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PUBLICADO EL 1 DICIEMBRE, 2019 POR PATRICIO MORENO PARRA

CUANDO PRECIADO INTERPELA AL PSICOANÁLISIS[1]


Por Jean-Claude Maleval

2019-12-01

Un largo texto que critica al psicoanálisis, acusado de obsolescencia, nunca había resonado en la tribuna de un
congreso de una Escuela de Lacan antes del 17 de noviembre del 2019. No habría de dudar entonces que la
diatriba de Paul B. Preciado testimonia de una coyuntura histórica nueva.

Él recusa la binaridad de los sexos, considerado como patriarcal, al nombre de un constructivismo del
género, censado de ser más acorde con la modernidad. Desconoce que el acercamiento lacaniano de la
sexuación no es esencialista. Es también uno que se afirma tan constructivista como el suyo: no consideramos
que el devenir sexuado esté determinado por la fisiología[2]. Se suscita de sólidas identificaciones contrarias al
sexo biológico en los neuróticos. Y existen suplencias que pasan por la transexualización.

Sin embargo, según Lacan, la elección del sexo no está abierta a la infinita diversidad de los géneros. Él
lo concibe como determinado por una fijación de goce en un síntoma, es lo que reduce el término de función
fálica: fijación totalmente efectuada para el llamado hombre, no-todo para la llamada mujer. ¿Es un dato
histórico? ¿Es el patriarcado que genera el primado de la referencia fálica? La hipótesis de Lacan[3] la recoge
de un efecto de lenguaje sobre el parlêtre. Mortificando lo viviente, el significante produce un límite que se
impone al goce de cada uno –parcialmente, totalmente o en lo absoluto (puede desfallecer). La conexión del
goce al lenguaje, que hace sujetarse juntos la pérdida traumática de lo viviente (a) y su ciframiento significante
(S1), constituye lo que Lacan designa como la función fálica en su última enseñanza[4]. Aunque de manera
diferente, vale tanto para el hombre como para una mujer. Ella es propia al parlêtre sea cual fuere la coyuntura
social en la que se construye[5]. Sin embargo, ella conduce a abordar el goce –subraya Jacques-Alain Miller-
“por el costado donde está prohibido”[6]; mientras que P. B. Preciado lo querría ilimitado.

Considerando que “la pornografía dice la verdad de la sexualidad”[7], P.B. Preciado indica –escribe
Sophie Marret-Maleval- que él postula un cuerpo gozante “capaz de zafarse de la toma del significante”, lo que
lo incita a “apuntar la correlación de la verdad y del goce”, en una búsqueda de “desalienación total”[8]. La
existencia de un cuerpo biológico natural, no golpeado por el lenguaje, está en el principio de sus hipótesis; de
ahí, él lo concibe como abierto a todas las construcciones posibles. En su perspectiva, el mismo Paul hoy en día,
Beatriz ayer, el goce está a penas limitado por elecciones identitarias voluntarias, temporales, reversibles y se
despliega hasta el infinito. Al contrario, según Lacan, existe un límite con el cual hay que vérselas. En el tiempo
del Otro que no existe, parece manifiesto que ese límite no está determinado por un orden simbólico. El modo
de goce, para la mayoría de los sujetos, se encuentra constreñido y acotado por una toma contingente y singular
a un significante. Una constatación resulta de ello: un modo de goce propio a cada uno. Una de las conclusiones
de las más aseguradas del pase, ya despejada por Lacan, revela la producción “dispersos descabalados”[9] y
aleja la ilusión de un franqueamiento común.

La diatriba de P. B. Preciado reposaba ciertamente en una lectura rápida de Lacan, quien tendía a fijar su
aproximación en un binario de la sexuación; no obstante, su inserción en el 2019, en un congreso de
psicoanálisis, no sería considerada como un evento menor. Los aplausos que puntuaron varias veces
positivamente sus palabras dan testimonio que no fueron sin eco en ese vasto público. Por cuestionable que nos
parezca su discurso, no tiene por ello menos repercusiones sobre los sujetos cada vez más numerosos que se
adhieren a él: modifica ciertamente sus conductas y a veces incluso transforman voluntariamente sus cuerpos.
P. B. Preciado comenzó su intervención formulando preguntas que no deberíamos ignorar tan rápidamente:
¿cuántos analistas de la Escuela (AE) homosexuales[10]? ¿Cuántos AE transexuales[11] o transgénero[12]?
Ciertamente, el pase implica una desidentificación que excluye presentarse bajo esos significantes, pero ¿es
compatible con tales modos de goce? ¿Cómo un analista que conoce su anudamiento subjetivo no borromeo
puede hoy en día abordar el pase? Ningún AE no habiéndose presentado hasta ahora así, ¿la elección se
reduciría para él sea a renunciar a comprometerse en la experiencia, sea a dar forma neurótica a su testimonio?
En los dos casos, la búsqueda de Lacan sobre el devenir analista toma un lado. No hay duda por lo tanto que en
el siglo XXI los goces que determinan el pasaje al analista resultan de una diversidad que desborda en gran
medida aquellas del siglo pasado. Por ejemplo, ¿por qué una suplencia no podría conducir a ello?

La referencia continuista aportaría ciertamente allí una solución fácil: sería suficiente en el pase el poner
en evidencia al S1 del sinthome sin estorbar las diferencias del funcionamiento subjetivo. Sin embargo, se trata
de no hacer impase sobre la distinción entre el sinthome “desabonado al inconsciente”[13] y aquel que al
contrario se articula a él. Hasta ahora los pases parecen no tratar sino de éste último.

Además, una discusión sobre la pertinencia del concepto de sinthome en el autismo podría ser allí
convocada[14]. ¿Qué viene a hacer el autismo en el pase? Recordemos a Jacqueline Léger, invitada en el la
primera Jornada del Centro de estudios y de investigación sobre el Autismo (CERA)[15]. Ella nos confió que
después de un largo análisis, trabajó varios años como psicóloga clínica de formación analítica. Ciertamente ella
no franqueó el paso para convertirse en analista. Pero otros autistas Asperger lo harán, si no ha sido hecho ya.
En cuanto a saber si la práctica de analistas no neuróticos encontrará sus límites, la pregunta amerita ser
suscitada. No obstante, sería muy ilusorio suponer que aquella de los analistas neuróticos no la encontraría
nunca –aunque hayan sido muy bien analizados.

P. B. Preciado llamó nuestra atención sobre la estrechez del modelo sobre el cual estaría fundado el pase.
¿Nosotros afirmaremos, contra la experiencia, que la práctica analítica está reservada a los neuróticos? Es poco
probable, salvo en regresar sobre el acto de Lacan que instituye una autorización que se basa sobre una decisión
del analizante. Entonces, ¿para qué reducir la investigación querida por Lacan sobre el devenir analista? ¿Sus
modalidades de ayer son aún las de hoy? ¿No es a menudo afirmado que el pase no sería la verificación de una
conformidad cualquiera? Tomar a Lacan en serio cuando invita a aquel que se orienta en el psicoanálisis a “[…]
unir a su horizonte la subjetividad de su época[16]”, ¿no implica una renovación continua del pase? –del mismo
modo de un toma de posición acogedora del llamado matrimonio para todos. Ciertamente, nada prohíbe a un
homosexual, a un transexual, a un transgénero o a un autista Asperger presentarse al pase, pero en los hechos
ellos no lo franquearon, no se comprometieron en él, o incluso no declararon a ello. Entonces, ¿el AE no está
aún compelido en adherencias a una parte del orden simbólico?

Una dificultad sin embargo que a P. B. Preciado no le faltó subrayar: las intrincaciones siempre
persistentes de la teoría psicoanalítica con el discurso de la psiquiatría. ¿Cómo presentarse al pase dejando
escuchar yo soy psicótico, o perverso, incluso autista? Evidentemente ese recorrido está trabado por tales
significantes. ¿La ampliación del pase llama entonces preliminarmente a una mutación de la denominación de
los funcionamientos subjetivos? ¿Deberíamos hablar de estructura represora o suplente?[17] Tal vez mejor, con
el fin de producir una ruptura más radical, ¿no habría ya que distinguir solo entre anudamiento borromeo,
anudamiento y anudamiento por el borde?

Todas estas preguntas complejas que conciernen el pase y nuestra terminología hoy en día se plantean
con una fuerza incrementada. ¿Es aún muy temprano para plantearlas? ¿Pero cuándo será el buen momento?
¿Habría que temer que ellas abran un precipicio? ¿O bien buscar mejor captar una mutación ya en curso? La
elección que se ofrece para nosotros consiste sea en ahogarlas, lo que no las impediría emerger, sea en
acompañar su recorrido no retrocediendo en considerarlas. Cuidémonos de no escuchar la intervención de P. B.
Preciado: vino a recordar al psicoanálisis la necesidad de una evolución permanente. Los modos de goce son
tributarios de mutaciones sociales. ¡También Lacan no cesa de subrayar que “el inconsciente es lo político.”!
[18]

[1] Artículo aparecido en Lacan Quotidien, no 856, del 1ero de diciembre del 2019. En línea:
https://www.lacanquotidien.fr/blog/wp-content/uploads/2019/12/LQ-856.pdf. Último acceso: 2019-12-04.
Traducción de Patricio Moreno Parra.

[2] Él es de los psicoanalistas que dicen referirse a Lacan mientras que sostienen una aproximación
completamente esencialista de la sexuación, lo que los conduce a considerar el transexualismo como “una
locura”: según Frignet, “imposible no ser un hombre o una mujer”. De esta primera imposibilidad –añade- se
desprende una segunda: cualquiera que sea la transformación exterior y el anhelo personal del sujeto, es
imposible modificar esa pertenencia. La apariencia será cambiada, el sujeto manteniéndose, lo quiera o no, para
sí mismo y para los otros, un hombre o una mujer. (Frignet H., El transexualismo. París: Desclée de Brower,
2000, pp. 149 y 128).

[3] La aproximación lacaniana de la sexuación, como toda teoría, se base en hipótesis indemostrables; por
supuesto, eso vale también para la teoría de género. Invocar la experiencia analítica en favor de una, incluso de
la otra, sería recurrir a lo que Lacan llamaba “la carta forzada de la clínica” (Lacan J., “Subversión del sujeto y
dialéctica del deseo”, in Escritos, tomo 2. México: Siglo XXI, 2009, p. 762). Queda apostar sobre sus
consecuencias.

[4] “El falo es la conjunción de lo que he llamado ese parásito, que es el pitito en cuestión, con la función de la
palabra.” (J. Lacan. El Seminario, libro XXIII, El sinthome. Buenos Aires: Paidós, 2006, p. 16)

[5] Aprovecharíamos en el siglo XXI al acentuar la aproximación lógica de la función fálica, que la reduce a
una barra sobre el goce operado por un ciframiento significante, a fin de separarla más radicalmente de toda
imagen del pene.

[6] J.-A. Miller. El partener síntoma. Buenos Aires: Paidós, 2008, p. 272.

[7] Preciado B., Testo Junkie. Sexe, drogue et biopolitique. París : Grasset, 2008, p. 218.

[8] Sophie Marret-Maleval. « Sur Testo Junkie. Sexe, drogue et biopolitique de Beatriz Preciado », Ornicar ?, n°
52, 2018, pp. 195-198.

[9] J. Lacan. “Prefacio a la edición inglesa del Seminario XI”, in Otros Escritos. Buenos Aires: 2012, p. 601.

[10] AE: título discernido por tres años a aquellos cuyo recorrido y fin de análisis tienen valor de enseñanza, en
la instancia del procedimiento del “pase”, instituido por Lacan; son “pasadores”, analizantes aún en análisis, que
transmiten al “cartel del pase” el testimonio del “pasante”.

[11] En lo que concierne al sujeto homosexual, afirma J.-A. Miller, el psicoanálisis apunta “esencialmente a
obtener que el ideal cese el impedir al sujeto practicar su modo de goce, […] a aliviar al sujeto de un ideal que
lo oprime en un momento y colocarlo con su plus-de-goce, el plus-de-gozar del cual es capaz, el plus-de-gozar
que le es propio, en una relación más confortable” (J.-A. Miller y É. Laurent. El Otro que no existe y sus
comités de ética. Buenos Aires: Paidós, 2005, p. 374).
[12] Cuando la psicosis ordinaria es suplida, por ejemplo, por una transexualización bien asumida, ella
constituye uno de los modos de la conformidad social, y nada autoriza a considerarla como una patología. (Cfr.
J.-C. Maleval. “Del fantasma de cambio de sexo al sinthome transexual”, in Repères pour la psychose ordinaire.
París: Navarin, 2019, p. 186-208.

[13] J. Lacan. “Joyce el síntoma”, in Otros Escritos. Buenos Aires: Paidós, pp. 591-598.

[14] Parece que la cura del autista permite a veces, no el separar el S1 de un sinthome, sino más bien el
construir un S1 de síntesis.

[15] Jornada del Centro de Estudios y de Investigación sobre el Autismo. París: 10 de marzo del 2018.

[16] J. Lacan. “Función y campo de la palabra en psicoanálisis”, in Escritos, tomo 1. Buenos Aires: Siglo XXI
Editores, 2018, p. 308.

[17] Cfr. J.-C. Maleval. Repères pour la psychose ordinaire. París : Navarin, 2009, p. 199-200.

[18] J. Lacan. El Seminario, libro XIV, La lógica del fantasma. Lección del 10 de mayo de 1967.

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