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Aunque se han efectuado serios tratados sobre sistemas normativos, derecho e impartición
de justicia en el México antiguo, poco se sabe sobre la manera en que las culturas
originarias (desde los olmecas hasta los mexicas) resolvían los problemas e investigaban
sobre aquellos individuos que violentaban las normas jurídicas. Como ejemplo se cuenta
con el nombrado: “Código Penal de Nezahualcóyotl”, importante instrumento jurídico que,
para las y los transgresores de la Ley, incluía penas de muerte, esclavitud, cárcel o
destierro.
Algunos investigadores del tema sugieren el estudio de usos y costumbres de las etnias
actuales para encontrar ahí vestigios de una criminología antigua (Margadant, 2003), otros
proponen incluso una especialización dentro de esa ciencia denominada criminología étnica
o etnocriminología (Vaca-Cortés, 2014).
Para la Época Colonial el llamado Gobierno de Indias crea la Cédula Real, un cuerpo de
leyes que buscaba regular las relaciones entre los diversos grupos sociales y castas que
entonces compartían territorios. Para Gómez-Tagle (2011) es a partir de la fundación de la
Real Universidad de México (1551-1560) cuando se pretende hacer un estudio formal de
los factores que sirvan para persuadir la comisión de conductas ilícitas.
Junto con Quiróz Cuarón vienen destacados discípulos, mujeres y hombres que no sólo
difunden las ideas de su mentor, sino que aportan a los conocimientos científicos y
comparten experiencias, tratados, innovaciones, foros y debates principalmente con colegas
de América y Europa.
Ya durante el Siglo XX con la evolución del Derecho y ciencias afines que culminan en el
positivismo, la Criminología es, en su momento concebida solamente como una ciencia del
criminal y sus entornos. Aunque en sus inicios resulta más apegada a métodos astrológicos
que astronómicos.
“Siempre hemos considerado que toda persona que intente adentrarse en una ciencia (y es
el caso de la Criminología), debe enterarse, ante todo, de las fuentes de las cuales ha
surgido el conocimiento y el desarrollo de las ideas que le van dando forma hasta el
momento presente”, escribe Luis Rodríguez Manzanera (2004ª), y es así que, conforme los
estudiosos pulen sus quehaceres, reconocen las fuentes de partida y apuntalan sus técnicas
de investigación, ensanchan sus caminos y sus explicaciones son cada día más sólidas, los
objetos y sujetos de estudio se diversifican y se incluye –por fin- a los sujetos pasivos de
los delitos, además de los análisis predictivos de procesos criminales, la política criminal,
los sistemas jurídicos y de control, factores detonantes, de riesgo y protección, las
interacciones entre agresores y víctimas.
Desde los años ochenta del pasado siglo la Criminología participa de manera más activa en
la resolución de problemas diversos dentro de la sociedad mexicana, desde reformas en la
administración de justicia, en la capacitación a funcionarios de carreras judiciales y las
universidades que tienen licenciaturas o posgrados en Criminología realizan convenios,
intercambios, intervienen con los órganos que persiguen, atienden o previenen los delitos.
Hoy en día somos testigos no sólo de una disciplina más sólida, crítica, propositiva y
coadyuvante del bien común o procesos pacíficos y racionales para resolver controversias.
También observamos su vinculación en áreas tan relevantes como las neurociencias donde
se incluyen investigaciones sobre genética, estructura y funcionamiento cerebral y –escribe
Morales (2011)- con relación a los comportamientos antisociales, delictivos y/o
psicopáticos.
Hace apenas dos años que dicha corporación o consejo ha editado, gracias a la Sociedad
Mexicana de Criminología, del Instituto Nacional de Ciencias Penales (INACIPE) y el
mismo CIECRIM el “Libro blanco de la Criminología” redactado por el Dr. Luis Rodríguez
Manzanera (2014), obra que ofrece conocer el estado actual de la oferta educativa y de las
características de la enseñanza criminológica, de sus dimensiones intelectuales, culturales,
sociales, científicas y técnicas, es decir, la situación de la enseñanza de la Criminología en
México, además de alcanzar la calidad de los estudios, homologar planes y programas de
estudio y como argumenta Rodríguez Manzanera (2014) : -“… un primer intento que debe
complementarse y enriquecerse, una herramienta de utilidad que debe ser mejorada”-.
Referencias.