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pares. Presenta una gran regularidad métrica, lograda gracias al uso frecuente de
la sinalefa.
Todo el poema resulta ser una apóstrofe apelativa repleta de enumeraciones. Así,
los 59 versos hexasílabos que componen el poema podrían ser divisibles en
cuatro partes:
La primera parte, comprendida del verso primero al 14, está compuesta por un
seguido de anáforas y paralelismos: “tú me quieres alba...”, “tú me quieres
blanca...”, “tú me quieres casta...”, que recalcan la pretensión final del hombre: la
búsqueda de la virginidad primigenia de la mujer. Esta interpretación se extrae
gracias a las numerosas metonimias y metáforas empleadas. Así, utiliza los
términos: blanca, nívea, casta, alba, nácar y azucena, substitutos del concepto de
virginidad y que aparecerán a lo largo de todo el poema aportándole una intensa
carga contradictoria. Pero además, hace uso de la metáfora con la que llega a
identificar la virginidad con un acto casi de clausura: “de perfume tenue”, “corola
cerrada”, “ni un rayo de luna filtrado me haya”, “ni una margarita se diga mi
hermana”.
La segunda parte se inicia en el verso número 15 y finaliza en el 35. Se trata de un
conjunto de acusaciones vinculadas al vicio y los excesos del hombre. A su vez,
resulta ser también una extensa antítesis de las pretensiones expresadas en la
primera parte del poema. De nuevo hace uso de la anáfora, pero aquí actúa como
un detonante acusador: “Tú que hubiste todas las copas a mano...”, “Tú que en el
banquete cubierto de pámpanos...”, “Tú que en los jardines negros del engaño...”.
Utiliza los recursos de la aliteración y la metonimia para recrear este clima de
excesos y corrupción. En los cuatro primeros versos utiliza vocablos que contienen
una m: manos, mieles, morados, así aludiendo a intensos placeres; placeres que
remata con la inclusión de la figura hedónica del dios grecolatino Baco. Hace un
segundo uso de la metonimia al identificar los colores negro y rojo con el engaño y
la pasión respectivamente:
vestido de rojo
corriste al estrago.
vete a la montaña;
Límpiate la boca;
la tierra mojada;
alimenta el cuerpo
y lévate al alba.
De este modo, la autora identifica la purificación del alma con la fusión de dichas
partes del cuerpo y los diferentes elementos de la naturaleza citados.
En la cuarta y última parte (vv. 50-59) la autora concluye el poema citando la
futura concesión a las pretensiones del hombre. Eso sí, una vez que éste se haya
preténdeme blanca,
preténdeme nívea,
preténdeme casta.