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EL CARRO
No deberían turbarnos nuestras dificultades
sino tan solo nuestra incapacidad de hacer
que crezca de ellas algo hermoso.
F. NIETZSCHE
El simbolismo de esta lámina concuerda exactamente con las ideas que debe expresar.
Sobre un carro de forma cúbica, cubierto por un dosel de color azul tachonado de
estrellas y sostenido por cuatro columnas, avanza un triunfador.
Este símbolo reproduce, en un nuevo orden de ideas, el Arcano I y el XXI. Las cuatro
columnas corresponden a los cuatro animales del arcano XXI y a los cuatro símbolos
del Arcano I; expresan el cuaternario en todas sus acepciones.
Nos muestra un hombre triunfante que se pasea por la vida en un carro haciendo alarde
de su poder, su triunfo, de ser un conquistador.
En sus dos hombreras apareen dos lunas en sus cuartos creciente y menguante que
muestran los dos aspectos fugitivos de la existencia material, el que procede del pasado
y el que se crea en el presente. Estas lunas también simbolizan el proceso de
transformación y cambio. La horizontalidad de ambas, símbolo de pasividad, nos indica
que se refiere a estados interiores, subjetivos.
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El pecho aparece cubierto por una coraza recordándonos que para seguir adelante
debemos revestirnos de una sólida espiritualidad de origen divino e intemporal.
La caja del carro es pesada y simboliza que el hombre está encerrado en su materialidad,
que lo arrastra y obliga a una actividad incesante, a menos que consiga dominar con su
voluntad las fuerzas que lo arrastran, simbolizadas por los caballos, símbolos de lo
pasional y de lo espiritual.
El dosel descansa sobre cuatro columnas iguales que se levantan en las esquinas de la
caja y simboliza el velo de la vida material que, a pesar de ocultarnos el Cielo, es lo
suficientemente ligero para poder apartarlo cuando queramos. Las columnas con su
igualdad representan el equilibrio entre materialidad y espiritualidad.
Los dos caballos: uno rojo, la fuerza y acción, el otro azul, la inteligencia y la
espiritualidad, corresponden a los dos principios: activo y pasivo. Cada caballo tira en
una dirección distinta, lo que representa que tiene todo en sus manos para conseguir
esos éxitos y esas metas que se ha marcado, siempre y cuando logre conjugar todos los
componentes y encontrar el equilibrio entre todos los elementos que tiene delante para
conseguirlo. Estos caballos simbolizan las fuerzas primitivas que deben dominarse y
civilizar.
CONSIDERACIONES GENERALES
Las primeras versiones de este arcano derivan de varias fuentes históricas y mitológicas.
Proviene en primer lugar de las procesiones que se celebraban en Roma para agasajar la
entrada de los héroes y conquistadores. En la actualidad es una práctica que sigue
manteniéndose cuando se dan los desfiles de bienvenida a presidentes, generales,
deportistas, etc.
Además, tiene una referencia literaria. En el Fedro, Platón se refiere a la mente como un
carro tirado por un caballo negro y otro blanco, la imagen exacta del Tarot. Por tanto,
Platón nos brinda la imagen del ego triunfante que, antes de resolverlos, controla los
conflictos básicos de la vida.
Este séptimo arcano corona el proceso de maduración de los que le preceden. El Carro
nos muestra el ego evolucionado. Las lecciones de las primeras cartas han sido
aprendidas, ha pasado el período adolescente de la búsqueda y la autocreación y ahora
vemos el adulto maduro que triunfa en la vida capaz de controlar sus sentimientos y
dirigir su voluntad. El Carro constituye el final del primer ciclo de la evolución
espiritual y, al mismo tiempo, el inicio del nuevo.
Este naipe está estrechamente relacionado con el Destino, con el caminar por el mundo,
con nuestras conquistas y fracasos y con nuestros esfuerzos cotidianos por dominar y
someter la materia y los elementos.
Esta es una carta de continuidad hacia adelante, hacia la meta, en poso del triunfo
definitivo. En el mundo moderno ha de relacionarse con el Destino, la marcha de
nuestros negocios y proyectos e, incluso, el automóvil.
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Habla de viajantes, taxistas, camioneros, representantes comerciales, asuntos y
empresas que marcharán hacia adelante.
Esta es una carta de fuerza y control. Se refiere al poder de la mente para adaptar los
deseos del corazón y dirigirlos hacia una expresión significativa. No es el control
emocional del Emperador que elimina por completo todas sus emociones en favor de la
lógica y la razón. El hombre que conduce la Carroza sabe que sus emociones no deben
barrerse ni esconderse bajo la alfombra, sino entrenarse y usarse para su mayor
bienestar. Las dos bestias que conducen la Carroza y que están dominadas por el
conductor hablan de esta realidad anteriormente explicada. La Carroza no puede
moverse sin caballos que la tiren, así como nosotros no podemos movernos sin las
emociones que nos motiven. Pero sin el control superior los caballos correrían libres al
igual que nuestras emociones cuando no se controlan. El equilibrio es necesario.
Es el dominio sobre sí mismo. Por eso, cuando este arcano sale con frecuencia en una
lectura indica la necesidad de tomar el control de nuestras emociones y, en lugar de
gastar la energía en lamentaciones y quejas, usarla para llevar a cabo las acciones y para
realizar cambios en el mundo.
Con frecuencia, la aparición del Carro es portavoz de la victoria y de que todas las
oposiciones son vencidas. Si el consultante domina sus pasiones y cree en el poder de su
voluntad, vendrán grandes éxitos y logros. Se le debe decir al consultante, además, que
no permita que nada lo distraiga ni lo desvíe de sus objetivos y proceda como el recto
vuelo de una flecha.
Esta es una carta que anima a correr hacia el futuro sin miedos ni dudas.
Las personas que deambulan por la vida deprimidas o hastiadas no tienen ilusión por el
futuro. En otras palabras, han perdido el rumbo y no saben adónde van. Han perdido de
vista sus objetivos. Así pues, la carta del Carro nos insta a definir nuestras metas.
¿Cómo podemos alcanzarlas si nuestra mente cambia de dirección a cada momento?
Observe la mirada del Auriga. ¿Hacia dónde mira? ¿Dónde está su futuro? ¡Hacia
adelante! ¿Dónde está su pasado? ¡Justo detrás de él!
El Carro nos alerta de que hay que empezar por vivir el presente, el momento actual. El
pasado sólo consigue desorientarnos.
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Adversidad posiblemente ya superada, éxito, triunfo, grandes esperanzas, victoria,
reconocimiento de los méritos propios, dominio o consecución de lo que se desea ya sea
del mundo material o del espiritual. Es una carta de continuidad hacia adelante, hacia la
meta, en pos del triunfo definitivo. Es la marcha de buenos negocios y proyectos.
Representa viajes, representaciones comerciales y la acción de conducir. Control de
todas las cosas y sobre todo de las emociones y de las fuerzas de la naturaleza.
Recuperación de la salud, victoria sobre las penurias económicas o sobre los enemigos.
Esta es la carta de quienes logran algo grande en la vida. Viajes agradables y cómodos,
desplazamientos. Ansias de libertad.
Invertido, indica mala coordinación de la actividad física que puede llegar a ocasionar
accidentes, problemas con el aparato locomotor. Fatiga. Cansancio. Enfermedad o
lesión en las piernas.
Invertido, la mente sigue siendo activa y dinámica, pero desordenada, lo que puede dar
lugar a decisiones apresuradas que comprometan el objetivo deseado.
Amor: representa la persona que aprovecha las oportunidades que encuentra por el
mundo en materia de relaciones livianas, que conquista a las mujeres u hombres y no se
ata a ellos, ya que este es un naipe que no refleja precisamente la fidelidad en el amor.
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Invertido, estas cualidades se exageran, lo que siempre es peligroso y causa problemas,
por lo que es necesario controlar el exceso de emotividad.
Amistades: buen momento para hacerse de nuevas amistades, para rodearse de nuevos
amigos, pero sin consagrarse a ninguno en exclusivo y con tendencia a renovarlas
continuamente.
Trabajo: es muy buena para todo trabajo que requiera valor, energía y capacidad de
mando, especialmente deportistas, militares y ejecutivos. Suele indicar nuevas
oportunidades, nuevos trabajos o un impulso a los ya existentes y augura éxito en los
mismos. También es muy posible que aparezca la oportunidad de realizar algún viaje,
aun cuando muchas veces no sea por motivos profesionales.
Invertido, indica que se toman excesivos riesgos que no siempre pueden ser superados;
riesgos de accidentes.