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Reporte de lectura: La producción del Espacio de Henri Lefebvre

20/08/19

Maestría en Estudios Regionales

Raúl Alexander Almogabar Robles

Lefebvre, Henri, La producción del espacio, España, Capitán Swing, 2013.

La producción del espacio es la culminación de las reflexiones de Henri Lefebvre


sobre el espacio, su construcción política, estructura y las ideas filosóficas que
llevaron a su formación. En su libro, el autor intenta hacer la reconciliación entre la
teoría y la práctica, lo mental y lo social; así como la filosofía y la realidad. Este
libro se vuelve una parte fundamental para entender como el espacio más que una
obra1, es un producto que se (re) crea y donde converge la cotidianeidad, el poder,
el arte, la vida y las representaciones que se dan en éste. A lo largo del libro, el
autor analiza como el espacio es un producto social y las características que lo
conforman para existir. Lejos de ser un contenedor, una mera casualidad cultural,
o consecuencia de la naturaleza, el espacio es un producto elaborado socialmente
a partir de la segunda naturaleza. En este sentido, el espacio se vuelve un soporte
para las relaciones económicas y sociales, la división social del trabajo, de las
fuerzas productivas y un producto (así como productor) de las relaciones sociales.
El concepto del espacio lefebvriano tiene como objetivo generar una teoría unitaria
(el cual de por si es visto como diverso y fragmentado) que es resultado del
contraste entre el espacio percibido, concebido y vivido o, en otras palabras; la
práctica del espacio, la representación del espacio y el espacio de
representaciones. Por otra parte, a lo largo del libro, Lefebvre defiende la
posibilidad de estudiar la historia del espacio; así como especificar claramente la
espacialidad social la reconstitución de la génesis del espacio y de la sociedad
actual. Por último (en la introducción de este reporte), el autor hace críticas muy
1
Para Lefebvre una obra es un acto único e irrepetible, sin función más que existir; en cambio, un producto
está hecho con una función y está destinado a ser repetido la cantidad de veces necesarias para cumplir
ésta.
interesantes a la especialización académica y a la trivialidad del análisis espacial
en su contexto.

El autor abre su libro con una reflexión del espacio visto desde las posturas
filosóficas aristotélicas y cartesianas. Para este momento, el espacio había pasado
del estudio de las categorías griegas hacia el reino de lo matemático. El lenguaje
matemático clasificó los términos del espacio, pero falló en asociarlos con la
realidad. Los filósofos recobraron la reflexión espacial y construyeron sus ideas a
partir de una multiplicidad de disciplinas. El autor menciona que se crearon
diversas concepciones del espacio, desde el espacio literario, el espacio
psicoanalítico, espacio ideológico, espacio onírico, etc. Dos cuestiones se vuelven
relevantes al respecto de todos estos espacios. La primera, es que el hombre no
resalta en ninguno de ellos ni de los espacios que se están describiendo en estas
posturas; y la segunda es que no hay una explicación sobre el salto de la
abstracción a la realidad. Una notación importante que hace Lefebvre es la
elaboración del concepto del espacio mental. Ésta es engendrada por una cierta
práctica teórica (independiente de la práctica social) que deviene en un
conocimiento eje, pivote o central, ilusoriamente exterior a la ideología. Este
espacio mental, se convierte en un acto de dominación por los tecnócratas
(Lefebvre retomará este punto a lo largo del libro) y el conocimiento es definido a
partir de la epistemología.

El espacio capitalista:

El capitalismo es definido como un grupo de distintos capitalismos (fundiario,


comercial, financiero) que manejan distintos mercados y relaciones sociales de
producción, pero también, el autor hace hincapié que existe una hegemonía de
clase que controla diversos aspectos sociales, así como el conocimiento. De
hecho, y argumento angular en Lefebvre, es que también vale considerar que
existe un control del espacio por parte de esta clase hegemónica. Para poder
conocer el espacio, fuera del conocimiento manejado por las clases hegemónicas,
es necesario construir una teoría unitaria que explique la génesis del espacio
social. El autor argumenta que, en el lenguaje cotidiano, designamos espacios
sociales que tiene una propia significación y organización e historia. En ese
sentido, existen códigos para su estudio y su génesis 2. Con el advenimiento del
capitalismo se imbrican tres niveles que forman las relaciones constitutivas de las
relaciones sociales de producción: 1) La reproducción biológica (la familia), 2) La
reproducción de la fuerza de trabajo (la clase obrera) y 3) el de la reproducción de
las relaciones sociales de producción. Para el autor, el espacio tiene un rol en este
triple ordenamiento de acuerdo a su especificidad. El espacio social contiene
representaciones simbólicas que ayudan para mantener estas relaciones sociales
capitalistas en estado de coexistencia y de cohesión. Lefebvre las llama
simulaciones y ejemplifica con los símbolos sexuales, de lo femenino y lo
masculino, símbolos de la edad y prohibiciones delimitadas 3 como al placer sexual
y otras relaciones clandestinas. Todo esto se oculta en un entramado de códigos
con vigilantes y vigilados.

Tres conceptos fundamentales:

Para fines prácticos de este reporte, presento lo que Lefebvre describe como una
triada conceptual que sirven para el estudio de la producción espacial. Es muy
importante mencionar que, para él, esta triada debe estudiarse de manera global
en lugar de una cuestión fragmentada. Los dos primeros conceptos se encuentran
en niveles de análisis que son estudiados por distintas ciencias, pero de manera
separada y en algunos casos, como lo mencionó en su introducción, de forma
abstracta sin tocar la realidad. El último término, engloba a los dos, pero de alguna
manera, también se encuentra dentro de estos. Para Lefebvre, una relación de
dos términos indica un contraste o una contrariedad. La filosofía ha superado
difícilmente esta forma de ver a la realidad. Así, que él optó por hacer una triada

2
Lefebvre no ahonda en un método para su estudio.
3
Esto me recordó al trabajo de Levi-Strauss de las estructuras elementales del parentesco y la teoría de la
prohibición del incesto. Autor, que Lefebvre cita a lo largo del libro. La prohibición parece ser una práctica
fundamental en el espacio social.
que se complementan y funcionan al mismo tiempo tomando prestados elementos
entre sí. Estas definiciones se vuelven fundamentales en su obra:

La práctica espacial: Engloba producción y reproducción, lugares específicos y


conjuntos de espacios de cada formación social. Esto asegura que haya
continuidad. Esta práctica en una sociedad secreta su espacio; lo postula y lo
supone una interacción dialéctica; lo produce lenta y serenamente dominándolo y
apropiándose de él. Para entender esta práctica hay que descifrar su espacio. En
el capitalismo se expresa una estrecha asociación en el espacio percibido de la
realidad cotidiana (uso del tiempo) y la realidad urbana (rutas y redes que ligan a
los lugares de trabajo, de vida privada y ocio). Según entiendo, con espacio
percibido se refiere al espacio producido socialmente que es materializado y existe
de manera empírica. Como existe materialmente, está sujeta a la medición y a la
descripción. Es un medio, pero también una consecuencia de la actividad, la
experiencia y el comportamiento. Como lo mencionó anteriormente Lefebvre, la
práctica espacial asegura una continuidad y algún grado de cohesión. Cada
miembro de la sociedad con una relación con el espacio tiene un nivel garantizado
de competencia y un grado de performance. Estos últimos, sólo se pueden
apreciar de manera empírica. Los espacios producidos son dejados en evidencia a
partir del espacio percibido.

Las representaciones del espacio: Vinculan a las relaciones de producción, al


orden que imponen y al conocimiento, signos, códigos y lo que el autor llama,
relaciones frontales. Llamado también por el autor como espacio concebido son
los signos, discursos, códigos que tenemos sobre el espacio. Están enlazados con
a las relaciones de producción y al orden que esas relaciones se imponen. Por lo
tanto, también se considera el conocimiento (como describí en la introducción). A
lo largo del libro, Lefebvre llama la atención a los recursos discursivos de
relaciones de poder, control y producción en un espacio semiótico, o sea,
simbólico. A esto, se le pueden sumar los tecnócratas, arquitectos, planeadores,
ingenieros sociales, científicos y hasta a algunos artistas. En globa a todos
aquellos cuyo trabajo es el de identificar lo vivido y lo percibido con lo concebido.
Al principio, Lefebvre nota el concepto de espacio mental que a su parecer traía
inconscientemente la idea de ideología y vigilancia. 4 El espacio concebido se
vuelve el dominante en el mundo y se basa en un sistema de signos verbales
intelectualmente elaborados.

Los espacios de representación: Expresan simbolismos complejos ligados al


lado clandestino y subterráneo de la vida social, pero también al arte. Es el
espacio donde las personas viven a través de las imágenes y los símbolos que lo
acompañan. Es el espacio dominado, pasivamente experimentado, que la
imaginación desea modificar y tomar. Recubre al espacio físico utilizado
simbólicamente por sus objetos. Existe un sistema más o menos coherente de
símbolos que los usuarios dan sentido. Contiene el espacio percibido que contiene
el espacio empírico y las fuerzas sociales de producción. Por otra parte, también
contiene concebido con las representaciones de lo anterior. Es el espacio actual
de la vida, del intercambio entre los humanos y sus mundos espacialmente
construidos. Este espacio es una cosa y al mismo tiempo no es una cosa 5, en
otras palabras, para el autor no tiene una realidad substancial ni mental, por lo
tanto, no puede ser resuelto completamente en abstracciones. En mi opinión, con
esto se refería Lefebvre cuando hacía una crítica de la extrema abstracción de la
filosofía y las matemáticas al respecto de la realidad.

No existe una fragmentación de estos espacios, no están separados. No hay un


espacio global (concebido) por un lado y de otro un espacio fragmentado (espacio
vivido). Todo espacio es concebido, percibido y vivido. Al mismo tiempo, tampoco
las personas están completamente prisioneras de los espacios en donde se
encuentran. Existen casos donde se pueden apropiar de estos creando nuevos
espacios. Los actos de resistencia son parte de la dinámica de poder con las
clases hegemónicas.
4
También cita en repetidas ocasiones a Michel Foucault.
5
Lamento mi falta de habilidades de escritor para expresar esto.
Los espacios sociales son productos sociales. El espacio-naturaleza desapareció.
Si bien, en el inicio fue el modelo, punto original de lo social; ahora existe como un
mero fondo, una decoración y una ambientación organizada por las relaciones
sociales. Cada sociedad (cada modo de producción con las diversidades que
engloba) produce un espacio, su espacio. El espacio social incorpora los actores
sociales, las acciones de los objetos tanto colectivos como individuales que nacen
y mueren, que padecen y actúan. De acuerdo con cada sociedad, la producción de
su espacio variará. El autor pone el ejemplo de las sociedades feudales con sus
monasterios e iglesias, construidas sobre caminos antiguos y en donde los
campesinos se asentaron. En el capitalismo, la lógica del espacio se ha producido
de manera abstracta a partir de la mercancía, su lógica y sus estrategias a escala
mundial, al mismo tiempo que el poder del dinero y el del Estado político. La
producción del espacio capitalista se apoya sobre las vastas redes bancarias,
comerciales e industriales. De acuerdo con el autor este espacio abstracto llevó a
la generación de vías de comunicación como autopistas, aeropuertos, redes de
información, etc. De manera muy interesante, Lefebvre se hace la pregunta si en
el socialismo de Estado se ha producido un espacio. No apresura una respuesta,
pero menciona que es muy importante en una revolución cambiar el lenguaje, la
cultura y los espacios.

El espacio social como producto se diferencia a otros en la medida en que


envuelve a las cosas producidas y comprende sus relaciones en su coexistencia y
simultaneidad, no es un simple objeto. Éste tiene una función y un objetivo. Las
percepciones, representaciones y vivencias que se dan en éste obedecen a un
propósito cognoscible. Para su estudio, el autor propone que el espacio social se
relaciona metodológica y teóricamente con 3 conceptos generales, a saber: forma,
estructura y función. Dentro del primero, básicamente sería el estudio del
contorno, la delimitación de fronteras, áreas y volúmenes. Para Lefebvre, esto
conlleva riesgos, puesto que duda de una descripción perfectamente objetiva y sin
ideologías. En cuanto al análisis estructural, su tarea es encontrar el vínculo entre
el todo y las partes, lo macro y lo micro. Debe definir el conjunto, descubrir si
conlleva una lógica, una estrategia, así como un simbolismo del imaginario. De
esta manera, describir la relación entre las fuerzas y las relaciones materiales
entre estas que dan lugar a estructuras espaciales. En el análisis funcional, se
deben ver las relaciones con lo global y lo semiótico la relación entre las
estrategias y las proporciones del espacio. Para Lefebvre, el estudio del espacio
social puede descifrarse y decodificarse.

El espacio como soporte

Tomando en consideración todo lo anterior, Lefebvre reflexiona en como el


espacio no desaparece definiéndose únicamente por las huellas que deja. Existe
una persistencia que es ejemplificada por él como capas o sedimentos como en el
caso de la primera naturaleza, la segunda y luego la realidad urbana. También, no
sólo habla Lefebvre del espacio percibido, sino que también hay un espacio de
representaciones que es acarreado a través de imaginarios y relatos míticos, en
otras palabras, modelos culturales.6 Esta persistencia lleva de un espacio que fue
una base, percibida a ser simbolizada en el tiempo hasta convertirse en un
espacio absoluto. Este nuevo concepto es ejemplificado con el laberinto griego,
que al principio era una trampa contra los enemigos invasores, pero con el tiempo
se volvió en un símbolo que perduró hasta nuestros días. El espacio absoluto es
guardián de la unidad cívica y consecuencia del vínculo de los miembros de la
ciudad, incluida la gente de lugares alrededor. El espacio absoluto se compone de
niveles: Altura, superficie y profundidad. La altura pertenece a lo privilegiado, la
superficie al reino de los hombres sumisos o comunes que experimentan la vida
cotidiana y el bajo al inframundo o a la muerte. De acuerdo con la lectura, ninguna
muerte, privilegio o trabajo es así nada más, existente por sí mismo. Existe un mito
que lo sustenta y para la gente que lo rodea es el espacio verdadero. Conquista a
los demás espacios generando a los ciclos y al tiempo. 7 Este espacio no existe
realmente en ninguna parte, pero de alguna manera reúne en sí a todos los
lugares donde ha existido en el tiempo. Pertenece a la conciencia del sujeto, es

6
Para el autor el término cultura le parece un generador de confusiones.
7
Parece seguir la idea que la religión cristiana volvió al tiempo cíclico con el nacimiento, muerte y
resurrección de Jesús cada año.
parte de las representaciones y sirve como parte de una consciencia. 8 Otro
ejemplo que pone Lefebvre son los templos. Aunque exista uno en una remota
aldea, sigue siendo un espacio absoluto que se remonta a todos los espacios de
esa índole de manera sagrada. En resumen, el espacio absoluto (religioso y
político) se compone de lugares sagrados o malditos. Está compuesto de
prohibiciones (de nuevo se vuelven importantes para el autor). Es un espacio
mental y social indiscernible que comprende la existencia entera de los grupos.

Lefebvre hace una diferencia del espacio absoluto y el espacio abstracto (el
euclidiano). Para definir el segundo, el autor lo hace referente a partir de las
direcciones que toman un valor simbólico de manera prístina, limpiada con la
lógica. Curiosamente, él hace la descripción del espacio abstracto como
perteneciente a la pureza y a lo vacuo. Hace la mención del Derecho y la Lógica
como creadores de una organización espacial que es parte del espacio de
representaciones y representaciones del espacio, pero no del percibido. En el libro
se critica al Estado como portador del espacio abstracto para justificar la
centralización del poder. Una ilusión del bien común bajo el yugo de la
racionalidad. Hay una transferencia del conocimiento y el poder que el Estado
ostenta para usar el monopolio de la violencia. 9 La producción del espacio
abstracto en este caso se metaforiza con el mito de la homogeneidad de la
población a través de la democracia y la hegemonía de la razón, e inclusive, el
espíritu de empresa.10 De ninguna manera es homogéneo, pero su meta es serlo.
Existen pluralidades entre las personas que lo circundan.

La aparente homogeneidad del espacio abstracto es una ilusión que se percibe a


partir de lo que el autor llama formantes. Productores de espacios que se
disimulan mutuamente. Puntos más altos del espacio abstracto. Los tres
formantes descritos son: El geométrico, el óptico y el fálico.

8
En mi opinión. Parecido a la función de los mitos como guías morales en el estructuralismo antropológico.
9
Esto me recuerda a la definición de poder de Weber como el uso de la violencia, cualidad legítima única
por el Estado.
10
Esta reflexión parece ir en la misma línea de Abrams sobre el Estado como una máscara que esconde la
realidad: El Estado como impulsor del capitalismo y la opresión.
Geométrico: El autor lo llama temible. Es una representación espacial que,
básicamente es la reducción de la realidad y la naturaleza (recordando que, si no
existe la naturaleza prístina, se está hablando del espacio social) a un plano de
dos dimensiones (mapas, planos cartesianos, dibujos, proyecciones, etc.). Es
tomado por la filosofía como el conocimiento de la realidad.

Óptico: Es el proceso de escritura y espectacularización. El primero, se refiere a lo


metafórico, proceso de escritura que pasa a ser práctica central y modelos. El
segundo es metonímico, un proceso de transición donde las partes se vuelven una
totalidad. Los gustos, el tacto y los demás sentidos se vuelven subordinados por la
vista. Lefebvre acusa a la importancia que se le da a la palabra escrita como
culpable de esta subordinación. Los demás sentidos son meros accesorios de lo
visual. Lo más interesante, es que argumenta que lo visual por cualidad es
distante, se vuelve frío y hegemónico. Como es visto, se complementa con la
impotencia de quien lo ve. En mi opinión, se niegan las experiencias con el cuerpo
entero y esto puede llevar a normalización de la forma de vida (por ejemplo, la
violencia en las manifestaciones visto desde un televisor).

Fálico: Se basa en el espacio de la violencia, la virilidad y el poder. Privilegia la


verticalidad. Funciona con los medios de coacción como el ejército o la policía.
Proclama a la falocracia. La imagen de la fecundidad se erige (una analogía con la
proclamación de verticalidad y jerarquía) que engendra la práctica social. 11

Vale mencionar que para Lefebvre la abstracción es un acto violento en su uso


práctico (social). Fuerza a la naturaleza a convertirse en un objeto opuesto a la
racionalidad. Es un espacio instrumental que destruye (a veces como precursor de
la creación).

El espacio contradictorio se encuentra como contraposición al espacio absoluto.


Este espacio indica a su vez dónde se encuentran los puntos vulnerables y de
ruptura: lo cotidiano y lo urbano, el cuerpo y las diferencias que surgen en el seno
del cuerpo a partir de lo cíclico. En el texto se aborda que el espacio contradictorio
surge por la exigencia del mundo del trabajo. Los espacios del placer y del disfrute
11
Al parecer Lefebvre disfrutó leyendo sobre el psicoanálisis freudiano.
(el ocio) son el espacio contradictorio por antonomasia. En la medida en que
supone una transición. Indica que el modo de producción existente produce lo
peor y lo mejor, las ramas exuberantes y lo parasitario.

La contradicción es caracterizada por la cantidad y la calidad. No lo define por una


oposición (binaria) sino por un movimiento de tres términos: del espacio del
consumo al consumo del espacio mediante el ocio y el espacio del ocio.
Prácticamente, una diferencia entre el espacio de lo cotidiano y lo no cotidiano.

El espacio también se fragmenta por la búsqueda del espacio abstracto de


homogeneizarlo todo a través de lo global (espacio concebido) y la fragmentación
que se da en la realidad (espacio vivido). El autor lo describe como la
contradicción centro-periferia. Toda globalidad requiere establecer una centralidad.
La concentración de lo que hay en el espacio crea una subordinación de los
demás espacios a pesar de establecer un espacio homogéneo a partir del reino de
lo abstracto.

A diferencia del espacio absoluto (que busca la cohesión y la homogenización


social), el espacio diferencial se produce acentuando diferencias. En este caso,
Lefebvre ejemplifica con Picasso. Éste, desvelando y revelando las
contradicciones del espacio crea el suyo, alejándose del espacio absoluto de
donde provienen sus representaciones. Tiende a haber un quiebre como la
genialidad o el placer sexual y la fecundidad. Estos dos espacios, el de la
tendencia a la homogeneidad y el de la diferenciación suceden en cualquier
producción espacial en una sociedad.

A modo de conclusión:

El espacio se convierte en el reto principal de las luchas y acciones que apuntan


hacia un objetivo. El autor concluye que si bien, el espacio nunca ha dejado de ser
un abastecedor de recursos o locación de estrategias, ha dejado de ser desde
hace mucho un mero escenario donde los actores viven sus vidas. El espacio se
vuelve un producto que se transforma constantemente de acuerdo con la vida
social.

Para Lefebvre, es un error fragmentar al espacio y sacar conclusiones teóricas


desde esos pedazos de la realidad. Esto es común entre las ciencias que ostentan
el conocimiento hegemónico. Para él, la salvación del conocimiento sólo puede
venir de una reconsideración metodológica del saber. En lugar de fijarlo como la
epistemología (conocimiento legítimo), hay que reconsiderarlo desde el
conocimiento crítico y la crítica del conocimiento. Lefevre inclusive, llama al
conocimiento institucionalizado desde el poder como un simulacro divino. Hay que
denunciar con vigor las colusiones entre el saber y el poder del Estado, con sus
burócratas y formantes.

La producción del espacio de Lefebvre está compuesta por una serie de ideas que
no son necesariamente originales de su parte, lo que si es admirable es su
elaboración de una teoría unitaria que reúne observaciones de varios lados.

Bibliografía:

Lefebvre, Henri, La producción del espacio, España, Capitán Swing, 2013.

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