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La “caverna”, una mezcla entre el hábito y la invisibilidad

El ser humano puede habituarse fácilmente a sus experiencias, es decir,


interiorizar lo que percibimos durante la vida, esto lo denominamos
“realidad”. Pero, ¿cómo saber si lo que el individuo percibe es lo real y no es
un engaño?, aparentemente nadie lo podría saber. Borges menciona: “en
verdad la realidad no existe, y en realidad la verdad tampoco”. Sin embargo
la realidad no deja de ser una cuestión de suma importancia sobre todo para
los filósofos griegos, principalmente para platón.
En el “mito de la caverna”, platón enseña por medio de una alegoría dos
mundos, el primer mundo, es “el mundo de lo sensible”; todo aquello que
podemos percibir por medio de los sentidos donde no cabe la ciencia si no la
mera opinión (interior de la caverna). Y “el mundo de las ideas” en el que no
se puede acceder por medio de los sentidos si no por la razón (exterior de la
caverna).
Al interior de la caverna habitan seres que han estado encadenados siempre,
ellos solo miran el fondo de la caverna. Detrás de ellos hay un muro, al otro
lado del muro hay fuego y unos hombres que caminan con objetos sobres sus
cabezas, el fuego impacta sobre los objetos y se produce una sombra que se
proyecta en el fondo de la caverna. Los prisioneros observan esas sombras
deformadas, la sombra para platón no es nada real.
Los prisioneros confunden apariencia y realidad, ellos están encadenados
desde siempre y ya están habituados, las han incorporado como parte de su
realidad.
Esto nos lleva a cuestionar ¿Cuáles son las cadenas que nos atan
actualmente? Los miedos, los prejuicios, los criterios de aceptación en una
sociedad, el consumo; todo aquello que creemos necesitar y que nos dicen
por los medios de comunicación y la publicidad que necesitamos. Estas ideas
las vemos como “normales” y las ideas normales son obvias e
incuestionables; son opiniones características del mundo al interior de la
caverna. Estamos tan inmersos en una cultura, con unos principios y
parámetros sociales, que a todo le llamamos “normal”, sin cuestionar nada
porque no se ha vivido otra realidad diferente a la propia, por el contrario se
hace un juicio negativo y en algunos casos excluyente de lo que a nivel
personal consideramos “anormal”, creándose un sentido común para todos.
Para aterrizar un ejemplo más visible en Colombia observamos la constante
violencia por los grupos al margen de la ley, ya estamos acostumbrados a ver
en las noticias muertos, bombas, torturas, etc. Para una persona de otro país
con menos violencia u otro tipo de violencia le parecería aterrador lo que
para los colombianos es normal.
El filósofo francés Deleuze menciona: “El peor encierro es a cielo abierto”
Todo lo que hacemos está controlado, con facilidad la vida privada de las
personas puede ser sabida por cualquiera por medio de las redes sociales.
Con la tecnología existen cámaras, chips, radares y GPS que facilitan la
ubicación de cualquier individuo. El comercio puede predecir lo que va a
comprar el consumidor por medio de un estudio de mercado para saber los
gustos y las preferencias de las personas. La sociedad mercantil nos crea
necesidades innecesarias y nosotros las vemos como “normales”, porque
usan distractores como la “televisión vacía”, las redes sociales entre otros,
que platón menciona sombras o engaños.
Para continuar con la dicotomía entre la realidad y lo aparente, platón
plantea un supuesto donde uno de los prisioneros sale de la caverna, con una
sensación extraña, por lo que se le dificulta ver.
Esto con relación a la obtención del conocimiento, cuando por medio de la
razón se comienzan a romper todos aquellos paradigmas que desde
pequeños nos han inculcado y siempre se pensaron eran la única verdad, se
empieza a salir de la caverna. Pero este proceso no es fácil, siempre viene
acompañado de crisis existencial, y en esa búsqueda de la respuesta el
camino es doloroso, como lo menciona platón. Pero el gran triunfo de todo
esto es llegar a la conclusión de “sentirse otro ser” un poco diferente a los
demás.
Luego, la pregunta es ¿después de haberse liberado el prisionero, qué hacer?
Platón menciona que después de que el ser puede ver con claridad la verdad
vuelve a la caverna para manifestarles a los que continúan esclavos lo que ha
visto y desea liberarlos también. Sin embargo su regreso no es celebrado, por
el contrario la realidad que explica el liberado no es comprendida por los
esclavos y lo perciben raro, enfermo, desajustado.
Platón menciona que aquel ser que es capaz de salir de la caverna y ver la
realidad es el filósofo porque por medio de la duda cuestiona todo lo
existente y vislumbra lo “normal” como extraño.
Pero en la actualidad no se traduce esta metáfora como el filósofo el
liberado, porque ahora vemos la filosofía como una profesión y no una
cualidad o capacidad que tiene un individuo para ver más allá de la realidad
aparente.
Para finalizar podemos concluir que el individuo que no busque cuestionar
todo a su alrededor, no es un ser libre porque siempre tendrá cadenas. Por lo
tanto cuando nos referimos a libertad al mismo tiempo estamos hablando de
alejarnos de la ignorancia.
Así mismo, cuando nos habituamos a lo que percibimos, estamos perdiendo
la visibilidad de nuestras cadenas. Factores como la política, la sociedad
mercantil fortalecen ese estado de habituación por lo que no hay mejor
manera de que el individuo busque la forma de romper las cadenas buscando
otras formas de conocimiento como la lectura donde se puede hallar diversas
posturas, múltiples realidades y abundante aprendizaje.
¿Cómo saber si al salir de nuestra caverna vamos a entrar a una más grande?
Como se mencionaba en un inicio probablemente nadie podría diferenciar un
engaño de la realidad, por lo tanto nunca conformarse con el conocimiento
que adquiramos, siempre dudar y debatir, en un margen de respeto, porque
al fin de cuentas nadie tiene la verdad absoluta, esto sin caer en los
relativismos absurdos.

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