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Curso:
Ética y Filosofía Política
Tema:
Aristóteles
Profesor:
Romero Cieza José
Integrantes:
Peñaloza Acevedo David
Aguirre Benavides Sebastián
Calle Cuadros Sergei
Vargas Gutiérrez Angie
Fecha de entrega:
17/04/2019
Aristóteles
Introducción
Algunos ejemplos pueden dar idea de hasta qué punto Aristóteles estableció las bases
que configurarían el pensamiento europeo: las teologías cristiana y musulmana del
Medioevo asumieron su metafísica; la física y la astronomía aristotélicas se mantuvieron
vigentes hasta el siglo XVII; sus estudios zoológicos, hasta el XIX; la lógica, hasta el siglo
XX; sus apenas cincuenta páginas sobre estética se siguen debatiendo en nuestros días.
Obras
-Física
-Tratado del cielo Metafísica -Metafísica
-De la generación y la corrupción
-Meteorología -Ética nicomáquea o Ética
-Del alma a Nicómaco
-Pequeños tratados sobre la -Gran moral
naturaleza -Ética eudemia o Ética a
-De los sentidos y de lo sentido Ética y Eudemo
-De la memoria y la reminiscencia política -Política
Física -Del sueño y la vigilia -Económica
-Del ensueño -Constitución de los
-De la adivinación por el sueño atenienses
-De la longitud y la brevedad de la
vida Retórica y -Arte retórica
-De la juventud y la vejez, De la poética -Poética
vida y la muerte, y De la
respiración
-Historia de los animales
-Las partes de los animales -Órganon
-El movimiento de los animales -Categorías
-Progresión de los animales -De la interpretación
-Generación de los animales -Primeros analíticos
-Problemas Lógica -Segundos analíticos
-Tópicos
-Refutaciones sofísticas
Sin embargo, cabe resaltar que dentro de todas sus obras hubo algunas que son de
particular interés. Tales como La Política y Ética a Nicómaco. Esta última fue dedicada a
su hijo y tiene un carácter importante en la influencia de la virtud como base principal de
un hombre para poder llegar a alcanzar la felicidad, que es el fin de las personas que
actúan en forma proba y mesurada.
Antecedentes
Tras doce años de ausencia lejos de su tierra natal, el Estagirita, regresaría a la cuna de
la civilización de la cultura helénica para sellar su
firma dejando precedente de ello, fundando así su
propia escuela, el liceo.
Ética a Nicómaco
En este sentido, los temas más importantes tratados en cada uno de los libros de la Ética
a Nicómaco son los siguientes:
En el Libro I
Aristóteles, trata fundamentalmente acerca de la concepción teleológica de su Ética, así
como sobre la naturaleza de la felicidad y las diferencias existentes entre lo que denomina
como virtudes morales (éticas) y virtudes intelectuales (dianoéticas).
En el Libro II
Lleva a cabo un estudio más detallado de la naturaleza de las virtudes intelectuales y de
las virtudes morales. Analiza, también, la cuestión de la virtud moral como término
medio y, por último, habla acerca de las diferencias existentes entre la virtud y los otros
tipos de saber.
En el Libro III
Se centra en el estudio de las virtudes morales del Valor y de la Templanza.
En el Libro IV
Analiza las virtudes morales de la Generosidad, la Magnificencia, La Magnanimidad y
la Mansedumbre.
En el Libro V
Nos habla acerca de la virtud de la Justicia. Allí analiza lo que denomina como la justicia
legal o universal y la justicia equitativa o particular, a la que divide en
justicia distributiva, correctiva y conmutativa.
En el Libro VI
Inicia la investigación sobre la naturaleza de las denominadas virtudes
intelectuales (dianoéticas). Nos hablará de las virtudes intelectuales relacionadas con
el saber teórico (Sabiduría, Ciencia e Intelecto) y las virtudes intelectuales relacionadas
con el saber práctico (arte y prudencia).
En el Libro VII
Estudia el problema de la continencia y de la incontinencia.
El en libro VIII
Inicia un amplio estudio sobre la Amistad. Allí tratará sobre las distintas clases de
amistad, así como sobre la relación existente entre la amistad y los distintos regímenes
políticos.
En el libro IX
Continúa sus investigaciones sobre la naturaleza de la amistad. Entre otras cosas,
Aristóteles, nos habla sobre la naturaleza de las relaciones amistosas, sobre las
diferencias existentes entre benevolencia y amistad, o sobre si para el hombre feliz es
mejor vivir en soledad o rodeado de amigos.
Escribió más o menos 200 tratados sobre una enorme variedad de temas de los cuales
solo han llegado 31, entre ellos: ética, filosofía política, física, retorica,
astronomía, metafísica, biología y lógica. Es reconocido como el Padre Fundador de la
Lógica y la Biología. Aristóteles transformó muchas áreas del conocimiento que abarcó.
En el año 323 a.C. después de la muerte de Alejandro, Aristóteles viajó a Calcis (Capital
de la isla de Eubea en Grecia) donde murió al año siguiente (322 a. C.), a la edad de 62
años de muerte natural, causada por una úlcera estomacal.
Aristóteles partía de una teoría, él afirmaba que para poder explicar cualquier fenómeno
natural debía responder cuatro cuestiones que afectaban tanto a sus causas como a sus
conclusiones. Se encargó de explicar su teoría al compararlo con un proceso de
escultura, de acuerdo a este ejemplo la primera de estas causas (porqué) sería de causa
material (a), es decir, la materia de la cual estaba hecha la escultura, en su ejemplo:
mármol.
La segunda de las causas corresponde a la causa formal (b), es decir, el modelo de la
estatua, en su ejemplo: la figura femenina.
La tercera razón era la denominada causa eficiente (c), es decir, la que suministra los
medios para que se produzcan los cambios necesarios de manera que la materia se
convierta en el modelo; en su ejemplo: el escultor.
Por último, la causa final (d), es decir, el propósito para el cual se había creado.
Hipótesis
El campo de estudio de la ética son las repetidas decisiones del ser humano que lo
determinan dentro de una cultura y lo hacen constructor de ella. Para un correcto
desarrollo, es decir, para que haya ética, existen una serie de supuestos o condiciones
necesarias para ello. La primera de ellas, y la más importante, es la necesidad de la
libertad –o voluntariedad como señala Aristóteles. Quiere decir que el ser humano esté
posibilitado a optar y actuar de alguna forma u otra. Un segundo requisito sería el ejercer
nuestra responsabilidad frente a la libertad. Esto quiere decir, asumir un compromiso con
lo optado, recurriendo a sistemas o métodos evaluativos, caracterizando a algo como
mejor que otro. Y, por último, un tercer requerimiento es el de profesar sobre la existencia
de criterios normativos. Estos supuestos nos exigen tener una idea de bien.
Del párrafo anterior nace la necesidad de calificar qué es lo que entendemos por bien.
Para Aristóteles el bien se definirá como aquello hacia lo cual tienden todas las cosas, la
finalidad de las cosas. Podemos constatar en nuestra vida cotidiana la gran variedad de
fines que existen, propios de las distintas disciplinas y acciones del ser humano, habiendo
más aún, relaciones mediáticas y del orden jerárquicas entre ellos. Se podría preguntar
uno sobre la existencia de un fin último, que se busque por sí mismo y no como medio
para otro bien.
Aristóteles señalará que la felicidad es el Bien supremo al que aspiran todos los hombres
por naturaleza. Es nuestra naturaleza de seres racionales la que nos exige a buscar este
fin ulterior, fin que se identifica con la buena vida; vida buena. En este sentido no todos
los hombres gozamos del mismo significado respecto a la vida buena; para unos la
felicidad consiste en las riquezas, para otros en el placer, y para otros en los honores. En
este sentido Aristóteles identificará tres tipos de vida, la voluptuosa, la política y la
contemplativa, siendo esta última la mejor para el Estagirita. Finalmente, se puede decir
que nuestros estilos de vida reflejan qué concepción tenemos de felicidad. En conclusión,
el bien para el ser humano está relacionado con la felicidad, la cual se consigue
desplegando nuestra facultad racional, y haciéndolo con excelencia, de la mejor manera
posible; con virtud.
Nuestra alma, principio de vida y donador de ánimo para el ser humano, está dividida en
dos partes, nuestra parte irracional y la parte racional. También es posible separarla en
tres: la parte que se ocupa del aspecto vegetativo, la parte desiderativa, de la cual
emanan los deseos, y la parte intelectiva. La parte irracional tiene un cierto grado de
participación racional, en cuanto es capaz de aceptar lo dictado por la razón. Entonces,
diremos que el aspecto vegetativo no participa en absoluto de la razón, no así la
deliberativa o desiderativa, la cual hace caso al consejo del intelecto como un hijo hace
caso a su padre. Es en este último estadio donde se desenvuelve la ética, en lo
deliberativo, en el diálogo armónico (idealmente) entre nuestros deseos y apetitos y la
razón.
Las virtudes se dividirán conforme a la diferencia que hemos recién explicitado. Estarán
por tanto las virtudes del intelecto y las virtudes éticas (morales). Las virtudes morales,
están relacionadas con nuestro modo de ser o carácter. A diferencia de las intelectuales,
que son fruto de la enseñanza y la experiencia. Las de tipo intelectual son de excelencia,
hacen de nuestro conocimiento algo excelente. Las éticas se adquieren por costumbre o
por la realización consecutiva (hábito) de una acción particular. El carácter puede
aglutinar en sí tres características: de pensamiento, sentimiento y acción. Es decir, si
decimos que alguien posee un carácter justo cuando piensa, siente y actúa justamente.
La virtud será un carácter correcto; carácter adecuado. Para que haya virtud,
necesariamente tienen que existir estos tres elementos, pensar, sentir y actuar
virtuosamente. Diremos también que las virtudes no son ni potencias ni pasiones, sino
hábitos conducentes a la felicidad.
Las virtudes éticas se obtendrán trabajando en ellas; ejercitándolas. Estas virtudes no las
adquirimos de forma natural, la naturaleza nos da potencialidades o capacidades que se
manifiestan en sentidos y estos nos permiten adquirir virtudes que tenemos que
ejercitarlas, por ejemplo, una persona solidaria no nace solidaria, se hace realizando
actos solidarios.
Las elecciones que hagamos, a su vez, estarán determinadas por las virtudes
intelectuales, es decir las virtudes del alma racional, por lo tanto determinadas por la
razón. Nuestros apetitos por sí solos nos llevarían a tener que optar, y para optar tiene
que existir un diálogo entre nuestro carácter y nuestro entendimiento; el entendimiento por
sí solo no mueve. Diremos por tanto que la elección se mueve dentro del diálogo de la
razón y el carácter, mediado por la virtud.
Se dice constantemente respecto a cualquier buena obra de arte, que no necesita cambio
alguno, que no se le agregue ni quite nada. Así también debe ser para el ejercicio de la
virtud, la justa medida como mantenedora de la acción virtuosa. Para Aristóteles será de
suma importancia que el ser humano pueda aceptar e incorporar dentro de su lenguaje,
los términos de placer y dolor. Sería errado de nuestra parte creer que virtud y placer son
incompatibles; se dirá incluso, que para el virtuoso es un placer dar. En realidad, se nos
invita a ser reales y sinceros respecto a lo que sentimos y al momento en que lo
experimentamos; lograr una armonía correspondiente a los momentos de placer y de
dolor. Las virtudes en este sentido serán las encargadas del ordenamiento de las
pasiones. Entendidas como ejercicio habitual y que son socorridas por el intelecto, son las
que determinan el dónde se halla el término medio. Nos ayudarán a controlar la tendencia
propia del ser humano a sobrepasar sus límites pasionales. Para Aristóteles, la
moderación será el término medio entre el desenfreno y la excesiva represión. Los
extremos van a ser los vicios, la virtud gracias a la razón se situará mediadora de los
extremos; en la mitad, no aritmética, sino de la persona. Esto quiere decir que siempre se
situará más cerca de uno de los dos extremos.
Dentro de las virtudes propias de un saber teórico, nos encontramos con la ciencia, la
intuición y la sabiduría. La ciencia será el hábito demostrativo de los fenómenos. Y la
virtud de la intuición, el ejercicio de la sensibilidad frente a los principios. La sabiduría, se
definirá como un diálogo entre estas dos últimas, como el hábito demostrativo de los
principios universales.
Por otro lado, el alma racional calculadora, nos otorgarán la capacidad de producir y de
descubrir; capacidad productiva de la razón. La virtud que acompaña a la parte productiva
del alma es el arte. Y la que sustenta el descubrimiento de qué hacer es la virtud de la
prudencia, otra virtud de tipo racional calculador, vinculada eso si a la acción no a la
producción. Esta última tendrá una labor especial respecto a las otras virtudes.
La prudencia como virtud del alma racional calculadora, como hemos dicho, es un hábito
práctico, que aspira a una verdad práctica. Es una virtud del intelecto que logra percibir
entre lo que es bueno y lo que es malo para el hombre. Aristóteles la caracteriza como el
ojo del alma. Intenta discernir o descubrir la acción indicada en los casos específicos;
encontrar lo bueno en un momento indicado, no dejándose corromper (extremo) por los
motores del placer y el dolor. Para esto se exige que el campo deliberativo sea del orden
moral o práctico, donde sea posible que las cosas sean de una u otra manera; donde sea
posible la ética En este sentido, la prudencia se distancia de este tipo de virtudes, como
las propias de la ciencia y el arte. Se podría hacer una analogía de la prudencia con la
habilidad de proposición de medios para llevar a cabo alguna acción. Pero se distancia de
esta última por no buscar el bien, no así la prudencia, que, como toda virtud, es un hábito
hacia el bien. Concluimos por tanto que la prudencia es una virtud del intelecto
deliberativo que descubre la acción indicada para la consecución del bien. Muchas veces
se ha relacionada, hasta nuestros tiempos, al hombre prudente con el hombre cauto que
sabe tomar decisiones.
La prudencia, como decíamos anteriormente, cumplirá un rol particular dentro del conjunto
de las virtudes; auxiliar para la obtención de los bienes humanos. Esta virtud gesta una
relación recíproca entre ella y las virtudes éticas, siendo estas últimas impensables sin
prudencia y la prudencia sin ellas también carece de sentido. Si una virtud ética fracasa,
no habrá espacio para la prudencia.
Al final de su libro de Ética, Aristóteles se referirá a la amistad, las clasificará de tres tipos,
las por interés y utilidad, y las por virtud. Las dos primeras las catalogará como
accidentes, porque no se quiere al amigo por él ser quien es, sino por mera satisfacción
de placeres y utilidades personales. En cambio, la amistad en la virtud, que es la de los
hombres iguales y buenos en la virtud; porque procuran el bien recíprocamente en honor
a la bondad. En este sentido para el Estagirita, la amistad es la bisagra entre la ética y la
política.
Conclusiones
El conflicto entre individuo y sociedad, entre bien individual y bien colectivo está muy
presente en la obra de Aristóteles. El hecho de afirmar que vivir bien es un principio ético
fundamental y propio de la cultura griega, y que éste está basado en que debemos tener,
poseer las cosas que satisfagan nuestros deseos, puede llevarnos a concluir que el
egoísmo está, de forma perenne, en la naturaleza humana. Ante este dilema, Aristóteles
argumenta que el satisfacer las necesidades individuales es algo apetecible, pero siempre
estará supeditado por el contexto colectivo. Por lo tanto, será mucho más grande, perfecto
e importante alcanzar y preservar el bien de la ciudad. El bien “superior” es el bien de
todos: “Un bien superior, pero humano; un bien en el mundo”.
Para conseguir su objetivo, un bien común basado en la felicidad, Aristóteles pone la ética
como principal herramienta (con su teoría de las virtudes como principal garante), que
sirve a la política para conseguir la felicidad para el total de los hombres, más hermosa
que la felicidad individual. Esa reflexión ética, contiene unos elementos indispensables
que nos permiten comprender mejor los objetivos del filósofo griego.
La Virtud
Esta visión de la sociedad, el hecho de que se pueda caminar hacia el bien, implica un
proceso de “educación” donde la ética se convierte en una teoría de la felicidad humana
en la que se consiguen aunar los intereses individuales con los colectivos. Por lo tanto, la
ética se convierte en un saber práctico “pues no investigamos para saber que es la areté,
sino para que seamos buenos”.
La virtud o Areté (definida por la teoría de los Justos Medios) es un hábito por el cual el
hombre se hace bueno y realiza bien su función propia. Al igual que un zapatero hace
mejores zapatos cuantas más veces los haga, “así nos hacemos buenos practicando
actos buenos”. ¿Pero que significa que realiza bien su función propia? Hay una palabra
importante para entender esta función del hombre: la energeia, o energía, que va
adherida a ese hábito y es del motor para practicar la virtud. Esa capacidad para actuar,
esa energeia se entiende que debe estar de acuerdo con el logos pues ser excelentes
como humanos nos une inevitablemente a la racionalidad, al lenguaje que nos une con los
otros hombres y que a través del diálogo nos invita a entrar en contacto con los demás
para conocerlos y conocernos.
La Amistad
“El amigo es otro yo. Y como es muy difícil conocerse a sí mismo [...] y por otro lado
resulta muy agradable este conocimiento, y como tampoco es posible vernos a nosotros
mismos a partir de nosotros mismos como vemos en el espejo nuestro rostro, cuando
queremos conocernos vemos a un amigo”.