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Seminario Teológico Reformado

Licenciatura en teología 1er semestre


Homilética I
Gustavo Manuel Chi Dzul.

Es evidente que al hablar de la importancia de la predicación en las iglesias


evangélicas existe un común denominador, tanto por parte de la bibliografía referente al
tema como por parte de los testimonios de gente conocedora; y es que sale a relucir la crisis
que existe en cuanto al lugar que ocupa la predicación en la iglesia de Cristo. En lo personal
con el ministerio de diácono tuve la oportunidad de conocer varias iglesias de la península
de Yucatán, ahora como anciano continúo visitando iglesias, y la realidad es, que lo que se
menciona en los libros es muy cierto, el tiempo exacto en el cual inició este fenómeno es
incierto, de la misma manera como cuando se diluye unas gotas de tinta en el agua, así se
ha estado infiltrando este problema en algunas de las iglesias evangélicas y la presbiteriana
reformada no es la excepción. La predicación ya no ocupa el mismo lugar que tuvo en los
inicios de la iglesia primitiva.
Esta problemática que avanza y contamina cada día, tiene a mi parecer un lado muy
peligroso, ya que muchas veces pasa desapercibido para los oficiales y para los miembros,
y se ha optado muchas veces, sin darse cuenta a tener una actitud conformista frente a esta
situación, los predicadores se limitan muchas veces a disfrazar su predicación con temas de
reflexión humana, como sacados de un libro de superación personal, para los oyentes que
buscan “tips” para mejorar su vida, tal vez esté bien pero para los que no ¿Se tienen que
conformar con ello? El problema existe y eso es lo primero que debemos entender para
atacarlo, así como el médico para combatir una enfermedad necesita hacer un diagnóstico
en base a análisis clínicos, ultrasonidos, tomografías etc. Así nosotros necesitamos conocer
cuáles son algunas de los factores que han hecho que la predicación haya sido desplazada
del lugar que le corresponde.
Dentro de toda esta situación tengo la seguridad que Dios ha prometido sustentar su
palabra: El cielo y la tierra pasarán, pero mis palabras no pasarán. Mateo 24:35, Mas la
palabra del Señor permanece para siempre. Y esta es la palabra que por el evangelio os ha
sido anunciada 1ª de Pedro 1:25. Dios es fiel y si lo prometió lo cumplirá y también
tenemos evidencia de ello ya que aún existen pastores y líderes preocupados por darle a la
predicación su lugar original. Pablo sabía de esta infiltración de ideas y actitudes por eso le
recomienda a Timoteo: Oh Timoteo, guarda lo que se te ha encomendado, evitando las
profanas pláticas sobre cosas vanas, y los argumentos de la falsamente llamada ciencia, la
cual profesando algunos, se desviaron de la fe. Y esta misma recomendación de Pablo
hecha a Timoteo es la misma que siempre debemos tener en cuenta para tener a la
predicación en el centro de todas las cosas de la iglesia de Jesucristo a la cual
pertenecemos. Como había mencionado con anterioridad, el problema no solo está en los
predicadores sino también en los oyentes, por parte de los oyentes muchas veces
encontramos la apatía hacia escuchar un sermón por diversas razones, entre ellas la falsa
creencia que se tiene acerca de los métodos de predicación, si el predicador no cuenta
anécdotas, la predicación es aburrida, si el predicador no tiene material multimedia, la
predicción es aburrida, etc. En pocas palabras los oyentes se sienten más satisfechos al
escuchar un sermón tipo espectáculo, que un sermón que transmita la Palabra fiel de Dios y
les alimente el Espíritu, Pedro le hace esta encomienda a la iglesia en su epístola:  desead,
como niños recién nacidos, la leche espiritual no adulterada, para que por ella crezcáis para
salvación 1ª de Pedro 2.2.
Otra situación problemática que se encuentra presente en las iglesias, sobre todo en
los últimos años es el pragmatismo, los predicadores buscan nuevos métodos que atraigan
más gente, aunque aparentemente sean más efectivos por qué es lo que atrae más gente,
esto está bien si lo que queremos en las iglesias cantidad en vez de calidad.
Una iglesia que hace a un lado la predicación pierde su carácter de iglesia, pierde su
identidad y pierde la función para lo cual fue creada. Dios desde la eternidad tuvo a bien
diseñar el plan de salvación para el hombre y esto como resultado del pacto de redención
hecho en Santo Consejo y la formación de la iglesia de Cristo ya estaba incluida dentro de
ese plan, el ser humano redimido pertenecería a un pueblo escogido y formaría parte de un
cuerpo cuya cabeza sería Jesucristo y es precisamente la proclamación de la obra redentora
de nuestro Salvador la que debe de estar por encima de toda actividad en la iglesia, el
pragmatismo sopla con fuerzas en las iglesias, debemos regresar a los fundamentos
teológicos que tenemos para asirnos y no ser llevados por esos vientos.
Uno de los fundamentos teológicos de la predicación es el poder de la palabra de
Dios. Cuando Dios creo el universo y todo lo que en el existe, lo hizo con el poder de su
palabra: Y dijo Dios: Sea la luz; y fue la luz. Luego dijo Dios: Haya expansión en medio de
las aguas, y separe las aguas de las aguas. Vemos como Dios crea con el poder de su
palabra lo que no existía. Una vez creado el hombre, Dios lo primero que hace es establecer
el primer pacto con el ser humano el pacto de obras, y esto lo hace mediante comunicación
oral, utilizando lenguaje humano y la manera como el hombre debía responder era mediante
la adoración y obediencia, después de la caída Dios mediante su palabra emite la sentencia
para la serpiente y también mediante su palabra promete el envío de un redentor de la
simiente de la mujer, en el protoevangelio. De la misma manera Dios llama a Abraham y
establece un pacto con él y lo hace mediante su palabra y le promete que sería padre de
una gran nación.
La palabra se hizo carne, en Jesucristo para revelar la voluntad del Padre y es la
voluntad del Padre que respondamos a su palabra con fe y obediencia y esta es la verdad
que los predicadores debemos proclamar. Nosotros predicamos porque Dios ha hablado y
Él obra a través de su palabra que permanece para siempre.

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