Sei sulla pagina 1di 5

PORQUE NO DEJO EL SACO DE PIEDRAS

Tema predicación en COMFAM Domingo 2 de Mayo 2010


Escritura base: Hebreos 12.1-4 y 12-15
Heb 12:1 Por tanto, nosotros también, teniendo en derredor nuestro tan grande nube de testigos,
despojémonos de todo peso y del pecado que nos asedia, y corramos con paciencia la carrera que
tenemos por delante,
Heb 12:2 puestos los ojos en Jesús, el autor y consumador de la fe, el cual por el gozo puesto delante
de él sufrió la cruz, menospreciando el oprobio, y se sentó a la diestra del trono de Dios.
Heb 12:3 Considerad a aquel que sufrió tal contradicción de pecadores contra sí mismo, para que
vuestro ánimo no se canse hasta desmayar.
Heb 12:4 Porque aún no habéis resistido hasta la sangre, combatiendo contra el pecado;
Heb 12:12 Por lo cual, levantad las manos caídas y las rodillas paralizadas;
Heb 12:13 y haced sendas derechas para vuestros pies, para que lo cojo no se salga del camino, sino
que sea sanado.
Heb 12:14 Seguid la paz con todos, y la santidad, sin la cual nadie verá al Señor.
Heb 12:15 Mirad bien, no sea que alguno deje de alcanzar la gracia de Dios; que brotando alguna raíz
de amargura, os estorbe, y por ella muchos sean contaminados;

La escritura que acabamos de leer empieza con una frase clave: “despojémonos de todo peso y del
pecado que nos asedia”. Meditemos en esta frase, Dios le habla a su iglesia, ¿a quien? A ti y a mi, y
hay una afirmación de parte de Dios: tenemos “peso” y “pecado” que nos asedia, o sea que todos
estamos cargando con cosas en nuestra vida que nos están estorbando. ¿Pero que es lo que estorban?,
pues nuestra vida que tenemos por delante: “corramos con paciencia la carrera que tenemos por
delante”.
Analicemos bien lo que nos dice Dios a ti y a mi, el sabe que tenemos problemas, el sabe que cargamos
con muchas cosas que nos hacen daño en la vida, el sabe que el pecado nos asedia y que caemos; y
creo que esto es un buen punto de partida, cuando queremos ocultar el sol con un dedo, cuando nos
queremos esconder de Dios, cuando la culpa y el remordimiento nos están comiendo por dentro y
tratamos de que no se nos note, peor nos va, reconocer nuestras cargas ante Dios y nuestro pecado
ante El, eso le da el espacio a Dios para que empiece a actuar sobre nuestras vidas, y nos da el espacio
para buscar un cambio, un arrepentimiento.

¿Pero que son esos pesos que dice Dios? ¿De que peso nos tenemos que despojar?

Les traigo este saco de piedras como ejemplo. ¿Un saco de piedras? Si un saco de piedras, cada piedra
tiene una palabra o frase que identifica el peso que cargas en tu vida:
Rechazo porque no pasaste la prueba (escuela, trabajo, deporte, familia, etc.)
Rechazo de tus padres
Rechazo de tus hijos
Rechazo de tus familiares
Rechazo de tus amigos
Rechazo por que fuiste despedido
Heridas por el divorcio
Abuso emocional
Abuso físico
Abuso sexual
Abuso espiritual
Tú eres el que abusa de otros
Depresión
Angustia
Adulterio
Sexo ilícito
Aborto
Robo
Mentira
Adicciones (alcohol, drogas, juego, etc.)
Abandono de tu padre
1
Abandono de tu madre
Abandono de tus hijos
Falta de perdón
Fracaso
Rencor
Miedo a la muerte
Miedo a la enfermedad
Enojo con Dios
Críticas y juicios sobre mí
Un pasado vergonzoso
Un mal pasado
Temores
Vicios ocultos
Violencia
Rebeldía
Mal matrimonio
Fracaso en el amor
Incesto (relaciones sexuales entre familiares)
Ira sin control
Religiosidad
Rechazar el perdón de Dios
Incredulidad
Infidelidad
Culpa
Haber sido violada (o)
Humillación y ofensas
Desprecio
Co dependencia (no tienes vida propia, eres adicto a otra persona)
Maldecido
Haber participado en brujería, satanismo, ouija, santa muerte, etc.
Remordimiento por la vez que diste rienda a la cólera.
Remordimiento por el día que perdiste el control.
Remordimiento por el momento que perdiste tu orgullo.
Remordimiento por los años que perdiste tus prioridades.
Remordimiento por el momento en que perdiste tu inocencia.
Pensamientos fuera de control que producen culpa, ira, malos deseos, malas acciones
Por favor toma cada piedra, lee la palabra o frase que tiene y pásasela a tu vecino. Reflexiona:
¿Cuantas de esas piedras cargas en tu vida?, ¿de que tamaño es cada piedra?, ¿de que tamaño es el
saco que cargas y cuanto pesa?
La pregunta es: ¿y porque no dejas de cargar ese saco de piedras? ¿Que pasa cuando no suelto el saco
de piedras?
Heb 12:15 Mirad bien, no sea que alguno deje de alcanzar la gracia de Dios; que brotando alguna raíz
de amargura, os estorbe, y por ella muchos sean contaminados;

Una piedra tras otra, una piedra de culpa tras otra. Con el tiempo el saco se pone pesado. Nos
cansamos. ¿Cómo puedes tener sueños para el futuro cuando necesitas de toda tu energía para llevar el
pasado a cuestas?

Con razón algunos se ven desdichados. El saco demora el paso. El saco raspa. Ayuda a explicar la
irritación de tantos rostros, tantos pasos arrastrados, tantos hombros caídos y, por encima de todo,
tantos actos desesperados.

Te consume la necesidad de hacer lo que sea para conseguir un poco de descanso.

2
Así que te llevas el saco a la oficina. Determinas trabajar con tanto ahínco que lo olvides. Llegas
temprano y te quedas hasta tarde. La gente está impresionada. Pero cuando llega la hora de ir a casa,
allí está el saco… esperando que lo lleven afuera.

Cargas el saco hasta una hora feliz. 1 Un nombre como ese debe dar cierto alivio. De modo que
apoyas el saco en el piso, te sientas en la banqueta y bebes algunos tragos. La música se vuelve fuerte
y tu cabeza se pone liviana. Pero entonces llega la hora de partir, miras hacia abajo y allí está el saco.

Te arrastras hasta una sesión de terapia. Te sientas en el diván con el saco a tus pies y vuelcas
todas tus piedras sobre el suelo y llamas a cada una por su nombre. El terapeuta escucha. Simpatiza
contigo. Se brindan algunos consejos útiles. Pero cuando el tiempo se acaba, te ves obligado a juntar
las rocas y llevarlas contigo.

Te desesperas tanto que decides probar un encuentro de fin de semana. Un poco de excitación. Un
abrazo arriesgado. Una noche de pasión robada. Por un momento la carga se aligera. Pero luego se
acaba el fin de semana. Se pone el sol del domingo y, aguardándote al pie de la escalera del lunes, se
encuentra… lo adivinaste, tu saco de remordimientos y rechazos.

Incluso hay quienes llevan el saco a la iglesia. Quizás la religión ayude, razonamos. Pero en lugar
de remover algunas piedras, algún predicador bien intencionado pero mal dirigido puede incrementar
la carga. Los mensajeros de Dios a veces lastiman más de lo que ayudan. Y a lo mejor abandones la
iglesia cargando algunas piedras nuevas en tu saco.

¿El resultado? Una persona que se arrastra por la vida, cargada por el pasado. No sé si lo has
notado, pero resulta difícil ser considerado cuando cargas un saco de piedras. Resulta difícil apoyar
cuando uno mismo está hambriento de apoyo. Resulta difícil perdonar cuando uno se siente culpable.

Cargar tanta piedra, termina por amargarnos. AMARGADO, UNA VIDA AMARGADA, y a veces ni
nos damos cuenta………

PERO QUÉ ES LA AMARGURA?


En el griego del nuevo testamento, “amargura” proviene de una palabra que significa punzar. Su raíz
hebrea agrega la idea de algo pesado. Finalmente, el uso en el griego clásico revela el concepto de algo
fuerte. La amargura, entonces, es algo fuerte y pesado que punza hasta lo más profundo del corazón.

La amargura es una manera de responder A UNA OFENSA REAL O INMAGINARIA que a la larga
puede convertirse en norma de vida.

*EN PRIMER LUGAR, el ofendido considera que la ofensa es culpa de otra persona (y muchas veces
es cierto) y razona: “el/ella debe venir a pedirme disculpas y arrepentirse ante Dios. Yo soy la
víctima". El cristiano se siente culpable cuando comete un pecado. Sin embargo, no nos sentimos
culpables de pecado por habernos amargado cuando alguien peca contra nosotros, pues la percepción
de ser víctima eclipsa cualquier sentimiento de culpa. Por lo tanto este pecado de amargura es muy
fácil justificar.

*EN SEGUNDO LUGAR, casi nadie nos ayuda a quitar la amargura de nuestra vida. Por lo contrario,
los amigos más íntimos afirman: “tú tienes derecho… mira lo que te ha hecho", lo cual nos convence
aun más de que estamos actuando correctamente.

*TERCERO, si alguien cobra suficiente valor como para decirnos: “amigo, estás amargado; eso es
pecado contra Dios y debes arrepentirte", da la impresión de que al consejero le falta compasión
(recuerde, que el ofendido piensa que es víctima).

1
3
LAS CONSECUENCIAS DE LA AMARGURA

1) El espíritu amargo impide que la persona entienda los verdaderos propósitos de Dios en
determinada situación.

2) El espíritu amargo contamina a otros. Hebreos (12:15). La amargura nunca se queda sola en casa;
siempre busca amigos. Por eso es el pecado más contagioso. Si no la detenemos puede llegar a
contaminar a toda una congregación, o a toda una familia. La parte trágica de la historia del saco de
piedras es que tendemos a tirar nuestras piedras a los que amamos.

3) La amargura hace que la persona NO SE VEA A SI MISMA. Nótese la condición del salmista
cuando estaba amargado: “… entonces era yo torpe y sin entendimiento; era como una bestia
delante de ti” (Salmo 73:21, 22). La persona amargada toma decisiones filtradas por su profunda
amargura. Tales decisiones le hacen daño a si mismo o a otros. Cuando la amargura echa raíces y se
convierte en norma de vida, la persona ve, estima, evalúa, juzga y toma decisiones según su espíritu
amargo.

4) El espíritu amargo da lugar al diablo (Efesios 4:26). Una persona que se acuesta herida, se levanta
enojada; se acuesta enojada, y se levanta resentida; se acuesta resentida, y se levanta amargada. El
diablo está buscando a quien devorar (1ª Pedro 5:8). Pablo nos exhorta a perdonar “…para que satanás
no gane ventaja alguna sobre nosotros; pues no ignoramos sus maquinaciones” (2 corintios 2:11).

5) El espíritu amargo puede causar problemas físicos. La amargura está ligada al resentimiento.
Cuando uno tiene un profundo resentimiento, no duerme bien o se despierta varias veces durante la
noche, y vez tras vez en su mente repite la herida como una grabadora. es un círculo vicioso de no
dormir bien, no sentirse bien al siguiente día, no encontrar solución para el espíritu de amargura, no
dormir bien, ir al médico, tomar pastillas, etc. Algunas personas terminan sufriendo una gran
depresión; otros acaban con úlceras u otras enfermedades.

7) El espíritu amargo hace que algunos dejen de alcanzar la gracia de Dios (Hebreos 12:15). La
persona amargada sigue la ruta de la amargura que implica vivir con recursos propios y no con la
gracia de Dios. Tan fuerte es el deseo de vengarse que no permite que Dios, por su maravillosa gracia,
obre en la situación.

LA PREGUNTA DEL MILLÓN...QUÉ HACER CUANDO ESTAMOS AMARGADOS?

1) VER LA AMARGURA COMO PECADO CONTRA DIOS: normalmente en vez de postrarse ante
Dios, buscando la solución divina, uno se postra ante sus propios recursos y su propia venganza. El
ídolo es el propio “yo".

2) PERDONAR AL OFENSOR. En el mismo contexto donde Pablo nos exhorta a librarnos de toda
amargura, nos explica cómo hacerlo: “…perdonándoos unos a otros, como Dios también os perdonó a
vosotros en Cristo” (Efesios 4:31–32). El perdón trae beneficios porque quita el resentimiento. Uno de
los muchos beneficios de no guardar rencor es poder tomar decisiones con cordura. El perdón tampoco
es un recibo que se da después que el ofensor haya pagado. Si no perdonamos hasta tanto la otra
persona lo merezca, estamos guardando rencor. El perdón no necesariamente tiene que ser un hecho
conocido al ofensor. En muchos casos el ofensor ha muerto, pero el rencor continúa en el corazón de
la persona herida. Tener que perdonar un gran mal mientras el ofensor no lo merezca, representa una
excelente oportunidad para entender mejor cómo Cristo pudo perdonarnos a nosotros (Romanos 5:8;
Efesios 4:32). El perdón debe ser inmediato para que así la amargura no tenga lugar ninguno. El
perdón debe ser continuo. El perdón debe marcar un punto final. Perdonar significa olvidar. No hablo
de amnesia espiritual sino de sanar la herida.

4
3) El perdón, a su vez, nos lleva a uno de los versículos más bondadosos de la Biblia: «Venid a mí
todos los que estáis trabajados y cargados, que yo os haré descansar. Llevad mi yugo sobre vosotros, y
aprended de mí, que soy manso y humilde de corazón; y hallaréis descanso para vuestras almas;
porque mi yugo es fácil, y ligera mi carga» (Mateo 11.28–30).

Dios les bendiga

Gilberto Monge Martínez

Comunidad Familiar, COMFAM, AC

Potrebbero piacerti anche