Documenti di Didattica
Documenti di Professioni
Documenti di Cultura
Quien no sabe a dónde va, nunca sabe si el viento impulsor está a su favor o en contra.
Séneca (parafraseado)
1
Definir una buena política, comienza por el manejo claro (y acordado) de ciertos
conceptos, entre estos (tratándose de una política para el desarrollo forestal venezolano)
los de “Patrimonio Forestal” y “Recursos Forestales”. Estos dos conceptos están mal
definidos y mal empleados por muchos dirigentes y autoridades forestales, los cuales han
sido plasmados así en el principal instrumento legal en materia silvicultural, la Ley de
Bosques vigente. Esta situación explica en buena medida el por qué no logramos dar en la
diana del desarrollo forestal posible.
La ley de Bosques (2013) señala en su artículo 42 que los componentes de nuestro
Patrimonio Forestal son: a) Bosque natural, b) Bosques plantados, c) árboles fuera del
bosque, d) otros ecosistemas vegetales, e) las tierras forestales y, f) el inventario existente
de productos forestales. En función a esta definición, se establecen los lineamientos
legales (¿y políticos?) de conservación, defensa, fomento, mejoramiento y manejo
sustentable del patrimonio forestal venezolano. Y aquí el error. Los mencionados “a, b, c,
d, e y f” no pasan de ser el “conjunto de recursos forestales”. La conservación, manejo y
fomento de los recursos forestales por sí solos, no producirán desarrollo social ni
económico; si acaso provocaremos (con esa interpretación legal de “patrimonio forestal”)
un mejoramiento ambiental, que es bastante decir, por supuesto, pero que no impacta
per se, nuestro desarrollo nacional.
El apalancamiento de todo desarrollo humano, social, se debe al sabio uso de su
“patrimonio” y no solo de los recursos naturales (forestales en este caso) de que disponga.
Este término de “patrimonio” viene del latín y significa “recibido del padre” o “recibido
por línea paterna”; tiene origen en el derecho romano que señalaba que, el “patrimonio”
era familiar y no unipersonal sobre el cual el “pater familias” podía disponer libremente,
pero estaba en la obligación de preservarlo y aumentarlo en la medida de lo posible. La
UNESCO expresa un concepto sobre el término, con el cual me identifico y traigo al ámbito
silvicultural social, de desarrollo nacional:
“Es la herencia recibida de los antepasados, y que viene a ser el testimonio de su existencia, de su visión de
mundo, de sus formas de vida y de su manera de ser, y es también el legado que se deja a las generaciones
futuras”… Herencia recibida… testimonio de su existencia… visión de su mundo… legar.
2
Los Convenios y Tratados Internacionales sobre la materia, suscritos por la Nación.
El conocimiento técnico y científico, teórico y práctico sobre la materia.
El conocimiento ancestral. La sabiduría popular forestal.
La Cátedra en materia silvicultural (universidades).
La investigación silvicultural nacional y sus instituciones (Centros de Investigación).
El colectivo humano de obreros, operarios, profesionales y técnicos en la materia.
Las Organizaciones sociales y socio productivas que giran en torno al asunto forestal.
La Industria forestal.
El inventario existente de elaboraciones en base a insumos forestales.
Y es este concepto y contenido temático, “Patrimonio Forestal”, el que está más ligado al
emprendimiento del “Desarrollo Forestal Posible”. Nuestro desarrollo forestal no se basa
en la existencia de bosques (únicamente) ni en la riqueza que poseemos de recursos
forestales (únicamente) sino en la potenciación y maximización de uso que le demos. Así,
cuando digamos potenciar al máximo nuestro patrimonio, estaremos diciendo recursos
naturales, instituciones rectoras, universidades, centros de investigación, grupos sociales,
empresa pública y empresa privada.
Si asumimos los anteriores términos de esta manera propuesta, aclararemos en mucho
nuestra situación (política, legal y operativa) sobre el tema silvicultural. Si asumimos estos
términos como tales, podemos avanzar con certeza sobre el desarrollo posible.
Claro, esta “adecuación” de conceptos significa modificar el contenido y filosofía de la ley.
Utilizar el patrimonio forestal nacional para producir bienestar a la par de asegurar el
futuro ambiental, cobra nuevo significado.
Pero también debe reflexionarse sobre dicha ley de Bosques, contra lo señalado por su
artículo n° 6. Este artículo estipula que: “el presidente o presidenta de la república en
Consejo de ministros, formulará y aprobará, mediante decreto, la política nacional
forestal, a fin de orientar las actuaciones de los órganos y entes del Poder Público en
materia de bosques, gestión del patrimonio forestal y desarrollo de las cadenas
productivas, en sus respectivos ámbitos de competencia.”, para de seguidas declarar que
“La política nacional forestal debe orientar el desarrollo forestal del país, estableciendo
las estrategias, prioridades, objetivos y metas de alcance nacional, regional y local,…”
(resaltados y subrayados míos).
Con esto se reconoce que, a la fecha de promulgación de la ley de bosques (y aún hoy) NO
existe un formulación de política forestal nacional. Llama poderosamente la atención esta
situación. Yo entiendo que, a nivel de acciones rectoras, para temas de tanta
trascendencia como “desarrollo nacional”, “uso de los recursos naturales” o “utilización
de los grandes espacios nacionales”, primero es “la política” y luego, derivada de esta, “la
ley”. La ley es una expresión de la definición política. Sin definición política resulta azaroso
acertar en reglamentar intenciones o deseos que no están clara y explícitamente
definidos. Cómo lo dice el mismo artículo: es la definición política quien orienta las
actuaciones de los órganos y entes del Poder Público en materia de bosques, gestión
forestal y desarrollo productivo.
3
Nuestra dirigencia forestal nacional debe promover este debate participativo y lograr
acuerdo, a la brevedad. Sin estas definiciones (“aclaratorias”) nunca lograremos avanzar
en desarrollo forestal.
Inocencio soto C.
Maturín, 30 de septiembre 2019.