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Efesios 1:3 Bendito el Dios y Padre del Señor nuestro Jesucristo, el cual nos bendijo con toda bendición

espiritual en
lugares celestiales en Cristo:

2 Corintios 1:3 Bendito sea el Dios y Padre de nuestro Señor Jesucristo, Padre de misericordias y Dios de toda
consolación,

1 Pedro 1:3 Bendito sea el Dios y Padre de nuestro Señor Jesucristo, quien según su gran misericordia, nos ha hecho
nacer de nuevo a una esperanza viva, mediante la resurrección de Jesucristo de entre los muertos,

Efesios 1:17 pidiendo que el Dios de nuestro Señor Jesucristo, el Padre de gloria, os dé espíritu de sabiduría y de
revelación en un mejor conocimiento de El.

Romanos 15:6 para que unánimes, a una voz, glorifiquéis al Dios y Padre de nuestro Señor Jesucristo.

2 Corintios 11:31 El Dios y Padre del Señor Jesús, el cual es bendito para siempre, sabe que no miento.

Juan 20:17 Jesús le dijo: No me toques, porque aún no he subido a mi Padre; mas ve a mis hermanos, y diles: Subo a
mi Padre y a vuestro Padre, a mi Dios y a vuestro Dios.

Cuando el profeta Daniel contempló la gloria que rodeaba al mensajero celestial que se le había enviado, se sintió
abrumado por su propia debilidad e imperfección. Describiendo el efecto de la maravillosa escena, relató: “No
quedó en mí esfuerzo, y mi lozanía se me demudó en palidez de muerte, y no retuve fuerza alguna.”10 El alma así
conmovida odiará su egoísmo y amor propio, y mediante la justicia de Cristo buscará la pureza de corazón que
armoniza con la ley de Dios y con el carácter de Cristo. {CC 29.2}

Tal fué el carácter que Cristo reveló en su vida. Tal es el carácter de Dios. Del corazón del Padre es de donde
manan para todos los hijos de los hombres los ríos de la compasión divina, demostrada por Cristo. Jesús, el tierno y
piadoso Salvador, era Dios “manifestado en la carne.”11 {CC 12.2}

La iglesia es ahora militante. Actualmente arrostramos un mundo en tinieblas, casi enteramente entregado a la
idolatría. Pero se acerca el día cuando habrá terminado la batalla y la victoria habrá sido ganada. La voluntad de Dios
ha de cumplirse en la Tierra como en el cielo. Las naciones de los salvados no conocerán otra ley que la del cielo.
Todos constituirán una familia dichosa, unida, vestida con las prendas de alabanza y de acción de gracias: con el
manto de la justicia de Cristo. Toda la naturaleza, en su incomparable belleza, ofrecerá a Dios tributo de alabanza y
adoración. El mundo quedará bañado en luz celestial. La luz de la luna será como la del sol, y la luz del sol siete veces
más intensa que ahora. Los años transcurrirán alegremente. Por sobre la escena, las estrellas de la mañana cantarán
juntas y los hijos de Dios clamarán de gozo, mientras que Dios y Cristo declararán a una voz que “ya no habrá más
pecado, ya no habrá más muerte”. {CE 222.4}

Y a medida que los años de la eternidad transcurran, traerán consigo revelaciones más ricas y aún más gloriosas
respecto de Dios y de Cristo. Así como el conocimiento es progresivo, así también el amor, la reverencia y la dicha
irán en aumento. Cuanto más sepan los hombres acerca de Dios, tanto más admirarán su carácter. A medida que
Jesús les descubra la riqueza de la redención y los hechos asombrosos del gran conflicto con Satanás, los corazones
de los redimidos se estremecerán con gratitud siempre más ferviente, y con arrebatadora alegría tocarán sus arpas
de oro; y miríadas de miríadas y millares de millares de voces se unirán para engrosar el potente coro de alabanza.
{CI 127.3}

La primera gran lección de toda educación consiste en conocer y comprender la voluntad de Dios. Debemos hacer en
cada día de la vida el esfuerzo para obtener este conocimiento. Aprender la ciencia por la sola interpretación
humana es obtener una falsa educación; pero el aprender de Dios y de Cristo es conocer la ciencia del cielo. La
confusión que se nota en la educación proviene de que la sabiduría y el conocimiento de Dios no han sido
ensalzados. {CM 431.4}
Nuestro dinero debería ser empleado para promover el reino de Dios, para despertar a los que están muertos en sus
faltas y pecados y para hablar a los pecadores acerca del bálsamo sanador del amor del Salvador. Pero con
demasiada frecuencia se emplea el dinero para la glorificación del yo. En vez de constituir el medio para llevar a las
almas al conocimiento de Dios y de Cristo, provocando en esta forma alabanza y gratitud al Dador de todo bien, las
posesiones terrenales han sido el medio para eclipsar la gloria de Dios y oscurecer la vista del cielo. Mediante el uso
equivocado del dinero el mundo se ha llenado de prácticas impías. La puerta de la mente ha sido cerrada contra el
Redentor. {CMC 235.3}

El conocimiento de Dios no se obtiene sin esfuerzo mental y sin oración por conseguir sabiduría. Muchos están
convencidos de que los preciosos tesoros del reino de Dios y de Cristo están contenidos en la Palabra. Saben
también que ningún tesoro terrenal se obtiene sin esfuerzo esmerado. ¿Por qué han de esperar, entonces,
comprender el significado de las Escrituras sin estudio diligente? {CM 445.1}

¡Admirable declaración! La unidad que existe entre Cristo y sus discípulos no destruye la personalidad de ninguna de
las partes. Son uno en propósito, en mente, en carácter, pero no en persona. Así es como Dios y Cristo son uno.

8 TI 281.4

Juan 17:21-23

21 para que todos sean uno; como tú, oh Padre, en mí, y yo en ti, que también ellos sean uno en nosotros; para que
el mundo crea que tú me enviaste.

22 La gloria que me diste, yo les he dado, para que sean uno, así como nosotros somos uno.

23 Yo en ellos, y tú en mí, para que sean perfectos en unidad, para que el mundo conozca que tú me enviaste, y que
los has amado a ellos como también a mí me has amado.

La relación entre el Padre y el Hijo, y la personalidad de ambos, se hacen claras en esta escritura también: 8 TI 281.5

“Así ha hablado Jehová de los ejércitos, diciendo: He aquí el varón cuyo nombre es el Renuevo, el cual brotará de sus
raíces, y edificará el templo de Jehová, y él llevará gloria, y se sentará y dominará en su trono, y habrá sacerdote a su
lado; y consejo de paz habrá entre ambos”. Zacarías 6:12, 13. 8 TI281.6

Es fundamental el conocimiento de Dios y de Cristo—En ningún caso debe descuidarse la preparación espiritual;
porque “el principio de la sabiduría es el temor de Jehová”. Salmos 111:10. Algunos colocan la educación después de
la religión, pero la verdadera educación es religión.—Consejos para los Maestros Padres y Alumnos, 84. {CN 466.5}

Las escrituras indican claramente la relación entre Dios y Cristo, y traen a la vista claramente la personalidad e
individualidad de cada uno. “DIOS, habiendo hablado muchas veces y en muchas maneras en otro tiempo á los
padres por los profetas, en estos postreros días nos ha hablado por el Hijo, al cual constituyó heredero de todo, por
el cual asimismo hizo el universo: El cual siendo el resplandor de su gloria, y la misma imagen de su sustancia, y
sustentando todas las cosas con la palabra de su potencia, habiendo hecho la purgación de nuestros pecados por sí
mismo, se sentó á la diestra de la Majestad en las alturas, Heb 1:4 Hecho tanto más excelente que los ángeles,
cuanto alcanzó por herencia más excelente nombre que ellos. Heb 1:5 Porque ¿á cuál de los ángeles dijo Dios
jamás: Mi hijo eres tú, Hoy yo te he engendrado? Y otra vez: Yo seré á él Padre, Y él me será á mí hijo? Dios es el
Padre de Cristo; Cristo es el Hijo de Dios. A Cristo ha sido dada una posicion exaltada. Ha sido hecho igual al Padre.
Todos los consejos de Dios estan abiertos para su Hijo. Ellen White, Joyas de los testimonios, t. 3, p. 266

“El enorme poder que trabaja en toda la naturaleza y sostiene todas las cosas, no es meramente, como dicen
algunos hombres de ciencia, un principio que todo lo penetra, ni una energía activa. Dios es espíritu, y no obstante
es un ser personal, pues el hombre fue hecho a su imagen. Como ser personal, Dios se ha revelado en su Hijo.
Jesús, el resplandor de la gloria de su Padre “y la imagen misma de su sustancia”, se halló en la tierra en forma de
hombre. Como Salvador personal, vino al mundo y ascendió a lo alto. Como Salvador personal intercede en las
cortes celestiales. Delante del trono de Dios ministra en favor nuestro, “Uno como un hijo de hombre”. { ED 118.1;
Ed.131.6 }

“Tienen un Dios y un Salvador; y un Espíritu, el Espíritu de Cristo, que debe producir unidad en sus filas.” {E. G.
White, Testimonios para la Iglesia tomo 9, p. 152}

“Antes de irse, Cristo les dio a sus discípulos una buena promesa de que después de Su ascensión Él les enviaría al
Espíritu Santo. “Por tanto, id” él dijo,” y haced discípulos a todas las naciones, bautizándolos en el nombre del Padre
[un Dios personal], y del Hijo [un Salvador personal], y del Espíritu Santo [enviado del cielo para representar a
Cristo]: enseñándoles que guarden todas las cosas que os he mandado; y he aquí yo estoy con vosotros todos los
días, hasta el fin del mundo.” [Mateo 28:19, 20]. [LOS CORCHETES FUERON AGREGADOS POR LA AUTORA]
(MANUSCRITOS LIBERADOS, TOMO 12, p.260, 1897)

Representar a Cristo:

28:19 Por tanto, id, y haced discípulos a todas las naciones

Marcos 16:15 15 Y les dijo: Id por todo el mundo y predicad el evangelio a toda criatura.

2 Corintios 5:20 20 Así que, somos embajadores en nombre de Cristo, como si Dios rogase por medio de nosotros; os
rogamos en nombre de Cristo: Reconciliaos con Dios.

1 Corintios 11:1 Sed imitadores de mí, como también yo lo soy de Cristo

Mateo 5:16 Así brille vuestra luz delante de los hombres, para que vean vuestras buenas acciones y glorifiquen a
vuestro Padre que está en los cielos.

Juan 16:14 14 El me glorificará; porque tomará de lo mío, y os lo hará saber.

Juan 17:10 y todo lo mío es tuyo, y lo tuyo mío; y he sido glorificado en ellos.

2 Tesalonicenses 1:12 para que el nombre de nuestro Señor Jesucristo sea glorificado en vosotros, y vosotros en Él,
por la gracia de nuestro Dios y del Señor Jesucristo.

Cristo ha de ser visto y oído a través de nosotros—Dios se propone que los enfermos, los desventurados, aquellos
que están poseídos por malos espíritus, oigan su voz a través de nosotros. Por medio de sus agentes humanos, él
desea ser un consolador, tal como el mundo jamás ha visto antes. Sus palabras deben ser dichas por sus seguidores:
“No se turbe vuestro corazón; creéis en Dios, creed también en mí”. {MB 24.2}

¡Admirable declaración! La unidad que existe entre Cristo y sus discípulos no destruye la personalidad de ninguna de
las partes. Son uno en propósito, en mente, en carácter, pero no en persona. Así es como Dios y Cristo son uno. {CPI
137.5}

Todo el cielo observa el sábado, pero no de una manera desatenta y ociosa. En ese día, cada energía del alma debe
despertarse; porque, ¿no hemos de encontrarnos con Dios y con Cristo nuestro Salvador? Podemos contemplarle
por la fe. El anhela refrescar y bendecir toda alma.11 {CPI 483.2}

Las enseñanzas de los papas y de los sacerdotes habían inducido a los hombres a considerar el carácter de Dios, y
aun el de Cristo, como austero, tétrico y antipático. Se representaba al Salvador tan desprovisto de toda simpatía
hacia los hombres caídos, que era necesario invocar la mediación de los sacerdotes y de los santos. Aquellos cuya
inteligencia había sido iluminada por la Palabra de Dios ansiaban mostrar a estas almas que Jesús es un Salvador
compasivo y amante, que con los brazos abiertos invita a que vayan a él todos los cargados de pecados, cuidados y
cansancio. Anhelaban derribar los obstáculos que Satanás había ido amontonando para impedir a los hombres que
viesen las promesas y fueran directamente a Dios para confesar sus pecados y obtener perdón y paz. {CS 70.1}
El libro que es indispensable que todos estudien es la Biblia. Estudiada con reverencia y temor piadoso, resulta el
mayor de todos los educadores. En ella no hay engaño. Sus páginas rebosan de verdad. ¿Deseamos obtener
conocimiento de Dios y de Cristo, a quien él envió al mundo para vivir y morir por los pecadores? Un estudio
fervoroso y diligente de la Biblia es necesario para obtener este conocimiento. {CSI 366.2}

El plan de nuestra redención no fué una reflexión ulterior, formulada después de la caída de Adán. Fué una
revelación “del misterio que por tiempos eternos fué guardado en silencio.” Fué una manifestación de los principios
que desde edades eternas habían sido el fundamento del trono de Dios. Desde el principio, Dios y Cristo sabían de la
apostasía de Satanás y de la caída del hombre seducido por el apóstata. Dios no ordenó que el pecado existiese, sino
que previó su existencia, e hizo provisión para hacer frente a la terrible emergencia. Tan grande fué su amor por el
mundo, que se comprometió a dar a su Hijo unigénito “para que todo aquel que en él cree, no se pierda, mas tenga
vida eterna.”6 {DTG 13.3}

Dios unió consigo nuestros corazones, mediante innumerables pruebas de amor en los cielos y en la tierra.
Valiéndose de las cosas de la naturaleza y los más profundos y tiernos lazos que el corazón humano pueda conocer
en la tierra, procuró revelársenos. Con todo, estas cosas sólo representan imperfectamente su amor. Aunque se
dieron todas estas pruebas evidentes, el enemigo del bien cegó el entendimiento de los hombres, para que éstos
mirasen a Dios con temor y le considerasen severo e implacable. Satanás indujo a los hombres a concebir a Dios
como un ser cuyo principal atributo es una justicia inexorable, como un juez severo, un acreedor duro y exigente.
Representó al Creador como un ser que velase con ojo celoso para discernir los errores y las faltas de los hombres y
hacer caer juicios sobre ellos. A fin de disipar esta densa sombra vino el Señor Jesús a vivir entre los hombres, y
manifestó al mundo el amor infinito de Dios. {CC 10.3}

Muchos a quienes subleva la doctrina de los tormentos eternos se lanzan al error opuesto. Ven que las Santas
Escrituras representan a Dios como un ser lleno de amor y compasión, y no pueden creer que haya de entregar sus
criaturas a las llamas de un infierno eterno. Pero, como creen que el alma es de por sí inmortal, no ven otra
alternativa que sacar la conclusión de que toda la humanidad será finalmente salvada. Muchos son los que
consideran las amenazas de la Biblia como destinadas tan sólo a amedrentar a los hombres para que obedezcan y no
como debiendo cumplirse literalmente. Así el pecador puede vivir en placeres egoístas, sin prestar atención alguna a
lo que Dios exige de él, y esperar sin embargo que será recibido finalmente en su gracia. Semejante doctrina que así
especula con la misericordia divina, pero ignora su justicia, agrada al corazón carnal y alienta a los malos en su
iniquidad. {CI 34.2}

“El conocimiento del Santísimo es la inteligencia.” Proverbios 9:10 (VM). MC 318.3

Apocalipsis 4:8 Y los cuatro seres vivientes tenían cada uno seis alas, y alrededor y por dentro estaban llenos de ojos;
y no cesaban día y noche de decir: Santo, santo, santo es el Señor Dios Todopoderoso, el que era, el que es, y el que
ha de venir. 9 Y siempre que aquellos seres vivientes dan gloria y honra y acción de gracias al que está sentado en el
trono, al que vive por los siglos de los siglos

“Esta empero es la vida eterna—dijo Jesús:—que te conozcan el solo Dios verdadero, y a Jesucristo, al cual has
enviado.” Juan 17:3. MC 318.5

Juan 14:1 No se turbe vuestro corazón; creéis en Dios, creed también en mí.

1 Corintios 8: 6 para nosotros, sin embargo, sólo hay un Dios, el Padre, del cual proceden todas las cosas, y nosotros
somos para él; y un Señor, Jesucristo, por medio del cual son todas las cosas, y nosotros por medio de él.

Necesitamos estudiar las revelaciones que de sí mismo nos dió Dios. MC 319.2

Las cosas de la naturaleza que ahora contemplamos nos dan apenas un débil concepto de la gloria del Edén. El
pecado afeó la belleza de la tierra, y por doquiera pueden verse los estragos del mal. No obstante, queda aún mucha
hermosura. La naturaleza atestigua que un Ser infinito en poder, grande en bondad, misericordia y amor, creó la
tierra y la llenó de vida y de alegría. Aunque ajadas, todas las cosas manifiestan la obra de la mano del gran Artista y
Maestro. Por doquiera que nos volvamos, podemos oír la voz de Dios, y ver pruebas evidentes de su bondad. MC
319.5

El gran poder que obra en toda la naturaleza y sostiene todas las cosas no es, como muchos hombres de ciencia lo
representan, un mero principio que todo lo penetre, una energía siempre activa. Dios es Espíritu; y sin embargo es
un ser personal, pues así se ha revelado. MC 320.6

En la creación de la tierra, nada debió Dios a la materia preexistente. “El dijo, y fué hecho; él mandó, y existió.”
Salmos 33:9. Todas las cosas, materiales o espirituales, surgieron ante el Señor Jehová cuando él habló, y fueron
creadas para su propio designio. Los cielos y todo su ejército, la tierra y todo lo que hay en ella, surgieron a la
existencia por el aliento de su boca. MC 322.7

En la creación del hombre resulta manifiesta la intervención de un Dios personal. Cuando Dios hubo hecho al
hombre a su imagen, el cuerpo humano quedó perfecto en su forma y organización, pero estaba aún sin vida.
Después, el Dios personal y existente de por sí infundió en aquella forma el soplo de vida, y el hombre vino a ser
criatura viva e inteligente. Todas las partes del organismo humano fueron puestas en acción. El corazón, las arterias,
las venas, la lengua, las manos, los pies, los sentidos, las facultades del espíritu, todo ello empezó a funcionar, y todo
quedó sometido a una ley. El hombre fué hecho alma viviente. Por medio de Cristo el Verbo, el Dios personal creó
al hombre, y lo dotó de inteligencia y de facultades. MC 322.8

Continuamente Dios sostiene y emplea como ministros suyos las cosas que hizo. Obra por medio de las leyes de la
naturaleza, que le sirven de instrumento, pero no actúan automáticamente. La naturaleza atestigua la presencia
inteligente y la intervención activa de un Ser que obra en todo según su voluntad. MC 323.5

Juan 8:29 Porque el que me envió, conmigo está; no me ha dejado solo el Padre, porque yo hago siempre lo que le
agrada.

Juan 4:34 Jesús les dijo: Mi comida es hacer la voluntad del que me envió y llevar a cabo su obra.

Juan 6:38 Porque he descendido del cielo, no para hacer mi voluntad, sino la voluntad del que me envió.

Juan 15:10 Si guardáis mis mandamientos, permaneceréis en mi amor, así como yo he guardado los mandamientos
de mi Padre y permanezco en su amor.

La Biblia nos muestra a Dios en su alto y santo puesto, no en estado de inacción, no en el silencio y la soledad, sino
rodeado de millares de millares y millones de millones de seres santos, siempre a la espera de sus órdenes. Por
medio de estos mensajeros permanece Dios en comunicación activa con todas las partes de su dominio. Por medio
de su Espíritu está presente en todas partes. Mediante su Espíritu y sus ángeles atiende y cuida a los hijos de los
hombres. MC 325.1

Por encima de las confusiones de la tierra Dios está en su trono; todas las cosas están abiertas a su divina mirada; y
desde su grande y serena eternidad ordena lo que su providencia considera mejor. MC 325.2

Apocalipsis 3:21 Al que venciere, yo le daré que se siente conmigo en mi trono; así como también yo he vencido, y
me he sentado con mi Padre en su trono.

Apocalipsis 5:13 Y a todo lo creado que está en el cielo, y sobre la tierra, y debajo de la tierra, y en el mar, y a todas
las cosas que en ellos hay, oí decir: Al que está sentado en el trono, y al Cordero, sea la alabanza, la honra, la gloria
y el poder, por los siglos de los siglos.

Mateo 23:22 y el que jura por el cielo, jura por el trono de Dios y por el que está sentado en él.

Apocalipsis 4:2 Al instante estaba yo en el Espíritu, y vi un trono colocado en el cielo, y en el trono uno sentado.
Apocalipsis 7:10 Y clamaban a gran voz, diciendo: La salvación pertenece a nuestro Dios que está sentado en el
trono, y al Cordero.

“Se sentará y reinará sobre su trono, siendo Sacerdote sobre su trono”. No todavía sobre “su trono de gloria”; el
reino de gloria no le ha sido anunciado aún. Solo cuando su obra mediadora haya terminado, “el Señor Dios le dará
el trono de David su padre”, un reino del que “no tendrá fin”. Mateo 25:31; Lucas 1:32, 33. Como sacerdote, Cristo
está sentado ahora con el Padre en su trono. Apocalipsis 3:21. En el trono, en compañía del Dios eterno que existe
por sí mismo, está el Ser que “cargó con nuestras enfermedades y soportó nuestros dolores”, quien fue “tentado en
todo de la misma manera que nosotros, aunque sin pecado”, para poder “socorrer a los que son tentados”. “Si
alguno pecare, abogado tenemos para con el Padre, a saber, a Jesucristo el justo”. Isaías 53:4; Hebreos 4:15; 2:18,
NVI; 1 Juan 2:1, VM. Su intercesión es la de un cuerpo traspasado y quebrantado y de una vida inmaculada. Las
manos heridas, el costado abierto, los pies desgarrados, abogan en favor del hombre caído, cuya redención fue
comprada a tan infinito precio. {CES 92.2}

“Y el consejo de la paz estará entre los dos”. El amor del Padre, no menos que el del Hijo, es la fuente de salvación
para la raza perdida. Jesús dijo a sus discípulos antes de irse: “No os digo que yo rogaré al Padre por vosotros, pues
el Padre mismo os ama”. Juan 16:26, 27. “Dios estaba en Cristo reconciliando consigo al mundo”. 2 Corintios 5:19. Y
en el ministerio del Santuario celestial, “el consejo de la paz estará entre los dos”. “Tanto amó Dios al mundo, que
dio a su Hijo unigénito, para que todo el que cree en él no se pierda, sino que tenga vida eterna”. Juan 3:16, NVI.
{CES 92.3}

Entonces Cristo reaparece a la vista de sus enemigos. Muy por encima de la ciudad, sobre un fundamento de oro
bruñido, hay un trono alto y encumbrado. En el trono está sentado el Hijo de Dios, y en torno suyo están los súbditos
de su reino. Ningún lenguaje, ninguna pluma pueden expresar ni describir el poder y la majestad de Cristo. La gloria
del Padre Eterno envuelve a su Hijo. El esplendor de su presencia llena la ciudad de Dios, rebosando más allá de las
puertas e inundando toda la tierra con su brillo. {CI 113.3}

Hay, gracias a Dios, cuadros más brillantes y halagüeños que el Señor nos ha presentado. Agrupemos las
bienaventuradas seguridades de su amor, como tesoros preciosos, para que podamos mirarlas de continuo. El Hijo
de Dios abandonando el trono de su Padre, vistiendo su divinidad de humanidad, a fin de rescatar al hombre del
poder de Satanás; su triunfo en nuestro favor, abriendo el cielo al hombre, revelando a la visión humana la cámara
de la presencia donde la divinidad revela su gloria; la especie caída levantada desde el abismo de la ruina en que el
pecado la había sumido, y puesta de nuevo en relación con el Dios infinito, habiendo soportado la prueba divina por
la fe en nuestro Redentor, revestida con la justicia de Cristo y exaltada a su trono, éstos son los cuadros con los
cuales Dios nos invita a alegrar las cámaras del alma. Y mientras no miremos “a las cosas que se ven, sino a las que
no se ven” resultará cierto que “lo que al presente es momentáneo y leve de nuestra tribulación, nos obra un
sobremanera alto y eterno peso de gloria.” 2 Corintios 4:18, 17. {2JT 342.1}

Apocalipsis 7:15 Por eso están delante del trono de Dios, y le sirven día y noche en su templo; y el que está sentado
en el trono extenderá su tabernáculo sobre ellos.

Juan 1:18 A Dios nadie le vio jamás; el unigénito Hijo, que está en el seno del Padre, Él le ha dado a conocer.

Juan 1:14 Y el Verbo fue hecho carne, y habitó entre nosotros (y vimos su gloria, gloria como del unigénito del
Padre), lleno de gracia y de verdad. 2Juan 1: 3 Sea con vosotros gracia, misericordia y paz, de Dios Padre y del Señor
Jesucristo, Hijo del Padre, en verdad y en amor.

El Rey del universo convocó a las huestes celestiales a comparecer ante él, a fin de que en su presencia él pudiese
manifestar cuál era el verdadero lugar que ocupaba su Hijo y dar a conocer cuál era la relación que él tenía con todos
los seres creados. El Hijo de Dios compartió el trono del Padre, y la gloria del Ser eterno, que existía por sí mismo,
cubrió a ambos. Alrededor del trono se congregaron los santos ángeles, una vasta e innumerable muchedumbre,
“millones de millones”, y los ángeles más elevados, como ministros y súbditos, se regocijaron en la luz que de la
presencia de la Deidad caía sobre ellos. Ante los habitantes del cielo reunidos, el Rey declaró que ninguno, excepto
Cristo, el Hijo unigénito de Dios, podía penetrar en la plenitud de sus designios y que a este le estaba encomendada
la ejecución de los grandes propósitos de su voluntad. El Hijo de Dios había ejecutado la voluntad del Padre en la
creación de todas las huestes del cielo, y a él, así como a Dios, debían ellas tributar homenaje y lealtad. Cristo había
de ejercer aún el poder divino en la creación de la tierra y sus habitantes. Pero en todo esto no buscaría poder o
ensalzamiento para sí mismo, en contra del plan de Dios, sino que exaltaría la gloria del Padre, y ejecutaría sus fines
de beneficencia y amor. {PP 14.2}

Como ser personal, Dios se ha revelado en su Hijo. Esplendor de la gloria del Padre “y la misma imagen de su
sustancia,” Jesús, como Salvador personal, vino al mundo. Como Salvador personal, ascendió también al cielo. Como
Salvador personal, intercede en las cortes celestiales. Ante el trono de Dios intercede en nuestro favor “Uno
semejante al Hijo del Hombre.” Hebreos 1:3; Apocalipsis 1:13. MC 326.2

“Yo y el Padre una cosa somos,” declaró Cristo. “Nadie conoció al Hijo, sino el Padre; ni al Padre conoció alguno, sino
el Hijo, y aquel a quien el Hijo lo quisiere revelar.” Juan 10:30; Mateo 11:27. MC 326.4

Los discípulos no entendían aún lo que Cristo les decía respecto de su relación con Dios. Gran parte de su enseñanza
quedaba aún obscura para ellos. Cristo quería que tuvieran un conocimiento de Dios más claro y preciso. MC 328.1

Cuando, en el día de Pentecostés, el Espíritu Santo descendió sobre los discípulos, comprendieron más cabalmente
las verdades que Cristo les había dicho en parábolas. Gran parte de la enseñanza que para ellos había sido un
misterio les fué declarada. Pero ni aun entonces recibieron los discípulos el cumplimiento cabal de la promesa hecha
por Cristo. Recibieron todo lo que podían entender del conocimiento de Dios, pero el cumplimiento total de la
promesa, a saber, que Cristo les mostraría al Padre en su plenitud, estaba aún por venir. Y así es también hoy.
Nuestro conocimiento de Dios es parcial e imperfecto. Cuando haya terminado el conflicto, y el Hombre Cristo Jesús
reconozca ante el Padre a sus fieles obreros, quienes en un mundo de pecado habrán dado el verdadero testimonio
del Salvador, entonces comprenderán a las claras lo que ahora es para ellos un misterio. MC 328.3

Cristo llevó consigo a las cortes celestiales su humanidad glorificada. A los que le reciben les da potestad de ser
hechos hijos de Dios, para que al fin Dios los reciba como suyos, a fin de que vivan con él por toda la eternidad. Si
durante esta vida permanecen leales a Dios, al fin “verán su cara; y su nombre estará en sus frentes.” Apocalipsis
22:4. ¿Y en qué consiste la felicidad del cielo sino en ver a Dios? ¿Qué gozo mayor puede haber para el pecador
salvado por la gracia de Cristo que el de contemplar la faz de Dios y conocerle como a Padre? MC 328.4

Las Escrituras indican con claridad la relación entre Dios y Cristo, y manifiestan con no menos claridad la
personalidad y la individualidad de cada uno de ellos. MC 329.1

“Dios, habiendo hablado muchas veces y en muchas maneras en otro tiempo a los padres por los profetas, en estos
postreros días nos ha hablado por el Hijo, ... el cual siendo el resplandor de su gloria, y la misma imagen de su
sustancia, y sustentando todas las cosas con la palabra de su potencia, habiendo hecho la purgación de nuestros
pecados por sí mismo, se sentó a la diestra de la majestad en las alturas, hecho tanto más excelente que los ángeles,
cuanto alcanzó por herencia más excelente nombre que ellos. Porque ¿a cuál de los ángeles dijo Dios jamás: Mi hijo
eres tú, hoy yo te he engendrado? Y otra vez: Yo seré a él Padre, y él me será a mí hijo?” Hebreos 1:1-5. MC 329.2

En ocasión del bautismo del Salvador, Satanás se hallaba entre los testigos. Vió la gloria del Padre que descansaba
sobre su Hijo. Oyó la voz de Jehová atestiguar la divinidad de Jesús. Desde el pecado de Adán, la especie humana
había estado privada de la comunión directa con Dios; el trato entre el cielo y la tierra se había realizado por medio
de Cristo; pero ahora que Jesús había venido “en semejanza de carne de pecado,” el Padre mismo habló. Antes se
había comunicado con la humanidad por medio de Cristo; ahora se comunicaba con la humanidad en Cristo.
Satanás había esperado que el aborrecimiento que Dios siente hacia el mal produjera una eterna separación entre el
cielo y la tierra. Pero ahora era evidente que la relación entre Dios y el hombre había sido restaurada. {DTG 90.3}
2 Corintios 5:19 que Dios estaba en Cristo reconciliando consigo al mundo, no tomándoles en cuenta a los hombres
sus pecados, y nos encargó a nosotros la palabra de la reconciliación.

Juan 14:10 ¿No crees que yo estoy en el Padre, y el Padre en mí? Las palabras que yo os digo, no las hablo por mi
propia cuenta, sino que el Padre que mora en mí es el que hace las obras.

Mateo 1:23 He aquí una virgen concebirá y dará a luz un hijo, y llamarás su nombre Emmanuel, que interpretado es:
Dios con nosotros.

La personalidad del Padre y del Hijo, como también la unidad que existe entre ambos, aparecen en el capítulo
décimo-séptimo de Juan en la oración de Cristo por sus discípulos: MC 329.3

La unidad que existe entre Cristo y sus discípulos no destruye la personalidad de uno ni de otros. Son uno en
propósito, en espíritu, en carácter, pero no en persona. Así es como Dios y Cristo son uno. MC 329.5

La revelación del amor de Dios al hombre tiene su centro en la cruz. No hay lengua capaz de expresar todo su
significado, ni pluma que pueda describirla, ni inteligencia humana apta para comprenderla. Al contemplar la cruz
del Calvario, sólo podemos decir: “Porque de tal manera amó Dios al mundo, que ha dado a su Hijo unigénito, para
que todo aquel que en él cree, no se pierda, mas tenga vida eterna.” Juan 3:16. MC 331.1

“Cristo es el que murió; más aún, el que también resucitó, quien además está a la diestra de Dios.” “Por lo cual
puede también salvar eternamente a los que por él se allegan a Dios, viviendo siempre para interceder por ellos.”
MC 331.4

Hebreos 1:3 el cual, siendo el resplandor de su gloria, y la imagen misma de su sustancia, y quien sustenta todas las
cosas con la palabra de su poder, habiendo hecho la expiación de nuestros pecados por sí mismo, se sentó a la
diestra de la Majestad en las alturas,

1 pedro 3:22 el cual habiendo subido al cielo, está a la diestra de Dios; estando sujetos a Él, ángeles, autoridades y
potestades.

. No es la voluntad de Dios que un ser humano someta su mente a la de otro. Cristo resucitado, que está sentado
ahora en el trono a la diestra del Padre, es el poderoso sanador. Miren a él para recibir poder curativo. Sólo por
medio de él pueden los pecadores acudir a Dios así como están. Jamás podrán lograrlo por medio de la mente de
otro hombre. El ser humano jamás debe interponerse entre los agentes celestiales y los que sufren.3 {CPI 601.2}

Es por medio del don de Cristo como recibimos toda bendición. Mediante este don se derrama sobre nosotros día
tras día, sin interrupción, el raudal de la bondad de Jehová. Todas las flores, con sus delicados tintes y fragancia, nos
son dadas para nuestro deleite por medio de este único don. El sol y la luna fueron hechos por él. No hay una sola
estrella que embellezca el cielo que él no hiciera. Cada gota de lluvia que cae, cada rayo de luz derramado sobre
nuestro ingrato mundo atestiguan el amor de Dios en Cristo. Todo lo recibimos por medio del único don inefable, el
unigénito Hijo de Dios. Fué clavado en la cruz para que todas estas larguezas fluyeran sobre toda la creación de Dios.
Mc 331.7

“Mirad cuál amor nos ha dado el Padre, que seamos llamados hijos de Dios.” Mc 332.1

2Juan 1: 3 Sea con vosotros gracia, misericordia y paz, de Dios Padre y del Señor Jesucristo, Hijo del Padre, en
verdad y en amor.

1 Juan3:1 MIRAD cuál amor nos ha dado el Padre, que seamos llamados hijos de Dios: por esto el mundo no nos
conoce, porque no le conoce á él.
Juan 3:16 Porque de tal manera amó Dios al mundo, que dio a su Hijo unigénito, para que todo aquel que cree en
El, no se pierda, mas tenga vida eterna.

Juan 15:21 Pero todo esto os harán por causa de mi nombre, porque no conocen al que me envió.

Juan 20:21 Entonces Jesús les dijo otra vez: Paz a vosotros. Como me envió el Padre, así también yo os envío.

“Por esta causa—dice Pablo—doblo mis rodillas al Padre de nuestro Señor Jesucristo, del cual es nombrada toda la
parentela en los cielos y en la tierra, que os dé, conforme a las riquezas de su gloria, el ser corroborados con
potencia en el hombre interior por su Espíritu. Que habite Cristo por la fe en vuestros corazones; para que,
arraigados y fundados en amor, podáis bien comprender con todos los santos cuál sea la anchura y la longura y la
profundidad y la altura, y conocer el amor de Cristo, que excede a todo conocimiento, para que seáis llenos de toda
la plenitud de Dios.” Efesios 3:14-19. MC 332.6

“No cesamos de orar por vosotros, y de pedir que seáis llenos del conocimiento de su voluntad, en toda sabiduría y
espiritual inteligencia; para que andéis como es digno del Señor, agradándole en todo, fructificando en toda buena
obra, y creciendo en el conocimiento de Dios: corroborados de toda fortaleza, conforme a la potencia de su gloria,
para toda tolerancia y largura de ánimo con gozo.” Colosenses 1:9-11. MC 332.1

2Juan 1:7 Porque muchos engañadores han salido por el mundo, que no confiesan que Jesucristo ha venido en
carne. Quien esto hace es el engañador y el anticristo.

2 Juan 1:9 Cualquiera que se extravía, y no persevera en la doctrina de Cristo, no tiene a Dios; el que persevera en la
doctrina de Cristo, ése sí tiene al Padre y al Hijo.

Tal es el conocimiento que Dios nos invita a recibir, y fuera del cual todo otro es vanidad e insignificancia. MC332.2

2 Juan1:10 Si alguno viene a vosotros, y no trae esta doctrina, no lo recibáis en casa, ni le digáis: !!Bienvenido!

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