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domingo, 8 de marzo de 2020

La Justificación
Los frutos de la Justificación
Texto: Romanos 5,1-11

Introducción
La semana pasada estudiamos el capítulo 4 de Romanos, donde Pablo esta
enseñando que la justificación del hombre es por medio de la fe en Cristo Jesús. El
apóstol Pablo usa el ejemplo de Abraham, padre de los creyentes, para argumentar
que ningún mérito humano es aceptable ante Dios para la justicia.

Ahora, en el capítulo 5, Pablo va a enseñar acerca de la seguridad de la salvación.


Todos aquellos que han sido declarados justos, que se les a acreditado la justicia de
Cristo, no pueden perderse o caer del estado de gracia. Así, Pablo mostrará los frutos
de la justificación.

1. Libre acceso a Dios por medio de la fe en Jesucristo v1-2


“Justificados, pues, por la fe, tenemos paz para con Dios por medio de nuestro Señor
Jesucristo; 2    por quien también tenemos entrada por la fe a esta gracia en la cual
estamos firmes, y nos gloriamos en la esperanza de la gloria de Dios.”

A. “Justificados, pues, por la fe…”

No hay otra manera en la que nosotros podamos tener una relación con Dios sino es
solo por la fe. Ya hemos aprendido las semanas pasadas que las obras no han de
llevarnos a la comunión con Dios. El hombre en sí mismo no tiene nada que ofrecer
para agradar a Dios. Ningún esfuerzo, aunque parezca de lo más piadoso, no
justificará al hombre ante el Señor. Pablo inicia este capítulo afirmando que somos
justificados por medio de la fe sola, “Justificados, pues, por la fe…”

B. “…tenemos paz para con Dios…”


Esta frase implica dos cosas: En primer lugar, que el hombre sin Cristo es un
enemigo de Dios. Todo aquel que quiera acercarse a Dios por sus propios medios, la
oración, el ayuno, etc… es un enemigo de Dios (Esto no significa que un medio de
gracia como es la oración sea de manera malo. Pero, cuando una persona pone su
confianza en el tiempo y la forma en la que ora con el fin de ser justificado ante Dios,
entonces no tiene una relación correcta con Dios.) En segundo lugar, que la relación
Dios y nosotros es restaurada. Ya no somos enemigos de Dios, somos declarados

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como no culpables por los méritos del Señor Jesucristo, y ahora, por medio de la fe en
Jesucristo, somos amigos de Dios, “Porque si siendo enemigos, fuimos reconciliados
con Dios por la muerte de su Hijo…” (v10)

La palabra ‘paz’ en este versículo significa, ‘la tranquilidad de conciencia que viene
de conocer por la revelación de Dios que, por la obra de nuestro Señor Jesucristo, no
le debemos nada a Dios, nuestra deuda ha sido cancelada por la vida, muerte, y
resurrección de Cristo.’ 1 La persona que vive confiando en sus propios méritos para
justificación, siempre vivirá afligido por sus propios pecados.

C. “…también tenemos entrada por la fe a esta gracia en la cual estamos firmes…”


Nuevamente Pablo procura apartarnos de la confianza en las obras y nos señala
que solo por medio de la fe en Cristo somos introducidos al Reino de Dios ¿Cómo lo
hace? En primer lugar él dice: ‘…también tenemos entrada por la fe a esta gracia…’
Aquí, Pablo está excluyendo todo medio posible que el hombre crea necesario para la
salvación: No peleo, trato bien a mi esposa (o), ayudo a mis hijos, me porto bien, del
trabajo a la casa, no me emborracho, no fumo, etc… Y afirma que nuestra salvación
procede de Cristo solamente. Él es únicamente el Hijo bien amado, y nosotros, por
naturaleza hijos de ira (cf. Efesios 2,3)

En segundo lugar, Pablo escribe: ‘por quien también tenemos entrada por la fe a
esta gracia en la cual estamos firmes…’ La persona que ha sido justificada por Dios
en los méritos de Cristo permanece firme y estable en la salvación. Entonces, el
perseverar en la salvación no es cosa nuestra sino de Cristo. No hay esfuerzo humano
que Dios necesite ver en sus hijos para mantenerlos en la salvación. Es el Evangelio el
que debe estar profundamente arraigado en nuestros corazones, para así apoyarnos
en la Verdad de Dios para enfrentarnos con valor contra las obras del Diablo y la carne.

Por tanto, Pablo con estas palabras esta enseñándonos que la ‘fe’ no es pasajera,
no viene y se va. La fe es un don de Dios. Aquella persona que dice tener ‘fe’, y por un
tiempo esta entre nosotros pero después regresa nuevamente al lugar de donde vino
significa que nunca tuvo la fe.

D. “…y nos gloriamos en la esperanza de la gloria de Dios.”


“El pecador que viene a Cristo por la fe y le reconoce como Salvador es declarado
justo y al mismo tiempo recibe la seguridad de disfrutar de la gloria de Dios en la
eternidad.”2

1 Véase Comentario de Juan Calvino a los Romanos, Página #87

2 Carballosa E. Romanos.

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Nada tiene el hombre en que ‘gloriarse’ sino solo en el poder de Dios para salvar.
Aunque vivimos como peregrinos en este mundo, tenemos la confianza y la seguridad,
que vivimos en comunión con Dios, y disfrutamos de esta comunión en el momento en
que creemos al Evangelio, que disfrutamos de la herencia futura como sí ya la
tuviéramos.

E. “… por medio de nuestro Señor Jesucristo…”


Todo esto ha sido obtenido no por nuestros esfuerzos; sino por medio de la
persona y la obra de nuestro Señor Jesucristo; hacemos nuestra su obra por medio de
la fe. Fue la sangre de Cristo, la que trajo la reconciliación con Dios, y su Espíritu nos
convenció de lo que la redención por medio de la sangre había logrado.

2. La seguridad de la salvación, al ser sellados con el Espíritu


Santo. vv 3-5
“Y no sólo esto, sino que también nos gloriamos en las tribulaciones, sabiendo que la
tribulación produce paciencia; 4  y la paciencia, prueba; y la prueba, esperanza; 5  y la
esperanza no avergüenza; porque el amor de Dios ha sido derramado en nuestros
corazones por el Espíritu Santo que nos fue dado.”

A. “Y no sólo esto sino que también nos gloriamos en las tribulaciones…”


Pablo inicia el versículo 3 con la frase: ‘Y no sólo esto’. Los creyentes no sólo se
alegran en la esperanza de la gloria de Dios; sino deben regocijarse en las
tribulaciones que vienen a su vida; ya que las tribulaciones sirven para bien estar de
los cristianos.

Sin embargo, esto no quiere decir que el creyente jamás debe entristecerse por las
circunstancias que vienen a su vida; tampoco significa que no van a sentir miedo o la
opresión que un problema hace sentir en el corazón. Pero, a diferencia de la persona
que no ha sido justificada, el creyente posee un gran consuelo al conocer que todo
sufrimiento que viene a su vida es permitido por la mano dulce y compasiva del Padre.
El motivo que el creyente tiene para gloriarse en las tribulaciones es que en ellas hay
un avance en la salvación, y un propósito claro de parte de Dios en la tribulación:
Formar en él la imagen de su Hijo Jesucristo (cf. Romanos 8,26-29)

B. “…sabiendo que la tribulación produce paciencia…”

Pudiéramos entender estas palabras como si la tribulación es la que produce la


paciencia. Pero esto no es así. Vemos a muchas personas pasar por tribulaciones y lo
que encuentran en ellas es solamente la oportunidad para murmurar contra Dios y
hasta blasfemar en contra suya; pero cuando en lugar de esta actitud rebelde contra

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Dios sobrevienen la tranquilidad y dulzura interior debemos atribuir estas cualidades a
la obra del Espíritu Santo. Por esto debemos dar por conocido que los padecimientos
que el creyente experimenta en este mundo son por gracia de Dios solamente.
Entonces, las tribulaciones en lugar de convertirse en instrumentos de tropiezo, se
convierten en instrumentos de la paciencia para beneficio de los que han sido
declarados justos por Dios.

C. y la paciencia, prueba; y la prueba, esperanza…”


Cuando el creyente resiste firmemente, experimenta el valor del poder que Dios ha
prometido dar para ayudar a los que son suyos. Así que la paciencia la obtenemos por
el poder de Dios, y la prueba por la providencia de Dios, y la esperanza en el futuro por
la gracia de Dios. El creyente tiene la esperanza de que ya no verá más la gloria de
Dios en la nube ni por espejo, oscuramente. Es la seguridad de que vendrá el día que
veremos a Dios y seremos revestidos de su misma gloria. Como Pablo ya ha escrito en
el versículo 2: Es la esperanza de la gloria de Dios.

D. 5 “…y la esperanza no avergüenza…”


El ejercicio de nuestra fe, que Dios permite en nosotros, es con el propósito que las
tribulaciones nos sirvan de escalones para avanzar en nuestra salvación. Esto no
significa que pasar por pruebas nos otorgue la salvación, de ninguna manera. Significa
que las pruebas son instrumentos de Dios por los cuales viene a confirmarnos que
somos de él. Nuestra esperanza se basa en la promesa de Dios, y como creyentes no
tenemos que avergonzarnos de confiar en lo que Dios ha prometido, ya que un día la
esperanza se convertirá en realidad (cf. Romanos 15,13)

E. “…porque el amor de Dios ha sido derramado en nuestros corazones por el Espíritu


Santo que nos fue dado.”
Esta frase explica el porqué de la perseverancia en la vida del creyente. La
verdadera fuente de toda paciencia es que los cristianos han sido convencidos por el
Espíritu Santo, que Dios les ama. Por tanto, al ser sellados con el Espíritu Santo, al
momento de creer al Evangelio, les esta asegurada la salvación. Ninguna cosa alguna
los podrá separar del gran amor de Dios. Nadie podrá venir y acusarlos si Dios es
quien los ha justificado.

3. El inmenso amor de Dios, confirmado al enviar a Su Hijo


Jesucristo a morir por el hombre caído. vv 6-8

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“Porque Cristo, cuando aún éramos débiles, a su tiempo murió por los impíos.
7   Ciertamente, apenas morirá alguno por un justo; con todo, pudiera ser que alguno
osara morir por el bueno. 8  Mas Dios muestra su amor para con nosotros, en que
siendo aún pecadores, Cristo murió por nosotros.”

A. “Porque Cristo, cuando aún éramos débiles, a su tiempo murió por los impíos.”
Amados hermanos, si Cristo ha tenido misericordia de nosotros siendo malos y nos
ha reconciliado con el Padre cuando éramos enemigos suyos, y lo ha hecho por medio
de su muerte, mucho más ahora que somos justificados por su obra nos mantendrá
firmes en la gracia.

B. “Ciertamente, apenas morirá alguno por un justo; con todo, pudiera ser que alguno
osara morir por el bueno.”

Es raro que alguien entre los hombres quiera morir por una persona ‘buena’; pudiera
ser así; pero nadie entre los hombres moriría por un perverso, y Cristo lo ha hecho así.
Amados hermanos, entre los hombres es imposible encontrar un amor como el que
Cristo demostró tener por nosotros.

C. “Mas Dios muestra su amor para con nosotros, en que siendo aún pecadores,
Cristo murió por nosotros.”

Dios confirma su misericordia hacia nosotros entregando a su Hijo por los


pecadores, porque en eso se demuestra su amor. Sin esperar ninguna muestra de
amor departe de nosotros, Él nos ha amado primero por su libre voluntad.

4. La amistad con Dios, por medio de nuestro Señor Jesucristo.


vv 9-11
“Pues mucho más, estando ya justificados en su sangre, por él seremos salvos de la
ira. 10   Porque si siendo enemigos, fuimos reconciliados con Dios por la muerte de su
Hijo, mucho más, estando reconciliados, seremos salvos por su vida. 11    Y no sólo
esto, sino que también nos gloriamos en Dios por el Señor nuestro Jesucristo, por
quien hemos recibido ahora la reconciliación.”

A. “Pues mucho más, estando ya justificados en su sangre, por él seremos salvos de


la ira.”

Aquí Pablo nos aclara de qué somos salvados: de la ira de Dios. Toda persona que
no se haya refugiado en Cristo tendrá que experimentar la ira de Dios en el día final.
Pero la muerte de Cristo es la base sobre la cual Dios puede declarar justo al pecador.

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Así como las familias hebreas fueron salvadas del juicio de Dios (cf. Éxodo 12) por
medio de la muerte de aquel cordero, y que con su sangre sellaron sus casas, y la ira
de Dios no se derramó en sus familias, así todos aquellos que han sido sellados con la
sangre del Cordero de Dios no experimentarán la santa ira de Dios en el día final.

Aquellos que han sido justificados por Dios, en los méritos de Cristo, tienen la
seguridad de la salvación.

B. “…Porque si siendo enemigos, fuimos reconciliados con Dios por la muerte de su


Hijo, mucho más, estando reconciliados, seremos salvos por su vida.”

Sin Cristo éramos considerados enemigos de Dios. Por el hecho de odiar Dios el
pecado, nos aborrece mientras somos pecadores. Pero ahora, que nos ha llevado a
Cristo, nos mira revestidos de la justicia de Jesucristo, y ya no somos enemigos de
Dios, ahora, por la muerte de Cristo somos reconciliados con Dios, y por Su gracia,
nos convertimos en amigos de Dios por la eternidad.

Si siendo enemigos de Dios, fuimos reconciliados con Él por la muerte de su Hijo,


mucho más ahora, que la justicia de Cristo nos ha sido acreditada a nuestro favor, por
la gracia de Dios, seremos salvos por la obediencia perfecta de Cristo. Por tanto, no
necesitamos que afanarnos por cumplir con nuestra obediencia con el propósito de
salvarnos. Sino que obedecemos porque reconocemos esta gracia de Dios.

C. “Y no sólo esto, sino que también nos gloriamos en Dios por el Señor nuestro
Jesucristo…”

Amados hermanos: ¿Dónde se encuentra la fuente de toda nuestra felicidad? Pablo


escribe, “Y no sólo esto, sino que también nos gloriamos en Dios…” Por medio de la fe
nos acercamos adonde nada nos falta para disfrutar de una perfecta felicidad. Pablo
escribe que es por el Señor nuestro Jesucristo “…Por quien hemos recibido ahora la
reconciliación.” Pablo nos esta enseñando lo qué es fundamental para nuestra
salvación: fijar nuestra mirada en Cristo. Por tanto es necesario poner nuestra
confianza solamente en la obra de Cristo para nuestra justificación.

Para Nuestra Espiritualidad


Amados hermanos: Ninguna persona que justificada por los méritos de Cristo, se
perderá. Su salvación esta asegurada en las manos de Dios. Más claramente como
Pablo escribe en el capítulo 8 de esta carta: ¿Qué, pues, diremos a esto? Si Dios es
por nosotros, ¿quién contra nosotros? 32  El que no escatimó ni a su propio Hijo, sino
que lo entregó por todos nosotros, ¿cómo no nos dará también con él todas las cosas?
33 ¿Quién acusará a los escogidos de Dios? Dios es el que justifica. 34   ¿Quién es el

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que condenará? Cristo es el que murió; más aun, el que también resucitó, el que
además está a la diestra de Dios, el que también intercede por nosotros. 35    ¿Quién
nos separará del amor de Cristo? ¿Tribulación, o angustia, o persecución, o hambre, o
desnudez, o peligro, o espada?

36  Como está escrito:



Por causa de ti somos muertos todo el tiempo;

Somos contados como ovejas de matadero.

37   Antes, en todas estas cosas somos más que vencedores por medio de aquel que
nos amó. 38    Por lo cual estoy seguro de que ni la muerte, ni la vida, ni ángeles, ni
principados, ni potestades, ni lo presente, ni lo por venir, 39  ni lo alto, ni lo profundo, ni
ninguna otra cosa creada nos podrá separar del amor de Dios, que es en Cristo Jesús
Señor nuestro.

¡El amor de Dios es eterno !

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