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LA M UJ E R M OL E STA
F E MINISMO S P O S TGÉ NE R O
y T R ANSID ENTI D AD SE X U AL
Pr imera edición, 2019
Del texto:
© Salldra Delgado
ÍNDI CE
Prólogo 7
LA MUJER MOLESTA
3. Pensar el género .. .. .... ...... ..... ..... ... ..... .. .. ...... .......... 2 1
6. Revisando conceptos 47
13. La sanción legal ........ ... ........ ........ ................... ........ 109
5
3
PENSAR EL GÉN ERO .
La gestación de un concepto
Cuando en la segunda mitad de los añ.o s 40 del pasado siglo
Simone de Beauvoir trabaja en la redacción de El segundo
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LA MUJLR MOl eSTA P ENSAR EL GE.'1ERO
P E.'1SAR El GEl'F RO LAMUJER MOLESTA
sexo (1949), la noción de género no se ha acuñado todaVía, inesencial frente a 10 esencia l. Él es el sujeta. Él es lo
aunque se comienza a percibir la influencia de la cultura en el absoluto; ella es el otro .3
comportamiento y la caracterización de los sexos.
Ya en 1935, Margaret Mead, en su estudio Sex and Tempe La autora toma aq ui estos dos conceptos, utilizados por la
ramenl in Three Primilive Socielies, defendía la tesis de que filosofía del momento, para mostrarlos marcados por el sexo.
las conductas sexuales podían ser diversas según el contexto Maniliesta una desigualdad que, más tarde, Celia Arnorós defi
sociocultural . En dicho libro, analiza a los arapesh, los mWl nirá certera como la relación entre «los iguales»: aquellos que
dugumor y los tchambuli de Nueva Guinea, y muestra cómo se reconocen mutuamente en los pactos sociales entre varones;
cada uno de los grupos actuaban según diferentes patrones y «las idénticas», intercambiables e indistinguibles. Diferen
de masculinidad y feminidad. Su tematización del «tempera ciación importante a la hora de evaluar el diverso posiciona
mento» frente al «sexo» preludia la idea de género. miento en la búsqueda de la identidad del yo según los sexos.
La frase de Simone de Beauvoir «no se nace mujer, se llega No existe reciprocidad. Mientras los hombres representan
a serlo» incorpora también esta diferenciación. De Beauvoir 10 positivo y lo neutro, las mujeres son lo negativo. Ya en los
parte del supuesto existencialista según el cual los seres hu mitos percibimos cómo las muj eres responden al imaginario
manos no poseen una esencia preestablecida, no son un ser de los deseos y temores masculinos, se ensalza en ellas la
en si, pues se construyen en la existencia, lanzados al mundo; sumisión, a la vez que se pretende controlar su pretendido
la condición humana responde a esta libertad de configurarse carácter maléfic o.
por medio de la acción (ser para SI). Estamos «condenados a La biología subordina a la mujer a la especie, hecho que
la li bertad», y a través de ella adquirimos nuestra dimensión se ha intentado naturalizar desde la psicología y desde el psi
moral, en interacción con los otros y descubriendo nuestras coanálisis, corriente esta última de la que la autora realiza
propias nOffilas. Sin embargo, frente a la libertad absoluta sar una lectura crítica. No existimos solo en cuanto cuerpos, sino
treana, defiende que somos seres «situados»: cuanto nos rodea en cuanto cuerpos vividos por el sujeto; la muj er se convierte
condiciona la posibilidad de realizarnos como proyecto. En en hembra al experimentarse como tal, pero la anatomía no
este sentido, De Beauvoir constata las condiciones diferentes es un destino. Tampoco la economía es suficiente para expli
que rodean a las mujeres: mientras los hombres son detenta car la supeditación de las mujeres, y aquí disentirá tam bién
dores de pleno derecho del discmso, del saber y de la historia, de la explicación del origen de la familia dado por En gels
las mujeres han sido consideradas seres accesorios. ElJos son y de la preeminencia otorgada a dicho condicionante por el
el sujeto, lo universal, aquellos que reconocen su identidad. materialismo histórico. La mujer es W1 producto de múlti
los iguales, «lo mismo»; las mujeres quedan relegadas a la ples factores sociales: la educación, las costumbres, las le
objetualización, al confuso reino ontológico de <<lo otro»: yes ... , es decir, de la civilización en su conjlrnto. Ha sido
La muj er se determina y diIerenci a con relación De Beauvoi r, Simone, El segundo sexo, Buenos Aires, Siglo XX,
al hombre, y no este con relación a ella; esta es lo 1977, t.1 , p. 12, traducción española de Pablo Palant.
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PI'!'SAR aL GENERO LAMUJER MOLESTA LA \ruJER M OLESTA PDlSAR EL GENERO
condicionada para intentar recuperar su cuerpo y su relación (sexo y género)>> .4 Acepta también con Money que el género
con el mundo a través de discursos ajenos, y sol o tornando se establece con la adquisición del lenguaje, y que se fija en
conciencia de esto podrá construirse en libertad. El análisis t01110 a los dieciocho meses de edad.
pormenorizado que De Beauvoir realiza en El segundo sexo De acuerdo con todo ello, Millet concluye : «El vocablo
de cómo la cultura determina el sexo, avanza y desarrolla, género no tiene un significado biológico, sino psicológico y
aún sin nombrarlo, el concepto de género. cultural».5 Y. en consecuencia:
El acuñamiento del concepto llegará a través de la medici
na y la psiquiatría, en el ámbito del tratamiento de los bebes [E]I desarrollo de la identidad de género depende, en el trans
intersexuales, por parte de John Money, del Hospital Johns curso de la infancia, de la suma de todo aquello que los padres,
Hopkins de Baltirnore, en 1955, y de Robert Stoller, de la los compañeros y la cultura en general consideran propio de
Gender Identity Research Clínic, en 1968. Para la fijación del cada género, en cuanto al temperamento, al carácter, a los inte
sexo definitivo en bebes nacidos con una genitalidad ambi reses, al esfalu.\·, a los méritos, a los gestos y a las expresiones. 6
gua, hubo que distinguir entre sexo cromosómico, anatómi
co, identidad de género y rol de género, en el intento de que Sirviéndose de esta terminología, Millet h·ansciende el
una intervención quirúrgica temprana y una posterior hormo mero ámbito médico-psicológico para, en la estela de Simo
nación condicionara al individuo a reconocerse en el género ne de Beauvoir, desarrollar su concepción de política sexual.
masculino o femenino seleccionado. Este tema lo trataré con Nos hallamos a finales de los sesenta; una idea se reitera en los
mayor detenimiento en el apartado siguiente, por la prevalen movimientos estudiantiles: hay que trascender los estrechos
cia que ostenta en la actual consideración de la transexualidad. límites de la politica tradicional: «lo personal es politico». Y,
Constatemos simplemente ahora que la aparición «cien en este sentido, cabe situar la afinnación de Millet: «El sexo es
tífica» y terminológica de la diferenciación sexo/género fue una categoría social impregnada de políticID>. El poder, como
asumida por el pensamiento feminista, pues, más allá de la luego desarrollará Foucault, penetra los cuerpos y los saberes.
biología como destino, posibilitaba seguir indagando sobre Por ello, es necesario analizar desde un prisma más amplio las
la influencia de la cultura y la educación en la identidad se relaciones de poder. La política sexual que Millet descubre en
xuada adjudicada a las muj eres y apuntar caminos de eman el corazón de la sociedad responde a la socialización de ambos
cipación de esa falacia naturalista. sexos realizada en el patriarcado, de ac uerdo a dos principios
Kate Millet, en su obra Sexual Politics (1 969), asumirá
las definiciones de Stoller de sexo como «los componentes
biológicos que distinguen al macho de la hembra», y de gé 4 StoJler, Robert J., Sex and Gender, Nueva York, Science House,
1968, pp. VII [ Y IX del prefacio (citado por Kate Millet, Política se
nero como aspectos esenciales de la conducta: afectos, pensa
xual, Méx ico DF. Aguilar, 1975, p. 39, traducción española de Ana
mientos, fantasías ... , «que, aun hallándose ligados al sexo, no Maria B ravo Garcfa) .
dependen de factores biológicos». Así, pues, «no existe una 5 Mil let, Kate, Op.cil. , p. 40.
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fundamentales: «El macho ha de dominar a la hembra y el del mero economicismo marxi sta, reduccionista en Engels y
macho de más edad ha de dominar al más joven». 7 Los roles y ciego a la diferencia de los sexos en Marx.
estatus adjudicados a ambos sexos, según este criterio, no de La noción sistema sexo/género le parece a la autora más
rivan en modo alguno de la naturaleza humana. El control de adecuada que «modo de reproducción» o «patriarcado» para
los varones sobre las muj eres introyecta en estas los valores de mostrar la identidad y la estratific ación de los géneros, <da
la sumisión, el patriarcado socializa a las mujeres de manera organización social de la sexualidad y la reproducción de las
que estas asuman su papel asignado. Solo liberándose ambos convenciones de sexo y género».
sexos de estos patrones del género podremos acceder a unas Lévi-Strauss, al analizar los sistemas de parentesco, en
relaciones más libres e igualitarias. troniza el tabú del incesto y el intercambio de mujeres como
Otro texto clave en la configuración del concepto de gé origen de la cultura. Asombra que esta afirmación, común
nero es el conocidísimo artículo de Gayle Rubin «The Tra mente aceptada por la antropología, no haya sido piedra de
ffic in Women: Notes on the "Political Economy" of Sex» escándalo. ¿Significa esto aceptar, en tanto prerrequisito de la
(1975 ). En él, realiza una lectura del marxismo (Marx, Enge civilización, que las mujeres sean obj eto de transacción como
ls), la antropología (Lévi-Strauss) y el psicoanálisis (Freud, esclavas, siervas, prostitutas o en su mera calidad de mujeres?,
Lacan) analizando sus logros y sus limitaciones de cara a ¿que la civilización misma esté fundamentada en esta onerosa
iluminar la diferenciación de los sexos y la opresión de las infamia?, ¿no habría sido posible otro desarrollo? Más allá
mujeres. Para ello, acuña la expresión sistema sexo-género de esta postura maximalista, pero partiendo de esa estructu
como «un conjunto de disposiciones por el cual la materi a ra de dominación subyacente, Rubin propone la necesidad. de
prima biológica del sexo y la procreación humanos es con realizar una economía política de las relaciones sexuales.
formada por la intervención humana y social, y satisfecha Plantea también la autora una revisión del psicoanáüsis,
en una forma convencional».8 El sexo. en cuanto fenómeno pues este muestra de una forma acrítica el proceso de auto
complej o, que incluye la identidad de los géneros, los de negación por el cual las mujeres asumen su identidad hetero~
seos y fantasías sexuales y su gestación en la infancia~ se sexual normalizada. Si bien, en un primer momento, los com
nos muestra como un producto social. En este sentido, habrá plejos de Edipo y Electra suponen que antes de la fase edípica
que estudiar las relaciones de producción. yendo más allá los niños son bombres y mujeres «pequeños», naturalizando
los estereotipos sexuales, el posterior desarrollo del pensa
miento freudiano establece la bisexualidad previa para ambos
7 l bid., p. 34.
Monthly Review Press. 1975, pp. 157-21 O. Véase trad. casto «E l tráfi
terosexualidad normativa. En la concepción de la feminidad
co de muj eres : notas sobre la "economfa politica" del sexo», en Revis
freudiana. podemos ver, según la autora, buena parte de los
ta nue va antropologia, año/vol V III , 11 .030. Univers idad Autónoma
mecanismos operantes sobre la psiquis femenina; frente al mo
de Mexico, p. 102. http://lvlll'>v.caladona.org/grujJs/uploads/2007/05,
delo sexista postulado por Freud, al feminismo le corresponde
1%20trafico% 20de%20111 ujeres2.pdf desvelar su sesgo androcéntrico y opresivo para las mujeres.
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L A MUJER MO LESTA P ENSAR EL m iNERO
PENSAR EL GÉNERo LA MUJER MOLESTA
El fin último del sistema sexo-género, tras conocer sus acentuándose con el paso del tiempo. Así, mientras en Europa
trampas y mecanismos, es poder liberarnos del género. es de los estudios sobre la mujer o feministas se consolidaban tími
cir, la elimi nación del sistema social que produce el sexismo damente, en EEUU se establecían de forma más generalizada
y el género. Este es el deseo con el que concluye su texto: los Gender Studies, consecuencia de un largo proceso.
«El sueño que me parece más atractivo es el de una sociedad Ya en la década de los 60 del siglo pasado, influidos por el cli
andrógi na y sin género (aunque no sin sexo) en que la anato ma contestatario, antibelicista, pacifista, de derechos civiles .. . ,
núa sexual no tenga ninguna importancia para 10 que una es nacen los primeros grupos de reflexión sobre la discriminación
lo que hace, y con quién hace el amOD). de la mujer, precursores de los Women s Sfudies, ligados al fe
Aun cuando en la actualidad Gay le Rubin ha decidido minismo de la segunda ola y al feminismo radical. La amplia
abandonar la denominación sistema sexo-género para desli ción del objeto de estudio incluyendo las variadas sexualiqades,
gar el análisis del género de la sexualidad, esta ha tenido una gays, lesbianas, nuevas masculinidades, queer y transexualidad,
gran repercusión en la teoría feminista. conforman más tarde la dimensión de los Gender Studies.
Si hacemos un poco de arqueología y genealogía de los
deslizamientos epistémicos que han dado lugar a la consoli
Bástennos estos trazos para recordar cuál ha sido, dentro de dación de la noción de género y su actual difusión, podemos
la teoría feminista, el surgimiento de la noción de género, y reconocer ciertas líneas: en primer lugar, la generalización del
cómo vino a otorgar nombre a una constatación cada vez más debate teórico naturaleza/cultura, propiciado por el auge de la
presente: feminidad y masculinidad no obedecen a una mera antropología, disciplina que consolidaba su espacio frente a
determinación biológica, sino construida históú ca y cultural las ciencias de la naturaleza; por otro lado, las revueltas con
mente. Una concepción superadora del determinismo biologi testatarias que se oponen a las tradiciones convencionales en
cista que, a lo largo de los siglos, ha pretendido legitimar en busca de un espacio de libertad, con especial protagonismo
la naturaleza toda una serie de normativas morales, religiosas de las secuela.;; del movimiento hippie y la revolución sexual;
y sociales. Un fenómeno mucho más complejo que no puede asimismo, la importante problematización que de las rela
explicarse simplemente, como se pretendió desde el marxismo ciones sexuales realizan los grupos de reflexión de mujeres'
y el psicoanálisis, por causas económicas o psicológicas. unido a ello, fruto pri mero del postestructuralismo y después
La emergencia de un concepto está precedida por la percep del postmodernismo, se desarrolla un constructivismo social:
ción de una problemática a la cual al fin se le otorga denornj todo cuanto nos ocurre, explicado hasta entonces por causas
nación. El término inglés gender parecía adecuado para crear materiales o empíricas, empieza a verse como el resultado
un nuevo campo semántico que prometía un acercamiento de factores sociales e históricos. Si, en un pri mer momento
sistémico a la cuestión. Sin embargo, esa misma potenciali - recordemos El segundo sexo de Simone de Beauvoir- , el
dad teórica produjo suspicacias desde el principio, pues al ser intento es desligarse de lo biológico para dar espacio a lo CllI
más difusa y académica, también ocultaba el aspecto de lucha tural, cincuenta años más tarde será lo cultural lo que adquie
del feminismo y la propia definición de mujer, algo que ha ido ra Una hegemonia cuasi omniexplicativa. Este deslizamiento
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P ENSAR FL GÉNERO L A MUJER MO LllSTA
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I,A I\'IUJER MO LES1A E l CENERO Y LOS r BMJN lSMOS
E L GliNERO \' LOS FEMIN ISM OS
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E L GÉNERO Y LOS FEMl'IIS"IOS LA MUJER MOU!ST/\ I ,\ MUJER \toLESTA EL (lÉNIiRO y LOS FEM r"I S~IOS
deshacerse de ellos, por medio de la torna de conciencia la logros legislativos en pro de la igualdad , paridad, etc., y una
formación, la independencia económica y emocional, es de vertiente teórica, esto es, crítica de la razón patriarcal, postu
cir - aunque De Beauvoir todavía no lo formulara así- , solo lación de una democracia feminista.
cabe: deshacerse del género. En esta línea caber entender la configuración del primer
Al feminismo radical que se desarrolla en los 60 y 70 en feminismo postgénero, del que me ocuparé más adelante.
EEUU, le corresponde la tarea de desentrañar las estructu Si en el femini smo de EEUU se utiliza la noción de gé
ras de poder de la construcción social de la feminidad, y la nero, con el afán expuesto de denuncia y superación, en el
puesta en circulación del concepto «género», así como de movim iento feminista europeo se da en un primer momen
«patriarcado». instrumentos imprescindibles para la articu to un cierto rechazo al término, no por lo que contribuye a
lación de la teoría feminista y que se formulan en dos de los desvelar. sino porque parece vago y ajeno a las lenguas no
libros más relevantes de esta corriente : el ya citado Política anglosajonas, y porque en su desarrollo como Gender Stu
sexual (1969) de Kate M illet y La dialéctica del sexo (1970) dies puede ocultar la vertiente de lucha que sí mantiene el
de Shulamith Firestone. La noción de patriarcado, utilizada adjetivo «feminista»; así en España, por ejemplo. se seguirá
de forma aséptica por la antropología, adquiere un sentido hablando prioritariamente, hasta casi final es de los noventa,
negativo como estructura histórica y social de las relaciones de «teoría feminista» . «investigaciones feministas», etc.
de poder. Las explicaciones del marxismo y psicoanálisis,
que ya De Beauvoir había mostrado insuficientes, son pues Feminismo de la diferencia
tas en evidencia como ciegas al «problema de la mujer». La
opresión de las mujeres no tiene una causa meramente eco na rama del feminismo radical evolucionó en EEUU hacia
nÓITÚca, y por ello no puede ser resuelta por una acción solo el llamado «feminismo cultural». Deudora del movimien
política o revolucionaria. Es necesario ampliar la esfera de lo to contracultural de los sesenta, nace esta propuesta de una
político. De ahí ,el lúcido eslogan del momento, «lo personal contracultura feminis ta. Si la cultura ha sido una creación
es político». Antes de que Michel Foucault afirmara aquello masculina, en el rechazo de esa creación social del géne
de que «el poder penetra los cuerpos», Mjllet había desvela ro, la mejor alternativa es volver a la naturaleza Frente al
do la construcción patriarcal del deseo. Los grupos de auto constructivismo del género se reivindica cierto esencialis
conciencia (conciousness raising) fueron un mecanismo im mo: los valores femeninos, la maternidad, el lesbianismo, la
portante para afianzar los lazos entre muj eres y profundizar ecología. el pacifismo .. . Una representante paradigmática es
en los mecanismos sutiles de dominación y sumisión con los Mary Daly.
que se construye la identidad sexual del yo femenino. En Europa, el feminismo de la di fe rencia se ha desarro
El conjunto de tendencias que aquí aglutino ha tenido dos llado, sobre todo, en Francia y en Italia. Considera que el
frentes para deshacerse de la construcción social del género: feminismo de la igualdad solo pretende una igualación con
una vertiente política de liberación de la biología (control de los varones, cuando se trataría de crear otra cultura diferente,
la reproducción, anticonceptivos. legalización del aborto). y basada, en el caso de las muj eres, en la profundización en
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EL OENERO y LOS FEMINISM OS L.... MUJER MOI.ESTA
Mt JER MOLE'.STA El. Ot.~ERO y LOS rnllNISMOS
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R EVISA,'100 CONCE PTOS LA 'I LJJER 'IOLESTA REvrSANDO CONCEPTOS
\ , LJJER MOLES"IA
De la misma manera, «perspectiva de género» comenzó movimiento LGTBIQ tiene un grupo real hegemónico, que
siendo sÍnónimo de perspectiva feminista, de todas aquellas es el gay; un colectivo minimizado, el de las lesbianas; otro
acciones que pugnaban por superar la invisibilidad de las invisible, el de los bisexuales; uno ambiguo, el de los inter
muj eres y restañar la injusticia de su relegación en los sabe sexuales; y dos acepciones, aunque minoritarias, simbólica
res, en el ámbito laboral, en las medidas administrativas. etc. mente vanguardi stas: los trans y queer. Si dentro de las siglas
En la actualidad, significa inclusión de la diversidad sexual. no hay una M de mujeres, está claro que nuestras reivindi
Decimos «violencia de género» a aquella que sufre la mu caciones como muj eres deben, aun cuando se coincida en
jer por el hecho de ser muj er. sustituyendo a la más inapro algunos puntos, gestionarse con una estrategia propia, y no
piada de «violencia doméstica» --dado que, en el ámbito ser Í11cl uidas como una más de la diversidad sexual, cosa que
doméstico, puede darse una vi olencia sufrida por muj eres, empieza a ser común en el etiquetado de los depaltarnentos
hombres. ancianos o niños. con independencia de su sexo-o de la administración o académicos y en la inercia burocráti
y en sustitución también de la más clara de «violencia ma ca. Por ej emplo, donde antes había una dirección, concejalía,
chista», que parece menos científi ca. «Género» aquí pierde unidad ... «de la mujeo> , esas mismas instancias se denomi
su carácter amplificado, pues habíamos quedado en que los nan ahora «de igualdad y políticas inclusivas», «de políticas
géneros eran múltiples, pero la contundencia de los hechos de género y diversidad», «de igualdad de género» .. .
se impone: hablamos de una violencia sufrida mayoritaria La perspectiva de género, aunque trata de trabajar por las
mente por mujeres y ejercida mayoritariamente por hombres. muj eres, las invisibiliza, difumina su presencia en una ter
La denominación, pues, resulta vaga fre nte a lo que preten minología aséptica, general y semánticamente equívoca, o
demos denunciar. bien las incluye como un caso más en el totum re volutum
En todos estos usos, vemos un deslizamiento semántico. burocrático de la diversidad sexual y funcional.
En una primera fase, donde antes se empleaba «mujer» o 1 género comporta, lo ha mostrado Genevieve Fraisse,
«feminismo», se comienza a emplear «género», como fOlma ciertos riesgos teóricos: su carácter de universal, neutro y, a
académica de referirse a ello. En una segunda fase, el género la vez, concreto nos prometía un acercamiento a lo tmitario,
es consciente de que debe incluir la diversidad sexual y esca lo dual y lo múltiple por medio de una abstracción legítima.
par del modelo binario. Actualmente se produce un proceso Pero este mismo carácter puede convertirse en una máscara
de impertinencia y ambigüedad semántica, dado que a veces que oculte a hombres y muj eres, sus diferencias y desigual
lo utilizarnos en el primer sentido y otras en el segundo. El dades. «"Género" podría ser perfectamente el árbol concep
mismo carácter general y abstracto que posibilitó un cierto tual que esconde el bosque de las "mujeres" en su realidad
avance en la teoría feminista, se vuelve en su contra y en la subaltema». 16 El género se constituye así como solución y
de aquellos colectivos incluidos. pero muchas veces invisib;
lizados. Colecti vos que en un tiempo caminaron juntos . Las 16 Fraisse, Genevieve, Los excesos del género, Madrid, Cátedra,
mujeres quedan reducidas a ser una más de la variantes de la 20 16. p. 50. (Más adelante tomaré la expresión «los excesos del géne
diversidad sexual , al privilegiarse el género frente al sexo. El ro». que Fraisse utiliza en el sentido de sus desbordamientos positivos
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VISAJ\DO CO"lCEPTOS
R EV ISANDO CONCEPTOS
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REv lsA.'mo CONCEPTOS l.A MUIoR \101 SS"" REV ISAN DO CO NCEPTOS
sobre las muj eres en la sociedad en general» (p. 341), Y cara Freud en Tótem y tabú, se instaura con la horda de
propósito de su texto es describir «el desarrollo de las p . hermanos acabando con el padre violento y acaparador de
cipales ideas, símbo los y metáforas a través de los cuales lodas las mujeres.
relaciones de género patriarcales quedaron incorporadas a Más allá de esa línea genealógica, que arre bata por la
ci vilización occidental» (p. 28). sangre el poder del padre, lo hereda o 10 perpetúa simbóli
Lej os está de mi el pretender minusva lorar las camente, el verdadero acto significativo se encuentra en ese
nes de la noc ión de patriarcado a la teoría femini sta pacto entre hermanos, esas fratrias originarias de reconoci
creo que la visión hi stórica y social de aq uella, anterior miento viri l in/er pares. Y si la figura del patriarca se nos
paralela a la resignificación feminista, ha lastrado . antoja ya antigua, en cambio el condicionamiento que obliga
la pertinencia de su aplicación. El patriarcado históri a los varones a constituirse en fratrías se mantiene actual. Por
remite a una organización pri mü iva, podemos adaptarlo ello, propongo que en vez de patriarcado hablemos de «fra
sus diversas manifestaciones, religiosas, hebraicas, al triarcado» como el sistema por el cual los varones en cuanto
familias romano, al monarca absoluto, y desvelar a partí tales pactan el poder, ligado a su sexo, adquieren privi legios
de esa estructura sus prolongaciones sociales y simbólic y se ven impel idos a medirse por un arquetipo viril de riva
diferentes; sin embargo, poco o nada tienen que ver lidad agresiva para ellos mismos y de exclusión y violencia
organizaci ones jerárquicas con nuestra realidad actual. hacia las mujeres y lo fe menino.
Dios-padre, de luengas barbas, hace mucho que des Deseo, de esta manera, mantener el sentido de estruc
ció de nuestro imaginario; ni los reyes, ni los jueces, ni tura subyacente que da razón de diversas manifestaciones
padres de familia, ni siquiera el pontífice romano osten androcéntricas, significado que ya aportaba el patriarcado,
tan ya esos atributos de poder reverencial sino en virtud superando su carácter un tanto abstracto y desfasado en el
una imaginería desfasad a. Seguir insistiendo desde la tiempo. Al poner el objetivo en la fratriarquia, no pretendo
feminista en la prevalencia del patri arcado puede conde culpabilizar al conjunto de los varones, sino visualizar un
narnos a cierta abstracción transhistórica, en la que nad· proceso social y de subjetivación por el cual a las personas
se siente aludido, y contra la que es fácil posicionarse, si de sexo masculino se las intenta convertir en «machos».
cambios reales. O peor todavía, llevarnos a consi derar que ~onc retar el daño que esto produce en especial a las mu
se dirigen los dardos críticos hacia una opresión ya supe Jeres, pero también a ellos mismos. y mostrar cómo, le
rada. La prolongación de ese poder patriarcal reviste hoy jos de ser un mecanismo individual, no solo configma los
formas más sutiles. Realmente hace mucho que consuma mandatos de masculinidad y feminidad, sino que vertebra
mos el asesinato del Padre. En la m itología, Saturno, agaza estructuralmente las relaciones sociales de poder basadas
pado aún en el vientre de Oea, saja los genitales de Urano, en el sexo.
y devora después a sus propios hijos para evitar que ellos En todas las sociedades, se dan ritos iniciáticos por me
repitan contra él la misma acción. El asesinato primordial dio de los cuales los varones rompen el lazo con la madre
que inaugura el comienzo de la civilización, según expli y adquieren el estatus viril. Son los otros varones los que
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L.\ ~lllJ F.R MO LEST,\ REVISANDO cO:-'CEPTOS
REV ISANDO CONC EPTOS
van a otorgar ese estatus, esa aceptación como « l UlO de rivalidades que entroniza el poder del más fuerte, del más
nuestros» . Se trata de mostrar la valentía y, sobre todo , de hábi l, y elimina al débil: violenta, porque se alimenta en el
certificar que no hay nada femenino en él. Por ello, ese re imaginario inconsciente del guerrero y la fuerza; de exclu
conocimiento inter pares está basado en la cosificación y la sión, pues solo admite a los iguales, y esto no incluye a las
violencia simbólica o real sobre las mujeres. Quizás no haya m l~j eres, aquellas frente a las a que se define para afi anzar su
que matar un león, sin embargo la realización de un acto identidad.
violento sigue siendo el requisito para entrar, por ejemplo. Fratriarcado, en un sentido menos agresivo. pero no me
en las maras. Tal vez no sea el padre quien lleve al joven a nos real, son todas aquellas instancias religiosas, administra
perder la virginidad a un prostibulo, pero las pandillas de tivas. económicas, políticas y culturales en las que el grupo
amigos pueden acabar la fiesta en él como un colofón di de poder es en esencia masculino por muy sutiles que se ma
vertido. El habitual intercambio de desnudos femeninos en nifiesten los pactos de reconocimiento y de exclusión. Esas
gmpos masculinos de WhatsApp, no es sino una forma lig hl foios de consejos de administración o de academias donde
de concelebrar el mismo pacto viril; ¿qué joven se arriesga todo son trajes y corbatas, esos premios que, casualmente,
rá a no mostrar su fruición, o a no reír un chiste misógino y casi siempre ganan hombres, y por supuesto esos cónclaves
quedar excluido, cuando no marcado, por una ambigüedad de lideres religiosos.
sospechosa? La virilidad debe ser constantemente probada. Fratriarcado es esa conj ura de varones que, desde los go
pues se ejemplifica en la erección; toda flacidez genera la biernos o ciertos partidos, buscan defenderse de la pretendi
angustia de la impotencia, de ahí la compulsión hipersexua da amenaza de lo que dominan «feminazis» e «ideología de
lizada. Son los demás quienes deben ver mi hombría, y qué t;,énero». Es el miedo del macho ante la independencia y el
mej or para demostrar la propia identidad viril , para afianzar avance de la mujer, su dependencia de que esta no cuestione
la diferencia frente a la mujer, que dominarla. Este es el su superioridad.
sentido de actos como el caso de «la manada»: la hllrnilla Fratriarcado es ese gesto indignado con el que ciertos va
ción, el sometimiento de la muj er es la ocasión para ese re rones aseveran que, a pesar de los asesinatos de mujeres, de
conocimiento entre machos, por ello es necesario grabarlo las agresiones, de las viol aciones, la mayor parte de las de
y difundirlo. No solo hacer, sino ser visto, para revalidar el nunci as interpuestas por ellas son falsas .
estatus viril. Cosificación de la muj er, reconocimiento inter Fratriarcado es el uso por parte de los varones del cuerpo
pares. y publicidad con vanagloria son los requerim ientos de las mujeres, como un derecho de estos y una «libertad»
de ellas.
constantes.
Pero el fratriarcado -la cadena de poder de las fratrfas Fratriarcado es también toda la defensa que las mujeres
no solo se manifiesta en estos extremos. Todo pacto entre realizan de los pactos entre varones, sin reparar en que ellas
varones que potencie el arquetipo viril posee, por atenua no están incluidas.
da que esté, esa marca fratr icida, vio lenta y de exclusión o ~ratriarcado es la actitud misógina y de rivalidad entre
menosprecio de la mujer: fratricida, pues, es un sistema de mUJeres cuando asllrnen la mirada de ellos.
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REviSAN DO CONCE PTOS LA MUJER MO LEST
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P OSTGE."iFRO
POSTCi¡t'-lF. RO 1.,\ "l!JLR \10LIlSTA
de constmir un nuevo feminismo postgénero tras la eelos' existir ya división sexual del trabajo. la diferenciación de
omniexplicativa que en la actllalidad ostenta el género. los géneros perderá sentido.
También, partiendo de una perspectiva marxjsta y de
que la reproducción es la causa y origen de los males que
La liberación tecnológica afectan a la muj er, Lidia Falcón, en su voluminosa obra
Un mundo en el que los géneros no tuvieran im a razón feminista (1982),20 desarrolla un pormenorizado
sería aquel en el que nos ljberáramos de los dictados de análisis de la mujer como elase social y económica. En el
biología como causa de nuestra opresión principal. Shu primer tomo, trata el modo de producción doméstico, y, en
mith Firestone, en su archiconocido La dialéctica de l s el segundo, se ocupa de la reproducción humana, sus ca
(1970)1 9 argumenta que son las cl ases sexuales las que e racterísticas fisiológicas, su desarrollo hjstórico, el valor de
en el origen de toda la.dialéctica entre las clases sociales: los hijos como fu erza de trabaj o, el amor maternal, para
materialismo histórico, desde su perspectiva economici concluir con las posibilidades de la reproducción in vi/ro y
no explica suficientemente la opresión de las mujeres, de la ingeniería genética. La liberación de las mujeres solo
necesario incorporar en él las relaciones de los sexos. tendrá lugar cuando estas «domin en tanto los mecanjsmos
muj eres son una clase sexual, condicionada por las serv del poder político como la organización y la dirección de la
dumbres reproductivas. El do minio de las mujeres por reprod ucción humana».21
te de los hombres se asienta en las funciones biológicas Ambos momentos, el preludio de un «socialismo ciber
reproductoras de ellas. Esto es lo que ha condicionado l nético» en Firestone, influido por la superación del hom bre
división sexual del trabajo, la mayor vulnerabilidad de unidimensional marcusiano, la revolución sexual y la contra
hembras ligadas al embarazo, parto y crianza de los hijo cultura. que relee y transciende en clave feminista, y la apli
su reclus ión en la esfera domésti ca. Para la autora, es cación del materialismo histórico marxista a la construcción
sario un cambio global de la sociedad. De la misma de una razón feminista en Lidia Falcón, avistan un mundo
que la re volución proletaria perseguía la apropiación de postgénero a través de la apropiación de la revolución tecno
medios de producción, se requ iere una revolución de la lógica por parte de las muj eres.
mujeres para controlar los medios de reproducción. Ello Pero la percepción de la interacción naturaleza/tecnología
implica solo el acceso a los métodos anti conceptivos y ha avanzado considerablemente desde las décadas de los se
intelTupción del embarazo, sino la confianza en que en tenta y ochenta en la que se publicaron ambos textos. Era el
n~ om~nto de las utopías tecno-futuristas solo intuidas por la
futuro la tecnología liberará a las mujeres de la ma
dad. Los trabajos del cuidado serán compartidos por am ele.ncla ficción, hoy la fusión tecnológica de cuerpos y rná
sexos, en una superación de la familia trad icional. Al qumas es cada vez más una realidad.
19 Fi restone, Shulam ith. La dialéctica del sexo: el caso de la ,.e vo~ 20 Falcón, Lidia, La ra=ónfeminista, Barcelona. Fontanella, 1982.
IlIción feminista. Barcelona, Kairós. 1976.
21 n, p. 695.
{b id. , t.
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P OS I Ofu..ER P OST GEN ERO
L\ \I L·JER \WL ESTA
Desde esta realidad, emerge la obra de Donna Haraway que va desde la estructura de la sociedad hasta el sistema
Simians, Cyborgs and Women. The Reinvention of nervioso central de los seres humanos. «El cyborg es una
(1991).22 El marco cultural es ahora el discurso criatura en un mundo postgenérico»,24 de hombres y mu
no. El ser humano en generaL el suj eto. se percibe com jeres mutantes, alej ados del dualismo, que se encanlinan a
«una invención reciente» (Foucault). La cibernética apli la superación de las identidades sexuales preestablecidas en
da a la biología y la medicina realiza espectacu lares busca de un nuevo erotismo. Nuestra úni ca estrategia femi
ces, penetra la realidad social, conforma la manera en la ni sta sería asumirnos como tales para generar nuevas metá
percibimos el mundo y a nosotros mismos . La fro ntera .. ntrl>. foras, lenguajes, instrwnentos conceptuales y políticos que
lo humano y lo no humano se desdibuja. El cyborg es la cortocircuiten la militarización tecno-científica. Habitar el
táfora con la cual la autora pretende plasmar aquello en 1 monstruo, despojarlo de su carácter terrorífico para forzar
que nos estamos convirtiendo, representa nuestra ontología «el suefio utópico de la esperanza de un mundo monstruoso
y nuestra política. Ello produce una nueva configuración de sin géneros».2s
los cuerpos, y el reto de pensar el femirúsmo a través de Si en Firestone y Falcón observábamos la esperanza de
la tecnociencia. Haraway cuestiona la noción de «identidad que la revolución tecnológica liberara a la muj er. en Haraway
de género» y la distinción sexo/género, de las que afirma detectamos un sentimiento paradójico de crítica y atracción.
han tenido «consecuencias calamitosas para gran parte de Ninguna de ellas es ajena a los peligros de una tecnología
teoría feminista»,23 al no haber tematizado históricamente y utilizada en contra de las mujeres, pero la esperanza de su
relativizado el sexo, al no reparar en que no solo el dominio o la fascinación por ella nos sitúan en cierto esta
es una construcción social , sino también lo son el cuerpo do que he de nominado «tecno-eufórico>~, y que en décadas
y la biología. La identidad común del sujeto-mujer se ha posteriores vemos plasmarse en ámbitos que van desde la
fundamentado, según la autora, en una concepción ahistó literatura y la cinematografia de la ciencia ficci ón hasta las
rica de sexo, carne, cuerpo, biología, raza y naturaleza, sin propuestas del complejo económico y de investigación de
percibir cómo todas ellas son perpetuamente reinventadas. Silicon Valley.
Nada de esto es una esencia, el yo es un campo de nudos. La fonna más radical de este femi nismo postgénero su
inflexiones, un agente activo en una realidad cambiante, de cum be a una imaginería de la tecnología como puerta abier
fronteras móviles y cuerpos que mutan. Todo ello obedece ta a la liberación, en consonanci a con el ambiente contracul
a una nueva forma de control arbitrada desde la ingeniería tural de los sesenta en que la crítica a la sociedad capitalista
cibernética, a una relación intrínseca entre el capitalismo, el y tecnificada que producía seres unidimensionales y aliena
patriarcado y la producción de saberes. Un sistema militarizado dos se compensaba, por un lado, con la vuel ta utópica a la
naturaleza, y, por otro, con la esperanza de que el desarrollo
22 Haraway, Donna, Ciencia, cyborgs y muieres. La reinvención de
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POSTGENERO
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EL SEXO COMO PERFOR MANCE
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L A MUJER MOLESTA EL SEXO COMO I'ER FO M1ANCE
El SEXO COMO PERFORMANCE LA MUJER MOLF.sTA
Siguiendo sus razonamientos en su obra Gender Trou producir la apariencia de sustancia, de una especie natural de
ble (1 990),29 la sexualidad seria un hecho somático creado seD>Y Liberados de toda ilusión de permanencia prefijada,
por un efecto cultural, por un discurso con intereses polí del rígido corsé del dimorfismo sexual, de la heterosexuali
ticos y sociales. El género es el medio discursivo/cultural dad obligatoria., la proliferación paródica de expresiones de
mediante el cual se produce la noción de «sexo» a la que se género será la única alternativa subversiva.
le da ID) supuesto carácter prediscursivo, neutro y anterior En conclusión: la identidad, el cuerpo, el sexo, el género,
a la cultura. El cuerpo es también una construcción, pues, la naturaleza dejan de existir como realidades independien
según Butler, «no puede decirse que los cuerpos tengan una tes del lenguaj e y se convierten en constructos culturales.
existencia significable antes de la marca de génerm>.30 Para Este mismo destino tiene el sujeto.
la autora, seguimos anclados en una visión metafisica y hu
manista de l sujeto, de la persona, como ente sustantivo con
una serie de atri butos, cuando, en realidad, la identidad más Butler parte del análisis foucaultiano según el cual la noción
que un rasgo descriptivo de nuestro yo se construye como un moderna de sujeto tiene una génesis jurídica y disciplinaria,
ideal normativo: «la identidad es un efecto de las prácticas los sistemas jurídicos de poder producirían los sujetos a los
discursivas».31 El género no tendría, pues, un carácter sus que más tarde representan. Si aceptamos esto, entonces «la
tantivo, sino que se produciría por prácticas performativas formac ión jurídica del lenguaje y de la política que presenta
reglamentadas; las expresiones de género no serían manifes a las mujeres como "el sujeto" del femini smo es, de por sí.
taciones de una identidad de género preexistente, sino que una formación discursiva y el resultado de una versión espe
esta sería el resultado de aquellas. La identidad de género y cifica de la política de representación» .33 Ello implica que la
el propio cuerpo se configurarían teatralmente, por acciones autora, desde una interpretación foucaultiana radical, ve la
reiteradas, dramatizaciones realizadas por los sujetos pero noción de sujeto como otra más de las producciones del en
que responden no a la voluntad individual, sino a un guion tramado poder/saber, acentúa el sentido de «sujeción», nada
establecido. El ejempl o de la drag queen nos muestra la ar habría por debajo de ese interés de dominio, todo el modelo
tificiosidad teatral que está a la base de la producción de los de representación estaría marcado por éL Desde este pun
cuerpos sexuados. «El género es la estilización repetida del to de vista, el sujeto del feminismo estaria discursivamente
cuerpo, una serie de actos repetidos --dentro de un marco formado por la misma estructura política de la que preten
regulador muy rígido- que se congela con el tiempo para de emanciparse. Situación paradójica, pues es esa estructura
la que determina una diferenciación entre lo masculino y lo
29 Butler, J udith, Gender Trouble. Feminism and the Subversion
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EL SEXO COMO I' I?RFORMAJ'¡CE L,\ MUJE R MOLESTA LAMUJER M OLESTA EL SE!XO COMO I' ER FORMANCE
tancia, los estereotipos de género que han conformado el sino desde el nominalismo. Partir de que las po líticas de
sometimiento de las mujeres. representación son meros efectos del poder, y nuestra única
En consecuencia, Butler concluye: alternativa es la disgregación, nos aboca a la inoperancia
a identidad del sujeto femjnista no debería ser la base de política, a la diseminación y a la invisibilidad.
la po lítica fe mini sta si se asume que la formación del suj eto La postura de Butler debe contextualizarse en el marco de
se prod uce dentro de un campo de poder [ ... ] Tal vez, pa la filosofía estructuraJ ista, donde tras la critica postmoderna
radójicamente, se demuestre q ue la «representac ión» ten drá al sujeto, al modelo ilustrado, a los grandes relatos (Lyotard),
sentido para el fe min ismo úl1jcamente cuando el suj eto de al falogocentrismo (Derrida), se presenta como alternativa la
las «mujeres» no se dé por sentado en ningún aspecto.J4 diseminaciÓn. la heterogeneidad, la diferenci a (Deleuze). En
décadas posteriores, hemos podido comprobar cómo lo que
Pero, ¿podemos realizar tal interpretación radical? El que se pretendía subversión del sistema ha sido perfectamente
los mecanismos di scursivos y de poder conformen a los in asumido por el capital ismo financ iero -nada más múltiple,
dividuos no implica que estos sean un mero producto de fluid o y dinámico que él-o Si desde el primer momento esta
ellos, las políticas modernas de· la representación no crean apelación teórica a la superación del sujeto-mujer levantó
a los individuos ex novo. Es posible realizar una crítica de suspicacias y rechazo en el movimiento feminista, hoy asis
los mecanismos de sujeción, de la visión metafísica del su timos a una verdadera ocultación del sujeto-mujer, converti
jeto como sustancia, del humanismo e senciali sta~ sin cargar do en un pretendido concepto cuasi reaccionario, una mera
con todos sus compromisos ontológicos. sin renunciar a la singularidad más entre la proliferación de los géneros.
lógica, sin caer en un idealismo lingüístico, sin adelgazar La visión de Butler, en buena medida asumida por una
la realidad hasta el punto de convertirla en mero lenguaj e. parte del fe minismo actual (que er, transfeminismo), tiene
Ciertamente el sujeto-mujer, como cualquier otro, es un re como consecuencia la difuminación del cuerpo, de la dife
sultado cambiante de múltiples determinaciones históricas, rencia sexual y del sujeto-mujer.
raciales, económicas, culturales; sin embargo, esto no in
valida el hecho de que por debajo de ellas hay un referente
fisico. Esto no nos obliga a aceptar ninguna esencia trans
histórica, porque aunque «la muj en) no sea una sustancia,
las mujeres somos algo más que un nombre. Por debajo de
los espejismos fundacionales, existe para cualquier colec
tivo la posibilidad de consti tuirse como sujeto estratégico
que lucha por su emancip ación~ no desde el esencialismo,
34 ¡bid., p. 38.
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CONCLUS10'lES LAMWER MOLESTA
l48 149
SI BLIOGRAFiA L A MUJER MOI..ESTA Bl BLI 00 RAFIA
L A M LIJER MOl ESTA
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