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1.- INTRODUCCIÓN:
Una definición acertada sobre lavado de activos[1] es de aquella actividad
realizada por organizaciones criminales, personas naturales o jurídicas y demás
agentes delictivos con el fin de colocar, convertir y ocultar los efectos y ganancias
ilícitamente obtenidas, integrándolas a la actividad económica y financiera del país
para hacerlas pasar como licitas.
Y como tal, es un delito que cada vez y en mayor medida viene siendo imputado a
abogados en ejercicio, principalmente quienes mediante un asesoramiento
profesional, habrían sido causantes respecto de lavado de dinero llevado a cabo
por algunos de sus clientes.
El letrado es un profesional encargado de defender los intereses de sus
patrocinados, siendo el único que puede ofrecer un enfoque jurídico de los
intereses que le son confiados. Empero, dicha imputación a letrados en ejercicio,
como pretendidos colaboradores en los supuestos delitos de lavado de capitales
cometidos por terceros, a quienes habría asesorado ilícitamente, no es tan
acertada por lo que necesita un tratamiento especial.
En definitiva, se trata de la cuestión de cuando el asesoramiento legal, puede
constituirse sin duda en un favorecimiento del lavado de activos, y que
necesariamente conlleva responsabilidad penal para el letrado.
El supuesto habitual del lavado de activos y la abogacía, se da cuando el abogado
lleva a cabo actividades de asesoramiento como la creación de estructuras
societarias que finalmente resultan idóneas para el blanqueo de capitales. Pues
muchas veces el abogado controla toda la estructura societaria y no el propietario
– cliente, quien sólo actúa como administrador de la misma. El problema que nos
ocupa se da obviamente cuando el letrado conoce (dolo directo) o al menos
alberga la posibilidad (dolo eventual) sobre la regularidad de las operaciones
formalizadas en su despacho o con su colaboración o asesoramiento.
Para un correcto tratamiento de la problemática planteada es necesario estarse a
los postulados de la teoría de la imputación objetiva, que según el cual sólo se
deduce responsabilidad penal por un resultado prohibido, pero que en
determinados casos pueden exonerar de imputación a una determinada persona
aunque haya sido causal del resultado[2], como en el denominado riesgo
permitido, el principio de confianza y la denominada prohibición de regreso.
3. EL PRINCIPIO DE CONFIANZA:
Según el principio de confianza[4], todo ciudadano, por el hecho de vivir en un
Estado de Derecho, puede confiar normativamente en que la actuación de los
demás ciudadanos, que también son, pues, parte del mismo Estado de Derecho,
va a desarrollarse sin incidir en un ámbito de tipicidad penal. Ello significa que el
sujeto puede y debe confiar en Derecho, y que no le son imputados resultados
dañosos por el hecho de no haber adoptado medidas de precaución para evitarlos,
aún cuando, tácticamente, todo el mundo sabe que se comete delitos, que haya
terceros que se aprovechan de situaciones o contextos para fines ilícitos.
En tal sentido el letrado puede acogerse plenamente al principio de confianza con
respecto a sus clientes, aún cuando, tácticamente, ya sabe que habrá clientes que
pueden defraudar dicha confianza. Ello al menos cuando no haya otro tipo de
datos suplementarios, que la pretendida confianza no haya sido defraudada ya.
Se puede confiar normativamente en que la actuación de los clientes es también
conforme a Derecho y no establecer particulares deberes de control más allá de
los que la propia legislación de blanqueo impone. El letrado cumple rigurosamente
con sus deberes cuando comunica a la autoridad competente sobre el hecho, de
modo tal que sólo cuando tiene datos proporcionados por el propio cliente que
puedan poner en duda su pasada confianza, y, a pesar de ello, no comunica de la
operatividad sospechosa, actúa con inobservancia de sus deberes establecidos
normativamente.
5.- CONCLUSIONES:
1.- Para un correcto tratamiento de la problemática de blanqueo de capitales y el
ejercicio de la abogacía, ha de estarse a los postulados de la teoría de la
imputación objetiva, según el cual sólo se produce responsabilidad penal por un
resultado prohibido.
2.- Si el abogado se mantuvo dentro de los límites del riesgo permitido, es decir, si
no sobrepaso el riesgo prohibido, no habrá responsabilidad jurídico penal.
3.- El principio de confianza habilita al abogado para poder confiar normativamente
en que sus clientes se comportan conforme a Derecho, aunque se sabe que hay
clientes que defraudan tales expectativas.
4.- Un comportamiento profesional como el de la abogacía puede constituirse en
un acto neutral, entonces no es punible aunque suponga una contribución a la
realización del blanqueo de capitales, siempre y cuando dicho comportamiento
queda suscrito a un rol social licito.
6.- BIBLIOGRAFIA:
BACIGALUPO Z., Enrique. Principio del Derecho penal, 4º edición, pag 175.
CANCIO MELIA, Manuel. Líneas básicas de la imputación objetiva¨. Madrid.
Ediciones jurídicas. Cuyo. Pag. 52.
FEIJOO SANCHEZ, Bernardo. El principio de confianza como criterio normativo de
imputación en el Derecho penal. Pag 38. EN: Derecho penal y criminología, revista
del Instituto de ciencias penales y criminología, Volumen XXI, Numero 69,
Mayo/Agostos 2000.
JULCA VARGAS, Anita. Comentarios a la jurisprudencia y praxis jurídica en JUS –
jurisprudencia 5 – 2008, pag. 219.
MUÑOZ CONDE, Francisco. Introducción a Claus Roxin – Política criminal y
sistema de Derecho penal, 2º edición, Hammurabi, Bs. As. 2000.
[1] JULCA VARGAS, Anita. Comentarios a la jurisprudencia y praxis jurídica en
JUS – jurisprudencia 5 – 2008, pag. 219.
[2] CANCIO MELIA, Manuel. Líneas básicas de la imputación objetiva¨. Madrid.
Ediciones jurídicas. Cuyo. Pag. 52.
[3] MUÑOZ CONDE, Francisco. Introducción a Claus Roxin – Política criminal y
sistema de Derecho penal, 2º edición, Hammurabi, Bs. As. 2000.
[4] FEIJOO SANCHEZ, Bernardo. El principio de confianza como criterio normativo
de imputación en el Derecho penal. Pag 38. EN: Derecho penal y criminología,
revista del Instituto de ciencias penales y criminología, Volumen XXI, Numero 69,
Mayo/Agostos 2000.
[5] BACIGALUPO Z., Enrique. Principio del Derecho penal, 4º edición, pag 175.
* J, Iván Vojvodich Tocón. Egresado de Maestría en Derecho Penal de la
Universidad Privada Antenor Orrego – Trujillo
http://derechojusticiasociedad.blogspot.pe/2009/04/lavado-de-activos-y-
abogacia.html