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Breur (1842-1925) llevó a cabo su tratamiento de Anna O. entre 1880-1882; gozaba de alta
reputación en Viena como facultativo de gran experiencia y científico. Freud (1856-1939)
apenas iniciaba como médico. El tratamiento de Anna O. finalizó a comienzos de junio de
1882 y en noviembre Breuer relato el caso a Freud quién dedicado a la anatomía del sistema
nervioso quedó muy impresionado a tal punto que años más tarde, estudiaba con Charcot en
París, e informó sobre el caso a este “pero el maestro no demostró interés”.
Freud retornó a Viena en 1886 y se estableció como médico de enfermedades nerviosas. Al
comienzo, confió en métodos terapéuticos recomendados como hidroterapia, electroterapia
masajes, etc; pero cuando demostraron ser insatisfactorios dirigió su pensamiento en otra
dirección. Escribe a su amigo Fliess en 1887, y le cuenta que ha emprendido la hipnosis y ha
tenido pequeños pero notables éxitos. Pero el caso Anna O. seguía presente en su mente, y él
mismo dice “practique la hipnosis con otro fin además de la sugestión hipnótica”: era el
método catártico. El caso de la Sra Emmy Von N. fue el 1º que trató con el método catártico.
El caso Elizabet Von R. en 1892, Freud lo describe como su “primer análisis completo de una
histeria”. Siguió Miss Lucy R; “Katharina” y la Sra Cäcilie M. Freud dice que “fue la
observación de este caso en comunidad con Breuer la ocasión inmediata para que publicaran
“Comunicación preliminar”. Los “Estudios sobre la histeria” parecen haber sido publicados en
mayo de 1895.
Suele considerarse a “Estudios sobre la histeria” el punto de partida del psicoanálisis. Para
indagar la importancia de los estudios en el desarrollo del psicoanálisis conviene dividir la
cuestión en dos partes: ¿Hasta qué punto y de qué manera las técnicas en los estudios, los
hallazgos clínicos a que condujeron, allanaron el camino para el psicoanálisis? ¿Hasta qué
punto las concepciones teóricas aquí propuestas fueron incorporadas por Freud a sus doctrinas
posteriores?
Rara vez se aprecia suficiente que quizás el más importante logro de Freud fue su invención
del primer instrumento para el examen científico de la mente humana. Este volumen permite
rastrear las etapas iniciales del desarrollo de ese instrumento. Narra cómo fueron superados
obstáculos y la historia del descubrimiento de esos obstáculos.
Anna O., la paciente de Breuer puso de relieve y superó ella el 1º: la amnesia característica del
paciente histérico. Cuando se trajo a la luz la existencia de ésta, se advirtió que el contenido
psíquico manifiesto de la paciente no lo era todo, había detrás un contenido psíquico
inconsciente. El problema no consistía en la investigación de procesos psíquicos consientes,
para los cuales bastarían métodos de indagación ordinarios; si había procesos psíquicos
inconscientes, se requería un instrumento especial: la sugestión hipnótica, utilizada para
persuadir al paciente a que produjera material de la región inconsciente de la psique. Con Anna
O. apenas se hizo necesario recurrir a este medio; producía torrentes de material de su
inconsciente y lo que Breuer tenía que hacer era sentarse y escucharla. No todos los histéricos
eran tan accesibles; no con cualquiera se obtenía con prontitud la hipnosis profunda en que ella
caía, aparentemente por propia voluntad. Surgió un nuevo obstáculo: Freud estaba lejos de ser
un adepto del hipnotismo. Eludió esta dificultad, renunciando a sus tentativas de producir la
hipnosis y se contentó con llevar a sus pacientes a un estado de “concentración” recurriendo a
la “técnica de la presión sobre la frente”. Fue su abandono del hipnotismo lo que amplió su
intelección de los procesos psíquicos, revelándole la presencia de otro obstáculo: la resistencia
de los pacientes al tratamiento, su renuncia a cooperar en su propia curación. ¿Cómo habría de
abordarse su renuencia? ¿Debía sugerirse o exigir a viva voz, que se la depusiera? ¿Debía
investigársela, como a otros fenómenos psíquicos?
Freud eligió el segundo camino y abandonó cada vez más la mecánica de la sugestión
deliberada y pasó a confiar en “asociaciones libres” de los pacientes. Esto abrió el camino para
el análisis de los sueños; lo cual le permitió intelegir el funcionamiento del “proceso primario”
de la psique y la forma en que influye en la producción de pensamientos accesibles, quedando
en posesión de un nuevo expediente técnico: la interpretación; y además, posibilitó su propio
autoanálisis y consecuentes descubrimientos de la sexualidad infantil y complejo de Edipo.
Todo esto era aún cosa del futuro; pero ya en las últimas páginas había topado con otro
obstáculo: la “trasferencia”. Tuvo un atisbo de su formidable poder, comenzó a advertir que no
sólo era un obstáculo, sino que sería otro de los principales instrumentos de la técnica
psicoanalítica.
En cuanto a las discrepancias científicas esenciales entre Breuer y Freud, éste último señala
que la 1ª se vincula con la etiología de la histeria, y consistía en la contraposición de su
doctrina de la defensa con la teoría de los estados hipnoides. En “Comunicación preliminar” se
aceptan ambas etiologías. Breuer otorga preponderancia a los estados hipnoides pero destaca la
importancia de la “defensa”. Freud parece aceptar la idea de “los estados hipnoides” en su
historial de Katharina y Elizabert von R. Su escepticismo al respecto no se trasluce. En su
trabajo sobre “La etiología de la histeria”, ese escepticismo adquiere expresión y en una nota al
pie del historial clínico de “Dora” declara que la designación “estado hipnoide” es “ociosa y
despistante”, y que nació por exclusiva iniciativa de Breuer.
Otra divergencia (la principal) sobre la cual Freud insistió, refería al papel cumplido por las
pulsiones sexuales en la causación de la histeria. La creencia de Freud en el origen sexual de la
histeria puede inferirse con claridad de su capítulo sobre psicoterapia, donde afirma que en los
casos de histeria hay invariablemente presente una etiología sexual. Pero Breuer destaca la
importancia de la sexualidad en las neurosis; dice que la pulsión sexual es la fuente más
poderosa de aumentos de excitación persistentes, y que “en las mujeres casadas la gran
mayoría de neurosis graves proviene del lecho conyugal”. En este caso, la manifestación de la
divergencia se halla menos nítida de lo que podría esperarse.
Freud se esforzó siempre por poner de relieve diferencias entre el “psicoanálisis” y el método
catártico: las innovaciones en la técnica, la extensión del procedimiento a otras neurosis, el
establecimiento del motivo de la “defensa”, la insistencia en una etiología sexual y la
desestimación final de los estados hipnoides. En la 1ª serie de obras de Freud, casi no
encontramos material retrospectivo; y hasta las conferencias en la Clark University (1910) no
aparece reseña. En éstas parece ansioso por dejar establecida la continuidad de su obra respecto
de Breuer. La impresión que dejan es que no es Freud, sino Breuer, el verdadero fundador del
psicoanálisis. Pero en “Contribución a la historia del movimiento psicoanalítico” (1914), Freud
subrayaba sus divergencias con Breuer; se retracta de haberlo considerado creador del
psicoanálisis. Se explayó sobre la incapacidad de Breuer para enfrentar la trasferencia sexual y
reveló el “suceso adverso” que puso fin al análisis de Anna O. No debemos dejar de tener en
cuanta, que después de todo, el método catártico es el precursor inmediato del psicoanálisis y
pese a las ampliaciones de la experiencia y las modificaciones de la teoría sigue contenido en
él como su núcleo.