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ALMAS BENDITAS DEL PURGATORIO

Esta saludable práctica consiste en diez Padrenuestros y Cien


Réquiem. Para esto, cada cual puede servirse de un Rosario
común o de cinco decenas, recorriéndole dos veces, con lo que
se forma el centenar.

Para rezar los Cien Réquiem aquí te dejo una guía pero recuerda
que las oraciones deben de salir desde tu corazón, bien adelante:

Primer Paso:

Después de la señal de la santa Cruz, se empieza con esta


deprecación:

“Animas santas, almas que están purgando, rueguen a Dios por


mi, que yo suplicare por ustedes a fin de que, cuanto antes, se
les conceda La Gloria del Paraíso celestial”.

Nota Personal: aquí es donde yo expongo mi petición a las Almas


Benditas.

Segundo Paso:

En seguida se dice un Padrenuestro, Avemaría, Gloria y luego


diez veces Réquiem el Réquiem es así: (Dales Señor El descanso
eterno y brille para ellas la luz perpetua de las puestas del
infierno libra Señor sus almas. Descansen en paz todas las
benditas almas del purgatorio. Amen)
Tercer Paso:

Finalizada la primera decena, se repite Padrenuestro, Avemaría,


Gloria y se dice la segunda decena de Réquiem y así
sucesivamente hasta que se complete los diez Padrenuestro y
Cien Réquiem.

Cuarto Paso:

Seguidamente será muy útil añadir en sufragio de las propias


almas (de algún familiar o persona querida) las siguientes
oraciones o jaculatorias, en memoria de los siete principales
derramamientos de la Sangre preciosa de nuestro Señor
Jesucristo:

1º. ¡Oh dulcísimo Jesús! Por el sudor de sangre que padeciste en


el huerto de Getsemanì, ten piedad de las almas benditas del
Purgatorio, y especialmente del alma de N.N. (aquí el nombre de
tu ser querido) de de la que se halle mas olvidad. – Un Réquiem.

2º. ¡Oh dulcísimo Jesús! Por los dolores que sufristeis en tu


cruelisima flagelación, ten piedad de las almas benditas del
Purgatorio y especialmente del alma de N.N. (aquí el nombre de
tu ser querido), y de la que se encuentre más olvidada. – Un
Réquiem.

3º. ¡Oh dulcísimo Jesús! Por los dolores que padeciste en tu


agudísima coronación de espinas, ten piedad de las almas
benditas del Purgatorio y especialmente del alma de N.N. (aquí el
nombre de tu ser querido), y de la que este mas abandonada. –
Un Réquiem.
4º. ¡Oh dulcísimo Jesús! Por los dolores que experimentaste al
llevar la Cruz a cuestas hasta el calvario, ten piedad de las almas
benditas del Purgatorio y especialmente del alma de N.N. (aquí el
nombre de tu ser querido), y se la que este en mayor olvido. –
Un Réquiem.

5º. ¡Oh dulcísimo Jesús! Por los dolores que aguantaste en tu


crucifixión tan cruel, ten piedad de las almas benditas del
Purgatorio y especialmente del alma de N.N. (aquí el nombre de
tu ser querido), y de la que se halle mas olvidad. – Un Réquiem.

6º. ¡Oh dulcísimo Jesús! Por los dolores que tuviste que padecer
en la agonía que pasaste sobre la Cruz, ten piedad de las almas
benditas del Purgatorio y especialmente del alma de N.N. (aquí el
nombre de tu ser querido), y de la que se encuentre menos
socorrida. – Un Réquiem.

7º. ¡Oh dulcísimo Jesús! Por aquel dolor inmenso que sufrió tu
alma santísima cuando expiró sobre la Cruz, ten piedad de las
almas benditas del Purgatorio y especialmente del alma de N.N.
(aquí el nombre de tu ser querido), y de la que obtenga menos
sufragios. – Un Réquiem.

Por último y para terminar tan propio como provechoso

Salmo 129

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