miércoles, 26 de febrero de 2020
Cartas de Juan: Un llamado a las cosas fundamentales
Prolegómenos
Por tanto, concluimos que los temas tratados
Introducción
El autor de las tres cartas parece haber sido un
residente de la comunidad de los lectores
originales. Se nota que es un distinguido líder
de la iglesia por su falta de presentación, lo
que da por sentado que los receptores de las
misivas le conocen, y reconocen su autoridad
dentro de la iglesia al respetar su voz.
Vemos el modo tan personal con el que el
escritor se dirige a sus destinatarios usando la
primera persona del singular ‘yo’, que
repetidamente se nota a lo largo de las tres
epístolas. Esto prueba que hay una intima y
fuerte relación entre ambos, por tanto no hace
falta - sobre todo en la primera de carta -
introducción detallada.
Aunque para nosotros es difícil conocer con
certeza quienes fueron los destinatarios y
solamente llegar a conjeturas en base a las
evidencias internas en los tres documentos. El
autor conoce perfectamente los detalles o
necesidades de sus lectores.
Los temas que trata son: Amor; luz; la verdad;
el testimonio; y la filiación. Pero más allá -
como escribe Simón Kistemaker en su
comentario, citando a J.R.W Stott- del tono de
estas cartas… el escritor no da en ningún
instante la impresión de ser blando o débil.
No hay temor en denunciar a los falsos
maestros de su época llamándoles de
‘mentirosos’ (cf. 1,10; 2,4,22; 4,20; 5,10)
‘anticristo’ (cf. 1 Juan 2,18,11; 4,3; 2 Juan 7)
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en las epístolas es con el propósito de refutar
la falsa doctrina infiltrada en la iglesia de
Cristo, y obviamente salvaguardar la sana
enseñanza del Evangelio de Jesucristo
impartida en la comunidad de creyentes. Sin
embargo, hay temas que los receptores ya
tienen por conocido, el autor da por supuesto
que se conoce la doctrina de Cristo en la
comunidad (cf. 1 Juan 2,7) y la recepción de
ella o el rechazo manifestará quienes
pertenecen al pueblo de la promesa o no. Esto
lo vemos en la clara distinción que se hace
entre los ‘hijos de Dios’ y los ‘hijos del
diablo’ (cf. 1 Juan 3,10) y la distinción entre
el ‘espíritu de la verdad’ y ‘el espíritu del
error’ (cf. 1 Juan 4,6) Por tanto, es claro que
aquellos que han creído a la verdad de Dios
no recibirán a ningún falso maestro a que
enseñe en sus casa (cf. 2 Juan 10).
La ocasión
Las cartas de Juan, en primer lugar, deben ser
consideradas como escritos ‘pastorales’.
Porque la preocupación primaria del apóstol
no es refutar las enseñanzas de los falsos
maestros, que sí estaban presentes, y esto
viene a formar el trasfondo de estos tres
documentos, pero su principal propósito es el
de proteger a la iglesia de estos falsos
maestros, y confirmarla en la fe y la vida
cristiana.

Encontramos este propósito definido cuando
leemos: "vuestro gozo sea cumplido", "que no
pequéis" y "que sepáis que tenéis vida
eterna" (1:4; 2:1; 5:13) Con estas
aseveraciones podemos darnos cuenta de las
cualidades cristianas que Juan desea ver en la
iglesia: Gozo, santidad, seguridad. Entonces,
las cartas de Juan no son un tratado teológico
escrito tranquilamente en un escritorio, sino
un tratado teológico para el momento,
suscitado por una situación particular y
urgente en la iglesia.
Juan escribe a creyentes que necesitan ser
confirmados en la fe cristiana. En un tiempo
los falsos maestros que se habían levantado
pasaban por miembros de la iglesia, pero
ahora salieron de ella (cf 1 Juan 2,19), y se
han ido al mundo a difundir sus mentiras que
eran muy peligrosas y por tanto causaban
mucho daño. Estos engañadores se habían
retirado de la iglesia porque no habían
logrado convencer al resto de la congregación
de irse tras ellos y de su falsa enseñanza. En
primer lugar, los que habían permanecido
fieles a la verdad, fue porque pertenecían a
Dios. En segundo lugar, el Espíritu de Dios
les había convencido que las Escrituras, la
doctrina apostólica era la única verdad que
venía de Dios. Así, con la verdad en sus
mentes, corazones y acciones, habían
vencido, por la gracia de Dios, a estos falsos
maestros (cf 1 Juan 4,1-6)
El versículo 6 nos revela que es el Espíritu
Santo quien aconseja por medio de los
escritos de los apóstoles a los creyentes,
“Nosotros somos de Dios; el que conoce a
Dios, nos oye; el que no es de Dios, no nos
oye. En esto conocemos el espíritu de verdad
y el espíritu de error.”
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Con estas palabras Juan esta confirmando que
no hay otra fuente de revelación para la
iglesia fuera de los documentos apostólicos.
Con esto no estamos diciendo que el A.T no
es inspirado por Dios. Toda la Escritura es
inspirada por Dios (cf. 2 Timoteo 3,16). Nos
referimos que aquellos falsos maestros
enseñaban una doctrina respecto a Cristo,
diferente a la que los apóstoles se les había
mandado enseñar por el mismo Jesucristo (cf.
Mateo 28,19-20)
Juan va a describir a estos hombres y su
enseñanza, en primer lugar como ‘falsos
profetas’ (cf. 1 Juan 4,1) Un profeta es un
maestro que habla inspirado por un poder
sobre natural. El profeta verdadero habla la
voluntad de Dios, y no hay contradicción
entre lo que enseña y lo que el Espíritu de
verdad reveló en las Escrituras, por tanto, el
falso profeta es vocero del espíritu del error.
Por eso es que Juan llama a la iglesia a
‘examinar’ a la luz de las Escrituras la
enseñanza de estos falsos maestros cuando
escribe, ‘probar los espíritus’. En segundo
lugar, son ‘engañadores’ porque descarriaban
a la gente de la verdad (cf. 2 Juan 7) En tercer
lugar son ‘anticristos’ porque el elemento
fundamental de su doctrina es negar que
Jesucristo es Dios, se hizo carne y habitó
entre nosotros (cf. Juan 1,14).
Esto es ocasión para enviar cartas a la iglesia
y recordarles las cosas que son fundamentales
de la fe cristiana. Este es el cuidado que la
iglesia debe tener de la doctrina. Muchos han
salido por el mundo enseñando mentiras.
Torciendo las Escrituras, y muchos han salido
de la iglesia detrás de estos engañadores y de
su doctrina mentirosa. La iglesia debe cuidar
a quien invita a compartir la Palabra de Dios
en su púlpito.

El mensaje
Vivimos en una época de cambios. Nada es
estable en nuestros días. Constantemente
están surgiendo nuevas maneras de realizar
las cosas. Hay cambios sociales y políticos.
En nuestro país la mente de las personas está
llena de inseguridades que controlan su
accionar. Se vive en un espíritu de
desesperanza e inseguridad.
Estos cambios e inseguridades han llagado a
la iglesia cristiana quien tiene la consigna de
predicar a Aquel que es ‘el mismo ayer, y hoy
y por los siglos’ (cf. Hebreos 12,28;13,8)
Muchos cristianos no viven convencidos de la
seguridad que hay en Cristo. Su confusión les
ha llevado a actuar como el mundo. Buscan
asegurar el futuro a través del soborno, en las
garantías débiles e inestables que ofrece el
mundo.
Estudiar las cartas de Juan nos ayudará a
entrar en otro ‘mundo’ distinto al que el
creyente vive y se siente cómodo. El tema
central de estas epístolas es la seguridad
cristiana. La seguridad del cristiano es doble,
primero, podemos decir que es objetiva,
significa que la religión cristiana es
verdadera. Esta fundamentada en la verdad de
Dios, la Biblia. La iglesia ha sido creada por
la Palabra de Dios. Segundo, que es subjetiva,
significa que el creyente ha nacido de Dios y
posee la vida eterna. Dios afirma en su
Palabra que, esta doble seguridad es correcta
y saludable para todos los cristianos. En un
mundo y país donde no hay garantía de
seguridad, el creyente puede sentirse inseguro
y por tanto con miedo, si mira atentamente a
lo que el mundo ofrece. Pero el creyente ‘…
que mira atentamente en la perfecta ley, la de
la libertad, y persevera en ella, no siendo
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oidor olvidadizo, sino hacedor de la obra,
éste será bienaventurado en lo que hace’.
(Santiago 1,25) Entonces, la seguridad del
cristiano jamás se encontrará en un mundo al
cual no pertenece. El creyente pertenece al
reino de Dios, y es Dios mismo quien le
asegura esta pertenencia, por medio de Cristo.
a) Seguridad acerca de Cristo.
Juan escribe que el creyente ‘conoce la
verdad’ (cf. 1 Juan 2,21; 2 Juan 1) ¿a qué se
refiere con la verdad? Primero, a la verdad
acerca del mundo y su condición (cf 1 Juan
2,18; 3,15; 5,19) El creyente esta convencido
que el mundo esta controlado por el pecado,
por tanto no debe sorprenderle la maldad.
Podemos mirar a través de las Escrituras que
el hombre día a día se hunde cada vez más
profundo en el estiércol del pecado (cf.
Génesis 3-11,9) En segundo lugar, se refiere a
la verdad acerca de nosotros los creyentes,
nuestro deber y nuestro destino (cf. 1 Juan
3,2; 5,18) El creyente ‘conoce’ la verdad
acerca de Dios y Cristo, ‘Pero sabemos que el
Hijo de Dios ha venido, y nos ha dado
entendimiento para conocer al que es
verdadero; y estamos en el verdadero, en su
Hijo Jesucristo. Este es el verdadero Dios, y
la vida eterna.’ (1 Juan 5,20)
La seguridad del Creyente radica en la verdad
revelada de Dios a la iglesia que es su
Palabra. Si tenemos el torpe atrevimiento de
ir más allá de la doctrina de Cristo, nos
llevará al error y a la ruina. A la inseguridad
de nuestra salvación. No debemos dejarnos
llevar por doctrinas novedosas, que solo
perturban la mente, y siembran la semilla de
la inseguridad en la iglesia. Nuestra seguridad
es Cristo, él es nuestra salvación, él es nuestra

justicia. El Espíritu Santo en nuestro corazón
es la seguridad de que somos de Dios.
b) La seguridad de la vida eterna.
¿Qué significa ser cristiano en el lenguaje del
apóstol Juan? Ser cristiano en el lenguaje de
Juan, es haber nacido de Dios, conocer a Dios
y estar con él, gozando esa comunión íntima y
personal con él, que es la vida eterna. Ellos
tienen que saber que significa ser cristiano
(cf. 1 Juan 5,13) Por tanto, Juan trata de llevar
a los creyentes al conocimiento de que tienen
vida eterna ¿y cómo pueden asegurar los
creyentes que tienen la vida eterna? Juan nos
dará tres pruebas cardinales por las cuales el
creyente puede juzgar si tiene la vida eterna:
1. La prueba teológica: ‘si creemos que
Jesús es ‘el Hijo de Dios’ (cf. 1 Juan 3,23;
5,5,10,13) Todo aquel que niega que Cristo es
Dios o su encarnación no puede ser aceptado
como cristiano.
2. La prueba moral: Viviendo una vida que
manifieste el fruto del Espíritu (cf. 1 Juan
1,5-7)
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Por tanto, podemos pretender ser cristianos,
conocer a Dios y tener vida eterna, pero Juan
insiste en que la confesión con nuestra boca,
obviamente con palabras, es desmentida por
los hechos (cf 1 Juan 1,6,8,10; 2,4,6,9; 4,10)
‘De hecho, "el que dice" que conoce y ama a
Dios, mientras desobedece sus mandamientos
y aborrece a su hermano, así como el que
niega que Jesús es el Cristo, es “mentiroso”.1
Para Nuestra Espiritualidad
¿Por qué estudiar las cartas de Juan? Recordar
las cosas fundamentales de la fe cristiana
como la ‘seguridad en Cristo y de la vida
eterna’, basados en los fundamentos que da
Juan, puede llevar al Pueblo de Dios, en
medio de la oposición del mundo y las
diversas pruebas que se padecen (cf. Santiago
1,2), a acercarse a conocer al Dios de la
Biblia. A confirmar a la iglesia en la fe al
recordar desde el púlpito las cosas
fundamentales de la fe cristiana.

3. La prueba social: Si nos amamos los unos

a los otros. Puesto que Dios es amor y que
todo amor viene de Dios, está claro que una
persona que no tiene amor no puede
conocerle (1 Juan 4,7-8)

Es importante ver que las tres pruebas de Juan

tienen una estrecha coherencia: De manera
que quien cree que Jesús es el Cristo, y ama y
practica la justicia, da evidencia que ha sido
‘engendrado por Dios’.

1 Stott J. Cartas de Juan.