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Los esclavos del esclavo

La vida de Francisco Félix de Souza revela de qué modo los negros negociaban
negros

Carlos Haag

Edición 102
ago. 2004

En Quincas Borba , Machado de Assis narra la historia de Prudêncio, el


esclavo víctima de los malos tratos que, tan pronto como se ve liberto,
compra su propio esclavo para, acto seguido, zurrarlo. En tiempos
políticamente correctos, de idealización de las víctimas, esto parece más
bien un ejemplo del eterno nihilismo del Bruxo. Pero, desgraciadamente,
la historia muestra que el arte copiaba a la vida, tal como se revela en el
libro Francisco Félix de Souza, mercador de escravos (Nova Fronteira/
Ed. Unerj, 208 páginas, R$ 29), del diplomático e historiador Alberto da
Costa e Silva.
Es la biografía de un ex esclavo Ballano, mercader de esclavos. Es más: el
libro es un panel cruel de cómo los negros africanos obtenían réditos, y
altísimos, traficando esclavos para vivir como reyes y comprar armas.La
vida de Félix llegó a la pantalla del cine en Cobra verde , de la mano de
Werner Herzog, y también se convirtió en novela: El virrey de Ouidah , de
Bruce Chatwin.

Pero gracias a Costa e Silva, por primera vez el tema es tratado con rigor
historiográfico. Por supuesto, sin dejar de lado la fascinación
rocambolesca de su vida: el pobre negro de Salvador que en África logró
reunir poder, nobleza y una fortuna calculada en 120 millones de dólares,
que hizo de sí mismo uno de los tres hombres más ricos del planeta. Al
morir, a los 94 años, Félix dejó 53 mujeres, 80 hijos y 12 mil esclavos.

Nacido probablemente en 1768, Félix llegó a África en 1788 como


comandante de la fortaleza de São João Batista de Ajudá, que en el siglo
XVIII era el epicentro del mercado exportador de esclavos del golfo de
Benim (el 40% de los cautivos que cruzaron el Atlántico llegó de aquella
región), lo que le rindió el mote de Costa de los Esclavos. El costado
trágico de esto era que los responsables del mantenimiento de este
comercio eran otros negros, que les vendían prisioneros de guerra y
condenados por la Justicia a los mercaderes europeos y brasileños.

Desde la elite africana hasta los ex esclavos con espíritu de aventura, es


innegable la participación efectiva de hermanos de color en la
comercialización de seres humanos en condiciones inhumanas para
trabajos forzados. “El rey Guezo, por ejemplo, se rehúso a firmar un
tratado con los ingleses para la abolición de la esclavitud en Dahomey,
alegando que hacerlo sería alterar la manera de sentir de su pueblo;
personas acostumbradas desde chicos a considerar que ése era un
comercio justo y correcto. Guezo agregó que había incluso canciones de
cuna que evocaban la reducción de los adversarios al cautiverio”, comenta
Costa e Silva.

Pese a la carencia de recursos, Félix se beneficiaba con una estructura


comercial común a otros tratantes de esclavos: se recibía el pago en
negros por adelantado de parte de los africanos para entregarles a futuro
armas y otros artículos. El tiempo daba la chance para el giro de capital
con la disponibilidad de cautivos. “La correspondencia de los traficantes
casi no nos deja entrever que la mercadería de la que trata son seres
humanos”, explica el historiador. Ante un mercado organizado como
aquél, el brasileño prosperó en Ajudá como intermediario y almacenando
dnegros, práctica que agilizó la compra de esclavos, pues éstos eran
embarcados en el mayor número posible y en el menor tiempo posible.
Ganancias seguras y abundantes.

Félix contó también con la ayuda de la suerte: si bien la prohibición del


tráfico con destino a las colonias británicas y a Estados Unidos redujo el
precio de los cautivos, la liberalidad de los puertos brasileños permitía
cobrar valores cada vez mayores por los esclavos. Y el bahiano era el
principal proveedor con destino a Brasil. En poco tiempo el brasileño se
fue dando cuenta de que podría ganar más aún si se aventurase en el
transporte de negros: compró varios barcos (incluso navíos negreros que
eran subastados por los británicos luego de su captura) y llegó a hacer
solicitudes de fragatas en EE.UU.

Involucrado en una disputa dinástica entre dos hermanos por el poder del
reino de Abomé, Félix escogió el lado del medio hermano del rey Guezo,
que no solamente lo salvó de la prisión (el rey Adandozan decidió
perseguir a los mercaderes extranjeros) sino que, una vez que asumió el
trono, le concedió el título honorífico de Chachá (aún hoy en día
concedido a los descendientes del brasileño), virrey de Ajudá, y el
monopolio de la exportación de esclavos. Félix era así noble y rico.

En Ajudá construyó su casa grande de dos plantas en un barrio que, poco


después, pasó a conocerse como Quartier Brésil. Cuando salía por las
calles, tenía derecho a un esclavo que lo protegía del sol con una
sombrilla, guardias armados, taburete y una escolta de músicos. Con gran
astucia, construyó una red de alianzas con los microestados que poblaban
la costa africana y convocó a otros mercaderes de esclavos brasileños a
operar como socios. De esta manera, logró imponerse en tiempos difíciles,
con los ingleses vigilando la costa en busca de depósitos de negros. Los
europeos empezaron a ver en él a un interlocutor de prestigio e
importancia.

El mismísimo vicecónsul británico en Dahomey, John Duncan, aunque


lamentaba el hecho de que Félix se dedicase al comercio de esclavos, lo
caracterizaba como “el hombre más generoso y más humano de las costas
de África”. El Chachá pretendía europeizarse, por ello mandó a su hijo
menor a estudiar a Portugal, años después de haber enviado a su
primogénito a Brasil. En su casa reinaba el lujo: la mesa estaba adornada
con cubiertos de plata y vajilla monogramada. Al recibir al príncipe de
Joinville para un almuerzo, saludó al noble con 21 salvas de cañón. Con
todo, no perdía ciertas costumbres: le encantaba servir feijoada, fríjol de
leche de coco, sarapatel [plato elaborado a base de
vísceras], moqueca [guiso] de pescado y cocidos. En 1846 fue
condecorado por Portugal con la Orden de Cristo como “benemérito
patriota”.

Félix fue el mercader negro más exitoso, pero el suyo no fue un caso
aislado. Existen muchos ejemplos de brasileños, varios de ellos negros,
que, en la senda del Chachá y como aprendices de su método de trabajo,
sobresalieron como tratantes de esclavos, como Domingos José Martins,
rey del tráfico en Lagos, o João José de Lima, comandante del mercado en
Lomé, entre tantos otros.

Pero Félix era el gran maestro. “Cuando suscribía una letra, esta era
aceptada sin cavilaciones en Liverpool, Nueva York, Marsella y otras
plazas. Se decía que con su palabra bastaba, que no era necesario un
documento escrito suyo para firmar un compromiso”, comenta Costa e
Silva. Solamente la vejez logró minar su poder. En 1844, a los 90 años,
padeciendo de reumatismo, le parecía al rey Guezo que había perdido su
antigua fuerza mercantil, y poco a poco fue siendo dejado de lado en el
comercio de esclavos.

Pero tuvo tiempo todavía como para ser casi uno de los pioneros en la
sustitución lucrativa del tráfico de negros por la exportación del aceite de
palma o aceite de dendê, que era usado cada vez más como lubricante y
también como materia prima de la incipiente moda europea de usar
jabones para el aseo personal. La palma siempre estuvo asociada a los
negreros, pues era uno de los alimentos dados a los cautivos durante la
travesía del Atlántico.

“Se les vendía aceite a los británicos y a los franceses y, muchas veces, era
con mercaderías provenientes de ese comercio que se adquirían esclavos
en el interior, para su posterior embarque en los barcos negreros”, explica
el historiador. Félix rápidamente se dio cuenta del alcance de esa
hipocresía y del potencial del cambio de un polo de comercio que pronto
sería ilegal (y ni hablar de los riesgos crecientes inherentes al tráfico,
como las enfermedades, la pérdida de esclavos, la incautación de barcos,
etc.) hacia otro legal e inocuo.

“Los mismos grandes puertos negreros y las mismas empresas dedicadas


al comercio de gente continuaron comandando las transacciones con
África. Los navíos negreros fueron readaptados para albergar barriles de
aceite y sus capitanes eran los mismos que antes negociaban con
esclavos”, observa el autor. Félix dejó así de ser símbolo del “comercio
odioso” para transformarse en un capitalista emprendedor y creativo.
Pero la raíz de los dos hombres es desgraciadamente la misma.

PASADO Y PRESENTE DE LA ESCLAVITUD AFRICANA


Por Trinidad Tuttolomondo
Observatorio de Conflictos, Argentina

INTRODUCCIÓN

La esclavitud es una forma de sometimiento del hombre por el hombre que


se practicó desde la antigüedad y para vergüenza del hombre, continúa en
nuestros días bajo formas diversas.

En África, como en otros continentes, la esclavitud no era desconocida


antes de la llegada de los europeos. A diferencia de Grecia antigua, por ejemplo,
donde el esclavo era asimilado a la categoría de “cosa”, en este continente el
esclavo poseía derechos cívicos y derechos de propiedad, existiendo además,
múltiples procedimientos de emancipación. Se distinguía generalmente entre
esclavos de casa y esclavos de guerra, aunque estos últimos terminaban por
formar parte de la primera categoría después de cierto tiempo. En general, en
África, el esclavo se integraba rápidamente en la familia que lo poseía. En
Kongo, por ejemplo, un padre de familia llamaba a su esclavo mwana (el hijo, el
niño). En otros lugares de África, la situación no era tan favorable, pero la
estructura patriarcal y comunitaria impedía que el esclavo negro fuese un bien en
el sentido griego del término. Por otro lado, existían étnias en las que el esclavo
era desconocido, como entre los fang de África ecuatorial. [i]

Los europeos produjeron un giro en la historia de la esclavitud de África,


exportaron esclavos en cantidades alarmantes a regiones desconocidas para los
africanos y modificaron la concepción de esclavitud asimilando directamente
esclavo = cosa, con todo lo que esta caracterización implica para la vida del
hombre.

El descubrimiento de América por parte de Cristóbal Colón en 1492 y la


posterior ocupación de este continente por parte de los europeos va a repercutir a
partir del Siglo XVI en otra región del planeta: el continente africano. La causa
de este hecho radica en que la conquista de América, con todas las riquezas
naturales y perspectivas de desarrollo que ofreció a sus conquistadores, requería
de la complementación indispensable de mano de obra para la apropiación de
tales riquezas y la obtención de ventajas en la explotación económica de tan
vastas zonas. Va a ser justamente en África en la que pondrán los europeos los
ojos para subsanar la falta de mano de obra que se producirá en América luego
del exterminio de la población nativa. Comenzará así, un flujo incesante que
durará cuatrocientos años, en el cual millones de africanos atravesarán
compulsivamente en barcos negreros el océano Atlántico para posteriormente ser
vendidos a los colonizadores de América.

En este trabajo voy a esbozar superficialmente –dada su complejidad- la


problemática de la esclavitud africana, dando a conocer en términos generales las
características inhumanas que implicó la trata, sus consecuencias, las formas de
resistencia que los esclavos implementaron a la misma, las causas de la abolición
y las formas de esclavitud que subsisten en la actualidad. Quiero destacar que
este trabajo es simplemente un ensayo que no pretende de ninguna manera
abarcar la complejidad de la cuestión tratada; simplemente pretendo aportar un
granito de arena a la toma de conciencia de una problemática que lejos de haber
terminado con los decretos abolicionistas continúa en nuestros días.

LA TRATA NEGRERA

La exploración de las costas de África, el descubrimiento de América en


el siglo XV y su colonización en los tres siglos siguientes, impulsó de forma
considerable el comercio de esclavos.
Los conquistadores españoles y portugueses, en un primer momento
utilizaron a los indígenas para cultivar las grandes plantaciones y trabajar en las
minas, pero con el paso del tiempo, estos “bienes inagotables” terminaron
agotándose debido a las durísimas condiciones de trabajo, a la miserable
alimentación, a las deficientes condiciones de higiene, a los durísimos castigos, a
la falta de inmunidad contra las enfermedades europeas, en una palabra, a las
duras condiciones de vida a la que eran sometidos. El derrumbe de las
poblaciones indígenas (total en las Antillas y parcial en el continente americano)
provocó el aumento del número de esclavos, la relación era directamente
proporcional: cuantos más esclavos morían, más se necesitaban. Al ser millones
los nativos que murieron a causa de la rudeza de los trabajos, se optó por
importar a las colonias españolas y portuguesas – a partir del siglo XVI-
esclavos africanos creyendo que podrían soportar mejor el trabajo forzado:
suposición errada y nuevamente desastrosa para los hombres elegidos.

El tráfico negrero se realizaba a través de factorías que rodeaban el


continente africano. En un primer momento eran los piratas, comerciantes y
navegantes particulares quienes se dedicaban a esa actividad, pero a partir del
siglo XVII comenzó a ser ejercido por las grandes compañías. Estas se
encargaron también de la instalación de factorías y la construcción de fuertes y
bodegas para almacenar a los esclavos. Hay que destacar que el monopolio que
intentaba imponer la compañía no excluía la presencia de otros sujetos
implicados en la trata. Por ejemplo, en el caso de Portugal, el tráfico continuó
llevándose a cabo por negreros particulares -especialmente a partir del Siglo
XVII- cuando las relaciones entre las posesiones de África y el Brasil
comenzaron a ser directas debido a la interferencia en el Atlántico de otras
potencias traficantes de esclavos.

Debemos distinguir entre la trata oriental y la occidental. En rasgos


generales, la trata oriental abarcaba a un grupo reducido de esclavos, mientras
que la trata occidental era altamente superior en cifras y se llevaba a cabo con
medios mucho más poderosos. Esta última se centraba principalmente en la
obtención de “bienes de producción”, por esto, se exportaban en su mayoría
hombres vigorosos y una minoría de mujeres de edad adulta. La trata oriental, en
cambio, estaba orientada a la consecución de “bienes de consumo”, en su
mayoría niños y mujeres para servidumbre doméstica, para engrosar los harenes,
etc.; los hombres solían ser utilizados como mercenarios o bien como guardias de
palacio. El trabajo de esclavos negros en las plantaciones sólo comenzará a darse
tardíamente.

En la costa occidental de África el tráfico trasatlántico de esclavos


comenzó en el siglo XV, más concretamente en el año 1441 con el tráfico de los
primeros esclavos africanos llevado a cabo por los portugueses. Los futuros
esclavos eran capturados generalmente por otros africanos y transportados a la
costa occidental de África. España, al poco tiempo, imitó esta práctica aunque
durante más de un siglo Portugal siguió monopolizando el comercio. A finales
del siglo XVI, el Reino Unido empezó a competir por el derecho a abastecer de
esclavos a las colonias ultramarinas detentado hasta entonces por Portugal,
Francia, Holanda y Dinamarca. En este momento, los ingleses que llegaron con
retrazo a la carrera, comienzan a dominar los mares, adjudicándose el liderazgo
en el comercio negrero: el primer cargamento fue transportado en 1562. En 1713,
la British South Sea Company consiguió el derecho exclusivo de suministro de
esclavos a las colonias transoceánicas. [ii] La trata continuará siendo legal hasta
finales del siglo XIX, con grandes diferencias temporales en los diferentes países.

A través de la costa oriental africana, ya durante el siglo XV, los


comerciantes árabes enviaban esclavos de África central a los mercados de
Arabia, Irán y la India. Ahora bien, el tráfico de esclavos realizado por europeos,
llegó más tarde que a la costa occidental. Fue a partir de 1645 que los traficantes
y comerciantes portugueses comenzaron a capturar y exportar esclavos de
Mozambique debido a la ocupación realizada por los holandeses, en agosto de
1641, de Angola y Benguela, dominadas hasta entonces por los portugueses. El
tráfico se intensificó a partir de la segunda mitad del Siglo XVIII. Ya antes de
ese siglo habían salido esclavos de Mozambique, pero en ningún caso el número
fue tan elevado y alarmante como desde el Siglo XVIII en adelante. A partir de
los primeros años del Siglo XIX, las relaciones comerciales con el exterior
pasaron a depender casi exclusivamente de la exportación de esclavos. De todos
los puertos de Mozambique se exportaban cautivos para las islas francesas del
Indico, América, Arabia, Golfo Pérsico, India y Goa. A partir de 1830, los árabes
fueron los principales traficantes de esclavos. Muchas embarcaciones árabes,
desde diferentes puertos de Mozambique trasportaron gran número de esclavos
para las islas Comores y Madagascar, entre otras regiones. La ciudad de Zanzíbar
a partir de 1839 se convirtió en un verdadero centro del tráfico de esclavos en la
costa oriental de África.[iii] A partir de 1854, el tráfico de esclavos para las islas
francesas pasó a llamarse "exportación de trabajadores libres". Esto se debió a la
prohibición del tráfico y al control de los ingleses en el Indico.

En términos generales, en África los esclavos eran trocados por productos


europeos, en general de calidad mediocre y de escaso valor, como tejidos,
bebidas alcohólicas, espejos, armas, collares, etc. Una vez llegados a América
también continuaba el trueque, en general eran cambiados por tabaco, algodón,
madera, café, oro, plata, y otros minerales preciosos.

La trata se desarrollaba según un esquema rutinario: los futuros esclavos


eran capturados en el interior o a lo largo de la costa, actividad que
desencadenaba verdaderas guerras que dejaban como saldo infinidad de heridos y
muertos, pero casi siempre un saldo “preciado”: los esclavos. Estos, una vez
encadenados, eran trasladados a pie hasta los barracones -se encontraran donde se
encontraran- con todo el esfuerzo físico que implicaba sobre todo para los
heridos -por no hablar de los niños. Estos sitios eran sucios, pestilentes, el agua
potable escaseaba, y el calor ahogaba. Obligados a convivir con las
enfermedades, el maltrato, la sed, el hambre y la aglomeración se veían
diezmados poco a poco. Dentro de esas estructuras se llevaba a cabo una de las
actividades repugnantes de la trata: la separación de padres de hijos, de
hermanos, esposos, amigos, parientes o vecinos, de acuerdo con la elección que
llevara a cabo el comerciante. En estos lugares esperaban semanas o incluso
meses hasta que el barco pasara a recogerlos, y una vez a bordo debían
permanecer en las costas africanas hasta que el cargamento se completara. En el
barco las condiciones eran incalificables, el hacinamiento, el hambre, la suciedad,
la pestilencia, el calor sofocante, la tortura, el dolor y el pánico lo inundaba todo.
Como la travesía duraba dos meses -en el mejor de los casos- la mortandad que
se producía bajo esas condiciones era inmensa. Sumado a estos tormentos, antes
de la llegada, los enfermos o heridos, que corrían el riesgo de no poder venderse,
eran lanzados al mar.[iv] Una vez llegados a destino los esclavos solían ser
cebados o incluso drogados para que lucieran saludables, eran sometidos
nuevamente a un examen anatómico pormenorizado y luego, eran comprados por
algún plantador o minero ávido de explotarlos. Su calvario comenzaba un nuevo
capítulo. En las plantaciones o en las minas, el hambre, la falta de sueño, las
condiciones de trabajo inhumanas y los malos tratos, terminaban por agotar el
vigor del esclavo, y una vez sin fuerzas, el amo prefería comprar uno nuevo que
cuidar de su esclavo enfermo. El círculo mortal comenzaba de nuevo su curso...

FORMAS DE RESISTENCIA
Resulta relativamente sencillo hablar de las diversas formas de
resistencia a las que se puede echar mano, para quienes no hemos conocido esa
forma de esclavitud. Muchas veces olvidamos la dificultad que implica resistirse
viviendo, o más precisamente, “sobre-viviendo” extenuado, aterrorizado,
enfermo, herido, sediento, golpeado, famélico y agotado intelectual y
psicológicamente. No obstante, la resistencia constituyó la contrapartida de la
esclavitud. Esto nace del hecho de que el esclavo nunca puede reducirse a la
categoría de “objeto” a la que se le quiere confinar. Por esto, la esclavitud
siempre implicó una vigilancia continua y los castigos físicos fueron de
aplicación común para los esclavos. Para someterlos se desarrolló una cruel
tecnología para la tortura y el suplicio: los grilletes, las sogas, el cepo, las
cadenas, el látigo y la marca con hierros al rojo vivo para asegurar la propiedad.
Los esclavos adoptaron infinidad de formas de resistencia como
contrapartida al dominio de los amos: los gritos, la lucha, la huída, el trabajo
realizado en más tiempo que el exigido, el robo de propiedades, los sabotajes, las
huelgas de brazos caídos, el asesinato de capataces y amos, la quema de los
edificios de las haciendas, las sublevaciones, las rebeliones, etc., etc. [v]

Los palenques fueron otra forma de resistencia. Constituyeron núcleos en


donde los fugitivos reorganizaban su proyecto de vida, trastocado por la
esclavitud. En ellos crearon verdaderas "republicas independientes" y eran el
centro de su acción guerrera, ya que no eran construidos al azar en cualquier
sitio, sino que correspondían a una necesidad de defensa, ubicados en lugares
estratégicos de acuerdo a la topografía del terreno, contando con fosos, trampas
y empalizadas (de ahí el nombre de palenques).

Entre las miles de rebeliones de esclavos que tuvieron lugar a lo largo de


la historia de la esclavitud, no puedo dejar de mencionar al menos algunas de
ellas: las rebeliones de esclavos negros en 1532 en Venezuela; en 1533 en Cuba y
Panamá. En 1547 la prolongada rebelión de Sebastián Lemba en La Española; en
1550 la rebelión de Juan Criollo que duró varios años. En 1579, la sublevación de
los negros rebeldes en Portobelo (Panamá) que llevó a la firma de un tratado de
paz con los colonos españoles mediante el cual los esclavos consiguieron la
libertad colectiva. En 1635 se destacan, las rebeliones de los esclavos negros de
Jamaica que llegaron a tal extremo que la Asamblea de Jamaica se vio en la
necesidad de enviar una petición de ayuda a la metrópoli. La lista no se agota: la
rebelión de los esclavos de Haití en 1791 que constituyó el núcleo del proceso
haitiano de independencia y las rebeliones de Puerto Rico y Cuba en 1812 que
fueron fuertemente sofocadas por miedo a que se duplicaran los sucesos de Haití.
[vi]
Estas rebeliones, se suman a la larga lista de resistencias personales,
sublevaciones y rebeliones llevadas a cabo en la misma África, en el Caribe, en
América, y en aquellos sitios donde se conoció la esclavitud. La mención de las
innumerables rebeliones de esclavos implica un trabajo investigativo arduo y está
fuera del propósito de este trabajo, por esto, simplemente me he limitado a
mencionar unas pocas de todas ellas, a modo de ejemplo y de recuerdo.

Entre otras formas de resistencia adoptadas por los esclavos es interesante


prestar atención a las canciones y los cuentos que realizaban los esclavos. Dos
canciones pueden servirnos de ejemplo a este respecto:

“Cultivamos el trigo,
y ellos nos dan el maíz;
Horneamos el pan,
y nos dan el mendrugo;
Cribamos la harina,
y nos dan la cáscara;
Pelamos la carne,
y nos dan la piel;
Y de esta forma,
nos van engañando.”[vii]

“No más migajas de maíz para mí, no más, no más,


No más latigazos del amo para mí, no más no más...”[viii]
Con esta somera descripción de las formas de resistencia sólo he
intentado mostrar que la resistencia no se agota simplemente en rebeliones
triunfantes, huidas exitosas o luchas campales, sino que también, una mirada; un
“¿por qué?”; un grito; por qué no, el silencio; una canción; un relato o una poesía
constituyen otras formas de resistencia que no deben ser olvidadas.

CONSECUENCIAS DEL TRÁFICO


Las consecuencias del tráfico de esclavos para África fueron negativas,
más bien desastrosas, en todos los aspectos.
A nivel demográfico, el tráfico de esclavos causó estragos en el continente
africano cuyas consecuencias son sufridas incluso en la actualidad. El éxodo
forzado de millones de personas provocó la disminución del crecimiento
vegetativo de la población africana, ya que los hombres y mujeres en edad de
procreación fueron los más vendidos. Hay regiones que no se han recuperado de
la exportación masiva de sus habitantes, los espacios vacíos e improductivos y la
falta de mano de obra, delatan día a día el genocidio perpetrado. Es interesante
apuntar que entre 1500 y 1870 el crecimiento demográfico acusó en África un
retraso sensible con relación al de cualquier otro continente durante el mismo
período, y cuando cesó la demanda de esclavos hacia finales del siglo XIX, el
crecimiento demográfico alcanzó entre 1900 y 1950 una de las tasas más
elevadas del mundo.

En cuanto a las cifras, los datos estadísticos que se obtienen de los libros
de a bordo de los barcos o de los puertos negreros no permiten llegar a
conclusiones exactas, sino tan sólo aproximadas. Un error que se ha cometido
muchas veces es tomar en cuenta sólo el número de esclavos que llegaban a las
colonias, sin tener en cuenta las pérdidas humanas que se producían en África a
lo largo de todas las etapas por las que atravesaba el esclavo antes de llegar a
destino: durante las guerras, la larga marcha hasta la costa, durante el
almacenamiento esperando el embarque y en el mismo barco. Algunos
investigadores llegan a decir que entre los siglos XV y XIX el continente perdió
más de cien millones de hombres y mujeres jóvenes, contando la trata occidental
y oriental, y teniendo en cuenta que por cada negro vendido, otros cuatro o cinco,
aproximadamente, morían en África durante las batallas, en el camino o en el
mar[ix].

A lo expuesto hay que agregar el gigante movimiento de población que


provocó la trata: muchas poblaciones, ante el peligro de la esclavitud,
abandonaron sus regiones originales, refugiándose en las zonas interiores,
ayudando de esta forma a la despoblación. Si apuntamos que las poblaciones
africanas se fundamentan en una economía agrícola, es decir, sobre la estabilidad
y la permanencia, resulta incalculable el daño que estos traslados generaron a las
actividades productivas. Si sumamos a esto, el fuerte desarraigo, el terror y la
inseguridad crónica en la que vivían permanentemente estas poblaciones, hay que
agregar que, el hecho mismo de proyectar actividades productivas a largo plazo
-indispensable en la agricultura- también se tornaba imposible.

En el plano político, la trata desencadenó guerras crónicas, acentuó la


violencia tribal e intertribal y fue una de las causas del desmoronamiento de
muchos reinos.

Una vez que las armas de fuego se introdujeron en África, los soberanos
comenzaron a depender de ellas ya sea para capturar esclavos o para defenderse
de vecinos con las mismas intenciones. De este modo se produjo una reacción en
cadena. La aristocracia, los jefes y los comerciantes africanos querían aumentar
su riqueza, autoridad y poder, queriendo también defenderse de otros pueblos,
para ello, necesitaban de armas de fuego y mercancías de Europa. Esto hizo
surgir un circulo vicioso: para obtener los fusiles –u otras mercancías-
necesitaban vender esclavos, y para capturarlos necesitaban fusiles. En este
contexto, la fabricación de armas de fuego se transformó en un gran negocio de
exportación. Con ellas se organizaban extensas cazas de hombres, ataques a otros
pueblos, tribus y aldeas, con el fin de someterlos y venderlos como esclavos.

De este modo, se deterioraron las relaciones entre los diversos reinos y


tribus. Los pueblos del litoral y del interior más próximo se encontraban en
guerra continua. Así, a partir del Siglo XVI los reinos de Benín, Congo y Angola
en África Occidental, tal como el Imperio Mutapa en África Oriental, se
desmoronaron. En los siglos XVII, XVIII y XIX, en las selvas del Golfo de
Guinea y en el valle del río Zambeze se desarrollaron estados militares con base
en el comercio de esclavos. Tenían una rígida organización militar, poseían
grandes ejércitos permanentes y se enriquecían con la venta de esclavos
capturados haciendo la guerra a los pueblos vecinos. [x]

A nivel económico, las consecuencias negativas directas e indirectas para


el continente africano son incalculables.

Además de la captura de hombres y mujeres, el tráfico promovió el saqueo


sistemático de los bienes producidos, a través de tributos o de pillaje. Los
traficantes saqueaban el producto de las cosechas, ganado, marfil, pieles, cera,
maderas preciosas, etc.
Sumado a todo esto, el hecho de que las poblaciones, huyendo de la
esclavitud, se movilizaran a lugares escogidos en función de su inaccesibilidad,
dificultó el desarrollo de vías de comunicación, y la elección de sitios propicios
para la construcción y para el desarrollo de actividades económicas productivas
como la minería y la agricultura. El tipo de hábitat elegido, favoreció la
economía de subsistencia y desalentó las actividades comerciales.

El tráfico de esclavos trajo al continente africano un estancamiento, por no


decir un retroceso económico. Las actividades económicas como la agricultura,
los tejidos, la minería, la artesanía, la alfarería y el comercio local se fueron
reduciendo y se orientaron a una actividad económicamente más productiva: la
exportación de seres humanos.

No solamente la trata de negros retrasó el desarrollo de las economías


africanas por sus efectos demográficos y por las conmociones que produjo sino
que ha impedido también, la expansión de intercambios “normales” entre África
y el resto del mundo en una época en que los intercambios eran un poderoso
motor de desarrollo económico. [xi] En lugar de poner a la venta productos, ahora
el único producto de fácil venta en el mercado eran los propios productores. Por
lo tanto, el tráfico de esclavos retardó el desarrollo y creó condiciones para el
actual estado de subdesarrollo que sufre en la actualidad el continente africano.

Pero no todos fueron perdedores, Europa y América del Norte durante este
período fueron ampliamente favorecidos por la expansión del comercio mundial,
y esta expansión fue debida en gran parte a la movilización de esclavos africanos
para explotar los recursos de América. Además, gracias a los grandes beneficios
del tráfico negrero, las ganancias pudieron ser invertidas en industrias de
transformación cuyo nacimiento marca el de la gran industria. En concepto de
recursos humanos y de materias primas, podemos decir, entonces, que África ha
contribuido en el desarrollo económico de Europa y de América del Norte.

A nivel psicológico la historia de esclavitud dejó una huella imborrable en


la mente de todo africano sometido o no a la esclavitud. El hecho de haber sido
esclavo es una violación imborrable al derecho más intrínseco del ser humano
que es la libertad. El golpe psicológico es sentido como traumático tanto para
quién ha vivido la esclavitud en carne propia, como para aquél que ha tenido
contacto indirecto con ella, a través por ejemplo, de la esclavización de su
pueblo, de un hermano, marido, hijo, pariente o conocido.
De la constante presencia de la cuestión de la esclavitud en la mente de los
africanos dan testimonio unos niños negros de una escuela privada de Cincinnati.
Frente a la pregunta: “¿En qué piensas más?”, de las cinco respuestas que constan
en los informes todas tienen que ver con la esclavitud. Un niño de siete años
escribió:
“Me da pena pensar que el barco... se hundió con doscientos pobres
esclavos provenientes de río arriba. ¡Oh, cuánta pena siento al oírlo! Me
apena tanto el corazón que podría desmayarme en un minuto. [xii]

ABOLICIÓN DE DERECHO
Es un hecho que la esclavitud como forma legal de trabajo ha sido abolida
en todos los países del mundo, pero día a día descubrimos que fue tan sólo una
abolición de derecho, porque de hecho la esclavitud –bajo formas diversas-
subsiste en la actualidad.
La abolición de la esclavitud fue un proceso lento que se resiste a
generalizaciones ya que las aboliciones respondieron a diversos factores, que se
combinaron de formas distintas de acuerdo a cada caso en particular. Ahora
bien, para acercarnos al análisis, podemos convenir en el hecho de que las causas
ideológicas, sociales, políticas y económicas, jugaron un papel importante.
A nivel ideológico, en el siglo XVIII algunos filósofos franceses, Voltaire,
entre otros, comenzaron a hacer públicas sus posturas resueltas en contra de la
esclavitud. Los abates Raynal y Grégoire, con la Sociedad de Amigos de los
Negros, fueron otros que iniciaron una ofensiva contra la esclavitud de los
negros, y partir del siglo XIX Roma lanzará una campaña de amplitud en contra
del esclavismo. En cuanto a Gran Bretaña, serán los cuáqueros y los metodistas
quienes bregarán por la abolición de la esclavitud. Por otra parte, en cada país
donde funcionaba el sistema esclavista comenzaron a surgir voces de diferentes
ámbitos que se levantaron en su contra.
En el plano social, es claro que las rebeliones de esclavos jugaron un papel
importante a la hora de evaluar la viabilidad y rentabilidad de la esclavitud. No
hay que olvidar que en Haití la abolición de la esclavitud fue el resultado de una
revuelta de esclavos.
En el ámbito político, sin lugar a dudas las coyunturas locales e
internacionales aceleraban o retrazaban el proceso de abolición. En Estados
Unidos, por ejemplo, la esclavitud fue abolida a través de una guerra civil.
A nivel económico, no cabe duda de que a medida que evolucionaba el
sistema capitalista, el antiguo sistema de trabajo comenzaba a ser desplazado. En
efecto, Gran Bretaña, que era la primera potencia europea que iniciaba la
revolución industrial, luego de haber relegado la agricultura en aras de la
industria, tenía una imperiosa necesidad de ampliar la demanda de productos
manufacturados. Ahora, los negros que interesaban ya no eran los productores
manuales, sino los consumidores de tejidos de Manchester y de útiles y
herramientas de Birmingham o de Sheffield. Holanda, Francia y el resto de las
potencias europeas seguirán más tarde el camino que en 1792 inició Dinamarca
constituyéndose en el primer país europeo que abolió el comercio de esclavos.
Hay un hecho que hay que resaltar: la abolición no implicó la supresión
definitiva de la esclavitud sino su ilegalidad. De hecho, la servidumbre forzosa,
la trata clandestina, la explotación y los prejuicios no se extinguieron con la
abolición. La mayoría de los antiguos esclavos continuaron viviendo en
condiciones de miseria, muchos de ellos incluso bajo el mismo amo y sometidos
a la misma explotación –física y mental- que antes de la abolición. Por otro lado,
abandonar al amo implicaba dejar el único reducto conocido en un país
extranjero y someterse a la deriva total en cuanto a trabajo, techo, comida, etc.
Legalmente ya eran libres, pero de hecho eran esclavos con pocas posibilidades
de llegar a ser libres: la dominación, el sometimiento, la discriminación y la
explotación seguían formando parte de su realidad.

ESCLAVITUD ¡PRESENTE!

La esclavitud como forma de trabajo legal ha sido abolida en todos los


países del mundo pero la abolición no implicó su desaparición: la esclavitud es
una realidad que subsiste.

Hoy la esclavitud toma variadas formas, por esto en este último punto, no
voy a limitarme a la esclavitud africana porque hoy la esclavitud nos acecha a
todos: por un lado, los países desarrollados mantienen a los países
subdesarrollados bajo un régimen de servilismo y explotación, donde las cadenas
y los látigos se han camuflado en los requerimientos del Fondo Monetario
Internacional, el cual exige cada día más las reservas y recursos naturales como
pago de intereses de una deuda externa agiotista y oportunista a la cual
entregamos nuestra autonomía y nuestra propia supervivencia como pueblos; por
otro lado, subsiste la venta y tráfico ilegal de personas, tráfico donde las
principales –aunque no exclusivas- víctimas son los niños, los pobres, las
mujeres, los desvalidos, los inmigrantes y las minorías étnicas o raciales. Sus
actividades más frecuentes son: el trabajo forzoso en la agricultura y en la
industria (en industrias famosas y no tan famosas), [xiii] la prostitución, la
pornografía, el tráfico de drogas, el robo, el trabajo doméstico, la mendicidad
obligatoria, la venta callejera, etc., etc.

Existen otras formas de esclavitud: la servidumbre por deudas; la


participación obligatoria de ciudadanos en trabajos públicos en el contexto del
desarrollo económico, una práctica dominante en algunos países asiáticos (entre
ellos Vietnam) y africanos (República Centroafricana, Sierra Leona y Tanzania);
[xiv]
otra cara de la esclavitud es el trabajo forzoso impuesto por militares; el
reclutamiento forzoso u obligatorio de niños para utilizarlos en conflictos
armados; el uso del trabajo de los presos en países en los que el trabajo forma
parte de la pena como en China, o en los que está autorizada la contratación de
prisioneros por parte de organizaciones privadas, como en Estados Unidos. La
cárcel –con imposición de trabajo forzoso- se convierte antes que en un lugar de
“rehabilitación de los presos” en un medio de explotación de personas y fuente
de grandes ganancias. Una vez tildados de “criminales” la explotación resulta de
esta forma legitimada;

Otra forma de esclavitud es la que se lleva a cabo en trabajos tildados de


“legales”, pero donde se explota al empleado bajo diferentes formas: salarios
míseros, deudas, falta de pago, extensas horas de trabajo, posturas corporales
perjudiciales para la salud, grandes esfuerzos físicos y/o mentales, manipulación
de productos tóxicos, ambientes insalubres, tratos inhumanos, ausencia de
descansos, trabas o simple prohibición del abandono del empleo, etc., etc.

A modo de síntesis creo que, las condiciones de explotación que genera el


sistema socio-económico vigente, privilegiando la ganancia por encima de todo y
de todos, lo convierte en el generador de pauperización por excelencia: La
escasez de controles a nivel local, nacional e internacional; la falta de educación;
el desinterés y la despreocupación a nivel individual y social; la falta de leyes –o
su aplicación- que garanticen la igualdad y protección jurídica de las personas; la
complicidad encubierta; la ausencia de canales de información y denuncia; los
conflictos civiles y la discriminación por motivos raciales o de género,
contribuyen –entre otras causas- a crear un ambiente propicio a la explotación de
personas por parte de los traficantes. Por todo esto, considero que actuando sobre
las causas y no sobre “los síntomas” es la única forma concreta de comenzar a
trabajar para combatir esta dramática realidad que hoy nos acecha a todos

LA VERGONZOSA HISTORIA DE COLOMBIA

Muchos pueblos indígenas no se sometieron a los españoles sino


después de ser militarmente derrotados e incluso quienes aceptaron el
dominio español no pocos terminaron por sublevarse ante la explotación
despiadada de que eran objeto. Así los primeros indígenas fueron
esclavizados sin fórmula de juicio unos y otros en su condición de
prisioneros de guerra a la usanza española, los conquistadores hicieron
pues una esclavización generalizada entre los pueblos indígenas.

Pero después del genocidio indígena a través de las guerras de


conquista, de la esclavizacion y las enfermedades traidas, los Españoles
decidieron quedarse, imponiéndose una política de estado de largo
plazo y mas por razones económicas que por una actitud humanitaria,
se adopta una política de protección de la población indígenas como
mano de obra gratuita para las encomiendas[1], pues la tierra sin quien
la trabajara perdía todo su valor en perjuicio de encomenderos y de los
intereses tributarios de la corona.

Es entonces ante el exterminio indígena cuando la propuesta del padre


las casas, antiguo encomendero, de reemplazar a los indígenas por
negros africanos para el laboreo de las minas es acogida en 1517 por el
emperador Carlos V, y se inicia el proceso de la esclavitud en América
con el primer desembarco de un cargamento de negros en 1518, el cual
duraría hasta 1880, pocos años después de que la esclavitud fuese
oficialmente abolida en Brasil y Cuba, últimos bastiones esclavistas en
América.

En lo que hoy es Colombia se configuraron tres grandes centros


esclavistas :

La Costa Atlántica, con su centro en el puerto de Cartagena convertido


en el principal puerto y centro de comercio esclavista de suramerica, fue
el sitio de llegada y de distribución de los esclavos traídos de Africa,
quienes eran vendidos y repartidos a los sitios de destino. Además de ser
centro de distribución de esclavos, la Costa Atlántica fue un centro
esclavista orientado a la producción en haciendas, a la construcción de
obras públicas (las murallas de Cartagena) y a la servidumbre.

Antioquia en donde la actividad esclavista estuvo orientada casi


exclusivamente a la explotación minera, fue también la primera en entrar
en crisis: en Antioquia fue la primera región donde la esclavitud se hizo
antieconómica por la crisis de la minería del oro para el siglo XVIII y por
eso es que fueron los primeros en promover la manumision de los
esclavos en el pais[2], esto es que los esclavos se compraran a si
mismos, cosa muy distinta a la libertad de los esclavos de la que se
declararon pioneros.

En el Cauca, principal centro esclavista del país[3], el sistema esclavista


se orientó a la explotación combinada de minas y haciendas, lo cual no
solo le dio una característica especial sino que hizo este sistema de
explotación mas rentable. Así tenemos que mientras la esclavitud había
perdido toda su vigencia económica en el resto del país y la había hecho
insostenible, en el Cauca la aristocracia esclavista seguía promoviendo
guerras para mantenerla.

En el Valle del río Cauca se constituyeron grandes haciendas esclavistas


cuya producción estaba destinada al sostenimiento de las cuadrillas de
esclavos negros para la explotación minera que se extendían a todo lo
largo de la Costa del Pacífico, desde el Chocó hasta Barbacoas en
Nariño y en el valle del río Cauca incluyendo la vertiente occidental de la
cordillera central. Fue esta modalidad combinada de minas y haciendas
lo que dio fortaleza al sistema esclavista en el Cauca a tal punto que fue
esta región la que sostuvo hasta el ultimo momento lo explotación
esclavista, siendo necesarias dos guerras civiles[4] y la derrota militar de
la aristocracia esclavista para poder imponer la abolición de la esclavitud,
después de haber sido decretada para todo el país.

Popayán, capital de la gobernación de Popayán, se convirtió durante la


colonia en la ciudad más rica del país y en el segundo centro
administrativo después de Santafé de Bogotá. A ella confluyeron nobles
en busca de riqueza fácil y otros que con su riqueza compraron títulos
nobiliarios, constituyéndose así una de las aristocracias más destacadas
del país, que hasta hace poco exhibía su sangre azul y sus blasones y
cuya riqueza y opulencia se sustentaba en la opresión, la explotación y la
sangre de esclavos e indígenas.
LA MINERIA ESCLAVISTA BASE DE LA ECONOMIA COLONIAL

Fue el oro el que movio la conquista y la colonizacion española en la


nueva Granada. Era el oro la meta de sus expediciones y para obtenerlo
no se ahorraron ningun crimen ni esfuerzo. En persecucion del Dorado
se recorrieron el pais de sur a norte y de oriente a occidente hasta que
por fin entendieron que para poder conseguir el oro tenian que sacarlo de
las minas y aluviones. Para eso exterminaronmiles de indígenas y
después trajeron millares de negros como esclavos.

La corona española estableció para la Nueva Granada[5], un régimen


económico tributario con base en la minería esclavista, principalmente
del oro[6], La importancia que para la Corona Española y para el
Virreinato mismo tenia la explotacion minera del oro se evidencia en la
siguiente nota enviada por el Procurador de Popayán D. Vicente Hurtado
al rey de España en 1783 " El remedio general y casi unico para la
subsistencia de este vasto reino y su comercio con España, quien lo
vivifica y alienta, es el oro que se saca de las muchas minas que de este
precioso metal se trabajan en los gobiernos de Popayan, Choco y
Antioquia. Con el subsisten otras grandes provincias que hacen su
comercio con estos gobiernos, como son las audiencias de Quito y Santa
Fe.... Y nada hay de derechos reales, comercio e intereses particualres
que no dependa y tenga su estabilidad en el oro de las minas de este
reino. Si decayeran y menoscabaran, todo faltaría e iria a menos"[7]

La gran desgracia historica de Colombia ha sido su riqueza, que la ha


puesto en la mira de todos los explotadores ladrones del mundo y en
particular su riqueza minera. La explotacion minera y con mayor razon
cuando es realizada por extranjeros, no deja sino socavones y miseria,
pues el oro se lo llevan y solo dejan tras de si la tragedia ambiental y
humana.

L a mineria del oro en la epoca colonial, significo para Colombia que ni


siquiera contara con vias de comunicación que permitieran la
intercomunicación y la integración del pais que duro por poquito hasta
1930; que su elite consolidara una cultura economica que ya traian de
España, mas orientada a la especulación economica y al saqueo, que a
la producción y el desarrollo.

[1] Oficialmente la esclavitud de los indígenas no fue abolida por la corona


española hasta 1530. Pero la condición de servidumbre establecida para los
indigenas, aunque comparativamente mas benigna tampoco estuvo muy alejada
de lo que fue la explotación esclavista. Además en remplazo de la esclavitud
masiva de indigenas, se establecio para ellos el trabajo forzoso de la Mita, a traves
de la cual 1 de cada 7 indigenas debia trabajar un año en las minas de oro y
plata. La mayoria de ellos no regresaba a su pueblo, bien porque moria en las
minas o porque se fugaba de ellas. Todavia por cedula Real del 7 de Junio de
1729 el Rey de España recordaba a la Real Audiencia de Santa Fe " que no
permitiera que ningun indio se le obligase a trabajar en las minas".

[2] Es esta la razón que explica porque fue en Antioquia donde se dieron los
primeros pasos por parte de los propietarios para la abolición de la esclavitud por
el mecanismo de la manumisión y que fueran los abanderados de esta propuesta
cuando se planteo este problema en el orden nacional con la independencia.

[3] La aristocracia esclavista payanesa concentraba la propiedad del 40% de los


esclavos de la Nueva Granada.

[4] Las de 1851 y 1860 a nombre del partido conservador del cual la aristocracia
esclavista era su principal soporte incluida la iglesia., comandadas ambas por Julio
Arboleda.

[5] La producción de oro en la Nueva Granada fue de grandes proporciones: entre


los años 1600 y 1700 aporto entre el 40 y el 60% de la producción mundial de oro.
Mora y Peña 1981.

[6] El quinto Real, impuesto del 20 % que se cobraba a la explotación minera era
el principal ingreso de la corona española. La abundancia de oro en la Nueva
Granada se convirtió en un lastre con enormes implicaciones en la configuración
económica y social del país, en efecto una economía fundamentado en las minas
de oro que después de un tiempo se agotaban, no requerían de inversión en la
construcción de una infraestructura, ni de buenas vías de comunicación , ni de una
colonización en sentido estricto y si a esto agregamos el hecho de que este oro en
su mayor parte iba a parar a España, nos explicamos claramente el atraso, incluso
comparativo en que se sumió al país con particular incidencia en las ricas zonas
mineras

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