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UNIVERSIDAD NACIONAL DE CÓRDOBA

FACULTAD DE PSICOLOGÍA

LICENCIATURA EN PSICOLOGÍA

TRABAJO INTEGRADOR FINAL DE

PRÁCTICA SUPERVISADA DE INVESTIGACIÓN

“LA POSICIÓN SUBJETIVA COMO


HERRAMIENTA

DIAGNÓSTICA EN PSICOANALISIS
LACANIANO.”

MARÍA FLORENCIA AQUINO CABRAL


Matrícula: 33071938

CO-ASESORES:

MG. MARIELA YESURON

MG. ALEJANDRO ROSTAGNOTTO


“La Posición Subjetiva como Herramienta Diagnóstica en Psicoanálisis
Lacaniano”

Córdoba, julio de 2016

RESUMEN
El presente trabajo corresponde a la sistematización de una Práctica Supervisada de

Investigación de la Facultad de Psicología de la Universidad Nacional de Córdoba. Formó

parte del Proyecto de Investigación Categoría A 2014-2015: “La categoría clínica de la

perversión y su diagnóstico desde el psicoanálisis lacaniano. Un estudio sobre sujetos que

cometieron una agresión sexual”, Dir. Mg. Rostagnotto, co-dir. Mg. Yesuron y subsidiada

por Secyt Res. Rectoral Nº 1565/2014.

La investigación propuso explorar los indicadores clínicos del padecimiento

subjetivo, para poder inferir una posición subjetiva. El supuesto de investigación propuesto

señala que es posible realizar un diagnóstico en psicoanálisis lacaniano, a partir de

indicadores clínicos que permiten inferir una posición subjetiva. Para ello se analizó el

material de una entrevista a un sujeto que cometió agresiones sexuales. La metodología

utilizada es cualitativa, diseño exploratorio y análisis de un caso en profundidad, en analogía

con la presentación de enfermos.

Se esclareció que el padecimiento subjetivo se presenta como distinto del

padecimiento objetivable, medible, cuantificable; distinto también del padecimiento

meramente orgánico. Respecto de la posición del sujeto, ésta es la respuesta particular, única

e inconsciente a la castración, lo que funda la subjetividad y lo que determina la modalidad

del sujeto, su dinámica y funcionamiento subjetivo. Estos aportes contribuyen a fortalecer las

competencias del psicólogo clínico para desarrollar una de sus funciones específicas: el

diagnóstico.

PALABRAS CLAVES: Posición Subjetiva – Diagnóstico – Padecimiento Subjetivo -

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“La Posición Subjetiva como Herramienta Diagnóstica en Psicoanálisis
Lacaniano”

ABSTRACT
This work corresponds to the systematization of Supervised Practice Research of

the Faculty of Psychology at the National University of Cordoba. This research was part of

the Research Project 2014-2015 Category A: "The clinical category of perversion and

diagnosis from Lacanian psychoanalysis. A study of subjects who committed a sexual

assault" directed by Mg. Rostagnotto, co-directed by Mg. Yesuron and subsidized by Secyt

Res. Rectoral Nº. 1565/2014.

The research set out to explore the clinical indicators of subjective condition, to

infer a subjective position. The course proposed research indicates that it is possible to make

a diagnosis in Lacanian psychoanalysis, from clinical indicators to infer a subjective position.

To do an interview material was analyzed to a subject who committed sexual assault. The

methodology used is qualitative, exploratory design and analysis of a case in depth, in

analogy with the presentation of patients.

It was clarified that the subjective condition occurs as distinct from objectified

condition, measurable, quantifiable; also different from purely organic disease. Regarding the

position of the subject, this is the particular, unique and unconscious response to castration,

which founded the subjectivity and what determines the mode of the subject, its dynamics

and subjective performance. These contributions help to strengthen clinical skills to develop

one of its specific functions psychologist: the diagnosis.

KEY WORDS: Subject Position – Diagnosis – Subjective Suffering

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“La Posición Subjetiva como Herramienta Diagnóstica en Psicoanálisis
Lacaniano”

CONTENIDO

1. INTRODUCCIÓN 7

2. CONTEXTUALIZACIÓN 10
2.1 Contextualización de la Práctica Supervisada de Investigación 11
2.2 Antecedentes de la Investigación 12
2.3 Tema 14
2.4 Fundamentación 14
2.5 Supuesto de Investigación 15
2.6 Objetivos 15

3. MARCO TEORICO 16
Capítulo 1: “Diagnóstico” 17
1.1 Introducción 17
1.2 Historia del diagnóstico en la clínica psicopatológica 18
1.3 El diagnóstico en psicoanálisis 23
1.4 Psicoanálisis y las Instituciones de Salud Mental 28
1.5 Presentación de enfermos en psicoanálisis 30
Capítulo 2: “Posición Subjetiva” 32
2.1 Posición Subjetiva 32
2.2 Indicadores clínicos de la Posición Subjetiva 35
2.3 División Subjetiva 35
2.4 Deseo 37
2.5 Objeto a 42
Capítulo 3: “Padecimiento Subjetivo” 45
3.1 Padecimiento Subjetivo 45
3.2 Inhibición 46
3.3 Síntoma 48
3.4 Angustia 50

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“La Posición Subjetiva como Herramienta Diagnóstica en Psicoanálisis
Lacaniano”

4. METODOLOGÍA 54
4.1 Tipo y Diseño de Investigación 55
4.2 Muestra 55
4.3 Técnicas de Investigación 55

5. ANALISIS DE DATOS 57

6. CONSIDERACIONES FINALES 67

7. BIBLIOGRAFÍA 70

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“La Posición Subjetiva como Herramienta Diagnóstica en Psicoanálisis
Lacaniano”

1. INTRODUCCIÓN

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“La Posición Subjetiva como Herramienta Diagnóstica en Psicoanálisis
Lacaniano”

Introducción

El presente trabajo corresponde a la sistematización de una Práctica Supervisada de

Investigación de la Facultad de Psicología de la Universidad Nacional de Córdoba.

Éste tiene por objeto de estudio realizar una articulación entre algunas categorías

conceptuales del psicoanálisis lacaniano y una entrevista seleccionada de la muestra

correspondiente a la investigación “La categoría clínica de la perversión y su diagnóstico

desde el psicoanálisis lacaniano. Un estudio sobre sujetos que cometieron una agresión

sexual”, dirigida por Mg. A. Rostagnotto, co-dirigida por Mg. M. Yesuron y subsidiada

por Secyt Res. Rectoral Nº 1565/2014. Tal articulación tiene como objetivo contribuir al

estudio del proceso diagnóstico de los sujetos que cometieron una agresión sexual.

Para esto, se ha vuelto imprescindible realizar un recorrido teórico por los conceptos

de diagnóstico en psicoanálisis, posición subjetiva, división subjetiva, deseo, objeto a,

padecimiento subjetivo, inhibición, síntoma, angustia, entre otros. Particularmente estos

últimos conceptos, han sido fundamentales por su articulación como indicadores clínicos

de la posición subjetiva y del padecimiento subjetivo, variables que imprescindibles para

inferir una posición subjetiva, contribuyendo de esta manera al diagnóstico.

En paralelo a esta revisión teórica, se ha explorado dispositivos que permitan

ensamblar estas dimensiones de análisis al trabajo de la clínica, desde un marco

conceptual específico como es el psicoanálisis lacaniano. Es por ello que la elección de la

técnica corresponde a la entrevista en profundidad, dada sus características, fusionado

con la presentación de enfermos, práctica que tiene antecedentes en la psiquiatría como

en el psicoanálisis.

En el marco de una investigación en equipo, este trabajo tuvo su comienzo a partir de

diferentes interrogantes acerca del proceso diagnóstico y su vínculo con el padecimiento

subjetivo. El problema de investigación se plantea de la siguiente manera: ¿Cuáles son los

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“La Posición Subjetiva como Herramienta Diagnóstica en Psicoanálisis
Lacaniano”

indicadores clínicos que permiten inferir la posición subjetiva como herramienta

diagnóstica en psicoanálisis lacaniano?

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“La Posición Subjetiva como Herramienta Diagnóstica en Psicoanálisis
Lacaniano”

2. CONTEXTUALIZACIÓN

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“La Posición Subjetiva como Herramienta Diagnóstica en Psicoanálisis
Lacaniano”

2.1 Contextualización de la Práctica Supervisada de Investigación

Las Prácticas Supervisadas de Investigación (en adelante PSI) correspondientes a la

Facultad de Psicología de la Universidad Nacional de Córdoba constituyen una modalidad

para obtener el título de la Licenciatura en Psicología según los requerimientos establecidos

por la Res. Ministerial Nº 343/09, que establece como requisito para la titulación que los

alumnos realicen en el tramo final de la carrera, una práctica bajo supervisión y un trabajo

integrador final (TIF).

Las PSI permiten que los alumnos ejerciten el rol pre-profesional de investigación,

enmarcados en una experiencia de inserción práctica y bajo condiciones de supervisión de

psicólogos experimentados e insertos en el trabajo de la investigación. De este modo, se

promueve un espacio de articulación interno a la Facultad y externo a la misma,

favoreciendo el desarrollo de investigaciones basadas en problemáticas y contextos reales,

facilitando el desarrollo de competencias teórico-prácticas del futuro egresado, impulsando

una mirada extensionista y comunitaria, que faciliten la transición hacia el futuro rol

profesional.

Hay dos modalidades de PSI, puede ser en Grupos de Investigación pertenecientes a

cátedras de la Facultad de Psicología acreditados por Organismos Científicos

(pertenecientes a esta Facultad u otras Unidades Académicas); o realizar una práctica en

investigación monitoreada por profesionales acreditados del medio en una Institución

externa, que cumplan con los requisitos establecidos por el Reglamento de Práctica

Supervisada de Investigación y Trabajo Integrador Final de la Licenciatura de Psicología

(EXP-UNC:0031080/2014).

Todo alumno que realiza una PSI debe conocer el Reglamento mencionado, como

así también será dirigido y asesorado durante todo el proceso por asesores y co-asesores que

son integrantes de dichos grupos.

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“La Posición Subjetiva como Herramienta Diagnóstica en Psicoanálisis
Lacaniano”

Es en éste marco institucional donde se elabora el presente trabajo de investigación

cuya autora formó parte de la Investigación Categoría A 2014-2015: “La categoría clínica

de la perversión y su diagnóstico desde el psicoanálisis lacaniano. Un estudio sobre sujetos

que cometieron una agresión sexual”, dirigida por Mg. A. Rostagnotto, co-dirigida por Mg.

M. Yesuron y subsidiada por Secyt Res. Rectoral Nº 1565/2014. Ésta investigación fue

formulada por el Grupo de Investigación de la Cátedra de Psicopatología II, materia electiva

de la carrera de Licenciatura en Psicología, Facultad de Psicología, UNC.

2.2 Antecedentes de esta investigación

El presente trabajo se plantea en continuidad de una línea de investigación que se

viene desarrollando desde el año 2010, que comprende las siguientes investigaciones

realizadas: a- “Caracterización psicológica de condenados por delitos contra la integridad

sexual en Córdoba Capital”, dirigido por A. Rostagnotto y avalado por MINCyT Cba. Res.

Nº 000113/2011. b- “La correspondencia entre delito sexual y psicopatía como una actitud

defensiva frente a la perversidad”, Tesis de Maestría en Psicología Clínica de la Lic. M.

Yesuron (2011). c- “Psicopatía y perversión. Un estudio psicopatológico sobre agresores

sexuales”, Proyecto de Investigación Categoría A 2012-2013, dirigido por A. Rostagnotto y

subsidiado por Secyt Res. Rectoral Nº 2093/2012. d- “Violencia Sexual. Estudio sobre el

agresor sexual en prisión”, Proyecto de Investigación dirigido por A. Rostagnotto y avalado

por MINCyT Cba. Res. Nº 000018/2014. e- Proyecto de Investigación Categoría A 2014-

2015: “La categoría clínica de la perversión y su diagnóstico desde el psicoanálisis

lacaniano. Un estudio sobre sujetos que cometieron una agresión sexual”, dirigida por Mg.

A. Rostagnotto, co-dirigida por Mg. M. Yesuron y subsidiada por Secyt Res. Rectoral Nº

1565/2014. Es en éste encuadre de investigación donde se inserta este trabajo, en el marco

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“La Posición Subjetiva como Herramienta Diagnóstica en Psicoanálisis
Lacaniano”

de las Prácticas Supervisadas de Investigación (PSI) propuestas por la Facultad de

Psicología de la Universidad Nacional de Córdoba.

El estudio del agresor sexual en prisión, tuvo su comienzo a partir del relevamiento

de los internos condenados por delito contra la integridad sexual (en adelante DIS) alojados

en el Establecimiento Penitenciario Nº 2 Penitenciaria Córdoba Capital, el 8.55% de la

población penal total al 1 de octubre de 2010. La misma que estaba conformada por 60

internos condenados por DIS, indicaba un diagnóstico de psicopatía y/o perversión en el

70% de los casos. Es por ello que se continuó con el esclarecimiento de ambas categorías

diagnósticas, las que corresponden a dos paradigmas claramente diferenciables. Estos

desarrollos fueron publicados bajo el título “¿El psicópata es un perverso?” (Yesuron y

Rostagnotto, 2013).

En un segundo momento, se realizó una evaluación psicológica de la muestra de 44

internos condenados por DIS que aceptaron participar en la investigación; se utilizó como

instrumento el Inventario Multifásico de la Personalidad de Minnesota (MMPI-2) y a partir

de los primeros resultados obtenidos se seleccionó una sub-muestra de 16 internos, a los

fines de realizar las entrevistas clínicas semi estructuradas para la evaluación de la Escala de

Psicopatía de R. Hare Revisada (PCL- R, Hare, 2011). Estas entrevistas fueron filmadas,

contando con el consentimiento informado correspondiente de cada uno de los participantes

y la autorización institucional. Los principales resultados fueron recopilados en el artículo:

“Perfil psicopatológico de delincuentes sexuales. Un estudio sobre la correlación entre

psicopatía y delito sexual” (Yesuron, 2014).

Este estudio tuvo dos conclusiones principales: la primera explica que existe un

sobrediagnóstico de psicopatía, los resultados de ésta investigación se asemejan a lo

reportado en otros estudios (Saborío Valverde, 2005; Abrunhosa y Vieira, 2001; Gonçalves,

1999). La otra conclusión muestra que este sobrediagnóstico se realiza en detrimento de

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“La Posición Subjetiva como Herramienta Diagnóstica en Psicoanálisis
Lacaniano”

otros elementos útiles para el diagnóstico: como la presencia de características de psicosis y

la actitud defensiva frente a la evaluación -de fingimiento positivo-. Éstos últimos resultados

quedaron planteados como líneas de investigación a continuar por futuros proyectos.

Si la psicopatía no es una característica común en los agresores sexuales, en la

Investigación Secyt 2014-15 “La categoría clínica de la perversión y su diagnóstico desde el

psicoanálisis lacaniano. Un estudio sobre sujetos que cometieron una agresión sexual”, se

buscó elucidar la perversión en los agresores sexuales estudiados. Por ello se propuso

indagar acerca de la categoría psicoanalítica de la perversión en los sujetos que han

cometido una agresión sexual, a la vez que se exploró sobre el padecimiento subjetivo de

estos sujetos y cuáles son las modalidades de presentación del mismo.

En este contexto de investigación, que el presente trabajo se incorporó y se propone

explorar la posición subjetiva como una herramienta para el proceso diagnóstico en

psicoanálisis lacaniano.

2.3 Tema

“La Posición Subjetiva como herramienta diagnóstica en psicoanálisis lacaniano.”

2.4 Fundamentación

La elección del tema fue producto del recorrido académico de la autora, en conjunto

con la participación en el Grupo de Investigación, lo cual posibilitó el surgimiento de

ciertos temas de interés relacionados con la práctica clínica en torno al proceso diagnóstico

en psicoanálisis y el padecimiento subjetivo. Éstos se vinculan especialmente con la

dificultad de implica poder elaborar indicadores clínicos precisos, como la

conceptualización de nuevas herramientas diagnósticas que contribuyan a la práctica

clínica cotidiana en diferentes ámbitos donde se desempeña el psicólogo.

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“La Posición Subjetiva como Herramienta Diagnóstica en Psicoanálisis
Lacaniano”

2.5 Supuesto de Investigación

Es posible realizar un diagnóstico en psicoanálisis lacaniano, a partir de indicadores

clínicos que permiten inferir una posición subjetiva.

2.6 Objetivos

Objetivo General

- Contribuir al estudio del proceso diagnóstico de los sujetos que han cometido una

agresión sexual desde la perspectiva del psicoanálisis lacaniano.

Objetivos Específicos

- Explorar los indicadores clínicos del padecimiento subjetivo en el material de la

entrevista a un sujeto que ha cometido agresión sexual.

- A partir de la ubicación del padecimiento subjetivo en el caso de estudio inferir la

posición del sujeto material de la entrevista.

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“La Posición Subjetiva como Herramienta Diagnóstica en Psicoanálisis
Lacaniano”

3 MARCO TEÓRICO

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“La Posición Subjetiva como Herramienta Diagnóstica en Psicoanálisis
Lacaniano”

Capítulo 1

“Diagnóstico”

“tenemos necesidad de los diagnósticos

bajo pena de ser irresponsables”

(Colette Soler, 2009, p. 25)

2.1 Introducción

La psicología como ciencia y profesión, amplió sus ámbitos de incumbencia, desde

sus orígenes a la actualidad debido a las demandas sociales y el avance sobre el conocimiento

humano. Especialmente luego de la Segunda Guerra Mundial, donde, a nivel internacional, el

crecimiento de la profesión se destinaba a la promoción del bienestar humano (Klappenbach,

2000). Se corresponde éste momento histórico con el desarrollo acelerado de la psicología

clínica, que tuvo afrontar nuevos problemas al mismo tiempo que trataba de asimilar

múltiples interacciones con otras profesiones según manifiesta Buendía (1999). Este autor

considera que las funciones de un psicólogo clínico son: la evaluación psicológica, la

investigación, el tratamiento psicoterapéutico, la prevención y la enseñanza. Éstas actividades

se desarrollan como tradicionalmente se piensa a la psicología clínica, en el ámbito privado,

pero también en una gran variedad de circunstancias, ambientes y diversos ámbitos

institucionales públicos, en donde el psicólogo necesariamente interactúa con otros

profesionales (Buendía, 1999).

El reconocimiento de la psicología clínica ha tenido lugar de forma gradual, y con

encuentros antagónicos con otras profesiones, entre ellas, la medicina, por la cercanía de su

objeto de intervención, el paciente. Buendía (1999) considera que: “no es la evaluación

individual, ni el tratamiento, ni ninguna de las actividades en las que interviene el psicólogo

clínico lo que constituye el aspecto exclusivo de su labor, sino precisamente su actitud

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clínica” (p. 19). Según Bernstein y Nietzel (1982), la actitud del clínico es una especificidad

del psicólogo clínico, una actitud más centrada en lo particular, siendo entonces, lo que

diferencia al psicólogo clínico del psicopatólogo. March (2016) continúa esta línea de

pensamiento afirmando que es la actitud clínica el aspecto exclusivo del psicólogo clínico,

quien además de aprender sobre la conducta que estudia, tiene algo por hacer al respecto.

En el presente capítulo se desarrollará un breve recorrido histórico sobre la clínica

psicopatológica (Muñoz, 2015) en relación al diagnóstico, la concepción del diagnóstico para

la teoría psicoanalítica freudiana y su evolución en la lacaniana. Se presentará también el

debate que genera el lugar del psicoanálisis en el campo de la salud mental, y el dispositivo

de presentación de enfermos como una de las formas en las que el psicoanálisis trabajó, y aún

lo hace, en instituciones de salud, tanto públicas como privadas. Poniendo en tensión

especialmente el dilema del diagnóstico en relación a la práctica profesional del psicólogo

clínico que integra diversas instituciones.

2.2 Historia del diagnóstico en la clínica psicopatológica

Desde la clínica psiquiátrica de la segunda mitad del siglo XIX, se intentó ordenar un

campo de fenómenos ampliamente variado, a través de descripciones fenoménicas y

detallistas en las clasificaciones de la psiquiatría clásica. A comienzos del siglo XX se

desarrolló un movimiento psicopatológico en París y Alemania, que se propuso trascender

del método descriptivo para formular hipótesis explicativas sobre la naturaleza, causas y

mecanismos de las entidades clínicas (Mazzuca, 2001).

Tres son los enfoques que propone Muñoz (2015) para abordar las patologías

mentales: Psiquiatría, Psicoanálisis y Psicopatología. Cada enfoque tiene una modalidad

terapéutica diferente, puesto que su teoría explicativa es distinta. En el recorrido que se

realizará, se abordará el enfoque psicopatológico a lo largo de la historia y cómo el

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“La Posición Subjetiva como Herramienta Diagnóstica en Psicoanálisis
Lacaniano”

psicoanálisis se constituirá en otro enfoque con una relación dialéctica tanto con la

psiquiatría como de la psicopatología.

La psicopatología es una disciplina “que forma parte de la psicología, constituida en

ciencia y tiene por objeto específico estudiar los fenómenos psíquicos patológicos” (Muñoz,

2015, p. 11). Las mayores responsables del nacimiento y desarrollo de la psicopatología

fueron la escuela francesa y la escuela alemana (Muñoz, 2015), aunque grandes aportes

también corresponden a personalidades suizas que se formaron y fueron influidas por estas

escuelas.

La escuela francesa contribuyó en el ordenamiento de la locura, uno de sus

principales referentes fue Pinel (1745-1826), un médico que consideraba que las

enfermedades mentales residían en las pasiones del alma. Luchó por la humanización del

trato a los enfermos al punto que sus ideas originaron la legislación psiquiátrica francesa,

que permanecieron vigentes hasta 1990. Pinel, en su práctica clínica, solicitó quitar las

cadenas a los enfermos y los supuestos tratamientos que solamente debilitaban a las

personas. Cuando Pinel comenzó a trabajar en el reordenamiento del Hospital General

Francés “Salpêtrière”, institución pública, -influido por Linneo (1707-1778), científico

botánico sueco, que estableció los fundamentos para la nomenclatura binominal-, donde

realizó una clasificación de las enfermedades mentales, en cuatro tipos: manía, melancolía,

idiotez y demencia (LePontissailen, 2005). De esta manera, sustituye la especulación por la

observación empírica y le da estatuto de problema médico a la locura, que hasta ese

momento considerada un desorden descontrolado amoral (Muñoz, 2015).

En el Hospital Salpêtrière, tuvo varios alumnos entre los que se destacó Esquirol

(1772-1840), médico psiquiatra que compartía ideales con su maestro, que le permitió

estudiar la locura con él y estableció una maison de santé (manicomio) para realizar las

investigaciones. La maison de Esquirol fue considerada una de las mejores instituciones de

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“La Posición Subjetiva como Herramienta Diagnóstica en Psicoanálisis
Lacaniano”

París (Caballero Moreno, 2011). Uno de los discípulos de Esquirol fue Falret (1794-1870),

médico psiquiatra francés, cuyo principal aporte fue ser el primero en considerar que la

enfermedad mental no es única, sino que la patología mental está compuesta por un

conjunto de especies mórbidas (Muñoz, 2015). También trabajó en la folie circulaire o

locura circular, el mismo trastorno que estudió Baillarger (1809-1890), otro médico

neurólogo y psiquiatra francés, que realizó investigaciones sobre la naturaleza involuntaria

de las alucinaciones y proporcionó una descripción de folie à double forme o de doble forma

la locura (Caballero Moreno, 2011).

Contemporáneos a Falret y Ballarger, se encuentran los aportes de Ribot (1839-

1916) y Charcot (1825-1893), también referentes de la escuela francesa. Ribot fue un

psicólogo francés precursor de la psicopatología que estableció una diferencia entre la

psicología experimental y lo que denominó “Psicología Patológica”. Su tesis considera que

mediante el estudio del funcionamiento patológico, se puede observar con mayor claridad,

fenómenos que en el funcionamiento normal se encuentran invisibilizados (Muñoz, 2015).

La psicología experimental en cambio, considera que los fenómenos psicológicos pueden

ser estudiados por medio del método experimental, por lo que toma de objeto de estudio al

comportamiento de las personas, aquello medible. En cuanto a las investigaciones de

Charcot, fueron relevantes en muchos campos, entre ellas se destacan los trabajos sobre: el

reumatismo crónico, la gota, las hemorragias cerebrales, la ataxia, la esclerosis lateral

amiotrófica, la afasia, las localizaciones cerebrales y la histeria. Charcot trabajó en el

Hospital Salpêtrière, el mismo hospital donde habían trabajado años antes Pinel y Esquirol,

en aquel momento existía una sección donde se encontraban hospitalizados los alienados,

los histéricos y los epilépticos, todos mezclados. Esta variedad de diferentes enfermos no

congeniaba con la idea de la época sobre una investigación seria y rigurosa, por lo que se

creó una sección específica para histéricos y epilépticos. En esta sección trabajó Charcot y

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“La Posición Subjetiva como Herramienta Diagnóstica en Psicoanálisis
Lacaniano”

se dedicó al estudio de la histeria, la aisló, definió y descubrió la existencia de la histeria

masculina, hasta ese entonces, enfermedad que sólo estaba asociada a las mujeres (Cagigas,

2001).

También en ese hospital, Charcot formó a muchos discípulos, entre ellos Babinski

(1852-1932), un neurólogo francés que estudió sobre reflejos, uno lleva su nombre; Gilles

de la Tourette (1857-1904), otro neurólogo francés que investigó un trastorno psiquiátrico

que actualmente lleva su nombre (Cagigas, 2001); Breuer (1842-1925) médico fisiólogo

austríaco que junto a Freud (1856-1939) un neurólogo austríaco, publicaron en 1895

“Estudios sobre la histeria”, producto de las investigaciones que desarrollaron junto a

Charcot.

Sigmund Freud, el fundador del psicoanálisis, fue un neurólogo vienés que con su

obra influyó en el clima intelectual del siglo XX, tanto dentro como fuera de la psicología

(Brennan, 2000). La teoría que fue desarrollando Freud considera que el contenido mental

no puede reducirse ni explicarse sólo por los estímulos ambientales (Brennan, 2000), de allí

que propuso que la actividad mental rige bajo leyes diferentes de la conciencia, el

inconsciente es su original aporte que da sustento a su teoría. Las investigaciones freudianas

se esparcieron por el campo de la psicopatología, juntando discípulos de distintas partes del

mundo que se vieron influenciados en sus trabajos. Un claro ejemplo es el de Bleuler (1857-

1939), un psiquiatra suizo que continuó los trabajos sobre la dementia praecox, comenzados

por Emir Kraepelin (1856-1926), sustituyó su nominación por la de esquizofrenia. Su

investigación se basó en la actividad mental de los enfermos, descubrió que la variabilidad

sintomática correspondía al estado psíquico del enfermo. Configuró de esta forma, el primer

análisis clínico del psiquismo (Casarotti, 2012). Bleuler fue integrando en su teoría, la

dinámica pulsional y la explicación sobre la construcción de síntomas (Casarotti, 2012)

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“La Posición Subjetiva como Herramienta Diagnóstica en Psicoanálisis
Lacaniano”

formulando hipótesis psicopatológicas, y no meramente descriptivo-semiológicas (Muñoz,

2015).

La corriente alemana también aportó numerosos estudiosos que trabajaron en la

descripción de los trastornos psíquicos. Sus principales investigadores fueron Kraepelin

(1856-1926); Krafft-Ebing (1840-1902) y Jaspers (1883-1969). Kraepeling es uno de los

investigadores que se destaca por la elaboración del Tratado de Psiquiatría, la cual tuvo

varias ediciones publicadas entre los años 1883 y 1915. Este sistema de clasificación se

impuso prácticamente desde su promulgación. En él divide a las enfermedades mentales en

endógenas, es decir, aquellas cuyo origen es hereditario; y las exógenas, refiriéndose a las

psicosis producidas por la relación del sujeto con el mundo. La paranoia, la locura maníaco-

depresiva y la demencia precoz fueron las tres grandes entidades propuestas por Kraepelin.

En su obra influyeron referentes alemanes, como Kahlbaum (1828-1899), un médico

psiquiatra cuyo aporte fue sobre la catatonía, que la diferenció como entidad clínica distinta

que la esquizofrenia; Hecker (1843-1909), médico psiquiatra que investigó junto a

Kahlbaum sobre la hebefrenia, en el Hospital Privado de Goörlitz; y Möbius (1853-1907),

un neurólogo alemán que propuso la clasificación de los trastornos psíquicos según su

origen endógeno o exógeno, estudio que amplió Kraepelin (Fresquet, 2004).

Krafft-Ebing, contemporáneo a Kraepelin, es el más eminente representante de un

grupo de psiquiatras y médicos legistas que se propusieron abordar en una perspectiva

científica el estudio de la sexualidad humana y sus perturbaciones, diferenciándose de una

posición moralista (Mazzuca, 2001). En su obra “Psychopathia Sexualis”, estableció una

nominación diferente a la utilizada en la época (degenerados, sodomitas, depravados, entre

otros), e instauró una clasificación de las desviaciones sexuales que aún se encuentra

vigente. De esta manera, constituyó una base firme y científica para los ulteriores estudios y

elaboraciones sobre la sexualidad (Mazzuca, 2001).

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“La Posición Subjetiva como Herramienta Diagnóstica en Psicoanálisis
Lacaniano”

Otro referente alemán fue Jaspers (1883-1969), un médico psiquiatra que trabajó en

el Hospital Universitario de Heidelberg, donde años atrás había trabajado Kraepelin.

Retomó el método fenomenológico de Husserl (1859), filósofo checo, para aplicarlo a la

psicopatología, especialmente criticó el abuso de la semiología, ya que reduce al enfermo a

una suma de aspectos patológicos en vez de considerarlo en su totalidad (Muñoz, 2015).

Uno de sus aportes de particular importancia corresponde al modo en que Jaspers avanzó en

relación al diagnóstico psiquiátrico de síntomas, consideraba que lo que se debía tomar en

cuenta era la forma de la enfermedad y no el contenido, Muñoz (2015) propone como

ejemplo: “al diagnosticar una alucinación, el hecho de que una persona experimente

fenómenos visuales sin que para ello medie un estímulo sensorial (la forma), es más

importante que lo que el paciente ve (el contenido)” (p. 27). Otro criterio en el que trabajó

Jaspers, fue en la autodescripción de los estados psíquicos de los enfermos, dado que las

descripciones que realizan los médicos poseen preconceptos y saberes previos que operan

como prejuicios (Muñoz, 2015).

De esta manera, se puede sintetizar tanto en Pinel, como en Jaspers, dos aportes

fundamentales para pensar la clínica psicopatológica. Esto es que ambos sitúan al paciente,

no como un cúmulo de síntomas, sino como una persona que desde la perspectiva humanista

tiene algo para decir sobre lo que le pasa. Esto posibilita pasar desde el enfoque descriptivo,

es decir el que se realizó a lo largo de la historia de la clínica psicopatológica, hacia un

enfoque interpretativo en el campo de la psicopatología.

2.3 El diagnóstico en Psicoanálisis

En los comienzos del psicoanálisis, Freud, su inventor, y sus colegas buscaron

elaborar una teoría clínica diferente a las teorías de la psiquiatría y psicopatología de la

época. Con el descubrimiento del inconsciente, se pudieron elaborar teorías y métodos

propios. A partir del desarrollo de distintas hipótesis y retomando algunas consideraciones

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“La Posición Subjetiva como Herramienta Diagnóstica en Psicoanálisis
Lacaniano”

de la psiquiatría clásica, se construyeron categorías diagnósticas propias del discurso

analítico (Soler, 2009). Estos aportes influyeron en la concepción y construcción del

diagnóstico pensado desde el psicoanálisis, tanto en las neurosis como las psicosis. Si bien

los conceptos de neurosis y psicosis tienen origen en el campo médico, eran entidades

distinguidas como formas clínicas, sin embargo, los médicos de esa época consideraban que

podían presentarse simultáneamente. El primero en formular la oposición de la neurosis y la

psicosis, fue Freud, sosteniendo que no solamente eran entidades clínicas heterogéneas, con

mecanismos de formación de síntomas distintos, sino también entidades excluyentes entre sí

(Mazzuca, 2001). Esta distinción la realiza en función de la clínica específica del

psicoanálisis, la que utiliza a la transferencia como herramienta fundamental, que se utiliza

de una forma calculada para favorecer el regreso de conexiones afectivas anteriores (Freud,

1937). Freud se apoya en la diferencia de entidades clínicas según cómo opere la relación

transferencial entre el paciente y el terapeuta, la cual es muy distinta en la neurosis y la

psicosis (Mazzuca, 2001).

Para explicar la labor del analista, Freud (1937) utilizó como analogía, el trabajo del

arqueólogo: ambos buscan huellas que han sido enterradas para hacer una reconstrucción.

Mientras que el arqueólogo busca en una excavación de una casa destruida y enterrada, el

analista trabaja en “condiciones más favorables” (Freud, 1937, p.3366), dado que el material

es muy distinto, por ejemplo: el analista trabaja con la repetición de reacciones que datan de

la infancia y la relación que estas presentan con la transferencia. Además, la reconstrucción

significa para el arqueólogo el fin de sus esfuerzos, en cambio, para el analista es solamente

una labor preliminar. Si bien, este trabajo freudiano está referido a las interpretaciones, no

obstante, es posible considerar también el diagnóstico como un trabajo de construcción, se

propone como un trabajo en conjunto con el paciente y sólo indicaría el inicio del

tratamiento.

23
“La Posición Subjetiva como Herramienta Diagnóstica en Psicoanálisis
Lacaniano”

Freud (1926) señaló la importancia de establecer precozmente un diagnóstico, con

una función específica: para decidir la dirección del tratamiento para la curación o alivio de

la enfermedad, aún cuando la pertinencia de éste sólo pueda ser confirmada tras cierto

tiempo (Dor, 2000). Sin embargo, reparó: “la distinción –diagnóstico diferencial- no es

siempre fácil ni puede establecerse inmediatamente en todas las fases” (Freud, 1926, p.

2947; Frydman, 2005, p. 2), dado que pueden confundirse las entidades clínicas debido a la

diversidad de manifestaciones sintomáticas.

Lacan (1901-1981), es un médico psiquiatra francés que continuó con el trabajo de

Freud, retomando y reelaborando su teoría. Este autor retoma la premisa de Freud, quien

propone al psicoanálisis como diferente a otras terapéuticas, porque el método psicoanalítico

utiliza la trasferencia como “fuerza impulsiva” para vencer las resistencias, en cambio, en

otras terapéuticas esta influencia es utilizada para interrumpir los síntomas (Freud, 1926, p.

2937); y en el escrito “Variantes de la cura-tipo” (1966b), dice “el psicoanálisis no es una

terapéutica como las demás” (Lacan, 1966b, p. 311-312). De esta manera, además de aportar

a la especificidad de la escucha, y contribuir con el lugar y la ética del analista, deja de lado

señalar los efectos terapéuticos del psicoanálisis.

Respecto a la escucha analítica, se destaca la importancia del sujeto del inconsciente,

que es tomado como actor fundamental y principal en sus acontecimientos subjetivos. Esta

escucha peculiar se enlaza al segundo aporte propuesto por Lacan (1966b), la cual sólo

puede brindarse con un tratamiento previo del analista. Quien desee practicar el

psicoanálisis como analista deberá atravesar un camino de formación específico, entre las

actividades de formación, se encuentra el análisis propio, ya propuesto por Freud en 1926, y

conceptualizado por Lacan como destitución subjetiva del analista (Lacan, 1964; Lombardi,

2015). Implica que éste renuncie a la sugestión, dando la palabra, y debiendo ponerse a

disposición del síntoma en transferencia, la cual permite que el inconsciente se ponga en

24
“La Posición Subjetiva como Herramienta Diagnóstica en Psicoanálisis
Lacaniano”

acto, convirtiéndose el analista en una formación del inconsciente del analizante

(Rostagnotto, 2015).

Soler (2009) retoma la frase de Lacan “el psicoanálisis no es una terapéutica como

las demás” (Lacan, 1966b, p. 311-312), y presentan dos aspectos indisociables del

psicoanálisis: la vertiente epistémica y la terapéutica. La primera corresponde a la

exploración del inconsciente, la cual consiste en indagar sobre los significantes, las palabras,

los deseos que circulan en él; mientras que la vertiente terapéutica se fundamenta en las

modificaciones de los síntomas, es decir que la exploración del inconsciente es lo que cura

los síntomas en psicoanálisis.

En cuanto al diagnóstico en psicoanálisis, se presenta en aspectos específicos y

diferentes a clínica especialmente del ámbito médico psiquiátrico, donde el síntoma se

observa, está basado en signos descriptibles y medibles, que son huellas de la enfermedad.

Es por ello que la sintomatología de la mirada es considerada una sintomatología del Otro,

constituyéndose de esta manera un hétero-diagnóstico (Soler, 2009). En cambio, la clínica

psicoanalítica busca escuchar el padecimiento referido por el enfermo, el síntoma que se

observa de entrada no es interesante para el analista, sino que interesa principalmente, aquel

que aparece en los dichos del paciente. Por lo tanto, desde el psicoanálisis, determinar un

diagnóstico de antemano resulta imposible, en razón de la estructura del sujeto, explicará

Dor (2000): “dado que la única técnica de investigación que dispone el analista es su

escucha” (p. 1). Es necesario tener presente que el material clínico suministrado por el

paciente es esencialmente verbal, por lo que el campo de investigación se delimitará a la

dimensión del decir y de lo dicho (Dor, 2000). Por ello será considerado síntoma tratable

psicoanalíticamente aquello que el sujeto considere su síntoma, dado que “sólo es un

síntoma tratable aquel que se presenta como un significante de la transferencia, es decir, que

25
“La Posición Subjetiva como Herramienta Diagnóstica en Psicoanálisis
Lacaniano”

suponga un sujeto” (Soler, 2009, p.19). De esta manera se construye un auto-diagnóstico, es

decir, un diagnóstico desde adentro del dispositivo analítico mismo.

Según lo propone de Thompson, Frydman, Salinas, Mantegazza, Toro y Lombardi

(2006), puede pensarse el diagnóstico desde dos aspectos: como proceso diagnóstico y como

producto. En cuanto al proceso diagnóstico se refieren al:

… trabajo por el cual el analista se ubica en el campo trasferencial del paciente,

para hacer posible desde allí una manifestación más nítida del síntoma en tanto

expresión de un saber inconsciente que concierne y divide al sujeto que lo padece.

(Thompson et al, 2006, p. 104).

La otra dimensión del diagnóstico corresponde al resultado de éste proceso, entendida

como el producto, considerado por los autores como la atribución clasificatoria, respecto de

una determinada presentación clínica. Por su parte, autores como Rubistein (1999),

consideran que no es posible encontrar formas clínicas puras, como tampoco éstas dan cuenta

de todo, ya que no dicen nada de los significantes particulares ni de la historia del sujeto. Por

eso mismo, la indicación tanto de Freud como Lacan fue siempre abordar el caso como un

caso nuevo.

Lombardi (2001) señala que son usuales los casos en los que el diagnóstico resulta

difícil para el analista, y que las referencias tanto de Lacan como de Freud parecen

insuficientes, o no se sabe cómo emplearlas. Como investigador, el analista debe recurrir a

la técnica que cuenta por excelencia: la escucha, siguiendo la indicación de Lacan “Lo que

el analista debe saber: ignorar lo que sabe” (Lacan, 1966b, p.335; Rubistein, 1999, p.5).

Dado que si el analista cree identificar al paciente con lo que ya sabe, puede obturar su

escucha, cerrando la posibilidad de percibir en su discurso indicadores que permitan inferir

su relación con su padecimiento subjetivo, comprender las modalidades en las que expresa

tal padecimiento. El ejercicio de la escucha requiere un detenimiento para poder interceptar

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“La Posición Subjetiva como Herramienta Diagnóstica en Psicoanálisis
Lacaniano”

el padecimiento en un discurso (Muñoz, 2015). Por eso, Lombardi (2001) formula que en

ciertos casos difíciles, el diagnóstico tarda en llegar, se construye luego de cierto tiempo de

tratamiento y se verifica también en lo que se escucha (Rubistein, 1999). Un diagnóstico

presuntivo aspira a orientar al practicante en el tratamiento, aconseja Frydman (2005).

Según cómo se conciba y se explique la enfermedad mental se aplicarán modelos

terapéuticos diferentes (Rostagnotto, 2012; Muñoz, 2015), desde el psicoanálisis, el analista

deberá actuar con prudencia, lo que no significa parálisis (Rubistein, 1999).

1.4 El psicoanálisis y las Instituciones de Salud Mental

En el presente apartado se plantea un debate que data de hace tiempo aunque sigue

siendo actual, referido al lugar que el psicoanálisis y los psicoanalistas tienen en el campo de

la salud mental. Para poder presentar las posiciones que se enfrentan en este debate, es

necesario precisar una distinción que realizó Lacan en 1964, en el acto de Fundación de la

Escuela Freudiana de París, la que corresponde al psicoanálisis puro y psicoanálisis

aplicado. Sobre el primero detalló que es la praxis y doctrina propiamente dicha, a lo que

nombró también como psicoanálisis didáctico; en relación al psicoanálisis aplicado se refirió

que es el de la terapéutica y clínica médica y busca la contribución de la experiencia

psicoanalítica (Lacan, 1964).

El lugar del psicoanálisis en el campo de la medicina es considerado por Lacan, en

1966, como “marginal” y “extra-territorial” (Lacan, 1966f, p.86). De esta manera se puede

plantear lo mismo en relación al psicoanálisis y la Salud Mental. La característica de

marginal correspondería a que el psicoanálisis sería considerada una suerte de ayuda externa

para la medicina; y lo extra-territorial “por obra de los psicoanalistas quienes tienen sus

razones para querer conservar su extra-territorialidad” (Lacan, 1966f, p.86).

Estos problemas están presentes en la cuestión del diagnóstico, cabe recordar que los

síntomas son históricos, mutan según el contexto (Soler, 2009). El discurso capitalista

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“La Posición Subjetiva como Herramienta Diagnóstica en Psicoanálisis
Lacaniano”

presenta un nuevo panorama con manifestaciones rebeldes a la transferencia, como la

depresión, abulia, toxicomanía, pasaje al acto, entre otros (Soler, 2009), lo que implica una

complicación para quien realiza un psicoanálisis puro y considera que es la única manera de

realizar un diagnóstico (Thompson et al, 2006; Mordoh y Mazzuca, 2014; López y Mazzuca,

2014; Lombardi, 2014). A lo que se suma el hecho de que los analistas están insertos en

nuevos contextos, pertenecen a instituciones –tanto públicas como privadas- con discursos

diferentes al analítico, pero con deberes y responsabilidades como psicólogos clínicos, no

sólo como analistas, dispuestos a encarar este dilema y a no extra-territorializarse de los

problemas del discurso contemporáneo, “tenemos necesidad de los diagnósticos bajo la pena

de ser irresponsables” (Soler, 2009, p.25).

En este mismo sentido, Rostagnotto (2012) recuerda que Lacan dijo que el discurso

psicoanalista se instaura en las fracturas del discurso del Amo. Por su parte, Laurent (2000)

señala que en lo concerniente a la salud, el orden público esta desplazado por el nuevo

estatuto del amo, pero en la medida que alguna cosa no funcione respecto del establecimiento

normativizado, es donde quizás, emerge algo de la subjetividad.

Trabajar en el ámbito clínico permite poder captar esta subjetividad, la que, acorde con

la concepción teórica del psicólogo clínico, determinará el campo de acción de éste. Como

analista, dará respuesta a la cuestión de ex-sistir, y contribuirá con el avance del campo

psicoanalítico. Laurent (2000) explica muy claramente su posición: “el psicoanálisis no es

“para todos”, no tiene su lugar en todos lados, pero en todos lados puede recordar que el

sujeto surge de la palabra” (Laurent, 2000, p.138).

1.5 La presentación de enfermos en psicoanálisis

La presentación de enfermos es un dispositivo de trasmisión que tiene su antecedente

en la práctica psiquiátrica, donde fue utilizada por maestros de la psiquiatría, tales como

Pinel, Esquirol, Charcot, Kraepelin; que les permitió el reconocimiento y la clasificación de

28
“La Posición Subjetiva como Herramienta Diagnóstica en Psicoanálisis
Lacaniano”

diferentes cuadros nosológicos (de Cordido, Garroni, Portillo, Luongo, González, Guédez, &

Koch, 2007; Bueno, 2010; Castro Tolosa y Minaudo, 2014). Su estructura original consiste

en la presentación de un paciente, que es tratado en un dispositivo hospitalario X, quien es

entrevistado, previo consentimiento del mismo, por un médico psiquiatra, el entrevistador,

que no está a cargo de su tratamiento, y un público o asistencia que está invitado a presenciar

dicho encuentro. Cada lugar encarna distintas funciones: el paciente contesta las preguntas

del médico que dirige la entrevista, siempre que lo consienta, y el público permanece en

silencio. Cuando se retira el paciente, el público puede tomar la palabra (Castro Tolosa y

Minaudo, 2014). Esta práctica médica se utilizaba para la formación de practicantes de

psiquiatría y tenía la función de ilustrar la taxonomía psiquiátrica. En este contexto médico el

paciente era mostrado, la presentación se orientaba una clínica de la observación, reduciendo

al enfermo a la posición de objeto, pasivo (Valcarce, 2009). En cambio, para el psicoanálisis,

la presentación de enfermos no es la presentación del enfermo, es una entrevista que si está

bien conducida, logra que algo del sujeto aparezca (Castro Tolosa y Minaudo, 2014),

mostrándose una diferencia entre el discurso de la institución y el analítico.

La práctica de la presentación de enfermos cambió totalmente a partir de Lacan, le dio

la palabra al loco, aunque cabe recordar que en el trabajo de Pinel y de Jaspers también se

construye conocimiento a partir del decir del enfermo, sin embargo era en un contexto

diferente al que significa la presentación de enfermo, donde son varios actores los que

intervienen y el enfermo supera la posición pasiva, por lo que se escucha al sujeto que habla

de su sufrimiento frente a un público. Agrega Valcarce (2009) que el cambio en el dispositivo

se debe a la concepción de Lacan sobre el saber, la posición de analista y la particular manera

de interrogar en sus presentaciones de enfermos, otorga un lugar de alta importancia a la

asistencia. La cantidad de participantes en un rol activo que intervienen son los siguientes: el

entrevistador, el enfermo y el público. Este último interviene luego que el paciente se ha

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“La Posición Subjetiva como Herramienta Diagnóstica en Psicoanálisis
Lacaniano”

retirado, como en el dispositivo tradicional, pero en este encuadre, la función del público

queda ubicada por Lacan como un elemento que demuestra el fundamento del psicoanálisis,

ya que el público no es cómplice del que interroga, no está mirando la escena, sino que el

público es una terceridad (Caamaño y Cochia, 2014). Por lo que no solamente limita la

potencia misma del que interroga, sino también se interpone en esa relación dual,

triangulándola. Este personaje tercero introduce una lectura en la escucha, en la medida en

que sostiene el diálogo entre el entrevistador y el enfermo con la transferencia al

psicoanálisis. Caamaño y Cochia (2014) expondrán otra diferencia entre la presentación de

enfermos del contexto médico psiquiátrico y la presentación de enfermos psicoanalítica, que

corresponde específicamente al tipo de transmisión: los efectos de esta práctica generan

enseñanza, la cual es distinta a la pedagógica, en la que se demuestra mostrando. Y es así que

a través de este dispositivo, Lacan lo que intenta hacer pasar es el fundamento de la clínica

analítica, cuyo resorte es la transferencia, en tanto aloja el objeto a que circula en el decir

(Caamaño y Cochia, 2014). Chiavaro (2003) retoma que un elemento fundamental, en

tiempos de las presentaciones de Lacan en el Hospital Saint Anne de París, era la demanda

del profesional a cargo del paciente, y que en la medida en que hay un circuito de demandas

dirigidas al dispositivo de la presentación de enfermos, nos encontramos con una clínica bajo

transferencia, donde se apuesta a que surja un sujeto.

Actualmente, Sotelo (2013), refiere que la presentación de enfermos permite ubicar

múltiples coordenadas que atraviesan la subjetividad, realizar un diagnóstico, pronóstico y

estrategias de la cura articuladas en su complejidad, de lo cual subraya uno como objetivo de

dichas presentaciones vislumbrar las posiciones del sujeto (Rostagnotto, 2014).

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“La Posición Subjetiva como Herramienta Diagnóstica en Psicoanálisis
Lacaniano”

Capítulo 2

“Posición Subjetiva”

“Hay una respuesta diferencial y eso es

lo interesante que el psicoanálisis puede aportar.”

(Alejandro Rostagnotto, 2012)

2.1 Posición subjetiva

Ésta dimensión de análisis cuenta con diferentes nominaciones que son análogas. A

lo largo de su obra, Lacan realiza sus principales desarrollos en relación a: posición del

sujeto (Lacan, 1953, 1956-1957, 1964, 1957-1958) estructura subjetiva, modalidad del

sujeto (Lacan, 1956-1957), posición subjetiva (Lacan; 1953, 1956-1957).

La posición subjetiva es la respuesta del sujeto a la división fundante del lenguaje, es

decir frente a la falta estructural, que produce la castración, en términos freudianos. La

respuesta que cada sujeto da a la castración, es particular, única, e inconsciente, fundante de

la subjetividad (Rostagnotto, 2012a).

La castración es la falta estructural con la que todo sujetos se encuentran, es una

ausencia que provoca miedo, más allá de la posición que cada sujeto asuma. El modo de

posicionarse frente a ella puede variar y eso es lo que determina la modalidad del sujeto

(Rostagnotto, 2012a).

Se conocen al menos tres posiciones básicas a través de las cuales se intenta

comprender la clínica, según enseña el psicoanálisis, estas son: la represión, la forclusión y

la renegación (Rostagnotto, 2012a). Ya Freud aclaraba en 1927, que la diferencia esencial

entre neurosis y psicosis radicaba en que “en la primera, el yo, al servicio de la realidad,

somete una parte del ello, mientras que en la psicosis, se deja arrastrar por el ello a

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“La Posición Subjetiva como Herramienta Diagnóstica en Psicoanálisis
Lacaniano”

desprenderse de una parte de la realidad” (p. 2995). En la neurosis, la angustia de castración

es desplazada, la representación es reprimida y el sujeto neurótico carga con su síntoma

(Freud, 1905; Rostagnotto, 2012a). El síntoma es una de las formaciones del inconsciente, al

igual que el lapsus o los actos fallidos, que camuflan al sujeto, explicación que Freud

desarrolló en su 23ª Conferencia de 1927. Éstas formaciones se rigen por las leyes del

inconsciente, es por ello que el analista tomará de brújula al síntoma (y a las formaciones

del inconsciente) para poder navegar en el inconsciente del sujeto. En la perversión, en

cambio, el sujeto enajenado a la castración, no acepta la ausencia que significa ésta, por lo

que realiza la operación de desmentirla, o renegar de ella, y la reenvía a su víctima

(Rostagnotto, 2012a). La represión juega un papel especial en el caso de la perversión,

Otero (2011) explica que en la antesala del horror, la imagen se detiene y allí se puede leer

signos de la represión. Esto fundamenta la operación del fetichismo, donde, lo que intenta

hacer el sujeto perverso, es tratar de obturar la falta del Otro con un objeto, el fetiche

(Rostagnotto, 2012a). Por lo que se puede afirmar que el perverso opera advertido de la

castración, y juega a repararla en el escenario de la fantasía (Lombardi, 2013). El sujeto

perverso se defiende de la castración mediante el acto, la puesta en escena de la fantasía

reparadora. En estos actos que el perverso realiza se puede observar apatía; es decir, el

sujeto se encuentra desprovisto de afectos, sentimientos, sin embargo, presenta una frialdad

calculada que tiene por objetivo provocar una especie de goce absoluto o satisfacción

generalizada (Rostagnotto, 2012a). En relación a la psicosis, Lacan (1967) concibe al sujeto

psicótico como el hombre libre, que forcluyó la ausencia, la castración, penado a vivir “más

acá de la ley paterna” (Otero, 2011, p.93). Por su parte, Soler (2004) explica que Lacan

entiende a la forclusión como un defecto, la ausencia del significante Nombre del Padre.

Posteriormente, precisa que no hay una limitación en éste significante, sino que lo

importante es la función de anudamiento que éste tiene en relación a los tres registros, pero

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“La Posición Subjetiva como Herramienta Diagnóstica en Psicoanálisis
Lacaniano”

que podría ser cualquier otro significante el que supla la función (Soler, 2009). El defecto de

la forclusión no es un fenómeno observable, sino una hipótesis causal, que puede verificarse

por sus efectos. Entre esos efectos, se puede señalar a los del orden imaginario, tanto en el

desencadenamiento como en el momento de estabilización (Soler, 2004). La psicosis

presenta a un sujeto no inscripto en la función fálica, pero ésta no inscripción no excluye al

sujeto psicótico del fantasma, sino que convendría decir que “el fantasma es puesto en

evidencia” (Soler, 2004, p.15). Los indicadores clínicos también se pueden manifestar en

relación al goce, dado que al inverso de la neurosis, el problema en la psicosis es que el ser

del goce aflora, un ejemplo se evidencia en los místicos (Soler, 2004). El goce fálico se

encuentra “fuera-de-cuerpo” (Otero, 2011, p.103), esto llama especialmente la atención por

la relación del significante con el cuerpo, un caso tomado como ejemplo por varios autores

es el de Joyce (Soler, 2004; Otero, 2011). También se puede verificar los efectos de la

forclusión en el lazo que establece con el otro, en caso de los paranoicos, el goce se

identifica en el lugar del Otro, siendo éste amenazador para el sujeto psicótico (Soler, 2004),

en caso de los melancólicos, el sujeto psicótico se encuentra en lugar de resto, por lo que lo

convierte en un ser indigno (Otero, 2011).

2.2 Indicadores Clínicos de la Posición Subjetiva

Los indicadores clínicos son elementos que se manifiestan en el decir del sujeto, en el

espacio en el que el inconsciente se comunica, a través del lenguaje (Dor, 2000). Por lo que

es preciso atender y localizar aquello que el sujeto dice sobre lo que siente, padece, piensa,

actúa, para poder pesquisar este material que servirá para el proceso diagnóstico. De esta

manera, los indicadores se constituyen como indicios que brindan información sobre la

dinámica y funcionamiento de la estructura subjetiva de un sujeto. (Dor, 2000).

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“La Posición Subjetiva como Herramienta Diagnóstica en Psicoanálisis
Lacaniano”

En el presente trabajo se desarrollarán las categorías conceptuales: división subjetiva,

deseo y objeto a; que como elementos fundantes de la subjetividad pueden dar cuenta de la

posición del sujeto. A la vez que se propone esclarecer cuales son los indicadores clínicos que

posibilitan acceder a cada una de estas categorías conceptuales.

2.3 División Subjetiva

Con la categoría conceptual división subjetiva Lacan (1958 - 1959, clase del 20/5/59),

se refiere al efecto que provoca el lenguaje en el sujeto. El lenguaje preexiste al sujeto,

comienza a nombrarlo incluso antes de nacer, determinándolo, y es esta participación en el

lenguaje la que divide al sujeto de forma primordial. En palabras de Rostagnotto (2012a): “la

estructura subjetiva del sujeto se concretiza en ese momento”.

La división subjetiva atraviesa a todos seres hablantes afectados por el lenguaje. Es así

que, de acuerdo a cómo se manifieste esa división será el indicador clínico que posibilite

inferir cuál es el modo particular en que un sujeto asume o no la castración, el modo de

posicionarse frente a la castración es lo que varía y eso determina la modalidad del sujeto, es

decir, su dinámica y funcionamiento subjetivo, lo que contribuye a poder realizar un

diagnóstico, y por lo tanto, dar una dirección al tratamiento en tanto que la división subjetiva

del analizante es el partenaire genuino del analista (Lombardi, 2014b).

En el caso de la perversión, la división subjetiva es desplazada al otro, reenviada al

otro; es decir que del lado del sujeto perverso no hay división subjetiva sino que queda del

lado de su partenaire. Cuando el sujeto perverso arma el escenario y monta la escena para

realizar sus actos perversos, lo hace para mostrarlo a otro, a alguien que observa. El perverso

no se incomoda ante el acto, el incomodado es el otro, su partenaire, quien se ve afectado por

aquello que el sujeto perverso tiene para mostrar. En la realización, la materialización de lo

que podría ser una fantasía, el sujeto perverso se encuentra vacío de afectos, es por ello que

34
“La Posición Subjetiva como Herramienta Diagnóstica en Psicoanálisis
Lacaniano”

se utiliza la expresión de instrumento de goce (Lacan, 1956-57; Otero, 2011; Rostagnotto,

2012a). En esa operación, se trasmuta en objeto posicionándose como tal en el fantasma,

convirtiéndose en instrumento de goce del Otro (Otero, 2011; Rostagnotto, 2012a).

En la neurosis en cambio, el peso de la división subjetiva cae sobre el sujeto mismo,

en su síntoma (Rostagnotto, 2012a). En el sujeto neurótico la escena es privada, y cuando eso

sale a lo público, se manifiestan como vergüenza, inhibición, frustración, remordimiento

moral, dado que se conoció algo que uno no quería que se conozca, pudiendo quedar en

evidencia sobre aquello íntimo. Así, vergüenza, inhibición, frustración, remordimiento moral

son indicadores clínicos de la división subjetiva en neurosis. También sucede, con aquello

que el neurótico fantasea, cuando es puesto en acto, el sujeto se divide, pero a su vez le

genera también una especie de satisfacción algo incómoda (Rostagnotto, 2012a).

Por su parte, la división subjetiva para el sujeto psicótico tiene un alto costo debido al

rechazo del significante primordial, sufriendo el retorno en lo real (Soler, 1991). Se defiende

ante una representación inconciliable, aunque de manera fallida, al igual que en la neurosis

que se, con la diferencia que esta se defiende a través de la represión, dinámica que no utiliza

la psicosis, dado que “el yo rechaza la representación intolerable conjuntamente con su afecto

y se conduce como si la representación no hubiese jamás llegado a él” (Freud, 1894, p. 175;

Munin y Salinas, 2014, p.1). Las manifestaciones ante la angustia provocada por la división

subjetiva serán variadas fenomenológicamente, ya que dependerá de la posición subjetiva del

psicótico, “la estructura aparece en lo que se puede llamar, en sentido propio, el fenómeno”

(Lacan, 1955-1956, p.144). Las manifestaciones corresponden a los fenómenos elementales

propios de las psicosis, por ejemplo, en caso del paranoico la culpa de tales fenómenos

insoportables en su cuerpo cargarán sobre el Otro, en cambio, en la melancolía es el sujeto

quien asume esa culpa (Munin y Salinas, 2014). En todos los casos, el retorno de lo real que

fue forcluído se le impone al sujeto en fenómenos (Soler, 1991), entre ellos, también la

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“La Posición Subjetiva como Herramienta Diagnóstica en Psicoanálisis
Lacaniano”

perplejidad, entendido desde la psiquiatría clásica como ausencia de las categorías de tiempo

y espacio. En todo los casos de psicosis la lógica es la misma: “el sujeto psicótico camufla su

división en el relato de su certeza, delirante o esquizofrénica” (Lombardi, 2014, p.105).

2.4 Deseo

El deseo es un término que precede al psicoanálisis, y se lo puede encontrar en la

afirmación de Spinoza cuando se refiere a él como a la esencia del hombre, el primum

movens. También en la pasión primitiva o la agitación del alma de Descartes, en la facultad

práctica (conatus) en Kant, el movimiento dialéctico de la conciencia de sí en Hegel, o la

voluntad de vivir en Schopenhauer (Rostagnotto, 2012b).

Rostagnotto (2012b) refiere que en el campo del psicoanálisis el deseo es tanto una

hipótesis explicativa, como una moción psíquica, una unidad motriz que en términos de

Freud, busca ligar la vivencia de satisfacción por medio de la identidad de percepción, y es

la causa de la repetición (Wiederholung). El deseo –wunsch- pone en movimiento el aparato

anímico. Al final de La interpretación de los sueños, Freud se refiere al wunsch como eterno,

como inmortal (Freud, 1900 [1899], p.606), este término en cuyo dinámica se ubica el

nacimiento del aparato del alma, se emparenta y se distingue de los términos bergierde –

codicia- y Lust –placer-. Esta elección de Freud por el wunsch, es lo que vincula la

problemática del deseo, con una tradición vastísima que trasciende el campo del

psicoanálisis. En la experiencia del psicoanálisis, el deseo posee un origen paradójico,

destacándose el carácter perverso polimorfo de sus formas infantiles, siendo esta la norma,

encontrándose fuera del campo de la moral (Lacan, 1969-1970).

El deseo es lo que permite situar al inconsciente, considera Lacan (1969-70),

siguiendo una posición originariamente freudiana. El deseo, con sus características: sexual

inconsciente reprimido e infantil, asume una consistencia de imagen, es decir, fantasía 

36
“La Posición Subjetiva como Herramienta Diagnóstica en Psicoanálisis
Lacaniano”

(Lacan 1966d). Esto ocurre porque el sentido sexual del deseo se satisface en lo que el

inconsciente forma. Las fantasías que lo enlazan, organizan la vida libidinal inconsciente y la

subjetividad, de modo tal que la posición que el sujeto asume respecto su deseo, se conjetura

como la posición de ser en la existencia (Lacan 1966b).

Lacan destaca que el deseo no es una sustancia, es más bien una falta o el

desplazamiento de dicha falta, en sus palabras: “el deseo es la metonimia de la carencia de

ser” (Lacan, 1966b, p. 593). De manera tal que, esta frase articula el deseo y la castración, la

falta castrativa es la condición de existencia del deseo. Es la respuesta a esa castración, la que

dará cuenta de la posición subjetiva del sujeto del deseo. No obstante, no es a lo único que

puede relacionarse el deseo, en la neurosis se anuda a las fantasías, el deseo en sí se mezcla

con la fantasía, la cual pertenece al mundo del inconsciente (Rostagnotto, 2012a).

Otra respuesta ensayada por Lacan se vincula a los postulados filosóficos de Hegel,

que Lacan aprendió en los cursos de Kojeve titulados La dialéctica del Amo y del Esclavo,

quien explicaba que el deseo del hombre es el deseo del otro. Lacan, lo redefine diciendo que

“el deseo del hombre es el deseo del Otro” (Lacan, 1963-1964, p.40). En esta frase lo que se

articula es el deseo con la alteridad, es la parte social del deseo, es preciso que un Otro

reconozca el propio deseo, asumiendo que aquel también tiene un deseo. En otras palabras, el

deseo se constituye en relación dialéctica con los deseos de otros (Barrionuevo y Sánchez,

2013). Este Otro también es necesario como intérprete de aquello que en un primer momento

fue necesidad pero que luego, mutó en demanda, es decir, dejó lo biológico de lado para

poner en movimiento el aparato psíquico a través del lenguaje. Rostagnotto (2012a) dirá: “esa

necesidad se articula a la palabra por vía del significante”, y le irá agregando palabras,

erotizando a nivel del lenguaje. Es de vital importancia la relación que el sujeto establece

con el Otro, conformando así el segundo indicador clínico a partir del cual se podrá inferir la

posición del sujeto.

37
“La Posición Subjetiva como Herramienta Diagnóstica en Psicoanálisis
Lacaniano”

Sí el deseo por su condición de falta se formula en una pregunta por el deseo del Otro;

es decir que, se pregunta al Otro por su/el propio deseo –nótese aquí la complejidad para

expresar la idea si el deseo es del sujeto o es el deseo del Otro, es la misma complejidad que

experimenta el neurótico-. Así las distintas estrategias para responder a este interrogante

resulta otro de los indicadores clínicos a partir del cual se podrá inferir la posición subjetiva.

En el caso del neurótico, en relación a las posiciones subjetivas, el deseo se regula

sobre el fantasma: $ ◊ a, según la fórmula que Lacan elabora (Lacan, 1960, p. 776), es a este

nivel del fantasma fundamental que el deseo se presenta al modo de un libreto inconsciente,

como respuesta a lo que el sujeto cree que el Otro quiere de él (Hernández Valderrama, 2007;

Rostagnotto y Yesuron, 2015a). Se realiza una pregunta por el deseo del Otro y el neurótico

asume ser eso que responde a aquella pregunta, es decir que le da fundamentos de su propio

ser ésta respuesta (Hernández Valderrama, 2007), en palabras de Otero (2011): “el sujeto es

animado por su deseo, a una búsqueda perpetua” (p.35). Lo que el neurótico busca

incansablemente es evitar la angustia ante lo real del deseo del Otro, y lo hace apuntando a un

campo de objetos sustitutivos (Otero, 2011; Lombardi, 2013), esta metonimia es lo que da

movimiento al psiquismo. La manifestación del deseo en esta estructura clínica, puede

advertirse en síntomas, en chistes, en sueños, en lapsus, por mencionar algunas formaciones

de compromiso, de las que Freud ya hablaba. (Rostagnotto, 2012a; Rostagnotto y Yesuron,

2015a).

En el caso de la perversión, hay dos dimensiones clínicas relacionadas al deseo

(Rostagnotto y Yesuron, 2014). La primera de estas dimensiones corresponde a los

desarrollos realizados por Lacan a finales de la década del 50, en el estudio de la relación de

objeto (Lacan, 1956-57), se propone al fetichismo como muestra paradigmática en la

perversión (Rostagnotto y Yesuron, 2014). Rostagnotto y Yesuron (2014) explican que el

fetichismo “resulta de un tipo de identificación problemática con la madre” (p.124),

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“La Posición Subjetiva como Herramienta Diagnóstica en Psicoanálisis
Lacaniano”

especificando que en la tríada imaginaria – niño, madre, falo en el lugar de la falta del objeto

– el niño hará por la madre, la elección fálica, asumiendo como posición electiva la

realización del anhelo de ella por el falo. Es decir, el niño se identificará al falo imaginario

para velar la castración. Por lo que, una de las consecuencias de esta elección que realiza el

sujeto, en relación a su fantasma, da por respuesta a un sujeto que no puede metonimizar su

deseo, sino que queda anclado y se defiende como “el niño deseado que fue y cuyo deseo no

acepta” (Rostagnotto y Yesuron, 2014, p.125). La otra dimensión a explicar en relación al

deseo en el caso de la perversión, corresponde con los desarrollos posteriores de Lacan

(1966e), donde conceptualiza y explicita la noción de “instrumento de goce” como

mecanismo específico de la perversión (Rostagnotto y Yesuron, 2014). Entonces, en el

fantasma perverso, más que una pregunta sobre el deseo del Otro, hay respuestas vía actos

(Rostagnotto, 2012a). El deseo se orienta a la acción en las escenificaciones perversas

(Muñoz, 2015). Una de las particularidades del acto en la perversión es que siempre implica a

un otro, a un partenaire al cual está dirigida la escena (Otero, 2011; Rostagnotto, 2012a;

Rostagnotto y Yesuron, 2014); así mismo necesita un Otro que pronuncie una ley, una

máxima en términos kantianos, para que él opere como agente que la implementa (Otero,

2011). Decir que el perverso actúa lo que el neurótico reprime es una explicación posible de

la frase de Freud “la neurosis es, por decirlo así, el negativo de la perversión” (1905, p.

1190), que intenta nivelar estas entidades clínicas, no tan diferentes entre sí, al menos en

algunos aspectos. Es decir, ambas posiciones tienen respuestas que pueden identificarse como

defensa ante el deseo (Otero, 2011; Rostagnotto, 2012a), el neurótico mediante las

formaciones de sustitutivas (como es el chiste, lapsus, sueños), el perverso mediante actos. El

indicador clínico del deseo en el perverso se manifiesta como voluntad de goce, impone una

voluntad a su partenaire, dejándola sin palabras, imprimiéndole una modalidad que le es

impropia a él. Este tipo de deseo no es una falta en ser dialectizable sino una voluntad, una

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“La Posición Subjetiva como Herramienta Diagnóstica en Psicoanálisis
Lacaniano”

sola, fija, heterónoma, ajena a el sujeto, es del Otro (Otero, 2011; Rostagnotto, 2012a;

Rostagnotto y Yesuron, 2015a). Por lo que, el perverso toma una posición de objeto frente a

esta voluntad, se instrumentaliza, convirtiéndose en instrumento de goce, para hacer cumplir

la voluntad (Otero, 2011; Rostagnotto, 2012a; Rostagnotto y Yesuron, 2014a; Muñoz, 2015).

Más complejo es hablar de deseo en la psicosis, dado que hay pocos trabajos en

relación a ésta temática, aunque Freud no dudó al hablar de deseo en ella, utilizando la

expresión “fantasía de deseo” en el célebre caso del Dr. Schreber (Freud, 1911, p. 1489).

Por su parte De Battista (2015), luego de haber realizando un minucioso recorrido por la

enseñanza de Lacan, plantea “al deseo como condición absoluta y como aquello que origina

la ley en el sujeto, independientemente de su atadura con el Nombre-del-Padre” (p. 115). En

continuidad con los desarrollos lacanianos que presentan al deseo en la neurosis, psicosis y

perversión, la autora considera que el deseo en las psicosis es rechazado, con la forclusión

del significante Nombre-del-Padre, significante primordial, hay una ausencia de

significación fálica. El deseo rechazado ahora es adjudicado al Otro, que ha tomado la

iniciativa de amarlo y/o perjudicarlo. De esta manera la relación del psicótico con su

inconsciente se presenta diferente que el neurótico –donde funciona el mecanismo de la

represión-. En la psicosis el inconsciente se manifiesta a cielo abierto (Soler, 2004) y el

sujeto tiene conocimiento de su inconsciente (De Battista, 2015), es decir, el sujeto psicótico

siente un “retorno de lo real” (Soler, 1991, p.16). Esto marca una diferencia con las

neurosis, donde la represión es lo que protege al sujeto de esta invasión de su inconsciente,

donde media lo simbólico (Soler, 1991). Las manifestaciones del deseo psicótico son

presentadas por De Battista (2015) como los momentos de melancolización y mortificación

hipocondríaca, que son una invariante en toda psicosis. Otra manifestación del deseo

psicótico es en su forma impura: puede ser en estado congelado (Lacan, 1974-75; Soler,

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“La Posición Subjetiva como Herramienta Diagnóstica en Psicoanálisis
Lacaniano”

2009; Varas Castro, 2014; De Battista, 2015) denominadas realizaciones delirantes del

deseo, como en el caso Schreber; o mortificante, lo cual se aproxima a los pasajes al acto.

2.5 Objeto a

Respecto al objeto, esta categoría adquiere una conceptualización esencial en Lacan.

Es importante remitirse a los aportes realizados por Freud (Rabinovich, s/f.), en “Proyecto de

psicología para neurólogos” (1895), explica que el individuo tuvo diversas vivencias:

aquellas que fueron placenteras quedaron ancladas como huellas mnémicas que luego

posibilitaron alucinaciones que generan nuevas vivencias placenteras; mientras que aquellas

que el sujeto en un primer momento vivenció como insatisfactorias, las desalojó, dando lugar

a lo extranjero, a la alteridad (Rostagnotto, 2012). De esta manera, eso que causó

insatisfacción, quedó fuera del individuo, es causa de angustia. Esa exterioridad es lo que

Lacan presenta como das Ding, precursor del concepto de objeto a, es descripto como aquello

que contornea la nada, el vacío primario, eso que se sustrae, que queda en el campo del Otro.

Siguiendo a Imbriano (2010), el lugar del Otro, en el psicoanálisis, es fundamental,

determinante para el sujeto, porque el Otro es el lugar de las palabras, al que se dirigen las

preguntas esenciales.

Por lo que, el objeto a, además de ser causa de deseo del sujeto, es un indicador del

deseo del Otro. Ahora bien, el deseo del Otro se presenta enigmático para el sujeto, la

pregunta Che vuoi? O el ¿Qué me quieres? refiere a la presencia de un deseo que le concierne

al sujeto y que lo ubica como objeto de este deseo, y es por ello que surge la angustia, como

afecto que no engaña, sobre la presencia de este objeto (Lacan, 1962-63). De esta manera,

uno de los indicadores clínicos de la posición subjetiva que permite reconocer la cercanía del

objeto a, es la angustia y que en la neurosis, psicosis y perversión se manifiesta de manera

particular.

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“La Posición Subjetiva como Herramienta Diagnóstica en Psicoanálisis
Lacaniano”

En la neurosis, Imbriano (2010) señala que el objeto a tiene una triple función: como

causa de deseo, como soporte del fantasma y en tanto lugar del goce. En relación a la primera

función, el objeto que recubre la nada está a nivel de lo imaginario, relacionado con la

imagen, vinculado a cierta complementariedad narcisista del sujeto con el objeto. El sujeto

neurótico ha perdido el objeto y tiende a suponer que lo hallará en el campo del Otro, y es por

eso que va a demandarlo (Muñoz, 2008a). La respuesta del neurótico al deseo angustiante del

Otro es el fantasma; es decir se caracteriza en la neurosis como un guion de fantasía

masoquista para responder a la pregunta qué objeto soy en el deseo del Otro (Freud, 1919).

Finalmente, respecto del lugar de goce, en la neurosis este corresponde al goce fálico, lo cual

ocurre como resultado del funcionamiento del Nombre-del-Padre, el cual sustituye el goce

del cuerpo del Otro por el goce fálico (Imbriano, 2010).

En caso de la psicosis, el sujeto no acepta la pérdida del objeto, por lo que Lacan

utilizará el aforismo que dice que el psicótico “lleva el objeto a en el bolsillo” (Muñoz,

2008a, p. 95). En este aforismo, el francés intenta explicar que el sujeto psicótico se

encuentra libre de la demanda, no necesita pasar por el Otro para alcanzar el objeto.

Entonces, el sujeto queda en el lugar de ser el objeto de goce del Otro -objeto amado,

perseguido, injuriado- y en el lugar del Otro falta la inscripción del significante Nombre-del-

Padre, ese significante que representa la ley en el lugar del tesoro de los significantes, y es

por su falta de inscripción, que se produce en un determinado momento, el desanudamiento

de los significantes de la cadena que se drenan hacia lo real y que retornarán como

fenómenos elementales del lenguaje (Rostagnotto, 2016). Imbriano (2010) señala que el

comienzo de la psicosis queda definido con precisión en el momento en que el Otro toma la

iniciativa; es decir, cuando una pregunta se plantea sin que el sujeto la haya formulado. No es

necesaria la formulación literal de una pregunta, ya que el momento puede surgir como

consecuencia de la alusión que evoca algún significante que viene del Otro, encarnado en

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“La Posición Subjetiva como Herramienta Diagnóstica en Psicoanálisis
Lacaniano”

algún semejante. El sujeto psicótico, que no posee los significantes con los cuales responder,

no puede responder a esta iniciativa del Otro, produciéndose un momento de estallido de la

relación del sujeto con el Otro que causa la máxima perplejidad, momento en el que pueden

surgir los fenómenos elementales que posibilitan la salida del estado de perplejidad

(Rostagnotto, 2016).

Respecto del objeto a, las psicosis muestran la función del objeto en tanto lugar del

goce –además de las funciones de causa de deseo y soporte del fantasma ya señaladas en la

neurosis- (Imbriano, 2010). Al encontrarse forcluído el Nombre-del-Padre, el goce no puede

localizarse en la función fálica puesto que le falta un cuerpo simbólico, ordenado por el

significante. Por lo que, el psicótico queda en el lugar de ser el objeto del goce del Otro, es el

Otro que goza de él. Está colocado en posición de a, de resto del goce del Otro, que le dirige

el mandato de un goce mortífero (Imbriano, 2010).

En la perversión, el objeto a, asume el estatuto de instrumento de goce. El sujeto

perverso es causa de falta en el otro; esto quiere decir que a través de los actos provoca la

angustia en el otro, en el partenaire. La respuesta del perverso a la pregunta por el deseo del

Otro es hacerse él mismo un instrumento de goce del Otro (Rostagnotto, 2012; Muñoz,

2015). La operación que realiza el sujeto perverso es la de restituir el objeto perdido en el

campo del otro, su partenaire, particularmente el objeto voz y el objeto mirada. Cabe

recordar, que el sujeto perverso también es alcanzado por la castración, por lo que el objeto –

como en la neurosis- está perdido, y en su respuesta intenta restituir el objeto en el campo del

Otro, y así reconstituir la alienación acontecida (Otero, 2011). En síntesis, el sujeto perverso

se identifica como objeto instrumento de goce del Otro y responde frente a la angustia con

sus estrategias perversas (Otero, 2011; Rostagnotto, 2012; Muñoz, 2015).

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“La Posición Subjetiva como Herramienta Diagnóstica en Psicoanálisis
Lacaniano”

Capítulo 3

“Padecimiento Subjetivo”

3.1 Padecimiento Subjetivo

Desde los comienzos del psicoanálisis, el padecimiento subjetivo se puede

comprender como el resultado y expresión de un conflicto, sea entre el deseo y la defensa

(Freud, 1896); o entre el yo y la sede pulsional del ello, entre el yo y el mundo exterior, o el

yo con el Super yo (Freud, 1923). Esta concepción dinámica, tópica y económica del aparato

psíquico, se vincula al estudio etiológico de los síntomas, los que se presentan como el

resultado de un conflicto.

El padecimiento subjetivo implica la suposición de un sujeto al sufrimiento, aquel que

sufre o padece, continuando ésta línea de pensamiento Mantegazza (en Lombardi, 2009)

considera que es el paciente quien tiene derecho a definir qué padece. De esta manera se

convoca al sujeto en su saber; es decir, el sujeto sabe más de lo que cree, aunque tal vez no

sepa que lo sabe, manifiesta Lombardi (2009). Es por ello que el padecimiento subjetivo se

presenta como distinto del padecimiento objetivable, medible, cuantificable; distinto también

del padecimiento meramente orgánico.

Las formas que toma o en las que se presenta el sufrimiento humano, es decir el

padecimiento subjetivo, se modifican no sólo de acuerdo a la época, sino también de acuerdo

a cada contexto particular que presta sus camuflajes. En relación a esto, Lombardi (2009)

expone que en las etiquetas y en las identificaciones, las personas encuentran algo que los

representa, y allí se puede escuchar los enunciados, y las formas en que algunas personas se

presentan, luego de ciertas experiencias o acontecimientos vividos. Un claro ejemplo de estos

camuflajes son las presentaciones del tipo “soy adicto”, “soy anoréxica”, “soy interno de

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“La Posición Subjetiva como Herramienta Diagnóstica en Psicoanálisis
Lacaniano”

instancia privada” –como se analiza en el caso de estudio-, las personas buscan inscribirse

bajo algunos significantes específicos.

En la presente investigación se utilizan los conceptos inhibición, síntoma y angustia

-tomados de la obra de Sigmund Freud, y complementados por los aportes del psicoanálisis

lacaniano- como indicadores clínicos que señalan el padecimiento subjetivo.

3.2 Inhibición

En el trabajo sobre “Inhibición, síntoma y angustia” Freud (1926) desarrolla estos

conceptos en relación a la clínica de la neurosis. La inhibición no es una incapacidad de

realizar una acción determinada, sino que se presenta como una restricción en una función del

yo. La inhibición es una medida de precaución, o puede ser una consecuencia de un

empobrecimiento de energía, no necesariamente significa que sea patológica, y tal restricción,

puede obedecer a diversas causas.

Freud (1926) estudió en qué forma se manifiesta la perturbación de las distintas

funciones del yo en las diversas afecciones neuróticas. Dentro de las manifestaciones que el

vienés eligió para su investigación se encuentra la nutrición. Puede suceder que en el ello

ocurra un acontecimiento que sea vivido como una situación peligrosa para el yo, que lleve a

desarrollar una señal -de angustia- que inicie una inhibición. Por ejemplo, en el caso de la

función nutricia, la perturbación más frecuente es la repugnancia a comer, por retirada de la

libido, también es común un incremento en el apetito. Continuando esta línea de

pensamiento, en relación a la función, Moretto (2015) amplía el concepto indicando que la

inhibición es siempre un asunto de cuerpo.

Iuale (2015) propone un modo de entender la inhibición como consecuencia del

empobrecimiento de energía: frente a las exigencias del ello, se erotiza la función y a los

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“La Posición Subjetiva como Herramienta Diagnóstica en Psicoanálisis
Lacaniano”

fines de eludir el conflicto, el yo evita ejercer la función afectada. Según explica esta autora,

cuanto más se erotiza la función, ésta más se empobrece.

Por su parte, Lacan, cuando retoma el texto freudiano “Inhibición, síntoma y

angustia” en su Seminario de 1962-63, explica que la inhibición se encuentra en la dimensión

del movimiento. Ese movimiento que existe en toda función, aunque no fuera locomotriz, se

detiene: la inhibición detiene el movimiento. En relación a esto, Soria Dafunchio (2008)

aclara que esta detención de movimiento ocurre en el registro imaginario, por lo que la

inhibición se puede entender como un recurso imaginario que evita la confrontación con la

castración a través del congelamiento en una imagen. En este mismo sentido, Lombardi

(2014a) señala que la inhibición es un abordaje imaginario de lo simbólico.

La inhibición tiene mayores desarrollos en relación a la neurosis, Freud y Lacan dan

cuenta de ello, por ejemplo en el análisis que realizan de la obra literaria de Shakespeare

“Hamlet” (Rostagnotto y Yesuron, 2015b), donde lo que se preguntan los autores es acerca

del motivo por el cual Hamlet se inhibe. El espectro de su padre pide a Hamlet que vengue su

muerte con la muerte de Claudio, pero Hamlet se inhibe, en la medida en que “este hombre

que debe matar, realizó sus propios deseos inconscientes infantiles reprimidos. Claudio, no es

mejor que él; por lo cual el horror que debería moverlo a la venganza, se muda en

autorreproches y escrúpulos de conciencia” (Rostagnotto y Yesuron, 2015b, p.144). De esta

manera, los autores explican la operación que realiza la represión para producir la inhibición.

Algunos estudios darían cuenta que esta afectación también se encuentra en la clínica

de la psicosis. Al respecto, Moretto (2015) fundamenta que en la psicosis, “el encuentro

irreversible y traumático con el agujero abierto en lo simbólico por la forclusión del Nombre

del Padre, puede vía la inhibición contrarrestar el desenfreno del goce intrusivo, no regulado

por la vía de la significación fálica” (p.468). Por lo que, la inhibición detendría, limitaría, y

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“La Posición Subjetiva como Herramienta Diagnóstica en Psicoanálisis
Lacaniano”

podría ser tomada también como una barrera ante el efecto producido por la forclusión, una

vía que permita un nuevo arreglo ante lo insoportable del cuerpo.

De esta manera, la detención del movimiento es una manifestación o presentación de

la inhibición y puede implicar una restricción a una función del yo en términos freudianos, o

una manera de contrarrestar el desenfreno del goce intrusivo en la perspectiva presentada por

Moretto (2015).

3.3 Síntoma

Un elemento por excelencia que es tomado como indicador clínico del padecimiento

subjetivo es el síntoma, indicador que tiene una atención diferencial en los desarrollos del

psicoanálisis. El concepto de síntoma fue evolucionando a lo largo de la obra freudiana, como

también lacaniana, con nuevos aportes de sus seguidores. La noción de síntoma elegida para

la presente investigación, corresponde a uno de los conceptos elaborados por Freud en 1926

del texto “Inhibición, síntoma y angustia”. Freud desarrolla en este texto, la formación de

síntomas y la relación de este proceso de constitución con la represión, la angustia y el miedo

a la castración. Dice al respecto: “Los síntomas son creados para evitar la situación de peligro

que es señalada mediante la angustia, si se obstaculiza la formación de síntoma, vuelve la

angustia” (Freud, 1926, p.137). De esta manera, revela que los síntomas tendrían por función

la defensa ante la angustia. Esta angustia corresponde a una amenaza de castración. La

elección de esta definición se debe a que tal enunciación brinda la posibilidad de aplicación a

todas las estructuras subjetivas y no solamente al fenómeno que ocurre en la neurosis.

Otra forma en la que Freud (1926) nominó al síntoma fue como un tipo de formación

sustitutiva, al igual que los chistes, sueños, actos fallidos -formaciones de compromiso-,

buscan satisfacerse. Continuando esta línea de investigación y articulando estos desarrollos

con los tres registros -imaginario, simbólico y real-, Lacan propuso dos vertientes del

síntoma: una vertiente metafórica, vinculada al registro simbólico, que llama al

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“La Posición Subjetiva como Herramienta Diagnóstica en Psicoanálisis
Lacaniano”

desciframiento, es decir, se encuentra dirigido a otro. Y, por otro lado, una vertiente real,

donde el síntoma no llama al sentido, no se dirige a nadie y opera una fijación de goce

(Mattera, Pérez, Pesich, Salinas y Ventoso en Lombardi, 2009). El síntoma es considerado

como una manera singular en la que cada cual goza del inconsciente dicen López y Mazzuca

(2014) siguiendo las enseñanzas lacanianas. La relevancia de estos desarrollos concierne por

la importancia que se brinda a la satisfacción, por lo que mediante el síntoma, el sujeto,

además de defenderse, se satisface, goza.

Con la noción de síntoma como indicador clínico, Lacan avanza sobre el campo de las

psicosis desde la noción de “fenómeno elemental” (Lacan, 1955, Aguirre, 2010). En el

seminario de las psicosis, explica que el fenómeno elemental es el “resorte de la estructura”

(Aguirre, 2010, p.23), es decir que, plantea la diferencia entre la psicosis y la neurosis por la

estructura del lenguaje y no por la descripción del fenómeno. Aguirre (2010) revela que en el

mismo texto, Lacan presenta al fenómeno elemental como la estructura, dado que la

presencia de trastornos del lenguaje es una condición necesaria para el diagnóstico de

psicosis.

El síntoma también presenta una dimensión de saber. Es definido por Thompson,

Frydman, Salinas y Lombardi (en Lombardi, 2009) como una expresión de un saber

inconsciente que concierne y divide al sujeto que lo padece.

Al comienzo, el síntoma en la neurosis, es comprendido como una extraterritorialidad,

algo ajeno y a la vez muy propio del sujeto, se instala en el cuerpo como un objeto extraño,

pero luego será el mismo sujeto quien sostenga al síntoma (Freud, 1925). Mazzuca y

Lutereau (2014) contribuyen al decir que “al síntoma no se lo tiene, se lo encarna” (p. 11), ya

que no puede separarse el síntoma del decir del sujeto. Esta cuestión del saber, en la psicosis

es diferente, dado que el sujeto sabe que eso quiere decir algo, pero es el sujeto psicótico el

que tiene ese saber. Por lo que busca al analista como testigo o secretario. En la perversión

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“La Posición Subjetiva como Herramienta Diagnóstica en Psicoanálisis
Lacaniano”

también hay un saber, pero el sujeto perverso goza del secreto que posee, es un saber hacer

secreto (Lombardi, 2009).

Lo original del psicoanálisis, en relación al síntoma, reside en el vínculo que establece

con él, dado que a diferencia de otras terapéuticas, el síntoma no es un protagonista a

eliminar, sino que se lo utiliza como vehículo para recorrer el inconsciente y demostrar en

actos la relación que éste mantiene con el deseo (Lombardi, 2014a). Es entonces en el

síntoma donde puede encontrarse una dimensión de satisfacción, defensa, saber, deseo,

elementos que plasman la subjetividad. A decir de Quinet (2016) “Pues ahí donde hay

síntoma, está el sujeto” (p.17).

El síntoma difiere en su manifestación según la posición subjetiva que el sujeto

asuma, aporta Lombardi (2014): “una vez ubicado, el síntoma indica el punto desde donde se

ha desplazado el conflicto, el lugar de corte de la división subjetiva, el borde simbólico de

vacilación” (p.90). Es decir, el síntoma es la respuesta a la castración, al vacío, y es el

fantasma que da el soporte imaginario, por lo que el síntoma se encuentra en todas las

estructuras subjetivas, enlazado con los registros propuestos por Lacan.

3.4 Angustia

La angustia es un afecto que tiene sede en el yo, surge en esta instancia psíquica y

sólo puede ser sentida por ella, es donde se reproduce automáticamente como reacción a una

situación peligrosa. Frente a situaciones de peligro, el yo intenta eludirlas, para ello ejecuta

acciones encaminadas a evitar la situación o escapando de ella (Freud, 1925).

Los argumentos sobre el origen de la angustia fueron variando en la obra freudiana: en

un primer momento, la angustia estaba ligada a un proceso económico de energía psíquica,

grandes cantidades de libido hacían que el yo se encuentre en condiciones de displacer,

reaccionando entonces con angustia. Posteriormente, el autor propone otro tipo de

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“La Posición Subjetiva como Herramienta Diagnóstica en Psicoanálisis
Lacaniano”

explicación, diferente a toda relación económica, en la cual sitúa a la aparición de la angustia

como respuesta al peligro de la castración (Freud, 1925).

Como todo estado afectivo, se encuentra en la vida anímica como rastros de sucesos

traumáticos, que son revividos como símbolos mnémicos, sin embargo, esto no significa que

cada expresión de angustia sea una reproducción del evento traumático.

A lo largo del desarrollo vital, es decir, en todas las edades, es esperable cierta cuota

de angustia. Durante los primeros años de vida, hay angustia ante el desamparo, la situación

de peligro, en este momento, es a la ausencia de la madre, en cuanto el niño la advierte, da la

señal de angustia. En la fase fálica aparece angustia ante la separación, el peligro es aquí, ser

separado de los genitales, a la castración. Con la presentación del superyó, hay nuevos

cambios, la angustia a la castración se convierte en angustia moral, el peligro es a la cólera

del superyó, o al castigo que el mismo puede imponerle o a la pérdida de su amor. Las

neurosis infantiles son episodios regulares en el desarrollo, al igual que verificamos vestigios

de ellas en los neuróticos adultos, sin embargo, con el tiempo van cediendo, esto quiere decir

que hay condiciones de angustia que se hallan destinadas a desaparecer, pero hay otras, como

el miedo al super yo, que acompañan al hombre a lo largo de toda su vida (Freud, 1925).

La angustia posee una relación con la represión, en un primer momento, Freud

comprendía que la angustia se formaba producto de acción de la represión. Luego, en

“Inhibición, síntoma y angustia” (1925), el autor vienés reformula esta concepción: considera

que es el peligro de la castración lo que causa la angustia y es ésta a su vez la que convoca a

la represión.

Desde la perspectiva freudiana, la angustia es también considerada como una

reacción-señal ante la pérdida de un objeto, siguiendo este camino, Lacan (1962-63) aporta

que este afecto no es por la falta, sino por la desaparición de esa falta. Safouan (2003) dice al

respecto, que lo que engendra la angustia no es la nostalgia del seno materno, sino su

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“La Posición Subjetiva como Herramienta Diagnóstica en Psicoanálisis
Lacaniano”

inminencia, es decir que la angustia viene a indicar la presencia de algo excesivo, que obtura

la posibilidad de un deseo.

Lombardi (2015a) propone que la presencia de este afecto convoca a un cambio de

posición del sujeto, abre opciones: a huir, quedarse quieto, afrontar. Este cambio de posición

variará en función de las estructuras subjetivas.

Los indicadores clínicos de la angustia son variados en la clínica de la neurosis, en la

mayoría de las fobias, la angustia es una respuesta al peligro que vive el yo de ser castrado.

Este terror a la castración, considerado como peligro interno, se dirige a un objeto externo

con una expresión disfrazada, característica del sustituto. Esto presenta dos ventajas: evita un

conflicto de ambivalencia y permite al yo terminar el desarrollo de la angustia. Este tipo de

angustia es condicional, dado que no aparece sino ante la percepción del objeto. De esta

forma el sujeto puede asegurarse un modo de escape, ante un peligro externo, puede fugarse,

en cambio, ante un peligro interior, no hay fuga posible. Puede realizarse una analogía con la

situación en la neurosis obsesiva, donde el peligro interno es ante las amenazas del super yo,

la amenaza de castración. La angustia permanece encubierta, y el yo la elude ejecutando

actos, prevenciones y preceptos que les son impuestos, excepto cuando algo le impide

realizar tales actos, lo que lleva a que se manifieste esta angustia como malestar. En otro tipo

de neurosis, como la histeria, la pérdida de amor del objeto funciona como condición de

angustia (Freud, 1925).

En el caso de la perversión, el sujeto es tocado por la angustia cuando su deseo es más

fuerte que el que se satisface en sus puestas en escena (Lombardi, 2015a). El perverso actúa,

escenifica su fantasía intentando de esa manera trasferir su división subjetiva al partenaire,

entonces la angustia aparece del lado del partenaire y no del sujeto perverso (Otero, 2011;

Rostagnotto y Yesuron, 2015a), pero cuando esta puesta en escena no alcanza a satisfacerlo,

puede sobrevenir la angustia.

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“La Posición Subjetiva como Herramienta Diagnóstica en Psicoanálisis
Lacaniano”

Resulta interesante el señalamiento sobre la angustia que muestra Quinet (2016), que

señala que desde los comienzos del psicoanálisis, en el Manuscrito “B” donde Freud (1887-

1902 [1950]) señala a la hipocondría como la angustia referida al cuerpo; e indica que esta

afección, en este momento de la obra freudiana, aparece ligada tanto a la parafrenia como a la

neurosis obsesiva. Con el desarrollo del psicoanálisis, la hipocondría pertenecerá al campo de

la psicosis, específicamente de la paranoia, siendo una expresión del despedazamiento de la

imagen especular (Quinet, 2016). En este mismo sentido, Machado y Zanassi (2015)

concluyen que la hipocondría es una elaboración que intenta dar solución a la angustia en la

psicosis, siendo esta equiparada a la angustia neurótica en la histeria y en la obsesión.

Por su parte, Soler (2011) refiere que la angustia presenta características de “una

amenaza oscura, sufrida, cuya naturaleza el sujeto no sabría decir, pero de la que no puede

dudar que le concierne” (p.25). Es decir que, el sujeto desconoce qué, pero sabe que lo

implica íntimamente. La certeza psicótica tiene la misma característica, la fijeza en eso que lo

concierne, no es del orden de la argumentación ni demostración, sino que es una propiedad

brindada por la forclusión del significante Nombre del Padre. Ante el horror del vacío, en la

psicosis, aparece la angustia, y con la misma estructura que la certeza.

La aparición de la angustia en la psicosis también puede provocar en el sujeto un

pasaje al acto, entendiendo al mismo como una “ruptura de un equilibrio y el intento de

solucionar una coyuntura imposible de tolerar para el sujeto” (Muñoz, 2008b, p.193). Esta

caída de la escena no convoca al Otro, e implica una ruptura de la continuidad, tanto en la

conducta como en la subjetividad del sujeto, una urgencia que sobreviene, se impone y

precipita como acción.

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“La Posición Subjetiva como Herramienta Diagnóstica en Psicoanálisis
Lacaniano”

4 METODOLOGÍA

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“La Posición Subjetiva como Herramienta Diagnóstica en Psicoanálisis
Lacaniano”

4.1 Tipo y Diseño de Investigación

La investigación es de tipo cualitativa con diseño exploratorio.

4.2 Muestra

La muestra se compone de un caso elegido de forma aleatoria, el mismo deriva del

material de estudio de la Investigación “La categoría clínica de la perversión y su diagnóstico

desde el psicoanálisis lacaniano. Un estudio sobre sujetos que cometieron una agresión

sexual.” SeCyT 2014-2015. Se trata de un interno varón, condenado por un delito contra la

integridad sexual (DIS), alojado en el Establecimiento Penitenciario N°2 Córdoba Capital al

1 de octubre de 2010, del que se dispone como resultado de la base de datos científica

construida a partir de los desarrollos del anterior Proyecto de Investigación: “Psicopatía y

perversión. Un estudio psicopatológico del agresor sexual” SeCyT 2012-2013.

Este material de estudio, contiene el registro fílmico de la entrevista semi

estructurada, donde se presenta la historia de vida, los aspectos familiares, educativos,

laborales, y los aspectos relativos a los acontecimientos que llevaron a esa persona a la

detención y al cumplimiento de una condena. La entrevista se analizó como “entrevista en

profundidad” debido a la dinámica de la misma. La esta entrevista fue llevada a cabo por el

director y la co-directora de la investigación principal, contando con el consentimiento

informado del entrevistado y la autorización institucional correspondiente.

4.3 Técnicas de Investigación y procedimiento

Este trabajo sistematiza la práctica supervisada de investigación (PSI), que se

desarrolló en el marco de las actividades que el equipo de investigación implementó y es un

producto de la participación en ellas. En analogía con la presentación de enfermos, el material

fílmico de la entrevista fue proyectado y el equipo de investigación cumplió la función del

público. Una vez concluida ésta actividad, se realizaron reuniones plenarias de discusión y

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“La Posición Subjetiva como Herramienta Diagnóstica en Psicoanálisis
Lacaniano”

análisis del material de estudio de la investigación. En estas reuniones de equipo se procedió

a ubicar las categorías conceptuales en el material que la entrevista ofrece, produciendo un

trabajo de articulación de la teoría con la práctica, experiencia que se registra en este trabajo

de sistematización, tanto en su primera parte correspondiente al marco teórico como en la

segunda parte del análisis de los datos.

Es a partir de los elementos que reconstruye la presentación subjetiva en el material de

la entrevista, junto a los conceptos psicoanalíticos desarrollados en el marco teórico, que se

propone el siguiente ejercicio de una puesta en práctica de los mismos.

Dos aspectos merecen una consideración especial. Uno de ellos señala que con este

trabajo no se pretende agotar el análisis del material de toda la entrevista ni la exposición de

las discusiones y debates que se dieron en el equipo de investigación. Mientras que el otro

aspecto a destacar es que esta Práctica de Investigación Supervisada, no se enmarca en un

tratamiento o proceso diagnóstico psicoanalítico, sino que se realizó en analogía con la

presentación de enfermos, por lo que se utiliza este recurso técnico para extraer algunas

enseñanzas posibles sobre estudio del proceso diagnóstico de los sujetos que han cometido

una agresión sexual desde la perspectiva del psicoanálisis lacaniano.

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“La Posición Subjetiva como Herramienta Diagnóstica en Psicoanálisis
Lacaniano”

5 ANÁLISIS DE DATOS

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“La Posición Subjetiva como Herramienta Diagnóstica en Psicoanálisis
Lacaniano”

Análisis de datos

El Caso

Se trata de un hombre de 41 años de edad que, al momento de la entrevista, se

encuentra alojado en un Establecimiento Penitenciario -detenido en 2001- y condenado a 22

años de prisión por Delitos contra la Integridad Sexual (DIS). Durante su

institucionalización ha desarrollado actividades laborales y educativas, presentando una

buena adaptación, tanto al régimen disciplinario como al tratamiento penitenciario. Como

antecedentes clínicos presenta asma bronquial y consumo esporádico de alcohol; no

presenta trastorno mental grave, el diagnóstico categorial de psicopatía (PCL-R) ha

resultado negativo y no presenta autoagresiones o heteroagresiones durante su detención.

Respecto a la violencia sexual presenta las siguientes características: frecuencia elevada de

delitos sexuales, uso de armas o amenazas de muerte en los delitos sexuales, progresión en

la frecuencia y gravedad de los delitos sexuales y tipología múltiple en los mismos. Ahora

bien, se puede decir que la conducta sexual delictiva es disruptiva y presenta varias

manifestaciones en el lapso de 11 meses hasta su detención. Lo particular de este caso se

muestra en un funcionamiento relativamente adecuado en el ámbito laboral -estudios

terciarios y empleo público en las fuerzas de seguridad del Estado-; familiar y social, sin

presentar ningún tipo de antecedente delictivo hasta los 32 años de edad.

El análisis de este caso, desde las categorías de estudio propuestas, nos brinda otros

elementos a considerar en el estudio del proceso diagnóstico de los sujetos que han

cometido una agresión sexual desde la perspectiva del psicoanálisis lacaniano y que se

desarrollará a continuación.

Es el hijo menor de una familia nuclear compuesta por padre, madre, y una

hermana. Durante su niñez relata haber sido muy feliz, con una buena relación con sus

padres, destacando que, por la actividad laboral de su padre, compartió menos tiempo con

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“La Posición Subjetiva como Herramienta Diagnóstica en Psicoanálisis
Lacaniano”

él; a diferencia del tiempo compartido con su madre, con quien tuvo un vínculo más

estrecho. Durante la adolescencia conoce a una mujer, con quien se casa, luego de enterarse

que ella estaba embarazada, divorciándose a los pocos meses. Años después, conoce a una

mujer con quien mantiene una relación de pareja y tiene otros hijos.

Continuando de manera fluida con el relato de su historia, refiere que hasta

aproximadamente los 20 años de edad, su vida transcurrió de manera normal, con una

infancia feliz, ubicándose dentro del 80% de esas personas que se han criado en una

familia normal. Su familia se mudó en varias oportunidades por la actividad laboral del

padre, sin mayores dificultades. Respecto de su trayectoria escolar, dice no haber tenido

problemas -ni de estudio ni de conducta-. Si bien se refiere a su infancia sin mayores

dificultades, ubica un episodio significativo, una anécdota que cuenta de la siguiente

manera: saliendo de la escuela y camino a su casa -en el transporte escolar-, reconoce el

auto de su padre y decide bajarse para ir al encuentro con él. Al acercarse al auto, encontró a

su papá junto a una mujer, me acuerdo de ese beso que se dieron; esa escena tuvo como

efecto para él: no sabía ni dónde estaba parado, ni qué lo que pasaba. En un segundo

momento su padre, se detiene en la juguetería y sin mediar palabras, le regala ese autito que

él tanto anhelaba, y dice: es como que tácitamente, yo hubiese comprendido el trato que me

ofrecía. Los autitos a cambio de silencio.

Desarrolló sus estudios terciarios, relacionados con la expectativa materna, los que

posteriormente abandona por el fallecimiento de su padre, y la decisión de trabajar, hace que

se incorpore a una institución de seguridad del Estado en búsqueda de un sustento

económico. No obstante, puede rastrearse en su historia, que ese oficio -actividad laboral- se

relaciona, no sólo con los ideales paternos, sino también con algo específico, particular y

que denomina su vocación; un anhelo que viene desde pequeño y que se liga a la

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“La Posición Subjetiva como Herramienta Diagnóstica en Psicoanálisis
Lacaniano”

importancia de la representación social de dicho oficio, en tanto que todas las personas

apenas necesitan algo acuden a él.

En los comienzos de su trabajo todo era color de rosa, recibía elogios por su buen

desempeño, no obstante, era el oficialito, apodo que indica una valoración ambigua sobre lo

positivo o negativo de su desempeño. Posteriormente, y en función de un cambio de lugar

de trabajo se encuentra con otras circunstancias, normas, modo de funcionamiento. Es aquí

donde ubica un compañero de tareas, con prácticas ilícitas e ilegales y quien le dice: yo te

voy a enseñar entre lo bueno y lo malo, pero si no hacemos así, yo no puedo seguir con vos,

porque yo estoy perdiendo plata. A lo que agrega porque lógico, yo no me prendía en

ninguna. Era muy nuevito. En esta misma línea relata que luego de los momentos difíciles

del trabajo, junto a sus compañeros, se encontraban en un lugar clandestino con el propósito

de distenderse, despejar la mente, aliviarse; momentos en los que todo estaba permitido,

había para todos los gustos, alcohol, drogas, juego, mujeres, travestis, etc.; y dice: Bueno,

después de cada situación… de riesgo… como en forma de decir, en el nombre de

despejarse la mente, en nombre de… de… de… aliviarse… que se yo. O para descansar.

Íbamos a ese lugar.

A partir de estos elementos que reconstruyen una parte de la historia de este

“sujeto-entrevistado”1, la que aparece como sin problemas, normal, feliz, donde se podría

hasta ubicar una intención de mostrarse como un hombre común, con trabajo, familia; es

decir que, hasta el momento de su detención, se encontraba incluido en el lazo social. Uno

de los puntos más relevantes – por la discusión que implicó al interior del trabajo del equipo

de investigación- se suscitó en cuanto a las dificultades para ubicar los indicadores que

1
La idea de designar como “sujeto-entrevistado” a esta parte del material del que disponemos en este caso
estudiado, se ha tomado del trabajo que Antonio Quinet (2016) ha realizado sobre “O alienista” de Macahdo
de Assis (pp. 140-154). Allí Quinet designa como “sujeto-personaje” al protagonista de la novela, Simao
Bacamarte, y propone una hipótesis sobre la función -de suplencia de la forclusión del Nombre-del-Padre- que
el postulado científico tuvo para ese “sujeto-personaje” que termina desmoronándose. “Cuando estaba en el
polo de la razón, la “ciencia” le permitía el lazo social y él ejercía su conocimiento paranoico” (p. 145).

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“La Posición Subjetiva como Herramienta Diagnóstica en Psicoanálisis
Lacaniano”

pudieran dar cuenta de la división subjetiva, o de alguna crisis o coyuntura que lo haya

llevado a poner en duda alguna idea, a formularse una pregunta o conmover el fantasma

-como ese guión de fantasía que ordena la realidad como un referente rígido-. Por ello es

que, para este “sujeto-entrevistado” -que se supone en este ejercicio práctico-, se propone

que la identificación ideal oficialito fue la que le permitió mantenerse estable durante mucho

tiempo pero que, a partir del encuentro con ese otro compañero de tareas, quien encarna la

figura de Otro gozador -padre real o padre gozador- la precaria suplencia de la forclusión

del Nombre-del-Padre termina desmoronándose.

De esta manera, en lo que el “sujeto-entrevistado” relata como momentos de

mucha presión, que aparecen subjetivados como experiencias de odio, bronca, enojo,

desesperación, podemos localizar una serie de respuestas frente a estas coyunturas o

conmociones subjetivas, que no son compatibles con la inhibición ni tampoco es posible de

pesquisar una formación sintomática clara. Más bien se presenta la emergencia de un

quantum de energía no ligada en términos freudianos, libido narcisista, afecto de angustia, y

como respuesta defensiva hay distintas acciones, sin mediación de otros significantes, sin

dialectización. Según él mismo las ha descripto, estas acciones no eran premeditadas, sino

que las plantea en el plano de la inmediatez, de cierta espontaneidad, que a la vez implican

una ruptura en su cotidianeidad, dando la impresión que aparecen en el orden de la urgencia.

Podría pensarse que en estas acciones hay un intento de solucionar una coyuntura imposible

de soportar para el “sujeto-entrevistado”, quizás, porque no posee los significantes con los

cuales responder a la iniciativa del Otro, resolviendo entonces mediante pasaje al acto.

Muñoz (2008) entiende que el pasaje al acto se presenta como un “enloquecimiento”, de

alguien que ha cometido una acción impensada, donde la aparición de la angustia, en el caso

de la psicosis puede provocar en el sujeto un pasaje al acto, entendiendo al mismo como una

“ruptura de un equilibrio y el intento de solucionar una coyuntura imposible de tolerar para

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“La Posición Subjetiva como Herramienta Diagnóstica en Psicoanálisis
Lacaniano”

el sujeto” (p.193). Esta caída de la escena no convoca al Otro, es un ¡No! Proferido bajo la

forma de la caída de la escena.

Uno de estos momentos remite a una escena donde relata un inconveniente con su

madre, quien se niega a acompañarlo a la vista de su hijo -tal como lo establecía el régimen

pautado judicialmente-. Es este momento donde refiere que la situación me desborda y se

sintió descontrolado, momentos de angustia frente al cual el sujeto responde forcejeándola

y queriendo llevarla igual, así agrede a su madre y hermana, y pelea con su cuñado -quien

sale en defensa de las mujeres y quien termina denunciándolo por este hecho-. Esto afecta

negativamente su actividad laboral y tiene como consecuencia el distanciamiento de su

hermana, y de su madre – a pesar de una grave enfermedad que esta sufre-.

A este momento, le siguen distintas acciones que fue realizando, entre ellas, haber

transitado en un auto sin patente, y dice: ¿por qué? porque era policía. Tenía mi credencial,

pasaba por todas partes. Explica que en su carrera laboral también fue tomando cada vez

mayores riesgos, por ejemplo, frente a un procedimiento dice: siempre entraba yo primero.

El punto culmine de esta serie de acciones fueron los últimos 11 meses antes de su

detención, momento en el que comete la serie de hechos delictivos de agresión sexual por

los que se encuentra cumpliendo condena2 -de los cuales dice yo tengo tres casos de acceso

carnal-.

Con respecto a esta serie de acciones, resulta importante la descripción que él

mismo realiza, dice: Estaba distanciado de mi madre, con todos los líos, ¡ah!... la denuncia

de mi cuñado en Asuntos Internos. La denuncia de mi propia madre en Asuntos Internos

(…) Y entonces quedó en la nada. Quedaba en la nada. Pero siempre con líos. Líos de acá,

citaciones por denuncias de mi ex mujer, en Asuntos Internos… me querían dar de baja en

la policía, perseguido por Asuntos Internos… Descripción que muestra el desmoronamiento

2
Abuso sexual sin acceso carnal calificado por el uso de arma, abuso sexual con acceso carnal con uso de arma
reiterado, coacción calificada reiterada, exhibiciones obscenas.

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“La Posición Subjetiva como Herramienta Diagnóstica en Psicoanálisis
Lacaniano”

de la precaria estabilidad encontrada en la fijación imaginaria del otro (a-a’), el

congelamiento del sentido y la infatuación del yo que puede llegar hasta la megalomanía. El

Nombre-del-padre suplido por el significante ideal oficialito es el que retuvo a este “sujeto-

entrevistado” en un modo de lazo social, aunque fuera de discurso. Ahora bien, tal como lo

explica Quinet (2016) retomando las enseñanzas lacanianas:

Para el paranoico, como efecto de la forclusión del Nombre-del-Padre, el

Otro no tiene ley, y por eso es él quien intenta introducir la ley en el Otro,

acusándolo, abriendo procesos y recurriendo a la justicia (…) El paranoico

respira un ambiente jurídico y frecuentemente se ubica como el paradigma de

la Ley: no la acepta cuando viene del Otro, puesto que es él mismo quien la

representa.” (p. 128)

Se puede conjeturar entonces que es con las acciones delictivas que este “sujeto-

entrevistado” se ataca a sí mismo en el Otro. Tal como el acto homicida de Aimée, donde el

ataque homicida se revela como autopunitivo y cuya sanción legal tuvo efectos terapéuticos;

en el caso, las agresiones sexuales se proponen como intentos de escapar al yugo del Otro

perseguidor, humillándolas, intentos de barrar ese Otro goce, y salir así de la posición de

objeto. Frente a otro gozador que lo ubica como objeto, incluyéndolo en prácticas (de goce)

desreguladas, tiene como efecto que él mismo se posicione como la ley, de manera

megalómana. Aunque se observa que dicha respuesta no logra pacificar, sino por el

contrario lo lleva a acciones maníacas compulsivas, irrefrenables.

Esta hipótesis se fundamenta en dos recortes del material de la entrevista, el

primero de ellos cuando se refiere a las agresiones sexuales:

Digamos que yo no buscaba, o sea, es como que una cosa fue llevando a la

otra, pero que yo no buscaba, o sea, como que yo hubiese buscado, quizás la

humillación. O, porque, qué pasaba, por ejemplo, por ahí le decía a un…,

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“La Posición Subjetiva como Herramienta Diagnóstica en Psicoanálisis
Lacaniano”

pasaba y le preguntaba algún piropo. Pobres mujeres, porque eran de esos

piropos cordobeses, básico. Pero por ahí no era piropo, era por ahí como

que pasaba una chica que era, que era linda y estaba bien vestida, o tenía

lindo cuerpo, y capaz que le decía una guasada (…) Para humillarla. Y si me

contestaba, creo que ese era el detonante (...) Es que jamás, es que jamás

pensé en la otra persona, jamás pensé en los novios, en los maridos, en

padre, madre, en su vergüenza, en su pudor, jamás pensé en eso (…) Para mí

era como que, (…) como que no tenía por qué respetarla, como que no le

cabía el respeto (…) Ahí le hablo, el enfermo de instancia privada, ojo, y

digo porque así dicen, no de mi cuenta, es un cazador, que anda buscando,

que anda eligiendo, que anda. Es como que a mí me pasaba eso cuando

andaba enojado o mal por cierta situación. Entonces salía mal. (…) no podía

manejarla (…) Bronca, odio, al no poder resolver ciertas situaciones.

Bronca, odio y descargarme de esta forma.

El segundo recorte se refiere, inmediatamente después, a la subjetivación de lo

acontecido:

Yo soy uno de esos. ¿Cómo se dice?, esos, enfermos, que se yo. Que dicen

que la cárcel le hacía falta. A mí me hacía falta. Yo estoy meramente de

acuerdo que me hacía falta. Yo sé que de otra forma no hubiese. No hubiese

parado. Quizás no hubiese parado. Si seguía teniendo poder y a medida que

tenés jerarquía tenés más poder y el poder era excitante. La impunidad era

excitante.

De esta manera se propone que es con las agresiones sexuales que el “sujeto-

entrevistado” intenta posicionarse como sujeto, invirtiendo así la situación estructural en la

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“La Posición Subjetiva como Herramienta Diagnóstica en Psicoanálisis
Lacaniano”

cual él, como sujeto, es el objeto. Y siguiendo la tesis propuesta por Quinet (2016) donde

ubica al

acto paranoico como tentativa de cura de su posición de objeto del Otro, es el acto

de un sujeto: un sujeto responsable por su posición subjetiva (…) en su acto el

sujeto intenta agujerear al otro que constituye su desgracia, atacando su kakón. (p.

204)

Para finalizar este recorrido en el material presentado, se destaca el significante

instancia privada, el que está presente desde el comienzo de la entrevista cuando se presenta

como interno condenado por un delito de instancia privada y en el recorte anterior, aparece

como enfermo de instancia privada. Es a partir de la emergencia de este significante que

interesa realizar dos consideraciones más. Por un lado, se trata de un camuflaje o etiqueta

que el contexto jurídico y la tipificación del delito le brindan al sujeto para presentar su

padecimiento subjetivo. Por ello, lejos de desestimarlo este significante es el que nos hizo

suponer allí un sujeto al sufrimiento, y a partir del cual se convoca al sujeto en su saber,

definiendo él mismo su sufrimiento enfermo de instancia privada. Por otro lado, la función

que este significante amo tiene al representar al sujeto, pero como ya lo indicamos en caso

de este “sujeto-entrevistado” no para otro significante, sino como una identificación ideal

que está fijada a un significante amo sin ninguna mediación de otro significante, que detiene

el proceso de dispersión de los significantes con sus consecuentes rupturas de cadenas y

presencia de lo real; a la vez que permite al sujeto representarse ante el Otro así intentar

nuevamente inscribirse en el lazo social, aunque fuera del discurso.

Se demuestra así la importancia del camuflaje o etiqueta con la que se presentan los

sujetos, tal como se ha desarrollado las personas encuentran allí algo que las representa, que

las identifica, y posibilita ubicar el padecimiento subjetivo. Así, al ubicar los indicadores

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clínicos que muestran las respuestas a la pregunta ¿de qué sufre un sujeto?, es posible inferir

la posición del sujeto.

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6 CONSIDERACIONES FINALES

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“La Posición Subjetiva como Herramienta Diagnóstica en Psicoanálisis
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Uno de los objetivos que se plantearon en esta investigación incumbía a la

exploración de los indicadores clínicos tanto de la posición subjetiva como del

padecimiento subjetivo en el material de la entrevista a un sujeto que ha cometido agresión

sexual. Este objetivo se cumplió dado que se investigaron las manifestaciones de estos

indicadores clínicos que daban cuenta del padecimiento subjetivo en las diferentes

posiciones subjetivas, para que luego, con esas variables delimitadas, realizar un análisis del

material la entrevista seleccionada, ubicando la presencia y ausencia de tales variables.

Respecto del padecimiento subjetivo y las modalidades de presentación del mismo,

se esclareció que se presenta como distinto del padecimiento objetivable, medible,

cuantificable; distinto también del padecimiento meramente orgánico. Las formas que toma o

en las que se presenta el sufrimiento humano, es decir el padecimiento subjetivo, se

modifican no solo de acuerdo a la época, sino también de acuerdo a cada contexto particular

que presta sus camuflajes.

Con relación a la inhibición, como uno de los indicadores del padecimiento

subjetivo, se observa que no hay inhibición de las funciones yoicas sino más bien la

presencia de diferentes acciones -entre las cuales se encuentran las agresiones sexuales-.

Uno de los aspectos más relevantes se encontró en las dificultades para ubicar los

indicadores que pudieran dar cuenta de la división subjetiva, indicador este que llevaría al

síntoma como resultado de un conflicto. En el material de la entrevista se observó que frente

a alguna crisis o coyuntura no aparecía ninguna pregunta o puesta en cuestión de alguna

idea o fantasía que ordenara la realidad del sujeto. Por ello es que la angustia fue el

indicador clínico más útil para el entendimiento de la respuesta de este “sujeto-

entrevistado”, la que consiste en pasaje al acto como el intento de solucionar una coyuntura

imposible de tolerar. Allí donde se esperaba encontrar al síntoma como respuesta defensiva

a la angustia, se encuentra el paso al acto de características maníacas.

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Así se arribó al cumplimiento del segundo objetivo infiriéndose para este “sujeto-

entrevistado” una posición de objeto del Otro y las diferentes acciones como intentos de

resolver esas coyunturas imposibles de tolerar. Las agresiones sexuales en este caso, se

proponen como intentos de escapar del yugo del otro perseguidor, intentos de barrar a ese

Otro goce, y salir así de la posición de objeto.

Desde los indicadores clínicos estudiados, fundamentalmente angustia y objeto a, se

pudo ubicar la posición del “sujeto-entrevistado” posibilitando realizar una presunción

diagnóstica, de esta manera se da por validado el supuesto de investigación propuesto: Es

posible realizar un diagnóstico en psicoanálisis lacaniano, a partir de indicadores clínicos

que permiten inferir una posición subjetiva.

Para que el diagnóstico no sea una etiqueta o un simple procedimiento clasificatorio,

como podría ser propio de la botánica o la zoología, es necesario que el diagnóstico en

psicoanálisis lacaniano cumpla una función de remitir a la estructura que lo condiciona.

Como profesionales de la salud, el diagnóstico es una responsabilidad que compete a los

psicólogos clínicos. En este sentido cuando se trabaja un material clínico, el diagnostico se

produce como resultado de un proceso de investigación.

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7 BIBLIOGRAFÍA

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