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JURISDICCIÓN, LEGISLACIÓN Y ADMINISTRACIÓN

El tema de las diferencias entre las tres funciones o poderes del estado es
oportuno tratarlo aquí en la medida en que la distinción sirva para aclarar más los
perfiles de la jurisdicción. Es propio de la legislación o poder legislativo la creación
de normas jurídicas positivas, de mandatos jurídicos. A la administración
corresponde en cambio, proveer al bienestar común, de múltiples formas. Por fin,
a la jurisdicción, le corresponde tutelar y realizar el derecho objetivo.

La administración también tutela el ordenamiento jurídico y realiza el derecho


objetivo, pero no es ése su fin esencial. La administración tutela y realiza el
derecho, haciendo cumplir unas normas o sancionando su incumplimiento, en
cuanto ese derecho, esas normas, se refieren a la actividad administrativa misma.
En cambio, la jurisdicción tutela o realiza el derecho por que esa es cabalmente su
misión, y hace observar normas jurídicas o sanciona su infracción siendo esas
normas reguladoras o referentes a conductas ajenas. La actividad jurisdiccional
guarda siempre una última relación a algo ajeno. Este rasgo es denominado "
desinterés objetivo ",

Podría decirse que la jurisdicción no siempre aplica normas que regulan conductas
ajenas e incluso que la administración resuelve conflictos intersubjetivos en ciertas
materias, mostrándose objetivamente desinteresada, pero la jurisdicción aplica
normas que regulan su propia conducta, y lo hace siempre en función de un
derecho o interés ajeno o del interés público. De otra parte, la administración
resuelve conflictos intersubjetivos en ciertas materias contribuyendo al bien
común.

La administración realiza el derecho y aplica la ley para llevar a cabo sus propias
actividades, y en ocasiones, también para enjuiciar conductas ajenas, pero en
esos casos, ese enjuiciamiento se le encomienda por pertenecer al ámbito de sus
atribuciones la materia que se ha de enjuiciar.
La jurisdicción, en cambio, aplica y realiza el derecho a porque le está
encomendada esa aplicación o realización, siendo siempre ajena al órgano
jurisdiccional la materia sobre la que versa su actividad.

En definitiva: el ius dicere de la administración siempre es instrumental respecto


de sus propios fines concretos; el ius dicere último y tendencial de la jurisdicción
sólo es instrumental respecto del derecho objetivo, pero constituye el fin mismo de
la jurisdicción. Hay dos notas más que identificar a la función jurisdiccional, y que
no atañen a la materia sobre la que se proyecta el quehacer de la jurisdicción, sino
que se refieren a ciertas condiciones básicas. Se trata de la imparcialidad y de la
independencia.

La imparcialidad: esta nota implica que los órganos jurisdiccionales se encuentran


en una posición distinta y neutral.

La independencia: esta nota consiste en la ausencia de vínculos de dependencia,


o lo que es igual, en la absoluta soberanía de cada órgano jurisdiccional.

Hay sí, una ordenación jerárquica de los tribunales, con situaciones de


superioridad y de inferioridad, pero esa ordenación no afecta al ejercicio de la
jurisdicción por cada uno de los órganos jurisdiccionales. Esta independencia
condiciona una recta y impartición de la justicia, una verdadera tutela y realización
del derecho, que a su vez, constituye la más alta garantía de la libertad.

Frente a estos rasgos, la administración aparece como objetivamente interesada y


la actuación de sus órganos se desarrolla bajo la influencia de relaciones de
dependencia de unos órganos respecto de otros. En cuanto a la imparcialidad, a la
administración, obviamente, no puede atribuírsele esa característica en el mismo
sentido que a la jurisdicción.

La legislación supone un prius respecto de la jurisdicción, no sólo porque debe ser


legal la organización jurisdiccional y la actividad procesal, sino porque, el resultado
final de dicha actividad ha de tener como medida la ley.

¿Qué diferencias existen entre jurisdicción y administración?


El termino “jurisdicción” es utilizado en diversos sentidos. Su origen se remonta al
derecho romano, cuyo significado seria “decir el derecho”. Se denomina
jurisdicción a la función que cumple el Estado, por medio de los órganos
encargados creados al efecto, para llevar a cabo un proceso, a fin de propender a
la actuación de la voluntad de la ley, sea de oficio o a petición de parte,
observando las vías que se hubieran previsto a esos fines. Alude a la función que
asume el Estado, a través de los jueces y tribunales, de administrar la justicia,
aplicando el Derecho a los casos concretos que se les presentan.

Montesquieu realiza una división de poderes: ejecutivo, legislativo y judicial. Es


propio de la legislación la creación de normas. En cuanto a la función jurisdiccional
es interpretar las leyes, para hacerlas actuar en los conflictos concretos,
propendiendo a su solución. A la administración corresponde proveer el bienestar
común. El poder administrador también cumple funciones legislativas y judiciales,
como por ejemplo cuando hace actuar la voluntad de la ley, en conflictos entre un
particular y un organismo del poder administrador.

Diferencias entre Administración y Jurisdicción.

Mientras que en la actividad administrativa el estado persigue directamente la


satisfacción de sus intereses; en la actividad judicial interviene el estado para
satisfacer intereses ajenos, o también suyos, que han quedado incumplidos y que
no pueden ser directamente alcanzados. En la función jurisdiccional el estado
persigue un fin indirecto o secundario, el de procurar la satisfacción de los
intereses individuales o colectivos. En la administrativa, un fin que le es propio. La
actividad jurisdiccional tiene como fin remover los obstáculos que existen para la
satisfacción de dichos intereses. En cambio, en la administración provee
directamente a sus intereses, y en ningún caso trata de hacer cesar la
incertidumbre o la inobservancia de la norma.

Las actividades jurisdiccionales tienen por objeto relaciones entre particulares, o


cuando tiene por objeto relaciones entre particulares y el estado, se encuentra
siempre frente a los intereses particulares, los cuales se presentan como intereses
tutelados frente al estado, o sea como derecho subjetivo que el Estado esta
obligado a respetar.

En cambio, en la actividad administrativa el Estado puede ciertamente encontrarse


frente a los intereses de los particulares, pero estos no se presentan nunca como
intereses tutelados, esto es, como derechos subjetivos que el estado puede
respetar.

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