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EL SISTEMA URBANO
EDICIONES DE LA UNIVERSIDAD
DE BARCELONA
Coleccion "Pensamiento y Método Geograficos", N.o 3
de Barcelona
© Edicions i Publicacions de la Universitat
1� Edici6n Barcelona, 1974
ISBN: 84-600·6342-9
Este libro recoge una serie de arr iculos publicados 1967 Y 1972 en
entre
Problemas Generales
CAPITULO 1
presiôn, utilizada por primera vez por el geôgrafo alernân F. Ratzel en 1891
procede de la fisiologia y deriva de la consideracién de la ciudad como 6rgano
que realiza ciertas funciones (BEAUJEU GARNIER-CHABOT, 1963). Desde los
a Il
carâcter sistemâtico.
Como es sabido, el concepto de funciôn se ernplea también en
sociologia
y antropologia aludiendo con él altipo a
tipos de acciôn de que es notoria
u
las acciones de los grupos sociales y al resultado de las mismas. De forma con ..
SlI tudio (1). La vision de Brunhes era 'demasiado parcial y la critica que poco
--
En la
geograHa anglosajona la referencia a las funciones urbanas aparece
tempranamente en el trabajo de W. S. Tower sobre las ciudades norteamericanas
(TOWER, 1905), siendo utilizado en seguida el concepto por los sociôlogos ur
banos, en particular por la escuela de. Chicago; las obras de N els Anderson,
E. C. Lindeman, Niles Carpenter y otros sociôlogos contienen numerosas alu
siones las clasificaciones funcionales y a los tipos de ciudades industriales,
a
Caracteristicas generales
Durante mucho tiempo las funciones se determinaban de manera intuiti
va. Se hablaha de funciôn comercial 0 industrial de una ciudad, basândose en
una apreciaciôn mas 0 menos subjetiva, pero sin justificar demasiado ésta. Ante
la falta de criterios precisos, en los primeros trabajos y en los tratados gene...
raIes, 10 corriente era establecer a priori una division funcional y describir
dentro de ella algunas ciudades que se consideraban caracteristicas de los di
ferentes tipos. En realidad es éste el ùnico método posible cuando no existen
nôrnico» Clue hernos subrayado, sino que se fijô esencialrnente en las del emplazamiento
de
y la mo�fologia. A pesar de �abla todo, de
((�iudade� canale�)),. «ciudades de hoteles
bien se podna considerar timido esbozo de clasifica
y (( ciudades industriales», 10 que
un
ciôn funcional.
(2) Ch. D. Harris articulo sohre A [unctional classification of cilies in the United
en su
12
Sistemes urbenos
Algunas clasificaciones
Como hemos indicado antes, en Estados U nidos existen referencias al con
cepto de Iunciôn desde comienzos de nuestro siglo. U r:o de los autores ante
riormente citados, M. Arousseau, realizé en 1921 una de las primeras, y durante
mucho tiempo clâsicas, clasificaciones de las ciudades de acuerdo con las fun
ciones que desempefian (AROUSSEAU, 1921). Distingue seis tipos principales de
Funciones urbanas: administracién, defensa, cultura, producciôn, cornunicacio
nes y ocio. Dentro de cada de ellos
distingue diversos subtipos, hasta un
uno
13
H. Capel Saez
gran
Quince afios mas tarde, en el Traité de Géographie urbaine realizado ën cola
boraci6n con J. Beaujeu Garnier, Chabot vuelve a reutilizar sin cambio su pri
mera clasificaciôn,
ampliândola con numerosos ejemplos de todo el mundo (BEAU
JEU GARNIER y CHABOT, 1963).
Muy parecida a éstas es otra conocida clasificacion funcional de este tipo
realizada en Francia, la de Max Sorre, en sus Fondèments de la Géographie
humaine (SaRRE, 1952). Aunque no define el
concepto de funci6n, realiza una
clasificaciôn distinguiendo cuatro grandes tipos: las funciones sociales, las fun
ciones de intercambio, las funciones industriales
y las Iunciones de ocio ; dentro
de las primeras incluia las ciudades con funci6n militar,
espiritual y politica.
n6mica de una ciudad. Pero ante la dificultad de obtener estos datos y otros
seme
jantes a nivel local, se ha recurrido mas generalmente a las cifras de em
pleo, intentando determinar las funciones a partir de la cornposiciôn de la po
blaci6n activa. Las insuficiencias deI método son. patentes, ya que se prescinde
de datos tan importantes coma la productividad de esta poblacién, el tamafio
y el nivel tecnol6gico de los establecimientos donde trabaja pero a pesar de
,
ya que
es muy diferente el significado econ6mico de 100 banqueros y de 100 estiba
dores, por ejemplo -, y su valor sera tanto mayor cuanto mas desagregada se
encuentre la informaci6n estadistica de base. En general se
acepta que la es
pecializaciôn en una actividad aparece cuando se supera un nivel normal» 0 Il
14
Sistemas urbanos
lizaci6n han de ser diferentes, mas elevadas en las actividades corrientes y mas
bajus en las que no 10 son. Los porcentajes elegidos coma umhrales 10 SOIl,
segùn dec1araci6n del autor, tras la observacion de algunas ciudades de estruc
tura bien conocida, aunque no indica cuàles SOIl, ni justifica la elecci6n. Se
utiliza siempre principal (poblnciôn activa clasificada segùn el tipo
un criterio
de establecimiento en que trabaja, y otro secundario (poblaci6n activa c1asificada
s
gun la profesiôn que dec1ara).
Los nueve grupos funcionales definidos por Harris son seme jantes a los que
intuitivarnente se' clistingufan por otros autores, aunque indicando exactamente
10 criter ios para la definicion. El grupo mas numeroso es el de las ciudades
indu triales, dentro del cual
clistinguen dos subtipos, segùn la existencia 0 no
se
15
H. Capel Saez
mente se deben fijar los criterios que permitan decidir cuâles de las ciudades
de estructura conocida es la mas caracteristica para que sus datos de ocupaci6n
puedan utilizarse. En el casa
espafiol inmediatamente surgiria la duda entre
ciudades Avilés, Barcelona, Mar resa, Bilbao, Eibar 0 Sabadell; pero sus
coma
su difusi6n la utilizacién de este método por los editores de The Municipal Year
Association» y que desde 1945 a 1967 ha incluido una secci6n sobre Economie II
tipologia de las ciudades de Amética del Sur (HART, 1955) y en un estudio sobre
los centros mineros australianos (WILSON, 1962).
Pero el principal mérite del articulo de Harris no radica aqui, sino en el
hecho de que, a pesar de todas sus limitaciones fue el primero en utilizar cri
terios sisternâticos y explicitos para medir la especializaci6n, abriendo un cami no
para el planteamiento mas riguroso del problema de la clasificaci6n funcional.
Las palabras recientemente escritas, en un momento en que los métodos, las
técnicas y los objetivos de la clasificaci6n urbana se estàn renovando profunda
mente, por un miembro directivo de la «International City Management Associa
tion» constituyen el mas amplio elogio del trabajo de este geégrafo : «La clasi
ficaci6n de Harris, con sus subsiguientes modificaciones... ha sido de una gran
utilidad durante el ultimo cuarto de siglo ha sido un punto de base al que
,
16
Sistemas urbanos
ciudade bi n conocida .
Debido a la atracciôn de las cifras redondas, es Ire
cu nt ue se utilic n porce ntujes como el 50 0 el 40 % 0 cifras similares. Es el
pro cclimiento seguido por A. Aagesen que, en las hojas de poblaciôn del Atlas
d Dinarnarca selecciona el porccntuje 50 % de ocupacion en la industria coma
umbral para identificar a las ciudades industriales (AAGESEN, 1961). Fijando
a ; pr iamente los porcentajes correspondientes ,i cada actividad de la que se
m nte sobre un eje de coordenadas 0 sobre u n grùfico triangular, en los que cada
porc ntaj s cl ocupaci6n en cada activiclad n las distintas ciuclades del pais.
En pr incipio cab e
p rar que los resultados seran tanto mas vâlidos cuanto
ma rr.atizados 10
grupn de uctividad considerados.
an
utili muy
z do, on t ml m fin, 1 llarnado (( coci nt de localizaciôn » (location quo-
17
H. Capel Saez
cion de la red urbuna espafiola entre .1950 y 1960 (CAPEL, 1972). Posteriormente
este método ha sido también ernpleado por Diez Nicolas con referencia a 1960
18
Sistemas urbanos
19
H. Capel Séez
La critica de los métodos tradicionales
. ,
A B
Como 3,63 es mayor que 2,07, ello indien que A es mas dispersa que B.
Pero la desviaci6n tipica de A representa el 19 por ciento de la media, mien
tras que la desviaciôn tipica de B representa el 33 por ciento de la media, por
10 que también puecle concluirse que B es mas dispersa que A. En definitiva,
Garrison piensa que se abusa de la utilizali6n de porcentajes y de la « intui
ciôn cuantitativa » en los trabajos de Geografia urbana y pide el uso de métodos
nuevos basados en la
regresi6n multiple y en los anâlisis de covarianza.
Dos afios mastarde, Brian J. L. Berry insistia en las mismas ideas, propo
niendo concretamente la adopci6n de medidas de similaridad del
tipo de la D
cuadrada de Mahalanobis (BERRY, 1958 y 1959).
Todas estas ideas han sido recogidas por el australiano R. H. Smith en
diversos trabajos que después citaremos y sobre todo en un articulo de sintesis
sobre el método y los objetivos del estudio de las funciones urbanas
(SMITH,
1965). En él definen de manera terminante que (1 si el propôsito inmediato de
se
20
Sistemas urbanos
de vista funcional, poseian mas semejanzas entre si que con cualquier otro
nûcleo del sisterna urbano. Por ultimo, a partir dei anàlisis de las rnedias de
ocupaciôn cada grupo asi constituido y de su cornparacion con las cifras
en
médias nacionales se definen las caracterfsticas de los mismos y se les aplica una
denominaciôn que alude a la funciôn principal desernpefiada por los miembros
de ese ciudades manufactureras (tres grupos), de servicios (seis grupos),
grupo :
Por ultimo hace una crftica que, como las anteriores, nos parece muy hien diri
gida: la de que, con excepcion de la pr esentaciôn cartogrâfica, los estudios sobre
funciones urbanas realizadas por geografos no se distinguen de las r ealizadus por
otros especialistas como
sociélogos y economistas.
Para Smith se deberian adoptar procedimientos
de clasificacion que perrni
tieran constituir grupos de ciudades sobre las que se pudiera hacer el mayor
((
nùrnero, los mas precisos y los mas importantes juicios acerca de sus caracter is
ticas diferenciadoras y accesorias «Cualquier clasificucion sigue diciendo
n ,
-
En cuanto los
objetivos geogràficos, Smith sefiala que el estudio de las
a
21
H. Capel Saez
22
Sistemes urbanos
todas las caracteristicas del sistema urbano, es decir, no s6]0 las caracteristicas
econôrnicas 0 funcionales analizadas generalmente, coma hernos visto, a partir
-
ciones de los datos producidos por las diferentes medidas (respuestas a los tests,
expresién verbal, etc.). Mas recientemente esta técnica ha sido utilizada con
finalidades taxon6micas por botànicos (GODALE, 1954; SNEATH, 1968) y por
zoôlogos (ROHLF y SOKAL, 1962; SOKAL y SNEATH, 1963) y dentro del campo
de las ciencias sociales de forma muy arnplia por sociélogos y economistas y en
menor grado por antropôlogos (Druvsn, 1967), historiadores (GRACIA, 1972), ur
23
H. Capel Saez
se
a los factores
constituye un problema delicado, ya que los factores 1id e ntt'fIca dos
pueden no coincidir con las variables originales, ineluso tras el proces� de
rotaciôn que se efectûa para
aproximar los factores identificados en un pnrner
Il Il
(stage in the lite cicle) ineluye a las siguientes variables originales (indicamos
entre paréntesis la carga del
factor): edad media (--0.80), porcentaje de pobla
ciôn menor de 18 anos .tO.86),
porcentaje de poblaciôn mayor de 65 anos (-0.83),
tusu de fertilidad (0.77), habitantes
por familia (0.90), habitantes por vivienda
(0.86), porcentajes de viviendas construidas entre 1950 y 1960 (0.67) e indice
de crecimiento de la poblacion entre 1950
y 1960 (0.48) (BERRY, 1972).
Las dimensiones subyacentes usi identificadas son
independientes entre si
y pueden constituir el punto de partidu para un tratamiento y anàlisis
poste
rior. Descle el punto de vista de su aplicaciôn a las clasificaciones urbanas estos
Iactores permiten agrupar a las ciudades de acuerdo con ellos en
tipos relativa
mente uniformes. Normalmente en esta fase del
trabajo 10 que se hace es iden
tificar las ciudades que poseen los mayores y menores indices
(factor scores, 0
pesos locales de los factores) en cada factor, cartografiando y analizando Sil
distribuciôn espacial. Por seguir con el ejemplo
anterior de Brian L. las
J. Berry,
ciudades que aparecen con los mayores indices en el factor situaci6n en el Il
24
Sistemes urbanos
1 s da ail cu nta cl 1 60 por ciento de las diferencias entre todas las variables. La
da ificaciôn realizada a partir de estos componentes principales permitiô a estos
autor definir catorce grupos de ciudades pertenecientes a su vez a tres grandes
eut g rias: a)adrniuistrativos, comerciales y de descanso), b) ciudades
entros
industrial ,y c) ciudades de tipo suburbano. De hecho, en este primer intento,
la clasificaciôn final resultante recuerda mucho, en sus denominaciones, las tra
dicionales clasificaciones Iuncionales.
Durante la década de los 60 se han ido realizando una serie de estudios
aplicando los mismos métodos y con parecidos objetivos a los de los autores
ingle es, acerca de los sistemas urbanos de diversos paises y en epecial de Esta
do Unidos (HADDEN y BORGATTA, 1965), India (AHMAD, 1965), Canada (KING,
1966) !' Francia (OTAM-SEMA, 1970). Con el fin de discutir los problemas que
planteaba la clasificaciôn de ciudacles, se celebre en 1965 una reunion en Chicago
bajo los auspicios de la International City Management Association, la cual dio
lugar a la r ealizacion de diversos trabajos que acaban de ser publicados (BERRY
S�HTH, 1972).
El trabajo de Q. Ahmad sobre las ciudades indias de mas de cien mil
habitantes, realizado con un método similar al de Moser y Scott, presenta la
innovacion, respecto de esos aurores, de realizar autornàticamente la agrupaciôn
de las ciudades. Los au tores britànicos habian re' lizado un
diagrama en el que
zr afiaron los puntos a cada ciudad situândolos
correspondientes respecto a cu a
tro representaban las cuatro dimensiones bâsicas identifibables, y agru
ejes que
pando después los puntos médiante inspecciôn ocular; Ahmad en cambio puso a
punto un programa que le perrnitié realizar automâticamente la agrupacién de
la ciudades. Este autor identifiee diez
componentes principales que explican
1 ïO 0(0 de las variaciones entre las variables
originales. Las mas slgnificativas
SOIl: la division
regional norte-sur, basada en la irnportancia del trabajo laboral
t rnenino !' la ex ratio (con
mayor proporciôn de mujeres en el sur); la accesi
bilidad generalizada; la cornpacidad la estructura del
ernpleo la orientaciôn
, ,
r alizado
por el Omnium Technique d'Amenagement sobre los componentes
cl la fun ion urb na en las ciudades francesas
(OTAM-SEMA, 1970) llega a selec
cionar un total d 195 variables referentes a aspectos muy diversos de las
ciudad inclu , ndo ntr llas variables referentes a relieve, elima, situaciôn
, mpl zami nto a f coma aracteristicas generales del ârea de influencia de
1, ciudad onsid rando que las r laciones con esta àrea
constituyen un aspecto
ncial la fun ion urbana. D h cho, sin
embargo, por necesidades de pro-
rama ion,
obligado a r ducir a 79 1 numero de variables realmente tra-
25
H. Capel Séez
tadas. Esta misma limitaci6n actûa sobre el numero de ciudades seleccionadas,
que en el estudio citado de 19�, es decir, las de mas de 20.000 habitantes.
es
los anas 60 es que sus resnltados son de muy diflcil cornparaciôn, ya que el
numero y tamafio de las ciudades a que se refieren es muy diferente de unos a
otros, al igual que 10 es el de las variables utilizadas, coma resultado de las
particularidades de los diversos censos. A ello que el
propôsito de estos
se une
26
Sistemas urbanos
Y utiliza unas 50 variables en los dos casos, aunque con unos pequefios cambios
de un afio a otro. La cornparaciôn de los resultados u apoya muy poco la idea de
que los sistemas urbanos son estables a 10 largo del tiempo. -10 cual bene'
una granimportancia si tenemos en cuenta el corto periodo a que se refiere la
comparaciôn, En efecto, si bien el 83 % de las variaciones entre las caracte
risticas se explican por 12 componentes en 1951 y por Il en 1961, el caràcter de
las dimensiones identificadas presenta algunas diferencias de un afio a otro.
De las seis principales dimensiones identificadas en 1961 solo unas pocas
son seme jantes a las de diez anos antes: la cuarta (carâcter residencial de nivel
socieconômico elevado) y, en menor grado, la quinta (Iunciôn de servicios de
comunidades relativamente antiguas y aisladas). En cambio la primera (industria
urbana, principalmente textil), la tercera (estructura socioeconôrnica metropoli
tana) y la sexta dimension (carâcter no dinâmico de ciertas comunidades urbanas)
son totalmente nuevas en 1961; y la quinta dimension que
puede identificarse
en 1961 coma la estructura de la
poblaci6n de Quebec, es prâcticarnente la
inversa de la primera dimension identificada en 1951, en el sentido de que con
la excepciôn de una, todas las variables que correlacionan positivamente con
esta dimension en 1961 correlacionaban negativamente con aquélla diez anos
antes, y viceversa. La conclusion a la que se llega es que las dimensiones urbanas
no son estables y varian reHejando las orientaciones cambiantes de la sociedad
27
H. Capel Séez
el
once grupos de ciudades con caracter isticas similares. En principio, piensa
autor, el hecho de que las dimensiones bàsicas se hayan modificado durante el
((
en 1972 (BERRY, 1972), fue realizado tres 0 cuatro afios antes y sirvié de punto
y centros de servicios.
El analisis de estos Iactores )' su cartografia permite la existencia de
ver
gina 47).
Berry se
plante a a continuaciôn el problema de si las dimensiones identifi-
28
Sistemas urbenos
cadas universales y compara los resultados por él obtenidos con los de otros
son
ciudades descrita por las 84 variables puede explicarse por 8 Factores », una
parte de los cu ales se refiere a dimensiones de variaciôn cultural (las que pueden
denominarse como contraste anglofrancés; ciudades de pradera con importante
poblaciôn eslava y germana; ciudades de Columbia britànica, con gran numero 1
de nacidos en dicho Estado, en Escandinavia y Asia) y otras a dimensiones de
tipo econémico (contraste entre ciudades mineras y de servicio centros expan ,
29
H. Capel Saez
esencial se refiere a Estados U nidos como en Canada aparecen de
que tanto en
una manera
independiente unos factor es referentes a caracterlsticas culturales
y otros referentes a caracteristicas econômicas. Los sistemas urbanos poseen
uimensiones culturales que describen diterencias étnicas internas coma los -
de la
i<�stados U nidos y ponen de manifiesto el impacto demogrâfico y cultural
-
La actitud critica
los geografos no ha dejado de ser mirado criticamente por aigu nos autores.
Estos han puesto de manifiesto: 1) que el anàlisis factorial es solo un procedi
miento estadistico que debe utilizarse junto con otros i 2) que no
hay que
dejarse absorber solo por las técnicas y no debe perderse de vista que 10 esen
cial no son las técnicas sino la investigaciôn y la elaboraciôn de teorias hipo
e
de los estudios realizados hasta la fecha se reducen solo a la aplicaciôn dei ana
lisis factorial a un conjunto de datos, y a « bautizar factores
ambiguos con deno
minacionesprecisas, ejemplificando admirable elaridad 10 que Whitehead
con
30
Sistemas urbanos
Por ultimo, los nombres que se asignan a los factores elegidos, coma ya -
siones independientes de esta unidad singular, 10 que implicitamente supone aceptar que
esa unidad singular contiene subsistemas que poseen independencia causal» .... AI comien
zo de la investigaciôn se postula un solo sistema acerca deI cual se pueden reunir legiti
mamente datos, pero al interpretar los dates se descuhren varios subsistemas independientes.
Por 10 menos las diversas suposiciones deberian ser confrontadas con algûn conjunto expli
cito de interpretaciones e inferencias factuales (ALFoRD, 1972, pag. .'3.'35).
Il
momento poseen para los planificadores urbanos y los cientificos sociales. Ello se
debe en primer lugar a la no inclusion de variables de tipo politico en estas in
vestigaciones, 10 cual constituye una clara limitaciôn ya que
hay una CI coma no
31
H. Capel Saez
socieconormcas.
segundo lugar, tampoco debe aceptarse sin discusién que la ciudad corn?
En
unidad singular sea la unidad adecuada de anàlisis. «La ciudad debe ser �onsl
derada coma un agregado de individuos, grupos, organizaciones e mstituciones,
un
agregado que esta muy tenuamente integrado, hasta el punto de que las
predicciones sobre el comportamiento de una «parte de la ciudad no pueden
Il
Por ultimo Alford critica también u la suposiciôn de que los factores resul
tantes constituyenconjunto de variables independientes para anâlisis poste
un
plicar mucho sobre las diferencias entre las ciudades, pero no permiten adoptar
ninguna medida administrativa.
El problema de la posibilidad de realizar deducciones sobre la causalidad a
partir de los resultados del anâlisis factorial ha sido planteado de manera dife
rente por Leslie J. King y Douglas
Jeffrey, los cuales a diferencia de la opinion
que anteriormente exponiamos, creen que el anàlisis factorial puede permitir
dichas deducciones, siempre que el anâlisis no sea simplemente uniseccional
sino que incorpore la dimension temporal. Lo que estos autores
proponen es la
incorporaci6n de la dimension temporal en los citados anâlisis, utilizando con
este fin series temporales de datos y un modelo de factor oblicuo
(KING y JEF
FREY, 1972).
El estudio que realizan se basa en los datos de niveles bimensuales de
desempleo en un periodo de cuatro anos y en 71 âreas metropolitanas de Estados
Unidos. Se acepta que los datos de desempleo de las ciudades reflejan no solo
• factores causales asociados con las tendencias generales de la econornia nacio
nal, sino también factor es espaciales que afectan a segmentos espaciales deI
sistema urbano». Se obtienen siete factores significativos que explican el 94 %
de la variancia total. La matriz de carga de estos siete factores fue entonces
sometida a una rotaciôn directa produciendo un nuevo conjunto de factor es
correlacionados. Cada ciudad se asigna al factor con la mas alta
carga. Aparecen
as} diversos grupos regionales de ciudades bien definidos, 10 cu al muestra
que
e la localizaciôn relativa es un factor importante
para determinar la naturaleza
y extension de los impulsos econômicos que afectan a. una economia urbanas
(KING-JEFFREY, 1972, pag. 221). Ello sugiere que los ciclos economicos de las
ciudades estân influidos por distintas fuerzas subnacionales. El método utilizado
por estos autores les permite posteriormente analizar la correlacién entre los
factores obtenidos con el fin de lograr un sistema factorial de nivel mas
elevado
32
Sistemas urbanos
CONCLUSION
y a la insuficiente formulaci6n de
hip6tesis y teorias que apoyen dichos
estudios. Al mismo tiempo aigu nos planificadores urbanos han puesto en duda
la utilidad prâctica de unos trabajos que conducen frecuentemente a una simple
c1asificaci6n de las ciudades.
A pesar de dichas criticas, debe reconocerse que el interés de este tipo
de investigaciones sigue siendo grande, aun cuando s610 sea porque permite
una clasificaci6n y ordenaci6n de los nûcleos urbanos. El
problema radica en
tonces en demostrar el interés de las clasificaciones en el
campo de la ciencia,
as! coma la utilidad concreta de las clasificaciones urbanas para los trabajos de
pJanificaci6n.
33
H. Capel Sée:
de las clasificaciones, puede resumirse, coma
Respecto al interés cientifico
los sistemas regionales (GRIGG,
10 hace David Grigg al estudiar la 16gica de
los objetos, transmitir informaci6n y rea
1965), en que permite clar nombre a
objetos
de los deI
generalizaciones inductivas : «si cada
uno numerosos
lizar
dice Grigg, citando a Simpson se tomaran como distintos y ûnicos,
mundo
-
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40
CAPITULO Il
El modelo
de la base econ6mica urbana
o
Las cifras remiten a la bibliografia final de este articule. Indistintamente citaremos
también los trabajos por el nombre deI autor y el afio de publicaciôn.
43
H. Capel Séez
44
El modela de la base economies urbana
producen bienes para las gentes que viven fuera de la region urbana obieto de
estudio, y que introducen dinero para pagar los alimentos y materias primas
que la ciudad no produce por SI misma» (5). Para R. B. Andrews, «la base eco
brutos de poblaciôn activa, aun considerados por ramas de actividad, son insu
ficientes para el estudio de la estructura funcional de los nùcleos urbanos. Se
-
hace precisa distinguir dentro de ellos entre una poblaciôn bâsica que refleja
verdaderamente la Iuncion urbana y una poblacion no bàsica 0 de servicio
interno. Esta distinciôn entre actividades bàsicas y no bâsicas, es decir, depen
dientes 0 no del mercado exterior, es mas importante para la vida urbana que
la tradicional distinciôn entre ramas de actividad (industria, comercio, etc.).
Como ha indicado J. W. Alexander (11), una agencia de transportes que tra
baja para el exterior y una factoria que posee también un mercado extra local
pueden tener mas semejanzas, desde el punto de vista de su repercusiôn en
la vida ciudadana, que dos Iactorias industriales de las cu ales una sea Il bâsica.
y otra Il no bâsica».
45
H. Capel Séez
46
El modela de la base economies urbana
rectos», 0 sea artesanos, comerciantes al por menor, etc. Poco después, en una
ediciôn posterior (1927) realizô un intento de determinaciôn de esta poblacion
a partir de las cifras de poblaciôn activa del censo (cit. por Krumme, 1968). Es
47
H. Capel Séez
Mucho mas recientemente, K. A. Boessler (69) vuelve a utilizar nuevamente estas
ideas al estudiar las funciones urbanas y piensa que la fuerza generadora de las
ciudades s610 puede asegurarse cuando, al menos, una cuarta parte de la pobla
ci6n activa se encuentre ocupada en actividades extraurbanas (cit. por Sandru,
[73], pàg. 173).
En otros paises se han realizado igualmente trabajos sobre la base econô
mica de las ciudades, bien directamente 0 bien en relaci6n con estudios sobre
estructura funcional de las ciudades, destacando los referentes a las ciudades
neozelandesas (Ponall, 1953), canadienses (Trotier, 1959), francesas (Le Guen,
1960), (Stoner, 1968) y espafiolas (Capel, 1968). En general, todas ellas
indias
intentan aplicar la metodologia puesta a punto por los autores nortearnerica
nos, con pocas modificaciones. Han sido las investigaciones de F. Carriére y
Ph. Pinchemel, en su obra de conjunto sobre las ciudades francesas (72), las
que ûltimamente han tratado de introducir algunas modificaciones y perfec
cionamientos en el método.
En 10 que respecta a los autores de los paises socialistas, puede sefialarse
una preocupaci6n seme jante por el tema. En 1952, I. P. Lec.:tchenko, en su
dades que desempefian las ciudades y que las distinguen de las aldeas pueden
dividirse dos grupos: las actividades locales que s610 satisfacen las necesida
en
des internas de la ciudad y las actividades prima rias, generadoras de las ciu
dades, cuya importancia supera los limites de las ciudades por los excedentes
de sus productos li. Estos
llegan a la conclusi6n que las ciudades pue
au tores
den divididas
ser tres categorfas: 1) ciudades en las que se desarrollan
en
pre
ferentemente actividades locales y que son dependientes de ciudades industria
les (ciudad es agricolas, centros administrativos); 2) ciudades que
poseen un de
sarrollo equilibrado de las actividades intra y extraurbanas, y 3) ciudades en las
que se desarrollan preferentemente actividades extraurbanas, que se extienden
a la regi6n donde esta situada la ciudad 0 a todo el
pais. Entre estas categorias
se han establecido,
segûn los autores, sistemas de cooperaci6n en diferentes secto
resde actividad. Se trata, coma vemos, de unas preocupaciones las
seme jantes a
Cuestiones de terminologia
Existe un cierto acuerdo sobre los
conceptos. Pero este no alcanza a la ter
minologla utilizada.
El empleo de las expresiones actividades 0
poblaci6n bâsica y no bâsica
(basic non basic),
-
es el mas
generalizado entre los autores anglosajones para
48
El modela de la base ecooômice urbana
designar estos conceptos. Sin embargo, no todos los autores han usado esta ter
minologia y hoy dia son muchos los que emplean expresiones propias que no
contribuyen, ciertamente, a clarificar la cuestiôn.
Aurousseau, el pionero de estos estudios, distinguia en 1921 entre funciôn
o actividad primaria y secundaria (primary y secondary). Victor Roterus, en
hasta 1953, empleé las de service activities y base activities. Las expresiones
bâsico y no bàsico utilizadas primeramente por Weimer y Hoyt fueron popula
rizadas por J. W. Alexander, pero este autor ernpleô al mismo tiempo que la pri
mera la de
city building activity, que habla sido usada por primera vez por
Ratcliff en 1949. Alexandersson, por su parte, utiliza las de city forming produc
tion y city serving production.
Otras expresiones empleadas por autores anglosajones han sido las de ex
ternal-internal (Hartshorne, 1932) y de primarq-ancillaru (F. L. Olmsted, 1927),
primary-auxiliary (R. M. Haig, 1928) y las de surplus y domestic (Mattila).
Los franceses han sido no menos prolificos en la invenciôn de denomina
ciones y los dos estudios realizados hasta la fecha emplean una terminologia
diferente: Le Guen las de population fondamentale y population active au
service de la cité y Carriére y Pinchemel las de population specifique y popu
lation active banale.
Por nuestra parte, de buena gana propondriamos las expresiones actividad
o poblaciôn funcional e irulucida, si no fuera por el temor de contribuir atm
Aigunos problemas:
El marco territorial de referencia
A pesar de su
aparente claridad, la distinciôn
actividades bâsicas y no
entre
bâsicas no resulta en ocasiones sencilla y, en general, ofrece mas dificultades de
las que a primera vista se sospechan. Muchos de los mismos defensores de la teo
ria de la base econômica se han dado cuenta de sus debilidades e.Insuficiencias y
no han dejado de sefialarlas con gran lucidez.
49
H. Capel Saez
dores que realizan una migracién pendular. Estas personas pueden estar em
pleadas en actividades bâsicas y, sin embargo, no son tenidas en cu enta al
considerar la poblaciôn bàsica de la localidad en cuestiôn. Son gentes que
producen y no se cuentan (Alexander, 1955).
En cualquier caso, la cornparaciôn de las cifras de poblaciôn basica y no
bâsica solo tiene sentido si los datos elaborados se refieren a àreas del mismo
tarnafio. Estas cifras seran muy distintas segûn las âreas que se elijan, Los mi
grantes pendulares que trabajan fuera de una localidad deI àrea suburbana son
todos poblaciôn bàsica, al estudiar esta localidad aisladamente, pero si se con
sidera toda el ârea metropolitana, seran bàsicos 0 no bàsicos, segùn la actividad
que desempeiien. Cuanto mayores sean las unidades consideradas, mas autosufi
cientes seran y mayor sera la poblaciôn no bàsica.
Puede darse el casa de un pequefio nûcleo industrial altamente especiali-
\
,.
zado en el que pràcticamente casi toda la poblaciôn sea bâsica : por ejemplo,
una colonia fabril situada en el are a suburbana de una
gr an ciudad. Pero si
consideramos todo un territorio nacional la poblaciôn bâsica sera solamente aque
lIa que produzca la pequefia cantidad de bienes destinados a la exportacién,
mientras que el resto de la poblaciôn activa, la gran mayoria, constituirâ la po
blaciôn no bâsica, Si tomamos el mundo en conjunto no existirà ninguna po
blaciôn bâsica, pues todo él constituye una economia cerrada, en la que no
hay importaciones ni exportaciones. Il La relaciôn bâsico-no bàsico es una me
50
El modela de la base econ6mica urbana
que sirve a la ciudad y la que sirve al ârea de inHuencia, pero reconocen las difi
cultades que se plantearian de adoptar :>�te criterio. Esperamos tratar nueva
mente estos' problemas en un prôximo trabajo.
ciôn, las pequefias industrias de alimentaciôn, u otras coma las fâbricas de hielo,
10 harân principalmente para una clientela urbana. Por'consiguiente, los efectivos
laborales dedicados al servicio de la ciudad seran diversos seglin la actividad de
que se trate. Seglin càlculos realizados por Morrisset para las ciudades de 500.000
a 1.000.000 de habitantes del NE de Estados U nidos, resulta que el porcentaje
durable manujacturine) que cuando 'se trata de actividades del sector terciario:
5,3 % en el primer casa y 40 en el segundo. Es decir, que el nûmero de trabaja
dores terciarios dedicados al servicio de la ciudad es siempre superior al de obre
ros industriales, ya que estos estân sobre todo concentrados en ciertas localidades
bâsica, mientras que estos mismos trabajadores en una gran ciudad deberân
ser incluidos en la poblaciôn no bâsica.
Pero dentro de una misma ciudad, existen empresas que traba
numerosas
jan al mismo tiempo para una clientela interior y exterior. � Cômo clasificare
mos, por ejemplo, a los empleados de un banco cuyos servicios benefician no
solo los habitantes de la ciudad sino también a los de una extensa ârea cir
a
empresa por donde pasa la linea divisoria entre las dos funcioness (72).
51
H. Capel Séez
se
cornplica por el hecho de que con frecuencia varias firrnas independientes pue
den contribuir a realizar el mismo producto final para la
exportacién. La acti
tud de los diverses autores ante estas actvidades
complementarias es diversa ,
mientras (por ejemplo, Leven, 1954) las engloban en las actividades ba
linos
sicas, otros (Crosson, 1960) las separan claramente de éstas. Puede hablarse de
hecho, como hace H. Blumenfeld, de actividades bâsicas indirectas
«
(indirect Il
52
El modela de la base economies urbana
dimiento de los trabajadores: los efectivos laborales pueden ser los mismos en
dos comunidades y, sin embargo, su productividad alcanzarà valores muy dife
rentes.
Los intentos de medida del valor de las importaciones y exportaciones ur
banas han sido muy escasos y, de hecho, pueden reducirse a dos. El primero,
del que luego hablaremos, realizado en 1938 por la revista Fortune referente
cc Il
a una
pequefia ciudad estadounidense (3). El segundo, mas general e ideado
por Homer Hoyt en 1961 (46), parte de la idea de que a largo plazo el valor
de las exportaciones es igual al de las importaciones, e intenta medir el valor
total de estas ûltimas utilizando para ello el U. S. Census of Retail Business. La
artificiosidad de este ultimo método, la gran cantidad de reservas y câlculos
paralelos que exige y el carâcter singular de la fuente utilizada, le resta, nos
parece, gran interés.
En cuanto a los métodos de identificacién, basados en el
empleo, una pri
mera aproximaciôn consiste en definir uno por uno los empleos que son bâsicos
o de servicio urbano. Como esto es muy pesado y dificil, algunos autores sintie
ron la tentaci6n de establecer esta clasificaci6n la indus-
por grandes grupos:
53
H. Capel Séez
sicos, etc. Facilmente se comprende que este método tan grosero quedara dese
chado muy pronto y que se buscaran otros mas precisos.
Se han utilizado hasta el momento diversos métodos, que presentan dos
direcciones principales: 0 bien se trata de la realizaciôn de encuestas que per
mitan completar y corregir la informaciôn estadistica existente, 0 bien de la
realizaciôn de anâlisis econômicos 0 demogràficos generalizados. El primer mé
todo es el mas apropiado para los estudios particulares de un numero muy
reducido de nûcleos urbanos; los segundos para anâlisis comparativos de con
junto.
El método de encuestas
54
El modela de la base econ6mica urbana
Algunos de estos métodos parten del supuesto de que en cada rama de ac
tividad existen unos porcentajes que constituyen la poblaciôn no bâsica, inten
tando determinar este y definiendo la poblaciôn bàsica segûn el excedente res
pecto a la cifra anterior. El problema queda reducido entonces a intentar de
terminar esa cifra de poblacién no bàsica, comûn para todas las ciudades de
cada rama concréta de actividad.
En 1939 H. Hoyt intenté utilizar el estudio que hizo acerca
este método en
y posteriormente,
en 1948, por W. E. Hoadley y C. G. Wright en un estudio
acerca aglorneraciôn de Chicago (cit. por Andrews, 1953, g). Es el método
de la
que denominaremos de rejerencia al coniunto nacional.
Partiendo deI supuesto de que la poblacion del àrea urbana en cuestiôn
consumirà una parte de la producciôn nacional de bienes y servicios propor
cional a la parte que supone su poblaciôn respecte a la de todo el pais, se tra
ta de cornparar la poblaciôn acti vn empleada en cada rama de actividad de la
ciudad con los porcentajes de poblacion activa nacional en cada una de dichas
ramas. El excedente, si 10 hay, constituye la poblacion bàsica de la ciudad. Por
55
H. Capel Sée:
el resultado por la
proporcién de empleados en esa misma industria en todo el
pais respecto a la poblaciôn activa industrial de la naciôn. Es, pues, para cada
industria concreta, una relaciôn entre las cifras relativas de empleo en una ciu
dad y las cifras relativas de empleo en todo el pais. Si el indice es
superior a
l se considera que esta industria exporta parte de su
produccién y, en casa con
56
El modelo de la base econômice urbana
Han sido estos dos autores, F. Carriére y Ph. Pinchemel, los que han inten
tado la superacién de todas estas dificultades mediante la elaboraciôn de un nue
57
H. Capel Séez
58
El modela de la base econômice urbana
las ciudades espafiolas, utilizando para eIlo las series estadisticas de los por
centajes de ocupacion en cada actividad, hicimos notar (Capel, 1968) que, de
hecho, el problema se reducia a determinar en qué momento un determinado
porcentaje de ocupacién era 10 suficientemente significativo coma para expre
sar una especializaciôn funcional. En aquel casa el
problema fue resuelto uti
lizando la cifra media y la desviaciôn tipica en la serie estadistica constituida
por los porcentajes de ocupaciôn. Consideramos alli ciudades con un cierto ((
59
H. Capel Séez
de
porcentajes minimos de ocupaciôn en cada una de las ramas activ�dad '. Co�o
no mvalidarian
los resultados hubieran sido algo diferentes
e légico, aunqu;
los que nosotros obtuvimos. A nuestro modo de ver, el de
met�do A�exan
der son pre enta el inconveniente de exagerar excesivamente la Importancla del
sector bàsico en las ciudades, en detrimento de las actividades
de servicio in
VALOR K
(1) Segùn Carrière y Pinchemel, para 145 ciudades. Estos autores han corregido los
calcules de L. Guen, rebajando los valores en las industrias de transf ormacion. El total que
en Le Guen era de 40,4 y pasa a 35,:3.
(2) Segùn G. Alexandersson, para 864 ciudades.
60
El modela de la base econ6mica urbana
los siguientes:
1 2 3 4
nitarios .
0,44 0,37 0,00 0,00
Comercio 9,80 2,69 4,02 j,20
fransporte, almacenaje y comunicacio-
nes 5,85 0.91 2,55 l,52
Servicios oficiales, pûblicos y personales. 2.'3,16 7,01 7,18 8,74
61
H. Capel Séez
1 2 3 4 5
Una correcci6n:
La utllizacién de la desviaci6n
tipica
El método de los minimes fue utilizndo
primeramente eligiendo el porcen
taje miuimo en cada Ulla de las series estudisticas de los diferentes grupos de
actividad. Debido al hecho de que los porcentajes minimos
siempre los poseen
ciuducles excepciouales especializadas (centras mineros, generalmente) y
muy
'con el fin de seleccionar
aglomeraciones mas caracteristicas, Alexandersson corri
gio el métcdo eligiendo, en lugar del porcentaje .inferior, el situado en el ni
vel 5 �{, de la serie estadistica (valor
K).
La critica esencial que se le ha hecho al método de
Alexandersson se refie
re a la urbitraricdad de la eleccion del valor K. A
pesar de que este autor rea
lizo una serie de' tanteos antes de decidirse
por el valor 5 %, es verdad que
SU? argumentos parecen poco convincentes. Exactarnente
igual podia haberse
elegido la ciudad 8 % 0 10 %.
U na solucion de est; limitaciôn quizâs pudiera ericontrarse con el
posible
uso de la cifra media
y de la desviacion tipica de cada una de las correspon
dientes series estadisticas. Si estas han
podido ser utilizadas con éxito para calcu
lar la especializacion,
igualmente 10 pueden ser determinar la
para poblaciôn
no bàsica.
El método que proponemos consiste, en esencia, en determinar el valor K
restando al porcentaje medio de la serie estadistica de que se trate una des
viaciôn tipica.
62
El modela de la base econ6mica urbana.
Los resultados que hemos obtenido para el conjunto de las ciudades espa
fiolas de 1950 son los siguientes:
VALOR DE K
CALCULADO SEGUN LA MEDIA Y LA DESVIACION TIPICA
MEDIA 1
D. T. M-1 D. T.
63
H. Capel Sâez
64
El modelo de la base economies urbana
dida s610 hubo un aumento de 4,6 personas en la poblaciôn total. Por consi
guiente, una predicci6n del aumento basada en la relaciôn primitiva hubiera
65
H. Capel Séez
industriales son las actividades de servicio urbano, mas bien que las
bàsicas,
las que estân asociadas al crecimiento de la poblacion
(pùg. e »
295); igualmente
que (( las ciudades con un
amplio componeutc de actividudes de servicio urba
no estan m.is estrechamcntc asociadas con el crccimiento de la
poblacion que
las ciudades con una amplia poblacion bàsica
(pùg. 311). Sin embargo, utili »
aigu na repercusiôn en ella. Y, coma es 16gico, no puede basarse sobre esta even
tualidad la planificacion del futuro urbano. En cuanto a las
predicciones sobre
cambios de poblaci6n son aûn mucho mas
problerruiticas, pues para que tuvie-
o
De todas formas, cabe advertir que
algunas de las afirmaciones sobre las que basa sus
calcules han de tomarse con toda reserva.
Concretamente, pensarnos que no es valida la
afirmacion de que un aumento de la
proporcion de activos de servicio urbano respecta a
los bâsicos ha de llevar consigo «una disminucion de la activiclad econornica y de la pa
blaciôn debido a la relativa contraccion del potencial
de crecimiento de la ciudad (pa li
gina 295). Nos parece que ni esto ni 10 contrario (((si el nùrnero relativo de activos no i
66
El modela de la base econ6mica urbana
ran sentido habria que suponer que todas las caracteristicas de la pobla
algûn
cion permanecieran constantes, 10 que es improbable. Las modificaciones de
las tasas de poblacion activa respecta a la total, 0 los cambios de cornposiciôn
y de habites debidos a la inmigraciôn son algunos de los factores que pueden
introducir variabilidad.
A todas estas criticas se han unido las de otros autores, coma J. Heil
brun (42), que examinando las variaciones del empleo entre 1940 y 1950 en
modelas mas complejos del empleo coma el propuesto por Ch. M. Tiebout
constituye un intenta de soluciôn.
fructiferos con otras ramas de la ciencia. Ella da lugar en ocasiones a que exis
tan preocupaciones seme jantes en dos campos afines y que se realicen investi
Algo de este tipo ha ocurrido con la teoria de la base econôrnica de las ciu
dades. Si bien el mérito de la elaboracion cIel concepto se debe a los geégrafos
y planificadores urbanos, pronto los economistas alcanzaron desde la década
de los afios 30 preocupaciones seme jantes. Pero, desgraciadamente, durante mu
67
H. Capel Saez
cambios en la inversion sobre el ingreso, por medio de sus efectos sobre los
gastos de consumo ». .
68
El modelo de la base econ6mica urbana
tas norteamericarios entre los de otros paises. Es el caso, por ejemplo, de las
ideas de F. Perroux acerca del crecimiento inducido en un complejo de indus
trias por la industria motriz. La definiciôn que da este autor "de la industria mo
triz y de la industria clave constituyen, en definitiva, otra aplicacion de las
teorias del multiplicador a la economia nacional. ltulustria motriz es «la indus
tria que tiene la propiedad, cuando aumentan sus ventas (0 sus compras de
servicios productores), de aumentar las ventas (y las compras de servicios) de
una 0 de varias otras industrias ,,; las otras industrias son modelas. Se Barna
industria-clave a «la que induce en la totalicÏad de un conjunto un aumento de
la venta global mucho mayor que el aumento de su propia ventail. El papel
dinamizador esencial de estas industrias ha sido puesto igualmente de mani
Iiesto : Cl en toda estructura de una econornia articulada existen industrias que
constituyen puntos privilegiados de aplicaciôn de las fuerzas 0 dinamismos del
crecimiento. Cuando estas fuerzas provoquen un aumento de la venta de una
Desde hace unos quince anos se ha venido perfilando una nueva tendencia
a la econornia urbana.
que propugna la aplicaciôn de anâlisis input-output
El pionero de estos estudios es, sin duda, W. Isard, que desde el comien
zo deI sexto decenio se ha esforzado en adaptar los modelos de Leontieff al
69
H. Capel Séez
y no
simplemente unilaterales y
causales, como el de la base econ6mica -
ofrece una mayor riqueza conceptual. Lo mas valioso del trabajo de Artle es
la elaboraciôn de un nuevo modele en el que la demanda familiar se incluye
claramente dr ntro del sector endôgeno de la economia urbana. El intento es
muy interesante, yu que la producci6n de un àrea metropolitana se distribuye
entre: 1) una demanda intermedia de las empresas que
trabajan en la ciudad
y que necesitau bienes y servicios para funcionar, y 2) una demanda final
unos
clentro de la cual hay que incluir el consumo familiar, las ventas al exterior
y
la forrnncion de capital y gastos pûblicos. Como la demanda intermedia
supone
una cifra relnt ivamente
pequefia dentro de la producci6n total (un 20 0 un 30 %,
en los casos cxtremos de
algunas grandes metrôpolis) resulta que para actuar
sobre ella y realizar. por ejemplo,
proyecciones de empleo en este sector, ha
bria (lue conoccr las ocho décimas
partes, 0 mas, de la producci6n (0 del empleo)
total. Con la elaboruciôn de un nuevo modelo en el
que el consumo familiar se
trutu junto con la demanda intermedia, incluido en el sector
end6geno, Artle fa
cilita cousidcrnblemcnte las tureas de
planificaciôn.
La principal dificultad que plantea la realizaciôn
de anàlisis input-output en
un ar caurbunu reside, evidentemente, y dando
por supuesto la posesiôn de .un
aparuto maternatico riguroso, en la complejidad de la inforrnacion requerida, que
no
siempre puede ser facilitada por las estadisticas existentes. Si la construcci6n
de una matriz
input-output referida al conjunto de la economia de un pals ofrece
las dificultades conocidas, fâcilmente se
comprende cuâles seran estas al referirse
a areas mas las
pequefias, para que con frecuencia faltan Fuentes de informaci6n
fraccionaclas Ademas, siendo la elaboraci6n de una tabla
necesariamente lenta,
existe el peligro de
que cuando esté construida la situaci6n
haya quedado mo
dificada y aquella sea de poco valor.
No han faltado los intentos de combinar los
métodos tradicionales de la base
economica con la aplicacion de analisis
input-output y de modelos matemâticos
econornicos a las areas urbanas, en un esfuerzo
para unir las preocupaciones de la
planificacion local y del desarrollo econ6mico. En este sentido
hay que destacar
algunos trabajos recientes de R. B. Andrews (1961-1964) en los
que propone un
método basado en el estudio de las firmas
dominantes consideradas coma muestra
representativa del conjunto de la economia del àrea urbana de que se trata. La fa
cilidad de conseguir datos aumenta de esta
forma y con ello se hacen posibles
los anâlisis en
profundidad mediante la construccion de tablas input-output. Al
mismo
tiempo la evoluci6n de actividades dominantes y subdominantes y el
paso de una a otra
categoria cuya distincion puede hacerse a partir de di
-
economia urbana, evitando asi una de las mas graves debilidades de la teorfa
tradicional de la base econ6mica, es decir, su carâcter estâtico.
CONCLUSION
nes un gran valor, pero junto a se ellas consideran también las inversiones pu
blicas y privadas, la importaci6n de beneficios 0 de intereses, los salarios y un
trictamente econ6mico?
A nuestro modo de ver la respuesta debe ser muy matizada. En primer lu
empleo y de la poblaci6n total en las are as urbanas, facilitando as! las tareas de
planificaci6n.
En cualquier caso, evidente que los estudios de GeograHa urbana que
es
71
H. Capel Sée:
sin olvidar ninguna de las criticas y de los nuevos enfoques econ6micos, deben
esforzarse en replantear aIgu na de estas cuestiones con una metodologfa
plena-
mente geogrâfica.
estudios de las redes urbanas pueden encontrar un nuevo planteamien-
Los
to utilizando el modelo de la base econ6mica. El
concepto clàsico de funci6n
urbana deberia ser revisado teniendo en cuenta la distinci6n fundamental entre
poblaci6n bâsica, que expresaria la funci6n de la ciudad, y la de servicio urbano.
Al mismo tiempo, el
problema esencial de hasta qué punto una ciudad depende
de su relaci6n con el ârea de influencia
y en qué medida es un resultado de fuer
zas inductoras internas,
podria ser abordado de manera diferente y mas precisa
a
partir de las teorias de la base econ6mica urbana.
Esperemos que la realizaci6n
de estudios monogrâficos y de conjunto sobre las ciudades
espaiiolas vayan mati
zando y perfilando todas estas ideas.
*
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base concept (pags. 161-167); b) The
development of the
problem of terminology (pâgs. 263-268);
c) A classification Qf base types (pâgs.
343-349).
1954: d) The problem of base measurement
(pâgs .52-60); e) General problems of
.
Indicamos, sobre todo, los trabajos rnâs recientes, posteriores a 1955. Para no alar
gar excesivamente esta bibliografia, no citamos un gran numero de estudios clâsicos y de
trabajos concretos de aplicacion realizados entre 1940 y 1955. Su referencia
encontrarse los
articulos de Andrews (9, a), Alexander
en puede exacta
72
.
El modelo de la base econ6mica urbana
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El modela de la base econ6rnica urbana
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75
H. Capel Sée:
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Librairie A. Colin, 1963, pâgs, 247-290 (Fonctions banales et spécifiques).
73. SANDRU, Ion; Cucu, Vasile, et POGRIRC, Pompiliu: Contribution géographique à
la classification des villes de la République populaire roumanie, Annales de Géo
Il
76
CAPITULO III
sistema urbano, el que hace referencia a las relaciones entre las caracteristicas
que poseen los elementos, 0 nùcleos urbanos, del sistema (2). Las caracteristicas
que en el modelo se relacionan son concretamente las de la poblaci6n total de
las ciudades. Se trata, pues, de un modelo de tipo vertical, tomando esta expre
si6n en el sentido en que la utiliza Garner (GARNER, 1967), ya que en su formula
ci6n mas clàsica no aparece explicita la componente espacial.
El modelo expone de forma precisa la relaci6n existente en cualquier area
entre un reducido numero de grandes ciudades, un numero algo mayor de ciu
dades medias y una cifra mas elevada de pequefios nùcleos, De manera concreta,
el rnodelo orden-tamafio establece una relaci6n entre el tamafio de la ciudad
mayor de un
y las restantes ciudades del sistema urbano de dicho pais.
pals
En su formulaci6n mas conocida la regla afirrna que si se ordenan las ciudades
de un pals segûn el orden decreciente de su poblaci6n, el tamafio de cualquier
ciudad de orden u raparece relacionado con el de la ciudad mayor, de orden 1,
»
dad de orden 0 rango ur Il, pp» la poblaci6n de la ciudad primate 0 ciudad mas
cc
79
H. Capel 5;iet
La primera
investigacién sistemâtica sobre la relaciôn entre el tamafio
y el
orden fue realizada por el alernàn
geografo F. Auerbach en 1913 en un trabajo
sobre las leyes que rigen la concentracion de la
poblaciôn. En dicho trabajo pro
puso una
ley segûn la cual
el numero de nûcleos de
«
poblaciôn se encuentra
en relaciôn inversa a su poblaciôn minima Il,
investigando luego la validez de
esta ley en diversos
puises y encontrando confirrnaciôn de la misma (ROSING,
1966).
La obra de Auerbach hallo eco en los Estados U nidos donde en
1924 un
estadistico, Alfred J. Lotka, aplicô sus ideas a las ciudades norteamericanas, ob
servando que la distribucion de frecuencias
que aparece en la regla orden-ta
mano no es mas el XI de Pearson.
que tipo
Dos anos mas tarde Ernest P. Goodrich
aplicô igualmente las mismas ideas.
y en 1936 otro
estadistico, el estudiante alemân H. W. Singer, que
trabajaba en
Cambridge con Colin Clark, vio que la ley de la distribuciôn de las rentas de
Pareto (Y = aX-n) expresaba bastante bien la clasificaciôn de las
ciudades segûn
tarnafios (cit. ROSING, 1966,
por y por CLARK, 1968). Los franceses, por su
parte,
acostumbran a citar la obra de R. Gibrat coma un claro
precedente de la for
mulacion de Zipf (por ej. GUYOT, 1968;
DERYCKE, 1970).
Independientemente de estas
investigaciones aparecié la preocupaciôn por
las ciudades
primates. Desde 1931 el geografo norteamericano Mark Jefferson
aborda el problema de las relaciones entre las ciudades
millonarias y sus âreas de
influencia. Poco después, en 1939, tratô de
generalizar a partir de sus investiga
ciones y de formular una
ley de las ciudades primates, es decir de aquellas ciu-
80
El modela renk-size
dades que destacan sobre todas las otras del pais por su tamafio e influencia,
Estudio la poblacién de las tres mayores ciudades de 51 paises y expresô dicha
poblaciôn en porcentajes respecto a la mayor, observando que en 28 de los paises
estudiados la ciudad mayor era mas de dos veces superior a la siguiente, y en 18
era mas de tres veces superior. Jefferson atrajo la atenciôn sobre este hecho
y 10 puso en relaciôn con la extension de las àreas de influencia y con el nacio
nalismo: « el nacionalismo cristaliza en ciudades primates Il, concluyé.
Pero fue G. K. Zipf el que en la obra antes citada estudiô sistemâtica
mente las regularidades orden-tamafio, ejerciendo una influencia decisiva para
mayor. Para Zipf este hecho es resultado de una situacion de equilibrio entre
las fuerzas unificadoras y las fuerzas diversificadoras que actûan sobre el sis
tema urbano de cada pais: las primeras tienden a concentrar la poblaciôn para
minimizar el coste de transporte, mientras que las segundas tienden a la divi
sion de la comunidades autârquicas situadas junto a las fuentes
poblaciôn en
mas espaciales
y a proponer su empleo para la realizaciôn de proyecciones de la
poblaciôn urbana (ISARD, 1956, 1960), llegândose incluso, por parte de algûn
especialista en métodos operativos a intentar realizar estimaciones de los costes
81
H. Capel Séez
tropolitanas (WEISS, 1961). Pero son también los afios en que empiezan a des
cubrirse las insuficiencias deI modelo y su contr adiccion con otras teorias
geogrâ
ficas aceptadas ..
82
El modela rsnk-size
todos los paises estudiados 1/3,2.5. En varios grandes estados se realizan subdivi
siones comprobando segufan sin adaptarse al modelo. Ante estos resultados,
que
el autor piensa que paru que la regla orden-tamafio se curnpla es precise que la
region a que se aplica sea completa, es decir, no forme parte de una regiôn mas
amplia: «las âreas a las que la regla orden-tamafio puede ser aplicacla pueden
ser definidas en términos de su autosuficiencia, medida ésta
por la relacion de
su comercio exterior respecto al comercio total; si la relacion es menor de 10 "'"
coma ocurre en los Estados Unidos y la U.R.S.S., no hay duda de que la regla
taller, aunque la teoria de este ultimo es mas ampli a que la deI primero. Christa
lIer propone, en una red k 3, una estructura urbana jeràrquica en la que el
=
comparar los dos sistemas Berry y Garrison toman cada nivel coma indicador
del orden, es decir, como r l, 2, 3, etc y la poblaciôn coma k, k/3, k/9, etc
= ...
,
...
83
H. Capel Saez
bàsicas,los dos esquemas parecen muy seme jantes li, con tal de que se considere
el modelo de Christaller desde el punto de vista de la regularidad orden-tarnafio
de clases jeràrquicas de tamafios de ciudades. Beckmann, por su parte, pone de
manifiesto que si se acepta que en cada uno de los niveles discretos de la je
rarquia urbana de Christaller y Losch la poblaciôn de los centros no es homo
génea sino que puede oscilar aleatoriamente en torno al valor medio correspon
diente a dicho nivel, y si se ordenan luego los centros en orden decreciente,
puede reconocerse c1aramente una distribuciôn orden-tamafio.
Alguna de las ideas de este ultimo autor fueron criticadas por F. T. Moore
poco después (MOORE, 1958). De todas maneras 10 mas interesante deI trabajo
de este autor es el intento de calcular el valor deI exponente q)) de la formula ((
damente, de forma que las diferencias entre las ciuclades estàn disrninuyendo.»
En este trabajo concluye que la formula de la regla orden-tamafio con
Moore
q
= 1 es insatisfactoria para predecir el tamaûo de las ciudades, aunque pueden
obtenerse algunas ventajas derivanclo el valor q)) de los datos que se rnanejen
((
,
formas, advierte que si bien las mejoras asi conseguidas son suficientes para ha
cer el método ùtil, ello depende del margen de error que pueda perrnitirse
por otras consideraciones del problerna.
Pero la critica fundamental al trabajo de Beckmann ha sido realizada muy
recientemente por Jonh B. Parr en su articule City hierarchies and the distribu
tion of city size: a reconsuleratiou of Beckmann's contribution (PARR, 1969).
Segûn Beckmann existe, coma vimos, una ciudad media representativa de cada
nivel de la jerarquia, en torno a la cual oscilan los valores de poblaci6n de las
otras del mismo nivel ; Beckmann intenta demostrar
que si se multiplica el
orden de esa ciudad segùn su nivel jenirquico por su tamafio, el producto sera
aproximadamente igual a una constante, 10 cual demuestra la compatibilidad
del sistema de lugares centrales con el modelo orden-tarnafio. La critica de
Parr se basael hecho de que Beckmann comete un error al clasificar las ciu
en
cado pero no para las ciudades: (( este error referente a la secuencia de los
tarnafios de ciudades conduce inevitablemente a otros errores en la ordenaci6n
de ciudades». A 'continuacion Parr, tras corregir el error, intenta ver si es posi
ble conciliar la teoria de los lugares centrales y el modelo orden-tamafio, acep
tando los principios esenciales en que se basa Beckmann de distribuci6n geo
métricamente uniforme de ciudades, la existencia de un factor constante de pro
porcionalidad -
84
El modela rsnk-size
_.
ana 1966) y la acciôn de
inHuencias aleatorias. Su conclusion es que el sis Il
quia otras ciudades distintas a las seleccionadas por Beckmann y para cuya
poblacién sea valida la regla orden-tamafio. Su investigaciôn muestra que, efec
tivamente, Il la Iunciôn orden-tamafio es valida respecto a las ciudades finales
de cada clase de tamafios en un sistema de lu gares centrales Il. A pesar de todo,
indica Parr, Il aun suponiendo que el sistema de lugares centrales pueda ser
descrito en términos de orden-tamafio, no por ello debe deducirse que dicho
sistema sea compatible con la distribucion orden-tarnafio», ya que un punto
esencial en el trabajo de Beckmann es la introducciôn del elemento aleatorio
que permite seleccionar la ciudad central en cada nivel de la jerarquia, mien
tras que no existe ningûn argumento teôrico que permita justificar la selecciôn
de la ciudad en el extremo de dicho nivel.
Las investigaciones mas numerosas, y al mismotiempo esenciales, sobre
el modelo orden-tamafio proceden, coma hemos visto, de Estados U nidos, pals
en el que prâcticamente elabore y desarrollô el concepto. De todas maneras,.
se
delo, e incluso
algunas aportaciones importantes.
En Francia, ademâs del precedente de Gibrat, se encuentran alusiones a
la ley en diversos trabajos de conjunto sobre la red urbana francesa (PROST, 1965)
o en tratados generales de economia urbana (GUYOT, 1968; DERYCKE, 1970); en
dicho pals y para los afios 1801 y 1954 se ha observado una distribucion de ciu
dades menos regulares que en Estados U nidos, pero bastànte conforme a la
regla orden-tamafio, en particular en las ciudades médias, as! como la validez
de la regla para el tamafio de la poblacion activa terciaria de las ciudades
(Prost, 1965). En Inglaterra la popularizaciôn del concepto entre los geografos
se ha realizado sobre todo bajo la inffuencia de las obras de Peter Haggett (HAG
85
H. Capel Séez
que haga de gran capital. El autor concluye que podria razonablemente pre
((
86
El modela rank size
..
Linsky cabe esperar que se dé un elevado grado de primacia en los paises que
poseen: 1) reducida extension y poblacion compacta, ya que las ciudades prin
cipales pueden ser facilmente accesibles 2) baja renta per càpita, ya que las
,
poblaciones con rentas altas dernandanin una elevada cantidad de bienes y ser
vicios y necesitaràn por ello centros urbanos bien equipados; 3) una economia
orientada a la exportuciôn de produtos primarios, debido a una concentraciôn
de poder economico en pocas manos yu que los propietarios de minas y plan
taciones tienden a ser absentistas y prefieren vivir en la ciudad; 4) una historia
colonial; los puises que han tenido imperios coloniales tienden a poseer una
gran metrôpoli centralizadora; por otra parte los pais es coloniales tienden igual
mente a concentrar las funciones administrativas en una gran ciudad; 5) pre
dominio de una economia agricola; los puises agrarios son mas pobres y me
nos urbanos, actividad industrial y minera favorece el creci
mientras que la
miento de las ciudades 6) tasas elevadas de crecimiento demogrâfico, tipicas
,
en los
grandes paises, pero sin embargo tampoco es caracteristica de todos los
pais es pequefios. De todas formas la prirnacia es caracteristica de aquellos
pequefios paises que poseen bajas rentas per câpita, dependen altamente de la
exportacion, poseen una historia colonial, una economia agricola predominan
te y un ràpido ritmo de crecimiento economico. Todas estas son caracteristicas
ciôn en los paises ricos, por el contrario, no es tan clara, ya que la mitad
poseen alta primacia y la mitad la tienen baja. Por ultimo considera que puede
haber dos' tipos de alta primacia, es decir, que no es seguro que la primacia
elevada esté relacionada siempre con las mismas condiciones identificables, en
contra de aquello que se presuponia como hipôtesis al principio de la inves
tigaciôn.
Desde una perspectiva mas concreta, Kazimierz Dziewonski ha comproba
do la validez del modelo orden-tarnafio en Polonia y ha interpre_tado tas dife
rencias regionales que se ob servan en las distribuciones orden-tamafio relacio
nândolas con diversas caracteristicas del desarrollo econ6mico (DZIEWONSKI,
afio 1964).
87
H. Capel ;)OCL.
clifereneias significativas entre las poblaciones reales y las esperadas cIel modelo.
Por ello puecle ufirrnarse razonablemente que la regla orden-tamaûo en tanto
cc
dt' ollo, puede concluirse que la version de Zipf cle la regla orden-tamaüo es
cc
Il na
dcscripciôn bIsa dei uuiverso de ciudades». Conclusion que coincide, por
otru parte, con la ohtcuid.i Cil algunos trabajos anteriores (concretamente MOORE
aûo 1958). En vista de t'llo carece cl(' sentido intentar comprobar la hipôtesis de
poblucion total en las cinco primeras ciududes y con la renta per càpitu) no mues
trun ninguna disposicion clefinidn e indican, por consiguiente, que no puede COli
Iirmarse la hipotesis.
pero evidentemente, como se ha sefialado (ROSING, 1966) también puede ser cier
to 10 contrario, es decir, que una parte de las correspondencias entre los datos
88
El modelo renk-size
(HAGGETT, 1965, pàg. 76). Pero para un analisis mas profundo se requieren datos
que deben elaborados especialmente con este fin.
ser
de un casi nûcleo para todo el sistema» (cit. por ROSING, 1966). Zipf para corn
subnacionales 0
probar la validez de su modelo utilizo indistintamente unidades
solucion. Algunos de
supranacionales, 10 cu al, coma Rosing sefiala, es evitar la
los intentos que posteriormente se han realizado para investigar si el modelo
0 al de sus regiones (por ej.
era mas vâlido referido al sistema urbano de un pais
en cambio otros han
STEWART, 1958) no han dado resultados satisfactorios, pero
89
H. Capel Sée:
Una nueva
interpretaci6n dei modelo
Las criticas
realizadas por aigu nos de los trabajos anteriormente citados
(sobre todo BECKMANN, 19.58; BERRy-GARRISON, 1958), al mismo tiempo que pusie
ron de manifiesto ciertas insuficiencias del
modelo, abrieron el camino para una
nueva y mas convincente formulaci6n del mismo.
En el de B. J. L. Berry y W. L. Garrison se compara el modela
trabajo
orden-tarnafio con las teorias de Christaller, Rashevsky y Simon. A 10 primero ya
se ha aludido
paginas atrâs, En cuanto a las tcorias de Rashevsky, vienen a ser
una contribuci6n a la teoria
Il
general de la urbanizaci6n y la oportunidad econ6-
mica», exponiendo una teoria de las relaciones humanas de forma mate
general
mâtica ; dentro de ella se analiza también la distribucion espacial de los indi
viduos y el tamafio de lasciudades, tratando de interpretar las regularidades
empiricas observadas; segùn Berry y Garrison, el modelo orden-tamafio no es
incompatible con las teorias de Hashevsky, a las que ni oontradice ni
apova.
En cuanto a la obra del estadistico H. A. Simon,
constituye
una
aproximaci6n
a
una teoria
geueral de los sistemas a partir de las analogias que aparecen en las
distribuciones de frecuencias de una gran variedad de fen6menos
biol6gicos, so
ciales y econ6micos; en la obra se intentan las
explicar regularidades orden
tamafio dentro del marco de la teoria teniendo
general en cu enta las caracte
ya indicamos, en Simon, el
cual considera que en los casos limites las distribuciones
lop:normales son pro-
90
El modela renk-sire
afectada por un numero menor de fuerzas cuanto mas pequefio sea el pais, cuan
to mas breve sea la historia urbana del mismo y cuanto mas simple sea la vida
econômica y politien y mis bajo su grado de desarrollo econornico. En todos
estos la distribucion de tarnafios de las ciudades tendera a aproximarse a
casos
grandes naciones (como Brasil) y puises con larga historia urbana (como India
tralia, Nueva Zelanda) 0 en puises mis pequerios pero también con un elevado
nivel de desarrollo (como Austria, Suecia, Espafia y Holandu). Por ultimo las
distribuciones primates se Jan en paises COli econornias de suhsistencia (como
Tailandia) 0 en paises con imperio (Portugal).
U na confirrnacion adicional de la validez del modele desde el punto de vista
evolutivo la encuentra Berry en un estudio de Gwen Bell sohre los cambios en
la distribuciôn del tamaiio de las ciudades de Israel (BELL, 1962), y en otro
de J. R. P. Friedmann sobre el crecimiento economico y la estructura urbana
de Venezuela (FRIEDMANN, 1963); en ellos se puede comprobar que la distribu
ciôn de tamafios de ciudades va tendiendo hacia la curva lognormal segùn
avanza pais. Esto permite concluir. que en virtuel
el desarrollo economico del «
Bajo la influencia deI trahajo de Berry y Garrison, las ideas de Simon fueron
asi mismo recogidas en Polonia doride K. Dziewonsky ha comprobado la validez
deI modelo orden-tamaiio se ha apoyado en las ideas deI estadistico norteame-
y
91
H. Capel Séez
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El modela renk-size
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