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Capítulo 2
LA RELIGIÓN NATURAL’
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2 S. TH. 2-2 q.81; M, NICOLÁU, S. I., SThS I,II 2-4; E, MAGNIN, Religión: DTG 13.2182
2306; N. TURCHI, Religione: EacCatt 10,700-704; G. GRAKERIS, La Religione nella Storia
delle religioni (Torino 1935); H. PINAKD DE LA BOULLAYE, E! estudio comparado de
los religiones, t.2: Sus métodos, trad. esp. (Madrid 1942); J. TODOLÍ, O. P., Filosofía de
la Religión (Madrid 1955); A. BKUNNER, La religión. Encuesta filosófica sobre bases
históricas, trad. esp. (Barcelona 1963).
3 La Psychologie da phénoménes religieux, trad. franc. (1914) 24S., y apéndice I, 397S.
Varias de estas definiciones pueden verse recogidas por W. POHL, De vera Religione
Quaestiones selectas (Friburgo Br. 1927) I92s.
4 Orpheus, Histoire générale des reltgtons (París, Ale. Picard, 1909) intr.4. El paréntesis
es la explicación de «escrúpulos», según la mente del autor.
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10 J. C. LEIDENROTH propone como raíz el verbo ligere, forma transitiva de los verbos
lucere y liquere con el significado de ver. En tal caso la palabra religión contendría el
sentido de respeto o reverencia. Cf. K. GIRGENSONN, Die Religión, ihre psychischen
Formen uxd ihre Zentralidee (Leipzig 1925), donde pueden verse la etimología indicada
y otras de menor probabilidad.
11 Véase este múltiple sentido con ejemplos de autores clásicos en F. A. COMMELERAN,
Diccionario clásico-etimológico latino español.
12 De natura deorum II 28. Esta etimología defendió principalmente P. JOUON,
L'Etymologie de Religiosus dans Cicéron et un trait caractéristique de Thomme religieux
en Israel: RechScRel 26 (1936) 181,185.
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Por tanto, podemos tomar como noción base para nuestro estudio:
l a r e l i g i ó n e s u n a r e l a c i ó n d e l h o m b r e a D io s . Es algo en que todos
podemos coincidir.
13 Inst. div. 1.4 c.28: ML 6,536. Es la etimología que cuenta con más seguidores. Pueden
verse, por ejemplo, A. ERNOUT et A. MEILLET, Dictionnaire étymologique de la langue
latine. Histoire des mots. Religio.
14 La Ciudad de Dios l.10 c.3 n.2: BAC 171 (Madrid 1958) 638.
15 Suma Teológica 2-2 q.81 a.1: BAC 142 (Madrid 1955) 18.
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18 Un ejemplo palpable de esta concepción nos la ofrece el dios Zeus de los griegos, que,
no obstante sus luchas con las demás deidades, muestra su supremacía repetidas veces,
según la Ilíada, ya sea desafiando a los otros dioses que puestos a tirar juntos del extremo
de una cadena serán todos ellos arrastrados por su poder si él tira en dirección contraria,
sea haciendo temblar a todos ellos con sólo fruncir el ceño.
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ejercicio de la religión.
Teniendo en cuenta estos tres elementos, propone el P. Pinard de
la Boullaye la siguiente definición como esencia común a la generalidad
de las religiones antiguas y modernas: Un conjunto de creencias y de
prácticas (o de actitudes prácticas) referentes a una realidad objetiva o,
al menos, concebida como tal, única o colectiva, pero en cierto modo
suprema y personal, de la que el hombre se reconoce en alguna manera
dependiente y con la que quiere permanecer en comunicación19. En la
quintaesencia de esta definición volveremos a reconocer como un
mínimo de contenido: UNA RELACIÓN DEL HOMBRE CON D IOS.
1. El problema.
Ya que todo nuestro tratado ha de versar sobre el proceso para la
investigación de la religión verdadera, se impone desde el principio
precisar lo más posible y analizar el concepto de religión. Es lo que en
este momento nos proponemos.
1° Es menester partir de la noción vaga y de mínimo contenido que
se incluye en el sentido universal de la humanidad, según acabamos de
decir: una relación del hombre hacia Dios.
2° Se presupone ya probada en teodicea, por la sola razón, la
existencia de un Dios personal, nombre que se da al Ser necesario, que
existe por sí mismo, creador del mundo. Es el resultado de la filosofía
perenne demostrada como verdadera.
3° La religión puede considerarse en un doble sentido: religión
natural y religión positiva.
RELIGIÓN NATURAL es la que corresponde a la naturaleza humana,
se funda únicamente en la creación del hombre conocida por sola la
razón.
19 El estudio comparado de las religiones, trad. esp. (Madrid 1945) II c.l, 14-21.
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orientación histórica.
La mayor parte de las desviaciones en el concepto de religión son
conclusiones inevitables de los principios filosóficos gnoseológicos o
teístas defendidos por sus autores. vam os a indicar algunos de ellos.
FILOSOFÍA ANTIGUA. —Consecuentes a las concepciones de sus
dioses, muchos filósofos griegos y romanos podrían hacer suya la
definición de M. T. Cicerón: La religión es la que se ocupa del cuidado
y de las ceremonias de cierta naturaleza superior llamada divina20.
MATERIALISMO ATEO.—Aun cuando lógicamente no debiera
hablar de religión, por su negación de Dios y del espíritu, sin embargo,
no acierta a desprenderse de aquella idea. Así:
20 De inventione 1.2 c.53. Para un estudio más detenido de las concepciones romanas de
la religión puede verse KOBBERT, Religio, en PAULY-WIssowA, Real-Encyclopadie der
classischen Altertumswissenschaft, zweite Reihe, B.i. 565-575.
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32 Vorlesungen ubar die Beweise des Daseins Gottes, en Werke, edic. Lasson, XIV, p.
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egipcia).
En el tercer estadio, la idea de Dios aparece como individualidad
espiritual, y se tienen las religiones de la individualidad espiritual
(judaica, griega, romana).
El cuarto estadio es aquel en el cual la idea de Dios aparece como
espíritu absoluto, y constituye la religión absoluta, la cristiana.
La religión absoluta es la religión perfectamente objetiva, en el
sentido de que ha realizado su concepto: el contenido de este concepto,
esto es, la unidad de lo divino y lo humano, la conciliación de ambos, la
encarnación de Dios, se ha convertido en objeto y tema de la conciencia
religiosa. Dios, que es espíritu, se ha revelado plenamente como tal en
esta religión. Pero el espíritu es pensamiento, y como tal se distingue de
sí mismo, y pone otra cosa distinta de sí, de la cual, sin embargo, no
queda separado, así como el pensamiento no queda nunca separado del
objeto que reconoce y hace suyo. El espíritu no es, pues, simplemente
una unidad, sino también una trinidad, cuyos momentos son los
siguientes:
1. ° el permanecer inmutable de Dios, el cual, aun revelándose,
queda eternamente en posesión de sí en tal revelación;
2. ° la distinción de la manifestación de Dios por Dios mismo, por
la cual manifestación se convierte en el mundo de la apariencia
(naturaleza y espíritu finito);
3. ° la vuelta del mundo a Dios y su conciliación con El.
Estos tres momentos están eternamente en Dios, pero la creación
que hace Dios del mundo, distinguiéndose de sí mismo y poniendo lo
otro como su propia manifestación, es eterna como esta manifestación
misma. Hegel reproduce aquí simplemente la dialéctica de Proclo (vol.
I, § 127); pero se sirve de la terminología cristiana y habla del reino del
Padre, del reino del Hijo, del reino del Espíritu.
El reino del Padre es Dios, antes de la creación del mundo, en su
eterna idea en sí y por sí (Werke, XII, p. 223 sigs.).
El reino del Hijo es el mundo en el espacio y en el tiempo, la
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NEOIDEALISMO.
Aun cuando son muchas las direcciones que ha tomado, coinciden
sus autores en acercarse a un cierto espiritualismo contra la filosofía
positivista inglesa, aunque manteniendo la autonomía de la razón y los
principios del agnosticismo kantiano33.
Junto a E. Boutroux (t 1921), defensor de la metafísica de la
libertad, que pone la religión en la tendencia de amor a Dios por el
instinto de superarse a sí mismo34, apareció L. Brunschwicg (t 1944),
para quien la religión se reduce a la adecuación del espíritu consigo
mismo en su plena totalidad35.
G. Gentile (t 1914) siente la necesidad de empezar la investigación
de las formas absolutas desde el concepto de la autoconciencia o síntesis
del objeto y sujeto. Al momento de pura subjetivización del espíritu
responde el arte, al momento de pura objetivización responde la
religión, al momento de la identificación de ambas responde la filosofía.
El hombre se siente arrastrado hacia el objeto, Dios, con tal ímpetu que
se vacía interiormente de sí mismo. Por eso la esencia de la religión
encierra la negación del sujeto abstracto: Vivo yo, pero ya no yo. Es
decir, el ser de Dios es el mismo ser del sujeto36.
33 Para este estudio el mejor guía es el profesor M. F. SCIACCA, dadas sus doctrinas
idealistas antes de su conversión a la fe católica. Puede verse: La Filosofía hoy, trad. esp.,
ed.2." (Barcelona 1955).
34 Morale et Religión (París 1925) 86-97. Ya antes había publicado sobre estos mismos
temas L'essence de la religión (París 1912) y al año siguiente daría a luz La Nature et
Lesprit (París 1926). Para entenderle bien no hay que olvidar su ascendencia agnóstico-
kantiana.
35 Expone sobre todo estas ideas en su obra La Raison et la Religión (París 1939).
36 Son varias las obras en que va exponiendo su pensamiento: v.gr., Discorsi di Religione
(Barí 1923); Il modernismo e i rapporti tra religione e filosofía (Bari 1921), etc. En su
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opúsculo La mia religione (Firenze 1943) hace profesión expresa de cristiano y católico,
pero por desgracia su cristianismo está muy lejos de la doctrina auténtica de la Iglesia.
37 Ritschl fue de hecho quien contribuyó más a la popularidad de la teoría de los valores
de R. H. LOTZE, aplicándola a la teología y filosofía de la religión: Die christliche Lehre
uon der Rechtfertigung, 3 vol. ed-3a (Bonn 1870-1874): Theelogie und Metaphysik (Bonn
1881).
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39 The varieties of religious experience (New York 1902), compilación de una serie de
conferencias dadas en la Universidad de Edimburgo con graves fallos de método.
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40 Bergson, Las dos fuentes de la moral y de la religión, p. 246; p. 233; pp. 226, 234; p.
216.; pp. 236, 237.
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de ellos.
La naturaleza antiintelectual del misticismo moderno hace
imposible distinguir entre un estado místico y una ilusión. La verdadera
forma de distinguir una forma de misticismo de otra se basa en su
contenido doctrinario, pero si éste falta, ¿cómo diferenciar el misticismo
budista del misticismo cristiano? Bergson dice: «El misticismo completo'
es el de los grandes místicos cristianos.» Inmediatamente después, dice:
«Dejemos de lado su cristianismo». ¿No es esto lo mismo que tirar el
niñito con el agua del baño, o separar de Hamlet al Príncipe de
Dinamarca? Una vez eliminado el contenido intelectual que divide el
verdadero misticismo del falso, no queda garantía alguna de verdad.
Además, ninguno de los místicos cristianos se creyó libre de interpretar
la doctrina como le pareciera conveniente, o para ignorarla por
completo. ¿Sobre qué fundamento hace Bergson, pues, lo que ellos no
sólo se negaron a hacer, sino que consideraron imposible? En el
esquema bergsoniano', la religión se transforma en una mera emoción,
o en un impulso de amar sin conocer la naturaleza de lo que se ama.
Debe admitirse que el misticismo tiene el valor de corroborar una
demostración racional de la existencia de Dios, mas no puede iniciar esa
demostración. El enfoque místico, el mismo Bergson lo admite, es sólo
probable. Una vez desprovisto de su contenido intelectual, nunca puede
definir lo que percibe, y la definición está en la esencia misma del
conocimiento; nunca puede comunicar lo que siente, pues un estado
emocional es incomunicable. Finalmente, no puede defender su verdad,
o distinguirla de lo falso, pues ha repudiado el intelecto, que es la
facultad de lo verdadero. Si la religión ha de tener algún contenido,
alguna verdad o alguna universalidad, debe restaurarse su elemento
racional. Los sentimientos, las emociones y los estados místicos son
individuales; las ideas y las verdades son universales. El intelecto
retornará una vez más a la filosofía cuando retorne el verdadero espíritu
crítico, esto es, cuando los filósofos vean que el anti intelectualismo
actual es una protesta contra la visión deformada del intelecto sostenida
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Ex i s t e n c i a l i s m o .
No nos detenemos en sus ideas sobre la religión, ya que dentro de
esa etiqueta se esconden todas las concepciones imaginables desde el
ateísmo de J. P. sartre, pasando por el cristianismo de matices
protestantes y orientación racionalista escatológica de M. Unamuno
hasta el planteamiento católico de G. Marcel
Por la importancia que hoy tienen Jean Paul sartre y simone de
Beauvoir en el tema de la ideología de género, les dedicamos la mayor
atención en este apartado.
Digamos en primer lugar alguna noción de esta llamada "ideología
de género".
¿Qué es la ideología de género?
Según el Prof. Jorge Scala, "se pretende sostener que hay un sexo
biológico que nos es dado y, por ende, resulta definitivo; pero que —a
la vez—, todo ser humano puede 'construir' libremente su sexo
psicológico o género", que sería el "'sexo construido socialmente', por
contraposición al sexo biológico"41.
Una idea clave de la ideología de género fue aportada por la
feminista existencialista Simone de Beauvoir (1908-1986): " NO SE NACE
m u j e r , s in o q u e t e h a c e s m u j e r ; n o s e n a c e v a r ó n , s i n o q u e t e h a c e s
v a r ó n ". 42
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coherente de su vida y sus escritos. Es más bien un decorado con escasa afinidad con su
génesis evidente.
La deuda de De Beauvoir con Sartre es, por tanto, inmensa. Ella misma se refiere a la
persona con la que compartió su vida durante cincuenta años como «mi pequeño
absoluto» (Cartas a Sartre, Lumen, Barcelona, 1996). Afirma que la existencia de Sartre
era para ella suficiente para justificar el mundo. Ante estos ditirambos, un crítico
considera que con ello «lo que en realidad Simone de Beauvoir está diciendo es: Dios ha
muerto, larga vida a Sartre» (Elaine Marks, Simone de Beauvoir: Encounters with Death,
Rutgers University Press, New Brunswick, 1972, p. 30). Otro crítico ha subrayado que,
para De Beauvoir, Sartre era Dios (Tori Moi, Simone de Beauvoir, Blackwell, Cambridge,
1994, p. 224).
La filosofía existencialista de Sartre proporciona el esqueleto axial a El segundo
sexo, obra crucial de Simone de Beauvoir. Cuando De Beauvoir anuncia en la
introducción que «nuestra perspectiva es la de ética existencialista», se refiere a la
filosofía que Sartre expresa en El ser y la nada. Donde Sartre emplea los términos «ser-
en-sí» (la materia bruta) y «ser-para-sí» (la consciencia) como sus categorías filosóficas
fundamentales, De Beauvoir prefiere utilizar «inmanencia» y «trascendencia». «Cada vez
que la trascendencia retrocede a la inmanencia, es el estancamiento», escribe, «es la
degradación de la existencia que cae en el en-soi [el ser-en-sí], la vida animal de la
sujeción a unas condiciones dadas, y de la reducción de la libertada a la constricción y la
contingencia». Si su tratado sobre la mujer hubiese seguido por esta vena abstracta,
habría sido una réplica de El ser y la nada. Lo que da a El segundo sexo su atractivo para
el público es que la autora relaciona la «trascendencia» (con su libertad, su actividad y
su inefabilidad) con el hombre, y la «inmanencia» (con sus constricciones, su inmovilidad
y su condición de objeto) con las mujeres.
En total coincidencia con Sartre, De Beauvoir sostiene que los seres humanos son,
en lo más profundo, nada. Pero esta «nada» es equivalente a su libertad y, por tanto, es
la base de su obligación de trascenderse a sí mismos. Los seres humanos, sin embargo,
se muestran remisos a aceptar la responsabilidad (y la angustia) que deriva de su nada.
De ahí que vivan vidas falsas, temerosos de ser ellos mismos. Cuando eligen esta falta de
autenticidad son culpables de «mala fe». Cuando esa falta de autenticidad se les impone
desde fuera están «oprimidos». Para liberarse de la falta de autenticidad, la persona debe
actuar libremente y trascender su nada. «Un ser que existe no es nada más que lo que
hace», afirma De Beauvoir. «Lo posible no se extiende más allá de lo real, la esencia no
precede a la existencia: en su pura subjetividad, el ser humano no es nada. Se le mide por
sus actos».
Con una fuerza que no decae en todo su largo y tedioso libro, De Beauvoir sostiene
que el hombre está asociado con la trascendencia, mientras que la mujer está atrapada en
la inmanencia (en cuanto a ama de casa, madre, sirvienta, etc.). «He aquí el lote de la
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44 Idem, p. 49
45 Idem, p. 51.
46 Idem, p. 50.
47 Idem, p. 39.
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50 Cf. Frederick Engels, The Origin of the Family, Property and the State, International
Publishers, Nueva York, 1972, p. 65-66.
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51 Cf. https://pt.zenit.org/articles/teoria-de-genero-o-novo-marxismo-que-quer-
destruir-o-homem / .
52 Jorge Scala, op. cit, p. 18.
53 Idem, p. 19.
54 Idem, p. 52.
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55 Idem, p. 53.
56 Idem, p. 47.
57 Idem, p. 19.
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58 Idem, p. 33.
59 Observación General n° 24, aprobada el 5 de febrero de 1999, & 18,
http: / / w w w .unhchr.ch/tbs/doc.nsf/ 184758d9fcd7a2b1c12565a9004dc312/77bae3190a
903f8d80256785005599ff?OpenDocument.
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Hagenkord, difundió un artículo del sacerdote servita Martin Lintner titulado Teólogo
moralista: La moral sexual de la Iglesia está en movimiento (Edición difundida el 02-7
2015). Ilustrando la materia, la página reprodujo una foto indecorosa de un beso
homosexual. En dicho artículo el padre Martin Lintner defiende que los actos sexuales
deberían ser juzgados no por el derecho natural, sino a partir de una visión según la cual
"'el comportamiento sexual' debería ser considerado como 'una comunicación
corporal'". ¡Y esto en la propia página web de Radio Vaticano! Después de numerosas
protestas de los lectores, el editor lamentó que "existan algunas personas por allí
realmente muy mal posicionadas y que no soportan que mucha gente sea diferente"
(Edición difundida el 06-7-2015).
63 V Conferencia General del Episcopado Latinoamericano y del Caribe, Documento
Conclusivo, mayo de 2007, 40.
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Nuestra solución.
P ROPOSICIÓN: La religión considerada filosóficamente consiste en
el conjunto de verdades y deberes que fluyen de la dependencia esencial
del hombre respecto de Dios.
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1. Demostración.
La religión, según el contenido más vago de la palabra admitido
por todos los pueblos antiguos y modernos, encierra una cierta relación
del hombre hacia un Ser supremo. Ese Ser supremo es el que llamamos
Dios y cuyas propiedades se exponen en teodicea. De este concepto
genérico extraeremos el concepto concreto de religión por análisis del
mismo, a través de una cuádruple consideración:
1° Toda relación ha de explicarse mediante el análisis del sujeto,
del término y del fundamento de la relación.
En nuestro caso, el sujeto es el hombre, ser contingente, es decir,
que puede existir o no existir; potencial o con capacidad pasiva para
recibir nuevas perfecciones, y ab alio, o cuya razón de existir la tiene en
otro ser distinto de sí.
El término es Dios, ser necesario que no puede menos de existir,
acto puro sin mezcla de capacidades pasivas, y ens a se, cuya razón de
existir la posee en sí mismo.
De estos conceptos, claramente probados en filosofía, se deduce
inmediatamente que el sujeto, hombre, ens ab alio, es un ser cuya razón
de existir se halla en el término Dios, lo cual constituye el fundamento
de relación entre estos seres, la abaliedad o razón de ser por otro. Es
evidente que esta relación de abaliedad no puede ser sino una relación
de dependencia absoluta del sujeto respecto del término.
2° Como este fundamento, es decir, el tener la razón continuada de
la propia existencia en otro, se identifica con el sujeto y no es algo que le
provenga de modo accidental, la relación de dependencia que de ahí
brota no es una relación accidental o predicamental, sino trascendental
o esencial, que se transfunde a través de toda la esencia del sujeto. Por
otra parte, es una relación real no meramente de razón, ya que el sujeto,
el término y el fundamento son reales o independientes de cualquier
consideración de nuestra mente.
3° Este mismo fundamento de abaliedad o razón en otro de la
propia existencia puede expresarse de forma exteriormente diversa,
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70 Un desarrollo de estas ideas aun cuando en forma un poco diversa puede verse en I.
QUILES, S. I., Diccionario filosófico (Buenos Aires 1952), Filosofía de la religión p.674.
Asimismo en R. VANCOURT, Pensamiento religioso y filosofía cristiana II 3: Elementos
para una filosofía de la religión: EncCattSXX n.T3, trad. esp. (1959) 130-158.
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llego al conocimiento del éter, de las moléculas, etc., que son también
conocimientos discursivos. En cambio la mayor parte de los conceptos
que tenemos en muchas ciencias y aun en la vida ordinaria, como las
especies botánicas, las clases de animales, etc., los poseemos por
conocimiento abstractivo abstrayendo o generalizando sobre objetos
concretos, es decir, sobre las especies que se van encontrando, sobre los
particulares que conocemos.
Ahora bien, nos parece evidente que no podemos llegar a Dios por
la vía de la intuición. Ya San Pablo nos enseñó que lo invisible de Dios
se hace cognoscible en las cosas creadas, Es decir que necesitamos un
proceso discursivo. También debemos reconocer que con ese proceso
llegamos a la existencia de Dios y todavía nos faltan muchos datos para
comprender a fondo qué es Dios y esto es debido a que Él es infinito y
nuestro entendimiento débil y limitado. No podemos comprender la
inmensidad de Dios como con un vaso no podemos abarcar todo el agua
del mar.
Ahora bien sí está claro que podemos conocer distintas cosas de
Dios. Conocer a Dios de modo inmediato e intuitivo, no podemos
hacerlo. Eso es propio sólo de Dios mismo. Y esto es verdad por una
razón muy sencilla: Nuestro entendimiento solamente conoce a través
de los sentidos. Y no hay conocimiento alguno que llegue a nuestro
entendimiento sin que antes no haya pasado por los sentidos. Por tanto,
todo conocimiento llega al hombre por medio de las cosas sensibles.
También las cosas divinas llegan al hombre por medio de lo sensible y,
por esa razón, solamente podemos conocer las cosas divinas de un modo
aproximado, por analogía. San Pablo tenía razón.
Conocer de modo inmediato e intuitivo el Ser Subsistente sólo es
propio de Dios. Conocer las cosas por intuición y de modo evidente es
lo mismo que conocerlas sin necesidad de utilizar razonamiento alguno,
de deducción, y está fuera del alcance de todo entendimiento creado. Si
yo estoy viendo la ciudad de Lima, nadie tiene que decirme ni probarme
que existe esa ciudad. Yo mismo la estoy viendo y ese conocimiento se
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1. Orientación histórica.
Son múltiples las teorías sobre los elementos integrantes de la
actividad religiosa, pero pueden reunirse en tres grupos, según
pretendan reducirla a un proceso meramente intelectual, a un proceso
voluntarista o a una tendencia de carácter psíquico inferior que
podemos llamar arracional.
Ya hemos expuesto varias teorías intelectualistas que sólo ven en
la actividad religiosa formas cognoscitivas, como el panlogismo de
Hegel o el idealismo metafísico de Gentile. Recordamos, asimismo, la
doctrina voluntarista de Kant al identificar materialmente la religión y
la moral y situar a ésta en una pura forma del deber fundado en la
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72 Die Welt als Wille and Vorstellung (Leipzig 1819). Véase una exposición y refutación
de sus ideas en P. ORTEGAT, S. I., Philosophie de la Religión (1948) I 121-141.
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INTUICIONISMO AFECTIVO.
Entran en este apartado no pocos filósofos, herederos de Kant y de
F. H. Jacobi (t 1819)77, que en una u otra forma recurren al afecto como
fuente de la actividad religiosa.
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78 Influenciado por Jacobi y el grupo romántico de F. Schlegel, fue quien más resonancia
tuvo como teólogo y predicador en los sectores protestantes del siglo xix. Su obra
principal es Ueber die Religión, Reden an die Gebildeten untet ihrem Verachtern (1799).
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79 Llega a afirmar: "Las Sagradas Escrituras se han convertido en Biblia por virtud
propia, pero no impiden que ningún otro libro sea o se convierta también en Biblia, y
aceptarían gustosamente que se les agregase todo aquello que hubiera sido escrito con la
misma fuerza".
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84 Pretende ensamblar las teorías críticas de Kant con las psicológicas de Jacobi como
aparece en sus obras: Wissen, Glaube, Ahnung (lena 1805) y Handbuch
derpraktischenPhilo- sophie, II Religionsphilosophie (1818).
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85 Sus dos obras principales en este punto son Vom Umsturz der Werte (1919) y Vom
Ewigen im Menschen (1921). Un resumen de sus ideas puede verse en M. F. Sciacca, Dios
y la Religión en la filosofía actual (1957) 168-174.
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86 Su obra Das Heilige (Gotha 1917) ha sido traducida a varias lenguas. Véase respecto a
él M. F. Sciacca, La Filosofía hoy, trad. esp. (1955).
87 Variedades de la experiencia religiosa, p. 431.
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el hombre rinde culto ante el altar que sus propios sentimientos han
construido. Santo Tomás dice que así como el gusto depende de cierta
disposición de la lengua, así también Dios sigue la disposición de quien
«experimenta». Dios variará de hombre a hombre y de experiencia a
experiencia, lo cual significa que no existe un Dios, salvo el que el
hombre crea según sus propios sentimientos y experiencias. Sentirse
bueno no quiere decir ser bueno y «sentir» a Dios no quiere decir
descubrir su existencia. Apelar a las emociones en asuntos de
competencia de la razón es desembocar en la ilusión y el subjetivismo.
Se ha aplicado generalmente el término «experiencia religiosa» al
enfoque afectivo de Dios, aunque ahora se comprende que toda
experiencia desprovista del elemento intelectual debe ser
necesariamente ilusoria. El doctor Thomas Hughes dice, por ejemplo,
que «la experiencia religiosa involucra un elemento cognoscitivo. No
puede haber experiencia religiosa sin algún conocimiento de Dios. Si el
hombre estuviera absolutamente seguro de que no existe Dios, no
podría haber actitud religiosa en el sentido verdadero de la expresión»
(La nueva psicología y la experiencia religiosa, p. 148.). El tipo válido de
experiencia religiosa es aquel que involucra tres elementos: un
conocimiento intelectual confuso, una respuesta emocional, un
conocimiento intelectual reflejo.
Se advertirá que existe una distinción entre conocimiento confuso
y reflejo. El conocimiento confuso es aquel por el cual algo se conoce sin
discernimiento de sus partes o predicados y en el cual no siempre es fácil
distinguir un objeto de otro. El conocimiento reflejo o distinto, por el
contrario, discierne las partes y predicados, y diferencia un objeto de
otro88. Este conocimiento confuso podría estar arraigado en la
inclinación natural. Santo Tomás escribe que «toda criatura, sea racional
o irracional, o incluso inanimada, ama a Dios por sobre todas las cosas,
con arreglo a la clase de amor que puede pertenecerle
97
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98
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NATURALISMO PSICOANALÍTICO.
Su representante primordial fue el freudismo, que hizo descender
al escalón más abyecto las concepciones religiosas. S IGMUND F r e u d (t
1939) intentó reducir la religión al instinto sexual y a un impulso erótico.
Desde el artículo de 1907 Los actos obsesivos y las prácticas
religiosas, hasta su último gran ensayo, Moisés y el monoteísmo, de
1937-1939, el tema directamente religioso no ha dejado de ocupar la
atención de Freud. Los enfoques han sido diversos: si en el artículo de
1907 destaca ante todo una serie de analogías entre neurosis y religión,
en Tótem y tabú (1913) atiende principalmente a la génesis de la religión,
para en El porvenir de una ilusión (1927) y en El malestar en la cultura
(1930) considerarla sobre todo desde el punto de vista funcional. En fin,
en el Moisés tratará de aplicar los conceptos anteriormente logrados —
particularmente los de Tótem y tabú— al origen de la religión judeo-
cristiana.
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91 Son múltiples las obras en que Jung trata de la religión. Entre las más fundamentales:
Das Unbewusste im normalen und kranken Seelenleben (Zürich 1926); Ueber die
Energetik der Sule (Zürich 1928); Psychologie und Religion (1942). Para el estudio de la
concepción religiosa de Jung puede verse la interesante obra de R. Hostie, El mito y la
religió,.., trad. esp. (Madrid 1961).
103
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expresiones de Jung92: "Si yo dijera «creo en tal o cual Dios» esto sería
insignificante; (...) mis modelos psicológicos de comprensión están
fuertemente apoyados por las representaciones colectivas de todas las
religiones y no veo porqué una confesión debería poseer la verdad,
única y perfecta".
Indicar las Tres personas de la Trinidad no hacen "más que indicar
la existencia de un arquetipo activo que no opera en la superficie [sino
en el inconsciente] y permite de esta forma a las Tríadas constituirse".
Para Jung la Trinidad cristiana es el símbolo arquetípico que
encuentra representaciones análogas en otras civilizaciones, tales como
la babilónica, la egipcia y la platónica. Según él la revelación consiste en
"una disposición que entra en acción en un momento determinado de la
evolución del espíritu humano disponiendo los datos de la conciencia
en figuras particulares; dicho de otro modo, ordenando las
representaciones divinas en tríadas y trinidades".
"Los Padres [de la Iglesia] que han elaborado el dogma de la
Trinidad no lo han hecho consciente y voluntariamente, sino bajo la
influencia inconsciente del arquetipo que, en otras épocas y en otras
civilizaciones, ha dado lugar a otras expresiones simbólicas de forma
triádica".
Vale decir: como la Trinidad no es real sino que "representa" una
concepción divina particular formada en un determinado momento
histórico-cultural y no por eso más importante que otras concepciones
religiosas -concebidas en otras circunstancias-, su auténtica consistencia
onto-psicológica universal sería, para Jung, el hecho de que el Dios
cristiano muestra de un modo nuevo .aunque no superior- la misma
92 Las frases están tomadas de las obras del autor Anselm Grün: "Jung y la creencia
religiosa", "Ensayo de interpretación psicológica sobre el dogma de la Trinidad",
"Metamorfosis del alma y sus símbolos", "Aion", "La vida simbólica"; textos extraídos
del artículo sobre Jung publicado por JEAN-CLAUDE LARCHET, «Jung desde la
teología y la espiritualidad cristiana», en AA.VV, Bases para una psicología cristiana,
EDUCA, Bs. As., 200
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de un hombre".
NUESTRA SOLUCIÓN.
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Por esto el acto con el que uno confía en Dios siempre ha sido
considerado por la Iglesia como un momento de elección fundamental,
en la cual está implicada toda la persona. Inteligencia y voluntad
desarrollan al máximo su naturaleza espiritual para permitir que el
sujeto cumpla un acto en el cual la libertad personal se vive de modo
pleno. Esta encíclica, en esta enseñanza, se hace eco de la ya señalada
por el Concilio Vaticano I que enseña que la obediencia de la fe exige el
compromiso de la inteligencia y de la voluntad: « Dependiendo el
hombre totalmente de Dios como de su creador y señor, y estando la
razón humana enteramente sujeta a la Verdad increada; cuando Dios
revela, estamos obligados a prestarle por la fe plena obediencia de
entendimiento y voluntad » (Const. dogm. Dei Filius, sobre la fe católica,
III; DS 3008).
Antes de entrar en la demostración de nuestro aserto indiquemos
brevemente el sentido de cada término. Al decir que la religión consiste
formalmente en un elemento determinado, queremos significar que la
actividad religiosa recibe de dicho elemento su forma específica o su
razón de ser; en otras palabras, que de él depende en primer lugar y por
su misma naturaleza el que dicha actividad sea esencialmente religiosa.
Fundamentalmente dependerá de aquel otro elemento que se requiera
como fundamento necesario para que se pueda dar el elemento formal.
Finalmente, elementos concomitantes serán los que no pueden menos
de estar presentes en la actividad religiosa subjetivamente considerada.
Al hablar de representaciones y sentimientos queremos indicar todo el
conjunto de actos provenientes de las facultades cognoscitivas sensibles:
fantasía, afectos, movimientos apetitivos, inclinaciones instintivas,
tendencias o aspiraciones espontáneas, etc.93
1. La voluntad.
93 Puede verse J. Tonol I, O. P., Filosofía de la religión (1954) 285-419. De modo más
psicológico G. WEIGEL, Psicología de la religión (1945) 45-80, donde examina
principalmente el elemento racional y emotivo.
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2. El entendimiento.
1° POR LA NECESIDAD DE UN ACTO PREVIO
COGNOSCITIVO.
La religión consistirá fundamentalmente en aquel acto que deba
necesariamente presuponerse como fundamento para que pueda darse
el acto formal religioso. Ahora bien, este acto debe ser un acto
intelectual, ya que el reconocimiento de la excelencia de Dios y de la
dependencia esencial del hombre con todas las obligaciones de ahí
prominentes, no puede realizarse sin un conocimiento previo del
entendimiento que haga posible el acto formal de la voluntad.
Testigo, la experiencia: nihil volitum quin praecognitum (nada
puede quererse sin ser antes conocido), es decir, a cualquier acto libre
debe preceder un conocimiento. No hay motivo para establecer una
excepción en nuestro caso.
2° POR LA TENDENCIA ESPECÍFICA DEL ACTO RELIGIOSO.
En el elemento religioso formal de la voluntad se da una tendencia
hacia Dios, pero una tendencia de signo específico hacia Dios como
primer principio y último fin, no una tendencia cualquiera hacia Dios,
v.gr., como objeto estético o lógico, tal cual aparece, v.gr., en el arte o en
la filosofía. Ahora bien, el signo de esta tendencia queda especificado no
por el objeto en sí, sino por el aspecto bajo el cual dicho objeto es
ÍÍ0
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3. El sentimiento.
1° POR LA NATURALEZA DEL HOMBRE.
Pertenecerán de un modo concomitante, pero necesario, a la
actividad religiosa aquellos elementos que, dada la naturaleza del
hombre, acompañan de modo ineludible al elemento formal y
fundamental de la religión. Tales son de hecho los elementos que hemos
indicado antes bajo el nombre de representaciones y sentimientos.
Fácilmente aparece esto mediante una triple consideración:
a) El hombre, constituido como está por alma y cuerpo, unidos
sustancialmente en una sola y única naturaleza, no puede ejercitar
ninguna actividad, aun en el orden meramente espiritual, sin que
participe en alguna manera todo su organismo. Por ello la fantasía
concurre con sus representaciones al conocimiento religioso, se excitan
las facultades apetitivas juntamente con el acto de la voluntad, surgen
espontáneamente tendencias, aspiraciones, deseos, etc.
b) La experiencia atestigua que ni el elemento formal de la
voluntad, ni el elemento fundamental del entendimiento, pueden
perseverar a lo largo de la vida en su actividad religiosa si no se
expansionan en actos externos de las diversas facultades corporales y no
m
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sabía estaba allí, cierto, el Señor dentro de mí, poníame a sus pies..."
como ella, asociándola a mi petición de perdón. "Mas esta postrera vez
de esta imagen que digo, parece me aprovechó más, porque estaba ya
muy desconfiada de mí y ponía toda mi confianza en Dios".
Como santa Teresa en su inteligencia analizaba cómo la Magdalena
se ponía a los pies del Señor, entiende que eso debería hacer ella, pero
cuando ve la imagen del Ecce homo, es cuando ya no puede resistir más
y se lanza a los pies de Cristo. Se da una auténtica empatía de la santa
con la pecadora del Evangelio, que le permite revivir y ahondar el
encuentro de las dos con el Señor, al que santa Teresa siente tan
entrañable como piensa lo fue el de la Magdalena en Betania o en el
Calvario.
Pero todavía su entendimiento quedará más iluminado cuando en
la lectura de las Confesiones se encuentra con el relato de la conversión
de su autor, san Agustín. A las manos de Teresa llega este libro del Santo
ese año 1554, en que fue publicado por vez primera en versión
castellana. Y Teresa, que es lectora ávida y asidua, lo lee
apasionadamente, empatizando alternativamente con el Agustín
pecador y con el Agustín santo. Revive el episodio de Milán como si
también ella oyera la voz del niño cantor, que la invita a leer las palabras
de otro convertido, Saulo de Tarso. Lo refiere así: "E n este tiempo me
dieron las Confesiones de San Agustín, que parece el Señor lo ordenó,
porque yo no las procuré ni nunca las había v i s t o . Como comencé a
leerlas, paréceme me veía yo a l l í . Cuando llegué a su conversión y leí
cómo oyó aquella voz en el huerto, no me parece sino que el Señor me
la dio a mí, según sintió mi corazón. Estuve gran rato que toda me
deshacía en lágrimas, y entre mí misma con gran aflicción y lá g rim a s.
Paréceme que ganó grandes fuerzas mi alma de la divina Majestad, y
que debía oír mis clamores y haber lástima de tantas lágrimas."
114
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llagado", con la Magdalena, con san Agustín y con el apóstol san Pablo.
Lo que sí resulta patente es que en ella da un vuelco la vida.
Por eso, en el relato autobiográfico, terminado el capítulo de la
conversión, irrumpe inmediatamente la experiencia mística de Teresa,
como una novísima manera de vivir su oración, de expresar su fe, de
entablar relaciones con los hermanos, con la Iglesia, con el mundo... Y
esta nueva situación ocupará el resto de su relato autobiográfico (otros
31 capítulos), que ella concluirá con expresiones como ésta: " ¡Qué hace,
Señor mío, quien no se deshace toda por Vos! ¡Y qué de ello, qué de ello,
qué de ello -y otras mil veces lo puedo decir- me falta para esto! Por eso,
no había de querer vivir..., porque no vivo conforme a lo que os debo.
¡Con qué de imperfecciones me veo! ¡Con qué flojedad en serviros! Es
cierto que algunas veces me parece querría estar sin sentido, porno
entender tanto mal de mí. ¡Él, que puede, lo remedie!" (Vida 39,6).
Así se ve a sí misma la Teresa convertida. Incluso, ha cambiado de
nombre. Ahora es "Teresa de Jesús".
Esto que acabamos de exponer viene a ser una comprobación
empírica que desmonta las elucubraciones que, a veces, hacen ciertos
autores al aducir que es muy difícil, casi imposible, llegar a analizar el
acto religioso. Pero vemos que para santa Teresa sí es posible.
¿Excepción? Pues no parece, porque se podrían añadir a este numerosos
textos donde personajes de distintos momentos de la historia de los
hombres hacen una experiencia parecida. De hecho la misma santa nos
ha nombrado varios de ellos: san Pablo, san Agustín, ella misma, y
podríamos añadir: santa Catalina de Siena, san Rafael Arnáiz, santa
margarita María de Alacocque o santa Faustina Kowalska.
SE ve con facilidad que para lograr esto se requiere:
1° OBSERVACIÓN EN SÍ MISMO.-Este estudio tiene por materia
de análisis la propia experiencia del investigador. Es la fase más
importante y en cierto modo fundamento imprescindible para las
demás. Quien no se haya hecho nunca consciente de alguna vivencia
religiosa propia, no podrá captar la fenomenología religiosa en el
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ÍÍ7
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Orientación histórica.
Las diversas escuelas que han tratado de resolver este problema
pueden agruparse en tres corrientes que han ido sucediéndose y
destruyéndose mutuamente.
94 Para un estudio más detenido de estas escuelas, sus métodos y sus fallos véanse las
dos obras del P. H. PINARD DE LA BOULLAYE, El estudio comparado de las religiones,
y de W. ScHMIDT, Manual de historia comparada de las religiones (1941). Una síntesis
más vulgarizadora, pero clara y de gran utilidad, ofrece N. MARIN NEGUERUELA en
su obra Lecciones de apologética t. 1 (I96o) 29-129.
118
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I. TEORÍAS HISTÓRICO-ARQUEOLÓGICAS
95 Historia des Oracles (1687). Su espíritu preludia el ambiente volteriano del siglo
XVIII.
119
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96 Symbolik und Mythologie der alten Vólker besonders der Griechen (Leipzig 1810-12).
En esta obra mezcla su erudición con las tendencias del Aufklárung racionalista.
97 Prolegomena zu einer wissenschaftlichen Mythologie (Gottingen 1825). La obra
contiene una refutación de Creuzer.
98 La obra más representativa fue la de L. VON SCHROEDER, Arische Religión
(Leipzig 1914-1916).
99 Con frecuencia se han dejado en olvido los trabajos del P. COEURDOUX, atribuyendo
el mérito a los estudios posteriores de W. JONES y de la Sociedad asiática de Calcuta.
100 La actividad de M. MÜLLER fue enorme, siendo sus obras más conocidas las
conferencias que dio en Hibbert Fund, posteriormente editadas como Hibbert Lectures
on Origin and Growth of religión illustred by the religión of India (1878-1893). Su obra
de mayor envergadura fue la publicación de los libros sagrados del Oriente en la
colección Sacred Books of the East.
120
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101 También conocido como Monolatría. Esta última palabra proviene del Griego
"monos" que significa "uno" y "latreia" que significa "adoración". El henoteísmo es una
subdivisión del politeísmo. Esta última es la creencia en la existencia de muchos dioses,
y es la enseñanza de que en la pluralidad de dioses, uno de ellos es supremo.
102 Liebesgeschithte des Himmels (1892). Con todo el, principal sistematizador de la
escuela fue H. LESSKÍANN, en su Aufgaben und Ziele des vergleichenden
Mythenforschung (Leipzig 1908).
121
P. Javier Andrés, mCR
103 F. X. KUGLER, S. I., en una serie de obras, v.gr., Kulturhistorische Bedeutung der
baby- lonischen Astronomie (Kóln 1907); Sternkunst und Stemdienst in Babel (Münster
1909); Im Bannkreis Babels (Münster 1910), etc., demostró que los babilonios en tal fecha
no conocían la precesión del sol en el zodíaco y que, por tanto, no pudieron emprender
la reforma del calendario sobre ese fundamento; y que el florecimiento de su astronomía
no remonta más allá del siglo ix. Otros sabios, como C. Bezold, se adhirieron a sus ideas.
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124
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ed.3a (1911)
109 Esquisse d une théorte génerale de la magie: Année sociologique, VII (1902-1903).
Poco después publicó MAUSS una memoria, Origine pouvoirs magiques dans les
sociétés australiennes (1904), con objeto de apoyar sus teorías en hechos concretos.
Asimismo Mélanges d'histoire des Religions (1909).
110 Religión und Magie bei den Naturviolkem (Berlín 1914); Die Urreligion (1917). En
parte refuta enérgicamente a Frazer y Preuss.
111Kulturkreise und Kulturschichten Oceanien: Zeitschrift für Ethnologie, 37 (1905) 28ss.
Pero para estos efectos su obra principal fue Methode der Ethnologie (Heidelberg 1911).
112Kulturkreise und Kulturschichten in¡ Afrika: Zeitschrift für Ethnologie, 37 (1905) 54ss.
Más tarde escribió Die Religión der Natulrvólker, en Lehrbuch der Religionsgeschichte,
dirigido por CHANTEPIE DE LA SAUSSAYE (Tübingen 1925) 131-190.
113 Sobre el P.W. Schmidt véase el artículo escrito con ocasión de su muerte por A.
ALVAREZ DE MIRANDA, El Padre Wilhelm Schmidt, España y la etnología: Arbor 32
(1955) 275-287, aun cuando recargado de tintas críticas más de lo justo. La producción
del E. Schmidt es ingente desde las primeras Semanas internacionales de etnología
religiosa, organizadas y enloquecidas por el con numerosas ponencias. (Véase
bibliografía, sobre todo Louvain 1913 y Tilbourg 1922) hasta su obra colosal en 12
volúmenes sobre el Origen de la idea de Dios (cf. bibliografía) pasando por sus obras
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127
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121 Ofrecemos el esquema a base de las líneas trazadas por el P. W. SCHMIDT en sus
primeras obras, reformadas por él mismo en sus escritos posteriores, especialmente en
sus ponencias de las Semaines d'ethnologie religieuse y presentadas en forma de
paradigma por el P. H. PINARD DE LA BOULLAYE, El estudio comparado de las
religiones, t.I trad. esp. (1940) 5363. 2a
122 G. MONTANDON después de sucesivos retoques proponía en 1931 la división en:
I) Culturas primitivas o embrionarias (paleolítico inferior): pigmeos, tasmanianos y
bumerang;
II) Culturas intermedias: a) inferiores (paleolítico reciente): del tótem, de las dos clases
(matrimoniales), b) medias (neolítico): china, islámica, antigua mediterránea;
III) Culturas modernas o completas, cf. Culturali cicli, Enciclopedia italiana, 12 105-113.
R. BIASUTTI en 1941 distingue: I) La cultura primitiva: ciclo tasmaniano, del bumerang
(paleolítico) y del arco simple (mesolítico); II) Culturas primarias: ciclos de las dos clases,
ártico, del tótem y del arco de guerra (neolítico); III) Culturas regionales: ciclo
austromesiano (mesolítico), eritreo y pastoral (de los metales); IV) Culturas
protohistóricas e históricas: Razze e popoli delta térra, t.i ed.2.* (1953) 701-713.
123 El adjunto esquema en calidad de tal no puede ser sino aproximativo e incompleto,
sobre todo, en las determinaciones geográficas. Para las relaciones prehistóricas puede
verse O. MENGHIN, Weltgeschichte der Steinzeit (1931) y su recensión por W.
KOPPERS, en «Anthropos» 26 (1931) 223-243.
124 Ya en 1884 A. W. HOWITT suscitó el problema de los grandes dioses de corte
monoteísta entre los pueblos más antiguos del sudeste australiano en su obra The Native
tribes of South-East-Australia (London 1904). Pero fue sobre todo A. LANG,
perteneciente a la escuela evolucionista de Tylor, quien planteó el problema en The
128
P. Javier Andrés, mCR
l) (P J g im . E c cn cm .)
M o n o g a m i a T r ib u S e r S u p rem o N o
CEN TRAL
P i g m e o s S . y SE. A s ia b a s e fa m il. N o e sd a v , tó te m , fe tic h . Poco
(caza, rscclsc.) A f r i c a cen tral c a n íb a l. a n im is m
T a s m a n ie n s e s M o n o g a m ia m enor M o n o t e ís m o A lg o
2) A U S T R A L (caza,
A u s t r a l i a S E . T ie r r a T o t e m is m o sexu al a n im is m o P r id p .
I recoíe c.) Fuego I n ic ia c ió n p ú b lic. m a g ia
P r im it .
N E . A s i a N E . A m e r ic a M o n o g a m i a d ébil S er S u p rem o C read or
S E P T E N T R IO N A L
C a lif o r n ia P r e d o m in . p a te rn o in d ife r . Princ.
(pesca) I n ic ia c ió n ru dim . s h a m anís.
*) P a r t e s A u s tr a lia P r e d o m in . trib a l S e r S u p r e m o d e b ilit
B U M E R A N O (? )
S u d á n , A fn c a S . In ic ia c . m a scu lin . A n t e p a s ado tr ib a l
(caza, re colee.) A m é r i c a sept. A b l a c ió n d en ta l M i t o l o g í a lu n a r
NUESTRA SOLUCION.
129
P. Javier Andrés, mCR
supremo.
Demostración.
En la imposibilidad de recorrer uno por uno todos los pueblos
antiguos o actuales, nos remitimos al testimonio que sobre ellos dan
etnólogos de todas las tendencias.
No habían pasado dos años desde la afirmación de J. Lubbock sobre
la existencia de pueblos sin religión, cuando un autor tan poco
sospechoso de parcialidad en estas materias como el evolucionista E. B.
Tylor, rebatía la tesis de Lubbock como desprovista de toda crítica, y
diez años más tarde le daba el golpe de gracia G. Rosskoff en su obra
dedicada a dicha materia125.
En todas las tribus citadas por Lubbock como ateas entre los
esquimales, californios, canadienses, paraguayos y polinesios, se
comprobó mediante observaciones posteriores más atentas la existencia
de prácticas estrictamente religiosas. En 1928 W. Tessmann126 a
propósito de los indios del Ucayali quiso resucitar la afirmación de
Lubbock sin que ningún etnólogo la tomase en consideración.
Bastará citar como comprobación las palabras del fundador del
animismo, E. B. Tylor, quien, después de exponer la alegría con que los
etnólogos evolucionistas acogerían el hecho de pueblos sin religión,
añade:
130
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132
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Demostración.
Los pueblos llamados primitivos en lenguaje técnico representan
las culturas más antiguas de la humanidad. Ahora bien, en esos pueblos
se da la adoración de un Ser supremo. Por lo cual, ateniéndonos a los
datos positivos de la ciencia, debemos concluir que ésta fue la ideología
religiosa de los primeros hombres. Veamos la prueba de ambos asertos.
133
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132 W. Schmidt ponía reparos sobre la inclusión del ciclo del Bumerang en las culturas
primitivas que admiten tanto Montandon como Biasutti.
133 Cf. W. SCHMIDT, Manual de historia comparada de las religiones (1941) c.19 y en los
volúmenes correspondientes a cada uno de los pueblos aludidos, de su gran obra Der
Ursprung der Gottesidee.
134
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2. P o s i c ió n t o p o g r á f i c a .
Las regiones ocupadas por ellos ofrecen el aspecto de lugares de
refugio sin aliciente para los invasores posteriores, como
a) selvas y bosques espesos por los que es penoso caminar (pigmeos
africanos);
b) montañas abruptas inexpugnables para los enemigos (Kurnai,
Montañas Rocosas);
c) extremos de la tierra inhóspitos por sus bajas temperaturas
(esquimales);
d) desiertos áridos e improductivos (bosquimanos); e) islas alejadas
(tasmanios).
3. Es t r u c t u r a e c o n ó m i c a .
Es la más simple que puede darse. Cada familia provee a sus
necesidades por sí misma sin esperar ayuda del jefe o miembros de la
tribu. El sustento familiar consiste en las plantas que da
espontáneamente la tierra, recogidas por la mujer, y en los animales de
la selva o el campo cazados por el varón. No existe agricultura ni
pastoreo.
4. T é c n i c a i n d u s t r i a l .
Apenas existe artificio en la materia y forma de los utensilios. Sus
habitaciones son cuevas, cabañas en su forma más primitiva de colmena
o simples mamparas de caña como defensa contra el viento. Sus únicas
armas se reducen al arco y la lanza en su forma más tosca sin conocer ni
siquiera el escudo. La materia empleada para sus utensilios es la piedra
a no ser que se contenten, como los pigmeos, con la madera y los huesos
de los animales cazados.
obtienen el fuego por frotamiento de dos maderas, roce de un
135
P. Javier Andrés, mCR
134 En la actualidad estamos muy bien informados sobre las ¡deas religiosas de los
primitivos gracias a valiosas monografías escritas en su mayoría por discípulos del P. W.
Schmidt. En cuatro diversas obras, sobre todo en Die Bambuti-Pigmáen vom Ituri, 2 vol.
(1938-1950) ha dado cuenta el P. P. Schebesta de sus observaciones en tres expediciones
durante diez años a través de los pigmeos del Congo. El mismo padre nos dejó
consignadas en varias obras las características culturales de los negritos asiáticos
(semanag de Malaca, andamanes de las islas del mismo nombre y aetas de Filipinas) que
estudió personalmente. Aun cuando anteriores, no pueden olvidarse las dos obras
escritas por Mons. A. LE ROY, La Religión des prímitifs, y Les Pygmées, y la del P.
TRILLES, L'Ame du Pygmée d'Afrique (1932). Los fueguinos han sido cuidadosamente
descritos en múltiples publicaciones por M. GUSINDE y W. KOPPERS, que convivieron
con ellos. Pueden verse datos concretos y bibliografías de todos estos pueblos en Cristo
y las religiones de la tierra (dirigida por F. Konig): W. KOPPERS, El hombre más antiguo
y su religión 132-162 y P. SCHEBESTA, La Religión de los primitivos 608-626.
136
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135 Son interesantes las tradiciones antiquísimas respecto al Dios supremo en sus
relaciones con un paraíso y una caída de la humanidad. Véase W. KOPPERS, Der
Urmensch und sein Weltbild (Viena 1949).
137
P. Javier Andrés, mCR
Valoración teológica.
La Iglesia no ha declarado nada en concreto sobre los datos que
respecto a la religión de las primeras generaciones humanas pueden
proporcionarnos las ciencias positivas. Con todo, enseña estas dos
verdades contra las que no pueden estar en contradicción la historia o la
etnología:
1a Aun admitidas las teorías evolucionistas sobre el origen del
cuerpo humano, EL ALMA RACIONAL TUVO QUE SER CREADA
d i r e c t a m e n t e POR D io s (Gn 2, 7) sin que pudiese provenir del alma
136 Véase el capítulo que dedica a la moral de las sociedades primitivas J. M. TODD, Las
fuentes de la moral. Symposium católico, trad. esp. (Barcelona 1959).
138
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139
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138 Una refutación científica de estas teorías puede verse por extenso y con detalle en H.
PINARD DE LA BOULLAYE, El estudio comparado de las Religiones t.2 (1945) en los
capítulos correspondientes a cada método. De modo más sencillo y breve se encontrará
en N. MARÍN NEGUERUELA, Lecciones de Apologética (1960) t.I 29-106.
139 Véase H. PINARD DE LA BOULLAYE, El estudio comp. de las reí. t.2 92-106, donde
140
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