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El trabajo en una economía heterogénea y marginal: Un panorama general de la situación socio-

económica de los trabajadores en el Perú


Omar Cavero

Publicado en: Manky, Omar. (ed.). (2017). Trabajo y sociedad. Estudios sobre el mundo del trabajo
en el Perú. Lima: CISEPA-PUCP. Páginas: 26-57.

Introducción

Dos grandes procesos marcan el Perú de hoy. El primero consiste en la recuperación macroeco-
nómica que inicia en la década de 1990 y se consolida en los años 2000. Como es sabido, la década
de 1980, marcada por una severa crisis de múltiples aristas, culminó con un elevado índice de in-
flación y una evolución negativa del producto bruto interno. Tras el ajuste estructural iniciado en
1990, la aplicación de las reformas económicas inspiradas en el Consenso de Washington y los
cambios en la economía global (fundamentalmente la superación de la crisis de la deuda iniciada
en 1982 y el aumento de la demanda externa de bienes primarios), del año 1993 en adelante la
evolución del producto ha sido positiva y ha presentado altas tasas de crecimiento especialmente
entre los años 2001 y 2013 (5,7% en promedio). En esos años, además, el Índice de Precios al Con-
sumidor (IPC), que mide la inflación, se ha mantenido controlado, siendo en promedio de 2,6%
anual. La economía peruana salió de la crisis, se estabilizó y entró en un ciclo de crecimiento sos-
tenido1.

El segundo proceso refiere a la política. En 1990 inició no solo un proceso de reformas económicas
sino un gobierno que, desde el año 1992, instauró un régimen autoritario. Tras la disolución del
Congreso de la República en abril de ese año, el gobierno de Alberto Fujimori intervino el Poder
Judicial y las instituciones electorales, compró la línea editorial de varios medios de comunicación,
entabló una fuerte alianza con las Fuerzas Armadas y con el gran empresariado nacional y transna-
cional y, con aquella alta concentración del poder, llevó a cabo una política de persecución de las
organizaciones sociales críticas al régimen, siendo uno de los principales afectados el movimiento
sindical, al que el conflicto armado interno y la crisis económica habían ya golpeado con especial
severidad (Adrianzén 2009, Pease 1994, Cotler 1993). El año 2000, sin embargo, tras el derrumbe
del gobierno fujimorista, inició en el país un nuevo ciclo de democracia política y de sucesión pací-
fica del poder del Estado; el periodo de democracia formal más largo de la historia republicana,
que continúa hasta el día de hoy.

¿Qué han significado estos procesos para la población trabajadora?

La pregunta puede ser abordada desde distintas perspectivas pero requiere considerar, dada su
formulación, por lo menos, dos dimensiones. Por una parte, supone considerar a los trabajadores
como agentes económicos situados en una economía mayor. Por otra, los trabajadores deben ser
vistos como actores socio-políticos, con capacidad de agencia colectiva en el espacio público.

1Una buena reseña de las principales reformas llevadas a cabo como parte del ajuste estructural neoliberal se encuentra
en Gonzales (1998). Sobre los rasgos centrales de la estabilidad macroeconómica y el ciclo de crecimiento continuo que
se logra, sobre todo, desde el año 2000, véase el balance de Piero Ghezzi y José Gallardo (2013).
1
Como se expondrá en breve, una dimensión no se encuentra disociada de la otra. Por limitaciones
de espacio, en el presente artículo abordaré con exhaustividad la primera dimensión, con el obje-
tivo de brindar un panorama general de la situación socio-económica de los trabajadores peruanos
en el momento presente. Para tal fin realizaré un análisis descriptivo de una cantidad amplia de
estadísticas oficiales (sobre todo generadas a partir de la Encuesta Nacional de Hogares sobre
Condiciones de Vida y Pobreza, ENAHO, del año 20152), que serán organizadas e interpretadas
desde un enfoque estructural. El enfoque estructural parte de considerar a los agentes económi-
cos como actores situados en una estructura mayor de relaciones sociales que definen y organizan
la producción, la circulación y la apropiación de valor en la economía. Nuestro análisis, por ello,
está obligado a considerar información, en general, de la estructura productiva, y, en particular,
del mercado de trabajo y del bienestar de los trabajadores, que tienen lugar en aquella estructura.

El argumento central de esta revisión es que la economía peruana, al caracterizarse por una seve-
ra3 heterogeneidad estructural —expresada en la existencia de amplias brechas de productividad y
empleo entre ramas productivas y entre unidades empresariales y pocos eslabonamientos entre
sectores económicos—, así como por la existencia de importantes niveles de actividad y de rela-
ciones de trabajo de tipo marginal —marcadas por el trabajo no asalariado, precariedad de ingre-
sos, unidades productivas pequeñas e inestabilidad—, presenta limitados mecanismos de mercado
que permitan que el crecimiento del PBI de los últimos años se traduzca en mejoras importantes
en el bienestar de los trabajadores. El marco institucional y la estructura de poder que lo sostiene,
además, se encuentran en oposición a los intereses de la población trabajadora y se retroalimen-
tan mutuamente con los rasgos estructurales de la economía.

El artículo está organizado de la siguiente forma. Inicia con una breve exposición del enfoque teó-
rico utilizado y la construcción de los conceptos de heterogeneidad estructural y marginalidad.
Luego se desarrolla la revisión de datos en el siguiente orden: estructura productiva, mercado de
trabajo y bienestar de los trabajadores. Hacia el final se abren reflexiones en torno a lo hallado y a
su relación con la dimensión socio-política de la situación de los trabajadores; vale decir, su ubica-
ción en la estructura social y en la esfera pública en la forma de actor sindical.

El enfoque estructural

En el análisis de la realidad económica, hablar de estructura supone atender a la forma en que se


organiza la producción y a las relaciones de propiedad que están inmersas en ella. Ambos puntos
son destacados por Francisco Verdera (2007) cuando llama la atención sobre la importancia del
trabajo para explicar el bienestar desigual entre los hogares (se mida por consumo, capacidades u
otra metodología). Es el trabajo el que conecta a los hogares con la producción de la riqueza y
condiciona sus posibilidades de apropiación de la misma. Destacar la realidad laboral lleva a Ver-
dera a preguntarse, acto seguido, por los sectores que componen la producción total de la eco-

2 La ENAHO es una encuesta nacional que realiza el Instituto Nacional de Estadística e Informática de forma continua
desde el año 2003 y que genera información sobre los hogares del país y sus residentes en torno a indicadores de pobla-
ción, vivienda, educación, empleo, salud, etc. La información recogida es la declarada por el informante. El año 2015 la
muestra fue de 33 430 viviendas, con representatividad nacional, por ámbito geográfico (rural o urbano), por región
natural (costa, sierra o selva) y por departamento. En lo que sigue del documento, se ha usado sobre todo el módulo de
empleo e ingresos de la ENAHO y se han generado datos representativos a escala nacional.
3 Es esa la calificación que da la CEPAL (2012: 215). En este grupo estarían también Ecuador, Bolivia, El Salvador,

Honduras, Guatemala, Nicaragua, Paraguay y República Dominicana.


2
nomía, la distribución del capital y de la tecnología entre estos sectores y la relación entre lo ante-
rior y el empleo, las relaciones de trabajo y la composición final del mercado laboral.

En la misma línea, Efraín Gonzales de Olarte (2015) analiza la economía peruana desde un enfoque
estructural al poner su atención en la composición de la matriz productiva nacional en sectores
económicos y en las articulaciones o desarticulaciones entre ellos. Para hacerlo utiliza una herra-
mienta formalizada por Wassily Leontief en la década de 1970 y que es bastante útil para realizar
análisis estructurales: la Tabla Insumo Producto (TIP). La TIP permite integrar en un cuadro de
doble entrada la relación entre la oferta y la demanda de las diversas actividades económicas, así
como su relación con el mercado externo, la tributación y el empleo.

Se puede sostener que la perspectiva estructural, aún sin encontrarse debidamente formalizada
de forma unívoca en Ciencias Sociales, supone, en líneas generales, lo siguiente:

a. Situar a los agentes económicos en una estructura mayor de relaciones de interdependen-


cia4. En el análisis económico aquello significa situarlos en la estructura productiva y en la
estructura de relaciones que se teje alrededor de ella. En una economía capitalista será
necesario no solo identificar agentes económicos que personifiquen al trabajo y al capital,
sino también caracterizar el entramado de relaciones en que se encuentran como algo
más que una agregación, como un sistema.

b. Dar especial relevancia a la producción y superar los enfoques microeconómicos que con-
ducen a un entendimiento de la economía a partir de modelar interacciones entre agentes
autónomos extraídos de todo tipo de interdependencias, en la forma de un mercado abs-
tracto. Al atender a la producción será preciso identificar, sobre todo, las relaciones entre
capital, trabajo y Estado. Al aproximarnos al mundo del trabajo o al bienestar de los traba-
jadores y sus familias, este punto supone poner atención a la demanda de trabajo y no so-
lo a la oferta. Tanto Verdera (1983) como Figueroa (2006) llaman la atención al respecto.
Del mismo modo, significa estudiar la matriz productiva: los sectores económicos que la
componen, sus dinámicas propias, sus eslabonamientos, su productividad, etc.

c. Analizar las relaciones sociales que se tejen alrededor de la producción y que determinan
las reglas y niveles de apropiación de lo producido. En las relaciones de propiedad se juega
el centro generador de la desigualdad individual, grupal o agregada de riqueza. Aquí será
necesario no solo caracterizar el contenido de sentido y la lógica de funcionamiento de las
relaciones sociales que organizan el trabajo productivo, sino también analizar el entrama-
do institucional que las regula y reproduce. Este punto obliga a preguntarnos por el rol del
Estado, en particular en materia laboral, y por los intereses que predominan en el aparato
público.

A esta enumeración podría agregarse un cuarto punto, desde una perspectiva tributaria del mar-
xismo, clave para entender el carácter integral y dinámico de la vida social:

4
Para profundizar en el concepto de “interdependencia” al referirnos al estudio de la estructura social, véase el trabajo
de Orlando Plaza (2014: 217-222).
3
d. Considerar a la estructura económica como una dimensión dentro de una formación social
mayor, de existencia unitaria. Esto supone ver a la producción ya no solo como economía,
sino como una dimensión transversal de las relaciones sociales, que organiza la producción
material de la vida social y que, en términos institucionales, tiene expresiones formalmen-
te económicas pero también extra-económicas, que se traslapan con otros ámbitos insti-
tucionales como la familia, la cultura, la política, etc. Así, la dimensión productiva de la vi-
da social será clave para identificar relaciones asimétricas en torno a la producción y la
apropiación de riqueza y, por lo tanto, diferencias de poder generadas desde la estructura
social, en la forma de estructura de clases. Los intereses sociales en pugna en el juego polí-
tico y en el proceso de construcción, definición y dirección de las instituciones públicas, es-
tarían relacionados con la organización de la producción. Se supera, así, la artificial división
entre economía y política, por ejemplo.

Heterogeneidad estructural y marginalidad

En América Latina, una de las corrientes qué más ha impulsado un enfoque estructural en el análi-
sis económico, es la promovida por la Comisión Económica para América Latina (CEPAL). Un con-
cepto clave desarrollado por la CEPAL es el de heterogeneidad estructural. La historia del concepto
es larga y la producción al respecto es bastante amplia. Sin embargo, es Aníbal Pinto, en la década
de 1970, quien propone una de las definiciones más completas y con mayor potencial para un
análisis que trascienda el propio campo de la Economía. Para el autor, la heterogeneidad estructu-
ral se refiere a

“la coexistencia de formas productivas y relaciones sociales correspondientes a di-


ferentes fases y modalidades en el desarrollo de la región, pero interdependientes
en su dinámica dentro de los límites de estados políticamente unificados. Se ex-
presan en él tanto las formas productivas y relaciones sociales que son herencia
de aquellas otras, originadas en el pasado colonial, como las transformaciones
que las sucesivas oleadas de progreso técnico fueron introduciendo en los proce-
sos productivos y en las relaciones sociales básicas que se articulan en torno a
ellos”. (Pinto y Di Filippo, 1979: 140-141).

La heterogeneidad estructural tendría para Pinto y Di Filippo por lo menos tres dimensiones. En
primer lugar está la estructura productiva, donde encontramos heterogeneidad en los procesos
técnicos de producción; es decir, procesos productivos, herramientas de producción y calificación
de la fuerza de trabajo de carácter ampliamente dispar entre sectores económicos y dentro de los
mismos. Esta dimensión es la que subraya más la CEPAL al plantear la necesidad de cerrar brechas
tecnológicas y de productividad en la región (CEPAL, 2014).

De acuerdo a la CEPAL, el problema de las economías latinoamericanas estaría en que las activida-
des de mayor productividad, que concentran los capitales más grandes y la tecnología más avan-
zada, emplean una proporción muy pequeña de la población trabajadora y presentan pocas articu-
laciones con los demás sectores productivos de la economía, que son de productividad bastante
menor e intensivos en fuerza de trabajo. En la región, los sectores más productivos estarían aso-
ciados a la exportación primaria y serían, además, bastante dependientes de los precios interna-
cionales y, por lo tanto, de la demanda externa. El crecimiento económico en estas economías
sería, por tanto, beneficioso solo para una porción pequeña de la población.
4
Una segunda dimensión que resaltan Pinto y Di Filippo se refiere a las relaciones sociales que se
desarrollan en el marco de la producción. Los autores señalan que la heterogeneidad estructural
se expresa aquí en la existencia y articulación — sobre la base de una estructura productiva hete-
rogénea— de relaciones desde salariales hasta señoriales y que podrían contemplar formas de lo
más diversas, distintas al trabajo asalariado. Las relaciones salariales, típicamente capitalistas, no
tendrían por qué ser las predominantes. Este aspecto es clave para entender la situación de la
población trabajadora en el marco de una estructura productiva heterogénea. El planteamiento se
puede resumir en que la concentración de la inversión y la tecnología en actividades con poca
capacidad de generación de empleo, da como resultado una demanda de trabajo asalariado bas-
tante estrecha, menor a la oferta de fuerza de trabajo. Así, una amplia cantidad de la población
trabajadora se vincularía con la producción global de la economía a través de actividades no solo
de baja productividad, sino también que involucran formas de producción distintas a las típica-
mente capitalistas (serviles, comunitarias, familiares, etc.). Estos tipos diversos de relaciones socia-
les que organizan la producción, sin embargo, no existirían en paralelo a la acumulación general de
capital, que tiene a los sectores más productivos como eje, sino que se encontrarían subordinados
a ésta, articulados de formas específicas.

La tercera dimensión, finalmente, se ubica en el plano institucional y, en particular, en la política.


En la medida en que la estructura productiva y las relaciones de producción generan sectores so-
ciales con intereses específicos que pueden resultar antagónicos entre sí, es necesario dar cuenta
del “ordenamiento institucional que consagra y garantiza las modalidades y el funcionamiento del
sistema de poder” (Pinto y Di Filippo, 1979: 143); es decir, que reproducen aquella estructura he-
terogénea y las posiciones que ésta genera.

De acuerdo a los autores, la heterogeneidad estructural tiene su origen histórico en las experien-
cias coloniales latinoamericanas. Se trataría de un rasgo característico de las formaciones sociales
de la región, con expresiones concretas en procesos de diversa índole a lo largo de la historia. Uno
de esos procesos, que de acuerdo a Aníbal Quijano (2014) se comienza a notar con claridad desde
la década de 1960, es la generación de un polo marginal y de una mano de obra marginal en la
economía latinoamericana; es decir, por una parte, la expansión y diferenciación de un nivel de
organización de la actividad económica caracterizado por contar con precaria tecnología, ingresos
reducidos, una articulación interna inconsistente o ambigua y una relación subordinada con los
niveles productivos y de acumulación dominantes; y, por otra parte, el aumento y diferenciación
de un sector de los trabajadores —sobre todo desplazados del mundo rural, aunque también de
origen urbano— que labora en condiciones precarias, fuera del trabajo asalariado (o asalariado en
condición inestable) y con ingresos bajos, que se desempeña, precisamente, en el nivel marginal
de actividad, ya mencionado.

Este proceso de marginalización se asocia a los procesos migratorios del campo a la ciudad que, en
el marco de una estructura económica heterogénea, con estrecha demanda de trabajo, dan lugar
a niveles de actividad y de trabajo que se desarrollan en los márgenes de los procesos y sectores
donde se asienta la acumulación más dinámica de capital. La fuerza de trabajo disponible sería
mayor que la que puede ser adecuadamente empleada bajo relaciones salariales.

Esta realidad llevaría en el ámbito urbano al crecimiento del sector terciario de baja calificación
(comercio, transporte, servicios personales, etc.) y de actividades artesanales o semi-fabriles con
5
poca capacidad de acumulación. Se trataría, por decirlo de forma simple, de sectores de “refugio”
de la mano de obra “excedente”. En términos de empleo, como subraya Pinto (1984) al referirse a
los procesos de metropolización y terciarización de la región en los años de 1980, entre estos tra-
bajadores primarán el autoempleo y el subempleo; y agreguemos, como un derivado del autoem-
pleo, que existirá también una cantidad alta de micro y pequeñas empresas.

Como veremos en las secciones que siguen, los datos disponibles nos muestran que la heteroge-
neidad estructural de la economía peruana es un rasgo patente y que, al ser así, la recuperación
económica de la década de 1990 y el crecimiento sostenido de los últimos quince años, han man-
tenido, si no fortalecido, una economía de rasgos fuertemente marginales. Aquello se evidencia en
las características del mercado de trabajo y en los bajos niveles de bienestar de los trabajadores.

Organización de la descripción

Para facilitar el recorrido descriptivo que sigue a continuación, conviene tener presente de forma
resumida los indicadores que serán expuestos y la forma en que serán organizados.

Se iniciará presentando datos sobre la estructura productiva:


1. Nivel y evolución de la producción agregada (PBI).
2. Composición del PBI por el lado de la oferta (sectores productivos).
3. Ritmo de crecimiento de los sectores productivos y su aporte a la evolución de la produc-
ción agregada nacional.
4. Niveles de productividad y articulación de los sectores productivos con la oferta interna de
trabajo y de bienes y servicios.
5. Características de las relaciones de trabajo.
6. Características de las unidades productivas.
7. Desigualdad funcional del ingreso (PBI según excedente de explotación, remuneraciones e
impuestos).

En segundo lugar, se abordarán algunos elementos centrales del mercado de trabajo:


1. Distribución de la población total según condición de actividad (PET, PEA inactiva / activa,
PEA activa ocupada / desocupada).
2. PEA ocupada según categoría ocupacional, sector productivo y productividad del sector.
3. Nivel de empleo (empleo adecuado o subempleo), según categoría ocupacional y sector
productivo.
4. Número de empleos por trabajador ocupado.

Finalmente, se describirán algunos indicadores de bienestar de la población trabajadora:


1. Ingreso monetario nominal y real y Remuneración Mínima Vital.
2. Afiliación a seguro de salud.
3. Inclusión a sistema de pensiones.
4. Tenencia de contrato en PEA ocupada asalariada.
5. PEA asalariada y estabilidad laboral (medida por tipo de contrato).
6. Total de horas trabajadas a la semana.
7. Informalidad laboral.

6
La estructura productiva peruana

Para abordar el estudio de la estructura productiva es necesario preguntarnos, primero, por los
niveles y la evolución de la producción agregada. El indicador económico más utilizado para ello es
el Producto Bruto Interno (PBI), que mide el valor monetario de la producción de bienes y servicios
finales de un país en un año determinado. Cuando se analiza la evolución del PBI real5 se encuen-
tra que el Perú pasa de una evolución negativa hacia finales de la década de 1980 (-5% en 1990) a
una positiva y creciente desde el año 2001, sobre todo hasta el 2008, en que se registra una dis-
minución de la tasa de crecimiento por efecto de la crisis financiera internacional, caída que es
revertida el año 2010.

Gráfico 1
Perú: Variación porcentual del PBI real 1990-2015 (año base = 2007)

Fuente: Series nacionales – INEI. Elaboración propia.

Si se observa, en segundo lugar, la composición del PBI por el lado de la oferta, es decir, a partir de
analizar qué sectores económicos explican la producción total, se encuentra que las actividades
productivas más importantes corresponden al sector terciario. Como se aprecia en el gráfico 2,
Servicios sociales y personales6 (25,9%), Transportes y comunicaciones (10,3%), Venta al por ma-
yor y menor (15,5%) y Finanzas (4,9%), explican en conjunto el 56,6% del PBI total. Les siguen en
importancia la industria (15,1%) y la minería y extracción de hidrocarburos (13,4%).

5 Generalmente las apelaciones a valores “reales” en Economía, refieren al valor de compra efectiva del dinero. Dado
que el dinero se aprecia o deprecia en el tiempo, una forma de analizar el valor real del dinero en el tiempo es tomando
los valores de un año base como referencia. Así, los demás valores de la serie serán expresados en los del año base.
6 En Servicios sociales y personales se ha incluido el sector Gobierno.

7
Gráfico 2
Perú: Composición porcentual del PBI según sector productivo, 2015

Fuente: Series nacionales – INEI. Elaboración propia.

La composición del PBI, sin embargo, no refleja el ritmo de crecimiento de los sectores ni su aporte
a la evolución de la producción. Este es un tercer aspecto a considerar al aproximarnos a la estruc-
tura productiva. Según Hausman y Klinger (2008), uno de los factores que explicaría el crecimiento
del Perú de las últimas décadas sería el aumento de las exportaciones tradicionales, en particular
mineras. El 63.6% de la recuperación económica del periodo 1993-2005, señalan, se debió a la
venta de minerales al mercado exterior.

En un reciente libro, Efraín Gonzales de Olarte muestra, a partir de un detallado estudio de las TIP
del Perú entre 1950 y 2007, que las reformas económicas que se llevaron a cabo en la década de
1990 configuraron un patrón de crecimiento

“(…) primario exportador y de servicios (PESER), en cuya estructura productiva se


mantuvieron la minería y el gas como principales sectores exportadores, y los servi-
cios se convirtieron en el segundo eje del nuevo patrón gracias a las grandes inver-
siones en los sectores telecomunicaciones, electricidad, banca, finanzas y comercio
de todas las escalas” (Gonzales, 2015: 265).

Destacar la importancia del sector extractivo exportador y de los servicios de alta calificación, nos
lleva a preguntarnos por su lugar en la estructura productiva: ¿cuáles son sus niveles de producti-
vidad y de articulación con la demanda interna de bienes, servicios y trabajo? Esta pregunta abre
paso a un cuarto aspecto de nuestro recorrido.

8
Como se muestra en la tabla 1, se encuentra que los sectores mencionados —a los que se suman
Electricidad y agua— presentan altos niveles de productividad y poca participación en el empleo
total. Si aproximamos la productividad mediante la división entre el valor agregado y la cantidad
de trabajadores empleados en su generación, encontramos que los sectores de estrato alto pre-
sentan una productividad 7 veces mayor que los sectores de estrato medio y 19 veces más alta
que los de estrato bajo (44 veces la de Agricultura, caza, silvicultura y pesca). No obstante, su par-
ticipación en el empleo es bastante baja: apenas 2,4% de la Población Económicamente Activa
(PEA) ocupada labora en estas actividades7.

Son los sectores de menor productividad los que explican la mayor cantidad del empleo, el 73,4%.
Este es el primer rasgo de la heterogeneidad estructural que definían Pinto y Di Filippo (1979) y
que subraya de forma especial la CEPAL (2012): la existencia de severas brechas de productividad
y empleo entre sectores productivos.

Tabla 1
Perú: Ramas productivas según productividad (2007) y PEA ocupada (2015)
Rama productiva VA/PEA ocupada (2007) PEA ocupada (2015) % PEA ocupada
Productividad alta 203305 391 451 2,4%
Minería y extracción de hidrocarburos 224546 226 994 1,4%
Finanzas 202861 127 813 0,8%
Electricidad y agua 114366 36 644 0,2%
Productividad media 26952 3 928 640 24,2%
Industria 30136 1 543 629 9,5%
Construcción 23816 1 083 264 6,7%
Transportes y comunicaciones 23682 1 301 747 8,0%
Productividad baja 10511 11 946 904 73,4%
Servicios sociales y personales 18701 4 766 603 29,3%
Venta al por mayor y menor 11107 3 026 339 18,6%
Agricultura, caza, silvicultura y pesca 4620 4 153 962 25,5%
Fuente: TIP 2007 (cálculos de Távara, 2013) y ENAHO 2015. Elaboración propia.

Un patrón de crecimiento que se apoya en sectores con poca participación en el empleo presenta
límites estructurales para la redistribución económica del ingreso y, como veremos, genera am-
plios niveles de actividad y de trabajo marginal.

Si además, como encuentra Gonzáles (2015), los niveles de integración intersectorial son bajos y
las articulaciones de los sectores más dinámicos se dan hacia el mercado externo (sea desde la
demanda de insumos y bienes de capital importados como desde la oferta final exportable), y si,
por lo tanto, no requieren apoyarse en la demanda interna (Jiménez, 2012), entonces es de espe-
rar que el crecimiento económico cuente con pocos canales de mercado para mejorar el bienestar
de la mayoría de los trabajadores. Así lo apreciaremos en breve al revisar datos sobre ingreso.

Otro elemento constitutivo de la heterogeneidad de la estructura productiva se encuentra en las


relaciones de trabajo presentes en los sectores económicos, quinto aspecto de nuestra revisión.

7
Para medir el sector en que labora la PEA ocupada se tomó como referencia la ocupación principal declarada en la
ENAHO 2015. Se ha procedido de esta forma a lo largo de todo el documento.
9
En el caso de la economía peruana, apreciamos que las relaciones salariales involucran a poco
menos de la mitad (47,4%) de los trabajadores. No obstante, la proporción de la PEA asalariada
aumenta o disminuye en relación directa al nivel de productividad de las actividades productiva
(véase la tabla 2).

En las ramas de productividad alta el nivel de asalaramiento asciende al 93%. De forma inversa, en
las ramas de menor productividad desciende a 42,9% y, dentro de ese grupo, encuentra su mínimo
en Agricultura, caza, silvicultura y pesca, donde es de 22,6%. La productividad del sector, entonces,
está vinculada tanto con altos niveles de capital, tecnología y crecimiento, como con la extensión
de las relaciones salariales en los procesos productivos.

Tabla 2
Perú: Distribución de la PEA ocupada asalariada y no asalariada según rama productiva y nivel de produc-
tividad sectorial, 2015
Rama Económica y productividad PEA asalariada PEA no asalariada Total
Productividad alta 93,0% 7,0% 100,0%
Minería y extracción de hidrocarburos 90,1% 9,9% 100,0%
Finanzas 96,2% 3,8% 100,0%
Electricidad y agua 99,5% 0,6% 100,0%
Productividad media 56,5% 43,5% 100,0%
Industria 60,4% 39,6% 100,0%
Construcción 77,9% 22,1% 100,0%
Transportes y comunicaciones 34,1% 65,9% 100,0%
Productividad baja 42,9% 57,1% 100,0%
Servicios sociales y personales 65,6% 34,4% 100,0%
Venta al por mayor y menor 35,2% 64,8% 100,0%
Agricultura, caza, silvicultura y pesca 22,6% 77,4% 100,0%
Total 47,4% 52,6% 100,0%
Fuente: ENAHO 2015. Elaboración propia.

En la misma línea, en sexto lugar, cuando se atiende a las unidades productivas que operan en la
estructura económica se encuentra que la mayoría del empleo se concentra en unidades producti-
vas micro o pequeñas (Mypes), que cuentan con entre 1 y 10 trabajadores. En estas empresas8
trabaja el 71,7% de la PEA ocupada (11 573 102 trabajadores, aproximadamente)9.

8 Si bien el INEI las considera empresas, es necesario resaltar que en la mayoría de Mypes los niveles de acumulación son
precarios y las relaciones de trabajo se traslapan muchas veces con relaciones familiares, donde el empleador trabaja
(no solo apropia plusvalor, algo que en términos marxistas es condición de la forma capital, que personifica el empresa-
rio) y, además, puede ser padre, hermano, tío, etc., de los demás trabajadores. En algunos casos, incluso, como sucede
en la mayoría de empresas informales (en general son Mypes) no se lleva una contabilidad distinta a la del hogar y no se
cuenta con local (INEI, 2014). Por ello es difícil considerar a todas las Mypes “empresas” en sentido estricto.
9 De hecho, el 90,4% de ese grupo corresponde a unidades de 5 o menos trabajadores.

10
Tabla 3
Perú: Distribución de la PEA ocupada según tamaño de empresa (cantidad de trabajadores), 2015
Tamaño de empresa Personas %
de 1 a 10 11 573 102 71,1%
de 11 a 50 1 251 377 7,7%
de 51 a 100 408 016 2,5%
de 101 a 150 139 932 0,9%
de 151 a 200 154 402 1,0%
de 201 a más 2 740 166 16,8%
Total 16 266 995 100,0%
Fuente: ENAO 2015. Elaboración propia.

Asimismo, de acuerdo al censo económico del año 2008, el 85,4% de las Mypes se ubica en los
sectores económicos de menor productividad y en un 98,6% presenta los menores niveles de ven-
tas anuales. Así se aprecia en las dos tablas siguientes (tablas 4 y 5).

Tabla 4
Perú: Distribución de empresas por tamaño y rama productiva, 2008
De 11 a De 51 a De 101 a De 151 a De 201 a
De 1 a 10
Rama productiva 50 perso- 100 per- 150 per- 200 per- más per- Total
personas
nas sonas sonas sonas sonas
Productividad alta 0,3% 1,7% 3,7% 6,6% 10,5% 9,6% 0,4%
Minería y extracción de hidrocarburos 0,0% 0,6% 2,0% 3,9% 6,9% 6,9% 0,1%
Finanzas 0,2% 0,3% 0,2% 0,1% 0,0% 0,2% 0,2%
Electricidad y agua 0,1% 0,7% 1,6% 2,5% 3,7% 2,6% 0,1%
Productividad media 14,3% 28,9% 36,6% 38,0% 40,8% 47,5% 14,8%
Industria 8,3% 16,0% 21,6% 24,8% 26,2% 35,2% 8,6%
Construcción 0,2% 3,4% 6,2% 5,5% 6,1% 5,8% 0,4%
Transportes y comunicaciones 5,8% 9,5% 8,7% 7,7% 8,6% 6,5% 5,8%
Productividad baja 85,4% 69,4% 59,7% 55,4% 48,7% 42,8% 84,8%
Servicios sociales y personales 21,8% 42,1% 42,2% 36,8% 33,7% 32,1% 22,4%
Venta al por mayor y menor 62,6% 25,8% 16,2% 17,5% 12,7% 9,8% 61,5%
Acuicultura y pesca 0,9% 1,5% 1,3% 1,1% 2,2% 0,9% 0,9%
Total 100,0% 100,0% 100,0% 100,0% 100,0% 100,0% 100,0%
1/ No incluye: Agricultura, ganadería, caza, actividades de servicio conexas, silvicultura y extracción de madera. Administración pública y defensa, planes de
seguridad social de afiliación obligatoria. Actividades de los hogares en calidad de empleadores, actividades indiferenciadas de producción de bienes y
servicios de los hogares para uso propio. Organizaciones y órganos extraterritoriales. Entidades financieras y aseguradoras supervisadas por la
Superintendencia de Banca y Seguros (SBS) y AFP.
Fuente: Censo económico 2008. Elaboración propia.

11
Tabla 5
Perú: Unidades productivas según tamaño de empresa y estrato de producción, 2008
Estrato de Producción
Unidad productiva por Más de Más de Más de
Estrato de personal Hasta S/. 517 500 S/. 2 932 500 S/. 5 865 000 Más de Total
ocupado S/. 517 500 Hasta Hasta Hasta S/. 10 005 000
S/. 2 932 500 S/.5 865 000 S/.10 005 000
De 1 a 10 personas 98,6% 1,2% 0,1% 0,0% 0,0% 100,0%
De 11 a 50 personas 31,9% 50,4% 10,8% 3,7% 3,2% 100,0%
De 51 a 100 personas 3,3% 34,0% 24,8% 16,5% 21,4% 100,0%
De 101 a 150 personas 2,1% 15,4% 18,8% 23,1% 40,5% 100,0%
De 151 a 200 personas 0,7% 9,3% 13,7% 17,8% 58,4% 100,0%
De 201 a más personas 0,0% 2,4% 5,5% 9,8% 82,3% 100,0%
Total 96,5% 2,4% 0,4% 0,2% 0,4% 100,0%
Fuente: Censo económico 2008. Elaboración propia.

En atención al tamaño de las unidades productivas, se encuentra, entonces, que las de mayor ta-
maño en trabajadores empleados y niveles de ventas (dos aspectos que se corresponden de forma
clara) se ubican en los sectores económicos de mayor productividad y presentan los menores nive-
les de empleo directo (apenas el 16,8% de la PEA ocupada se desempeña en empresas de 201 a
más trabajadores). Las empresas más pequeñas presentan las características inversas: emplean a
dos de cada tres trabajadores, tienen los menores niveles de ventas y se ubican en los sectores de
menor productividad.

Este es otro rasgo clave de la heterogeneidad estructural de la economía peruana. Su importancia


se confirma cuando se aprecia que aproximadamente el 80% del ingreso empresarial total, de la
inversión, del valor de la producción, del valor agregado y del dinero total gastado en remunera-
ciones se concentra en la gran empresa10.

10
Esta proporción puede ser mayor si se considera a las unidades agropecuarias y se determina el tamaño de la empresa
por el número de trabajadores y no por el nivel de ventas anuales, como lo hace el INEI en la encuesta citada.
12
Tabla 6
Perú: Niveles agregados y distribución de ingresos, inversión, valor de la producción, valor agregado y
remuneraciones según el tamaño de las unidades productivas (por nivel de ventas)*, 2013
Gran Mediana Pequeña
Indicadores del segmento empresarial Total
empresa empresa empresa
Millones (S/.) 482 099 19 841 81 151 583 091
Ingresos
% 82,7% 3,4% 13,9% 100,0%
Millones (S/.) 76 175 2 847 7 964 86 985
Inversión
% 87,5% 3,3% 9,2% 100,0%
Millones (S/.) 443 884 18 488 79 463 541 835
Valor de la producción % 81,9% 3,4% 14,7% 100,0%
Millones (S/.) 193 673 8 621 40 790 243 084
Valor agregado
% 79,7% 3,5% 16,8% 100,0%
Millones (S/.) 78 602 4 590 17 699 100 891
Remuneraciones
% 78,0% 4,5% 17,5% 100,0%
*El tamaño de la empresa está determinado en la Encuesta económica anual 2014 por niveles de ventas: de 150 a 1700 UIT (S/. 547 500
a S/.6 205 000), de 1700 a 2300 UIT (S/. 6 205 000 a S/. 8 395 000) y de 2300 a más UIT (Más de S/. 8 395 000). Se excluye a las unida-
des productivas agropecuarias.
Fuente: Encuesta económica anual, 2014. Cálculos tomados de INEI (2014: 24-29). Elaboración propia.

Las altas brechas de productividad y de empleo entre sectores económicos, la amplia proporción
de la PEA ocupada inmersa en relaciones no salariales de trabajo y la heterogeneidad en cuanto al
tamaño de las unidades productivas, que muestra una relación inversa entre su participación en el
producto y en el empleo total, se relaciona con un nivel alto de desigualdad funcional del ingreso,
creciente desde la década de 1990.

La desigualdad funcional del ingreso –sétimo aspecto de nuestra revisión- mide la distribución del
PBI según la propiedad del producto total por parte del Estado en la forma de impuestos, de los
trabajadores en la forma de remuneraciones y de los propietarios de capital en la forma de exce-
dente de explotación (utilidades empresariales tras el pago de remuneraciones e impuestos, más
el ingreso del trabajo independiente).

El año 2015, el excedente de explotación fue el 58,8% del PBI, las remuneraciones el 31,5% y los
impuestos el 9,7%. En comparación al año 1994, se encuentra un aumento en la participación del
excedente de explotación en 3,6 puntos, un descenso de -2,9 puntos en las remuneraciones y una
ligera disminución de -0,8 puntos en los impuestos. El crecimiento económico de los últimos años
ha sido, como se aprecia, especialmente favorable para el sector empresarial —en particular, de
acuerdo al nivel de ventas, para la gran empresa. Como veremos más adelante, esta conclusión se
confirma cuando se observa el estancamiento de los sueldos y salarios reales durante el periodo
en cuestión.

13
Gráfico 3
Perú: PBI según distribución funcional del ingreso, 1994-2015

Nota: El excedente de explotación es la suma de excedente de explotación bruto e ingreso mixto. El ingreso mixto corresponde al
ingreso de los trabajadores independientes. La información desagregada solo se tiene desde el año 2007. Desde entonces el ingreso
mixto ha sido cercano a un tercio (35,4% en promedio) del total del excedente de explotación.
Fuente: INEI – Series nacionales. Elaboración propia.

El mercado de trabajo

De las 30 346 512 personas que componen la población peruana, 24 046 776 (79,2%) conforman la
Población en Edad de Trabajar (PET); es decir, que tienen entre 14 o más años de edad. De aquel
conjunto, son parte de la PEA 17 049 678 personas (70,9%) y de este último grupo son PEA ocupa-
da 16 266 995 personas (95,4%) y desocupada 782 683 (4,6%). Téngase presente que la PEA de-
socupada, a diferencia de la inactiva, está conformada por la PET que ha buscado empleo recien-
temente pero no lo encuentra.

14
Gráfico 4
Perú: Distribución de la población según condición de actividad, 2015

Población total
30.346.512

Población en edad de trabajar - PET Población sin edad para trabajar


(de 14 años a más) (menores de 14 años)
24.046.776 6.299.736

Población económicamente activa -


Población económicamente inactiva
PEA
6.661.684 17.049.678

Póblación Económicamente activa Póblación Económicamente activa


ocupada desocupada
16.266.995 782.683
Fuente: ENAHO, 2015. Elaboración propia.

Consideremos ahora la categoría ocupacional; vale decir, la categoría en que se ubica el trabajador
en cuanto al tipo de relación laboral. Al analizar la estructura productiva vimos que aproximada-
mente uno de cada dos trabajadores peruanos labora mediante relaciones no salariales. Esta ca-
racterística del mercado de trabajo se aprecia con mayor nitidez ahora. Si ponemos la atención en
el segmento de no asalariados, vemos que más de un tercio de la PEA ocupada total (34,8%) se
ubica en el autoempleo (el INEI los denomina trabajadores independientes). También se aprecia
que el 11% son trabajadores familiares no remunerados11 y el 2,5% trabajadores del hogar.

Llama la atención, asimismo, que el 4,1% de la PEA ocupada se ubique en la categoría empleador o
patrono. Aquello, sin embargo, debe ser analizado con mayor cuidado. Si se desagrega por tamaño
de empresa, se encuentra que solo 2,709 (0,4%) de los 670 704 que se ubican en esta categoría,
son empleadores en unidades de 51 trabajadores o más. El 96,4% son empleadores en unidades
de 10 o menos trabajadores. Incluso, si se toma ese segmento (1 a 10 trabajadores) como total, se
encuentra que 559 989 (86,6%) tienen 5 o menos trabajadores a su cargo y de ellos 199 491 ape-
nas cuentan con 2 trabajadores dependientes.

La categoría “empleador”, entonces, estaría ocultando una cantidad importante de propietarios


de Mypes que, dado el pequeño tamaño de las unidades, el bajo nivel de ventas y la poca diferen-
ciación entre el trabajo del empleador y de los demás trabajadores, podría considerarse una po-
blación más cercana al autoempleo que a la acumulación de capital.

11Los TFNR son personas que trabajan en alguna actividad de forma dependiente de un miembro de su familia y no
reciben pago por su labor.
15
Tabla 7
Perú: Distribución de PEA ocupada según categoría ocupacional, 2015
Categoría ocupacional Personas %
Empleador o patrono 670 704 4,1%
Trabajador independiente 5 658 433 34,8%
Asalariado privado 6 244 192 38,4%
Asalariado público 1 471 011 9,0%
Trabajador familiar no remunerado 1 782 293 11,0%
Trabajador del hogar 409 843 2,5%
Otro 30 519 0,2%
Total 16 266 995 100,0%
Fuente: ENAHO, 2015. Elaboración propia.

Como vimos, la alta extensión del autoempleo y de microempresas, son indicadores de marginali-
dad económica. La conclusión se refuerza al ver el sector productivo. Cuando cruzamos la catego-
ría ocupacional con la rama productiva observamos cómo el trabajo no asalariado se concentra en
los sectores de menor productividad. En la tabla 8 vemos que el trabajo independiente sobrepasa
el promedio en Transportes y comunicaciones (62,2%), Venta al por mayor y menor (50,0%) y Agri-
cultura, caza, silvicultura y pesca (43,9%), sectores donde el empleo es explicado de forma predo-
minante por Mypes12.

En los dos primeros casos, se trata de actividades urbanas que agrupan a la mayor proporción de
trabajadores marginales. Como se adelantó, se trata de un sector de refugio para la fuerza de tra-
bajo excedente en el ámbito urbano. Aníbal Pinto muestra que éste es un rasgo común a las eco-
nomías latinoamericanas desde la década de 1980 (Pinto, 1984).

En el caso de la Agricultura, caza, silvicultura y pesca, la realidad es distinta y requiere de un análi-


sis más detallado. En el ámbito rural se desarrollan relaciones de producción de tipo familiar o
comunitario que no se encuentran en el espacio urbano ni suponen una separación de los trabaja-
dores frente a los activos productivos (aunque el acceso pueda ser limitado y precario). Una apro-
ximación a esta realidad se encuentra al notar que en este sector el 29,2% de los trabajadores son
familiares no remunerados.

12Trabajan en Mypes (segmento donde se ubica el trabajo independiente) el 80,4% de la PEA ocupada total en Trans-
portes y comunicaciones, el 84,8% de la rama Venta al por mayor y menor y el 92,6% de Agricultura, caza, silvicultura y
pesca (ENAHO 2015).
16
Tabla 8
Perú: Distribución de la PEA ocupada según categoría ocupacional y rama productiva, 2015
Categoría ocupacional
Rama productiva Asalariado Asalariado Trabajador
Empleador Independiente TFNR Otro Total
privado público del hogar
Minería y extracción de hidrocarburos 1,2% 7,9% 89,7% 0,4% 0,9% 0,0% 0,0% 100,0%
Finanzas 1,0% 2,6% 89,6% 6,6% 0,1% 0,0% 0,0% 100,0%
Electricidad y agua 0,0% 0,0% 30,0% 69,5% 0,6% 0,0% 0,0% 100,0%
Industria 6,6% 27,9% 60,3% 0,1% 4,9% 0,0% 0,1% 100,0%
Construcción 8,8% 12,7% 77,9% 0,1% 0,6% 0,0% 0,0% 100,0%
Transportes y comunicaciones 3,0% 62,2% 34,1% 0,1% 0,7% 0,0% 0,0% 100,0%
Servicios sociales y personales 3,2% 19,4% 35,6% 30,0% 3,1% 8,6% 0,1% 100,0%
Venta al por mayor y menor 3,8% 50,0% 35,2% 0,0% 10,8% 0,0% 0,2% 100,0%
Agricultura, caza, silvicultura y pesca 3,9% 43,9% 22,6% 0,0% 29,2% 0,0% 0,4% 100,0%
Total 4,1% 34,8% 38,4% 9,0% 11,0% 2,5% 0,2% 100,0%
Fuente: ENAHO 2015. Elaboración propia.

Un tercer aspecto a considerar en la descripción del mercado de trabajo tiene que ver con el nivel
de empleo; es decir, con el nivel en que es empleada la PEA ocupada. Los ocupados pueden estar
adecuadamente empleados o subempleados. Son subempleados aquellos trabajadores que cuen-
tan con un ingreso total mensual (incluyendo todas sus ocupaciones) menor a la mitad de la canas-
ta básica familiar (de acuerdo a la línea de pobreza para el año 2015 ésta es de S/.1 260) o traba-
jan en la semana menos de 36 horas a pesar de querer trabajar más. El primer caso es denomina-
do subempleo por ingresos y el segundo, subempleo por horas.

Como vimos al inicio de la presente sección, la tasa de desocupación es relativamente baja en el


Perú (4,6%), pero este indicador no permite apreciar el alto grado de subempleo que existe en la
economía peruana. Como se muestra en la tabla 9, solo el 72% de los jefes de hogar ocupados se
encuentra adecuadamente empleado13. El 24,2% es subempleado por ingreso y el 3,8% por horas.

Los niveles de subempleo son más altos entre las categorías ocupacionales de no asalariados (en
particular, resalta el 38,5% de subempleo por ingresos entre trabajadores independientes), pero
presenta de todos modos valores importantes entre los asalariados. Llama la atención, por ejem-
plo, el 4,3% de jefes de hogar subempleados por ingreso entre los asalariados públicos.

13Para poder usar el cálculo de ingresos total que brinda el INEI a partir de la ENAHO se usó el módulo “Sumarias (varia-
bles calculadas)”, que recoge información de hogares. Por tal motivo, en lo referente al subempleo, se trabajó con in-
formación de los jefes de hogar ocupados.
17
Tabla 9
Perú: Hogares con jefe de hogar ocupado según nivel de empleo y categoría ocupacional, 2015
Categoría ocupacional Empleo adecuado Subempleo por ingreso Subempleo por horas Total
Empleador o patrono 85,6% 12,3% 2,2% 100,0%
Trabajador independiente 56,8% 38,5% 4,7% 100,0%
Asalariado privado 84,9% 11,9% 3,2% 100,0%
Asalariado público 92,9% 4,3% 2,8% 100,0%
TFNR 72,1% 24,6% 3,4% 100,0%
Trabajador del hogar 85,9% 10,2% 3,9% 100,0%
Otro 37,9% 49,0% 13,1% 100,0%
Total 72,0% 24,2% 3,8% 100,0%
Fuente: ENAHO, 2015. Elaboración propia.

El subempleo, como era de esperar, es más alto en las ramas de actividad de menor productividad.
Destaca el alto subempleo por ingreso en Agricultura, caza, silvicultura y pesca14(56,3%), en Ventas
al por mayor y menor (11,9%), en Transportes y comunicaciones (11,8%) y en Construcción
(10,6%), sectores de productividad baja y media. Asimismo, el subempleo es bastante más alto
entre las empresas de 1 a 10 trabajadores (31,4% por ingreso y 4,5% por horas).

Un cuarto aspecto que conviene considerar es el número de empleos de la persona. Un indicador


de precariedad en el ingreso laboral o de subutilización de la fuerza de trabajo en el empleo prin-
cipal es la cantidad de ocupaciones secundarias que desempeñan los trabajadores.

De acuerdo a la ENAHO 2015, el 4,34% de la PEA ocupada cuenta con una actividad secundaria (2
empleos al mismo tiempo) y el 0,03% con dos actividades secundarias (3 empleos al mismo tiem-
po). La mayoría de los trabajadores con dos y tres empleos simultáneos se encuentra entre los
trabajadores independientes y los asalariados públicos.

Del total de trabajadores con dos empleos, 43,9% son independientes y 38,6% asalariados públi-
cos; y del total de aquellos que cuentan con tres empleos, 59,9% son de la primera categoría y
12,6% de la segunda. Los ocupados con más de un empleo simultáneo se caracterizan también por
desempeñarse en sectores de baja productividad y en empresas de 10 o menos trabajadores15.

14 Esta actividad es predominante en el ámbito rural. La pobreza rural el año 2015 fue de 45,2% (INEI, 2016).
15 De los trabajadores con dos empleos, el 32,6% se desenvuelve en Agricultura, caza, silvicultura y pesca, el 17,3% en
Venta al por mayor y menor y el 28,1% en Servicios sociales y personales. Los tres sectores mencionados también carac-
terizan de forma predominante a los trabajadores con 3 empleos simultáneos, que presentan, en el mismo orden, los
siguientes porcentajes: 44,5%, 18,6% y 14,9%. Llama la atención que el 22% de los trabajadores con 3 empleos se ubique
en industria. En cuanto al tamaño de empresa, el 76% de los que laboran en dos empleos a la vez y el 85,1% de los que
cuenta con tres empleos simultáneos, trabaja en empresas de 1 a 10 trabajadores.
18
Tabla 10
Perú: PEA ocupada según cantidad de empleos simultáneos y categoría ocupacional, 2015
Número de empleos
Categoría ocupacional
1 2 3 Total
Empleador o patrono 4,2% 3,2% 0,0% 4,1%
Independiente 34,4% 43,9% 59,9% 34,8%
Asalariado público 38,6% 34,3% 12,6% 38,4%
Asalariado privado 8,9% 11,2% 14,9% 9,0%
TFNR 11,2% 5,2% 12,6% 11,0%
Trabajador del hogar 2,5% 2,1% 0,0% 2,5%
Otro 0,2% 0,1% 0,0% 0,2%
Total 100,0% 100,0% 100,0% 100,0%
Fuente: ENAHO 2015. Elaboración propia.

Bienestar de los trabajadores

Exploremos ahora algunos indicadores de bienestar de la población trabajadora. Comencemos con


el ingreso. El ingreso mensual (nominal) promedio de la PEA ocupada fue de 1 430,6 soles el año
2015. Si se tiene presente que la canasta básica de consumo para un hogar promedio (conformado
por 4 miembros) tiene un valor de 1 260 soles ese año, encontramos que el promedio nacional
supera este nivel de referencia tan solo en 170,6 soles16. El ingreso mensual, sin embargo, es me-
nor al promedio y a la canasta básica cuando los trabajadores son independientes (999,5), se ocu-
pan en Agricultura, caza, silvicultura y pesca (711,4) y trabajan en empresas de 1 a 10 personas
empleadas (1 166,5).

Como se aprecia en el gráfico 5, el salario promedio, el sueldo promedio y el salario obrero en


Lima Metropolitana casi no presentan aumentos en sus valores reales de 1994 en adelante, a pe-
sar del ciclo de crecimiento, que se expresa en un creciente PBI per cápita. El salario promedio el
año 1980 fue 3,12 veces más alto que el año 2009. El valor del salario real el 2009 es también más
bajo (10% menos) que el del año 1994.

16De hecho, de acuerdo al INEI (2016), el ingreso per cápita nacional mensual (incluye ocupados y no ocupados) es de
886 soles. Se trata de un ingreso mensual bastante bajo si se lo contrasta con el estrato más rico de la población. De
acuerdo a datos calculados por Oxfam y Ojo Público, el año 2015 el ingreso mensual de un multimillonario peruano fue
en promedio de 298 388 soles. En el país existen 515 multimillonarios y su fortuna total equivale al 32% del PBI nacional
(Oxfam y Ojo Público, 2016).
19
Gráfico 5
Lima Metropolitana: Evolución del salarios y sueldos reales versus PBI real per cápita nacional, 1980-2009
(soles, año base=1994, índice: 1994=1)

1/ Los salarios y sueldos reales promedio de Lima Metropolitana son los del sector privado. 2/ Se consideró de obreros que laboraban
en empresas de 10 trabajadores o más. 3/ PBI per cápita en valores constantes y moneda nacional (soles de 1993).
Fuente: MTPE y FMI. Elaboración propia.

La Remuneración Mínima Vital (RMV) real, por su parte, también presenta una escasa recupera-
ción en el mismo periodo, como se observa en el gráfico 6. En términos nominales, por otra parte,
la RMV presenta valores menores a la canasta básica de consumo familiar. Como se aprecia en la
tabla 11, el año 2015, tras el reciente aumento de la RMV de 750 a 850 soles, ésta alcanza apenas
para cubrir el 67% de la canasta básica. Si bien el nivel de cobertura ha ido en aumento desde el
2009 (en ese año era apenas de 55%), el valor de la RMV no permite que un hogar promedio pue-
da subsistir por encima de la línea de pobreza con un solo miembro que aporte ingresos.

20
Gráfico 6
Perú: Evolución de la Remuneración Mínima Vital (RMV) real 1980-2012 (soles, año base = 1994)

Fuente: INEI, Series nacionales. Elaboración propia.

Tabla 11
Perú: Línea de pobreza, canasta básica y RMV nominal (soles corrientes) 2009 - 2015
Año Línea de pobreza Canasta básica /1 RMV nominal Brecha RMV / Canasta básica
2009 252 1008 550 -458 0,55
2010 260 1040 552,5 -487,5 0,53
2011 272 1088 626,7 -461,3 0,58
2012 284 1136 718,8 -417,2 0,63
2013 292 1168 750 -418 0,64
2014 303 1212 750 -462 0,62
2015 315 1260 850 -410 0,67
1/ Comprende la multiplicación de la línea de pobreza per cápita promedio por 4, el número de miembros promedio de un hogar en el
periodo analizado.
Fuente: INEI (2016) y Series Nacionales

Si analizamos cuántos trabajadores asalariados que laboran jornadas completas reciben ingresos
por debajo de la RMV en el sector privado, encontramos que el porcentaje es relativamente bajo:
1,1% (48 151 personas). De ese total, sin embargo, la mayoría (87,7%) trabaja en empresas de 1 a
10 personas —aunque 2,4% de ellos (1 141 ocupados) laboran en empresas de más de 201 traba-
jadores— y más de la mitad de ellos se desempeña en ramas de baja productividad: Servicios so-
ciales y personales (18,3%), Venta al por mayor y menor (19,7%) y Agricultura, caza, silvicultura y
pesca (31,6%).

En cuanto a la afiliación a un seguro de salud, otro indicador importante al analizar el bienestar de


los trabajadores, se encuentra que el 30,4% de la PEA ocupada total no cuenta con ningún seguro,
el 67,3% se encuentra afiliada a un seguro público y el 2,3% a un seguro de saludo privado.

21
Tabla 12
Perú: PEA ocupada según categoría ocupacional y tenencia de seguro, 2015
Categoría ocupacional Sin seguro Seguro público Seguro privado Total
empleador o patrono 42,8% 52,9% 4,4% 100,0%
trabajador independiente 35,2% 63,9% 0,9% 100,0%
Empleado 30,3% 66,2% 3,5% 100,0%
Obrero 9,2% 86,8% 4,0% 100,0%
trabajador familiar no remunerado 27,0% 71,9% 1,1% 100,0%
trabajador del hogar 34,5% 65,2% 0,3% 100,0%
Otro 35,7% 61,0% 3,3% 100,0%
Total 30,4% 67,3% 2,3% 100,0%
Fuente: ENAHO, 2015. Elaboración propia.

La inclusión en el sistema previsional es también baja. No cuentan con ninguna afiliación el 66,3%
de los trabajadores. Apenas el 10,3% está afiliado al sistema privado y el 23,4% al sistema público.
La proporción de no afiliados es más alta entre empleadores (68,6%), trabajadores independientes
(83,8%), trabajadores familiares no remunerados (94,6%) y trabajadores del hogar (87,6%); no
obstante, presenta de todos modos niveles altos entre asalariados privados (52,7%) y asalariados
públicos (14,8%).
Tabla 13
Perú: PEA ocupada según categoría ocupacional y afiliación a sistema de pensiones, 2015
Categoría ocupacional Sin afiliación Sistema privado Sistema público Total
Empleador o patrono 68,6% 10,6% 20,8% 100,0%
Trabajador independiente 83,8% 6,1% 10,1% 100,0%
Asalariado privado 52,7% 11,7% 35,6% 100,0%
Asalariado público 14,8% 31,2% 54,0% 100,0%
Trabajador familiar no remunerado 94,6% 2,4% 3,0% 100,0%
Trabajador del hogar 87,6% 6,2% 6,2% 100,0%
Otro 89,2% 4,2% 6,7% 100,0%
Total 66,3% 10,3% 23,4% 100,0%
Fuente: ENAHO 2015. Elaboración propia.

Otro rasgo importante a considerar para aproximarnos al bienestar de los trabajadores es la te-
nencia de contrato. Como es sabido, la tenencia de contrato está asociada a un mayor acceso a los
derechos que la legislación reconoce a los trabajadores. Si bien en el derecho laboral prima el
principio de realidad por encima de la demostración formal de la relación contractual entre traba-
jador y empleador, la ausencia de contrato pone en clara desventaja al trabajador.

En el Perú, el año 2015, del total de asalariados, contaban con contrato solo el 41,2%. Si se dife-
rencia entre asalariados privados y públicos, se encuentra que la tenencia de contrato es más alta
entre asalariados públicos (70,6%) que entre privados (34,3%).

Estos datos nos ayudan a comprender la baja proporción de trabajadores que cuentan con seguro
de salud y que están afiliados a un sistema de pensiones, pues ambos servicios están asociados a
la tenencia de contrato, dada su obligatoriedad de acuerdo a ley. Al respecto llama la atención la
alta cantidad de asalariados públicos sin contrato (29,4%).

22
Tabla 14
Perú: PEA asalariada según sector y tenencia de contrato, 2015
Categoría Sin contrato Con contrato Total
Asalariado privado 65,7% 34,3% 100,0%
Asalariado público 29,4% 70,6% 100,0%
Total 58,8% 41,2% 100,0%
Fuente: ENAHO, 2015. Elaboración propia.

La tenencia de contrato entre asalariados, por otra parte, no parece estar relacionada con la rama
productiva. Si bien el 87,3% de los asalariados de Agricultura, caza, silvicultura y pesca -sector de la
menor productividad- no cuentan con contrato, el porcentaje también es alto en Construcción
(79,2%) y en Transportes y comunicaciones (62,5%), ambos de productividad media.

La relación entre el tamaño de empresa y la tenencia de contrato, en cambio, sí es clara: mientras


más pequeña es la empresa, la tenencia de contrato parece ser menor. Entre las empresas de 1 a
10 trabajadores, por ejemplo, solo 6,1% de los asalariados cuenta con contrato, mientras que en-
tre las empresas de más de 100 trabajadores la tenencia de contrato supera el 70%. Aún así, inclu-
so en la gran empresa no todos los asalariados están debidamente contratados.

Pongamos ahora la atención en los asalariados privados. Un rasgo característico del mercado de
trabajo después de las reformas de flexibilización laboral que se ejecutaron en la década de 1990
(Verdera, 2000) y que han sido mantenidas y acentuadas desde entonces, es la inestabilidad. De
acuerdo a datos calculados por Julio Gamero (2010), en 1970 más del 90% de los asalariados pri-
vados en Lima eran estables. Según los cálculos de Fernando Cuadros (2016), el año 1998 la pro-
porción de los asalariados privados con contrato a plazo indefinido, a nivel nacional, fue apenas
del 53,4%. El año 2015, de acuerdo a información de la ENAHO, solo el 25,5% de los asalariados
privados son estables y el 44,6% de los asalariados públicos.

Tabla 15
Perú: PEA asalariada según sector y tipo de contrato, 2015
Categoría Indefinido A plazo fijo Total
Asalariado privado 25,2% 74,8% 100,0%
Asalariado público 55,4% 44,6% 100,0%
Total 35,0% 65,0% 100,0%
Fuente: ENAHO 2015. Elaboración propia.

Si se analiza la distribución de asalariados (privados y públicos) según tipo de contrato de acuerdo


a rama productiva y tamaño de empresa, se encuentra que los contratos a plazo fijo (inestables)
están por encima del promedio en Construcción (84,7%), Agricultura, caza, silvicultura y pesca
(77,6%), Venta al por mayor y menor (75,9%), Transportes y comunicaciones (68,8%), Minería y
extracción de hidrocarburos (68,2%), Finanzas (68,2%) e Industria (67,4%); del mismo modo, la
inestabilidad es mayor que el promedio en las empresas de todos los tamaños menores a 201 tra-
bajadores. Llama la atención, por ejemplo, la alta proporción de asalariados con contrato a plazo
fijo en empresas de 151 a 200 trabajadores (81,4%).

La inestabilidad laboral, como se aprecia, está presente en la gran mayoría de trabajadores asala-
riados, de forma indistinta según sector productivo y tamaño de empresa. Sin duda se trata de un

23
indicador de precariedad laboral. En un mercado de trabajo con pocos niveles de trabajo asalaria-
do, con alta rotación laboral17 y con niveles de ingreso real bajos y estancados, el sector emplea-
dor cuenta con mayor poder para extraer esfuerzo a la mano de obra18.

Aquello se expresa, por ejemplo, en la extensión de la jornada laboral. Si se considera el total de la


PEA ocupada, el 13,5% trabaja entre 49 y 56 horas semanales y el 21,3% más de 56 horas a la se-
mana. Estas proporciones son similares aun si se diferencia entre asalariados y trabajadores inde-
pendientes, aunque en el segundo caso el porcentaje que trabaja más de 56 horas es bastante alto
(26,7%).

Tabla 16
Perú: PEA ocupada según categoría ocupacional y cantidad de horas trabajadas a la semana, 2015
40 horas o De 41 horas De 49 horas Más de 56
Categoría ocupacional Total
menos a 48 a 56 horas
empleador o patrono 25,8% 23,0% 18,7% 32,5% 100,0%
trabajador independiente 45,3% 14,7% 13,2% 26,7% 100,0%
Asalariado privado 31,8% 32,6% 15,1% 20,5% 100,0%
Asalariado público 52,8% 21,5% 11,6% 14,1% 100,0%
trabajador familiar no remunerado 72,0% 13,0% 7,9% 7,1% 100,0%
trabajador del hogar 35,4% 19,1% 15,1% 30,3% 100,0%
Otro 84,0% 5,9% 6,2% 4,0% 100,0%
Total 42,7% 22,5% 13,5% 21,3% 100,0%
Fuente: ENAHO 2015. Elaboración propia.

Al diferenciar según rama productiva, por otra parte, llama la atención la alta proporción de traba-
jadores que laboran más de 56 horas semanales en Transportes y comunicaciones (44,5%), Mine-
ría y extracción de hidrocarburos (36,1%), Venta al por mayor y menor (31,4%), Electricidad y agua
(29,8%) e Industria (22,4%). Al analizar la duración de la jornada de acuerdo al tamaño de la em-
presa, finalmente, se encuentran pocas diferencias en relación al promedio.

En términos generales, entonces, se encuentra que la realidad laboral en el Perú está marcada por
la precariedad en términos de ingreso, acceso a seguro de salud, acceso a pensión por jubilación,
tenencia de contrato, estabilidad laboral y duración de la jornada de trabajo.

Esta conclusión se reafirma cuando se revisan indicadores que buscan sintetizar las condiciones de
trabajo. Uno de estos indicadores es el de informalidad. Si bien en términos conceptuales la in-
formalidad no indica más que la ausencia de formalidad, como indicador de precariedad laboral es
bastante útil, pues, de acuerdo al INEI, se considera informales a los trabajadores independientes

17 De acuerdo a Fernando Cuadros, “el uso intensivo de la contratación temporal ha generado, entre otros efectos,
mayores niveles de rotación laboral en el mercado de trabajo, de tal forma que una empresa privada formal en prome-
dio puede llegar a cambiar al 30,0 % de su personal en un año. En el caso de los trabajadores contratados a plazo fijo, la
rotación laboral puede alcanzar al 51,6 %, a pesar de la ligera tendencia decreciente observada en los últimos años”.
(Cuadros, 2016: 64).
18 En la mayoría de modelos de economía laboral la posibilidad del desempleo y el alto costo marginal del ocio (tiempo

no dedicado al trabajo) son vistos, en términos neoclásicos, como mecanismos de disciplinamiento del trabajador, favo-
rables para el aumento de su productividad.
24
y empleadores cuya actividad no está registrada, a los asalariados sin seguridad social financiada
por su empleador y a todos los trabajadores familiares no remunerados (INEI, 2014).

De acuerdo a estos criterios, el empleo informal comprende al 73,3% de los trabajadores, según
datos de la ENAHO para el año 2015. En relación a lo analizado, la informalidad es mayor entre
independientes (89,6%) y entre trabajadores del hogar (92,4%). Es especialmente alta en los secto-
res Agricultura, caza, silvicultura y pesca (96,9%), Transportes y comunicaciones (82%), Construc-
ción (76,9%) y Venta al por mayor y menor (73,8%), así como en el segmento empresarial de uni-
dades productivas con entre 1 y 10 trabajadores (89,9%). El empleo informal se asocia directamen-
te, por lo tanto, con el trabajo no asalariado, las actividades de baja productividad y las micro y
pequeñas empresas, como sugería la tesis sobre la marginalidad económica. Sin embargo, la pre-
cariedad laboral, aproximada como informalidad, también está presente entre trabajadores asala-
riados, en sectores de productividad alta y en medianas y grandes empresas19.

Reflexiones finales

La revisión de datos oficiales sobre la estructura productiva, el mercado de trabajo y el bienestar


de los trabajadores en el Perú, nos muestra una estructura económica heterogénea en términos
de productividad, empleo, unidades productivas y relaciones de trabajo. Los sectores de mayor
productividad, que concentran la tecnología y las inversiones más grandes, se articulan poco con el
mercado interno y emplean a una proporción muy pequeña de los trabajadores.

Aquello está en la base de la extendida marginalidad económica que ha convivido (o acaso se ha


fortalecido) con el crecimiento económico reciente. En el Perú de hoy uno de cada dos trabajado-
res no es asalariado y más de dos tercios se desempeñan en actividades de baja productividad y en
empresas de entre 1 y 10 trabajadores, con ingresos precarios, jornadas largas, bajo acceso a se-
guro de salud y a sistema de pensiones, baja tenencia de contrato y alta inestabilidad laboral.

Queda pendiente analizar qué relación existe entre esta realidad estructural y la estructura de
poder en el Perú, que ha producido y profundizado un régimen de política económica de corte
neoliberal que supone la existencia de un mercado de trabajo flexible, contradictorio a los intere-
ses inmediatos de los trabajadores, que han perdido derechos laborales de forma progresiva. Esta
orientación de la política económica inició en la década de 1990 y se ha mantenido desde enton-
ces, a pesar de la caída del régimen de Fujimori y la apertura del actual ciclo de democracia políti-
ca. Dicho de otro modo, la presencia de los intereses de los trabajadores ha sido menor en la es-
cena política de los últimos quince años.

Uno de los elementos explicativos de la poca fuerza política de los intereses de la población traba-
jadora tiene que ver con la debilidad del movimiento sindical. El espacio es corto para abordar el

19Otra aproximación a la calidad del empleo es el índice de empleo decente, propuesto por la Organización Internacio-
nal del Trabajo (OIT). Este índice, según la adaptación de PLADES (2016) para el año 2014, mide si los asalariados cuen-
tan con contrato o si los independientes han registrado su actividad, si el ingreso es mayor a la RMV, si la jornada es
menor a 49 horas semanales, si el trabajador cuenta con algún seguro de salud y si el trabajador se encuentra afiliado a
un sistema de pensiones. A partir de estos indicadores se construyen cinco niveles, donde el nivel 1 significa que se
cumplieron todos los indicadores y el nivel 5 que no se cumplió ninguno. De acuerdo a este cálculo el año 2014 solo el
14% de los trabajadores se encuentra en nivel 1, mientras que el 36% se ubica en nivel 3 y el 41% en nivel 4.
25
punto con profundidad, pero quisiera sugerir posibles relaciones entre aquella debilidad y la es-
tructura económica aquí descrita.

Propongo considerar tres puntos. El primero refiere a la dificultad que enfrentan los trabajadores
para organizarse a partir de su identidad laboral o de clase en empresas pequeñas20 e inestables21,
donde la diferencia entre trabajador y empleador no es clara y en un escenario de alta inestabili-
dad laboral (la amenaza de no renovación entre asalariados es latente), de extensas jornadas de
trabajo (el trabajo organizativo requiere tiempo disponible), de competencia intensa entre traba-
jadores por la amenaza del desempleo y donde el sector servicios predomina en el ámbito urbano
(se trata de un sector que tiene una lógica distinta al industrial, donde se desarrolló más la tradi-
ción sindical).

En segundo lugar, la alta concentración empresarial, a modo oligopólico22 aumenta la capacidad


de coordinación y el consiguiente peso político del gran capital en el Estado peruano. Si a ello se
suman los mecanismos de captura empresarial del Estado (Durand, 2016), la propiedad cruzada de
medios de comunicación (también con alta concentración) y el financiamiento empresarial de
partidos políticos, no extraña que los intereses de la clase capitalista primen en la agenda pública y
en el carácter de las instituciones. Dado que los grupos empresariales con mayor peso se ubican
en sectores de alta productividad, articulados mayormente a la demanda externa, es de esperar
que sus intereses tiendan a fortalecer la estructura económica heterogénea y el patrón de creci-
miento exportador y de servicios.

Finalmente, la extensión de relaciones de trabajo de tipo no salarial y la multiplicidad de traslapes


y tránsitos entre actividades económicas y relaciones de trabajo que se dan en la vida cotidiana y
durante la trayectoria personal de un trabajador promedio urbano (indicador de marginalidad
económica), configuran un escenario muy distinto al previsto por el sindicalismo clásico (trabaja-
dor asalariado en un mismo puesto, en una unidad productiva grande).

En términos sociológicos, aquel escenario exige una comprensión profunda de las relaciones socia-
les tejidas alrededor de la producción, de su articulación con los ejes centrales de la acumulación
capitalista en el país y de su correlato cultural y de personalidad social. En términos políticos, co-
mo punto de agenda para el sindicalismo nacional, surge la siguiente pregunta: ¿cómo organizar y
representar de forma adecuada a una población trabajadora de estas características?

Estos son solo tres elementos a considerar al relacionar la estructura económica con la estructura
de poder y sus expresiones en el juego político. No agotan, en absoluto, el análisis sobre el escena-
rio actual de los trabajadores en tanto actores socio-políticos ni los retos que tiene al frente el
movimiento sindical, pero abren una agenda de trabajo necesaria que nos obliga a poner en diálo-

20Para formar un sindicato la legislación exige que haya por lo menos veinte trabajadores afiliados. Esto impide que, por
ejemplo, el 71,1% de los trabajadores, que labora en empresas de entre 1 y 10 trabajadores, pueda sindicalizarse.
21Más del 50% de Mypes vive en promedio menos de tres años, según señala Javier Herrera, director de investigación
del Instituto de Investigación para el Desarrollo (IRD) de Francia (Diario Gestión, 24.03.09).
22El año 2012, de acuerdo a “Peru: The Top 10,000 Companies 2014”, fueron 42 los grupos económicos más grandes de
la economía peruana y (excluyendo al Fondo nacional de financiamiento de la actividad empresarial del estado)
facturaron en el año un monto equivalente al 33,9% del PBI total del Perú.

26
go a las diversas disciplinas académicas de las Ciencias Sociales entre sí y éstas, a su vez, con las
reflexiones, experiencias y retos que provienen del movimiento laboral.

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