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CARTA A LOS EFESIOS

INTRODUCCIÓN

El tema central de la carta es la perspectiva de una iglesia universal en cuyo seno es donde se despliega
el designio salvífico de Dios.
Una carta de las llamadas "de la cautividad". la hipótesis más corriente es que el autor de "Efesios" se
ha inspirado en "Colosenses".
El centro teológico de la carta es una reflexión sobre la unidad de la Iglesia en cuanto cuerpo de Cristo,
subrayando especialmente que el plan de Dios en la historia tiene precisamente como objetivo la unión
de toda la humanidad en Cristo y por Cristo. Dios para conseguir ese objetivo ha reservado a la Iglesia
un papel estelar. Es la Iglesia el lugar donde desaparece toda discriminación, donde no hay privilegios
raciales, religiosos, sociales o culturales, donde "unidad" no significa "uniformidad" ni "pasividad",
sino dinamismo y colaboración. Es deber de todo cristiano contribuir al crecimiento de este cuerpo de
Cristo, poniéndose a disposición del Espíritu.
El autor subraya la santidad de la Iglesia y nos invita a que la amemos a pesar de sus defectos, la Iglesia
también puede verse afectada por el pecado y tiene que purificarse permanentemente, debe renovarse y
en continua renovación.
El destacar la dimensión universal de la Iglesia no debe hacer olvidar el protagonismo de las iglesias en
las que la Iglesia universal realiza en plenitud.
Existe una relación estrecha con la carta a colosenses. Un atento examen comparativo revela que la
primera no sólo conoce a la segunda, sino que la utiliza a veces verbalmente: hay algunos pasajes
paralelos casi al pie de la letra:
(cf. Ef. 6,21-22 = Col 4,7-8; Ef. 5,19-20 = Col 3,16-17); otras veces se verifica un fenómeno de fusión,
por el que varios pasajes de Col confluyen en un solo pasaje de Ef. (cf. Col 1,14.20 con Ef. 1,7; Col 4,3
y 1,26 con Ef. 3,4); hay además claras afinidades de pensamiento (como el tema de Cristo, "cabeza" de
la Iglesia; cf. Col 1,18 con Ef. 1,22-23; el de la "paz" firmada mediante la sangre de Cristo; cf. Col 1,20
con Ef. 2,14-15), pero unidas a ciertos deslizamientos temáticos (p.ej., el concepto de "cuerpo" en Col
1,18 y 2,19 revela también un probable origen cosmológico, mientras que en Ef. sólo tiene un valor
eclesiológico). Este hecho nos invita a concluir que, sea o no auténtica la carta a Col, la de Ef.
ciertamente no lo es. En efecto, si no lo es Col, tampoco lo es evidentemente Ef., que depende de ella;
pero si Col fuese auténtica, entonces la situación de Ef. se explicaría mejor como una adaptación de la
misma por parte de un (lejano) discípulo, ya que la hipótesis de un secretario "es demasiado vaga y
demasiado poco fundada en hechos históricos o literarios concretos" (M. Barth, 41).

AUTOR DE LA CARTA

En los últimos tiempos se ha puesto en duda la autoría de Pablo entre los años 61-63. d. C. Es probable
que el autor sea un discípulo de Pablo que escribe bastantes años después de la muerte del apóstol y
que ha querido inspirarse en otros escritos paulinos para dar así fuerza y autoridad a su mensaje.
Los autores que sostienen que Ef. fue escrita por el apóstol Pablo creen que la obra habría sido
compuesta hacia final de la vida del apóstol, desde la prisión; probablemente en Roma (Hch 28,16-31).
Las diferencias entre Ef. y otras cartas paulinas se explicarían por ciertos cambios en el pensamiento y
estilo de Pablo.
La vinculación de Pablo con la comunidad cristiana de Éfeso, en la que estuvo tres años (entre los años
54-57), hace que incluso cuando Pablo ya había muerto, algunos discípulos suyos más directos y fieles
se dirigieran a esa comunidad – con la doctrina y la autoridad del apóstol - para afrontar algunos

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problemas nuevos que se planteaban. Existía una división en Efesios entre judíos y Gentiles, los judíos
querían imponer a los Gentiles el cumplimiento de la ley para la salvación. Y no estaban entendiendo
que esta idea ya no existía más en Jesucristo.

Objetivo de la Carta a los Efesios.

El autor se propone responder a una pregunta central que se hacían ya los primeros cristianos: ¿quiénes
somos nosotros respecto de Cristo?, ¿en qué relación está el bautizado con Cristo? El apóstol da a
aquellos cristianos una respuesta familiar y profunda: somos el cuerpo de Cristo. Es familiar, porque
para los griegos los ciudadanos formaban un ‘cuerpo social’; y profunda porque los bautizados no son
el cuerpo físico de Cristo, pero tampoco un simple cuerpo moral: forman con Él una misteriosa pero
realísima unidad, de forma que entre la cabeza (Cristo) y sus miembros (los bautizados) existe una
profunda corriente de gracia, de santidad, de filiación, de compromiso por el Reino. Somos su cuerpo
‘místico’. De forma que, así como no existe un cuerpo sin su cabeza, tampoco existe una cabeza sin su
cuerpo.

* En esta Carta se distinguen dos partes fundamentales:

 la primera presenta el Misterio de Dios en Cristo, revelado en la Iglesia: gracias a Cristo, y sólo
por Él, todos los hombres están llamados y predestinados a la salvación: son los capítulos 1 al
3. Efectivamente, la sección 1-3 termina con una doxología (3,20-21). Con el lenguaje de tipo
contemplativo, celebrativo
 la segunda parte es una larga exhortación a los bautizados acerca de cómo tiene que ser y
desarrollarse una vida cristiana auténtica, tanto en el plano familiar como en el social: son los
capítulos 4 al 6. en la segunda es exigitivo, con el verbo muchas veces en imperativo.

TRASFONDO HISTÓRICO DEL LIBRO

Esta carta ha sido llamada la corona de los escritos de Pablo. Aunque escrita en forma de carta, es
realmente un discurso con la siguiente verdad: Cristo es el centro de todas las cosas y la iglesia está
unida con Él. El misterio de las edades encuentra su explicación en Cristo.

Éfeso, la cuarta ciudad del imperio romano, era la sede del culto a la diosa Artemisa, conocida entre los
romanos como Diana. De todas las deidades asiáticas, ninguna tenía más devotos que Artemisa. Ya en
los días de Pablo, Éfeso había perdido su hegemonía como centro comercial debido a que su puerto
dejó de ser navegable. De ahí que la supervivencia económica de la ciudad pasara a girar en torno al
culto a Artemisa. Muchos habitantes de la ciudad se enriquecieron debido al comercio que tenía que
ver con Artemisa entre los turistas y lo peregrinos. Los plateros se ganaban la vida vendiendo imágenes
de esa diosa y de su templo. Los mesoneros obtenían exorbitantes ganancias del incesante flujo de
adoradores que recorrían grandes distancias para visitar el templo de Artemisa, que era una de las siete
maravillas del mundo.

Fue dentro de ese marco histórico que Dios envío a Pablo a vivir en Éfeso y llamo para sí mismo una
iglesia, una luz que iluminara las tinieblas ocultistas de aquella ciudad. Este breve vistazo al marco
histórico y cultural de la Epístola a los Efesios le ayudara a entender las razones de Pablo para escribir
esta carta a la iglesia de Éfeso.

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SITUACIÓN HISTÓRICO-ECLESIAL

Se pueden hacer dos observaciones preliminares. Ante todo, se nota que el autor procede del judaísmo
(más concretamente, del judaísmo helenista), mientras que los destinatarios vienen del paganismo: lo
demuestra la frecuente distinción en este sentido entre "nosotros" y "vosotros" (1,12-13; 2,1.3.11.13.17.
22; 3,1; cf. también 4,17-20; 5, 8a); esto explica igualmente el modo discreto de utilizar el AT (citado
sin fórmulas de introducción). Además, Ef. prescinde de todo tono polémico (dado que 4,14 es
demasiado vago); tampoco hay un interés anti herético, como en la cercana carta a los /Colosenses, y
no aparecen adversarios externos a la comunidad cristiana.

Podríamos decir sintéticamente que la intención de la carta es recordar a los destinatarios la típica
novedad de la vida cristiana que han abrazado. Esto se realiza en un doble nivel, según las dos
dimensiones del "hombre nuevo", que en 2,15 tiene un valor cristológico-comunitario (= Cristo =
Iglesia, en cuanto compuesta de judíos y de paganos), mientras que en 4,24 tiene un valor
soteriológico-individual (= el bautizado).

Así pues, en primer lugar, el autor intenta salvaguardar en términos estrictamente ecuménicos la unidad
eclesial (Ef. 4,3.13 son los únicos textos del NT en que aparece esta palabra). El peligro concreto era el
de una separación entre el componente de origen pagano y el de origen judío. Un tema subsidiario es el
de la unidad con los pastores; en efecto, éstos, en ausencia de los apóstoles, que seguirán siendo
siempre el "fundamento" (2,20; cf. 3,5), garantizan la identidad eclesial y son expresión de los nuevos
ministerios que favorecen su crecimiento (cf. 4,11).
Evidentemente, los destinatarios corrían el riesgo nada teórico de olvidarse de la originalidad cristiana
incluso en el plano de la vida ética, tanto individual como de relación con los demás (especialmente en
el matrimonio: cf. 5,22-33).

LA TÉCNICA LITERARIA

Efesios conserva la forma habitual de las cartas de Pablo; tiene la acostumbrada acción de gracias por
la buena conducta de los fieles. De acuerdo con el modelo de otras cartas, una sección de exhortación,
ética (4,1-6,20) sigue a una doctrinal, aunque en Ef. tal unidad está muy influenciada por formas
litúrgicas.

Esta carta tiene el aspecto de una circular y parece destinada más que a una comunidad concreta (los
cristianos de Asia Menor) a toda la Iglesia cristiana. El autor pone en guardia a todos los cristianos
contra toda tentación de particularismo. Las diversas secciones de la carta se mantiene ligadas entre sí
por el tema de la unidad.

También la técnica literaria atestigua en favor de una mano distinta de la del apóstol. En cuanto al
vocabulario, encontramos unas 50 palabras únicas en el corpus paulino (como epouránios, "celestial";
diábolos, "diablo"); otras son propias del vocabulario de los escritos más tardíos del NT (como diánoia,
"pensamiento"; apáté, "engaño"); el sustantivo dikaiosyné, "justicia", sólo se usa en sentido moral (5,9;
6,14; quizá también en 4,24). Pero es sobre todo el estilo el que se diferencia de las cartas genuinas de
Pablo: por una cierta acumulación pleonástica de sinónimos (cf. 1,15-18), por la longitud de las frases
de construcción redundante (cf. 1,3-14; 1,15-23), por la frecuencia de repeticiones (cf. 1,19; 2,7), de
genitivos nominales (cf. 1,5.6.7; 2,2.3.14. 15), de complementos preposicionales (cf. 1,5; 4,12) y por un

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cierto estilo epistolar muy peculiar, que ha hecho pensar a algunos que el escrito es en realidad un
pequeño tratado o una homilía, que no tiene más que un marco externo en forma de carta.

TEMAS FUNDAMENTALES A CONSIDERAR DE LA CARTA

EL PENSAMIENTO TEOLÓGICO

La Carta a los Efesios presenta el misterio de la Iglesia como Cuerpo de Cristo. Tanto en Cristo, como
en su cuerpo que es la Iglesia, la humanidad está llamada a superar toda clase de divisiones sea cual
fuere el motivo de las mismas. Más aún, en Cristo y gracias a la mediación de la Iglesia, todos los
hombres están llamados a ser verdaderos hermanos. Una de las enseñanzas fundamentales de esta Carta
es que la Iglesia está llamada a ser un instrumento de fraternidad universal.

Especialmente es el pensamiento teológico el que hace más evidente la originalidad de la carta. Se


pueden señalar cuatro sectores:

1).- La teología de la justificación prescinde ya de toda polémica contra las obras y la "justicia" queda
reducida de acontecimiento escatológico puramente gratuito a simple virtud moral, añadida además a
otras en serie (cf. 4,24; 5,9; 6,14); en cuanto a la ley, ya no está vinculada a los conceptos de carne y de
pecado, sino que sólo aparece una vez (en 2,15) como factor de separación entre judíos y paganos.

2).- La cristología recoge una función cósmica, ya atribuida a Cristo en Col, e insiste en él como
"cabeza" de una forma totalmente nueva respecto a las grandes cartas paulinas; además, el tema del
"misterio de Cristo"(que en 1Cor 2,1-10 se refería a la cruz) ahora más bien, en 3,4 (siguiendo a Col
1,26), se refiere a la unión ecuménica de judíos y paganos, según un esquema de revelación que es
pospaulino (cf. Rom 16,25s; 1Tim 3,16; Tít. 1,2-3; 1Pe 1,20).

3).- En la carta subraya más el aspecto espacial-vertical de la salvación que el cronológico-horizontal;


más que al Señor que ha de venir, se mira al Señor como cabeza actual del cosmos y de la Iglesia (cf.
4,10).

4).- La mayor novedad temática de la carta se aprecia en el terreno eclesiológico; ahora el término
ekklesía no significa ya una comunidad local concreta (como en Pablo e incluso en Col 4,15.16), sino
que cualifica solamente a la totalidad de los cristianos considerados unitariamente como una sola gran
comunidad; además, la terminología "cabeza-cuerpo" y "cabeza-Iglesia" manifiesta más la distinción
entre Cristo y los cristianos, que, por otra parte, se explicita en el nuevo tema metafórico de la relación
esposo-esposa (5,22-23); finalmente, el concepto de "fundamento" (que en 1 Cor 3,11 aclaraba una
función de Cristo) se aplica ahora a los "apóstoles y profetas" (2,20), cuya función ministerial continúa
en el tiempo por obra de los "evangelistas, pastores y maestros" (4,11).

SENTIMIENTO ECLESIOLOGICO. Se expone en tres escalas:

a) La proyección en la voluntad de Dios. Ya el prólogo de la carta (la euloghía: 1,3-14) piensa en una
especie de anticipación de la comunidad eclesial en una voluntad salvífica de Dios que es anterior a la
misma fundación del mundo (cf. 1,3.4.5.11s). Hay que advertir que el concepto de predestinación aquí
presente no es técnico (le falta el aspecto negativo de la perdición), sino que expresa únicamente la
constatación de la participación actual y efectiva de los cristianos en la gracia de la elección. El plural

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tantas veces repetido ("nos-nosotros") hace ver hasta qué punto el autor de Ef. piensa en términos
comunitarios: Dios ha proyectado desde siempre un conjunto de redimidos.
La Iglesia, además, es la depositaria de la revelación de un "misterio" que concierne a un proyecto
divino más amplio sobre el mundo entero: el de "recapitular todas las cosas en Cristo" (1,10). Este
conocimiento forma parte de la sabiduría cristiana (cf. 1,8-9)
Y el autor de la carta dobla sus rodillas ante el Padre (cf. 3,14), ya que sólo él ha creado todas las cosas
(3,9) y sólo de él recibe su existencia y su fuerza cada uno de los grupos. Toda la comunidad cristiana
la que dé este testimonio (cf. 3,10s): es el único texto en todo el NT en que la ekklésía se convierte, en
conjunto, en sujeto de una proclamación, que tiene por otra parte una dimensión universal).

b) La dimensión cristológica. La cristología de Ef. parte no de una reflexión sobre la Iglesia, sino de
una meditación sobre las relaciones de Cristo con el panorama más vasto de las realidades cósmicas
(cf. 1,9-10.20-22a).
Lo primordial del “misterio de la voluntad de Dios" es el de "recapitular todas las cosas en Cristo"
(1,10), es decir, el de dar un administrador, un responsable a la plenitud de los tiempos nuevos que han
colmado ya los de las antiguas esperanzas. Esta concepción cristológica ofrece al cristiano una clave
hermenéutica del mundo capaz de no restringir el señorío de Cristo solamente a la Iglesia; en efecto,
Cristo es más grande que la Iglesia.
Sin embargo, no es el cosmos, sino solamente la Iglesia la que es llamada "cuerpo" suyo (1,23; 2,16;
4,4.12.16; 5,23.30). El mundo y la Iglesia forman dos círculos concéntricos, sometidos al mismo
señorío de Cristo; pero sólo la Iglesia es el pléroma de Cristo, es decir, el ámbito plenamente lleno de
su presencia, de su gracia y de sus dones (cf. 3,19; 4,10.13; 5,18), con el que guarda una relación que
no es sólo de trascendencia, sino de inmanencia.

c). - La composición ecuménica. La Iglesia es un "corpus mixtum", un cuerpo compuesto no tanto de


santos y de pecadores, sino más bien de hombres que proceden de experiencias religiosas y de culturas
diversas.
El autor de la carta, en conformidad con su ambiente histórico, está pensando en los judíos y en los
paganos que han llegado a confluir en la nueva realidad eclesial y que tienen que dar prueba dentro de
ella de aquella unidad y de aquella paz que Cristo realizó en sí mismo. "Él es nuestra paz; el que de
ambos pueblos hizo uno, derribando el muro que los separaba, la enemistad; anulando en su propio
cuerpo la ley, sus mandamientos y decretos.

Él ha formado de los dos, en su propia persona, una nueva humanidad, haciendo así la paz. El hizo de
los dos un solo cuerpo y los ha reconciliado con Dios por medio de la cruz, destruyendo en sí mismo la
enemistad" (2,14-16). 1,27). La confluencia simultánea de las diversas ramas histórico-salvíficas forma
parte del "misterio" divino revelado ahora a la Iglesia: "Este secreto consiste en que los paganos
comparten la misma herencia con los judíos, son miembros del mismo cuerpo y, en virtud del
evangelio, participan de la misma promesa en Jesucristo" (3,6). Destaca aquí la posición totalmente
privilegiada de Israel, pueblo de Dios desde antiguo, al que se es incorporado ahora por gracia (cf.
2,11.12): "los paganos de nacimiento... estabais en otro tiempo sin Cristo, alejados de la ciudadanía de
Israel"; 2,13.19: "Ya no sois extranjeros y huéspedes, sino que sois ciudadanos de los consagrados y
miembros de la familia de Dios").

LA VIDA CRISTIANA

Los bautizados, al ser "revestidos de Cristo" en el momento del bautismo (simbolizado en la túnica
blanca con que eran revestidos), se hacen "hombres nuevos". Están, en consecuencia, comprometidos a

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renovarse constantemente en su mentalidad en un proceso inacabado e inacabable de muerte y
superación del "hombre viejo" con sus secuelas de pecados, defectos e incluso vicios. El ‘hombre
nuevo’ que se sabe llamado a ser "santo", no puede contentarse con la mediocridad.
Un primer módulo expresivo es el de "despojarse del hombre viejo" para "revestirse del hombre nuevo"
(4,22.24); este texto es paralelo a Col 3,8-11, pero allí es más evidente la dimensión cristológica del
hombre nuevo, mientras que lo que aquí prevalece es ante todo el aspecto moral (en Col: "Os habéis
despojado del hombre viejo..., para revestiros del hombre nuevo"; aquí: "Debéis despojaros de vuestra
vida pasada, del hombre viejo...; revestíos del hombre nuevo"). La vida cristiana se entiende como un
proceso continuo de renovación, como un camino de compromiso que jamás falla en la actitud de
conformación con el proyecto divino de un hombre "creado según Dios, en justicia y santidad
verdadera" (4,24).
Otro módulo expresivo consiste en invitar a la imitación de Dios y de Jesucristo (4,31-5,2): esta
imitación se especifica en lo que hay de más típico en el Dios cristiano, es decir, en aquel
comportamiento de amor, que aquí se define abundantemente como benevolencia, misericordia, perdón
(cf. 4,32), como agápé y como entrega de sí mismo (5,2), de la misma manera que ya el prólogo
celebraba igualmente a Jesús como "Hijo querido" por medio del derramamiento de su sangre (cf. 1,6-
7).
Un nuevo módulo expresivo recurre a la antítesis tinieblas-luz (5,6-14) para describir la existencia
cristiana como una transición liberadora de la oscuridad a la luz y como camino bajo el resplandor del
Señor. En particular 5,14 es probablemente un antiguo fragmento hímnico, que presenta una intimación
y una promesa, en donde las tinieblas se relacionan solamente con un sueño simple e infructuoso (no
pecaminoso); de todas formas, parece evidente la existencia de un contexto bautismal.
Finalmente, la vida cristiana se describe como un canto que sube del corazón (5,18-20) y que
representa en su aspecto positivo la acción entusiasta del Espíritu (cf. la "sobria ebrietas" de Filón de
Alejandría) en oposición al desenfreno de una borrachera de vino; el canto se concreta en una incesante
acción de gracias "a Dios Padre en nombre de nuestro Señor Jesucristo".
Una sección muy particular de la parénesis de Ef. se refiere al código de los deberes familiares (5,21-
6,9), que se abre con la invitación a "respetarse unos a otros por fidelidad a Cristo" (5,21; cf. Flp 2,3).
Bajo este lema programático se van exponiendo por orden los deberes en las relaciones entre marido y
mujer (5,22-33), entre hijos y padres (6,1-4), entre criados y amos (6,5-9). El autor tiene presente y va
desarrollando el pasaje afín de Col 3,18-4,1; pero insiste sobre todo en el caso de los esposos, cuya
relación matrimonial va profundizando teológicamente a la luz de la relación esponsal, análoga y
superior, entre Cristo y la Iglesia.
La carta se cierra de hecho con una página de exhortación, iluminada por los esplendores de un
combate (6,10ss). Con un lenguaje fuertemente simbólico prestado por el AT (cf. Is 11,4-5; 59,16-18;
Sab 5,17-23) se describe la "armadura de Dios para que podáis resistir las tentaciones del diablo"
(6,11). La intención fundamental del autor consiste en evitar a los cristianos toda ilusión, toda falsa
seguridad, que pudiera conducirlos al quietismo; los bautizados, precisamente en cuanto elegidos y
redimidos, tienen que seguir luchando dura-mente contra potencias de varias clases

EL CÓDIGO FAMILIAR

La característica distintiva del código familiar efesino es el largo tratamiento del matrimonio, que
incorpora reflexiones acerca de la relación entre Cristo y la Iglesia el estudio de Ef. brinda aquí la
oportunidad de mostrar los peligros de usar ciertos pasajes del NT para justificar, en un contexto
moderno, conductas que entrañen dominación, explotación, racismo o sexismo, y que no estén en
consonancia con el significado amplio del mensaje evangélico.

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Dada la creencia común de que los grupos religiosos ilegítimos fomentaban la inmoralidad y
corrompían a las mujeres, resultaba natural que los esfuerzos apologéticos se centraran en la relación
matrimonial.
En consonancia con los modelos comunes en su tiempo, Ef. sostiene la existencia de relaciones
jerárquicas entre los miembros de la familia, pero modifica la relación “superior-subordinado” con
exigencias éticas que moderan la insistencia tradicional en el cabeza de familia como “amo y señor”:
los maridos han de amar a sus mujeres (Ef. 5,25); los padres no deben provocar la irritación de sus
hijos (Ef. 6,4) los amos deben dejar de amenazar a sus esclavos (Ef. 6,9). También es importante notar
que estas relaciones se interpretan como poseedoras de un nuevo significado en Cristo. Que este nuevo
significado afecta a la esencia misma de las relaciones humanas es algo que queda claro al principio y
al final de estas exhortaciones éticas. Ef. 5,21 modifica el pasaje entero llamando a la mutua sumisión
de los miembros de la comunidad, y por tanto invierte, en cierto sentido, los modelos típicos de
relación dentro de la familia, Ef. 6,9 relativiza el poder de los cabezas de la familia al recordarles la
igualdad ultima de todos ante Dios.
Ef. 5,21 6,9 exige que la vida diaria de esclavos, esposas e hijos lleve aparejada una subordinación a
quienes tienen autoridad sobre ellos.

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ESTRUCTURA DE EFESIOS

1:1 Pablo Apóstol


ME FUE DADA
1:3 Alabanza de su gracia
GRACIA
1:15 Sabiduría y revelación
2:1 Por gracias son salvos
2:11 Mediante la Cruz DE LEY A GRACIA
3:1 Los gentiles son herederos SOMOS UNO EN
3:8 Riquezas de Cristo CRISTO
3:14 Amor de Cristo
3:21 Mucho mas abundantemente
4:1 La Unidad de la fe
4:17 Vestidos del nuevo nombre
5:1 Imitadores de Dios DILIGENCIA
5:7 Como hijos de luz
5:15 No sean insensatos
PARA BUENAS
5:21 Sométanse unos a otros
OBRAS
6:1 Honra a tu padre y madre OBEDECED
6:5 Siervos obedezcan
6:10 Armadura de Dios
6:21 Sepan mis asuntos ARMADURA
6:23 Amen

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CONSTITUCIONES REFERENCIAS A LA CARTA A LOS EFESIOS
1.1 El misterio de la redención universal… Ef. 3,9
4.1 Ef. 3,10-21
4.2 Amar a la Iglesia Ef. 5,25
4.7 Sufrir por la Iglesia Ef.5,25
7. Ef.1,23
65 Ef.4,3
76 Ef.2,14
132 Ef. 4,13-16

CONCLUSION.

La Carta a los Efesios presenta el misterio de la Iglesia como Cuerpo de Cristo. Tanto en Cristo,
como en su cuerpo que es la Iglesia, la humanidad está llamada a superar toda clase de
divisiones sea cual fuere el motivo de las mismas. Más aún, en Cristo y gracias a la mediación de
la Iglesia, todos los hombres están llamados a ser verdaderos hermanos. Una de las enseñanzas
fundamentales de esta Carta es que la Iglesia está llamada a ser un instrumento de fraternidad
universal.

Él ha formado de los dos, en su propia persona, una nueva humanidad, haciendo así la paz. El
hizo de los dos un solo cuerpo y los ha reconciliado con Dios por medio de la cruz, destruyendo
en sí mismo la enemistad" (2,14-16). 1,27). La confluencia simultánea de las diversas ramas
histórico-salvíficas forma parte del "misterio" divino revelado ahora a la Iglesia: "Este secreto
consiste en que los paganos comparten la misma herencia con los judíos, son miembros del
mismo cuerpo y, en virtud del evangelio, participan de la misma promesa en Jesucristo" (3,6).

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BIBLIOGRAFÍA

WILLIAM R. FARMER Y OTROS: Comentario Bíblico internacional


Ed. Verbo divino año 1999

R.Penna, Carta a los Colosenses, en P.Rossano y otros : Nuevo Diccionario de Teología


bíblica, Ed.Paulinas, Madrid 1990.

G. Pérez-L.Rubio, San Pablo. Cartas a los Efesios y Colosenses, Cartas Pastorales, Escrito a
los Hebreos, Ed. Sígueme, Salamanca 1990.

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