Documenti di Didattica
Documenti di Professioni
Documenti di Cultura
Hacía pocos años que había terminado la guerra de España y la cruz y la espada reinaban sobre las ruinas de la
República. Uno de los vencidos, un obrero anarquista, recién salido de la cárcel buscaba trabajo. En vano revolvía
cielo y tierra. No había trabajo para un rojo. Todos le ponían mala cara, se encogían de hombros o le daban la
espalda. Con nadie se entendía, nadie lo escuchaba. El vino era el único amigo que le quedaba. Por las noches, ante
los platos vacíos, soportaba sin decir nada los reproches de su esposa beata, mujer de misa diaria, mientras el hijo,
un niño pequeño, le recitaba el catecismo.
Mucho tiempo después, Josep Verdura, el hijo de aquel obrero maldito, me lo contó. Me lo contó en Barcelona,
cuando yo llegué al exilio. Me lo contó: él era un niño desesperado que quería salvar a su padre de la condenación
eterna y el muy ateo, el muy tozudo, no entendía razones.
-Pero papá -le dijo Josep, llorando-. Si Dios no existe, ¿quién hizo el mundo?
-Tonto –dijo el obrero, cabizbajo, casi en secreto-. Tonto. Al mundo lo hicimos nosotros, los albañiles.
Texto 2
Mandaba cierta ley en cierto Estado (moderna ley por cierto) que siempre con cuidado fuera la cabra en el desierto;
que a los hombres el mono no imitara; que el toro no embistiera; que le perro no ladrara, y que el gato ratones no
comiera; y además, y la causa bien discurro, que ya de rebuznos cesara el burro.
La ley se publicó solemnemente; pero ¡ay! en mi opinión, inútilmente, porque a su instinto obedeciendo, siempre el
toro embistiendo, hizo temer sus fuerzas ponderadas; La cabra descendió por las cañadas, de un abismo saltando en
otro abismo; el mono por costumbre hizo monadas; el perro sin cesar ladró lo mismo; y cual si ley no hubiera, el
burro rebuznó de una manera que rayaba en locura y en cinismo; hay que añadir que el gato, como animal ingrato,
siguió con los ratones sus contiendas, y en el almuerzo, comidas y meriendas, nunca probó el sabor de las
legumbres.
Moraleja: son las costumbres leyes que en vano intentan reformarlos reyes pues no cambian las costumbres.
Tenían las manos atadas, o esposadas, y sin embargo los dedos danzaban, volaban, dibujaban palabras. Los presos
estaban encapuchados; pero inclinándose alcanzaban a ver algo, alguito, por abajo. Aunque hablar estaba
prohibido, ellos conversaban con las manos.
Pinio Ungerfeld me enseñó el alfabeto de los dedos, que en prisión aprendió sin profesor:
-Algunos teníamos mala letra -me dijo-. Otros eran más artistas de la caligrafía.
La dictadura uruguaya quería que cada uno fuera nada más que uno, que cada uno fuera nadie: en cárceles y
cuarteles, y en todo el país, la comunicación era delito.
Algunos presos pasaron más de diez años enterrados en solitarios calabozos del tamaño de un ataúd, sin escuchar
más voces que el estrépito de las rejas o los pasos de las botas por los corredores. Fernández Huidobro y Mauricio
Rosencof, condenados a esa soledad, se salvaron porque pudieron hablarse, con golpecitos, a través de la pared.
Así se contaban sueños y recuerdos, amores y desamores; discutían, se abrazaban, se pelaban; compartían certezas
y bellezas y también compartían dudas y culpas y preguntas de esas que no tienen respuesta.
Cuando es verdadera, cuando nace la necesidad de decir, a la voz humana no hay quien la pare. Si le niegan la
boca, ella habla por las manos, o por los ojos, o por los poros, o por donde sea. Porque todos, toditos, tenemos algo
qué decir a los demás, alguna cosa que merece ser por los demás celebrada o perdonada.
4. Ser “nada más que uno”, y que “cada uno” sea “nadie”, equivale, en el texto, a:
A. Rechazar lo singular y lo neutro
B. Comunicarse entre sí, y ser todos iguales
C. Acoger la diferenciación y la individualidad
D. No comunicarse con nadie
5. A partir del texto 1 se puede inferir que, en la guerra, el vencido:
A. Es una vez vencido
B. Es doblemente vencido
C. Se aprovecha del vencedor
D. Se niega a trabajar
8. Del texto 3 se desprende que la comunicación era un delito, en el Uruguay de esa época, porque:
A. Hace posible la controversia
B. Permite que las personas sean uno y nadie
C. Le quita la voz a unos, y se la da a otros
D. Otorga privilegios a unos y fracasos a otros
12. Del texto 1 se puede inferir que un anarquista es una persona que:
A. Defiende la desaparición del estado y del poder
B. Trabaja de obrero
C. Apoya la máxima autoridad del Estado elegida por los ciudadanos
D. Fue vencida en la guerra y está desocupada
21. En el texto 3, La expresión “tenían las manos atadas, o esposadas” quiere decir que los presos:
A. Estaban encapuchados
B. Tenían las manos atadas y esposadas al mismo tiempo
C. Tenían las manos atadas, unos; otros, las tenían esposadas
D. Tenían las manos sujetas, unos; otros, las tenían libres
26. En el texto 1, La expresión “en vano revolvía cielo y tierra” quiere decir que el hombre:
A. Rasguñaba el cielo y escarbaba la tierra de desesperación
B. No encontraba nada, porque no había trabajo para albañiles
C. Buscaba trabajo por todas partes y no lo encontraba
D. Le gustaba más el color rojo que trabajar.
27. En el texto 1, Lo que le responde el hombre al hijo lo dice cabizbajo y casi en secreto porque:
A. No quería que la esposa oyera
B. No le gusta hablar mal de Dios
C. Los vencedores son más, y lo pueden meter a la cárcel
D. No quería herir los sentimientos de su hijo