetivamente de la
obra, y salvo que pueda deducirse que el arrendatario contrató con mandato tácito o en
representación del dueño del terreno.
El Código Civil regula en los art 366 -374 diversos supuestos de adquisición y pérdida de la propiedad
por efectos o fenómenos naturales de naturaleza acuática.
Cuando no habiendo mala fe dos cosas muebles se unen de tal forma que vienen a formar una sola,
el propietario de la principal adquiere la accesoria reembolsando su valor al dueño de esta sin
importar cuál de los dos dueños hizo la unión de cosas. Si la unión la hizo el dueño de la accesoria de
mala fe, pierde sin indemnización la cosa unidad (además de indemnizar al otro dueño del daño que
resulte de la unión). Si es el dueño de la principal el que obró de mala fe, el dueño de la accesoria
puede reclamar el valor de los suyo o pedir la separación, aunque cuse daño o destruya la principal
(además de la indemnización). Si ambos son de mala fe, una y otra se neutralizan. En el sentido de
estas normas se entiende por cosa principal aquella a la que otra se une para adorno, uso o
perfección si ninguna de ellas es de uso subordinado, es principal la de más valor y en su defecto la
más voluminosa.
Si dos cosas de igual o diferente especie se mezclan o confunden por voluntad de sus dos dueños o
por casualidad o por uno de ellos de buena fe, cada uno de ellos adquiere una cuota en la comunidad
resultante, atendiendo al valor de las cosas mezcladas. Si el que hizo la mezcla obro de mala fe,
pierde su cosa y estará obligado a indemnizar por los prejuicios (art. 381 y 382).
El que con una materia ajena realiza una obra de nueva especie (especificación) hace suya la obra
indemnizando al dueño de aquella. Ésta regla sufre dos excepciones:
En primer lugar, si la materia es de valor muy superior a la obra, el dueño de aquella puede
quedarse con la obra, pagando, o pedir la restitución del valor de la materia.
En segundo lugar, si la especificación se realizó de mala fe, el dueño de la materia puede quedarse
con todo sin pagar, o pedir su restitución más indemnización de prejuicios.
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tradición de la cosa vendida como una obligación del vendedor. En segundo lugar, al enumerar en el
artículo 609 cuáles son los medios por los que se adquiere la propiedad y los derechos reales. Dice el
Código Civil que esos derechos se adquieren por consecuencia de ciertos contratos mediante la
tradición. Se configura, de esta forma, como un modo de adquirir la propiedad, añadido al contrato. En
tanto no se practique la entrega, el adquiriente sólo tiene un derecho de crédito, pero no adquiere la
propiedad de la cosa (art. 1095 CC)
La tradición es una exigencia que solo procede a aplicar a los contratos de transmisión de cosas
corporales. Las hipotecas se adquieren por contrato e inscripción en el Registro de la Propiedad. Las
servidumbres se adquieren por título, entendiendo por tal el simple contrato. El usufructo por voluntad
de las partes y adquiere el usufructuario su derecho a los frutos y su cualidad de usufructuario antes de
la entrega de la cosa. Los derechos de explotación de bienes incorporales (derechos de autor, patentes,
marcas) no requieren la entrega para transmitir al cesionario un derecho absoluto. Para trasmitir la
propiedad sobre créditos no es preciso acto de entrega alguna. Ni la adquisición por donación ni por
sucesión de causa de muerte requieren la tradición para que el adquirente reciba la propiedad.
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Que el disponente de los mismos sea titular del derecho que transmite o que este legitimado para
poder disponer de el
Que exista un acto jurídico, apto para transmitir el dominio
Que exista tradición, en los casos en que esta sea requerida
Cuando el acto transmisivo del derecho (título) no sea válido, la tradición por sí sola no es apta para
transmitir el derecho de que se trate. El acto nulo o anulable no produce efectos, aunque las partes, al
entregar la cosa o derecho, estuvieran de acuerdo en la traslación de la titularidad del derecho al
adquiriente. Si el título no es válido, la persona que recibe la posesión de la cosa sólo podrá adquirir la
titularidad por medio de la prescripción extraordinaria de seis a treinta años, según se trate de bienes
muebles o inmuebles.
Para que el título sea valido es preciso que reúna las condiciones exigidas en derecho, para que
produzca todos los efectos que típicamente le corresponden. Ahora bien para que un contrato o un
testamento sean validos no es preciso que la cosa de la que se dispone sea propia del transmitente o del
causante. Si yo vendo una cosa ajena, por ejemplo, hay objeto del contrato y hay causa; también existirá
consentimiento; si la parte que adquiere sufrió un error esencial, creyendo propia de quien le transmite
la cosa que compra, el contrato puede ser anulado por error o por dolo. Esto no ocurriría si se sabía que
era ajena la cosa que se adquiría. Nadie puede transmitir la titularidad de un derecho que no es suyo o
para cuya disposición no está legitimado. El titulo valido pero ineficaz para transmitir la propiedad
servirá entre otras cosas para que en su caso el que adquiere la posesión no la propiedad del bien pueda
adquirir la propiedad del mismo en virtud de la prescripción ordinaria en un plazo= 3 o 10 años, si hay
buena fe, según se trate de bienes muebles o inmuebles. Si se dispone por testamento de cosa que no
es del testador, el testamento es válido, siempre que concurran los otros requisitos exigidos por el
Código Civil. Que sean válidos no quiere decir que transmitan la titularidad del bien. En principio, nadie
puede transmitir la titularidad de un derecho que no es suyo o para cuya disposición no está legitimado.
El título válido, pero ineficaz para transmitir la propiedad, servirá, entre otras cosas, para que, en su
caso, el que adquiere la posesión del bien puede adquirir la propiedad del mismo en virtud de la
prescripción ordinaria, en un plazo de tres o diez años, si hay buena fie, según se trate de bienes
muebles o inmuebles.
Por tanto, la venta o disposición de cosa ajena es válida. Si es un contrato oneroso, el transmitente está
obligado a adquirir la propiedad, y si no puede procurarle la propiedad al adquirente, responderá ante
éste por haber incumplido una obligación que pesaba sobre él.
Hay algún caso a pesar de la nulidad del título, se transmite la propiedad de la cosa al contratante que la
recibe. Es el supuesto del articulo 1306 CC si un contrato tiene una causa ilícita, no es delito.
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Nuestro sistema registral no puede evitar que transmita a un tercero una persona que no es realmente
titular del derecho trasmitido, si figura en el Registro con facultades para disponer. Por ejemplo, porque
antes vendió a otro que, sin embargo, no ha inscrito su derecho, permaneciendo el vendedor como
titular registral, que enajena por segunda vez a un tercero de buena fe, que sí inscribe, adquiriendo A
NON DOMINO
Pero el sistema registral español si impide que una persona pueda inscribir su adquisición en el registro
de la propiedad cuando trae causa de otra, si ésta no aparece en el Registro con facultades para
transmitir. Cuando esto ocurra y el titulo aparezca por persona distinta del titular registral, no se
inscribirá el titulo.
Tampoco se practicara la inscripción o anotación, aunque sea dictada por providencia judicial, si ésta se
ha dirigido contra una persona distinta del titular registral del bien sobre el que se pretende inscribir o
anotar: no se practicará la anotación de embargo decretada por mandamiento judicial cuando haya sido
dictada contra un deudor que no es la misma persona que aparece en el Registro como titular de la finca
que se pretende embargar.
6.1 - RENUNCIA
Toda persona puede renunciar a los derechos de que sea titular, a no ser que la renuncia vaya contra el
interés u orden público o en perjuicio de tercero. La renuncia de carácter unilateral no está sujeta a
forma determinada.
Si la renuncia versa sobre el derecho de la propiedad sobre un bien, se conoce como abandono o
DERELICIÓN. No vale en estos casos la mera declaración de voluntad de renuncia, sino que se precisa la
desposesión material del bien
Si se renuncia a un derecho distinto de propiedad sobre un bien hay que distinguir según los casos. Las
servidumbres y el usufructo se extinguen por renuncia del titular. Si el derecho que se va a renunciar
implica posiciones pasivas u obligaciones, la renuncia del derecho sólo es liberatoria de esta obligación
cuando se disponga expresamente por una norma. La renuncia a un crédito recibe el nombre de
condonación o liberación. Si en una persona coinciden la cualidad de deudor y acreedor la renuncia a
esta posición jurídica global no es posible sin que el otro acreedor-deudor consienta la liberación.
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Se extinguen por la prescripción todos los derechos y acciones de la clase que sean. Como regla los
derechos no se extinguen por su no uso prolongado en el tiempo. El titular solo pierde su derecho por
este motivo, normalmente, cuando un tercero contradice este derecho durante un lapso de tiempo.
Para las propiedades inmateriales la ley ha dispuesto un modo de extinción por el simple transcurso del
tiempo determinado en la ley, se hayan o no usado durante ese tiempo. Es un modo de extinción de los
derechos que debe llamarse caducidad.
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