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Historia

General VI

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UNIDAD 1
La naturaleza de la historia contemporánea.
Problemas teóricos, epistemológicos y metodológicos de las vinculaciones entre la Historia
y la contemporaneidad: relación entre pasado, presente y futuro. Sus caracterizaciones: largo, corto,
derivado, original, no-eurocéntrico.
 HOBSBAWM, Eric. La era del Imperio (1875-1914). Barcelona, Labor, 1989.
Introducción:
La era del Imperio constituye el tercer volumen sobre el XIX largo (1776-1914).
Agosto del 14 constituye uno de los puntos de inflexión en la historia. Fue considerado el
final de una época por los contemporáneos y esa conclusión sigue vigente hoy. Muchos pensaron
que señalaba el final de una época por y para la burguesía. Indica el final del XIX largo, con que los
historiadores operan.
Este periodo no solo es fundamental para el desarrollo de la cultura moderna sino que
además constituye un marco para una serie de debates, iniciados antes del 14, sobre el imperialismo,
sobre el movimiento obrero y socialista, sobre la naturaleza y orígenes de la Revolución Rusa. Al
mismo tiempo muchos de los aspectos característicos del XX tienen su origen en los 30 años
anteriores a la primera guerra.
Dentro de los historiadores al estudiar este periodo hay dos tendencias, los que miran hacia
atrás y los que dirigen su mirada hacia delante. Los primeros intentan revivir los atractivos de una
época que en la memoria de las clases medias y altas, apareció rodeada de una aureola dorada, la
belle époque. Esta es la versión del periodo más familiar para el público en general, a través del cine
y la televisión. Otros historiadores adoptan un punto de vista distinto a la discontinuidad,
destacando el hecho que gran parte de los aspectos más característicos de nuestra época se
originaron en los decenios anteriores al 14. En la política los partidos socialistas, son producto del
periodo 75-14, al igual que los PC. Otro tanto ocurre con el sistema de elección de los gobiernos
mediante la elección democrática, los modernos partidos de masa, los sindicatos obreros
organizados a nivel nacional y la legislación social.
Bajo el nombre de modernismo la vanguardia de ese periodo protagonizo una elevada
producción cultural. Mientras la cultura cotidiana está dominada por tres innovaciones de ese
periodo, la industria de la publicidad moderna, los periódicos o revistas modernos de circulación
masiva y el cine.
El eje central de la historia del s. XIX largo es el triunfo y la transformación del capitalismo
en forma específica de la sociedad burguesa en su versión liberal. La historia comienza con el doble
hito de la Revolución Industrial en Inglaterra, que estableció la capacidad ilimitada del sistema
productivo, iniciado por el capital, para el desarrollo económico y la penetración global, y la

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revolución política franconorteamericana, que estableció los modelos de las instituciones públicas
de la sociedad burguesa, complementados con la aparición de sistemas teóricos, la economía
política clásica y la filosofía utilitaria (tema de la era de la revolución). Esto llevo a la confiada
conquista del mundo por la economía capi conducida por su clase característica, la burguesía, bajo
la bandera de su expresión intelectual característica, la ideología liberal (tema de la era del capital).
Las dificultades de la industrialización y un desarrollo económico limitado por la estrechez de su
base de partida fueron superadas por la difusión de la transformación industrial y la ampliación de
los mercados. Las contradicciones de la industrialización no eran tan agudas como los serian.
La era del imperio está dominada por contradicciones. Fue una época de paz sin precedentes
en el mundo occidental, que al mismo tiempo genero una época de guerras mundiales también sin
precedentes. Fue una época de creciente estabilidad de las economías industriales desarrolladas,
pero genero las fuerzas combinadas de la rebelión y la revolución que acabarían con esa estabilidad.
En este periodo aparecieron los movimientos de masas organizados de los trabajadores,
características del capitalismo industrial y originados por él, que exigieron el derrocamiento del
capital. Pero surgieron en el seno de economías florecientes y en expansión. En este periodo las
instituciones políticas y culturales del liberalismo burgués se ampliaron alas masa trabajadoras de
las sociedades burguesas, pero esa extensión se realizó al precio de forzar a la clase fundamental, la
burguesía liberal, a situarse en los márgenes del poder político. Así las democracias liberales,
producto de este progreso liberal, liquidaron el liberalismo burgués como fuerza política en la
mayor parte de los países. Fue un periodo de crisis de identidad y de transformación para la
burguesía. Su misma existencia como clase dominadora se vio socavada por la transformación
económica. Las grandes organizaciones o compañías, propiedad de accionistas y que empleaban a
administradores y ejecutivos, comenzaron a sustituir a las personas reales y sus familias, que
poseían y administraban sus propias empresas.
El sistema básico de este periodo, la sociedad del mundo del liberalismo burgués avanzando
hacia su muerte, conforme alcanzaba su apogeo, víctima de las contradicciones inherentes del
progreso. Este libro estudia el momento histórico en que se hizo evidente que la sociedad y las
civilizaciones creadas por y para la burguesía liberal occidental representaban no la forma
permanente del mundo industrial moderno, sino solo una fase de su desarrollo inicial. La era del
imperio o del Imperialismo, no era la última etapa del capitalismo, pero Lenin nunca pensó que lo
era, solo afirmo que era la más reciente fase del capital.
Epilogo
I La lechuza de minerva solo despliega sus alas a la caída de la tarde – Hegel
Plantea que la idea de catástrofe tiene un significado antes y después de 1914. El cambio se
entiende por las sacudidas violentas que pueden tomar ejemplo en: dos estallidos revolucionarios

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globales luego de las 2 guerras mundiales, periodo de descolonización general, dos expulsiones de
pueblos que terminaron en genocidio y una crisis económica que despertó serias dudas entre la
burguesía (sobreviviente a la revolución) sobre el destino del capitalismo.
Las hecatombes dejaron de ser parte del mundo periférico, sino que se dieron en el seno de
La civilización (queda pendiente en el imaginario colectivo la idea de progreso, al trastocarse los
métodos que lo justificaban, los lugares de barbarie-progreso ya no quedan en la antinomia Europa
vs resto del mundo.
Los adelantos materiales, en términos de producción y también de conocimiento diferencian
claramente al s. XIX del XX. Fue una etapa de progreso en esos términos, pero no ya con la vieja
expectativa de evolución positiva continuada, sino que deberemos matizarlo con épocas de
catástrofes. Esto además lleva a convivir con el riesgo inminente de un apocalipsis.
Las clases altas y su burguesía ven en estas convulsiones la crisis de su sistema de dominio
(el liberalismo). La revolución social de masa se plantea como opción y toma cuerpo en la
revolución bolchevique. La combinación de guerra, colapso y Revolución Rusa convirtieron al
riesgo en un peligro inmediato y abrumador.
Post 1917 el peligro del bolchevismo domina toda la historia por venir (prestando letra para
que los conflictos en diversos lugares sean leídos como guerra civil ideológica). El fantasma del
“poder marxista” sobrevive en el imaginario político hasta la década de 1980.
Las convulsiones de fines de la década del 20 plantearon a las burguesías dirigentes de
Europa un serio debate en tanto el movimiento obrero que las acechaba era de los más organizados,
y la Rev. Rusa seguía a paso firme. La realidad demostró que los cambios para la supuesta
supervivencia (teóricamente basados en la socialización de la producción) no fueron necesarios.
Según el autor la alarma que se agitaba era exagerada, solo hubo revolución en un país
atrasado (pero claro: con grandes recursos que luego lo convertirían en una superpotencia). Pero
deja el legado de la posibilidad de una revolución antiimperialista, modernizadora y campesina, que
luego será retomada por China.
También reconoce la fortaleza de las sociedades con economía de mercado desarrolladas, en
tanto ellas han logrado mantenerse en pie en un mar de revoluciones sociales.
El viejo orden supero los ataques del socialismo pero sobrevivió convirtiéndose en algo
distinto a lo que planeaba ser en 1914, el liberalismo podía desaparecer o volverse irreconocible
pero nunca sobrevivir indemne.
Ejemplifica con ITALIA: tras la guerra la política de negociación y consenso desde el
liberalismo fue inútil para apaciguar las demandas del movimiento obrero (levemente organizado),
lo que dio lugar a que bandas nacionalistas de clase media (fascistas) se hagan cargo de la represión.

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Los liberales los apoyaron con el objetivo de sumarlos a sus filas, pero su política ya era obsoleta y
con la toma del poder por los fascistas en 1922 la política parlamentaria fue anulada.
Entre el 20 y el 39 desaparecen los sistemas democráticos parlamentarios europeos.
J.M. Keynes representa un ejemplo de la 2da alternativa. Reconocido integrante de “la
burguesía educada”. Defensor a rajatabla del liberalismo, crítico de la PGM y del tratado de
Versalles impuesto a Alemania. Viendo desaparecer la belle époque enfoco sus fuerzas e intelecto
para salvar al capitalismo de sí mismo. Es por eso que revoluciona la economía. Pensó la crisis
política y la económica para luego replantearlas, esto devino en una economía planeada y
controlada por el estado (previamente considerada una “antesala del socialismo”). Keynes es
relevante pues fue él quien propuso la forma más influyente desde el punto intelectual y político de
afirmar que la salida estaba en el modelo de estado interventor con política económica mixta. Para
1944 queda aceptado mundialmente que el liberalismo previo a 1914 no existe más, siendo el
Keynesianismo la fórmula de consenso.
La lección debía ser aprendida, la crisis del 30 no fue el hundimiento total, pero si fue un
serio momento de replanteo para un sistema basado en fluctuaciones cíclicas.
El periodo de entreguerras fue momento de crisis y convulsiones extraordinarias.
Desaparece el modelo mundial de la Era del Imperio bajo la explosión de lo que antes se acallaba
bajo el manto de la prosperidad. Lo que se hunde es el Sistema Mundial Liberal y la sociedad
decimonónica que lo acompañaba y sostenía. El proyecto de futuro se pone en serio
cuestionamiento, y pasando los mediados del s. XX aparecerán nuevas líneas a seguir para la
humanidad.
II Entiende al periodo que sigue a este colapso-transición como el período más
revolucionario de la historia del hombre. Los campesinos dejan de ser mayoría, se internacionaliza
la industrialización. Se trastocan estructuras sociales tradicionales, familia, concepto de individuo.
El XIX ha sido ampliamente superado y radicalmente transformado, pero sigue siendo parte
del mismo período revolucionario. El periodo de consolidación de esa revolución se da 100 años
después de la revolución del s. XIX (1850-1840 y 1950-1970) esto solo es una coincidencia, no se
remite a explicaciones de índole cíclico. No obstante el mundo de fines del s. XX está moldeado por
la herencia de la Era del Imperio. Moldeado en tanto los hombres que configuraron la política
económica de 1940 eran adultos en 1914, o sea, una misma generación de individuos ha sido parte
de todos los revolucionarios cambios. Parte de ese molde es la división que se establece entre países
socialistas y el resto. Herederos de la tradición iniciada por Marx, y continuada por los incipientes
movimientos de masas de principios del s. XX.
Otro legado es la globalización del modelo político mundial. La presencia en la ONU de
países considerados del 3er mundo, es una reliquia de la antigua división del mundo por parte de las

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potencias imperialistas durante la Era del Imperio. Estos estados reproducen en la actualidad las
fronteras establecidas por la conquista y por la negociación antiimperialista.
Otra herencia es que estos estados producto de la descolonización se hacen llamar
“naciones”. Ello se liga en 1ra instancia a que la ideología de la elite occidental fue utilizada por los
nativos para dar nombre a su rebelión, y en 2do lugar que su aplicación deja de ser sobre “pueblos
grandes” sino que se la piensa para cualquier minoría con búsqueda de autodeterminación.
La transformación de las relaciones familiares tradicionales occidentales toma otro ejemplo
al pensarse en la emancipación de la mujer. Tiene auge a mediados de siglo XX, pero la irrupción
de esta transformación se da durante el Imperio. Será luego en 1960 cuando los movimientos
feministas dinamicen más la cuestión y den sentido histórico al “nuevo rol de la mujer”.
La misma cultura de masas urbana tiene raigambre en el fin del Imperio. Los medios de
comunicación se adaptan a esta característica de la mano de la reproducción mecánica de sonido y
la fotografía en movimiento.
III El legado del s. XIX es amplio. Desde el vamos creo la historia mundial al crear la
economía capitalista mundial moderna. Fue cuando Europa se constituyó como La Historia mundial
y Gran Bretaña fue hegemónica. Luego claro continúa el período dominante pero del otro lado del
Atlántico: los EEUU.
Fue una centuria tan revolucionaria como la del S XX, pero se destaca que su ruptura con el
pasado fue ampliamente mayor. Su población (masas y burguesía) formaron parte de un nuevo
imaginario: verdaderas utopías en boca del individuo común. Ciencia como método, liberación
sexual, emancipación de la mujer, sociedad de abundancia donde cada hombre realizaría sus
necesidades sin obstáculo alguno. Era pensar la utopía a través del ideal de progreso. El burgués y
el proletario erguían sus utopías (progreso indefinido y revolución), pero no esperando, no desde el
automatismo, sino mediante el esfuerzo y la lucha. Para liberales y para revolucionarios en su
mayoría fue un siglo cargado de esperanzas, solo pocas voces se expresaron desde el temor y el
peligro al futuro.
 HOBSBAWM, Eric. “El día más largo del fin de un siglo” en La Ciudad Futura,
Buenos Aires, N° 28, Abril-Mayo de 1991.
¿Cuál es el significado histórico de 1989? Los diagnósticos inmediatos son un juego
peligroso, tan peligroso como las profecías inmediatas. Por otra parte, hay momentos en los
actuales acontecimientos que se conservan en un breve lapso y cualquiera sea la evaluación posible
que de ellos se hace, estos son simplemente históricos e inmediatamente visibles.
Es mucho más simple ver a 1989 como una conclusión que como un inicio. Ha sido el fin de
una era en la cual la historia mundial estuvo dominada por la revolución de octubre.

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Por más de 70 años la política fue entendida como una cruzada de una guerra fría religiosa.
Otro lado es evidente desde hace mucho tiempo que no se trata de nada semejante. Es cierto que
Lenin y los bolcheviques vieron la revolución de octubre como la primera fase de algo mundial que
habría abatido al K.
Sin embargo es claro que, desde los primeros 20 años en adelante, la táctica seguida por la
URSS ya no era concebida para alcanzar una revolución mundial, aunque si la hubiera recibido con
felicidad. La era de Stalin, desalentó activamente el ascenso al poder de cualquier partido comunista
y desconfió de aquellos partidos comunistas que hicieron la revolución sin haber consultado. La
política rusa fue cauta y esencialmente defensiva, aún después de las sensacionales victorias de la
segunda guerra.
Después de 1956 cuando el movimiento comunista internacional comenzó a desintegrarse de
manera visible, varios grupos fuera de la órbita de Moscú reivindicaron la herencia marxista
leninista originaria o al menos la revolucionaria mundial. Pero ni todas sus variantes ni la campaña
de exportación de la revolución cubana pudieron dar los primeros pasos. A la tercera oleada
revolucionaria, en los 79, le faltó una tradición ideológica unificadora y un polo de atracción. El
más importante sacudimiento social de este período, la revolución iraní, miraba a Mahoma y no a
Marx.
El mundo estaba todavía divido en dos campos y cualquier nación o movimiento que rompía
con el K tendía a gravitar o a ser absorbida políticamente por la esfera socialista. En síntesis, las
políticas mundiales podían ser vistas también por la izquierda como cristalización de las
consecuencias de la revolución de octubre.
Ahora, todo esto ha concluido. El comunismo en Europa del Este se ha disuelto o está
próximo a hacerlo. Fuera de aquellas que constituían las regiones del socialismo real, hoy
probablemente no existen más de tres partidos comunistas con un genuino sostén de masa (Italia,
Sudáfrica y el PC-marxista hindú).
No estamos asistiendo a la crisis de un movimiento, de un régimen o de una economía, sino
a su fin.
Cómo puede ocurrir que el miedo, o el simple evento de 1917 hayan dominado por tanto
tiempo la historia que nadie se habría podido imaginar a 1989? Es imposible comprender todo esto
si no se recuerda que el viejo mundo del K global y de la sociedad burguesa, en su versión liberal,
se derrumbó en 1914 y que en los 40 años sucesivos el K pasó de una catástrofe a otra. El simple
elenco de los temblores que sacudieron al mundo durante este periodo es suficiente para arribar a
una conclusión: mientras la crisis económica ponía de rodillas a las más fuertes economías K la
URSS se hacía cada vez más fuerte.

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Entre 1922 y 1942 cuando se afirmó el fascismo y surgieron regímenes autoritarios satélites,
las instituciones de democracia liberal desaparecieron en la práctica en todas partes. Pero sin la
presión de la URSS las posibilidades de aplastar al Eje hubieran sido imposibles.
Por 40 años el K ha pasado a través de una era catastrófica, de vulnerabilidad y constante
inestabilidad, con un futuro incierto. Sin embargo, en algún momento de los 60 aparece claro que el
K había superado su era de catástrofe, aunque todavía no fuera evidente que las economías
socialistas iban al encuentro de graves problemas. Una vez derrocado el autoritarismo, los
regímenes liberales se convierten en los normales regímenes políticos. Los imperios coloniales
fueron políticamente descolonizados.
Pero lo más importante fue que el K aprendió sus lecciones nacionales de su período de
crisis, tanto económicas como políticas. Renunció a esa especie de liberalismo exasperado que la
América regienana y la GB tatcheriana, las únicas entre las naciones occidentales avanzadas,
intentaron restaurar en los 80.
Después de 1945 la enorme expansión del campo socialista y la amenaza potencial que
representó atrajeron totalmente las mentes de gobiernos occidentales y señalaron la importancia de
la asistencia social.
La expansión y la prosperidad tornaron posible al K asistencial, que alcanzaba su vértice en
los 60, o aún en los 70, después de que una nueva crisis mundial provocó un congelamiento fiscal.
Por eso, desde el punto de vista económico el cambio hacia la economía keynesiana mixta triunfó
de un modo aplastante. Políticamente se basó en la asociación del K con el trabajo organizado bajo
los benevolentes auspicios del gobierno, asociación que hoy es conocida como corporativismo. Por
esta razón la edad de las catástrofes ha revelado tres cosas:
1- que el movimiento organizado de los trabajadores constituyó una presencia relevante
e indispensable en las sociedades liberales.
2- El movimiento de los trabajadores no era bolchevique.
3- Una alternativa distinta a la de conquistar la lealtad de la clase trabajadora mediante
(costosas) concesiones económicas hubiera puesto en riesgo la democracia, por eso no se pudo
desmantelar el estado asistencial y de cortar los gastos.
El K mundial que emergió en “los 30 años gloriosos” y que navegó a través de los 70 y 80
sorprendentemente y con poca dificultad parece no tener más problemas. Ha entrado en una nueva
fase tecnológica.
De todos modos, un signo y un producto notable de aquella era sobrevivieron por largo
tiempo: un tercio del mundo bajo el “socialismo realmente existente”. Probablemente la gente en la
URSS y en la mayor parte de Europa del Este ha sido más rica en los 70 de cuanto lo había sido
antes. Pero tres cosas se han vuelto claras:

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1- El socialismo mostró ser incapaz de avanzar de un modo completo, y menos aún de
innovar en el camino de una nueva economía tecnológica, y por eso pareció precipitarse cada vez
más abajo.
2- En la sociedad de las comunicaciones globales, de los media, de los viajes y de la
economía transnacional, no era ya posible aislar las poblaciones socialistas de la información sobre
el mundo no-socialista, es decir de saber hasta qué punto estaban en condiciones peores en términos
materiales y desde el punto de vista de la libertad de elección.
3- Con la caída de la tasa de crecimiento y retraso creciente derivada de aquella, la
URSS se volvió demasiado débil económicamente para sostener su rol de superpotencia y para
mantener su control sobre Europa del Este.
¿Quien venció? ¿Quién ganó? El vencedor no es el K, sino el viejo mundo avanzado de las
naciones de la CE que forman una minoría cada vez más decreciente de la población mundial.
Diversamente de lo que era el “campo socialista” el mundo no-socialista comprende
regiones que en realidad han pasado a una economía de subsidios locales y de carestías.
Sin embargo, es indiscutible que el K, del modo en que se ha reformado y reestructurado
durante décadas de crisis, sigue demostrando que permanece siendo la fuerza más dinámica en el
desarrollo mundial.
Todo aquello que empujo a que la democracia occidental mejorase las condiciones de vida
de su pueblo ha sido por el efecto del miedo, miedo a los más grandes y mejor organizados: los
trabajadores, miedo a la propia inestabilidad del sistema.
El miedo ocupaba las mentes de los K occidentales en los 30. El miedo al campo socialista
en el 45 y luego también. No era casual que el modo de Keynes o de Roosevelt de salvar al K se
concentrara sobre la asistencia y la previsión social, dando a los pobres dinero para gastar.
Hoy ese miedo, ya reducido por el redimensionamiento de la clase trabajadora industrial, la
declinación de su movimiento y la recuperación de la confianza en sí mismo, en un K floreciente,
ha desaparecido. Por el momento no hay ninguna parte en el mundo que represente de manera
creíble un sistema alternativo al K, aunque debería quedar en claro que el K occidental no presenta
soluciones a los problemas de gran parte de lo q era el segundo mundo, y que ahora están por ser
asimilado en gran parte a las condiciones del tercer mundo.
Todo lo que se puede decir del siglo XXI es que deberá afrontar al menos tres problemas,
que se van agravando: la amplitud de la fractura entre mundo rico y pobre, el crecimiento del
racismo y la xenofobia y la crisis ecológica del globo. Los modos en que son afrontados no son
claros, pero entre ellos no figura la privatización y el libre mercado.
Entre los problemas a breve término aparecen tres: La inestabilidad de Europa, como entre
las dos guerras mundiales. Por otro lado hay un proceso que refuerza la inestabilidad social. Porque

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Europa central y oriental está recayendo en algo similar a la zona de rivalidad y conflictos
nacionalistas creados después de la PGM. En efecto todos los acuciantes problemas de este tipo se
remontan a los años de anteguerras.
Los peligros de guerra en una situación como estas son graves. Los demagogos del
nacionalismo de la Gran Rusia están hablando ya con delicadeza de una posible “guerra civil en la
cual nuestra situación podría ser la nuclear”.
Por último, está la inestabilidad de los sistemas políticos en los que se precipitaron los
estados excomunistas: la liberal democracia.
Por lo tanto, déjense de augurar buena fortuna a la Europa del Este y al mundo mientras concluye
una era y se está por entrar al siglo XXI. Tendremos necesidad de mucha suerte. Y dejen la
conmiseración para Fukuyama, quien ha sostenido que 1989 significó el “fin de la historia” y que,
desde ahora en adelante, todo debería ser simplemente liberal, navegando hacia el libre mercado,
pocas profecías como esta parecen tener una vida muy breve.
 AMIN, Samir. El eurocentrismo. Crítica a una ideología. México, Siglo XXI, 1989.
Cap. 4 “Por una visión no eurocéntrica del mundo contemporáneo”.
I- El K realmente existente y la mundialización del valor
1-El K en la opinión común es la América del Norte y la Europa Occidental, los desnutridos
en Brasil, la esclavitud en Sudáfrica, etc no lo son, sino que son los vestigios de las sociedades
anteriores. A lo sumo son las formas no europeas del K, y depende de los pueblos involucrados
desembarazarse de ellos para disfrutar a su vez de las mismas ventajas que los occidentales.
El K mundial se manifiesta bajo formas que en apariencia todo el mundo conoce, pero en las
que hay que insistir, aunque sea brevemente, para formular su naturaleza verdadera y revelar las
deformaciones que la visión eurocéntrica les hace sufrir.
La primera de estas características es la desigualdad a escala mundial, caracterizada por las
diferencia de ingresos de un país a otro. La segunda es que la desigualdad en el reparto interno del
ingreso es considerablemente más marcadas en las sociedades de la periferia que en las del centro.
¿Cómo se interpretan y explican estos hechos en las corrientes dominantes del pensamiento
social?
En primer lugar se pretende que la diferencia de ingresos es el reflejo de una diferencia en
las productividades del trabajo, o mejor dicho que la productividad del trabajo es en los países
desarrollados 15 veces superior a lo que es en el promedio del Tercer Mundo.
En segundo lugar se afirma que las diferencias aparentes en la estructura global del reparto
interno del ingreso ocultan en realidad niveles de explotación de trabajo investidos. Es decir que la
desigualdad en el reparto del ingreso provendría de una serie de razones diferentes, entre otras la
jerarquía más fuerte en los salarios, el reparto desigual de la propiedad agraria, la diferencia entre la

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ciudad y el campo más marcada, la proporción más elevada de las masas miserables marginadas
amontonadas en la megalópolis del Tercer Mundo, etc.
En tercer lugar las más de las veces se pretende que la tendencia general de la evolución es
hacia la reducción progresiva de la desigualdad. En este sentido la situación de la periferia
contemporánea sería sencillamente la de una transición todavía inacabada hacia el desarrollo
capitalista.
2- El concepto de valor mundializado permitirá comprender por qué la idea de que las
diferencias de la productividad del trabajo explican las diferencias en el reparto del ingreso a escala
mundial no solo es ingenua, sino que elude sencillamente el verdadero problema, que es el de las
transferencias de valor ocultas en la estructura de los precios.
En realidad, detrás del conocimiento inmediato e ingenuo de los datos empíricos, existe una
hipótesis metodológica que por cierto es ignorada en la imagen popular del mundo contemporáneo,
pero que es posible esclarecer en las teorías económicas dominantes. Esta hipótesis es que la
estructura social de cada formación nacional constitutiva del sistema mundial explica a la vez el
nivel de las productividades del trabajo en esa formación y la repartición del ingreso producido
entre las diferentes clases sociales que componen la sociedad. Así, el mundo es conceptualizado
ante todo, como un conjunto de formaciones nacionales yuxtapuestas, mientras que su
interpretación y su influencia recíproca es introducida después, en el mejor de los casos.
El concepto de valor mundializado relativiza el sentido de los elementos empíricos
inmediatos, explica por qué y cómo la polarización centros-periferias es inmanente al K.
El libro II de El Capital nos propone lo que puede parecer una demostración económica
pura. Marx intenta demostrar allí que la acumulación es posible en un sistema K puro y determinar
las condiciones técnicas del equilibrio dinámico. En este marco formal, se establece que el
equilibrio dinámico exige un crecimiento del salario, que esté determinado en una proporción que
es una combinación de los índices del crecimiento sectorial de la productividad. El valor de la
fuerza de trabajo debe elevarse conforme al de las fuerzas productivas.
Hasta ahora se ha abordado la lucha de clases ¿Cómo tomarla en consideración e insertarla
en el mecanismo de las determinaciones sociales?
Primera actitud: la lucha de clases por el reparto del producto está subordinada a las leyes
económicas (reduccionismo economicista del marxismo). Segunda actitud: en reacción contra este
tipo de análisis se proclama la supremacía de la lucha de clases. El salario no se desprende de las
leyes objetivas de la reproducción ampliada, sino que resulta en forma directa de la confrontación
de las clases.
Tenemos pues que comprender esa relación dialéctica entre la necesidad económica objetiva
y la intervención de las luchas sociales ¿Pero en qué marco?

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Se puede conducir el análisis de tres maneras diferentes: primera, en el marco del discurso
abstracto sobre el MPK, segunda, en el marco concreto de una formación social nacional, tercera
operando directamente a nivel del sistema mundial, considerando como la unidad fundamental real
cuyas formaciones nacionales no son sino un componente. El discurso marxista se sitúa en el primer
marco, el del eurocentrismo en el segundo y el que propone Amín en el tercero. Este último da la
preeminencia a los valores mundializados sobre las formaciones nacionales de éstos, así como las
alianzas y conflictos de clases mundializados, subordinando las alianzas y conflictos nacionales a
las presiones definidas por los primeros.
La mundialización del valor, expresión del sistema productivo, implica pues que la fuerza de
trabajo solo tenga un único valor para el conjunto del sistema mundial. Sin embargo, la fuerza de
trabajo tiene precios diferentes, sobre todo de un país a otros. Así, el concepto de valor
mundializados da cuenta de la explotación diferencial del trabajo por el K en el centro y en la
periferia del sistema y le da un sentido político.
Ahora si se compara a las industrias periféricas con las ramas de las industrias centro, se
puede ver una transferencia de valor invisible (muchos millones), que está oculta en la estructura
misma de los precios. Esta transferencia de valor acrecienta los ingresos reales de las capas medias
y de la burguesía de los países imperialistas.
El eurocentrismo rechaza la idea misma de que pudiera haber transferencia de valor de una
formación social a otra ¿Cómo funciona la sobreexplotación que permite la producción de este valor
transferido? ¿Cuáles son sus consecuencias? Para responder a estas preguntas hay que tomar al
sistema mundial en su conjunto como unidad de análisis decisivo. Las clases sociales son los sujetos
históricos cuyas confrontaciones y alianzas a escala mundial determinan: la tasa de plusvalor a
escala mundial y las tasas respectivas en el centro y periferia, el trabajo excedentario extraído en
los modos no K sometidos, la estructura de los precios y de mercancías mundiales, el salario real a
nivel de su media mundial y de sus medias en el centro y periferia, el volumen de las rentas de las
clases no K, el equilibrio de los intercambios centro-periferia, flujo de mercancías y capitales.
3- El concepto de mundialización del valor nos permite, igualmente, volver sobre la
cuestión de la tendencia dominante en la evolución histórica del reparto del ingreso en el seno del
sistema K. Para justificar su hipótesis optimista de que la periferia está en vías de alcanzar al centro
(o puede hacerlo) el eurocentrismo se ve obligado a suponer que las mismas alianzas sociales que
permitieron en el centro la difusión de los beneficios del progreso y la homogeneización social se
reproducen en el desarrollo de la periferia. Así, la desigualdad es el precio de la pobreza. La
hipótesis subyacente es que el factor externo, la integración en el sistema económico mundializado,
es fundamentalmente favorable. Si bien los hechos desmienten este optimismo artificial, es que la
ley de la acumulación del K a escala mundial rige esta posición complementaria de las estructuras.

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4- El increíble meollo del prejuicio eurocéntrico se manifestó en todo su vigor con motivo
del debate sobre el “intercambio desigual”. El análisis del sistema sobre la base del valor
mundializado permite colocar el intercambio en su justo lugar. Lo esencial de la desigualdad está
oculto en la estructura misma de los precios.
El ajuste de las periferias a las exigencias de la acumulación global se opera pues en la
pluralidad: no solo las funciones realizadas por la periferia cambian de una fase a otra de la
evolución del sistema global, sino que a cada una de éstas corresponden funciones diversas
desempeñadas por diferentes periferias. Existen también en cada etapa de esta evolución
interlocutores inútiles para el sistema, pues el sistema K sigue siendo – y es lo que el eurocentrismo
no puede aceptar- un sistema destructivo cuyo programa comprende necesariamente la marginación
de las regiones de la periferia que se vuelven inútiles para la explotación del K en un estadio dado
de su despliegue.
6- En oposición a estas diferentes escapatorias (reorganización de la periferia o su
marginalización) el análisis de la polarización que caracteriza al sistema capitalista mundial coloca
el E en el centro de su preocupación.
Las economías del K central son autocentradas. Por oposición, la acumulación en la periferia
está modelada desde el principio por las exigencias del centro. Ahora bien, la construcción de una
economía autocentrada en un polo, el ajuste a la economía mundial en el otro, no son producto del
funcionamiento de simples “leyes económicas” que operan en un espacio políticamente vacío. Por
el contrario, el papel del Estado es decisivo. El criterio cualitativo decisivo que permite clasificar
las sociedades del sistema K mundial en centros y periferias es el de la naturaleza de su E. Las
sociedades del K central se caracterizan por la cristalización de un E nacional burgués, cuya
función esencial, además del simple mantenimiento de la dominación del K es precisamente la de
controlar las condiciones de acumulación. Por el contrario, el E periférico cumple la función del
mantenimiento de la dominación interna de clases, no controla la acumulación local.
Puede decirse entonces que el subdesarrollo de unos es producto del desarrollo de los otros.
Pero debemos precisar que esta proposición no es simétrica y reversible: pues no se ha dicho que su
contrario (el desarrollo de unos sería producto del subdesarrollo de otros) fuera verdadero.
En los centros, la cristalización del nuevo poder burgués hegemónico ha implicado amplias
alianzas entre esta nueva clase dominante y las demás clases. Las burguesías aparecidas tardíamente
se encuentran con dificultades mayores cuando intentan ampliar sus alianzas internas de clases. En
un primer momento la dicotomía centro- periferia se asienta en una alianza entre el K central
dominante y las clases rurales dominantes de antiguo tipo en las periferias (Ej: América del Sud, la
alianza entre K británico y oligarquía latifundista). Si bien el sistema K esta movido por una
tendencia a la polaridad, la cristalización de los centros en un polo y la periferia en el otro polo no

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excluye el surgimiento de las semiperiferias. Aunque en realidad no se ha establecido que las
semiperiferias en cuestión construyan efectivamente un E burgués capaz de controlar la
acumulación interna. En estas condiciones es preferible calificar lo que algunos llaman
semiperiferias de periferias verdaderas correspondientes al estado actual de la expansión K.
El problema podría ser resuelto en efecto a condición de abrir todas las fronteras a la
inmigración ilimitada de trabajadores! El viejo internacionalismo del movimiento obrero se basaba
en la ilusión de una homogeneización rápida de las condiciones del mundo del trabajo por la
expansión mundial de K.
II- La crisis del imperialismo contemporáneo.
1-El eurocentrismo se niega a analizar la crisis del K que vivimos desde hace más de 15
años, como si en lo esencial se tratara de una crisis del imperialismo, es decir un momento
caracterizado principalmente por el agravamiento de las contradicciones centros/periferias
resultantes de su acumulación en el curso de la expansión K mundializada.
Cualquier crisis en el sistema K es la expresión de un mal funcionamiento de la ley bajo el
efecto de la luchas de clases.
Esta observación no implica de ninguna manera una simplificación que ignore los diferentes
aspectos de la crisis: la competencia con el Oeste, la crisis del fordismo como modo de explotación
del trabajo industrial, la crisis del E providencia, la articulación de la crisis con el conflicto Este-
Oeste, el atlantismo y la crisis de la hegemonía de EEUU. Desde el momento en que uno se sitúa en
este marco, se comprende que el factor en juego de la crisis no es directamente la opción entre el K
y el S sino la elección entre la sumisión a la lógica del capital o la desconexión, medio para ampliar
los márgenes de la autonomía de los pueblos, las naciones y las clases trabajadoras en el Oeste, el
Sur y el Este. El acento se pondrá entonces en demostrar que los análisis dominantes atraen la
mirada hacia la crisis del K bajo sus diferentes aspectos. La hipótesis subyacente es sin duda que el
Este y el Sur, atrasados, están condenados a integrarse más al sistema mundial.
2-La frase “en el Oeste no hay nada nuevo” parece demostrar que Occidente es el centro de
numerosas evoluciones decisivas para el porvenir global del mundo.
El fordismo, actualmente está en crisis (la productividad del trabajo ya no puede progresar
bajo esta base y tecnologías se imponen) pero sin embargo no se llega a pensar que se produzcan
rupturas políticas de envergadura. El europeismo tal como se expresa en el momento actual, no se
propone más que un solo objetivo, el de alcanzar a EEUU y Japón en términos de competitividad K.
En lo inmediato, la búsqueda de este objetivo entraña más un realineamiento político atlantista y un
frente común contra el Tercer Mundo que un no alineamiento europeo. Otra perspectiva es sin duda
deseable y no necesariamente imposible. Pero implica una ruptura con la tradición eurocéntrica de
la visión política de Occidente.

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3- La crisis del Sur en su totalidad se sitúa precisamente en esta contradicción principal del
K, que se manifiesta por el aborto repetido de las tentativas de surgimiento de un proyecto nacional
burgués a partir de la condición periferizada.
Se cita el proyecto de la conferencia de Bandung (1955) en el que se pensaba q era posible
el desarrollo en la interdependencia y en donde no se proponía de ninguna manera “salir del
sistema”. Las circunstancias de la expansión K de los años 55-70 alimentaron hasta cierto punto la
ilusión de la posibilidad histórica de ese proyecto, ello a pesar del hecho de que Occidente se opuso
a él por todos los medios, económicos y políticos, posibles. Posteriormente la crisis general en la
que entró el sistema K a partir de los 70 dio la ocasión para una contraofensiva de Occidente, cuyo
objetivo era volver a convertir a las sociedades del Tercer Mundo en economías compradoras y
someter su desarrollo ulterior a la lógica de la reorganización del K transnacionalizado.
Así pues la cuestión es saber si la burguesía en el Tercer Mundo es capaz de dominar
alianzas sociales internas que puedan hacer frente al desafío. Nosotros decimos que las condiciones
históricas modeladas por el sistema global le son totalmente desfavorables.
4- La imposibilidad del proyecto nacional burgués en la periferia se manifiesta con una
violencia particular en la cuestión de la democracia en la periferia del sistema K pero en vez de la
burguesía, ¿pueden las clases populares tomar la iniciativa y dominar otra estrategia que la de
integración subalternizada al sistema K mundial? ¿Cuál es la naturaleza de esa estrategia de
desconexión? ¿En qué medida se sitúa en la problemática de la transición socialista?
III- La desconexión y el Estado nacional popular
Abordamos ahora el tema tabú de la desconexión, pues la desconexión, que se asimila
rápidamente a la autarquía pura y simple, implicaría una austeridad inaceptable, despotismo
primitivo, etc. Se entiende que no hay salvación por fuera de la integración al sistema mundial,
único medio por el cual los pueblos bárbaros pueden, si lo desean, salir de su barbarie
europeizándose. Prescindir de nosotros ¿Cómo atreverse a pensarlo?
La desconexión no es una receta sino una elección de principio, la de desconectar los
criterios de racionalidad de las decisiones económicas internas de las que gobiernan el sistema
mundial, es decir de liberarse del valor mundializado sustituyendo por una ley del valor de alcance
nacional y popular. Si la burguesía es incapaz de desconectar y si solo una alianza popular debe
convencerse de que ésa es una necesidad insoslayable de cualquier proyecto de desarrollo digno de
ese nombre, la dinámica social debe conducir a inscribir este proyecto popular en una perspectiva
para la cual no hallamos otro calificativo que el de socialista.
¿Tiene el Tercer Mundo otra opción posible? A decir verdad las alternativas parecen hoy en
día dramáticas. La desconexión al inscribirse en la perspectiva socialista, sigue siendo pues la única
respuesta aceptable a los desafíos de nuestra época.

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2-esta forma de poner en tela de juicio el orden K a partir de las revueltas de su periferia
obliga a repensar seriamente la cuestión de la transición socialista a la abolición de clases. Dígase lo
que se diga, y no obstante los matices que se agreguen, la tradición marxista ha quedado en
desventaja por la visión teórica inicial de revoluciones obreras que comienzan sobre la base de
fuerzas productivas avanzadas, una transición relativamente rápida, caracterizada por un poder
democrático de las masas populares que es teóricamente más democrático que el más democrático
de los estados burgueses.
Las contradicciones más violentas que entraña a la acumulación capitalista en su propio
movimiento real operan en la periferia del sistema antes que en los centros. Sin embargo esta
revolución antiK no por ello es simplemente socialista. Las circunstancias le han dado una
naturaleza compleja.
Todas las revoluciones de nuestra época que se califican de socialistas, son en realidad
complejas revoluciones antiK de este tipo porque se hicieron en regiones subdesarrolladas del
sistema mundial, por eso no iniciaron la era de una construcción socialista que respondiera a los
criterios definidos originalmente por el marxismo.
Las sociedades poscapitalistas se enfrentan a la exigencia de un desarrollo sustancial de las
fuerzas productivas. En efecto resulta ilusorio pensar en fundar “otro desarrollo” sobre la
indigencia. Aceptada por la burguesía local, la expansión K que implica un desarrollo abierto sobre
el sistema mundial es aquí puesta en tela de juicio por las masas populares que aplasta. La
expresión de esta contradicción específica da a los regímenes posK su contenido real, el de una
construcción nacional y popular en la cual se combinan conflictivamente tres tendencias:
socialismo, K y estatismo.
Por el contrario en las revoluciones antiK la nueva clase no es anterior al movimiento
popular, más bien es el resultado de ella. En la medida en que esta nueva clase intenta cristalizarse
en forma autónoma ante el pueblo, opera precisamente mediante el control del E. Esta cristalización
avanza a través de una relación compleja, a la vez de alianza y conflicto, entre la nueva clase y el
pueblo ¿por qué entonces la inferioridad aparente de la economía del estado? (o la superioridad
aparente de las formas K sobre las economías del E).
El desarrollo K periférico descompone a las naciones que son sus víctimas, mientras que en
lado opuesto, la cristalización K en los centro del sistema ha dado su contenido moderno a las
naciones que lo componen.
La sociedad nacional popular posK no es el lugar solo del conflicto entre formas y fuerzas K
y socialistas. También es el marco surgimiento de un tercer componente. El estatismo no es algo
novedoso y su reducción a un simple K de E no resuelve las cosas. (Ver propuesta Gramsci pag
221-222)

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La situación en la periferia es totalmente diferente. Aquí las clases populares nada tienen que
esperar del desarrollo K tal como lo es para ellas. Son potencialmente antiK y no están en
condiciones de elaborar por si solas un proyecto de sociedad sin clases. El lugar que queda vació lo
ocupará la inteligentsia q es anti K, abiertas a la dimensión universal de la cultura de nuestra época
y por esto, capaces de situarse en ese mundo.
4- el nuevo E nacional popular es una necesidad por múltiples razones. En principio porque
inscrito en un sistema mundial de estados, la sociedad nacional popular que se constituye
rompiendo con la mundialización K se enfrenta a los E K cuya agresividad para con el jamás ha
dejado de manifestarse. Luego porque la sociedad nacional popular es una alianza de clases con
intereses en parte convergentes, en parte conflictivos. En estas condiciones se origina un fetichismo
del poder que se nutre de ilusiones graves, entre otras la de que sería posible controlar las
tendencias K y S que operan en la sociedad.
5-La experiencia del movimiento de liberación nacional plantea las mismas cuestiones,
porque no es de una naturaleza diferente del que condujo a las revoluciones socialista. No difiere
más que en grado, pero no es una naturaleza. Ambos son respuestas al desafío de la expansión K, la
expresión del rechazo de la periferización.
Se podría decir entonces que las revoluciones socialistas son revoluciones nacionales
populares que han logrado su objetivo por medio de una desconexión basada en un poder no
burgués, mientras que los movimientos de liberación nacional, dado que han quedado bajo la
dirección de la burguesía, no han realizado todavía su objetivo. Norte y Sur constituirán en el
futuro, el elemento más dinámico fundamental en la evolución global de nuestro mundo.
6- sin embargo, muchos dudan que tales revoluciones sean todavía posibles, tomando en
cuenta el estadio alcanzado por la transnacionalización que, ya irreversible, hará caduca por el
mismo torvo cualquier estrategia de rompimiento.
La expansión K ha creado ciertamente en la periferia condiciones cada vez más difíciles
desde el punto de vista de la constitución de E-naciones semejantes como lo son en Occidente. La
revolución nación al popular es por ello una necesidad objetiva cada vez más importante y la
exclusión de la burguesía da una responsabilidad histórica creciente a las clases populares y a la
inteligentsia susceptible a organizarla.
Necesidad objetiva creciente significa que la contradicción principal por la cual la
acumulación del K se ha manifestado durante siglos y se sigue manifestando no hace más que
agravarse de etapa en etapa y el conflicto Norte- Sur lejos de atenuarse progresivamente, se
agudiza.
Pero mientras se había imaginado que las luchas victoriosas de las clases obreras de
Occidente iniciarían el camino al socialismo, es precioso comprobar hoy en día que el camino será

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más largo y tortuoso, un camino que pasará por la revolución nacional popular de la periferia en
espera de que, por sus propios avances, los pueblos de Occidente contribuyan a crear las
condiciones indispensables para una renovación internacionalista.
 ARRIGHI, Giovanni. El largo siglo XX. Madrid, Akal, 1999.
Introducción
Los cambios que se han producido alrededor de los 70 en el modo de funcionamiento local y
global del K se han examinado prolijamente, aunque todavía sea objeto de debate la naturaleza de
tales cambios. El carácter fundamental de los mismos constituye, no obstante, el tema recurrente de
una literatura que está creciendo rápidamente.
Durante la década de los 70 la tendencia predominante pareció apuntar a la reubicación de
estos procesos desde los países de renta elevada a los países y regiones de renta baja. Durante los 80
por el contrario, la tendencia dominante pareció apuntar a la recentralización del K en los países y
regiones de renta elevada. En todo caso la tendencia observable desde 1970 indica una mayor
movilidad geográfica del K.
Estas tendencias se han hallado estrechamente vinculadas con los cambios producidos en la
organización de los procesos de producción e intercambio. Algunos autores han afirmado que la
crisis de la producción en masa, otros autores han puesto de relieve la regulación legal de las
actividades generadoras de renta y han observado la formalización de la vida económica. Que ha
dado lugar a la tendencia opuesta, es decir a la informatización, es decir, a la proliferación de
actividades generadoras de renta que eluden la regulación legal.
Otros han seguido los pasos de la escuela de regulación francesa e interpretaron los cambios
actuales como una crisis estructural de lo que ellos denominan régimen de acumulación fordista-
keynesiano (K fijo que crean el potencial para obtener incrementos regulares de productividad y
generan el consumo de masas correspondiente).
Siguiendo a David Harvey, éste dice que en realidad el K puede hallarse en el centro de una
transición histórica del fordismo-keynesianismo a un régimen de acumulación que él denomina
provisoriamente “régimen de acumulación flexible”.
Los intentos efectuados por los gobiernos EEUU y GB para conservar el ímpetu de la
expansión económica de postguerra mediante una política monetaria extraordinariamente laxa
tuvieron cierto éxito a finales de la década de 1960, pero desplegaron sus efectos perversos a
principios de la década de 1970. Desde entonces, los E quedaron a la merced de la disciplina
financiera, bien mediante los efectos de la huida de K o en virtud de presiones institucionales
directas.
De modo más específico el punto de partida de nuestra investigación ha sido la afirmación
efectuada por Braudel de que la característica esencial del K histórico en su longue durée, es decir, a

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lo largo de toda su existencia, ha sido la flexibilidad y el eclecticismo del K y no las formas
concretas asumidas por este en diferentes lugares y momentos.
Creo que estos fragmentos pueden leerse como una afirmación de la fórmula general de
Marx: DMD´. K=dinero significa liquidez, flexibilidad, libertad de elección. K-Mercancía significa
capital invertido en una combinación en función de un beneficio.
Ahora… M´ significa liquidez, flexibilidad y libertad de elección expandidas.
Tras la igualmente fantástica aventura del denominado fordismo-keynesianismo, el K
estadounidense siguió una pauta similar en los 70 y 80. No obstante podemos reconocer fácilmente
en este último un renacimiento del K financiero otro ejemplo de ese eclecticismo que ha estado
asociada en el pasado con la madurez de los modelos fundamentales del desarrollo K.
La fórmula de Marx puede interpretarse como la descripción no únicamente de la lógica de
las inversiones de los K individuales, sino también como la pauta de comportamiento recurrente de
K histórico como sistema-mundo.
Nuestra investigación consiste esencialmente en un análisis comparativo de los sucesivos
ciclos sistemáticos de acumulación para identificar 1- las pautas de recurrencia y evolución que se
están reproduciendo en la actual fase de expansión financiera y reestructuración sistémica 2- las
anomalías de esta actual fase de expansión financiera que pueden conducir a una ruptura con las
pautas anteriores de recurrencia y evolución. Pueden identificarse cuatro ciclos: el genovés,
holandés, británico y americano (hasta la actual).
Hemos optado por los ciclos sistémicos porque constituyen indicadores mucho más válidos
y fiables del núcleo específicamente K del moderno sistema-mundo que los ciclos seculares. En
resumen, la conexión existente entre los ciclos seculares de Braudel y la acumulación histórica. La
noción de ciclos sistémicos de acumulación, por el contrario, deriva directamente de la noción de K
elaborada por Braudel como el estrato superior no especializado en la jerarquía del mundo del
comercio.
Una agencia es K siempre que su dinero esté dotado del “poder de reproducirse” de modo
sistemático y persistente, con independencia de la naturaleza de las mercancías y actividades
particulares que sean, incidentalmente, el medio para ello en un momento dado.
Los ciclos sistémicos de acumulación, a diferencia de la logística de precios y de los ciclos
de Kondratiegg, constituyen por lo tanto un fenómeno inherentemente K. Apuntan a la continuidad
fundamental de los procesos de acumulación de K a escala mundial en tiempos modernos. Pero
constituyen también rupturas fundamentales en las estrategias y estructuras que han conformado
estos procesos a lo largo de siglos. En estos ciclos se destacan la alternancia de fases de cambio
continuo con fases de cambio discontinuo.

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Mensch abandona la noción de que la economía se ha desarrollado en ondas, optando por la
teoría de que ha evolucionado a través de series de impulsos innovadores intermitentes que asumen
la forma de ciclos sucesivos entre sí. Sin embargo la idea de que ciclos consistentes en fases de
cambio continúo en virtud de una senda única que se alternan con fases de cambio discontinuo que
explican el desplazamiento de una senda a otra apoya nuestra secuencia de ciclos sistémicos de
acumulación.
El objetivo principal del concepto de ciclos sistémicos es describir y elucidar la formación,
consolidación y desintegración de los sucesivos regímenes mediante los que la economía mundo K
se ha expandido desde su embrión medieval subsistémico a su actual dimensión global. Toda la
construcción reposa sobre la opinión poco convencional de Braudel sobre la relación que vincula la
formación y la reproducción ampliada del K histórico como sistema mundo a los procesos de
formación de E por un lado y a la formación de mercados, por otro. Braudel piensa que el K es
dependiente del poder del E en su emergencia y expansión y como antitético a la economía de
mercado. Así, Braudel concibe al K como el estrato superior de una estructura de tres niveles.
En ninguna otra parte, excepto en Europa los elementos constitutivos del K se fusionaron en
la poderosa amalgama que impulsó a los E europeos hacia la conquista territorial del mundo y la
formación de una poderosa economía mundo K verdaderamente global. Así, la transición que
importa no es la del feudalismo al K, sino la que se produjo desde un poder K disperso a un poder K
concentrado. El aspecto esencial de esto es la fusión única del E y el K, que en ningún otro lugar se
realizó de modo más favorable que en Europa.
En anverso de este proceso fue la competencia interestatal por el K en búsqueda de
inversión.
Si bien en la edad media la pérdida de autonomía significo el fin del K político, en el inicio
de los tiempos modernos significó la expansión del K como un nuevo tipo de sistema mundo.
Nuestro análisis dotará de contenido a estas observaciones, mostrando que la competencia
interestatal fue un factor clave de todas y cada una de las expansiones financieras y en los bloques
políticos y económicos que dirigieron la economía durante sus expansiones materiales. Nuestro
análisis también mostrará que la concentración del poder en manos de bloques particulares de
agencias gubernamentales y económicas fue tan esencial para las expansiones materiales
recurrentes de la E-M-K como la competencia que ha tenido lugar entre estructuras políticas
aproximadamente iguales.
La idea de un continuo crecimiento de la concentración del poder K en el moderno sistema
mundo se halla implícito en una observación efectuada por Marx, ya que concede demasiada
importancia al papel desempeñado por el sistema de deudas nacionales. Sin embargo, no logró

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percibir que la secuencia de Estado K prestamistas mencionadas en este texto se halla formada por
unidades de creciente tamaño, recursos y poder mundial.
Así pues, puede afirmarse que la expansión del poder K durante los últimos quinientos años
está vinculado no solo a la competencia interestatal por el K en busca de inversión, sino también a
la formación de estructuras políticas dotadas de recursos organizativos cada vez mayores y más
complejos para controlar el entorno sociales y políticos de la acumulación de K. Como regla, la
adquisición de estos recursos organizativos era en mayor medida resultado de ventajas posicionales
generadas por la cambiante configuración espacial de la economía mundo K que producto de
innovaciones propiamente dichas. Los flujos de K trasvasados desde los centros de acumulación
declinantes a los centros emergentes, que Marx observó, constituyeron el instrumento mediante el
cual aquellos intentaron reclamar parte de los enormes excedentes que obtenían los nuevos centros.
Este tipo de flujo ha caracterizado todas las anteriores expansiones financieras.
Como se documentará en el epílogo la actual expansión financiera fue testigo del explosivo
crecimiento de Japón y otros E menores del este de Asia como nuevo centro del proceso de
acumulación de K a escala mundial.
El flujo de K de Japón a EEUU debe contemplarse bajo el argumento de que el poder
interestatal es básicamente una cuestión de tamaño relativo, autosuficiencia y recursos militares.
La principal diferencia entre la asistencia de EEUU a GB en las dos guerras mundiales y la
asistencia prestada por Japón a EEUU en la segunda guerra fría radica en los resultados. Mientras
EEUU cosechó beneficio, Japón no. Las pérdidas mayores las sufrió como consecuencia de la caída
del valor del dólar estadounidense después de 1985. Ello significó que el dinero prestado en dólares
tremendamente sobrevalorados fue remunerado y reembolsado en dólares devaluados.
Si los medios de comunicación fueron los principales protagonistas de la erección de
barreras culturales a la transferencia de activos estadounidenses al K japonés, por otra parte también
lo fue la estructura del K corporativo estadounidense. La anomalía radica en que el K japonés se
benefició realmente poco de la asistencia económica prestada a los EEUU en la escalada final de la
guerra fría.
Estos mecanismos tienen un límite intrínseco evidente. El poder K en el sistema mundo no
puede expandirse indefinidamente sin erosionar la competencia interestatal por el K en busca de
inversión sobre el que reposa esta expansión. Tarde o temprano, se alcanzará un punto en el que las
alianzas entre los poderes del E y el K, que se forman en respuesta a esta competencia lleguen a
ser formidables que eliminen la competencia misma, y por consiguiente, la posibilidad de que
emerja un orden superior para los nuevos poderes K.

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Las concepciones de la relación entre la economía de mercado y su antítesis K construida
por Braudel y Smith difieren, sin embargo, en un aspecto importante. Para el primero es una
relación estática, para el otro una relación dialéctica.
La exitosa resistencia del pueblo vietnamita constituyó el apogeo de un proceso iniciado por
la Revolución Rusa de 1917, mediante el cual el mundo occidental y el no se redefinieron en tres
agrupamientos: Primer, Segundo y Tercer mundo.
Esta reacción violenta no se restauró, sin embargo, el statu quo anterior. Por un lado, la
superioridad de la fuerza del mundo occidental K parecía haber alcanzado mayores cotas que nunca.
La URSS desorientada y desorganizada fue excluida del negocio de las superpotencias. En lugar de
contar con dos superpotencias mutuamente contrapuestas los países del tercer mundo tenían ahora
que competir con los fragmentos del imperio soviético. Y este, bajo su liderazgo de los EEUU,
actuó rápidamente para aprovecharse de la situación y reforzar su monopolio global de facto del uso
legítimo de la violencia.
Por otro lado, la superioridad en términos de fuerza y la acumulación parecen divergir
geopolíticamente como nunca antes (desarrolla la primacía de Japón entre las islas K).
Nuestra conclusión es tanto parcial como indeterminada en cierto sentido. Parcial porque
intenta comprender la lógica de la actual expansión financiera haciendo abstracción de los
movimientos que continúan produciéndose en virtud de su propia dinámica y de sus leyes
específicas en los estratos de las economías de mercado y de las civilizaciones materiales del
mundo. Es en cierto sentido indeterminada por la misma razón. La lógica del estrato superior es tan
solo relativamente autónoma respecto a la lógica de los estratos inferiores, y puede comprenderse
únicamente tan solo en relación con estas otras lógicas.
Hacia una nueva agenda de investigación
Hopkins ha sugerido que la hegemonía holandesa, británica y estadounidense deberían
interpretarse como momento sucesivos en la formación del sistema-mundo K.
Este proceso evolutivo de simultánea expansión y sustitución del moderno sistema
interestatal avanzó un paso más gracias a su reconstitución ampliada bajo la hegemonía
estadounidense.
El moderno sistema interestatal ha adquirido, por consiguiente su actual dimensión global
mediante hegemonías sucesivas de alcance cada vez mayor, que han reducido en consecuencia la
exclusividad de los derechos de soberanía realmente disfrutados por sus E miembros. Si este
proceso continuase, nada excepto un verdadero gobierno mundial tal y como lo contemplaba
Roosevelt satisfaría la condición de que la próxima hegemonía mundial tuviera un alcance
territorial y funcional mayor que la precedente.

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Hay ciertamente indicios que de esta hipótesis se halla entre las posibilidades históricas
como resultado de la crisis de hegemonía de las décadas de 1970 y 1980.
El anverso de este proceso de formación de un gobierno mundial es la crisis de los E
territoriales como instrumentos eficaces de dominio.
El sistema parece estar moviéndose hacia delante y hacia atrás, movimiento que parece
caracterizar la coyuntura actual. La diferencia con períodos anteriores de transiciones hegemónicas
es que la escala y la complejidad del moderno sistema-mundo ha llegado a ser tan enormes que
dejan poco espacio para un crecimiento ulterior. Este movimiento puede estar generando no una
nueva reconstitución del moderno sistema de dominio de acuerdo con fundamentos más
ambiciosos, sino su metamorfosis en un sistema globalmente diferente que revitalice un aspecto u
otro de los modos de dominio protomodernos o premodernos.
Todo lo dicho se corresponde con nuestra hipótesis inicial de que el crecimiento explosivo
del número de las corporaciones transnacionales, y de las transacciones que se producen dentro de
su perímetro y entre las mismas se ha convertido en el factor esencial del proceso de erosión del
moderno sistema de Estado territoriales como sede primaria del poder mundial.
Realmente interesante, este sueño de absoluta no-territorialidad evoca el sistema de las ferias
sin lugar puestas en marcha por la diáspora de la clase K genovesa cuatrocientos años antes. Pero
los genoveses no fueron los únicos que controlaban redes no territoriales de este tipo. Las naciones
florentina, luquesa, alemana e inglesa, comunidades en diáspora de banqueros bien conocidas en el
siglo XVI, también las controlaron. Esta poderosa red no-territorial de acumulación de K fue
esencialmente K en su estructura y orientación (refiriéndose a la genovesa).
En la genealogía bosquejada en este capítulo, el K moderno tiene su origen en el prototipo
de E K líder, cuyo modelo de toda época posteriori fue la ciudad Estado de Venecia. En la
genealogía que exploraremos en el resto del libro, el K moderno tiene su origen en el prototipo de
organización empresarial líder no-territorial y de alcance mundial, cuyo modelo para toda época
posterior fue la nación diáspora genovesa. La primera genealogía describe el desarrollo del K como
una sucesión de hegemonías mundiales. La segunda genealogía describe ese mismo desarrollo
como una sucesión de ciclos sistemáticos de acumulación.
 BARRACLOUGH, Geoffrey. Introducción a la historia contemporánea. Madrid,
Gredos, 1985.
Cap. I “Naturaleza de la historia contemporánea. Cambio estructural y diferencia
cualitativa”.
¿Cuáles son las influencias formativas y cualitativas que constituyen la nota característica de
la edad contemporánea? No se trata de una introducción en el sentido corriente de que pretenda

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proporcionarnos una narración elemental de los acontecimientos ocurridos en Europa y fuera de ella
en los últimos 60 años.
Muchos historiadores han reducido el análisis a relatar las dos Guerras Mundiales, el tratado
de paz del ’18, la aparición del fascismo y del nacionalsocialismo y, a partir del ’45, la aparición del
comunismo y su conflicto con el capitalismo.
Esta visión poco acertada, se aleja del objetivo de este trabajo; se trata de revisar a fondo
toda la estructura de postulados y prejuicios en que estaba basada nuestra visión del mundo. El
propósito será mostrar que la historia contemporánea difiere en calidad y en contenido de lo que
nosotros conocemos como “historia moderna”.
Entre 1890, en que Bismarck se retiró del escenario político, y 1961, en que Kennedy ocupó
la presidencia de los EEUU, constituyeron una vertiente entre 2 edades. Este libro pretende estudiar
ambas vertientes, porque ahí es donde cristalizaron las fuerzas q han moldeado el mundo
contemporáneo.
1. Críticas posibles a esta línea divisoria que plantea:
- el carácter vago y nebuloso del concepto “contemporáneo”.
- La tendencia de los historiadores actuales a acentuar los elementos de continuidad
que unen las diversas etapas de la historia.
El siglo XX no puede considerarse como la continuidad del siglo XIX. Los patrones que
aplicamos a la historia contemporánea deben ser distintos de los q aplicamos a las edades anteriores.
Lo que deberíamos buscar como más significativo son las diferencias que los parecidos y los
elementos de discontinuidad más bien que los de continuidad. Es decir, la historia contemporánea
debiera considerarse como una época distinta con sus características propias, que la distinguen del
periodo precedente.
El término contemporáneo es ambiguo y elástico. Para algunos, la historia contemporánea
arranca de 1945, y si acaso se permiten echar una mirada retrospectiva hasta 1939; para otros
representa el periodo comprendido entre las dos guerras o la época transcurrida entre 1914 y 1945.
Si se dice q la idea de Historia contemporánea es una noción de nuevo cuña introducida
después del ’18 para satisfacer la demanda de cierto publico desilusionado, ávido de conocer lo que
había fallado en aquella “guerra que se propuso terminar con todas las guerras”, no estaría mal
responder que lo que se fabricó de nuevo cuño no fue el concepto de historia, sino la noción de
historia tal como la entendía el siglo XIX, es decir, como algo relacionado con el pasado.
La historia de tipo tradición arranca desde un punto dado del pasado y a partir de ese punto
va avanzando sistemáticamente, trazando una trayectoria continúa y siguiendo la corriente de los
acontecimientos desde el manantial que tomó como fuente original. Pero la historia contemporánea

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sigue casi un procedimiento opuesto. La historia contemporánea araña la superficie de los
acontecimientos recientes y desfigurados interpretándolos a la luz de las ideologías actuales.
2. Lo posmoderno: podemos ver como un proceso completo, con su principio y con su fin,
ese periodo que aun llamamos “historia moderna”.
El mero hecho de que podamos formarnos una idea de la estructura y del carácter de este
primer periodo nos autoriza a establecer, por contraste y por comparación, por lo menos algunos de
los rasgos diferenciales del periodo siguiente.
3. Es verdad q no hay ningún trazo firme y claro que separe el periodo “contemporáneo” del
llamado “moderno”. En los años que precedieron y siguieron a 1890 fue cuando empezaron a
hacerse visibles por primera vez la mayoría de los acontecimientos que diferencian la historia
contemporánea de la moderna.
Antes de finalizar el s XIX surgieron nuevas fuerzas desencadenando cambios
fundamentales que afectaban a todos los planos de la vida y a todo el mundo.
Ninguno de los cambios que vamos a estudiar en las páginas siguientes fue decisivo por sí
mismo. Lo decisivo fue su confluencia:
- La guerra de 1914-1918: soltó la válvula a las tensiones ocultas que habían ido
exacerbándose desde los últimos años del s XIX y que aún estaban pendientes de solución. Esta
guerra debilitó las estructuras sociales y facilitó el desencadenamiento de fuerzas nuevas.
- 1919-1939: pocas cosas habrá tan notables como la rapidez con que se esfumó ésta
después del 19. La urgencia por volver a la “normalidad” fue uno de los rasgos sobre salientes entre
1919-1939. Hoy resulta lógico que este afán por volver a las condiciones previas a 1914 y la
creencia general por los años 25-29 de q se había logrado la deseada restauración.
Aunque hacia 1925 casi todos los factores económicos habían alcanzado el nivel de 1913, la
guerra había producido cambios sustanciales e irreversibles en el equilibrio de las fuerzas
económicas y los países que habían llevado la iniciativa en el mundo de la preguerra, se
encontraban en baja en su desarrollo general.
- Los hombres encargados de la política inglesa por los años 30 estaban obsesionados
con Hitler y Mussolini, sin preocuparse por Hinota y Konoye, cuando en 1937 desencadenaron los
japoneses la SGM que derrumbó los imperios europeos ni se dieron cuenta de que había empezado.
Hay que pensar esto con el espíritu conservador de los 30.
Nadie que estudio el post 1918 puede ignorar la persistencia de la mentalidad antigua y la
reacia q se mostraba al cambio la tendencia conservadora. A todo lo largo del periodo de transición,
las fuerzas retardatarias del viejo mundo contuvieron la irrupción del nuevo.

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Pero a la larga era aún más importante el hecho de que los problemas que agitaban al mundo
eran nuevo y reflejaban una situación que no se había dado hasta el momento en 1960 había pasado
ya el largo periodo de transición: el nuevo mundo había entrado en órbita.
Términos como soberanía, nacionalidad, democracia, propietarios, clase media en la
estructura, aunque ampliada con la absorción de amplio sectores de la clase obrera, han entrado en
la composición de una sociedad diferente a la de 1914. Un mundo nuevo con raíces en el viejo.
4. Entre 1890 y 1960 nos enfrentan con dos procesos imbricados:
- El fin de una época.
- El principio de otra.
Cabe preguntarse si los historiadores no se fijaron demasiado en el viejo mundo, ya
agonizante, y demasiado poco en el que nacía.
Los conflictos europeos de la primera mitad del s XX fueron algo más que una continuación
de sus contiendas anteriores. Desde fines del XIX, Europa se vio envuelta en los problemas
heredados de su propio pasado y en un proceso de adaptación a la nueva situación del mundo. Por
ello es difícil separar esto del proceso q se inicia en 1915, particularmente el desarrollo del
nacionalismo alemán.
Fuerzas de cristalización: representan un subproducto característico del viejo mundo en
decadencia. En 1914 eran todavía más débiles que las fuerzas arraigadas en el pasado,
particularmente la fuerza del nacionalismo europeo. Pero cuando más avanzaba el proceso de
desintegración, más crecía su fuerza.
Dentro de Europa, Hitler encontró menos resistencia en 1939 que Alemania en 1914. La
razón es q el espíritu nacional q había sostenido a Europa entre 1914 y 1918 había perdido su
empuje y las ideas fascistas habían ganado partidarios en la mayor parte de los países europeos.
Situación mundial:
- División de las fuerzas q combatían por defender el antiguo orden y con ello
debilitaron la acción retardataria que había sido tan efectiva en frenar el cambio durante 10 años
anteriores a 1929.
- Durante los 30 años surgió el desafío contra el statu quo, con el resultado de q
forzaron la alianza provisional entre los dos otros partidos, la derecha conservadora y la izquierda
socialista (y comunista).
- Al desviar la atención de otros problemas para centrarla en la “amenaza fascista” en
Europa, contribuyeron a acelerar el cambio en otras partes el mundo. Así, la larga serie de
concesiones que tuvo que hacer Inglaterra en el Extremo Oriente debido a la preocupación que le
causaban Mussolini en el Mediterráneo y Hitler en Europa, alentaron y facilitaron la política
japonesa.

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Por todos estos motivos el fascismo y el nacionalsocialismo que pretendían ser los
instrumentos efectivos para salvar al viejo mundo por una curiosa ironía de la historia se
convirtieron en instrumentos de su ruina. Aceleraron el proceso de transición al forzar la marcha de
los acontecimientos.
No cabe duda que hasta 1945 el aspecto más destacado de la historia reciente era el fin del
antiguo mundo; éste acaparaba la atención de los contemporáneos y les impedía ver la importancia
de los aspectos.
Aquí intentaremos olvidarnos que el fin de una época y el comienzo de otra fueron
acontecimientos que ocurrieron simultáneamente en el seno del mismo mundo en fase de evolución;
nos concentraremos en la nueva época que va madurando a la sombra de la antigua.
5. Si se quiere emplear la expresión “historia contemporánea”, debe restringirse al nuevo
periodo inaugurada hacia 1960:
- Se desmoronaron los valores de la época de los nacionalismos europeos.
- Se imponía nueva relación entre Europa, Asia y África.
- Muerte del comunismo: para 1939, éste se había confinado a un solo país, el 8% de
la población mundial. Luego se convirtió en un sistema político de la casi 1/3 de la población.
El nuevo periodo fue el resultado de unos cambios básicos en la estructura de las sociedades
nacionales e internacionales y en el equilibrio de las fuerzas mundiales. Estos cambios básicos son
los que vamos a estudiar.
- La lealtad a la patria y a la clase pierde su magia.
- Reajuste continental.
- Aumento poblacional y de producción, aparece la automatización y el fin de los
trabajos largos y pesados, del escaso tiempo del ocio.
- Derrumbe de las formas tradicionales del arte.
- Se abre la brecha del conocimiento y las realizaciones científicas.
(nota: creo que para entender este texto, es necesaria la lectura del libro entero, o de su
mayor parte)
 GARTON ASH, Timothy. Historia del presente. Barcelona, Tusquet, 2000.
Introducción
Este libro viene a ser una colección de lo que se denominan acertadamente piezas o retazos
que reflejan los intereses, experiencias y viajes del autor.
Primero, el autor va a reflexionar sobre lo que significa escribir “la H del presente”. La
expresión no es de él, sino que la acuño el diplomático Kennanen una reseña de un libro de Gaton.
Es la mejor definición posible entonces de lo que intenta hacer Garton, combinando el oficio de
historiador y de periodista.

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Sin embargo “la Historia del presente” son términos contradictorios. La historia, por
definición consiste en descubrimientos y documentos.
Dejemos aparte la objeción de que el presente no es más que una fina línea, de apenas
milisegundos entre el pasado y el futuro. Sabemos a qué nos referimos cuando decimos el presente
aunque los límites cronológicos sean siempre objeto de discusión. Se lo puede llamar pasado muy
reciente o acontecimientos actuales.
Pero no siempre fue así. Fue solo con la aparición de la idea de progreso, la expansión de la
filología crítica y la obra de Leopold von Ranke cuando los historiadores empezaron a pensar que
los acontecimientos se entendían mejor cuanto más alejado estuviera uno de ellos. Si nos paramos a
pensarlo, la verdad es que esta es una idea muy rara: supone afirmar que la persona que no estuvo
allí sabe más que la que estuvo.
Por consiguiente es preferible contar con un testigo que también tenga interés por encontrar
respuestas a las preguntas del historiador sobre los orígenes, las causas, las estructuras, los procesos,
el individuo y la masa.
En tiempos de Ranke, la política se plasmaba sobre el papel, también entonces la mayoría de
la experiencia humana no se anotaba jamás, pero la política sí.
Hoy, por el contrario, la alta política se desarrolla cada vez más por medio de encuentros
personales, teléfono o mails. Por otro lado, nunca como ahora han estado los políticos,
diplomáticos, militares y empresarios tan ávidos de ofrecer su propia versión de lo que acaban de
ocurrir (como en la CNN, etc). En otras palabras ahora ha aumentado lo que es posible saber poco
después de los hechos y ha disminuido lo que se puede saber mucho después. Gran parte de la
historia reciente ha desaparecido de este modo y no podrá recobrarse jamás, por falta de un testigo q
dejara constancia.
Aun así, siguen existiendo dos poderosas objeciones: primero que lo que se intenta mantener
en secreto son las cosas más importantes y por otro lado es que no se conocen las consecuencias de
los hechos actuales, de forma que la comprensión de su importancia histórica es mucho más
especulativa y susceptible de revisión.
No obstante, eso puede ser también una ventaja: quien escribe mientras ocurren los hechos
deja documentado lo que la gente no sabía entonces, por ejemplo, que el muro estaba por caer. Cada
generación tiene su propio Cromwell, su propio Napoleón.
Los periodistas norteamericanos que escriben libros sobre la historia reciente suelen referirse
a ellos con modestia, como borradores.
“la Historia del presente” está en un punto de encuentro entre la historia, el periodismo y la
literatura, áreas que son fronterizas pero que están en continua tensión.

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El reportaje o la narración histórica es siempre un relato escrito por un autor concreto,
impregnado por su percepción individual y su estilo propio al colocar las palabras sobre la página.
En ese sentido, el historiador y el periodista trabajan como los novelistas.
Algunos postmodernos están en desacuerdo. Sugieren que la labor de los historiadores debe
juzgarse como la de los autores de ficción por su fuerza retórica y su capacidad de convicción
imaginativa, no por su ilusoria verdad objetiva.
Lo mismo ocurre con el periodismo. Todos sabemos que, en los niveles más bajos en la
prensa amarilla, se inventan historias. El docudrama, es por así decirlo, medio tramposo. Pero en la
mayoría de las ocasiones, esa trampa se hace bajo una máscara de sobria autenticidad.
Los precedentes son notables, como por ejemplo el relato de John Reed.
Desde luego, la mejor historia contemporánea se ha hecho en televisión, ya que también se
puede hacer que una cámara mienta mediante una selección tendenciosa y un montaje manipulador.
Por el contrario, para el escritor, la grabadora y la cámara convencionales, visibles y de uso manual
tienen grandes inconvenientes. Es decir, estos aparatos cuya función es registrar la realidad, de
hecho, la alteran con su mera presencia. Pero eso es algo que solo ocurre con que se vea una libreta
de notas.
La frontera entre periodismo e historia es la más larga en nuestro punto de encuentro.
Si bien las características de un mal periodismo y una mala historiografía son muy
diferentes (teorías populistas – tesis que nadie lee), cuando tienen virtudes son muy parecidas la
investigación exhaustiva, la crítica a las fuentes, la prosa clara y llena de vida.
Cada profesión tiene su defecto característico. En una palabra la del periodismo es la
superficialidad y el del trabajo académico la irrealidad (yo le agregaría la falta de relevancia)
Hoy en día, los periódicos más famosos están ocupados no por noticias sino por diversas
secciones más populares, por lo que cada vez es menos frecuente que la historia del presente se
escriba en su medio natural, los periódicos. Pero también en la historia hay problemas, según
Garton, casi todos los historiadores académicos siguen siendo reacios a aproximarse a la actualidad
por debajo de los habituales treinta años que tardan en hacerse públicos los documentos oficiales de
la mayoría de las democracias.
Por eso Garton sostiene, que pese a todos los inconvenientes la aventura literaria de escribir
“la H del presente” siempre ha merecido la pena, y ahora más todavía, por la forma de hacer y
documentar H en nuestros días, y porque la ha perjudicado la evolución habida en las profesiones
del periodismo y la historia académica.
 ROMERO, José Luís. La crisis del mundo burgués. Buenos Aires, Fondo de Cultura
Económica, 1993.
“Introducción al mundo actual”.

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Objetivo: tatar de introducir al hipotético lector en su propio mundo familiar y cotidiano. La
imagen que me he hecho de nuestro mundo se basa en:
El hombre está inmerso en la atmosfera de su propia época. Contemplarla como si le fuera
ajena constituye un ejercicio intelectual para el que no suele estar preparado quien no se lo ha
propuesto deliberadamente
La opinión que podamos formarnos acerca del mundo actual no tiene por qué ser de inferior
valor que la que hacemos respecto a cualquier otra época. Este ensayo es una suerte de
interpretación histórica.
El historiador, aun sin poseer más experiencia personal y mejor información que otros,
puede tener mejores recursos para examinar los testimonios que estén a su alcance.
Los testimonios contemporáneos y la conciencia histórica.
La realidad se nos ofrece a través de testimonios. El problema está en el acceso a éstos.
Actualmente, la democrática costumbre de discutir públicamente ciertos problemas con los
cuerpos colegiados y en las asambleas públicas ofrece la posibilidad de seguir los debates de las
crónicas periodísticas y en los diarios de sesiones parlamentarias. Se agrega a esto los testimonios
personales, las crónicas periodísticas, los noticiosos cinematográficos, etc. Se nos ofrece en
abundancia publicaciones estadísticas, informes sobre problemas económicos, alegatos sobre
cuestiones sociales.
Nuestro mundo actual parece ser extrañamente introspectivo. Se admite que el hombre tiene
secretos estratos de la conciencia (siguiendo a Freud) a los que es posible descender para indagar las
oscuras raíces del comportamiento y de las ideas; y se admite también que el conjunto social está
movido por impulsos secretos que residen en los que antes se llamaba Volksgeist (“Espíritu del
pueblo”) y ahora se prefiere llamar el inconsciente colectivo.
En mi opinión, nuestro tiempo acusa una marcada debilidad de la conciencia histórica. Nos
resistimos a situarnos en un punto de la parábola. Cuando se ha pensado acerca del mundo actual,
está caracterizado por cierta íntima certidumbre de la excepcional importancia de la contingencia
historia en q nos encontramos. Se da por admitido q nos hallamos en una crisis trascendental de la
historia, y parece creerse que el curioso fenómeno que protagonizamos data de un brevísimo
pasado, de un pasado no bien delimitado, pero más de una vez parece corresponder al ámbito de la
experiencia personal de quien hace el diagnóstico. Se nos sobreestiman los síntomas de nuestro mal
con una pertinaz ligereza y se estimula un narcisismo plañidero, que suele desembocar en un
escepticismo q se supone aristocrático y otras en una especie de desesperación por hallar algo que
justifique la existencia, algo por qué morir.
Tal es el fruto del acentuado debilitamiento de la conciencia histórica q nos caracteriza, a
causa del cual nos resistimos a situar la contingencia histórica en q nos hallamos en el punto debido

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de la parábola. Nos proponemos pensar históricamente sobre el mundo q nos rodea, comenzando
por situarlo en una línea de desarrollo q puede proveerlo de un sentido; acercándonos así al
problema de cuál es el sentido contemporáneo de la existencia.
Los límites del mundo actual.
Lo que nos preocupa parece ser una etapa de la historia del mundo q caracterizamos con un
bajo adjetivo a su inmediatez. Lo q nos proponemos es fijar un periodo histórico, acotar en la
constante secuencia del tiempo un lapso circunscripto con mayor o menor exactitud, del q
presuponemos q posee un sentido peculiar, distinto y diferenciador.
Para situar correctamente el “mundo actual”, debemos comenzar por precisar el sentido de lo
q se llama “historia contemporánea”:
Época en q confluyen las variadas derivaciones de la Revolución Industrial, por una parte, y
las derivaciones políticas q se produjeron en EEUU y en Francia en el s XVIII (Revolución
Francesa).
Pero es innegable q dentro de la “época contemporánea” hay matices, vistos en 1848, así
como en la PGM, pareciendo ser un ciclo abierto.
Puede admitirse q comenzó entonces un nuevo período cuya fisonomía se mantiene hasta
hoy. “mundo actual” se refiere entonces al q comenzó con la PGM y llega hasta la segunda
posguerra sin haberse cerrado.
“Las guerras mundiales” se extendieron donde se habían extendido los intereses de las partes
en conflicto, q durante las 5 décadas anteriores habían ejercido influencia por todo el mundo a
través de vastas empresas imperialistas y coloniales. El desarrollo técnico había disminuido la
significación de las distancias y acrecentando las interdependencias entre las áreas económicas y
políticas. La universalidad del conflicto militar debe considerarse, pues como un síntoma de la
unidad y la universalidad de los problemas fundamentales q conmueven el “mundo actual”.
El mundo inteligible.
Parece haberse difundido la convicción de q vivimos en un mundo ininteligible, esto es, un
mundo del q sería imposible obtener una imagen intelectual fielmente representativa. Es ilustrativo
interpretar dos testimonios de nuestro tiempo: Chaplin y Kafka. El personaje no consigue ponerse
de acuerdo con la realidad. Es un inadaptado pertinaz q está en perpetuo conflicto con las ideas
vigentes, con los valores convencionales, con las cosas q pueblan su mundo civilizado. Un mundo
sin sentido, un mundo sin sentido aunque civilizado, o sin sentido a causa de la civilización.
Esta imagen de mundo oscuro e ininteligible es la primera q encontrará a su alcance el
incauto observador contemporáneo del período de las guerras mundiales. La omnipresente idea de
Dios del hombre medieval o el racionalismo del hombre dieciochesco.

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Las masas en ascenso.
Este fenómeno es el mismo q se prolonga y nos impresiona en el periodo de las guerras
mundiales. La única novedad es q es más intenso y q se opera con un ritmo más acelerado: hasta el
punto en q la diferencia de ritmo parecería introducir una diferencia cualitativa.
Con la Revolución Industrial, se da un alto crecimiento poblacional. Se abandonan las zonas
rurales y se radican en las urbanas, lo q implica tomar nuevas formas culturales de vida.
Si la democracia liberal aceptaba el principio de las mayorías, las clases asalariadas debían
imponer sus puntos de vista, puesto q constituían en cada país el más numeroso sector. En vísperas
de la PGM, las masas no solo habían ascendido considerablemente y mejorado sus condiciones
socio-económicas de vida en Europa y América, sino q además habían comenzado a organizarse
hasta el punto de constituir en varios países una poderosa fuerza política con la q habría q contar en
el futuro.
La PGM dejó como diabólico legado un pavoroso problema social q adquirió en algunos
países caracteres dramáticos y exigió soluciones de urgencia q no siempre se acertó a hallar. El
hambre y la desocupación fueron los hechos más visibles, pero no los únicos. Y el proyecto
triunfante de la revolución soviética en Rusia proyectaba la utopía de una sociedad de obreros,
campesinos y soldados. La esperanza se convirtió en un fuerte incentivo para la acción en quienes
sufrían las consecuencias de la guerra.
El fenómeno económico social no se limitó a los países europeos. También repercutió en
EEUU produciendo trastornos económicos importantes (1929).
El fascismo italiano, el nacionalsocialismo alemán, el New Deal americano, trabajaron
apoyándose en estos anhelos de masas insatisfechas q aspiraban a no interrumpir el proceso de su
ascenso, y a través de ciertos grupos organizados, acelerándolo por vías revolucionarias.
El fenómeno apareció en todas partes. Los grupos revolución progresaban tanto en México
como en China. Los espíritus avizores se dieron a la tarea de despertar a las minorías q todavía no
comprendían el alcance de esta “rebelión de las masas”. Pero no era una rebelión: era la toma de
posesión de un derecho incontrastable. Quienes jugaban a la política comprendieron q con el apoyo
de las masas podían conquistar el poder.
La renovación de la conciencia social.
Para quienes creen en el valor radical del hombre no puede haber aspiración más alta q ésta
de dignificar al “hombre desconocido”, el q no ha sido sino carne de cañón o carne de trabajo y
acaso oculta la buena manera con q se hace un Shakespeare o un Galileo. Esta aspiración movió a la
conciencia burguesa a fines de la Edad Media y mueve hoy a la conciencia revolucionaria; lo q la
sustenta y la justifica es una nueva conciencia social, pero ésta ya no es a su vez sino una nueva
idea del hombre. Ésta es la q ha adquirido una nueva dimensión, porque ha crecido el valor del

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hombre, del “hombre desconocido”, del hombre sin determinaciones, sin la acentuación o la
atenuación; q atañe a la azarosa contingencia de la condición social, y más aún, hasta sin la
atenuación q supone la capacidad cuando se trata del derecho elemental al mantenimiento de la
dignidad humana.
Las formas de poder.
El mundo de masas en ascenso, nutrido por una renovada conciencia social, y alentado por
una altísima idea del hombre, ha dado origen a un tipo de poder político q, paradójicamente, tiende
a absorber al individuo, introduciéndose en todas las esferas de su actividad, y hasta en su
conciencia misma, y atribuyéndose todas las funciones q habían sido antes propias de la sociedad y
no del Estado.
 VIRNO, Paolo. El recuerdo del presente. Ensayo sobre el tiempo histórico. Buenos
Aires, Paidós, 2003.
Cap. 1 “El fenómeno déjà vu y el fin de la historia”.
El objetivo de estas páginas es probar la relación entre la teoría de la memoria y la filosofía
de la historia. No se trata de equiparar el pasado colectivo a lo Combray de Proust, ni de reducir la
empresa historiográfica a una degustación de petitis madeleines.
¿En qué consiste el significado suprapersonal de los procesos mnésicos? Su nombre es
“memoria historia”. Con esta fórmula se designa la conciencia de los eventos ocurridos y su
duradera influencia sobre la situación actual. Pero más q de memoria, deberíamos hablar de
conocimiento o de cultura histórica. La memoria no es “histórica” en virtud del contenido particular
de los recuerdos. Lo es, en cambio, en cuanto facultad q distingue la existencia singular. La
memoria constituye una especie de “recapitulación ontogenética” de los diversos modos del ser
histórico, como también la matriz formal de la categorías historiográficas.
¿No se relaciona, tal vez, el núcleo esencial de todo pensamiento histórico con la antigua
pregunta, postulada por Agustín, de qué cosa es el “recuerdo del recuerdo” sino el “recuerdo de un
olvido”? Las paginas siguientes están dedicadas a un único fenómeno mnésico: el deja vu. Con la
convicción de q esta patología específica de la memoria arroja una luz imprevista sobre un tema
canónico de la reflexión histórico-filosófica, como también sobre un estado de ánimo extendido y
prepotentes q caracteriza las formas de vida contemporáneas: el tema del final de la historia.
Mirarse vivir.
Con la expresión deja vu, lo que está en juego es una repetición solo aparente, ilusoria. Se
cree haber vivido algo q, en cambio, está sucediendo en este momento por primera vez.
Entre el evento actual (ahora), considerado como mera replica, y el fantasmal prototipo
anterior, no subsiste una simple analogía, sino la más completa identidad. El estado de ánimo

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asociado al deja vu es el típico de quien se prepara para mirarse vivir: apatía, fatalismo, indiferencia
por un devenir q parece prescrito hasta en los detalles.
En fenómeno del “falso reconocimiento” permite descifrar críticamente la idea de cada
filosofía de la historia: el final o el agotamiento o la implosión de la propia Historia. Sobre todo
permite ajustar la cuenta con la versión contemporánea, “posmoderna” de esta idea del noble linaje
y del completo árbol genealógico. La historia se reducía hasta desvanecerse, en cuando la aspiración
de anular la duración, parece satisfecha por la instantaneidad de la información, por las técnicas de
comunicación en tiempo real, por la disposición a “tomar los hechos antes de q hayan acontecido”.
La idea de q “no hay nada nuevo, y cada momento es una repetición del pasado”, este falso
reconocimiento nos lleva a preguntarnos, ¿de qué paño está hecho un recuerdo del presente? ¿Cómo
se forma?
El recuerdo del presente.
Se podría decir q el deja vu es un momento de la verdad respecto del funcionamiento de la
memoria; hace su aparición en cuanto dicho funcionamiento se manifiesta como realmente es, con
una pureza no adulterada.
La huella mnésica constituye el indefectible correlato de la experiencia inmediata. El típico
síntoma del deja vu, es decir, la revocación de cuanto está sucediendo ahora, es también la
condición de posibilidad del recuerdo en general. No habría memoria si ella no fuese memoria del
presente.
El recuerdo del presente se yuxtapone a su percepción. Recuerdo y percepción muestra su
heterogeneidad esencial. Hay un presente percibido un presente del cual se tiene memoria.
El presente actual y virtual.
La percepción fija el presente en cuanto real, acabado, resultado en unívocos datos de hecho;
el recuerdo lo retiene, en cambio, en el ámbito de la simple potencialidad, lo guarda como algo
virtual. La diferencia entre las dos formas con las que pretendemos tomar posesión de nuestro
“ahora” es una diferencia modal: modalidad de lo posible o modalidad de lo real, memoria de la
potencia o percepción del acto. El deja vu opera al unísono en ambas modalidades. La vigencia
sincrónica de ambas puede provocar un efecto hipnótico, dilatado. ¿Por qué lo posible debería
manifestarse en forma de recuerdo?
El q un hecho-sea-posible, si bien pertenece al presente, se ve como ser-sido-posible,
mediante un anacronismo sistemático. Lo posible no es otra cosa q lo real, con el agregado de un
acto del espíritu q relanza la imagen al pasado. El dispositivo q lo permite es el recuerdo. El
recuerdo del presente: aun el que pertenece al pasado en cuando a la forma y al presente en cuando
a la materia.

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El punto crítico está en la transformación de un “recuerdo del presente” en un 2falso
reconocimiento”:
En el primero, lo virtual sale a la luz, haciendo ver junto a lo actual
En el segundo, lo virtual es anulado, del modo más drástico, ya q toma el aspecto de algo q
ya ha sido real, de un acto sucedido anteriormente.
El deja vu surge cuando se cambia la forma-pasado, aplicada al presente, por un contenido-
pasado, q el presente repetiría con obsesiva finalidad. O cuando se cambia el presente-posible por
un pasado-real.
La patología mnéstica e histórica consiste en disimular aquella coexistencia q se ha
entrevisto en disimular aquella coexistencia q se ha entrevisto, en velar o exorcizar la dificultad e
involucra.
La temporalidad de lo posible.
El porvenir parece ya fluido y archivado cada vez q adoptamos el tiempo verbal del futuro
perfecto. Éste es “memoria del porvenir”.
Parafraseando a Agustín, deberíamos hablar de un pasado del pasado (el antiguo “recuerdo
del presente” q se afianzó en esa percepción); de un pasado del presente (tal como emerge en el
fenómeno del deja vu); de un pasado del futuro (la memoria del porvenir, instituida por el “habré
sido”)
Dos tipos de anacronismos.
El “recuerdo del presente” lejos de coincidir con el “falso reconocimiento” encuentra en él a
su auténtico opuesto. Mientras el primero provoca la experiencia de lo posible, el segundo la
disimula o la bloquea. En ambos casos opera un anacronismo: tanto en la manifestación como en el
ocultamiento de lo virtual se sirve de un procedimiento contratemporal, o sea, postulan la
transposición del hic te nunc en el pasado:
Anacronismo formal, aquel q instituye el recuerdo del presente. Este consiste en aplicar la
forma pasado al presente en curso, lo q significa entender la palabra q se está profiriendo como
indicio de la competencia lingüística.
No existiría historia si el instante q estoy viviendo fuese solamente percibido, antes q ser
recordado mientras lo vivo. El anacronismo formal cuya prerrogativa es ostentar el entrelazamiento
como el hiato entre lo posible y lo real, no es antihistórico ni suprehistorico, sino historizante.
Anacronismo real, el tipo opuesto, q se corresponde con el falso reconocimiento. Este
distorsiona, invierto, oculta los procedimientos y resultados del anacronismo formal. Es una
reacción de éste último.
La historia se detiene cuando la facultad es reducida a un guión meticuloso y forzado, a un
cúmulo de acciones q se reiteran hasta el infinito.

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El esnobismo del recuerdo.
El sentimiento del deja vu, suscitado por un “falso reconocimiento” puede expresarse así:
aunque asista a un cambio continuo, todo es igual, todo se repite. Es evidente, sin embargo, q no
sería un “falso reconocimiento” si no fuese un “recuerdo del presente”.
El fin de la Historia es una idea, o un estado de ánimo, q surge precisamente cuando se
vislumbra la misma condición de posibilidad de la Historia, cuando la raíz de toda acción histórica
es arrojada a la superficie del devenir, ganando una evidencia fenoménica; cuando la historicidad de
la experiencia se manifiesta también históricamente.
El final de la historia se perfila también como esnobismo: de un comportamiento artificioso
q rehúe todo automatismo utilitario y contradice el “dato natural o animal”.
Pone al desnudo el fundamento de los conflictos históricos, ya q se empeña en representar,
mediante una serie de gestos determinados, el contraste q subsiste entre el gesto humano y el “ser-
dado”.
Acerca de la utilidad y el perjuicio de la memoria para la historia.
La tesis del análisis del deja vu, reza: el “fin de la historia” es un estado de ánimo q arraiga
solo ahí donde se pone de relieve la misma historicidad de la experiencia, allí donde se une con la
génesis del tiempo histórico.
La tesis se encamina a refutar un texto q imputa directamente a la facultad mnésica el
desastre de la praxis histórica. La tesis adquiere un tono autoreflexivo: el funcionamiento de la
memoria figura como explican y como explican un modelo profundo y fenómeno de superficie, hilo
conductor, eje de solución y causa del problema.
Modernariato.
El recuerdo del presente se revela sin recato porque la experiencia de lo posible ha venido
asumiendo una importancia crucial en el cumplimiento de las tareas vitales.
En nuestra época la raíz del actuar histórico ha adquirido una relevancia fenoménica,
empírica, hasta pragmática.
La historia anticuaria del presente, es decir, el modernariato, se identifica con la sociedad del
espectáculo. Es decir, el sujeto se vuelve espectador de sí mismo. ¿Por qué el presente se duplica sin
pausa en el espectáculo del presente? El presente se duplica a causa del deja vu. Es en ocasión de un
falso reconocimiento q nos hace sentir actores y espectadores de nuestra vida. El espectáculo es la
forma q asume el deja vu a pensar deviene fenómeno suprapersonal, publico. Ofrece al hombre la
“exposición universal” de su propio poder-hacer, poder-decir, poder-ser, reducido, sin embargo, a
hechos realizados, palabras dichas, actos ya efectuados. Reducidos a objetos del modernariato.

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EL LARGO SIGLO XX (1870- )
UNIDAD 2
La era imperial (c.1875-1914).
2.1. La Europa imperial. Lo nuevo, lo viejo, las transformaciones y las resistencias. Las
formas de la política: conservadurismo, liberalismo, nacionalismo, socialismo, marxismo,
anarquismo.
 HOBSBAWM, Eric. La era del Imperio (1875-1914). Barcelona, Labor, 1989.
Cap. 4 “La política de la democracia”.
El período histórico que estudiamos en esta obra comenzó con una crisis de histeria
internacional entre los gobernantes europeos y las aterrorizadas clases medias, provocadas por la
Comuna de París en 1871, cuya supresión fue seguida de masacres de parisinos. El terror ciego en
el sector respetable de la sociedad, reflejaba un problema fundamental de la política de la sociedad
burguesa: su democratización. Evidentemente los intereses de los ricos y los pobres no son los
mismos. Este era el dilema fundamental del liberalismo del siglo XIX, que propugnaba la existencia
de constituciones y asambleas soberanas elegidas, que, sin embargo, luego trataba por todos los
medios de esquivar actuando de formar antidemocrática, es decir, excluyendo del derecho de votar
y de ser elegido a la mayor parte de los ciudadanos varones y a la totalidad de las mujeres.
Contraponiendo el país legal del país real.
Pese a todo esto, se hizo inevitable cada vez más evidente que la democratización de la vida
política de los estados era absolutamente inevitable. Las masas harían su aparición en la política, les
guste o no a la clase gobernante. De aquí en adelante, el problema era cómo conseguir manipularla.
La consecuencia lógica de ese sistema era la movilización política de las masas para y por
las elecciones. Ello implicaba la organización de movimientos y partidos de masas, la política de
propaganda de masas y el desarrollo de los medios de comunicación de masas y otros aspectos que
plantearon nuevos problemas y de nueva envergadura a los gobiernos y clases políticas dirigentes.
Así, la era de la democratización se convirtió en la de la hipocresía política pública.
Si los grupos sociales se movilizaban como tales, también lo hacían los cuerpos de
ciudadanos unidos por lealtades sectoriales como la religión o la nacionalidad. Sectoriales porque
las movilizaciones políticas de masas sobre una base confesional, incluso en países de una sola
religión, eran siempre bloques opuestos a otros bloques, ya fueran confesionales o seculares. No
obstante, la aparición de movimientos de masas político-confesionales como fenómeno general se
vio dificultada por el ultra conservadurismo que la institución poseía, con mucho, la mayor
capacidad para movilizar y organizar a sus fieles, la Iglesia católica. Esta se opuso a la formación de
partidos políticos católicos apoyados formalmente por ella, aunque desde la década de 1890
reconoció la conveniencia de apartar a las clases trabajadoras de la revolución atea socialista y, por

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supuesto, la necesidad de velar por su más importante circunscripción, la que formaban los
campesinos. Así, apoyó a los partidos conservadores o reaccionarios de diversos tipos.
Si la religión tenía un enorme potencial político, la identificación nacional era un agente
movilizador igualmente extraordinario y en la práctica más efectivo. Los movimientos de masas
eran ideológicos, algo más que simples grupos de presión y de acción. Así, la religión, el
nacionalismo, la democracia, el socialismo y las ideas precursoras del fascismo de entreguerras
constituían el nexo de unión de las nuevas masas movilizadas, cualesquiera que sean los intereses
materiales que representaban también esos movimientos.
Los movimientos de masas superaron los localismos y regionalismos y se integraron en
frentes mucho más amplios. En contraste con la vieja política electoral de la sociedad burguesa, la
nueva política de masas se hizo cada vez más incompatible con el viejo sistema político, basado en
una serie de individuos poderosos e influyentes en la vida local, conocidos como notables. Si bien el
jefe no desapareció en la política democrática, ahora era el partido el que hacía al notable, o al
menos, el que le salvaba del aislamiento y de la impotencia política, y no al contrario.
En resumen, los movimientos estructurados de masas no eran, de ningún modo, repúblicas
de iguales. Pero el binomio organización y apoyo de masas les otorgaba una gran capacidad: eran
estados potenciales.
La democratización aunque estaba progresando, apenas había comenzado a transformar la
política. Pero sus implicaciones explícitas plantearon grandes problemas a los gobernantes de los
estados y a las clases en cuyo interés gobernaban. De otra manera más genérica, se planteaba por
encima de todo, el problema de garantizar la legitimidad, tal vez incluso la supervivencia, de la
sociedad tal como estaba constituida, frente a la amenaza de los movimientos de masas deseosos de
realizar la revolución social.
De ningún modo podían ignorarse esos dos fenómenos. En los estados democráticos donde
existía la división de poderes, como en los EEUU, el gobierno era en cierta forma independiente del
Parlamento elegido, aunque corría cierto peligro de verse paralizado por este último.
Los contemporáneos pertenecientes a las clases más altas de la sociedad eran perfectamente
conscientes de los peligros que planteaba la democratización política, y en un sentido más general,
de la creciente importancia de las masas. En realidad, el único desafío real al sistema procedía de
los medios extraparlamentarios, y la insurrección desde abajo no sería tomada en consideración de
fuerzas aparentemente irreconciliables en la política, su primer instinto fue, muchas veces, la
coalición. Bismark, maestro en la manipulación de la política de sufragio, se sintió perplejo cuando
en el decenio de 1870 se tuvo que enfrentar con lo que consideraba una masa organizada de
católicos que se mostraban leales al Vaticano reaccionario y les declaró la guerra anticlerical.

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Enfrentando al auge de los socialdemócratas, proscribió a este partido en 1879. Antes o después los
gobiernos tenían que convivir con los nuevos movimientos de masas.
En efecto, con posterioridad a 1918, el constitucionalismo liberal y la democracia
representativa comenzarían una retirada en un amplio frente, aunque fueron restablecidos
parcialmente después de 1945. La sociedad burguesa tal vez se sentía incómoda por su futuro, pero
conservaba la confianza suficiente, en gran parte porque el avance de la economía mundial no
favorecía el pesimismo.
Así pues, las clases dirigentes optaron por las nuevas estrategias, aunque hicieron todo tipo
de esfuerzos para limitar el impacto de la opinión y del electorado de masa sobre sus intereses y
sobre los del estado, así como definición y continuidad de la alta política. Su objetivo básico era el
movimiento obrero y socialista, que apareció de pronto en el escenario internacional como un
fenómeno de masas en torno a 1890.
No fue fácil conseguir que los movimientos obreros se integraran en el juego
institucionalizado de la política, por cuanto los empresarios, enfrentados con huelgas y sindicatos,
tardaron mucho más tiempo que los políticos en abandonar la política de mano dura, incluso la
pacífica Escandinavia.
Lo cierto es que la democracia sería más fácilmente maleable cuanto menos agudos fueran
los descontentos. Así pues, la nueva estrategia implicaba la disposición a poner en marcha
programas de reforma y asistencia social, que socavó la posición clásica de mediados de siglo de
apoyar gobiernos que se mantuvieran al margen del campo reservado a la empresa privada y a la
iniciativa individual. Dice y estaba en lo cierto cuando hacía hincapié en el incremento inevitable de
la importancia y el peso del aparato del estado, una vez que se abandonó el concepto del estado
ideal no intervencionista. De acuerdo con los parámetros actuales, la burocracia todavía era
modesta, aunque creció con gran rapidez, especialmente en el Reino Unido, donde el número de
trabajadores al servicio del gobierno se triplicó entre 1891 y 1911.
Sin embargo, el problema era más complejo ¿era posible dar una legitimidad a los regímenes
de los estados y a las clases dirigentes a los ojos de las masas movilizadas democráticamente? En
cierto sentido el período que analizamos consiste en una serie de intentos de responder a este
interrogante.
Al igual que la horticultura, ese sistema era una mezcla de plantación desde arriba y
crecimiento desde abajo (se puso metafórico el viejo). Los gobiernos y las elites gobernantes sabían
perfectamente lo que hacían cuando crearon nuevas fiestas nacionales o impulsaron la ritualización
de la monarquía británica.

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Naturalmente, las iniciativas oficiales alcanzaban un éxito mayor cuando explotaban y
manipulaban las emociones populares espontáneas e indefinidas o cuando integraban temas de la
política de masas no oficial.
Así pues, los regímenes políticos llevaron a cabo, dentro de sus fronteras, una guerra
silenciosa por el control de los símbolo, y ritos de la pertenencia a la especie humana, especialmente
mediante el control de la escuela pública, y por lo general cuando las iglesias eran poco fiables
políticamente, mediante el intento de controlar las grandes ceremonias del nacimiento, el
matrimonio y la muerte. De todos estos símbolos, tal vez el más poderoso era la música, en sus
formas políticas, el himno nacional y la marcha militar y sobre todo la bandera nacional.
Los estados y los gobiernos competían por los símbolos de unidad y de lealtad emocional
con los movimientos de masas no oficiales, que muchas veces creaban sus propios contra
simbolismos, como la Internacional socialista cuando el estado se apropió del anterior himno de la
revolución, la Marsellesa.
¿Consiguieron las sociedades políticas y las clases dirigentes de la Europa Occidental
controlar esas movilizaciones de masas, potencial o realmente subversivas? Así ocurrió en general
el período anterior a 1914, con la excepción de Austria, ese conglomerado de nacionalidades que
buscaban en otras partes su perspectiva de futuro y que sólo se mantenían unidas gracias a la
longevidad de su anciano emperador. El período transcurrido entre 1875-1914 y, desde luego, el que
se extiende entre 1900 y 1914 fue de estabilidad política, a pesar de las alarmas y los problemas.
Los movimientos que rechazaban el sistema, como el socialismo, eran engullidos por éste o
podían ser utilizados como catalizadores de un consenso mayoritario.
Lo que destruyó la estabilidad de la belle époque, incluyendo la paz de ese período, fue la
situación en Rusia, el imperio de los Habsburgo y los Balcanes, y no la que reinaba en la Europa
Occidental y Alemania.
De cualquier forma, el período que transcurre entre 1880 y 1914, las clases dirigentes
descubrieron que la democracia parlamentaria, a pesar de sus temores, fue perfectamente
compatible con la estabilidad política y económica de los regímenes capitalistas. Ese
descubrimiento como el propio sistema, era nuevo, al menos en Europa. Para Marx y Engels, la
república democrática, aunque totalmente burguesa, había sido siempre como la antesala del
socialismo por cuanto permitía, e incluso impulsaba, la movilización política del proletariado como
clase y de las masas oprimidas, bajo el liderazgo del proletariado. Con anterioridad a 1880, los
argumentos de Lenin habrían parecido poco plausibles a los partidos y a los enemigos del
capitalismo, inmersos en la acción política. Incluso en las filas de la izquierda política, un juicio tan
negativo sobre la “república democrática” habría resultado casi inconcebible. Las afirmaciones de
Lenin en 1917 hay que considerarlas desde una perspectiva de la experiencia de una generación de

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democratización occidental, y, especialmente, de la de los últimos quince años anteriores a la
guerra.
En 1919, toda la Europa que se extendía al oeste de Rusia y Hungría fue reorganizada
sistemáticamente en estados según el modelo democrático. Inevitablemente, el capitalismo tenía
que abandonar la democracia burguesa. Pero eso también era erróneo. La democracia burguesa
renació de sus cenizas en 1945 y dese ese entonces ha sido el sistema preferido de las sociedades
capitalistas.
 DUROSELLE, Jean-Baptiste. Europa de 1815 a nuestros días. Barcelona, Labor,
1991.
Cap. V “La democratización de los Estados (1871-1914)”.
A lo largo del S XIX, por medio de un lento pero irresistible movimiento, un número cada
vez mayor de hombres participaron en los asuntos públicos, se interesaron por ellos y contribuyeron
a ejercer cierta presión. Un poco por todas partes, se entrevé el “fin de los notables” y el ascenso de
capas sociales nuevas. Esto no significa que los ciudadanos fuesen realmente iguales. De todas
formas hubo progresos en la instrucción, se constituyeron partidos socialistas o radicales, se
reclutaron para los ministerios gente fuera de la aristocracia, etc.
Esta revolución se operó dentro de un relativa tranquilidad (salvo en Rusia), la era romántica
de las revoluciones llegaba a su fin. Los revolucionaron se organizaron como no lo habían hecho
antes, alrededor de partidos socialistas que se proclamaron en extremo internacionalistas (la II
internacional data de 1889). La crisis de julio de 1914 demostraría con claridad que el nacionalismo
triunfaba por doquier.
1-Las reformas democráticas y los progresos de la “izquierda”
Existía entre las elecciones y las reformas un estrecho vínculo. Ya que según qué mayoría se
iba a conservar o innovar, se harían las reformas y siempre se tendió a elegir la innovación. Pero
una vez en el poder, los reformadores se moderaban, el contacto con la realidad embotaba su celo
reformador (Ej Francia: se votaban a los partidos de izquierda pero estos iban cada vez más al
centro).
Tomemos entonces, el ejemplo de Francia. En 1871 disponía ya del sufragio universal, pero
eligió a monárquicos porque quería la paz y los republicanos parecían ser los hombres de guerra a
ultranza. Una vez que vieron cómo se destruía a la izquierda el país optó de modo visible por una
República moderada. Como es natural, al tener monárquicos, éstos iban a querer restaurar la
monarquía (chambord quería subir el trono por derecho divino, haciendo fracasar todo).
El monarquismo estaba condenado desde entonces. En las elecciones de 1876 se votaron
360 republicanos por 155 monárquicos.

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Se entra entonces en la era de las reformas. Tan solo la agitación nacionalista amenazó,
durante un breve período de tiempo, los fundamentos de la República.
Ahora, el ejemplo de Inglaterra es a la vez diferente en sus modalidades y simétrico en su
esquema. En primer lugar, porque solo consiguieron de modo progresivo el sufragio universal. No
obstante, las reformas no constituyeron el monopolio de los liberales. Ya que existían dos partidos,
ambos tomaban reformas para satisfacer al pueblo.
Alemania no era, antes de 1914 una democracia en el pleno sentido del término. Prusia
seguía eligiendo a sus diputados según el sistema de tres clases, dando predominancia a los ricos.
No obstante en tanto que confederación poseía un Reichstag, elegido por sufragio universal. Pero
éste era solo competente en los asuntos federales y con poco presupuesto. El canciller del Imperio
(Bismarck hasta 1890) era siempre al mismo tiempo ministro-presidente de Prusia. Había pues,
reformas federales y otras reformas en Prusia o en los diversos E alemanes. Hasta Bismarck
ejecutaba reformas para luchar contra los socialistas. Pero lo que impidió que Alemania se
convirtiese en un país realmente democrático fue por una parte la independencia total del poder
ejecutivo con respecto al pueblo y por otra la preponderante influencia de los militares.
Rusia es un caso particular. Hasta 1905 el gobierno fue puramente autocrático, los
funcionarios y policía también tenían un poder ilimitado. Los miserables campesinos estaban más
afectados que los demás por la administración del país y por todas partes empezaban a insinuarse
rebeldías. E 1905 las resultas (sumado a la derrota con Japón) se tornaron más violentas. El Zar
Nicolás II se resignó y proclamó que las leyes serían elegidas por una Duma elegida, en apariencia
se estaba dando un aspo hacia el liberalismo y la democracia. En resumen, con anterioridad a 1917,
Rusia solo conoció ciertas apariencias de democracia y escapaba al movimiento general que le
llevaba a toda Europa. Allí radica la explicación del fenómeno esencial: que Rusia sea el único país
en donde la facción más revolucionaria del socialismo haya conseguido finalmente tomar el poder.
2- El socialismo
Mientras que la sociedad europea, exceptuando Rusia, evolucionaba no sin vacilaciones
hacia la democracia, llevaba en sí misma un fermento de destrucción: el socialismo revolucionario e
internacionalista.
El socialismo utópico dejó paso a tendencias más ásperas, violentas, duras y realistas. El
socialismo de Marx rechazaba cualquier dogma, las leyes históricas llevarían a derrocar a la
burguesía K a tomar el poder. A contramano de esto Proudhpin y Bakunin querían la desaparición
del E.
Lo que contribuyó de gran manera fue el hecho de que por primera vez el socialismo dejase
de ser un asunto de teóricos para encarnarse en la masa obrera.

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Si tratamos de descubrir las líneas directrices del desarrollo de este socialismo nuevo,
podremos constatar ante todo que se crearon partidos socialistas por todas partes. Alemania fue el
primero, Francia, Italia. El caso de GB es distinto, la tradición de los dos partidos hizo que fuera
siempre difícil la introducción de un tercero. Así, los obreros votaban por liberales o conservadores,
según los apoyos que éstos prometían a sus trades unions. En los 80 éstos plantearon el problema de
una representación especial. Se creó la Independent Party y en 1892 se sentaron por primera vez dos
socialistas en una cámara inglesa, aunque su influencia siguió siendo escasa al no estar ligada con la
trade union. Puesto que los liberales emprendían amplias reformas económicas en detrimento de los
grandes propietarios, los laboristas evitaron en 1910 el fracaso de sus candidatos y los sacaron.
El hecho de que el socialismo progresase por doquier no basta para explicar todos los
aspectos del problema, ya que todavía dicha palabra encubría numerosas y diversas ideologías. La
tendencia reformista quería conquistar el poder mediante métodos legales y cambiar en provecho de
los trabajadores la legislación burguesa existente, por lo que aprovechaban a otros partidos cuando
proponían leyes sociales aprovechables. Por esto aceptaba que sus miembros participasen en
gobiernos de izquierda, suavizando los reclamaos de los obreros. Pero esta revolución estructural
era necesario que el partido socialista tomase la totalidad del poder.
El marxismo triunfó en primer lugar en Alemania, ya que los dos partidos socialistas se
fundieron en 1874 para constituir un solo partido que se convirtió en social-demócrata, aunque
también tenía sus propios revisionistas, como Bernstein.
En Francia tardó en realizarse la unificación entre la tendencia marxista y reformista.
Obtuvo su mayor éxito en Rusia. Allí también existían diversas tendencias: los socialistas
revolucionarios, favorables a los atentados terroristas desordenados, y los social demócratas
marxistas. Lo que se produjo en 1903 fue una escisión y no una fusión como en Francia. La minoría
de s-d eran mencheviques y la mayoría bolcheviques, unos precavidos y otros directos a la
revolución.
En el caso británico, ocurrió a la inversa. Hubo sin duda alguna una Federación social-
demócrata de tendencia marxista, pero nunca agrupó más que a unos millares de partidos y no
entorpeció en absoluto a las trades unions.
Entre reformistas y revolucionarios se interponía la noción de patria. Los primeros la
aceptaban, los segundos como Marx pretendían sustituir la solidaridad en el marco geográfico de la
nación por la solidaridad de clase. Por solo los más fervientes tenían en cuenta esta teoría y
preconizaban la huelga contra la movilización. En julio de 1914, pese al asesinato de Jaures, los
socialistas franceses se levantaron como los demás para defender a la patria amenazada. En cuanto a
Alemania, Bebel y Liebknecht anunciaron que la clase obrera “seguirá a un solo hombre” la orden

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de movilización. Y es lo que pasó. “En tiempo de guerra, todo el mundo es nacionalista” decía
Kautsky.
 ELEY, Geof. Un mundo por ganar. Historia de la izquierda en Europa, 1850-2000.
Barcelona, Crítica, 2003.
Capítulo 4. La ascensión de los movimientos obreros. El avance de la historia.
La década de 1860 fue decisiva para la izquierda. Las tradiciones antiguas se eclipsaron al
tiempo que otras como el anarquismo se desplazaban hacia los márgenes del movimiento
internacional. Apareció un ideal nuevo de partidos obreros, con una organización nacional, y
centrados en la palestra parlamentaria. Este constitucionalismo socialista surgió de las
liberalizaciones de 1867-1871, que permitieron a muchos movimientos obreros llevar a cabo su
primera agitación legal en una escala superior a la agitación local. También fue fomentado
activamente por la I Internacional, cuya influencia sobrepasaba con mucho el modesto número de
afiliados a los partidos que la integraban. Sus perspectivas eran las de Marx y Engels, que durante
estos años asumieron su papel duradero como asesores principales de los movimientos socialistas
de Europa. Estos movimientos constituyeron un desvío novedoso para la izquierda europea. Fueron
los primeros partidos socialistas con una organización nacional y una existencia continuada.
La geografía del socialismo La importancia de los nuevos partidos variaba enormemente.
Los más fuertes estaban en Escandinavia y en la Europa central de habla alemana (incluidos los
territorios checos del imperio Habsburgo); los más débiles, en el mediterráneo. Donde la industria
hizo pocos progresos, lo mismo ocurrió al socialismo, como en el sudeste de Europa, pero la
industrialización no era una guía infalible. La legalidad, una constitución parlamentaria que
funcionara bien y el democrático derecho al voto eran tan capacitadores como la industrialización.
A la inversa, la autocracia rusa frenó la expresión democrática de la militancia popular y un sufragio
discriminatorio disminuyó las posibilidades de los socialistas en Bélgica. Así pues, los primitivos
marcos políticos democráticos de signo liberal podían compensar la falta de industria capitalista, del
mismo modo que la falta de liberalización podía obstaculizar el avance de un movimiento obrero
hacia un modelo “alemán” o “escandinavo” de éxito socialdemócrata en las economías industriales.
En este sentido, el factor constitucional podía anticipar o impedir las consecuencias de la formación
de clases industriales. Hay dos complicaciones más en esta geografía de apoyo a los socialistas. En
primer lugar, en el Mediterráneo occidental el panorama se veía enturbiado por el anarquismo y,
después de 1900, por un movimiento afín, antiparlamentario, anticentralista y partidario de la acción
directa al que normalmente se llamaba sindicalismo revolucionario. Esto ocurría de manera especial
en España, donde los partidarios de Bakunin se adelantaron a los de Marx a finales del decenio de
1860 y donde el atraso económico y la fragilidad del liberalismo eran obstáculos para los
socialistas. Pero también ocurría en Italia, donde el PSI no logró suplantar la vigorosa tradición

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anarquista. La segunda complicación antes de 1914 era Gran Bretaña. En ella se daba una paradoja,
puesto que la nación con el capitalismo más avanzado y la sociedad más proletaria era la que menos
votos daba a los socialistas.
Con esta única excepción, había tres geografías socialistas antes de 1914: el “núcleo”
socialdemócrata de Escandinavia y Europa central, donde el nuevo modelo parlamentarismo
socialista y sindicalismo asociado a él dominaba los movimientos obreros; el Mediterráneo
occidental, donde el anarcosindicalismo debilitó los partidos socialistas e hizo que la política obrera
fuese más inestable; y el borde oriental de Europa formado por Rusia, los Balcanes y gran parte de
Austria-Hungría, donde el atraso económico y político demoró los partidos socialistas o los obligó a
pasar a la clandestinidad. Los partidos socialistas llegaron en dos fases: la primera ocupó el lapso
entre la I Internacional y la II Internacional y terminó con el partido italiano en 1892; la otra
empezó con la fundación de partidos socialistas en los Balcanes y Polonia a principios del decenio
de 1890 y acabó en 1905 con la revolución rusa.
Socialismo, gobierno parlamentario y derecho al voto Desde las agitaciones
constitucionales de 1867-1871 hasta 1914, en el norte y en el centro de Europa imperó una
sorprendente estabilidad. A lo largo de estos decenios, la estabilidad requirió importantes hazañas
de concertación, como en la Tercera Ley de Reforma británica (1884), la constitución belga (1893),
el sufragio universal masculino en Austria (1907) e Italia (1912) y las liberalizaciones en Noruega
(1898), Dinamarca (1901), Finlandia (1905) y Suecia (1907). Pero estos ordenamientos se
negociaron precisamente a través de los medios constitucionales disponibles. Las aspiraciones se
encauzaron hacia el marco constitucional liberal. La estabilidad se aseguró mediante las formas
parlamentarias que existían. El decenio de 1860 instauró las duraderas normas parlamentarias y
constitucionales para la vida política de Europa que tanto la izquierda como sus oponentes
aceptaron. Después de 1905, inspirados por el soviet de San Petersburgo y las agitaciones
huelguísticas europeas, los radicales socialistas empezaron a criticar estas perspectivas
parlamentarias. Pero sus críticas no fructificaron hasta 1917-1923. Antes, la mayoría de los
socialistas observaban las normas parlamentarias; y allí donde no existían, el objetivo de la
agitación extraparlamentaria era crearlas.
Para los nuevos partidos socialistas, un principio era axiomático: las ideas políticas del
trabajo necesitaban los sistemas parlamentarios existentes. Estos sistemas podían utilizarse en parte
como tribuna para incitar a las masas y en parte para obtener reformas a corto plazo. Además, las
nuevas luchas por el derecho democrático al voto afectaron directamente a las relaciones de la
izquierda con el liberalismo, porque mientras los antiguos regímenes se resistieron a las reformas,
los liberales solían formar parte de los frentes de oposición junto a los socialistas y otros radicales.
Pero una vez los obreros obtuvieron el derecho al voto, se produjeron escisiones. La

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democratización de la constitución, por modesta que fuera, abría el camino a otros conflictos.
Después de conseguir que se democratizara más el sufragio, los socialistas obtuvieron su
independencia política. Gran Bretaña era un caso extremo en el que los socialistas fueron socios
subalternos de una coalición liberal durante más tiempo que en cualquier otra parte. Alemania
representaba el extremo opuesto y en ella la ruptura entre el trabajo y el liberalismo se produjo
excepcionalmente pronto en el decenio de 18601. Escandinavia y los Países Bajos ocupaban un
lugar entre estos extremos: una vez resuelta la cuestión constitucional, el incremento de la fuerza
parlamentaria de los socialistas fomentó la independencia y fue posible un realineamiento.
La cuestión constitucional dio un nuevo giro. El derecho a voto era una cosa. El marco más
amplio de responsabilidad parlamentaria, que podía llevar a los socialistas al gobierno, era otra.
También en este caso hubo grandes diferencias. La relación de los partidos con el estado y la
respuesta de éste a la ascensión de aquellos influyeron en sus tendencias radicales. Allí donde las
tradiciones parlamentarias eran antiguas y la ideología popular identificaba la democracia con la
fuerza de tales tradiciones, como en Gran Bretaña, o donde el estado respaldaba las libertades
civiles y el arbitraje laboral, como en Suecia y Dinamarca, los movimientos obreros estaban a favor
del gradualismo o reformismo. Donde los socialistas carecían de representación parlamentaria y el
estado se comportaba de forma represiva -como en la Península Ibérica, Italia antes de 1912, la
mitad húngara del imperio Habsburgo o la Rusia imperial-, la militancia obrera se volvía
intransigente. La Ley Antisocialista, el acoso policial, la exclusión de los socialistas de los empleos
públicos, su demonización como “antinacionales”: estas condiciones que existían en Alemania
vincularon fuertemente la lealtad del SPD al marxismo revolucionario. Ver el estado como
instrumento de la clase gobernante, un instrumento que no había que reformar sino que destruir,
nació del maltrato que el movimiento recibía a diario, entre otras razones porque su fuerza electoral
creciente se veía invalidada por el hecho de que el gobierno no estuviera sometido al control del
parlamento. En un ejemplo de lo contrario, Dinamarca demostró cómo el acuerdo temprano entre el
estado, el capital y el trabajo podía dar a la política del movimiento un molde reformista. Sin
embargo, los partidos socialistas no dependían exclusivamente de las instituciones parlamentarias
para florecer. La rápida ascensión de los partidos ruso, judío, ucraniano y letón en el imperio ruso
demostró la capacidad de los socialistas para adaptarse a las condiciones de ilegalidad.
Sindicalismo Casi todos los partidos socialistas mantenían relaciones estrechas con
federaciones sindicales organizadas nacionalmente. De hecho, colaboraron en la creación de dichas
organizaciones nacionales, las cuales, con la excepción de Gran Bretaña, fueron posteriores a la
fundación del partido socialista mismo. En términos generales, el sindicalismo era cuestión de

1
La inclusión del sufragio universal en las constituciones de Alemania del Norte y del Imperio de 1867-1871 liberaron
al joven Partido Socialista de la dependencia de los liberales. Los socialdemócratas alemanes tardaron dos decenios en
convertirse en un partido de masas, pero se establecieron las condiciones políticas de la independencia.

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economía y se extendía junto con las tasas y las formas de industrialización. Hubo tres tipos de
experiencia antes de 1914, empezando por Gran Bretaña y Bélgica, pioneras de la industrialización
a comienzos del siglo XIX. Vino luego la industrialización de Escandinavia y Alemania en la
segunda mitad del siglo, con una aceleración a gran escala después de la década de 1890.
Finalmente, la industrialización fue más débil en otras partes, aunque a partir del decenio de 1890
Francia, Italia y Rusia crearon sectores industriales muy avanzados y lo mismo hicieron Bohemia,
Viena y Budapest en el imperio Habsburgo y Barcelona en España. En todos los casos, los pequeños
y exclusivos sindicatos de artesanos cedieron ante el sindicalismo masivo que la industria hizo
posible.
En todas partes, los forjadores de los movimientos obreros no fueron los obreros de las
fábricas, sino más bien los hombres especializados que trabajaban en talleres pequeños. Los
primeros sindicatos nacieron de sociedades de socorro mutuo, sociedades de oficiales y
asociaciones educativas que llenaban el espacio dejado por los gremios. Estos artesanos poseían un
conocimiento especializado de la producción y la capacidad de regular los mercados de trabajo por
medio de la costumbre y el aprendizaje. Se escapaban de la “explotación”· que se encontraba en los
mercados de trabajo más dominados por los patronos, los cuales mataron oficios como los de sastre
y el de zapatero. A diferencia de los artesanos rurales o los obreros de las fábricas, contaban con
organizaciones colectivas. En la tradición desde este sindicalismo gremial Gran Bretaña fue un caso
único. En ella los sindicatos crecieron dentro de un marco gremial cuya fuerza era excepcional, los
sindicatos de artesanos se convirtieron en el modelo incluso de los obreros especializados creados
por la propia industrialización, como los hilanderos del algodón, que luego excluyeron a los menos
especializados. Esta dominación también hizo posible otro efecto británico distintivo después de
1889, los sindicatos generales polimorfos, que penetraron en todas las industrias de las que los
sindicatos de artesanos hicieron caso omiso debido a su tradicionalismo. Estos sindicatos generales
diferían de otros modelos del continente: los sindicatos industriales, que reclutaban a todos los
trabajadores de una misma industria, prescindiendo de su especialización e incluso de la “línea del
cuello”; y los sindicatos de peones en general, que reunían a todos los especializados que quedaban,
ya fuera debido al exclusivismo de los sindicatos gremiales o porque sus empleos eran
inclasificables de acuerdo con los criterios tradicionales; cuando se había reunido un número
suficiente de obreros no especializados, se les reasignaba al sindicato industrial apropiado en el que
idealmente se fundían con los oficios pertinentes.
Si Gran Bretaña contaba con una mezcla de sindicatos gremiales y generales con
organización nacional, mientras Francia, España e Italia produjeron coaliciones con base local,
descentralizadas y heterogéneas, Alemania mostraba la progresión evolutiva más clara, con las
tradiciones de los artesanos sucumbiendo ante el sindicalismo industrial de masas. El movimiento

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obrero alemán también creció a partir de asociaciones de artesanos locales que abarcaban ciudades
enteras. Pero los sindicatos gremiales alemanes nunca ampliaron su base como los británicos.
Expansión de los movimientos obreros El ritmo de avance del sindicalismo estuvo
vinculado tanto a los altibajos del ciclo económico como a la política. Una dialéctica de
liberalización política y economía en expansión había influido en la primera oleada paneuropea de
huelgas en 1868-1873, durante la cual la militancia penetró mucho en la periferia subdesarrollada,
desde España hasta Galitzia. La liberalización actuó entonces con el final de la depresión en 1895-
1896 y contribuyó a la transición al sindicalismo de masas. La política también impuso la explosión
obrera continental en 1904-1907, y durante estos años los afiliados a los sindicatos austríacos se
triplicaron; los alemanes, noruegos y suecos aumentaron más del doble y los húngaros casi hicieron
lo propio, por no hablar de la militancia localizada en Francia, Italia y España y la turbulencia
revolucionaria en Rusia, donde los sindicatos fueron legalizados por primera vez. Las cuestiones
relacionadas con el sufragio y la inspiración revolucionaria de Rusia fueron el ímpetu, aunque no
cabe duda de que el incremento de la actividad económica también contribuyera a ello.
Un efecto de la depresión fue decisivo. Fuera de Gran Bretaña, el período 1873-1896 trocó
el libre comercio por el proteccionismo y metió al gobierno en la economía. En la industria pesada y
en los nuevos sectores químicos y de ingeniería eléctrica, este hecho también impulsó a la
concentración, con imponentes niveles de concentración vertical y horizontal en los sectores y entre
sectores, implacable regulación del mercado por medio de cárteles y nuevos grupos de presión
corporativa que influían en el gobierno. Donde más acentuado sucedía esto era en Alemania. Pero
ocurría en los sectores dinámicos en todas partes y creó una pauta nueva para las economías en vías
de industrialización en Italia, Rusia y Escandinavia. El capitalismo estaba mucho más organizado: a
mayor escala, más interrelacionado con la economía nacional, más politizado y más integrado
corporativamente con el estado. Esto reconfiguró el entorno en el que tenían que actuar los
sindicatos, con grandes consecuencias para sus probabilidades de éxito. El avance hasta el
sindicalismo de masas fue impresionante.
Los sindicatos invadieron finalmente las fábricas, en contraposición a las obras de
construcción, las minas de carbón y los talleres pequeños, donde ya estaban presentes. Estos nuevos
reclutas no tenían una formación profesional, sino habilidades específicas de la industria que
trabajaban: productos químicos, elaboración de alimentos y nuevas ramas de la ingeniería como la
producción de bicicletas y automóviles, donde el sindicato era débil. En ramas más antiguas de la
ingeniería, las reivindicaciones sindicales tomaban formas profesionales conocidas y se centraban
en el aprendizaje, la demarcación y el personal encargado de las máquinas, así como cuestiones
generales más relativas al trabajo a destajo, las horas extras y la jornada de ocho horas. Pero la
debilidad del sindicalismo gremial en los sectores nuevos permitió a los organizadores centrarse en

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los maquinistas semiespecializados y especializados que la mecanización empezaba a crear. Por otra
parte, si en Gran Bretaña esta expansión ocurrió más allá de los sindicatos gremiales existentes, que
eran reacios a organizar a los obreros menos especializados, en el continente el sindicalismo de la
industria del metal se adaptó exactamente para el mismo fin. Pero en ambos casos estaba
apareciendo una vanguardia nueva: el obrero mundial semiespecializado que se había formado
mientras trabajaba. La negociación localizada se volvió cada vez más difícil. Campañas como la
relativa a la jornada de ocho horas exigían coordinación nacional. Los patronos también forzaban
agresivamente la marcha. Con el crecimiento de una esfera pública nacional y la ascensión de los
partidos socialistas de masas, el sindicalismo cristalizó esperanzas y temores mayores. Los
conflictos laborales simbolizaban principios más amplios. A medida que creció la escala de las
luchas sindicales, aumentó también esa dimensión política nacional.
Socialismo, política nacional y vida cotidiana A mediados del decenio de 1890, los
movimientos obreros europeos habían llegado a un primer punto decisivo. Un ciclo de fundación de
partidos había terminado y abarcaba el norte y el oeste de Europa; y la segunda fase estaba en
marcha, empezando por los partidos de Polonia y los Balcanes a comienzos del decenio,
continuando en todo el imperio ruso hasta su culminación en 1905. Los estados parlamentarios
creados por los ordenamientos constitucionales del decenio de 1860 se habían estabilizado, con
ampliaciones del derecho al voto en los Países Bajos y Escandinavia. El auge económico posterior a
1895-1896 trajo el primer período de sindicación sostenida. Los partidos socialistas del primer ciclo
obtuvieron mejores resultados electorales ininterrumpidos, instauraron una presencia parlamentaria,
impregnaron la esfera pública y ahondaron sus raíces. Estos procesos generaron conjuntamente el
“núcleo socialdemócrata” del norte y el centro de Europa.
Sólo una minoría de obreros se afilió a los partidos socialistas y sus sindicatos, y todavía
eran menos los que conocían las sutilezas de la teoría socialista. Pero la experiencia de la vida
cotidiana, donde las relaciones abstractas de poder se experimentaban en la práctica, generó
actitudes de independencia con un potencial político obvio. En circunstancias de crisis social y
política general, como las insurgencias europeas de 1904-1907, el período revolucionario de 1917-
1921, o movilizaciones concretas de índole nacional y local, las culturas de resistencia podían
adquirir un significado político más completo. Entonces el mundo de la política y el cotidiano
podían actuar conjuntamente.
Conclusión Así pues, el impresionante crecimiento de los partidos socialistas antes de 1914
contenía algunos límites claros. No sólo alcanzaron un tope de apoyo electoral -entre un cuarto y un
tercio del electorado en el mejor de los casos-, sino que se encontraban estructuralmente fuera del
orden gobernante y permanecían allí tanto a causa de su propia oposición rotunda al sistema como
por el deseo de éste de excluirlos. En los pocos casos en que el sufragio universal y el gobierno

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parlamentario en toda regla llegaron aparte de la primera guerra mundial, estos límites se aflojaron.
Pero en otros sitios los partidos conservaron su condición de elementos ajenos al sistema y
confiaron en que la lógica a largo plazo del desarrollo y las crisis capitalistas les llevarían al poder.
Cuando aparecían reformistas, como los posibilistas franceses de la década de 1880 o los
moderados del SPD en los estados del sudoeste de Alemania, que eran más liberales, después del
decenio de 1890, fueron rechazados. La no participación en “gobiernos burgueses” continuó siendo
la norma de la II Internacional. En 1913, el SDAP holandés de basó en ello para rechazar un puesto
en el gobierno.
A partir de la década de 1890, las condiciones económicas favorables, las acrecencias de la
legislación social y el derecho laboral nacional y el fortalecimiento de los sistemas parlamentarios
permitieron la expansión de los partidos. Ya fuera por medio del nuevo sindicalismo de masas, la
recién creada maquinaria de los partidos y las actividades culturales o los primeros logros del
socialismo municipal, se convirtieron en poderosas partes integrantes de sus sistemas políticos. Sin
embargo, nunca estuvieron cerca de contar con el apoyo universal de la clase obrera. La capacidad
del socialismo para armonizar intereses heterogéneos fue siempre insuficiente.
Capítulo 5. Retos más allá del socialismo. Otros frentes de la democracia.
La socialdemocracia se convirtió en la principal fuerza de la voz en la mayor parte de
Europa entre 1870 y 1914. El ímpetu colectivista de los nuevos partidos socialistas nació de una
experiencia obrera compartida que las críticas al capitalismo como sistema de desigualdad
describieron de manera convincente. Pero igualmente fundamental fue la hostilidad de los
gobiernos europeos a las masas, a las que excluyeron de la ciudadanía.
El clima político previo a 1914 requería la postura revolucionaria de la izquierda, porque la
intransigencia de sus oponentes no ofrecía otra opción.
Los movimientos más fuertes presentaban una pauta común: partido único que estaban
unidos organizativamente pero eran diversos desde el punto de vista ideológico, sin rivales dignos
de tenerse en cuenta, y reunían una mezcla de intereses alrededor de valores que en línea generales
cabía calificar de socialdemócratas. Pero este modelo se instauro inequívocamente en el norte y
centro de Europa. En otras áreas, la política de izquierda resulto más polémica (Gran Bretaña:
socialismo con pocos progresos frente al liberalismo; Italia y España: conflictos violentos internos;
Francia: socialismo divido).
Estos primeros partidos socialistas no fueron los únicos propugnadores de la democracia
antes de 1914:
Las desavenencias internas de los partidos fueron semilleros de otras ideas, y entre 1905-13,
la ortodoxia se vino abajo.

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Los rivales contemporáneos del socialismo también marcaron un espacio para otras
posibilidades.
Las feministas
Las tensiones aumentaron entre 1905-1914, cuando los marcos políticos creados durante los
esfuerzos constituyentes del decenio de 1860 se tambalearon, amenazaron con derrumbarse y
cayeron.
La II Internacional y sus divisiones En 1889, centenario de la Revolución Francesa, se
celebran dos congresos internacionales rivales:
Moderados.
SPD: vertiente marxista de los nacientes partidos socialistas. 1) Jornada de 8 hs y
condiciones de trabajo; 2) la paz, la guerra y las virtudes de las milicias nacionales en comparación
con los ejércitos permanentes; 3) el sufragio universal; 4) y la propuesta del 1° de Mayo como
solidaridad de la clase obrera internacional.
Al Congreso Marxista asistieron delegados de 20 países, e inauguró la II Internacional.
Los debates iniciales siguieron a la I Internacional, y sirvieron para distanciarse del
anarquismo y de la “democracia burguesa”, por igual. La conclusión del congreso de 1893 equilibró
los principios revolucionarios con una serie de mejores prácticas y permitió que los objetivos
maximalistas y la mejora a corto plazo habilitaran un lenguaje político común. Se rechazaron las
posturas violentas del anarquismo, pero también la colaboración directa con los reformadores no
socialistas. Se trazó un amplio programa de democracia y reforma social para la acción
parlamentaria en el que se hacía hincapié en el sufragio universal, la emancipación de las mujeres,
jornadas de 8 hs y la oposición a la guerra. Pero esto solo podían alcanzarlo los partidos obreros
independientes y liberados de la tutela burguesa que Marx propugnara durante la I Internacional.
Pero, en lugar del derrumbamiento, se produjo una inclusión progresiva. En 1900 los
partidos socialistas ya estaban entrando en la constelación política “burguesa” y ganaban en las
elecciones nacionales, participaban de la cultura parlamentaria y hacían campaña a favor de la
reforma.
El primer gran escándalo fue el de Millerand, en Francia. Sus reformas, aunque importantes,
tenían detrás el simbolismo de entrar en un gobierno en el que estaba el general Gallifer, el
carnicero de la comuna de París en 1871, algo que para Vaillant era intolerable.
Desde 1860, los socialdemócratas habían considerado que los parlamentos eran de suma
importancia para su eficacia, tanto con el fin de obtener beneficios para la clase obrera por medio de
la legislación como para recibir apoyo popular en las elecciones. Sin embargo, los críticos de Jaurés
veían las cosas con ojos menos favorables. Vaillant opinaba que el Estado no era un marco neutral

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que pudiera utilizarse para la “penetración” obrera, sino que lo definía la maquinaria represiva que
formaba el ejército, la policía y la judicatura.
En vez de ello, los obreros avanzaban por medio de su propia combatividad y arrancaban
concesiones de los gobiernos o hacían la guerra de clase en la independencia. El principal valor de
la república consistía en haber liberado la política de la lucha “real” del trabajo y del capital. Según
ésta idea, los socialistas debían utilizar al Parlamento y las elecciones y debían defender la república
y sus libertades, pero sin hacerse ilusiones. Los objetivos más amplios de la revolución debían
prevalecer siempre.
Guesde veía las cosas de forma aún más desfavorable: la republica era una farsa. “Un
socialista que entra en un ministerio burgués o bien se pasa al enemigo o se rinde ante el enemigo”.
Pero esta postura cedió ante el pragmatismo revolucionario de Kautsky, que defendía los derechos
democráticos por su valor intrínseco y aprobaba las alianzas tácticas. Ver a los no socialistas como
una “masa reaccionaria” era un grave error. La clave residía en la claridad y la independencia
socialistas.
El caso más claro a favor de la coalición era una emergencia nacional, cuando “las
instituciones democráticas fundamentales” de una sociedad corrían peligro. La respuesta de los
liberales fue formar un frente común con la extrema izquierda.
Estos experimentos con el reformismo provocaron algunas recriminaciones. Inmovilizaron
al PSI durante gran parte del periodo previo a la guerra. El escándalo a causa del “ministerialismo”
reveló dos modelos de política socialista cuyas tensiones volverían a aparecer:
La orgullosa defensa del objetivo revolucionario del socialismo – la destrucción del capital y
la construcción de una sociedad diferente – que exigía oposición decidida, total renuncia a una
cooperación con partidos “burgueses” y no participan en las instituciones existentes. Kautsky, el
“papa” del socialismo, era el más célebre representante de esta idea. La victoria final sería fruto del
funcionamiento de la historia a medida que el movimiento obrero ganara en organización y fuese
más popular.
Imaginaba un resultado parecido, en términos menos utópicos. Hacía hincapié en la
búsqueda de principios y un humanismo ético y democrático y trataba los valores socialistas como
el punto que llevaba a coaliciones mayores, basadas en la democracia y la justicia social.
Los representantes eran Jaures en Francia, Vandervelde en Bélgica, Víctor Adler en Austria,
Turati en Italia.
Al aumento la fuerza parlamentaria del SPD, la preservación de su pureza revolucionaria se
convirtió en un problema. Cooperaba con progresistas ajenos al socialismo en elecciones y
maniobras políticas, formaba parte de comisiones parlamentarias, apoyaba o se oponía a las leyes.

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En este hueco entre la teoría revolucionaria y la práctica inmediata se introdujo una serie de
artículos de Bernstein, importante intelectual del SPD.
Contra la teoría catastrófica de la transición revolucionaria, Bernstein proponía un modelo
continuo de mejora o “socialismo evolutivo”. Sus argumentos provocaron un gran escándalo entre
los marxistas ortodoxos, como, Bebel, Kautsky.
La derrota del revisionismo inspiró una importante recuperación de la ortodoxia en el SPD
que restringió mucho la formación de colaciones en el futuro. Kautsky trato este hecho como un
juego de suma cero: la primacía de la lucha de clase impedía cooperar con partidos burgueses y
viceversa. También este asunto fue trasladado a la Internacional.
La resolución del SPD que prohibía las alianzas reformistas por considerarlas una
distracción de lucha de clases fue aprobada por mayoría de votos. Los que votaron en contra y los
que se abstuvieron procedían de países con constituciones parlamentarias más fuertes; los que la
aprobaron, eran países del Este con democracias débiles.
Hecho presagió la constelación de 1914-1917, porque entre los enemigos declarados del
revisionismo había varios miembros de la oposición revolucionaria durante la guerra.
Las cuestiones relacionadas con el imperialismo y el nacionalismo produjeron divisiones
parecidas.
Los socialistas encontraban varios motivos para aceptar al imperialismo. Creaba puestos de
trabajo, especialmente astilleros, los muelles, las fábricas de armas y las industrias que dependencia
del comercio colonial. A pesar de que el asunto de la guerra había sido eludido, a partir de 1904 los
llamamientos a huelga general contra la fuera nunca dejaron de figurar al orden del día.
Si bien los socialistas resultaron vulnerables a las lealtades nacionales de orden superior
antes de 1914, habituándose a los ritmos hegemónicos del interés nacional, en cambio
desatendieron en la misma medida a las minorías nacionales. Esto no ocurrió de manera invariable
en todo el mundo.
Cuando el estallido de la guerra en agosto de 1914 sumió a la II internacional en el caos, no
sólo el antimilitarismo resultó perjudicado, sino también el enfoque clásico de la cuestión nacional
por parte de los socialistas. Los teóricos marxistas, de Kautsky a Luxemburgo, de Trotsky a Lenin,
creían que una mayor conciencia de clase permitiría que la identidad nacional de los obreros se
extinguiera gradualmente.
Populistas, anarquistas y sindicalistas revolucionarios Si el nacionalismo planteaba
problemas a la izquierda, más aún los planteaba el campo. Los socialdemócratas contaba con que
sus votantes obreros se convirtiesen en “la gran mayoría de la población”, cuyo inmenso numero
prometía una legitimidad democrática a toda prueba. Sin embargo, incluso en Alemania, la
agricultura representaba el 28,4% del empleo en 1907. La sociedad comprendía otras clases

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populares: campesinos, trabajadores autónomos, funcionarios y profesionales modestos,
administrativos. Para ganar elecciones, los socialistas necesitaban a estos grupos, con los pequeños
agricultores en la cabeza de la lista.
A veces los socialistas podían proteger la ortodoxia tratando a los habitantes del campo
como una clase obrera rural. Pero era difícil atraer así a los campesinos pequeños y medianos con
poca mano de obra asalariada. Kautsky reafirmó la ortodoxia: el apoyo al campesinado solo servía
para salvar una forma arcaica de agricultura que estaba condenada a desaparecer con la expansión
del capitalismo; la verdadera prioridad del partido eran los peones agrícolas de las grandes
propiedades. Aunque la político bávara no experimento ningún cambio, la intervención de Kautsky
acalló el debate nacional.
La anterior tradición revolucionaria en Rusia, el populismo, seguía una estrategia de orden
de los campesinos combinada con la insurrección incluida el terror ejemplar contra el zar y altos
cargos de gobierno. Contra estas perspectivas, los primeros marxistas rusos hicieron hincapié en la
necesidad de desarrollo del capital. Este rechazo del campesinado reflejó la rigidez que se apoderó
del marxismo después de Marx.
Esta confianza en un modelo K uniforme estaba fuera de lugar: el propio campesinado
europeo tardo un siglo en desaparecer; la polarización de las clases no se produjo; y los obreros
industriales se convirtieron en una parte de la sociedad que era cada vez menos en lugar de mayor.
En 1917-1923, el campo pasó a ser una reserva contrarrevolucionaria en Italia y Alemania, y una
poderosa fuente de inercia contra el bolchevismo en la URSS. El desarrollo desigual del K europeo,
el destacado papel económico del coactivo Estado ruso, la primacía del campesinado ruso como
fuerza revolucionaria y el potencial democrático de la organización comunal campesina: fue un
error tremendo no tener todo eso en cuenta al formar un movimiento socialista.
De nuevo Kautsky fue quien fijó los debates en torno a las posiciones doctrinarias. Lo
trágico es que donde más se le siguió fue en sociedades agrarias en las que eran más necesarias las
estrategias campesinas: Rusia imperial, Los Balcanes, El Este de Europa, y El Mediterráneo.
La filo izquierda más fuerte contraria al socialismo después del decenio de 1860, el
anarquismo, condensaba los dilemas de la democracia con especial agudeza:
Los anarquistas condenaban la idealización marxista de la organización centralizada, ya
fuera en la economía o en el Estado. Rechazaban la atención que la socialdemocracia prestaba al
Parlamento y las elecciones. Rechazan la atención que la socialdemocracia prestaba al Parlamento y
las elecciones.
En su lugar, defendía valores democráticos que socialistas como Kautsky tendían a olvidar:
el control local, la participación directa, la comunidad a pequeña escala y la cooperación federativa.
Sus conspiraciones revolucionarias prescindían de todo el proceso democrático.

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Hasta 1890, los anarquistas rivalizaron con los socialistas en toda Europa.
Algunas creencias anarquistas eran homologas a las culturas socialistas que se consolidaron
después de 1870 – una ética de sociedad cooperativista, ideales de perfeccionamiento humano,
secularismo combativo, colectivismo básico – y durante algún tiempo las dos continuaron siendo
porosas. Se dividieron a causa de cuestiones relativas al Estado, la estrategia organizativa y la
naturaleza del cambio revolucionario. Los anarquistas rechazaban la autoridad del Estado. Eran
contrarios a los partidos y a los sindicatos por considerarlos prefiguraciones burocráticas del poder
coactivo y en su lugar valoraban la dialéctica de la organización conspirativa y la espontaneidad
popular; insurrección violenta.
Al faltar el procedimiento púbico de los socialistas, los individuos exaltados no tenían freno.
El anarquismo quedo identificado para siempre con la desesperación política de jóvenes
apasionados pero desquiciados.
A pesar de sus afinidades con el anarquismo, el sindicalismo revolucionaria en los primeros
años del siglo XX fue un fenómeno nuevo que se identificaba con un aumento de la combatividad
obrera en Francia.
En vez del proceso parlamentario, los sindicalistas revolucionarios celebraran la acción
directa del sabotaje y las huelgas; en lugar de burocracias centrales, exigían iniciativa de las bases;
contra las elecciones, propugnaban el valor revolucionario de la huelga general.
El impulso saldría de las fábricas, de los sindicatos industriales en lugar de los gremiales o
faccionales, y por medio de la acción directa, que incluiría sabotaje y huelgas no autorizadas. Esto
era contrario a los rasgos principales de la socialdemocracia: electoralismo y política parlamentaria,
primacía del partido sobre los sindicatos, organiza centralizada y socialización de la economía por
medio del estado.
La energía principal acabó trasladándose al sindicalismo nacional de tipo convencional. La
agitación laboral de antes de 1914 introdujo categorías nuevas de obreros semiespecializados en los
sindicatos, como en el caso de la Unión Obrera Británica, pero la huelga general revolucionaria, la
panacea del sindicalismo revolucionario, no llegó nunca.
Al final, el sindicalismo revolucionario organizado retrocedió ante la radicalización más
general de 1905-1914, que contribuyó a dinamizar. La retórica sindicalista revolucionaria resonaba
con temperamento revolucionaria de una nueva izquierda marxista, inspirada por 1905, que discutía
las ortodoxias kautskyanas de la II Internacional en el resurgir extraparlamentario. Lo irónico del
caso es que las ideas sindicalistas revolucionarias reforzaron las agitaciones políticas socialistas a
favor del sufragio universal.
Las agitaciones revolucionarias apelaban a los deseos de autonomía y control en el lugar de
trabajo, lo cual alejaba la estrategia revolucionaria de la insistencia de Kautsky en el Estado. Los

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sindicalistas revolucionarios albergaban la esperanza de que los sindicatos pudieran convertirse en
las “organizaciones fundamentales para la producción y la distribución” después de la revolución,
basando el socialismo “no en el Estado centralizado opresivo, sino en los grupos funcionales y
autónomos de productores”. La huelga se convirtió en una panacea universal, el muy necesario
disolvente de la prudencia del partido y la burocracia del sindicato, que estaban debilitando la
conciencia de clase espontánea del proletariado. Así, el sindicalismo revolucionario volvió a
conectar con los ideales anarquistas de 1870. Pero también fue un anticipo de los comunismos de
los consejos de 1917-1923.
Feministas, socialistas y la emancipación de la mujer En teoría, los socialistas eran
defensores de la igualdad sexual. Las mujeres estaban doblemente oprimidas:
Por la dependencia económica y social respecto al hombre
Por la explotación capitalista.
La emancipación jurídica y política no podía ser suficiente. Las mujeres solo serían
liberadas de verdad por el socialismo, gracias a la independencia económica que significaba trabajar
fuera de casa.
Los socialistas compaginaban los derecho políticos con exigencias más amplias de índole
socioeconómica, entre ellas el cuidado socializado de los hijos de madres trabajadoras, la igualdad
de salario, la igualdad de educación, unidades domesticas igualitarias, reforma de las leyes sobre el
aborto, y los medios anticonceptivos. Pero la cuestión social ocupaba el primer lugar.
La práctica socialista era más ambigua. Muchos socialistas veían a las mujeres como una
“fuerza atrasada” a favor del conservadurismo.
El feminismo del movimiento obrero previo a 1914 tenía límites claros: las obreras no eran
prioridad para los sindicatos.
El abismo entre la retórica socialista y la práctica sindical resultaba especialmente penoso en
la única industria en la que las mujeres siempre tuvieron fuerza: la textil. Pero la militancia
femenina provocaba quejas de los líderes sindicales: huelgas no autorizadas interrumpían la toma de
decisiones de arriba abajo, y la participación de mujeres en la huelga sobrepasaba su disposición a
afiliarse al sindicato. La burocracia masculina del sindicato negaba a las mujeres puestos oficiales,
se resistía a la igualdad salarial y hacía caso omiso de la carga extra para las mujeres representaban
las obligaciones familiares, las reglas discriminatorias en el lugar de trabajo y el acoso sexual.
Este antifeminismo negaba legitimidad al trabajo de las mujeres. Aunque las mujeres
socialistas se unían con frecuencia a otras feministas para oponerse a las leyes protectoras basadas
en el sexo, los partidos socialistas adoptaron la actitud paternalista. La protección de las
trabajadoras llevaba aparejadas reformas auténticas, especialmente cuando se integraba con objetivo

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como la jornada de 8 hs, y la igualdad salarial. Sin embargo, los socialistas daban a entender otra
cosa: que las mujeres no debían trabajar. Su lugar estaba en la casa.
El movimiento feminista del SPD comienza y se expande entre 1904 y 1905, bajo bandera
de precios de los alimentos, el bienestar familiar y coste de la vida. El SPD convirtió la “familia
socialdemócrata” en su ideal, en el sostén de la respetabilidad obrera.
La mujer socialista ideal se convirtió en la arquitecta de un hogar socialista que criaba niños
socialistas y proporcionaba socorro a un esposo socialista.
Este programa se tradujo en política pública. Pero, a pesar del desarrollo de políticas de
lucha, la emancipación de la mujer quedo subsumida en los programa de bienestar basados en la
familia.
El empeño socialista en eludir la cuestión de la mujer fue especialmente grave en el asunto
central: el sufragio. Donde los obreros tenían derecho a votar, los partidos socialistas no daban
prioridad al sufragio femenino. Allí donde partidos socialistas de masas monopolizaban los
argumentos a favor de la democracia, el abismo entre ellos y las defensoras de los derechos
femeninos se ensanchó, estigmatizando el “feminismo” como exigencia interesada de la clase
media. Dada la cultura machista de los movimientos obreros y su ideología centrada en la familia, el
espacio para el feminismo democrático en los partidos socialistas era pequeño.
En 1914, las campañas a favor de los derechos de las mujeres se bifurcaron entre los
partidos socialistas, que daban preeminencia a los objetivos de política de clase y sindicalismo
masculino, y los movimientos de mujeres “burguesas”, que se agrupaban alrededor de la
emancipación individual o igualdad con los hombres de clase media.
Las feministas no socialistas también aspiraban a la organización internacional, de la
efímera Asociación Internacional de Mujeres de Goegg. Sin embargo, la mayoría de los grupos
femeninos, desde las socialistas a las sufragistas, secundaron las solidaridades nacionalistas de la
PGM; y su creencia en la misión cultural de la mujer hizo que asumieran las ideologías
nacionalistas y etnocentricas, que imperaban a la sazón.
Conclusión Al igual que los anarquistas, los sindicalistas revolucionarios y los radicales
agrarios, las feministas de antes de 1914 señalaron posibilidades democráticas más allá de los
límites del socialismo parlamentario. Estos retos no salieron solo del sufragio organizado, ni de las
campañas a favor de los derechos de la mujer ni de las activistas capacitadas por los propios
partidos de la II Internacional, sino también de las vidas ejemplares de las pioneras, que la PGM
aplacaría. El sufragio femenino no se lograría por medio del socialismo, sino por la
democratización.
El sindicalismo revolucionario de la preguerra se reprodujo y la combatividad sobrepasó los
marcos sindicales existentes. Los movimientos de base se fijaron como objetivo el lugar de trabajo

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en vez de acuerdos o leyes nacionales, y exigieron consejos de fábrica y control obrero. Estos
movimientos fracasaron, pero cambiaron el equilibrio del poder industrial en los corporativismos
nacientes que los movimientos obreros esperaban controlar.
Los radicalismos no socialistas de antes de 1914 siguieron siendo una serie de estímulos y
reproches de los que durante los decenios siguientes la izquierda solo se ocupó parcialmente,
suponiendo que se ocupara de ellos de algún modo.
2.2. El mundo imperial. Un orden multipolar y homogéneo: las conferencias de Berlín. La
crisis de 1873 y la expansión imperial: sus efectos sobre la política en Europa y en el resto del
mundo. Las potencias periféricas: Estados Unidos y Japón. La pentarquía y la cuestión de la sexta
potencia. El surgimiento de la periferia.
 HOBSBAWM, Eric. La era del Imperio (1875-1914). Barcelona, Labor, 1989.
Cap. 3 “La era del Imperio”.
El período transcurrido entre 1875 y 1914: se lo puede clasificar como era del imperio no
solo porque en él se desarrolló un nuevo tipo de imperialismo, sino también por otro motivo
anacrónico. Probablemente fue el, período de la historia moderna en que hubo mayor número de
gobernantes que se autodenominaban oficialmente “emperadores”.
Desde una perspectiva menos trivial del período estudiado, es una era en que aparece un
nuevo tipo de imperio, el imperio colonial. La supremacía económica y militar de los países
capitalistas no había sufrido un desafío serio desde hacía mucho tiempo, pero entre finales del s
XVIII y el último cuarto del XIX no se había llevado a cabo ningún intento por convertir esa
supremacía en una conquista. Entre 1800 y 1914 (largo siglo XIX), ese intento se realizó y la mayor
parte del mundo ajeno a Europa y al continente Americano fue divido en territorios, que quedaron
bajo el gobierno formal o bajo el dominio político informal de uno u otro de una serie de estados:
Reino Unido; Francia; Alemania; Italia; Países Bajos; Bélgica; EEUU o Japón.
Nominalmente, la mayor parte de los grandes imperios tradicionales de Asia se mantuvieron
independientes, aunque las potencias occidentales establecieron en ellos “zonas de influencia”. El
único estado no europeo que resistió con éxito a la conquista colonial formal fue Etiopía, que pudo
mantener a raya a Italia, la más débil de las potencias imperiales. En Asia, existía una parte
nominalmente independiente aunque los imperios más antiguos ampliaron y rodearon sus
posesiones.
Dos grandes zonas fueron divididas por razones prácticas:
África. En 1914, pertenecía en su totalidad a los imperios británico, francés, alemán, belga,
portugués, español, exceptuando a Etiopía y una parte de Marruecos.
El pacífico. No quedó ningún estado independiente, totalmente dividido entre británicos,
franceses, alemanes, neerlandeses, norteamericanos y japoneses.

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Se crearon dos grandes imperios nuevos:
Por la conquista francesa de Indochina, iniciada en el reinado de Napoleón III.
Por parte de los japoneses, a expensas de China en Corea y Taiwán, y luego a expensas de
Rusia.
Solo una gran zona del mundo pudo sustraerse a ese proceso de reparto territorial: América,
para 1914 se hallaba en la misma situación que en 1875: era un conjunto de repúblicas soberanas,
con la excepción de Canadá, las Islas del Caribe y algunas zonas del litoral caribeño. Con excepción
de EEUU, su status político raramente impresionaba a sus vecinos. Eran dependientes
económicamente. Pero ni siquiera EEUU, con hegemonía política y militar, intentó conquistarla.
Fue la única región del planeta en la que no hubo una seria rivalidad entre las grandes potencias.
Este reparto del mundo entre un número reducido de Estados – era del imperio – era la
expresión más espectacular de la progresiva división del globo en fuertes y débiles. Era también un
fenómeno nuevo.
De los grandes imperios coloniales, sólo los Países Bajos no pudieron, o no quisieron,
anexionarse nuevos territorios, salvo ampliando su control sobre las islas indonesias que les
pertenecían formalmente desde hacía mucho tiempo.
Para los observadores ortodoxos se abría una nueva era de expansión nacional en la que era
imposible separar con claridad los elementos políticos y económicos y en la que el estado
desempeñaba un papel cada vez más activo y fundamental tanto en los asuntos domésticos como en
el exterior. Los observadores heterodoxos analizaban más específicamente esa nueva era como una
nueva fase del desarrollo K, que surgía de diversas tendencias que creían advertir en el proceso.
Constituyó el punto de partida para otros análisis más amplios, pues no hay duda de que el
término imperialismo se incorporó al vocabulario político y periodístico durante la década de 1890.
Los emperadores y los imperios eran instituciones antiguas, pero el imperialismo era algo nuevo. La
mayor parte de los debates se han centrado no en lo q sucedió en el mundo entre 1875 y 1914, sino
en el marxismo. El análisis del imperialismo, crítico, realizado por Lenin, se convertía en un
elemento central del marxismo revolucionario de los movimientos comunistas de 1917. A diferencia
de lo que ocurre con el término “democracia”, el imperialismo es una actividad que se desaprueba,
y que ha sido siempre practicada por otros.
Criticar esas teorías no revestiría un interés especial. Señalemos que los análisis no
marxistas del imperialismo establecían conclusiones opuestas a las dos de los marxistas y de esta
forma han añadido confusión al tema. Negaban la conexión específica entre el imperialismo de
fines del XIX y del s XX con el capitalismo en general y con la fase concreta del K. Negaban que el
imperialismo tuviera raíces económicas importantes, que beneficiara económicamente a los países
imperialistas, y que la explotación de las zonas atrasadas fuera fundamental para el K, y que hubiera

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tenido efectos negativos sobre las economías coloniales. Afirmaban que el imperialismo no
desembocó en rivalidades entre las potencias imperialistas y que no había tenido consecuencias
sobre la PGM. Rechazando el análisis económico, se centraban en explicaciones psicológicas,
ideológicas, culturales y políticos.
Dejando aparte el leninismo y el anti leninismo, lo primero que ha de hacer el historiador es
dejar sentado el hecho evidente, que nadie habría negado en 1890, de que la división del globo tenía
una dimensión económica.
El acontecimiento más importante en el s XIX es la creación de una economía global. La red
de transportes mucho más tupida posibilitó que incluso las zonas más atrasadas y hasta marginales
se incorporaran a la economía mundial. La civilización necesitaba de un elemento exótico: el
desarrollo tecnológico, que dependía de materias primas que por razones climáticas o por azares de
la geología se encontraban exclusivamente en lugares remotos. Se necesitaba petróleo y caucho.
Éste se encontraba en EEUU y en Europa, aunque los pozos de Oriente Medio eran punto de
enfrentamiento. También existía una constante demanda de metales preciosos, que convirtió a
Sudáfrica en el mayor productor de oro del mundo.
Aparte de las demandas de nuevas tecnologías, el crecimiento del consumo de masas en los
países metropolitanos significo la rápida expansión del mercado de producción alimentarios.
Estos acontecimientos no cambiaron la forma y las características de los países
industrializados o en proceso de industrialización, aunque crearon nuevas ramas de grandes
negocios.
Probablemente, para el europeo deseoso de emigrar en la época imperialista habría sido
mejor dirigirse a Australia, Nueva Zelanda, Argentina, o Uruguay. En estos países se formaron
partidos, gobiernos, obreros y radical democráticos y ambiciosos sistema de bienestar y seguridad
social. La función de las colonias y de las dependencias no formales era la de complementar las
economías de las metrópolis y no la de competir con ellas.
Los territorios dependientes que no pertenecían al “capitalismo colonizador”, no tuvieron
tanto éxito. Su interés económico residía en la combinación de recursos con una mano de obra que
por estar formada por “nativos” tenía un coste muy bajo. Hasta la caída vertical de los precios de las
materias primas durante el crash del 29’, esa vulnerabilidad no parecía tener mucha importancia a
largo plazo.
La mayor parte de las inversiones británicas en el exterior se dirigían a las colonias en rápida
expansión y por lo general de población blanca, que pronto serian reconocidas como territorios
independientes (Canadá, Australia, Nueva Zelanda, Sudáfrica)

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El argumento general de más peso para la expansión colonial era la búsqueda de mercados.
La convicción de que el problema de “superproducción” del periodo de la gran depresión, podía
solucionarse a través de un gran impulso exportador, era compartida por muchos.
Pero el factor fundamental de la situación económica general era el hecho de que una serie
de economías desarrolladas experimentaban de forma simultánea la misma necesidad de encontrar
nuevos mercados. Cuando eran fuertes, su ideal era el de la “puerta abierta” en los mercados del
mundo subdesarrollado, pero cuando carecían de la fuerza necesaria, intentaban conseguir
territorios cuya propiedad situara a las empresas nacionales en la posición de monopolio o les diera
una ventaja sustancial.
En este punto resulta difícil separar los motivos económicos para adquirir territorios
coloniales de la acción política necesaria para conseguirlo, porque cuanto el proteccionismo de
cualquier tipo no es otra cosa que la operación de la economía con la ayuda de la política. La
motivación estratégica para la colonización era especialmente fuerte en el Reino Unido, con
colonias muy antiguas perfectamente situadas para controlar el acceso a diferentes regiones
terrestres y marítimas.
Una vez que el status de gran potencia se asoció con el hecho de hacer ondear la bandera
sobre una playa limitada por palmeras, la adquisición de colonias se convirtió en un símbolo de
status, con independencia de su valor real. Si las grandes potencias eran estados que tenían colonias,
los pequeños países “no tenían derecho a ellas”.
Algunos historiadores han intentado explicar el imperialismo teniendo en cuenta factores
estratégicos. Han pretendido explicar la expansión británica en África como consecuencia de la
necesidad de defender de posibles amenazas las rutas hacia la India. Es importante recordar que la
India era el núcleo central de la estrategia británica, y que esa estrategia exigía un control no solo
sobre las rutas marítimas cortas hacia el subcontinente, y las rutas marítimas altas, sino también
sobre todo el océano Índico.
Pero estos argumentos no eximen de un análisis económico del imperialismo:
Subestiman el incentivo económico presente en la ocupación de algunos territorios
africanos, siendo el caso más claro el de Sudáfrica.
Ignoran el hecho de que la India era la “joya de la corona imperial”, y la pieza esencial de la
estrategia británica global.
La desintegración de gobiernos indígenas locales, que en ocasiones llevo a los europeos a
establecer el control directo sobre unas zonas que no se habían ocupado antes, se debió al hecho de
que las estructuras locales se habían visto socavadas por la penetración económica.

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No se sostiene el intento de demostrar que no hay nada en el desarrollo interno del K
occidental en 1880 que explique la revisión territorial del mundo. Es imposible separar la política y
la economía en una sociedad K.
Es difícil precisar hasta qué punto era efectiva la variante específica de exaltación patriótica,
sobre todo en países donde el liberalismo y la izquierda radical habían desarrollado fuertes
sentimientos antiimperialistas, antimilitaristas y anticolonialistas. En algunos países, el
imperialismo alcanzo una gran popularidad entre las nuevas clases medias.
En muy raras ocasiones, los socialistas occidentales hicieron muy poco por organizar la
resistencia de los pueblos coloniales frente a sus dominadores hasta el momento en que surgió la
Internacional comunista.
En la esfera internacional, el socialismo fue hasta 1914 un movimiento de europeos e
inmigrantes blancos. El colonialismo era para ellos una cuestión marginal. Su análisis y su
definición de la nueva fase “imperialista” del K, que detectaron a finales de 1890, consideraba
correctamente la anexión y la explotación de colonias como un simple síntoma y una característica
de esa nueva fase. Eran pocos los socialistas que, como Lenin, centraban su atención en el material
inflamable de la periferia del K.
El análisis socialista del imperialismo que integraba el colonialismo en un concepto más
amplio de una “nueva fase” del K, era correcto en principio, aunque no necesariamente en los
detalles del modelo. Era un período en que las tarifas proteccionistas y la expansión eran la
exigencia que planteaban las clases dirigentes. Formaba parte de un proceso de alejamiento de un K
basado en la práctica privada y pública del laissez-faire, e implicaba la aparición de nuevos
oligopolios.
Todos los intentos de separar la explicación del imperialismo de los acontecimientos
específicos del K en las postrimerías del s XIX han de ser considerados como meros ejercicios
ideológicos.
Quedan todavía por responder las cuestiones sobre el impacto de la expansión occidental en
el resto del mundo y sobre el significado de los aspectos “imperialistas” del imperialismo para los
países metropolitanos.
Es más fácil considerar la primera de estas cuestiones que la segunda. El impacto económico
del imperialismo fue importante, pero lo más destacable es que resultó desigual por cuanto la
relación entre las metrópolis y sus colonias era asimétrica.
Cap. 12 “Hacia la revolución”.
I Solo en los países desarrollados desaparecieron las sombras de la gran depresión para
dejar paso a una gran expansión y prosperidad en el decenio de 1900. Allí los 15 años transcurridos

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entre 1899 y 1914 fueron la belle époque. Las sociedades y los regímenes parecían fácilmente
controlables.
Pero había extensas zonas del mundo donde la situación era muy diferente. En estas zonas
esos mismos años fueron un periodo de revolución posible, inminente o real. En algunos de ellos
(Imperio Otomano) 1914 no constituye una ruptura, ya que la PGM fue un episodio en una serie de
conflictos militares que ya habían comenzado antes. En otros (Rusia, Imperio Habsburgo) la PGM
fue la consecuencia de la imposibilidad de resolver los problemas del política interna. En un tercer
grupo de países (China, Irán, México) la guerra no tuvo ninguna importancia. Era la zona que Lenin
definió como “material combustible de la política mundial”. Y a partir del 17 quedo claro que los
países estables y prósperos de la sociedad burguesa occidental se verían inmersos en los
levantamientos revolucionarios globales que comenzaron en la periferia de ese mundo único e
interdependiente que esa sociedad había creado.
La centuria burguesa desestabilizo su periferia de dos formas: minando las viejas estructuras
de sus economías y el equilibrio de sus sociedades y destruyendo la viabilidad de sus regímenes e
instituciones políticas establecidas. Así según el parámetro de los estados-nación e imperio
burgueses occidentales esas estructuras políticas arcaicas eran obsoletas y condenadas a desaparecer
y fue su derrumbamiento lo que desencadeno las revoluciones de 1910-14, y en Europa la causa
inmediata de la inminente guerra mundial y de la Revolución Rusa. Los imperios que
desaparecieron eso años se contaban entre las fuerzas políticas más antiguas de la historia (China,
Persia, el Imperio Otomano). Este último estaba en retroceso desde el XVII, pero todavía seguía
siendo formidable con territorios en 3 continentes, además el sultán, su monarca absoluto, era
considerado por la mayoría de los musulmanes como su califa, la cabeza de su religión.
Los seis años que contemplaron la transformación de estos 3 imperios en monarquías
constitucionales o republicas según el modelo occidental marcan el final de una fase de la historia
del mundo.
Rusia y los Habsburgo, dos grandes imperios europeos multinacionales e inestables, que
estaban a punto de derrumbarse, no eran comparables ya que tanto en su condición de imperios
como en la de potencias eran recientes, además se hallaban situados en Europa, en la zona fronteriza
que separaba las áreas atrasadas de aquellas que habían alcanzado un desarrollo económico y desde
un principio se integraron parcialmente al mundo económicamente avanzado y como “grandes
potencias”. Ello explica las extraordinarias repercusiones de la Revolución Rusa y del hundimiento
del Imperio Austrohúngaro, en comparación con las repercusiones modestas de las revoluciones
china, mexicana y persa.
II Es improbable que sin la presión de la expansión imperialista hubiera estallado la
revolución en el antiguo imperio persa, ni tampoco en Marruecos donde el gobierno del sultán

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intento ampliar su territorio y establecer un control efectivo sobre el mundo anárquico de los clanes
beréberes.
Persia sufría la presión de Rusia y GB y en la política estaban ya presentes tres fuerzas de
cuya conjunción resultaría el estallido revolución de 1979: los intelectuales occidentalizados, los
comerciantes (muy conscientes de la competencia económica extranjera) y la colectividad del clero
musulmán (capaz de movilizar a las masas tradicionales). La alianza entre estos sectores demostró
su fuerza en 1890-92 y más tarde la guerra ruso-japonesa y la primera revolución rusa dieron a los
revolucionarios persas impulso y programa pero en la practica el acuerdo de 1907 entre GB y Rusia
para repartirse Persia dejaba pocas posibilidades a la política persa, así el primer periodo
revolucionario termino de facto en 1911 (aunque allí continuo vigente la constitución de 1907).
Marruecos situado en un lugar estratégico era una presa codiciada para Francia, GB,
Alemania, España y sumado a la debilidad de su monarquía lo hacía especialmente vulnerable a las
ambiciones extranjeras. Las crisis internacionales que surgieron como consecuencia de los
enfrentamientos entre los diferentes predadores (1906, 1911) tuvieron gran importancia en el
estallido de la PGM. Finalmente Francia y España se repartieron Marruecos y los intereses
internacionales británicos fueron tenidos en cuenta mediante el establecimiento del puerto de
Tánger.
III Las crisis internas de los imperios chino y otomano eran más antiguas y profundas.
En China los extranjeros habían creado enclaves extraterritoriales y ocupado la fuente
principal de las finanzas imperiales, la administración aduanera china. Rusia había penetrado en
Manchuria, los británicos ampliaron su colonia de Hong Kong y habían ocupado el Tíbet, Alemania
estableció bases en el norte de China, los franceses ejercían influencia en las proximidades de su
imperio indochino (arrebatado a China) e incluso los débiles portugueses obtuvieron la cesión de
Macao (1887). Así como en Marruecos esas rivalidades sobre el cuerpo decadente del imperio chino
contribuyeron al estallido de la PGM.
Tres grandes fuerzas de resistencia existían en China.
-La primera, el establishment imperial de la corte y los funcionarios confucianos que
reconocían que solo la modernización según el modelo occidental podía salvar a China (esta
reforma de los conservadores estaba condenada al fracaso, debilitada por la ignorancia técnica y
arruinada).
-La segunda, la antigua y poderosa tradición de rebelión popular y sociedades secretas
imbuidas de la ideología de oposición. La Revuelta de los Boxers de 1900 fue un movimiento de
masas, cuya vanguardia estaba formada por la agrupación Puños para la Justicia y la Concordia que
derivaba de la sociedad secreta budista Loto Blanco. Sin embargo el carácter de estas revueltas era

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xenófobo y antimoderno, estaban dirigidas contra los extranjeros, el cristianismo y la máquina.
Estas sociedades no podían ofrecer ni un programa ni una perspectiva clara.
-La tercera se daba en el sur donde los negocios y el comercio eran importantes y donde el
imperialismo extranjero había sentado bases para el desarrollo de cierta burguesía indígena. Solo
allí las sociedades secretas mostraron algún interés en un programa moderno para la renovación de
China. Allí se establecieron relaciones entre estas sociedades y el joven movimiento de
revolucionario republicanos entre los que surgía Sun Yat-sen como inspirador de la primera fase de
la revolución. Ambos compartían la oposición a la dinastía Manchu y el odio al imperialismo. Los
tres principios de Sun: el nacionalismo, el republicanismo y el socialismo agrario fueron formulados
en términos derivados de occidente.
Sin embargo las sociedades secretas no eran la base más adecuada para la creación de una
nueva China y los intelectuales occidentalizados de las zonas literales meridionales no eran todavía
lo bastante numerosos, influyentes y organizados para tomar el poder.
Finalmente el imperio cayó en 1911 como consecuencia de una revuelta que estallo en el sur
y centro del país y en la que se mezclaban elementos de rebelión militar, insurrección republicana,
la perdida de lealtad de la nobleza y la rebelión de las clases populares y de las sociedades secretas.
Pero en la práctica no fue sustituido por un nuevo régimen, sino por una serie de inestables y
cambiantes estructuras regionales deponer, bajo control militar (“señores de la guerra”). No
resurgiría un nuevo régimen nacional estable hasta 40 años depuse, hasta el triunfo del PC en 1949.
IV El imperio otomano había comenzado a desintegrarse hacia tiempo pero seguía siendo
una fuerza militar poderosa como para causar dificultades a los ejércitos de las grandes potencias.
Desde fines del XVII sus fronteras septentrionales habían retrocedido a la península balcánica y
Transcaucásica como consecuencia del avance de los imperios ruso y Austrohúngaro. La mayor
parte de las regiones más remotas del imperio (norte de África y Oriente medio) comenzaron a
pasar a manos de los imperialistas británicos y franceses. Así para 1914 Turquía había desaparecido
casi por completo de Europa, eliminada totalmente de África y solo conservaba un débil imperio en
el Oriente medio, donde su presencia no duro más allá de la PGM.
Pero a diferencia de Persia y China, Turquía contaba con una alternativa potencial inmediata
al imperio que se derrumbaba: un núcleo importante de población turca musulmana, desde el punto
de vista étnico y lingüístico, en el Asia menor, que podía constituir la base de un estado-nación
según el modelo occidental decimonónico.
Los tibios intentos del imperio por modernizarse (1870) habían fracasado. El Comité para la
Unión y el Progreso, más conocido como los Jóvenes Turcos que ocupo el poder en 1908 aspiraba a
establecer un patriotismo otomano que se situara por encima de las divisiones étnicas, lingüísticas y
religiosas, sobre la base de las verdades seculares de la ilustración francesa. Finalmente la

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revolución turca fracaso y la modernización pasó de un marco liberal-parlamentario a otro militar-
dictatorial y de la esperanza de una lealtad política secular-imperial a la realidad de un nacionalismo
turco, y a partir de 1915 Turquía optaría por un nación étnicamente homogénea, que implicaba la
asimilación forzosa de los grupos griegos, armenios, kurdos y otros que no fueron expulsados en
masa o masacrados.
Así a diferencia de Peris y China, Turquía no solo liquido un viejo régimen sino que
construyo uno nuevo. La revolución turca dio inicio al primero de los regímenes modernizadores
del 3M: defensor del progreso y la ilustración frente a la tradición, del desarrollo y de una especie
de populismo no perturbado por el debate liberal. En ausencia de una clase media revolucionaria el
protagonismo correspondería los intelectuales y especialmente a los militares. Pero la debilidad de
la revolución turca, muy notable en sus logros económicos, residía en la incapacidad para
imponerse sobre la gran masa de la población rural y para cambiar la estructura de la sociedad
agraria. Sin embargo las implicaciones históricas de esta revolución fueron de gran trascendencia.
V En 1910 estallo la Revolución Mexicana, pero a pesar de que este era un gran
levantamiento social, el primero de su clase en un país agrario del Tercer Mundo, el proceso
mexicano se vería también eclipsado por los acontecimientos ocurridos en Rusia.
Sin embargo la Revolución Mexicana es de gran importancia porque surgió directamente de
las contracciones existentes en el seno del mundo imperialista y porque fue la primera de las
grandes revoluciones ocurrida en el mundo colonial y dependiente en la que a masa de los
trabajadores desempeño un papel protagónico.
En cuanto al imperio británico no precia existir una amenaza inmediata en ningún lugar
(salvo los conflictos en Irlanda y Sudáfrica). No obstante, un auténtico movimiento de liberación
colonial estaba surgiendo en la más antigua y en la más reciente de sus colonias.
En Egipto su máximo dirigente, el jedive, y la clase dirigente local formada por grandes
terratenientes, cuya economía se había integrado en el mercado mundial, aceptaban la
administración británica de mala gana. El control británico seguía siendo firme (se mantendría hasta
1952), pero la impopularidad del control directo era tal, que tuvo que ser abandonada depuse de la
guerra (1922), siendo sustituido por una forma menos directa de administración. Así la
semiindependencia irlandesa (21) y la semiatonomia egipcia (22) constituyeron el primer retroceso
parcial del imperialismo.
En La India la influyente burguesía (comercial, financiera, industrial y profesional) y un
importante cuadro de funcionarios cultos que administraban para el GB rechazaban cada vez con
mayor fuerza la explotación económica, la impotencia política y la inferioridad social. Allí había
tomado forma un movimiento autonomista cuya principal organización, el Congreso Nacional
Indio, fundado en 1885, que se convertirla en el partido de liberación nacional, reflejaba el

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descontento de la clase media y el intento de unos administradores británicos inteligentes de
desarmar la agitaron escuchando las protestas moderadas. Sin embargo, en los comienzos del XX,
el Congreso comenzó a liberarse de la tutela británica, aunque el Congreso seguía siendo una
organización elitista.
Por otro lado los emigrantes indios de Sudáfrica habían comenzado a organizarse contra el
racismo y el principal portavoz de su exitoso movimiento de resistencia pasiva era Gandhi. El creo
en la política del tercer mundo la figura extraordinariamente poderosa del político moderno como
un santo. Al mismo tiempo una versión más radical de la política de liberación aprecia en bengala y
su poderosa clase media.
Frente a ello mientras que el control británico sobre la India seguía siendo firme, los
administradores inteligentes consideraban que era inevitable una serie de concesiones que
desembocaran en la autonomía.
Donde el imperialismo resultaba más vulnerable era donde imperaba el imperialismo
informal más que el formal. México era un país dependiente económica y políticamente de su gran
vecino, peor técnicamente era un país independiente que tomaba sus propias decisiones políticas.
Era un estado como Persia más que una colonia como la India. Sus clases dirigentes no tenían
inconvenientes en integrarse en el mercado mundial y en el mundo del progreso y la ciencia. El gran
obstáculo para la modernización era la gran masa de población rural, inmóvil e inamovible, negra o
india, sumergida en la ignorancia, la tradición y la superstición.
Finalmente la modernización mexicana dejo atrás los sueños biológicos y se concentró en el
beneficio, la ciencia y el progreso, a través de las inversiones extranjeras y la filosofía de Comte.
Este proyecto se concretó con el gobierno de Porfirio Díaz, y el desarrollo económico
extraordinario durante su presidencia.
Pero los intentos de Díaz por mantear la independencia de su país enfrentando a los
europeos con el capital yanqui le acarrearon gran impopularidad al norte de la frontera. Así los
revolucionarios mexicanos contaron con el apoyo yanqui y además Díaz era más vulnerable porque
tras conquistar el poder como jefe militar había permitido que el ejército se atrofiara, ya que se
consideraba que los golpes militares eran un peligro mayor que las insurrecciones populares. Así se
enfrentó con una gran revolución popular armada que su ejército no pudo sofocar.
El régimen favoreciendo a terratenientes y hacendados privo de tierras a las aldeas del centro
y sur del país, estas se convertirían en el núcleo central de la revolución agraria que encontró su
líder en Emiliano Zapata. La segunda zona rebelde se hallaba en el norte, transformado rápidamente
en una región fronteriza dinámica económicamente y que vivía enana especie de simbiosis
dependiente con las zonas próximas de USA. Finalmente había también grupos de hacendados,

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poderosos y ricos como los Madero que luchaban por el control de sus estados con el gobierno
central o con sus aliados entre los hacendados locales.
Muchos de los grupos potencialmente disidentes se beneficiaron de las masivas inversiones
extranjeras y del desarrollo económico que se produjo en el gobierno de Porfirio. Pero lo que los
convirtió en disidentes fue la cada vez mayor integración de la economía mexicana en al economía
mundial. La crisis de la economía norteamericana de 1907-08 tuvo efectos desastrosos en México,
de forma directa en el hundimiento del mercado mexicano y en las dificultades financieras de las
empresas, de forma indirecta en el regreso masivo de un ejército de trabajadores mexicanos.
Coincidían así la depresión económica cíclica y la perdida de las cosechas con la elevación de los
precios de los alimentos por encima de las posibilidades de los pobres.
En estas circunstancias la campaña electoral se transformó en un auténtico terremoto. Díaz
gano fácilmente las elecciones, pero la habitual insurrección del candidato perdedor, Madero, se
convirtió en una rebelión política social en las regiones fronterizas del norte y en la zona campesina
del centro, que no pudo ser controlada. Díaz cayó y ocupo el poder Madero, que no tardó en ser
asesinado. Zapata distribuyo tierras entre los campesinos, Vila expropio haciendas en el norte y
hasta la década del 30’ no se apreciaría con claridad el modelo que seguiría el México
posrevolucionario.
VI Ciertos historiadores afirmaban que Rusia, que tal vez fue la economía que
experimentaba un desarrollo más rápido en los últimos años del XX, habría continuado progresando
hasta convertirse en una floreciente sociedad liberal se ese progreso no se hubiera visto
ininterrumpido por una revolución que podía haberse evitado de no haber estallado la PGM (quien
se les ocurre?). Pero ningún pronóstico hubiera sorprendido más a sus contemporáneos. Si había un
estado en el que se creía que la revolución era no solo deseable sino inevitable, ese era el imperio de
los zares. Gigantesco, torpe e ineficaz, atrasado económica y tecnológicamente, con 80% de
población campesina y 1% de nobles hereditarios y una autocracia burocratizada. Todo ello hacia
que la revolución fuera el único método para cambiar la política del estado, y prácticamente todo el
mundo, desde los que en occidente habrían sido considerados como conservadores moderados hasta
la extrema izquierda, estaba obligado a ser revolucionario. La única cuestión era decidir qué tipo de
revolucionario.
Desde la guerra de Crimen (1854-56) los gobiernos del zar se imponían la modernización.
En el 61 se abolió la servidumbre pero esto no dio por resultado la aparición de un campesinado
satisfecho, ni la modernización de la agricultura. No obstante la roturación de importantes zonas del
país para la producción cerealista destinada a la exportación convirtió a Rusia en uno de los más
importantes productores de cereales del mundo. La cosecha neta se incrementó un 160% entre los
primeros años de la década del 60 y los inicios de la década de 1900, y las exportaciones se

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multiplicaron, pero a costa de incrementar la dependencia de los campesinos rusos del mercado
mundial de precios, precios que en el caso del trigo descendieron casi un 50% durante la depresión
agrícola mundial.
Entre los campesinos crecía el descontento, agudizado por la pobreza, el hambre de tierra,
los elevados impuestos y los bajos precios de los cereales y contaban con formas importantes de
organización potencial a través de las comunidades aldeanas colectivas, cuya posición como
instituciones reconocidas oficialmente se había visto reforzada por la liberación de los siervos y se
había fortalecido aún más en el decenio de 1880 cuando algunos burócratas consideraron que era un
bastión de la lealtad tradicional. Otros, en cambio, desde la posición opuesta del liberalismo
económico instaban a una rápida desaparición para convertir sus tierras en propiedad privada.
Entre los revolucionarios de daba un debate similar. Los narodniks o populistas
consideraban que una comuna campesina revolucionaria podía ser la base de la transformación
directa de Rusia, sin la necesidad de conocer los horrores del desarrollo capitalista, en cambio los
marxistas rusos creían que eso ya no era posible porque la comuna estaba escindiéndose en una
burguesía y un proletariado rural, hostiles entre sí. Además ellos habían depositado su fe en la clase
obrera.
Es verdad que la comuna se estaba desintegrando en las regiones más comerciales del sur,
pero más lentamente de lo que pensaban los marxistas, en el norte y centro aún conservaba su
fuerza. La lucha de clase en las aldeas aún no había avanzado lo suficiente como para impedir la
aparición de un movimiento campesino masivo de todos los campesinos, ricos y pobres, contra la
nobleza y el estado.
El mundo rural aportaba los ingresos más importantes de Rusia en concepto de impuestos y
los impuestos elevados, junto con un alto arancel y la importación masiva de capitales eran
fundamentales para realizar el proyecto de incrementar el poder de la Rusia zarista mediante la
modernización económica. Los resultados obtenidos de la mezcla de capi privado y estatal fueron
espectaculares. Entre 1890 y 1904 la línea férrea triplico su extensión mientras que la producción de
carbón, hierro y acero se duplico. Pero la otra cara de esto era que Rusia se encontraba un
proletariado industrial en rápido crecimiento, concentrado en unas fábricas desusadamente grandes
reunidas en unos pocos centros, y en consecuencia con el inicio del movimiento obrero que estaba
comprometido con la revolución social.
Otra consecuencia de la rápida industrialización fue su desarrollo desproporcionado en una
serie de regiones de las márgenes occidental y meridional del imperio como en Polonia, Ucrania y
Azerbaiyán. Las tensiones nacionales y sociales se agudizaron desde el momento en que el zarismo
intento reforzar su control político mediante una política sistemática de rusificación educativa a
partir de 1880.

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Así la inteligencia y los europeos liberales desde 1870 se acostumbraron a la idea de una
revolución inminente tanto porque el zarismo mostraba signos de debilidad interna y externa como
por la aparición de un importante movimiento revolucionario, alimentado por la inteligencia (hijos
de nobles, clase media, un sector importante de judíos).
Los miembros de la primera generación de revolucionarios era narodnikis que trataban de
atraerse al campesinado que no les prestaba la menor atención. Más éxito tuvieron en sus
actividades terroristas, y aunque este no consiguió debilitar al zarismo sirvió para dar al movimiento
revolucionario ruso un perfil internacional. Los narodnikis fueron destruidos y dispersados después
de 1881, aunque más tarde revivieron en forma del partido Socialrevolucionario en los primeros
años de 1900. Pero en Rusia incluso aquellos que en otras circunstancias habrían sido liberales eran
marxistas antes de 1900, ello por la imposibilidad de aplicar soluciones liberales occidentales.
Los movimientos revolucionarios que se desarrollaron sobre las ruinas del populismo eran
marxistas, aunque hasta los últimos años de la década de 1890 no se organizaron en un partido
socialdemócrata o en un complejo de organizaciones rivales. Más tarde los bolcheviques no eran
más que una de las tendencias de la socialdemocracia rusa y no se organizaron en un partido
independiente hasta 1912, cuando se convirtieron en la fuerza mayoritaria de la clase obrera
organizada. Pese a esto para los extranjeros o para los mismos trabajadores las distinciones entre las
diferentes tendencias socialistas eran incomprensibles o secundarias, pues todos eran merecedores
de apoyo como enemigos del zarismo. La principal diferencia entre los bolcheviques y los demás
grupos era que los camaradas de Lenin estaban mejor organizados y eran más eficaces y fiables.
Por otro lado el zarismo alentó al antisemitismo con numerosos progroms. Así los judíos
cada vez pero tratados y más discriminados se integraron progresivamente al movimiento
revolucionario. En respuesta al peligro socialista el régimen trato de utilizar como arma la
legislación laboral y durante un breve periodo organizo, en el primer decenio de 1900, sindicatos
bajo el auspicio de la policía. Fue la masacre de una manifestación, dirigida desde esos ambientes,
el hecho que desencadeno la revolución de 1905. No obstante a partir de 1900 era evidente la
creciente inquietud social, las rebeliones campesinas, casi inexistentes durante mucho tiempo
comenzaron a revivir a partir de 1902, al tiempo que los obreros organizaban huelgas generales (02-
02).
En esos años Rusia se enfrentó a la expansión japonesa en el Lejano oriente (ambas
expansiones realizadas a expensas de China). Y la guerra ruso-japonesa constituyó un desastre que
subrayo la debilidad zarista. El zar consciente de que subía la marea revolucionaria acelero las
negociaciones de paz. La revolución estallo en enero de 1905 antes de que hubieran concluido.
Lenin definió la revolución de 1905 como una revolución burguesa realizada con medios
proletarios. Estos fueron las huelgas masivas de capital y las ciudades industriales que forzaron al

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gobierno a iniciar la retirada y ejercieron la presión que condujo a la concesión de una especie de
Constitución el 17 de octubre. Además fueron los obreros quienes con la experiencia acumulada en
las aldeas constituyeron consejos (soviets en ruso) entre los cuales el de San Petersburgo actuó
como parlamento de los trabajadores y durante un breve periodo como a autoridad más eficaz de la
capital. En este contexto fueron cruciales también las revueltas campesinas.
Nadie puso en duda el carácter burgués de la revolución. Las clases medias apoyaron
abrumadoramente la revolución y los estudiantes se movilizaron masivamente, y liberales y
marxistas aceptaron unánimemente que si la revolución triunfaba solo podía desembocar en el
establecimiento de un sistema parlamentario burgués de corte occidental con libertades civiles y
políticas. Existía un consenso de que la construcción del socialismo no figuraba en la agenda
revolucionaria de proyectos inmediatos. Rusia no estaba ni económica ni políticamente preparada
para el socialismo.
Sin embargo Lenin veía, al igual que las autoridades zaristas, que la burguesía en Rusia era
demasiado débil, numérica y políticamente como para arrebatar el poder al zarismo, de la misma
forma que la empresa capi privada era demasiado débil para poder modernizar el país sin la
intervención extranjera y la iniciativa del estado. Incluso cuando la revolución estaba en su punto
álgido las autoridades solo hicieron concesiones modestas (un parlamento elegido de forma
indirecta (Duma) con poderes limitados. Así luego del 05 no se produjo el retorno a la autocracia,
pero en la práctica se restableció el zarismo
Pero el 05 demostró que el zarismo podía ser derrocado. Y frente a ello la novedad de la
posición de Lenin (a diferencia de los mencheviques) era que reconocía que dada la debilidad de la
burguesía la revolución burguesa tenía que realizarse sin la burguesía. Seria protagonizada por la
clase obrera, organizada y dirigida por un partido vanguardista de revolucionarios profesionales,
que se basaría en el apoyo del campesinado hambriento de tierra. Esa fue la posición de Lenin hasta
el 17, en ese momento rechazaba la idea de revolución permanente.
Para los años anteriores a 1914 Rusia inicio un nuevo proceso de industrialización masiva
por lo que el proletariado se desarrolló aún más. Y a partir de 1912 se dejó sentir una nueva marea
de insurrección proletaria.
La reacción del gobierno del zar ante los suceso del 05, bajo la dirección del ministro
Stolypin fue crear un campesinado conservador, al tiempo que incrementaba la productividad
agrícola iniciando decididamente una política similar a los “cercamiento” británicos. La comuna
campesina seria dividida en parcelas privada para beneficio de una clase de grandes campesinos de
mentalidad comercial, los kulaks. Esta reforma pudo haber prosperado a largo plazo, pero solo se
implementó en algunas provincias y en 1911 Stolypin fue cesado del gobierno y luego asesinado.

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Lo indudable es que la derrota del 05 no tuvo por resultado la aparición de una potencial
alternativa burguesa al zarismo. El estallido de la guerra sirvió para aglutinar el fervor político y
social. En 1914 la revolución ya había sacudido a todos los antiguos imperios desde Alemania hasta
China.
De todas las revoluciones la Revolución Rusa seria la que tendría una repercusión
internacional más importante. Rusia era una gran potencia, una de las 5 piedras angulares del
sistema internacional cuyo centro era Europa y el país más extenso, más poblado y con mayores
recursos. Una revolución social en ese estado produciría importantes consecuencias a escala global.
Las repercusiones de la Revolución Rusa serían incluso más amplias que la de la Revolución
Francesa y el hecho crucial era que Rusia formaba parte de los mundos de los conquistadores y las
victimas, de los avanzados y los atrasados, dio a su revolución una enorme resonancia en ambos.
Rusia era al mismo tiempo un gran país industrial y una economía agoraría. La Rusia zarista
ejemplificaba todas las contradicciones del mundo en la era imperialista.
 ARENDT, Hannah. Los orígenes del totalitarismo. Segunda Parte El Imperialismo.
Madrid, Alianza, 1982.
Prólogo a la segunda parte: imperialismo.
El imperialismo, que surgió del colonialismo y tuvo su origen en la incompatibilidad del
sistema de N-E con el desarrollo económico e industrial del último tercio del S XIX comenzó su
política de la expansión por la expansión no antes de 1884, y esta nueva versión de la política de
poder era tan diferente de las conquistas nacionales en las guerras fronterizas como del estilo
romano de construcción imperial.
El hecho de que los británicos liquidaran voluntariamente su dominación colonial sigue
siendo uno de los acontecimientos más trascendentales de la historia del S XX. De esa liquidación
resultó la imposibilidad de que ninguna N europea pudiera seguir con sus posesiones ultramarinas.
El proceso de construcción nacional en zonas atrasadas, donde la ausencia de todos lo
prerrequisitos para la independencia nacional corresponde a un chauvinismo creciente y estéril ha
determinado unos enorme vacíos de poder en los que la competición entre las superpotencias
resulta tanto más fiera cuanto que parece desechado con el desarrollo de las armas nucleares el
enfrentamiento directo de sus medios de violencia como último recurso para resolver todos los
conflictos.
Nada es tan característico de la política de poder en la era imperialista como este paso de
objetivos de interés nacional localizados, limitados y por eso predecibles, a la ilimitada prosecución
del poder por el poder que podía extenderse por todo el globo y devastarlo sin un seguro objetivo
nacional y territorialmente prescrito y por eso sin dirección previsible.

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Las políticas imperialistas han sido las que determinaron la decadencia de Europa y
parecen haberse cumplido ya las profecías de los políticos e historiadores que afirmaron que los dos
gigantes que flanqueaban a las naciones europeas por el Este y por el Oeste acabarían por surgir
como herederos de su poder. Nadie justifica la expansión ya mediante la misión del hombre blanco
por una parte, y una ensanchada conciencia tribal a unir pueblos de similar origen étnico por otra;
en vez de eso, se oye hablar de compromisos con E clientes, de las responsabilidades del poder y de
la solidaridad con los movimientos revolucionarios de liberación nacional. La misma palabra
expansión ha desaparecido de nuestro vocabulario político.
Por otra parte el móvil del beneficio ha desaparecido por completo, solo los países muy ricos
y muy poderosos pueden permitirse soportar las grandes pérdidas que supone el imperialismo
Cualesquiera que sean las causas de ascensión americana al poder mundial, la deliberada
prosecución exterior encaminada a ese poder o una aspiración al dominio global no figuran entre
ellas. El enorme foso entre los países occidentales y el resto del mundo no solo y no primariamente
en riquezas, sino en educación, dominio técnico y competencia en general, ha atormentado las
relaciones internacionales desde el comienzo incluso de una genuina política mundial.
Por lo que se refiere a las posibilidades del imperialismo, esta situación las consolida
temiblemente por la sencilla razón de que nunca han importado menos las puras cifras.
Este libro se refiere solamente al imperialismo colonial estrictamente europeo, cuyo final
sobrevino con la liquidación de la dominación británica en la India. Narra la historia de la
desintegración de los N-E que demostró contener casi todos los elementos necesarios para la
subsiguiente aparición de los movimientos y gobiernos totalitarios, antes de la era imperialista no
existía nada que fuera una política mundial y sin ella caria de sentido la reivindicación totalitaria de
dominación global.
Cap. 5 “La emancipación política de la burguesía”.
Las tres décadas que median entre 1884 y 1914 separan al siglo XIX, que acabó con la
apropiación por África y el nacimiento de los panmovimientos, del S XX que comenzó por la
primera guerra mundial. Pero por cercano que nos resulte este pasado, somos perfectamente
conscientes de que nuestra experiencia de los campos de concentración y de las fábricas de la
muerte resulta tan alejada de su atmósfera general como lo está de cualquier otro período de la
historia occidental.
La burguesía se había desarrollado dentro de y junto con la N- E que casi por definición
gobernaba sobre y más allá de una sociedad dividida en clases. Incluso cuando la burguesía estaba
ya establecida como clase dominante, dejaba al E las decisiones políticas. La burguesía logró
destruir a la N- E pero obtuvo una victoria pírrica; el populacho se reveló completamente capaz de
cuidar de la política por sí mismo y liquidó a la burguesía junto con las demás clases e instituciones.

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La expansión y la N- E.
La moderación y la confusión eran los únicos premios a la firme oposición de cualquier
político a la expansión imperialista. La nación- estado, basada en el activo asentimiento a su
Gobierno de una población homogénea carecía de semejante principio unificador y, en caso de
conquista, tenía que asimilar más que integrar, imponer el asentimiento que la justicia, es decir,
degenerar en tiranía. Robespierre se había mostrado ya consciente de esto cuando exclamó:
perrisent les colonies si elles nous en countent l´honneur, la liberté.
La expansión como el objetivo permanente y supremo de la política es la idea política
central del imperialismo (que a su vez no es solamente político sino comercial). Así, en la esfera
económica, la expansión era un concepto adecuado porque el desarrollo industrial era una realidad
actuante, la expansión significaba el aumento de producción de bienes para ser consumidos y
utilizados.
El imperialismo nació cuando la clase dominante en la producción K se alzó contra las
limitaciones nacionales a su expansión económica. Con el slogan “la expansión por la expansión” la
burguesía trató de, y en parte logró convencer a sus gobiernos nacionales de que tomaran el sendero
de la política mundial, hecho que hizo que varias naciones iniciaran su expansión al mismo tiempo.
En contraste con la estructura económica, la estructura política no puede ser entendida
indefinidamente, porque no está basada en la productividad del hombre, que es, desde luego,
ilimitada. De todas las formas de gobiernos y organizaciones del pueblo, la N- E es la menos
adecuada para el crecimiento ilimitado, porque el genuino asentimiento que constituye su base no
puede ser extendido indefinidamente y solo rara vez, y con dificultad, se obtiene de pueblos
conquistados. La nación concebía su ley como fruto de una singular sustancia nacional que no era
válida más allá de su propio pueblo y de las fronteras de su propio territorio.
Allí donde la N- E apareció como conquistara despertó la conciencia nacional y un deseo de
soberanía entre los pueblos conquistados, derrotando por eso todos los propósitos genuinos de
construir un imperio.
La estructura nacional de GB había hecho imposibles la asimilación rápida y la
incorporación de los pueblos conquistados; la Comenwealth británica nunca fue una Comunidad de
Naciones, sino la heredera de Reino Unido, una nación dispersa por todo el mundo. La dispersión y
la colonización no extendían sino que trasplantaban la estructura política con el resultado de que los
miembros del nuevo cuerpo federado permanecían estrechamente unidos a su común madre Patria
por profundas razones de un pasado común y una ley común. La nación británica demostró ser
adepta no al arte romano de construcción de imperios, sino seguidora del modelo griego de
colonización.

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La contradicción interna entre el cuerpo político de la nación y la conquista como medio
político resulta obvio desde el fracaso del sueño napoleónico. A esta experiencia se debe y no a
consideraciones humanitarias el que la conquista haya sido desde entonces condenada oficialmente
y haya desempeñado un papel de escasa importancia en los reajustes fronterizos.
Los franceses en contraste con los británicos y las demás naciones de Europa, trataron en
época reciente de combinar el derecho con el imperio, y de construir un imperio antiguo en el
sentido romano. Los ingleses intentaron escapar de lo peligroso de construir un imperio, dejando a
los pueblos conquistados entregados a sus propios medios por lo que a cultura, religión y leyes se
refería, manteniéndose distantes y absteniéndose de extender la ley y cultura británica
Pero el imperialismo no es la construcción de un imperio y la expansión no es conquista.
Los conquistadores británicos, los antiguos “violadores de la ley en la India” tenían poco en común
con los exportadores del dinero británico o con los administradores de los pueblos indios.
Es característico del imperialismo que las instituciones nacionales permanezcan separadas
de la administración colonial, aunque permite a aquellas ejercer un control de estas.
La única grandeza del imperialismo descansa en la batalla perdida que contra él libró la
nación. La tragedia de esta oposición a media no consistió en que los empresarios imperialistas
pudieran comprar a muchos representantes nacionales; peor que la corrupción fue el hecho de que
los incorruptibles se hallaron convencidos de que el imperialismo era la única forma de realizar una
política mundial. Como las estaciones marítimas y el acceso a las materias primas eran realmente
necesarias para todas las naciones, llegaron a creer que la anexión y la expansión obraban a favor de
la salvación de la nación. Sin desearlo, a veces incluso sin saberlo, no solo se tornaron cómplices de
la política imperialista sino que fueron los primeros en ser censurados y acusados por su
imperialismo.
La conciencia de la nación, representada por un Parlamento y por una prensa libre,
funcionaba y se granjeó las iras de los administradores coloniales en todos los países europeos con
posesiones coloniales, tanto si se trataba de Inglaterra como de Francia, Bélgica, Alemania u
Holanda. En todas partes los administradores imperialistas sentían que el control de la nación
constituía una carga insoportable y una amenaza a su dominación. Y los imperialistas tenían todo la
razón, conocían las condiciones de la dominación moderna sobre pueblos sometidos mejor que
aquellos que, por una parte, protestaban contra el gobierno por decreto y la burocracia arbitraria y
por otra esperaban retener siempre sus posesiones para mayor gloria de la nación. Los imperialistas
sabían mejor que los nacionalistas que el cuerpo político de la nación no es capaz de construir un
imperio.

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El poder y la burguesía
Lo que los imperialistas realmente deseaban era la expansión del poder político sin la
fundación del cuerpo político.
Los pioneros de este desarrollo preimperialistas fueron aquellos financieros judíos que
habían ganado su riqueza fuera del sistema K y a los que las N- E en crecimiento habían necesitado
para la obtención de empréstitos con garantía internacional.
Tan pronto como se hizo patente que la exportación de dinero tendría que ser seguida por la
exportación de poder gubernamental, la posición de los financieros en general y la de los
financieros judíos en particular, resultó considerablemente debilitada y la dirección de las
transacciones y de las empresas comerciales imperialistas pasó gradualmente a manos de la
burguesía nativa.
El E extendió su poder porque, teniendo que elegir entre pérdidas mayores que las que
cualquier cuerpo económico de cualquier país podía soportar y mayores ganancias que las que
cualquier pueblo abandonado a sus propios medios se hubiera atrevido a soñar, solo podía escoger
el último camino.
La primera consecuencia de la exportación de poder fue el hecho de que los instrumentos de
la violencia del E, la policía y el ejército, que en el marco de la N existían junto a otras instituciones
eran controladas por éstas, quedaron separados de este cuerpo y promovidos a la posición de
representantes nacionales en países incivilizados o débiles.
Las inversiones exteriores, la exportación de K, que había comenzado como una medida de
emergencia se tornó característica permanente de todos los sistemas económicos tan pronto como
fueron protegidas por la exportación de poder. El concepto imperialista de la expansión, según el
cual la expansión es un fin en sí mismo y no un medio temporal, hizo su aparición en el
pensamiento político cuando resultó obvio que una de las más importantes funciones permanentes
de la N- E sería la expansión del poder. Los administradores de la violencia empleados por el E
pronto tomaron una nueva clase dentro de las naciones y, aunque su campo de actividad se hallaba
muy alejado de la madre Patria, disfrutaron de una considerable influencia en el cuerpo político de
ésta. Cómo no eran más que funcionaron de la violencia solo podían pensar en términos de política
de poder. Fueron los primeros que, como clase y anclados en su experiencia cotidiana, afirmaron
que el poder es la esencia de cada estructura política.
La violencia fue siempre la última ratio de la acción política y el poder ha sido siempre la
expresión visible de la dominación y del gobierno. Porque el poder entregado a si mismo solo puede
lograr más poder y la violencia administrada en beneficio del poder (y no de la ley) se convierte en
un principio destructivo que no se detendrá hasta que no quede nada que violar.

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El concepto de expansión ilimitada, que solo puede colmar la esperanza de ilimitada
acumulación del K y que produce la acumulación del poder sin otros fines hizo casi imposible la
fundación de nuevos cuerpos políticos, tal como hasta la era del imperialismo había sido siempre
resultado de la conquista.
El poder se convierte en la esencia de la acción política y en el centro del pensamiento
político cuando es separado de la comunidad política a la que debería servir. La burguesía durante
largo tiempo excluida del Gobierno por la N- E y por su propia falta de interés por los asuntos
públicos, fue políticamente emancipada por el imperialismo.
El imperialismo debe ser considerado como primera fase de la dominación política de la
burguesía más que como última fase del K.
Cuando, en la era del imperialismo, los hombres de negocios se convirtieron en políticos y
fueron aclamados como hombres de E, mientras que a los hombres de E solo se les tomaba en serio
si hablaban el lenguaje de los empresarios con éxito y si pensaban en continentes, estas prácticas y
estos medios particulares fueron transformados gradualmente en normas y principios para la gestión
de los asuntos públicos.
Según Hobbes el poder es el control acumulado que permite al individuo fijar precios y
regular la oferta y demanda en tal forma que contribuyan a su propia ventaja. El individuo
considerará su ventaja en completo aislamiento, desde el punto de vista de una minoría absoluta.
Por eso, si el hombre es impulsado por sus intereses individuales, el deseo de poder debe ser su
pasión fundamental.
Hobbes señala también que en la lucha por el poder todos los hombres son iguales, porque la
igualdad de los hombres está basada en el hecho de que cada uno tiene por naturaleza poder
suficiente para matar a otro. La razón del E es la necesidad de obtener alguna seguridad para el
individuo, que se siente amenazado por todos sus semejantes.
La Comunidad está basada en la delegación de poder y no en la de derechos. Adquiere
monopolio del homicidio y proporciona a cambio una garantía condicional contra el ser víctima de
un homicidio. Respecto de la ley de E (el poder acumulado de la sociedad y monopolizado por el E)
no cabe la absoluta obediencia, el ciego conformismo de la sociedad burguesa.
Privado de todos los derechos políticos el individuo a quien la vida pública y oficial se
presenta con una apariencia de necesidad, adquiere un nuevo y crecido interés en su vida privada y
en su destino personal.
Según las normas burguesas, aquellos que son completamente desafortunados y los que
quedan derrotados son automáticamente eliminados de la competición, que es la vida de la
sociedad. La buena fortuna es identificada con el honor y la mala suerte con la ignominia.
Atribuyendo sus derechos políticos al E, el individuo también delega en éste sus responsabilidades

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sociales: pide al E que le libre de la carga de cuidar de los pobres precisamente cuando él solicita
protección contra los delincuentes.
Como el poder es esencialmente solo un medio para un fin, una comunidad basada en el
poder debe de caer en la tranquilidad del orden y la estabilidad; su completa seguridad revela que
está construida sobre arena.
El proceso ilimitado de acumulación de K necesita la estructura política de un “poder tan
ilimitado” que pueda proteger a la propiedad creciente, tornándose cada vez más poderoso. Este
proceso de inacabable acumulación de poder necesario para la protección de una inacabable
acumulación de K determinó la ideología progresista de finales del S XIX y anticipó la aparición
del imperialismo. Lo que hizo al progreso irresistible no fue la ingenua ilusión de un ilimitado
crecimiento de la propiedad sino el advertir que la acumulación de poder era la única garantía para
la estabilidad de las llamadas leyes económicas. La noción de progreso del S XVIII, tal como fue
concebida en la Francia prerrevolucionaria, consideraba que del pasado era un medio de dominar el
presente y controlar el futuro; el progreso culminaba con la emancipación del hombre.
En la época imperialista una filosofía del poder se convirtió en la filosofía de la elite, que
rápidamente descubrió y estaba dispuesta a reconocer que la sed del poder solo podía apagarse
mediante la destrucción (esta fue la causa esencial de su nihilismo que sustituyó la superstición del
progreso con la superstición igualmente vulgar de la rutina).
La propiedad por sí misma, sin embargo, está sujeta al uso y al consumo y por eso
disminuye constantemente. La forma más radical de posesión y la única segura es la destrucción,
porque solo lo que hemos destruido es segura y perpetuamente nuestro. La finitud de la vida
personal es un reto tan serio a la propiedad en calidad de base de la sociedad como los límites del
globo son un reto a la expansión en calidad de base del cuerpo político.
La vida pública adopta el engañoso aspecto de un total de intereses privados como si estos
intereses pudieran crear una nueva calidad mediante su simple adición; todos los llamados
conceptos liberales de la política tienen esto en común. Los conceptos liberales son solo un
compromiso temporal entre las antiguas normas de la cultura occidental y la fe de la nueva clase en
la propiedad como principio dinámico autopropulsor. Las antiguas normas ceden en el grado en el
que la riqueza automáticamente creciente sustituye a la acción política.
Hobbes fue el verdadero filósofo de la burguesía, aunque no llegara a ser nunca
completamente reconocido como tal, porque comprendió que la adquisición de riqueza concebida
como un proceso inacabable solo puede ser garantizada por la consecución del poder político,
porque el proceso acumulante más pronto o después debe forzar todos los límites del poder político.

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La Alianza entre el populacho y el K.
Tal como fueron las cosas, el imperialismo esfumó todos los males y produjo ese falso
sentimiento de seguridad, tan universal en la Europa de la preguerra.
La riqueza, tremendamente aumentada, lograda por la producción K bajo un sistema social
basado en la mala distribución, había determinado un “exceso de ahorro”, es decir, la acumulación
de K que estaba condenado a la ociosidad dentro de la existente capacidad nacional para la
producción y el consumo. Las crisis y las depresiones subsiguientes en las décadas precedentes a la
era del imperialismo habían impreso en los K la idea de que todo el sistema económico de
producción dependía de una oferta y de una demanda que, a partir de entonces, debía proceder “del
exterior de la sociedad K”.
Así, la primera reacción ante el saturado mercado interior, la falta de materias primas y las
crecientes crisis, fue la exportación de K. Pero ni la exportación de dinero ni las inversiones en el
exterior como tales no son imperialismo ni conducen necesariamente a la expansión como un medio
político.
La expansión, por eso, no fue solo un escape para el K superfluo, lo que era mucho más
importante es que protegía a sus propietarios contra la amenazante perspectiva de permanecer
superfluos y parásitos y revitalizó su concepto de propiedad en una época en donde la riqueza no
podía ser utilizada como un factor en la producción dentro del marco nacional.
La curiosa debilidad de la oposición popular al imperialismo, las numerosas inconsecuencias
y las promesas abiertamente rotas de los políticos liberales, frecuentemente atribuidas al
oportunismo o soborno, tenían causas más profundas.
Varias fueron las razones por las que el nacionalismo desarrolló una tendencia tan clara
hacia el imperialismo, pese a la contradicción interna de dos principios. Cuando peor preparadas se
hallaban las naciones para la incorporación de pueblos extranjeros, las tentadas se sentían a
oprimirlos. En teoría existe un abismo entre el imperialismo y el nacionalismo; en la práctica puede
ser salvado y lo ha sido por el nacionalismo tribal y por el racismo declarado. Desde el comienzo,
los imperialistas de todos los países afirmaron y se jactaron de hallarse más allá de los partidos y de
ser los únicos que hablaban en toda la nación. Esto fue especialmente cierto en los países de la
Europa central y oriental con escasas o nulas posesiones de ultramar. En ellos la alianza entre el
populacho y el K se desarrolló en el interior y afectó aún más gravemente a las instituciones
nacionales y a todos los partidos nacionales.
Los funcionarios gubernamentales se comprometieron más activamente que cualquier otro
grupo en el tipo nacionalista de impero y fueron los principales responsables de la confusión del
imperialismo con el nacionalismo.

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La verdad es que solo lejos de su patria podía un ciudadano de Inglaterra, Alemania o
Francia ser nada más que un inglés, alemán o francés. En su propio país estaba tan implicado en
intereses económicos o lealtades sociales que se hallaban más cerca de un miembro de su clase de
un país extranjero que de un hombre de otra clase en el propio país. Extranjero que de un hombre
de otra clase en el país propio.
La alianza entre el K y el populacho se encuentra en la génesis de toda política imperial
consecuente. En algunos países, especialmente en GB esta nueva alianza entre los ricos y los
demasiado pobres estuvo y siguió estando confinada a las posesiones de ultramar.
Si bien todos los grandes historiadores observaron y advirtieron ansiosamente la elevación
del populacho a partir de la organización K y su desarrollo. Lo que no lograron comprender fue que
el populacho no solamente es el desecho, sino también el subproducto de la sociedad burguesa,
directamente originado por ésta y por ello nunca completamente separable de ella.
La afinidad de la alta sociedad con el populacho emergió a la luz en Francia antes que en
Alemania, pero al final fue igualmente fuerte en ambos países. Francia empero, por obra de sus
tradiciones revolucionarias y de su relativa falta de industrialización, originó solo un populacho
relativamente reducido, de tal forma que la burguesía se vio obligada finalmente a buscar ayuda
más allá de las fronteras y aliarse con la Alemania de Hitler.
Cualesquiera que sea la naturaleza precisa de la larga evolución histórica de la burguesía en
los diferentes países europeos, los principios políticos del populacho, tal como se hallan en las
ideologías imperialistas y en los movimientos totalitarios, revelan una afinidad sorprendentemente
fuere con las actitudes políticas de la sociedad burguesa, si estas últimas se hallan libres de
hipocresía y no teñidas por concesiones a la tradición cristiana. Lo que en esta fecha hizo que las
actitudes nihilistas del populacho resultaran tan intelectualmente atractivas para la burguesía es una
relación de principio que va más allá del nacimiento del populacho.
Pese a lo que cultos científicos puedan afirmar, la raza no es, políticamente hablando, el
comienzo de la humanidad, sino su final, no es el origen de los pueblos, sino su declive; no el
nacimiento natural del hombre, sino su muerte antinatural.
Cap. 9 “La decadencia de la Nación-Estado y el final de los Derechos del hombre”.
La atmósfera de desintegración, aunque característica de toda Europa en el período
comprendido entre las dos guerras mundiales, era más visibles en los países derrotados que en los
victoriosos y se desarrolló por completo en todos los E recientemente establecidos tras la
liquidación de la Monarquía Dual y del Imperio zarista.
La desnacionalización se convirtió en arma poderosa de la política totalitaria y la
incapacidad constitucional de la N-E europeas para garantizar los DDHH a aquellos que habían
perdido los derechos nacionalmente garantizados, permitió a los Gobiernos perseguidores imponer

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su norma de valores incluso a sus oponentes. Aquellos a quienes el perseguidor había singularizado
como la escoria de la tierra (judíos, troskos, etc) fueron recibidos en todas partes como escoria de la
Tierra, aquellos a quienes la persecución había calificado de indeseables se convirtieron en los
indeseables de Europa.
El mismo término de derechos humanos se convirtió para todos los implicados, víctimas,
perseguidores y observadores en prueba de un idealismo sin esperanza o de hipocresía chapucera y
estúpida.
La “Nación de minorías” y los apátridas.
La imperfección de los tratados de paz fue explicada a menudo por el hecho de que quienes
lo elaboraron pertenecían a una generación formada por las experiencias de la era de la preguerra,
de forma tal que nunca comprendieron perfectamente todo el impacto de la guerra cuya paz tenían
que lograr. No hay mejor prueba de esto que su intento de regular el problema de la nacionalidad en
la Europa oriental y meridional mediante el establecimiento de Naciones- E y la introducción de los
tratados de minorías.
El resultado fue que aquellos pueblos a quienes no les fueron otorgados E, tanto si eran
minorías oficiales o solo nacionalidades, consideraron los tratados como un juego arbitrario que
entregaba a unos el mando y a otros la servidumbre. Por otra parte, los E recientemente creados, a
los que se le prometieron iguales derechos que las naciones occidentales en lo que se refería a su
soberanía nacional, consideraron a los tratados de minorías como un claro quebrantamiento de la
promesa y con una clara discriminación porque solo los nuevos E, y ni siquiera la derrotada
Alemania, se hallaban ligadas por tales tratados.
Era desde luego cierto que el papel del proletario de la Europa occidental y central, el grupo
históricamente oprimido y cuya emancipación fue una cuestión de vida o muerte para todo el
sistema social europeo estuvo desempeñado en el Este por los “pueblos sin historia”.
El hecho es que no pudo ser preservado el status quo europeo y que solo tras la caída de
resto de la autocracia europea se hizo evidente que Europa había estado gobernada por un sistema
que jamás había tenido en cuenta la necesidad de la totalidad de la población.
Al fin y al cabo la sociedad se hallaba integrada por políticos nacionales cuyas simpatías
solo podían ser para los desafortunados nuevos Gobiernos, que se veían obstaculizados y que
contaban en principio con la oposición de un 25 a 50 por 100 de sus habitantes.
Ni la Sociedad de Naciones ni los tratados de minorías habrían impedido a los E
recientemente establecidos asimilar más o menos a la fuerza a sus minorías. Las nacionalidades
amargadas, prescindiendo por completo de la Sociedad de Naciones, pronto decidieron hacer frente
al problema por sus propios medios.

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El Congreso de Grupos Nacionales no solo esquivó el principio el principio territorial de la
Sociedad, fue dominado naturalmente por las dos nacionalidades q estaba representadas en todos los
E sucesores y q se hallaban por eso, si lo deseaban, en posición de hacer sentir su peso en toda al
Europa oriental y meridional. Estos dos grupos eran los alemanes y judíos. Las minorías alemandas
de Rumania y de Checoslovaquia votaron, desde luego, con las minorías alemanas de Polonia y
Hungría, y nadie podía esperar que los judíos polacos, por ejemplo, permanecieran indiferentes
ante las medidas discriminatorias del Gobierno Rumano.
En otras palabras, los intereses nacionales y no los intereses comunes fueron los que
formaron la verdadera base de afiliación al Congreso, y solo los mantuvo unidos la relación
armoniosa entre judíos y alemanes. El verdadero significado de los tratados de minorías descansa
no en su aplicación práctica, sino en el hecho de que estuvieran garantizados por un organismo
internacional, la Sociedad de Naciones.
Las minorías eran solo medio apátridas, de iure pertenecían a un cuerpo político, aunque
necesitaran una protección adicional en forma de tratados y de garantías especiales; algunos
derechos secundarios, tales como el de hablar la lengua propia y el de permanecer en el propio
ambiente cultural y social se hallaban en peligro y eran protegidos de mala gana por un organismo
marginal; pero otros derechos más elementales, tales como el derecho de residencia y el derecho al
trabajo, jamás se vieron afectados. Las minorías podían seguir siendo consideradas como un
fenómeno excepcional, peculiar de ciertos territorios que se desviaban de la norma.
Mucho más tenaz fue el caso de los apátridas, el más nuevo fenómeno de masas en la
historia contemporánea, y la existencia de un nuevo pueblo integrado por apátridas, el grupo más
sintomático de la política contemporánea. Si bien no puede atribuirse su existencia a un solo factor,
se puede ver que todos surgen después de la primera guerra mundial, que vivían al margen de la ley.
(Ej: un grupo Heimaltlosem, originados por los tratados de paz de 1919 luego de la disolución
Austria – Hungría). El primer gran golpe asestado a las N- E con la llegada de centenares de miles
de apátridas fue que el derecho de asilo, único derecho que había llegado a figurar como símbolo de
los DDHH en la esfera de las relaciones internacionales, comenzó a ser abolido. Su larga y sagrada
H se remonta a los auténticos comienzos de la vida política regulada. Aunque dicho derecho siguió
existiendo se lo consideraba como un anacronismo, en conflicto con los derechos internacionales
del E (por eso no hay ley escrita). El segundo gran choque por obra de los refugiados fue la
comprensión de que era imposible desembarazarse de ellos o transformarles en nacionales del país
en el que se habían refugiado. Entre las minorías, judíos y armenios eran quienes corrían los
mayores riesgos y pronto revelaron constituir la más alta proporción entre los apátridas, pero
demostraron también que los no servían como protección, sino que podían servir también como un
instrumento para singularizar a ciertos grupos con objeto de expulsarlos eventualmente.

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El verdadero mal comenzó tan pronto como se probaron los dos remedios conocidos, la
repatriación y la nacionalización. Cada intento de las conferencias internacionales para establecer
algún estatuto legal para los apátridas fracasó porque ningún acuerdo podía sustituir al territorio
extranjero, dentro del marco de la ley existente, debía ser deportado. Por otra parte, la
nacionalización también demostró ser un fracaso, ya que se vinieron abajo cuando se enfrentaron
con los apátridas. Esencialmente la nacionalización era un apéndice de la legislación de la N-E que
solo tenía en cuenta a los nacionales, a las personas nacidas en su territorio y ciudadanos por
derechos de nacimiento.
Fue casi patético ver cuán desesperados se hallaban los Gobiernos europeos, a pesar de su
conciencia del peligro del E de apátrida para sus instituciones legales y políticas y a pesar de todos
sus esfuerzos para resistir a la marea, parecía que una vez que entraban el “estado de apátrida” se
extendía por todo el país. Mucho peor fue lo que el estado de apátrida hizo a las distinciones
necesarias y tradicionales entre nacionales y extranjeros y al derecho soberano de los E en
cuestiones de nacionalidad y de expulsión.
La N- E, incapaz de proporcionar una ley a aquellos que habían perdido la protección de un
gobierno Nacional, transfirió todo el problema a la policía. Esta fue la primera vez que la policía de
Europa occidental recibió autoridad para actuar por su cuenta, para gobernar directamente a las
personas, en una esfera de la vida pública ya no era un instrumento para afirmar el cumplimiento de
la ley, sino que se convirtió en una autoridad dominadora, independiente del gobierno y de los
ministerios.
Por otra parte, los crecientes grupos de apátridas en los países no totalitarios se vieron
conducidos a una forma de ilegalidad organizada por la policía que determinó prácticamente una
coordinación del mundo libre con la legislación de los países totalitarios.
Tanto en la H de la nación de minorías como en la formación del pueblo apátrida, los judíos
desempeñaron un papel significativo. Sus necesidades especiales eran el mejor pretexto para negar
que los Tratados fuesen un compromiso entre la forzosa tendencia de las nuevas tacones a asimilar a
los pueblos extranjeros y las nacionalidades que por razones de oportunidad no podían obtener el
derecho a la autodeterminación nacional. La noción de que el E de apátrida es primariamente un
problema judío fue un pretexto utilizado por todos los gobiernos que trataron de acabar el problema
ignorándolo.
Las perplejidades de los derechos del hombre.
La proclamación de los derechos del hombre (S XVIII) tenía que significar también una
protección muy necesitada en la nueva era, en la que los individuos ya no estaban afianzados en los
territorios en los que habían nacidos o seguros de su igualdad ante Dios como cristianos. Por eso a
lo largo del siglo XIX la opinión general era que los derechos humanos habían de ser invocados allí

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donde los individuos necesitan protección contra la nueva soberanía del E y la nueva arbitrariedad
de la sociedad.
Los apátridas estaban tan convencidos como las minorías de que la pérdida de los derechos
nacionales se identificaba con la pérdida de los derechos humanos como de que aquellos
garantizaban a estos. Desde entonces ni un solo grupo de desplazados pudo desarrollar una furiosa y
violenta conciencia de grupo y de clamar por sus derechos como pacos, judíos, etc.
La primera pérdida que sufrieron los fuera de la ley fue la pérdida de sus hogares, y esto
significaba de todo el entramado social. La segunda fue la pérdida de la protección del Gobierno, es
decir la pérdida del status legal en su propio país, sino en todos. Cuando más aumentaba el número
de los fuera de la ley, mayor se tornaba la tentación de conceder menos atención a los hechos de los
gobiernos perseguidores que al status de los perseguidos. Los refugiados políticos, necesariamente
pocos en número, todavía disfrutan del derecho de asilo en muchos países, y este derecho actúa de
una forma irregular, como sustitutivo genuino de la ley nacional.
Llegamos a ser conscientes de la existencia de un derecho a tener derechos (y esto significa
vivir dentro de un marco donde uno es juzgado por las acciones y las opiniones propias) y de un
derecho a pertenecer a algún tipo de comunidad organizada, solo cuando aparecieron millones de
personas que habían perdido y que no podían recobrar estos derechos por obra de la nueva situación
política global. Solo en una Humanidad completamente organizada podía llegar a identificarse la
pérdida del hogar y del status político con la expulsión de la Humanidad.
El hombre del siglo XX ha llegado a emanciparse de la Naturaleza hasta el mínimo grado
que el hombre del S XVIII se emancipó de la H. La historia y al naturaleza se han tornado
igualmente extrañas a nosotros, principalmente en el sentido de que la esencia del hombre ya no
puede ser comprendida en términos de una u otra categoría.
No nacemos iguales, llegamos a ser iguales como miembros de un grupo por la fuerza de
nuestra decisión de concedernos mutuamente derechos iguales. Nuestra vida política descansa en la
presunción de que podemos producir la igualdad a través de la organización, porque el hombre
puede actuar en un mundo común, cambiarlo y construirlo junto con sus iguales y solo con sus
iguales.
El peligro derivado de la existencia de personas obligadas a vivir al margen del mundo
corriente es entonces, el de que en medio de la civilización son devueltas a lo que se les otorgó
naturalmente, a su simple diferenciación. Su existencia atenta a “nuestro artificio político”
Todo esto apoya los argumentos que Burke expuso ante la declaración de los Derechos del
Hombre, ya que los veía como demasiado abstracto. El mundo no halló nada sagrado en al abstracta
desnudez del ser humano. Los supervivientes de los campos, los encerrados en campos de
concentración y de internamiento, e incluso los apátridas podrían ver sin los argumentos de Burke

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que la abstracta desnudez de ser nada más que humanos era su mayor peligro. Por eso las palabras
de Burke cobran un significado espacial si examinamos únicamente la condición general humana de
aquellos que han sido expulsados de todas las comunidades políticas.
El peligro estriba en que una civilización global e interrelacionada universalmente pueda
producir bárbaros en su propio medio, obligando a millones de personas a llegar a condiciones que,
a pesar de todas las apariencias, son las condiciones de los salvajes.
 DAVIS, Mike. Los holocaustos de la era victoriana tardía. El Niño, las hambrunas y
la formación del Tercer Mundo. Valencia, Publicación de la Universitat de Valencia, 2006.
Cap. 9 “Los orígenes del Tercer Mundo”.
ENOS2: fuerza episódica potente en la historia de la humanidad tropical. La idea de que
millones de personas murieron debido al tiempo extremo y no al imperialismo, ¿es cierto?
Un clima malo contra un sistema malo
A diferencia de lo q sucedió a finales del siglo XIX, no hubo una mortandad generalizada ni
de hambre ni de enfermedades, ¿por qué no?
Mientras la dinastía Quing estaba cumpliendo su contrato social con los campesinos, los
europeos contemporáneos morían de hambres y enfermedades entre 1740 y 1743. La capacidad del
Estado chino durante el siglo XVIII es impresionante. Los elementos culminantes de la Época
Dorada de la seguridad alimenticia fueron la vigilancia del precio de los cereales y los métodos de
abastecimiento organizados por el mismo Emperador.
En contraste con los estereotipos occidentales posteriores de un Estado chino pasivo, el
gobierno, durante el apogeo de la dinastía Qing, estaba involucrado en la prevención de la
hambruna a través de un amplio programa de inversiones para mejorar la agricultura, la irrigación y
el transporte fluvial.
El campesinado del norte de China, durante el apogeo de la dinastía Qing, era más
autosuficiente con respecto a la nutrición y menos vulnerable a la ansiedad causada por el clima de
lo que sus descendientes lo serían un siglo después.
Es improbable q una sequía como esa se hubiese transformado en un verdadero holocausto q
consumiere a la mayoría de la población, como sí sucedió a fines del XIX. Mientras en 1876, el

2
El ENOS es un fenómeno oceánico-atmosférico que consiste en la interacción de las aguas superficiales del océano
Pacífico tropical con la atmósfera circundante y con la atmósfera global. Por otro lado, el ENOS está relacionado con
trastornos climáticos en muchas partes del mundo así como con alteraciones significativas en diversos tipos de
ecosistemas tanto terrestres como marinos.
El ENOS consta, entre otros, de dos fenómenos oceánicos principales: el calentamiento atípico de las aguas tropicales
del océano Pacífico conocido popularmente como fenómeno de El Niño y, por otro lado, el enfriamiento atípico de las
mismas aguas, fenómeno conocido como La Niña.
El ENOS tiene, además de la componente oceánica (El Niño, La Niña), una componente atmosférica, medida
cuantitativamente por el Índice de Oscilación del Sur (IOS), el cual es un reflejo del cambio relativo entre la presión
atmosférica a nivel del mar entre los sectores occidental (alrededores de Darwin, Australia) y central-oriental del
océano Pacífico (alrededores de la isla Tahití).

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Estado chino (debilitado y desmoralizado después del fracaso de las reformas domesticas de la
restauración de la dinastía Tongzhi) se vio reducido a repartir, desorganizadamente, dieron como
medida de socorro, una cantidad monetaria q fue aumentada por las donaciones privadas y la
humildes caridad internacional.
Las leyes de cuero y las otras leyes de hierro
¿Qué decir de la hambruna de la India antes a la colonización británica? De nuevo, no hay
ninguna prueba q conforme q la India había experimentado crisis de subsistencia en la misma
escala q la catástrofe de Bengala en 1770 bajo el dominio de las Indias Orientales, o el largo asedio
de enfermedades y hambre entre 1875 y 1920.
La india de la dinastía Mogol, q tal vez se benefició de un ciclo del ENOS más moderado,
en general no padeció hambrunas hasta 1770.
Al igual que sus coetáneos chinos, los gobernantes mogoles basaban su gobierno en un
cuarteto de alimentos, regulación de precios para evitar la especulación, condiciones impositivas y
distribución gratuita de alimentos sin pedir a cambio trabajos forzados.
En contraste con el dogmatismo y la rigidez de las colonias británicas cuyo propósito era
maximizar las rentas de la tierra, tanto los mogoles como los marathas diseñaron su dominio de
modo flexible para poder tener en cuenta las relaciones ecológicas clave y las fluctuaciones
climáticas impredecibles q suceden en las regiones del subcontinente indio más propensas a padecer
sequias.
India y China no entraron en el periodo histórico contemporáneo como las desvalidas
“tierras de hambrunas” q la imaginación occidental recrea. La intensidad del ciclo del ENOS a fines
del s XIX, probablemente igualdad en 3 o 4 ocasiones en el último mileno, determina en gran
medida cualquier explicación de las catástrofes de la década de 1870 y 1890. Igual peso causal debe
caer en el aumento de la vulnerabilidad social a la variabilidad climática q se hizo evidente en el sur
de Asia, norte de China y nordeste de Brasil y sureste de África a fines del periodo victoriano. Las
hambrunas son crisis sociales q encarnan el fracaso de determinados sistemas políticos y
económicos.
Perspectivas sobre la vulnerabilidad
Estereotipos orientalistas: q la pobreza inmutable y la superpoblación son las prerrequisitos
naturales de las grandes hambrunas del siglo XIX. Hay pruebas de q los campesinos y jornaleros
agrícolas, después de 1850, a medida q sus economías locales eran violentamente incorporadas al
mercado mundial, se vieron en una posición más vulnerable a los desastres naturales. Lo q los
administradores coloniales, misioneros y las elites criollas, como en Brasil, percibieron como la
permanencia de los ciclos de atraso inmemoriales eran, en cambio, estructuras imperialistas
formales o informales modernas.

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Desde la perspectiva de la ecológica política, la vulnerabilidad de los agricultores tropicales,
causada por los fenómenos climáticos externos posteriores a 1870, fue acrecentada por una
reestructuración simultánea q convirtió a los vínculos familiares y aldeanos en sistemas de
producción regional y en productos para el mercado mundial y el Estado colonial (o dependiente).
Tres cuestiones referentes a la articulación con estructuras socio-económicas mayores, eran
especialmente decisivas para la subsistencia rural en el “proto-Tercer Mundo” de la era victoriana
tardía:
1) La incorporación forzosa de la producción minifundista a los circuitos productivos y
financieros controlados desde el extranjero tendía a socavar la seguridad alimenticia tradicional.
2) La integración de millones de cultivadores tropicales en el mercado mundial a finales del
siglo XIX vino acompañada por un deterioro de las condiciones del comercio.
3) El imperialismo victoriano formal e informal, respaldado por el autoritarismo
supranacional del patrón oro, confiscó la autonomía fiscal local y limitó las respuestas desarrollistas
a escala nacional q podrían haber reducido la vulnerabilidad de la población frente a la inestabilidad
climática.
Antes de considerar los estudios de caso del empobrecimiento rural en las regiones clave
devastadas por los fenómenos El Niño en 1870-1890, o antes de observar la relación entre el
imperialismo, la capacidad estatal y la crisis ecológica a escala aldeana, es necesario discutir cómo
las posiciones estructurales de India y China (tercer mundo del futuro) en la economía mundial
cambiaron en el curso del s XIX. La comprensión de cómo la humanidad tropical perdió tanto
terreno económico a favor de los europeos occidentales después de 1850 sirve para explicar por qué
el hambre pudo cosechar tales hecatombes humanas durante los años El Niño.
La derrota de Asia
Debido a q la productividad de la tierra era mayor en el sur de la India, los tejedores y otros
artesanos disfrutaban de un régimen alimenticio mejor q el del europeo medio. Y todavía más
importante es q los índices de desempleo tendían a ser menores porque poseían derechos de
contratación superiores y tenían más poder económico.
(El PBI de china en 1700 era de 23,1%, y en 1952 de 5,2) Durante el siglo XVIII los chinos
disfrutaron de un estándar de consumo mayor q el de los europeos. El estereotipo habitual es q
durante el siglo XIX Asia se quedó quieta mientras q la Revolución Industrial empujaba a Europa
occidental.
¿Por qué Asia se quedó quieta? Porque estaba sobrecargada por las cadenas denla tradición y
la demografía malthusiana, es la respuesta común. La respuesta pertinente no es tanto por qué la
Revolución Industrial ocurrió primero en Inglaterra, Escocia y Bélgica, sino por qué otras regiones
del mundo económicamente avanzadas en el s XVIII fracasaron a la hora de adaptar sus

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manufacturas artesanales a las nuevas condiciones de producción y competición del s XIX. Los
telares de China no fueron derrotados por la competición del mercado, sino q fueron desmantelados
a la fuerza por las guerras, las invasiones, el opio y el sistema de aranceles en una sola dirección
impuesto por Lancashire.
Es indiscutible q, desde 1780 o 1800, cada intento serio de una sociedad no occidental de
introducirse en el carril de la vía rápida del desarrollo o de regular las condiciones de su comercio
recibía una respuesta militar y económica de Londres o de otra capital imperial competidora.
La rebelión Taiping (cuyos objetivos eran más revolucionarios q la Revolución Meiji) fue un
intento de revisar el veredicto y fue derrotado gracias a los recursos y a los mercenarios
proporcionados por parte de GB a la asediada dinastía Qing. Esto no es lo mismo q decir q la
Revolución Industrial dependía necesariamente de las conquistas coloniales o de la subyugación
económica de Asia. Al contrario, el tráfico de esclavos y las plantaciones del Nuevo Mundo eran
fuentes más estratégicas de capital líquido y de recursos naturales. Paradójicamente, el “momento”
más importante de Asia monzónica en la economía mundial victoriana no fue a principios de
década, sino a fines.
La economía mundial de la era victoriana tardía
En GB, durante el periodo prolongado de patrón de crecimiento “stop and go”, entre 1873 y
1896, el índice de formación de K y el crecimiento, tanto de la productividad de la mano de obra
como del K, empezaron a decaer. GB se mantuvo ligada a productos y tecnos anticuadas, mientras q
Alemana y EEUU hacia industrias químicas, eléctricas y petroleras.
Los hambrientos campesinos indio y chino fueron incorporados al sistema como salvadores
inverosímiles. El enorme superávit en la balanza de pagos india se convirtió en el elemento central
q permitió la reproducción amplificada de los procesos de acumulación de K a escala mundial por
parte del Reino Unido.
GB ganaba anualmente un enorme superávit en sus transacciones con India y China, q le
permitían sostener déficit igualmente grandes en sus transacciones con EEUU, Alemania y los
demás dominios poblados por los blancos.
La India fue el mercado cautivo más grande en la historia mundial. En el cuarto de siglo
posterior a 1870, saltó de la tercera a la primera posición en la lista de consumidores de las
exportaciones británicas
¿Cómo, en los tiempos de hambre, pudo el subcontinente indio permitirse subsidiar la
supremacía comercial, repentinamente precaria, de su conquistador? No pudo: India fue obligada a
incorporarse en el mercado mundial a marchas forzadas por las políticas hacendísticas e hidráulica q
obligaron a los campesinos a producir para el consumo en el extranjero al precio de su propia
seguridad alimenticia.

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Entre 1890 y 1900, el comercio permanente y los desequilibrios contables q el subcontinente
indio mantuvo con GB fueron financiados con los excedentes comerciales del opio, arroz e hilo de
algodón q éste mantenía con el resto de Asia.
Este comercio triangular entre India, China y GB tenía una importancia económica
estratégica en el sistema mundial victoriano q trascendía otro flujos comerciales de mayores
dimensiones. Al agrandar por la fuerza la demanda china de narcóticos y los impuestos q se
recaudaban de su exportación, las dos Guerras del Opio (1839-1842 y 1856-1858) y el punitivo
Tratado de Tianjin (1858) revolucionaron la base impositiva de la India británica.
La cadena funcionaba así: el Reino Unido pagaba el algodón de EEUU con billetes del
Banco de Inglaterra. Los yanquis llevaban algunos de esos billetes a Cantón, y los intercambiaban
por té. Los chinos cambiaban los billetes por opio indio. Una parte de los billetes se reenviaba a
Inglaterra en concepto de beneficios; otra parte se destinaba a la compra de más productos en la
India, a nutrir las remesas monterías de las fortunas privadas en la India y los fondos para mantener
el funcionamiento del Gobierno de la india en la metrópoli.
Después de 1880, cuando los chinos recurrieron al cultivo domestico de opio para reducir el
déficit comercial, la India británica encontró un nuevo negocio lucrativo en la exportación del hilo
de algodón hilado a máquina.
El mito de “maltusia”
Los déficit comerciales impuestos a la fuerza; los impulsos a las exportación q disminuían la
seguridad alimenticia; la imposición excesiva y el K mercante depredador; el control extranjero de
los ingresos clave y del desarrollo de los recursos; las guerras imperiales y civiles crónicas; el
patrón oro q vació los bolsillos de los campesinos asiáticos eran algunas de las modalidades clave
usadas en la economía mundial de fines de la era victoriana para transferir la carga del “ajusto
estructural” de Europa y Norteamérica a los agricultores de las recientemente acuñadas nuevas
“periferias”.
Según Malthus, la causa subyacente de las hambrunas en la India victoriana no era el
“drenaje de riqueza” sino “la gran cantidad de población q seguía viviendo en regímenes de
subsistencia, en tierras marginales regadas q no podía sembrar cultivos comerciales lucrativos.
Aunque la población creció rápidamente en 1850 y 1860, en parte por consecuencia del auge
del algodón, el ímpetu demográfico se frenó con la catástrofe de 1876.
Rechazar el determinismo demográfico no significa q el crecimiento demo no haya jugado
ningún papel en la crisis de China durante el s XIX. Al contrario, está claro q el éxito mismo de la
intensificación agrícola durante la Época Dorada alentó, en muchas regiones, una subdivisión
excesiva de la tierra y promovió q se ocupasen con desastrosas consecuencias ecológicas las zonas
montañosas y pantanosas q previamente no habían sido cultivadas. La relación entre la población

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local y los recursos deberá figurar en los estudios sobre las crisis de subsistencia y la vulnerabilidad
frente a los desastres naturales en el norte de China.
El déficit de la irrigación
A principios del XIX, Europa se enfrentaba a presiones demográficas y ecológicas incluso
más graves, pero fue capaz de solucionarlas con la ayuda de los recursos naturales del Nuevo
Mundo, de la emigración en masa a las colonias, y con la industrialización urbana. Lo relevante no
es tanto la presión demográfica per se, sino por qué Europa occidental pudo escapar de la incipiente
trampa del equilibrio en un nivel alto mientras que China no pudo.
Además de lo ya mencionado, hay otra variable: el abastecimiento de agua. El siglo XIX se
caracterizó por el casi total colapso de las mejoras hidráulicas.
El déficit hidráulico reforzó la ilusión maltusiana de una “involución” sin remedio en China
y en otras partes. Bien fuera como efecto de la presión demográfica o del desplazamiento causado
por los cultivos de exportación, en los tres países campesinos, frecuentemente menos productivos,
altamente vulnerables a los ciclos del ENOS, sin q hubiese mejoras paralelas en los sistemas de
riego, drenaje o deforestación para asegurar la sostenibilidad.
La pobreza ecológica, la pobreza de la unidad familiar y la incapacitación del Estado,
constituyeron un triángulo causal q explica tanto el surgimiento del “tercer mundo” como su
vulnerabilidad a los fenómenos climáticos externos.
 HALLIDAY, Fred. Las relaciones internacionales en un mundo en transformación.
Madrid, Catarata, 2002.
“La sexta gran potencia: las revoluciones y el sistema internacional”
Un caso mutuo de interés
La relación q la disciplina de las relaciones internacionales ha mantenido desde hace mucho
tiempo, con la revolución ha sido una relación incómoda. Suele citarse el comentario de Arendt de
que el siglo XX fue moldeado por las guerras y las revoluciones, pero resulta llamativo como estos
dos procesos históricamente formativos reciben un tratamiento diferenciado. El estudio de la guerra
es fundamental para el estudio académico de las relaciones internacionales. Las revoluciones en
cambio, han tenido una existencia marginal.
Las propias relaciones internacionales empezaron como una estudio de la guerra y de la
causas de la guerra y siguen estando centradas en la creencia de que la guerra entre los E debe
concebirse como una agresión decidida racionalmente y no como la internacionalización del
conflicto social. El desarrollo subsiguiente de las relaciones internacionales (y de las disciplinas que
la estudian) ha confirmado esta situación.

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Otros factores tiene que ver con el ambiente de las Cs. Sociales en general, en especial el
estudio de la revolución no encuentra acomodo en ningún lado. En estas disciplinas se ha tendido a
estudiarlas haciendo pocas referencias a las dimensiones internacionales del fenómeno.
Las obras sociológicas trataron a las revoluciones como si hubieran tenido lugar dentro de
unas entidades nacional- políticas discretas. La otra gran contribución reciente al estudio
comparativo y teórico de las revoluciones fue la obra de Goldstone.
Dentro de los enfoques teóricos de las relaciones internacionales el realismo si trata de las
revoluciones, pero en general hace referencia a ellas no como objetos de estudio en sí mismos sino
para demostrar las presiones de la conformidad, de la socialización impuesta por las constricciones
del sistema hasta la más desviacionista o revisionista de los E:
La reflexión más completa sobre las revoluciones desde una perspectiva realista es la obra
de Armstrong. Se trata, en el mejor de los casos, de un ajuste parcial: por un lado evita la cuestión
de que hay en la constitución interna de los E que pueda considerarse como constituyente de la
norma, por otro lado, no presta atención al funcionamiento de la sociedad internacional en el
sentido general, q va más allá de las acciones de los gobiernos.
Otras tendencias de las relaciones internacionales de los años setenta y ochenta dejan
también poco espacio a la acción revolucionaria. Se olvida el papel que tuvo la guerra de Vietnam
en la toma de conciencia sobre la interdependencia. Los estudios estratégicos del periodo de la
guerra fría consideraron la carrera de armamentos Este-Oeste haciendo la más completa abstracción
de las configuraciones socioeconómicas en dicho conflicto. Se prestó muy poca atención a los
conflictos sociales y políticos del 3er mundo, y menos aún a la guerra de guerrillas
Hay no obstante tres aspectos en el que este mutuo desinterés no ha sido absoluto y en el que
pueden identificarse elementos de interacción entre las relaciones internacionales y las
revoluciones. Antes que nada tenemos el conjunto de obras de relaciones internacionales centradas
en las cuestiones analíticas y comparativas puestas de manifiesto por las revoluciones.
En segundo lugar las revoluciones han estado presentes en las relaciones internacionales de
una forma solapada, irrelevante.
En tercer lugar hay algunas obras en ciencias sociales afines que resultan accesibles y
relevantes para construir un debate sobre las revoluciones dentro de las relaciones internacionales.
El examen del lugar que ocupan las revoluciones en las relaciones internacionales parece
comprender tres grandes áreas de indagación: la primera es la histórica; la segunda es descriptiva, se
trata del examen de las dimensiones internacionales de las propias revoluciones; la tercera y
principal área de indagación tiene que ver con la teoría, es decir que cuestiones teóricas plantea el
estudio de las revoluciones a las relaciones internacionales. Así, este aspecto involucra un doble
proceso y que debería considerar no solo la cuestión de cómo afectan las revoluciones a las

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relaciones internacionales sino en qué medida una consideración apropiada del contexto
internacional puede suponer un cuestionamiento a las explicaciones sociológicas o políticas
establecidas en la revolución.
Las revoluciones y sus consecuencias
El uso de los conceptos que se hace en las relaciones internacionales depende, en un grado
que la disciplina no reconoce, de unas definiciones importadas de otras áreas. Si esto ocurre con
conceptos tales como E, poder y sistema, la revolución no es una excepción.
La primera de las contribuciones es la de Skocpol en Estados y Revoluciones sociales, en
donde sobre la base del grado de transformación de la sociedad y de destrucción del antiguo E que
las revoluciones suponen se las identifica con una categoría diferenciada del acontecimiento: las
revoluciones son transformaciones rápidas y básicas del E y de la estructura de clases de una
sociedad y son llevadas a cabo por revueltas de clases inferiores. Skocpol se centró en la relación
de las revoluciones con los E: las revoluciones intentaban a la vez derribar E existentes y consolidar
E nuevos, al hacerlo puso de relieve la medida de la competencia interestatal.
La segunda fue la de Barrington-Moore en Los orígenes sociales de la dictadura y la
democracia, en donde desarrollo dos argumentos que contradicen profundamente las ideas de gran
parte del pensamiento convencional sobre la revolución. Contra la idea predominante de que GB y
EEUU habían seguido una senda pacífica y no revolucionaria señala que si tuvo capítulos
revolucionarios. En resumen propone que tanto la vía revolucionaria como la no suponen costes
humanos.
El tercer elemento es la obra de Griwank titulada El concepto moderno de revolución, origen
y desarrollo. Trató así de discernir con mayor claridad los elementos constitutivos de ese uso
moderno: que las revoluciones involucraban no solo un cambio político o constitucional sino
también la partición de las masas en el proceso; que el objetivo principal de las revoluciones era el
control del E y por consiguiente el concepto de revolución no pudo desarrollarse antes del
surgimiento del E moderno
Las cuestiones de la definición y el papel histórico desempeñado por las revoluciones son
fundamentales, evidentemente en toda discusión sobre la agitación política en el contexto
internacional. La mayor parte de la literatura de las relaciones internacionales asume también que
las revoluciones son momentos de ruptura y no de transición, y que estos momentos se distinguen
por la violencia, contrariamente a unos regímenes represivos pero estables, que no son violentos.
Cada uno de los trabajo usa un concepto diferente de revolución, por lo que existen tres
paradigmas.
Los realistas suelen considerar a las revoluciones en relación a los cambiantes estilos de la
política exterior y de las prioridades de los E, entendiéndolas como un factor revisionista,

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insatisfecho o desequilibrante. Las revoluciones suponen una ruptura en un mundo que sin ellas
sería ordenado. En sí mismas no requieren ni explicación ni contextualización histórica.
Para los behavoristas, las revoluciones forman parte del espectro de la violencia y como los
virus pueden difundir la transnacionalidad, pero esta violencia se concibe en términos psicológicos,
abstraídos de las causas sociales o del contexto internacional, y otra vez, contrasta implícitamente
con una supuesta alternativa no violenta debido a su estabilidad.
El materialismo histórico presente en las relaciones internacionales en su variante
estructuralista domesticada, presta mucha mayor atención a las revoluciones y las considera
precisamente como configuradoras del papel formativo y transicional identificado por Skocpol y
Barrington Moore y como responsables de un cambio social y político sustancial. Así consideran a
las revoluciones bajo una luz positiva y también empiezan considerando los factores
internacionales, definidos por el K y el imperialismo.
Sin embargo, el materialismo histórico está tan centrado en la dimensión internacional de las
revoluciones que tiene dificultades para explicar por qué las revoluciones parecen estar confinadas a
unos E específicos y presentan unas características tan específicamente nacionales y nacionalistas.
Además, poseen una concepción de revolución que se inserta en la concepción de la historia que
avanza hacia una meta histórica determinada, es decir es teleológica.
La formación del sistema internacional
Según Wight durante gran parte de la historia del sistema internacional, las relaciones entre
los E no han estado determinadas por factores “normales”, sino por factores anormales,
revolucionarios.
La importancia de la revolución en el S XX fue inmensa. La revolución bolchevique del 17
estableció una fractura fundamental de las relaciones internacionales. La cuestión de en qué medida
fue el antagonismo a la revolución bolchevique y el temor a su impacto en Europa central lo que le
dio el impulso al surgimiento del nazismo es una cuestión abierta.
La división ya constituida entre E K y comunistas, fue agravada por el torrente de las
revoluciones en el tercer mundo cuya propia enumeración coincide con las de las principales crisis
de postguerra.
Por otra parte la guerra fría fue un conflicto intersistémico. Entre 1945 y 1989 fueron sobre
todo los conflictos en el tercer mundo los que alimentaron las tensiones internacionales. Un
indicador de ello es que fuera la política a seguir en relación a las revoluciones del tercer mundo lo
que llevó a los presidentes de los EEUU a dar sus nombres a sus respectivas “doctrinas”. De la
misma manera, los desafíos del tercer mundo fueron los principales retos a los que se enfrentaron
los presidentes de los EEUU como bien entendieron Truman, Johnson y especialmente Garter. En
las cuatro décadas que transcurrieron hasta fines de los años ochenta, la revolución proporcionó el

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fundamento histórico del sistema bipolar, alimentado por la carrera de armamentos nucleares,
proporcionando caso tras caso de competición entre las grandes potencias y amenazando la
estabilidad política interna de las principales potencias.
El conflicto intersistémico de la guerra fría fue seguido por los episodios de agitación
política de Europa oriental de 1989 que asestaron un golpe mortal al mundo bipolar existente desde
el 45. En cierto sentido estas revoluciones tenían poca violencia y fueron llevadas a cabo no en
nombre de alguna alternativa heterogénea sino para alinear a estos países a las normas occidentales
predominantes.
Tal como se argumentará más adelante, estas revoluciones fueron revoluciones en varios
sentidos. Su importancia para la política internacional es indudable. Fueron también estas
revoluciones las que pusieron en marcha una serie de conflictos, dentro y entre los E. estos
conflictos llevaron al borde de la guerra a E que se disputaban territorios y en algunos casos
condujeron a la guerra.
Modelos históricos
Las revoluciones son acontecimientos internacionales por sus causas y efectos y, con la
excepción parcial de las revoluciones del 89, presentan un grado llamativo de uniformidad. En el
caso de las revoluciones, hay al menos cuatro áreas en las que esas generalizaciones pueden
examinarse: las cusas, la política exterior, las respuestas y la posterior adaptación.
Como ya se ha observado, las revoluciones tiene lugar cuando se cumplen dos condiciones
generales: que los dominados se rebelen y que los gobernantes no puedan seguir gobernando. Sin
embargo, como demostraron las obras de Skocpol, Goldstone y otros autores pertenecientes a la
tercera ola, los factores internacionales promueven la revolución principalmente a partir de la otra
dimensión. En otras palabras, aunque los E pueden usar la dimensión internacional y los recursos
que ésta proporciona para consolidar su posición interna, pueden también debilitarse internamente
como resultado de sus actividades y alianzas internacionales.
El otro tipo de causa, el apoyo a los revolucionarios es evidentemente importante. Pero sin el
debilitamiento concomitante de los E, ese estímulo externo tiene efectos limitados.
La política exterior de los E revolucionarios del períodos anterior a 1989 es un área de
estudio muy amplia que ha recibido, curiosamente, mucha menos atención de la que merece. Parte
de la literatura se centra en la cuestión de la “nueva diplomacia” o sea el papel de la ideología
revolucionaria y de la acción no convencional en la política exterior de los E revolucionarios.
Esta última cuestión es importante porque en gran parte de la literatura realista y liberal se
parte de la base de que las metas de los E revolucionarios no son muy diferentes de las otros E. los
liberales por su parte, sostienen que si tan solo se tratara mejor a los E revolucionarios, estos no
intentarían exportar la revolución. La historia nos demuestra que esto no es así, y que el reto que

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plantean aparte de promover la revolución es que hagan un cambio en las relaciones sociales y
políticas.
La discusión sobre qué es lo que provoca que, la revolución internacional o la
contrarrevolución internacional, esté mal situada en perspectiva histórica. Ambos procesos pueden
empezar de manera autónoma por razones internas y sistémicas, y alimentándose mutuamente,
llevar la confrontación. Si el internacionalismo revolucionario es un resultado casi universal de las
revoluciones, también lo es su opuesto, el internacionalismo contrarrevolucionario.
Esta interacción plantea otras dos cuestiones que quizás sean más interesantes y que nos
llevan al núcleo del sistema internacional. Por un lado está la tendencia del sistema internacional a
la homogeneidad es decir hacia la organización similar. Tanto el internacionalismo revolucionario
como el contrarrevolucionario se derivan de esta tendencia a la homogeneidad.
La segunda cuestión ilustrada por los antecedentes históricos de ambas formas de
internacionalismo es que, pese a la voluntad de intervención, el sistema de E es perdurable. Todos
los E revolucionarios trataron de promover la revolución en el exterior para exportarla. En el
sentido del término, ninguna lo ha logrado. En la misma tónica las contrarrevolucionarias dirigidas
por los E casi siempre fracasan.
Este corto plazo, es sin embargo, significativo, en el sentido de que la mayor parte del
debate realista sobre la socialización de los E se centra en el periodo inmediatamente post-
revolucionario y en la aparente domesticación de los E.
Un breve repaso al historial completo de los E revolucionarios demuestra que, mientras los
órdenes internos postrevolucionarios permanezcan intactos, estos E siguen representando un desafío
para los sistemas de otros E.
Esta perspectiva a largo plazo sugiere que la socialización de la revolución es menos sencilla
de lo que la ortodoxia resulta pretende hacernos creer, y también sugiere que este desafío recurrente,
aunque generalmente frustrado, es un producto tanto de factores internos como externos. La
conclusión de esto es que hasta que haya un reimposición de la homogeneidad, es decir hasta q los
órdenes internos de los E revolucionarios divergentes vuelvan a los órdenes convencionales de otras
potencias, las potencias revolucionarias y las no revolucionarias estarán en conflicto.
La interacción entre las revoluciones y el sistema internacional plantea, por lo tanto, unas
cuestiones que no solo están vinculadas al estudio de la revolución, sino también al de las propias
relaciones internacionales. A partir de esas implicaciones es posible delinear cinco áreas en las que
se sitúan las revoluciones.
Vínculos internacionales e internos.
Las revoluciones no obligan a cuestionarnos el supuesto realista fundamental de que las
estructuras internas/domésticas pueden excluirse del estudio de las relaciones internacionales: el

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más breve examen de cómo han contribuido las evoluciones al conflicto internacional, o a la guerra
en sentido estricto, demuestra como la cadena interactiva es un elemento fundamental de la
explicación de cómo surgieron estas guerras.
Hay algunas implicaciones del concepto de E para el estudio de las revoluciones. Las
revoluciones se hacen en los E y sin embargo, las relaciones internacionales trabajan con un
concepto problemático y cada vez más cuestionado del propio E.
El concepto de E que se usa convencionalmente en relaciones internacionales impide
examinar precisamente esos procesos que hacen que las revoluciones sean internacionales.
El segundo concepto de E más restringido nos permite concebir a los E en su doble carácter,
como entidades de dos caras que miran a la vez hacia dentro, hacia la sociedad que intentan
dominar, y hacia fuera, hacia los otros E con los q interactúan con la meta de reforzar su propia
posición interna. A partir de ese doble concepto resulta también posible reexaminar un rasgo del
sistema internacional. Los factores internos en la actividad internacional nos conducen a la cuestión
de la homogeneidad y heterogeneidad. Después de todo, los E con regímenes diferentes pueden
comerciar e intercambiar embajadores. Si respetan la no injerencia y aceptan la diversidad de los
sistemas internos, entonces la heterogeneidad no debería ser causa de conflicto.
Además, cierto elemento de heterogeneidad podría considerarse beneficioso para los E, ya
que proporciona otro, un objeto extraño y amenazador en el mundo externos, a partir del cual los E
pueden movilizar apoyo social y político internos.
El problema de la homogeneidad va más allá, en el sentido de que oscurece la que es quizás
la cuestión fundamental, a saber, la del papel de la homogeneidad en sentido positivo, en el
reforzamiento de los E, es decir, en el reforzamiento de la estabilidad de los E a partir de una
interacción normal.
Esto apunta a la idea de que la dimensión internacional es fundamental no solo para
explicar la desestabilización de los E cuando hay heterogeneidad sino también para explicar la
estabilidad de los órdenes políticos y sociales cuando hay homogeneidad.
En otras palabras, la clave para entender el desafío ideológico de la heterogeneidad reside en
identificar el papel ideológico preexistente de la homogeneidad y el reforzamiento.
Revoluciones y guerra
No es necesario decir que tanto las guerras causas revoluciones como viceversa.
Para seguir con esto hace falta traer a colación un rasgo difícil pero recurrente en el debate
sobre las relaciones internacionales, a saber, el de la relación de la seguridad entre los E y la
seguridad dentro de los E (o seguridad vertical vs seguridad horizontal).
Quienes establecen un vínculo estrecho entre los dos tipos de seguridad están inclinados
bien a ser coherentes y unos perfectos contrarrevolucionarios o a defender un permanente proceso

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revolucionario mundial sobre la base de que el conflicto entre E revolucionarios y
contrarrevolucionarios es inevitable.
El consenso no ha consistido en evitar el problema y negar que las revoluciones conduzcan a
la guerra; a resueltas de ello, la comunidad internacional no estaba preparada para el estallido de las
guerras que siguió a las revoluciones del tercer mundo.
Estas cuatro cuestiones, presentes en la teoría de las relaciones internacionales en general,
llevan a una quinta que subyace a la manera en la que cada uno de los principales paradigmas de
las relaciones internacionales trata la cuestión de las dimensiones internacionales de la revolución, o
sea, el propio carácter del sistema internacional.
Para los realistas el sistema está constituido por E en interacción, para los pluralistas y
behavoristas, los E mantiene su importancia pero el sistema permite otras interacciones que no
operan a través de los E; y para los materialistas el sistema internacional está constituido por un
sistema socioeconómico global, el K, superpuesto a unas estructuras políticas.
Por un lado los teóricos realistas y transnacionales subestiman el grado en el que E y
sociedades aparentemente separadlos se han formado y siguen existiendo dentro de un contexto
internacional definido por rasgos sociales, económicos e ideológicos comunes.
El modelo convencional marxista sufre del problema opuesto, o sea la exageración en base a
factores socioeconómicos.
Puede argumentarse, a partir del colapso del comunismo y del fin, o al menos la atenuación
de la perspectiva revolucionaria heredada de la revolución francesa, que la cuestión de la revolución
perderá su centralidad ene. Funcionamiento de las relaciones internacionales. Aun si fuera así, ello
no anularía la necesidad de reconsiderar la historia del sistema internacional de los últimos 500 años
y de examinar las posibles consecuencias teóricas e históricas.
En primer lugar, si aceptamos que es improbable o imposible que tenga lugar revoluciones
en E democrático, solo nos estamos refiriendo a tres docenas de los casi 200 E del mundo.
Los sociólogos históricos, los economistas políticos internacionales y los analistas de la
revolución se enfrentan todos a la cuestión de que es lo que constituye el sistema, que es también la
cuestión fundamental de las TI. Lo menos que podemos decir es que no se ha llegado a ninguna
respuesta adecuada enmarcada en términos históricos y teóricos. El estudio de las evoluciones como
fenómenos internacionales puede brindar un medio de aproximarse a esta cuestión y a otras.
 KENNEDY, Paul. Auge y caída de las grandes potencias. Madrid, Plaza y Janés,
1990.
Cap. V “El advenimiento de un mundo bipolar y la crisis de las “potencias medianas”:
1885-1914.

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En el invierno de 1884-1885, las grandes potencias del mundo y unos pocos Estados
menores se reunieron en Berlín, en un intento de llegar a un acuerdo sobre comercio, navegación y
fronteras, en África occidental y el Congo, y en general, sobre los principios de una ocupación
efectiva en África.
Japón no fue miembro de la Conferencia: aunque se modernizaba rápidamente, todavía era
considerando por Occidente como un Estado pintoresco y atrasados.
EEUU estuvo en la Conferencia de Berlín. También Rusia; pero aunque sus intereses en Asia
eran considerables, tenía pocos en África q fuesen importantes.
La relación triangular entre Londres, Paris y Berlín y Bismarck ocupaba la importantísima
posición del centro. El destino del planeta parecía descansar en Cancillerías de Europa. Por
supuesto, si la Conferencia hubiese tenido q decidir el futuro del impero Otomano en lugar del de la
cuenca del Congo, países como Austria-Hungría y Rusia habrían desempeñado un papel importante.
A lo largo de 3 decenios gran parte del continente seria económicamente devastado, y su
futuro estaría en manos de los q tomaban decisiones en Washington y Moscú.
Aunque es obvio q nadie podía prever en 1885 la ruina y la desolación q prevalecían en
Europa 60 años tarde, lo cierto fue q algunos observadores percibieron la dirección de la dinámica
del poder mundial a fines de siglo. Lo más notable de estos pronósticos fue el renacimiento de la
idea de Tocqueville acerca de q los EEUU y Rusia serían las dos grandes potencias del futuro.
¿Quién acompañaba a estos países? La teoría de los Tres Imperios Mundiales, es decir, la
creencia popular de q únicamente las tres Naciones-estado más grandes y poderosas seguirían
siendo independientes, preocupó a muchos estadistas mundiales. Se referían a Rusia, Inglaterra,
Estados Unidos y Alemania.
Para las antiguas potencias, GB, Francia y Austria-Hungría, el problema era si podrían
mantenerse ante los nuevos desafíos al statu quo internacional.
Para las nuevas potencias, Alemania, Italia y Japón, el problema estaba en si podrían
atravesar lo q Berlín llamaba una “libertad política mundial”, antes de q fuese tarde.
Existían entre las elites gobernantes, los círculos militares y las organizaciones imperialistas
una visión predominante del orden mundial, q hacía hincapié en la lucha, el cambio, la
competencia, el empleo de la fuerza y la organización de los recursos nacionales para incrementar el
poder del Estado. Las regiones menos desarrolladas del Globo serían rápidamente divididas.
Incluso un Estado moderno sería también eclipsó si no se apoyara en unos cimientos
industriales y productivos sólidos. Las potencias triunfales serán aquellas q tengan la mayor base
industrial.
Gran parte de la historia de las cuestiones internacionales durante el siguiente medio siglo
resultó ser la confirmación de las predicciones: se produjeron cambios en el equilibrio del poder; se

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derrumbaron los viejos imperios y surgieron nuevos. Así, el mundo multipolar de 1885 fue
sustituido por uno bipolar.
La actividad industrial y la ciencia se fueron convirtiendo en los pilares de fuerza de las
naciones. Los individuos contaban en la política de poder solo porque podían controlar y
reorganizar las fuerzas productivas de los grandes Estados.
La política de alianzas y de toma de decisiones darán cuenta de:
Los cambios en la base productiva militar-industrial.
Los factores geopolíticos, estratégicos y socioculturales q influyeron en las respuestas de los
Estados, y de los grandes cambios políticos y diplomáticos.
El equilibrio cambiante de las fuerzas mundiales.
El comercio mundial y la red de comunicaciones, implicó más q un cambio en las
respectivas participaciones nacionales en la producción de acero, un cambio en el potencial militar.
A potencia militar no es sinónimo, en una era de guerra moderna, de fuerza militar.
El volumen de la población no es nunca un indicador seguro de poder. Sí lo es un indicador
significativo de modernización industrial-comercial.
Las importantes diferencias entre las grandes potencias se ponen de manifiesto cuando se
examinan los datos de la productividad industrial.
También la mejor medida de industrialización de una nación reside en su consumo de
energía, ya q indica la capacidad técnica.
La posición de las potencias, 1885-1914.
Países con una producción industrial idénticas pueden merecer calificaciones distintas en
términos de efectividad de gran potencia. Tal vez la mejor forma de ilustrar la diversidad de la
efectividad estratégica es observando a los 3 recién llegados al sistema internacional: Italia,
Alemania y Japón.
Los dos primeros se convirtieron en Estados unificados en 1870.-1871. El tercero empezó a
salir del aislamiento autoimpuesto tras la Revolución Meiji de 1868.
Entre 1880 y 1890, cada una iba adquiriendo territorios de ultramar y empezó a construir su
propia flota moderna como complemento de los territorios que tenía,
Cada uno tenía elementos de cálculos diplomáticos de la época.
Sin embargo, todas estas similitudes no pueden compensar sus diferencias de fuerza real.
Italia.
El advenimiento de la nación italiana significó un cambio en el equilibrio europeo. Su auge
impresionó a Francia y Austria-Hungría, y si su entrada a la Triple Alianza “resolvió” la rivalidad
ítalo-austríaca, por otro confirmó q una Francia aislada se enfrentaba a dos enemigos fuertes.

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Pero el aspecto de gran potencia de Italia encubría algunas grandes debilidades: su atraso
económico, su analfabetismo del 40%, fincas pequeñas, suelo pobre, poca inversión, transportes
inadecuados, carbón británico q perjudicaba la balanza de pagos.
Esto no implica q no haya habido modernización. El crecimiento industrial se produjo más
de prisa q en cualquier otra parte de Europa. Se intensificó las migraciones a las ciudades, se
reajustaron los créditos industriales desde los bancos, y se elevó la renta nacional. Italia “creó” una
industria de hierro y acero, pero para 1913 equivalía a 1/8 de la de GB, 1/10 de la Alemania y 2/5 de
la Bélgica.
Otro problema eran las fidelidades q existían en la política eran familiares y regionales, pero
no nacionales. El distanciamiento entre Norte-Sur, exacerbado por la industrialización del primero y
la falta de contacto con el mundo exterior por parte del segundo, no eran mitigados por la hostilidad
entre el gobierno italiano y la Iglesia católica, q prohibía a sus miembros servir al Estado.
Las consecuencias de esto sobre la posición estratégica y diplomática fueron deprimentes. El
Estado Mayor italiano no sólo tenía plena conciencia de su inferioridad numérica y técnica en
comparación con los franceses, y con los austro-húngaros, sino q sabía también q la inadecuada red
de ferrocarriles y el arraigo del regionalismo hacían imposible los despliegues flexibles al estilo
prusiano.
El pacto de Alianza q firmó Italia con Berlín en 1882 fue alentador, cuando pareció q
Bismarck paralizaba a los franceses; pero entonces el gobierno italiano siguió presionando para
obtener lazos más estrechos con GB. Así, en 1900 Francia y GB se acercaron.
En 1914 Italia ocupaba una posición parecida a la de 1871: fue la última de las grandes
potencias, imprevisible y nada escrupulosa a los ojos de los vecinos, y poseía ambiciones
comerciales y expansionistas en los Alpes, los Balcanes, el norte de África y más lejos, q chocaban
con los intereses de amigos y rivales.
Japón.
Italia era un miembro marginal del sistema de las grandes potencias en 1890, pero Japón ni
siquiera formaba parte del club. Durante siglos había sido gobernado por una oligarquía feudal
compuesta por señores territoriales (daymyo), y una casta aristocrática de guerreros (samuráis).
Japón carecía de todos los q consideraban requisitos previos al desarrollo económico;
aislado del resto del mundo por su lenguaje, y por una fuerte conciencia de unicidad cultural, el
pueblo japonés permaneció encerrado en sí mismo.
Parecía destinado a permanecer políticamente inmaduro, económicamente atrasado y
militarmente impotente en términos de potencia mundial. Sin embargo, en dos generaciones se
había convertido en un elemento principal en la política internacional de Extremo Oriente.

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Las exportaciones (seda y tejidos) fueron aumentando. Existía un gran compromiso político
de realizar el eslogan nacional, “país rico, con ejercito fuerte”. Para los japoneses, el poder con y el
poder militar-naval iban a la par. Incluso en vísperas de la PGM, más de 3/5 partes de la población
se dedicaba a la agricultura, la explotación de los bosques y la pesca, y a pesar de las mejores
técnicas agrícolas, el terreno montañoso y la pequeña extensión de la mayoría de las propiedades
impedían una “revolución agrícola”.
La producción de acero y hierro era pequeña. Económicamente había realizado un milagro
para convertirse en el único Estado no occidental q pasaba por una revolución industrial en la era de
gran imperialismo; sin embargo, comparado con GB, los EEUU y Alemania, seguían siendo un
peso ligero en la industria y finanzas.
Otros factores ayudaron a Japón a elevarse en el rango de gran potencia, y explica por qué
superó a Italia:
Su aislamiento geográfico. Presumiendo su desarrollo continuado en el este de Asia, nadie
podía impedir su potencialidad en la zona.
Su moral. El fuerte sentimiento de unicidad japonés, las tradiciones de adoración al
emperador y veneración al Estado, la elite samurái de honor militar y de valor, y el énfasis de la
disciplina y la fortaleza dieron lugar a una cultura política patriótica, q esforzó a Japón a extenderse
a una “Gran Asia del Este”, por seguridad y por estratégica económica.
Pero ni siquiera entonces Japón era una gran potencia. Había tenido la suerte de luchar
contra una China aún más atrasada y una Rusia zarista militarmente poco ágil y q tenía la
desventaja de la distancia entre San Petersburgo y el Extremo Oriente. Además, la alianza Anglo-
Japonesa de 1902, le había permitido luchar en su terreno sin interferencias de terceras potencias.
Alemania.
Dos factores aseguraron el auge de Alemania imperial:
Geográfico: Lejos de un aislamiento político como Japón, había surgido en el centro del
sistema de los viejos Estados Europeos.
Crecimiento industrial, comercial y militar/naval.
La población tenía un gran conocimiento en la producción de la tierra, incluyendo usos de
abonos químicos. Para apaciguar a los Junkers y a las asociaciones de campesinos, los productos
agrícolas alemanes recibieron una fuerte protección aduanera para q pudiesen competir con los más
baratos productos en los EEUU y en Rusia. Su proporción en la producción manufacturera mundial
era más elevada q la de GB y dos veces la de Francia.
Lo significativo en el expansionismo alemán era q el país poseía los instrumentos de poder
para alterar el statu quo o contaba con recursos materiales para crearlos.

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Pero el imperio estaba debilitado por su geografía y su diplomacia. Situado en el centro del
continente, su crecimiento parecía amenazar a otras grandes potencias simultáneamente. La eficacia
de su maquinaria militar, además de su llamamiento a un ordenamiento de fronteras, alarmaban a
los franceses y a los rusos. La expansión marina, por otro lado, alertaba a GB, y amenazaba a los
Países Bajos y al norte de Francia.
Si la geografía representaba un papel importante, la diplomacia era significativa, como
Alemania no disfrutaba de la posición geopolítica de Japón, su habilidad política tenía a ser una
altura extraordinaria. Dándose cuenta de la envidia q había causado el surgimiento del Segundo
Reich, Bismarck se esfuerzo después de 1871 en convencer a las otras potencias de q Alemania no
tenía más ambiciones territoriales.
Persistía el peligro de q el fracaso en el logro de éxitos diplomáticos o territoriales afectase a
la política interior de Alemania de Guillermo, cuya elite Junker estaba preocupada por la decadencia
de los interés agrícolas, el auge del trabajo organizado y la influencia de la socialdemocracia en un
periodo de florecimiento industrial.
Algunos observadores creían q una guerra uniría a la nación detrás del emperador, otro
temían q tensara más el tejido sociopolítico alemán. Desde el punto de vista político de poder,
Alemania poseía rasgos únicos q eran de gran potencia: era la única de las democracias occidentales
con la toma de decisiones autocrática de las monarquías orientales. Era la única gran potencia
“recién llegada”, y la única en auge, q en combinación con la nación, sentía cuestión de “vida o
muerte” recuperar el territorio perdido.
Hablemos de los 3 países en cuestión: Austria-Hungría, Francia y GB. Los 3 eran más
débiles a finales del s XIX de lo q habían sido 60 años antes. Los dirigentes de las naciones sabían q
la escena internacional era ahora más complicada y amenazadora, y q los obligaba a considerar
cambios políticos radicales.
Austria-Hungría.
Industrialización: índice de crecimiento ascendente desde 1870 a 1913. Producción de
carbón y textil.
Pero en la economía y la sociedad encontramos fallos significativos: diferencias regionales
en la renta y en la producción per cápita. Q reflejan las diversidades socioeconómicas y étnicas en
un territorio extenso, desde los Alpes suizos hasta Bukovina.
La población se incrementaba en las regiones eslavas afligidas por la pobreza. Esto generaba
atraso productivo, q podría haber sido compensado por un alto grado de cohesión nacional-cultural,
como la q existía en Japón o en Francia. Pero Viena controlaba el racismo étnico más diverso. La
lista de problemas de nacionalidad de Viena no se reducía a los checos o a los magiares. Los
italianos del Sur estaban resentidos por la rígida germanización de sus territorios y miraban por

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encima de la frontera hacia Roma. Los polacos se sentía resignados, en parte porque los derechos de
q gozaban bajo el Imperio austríaco eran superiores a los q se les reconocían en los territorios
dominados por los alemanes y los rusos.
Todo esto afectaba el poder de A-H. No se trataba de la multiplicidad étnica significase la
debilidad militar. El ejército seguía siendo una institución unificadora, y adepto al empleo de toda
una serie de voces de mando. Al aumentar las tensiones internacionales en 1900, la posiciones
estrategia del Imperio pareció ser peligrosa. Sus divisiones internas amenazaban con dividir al país
y complicaban las relaciones con la mayoría de sus vecinos. Su crecimiento económico no podía
alcanzar el de las grandes potencias dominantes.
Q el Imperio tenga tantos enemigos en potencia se debía a su singular situación geográfica y
multinacional. A pesar de la Triple Alianza, las tensiones con Italia aumentaron desde de 1900.
Viena se preocupaba por Rumania, q era en 1912 una clara amenaza al pasarse al campo contrario.
Pero Serbia era el peor caso, q parecía un imán para los eslavos del sur del Imperio, y por eso un
tumor canceroso q había q eliminar. El ataque a Serbia, sin embargo, podría provocar una respuesta
militar del rival más formidable del Imperio, Rusia zarista, q invadiría el frente del nordeste.
En caso de una guerra entre potencias, A-H necesitaría del apoyo alemán y de su sistema
ferroviario.
Francia.
Poseía en 1914 grandes ventajas respecto a A-H
No tenía más q un enemigo, Alemania.
Desafío naval y colonial era inquietante porque una guerra contra Italia representaba la
intervención de su aliado Alemán.
Deterioro de las relaciones anglo-francesas. Francia había añadido 5 millones de km
cuadraros entre 1871 y 1900, a raíz de las guerras contra GB en el Congo y en África occidental.
Pero también presentaba impedimentos internos:
El impacto de la política sobre la Marina palideció con su efecto sobre el Ejército, donde la
fuerte antipatía mostrada por el cuerpo de oficiales hacia los políticos republicanos y toda una serie
de choques entre militares y civiles, poniendo en tela de juicio la eficacia del Ejército.
El estado de la economía. Industria automotriz y desarrollo agrícola. Concedían préstamos a
Rusia, financiando su desarrollo. El carbón, el acero y el hierro eran más caros porque procedían de
minas más pobres y plantas más pequeñas.
Que la agricultura sea la base de la productiva del país, era un freno para la productividad.
Francia se lanzó a la guerra, pese de estar para ese momento detrás de EEUU, GB y Rusia,
además de Alemania. Y además de tener una baja tasa de natalidad. Esto refleja el gran patriotismo
y nacionalismo francés. La confianza nacional no solo había mantenido el lazo con San

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Petersburgo, sino q habían mejorado las relaciones con Italia, a la q habían conseguido separara
virtualmente de la Triple Alianza. Los franceses habían sido capaces de resolver sus diferencias
coloniales con GB en 1904.
Luchas contra los boches teniendo a Rusia y a GB como aliadas había sido el sueño francés
desde 1871. Y ahora era realidad. Y aunque no era fuerte como para enfrentar a Alemania, el
impulso psicológico, la fortaleza militar y sus aliados, la empujaron más.
Gran Bretaña.
En 1900 tenía el Imperio más extensión del mundo, 20 millones de km cuadrados; la Marina
más numerosa del mundo. Sin embargo, después de 1870 el equilibrio cambiante de las fuerzas
mundiales estaba erosionando la supremacía británica de dos maneras:
La expansión de la industrialización y los cambios en las fuerzas militar y naval q se
derivaron de ella debilitaron la posición relativa del Imperio británico más q la de cualquier otro
país.
Fue el estado más impresionado por el auge del poder americano, era el país más afectado
por la expansión de las fronteras rusas y de los ferrocarriles estratégicos.
Mientras algunos de los problemas (en África o en China) eran nuevos, otros, (la rivalidad
con Rusia en Asia y con los EEUU en el hemisferio occidental) habían entrenado a muchas
administraciones británicas previas. Lo que era ahora diferente era q el poder relativo de los
diversos Estados competidores eran mucho mayor y q las amenazas parecían producirse casi
simultáneamente.
La erosión de la preeminencia industrial y comercian de GB, en la q se apoyaba su fuerza
naval, militar e imperial. Las industrias británicas establecidas, como el carbón, los tejidos y los
artículos de ferretería, aumentaron su producción en términos absolutos en aquellas décadas, pero
su parte relativa en la producción mundial disminuyó.
La industria británica se encontró invadida por una oleada de manufacturas extranjeras
importadas en el desprotegido mercado nacional, la más clara señal de q el país estaba perdiendo su
facultad competitiva.
El “taller del mundo” ocupaba el tercer lugar no porque creciese, sino porque los otros
crecían más de prisa. Esta decadencia económica iba tildando a GB de “Titán cansado bajo el orbe
demasiado vasto de su destino”. El comercio del hierro y del acero y la industria de las maquinas
herramienta habían sido alcanzados en varios mercados, pero no eliminados. La industria textil
disfrutada de un auge de exportación en los años anteriores a 1914.
La industria de armamentos era inadecuada reflejando la presunción tradicional de q el
Ejército británico tenia q ser desplegado y equipado para pequeñas guerras coloniales y no para
gigantescas luchas continentales.

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Q GB poseyese también fuerzas económicas en este periodo debería ser una advertencia
contra un retrato demasiado sombrío de los problemas del país. Era indudable q, en caso necesario,
podía pagar una guerra costosa y a gran escala; en cambio, era dudoso q pudiese preservar su
cultura política liberal si se veía obligada a dedicar más recursos nacionales a los armamentos y a la
guerra moderna industrializada.
Otros factores fortalecía: las fronteras terrestres. La insularidad de las Islas Británicas seguía
siendo una gran ventaja, liberando a su población del miedo a una súbita invasión por ejércitos
vecinos. Además, el gran dispositivo de guarniciones militares, depósitos de carbón y bases navales,
fácilmente reforzables por mar, le colocaban en una posición fuerte contra potencias europeas en
cualquier conflicto q se desarrollase fuera del continente.
GB lucharía con Francia por mantener su dominio sobre el Valle del Nilo. En las décadas q
precedieron a la PGM, GB se había visto alcanzada industrialmente por los EEUU y por Alemania,
y sometida a una fuerte competencia en las esferas comercial, colonial y marítima. Sin embargo, su
combinación de recursos, financieros, capacidad productora, posesiones imperiales y fuerza naval
significaban q era aún la potencia mundial “número uno”, aunque su liderazgo fuera menor q en
1850.
Rusia.
El imperio de los zares era también miembro automático del club selecto de “potencias
mundiales” al comenzar el s XX. Su enorme extensión, desde Finlandia hasta Vladivostok. Durante
4 siglos se había extendido hacia el Oeste, hacia el Sur, hacia el Este. Tenía un gran ejército y una
gran línea férrea. También se estaba invirtiendo en mucho dinero.
Así como era poderosa, también era muy débil para 1914. Tenía una gran deuda exterior y
necesitaba, para conservar la afluencia de fondos, ofrecer cotizaciones en el mercado superiores a
los inversores. Además, una gran parte de la industria estaba dedicada a lo textil. Sin embargo, la
valoración de la fuerza rusa es todavía peor a la producción comparativa. Se encontraba detrás de
EEUU, GB y Alemania. Era, ni más ni menos, la cuarta potencia mundial.
La sociedad continuaba manteniendo fuertes lazos con el ámbito rural. Y el crecimiento
industrial iría en detrimento de estas costumbres. El gran impulso hacia la modernización era
inspirado por el Estado y estaba con las necesidades militares: ferrocarril, acero, hierro,
armamentos. Con el fin de pagar las enormes inversiones del estado para la industrialización y los
gastos de defensa, tenían q elevarse los impuestos y reducirse el consumo personal.
Esto implicaba un fuerte costo social. Los niveles de embriaguez eran altos, intentando de
evitar la cruda realidad. Estas condiciones alteraban el trabajo en la fábrica, y aumentaban los
resentimientos contra el sistema.

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No es solo desde la perspectiva de después de la Revolución bolchevique q podemos ver q
Rusia era un polvorín sociopolítico antes del 14. Pero, ¿podría ser segura esta victoria, dados los
que serían antagonistas de Rusia en ese año? En la guerra contra el Japón, el soldado ruso había
combatido valiente, pero el mando incompetente, el mayor apoyo logístico y la táctica habían
producido su efecto. ¿Podrían ahora los servicios armados lanzarse contra A-H?
El factor decisivo era el atraso socioeconómico y técnico de Rusia. El mero volumen de su
enorme población campesina era reclutado para las fuerzas armadas. Las vías ferroviarias eran
ligeras y flojas, había pocos depósitos de agua. Así, el problema de la movilización era exacerbado
por la dificultad causada por los compromisos de Rusia con Francia y Serbia.
Después de 1871, se acordó q un presumible ataque pruso-aleman empezaría con un ataque
masiva y rápido de Alemania hacia el Este. Pero cuando se hizo el Plan Schlieffen, Francia
presionó con la fuerza de S. Petersburgo, para q lanzase una ofensiva contra Alemania lo antes
posible, con el fin de aliviar a su aliada occidental. El miedo a q Francia fuese destruida obligo a los
planificadores rusos a convenir atacar hacia el Oeste
Lograr reformas radicales en un ambiente en q la aristocracia se preocupaba por sus
privilegio, y el zar en su tranquilidad mental, era imposible, aquí había una elite atemorizada por la
agitación de obreros y campesinos, y sin embargo, el Gobierno, aunque era el q gastaba más del
mundo en términos absolutos, mantenía los impuestos directos sobre los ricos a un nivel mínimo.
Con su severa autocracia, bajos niveles educativos e injusto sistema de clases, Rusia carecía
de aquellos cuadros de funcionarios competentes q hacían q funcionasen los sistemas
administrativos. Rusia no era un Estado fuerte.
¿Cómo valorar entonces su poder? Poseía muchos valores: volumen del Ejército,
patriotismo, sentido de destino, la invulnerabilidad de la tierra moscovita. Contra A-H, Japón o
Turquía, tenía posibilidades de vencer. El problema mayor era Alemania.
Estados Unidos.
Terminada la Guerra Civil, los EEUU fueron capaces de explotar las ventajas mencionadas
más arriba: rico suelo agrícola; abundancia de materias primas; desarrollo tecnológico; ausencia de
presiones sociales y geográficas; inexistencia de peligros vecinos; influencia de capitales de
inversión extranjeros; gran productor de petróleo, de hierro y acero. Los EEUU parecían tener todas
las ventajas económicas q las otras potencias poseían, pero ningún desventaja.
El auge de la industrialización había frenado la tendencia hacia la importación de
manufacturas. Esto, además de consecuencias económicas, activó relaciones comerciales. Creció el
superávit comercial.
El crecimiento del poder industrial y del comercio ultramarino fue acompañado de una
diplomacia perentoria. La tradicional, aunque siempre alarmante Doctrina Monroe, iba acompañada

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de llamamientos para q los EEUU cumpliesen su “Destino Manifiesto” a través del pacífico. La
demanda de Washington de tener el control único del canal ístmico, la rectificación de la frontera de
Alaska, y los preparativos de la flota de guerra en el Caribe, fueron indicios de la determinación de
los EEUU a no ser desafiados por ninguna otra potencia en el hemisferio occidental.
Pero el rasgo novedoso de la política exterior fue sus intervenciones y su participación en
acontecimientos fuera del hemisferio occidental.
Grandes eran las diferencias entre Rusia y EEUU en vísperas de la PGM: la primera poseía
un Ejército de primera línea diez veces más grandes; pero EEUU producían 6 veces más de acero, y
eran 4 veces más eficaces en producción industrial. Rusia parecía más poderosa. Los EEUU se
habían convertido en una gran potencia, pero no formaban parte del sistema de las grandes
potencias.
Las alianzas y la marcha hacia la guerra, 1890-1914.
El tercer y último elemento para comprender la manera q estaba cambiando el sistema de
grandes potencias es examinar la diplomacia de alianzas desde la dimisión de Bismarck hasta el
estallido de la guerra.
La tendencia hacia la diplomacia de alianzas no afectó a los EEUU, solo de un modo
regional a Japón, y mucho a las potencias europeas.
Este sistema de alianzas fue iniciado por Bismarck en 1879, cuando trató de “controlar la
política exterior de Viena y avisar a S. Petersburgo, estableciendo la alianza austro-alemana. Según
los cálculos secretos del canciller alemán, esta maniobra tendría también a inducir a los rusos a
abanar su política errática, y volver a la Liga de los Tres Emperadores.
Alemania se comprometió a auxiliar a A-H en caso de un ataque ruso
Berlín hizo algo parecido con Roma para el caso de un ataque francés, y luego otra alianza
con Rumania contra una agresión rusa.
Aunque el propio “ligamen secreto” de Bismarck con S. Petersburgo (el Tratado de
Reaseguro del 87) impedía una ruptura forma entre Alemania y Rusia, había algo superficial. Tanto
Rusia como Francia podían beneficiarse mutuamente con ayuda militar rusa y con préstamos
franceses.
El retiro de Bismarck en 1890 y los más amenazadores movimientos del gobierno de
Guillermo II cerraron la cuestión. En 1894, la Triple Alianza de Alemania, A-H e Italia había sido
contrarrestada por la Doble Alianza Franco-Rusa.
Existía un tosco equilibrio entre ambos bloques aliados, haciendo q los resultados de un
conflicto entre grandes potencias fuese más incalculable y menos probable q antes. Francia y Rusia,
escapando de su aislamiento, se volvieron a enfocar en sus preocupaciones africanas y asiáticas;
Alemania estaba volviendo a la Weltpolitik, mientras Italia se estaba embollando en Abisinia.

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Estas rivalidades imperiales afectarían, a largo plazo, las relaciones entre las grandes
potencias, incluso en un contexto europeo. Al empezar el siglo, las presiones sobre el Imperio
británico pidieron el fin del “espléndido aislamiento y una alianza con Berlín”.
Al forjar la Alianza Anglo-Japonesa en 1902, los estadistas británicos esperaron también a
aliviar una difícil carga estratégica en China. Aunque todos los arreglos parecieron afectar
solamente a los asuntos extraeuropeos, influyeron directamente en la situación de las grandes
potencias europeas. La resolución de los dilemas estratégicos de GB en el hemisferio occidental,
más el apoyo q recibiría de la flota japonesa en el extremo oriente, aflojaron algunas de las
presiones existentes sobre los designios marítimos de Royal Navi y aumentaron sus perspectivas de
consolidaciones en tiempo de guerra.
Todavía mayor fue la influencia sobre el equilibrio y las relaciones europeas tuvieron las
imponentes victorias militares y navales japoneses durante la guerra. Con Rusia inesperadamente
reducida a potencia de segunda clase por unos años, el equilibrio militar europeo se inclinó a favor
de Berlín, con lo q las perspectivas de Francia serian ahora peores q en 1870.
En vez de lanzarse a una guerra, Berlín optó por la diplomacia. Los resultados de la
Conferencia de Algeciras, donde la mayoría de los participantes apoyaron las aspiraciones de
Francia a una posición especial en Marruecos, fueron devastadora confirmación de lo mucho q
había decaído, y la influencia diplomática de Bismarck.
La crisis marroquí hizo q las rivalidades internacionales volviesen de África al continente
europeo. Esto fue reforzado por tres acontecimientos:
La entente anglo-ruso de 1907 sobre Persia, Tibery y Afganistán, debilitando la defensa
británica en la India, y aumentando los nervios alemanes por estar “cercados” en Europa.
La acalorada “carrera naval” anglo-alemana de 1908-1909. Ellos y los franceses habían
estado observando la crisis balcánica de 1908-1909, en q la indignación rusa por la anexión forma
de A-H de las provincias Bosnia-Herzegovina condujo a una petición alemana de q Rusia aceptase
el fait accompli o sufriese consecuencias.
El resurgimiento de la antigua “cuestión oriental”: el auge de Serbia alarmaba a Viena; la
creciente influencia alamana sobre Turquía aterrorizaba a S. Petersburgo. Cuando es asesinado el
archiduque Fernando en 1914, provocó la acción de A-H contra Serbia y luego el contraataque ruso.
Este asesinado desencadenó la guerra. Llevó al Estado Mayor prusiano a insistir en la inmediata
puesta en práctica del Plan Schlieffn, es decir, el ataque preventivo contra Francia, vía Bélgica, q
tuvo como efecto entrar en guerra con los ingleses.
Los alemanes se comprometieron con A-H. Alentada por los fondos franceses, Rusia se
comprometió a una movilización y ataque hacia el Oeste, si estallaba la guerra, mientras q los

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franceses adoptaron en 1911 el Plan XVII, q preveía la inmediata invasión de Alsacia-Lorena. La
intervención de GB era previsible.
El error de cálculo de q la guerra empezaba en julio/agosto de 1914 y habría terminado en
dic, ha sido explicado por no haberse previsto q la artillería de tiro rápido y las ametralladoras
hacían imposible una guerre manoeuvre y obligaba a las masas de soldados a refugiarse en
trincheras, de las q era difícil ser desalojados, y q los prolongados bombardeo de la artillería y las
ofensivas de infantería no eran una solución, ya q las granadas no hacían más q remover el suelo y
advertir al enemigo en lugar donde se producía el ataque.
Esto hay q ubicarlo en el sistema de alianzas: pese a q la guerra por razones técnicas
terminaría rápido, una derrota implicaba la ayuda de los respectivos aliados. Así, el sistema de
alianzas aseguraba virtualmente q la guerra no se decidiría con rapidez, y significaba q la victoria,
en este largo duelo, se inclinaría a favor de aquellos cuya combinación de recursos
militares/navales, financieros/industriales/tecnológicos fueran grandes.
Planes de guerra, 1914:
Ataque Alemán contra Francia (Plan Schelieffen)
Invasión francesa de Lorena (Plan XVII9
Fuerzas expedicionarias británicas a Francia y Bélgica
Ataque ruso contra A-H
Ataque ruso contra Prusia Oriental
Invasión Austro-húngara de galitizia
Ataque h-h contra Serbia.
La guerra total y los equilibrios de poder, 1914-1918.
EEUU estaba al margen
Japón interpretó libremente los términos de la Alianza anglo-japonesa para ocupar las
posesiones alemanas en china y en el pacifico central. Para los aliados era mejor tener a Japón como
amigo q como enemigo.
Italia eligió la neutralidad.
La decisión de Turquía abría el Próximo oriente a la expansión francesa y a la inglesa.
Las posiciones críticas eran las ocupadas por los “Cinco Grandes. Es importante destacar
aquí a A-H separada de Alemania.
Toda la fuerza militar y tecnológica q caracterizaba a A-H, se daba en opuesta en el caso
Francés y Ruso. Separadas por más de media Europa, encontraban difícil coordinar la estrategia
miliar.
La decisión de Alemania de atacar a Francia a través de Bélgica favoreció las intervenciones
británicas. Fuese por razones tradiciones del “equilibrio de poder”, o en defensa de la “pobreza

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Bélgica”, la decisión británica de declarar la guerra a Alemania fue crítica, aunque el pequeño
ejército británico de largo servicio solamente podía afectar marginalmente al equilibrio militar de
conjunto.
Las fuerzas de GB eran considerables, principalmente por su flota marina. Estos lazos
ultramarinos significaron q la decisión británica de intervenir en la guerra influyó en la acción
japonesa en el Extremo Oriente, en la declaración de la neutralidad de Italia y en la posición
benévola de los EEUU.
Los todavía grandes recursos industriales y financieros de GB podían ser desplegados en
Europa, tanto para recaudar fondos y enviar municiones a Francia, Bélgica Rusia e Italia, como para
abastecer y pagar el gran ejército q emplearía Haig en el frente occidental. Esto indica una
superioridad significativa pero no abrumadora en el material poseído por los Aliados. Sin embargo,
hay q considerar, pese a estas ventajas, por qué no habían triunfado los Aliados después de 2 o 3
años de lucha y por qué consideraron vital la entrada de EEUU en el conflicto.
Parte de la respuesta puede estar en q los sectores en q los Aliados eran fuertes no era
probable q produjesen una victoria decisiva sobre las potencias centrales:
El imperio colonial alemán eran económicamente insignificante en 1914, y su pérdida
significaba muy poco.
Las operaciones alemanas de exportación eran sustituidas por la producción de guerra, el
bloque de las Potencias Centrales era autosuficiente en artículos de alimentos.
El bloqueo marítimo era eficaz, pero solo cuando se aplicaban junto con presiones militares
en todos los frentes.
La geografía del mar del Norte y del Mediterráneo significaba q las principales líneas de
comunicación aliadas estaban seguras sin necesidad de ir a buscar a los barcos enemigos en los
puertos o de montar un bloqueo peligroso de sus costas. Antes, por el contrario, eran las flotas
alemana y a-h las q tenían q salir a desafiar a la Marina anglo-franco-italiana si querían conseguir el
dominio del mar.
Las potencias centrales optaron por los ataques de los submarinos contra los buques
mercantes aliados, lo cual era una amenaza mucho más seria, pero la campaña submarina contra el
comercio era lenta y agotadora, y sus verdaderos éxitos solo podían medirse comparando el tonelaje
de barcos mercantes hundidos con el de los construidos por astilleros aliados.
Por otro lado, la impotencia de la superioridad numérica e industrial de los Aliados estaba en
la naturaleza de la propia contienda militar.
Alemania contaba también con otras ventajas: sus avances en Francia y Bélgica habían
ocupado las tierras altas q dominaban la línea del frente occidental, permaneciendo a la defensiva

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por el Oeste. Y además, la ventaja geográfica de su posición con buenos medios de comunicación
interiores entre el Este y el Oeste, compensaban su “cerco” por los Aliados.
Mientras los ejércitos anglo-franceses se defendían en el Oeste en 1915, los alemanes
atacaron por Oriente, en parte para rescatar a los copados a-h en los Cárpatos, pero también para
destruir al Ejército Ruso. Estos fueron expulsaos de Lituania, Polonia y Galitzia. En el Sur,
refuerzos alemanes se habían unido a las fuerzas austriacas y a los búlgaros, invadiendo Serbia.
Algunas divisiones alemanas fueron destrozadas por rusos en la campaña de Verdúm,
empujando al desordenado ejército de los Habsburgo hacia las montañas de los Cárpatos, y
amenazando con su destrucción total. Casi al mismo tiempo, el Ejército británico de Haig lanzó una
ofensiva presionando a los alemanes en las alturas. En cuanto estas operaciones aliadas condujeron
al final de Verdún, la posición estrategia de Alemania mejoró la actitud ofensiva en el Oeste
permitió transferir tropas al Este, reforzando unidades a-h, invadiendo Rumania y prestando ayuda a
los búlgaros del sur (unos capos los tipos).
¿Dónde mostraban debilidad las economías en tiempos de guerra? (Sin olvidar la posible
ayuda de los aliados).
A-H se hubiese derrumbado en la guerra contra Rusia de no haberse sido por las
intervenciones alemanas q hicieron q el Imperio Hasburgo fuese más q nunca un satélite de Berlín.
Italia, q no necesitó en principio ayuda, dependencia cada vez mas de sus ricos y poderosos
aliados para los alimentos, carbón y materias primas. Su definitiva “victoria” de 1918, como la
definitiva derrota de Habsburgo, dependió esencialmente de acciones y decisiones tomadas en otras
partes.
Rusia fue la primera en abandonar la guerra debido a estar expuesta a ataques del mucho
más eficaz ejército alemán, y por estar estratégicamente aislada, imposibilitándola de recibir ayuda
militar. Así, tuvo q aumentar mucho más su producción, acompañada de una mala política fiscal,
negándose a elevar los impuestos a las clases acomodadas; el Estado pidió más préstamos y a
imprimir más billetes para pagar los gastos de la guerra. También los soldados descontentos fueron
un problema.
Este problema también fue vivido por Francia. Sin embargo, los franceses tenían ventajas
respecto de los rusos: la unidad nacional y la guerra de coalición. La concentración en la producción
de armamentos no hubiese sido posible en Francia sin la ayuda de GB y EEUU. Los franceses
perjudicaban a su propia agricultura llevándose demasiados hombres de la tierra, trasladando
caballos a la Caballería o a los servicios militares de transporte, e invirtiendo en explosivos y en
artillería en detrimento de los abogados y de la maquinaria agrícola. Así, Francia tenia q confiar en
la ayuda militar inglesa, y luego norteamericana. Solo una combinación de ejércitos logró expulsar
a los alemanes de suelo francés y el país recobró libertad.

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Cuando los ingleses entraron en la guerra en agosto de 1914, fue sin pensar q también ellos
dependerían de otra gran potencia para conseguir la victoria final. La PGM mostró los puntos flacos
de GB:
Si la geografía y la superioridad numérica de la Gran Flota significaba q los Aliados
conservaban el dominio en el mar, la Royal Navy no estaba en condiciones de responder a la
tremenda guerra submarina q los alemanes pusieron en práctica en 1917.
Si la serie de armas estratégicas baratas no aprecian servir contra un enemigo con amplios
recursos de las Potencias Centrales, la estrategia alternativa de encuentros militares directos con el
Ejército alemán también parecía incapaz de producir resultados.
Los Aliados fueron necesitando cada vez más de la ayuda financiera de EEUU. Pero ¿qué
decir de Alemania? Su actuación en la guerra había sido sorprendente, manteniendo a raya al resto
del mundo, había derrotado a Rusia, empujado a Francia, al colapso militar de Europa, y a poco de
obligar a GB a rendirse por hambre. Parte de esto fue gracias a las ventajas dichas:
Buenas líneas de comunicación
Posiciones defendibles en el Oeste y espacios abiertos para una guerra móvil contra
enemigos menos eficaces en el Este
Calidad de combate
Numerosa población
Maciza base industrial.
Sin embargo, detrás de todo esto, existían problemas:
Las campañas de Verdún y Somme provocaron muchas bajas
En vez de aumentar los impuestos sobre la renta descargaron un pesado golpe contra la
moral popular,
El programa de Hindenburg requería no solo muchos trabajadores adicionales, sino también
una inversión infraestructural masiva. Se comprendió q el programa solo podía ser realizado si
muchos trabajadores volvían del ejército, disminuyendo la disponibilidad de hombres para la lucha.
La importancia de la intervención yanqui pro-Aliados no fue militar, ya q su Ejercito estaba
todavía menos preparado para una campaña moderna q lo habían estado las fuerzas europeas en
1914. Pero su fuerza productora, fomentada por los pedidos de guerra aliadas por miles de dólares
no tenía lugar. En términos económicos, su entrada fue transformadora.
Las ventajas de las Potencias Centrales (comunicaciones buenas interiores, alta calidad del
Ejército Alemán, ocupación y explotación de territorios, aislamiento y derrota de Rusia) no podían a
la larga pesar más q su gran desventaja en poder económico y q la considerable desventaja en el
volumen total al de las fuerzas movilizadas.

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Las pruebas aquí presentadas sugieren q el desarrollo total del conflicto (punto muerto entro
dos bandos, ineficacia de Italia, agotamiento de Rusia, intervencionismo decisivo de EEUU para
mantener las presiones aliadas y el colapso final de las potencias centrales) estuvo íntimamente
relacionado con la producción industrial y con las fuerzas eficazmente movilizadas q cada alianza
tuvo a su disposición durante fases de lucha.
 WASSELING, Henri. Divide y vencerás. El reparto de África (1880-1914).
Barcelona, Península, 1999.
Conclusión.
La partición de África concluyó con el reparto franco-español de Marruecos y la casi
simultánea anexión de Libia por parte de Italia. A excepción de Etiopía no quedaba nada por
repartir. Poco después empezaba la PGM. El escenario principal se encontraba en Europa, pero
también se luchó en África y Asia.
Francia recibió la mayor parte de Togo y Camerún, lo sobrante fue para Inglaterra, Bélgica.
No obstante no todos los dominios eran coloniales, sino territorios bajo mandatos que eran
gobernados por las potencias coloniales en nombre de la Sociedad de Naciones, aunque el asunto no
terminó hasta 1935.
Del mismo modo que la repartición de África no empezó en 1880, no terminó en 1914,
aunque se puede considerar este lapso como la época de la repartición, pero ¿por qué ocurrió en
aquellos años y de esa manera?
El reparto de África como problema
¿En qué fecha empezó? Ya acá hay problemas, aunque no tendría que traer problemas un
año más o menos. En realidad no se trata de la fecha en sí, sino del hecho de que cada uno de los
años remite a un acontecimiento concreto.
Los debates sobre esta cuestión son importantes, y sería igual de necio pretender emitir un
juicio concluyente sobre el asunto, que presentar como elemento crucial otro acontecimiento más.
No obstante nosotros debemos llegar a la conclusión de que no es posible establecer con certeza el
inicio de reparto, y que no se puede señalar un acontecimiento concreto como causante del mismo.
Ni siquiera está claro que exactamente, hemos de llamar de entender por acontecimiento.
Un suceso histórico es pues, el resultado de toda una cadena de decisiones, que a su vez las
tomaban distintas personas por diferentes motivos. Si queremos explicar los acontecimientos hemos
de reflexionar sobre las diversas motivaciones de las personas implicadas.
El siguiente problema surge al observar las consecuencias de un acontecimiento. Hemos
leído que el suceso A lleva al B. Pero la sociedad en cambio, no funciona según las leyes de la
mecánica, y en la historia no conocemos esta regla de causa y efecto. Del mismo modo que una
determina actuación era el resultado de varias decisiones, la reacción que producía también lo era.

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Dejando aparte la pregunta de cuándo y por qué empezó el reparto, es como mínimo igual de
importante la pregunta de por qué continuó hasta las últimas consecuencias, hasta donde no quedó
nada por repartir. También podemos plantear la pregunta de otra manera: ¿Qué habría podido
detener la partición? En un principio hay dos respuestas posibles, una oposición de los africanos o
una intervención. Ambas fueron inexistentes.
Inicialmente la repartición fue un asunto de papeles, una cuestión de tratados entre distintos
estados europeos. Pero las cosas cambiaron. Como hemos visto, la ocupación efectiva se convirtió,
en una época posterior, en la partición sobre el terreno.
Hemos de ser conscientes de que, en la primera fase, ocurrían pocas cosas en África. La
partición de África se registraba en los mapas europeos, nada más. ¿Pero que representaban estos
mapas? La división de cancillerías, que no se molestarían entre ellas. En Europa primero se
conquistaba y luego se reflejaba el resultado en el mapa. En África primero se dibujaba el mapa y
luego ya se vería lo que se tenía que hacer.
Como es lógica, estas prácticas se han criticado mucho. Con frecuencia se dice que, debido a
ellas, las fronteras de África son artificiales. Pero por regla general las fronteras no las decide la
naturaleza, sino el poder es decir, la política. No obstante lo peculiar de las fronteras africanas es
que no ratificaba las relaciones de poder a posteriori, sino a priori.
No es de extrañar entonces que la década de 1880 no ofreciera oposición, ya q no había a
que oponerse. Eso cambió en la década de 1890 cuando la violencia aumento gravemente y adquirió
un matiz distinto.
La partición iba enserio. De todos modos, hay dos observaciones: por un lado incluso en
estos años las guerras coloniales eran de un orden distinto al de las guerras europeas, por otro lado
el fin del reparto no significó el fin de la violencia, que siguió a pesar de haberse terminado la
partición. En Europa podemos trabajar con la simple dicotomía paz o guerra, en la situación
colonial, esta pareja de conceptos solo cubre una parte de la realidad. Podemos afirmar entonces
que el número de guerras era relativamente pequeño y que no puede hablarse de una oposición
masiva, colectiva y persistente a la partición.
El segundo motivo por el que siguió el reparto fue la ausencia de intervenciones exteriores.
En África representaban su tradicional obra diplomática y lo representaban con entrega y talento,
según las reglas teatrales que habían desarrollado a lo largo de muchos siglos de política europea:
exigiendo, amenazando, intimidando, cambiando y pacificando.
Motivos y decisiones
Los historiadores no solo han intentado averiguar que impulsó la partición del mismo modo
han discutido apasionadamente sobre los motivos que llevaron a los europeos a actuar en África.

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Galagher y Robinson argumentaron que la política británica en la partición no fue dirigida
por los K sino por los políticos. Sea cual sea la opinión bien es cierto que solo puede referirse a GB.
A los países que no tenían imperios en Asia no les podían mover tales motivos: su política se basaba
en otras motivaciones. Estos a su vez variaban de un país a otro, de una época a otra. Aunque claro
está q los grupos de presión insistían ante sus respectivos gobiernos para que estos difundieran sus
intereses.
Resulta más fácil observarlo en países pequeños, por ejemplo Holanda, que necesitaba y
defendía los intereses de comerciantes.
Había entonces muchos intereses en juego en África y es imposible señalar cual es
preponderante, solo que en determinados momentos los gobiernos se veían inclinado a unos u otros.
Así, solo se puede llegar a la conclusión de que en la repartición de África han intervenido
muchos motivos, intereses y motivaciones.
Causas y consecuencias
Si queremos responder a la pregunta de por qué ocurrió la partición cuando ocurrió, no
podemos limitarnos a las personas y sus motivaciones, hemos de hablar también de las causas y
efectos. La repartición de África hemos de plantearnos la pregunta de cuál es el fondo histórico de
todo este proceso.
Gallagher y Robinson dijeron que la cuestión que se plantea es qué relación existe entre, los
objetivos y los puntos de vista, y por otro lado, las causas. La respuesta de ellos era que las visiones
subjetivas que influyeron a los británicos que repartieron África fueron unas de las causas objetivas
de la partición en sí.
De todos modos un planteo no saca al otro. En un enfoque se enfatiza la realidad como la
vivieron los contemporáneos, en el otro se observa esa realidad con la sabiduría del tiempo
transcurrido. Y si bien puede parecer un anacronismo, es la parte del anacronismo en el que caen los
historiadores.
Era inevitable que África se viera involucrada en la estrategia mundial europea. Más bien
resulta sorprendente que se haya quedado tanto tiempo al margen. Quizá se hubiera podido
establecer una posición de dominio más fuerte. En el S XIX esta situación empezó a cambiar. El
botín adquirió mayor importancia puesto que gran parte del resto del mundo ya había sido repartido.
También desempeño un papel importante la situación política interna de cada nación
europea. Los gobiernos tenían que enfrentar un nuevo deber: debían tener en cuenta a sus electores.
Los problemas sociales y económicos llamaban la atención cada vez más. Se ampliaron las
instituciones estatales, se buscaba un E fuerte
Así pues, surgió una nueva situación en Europa a partir de 1870, tanto en el terreno de la
política nacional como en la internacional. Por lo que atañe a la última, la creación de los últimos

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E-N originó una nueva constelación de poder que se caracterizaba por una fuerte rivalidad
internacional y continuas maniobras diplomáticas. Difícilmente podrían separarse los motivos
económicos de los políticos. Se podría decir con más aciertos que la política fue la síntesis de
consideraciones sociales, económicas y puramente políticas.
Significado e interés
¿Qué interés tenía todo este período? Esa es una pregunta con dos caras: el interés para
Europa y para África. Desde una perspectiva europea no tenían gran importancia, ya que ocupaba
un papel poco destacado en las preocupaciones de los políticos de esa época. Desde el punto de
vista económico no sería importante hasta después de la PGM.
Después de la SGM la era colonialista pronto llegó a su fin. Paradójicamente, fue entonces
cuando empezó a fortalecerse la conciencia colonialista en Europa.
Desde la perspectiva africana este período era un repudio al sometimiento y a la autoridad
colonial si bien el periodo no duro mucho, sin la participación de los políticos africanos todo esto no
se podría haber llevado a cabo. Incluso durante el colonialismo los africanos seguían siendo los
dueños de su destino.
La era colonial duró poco, pero aun así puso en marcha o aceleró una serie de procesos que
aún hoy tiene efectos. En lo económico y social no aportó absolutamente nada, solo precipitó un
proceso de modernización que ya había empezado
La mayoría de los africanos recuerda la época colonial con aversión, y la describen con
horror. Antiguamente los historiadores coloniales la juzgaban de otra manera, alabando el
colonialismo como aporte de progreso y civilización.
No es necesario que seamos tan negativos en nuestros juicios sobre el colonialismo. No
obstante, resulta extraño y también algo triste, pensar que el colonialismo europeo en África haya
tenido tan poca relevancia para Europa.
EL BREVE SIGLO XX (1914-c.1991)
UNIDAD 3
La era de las catástrofes (1914-1945).
3.1. Guerra y Revolución. El fin de la política de equilibrio: las alianzas rígidas. El primer
crimen de Sarajevo y de la guerra total a la paz de Versalles. Las revoluciones rusas.
 DUROSELLE, Jean-Baptiste. Europa de 1815 a nuestros días. Barcelona, Labor,
1991.
Cap. VII. La Gran Guerra y la “paz fallida”.
La primera gran guerra mundial era una zambullida en lo desconocido. Se creía que iba a ser
corta pero duró más de cuatro años. Se sabía que iba a ser sangrienta pero nadie imaginó tan
extremo.

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Cuando se desencadenó los E no tenían en general objetivos de guerra precisos, todo
dependía de la suerte de los ejércitos.
Para el historiador los problemas esenciales parecen ser los de la estrategia política militar
(la paz y la transformación interna de los E)

Estrategia y política durante la guerra.


En agosto de 1914 la Entente 3 estaba compuesta por Francia, GB y Rusia, y por dos
pequeños E, Serbia y Bélgica. Las potencias centrales eran Alemania y Austria Hungría.
Rápidamente sus estrategias fracasaron, dejando en claro que era preciso inventar nuevas
formas de guerra. Por ejemplo, el plan francés se basaba más en esperanzas que en una concepción
racional (fracasó también por cuestiones de mando); y el plan alemán era más racional, pero el
comandante perdió los estribos y envió demasiado pronto algunas divisiones hacia el frente.
Luego de estos encuentros, los ejércitos se encontraron frente a frente y se establecieron
sobre una línea de fortificaciones terrestres, las trincheras. El “frente que así se creó simbolizaba
cruelmente la realidad del equilibrio europeo, trasladado al plano militar.
Desde aquel momento, todo giró en torno a este frente occidental.

3
La Triple Entente fue una coalición conformada por la alianza de Gran Bretaña, Francia y Rusia.
La nueva potencia mundial, Alemania, gobernada por Guillermo II, en 1890 consiguió que tres potencias que tenían
importantes diferencias entre sí, Francia, Reino Unido y el Imperio ruso, se aproximaran y terminaran por coaligarse
como la Aliada Mayor Nacionalista para hacer frente a la Triple Alianza del Imperio alemán, Imperio
austrohúngaro e Italia.

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Puede decirse que el pensamiento de los dirigentes de ambos campos se orientó hacia tres
direcciones: la ruptura, el desgaste y la diversión.
La ruptura era el ideal de los jefes militares, pero se necesitaba mucho material y una
momentánea superioridad de efectivos.
En 1916 el ejército alemán intentó sustituir la ruptura por el “desgaste” y de ahí la batalla de
Verdún. El objetivo consistía en aprovecharse de la ofensiva para infligir al enemigo un número de
pérdidas que fuese tres veces superior a las pérdidas alemanas, así no se trataría de conquistar
terreno sino de doblegar (psicológicamente) al enemigo.
En 1917 replantearon la estrategia cuando decidieron desencadenar la guerra submarina a
ultranza.
La guerra de desgaste fue principalmente idea de Alemania. La estrategia de diversión fue
sobretodo obra de la Entente. Si no se podía vencer al enemigo en el sitio donde era más fuerte
había que intentar atraer sus reservas hacia otros puntos. Esto suponía que había que reclutar aliados
y crear nuevos frente (aunque no aguardó las intervenciones de países para practicar una estrategia
periférica).
Al final no fueron ni el desgaste ni la estrategia periférica los que dieron la victoria a uno de
los campos ni la ruptura. Fue el temor de una próxima ruptura en provecho de la entente, debido a
una creciente superioridad numérica y al agotamiento del ejército alemán lo que llevó a Hindenburg
y a Ludendorff a proponer a su gobierno que pidiese el armisticio.
La paz de compromiso.
Cuando se pidió dicho armisticio sabían del estado de agotamiento del ejército alemán y de
la permanente amenaza de ruptura que sobre él posaba. Pero en su mente este armisticio permitía
acotar las líneas, reconstituir las tropas y mejorar las cosas en unas semanas. Había por su parte una
doble quimera: que la Entente caería en la trampa y que la población alemana aceptaría la
continuación de un doloroso esfuerzo.
El resultado fue que el régimen imperial se hundió el 9 de noviembre. Después de la
sublevación de marino y el pueblo, de que el SD Elbert tomase el poder en una Alemania en plena
efervescencia y de que los aliados dispusieran que se debían de entregar todas las armas y se
continuaría el bloqueo.
El paso de la interrupción de los combates a la paz, como era de prever, se hizo difícil y
espinoso. El compromiso fue la solución a la mayor parte de las disensiones, de ahí que resultase un
tratado frágil, fuente en sí mismo de ulteriores dificultades.
El primero fue el problema Wilson, quien había creado la política de la “nueva democracia”.
Su razonamiento consistía en demostrar que la Sociedad de Naciones garantizaría la seguridad y
que ya no habría necesidad de fronteras estratégicas ni ocupaciones militares. Finalmente los

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europeos debieron admitir una concepción de la seguridad en la que solo tenían una confianza
limitada.
El segundo problema eran los alemanes, ya que se había excluido a los vencidos del tratado,
por lo que éstos quedaron estupefactos e indignados. Todos están de acuerdo en que Alemania tenía
derecho a discrepar en el punto de las reparaciones, ya que si bien se había comprometido a pagar
los daños de los civiles, las cifras fueron dobladas luego por GB. Pero a su vez, como el tratado no
fijó exactamente nada, esto impedía que la economía alemana se reconstruyese sobre bases firmes.
Si bien Yoghi Goerge temía que los alemanes se negasen a formar, Clemenceau pensaba que
Alemania tenía que ceder (y que las pautas tenían que ser duras).
El tercer gran problema de la paz lo planteaban los bolcheviques, ya que entre los
negociadores había unanimidad en condenar su accionar y desear su caída ya que se temía que la
doctrina se infiltrase. Pero pronto se descubrió que eran débiles y odiados por la población, por lo
que se limitaron a crear un cordón sanitario de los E anticomunistas. Pero desde 1920 la Rusia
soviética era para la Europa de Versalles una misteriosa y terrible amenaza.
La transformación interna de los Estados.
La guerra sirvió de acelerador al proceso según el cual las masas sucedáneas de las nuevas
capa sociales de que hablaba Gambetta aumentaron su participación en la vida política de los países,
En toda Europa los desmovilizados regresaron con reivindicaciones y rechazaron la dirección de los
notables. La elite campesina y sobre todo la obrera formada y descubierta gracias a la acción
sindical, consideró que debía jugar un papel cada vez más importante. En todas partes los sindicatos
y partidos obreros chocaron con las ofensivas de la burguesía K.
No se sabe de qué forma hubiera tomado esta lucha si en un país la facción revolucionaria de
los bolcheviques hubiera tomado el poder. La revolución de Octubre tiene la importancia de la
Revolución Francesa. Un E proletario, Lenin dio a este E un gobierno autoritario, basado en la
dictadura del proletariado.
La pura existencia de este E cambió completamente las perspectivas de la acción proletaria,
ya que casi todos apoyaron la moción de unirse a la Segunda Internacional de Lenin.
Hasta 1934-36 los partidos comunistas permanecieron en la más intransigente oposición, y
así la vida política de los países europeos se vio afectada por la existencia de esta minoría. Pero otro
peligro apareció, mucho más grave de un modo inmediato: el fascismo.
 VINCENT, Gérard. Historia de la vida privada. La vida privada en el siglo XX.
Buenos Aires, Taurus, 1991.
"Guerras dichas, guerras silenciadas y el enigma de la identidad"
La guerra permanente

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La revolución permanente es una utopía, la guerra permanente una realidad. La guerra
siempre presente en el pensamiento humano. Recuerdos heroicos, vergonzosos, reconstruidos,
aborrecidos o privilegiados. La guerra pertenece a la vida privada… estos intermedios en lo que se
puede dar o recibir la muerte, imprevisiblemente.
Morir por la patria, matar por la patria. Aquello se valora, esto se calla. El deseo manifestado
en la pasión de destrucción del otro, son tan fuertes que podemos preguntarnos si la paz no es la
continuación de la guerra por otros medios.
1914-1918: Nunca más la guerra dicha.
Convencidos de que la moral no resistiría, todos los beligerantes han mantenido el secreto de
la cifra original de sus pérdidas y han maximizado las del bando enemigo.
Los especialistas recuerdan la superioridad del alto estado mayor alemán sobre el francés
(ej: diferencias en trincheras). Los combatientes experimentaban todos los suplicios, aunque la
increíble resistencia de los franceses en Verdún no fue obra de un estado mayor mediocre, sino del
honor del hombre en tropa, de los valientes soldados. Por una vez la ética de la convicción y la ética
de personalidad se conjugaban, convencían a cada soldado de que la suerte de la guerra dependía de
su valentía. Todos tenían la convicción de que la suerte de la guerra dependía de su valentía.
El historiador al leer las memorias de aquellas épocas puede hacerse una pregunta ¿cómo
pudieron estos hombres resistir más de cuatro años, pues los motines de 1917 fueron fácilmente
sofocados por todas partes? Se puede avanzar en tres hipótesis.
Una relación con la muerte que es todavía la de los tiempos modernos, y no la de una época
contemporánea, la muerte se adopta con una postura de normalidad.
La guerra crea una nueva jerarquía fundada sobre la valentía física y la integridad. El sentido
de la solidaridad trasciende las compartimentaciones sociales.
Todos los combatientes están animados por una ética de nacionalismo exacerbado. El
nacionalismo es un valor igualmente compartido por la derecha y la izquierda, lo que explica la
bancarrota total del internacionalismo en 1914.
Estudiando meticulosamente los monumentos erigidos en honor a los muertos, Prosa
subraya el hecho de que las ceremonias están marcadas por el rechazo del culto a la personalidad.
Este autor insiste sobre la desconfianza, incluso hostilidad, del valiente soldado respecto al oficial
de carrera.
No hay obligación legal de construir un monumento y la ayuda del estado es modesta. No
obstante, la mayoría de los treinta y ocho mil municipios erigen e inauguran sus monumentos antes
de 1922.
La Gran Guerra, acontecimiento contemporáneo de la revolución rusa, inaugura una nueva
etapa en la historia de la humanidad. La inseguridad de las fortunas, de empleo, que penetra en las

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clases populares, alcanza también a la burguesía. Después de los años de machacona propaganda, se
generalizada un sentimiento de incredulidad. Es una guerra contada, repetida, enseñada a los
huérfanos en el medio familiar.
Muchos son quienes quedan definitivamente marcados por estos años de horror, incapaces
de readaptarse a una vida civil que, pocos años después, se vería trastornada por la gran depresión.
Y enseguida aparece claro que esta guerra no es la última. En 1923 se produce el putsch en Munich,
a partir del final de 1929 se asiste a la “resistible ascensión” de Hitler.
Los muertos de la Gran Guerra fueron seleccionados. En su mayoría se trataba de hombres
con edades comprendidas entre los 18 y 30 años, aquellos que, si hubieran sobrevivido, habrían
ocupado en el período de entreguerras los puestos de responsabilidad desde los cuales hubieran
podido organizar la respuesta a los desafíos económicos que la crisis lanzaba a una economía que
dormitaba antes de 1914 y que después se vio arruinada por la guerra.
1935-1945: La guerra silenciada y la tentación de la denegación.
La guerra de 1914-1918 tuvo su lado positivo: se prestó a un discurso maniqueo.
El gobierno invoca a Dios y devuelve a la Gran Cartuja a los religiosos. Esperanza de ser
liberados de sufragio universal y del parlamentarismo. La inteligentsia adopta una postura prudente
o se comporta resueltamente.
Y de este período, del cual Francia ha salido vencedora por haber delegado en una pequeña
minoría la misión de simbolizar el heroísmo cuyos riesgos se había ahorrado la gran mayoría, la
memoria y el olvido han administrado el porvenir ¿la memoria? A todo hombre en 1940 se le
pregunta que hizo usted durante esos años de vergüenza. ¿El olvido? A partir de los 50 la clase
política levanta los ostracismos de los partidarios del régimen de Vichy.
La tentación de la denegación es permanente. No quiero saber que mi marido me engaña,
que mi hijo se droga, que tengo un cáncer, que la tortura es diaria. ¿Conocían los franceses el
holocausto? Los estatutos se publicaban, las deportaciones, las acciones de concentración se
conocían. Aquellos que no estuvieron en la solución final, pudieron escapar u esconderse. En su
conjunto los franceses no fueron delatores ni héroes. Pero creo que viendo a los judíos desaparecer,
conocían la deportación; pero no más que los mismos judíos, no podían concebir lo que era la
solución final.
Guerras ocultas
La palabra oficial no gusta llamar a las cosas por su nombre. Jurídicamente la guerra en
Argelia no existe, se trata de operaciones de mantenimiento del orden, no es exagerado entonces
hablar del silencio de una generación.
La guerra en Vietnam, pertenece también al epígrafe de las guerras silenciadas. Después de
haber afirmado que la suerte del mundo libre se jugaba en Asia del Sudeste, según la teoría de los

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dominós, los EEUU deshicieron su compromiso en las condiciones de todos conocidas. El
desamparo a los veteranos es un fenómeno masivo. Si bien la guerra de Vietnam alimenta la
imaginación americana, ya q se hacen películas, novelas, etc, el sistema recupera todo, incluso el
remordimiento y la vergüenza.
Las colonias penitenciarias
A pesar de que los nazis evitaron toda dominación precisa contentándose con el término
vago de solución final, a pesar de que el secreto constituía uno de los fundamentos del sistema
concentracionario, y a pesar de que los verdugos nazis hicieron todo lo posible para que huellas e
indicios desapareciesen, la conspiración del olvido fue desbaratada. Auschwitz, el Gulag, las
desapariciones de América Latina son los últimos avatares de una historia de la atrocidad que
prosigue su trágico camino. Pero la democracia totalitaria parece aportarnos algo nuevo en la
historia de la deshumanización que se orienta a despojar al hombre de lo que le constituye: su
identidad.
Arendt, tratando de sacar a la luz del día esta experiencia concentracionaria a la vez
incomunicada y golpeada por la realidad, escribe: “Nada puede ser comparado con la vida de los
campos de concentración”. El problema es pues saber si en esta empresa de total dominación y de
absoluta degeneración del hombre “todo es posible” o si como sugería Hegel, su alineación es la
condición misma de su resurgimiento.
La palabra Gulag nace en 1934, es la sigla de la expresión rusa para designar la dirección de
los campos de trabajo correctivos.
Por lo que hace al exterminio de los judíos por los nazis, es preciso decir que fue en gran
parte el producto de la improvisación y del sucederse de los acontecimientos. Pero los nazis
también encuentran numerosos aliados: pequeños y medianos funcionarios burocráticos, la pequeña
burguesía arqueoK, los profesionales liberales. En fin, se trata de que ningún judío al insertarse en
la cadena reproductiva pueda estar en el origen de daños irreparables para la sangre alemana. Los
judíos ricos logran escapar, a diferencia de los pobres, que al provocar “la aglomeración” genera la
“solución final que adopta la forma de genocidio.
¿Cómo sobrevivir en el campo? La negación de la identidad es inmediata: corte de pelo,
despojo de cosas, etc. No queda una sola huella de todo lo que socialmente podía situar al
individuo. Cualquier jornada puede ser la de la propia muerte, la adaptación puede ser inmediata o
no.
La llegada al campo. El criminal de derecho común resiste bien, apoyado por el hecho de ser
puesto en un plano de igualdad con miembros de la elite política. La debilidad de sobrevivir
depende de su aptitud para comprender el funcionamiento de una sociedad imaginada, pero más
jerarquizada. Para sobrevivir es necesario relacionarse con el estrato superior de la capa dominante,

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es lo que los deportados llaman la organización lo que lo permite: es preciso elaborar una estrategia
de movilidad social ascendente.
¿Eran los más altos funcionarios del exterminio los monstruos que nos muestran las
películas de horror? La respuesta es tanto más aterrorizante cuando que es negativa: eran
funcionarios disciplinados, preocupados ante todo por el orden y la eficiencia. Pero se trataba de
una eficiencia de un tipo particular: aniquilar al máximo número de personas en el mínimo lapso de
tiempo y lo más discretamente posible, lo que implicaba una meticulosa organización. Arendt
comenta que es la normalidad de Eichmann lo que le parece un hecho enteramente nuevo, ni
perverso ni sádico, se cree fiel a los principios morales de Kant.
Por otro lado, el superviviente se pregunta siempre sobre su grado de deshumanización que
le permite estar allí
La gangrena universal.
Para hablar de la tortura, el historiador debe recoger los testimonios de quienes todavía
pueden hablar, porque han sobrevivido relativamente indemnes y porque tienen la fuerza de evocar
sus sufrimientos, también puede recoger testimonios de verdugos, siempre reticentes.
La tortura es un medio de gobierno, no busca tanto la confesión como informaciones que
permitan la perpetuación del Poder. La tortura plantea a todos preguntas: ¿mantendré el secreto
durante la tortura? ¿Escaparé del deseo de vengarme? ¿Quién soy? Esta voluntad de saber que
motiva la acción del torturador. En 1985 Levy, N. médico legal afirmó que el fin de la tortura no es
hacer hablar sino hacerles callar, desposeerles de su identidad y así de su palabra.
La SGM, las desapariciones y la guerra de Argelia y Vietnam han suscitado un sentimiento
colectivo de culpabilidad que ha sido interiorizado “no se hace lo que se quiere, pero se es
responsable de lo que se hace” escribía Sastre.
El enigma de la identidad
En las tres décadas que siguieron a la SGM, el nivel de la vida de las familias francesas se
multiplicó por 4, mientras que las desigualdades sociales se estabilizaban. Entonces se resucitó el
viejo mito prometeico y este suscitó la arrogancia. Es lícito plantearse si la sociedad industriales no
habían entrado en una fase entrópica planteando tanto a los ricos como a los pobres el enigma de la
identidad.
El cese de actividad de un día para otro sin esperanza de encontrar un nuevo empleo a corto
plazo implica un dramático cambio de identidad. Esta crisis conlleva el desmoronamiento de la
solidaridad. En los grupos de jóvenes se impone el “cada uno a lo suyo”. El régimen de trabajo
también plantea un problema de identidad, se modifican los papeles tradicionales y se introduce la
dicotomía exterior/interior.

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Desde los años 50 el hombre tiene poder suficiente como para destruir el mundo y no lo ha
hecho, el miedo ha salvado a la humanidad del Apocalipsis. Nadie pone en duda que tanto las
confrontaciones entre hombres como en las que tiene lugar entre las naciones, la agresividad ha
quedado limitada por el temor a las represalias. A partir de ahora vivimos en este innominable, sin
teología o escatología, al día. La ciencia no puede dar sentido a las preguntas como ¿de dónde
venimos, quienes somos, adónde vamos? Al parecer, si la bomba atómica ni el holocausto han
incitado al hombre a pensar el mundo y a pensarse en el mundo de manera original.
En un mundo menos dramático el problema de la identidad viene planteado por la nueva
repartición hombre del campo/hombre de la ciudad. El éxodo hacia las ciudades y la intrusión de los
sistemas de los medios nacionales en los hogares rurales conjugaron sus efectos: pérdida de la
identidad regional. De los dialectos, de las tradiciones, etc. Como reacción contra esta
uniformización se desarrolla en los años 1970 el regionalismo cultural.
La angustia ante la propia identidad suscita numerosas reacciones. Por ejemplo, a partir de
1960 la moda de la genealogía se apasiona en los franceses, todos querían saber de dónde venían,
quienes eran y que habían hecho. En el mismo año Lacan, Foucault, etc, manifiestan su aplastante
desprecio por la autobiografía, tipo mismo de un enunciado ingenuo, arcaico, incluso deshonesto.
En cuanto al psicoanálisis, éste se marca como fin no tanto curar como acosar el secreto más
escondido: aquel que ni el individuo sabe q lo tiene. Ya no se trata de descubrir el secreto que el otro
detenta conscientemente, sino de revelar a la persona eso q está oculto. Lo que nos importa aquí, en
esta problemática del secreto que esbozamos es percibir el efecto de la emergencia de un recuerdo
presente, pero encubierto.
 SABORIDO, Jorge. Historia de la Unión Soviética. Buenos Aires, Emecé, 2009.
Introducción
La herencia de Nicolás II
El imperio ruso, gobernado desde 1613 por la dinastía de los Romanov era hacia fines del S
XIX el E más extenso del planeta con una gran cantidad de pueblos de variada composición étnica.
El elemento geográfico es de fundamental importancia para explicar los avatares de la
historia rusa, la pobreza de la mayor parte del suelo solo aseguraba, en el mejor de los casos, una
existencia precaria, mientras q el resto del territorio estaba afectado por malas condiciones
climáticas. El primer censo confiable, de 1897, arrojó una población total de 122 millones de
habitantes del cual el 87 % vivían en el campo. Muchos de los campesinos censados habían nacido
siervos, dado que fue recién en 1861 cuando se sancionó su emancipación legal.
La dominación del zarismo se llevó a cabo controlando la tierra y entregándola a la nobleza
con la mano de obra servil atada a la misma, a cambio de la realización de servicios en general de
carácter servil o militar. Solo a fines del S XVIII la nobleza accedió a la propiedad de la tierra.

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El estamento nobiliario estaba caracterizado por un 90% que vivía en una situación
económica difícil, la nobleza media tuvo cierta participación en la conformación de la intelligentsia.
Los siervos en Rusia carecían de acceso al sistema legal, los campesinos si bien debían
pagar rentas por la tierra tenían una existencia más llevadera q los siervos privados.
El proceso que condujo a la abolición de la servidumbre fue trabajoso. A partir de la guerra
de Crimea (1854-56) se comenzó a tomar conciencia del atraso ruso respecto de las principales
potencias occidentales, mientas que se sostenía que las tensiones sociales emergentes de una
situación de opresión tan anacrónica ponían en peligro la estabilidad del Imperio. Además, la
servidumbre era vista como un obstáculo para el crecimiento: liberado de sus vínculos de
dependencia, el campesino tendría incentivos para aumentar la producción.
La ascensión al trono en 1856 de un zar reformador, Alejandro II dio un impulso a la
cuestión: cómo proceder frente a la nobleza terrateniente, que se vería privada de sus rentas y/o sus
tierras, finalmente se llegó a una salida: la asistencia financiera del E a los propietarios, que fueron
indemnizados por la reforma.
Los campesinos por un lado se veían aliviados de la opresión económica y social del señor,
pero por otra continuaban vinculados a la tierra y separados del resto de la población, además del
ideario de que eran propietarios de su tierra.
Los resultados de la emancipación de los siervos fueron negativos en la situación de los
productos y positivos en los resultados globales del sector agropecuario. Gran cantidad de
campesinos se encontraron cultivando parcelas apenas suficientes para sobrevivir, mientras la
población creció a un promedio 1,5% anual entre 1883 y 1912, la producción promedio aumentó el
2, 1 llegando a sesenta millones de toneladas promedio en los años anteriores a la PGM.
Un elemento importante a tener en cuenta es la continuidad tras la emancipación de una
organización socioeconómica basada en la comuna, q fue definido como “grupo humano, con una
base territorial, unido por lazos de interacción social e interdependencia, por un sistema de normas
y valores establecidos, que poseía un alto grado de autosuficiencia”. Esta unidad doméstica
campesina estaba constituida por una pequeña parcela hereditaria alrededor de la vivienda, una
cuota proporcional de tierra concedida por la comuna, otra parte de la tierra se reservaba para uso
colectivo (pastos y bosques).
A lo largo de la segunda mitad del S XIX la comuna estuvo en el centro de una discusión de
la cual participaron intelectuales rusos preocupados por la situación de atraso en el Imperio. Por
supuesto liberales y marxistas no apuntaban al mismo objetivo: lo que para los primeros era una
modernización K, para los segundos constituía el paso previo necesario para la creación de las
condiciones que permitirían el advenimiento del socialismo. La polémica sobre la comuna se

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encuadra en un debate más amplio, el de la relación entre Rusia y occidente, que ocupó a lo largo
del S XIX: ¿debía seguir Rusia el camino de occidente, o existe una originalidad rusa?
La incapacidad de Rusia para forjar una clase media sólida y numerosa es considerada por
muchos de los estudiosos la causa mayor de su desviación respecto del rumbo seguido por los
países occidentales. Las actividades industriales y comerciales eran consideradas un servicio al E
imperial, por lo que los empresarios se vieron bloqueados en su crecimiento. Por lo tanto cuando
en las últimas décadas del S XIX se puso en marcha un proyecto de desarrollo industrial. Impulsado
por el E. se encontraron con que la clase media no estaba preparada para tal realidad, Rusia había
perdido la posibilidad de crear una burguesía en los comienzos del desarrollo K, era tarea difícil
hacerlo en una época ya dominada por las corporaciones y los grandes bancos.
La autocracia desafiada
El zar era un autócrata cuyos poderes eran absolutos, no sometido a limitaciones
constitucionales ni institucionales, era el propietario de la tierra.
En la segunda mitad del S XIX el zarismo experimentó las contradicciones propias de un
régimen cada vez más anacrónico, y como consocia empezaron a implementarse algunas reformas.
Alejandro II fue el responsable de la abolición de la servidumbre. En 1864 se dispuso la
reacción de consejos locales electivos (zemstva) que se constituyeron en una fuente autónoma de
autoridad, en condiciones de implementar políticas que no siempre coincidían con las del gobierno
imperial. En este intento reformista, se puso en primer plano el accionar de la intelligentsia, un
componente fundamental de la vida rusa del S XIX, que ha sido definida como una comunidad
ideológica caracterizada por la oposición al orden social y político existente en Rusia (no se les
puso intelectuales, sin embargo son intelectuales que aspiran al poder para cambiar el mundo).
En 1881 asesinan a Alejandro I, y sube Alejandro II, quien fue un autócrata convencido que
intentó revertir el efecto de las reformas que se habían puesto en marca. El intento de introducir a
los súbditos el sentimiento de pertenecer a Rusia a través de la difusión del idioma, la cultura y las
tradiciones moscovitas y de la conversión a la fe ortodoxa fue lo que se llamó “la vigorización”.
Una de las anomalías del Imperio era el hecho de que a pesar de constituir un mosaico étnico
y territorial era tratado constitucional y administrativamente como una unidad nacional homogénea.
El mayor problema con las minorías provenía de los nacionalistas polacos, por otra parte los
judíos también luchaban por preservar su idioma y religión, ganándose el odio de grupos
antisemitas. Otros dos pueblos no rusos eran los ucranianos y bielorrusos.
La distribución étnica y religiosa de la población no eslava mostraba un panorama de gran
complejidad, había musulmanes, turcos, finlandeses, lituanos, letones, georgianos, armenios, etc. La
idea era crear una suerte de “solidaridad nacional”. Sin embargo salvo la excepción polaca, no

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existían tendencias separatistas: el imperio era considerado una institución permanente que requería
democratización y reforma social, pero no su destrucción.
Una de las claves del funcionamiento del Imperio era la Iglesia Ortodoxa, aproximadamente
el 55% de la población profesaba esa religión. La imagen que brindaba la Iglesia del emperador era
la de un padre piadoso. Los resultados de esta actitud fueron ganarse el descrédito de quienes
pensaban que eran imprescindibles cambios sociales y políticos en el Imperio, pero además crearon
un vació espiritual en condiciones de ser cubierto por ideologías de carácter secular.
El comienzo de la modernización económica
El reinado de Alejandro III no se redujo a la gestión reaccionaria y conservadora: la elite que
rodeaba al zar pensaba que para mejorar la situación internacional del Imperio era preciso no entrar
en guerras costosas e impulsar la economía sobre la base de la exportación de cereales y la
aceleración del proceso de industrialización. En 1891 con el impacto de una pésima cosecha todo se
agravó.
En cuanto a la expansión industrial, se inició en esos años el vuelvo hacia el K extranjero.
Cabe hacer referencia a las primeras reacciones oficiales frente a una realidad determinada por el
incremento numérico de la clase obrera y los problemas que este tema generaba. El hecho de que
buena parte de los trabajadores mantuviera vinculación estrecha con la tierra, llevó a algunos
miembros del gobierno a sostener que la cuestión obrera, tal como se presentaba en occidente no
existía en Rusia.
Sin embargo, afectada en su accionar por la dura represión del régimen, la incipiente clase
obrera se fue conformando con rasgos similares a lo que ocurría en otros ámbitos nacionales que
iniciaban su industrialización. Rusia hubiera avanzado más o menos rápidamente en el camino de su
modernización: la agudización de las tensiones sociales no sería entonces más que una situación
coyuntural en una trayectoria difícil, pero que sin duda estaba en marcha.
La otra explicación se preocupa por destacar que el proceso de 1914 no hizo sino acelerar
un proceso que ya estaba en pleno desarrollo, reforzando así la idea de que la revolución era
inevitable, la cuestión pasa a ser entonces si todo el proceso era inevitable o si, como es plausible
sostener, a parir de la caída del zarismo se abría un abanico de posibilidades, de las cuales la
Revolución de Octubre era una de las más impensadas.
Cap. 2 “Nicolás II ¿modernizador a su pesar?”
Nicolás II asumió en 1894 en una situación desfavorable, afectado por los coletazos de la
hambruna de 1891. En ese escenario, el último representante de la dinastía Romanov se planteó
como objetivo la continuidad de la política desplegada por su padre.
Las transformaciones económicas y su impacto social

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Para el nuevo zar la continuidad no significaba solamente la preservación del poder
autocrático sino también la búsqueda de los mismo objetivos. En ese sentido, la política ejecutada
por Serguei Witte: su objetivo era el de movilizar los vastos recursos ociosos del país creando una
base industrial que reforzara su posición en el escenario internacional. En pos de ese objetivo
propugnaba el proteccionismo y la apertura al K extranjero, otorgándolo un papel de importancia al
E. a su vez, fue responsable de tres logros significativos: la estabilización del rublo, la moneda rusa;
el impulso a la construcción del Ferrocarril Transiberiano, y la penetración comercial en el extremo
oriental del Impero. Los tres estaban vinculados obviamente.
La inversión extranjera fue fundamental en el proceso de modernización industrial, las
actividades extractivas constituyeron el 55% del total, de origen francés e inglés en su mayoría. El
gran problema de la economía lo constituía la situación del campo, ya que sobre los hombres del
campesinado recayó el esfuerzo principal del intento de industrialización.
Los resultados de la gestión de Witte fueron espectaculares en términos cuantitativos, sin
embargo el crecimiento global de la economía fue mucho más modesto.
Las consecuencias sociales del proceso de industrialización fueron profundas, en un
principio se produjo un importante desarrollo urbano.
A pesar de los esfuerzos realizados por el gobierno no pudo impedirse la penetración de las
ideas marxistas entre la clase obrera. Las respuestas ante la pregunta de por qué razón el marxismo
pudo aclimatarse a un clima agrario son dos: por una parte los cambios producidos en la sociedad
rusa estaban potenciando el desarrollo de la clase obrera y en menor lentitud de una burguesía K, y
por otra los análisis marxistas aportaban la certeza científica de que la revolución era inevitable.
Así, en el 98 se realizó el primer intento de organización de un PP revolucionario: en un congreso
realizado en Minsk se fundó el Partido Obrero Socialdemócrata. En 1903 se hizo el 2do congreso,
en donde se manifestaron las diferencias y en donde se colocó en un primer plano la figura de un
joven dirigente, llamado Lenin. Cuando tenía 17 años su hermano fue condenado a muerte por
complicidad contra el Zar Alejandro II.
Los marxistas rusos estuvieron involucrados en 2 polémicas: una, la que los oponía a los
populistas, afirmando la realidad de la implantación del K en el Imperio, para argumentar a favor de
esta postura Lenin publicó en 1898 su primera obra de envergadura “el desarrollo del K en Rusia”.
El otro debate estaba centrado en la importancia que algunos dirigentes otorgaban a la lucha por las
reivindicaciones económicas, lo que era respondido argumentando q de esta manera la clase obrera
desarrollaría una conciencia exclusivamente sindicalista.
Desde ese momento, el POSD ruso desarrolló su actividad atravesado por esta división, que
se manifestó en varias ocasiones, hasta q en 1912 se concretó la ruptura, conformándose los
bolcheviques y los mencheviques.

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Hubo otro intento de organizar un partido político de izquierda. En 1901-02 se constituyó el
PSR, que unificando las posturas de varias agrupaciones, tuvo un tinte neopopulista, que
reivindicaba a los campesinos, la revolución social, el reparto de la tierra y la reivindicación de la
comuna.
El principal impulso del socialismo revolucionario, Chernov, amplió las ideas originales de
los populistas afirmando que había una triple base social para la revolución en Rusia: la
intelligentsia, el proletariado urbano y los campesinos como el arma principal.
No solo los grupos de izquierda se preparaban para la acción política: las ideas liberales
también buscaban aclimatarse en este escenario que se estaba modificando.
A consecuencia de las derrotas experimentadas por Rusia en la guerra contra Japón en la
segunda mitad de 1904, circunstancia que contribuyó a deteriorar aún más la situación del régimen,
la Unión comenzó a actuar de manera abierta dentro del territorio ruso.
La Revolución de 1905 y sus consecuencias
Los disturbios campesinos se hincaron en 1902 y se manifestaron bajo la forma de ataques
directos contra los grandes propietarios y sus posesiones. Las explicaciones sobre este retorno de la
conflictividad son varias: una de ellas es la que remite a los problemas tradicionales de escasa
productividad y superpoblación del campo, agravados por las dificultades que encontraban los
campesinos para enfrentar los pagos de redención cuando la presión impositiva del gobierno los
obligó a disponer de mayores ingresos. Se habría generado entonces una situación en la que el
endeudamiento se transformó en una carga insoportable. Para otros analistas, los campesinos
opuestos desde siempre a toda injerencia estatal, aprovecharon la situación de inestabilidad política
para negarse a continuar pagando sus obligaciones. Sea una o la otra, lo cierto es que en esos años
los campesinos reaparecieron como una fuerza potencialmente revolucionaria.
En las ciudades, por su parte, la lamentable actuación del gobierno durante el enfrentamiento
con Japón, activó el accionar de la oposición.
En este clima, el 9 de enero una asamblea de trabajadores terminó con una masacre
desencadenada por la policía. Las reacciones que generó el Domingo Sangriento fueron de largo
alcance. Con la plana mayor de sus dirigentes en el exilio o desterrados en Siberia, los PS no
desempeñaron un papel relevante en esos primeros momentos, por lo que la voz cantante entre la
oposición correspondió a los grupos liberales.
Durante la primera parte del año el gobierno se mostró incapaz de controlar la situación, la
máxima concesión fue la promesa de que se iba a crear una institución representativa. Así surgió la
Asamblea Constituyente, en donde la radicalidad de las posiciones emergentes hizo muy difícil
llegar a acuerdos con quienes sustentaban posiciones moderadas. De cualquier manera, la
convocatoria tenía muy poco significado para vastos segmentos de la sociedad rusa.

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A principios de agosto se dio a conocer la propuesta oficial: la creación de una Duma
(parlamento) compuesta por representantes del pueblo pero cuyas funciones iban a ser consultivas.
El rechazo fue masivo, generando así una tremenda crisis.
Por otra parte el gobierno tenía dos caminos para superar dicha crisis: una dictadura miliar o
el otorgamiento de concesiones destinadas a instaurar un régimen constitucional. Nicolás II optó por
la 2da opción. Parecía haberse producido el triunfo de la democracia. Sin embargo el Manifiesto de
Octubre dio como resultado la división de las fuerzas opositoras, a la vez el gobierno acompaño la
publicación de dicho Manifiesto con una intensificación de la represión.
El manifiesto de octubre marcó también el momento de inflexión a partir del cual
comenzaron a organizarse los partidos políticos a los efectos de enfrentar la realidad que se
aproximaba. Para los opositores la Duma se convertía en el ámbito donde continuarían
desarrollando su lucha contra la autocracia.
Desde octubre de 1905 hasta abril de 1906 hubo una gran actividad política. Bajo Witte el
gobierno lanzó una serie de iniciativas que concluyeron con la promulgación de las Leyes
Fundamentales, q establecían los principios de una nueva realidad institucional. Mientras tanto, los
partidos recién creados daban a conocer sus programas y se lanzaban a la búsqueda de apoyo en la
sociedad civil.
Estos hechos fueron definidos como una “revolución burguesa fracasada” la debilidad de los
grupos liberales y la intransigencia de la autocracia determinó que los primeros adoptaran una
posición racial cercana a las agrupaciones de izquierda, y contara con el apoyo de éstas. Sin
embargo, aún en condiciones precarias, el zarismo resistió.
El imperio, ¿constitucional?
El 27 de abril Nicolás II recibió a los electos de la Primera Duma. Los poderes de ésta
constituían parte de un sistema bicameral, siendo la cámara alta un reformado Consejo de E.
Nicolás II sostenía que a pesar de las concesiones realizadas, el sistema que presidía era una
autocracia, y esta palabra seguía manteniéndose en las Leyes Fundamentales, aunque excluyendo el
adjetivo de ilimitada.
El sistema electoral que se puso en vigencia para la conformación de la Duma era amplio
pero con limitaciones: estaba organizado para favorecer a los propietarios pero los trabajadores y
los campesinos tenían la oportunidad de elegir un número importante de representantes. El resultado
de las primeras elecciones fue sorprendente: fue para los candidatos que sostenían que la tierra
debería ser transferida a manos de los campesinos.
La imposibilidad de llegar a un acuerdo fue la causa principal de la disolución de la Duma,
dispuesta por el zar en 1906. Pero su gestión no se limitó a la represión: durante los años en los

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dispuso de poder fue el impulso de una serie de cambios que a pesar de las críticas conservadoras
apuntaban hacia el reformismo del zarismo, la principal era la disolución de la comuna campesina.
El reformismo de Stoplin no se extendía a la Duma, ya que para el residía en el Poder
Ejecutivo, no en el pueblo representado en el Parlamento. La Duma que inició sus deliberaciones
en febrero de 1907, fue disuelta por Stoplin antes de los cuatro meses de funcionamiento.
Sin embargo la conformación del nuevo Parlamento, que se reunió a partir de noviembre de
1907 y prolongó sus sesiones más de cuatro años y medio, no tuvo la docilidad que Stoplin
esperaba: sus reformas eran demasiado radicales para la derecha, e incluso el zar se fue
convenciendo de que su accionar constituía un obstáculo en su intento de retomar el poder de
manera absoluta.
Los años posteriores a 1905 fueron de profunda crisis dentro del movimiento obrero y en los
partidos socialistas, fuertemente afectados por el accionar represivo del régimen.
En efecto a partir de 1911 se produjo un aumento de la movilización obrera, sobre todo
como consecuencia de la irrupción de una nueva generación de trabajadores caracterizados por su
combatividad. La inquietud social se mantuvo paralelo al crecimiento numérico de clase trabajadora
industrial.
En esta coyuntura se daba la paradoja de que los seguidores del partido de Lenin en su
mayoría no eran los obreros más formados sino quienes “se guían en mayor medida por instintos y
sentimientos antes que por conciencia y cálculo”.
Ahora ¿Fue el impacto de la guerra el desencadenante de la revolución o por el contrario las
contradicciones que se estaban verificando en la sociedad rusa conducían a una situación en la que
una alternativa revolucionaria se tornaba posible?
La primera de estas respuestas, de orientación conservadora, afirma que desde 1905 Rusia
estaba experimentando un importante progreso económico y político.
Rusia frente a la guerra
Apenas iniciada la guerra, las tropas rusas comenzaron a avanzar sobre Prusia, este rápido
movimiento estaba provocado por las características de su alianza con Francia.
El temprano avance ruso sobre Prusia desbarató los planes alemanes, obligándolos a enviar a
un número considerable de efectivos hacia el frente oriental. Durante los primeros meses de la
guerra, sin embargo, los rusos hicieron patente su falta de preparación, ya que tuvieron más de 200
mil bajas entre muertos y prisioneros. Estas derrotas significaron un duro golpe.
A fines de 1914 la guerra entró en un punto muerto, pero a partir de 1915 tanto austríacos
como alemanes lograron avances significativos, acercándose las tropas del Reich a Riga, capital de
Letonia.

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La guerra tuvo un profundo y decisivo impacto sobre la economía rusa. Antes de 1914 la
principal relación comercial era la existente con Alemania: por lo tanto se debió enfrentar una
situación caracterizada por la desaparición de este socio fundamental. Las demandas que las
necesidades militares plantearon a la economía fueron severas.
La adaptación de la industria a las necesidades bélicas no fue fácil, ya que siempre se creyó
que era una guerra corta los abastecimientos fueron reducidos.
Después de 1915 el comportamiento de la industria rusa mejoró sustancialmente: se
incrementó la producción de armamentos y municiones así como los suministros de carbón y
petróleo.
La demanda de los hombres por parte del ejército y de la industria afecto duramente al
campo: fue éste el que proveyó la mayor parte de los soldados y de los obreros necesarios para la
industria. Sin embargo el dinero adicional que percibieron los campesinos les fue de escasa utilidad,
ya que había pocos productos manufacturados para comprar, a la vez que sus precios estaban
inflados.
El problema de los alimentos se agravó por la insuficiencia de los sistemas de transporte.
Los ferrocarriles se vieron desbordados por la movilización de tropas y material bélico.
La guerra también afectó profundamente al sistema político: una semana después del
comienzo de la misma se realizó una sesión especial de la Duma en la que todos los diputados, con
la oposición de cinco bolcheviques y la abstención de mencheviques votaron los créditos solicitados
por el gobierno.
Las derrotas militares de 1915 agravaron la situación: los cuestionamientos no se limitaron a
la conducción militar del conflicto, sino también a la dirección política del país. A pesar de q la
mayoría de la Duma enfatizó que sus críticas tenían por objeto apuntalar el esfuerzo bélico, hubo
una reacción negativa desde el poder: la orden del zar de disolver la sesión de Duma solo sirvió para
polarizar la situación política, uniendo a la mayor parte de diputados en contra del gobierno. El 70%
de los diputados de la Duma se unieron formando el Bloque Progresista. Su demanda principal
consistía en la formación de un gobierno unificado compuesto por individuos que actuaran en
acuerdo con la Duma para la rápida implementación de un programa de emergencia. A partir de la
segunda mitad de 1915 el zar dedicó la mayor parte del tiempo a las actividades militares en el
frente, dejando a la emperatriz Alejandra.
A lo largo de 1916 se sucedieron cambios en el gabinete, pero sin apelar a la oposición
nucleada en el bloque progresista. La situación política se tornó insostenible: por una parte, un
abismo separaba al gobierno de las posiciones moderadas del Bloque Progresista, pero además,
entre las clases superiores del Imperio había un amplio descontento en contra de Nicolás II, hasta el

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punto de q en diciembre Rasputín fue asesinado por un pequeño grupo que incluía a un primo lejano
del zar.
Así, las tensiones sociales se fueron agravando casi desde el principio de la guerra.
De cualquier manera, las ciudades fueron las que en mayor medida sufrieron los efectos de
la crisis económica. Dado que buena parte de la mano de obra se satisfizo con el aporte de mujeres
y niños. El descontento se manifestó por medio de huelgas.
Frente a la guerra, los PS estaban divididos en dos grupos: los socialistas opuestos a esta,
encabezados por los bolcheviques, y los moderados, que matizaban esa posición planteando la
posibilidad de una guerra defensiva en contra de la agresión extranjera. Mientras los bolcheviques
sostenían que obreros y campesinos debían ser los protagonistas excluyentes, los moderados la
imaginaban como resultado de la lucha contra el zarismo de amplios sectores de la sociedad.
El invierno de 1916-17 fue muy peligroso, por medio de movilizaciones y huelgas los
trabajadores reclamaron aumentos salariales y se manifestaron contra las autoridades.
Pero existió otro factor que contribuyó al deterioro de la situación: el impacto producido por
los rumores sobre la corrupción moral existente en la familia real.
Cap. 3 “Las revoluciones de 1917”.
Dichas revoluciones fueron el resultado de la explosión de dos contradicciones
fundamentales: el conflicto existente entre la sociedad y el E, y la revuelta de las masas contra el
orden establecido.
El desencadenamiento de la Revolución de Febrero
El 23 de febrero de 1917 las obreras textiles en Petrogrado iniciaron una huelga y se
lanzaron a la calle conmemorando el día internacional de la mujer, se extendió rápidamente y
abarcó toda la ciudad al día siguiente.
La huelga general del 25 paralizó a la capital. El 26 el gobierno por órdenes del zar, cambió
de táctica y se lanzó a terminar con el desorden. Es preciso destacar que las fuerzas militares
encargadas de la represión estaban compuestas en su mayoría por heridos que se estaban
recuperando y por mayores de 40 que eran la reserva rápidamente se incorporaron a la huelga y a la
insurrección.
Uno de los hechos paradójicos es que la Revolución de Febrero fracasó en el intento de crear
su propio gobierno. Los dos órganos que surgieron de ella, el Soviet y el Comité de la Duma, tenían
poco q ver con los insurrectos, éstos continuaron afectando con su accionar el desarrollo de los
acontecimientos pero el curso específico de la revolución empezó a estar dominada por otros
grupos.
El Soviet surgió por iniciativa de los mencheviques y tenían como objetivo inicial organizar
y coordinar las actividades rebeldes. La base de dicha estrategia estaba en la convicción de que un

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poder surgido de las masas insurgentes no tenía posibilidad alguna de sobrevivir, por lo que el único
camino para prevenir una guerra civil era expandir la revolución comprometida con los grupos
liberales.
El comité de la Duma se hizo cargo del aparato de gobierno e inició una serie de gestiones
que culminaron con la abdicación del zar, quien primero pensó en hacerlo a favor de su hijo Lexis,
pero finalmente lo hizo a favor de su hermano.
La idea de establecer un gobierno Provisional, aspiración de los dirigentes moderados del
soviet y de los liberales reunidos en el Comité de la Duma, tropezó con el escollo de que los
rebeldes se rehusaron a entregar todo el poder a un gobierno burgués, y los dirigentes debieron
entonces negarle su apoyo incondicional. Se conformó entonces una situación inédita: un poder
dual, en el que las acciones del Gobierno Provisional estaban sometidas a la aprobación del Soviet
de Petrogardo (pg 44 ver programa por puntos de la acción del Gobierno).
La composición del gabinete mostró la presencia de los partidos representados en la Duma
bajo la presidencia del príncipe Georgia Lvov, un hombre público sin alineación partidaria.
Algunos integrantes del gobierno fueron los encargados de presionar al gran Duque Miguel
para que no aceptara la corona, con lo que se completó el proceso de destitución del último zar de
la dinastía Romanov y el triunfo de una revolución.
Además de Petrogrado, la primera ciudad en q hubieron disturbios fue Moscú.
Solo el 3 de marzo, al publicar la noticia de que el zar había abdicado, la nación se enteró de
que se había producido una revolución.
Una de las consecuencias de la revolución fue la emergencia de movimientos nacionalistas
en territorios donde la población era predominantemente no rusa. La mayor parte de los súbditos del
Imperio eran campesinos, que no canalizaban sus agravios bajo reclamos nacionalistas, sino que lo
hacían con la religión, su entorno local y su status campesino.
En tanto el nacionalismo es una construcción ideológica elaborada por sectores intelectuales,
se desarrolló en mayor medida en los ámbitos urbanos, caracterizados por el surgimiento de la clase
obrera.
La Revolución de Febrero en la historiografía
Hay tres temas que han sido en mayor medida objeto de debate.
¿Cuáles fueron las causas inmediatas de la revolución? Hay una amplia idea de que hubo un
acuerdo amplio entre la elite, incluidos los altos jefes militares e integrantes de la aristocracia,
respecto de la necesidad de destituir a Nicolás II. Si a estos sumamos la profunda inquietud social
emergente de la pésima conducción económica de la guerra, una de cuyas consecuencias fue el
desencadenamiento de un incontenible proceso inflacionario y la escasez de productos esenciales,

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queda claro por qué puede afirmarse que la Revolución de Febrero terminó siendo una rebelión
contra el E.
¿Se trató de una revolución espontánea o hubo una planificación? En relación con el
interrogante planteado respecto de la espontaneidad o no de la protesta obrera que condujo a la
revolución, la visión más aceptada es la que sostiene que las primeras manifestaciones de
descontento fueron el resultado de la enorme disconformidad existente entre los trabajadores, pero
una vez iniciados las movilizaciones puede verificarse la aparición de algunos dirigentes dispuestos
a encarrillar el proceso.
¿Por qué los acontecimientos condujeron al establecimiento de dos centro de poder,
resignando los obreros y soldados la posibilidad de hacerse con todo el poder? Finalmente cabe
hacer referencia al tema de las razones por las que se produjo la emergencia de la situación de doble
poder. Aquí, destacan las críticas que se han formulado a quienes, los dirigente de los partidos
socialistas, habiendo tenido la oportunidad de tomar el poder, optaron por entregarlo a los políticos
burgueses que conformaron el Gobierno Provisional.
Los fracasos del Gobierno Provisional y el comienzo de la radicalización política
La instalación del doble poder aparecía como una experiencia inédita. Por una parte, se
había producido una revolución política; por otra, en el terreno económico social, la situación no
había experimentado modificaciones. Por lo tanto, resultaba hasta cierto punto natural el hecho de
establecer alguna forma de cogobierno con las agrupaciones socialistas dispuestas a poner en
marcha y fortalecer un régimen democrático. En ese aspecto, la existencia de esta forma de doble
poder, era explicable. Los problemas emergían como consecuencia de dos circunstancias: en primer
término la dirigencia del soviet no había coincidido respecto de cuestiones esenciales como la
permanencia o no en la guerra, pero además los dirigentes se enfrentaban con un sector de la
militancia fuertemente radicalizada que presionaba por soluciones inmediatas. Estas razones
sumadas a las limitaciones mostradas por el Gobierno Provisional para encarar los problemas
inmediatos, hicieron del doble poder una realidad profundamente inestable.
Sin embargo, la continuidad de los problemas de abastecimiento, la persistencia de la
inflación y la falta de resolución del tema de la guerra determinaron que a partir de mayo las
huelgas comenzaran una escalada importante.
Desde luego, las tareas que debía abordar el Gobierno Provisional no eran nada fáciles de
concretar, y su respuesta inicial se concentró en legislar sobre las cuestiones vinculadas con la
democratización de la sociedad.
Mientras tanto, la sociedad experimentaba una libertad inédita expresada en la destrucción
de los símbolos del zarismo y una tendencia a la igualación. Pero en poco tiempo, el choque con la
realidad hizo desaparecer el optimismo inicial. En un principio hubo un acuerdo generalizado

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respecto a la necesidad de apoyar al Gobierno Provisional. Por lo tanto desde esta perspectiva,
Rusia tenía por delante un período de consolidación del K, de asentamiento de un régimen
democrático burgués, pasando los partidos de izquierda a convertirse en la oposición legal del
nuevo régimen político.
Dirigentes bolcheviques, mencheviques y socialistas revolucionarios, si bien con variantes,
coincidieron inicialmente en la estrategia a desarrollar, y esta coincidencia se extendió hasta el
punto de plantearse la posibilidad de una reunificación del PS: en estos momentos se produjo el
retorno de Lenin a Rusia, circunstancia que dio lugar a un cambio crucial en la estrategia de los
bolcheviques.
El retorno de Lenin y el nuevo rumbo de los bolcheviques.
Exiliado en Suiza, la preocupación del líder bolchevique pasó a ser la manera de llegar lo
más rápido a Petrogrado, ya que era una operación dificultosa.
A partir de la evaluación de la coyuntura, para los alemanes pasaba a segundo plano que
Lenin también llamara a una revolución.
El 3 de abril de 1917 una multitud repetía un rito: recibir con todos los honores a los
dirigentes que venían del exilio.
Lenin al llegar sostuvo que después de haberse producido la primera etapa de la revolución,
que dio el poder a la burguesía, era el momento de una segunda revolución, que transfiriera todo el
poder al proletariado. A partir de su análisis estipulaba la posibilidad de que la revolución estallara
en un eslabón débil de la cadena imperialista.
Entre las cosas que pidió fueron: la transferencia del poder a los soviets, la confiscación de
la tierras de terratenientes y entrega a los campesinos, la libertad de separase de Rusia a todas las
naciones y la paz.
La crisis de abril
El vuelco de los bolcheviques hacia las posturas de Lenin se vio reforzado por el hecho de
que en los primeros días el Gobierno Provisional experimentó su primera crisis seria.
El objetivo del soviet se orientó hacia la adopción de la estrategia elaborada por los
defensistas, mencheviques que sostenían la necesidad de coordinar con el Gobierno Provisional una
serie de medidas destinadas a combinar el apoyo al accionar militar con el impulso a la realización
de gestiones destinadas a alcanzar una paz negociada. Quedaron desplazadas entonces las
posiciones internacionalistas, que definían la guerra como imperialista y demandaban la
intervención de la Segunda Internacional para imponer la paz.
Cuando se filtró la nota de Miliukov a la prensa, la reacción de las masas en la calle condujo
a una serie de crisis en el gobierno.

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La decisión de los PS de participar en las tareas de gobierno resultó a la postre un tremendo
error, ya que les quitó autoridad para ganarse el apoyo de los afectados por una situación en
constante deterioro. La justificación de esta política consistía en sostener que así se ayudaba a crear
las condiciones de paz social y disciplina necesarias para que el pueblo se expresara en la Asamblea
Constituyente.
La ofensiva de Julio
Una de las estrategias pergeñadas por el Gobierno Provisional destinadas a enfrentar la
conflictiva realidad fue la de intentar obtener una victoria militar importante, que le permitiera
ganar apoyo en la sociedad.
En ese escenario, caracterizado por la creciente disconformidad respecto del
comportamiento de los líderes de los PS asociados en la gestión del Gobierno Provisional ganaron
audiencia las consignas surgidas de las Tesis de Abril: los militantes bolcheviques no solo
impulsaron declaraciones en contra de la guerra sino que también acusaron a los dirigentes del
soviet de traicionar a los obreros y campesinos apoyando al Gobierno Provisional.
El ejército Ruso, que formalmente siguió en la guerra, sin embargo dejó de existir como una
organización en condiciones de luchar.
Los días de Julio
La actuación del Partido Bolchevique había sido hasta ese momento muy limitada: las Tesis
de Abril no condujeron inicialmente a un incremento de su presencia entre los trabajadores y
campesinos.
En efecto: en las calles, las fábricas y entre los soldados, la situación empezaba a
evolucionar en un sentido favorable a los bolcheviques, ya que podían capitalizar en su favor el
descontento que provocaba la situación política y económica, mientras que el resto de los PS tenían
sus representantes en el Gobierno Provisional y por lo tanto estaban limitados en su accionar crítico.
Mientras tanto, se trataba de miles de obreros impacientes, que poco o nada sabían de
marxismo y de disciplina radicalizada y partidaria.
Durante junio, los líderes del sector radicalizado de los bolcheviques, planearon una
operación en la capital destinada a la toma del poder, la que fue neutralizada a último momento por
Lenin, quien sostuvo la idea de que se trataba de una maniobra prematura.
El punto de partida de todo el proceso lo constituyó la reacción de los soldados de un
regimiento de ametralladoras, por lo que llamaron a una insurrección en contra del GO:
Pero ¿Fue un intento de golpe fallido o se trató de una manifestación que desbordó las
expectativas y consignas de quienes la convocaron?
No existe sin embargo consenso entre los historiadores respecto de las características de la
participación bolchevique.

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El desencadenamiento de estos acontecimientos fue acompañado por la decisión del
gobierno de denunciar públicamente las actividades de los bolcheviques, acusado de recibir ayuda
financiera de los alemanes, que sin duda los desprestigió y se vieron obligados a huir o fueron
arrestados. Así el gobierno tuvo excusas para incrementar la postura represiva.
La cuestión nacional
A la hora del estallido de la Revolución de Febrero si exceptuamos a los polacos y los
finlandeses existían ocho nacionalidades dentro del Imperio Ruso: Lituania, Letonia, Estonia,
Armenia, Georgia, Azerbaiyán, Ucrania y Bielorrusia. La principal reacción de orientación
nacionalista se produjo en Ucrania. En Bielorrusia al producirse la caída el movimiento nacionalista
era minoritario, por lo que la vida política estuvo dominada por los bolcheviques, vigorizados por la
presencia allí de gran cantidad de soldados que luchaban en el frente.
A principios de 1917 Lituania estaba ocupada por los alemanes, por lo que el impacto de lo
ocurrido en Rusia se hizo sentir en Estonia y Letonia. Allí nobles de origen alemán dominaban en
las áreas rurales, mientras que en el espacio urbano facilitó la conformación una clase media y la
intelligentsia.
Por otra parte, la autocracia zarista había integrado a las elites nobiliarias de Georgia y
Azerbaiyán en el orden político y económico del Imperio y habían establecido contacto con los
industriales.
En resumen: hacia 1917 en Georgia los mencheviques contaban con apoyo mayoritario, los
armenios estaban divididos entre una mayoría nacionalista y una minoría alineada con los PS rusos,
mientras que los musulmanes rusos de Azerbaiyán se mantenían indiferentes a las políticas
nacionalistas.
El intento de Kornilov
El agravamiento de la situación económica y el incremento de la tensión social produjeron
una justificada alarma entre las clases superiores y en los partidos políticos liberales. A la vista del
comportamiento del Gobierno Provisional y de su moderación se pensó en una cooperación con
ellos, pero el problema residía en que la estrategia a nivel nacional fallaba cuando se trasladaba al
ámbito local.
Kornilov, una vez designado en el máximo cargo en el ejército, su comportamiento comenzó
a generar sospechas: anunció que iba actuar de acuerdo con lo que le indicara su conciencia y que
no permitiera que el gobierno o los soviets interfirieran en las operaciones militares. Kerensky por
su parte adoptaba posiciones cada vez más conservadoras pero de manera alguna intentaba acabar
con el poder de los soviets.

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Un malentendido creado por Lvov llevó a Kerensky a suponer que Kornilov aspiraba a dar
un golpe de E asumiendo poderes dictatoriales, por lo que anuncia su destitución. La respuesta del
general fue denunciar a Kerensky y a los soviets, ordenando la marcha de tropas sobre Petrogrado.
Ante esto obreros y soldados se prepararon para defender la revolución, se distribuyeron
armas, pero antes de que tuviera que actuar los ferroviarios obstaculizaron el avance la tropa y les
advirtieron que estaban siendo usados para un golpe contrarrevolucionario. Se destituyó a Kornilov
y Kerensky siguió en el poder.
La situación en el campo
En general para los campesinos la caída del zarismo fue interpretada como el colapso del
injusto régimen de propiedad existente, por lo que brindaron inicialmente su apoyo al Gobierno
Provisional: sin embargo se trataba de un apoyo asociado a la satisfacción de sus demandas. La
situación generada por la guerra era muy difícil: si bien en un principio los altos precios de los
granos contribuyeron a una mejora de sus situación, el continuo drenaje de mano de obra para el
frente, el incremento de los impuestos, la inflación, determinaron que hacia 1917 el descontento
fuera generalizado.
El Gobierno Provisional se limitó a trasladar el problema de la tierra a la Asamblea
Constituyente, por lo que el campo pensó que se iba a abordar el tema de una manera radical, pero
nunca sucedió.
Las ocupaciones de tierras se incrementaron a partir de julio y tomaron un nuevo carácter
dejando de lado toda legalidad, los campesinos comenzaron a cultivar la tierra y a instalar su
ganado en ella; se trataba de una manera más de avanzar en una realidad que hacía que octubre de
1917 era absolutamente indiscutible: el gobierno no solo había defraudado las expectativas de los
campesinos, sino que tampoco estaba en condiciones de ejercer su autoridad en el ámbito agrario.
El triunfo de los bolcheviques
La intentona de Korniulov tuvo consecuencias decisivas de cara al futuro. En principio la
reputación de Kerensky se vio seriamente dañada y a pesar de que se mantuvo en el puesto de jefe
de Gobierno nunca recuperó su prestigio.
Quienes salieron vencedores fueron los bolcheviques y los SR de izquierda, ayudados por el
temor a una nueva contrarrevolución.
Durante el mes de septiembre el país estuvo paralizado por una serie de huelgas cada vez
más amplias, acompañadas de un crecimiento de los saqueos y el vandalismo; el temor de las clases
medias y altas se incrementó de manera generalizada como consecuencia de la incapacidad del
gobierno para neutralizar un clima de creciente anarquía.
En esos momentos, la presencia de los bolcheviques entre los sectores obreros y entre los
soldados creció de manera rápida: con un intervalo de pocos días lograron a fines de agosto y

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principios de septiembre. La mayoría tanto del soviet de Moscú como el de Petrogrado; así cobró
fuerza la insistencia obsesiva de Lenin respecto de la necesidad de actuar con prontitud. En los días
siguientes se pusieron en marcha los aspectos técnicos de la insurrección, se configura en el Soviet
de Petrogrado el Comité Revolucionario.
Las operaciones de esos días fueron protagonizadas por soldados fieles al CMR y militantes
bolcheviques, y se dedicaron a atacar lugares estratégicos (solo eran maniobras defensivas)
El 24 se comenzó a discutir la formación del gobierno mientras Lenin informaba ala pueblo
que el gobierno había sido depuesto.
El 25 se dio el ataque al Palacio de Invierno, posible ya q no había resistencia.
Mientras tanto Lenin redacto los decretos que conformaron las bases del nuevo régimen: los
decretos de paz, sobre tierra (expropiar sin indemnizar) y el que anunciaba la formación del
gobierno. También se expusieron las condiciones de igualdad que ahora tenían todos los pueblos
La revolución se había llevado a cabo. ¿Pero se podrían mantener los bolcheviques en el
poder?
La revolución bolchevique en la visión actual de los historiadores
Básicamente hay dos visiones: la liberal conservadora y la revisionista.
Manifiesta que la revolución fue un golpe de E de una minoría que terminaría estableciendo
una dictadura totalitaria o que pretendían remodelar la sociedad.
Argumentan que más allá del número de los participantes había un impulso revolucionario
que venía desde abajo.
Otros afirman que los bolcheviques y Lenin tuvieron la visión y decisión necesarias para
percibir que ese era el momento en el que había que actuar.

3.2. La crisis política y económica: las alternativas al liberalismo clásico y el mercado: El


surgimiento de la Unión Soviética y la construcción del socialismo en un solo país. El fascismo
italiano y la construcción de la romanitá. El ascenso nazi y el fin del orden de Versalles. Estados
Unidos. Del crack al New Deal.
 PROST, Antoine. Historia de la vida privada. La vida privada en el siglo XX.9.
Buenos Aires, Taurus, 1991.
El trabajo
La primera gran evolución del s XX tiene lugar en el campo de trabajo. Se trata de un doble
movimiento: de separación y de especialización de espacios. Los lugares de trabajo ya no son los
mismos que los de la vida doméstica; y la vida privada ha dejado de regirse por normas de lo
privado, para adoptar convenios colectivos.

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La especialización de los espacios
A comienzos de siglo, trabajar en la propia casa corresponde a dos situaciones diferentes:
trabajar en la casa, pero para otro: obreros a domicilio; obreros q se desplazan para ir a buscar a
casa del comerciante su trabajo. Son obreros a destajo.
Viven muy mal y trabajan duramente. El trabajo se encuentra integrado en una esfera
privada a la q termina por absorber enteramente, confundiendo al vida y el trabajo.
El trabajo a domicilio no solo ha disminuido por razones económicas, sino también por una
cuestión de tiempo destinado a trabajar.
Trabajar en la casa para sí mismo: trabajadores independientes.
En los campesinos, comerciantes y en los artesanos, la familia es una unidad de producción
autónoma, una célula económica. En los comerciantes y artesanos, la mujer lleva las cuentas. El
compromiso de toda la familia implica una confusión relativa entre la vida privada y el trabajo
productivo.
La empresa es privada: el éxito del grupo familiar se inscribe en el espacio colectivo, y se
conoce su lugar en las jerarquías locales por la extensión de las tierras q posee. Por lo q el éxito
privado es también publico
El desarrollo del trabajo asalariado priva a la familia a su funcione con y a la emigración del
trabajo fuera de la esfera doméstica, lo q acompaña una socialización creciente de la función
educativa y protectora. Así, la escolarización reemplaza la familia.
El cambio del estatuto jurídico (el patrón de una pequeña empresa transforma su propiedad
en sociedad de responsabilidad limitada, incluso en sociedad anónima, y se convierte en su gerente
asalariado) traduce de hecho la disociación entre la empresa y la familia.
La indiferenciación del espacio implica la del tiempo. Cuando los clientes encontraban la
puerta cerrada no titubeaban en llamar a la ventana de la cocina en la q cenaba la familia. Pero
actualmente existe una clara frontera q separa el mundo de la vida privada del de la pública.
Trabajo y lugares de trabajo
El recinto q aísla y define a la fábrica es una construcción tardía q se erige como
consecuencia de las grandes huelgas y delimita un poder q no tenía necesidad de fronteras por
cuanto nadie se oponía a él.
La polivalencia del espacio en la empresa no es únicamente el resultado de la constitución
progresiva, a merced de las circunstancias, sino q forma parte de una concepción de conjunto q ante
todo define al hombre por su trabajo. La idea de q fuera del trabajo puede haber otras actividades no
solo legítimas, sino valiosas, es una concepción moderna.

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La reorganización del espacio industrial sobre planes racionales se escalona a lo largo de
todo el s XX con fases de aceleración durante las reconstrucciones q siguieron a cada guerra
mundial. A ello contribuye la difusión del taylorismo y de la organización científica del trabajo.
La especialización industrial dispone a las maquinas según un orden estricto y asigna a cada
obrero un lugar. Los espacios de circulación o almacenamiento en el interior de la fábrica se
diferencian de los q se reservan a la producción. Se refuerza el sistema de dominio del tiempo y
espacio; sistema de reloj y ficheo del obrero.
El urbanismo moderno tiende hacia la especialización de barrios. Las primeras zonas
industriales todavía no son demasiado amplias. Después, el crecimiento económico incita a diseñar
a gran escala: se disponen centenares de hectáreas y las zonas industriales se convierten en zonas de
actividades.
El trabajo femenino. La antigua indiferenciación del espacio y de las tareas y su
desaparición aportan los datos suficientes para responder a estas preguntas. En tanto q las tareas
domésticas y productivas se realizan en el seno del universo doméstico. La división sexual del
trabajo no se percibía como una desigualdad, sino como costumbre.
La especialización de los espacios rompe la igualdad conyugal y hace de la mujer una
sirvienta. El trabajo asalariado del hombre adquiere una nueva dignidad, y la mujer q permanece en
su casa se convierte en una criada de su marido. Así, la segregación de los espacios productivo y
domestico transforma el sentido de la división sexual de las tareas e introduce en la pareja la
relación de amo a servidor q antaño caracterizaba a la burguesía.
 LEFORT, Claude. La invención democrática. Buenos Aires, Nueva Visión, 1990.
Stalin y el estalinismo
Hay dos actitudes por parte de los historiadores:
La historiografía tradicional: se confunde con el de un periodo q comienza cuando se afirma
la autoridad del dictador, y q se cierra con su muerte. No se puede circunscribir dicho periodo con
exactitud; no hay golpe de Estado. Se plantea cuando comienza la era italiana, si con la muerte de
Lenin, en los 30 o en 1934 o después.
Y además de la temporalidad, el otro problema es el termino stalinismo no designa al
gobierno de Stalin, sino a un ejercicio singular del poder, valores, normas, q dieron su fisonomía al
régimen soviético. El término fue forjado por trotskistas.
La de los opositores q toman por doble reflejan al marxismo y la práctica leninista. El
concepto stalinismo solo podría definirse en la esfera de la problemática marxista-leninista, con la
condición de imaginar una historia regida por el advenimiento del socialismo.
Es un compromiso entre la exigencia de la conceptualización y la perspectiva de una historia
de acontecimientos.

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La idea de una ruptura en la edificación del socialismo, del paso de una política
revolucionaria q lleva el nombre de Lenin, a otra política al servicio de la consolidación de un
aparato burocrático q lleva el nombre de Stalin, se puede seguir con los acontecimientos. Pero esta
ruptura está inscripta en un proceso objetivo, anónimo, q parece escapar de los actores, y ser
inevitables.
El segundo momento de la interpretación trotskista no está en la causalidad, sino en los
efectos de la política stalinista. Así, según esta lógica, el stalinismo ya no está moldeado por la
historia, sino q es él el q imprime a ésta su curso singular.
Pero ambos enfoques se yuxtaponen. Lo que Trotsky podría explicar, reconstruyendo la
secuencia de acontecimientos, es el fracaso de la revolución rusa y la formación de un régimen
contrarrevolucionario de un nuevo tipo, opositor a los intereses del proletariado; pero se traspasan
los límites de la interpretación marxista cuando se utiliza el análisis histórico para insertar en una
continuidad temporal una formación política a la q se atribuye una coherencia propia, y el carácter
de obstáculo a la revolución.
Detengámonos en dos cosas de la argumentación de Trotsky: una fatalista, donde la URSS
ya no tenía posibilidad política revolucionaria en 1923; la segunda, q a falta de poder llevar a cada
revolución según el esquema de Marx, habría sido posible contemporizar con lo real, sin perder de
vista los objetivos últimos. Lo que me interesa es q el stalinismo aparece no ya como una
desviación directa del marxismo, sino como desviación de una vía que ya incluso en tiempos de
Lenin, se apartaba de la vida regia de la política revolucionaria.
La definición del stalinismo como exceso prueba ser inconsistente desde el momento en q se
concedió q ya había excesos antes de la era stalinista, por lo q solo queda distinguir entre excesos
normales o excesivos.
El enfoque histórico-descriptivo jamás permite concebir la naturaleza de una formación
política. Pero además, deberíamos prescindir del discurso de los actores, sean stalinistas o anti, si
queremos dilucidar el sistema en q se inscriben sus concepciones y acciones y cuya lógica se les
escapa.
¿Cuál es entonces el camino q proponemos? El stalinismo es en apariencia el nombre q se le
da a la manera como Stalin ejerce el poder, por extensión, a la manera en q éste es ejercido, bajo el
manto de su autoridad y en conformidad con su modelo, en toda la sociedad. Si el poder constituye
el objeto privilegiado del conocimiento de lo político, lo es en el sentido de q la definición q
adquiere aquí y allá condiciona la puesta en forma y la puesta en escena de un conjunto social.
¿Cómo caracterizar el lugar del poder bajo la dictadura de Stalin? Por un lado, no se
representa ni es percibida como transitoria; su autoridad parece inscripta en la esencia del régimen;
su poder está soldado, es un poder social, investido en un individuo. La legitimación del poder

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stalinista descansa en una imagen del pueblo soviético, según la cual éste se halla presente de una
manera permanente, con una presencia en todo momento manifiesta, aun cuando para describir esa
manifestación se requiere el ojo atento de sus dirigentes.
El poder no ejercer solamente una potencia de hecho; la cosa estriba en su representación.
No hay distancia entre la posición de los dirigentes y el poder, ni entre el poder de Estado y la
sociedad. La noción de una sociedad civil se desdibuja. En el interior de lo q hemos estado
acostumbrados a pensar como Estado, no hay diferenciación de principio entre ámbitos de
competencia.
Al término de este breve análisis, es manifiesta la inconsistencia de la teoría de los
“excesos” de Stalin o de la “desviación” stalinista. Los rasgos q describimos gobiernan a otros,
corrientemente utilizados para caracterizar al stalinismo, y forma con ellos un sistema. La posición
del poder es de tal magnitud q en el momento de desaparecer la distinción entre Estado y sociedad
civil, él se erige como dominante.
El sistema totalitario no se establece sino por la intervención de un individuo q lo excede.
Este individuo es el producto. Pero el producto es engendrado de tal manera q se desprende, se
desata. Esa figura ese nombre, son los de un individuo q, poseído por el cuerpo social, queda
atrincherado en su existencia privada, y cuyas fantasías son desatadas por la fantasía totalitaria.
 DUROSELLE, Jean-Baptiste. Europa de 1815 a nuestros días. Barcelona, Labor,
1991.
Cap. VIII “Democracia y Totalitarismo”.
Entre democracia liberal y democracia popular la contradicción es total. La primera niega a
la segunda el derecho de llamarse democracia ya que la democracia para los liberales debe basarse
en la voluntad popular, surgida del sufragio universal. Los segundos denuncian inversamente que la
democracia liberal es un régimen de clase en el que la burguesía capitalista detenta la parte esencial
del poder.
Es cierto que la libertad individual queda asegurada, pero tan solo para aquellos que poseen
los medios para aprovecharse de ella.
Sin la finalidad consiste en alcanzar el triunfo del proletariado, el poder debe pertenecer no a
la mayoría poco consciente, sino a la “vanguardia consciente”. Como que, por definición, este
camino es el bueno, las masas estarán cada vez más convencidas de que el partido tiene la razón.
Semejante contradicción nos es familiar hoy en día, pero no lo era por entonces hasta que
terminó la PGM. Hasta entonces se creía que le evolución histórica conduciría casi inexorablemente
a todos los pueblos a una forma más o menos auténtica de democracia liberal.
El problema se había hecho aún más agudo a causa de la vocación internacional del
comunismo, ya que el marxismo leninismo preveía una evolución en donde el comunismo primaría.

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La simple existencia de dichos partidos suscitaba reacciones, el fenómeno esencial de entreguerras
en el plano de la estructura interior de los E fue que a los regímenes liberales y a la URSS se
añadieron los fascistas.
El fascismo es una tendencia hostil a la democracia, a la que juzga corrompida, ineficaz y
remisa a recordar los verdaderos valores. Los verdaderos valores son el E y la nación, por lo que
más que una doctrina es una tendencia a favor de un nacionalismo exacerbado, rehabilitador de las
nociones de violencia y guerra.
Los elementos comunes entre comunistas y fascistas son el partido político único y la poca
importancia dada a las libertades. Para los comunistas los elementos comunes entre democracia
liberal y el fascismo son el hecho de ser emanaciones del K y enemigas del proletariado. Para los
fascistas las democracias liberales y el comunismo tienen en común el hecho de destruir el valor de
la nación.
Es por lo tanto esencial ver como se desarrollaron los regímenes en Alemania e Italia.
Establecimiento del fascismo en Italia.
En sus orígenes encontramos los siguientes elementos que observaremos también en
Alemania: existencia de un régimen democrático inestable, falto de autoridad, existencia de
poderosos partidos políticos de izquierda (comunistas) y de ultranacionalistas.
Al acabar la guerra la situación económica de Italia era poco brillante, había una necesidad
de reformas sociales y de rigor financiero ante las huelgas, ocupaciones de tierras, etc. El gobierno
se iba disgregando.
El fascismo pues nació a causa de la necesidad de autoridad y del ultranacionalismo, muy
extendido entre los excombatientes y en la pequeña burguesía. Mussolini creó en 1919 el “fascio
milanes de combate” con un programa de reformas sociales y de conquista y la voluntad de crear
un gobierno fuerte.
Los fascios eran activistas, es decir que actuaban por la violencia, en especial contra los
comunistas, los socialistas y los sindicatos.
A la cabeza de este movimiento nacido de la exasperación nacionalista y social se encuentra
Mussolini. Llegó al poder con grandes ambiciones pero sin ninguna doctrina ni plan. Era un
periodista de sensacionalismo, que comenzó a ampliar el gobierno hasta colocar a todos los
fascistas en los puestos claves.
El advenimiento del nazismo en Alemania
El régimen imperial que se hundió en Alemania con la derrota no era democrático en el
pleno sentido de la palabra. La influencia de los militares era muy grande. Pero existía una
Asamblea elegida mediante el sufragio universal, el Reichstag, que votaba leyes federales.

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La República de Weimar partió de bases desfavorables. Fue la república quien debió aceptar
el tratado de Versalles, el Diktat. Había al mismo tiempo, importantes núcleos nacionalistas, quienes
no vacilaron en asesinar a los dirigentes moderados a quienes consideraban como traidores. A su
vez, la ocupación de los franceses para obligarlos a pagar en 1923 sumó otra gota. El jefe del
Partido Nacional Socialista alemán del trabajo, Adolf Hitler trató de tomar el poder pero no pudo y
fue condenado a la cárcel.
La crisis económica del 29 es determinante para la ascensión del nazismo lo mismo que
1920-21 para el fascismo. En las elecciones de 1930 los partidos del centro, al igual que en Italia,
fueron los grandes perdedores, a su vez el presidente de la república nombró canciller a Hitler. Así,
la rapidez del movimiento se hizo presente con mucha más fuerza que en Italia. El 24 de marzo
reformó la Constitución y la bandera, hizo desaparecer a los partidos políticos y se declaró Fuhrer
de Alemania.
Pero Hitler era muy diferente a Mussolini, a quien admiraba sinceramente. Hijo de
austríacos, no quiso ser funcionario y fracasó en sus ambiciones artísticas, por lo que llevó una vida
oscura y miserable en Viena, maldiciendo a los Habsburgo porque impedían la unión del pueblo
alemán y odiando a los judíos. Para él Alemania no estaba vencida.
Su doctrina, base y éxito de su empresa, puede resumirse así: las razas son desiguales. La
raza superior es la de los arios rubios dolicocéfalos (indoeuropeos), mejor preservada en Alemania
que en cualquier otra parte, lo que lo hace un pueblo superior. El resto será subyugado, o se
firmarán alianzas desiguales.
Las democracias
Casi en todas partes las condiciones políticas eran mediocres.
Francia conoció antes de 1929 numerosas crisis, sobre todo financieras.
GB, mejor gobernada según las normas, se hundía más todavía.
La gran crisis que la valió a Alemania la dictadura nazi, produjo en Francia y GB resultado
totalmente distinto y divergente. En Francia fue la disgregación del ejecutivo, en GB la crisis llevó a
apoyar a los conservadores, que consiguieron el triunfo más grande de su historia. Si bien se reforzó
la estabilidad no la eficacia ni la audacia. En Francia se intentó yugular la crisis mediante la
deflación, Inglaterra mediante el proteccionismo aduanero, que puso fin a ochenta años de
librecambio.
La agitación se extendió por Francia al sumarse la inestabilidad a la ineficacia (y a
escándalos financieros).
El descontento al no disminuyó, tomó otra forma. Los electores se volvieron hacia la
izquierda. En 1936 formaron el Frente Popular (ver prácticos). Francia se replegaba sobre sí misma.

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Las democracias occidentales habían escapado al fascismo pero a cambio de un repliegue
que aniquiló la audacia necesaria. Estaban divididas: los EEUU aislacionistas, GB dispuesta al
apaciguamiento, Francia timorata. Para Hitler, era la ocasión de lanzar su ofensiva política, en
espera del Blitzkrieg.
 GENTILE, Emilio. La vía italiana al totalitarismo. Partido y Estado en el régimen
fascista. Buenos Aires, Siglo XXI, 2005.
Cap. 4 “Partido, estado y Duce en la mitología y en la organización del fascismo”.
Partido, Estado y Duce fueron los pilares básicos del sistema político fascista. Si se los
relaciona al problema del mito y la organización en el fascismo es útil para comprender la índole del
movimiento y para definir su ubicación. Ya se conoce la historia objetiva del fascismo, pero hay
cosas que siguen siendo un territorio desconocido.
Se conoce al fascismo por lo que no era para hacerlo no se lo debe concebir ni como un
fenómeno único ni como una resultante de relaciones.
El fascismo fue un fenómeno inédito surgido, como otros, de los conflictos inherentes a la
sociedad moderna. Fue un intento novedoso de solución elaborado y experimentado dentro de las
estructuras de la sociedad burguesa, pero concebido y llevado a cabo según una lógica
eminentemente política en el sentido estricto, totalitario.
El autor va a ir por la constatación de dos hechos importantes:
El fascismo fue el primer partido de milicia que conquistó el poder en una democracia
liberal europea, con la clara intención de destruirla y como fundamento la primacía de la política.
El fascismo llevó al poder el pensamiento mítico, consagrándolo como forma superior de
expresión política de las masas y fundamento moral para su organización.
Mito de la organización y organización del mito.
Mito y organización son categorías mediante los cuales los fascistas interpretaron los
problemas de la sociedad y difundieron su sitio en la realidad, para accionar sobre ella y
transformarla.
El fascismo contó con un mito de la organización y de ello intentó organizar un mito en la
realidad, es decir, traduciéndolo en instituciones y en formas de vida colectiva.
El mito y la organización por lo tanto ya estaban presentes antes.
Fascismo dio forma a una nueva ideología anti ideológica caracterizada por una orientación
totalitaria. A su vez aprendieron de los análisis de Sorel y Le Bon que el mito era un poderoso factor
para la movilización y cohesión de las masas para vivir y morir.
La ideología anti ideológica fue la expresión de un pensamiento mítico, la elaboración de
mitos ya presentes en forma embrionaria durante el primer período de formación del partido de
milicia, cimentado en el mito de la nación, para hacer realidad nuevos mitos de su grandeza. Su

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propia concepción de la política como expresión de la voluntad de poderío de una minoría capaz de
plasmar la realidad y al hombre era prisionera del mito y los obligó así a crear y concretar mitos
políticos. Su éxito dependía de hacer funcionar el pensamiento mítico en la sistematización de la fe.
El fascismo adoptó el carácter de partido de milicia: jerarquía y disciplina militar de
antítesis. Introdujo la militarización de la política en sus formas de organización. Su objetivo era
hacer una revolución política que, dejando intacto los pilares fundamentales de la sociedad
burguesa, habría de transformar la arquitectura y las funciones del E unitario para pasar a edificar
un E Nuevo. Si bien este proceso no fue lineal fue cada vez más una “politización de la vida social
y colectiva”. Intentaba así crear una comunidad amalgamada por un credo político y organizado en
una jerarquía de funciones y competencias.
En 1926 el Duce era un “guía supremo”. En realidad había un conglomerado de diferentes
fuerzas que se mantenían juntas por obra del compromiso que el fascismo había establecido con las
fuerzas tradicionales.
Fascismo autoritario y Fascismo totalitario
El fascismo fue una realidad heterogénea, siempre hubo tensión entre el totalitarismo y el
autoritarismo.
El fascismo autoritario consideraba definitivo y completo el sistema estatal concretado entre
1925 y 1929.
El fascismo totalitario era un primer estadio, el de “compromiso”, luego vendrían las
transformaciones radicales.
El fascismo totalitario de 1930 se desplazó sobre tres ejes
Definición ideológica del E Totalitario.
La ampliación sistemática de las formas de organización y movilización de las masas.
Radicalización del poder en el Partido fascista
En 1935 hay una aceleración consciente y programada del proceso de totalitarización de la
sociedad y el E, sumado al antiestatismo.
En 1938 la NEP se transforma en el partido único. Si bien nunca se llegó a sancionar la
superioridad del partido por sobre el E y a considerar el E como un instrumento del partido para
hacer realidad su propio mito revolucionario, el E totalitario fue su base.
Al mismo tiempo comenzó una creciente tensión entre el E nuevo y las viejas instituciones
que estaban aún en él, por esto las nuevas generaciones de fascistas no se sentían ligados a la
conservación del E existente.
El E no es una realidad fija, sino que muta según las necesidades del mito.

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Fascistizar a las masas
El fascismo debía crear una nueva civilización política que debía ser civilización de masas
organizadas e integradas en el E.
Las masas, a su vez, debían estar organizadas y controladas, logrando así la adhesión tota.
Eran algo dúctil y maleable que no se podían gobernar por si solas. Se buscaba también que
participen del E no como ciudadanos sino como milicianos, ya que era un ciudadano- soldado que
debía dejar de lado la individualidad para entrar en la comunidad totalitaria.
Esta fascistización de las masas nada tenía en común con el proceso de la participación en
los regímenes de democracia liberal.
El Partido Nacional Fascista era una herramienta para efectuar la voluntad que residía en el
Duce. Era el gran pedagogo, el formador de la CC fascista, solo a través de mitos y símbolos sería
posible insertar al individuo en el cuerpo político.
El mito del Dice
Mito y organización encuentran su verificación concreta en la figura de Mussolini, quien
luego de la transformación del partido consolidó su rol. Fue el único capaz de conservar el partido
unido y de solucionar las tensiones, cosa que hacía que su prestigio y fuerza se acreciente cada vez
más.
Su mito fue entonces el único elemente cohesivo, viviente. Marcó todo el proceso de
desmantelamiento del régimen liberal y la constitución del E totalitario. La sucesión era un tema
prohibido, ni se podía pensar en que algún día falte el eje del partido.
Dos soluciones posibles luego de 1943
Desentronizar el mito y desmantelar todas las organizaciones del sistema que le eran
funcionales.
La exaltación del mito, al extremo de la lógica totalitaria. Pero la muerte de Mussolini
produjo la disociación del mito y la organización.
La vía fascista al totalitarismo
Mito y organización fueron aspectos complementarios y esenciales de la formación del
avance del sistema político fascista. A su vez fue como un cesarismo totalitario, una dictadura
carismática con una estructura institucional basada en el partido único y sobre la movilización de
lasas masas y en constante construcción para volverla conforme al mito totalitario que actúa como
código fundamental de creencias y conductas para el individuo y las masas.
No se reduce todo a una formula personas, no fue igual que el personalismo de todas las
dictaduras totalitarias.
Sin el PNF la figura de Mussolini es incompresible.

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Son formas de totalitarismo incompleto, con respecto a su mito de integración y según las
diferentes etapas de desarrollo y de los contextos históricos en los que funcionan. No se puede
construir un tipo ideal.
El fascismo fue un experimento totalitario, un proceso de formación y plasmación del
dominio totalitario en sus específicas características nacionales, culturales e identitarias.
El totalitarismo solo se lo puede ver en relación al fascismo solo si se lo aborda en su
contexto. El fascismo lo toma para definir su concepción política y su sistema de poder.
 FURET, François. El pasado de la ilusión. México, Fondo de Cultura Económica,
1995.
Cap. VII “Comunismo y antifascismo”.
Quince años después de su nacimiento, el comunismo soviético ya tenía numerosas facetas,
que a su vez variaron en intensidad y capacidad. Ello se debió a que la idea revolucionaria volvió a
florecer en el territorio de un pueblo y no pudo librarse al igual que le aconteció a finales del siglo
XVIII, de las peripecias de la encarnación. En una palabra el “socialismo en un solo país” había
modificado la partitura del bolchevismo revolucionario. Lo que aún se conservaba del antiguo
original cabe más asignarlo a la economía que a la política.
La revolución comunista habría de obtener en adelante lo más notable de su irradiación
menos de sí misma que de las dedicas de ese K al que había puesto fin.
Ahora bien, esto es también lo que ocurrirá en el ámbito político. Después de haber recibido
el brillo que aún le queda de la crisis del K, el comunismo estalinista va a encontrar un nuevo
espacio político en el antifascismo.
La Internacional Comunista ha sido siempre antifascista, desde antes del reinado de Stalin y
desde los primero pasos de Mussolini. Pero hay dos antifascismos en el mundo comunista: el
primero no es más que una modalidad de las dictaduras K burguesas: los verdaderos combates
antifascistas son los que entablan los comunistas, pues solo ellos están disponibles a desarraigar el
K y la burguesía. Así estas concepciones estratégicas muestran el poder que el voluntarismo
leninista atribuye a su enemigo; en efecto los bolcheviques alimentan su odio a la burguesía con el
reconocimiento de la formidable potencia que aquella representa: demócrata o fascista, el burgués
impera manipulando los hilos de un partido socialista puesto a sus órdenes.
Es entonces, en los pocos años que siguen cuando toma cuerpo un segundo antifascismo
comunista que alternará con el primero para configurar la estrategia estalinista: renuncia a meter en
un mismo saco de la burguesía todo lo que no es comunismo.
Las razones de este viraje se localizan en dos series de acontecimientos: la primera
corresponde a la situación internacional de la URSS y la segunda a la política Internacional

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comunista. Stalin no se comprometió públicamente en ninguna época en los asuntos del Komintern,
pero una vez que así lo hace a partir de ese momento el destino de la Internacional es irrevocable.
Ahora bien, el ascenso de Hitler al poder en Berlín es un factor que amenazaba con
modificar la citación en Europa. Sin embargo Stalin debió creer que Hitler una vez instalado en el
poder podría modificar entonces sus ideas y sus proyectos.
En 1934 se debe ver la reacción pública de Stalin lo que calla como lo que dice: ni una sola
palabra sobre el incendio del Reichstag, sobre Liepzig o Dimitrov, que son cuestiones que se
encuentran en el centro de la campaña de la Komitern, sí en cambio la mención de algunos pasas en
dirección de la Sociedad de Naciones a la que la Alemania hitleriana soviética ha dejado de
pertenecer en 1933 y a la que la URSS ingresará en 1934.
Stalin aguarda pacífico, observa y rectifica su política en procura de un acercamiento a
Francia. En 1935 Stalin y Laval firman el pacto franco-soviético de ayuda mutua, y se estipula que
ambos países deben prestar ayuda recíproca en caso de ataque sin provocación.
Aun cuando no tiene implicaciones militares el tratado de 1935 si tiene consecuencias
políticas ya que Laval en un comunicado legitima los gastos de defensa nacional en Francia,
declaración que no solo contradice al antimilitarismo del movimiento obrero, sino más
especialmente a la tradición de donde nació el PCF. A su vez, el comunismo no solo figura como
jefe del gobierno soviético sino del comunismo mundial. Stalin es tan soberano en el KOMINTERN
como en la política exterior de la URSS, además de que todos los Partidos Comunistas se
subordinan a la Internacional. Se trata de verdaderas secciones de un movimiento muy centralizado
(secciones en tanto en donde resulta más interesante observar en su segunda versión, la inflexión de
la política soviética en esta época decisiva)
En el movimiento “contra el fascismo y la guerra” se destaca Willi Munzenberg. Hasta 1937
fue un fiel ejecutante como cualquier otro militante de la vasta jesuitería burocrática de Moscú. Pero
en la época del viraje antifascista fue algo así como el ministro clandestino de la propaganda del
Komintern en el mundo, empezando por el oeste de Europa. Los bolcheviques por la intensidad de
su fe revolucionaria, pertenece al agit-prop más que a la teoría. Poco aficionado a los debates, él es
distinto a los demás ya que extrovertido y se orienta a íntegramente hacia el proselitismo y la
propaganda. No tardará en ponerse a la cabeza de una red de sociedades múltiples, cuyo propósito
es difundir la experiencia soviética y ganarle por doquier amigos pero por diferentes vías: prensa,
cine, teatro, despensas populares, etc. Pero acabó por vivir un poco de su propio credo, adulado por
séquito de emigrados. En 1939 ya no tenía patria: Alemania y la URSS pedían su cabeza. Los
franceses lo internaron en campo de concentración.
Volvamos a la época feliz. Se puede ver allí en acción tanto su talento como su fideísmo,
pues el Congreso Internacional contra el fascismo y la guerra reunido en Ámsterdam en 1932 no se

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apartó ni una coma de la línea del Komitern. Todavía se traba de luchar por la paz, por lo que el
fascismo se entiende en un sentido más laxo y más vago, como un fenómeno ligado a los países K.
Desde comienzos del 32 todas las publicaciones de la Komitern hacen referencia a la eminencia de
la guerra contra la URSS.
La Internacional Comunista define los objetivos y las consignas revolucionarias de sus
secciones locales. La lucha contra el Tratado de Versalles, contra el pacifismo burgués y el
imperialismo se adapta muy bien a la estrategia de “clase contra clase”.
El ascenso de Hitler al poder modifica el tablero internacional
El incendio del Reichstag y el terror que este desató ofrecen el primer terreno en el que
puede prosperar una vasta cámara antifascista armada con nuevo material. Ya no solo se trata de
atacar el tratado de Versalles o la Sociedad de naciones o el imperialismo francés o socialdemócrata,
sino que ha brotado un imperialismo complementario y este no es otro que Hitler, el enemigo de la
libertad y la nueva amenaza para la paz. Asimismo Munzenberg diseña el nuevo rostro del
estalinismo: el del comunismo antifascista.
El nazismo es más fácil de identificar como enemigo de la democracia que el comunismo,
pues el primero ha hecho su credo de su hostilidad hacia la segunda.
Pero es la causa de la democracia la que coloca en el escenario del mundo bajo una luz más
favorable, y el búlgaro Dimitroc desempeña perfecto este papel. Dimitrov y Munzenberg se han
presentado con el vestuario que involuntariamente les aportara Hitler: el de las ideas democráticas,
apelando así a la indignación y a la ayuda de todos los amantes de la liberad.
Ahora ¿se puede considerar que, atacada por un E imperialista, la URSS cuente con el apoyo
de otro E imperialista, como Francia? Y de acuerdo con esta hipótesis ¿el PCF podría verse
obligado a apoyar a “su” propia burguesía en nombre de los intereses superiores de la revolución
proletaria?
Esta cuestión socava internamente las estrategias y debates de los Partidos Comunistas
occidentales nacidos de la condena de la traición de 1914 y obsesionados por el combate contra su
propia burguesía, contra su propio imperialismo y contra su propio ejército. Sin duda, para ellos,
luchar contra la guerra también era militar por la revolución; asimismo era ser fiel a la lucha de
clases y redoblar la batalla en el interior en nombre de la solidad internacional con la URSS.
Si bien en 1933 el Comité Ejecutivo de la Internacional Comunista no da avisos de nada
espectacular, los textos tradicionales afirman que fascismo y guerra forman parte de la lúgubre
racionalidad del K, aunque también anuncian su fin.
Habrá que aguantar hasta 1934 para ver a los “internacionales” de Moscú esbozar una nueva
orientación. Esa inflexión es facilitada por los acontecimientos. En Alemania no queda duda de que

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reina Hitler en la Noche de los Chuchillos Largos. En Francia el PC se acercó al PC, así que de
ahora en adelante los esfuerzos de la Komintern se concentrarán en Francia.
La señal evidente del viraje la ofrece, por fin, la forma del pacto franco-soviético el 2 de
mayo de 1935. Los PC ven como el frente antihitleriano se despliega como el centro de su batalla,
así sea el precio de una colaboración provisional con sus propias burguesías locales. Dimitrov
expone la cuestión desde todos esos ángulos en su informe al VII Congreso Mundial de la
Internacional Comunista el 2 de agosto de 1935. A su vez sobrepone al carácter tiránico del régimen
fascista la idea de la fracción de clase: el fascismo en el poder es “la dictadura terrorista abierta de
los elementos más reaccionarios, los más chauvinistas, los más imperialistas del K financiero.
El verdadero centro no es otro sino la defensa de la URSS, el bastión del proletariado
mundial. Pero Hitler ha ocupado el lugar de las potencias beneficiarias del Tratado de Versalles
como principal adversario de la URSS y la paz. Él es ahora la vanguardia de la contrarrevolución, lo
que le permite a Dimitrov señalarlo como el enemigo de los comunistas.
Pero los dos regímenes antagónicos están estrechamente ligados, pues el fascismo es una
respuesta a la amenaza de la revolución proletaria y a fin de cuentas el duelo entre ambos es el
punto en el que confluyen las batallas del siglo: en ese sentido el antifascismo no es otra cosa que la
arena de la revolución. El objetivo final sigue siendo la dictadura del proletariado, el derrocamiento
de la burguesía. Solo que el camino a seguir ahora es distinto. El Frente Popular ha sustituido a la
táctica de clase contra clase. La fuerza del nuevo dispositivo radica en su extraordinaria elasticidad.
Dimitrov tenía fe en Stalin porque odiaba a la burguesía y porque alimentaba la pasión de
apresurar la llegada del gran día. El comunista-antifascista ingresa en el ejército de la revolución
proletaria sobre todo para defender y asegurar la libertad contra Hitler. En ambos casos, el combate
comunista está investido de dignidad filosófica, pues a la larga acabará por emancipar a toda la
humanidad de la explotación del hombre por el hombre. La prioridad dada a la batalla contra Hitler
provee a esta abstracción de intereses más inmediatos, a la vez que lima las asperezas que
caracterizaron a la lucha de clases durante el tercer período.
Por último, el antifascismo despoja al comunismo del carácter particularmente sectario que
tuvo la lucha de clases, en adelante la “clase obrera” conoce la apertura a unas perspectivas en
verdad nacionales. Por toda Europa, salvo en los E fascistas los PC multiplican sus afiliados y
diputados, siendo Francia el ejemplo más notable.
Queda en pie el hecho de que el papel desempeñado en la época por el antifascismo en la
cultura comunista expuso al conjunto del movimiento a una cierta fragilidad. Pero el antifascismo
desvía las miradas de la URSS para fijarlas en la Alemania nazi, donde los acontecimientos
ocurridos a partir de enero de 1933 bastan y sobran para provocar la indignación de los amigos de la

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libertad. El antifascismo les ha permitido a los comunistas recuperar los galones democráticos sin
tener que abandonar nada del acervo de sus convicciones.
Después de 12 u 8 meses Stalin a juzgado a Hitler como buen conocer, no perderá más
tiempo, como los dirigentes ingleses, titubeando ante la cuestión de saber lo que el dictador nazi
“realmente quiere”. La URSS está amenazada, ergo, hay q evitar q sea la única en enfrentarse c
Hitler, bien la primera en recibir el asalto, ello explica el ingreso de la URSS en la SDN y su
apertura hacia el oeste.
Si nos atenemos al motivo principal, su secuencia es la siguiente: comunismo antifascista
sucede al comunismo antiburgués. El comunismo del FP al comunismo de clase contra clase, y los
ataques de Hitler a los insultos contra Briand. De este modo, la revolución Rusa recupera en el
nazismo el medio de enriquecer su carácter universal, precisamente en el momento en el que es más
asiática que nunca.
Lo que plantea la historia del viraje de 1934-35no es el comienzo de la pérdida de autoridad
del Komintern, sino exactamente lo contrario: una vigorosa recuperación de todo el aparato
internacional, el cual resulta más indispensable que nunca. En efecto, solo los militantes del
Komintern pueden darle a la dictadura sangrienta del Kremlin en su peor época esa apariencia del
antifascismo unitario que conquistará los corazones de los demócratas.
Ahora volvemos a Paris de mediados de los años treinta para tratar de entender el poder que
este antifascismo ejercía sobre el imaginario colectivo.
Los comunistas alemanes se refugiaron en Paris, donde se encontraron con sus camaradas
italianos. Francia fue quien abrió las puertas a las víctimas de persecuciones políticas y fue en París
donde la Internacional reinstaló muchas de sus actividades europeas.
Todo ocurre como si el comunismo francés lejos de escapar de la lógica obligatoria de las
estrategias de la Komintern, constituyera por el contrario su punto de aplicación privilegiado. Como
Alemania ha quedado para un buen rato bajo la influencia de Hitler, Francia adquiere para Stalin
aún mayor importancia que en los tiempos en que no representaba sino el imperialismo vencedor
del Tratado de Versalles. El PCF ha adquirido un estado mayor estable, encargado de la tarea
capital: la de ser la vanguardia del viraje antifascista tras haberse convertido en un partido
realmente estalinista.
En Francia, el odio a la guerra había alimentado en la izquierda sentimientos violentos y
había sido todo salvo una pasión cómoda, pues era inseparable de la revolución. No obstante el
pacifismo también posee ya desde esta época una faceta moderada: el deseo dominante en la
opinión francesa es el de conservar esta paz tan arduamente conquistada tejiendo una red defensiva
de alianzas e instaurando un sistema internacional de obligaciones. Este pacifismo fue denunciado

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como una consecuencia del tratado de Versalles y denostado como el pacifismo de los vencedores,
como un disfraz del imperialismo.
Hay dos tipos de pacifismo, ya que hay una oposición de principios: basta con ver ese
bastión de la izquierda, la Liga de los DDHH para percatarse de hasta qué punto el debate de la paz
es conflicto cuando su punto de partida lo constituyen un ideal y un sentimiento compartidos.
En efecto, la lucha por la paz también figura en la primera fila de las luchas comunistas y
traduce, la condenación del K. A partir de la crisis económica internacional y de los progresos del
nacionalsocialismo alemán, vino a añadirse como novedad el desplazamiento a segunda plano de la
“agravación de las contradicciones” entre la unión soviética y el imperialismo mundial para darle
prioridad a la creciente probabilidad de unas guerras internacionales. La URSS reorienta la “lucha
por la paz” y provoca un verdadero revuelo en la vida pública francesa y en especial en las
relaciones del PCF y la izquierda.
Así, a partir de 1935 el viraje tiene dos partes: una de ellas se refiere a la ruptura con el
pacifismo duro y la otra al avance de un pacifismo unitario, e incluso nacional, a través del
antifascismo.
El PCF se opondrá cada vez más a la guerra contra Hitler, incluso cuando se precisen las
ambiciones de Hitler y la probabilidad de la guerra. Su lucidez ante Stalin crece en la misma medida
que sus ilusiones sobre Hitler, pues dejan de ser amigos del comunismo soviético para convertirse
en sus detractores. Todo el mundo sigue siendo antihitleriano pero coloca a la paz por encima de la
cruzada contra el fascismo.
Si bien la misma existencia de un verdadero fascismo francés es puesta en duda por los
historiadores, lo que si resulta evidente es la existencia de un “campo magnético” de la ideología
fascista.
El antifascismo al simplificar el universo político den dos bandos, conduce implícitamente a
la idea de que uno de ellos, en la lucha contra Hitler, no congrega a simples aliados de ocasión que
difieren en todo, unidos solo por las circunstancias, sino a hombres que representan dos épocas del
mismo movimiento de emancipación.
Los demócratas comparten con los bolcheviques el recuerdo del origen revolucionario de la
democracia francesa. La revolución francesa señala el advenimiento de la burguesía y de su cortejo
de ilusiones políticas, aunque sin embargo engendró al jacobinismo.
Stalin habla de la escalada de los peligros exteriores, de la agudización de la lucha de clases
en el interiores, de la “purga” de los traidores, de la movilización general para salvar a la patria
socialista: estos temas “jacobinos” ocultan el terror de las masas, desencadenado por órdenes suyas
desde 1935 y que no tienen nada que ver con la defensa del país ante la Alemania nazi.

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En ambos casos, se trata del mismo fenómeno: la “conspiración del extranjero” compra
personalidades revolucionarias para sabotear la revolución.
La idea de “democracia revolucionaria”, que los comunistas exhuman de 1793 viene como
anillo al dedo para ocultar las ambigüedades de un antifascismo a la vez liberal y antiliberal,
defensivo y conquistador, republicano y comunista.
Lo que me propongo saber es la situación y la estrategia que hicieron posible el frente
popular, así como el conjunto de representaciones políticas que le hicieron el momento más
brillante de la izquierda francesa entre las dos guerras. En el ejemplo francés es donde el historiador
ve encarnar con mayor claridad el viraje de la política del Komintern en el 34-35, y donde capta en
toda su complejidad el sentido del antifascismo, a la vez como la ideología sucedánea del
comunismo y como el cimiento de la recuperada unidad de la izquierda.
En aquellos años, la victoria del nacionalsocialismo en Alemania vino a añadir sus efectos a
la crisis francesa: a la crisis económica, a la crisis política.
Por otra parte, si en 1936 gobierna la Francia del frente popular, el hecho es que el PS no
tuvo la iniciativa del movimiento. Blue encontró en el antifascismo una razón bastante apremiante
para gobernar o para ejercer el poder.
Por el contrario, el PC ha hecho del antifascismo su doble y su estrategia solo tiene este
objeto: tanto así que forma un solo cuerpo con la revolución.
La más grande emoción colectiva ligada a la victoria del frente popular: la incorporación
triunfal de los obreros en la política nacional. Pero la tercera república surgió como el resultado de
un cálculo conservador en la secuela de la terrible represión efectuada en las calles de París en
nombre del orden burgués.
Lo paradójico de la situación se debe a que el comunismo estalinista arraiga en Francia a
través de acontecimiento ajenos a su programa, es decir por medio de elecciones democráticas y de
huelgas reivindicativas.
Poco importa que el fascismo en Francia probablemente no haya estado, por su acción, a la
altura de su brillo entre la opinión: de hecho ni su política económica, ni su política militar, ni su
política exterior supieron responder verdaderamente a las necesidades del momento.
Por la misma época del frente popular francés, los acontecimientos de España constituirán la
segunda gran prueba de la nueva línea política del Komintern. Paradójicamente, la guerra civil
provocada por la insurrección militar de julio del 36 causará los primeros desacuerdos públicos en
el interior del frente popular francés, al mismo tiempo que permitirá al antifascismo comunista
aumentar su resonancia internacional.
En la cuestión española toma cuerpo una crisis internacional, a la cual la da un contenido
ideológico aparentemente límpido, tomado del enfrentamiento de los partidos en el escenario local.

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Hitler y Mussolini no dejan de aportar a la prueba, apoyando públicamente a Franco y
dándole casi inmediatamente ayuda militar en hombre y material bélico. Stalin da el apoyo a la
república y también envía ayuda. Pero Inglaterra y Francia sin embargo se mantienen al margen y
embargan las armas destinadas a España.
Ni la política internacional ni la situación española se deben por completo a la oposición
entre fascismo y antifascismo. El peligro avanza por medio de tres protagonistas, no de dos: Hitler,
Stalin y las democracias.
Para los ingleses, la derrota de los franquistas significaría un avance del comunismo en
Europa. El gobierno conservador y por buenas razones no se siente interesado por la alternativa
fascismo antifascismo, que le permite hacerse unas ilusiones peligrosas sobre el nuevo régimen
alemán, si bien por otra parte contribuye a mantener cómodamente sus prejuicios realistas sobre el
comunismo.
Desde esta época los comunistas no dejaron de contrastar al actitud de la URSS y de la
democracias occidentales para con la república española (la misión mítica). La no intervención
habría podido ser una política no solo prudente sino eficaz a condición de ser aplicada por todos,
pero al no ser así fue visto como una semicomplicidad con Franco. Así la causa básica de la actitud
inglesa estaba fundada sobre una pasión anticomunista, y la fuerte desconfianza hacia el nazismo
alemán. Por no saber jerarquizar a sus enemigos, los ingleses quisieran verlos aniquilarse el uno al
otro.
Pero hay otras razones de esta elección. España ha seguido siendo un régimen católico,
aristocrático y pobre, en donde el Antiguo Régimen sigue dominando. La propia unidad nacional es
problemática y hay separatismo. Cabe señalar que la España de 1936 es uno de los países de Europa
que menos pueden ser comprendidos por medio de la oposición fascismo- antifascismo. (Ver ficha
de cátedra sobre la GC española)
En el caso español, la amenaza comunista sirve de pretexto a una contrarrevolución de corte
clásico. España ofrece el espectáculo de u conflicto más antiguo que el del fascismo- antifascismo,
sobre su suelo se enfrentan revolución y contrarrevolución. A esta multitud de pequeñas repúblicas
revolucionarias o contrarrevolucionarias, la referencia del fascismo y al antifascismo les da menos
un sentido ideológico unificado. El estandarte del fascismo le da a la contrarrevolución española
visos de modernidad y una promesa de victoria.
Por su parte a Stalin estaba obsesionado con el aislamiento, pues quería evitar ante todo que
la URSS tuviera que enfrentarse sola a la agresión de la Alemania nazi. La intervención en España
responde a doble objetivo: político y militar (contener el avance del ejército insurgente). A su vez, la
ayuda prestada a España por Stalin y el Komintern fue acompañada por una intromisión creciente
en la política del gobierno español.

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La estrategia comunista está hecha de dos movimientos: celebra la unión antifascista y la
unión de mayores alcances de todos los republicanos, desde los obreros revolucionarios hasta los
burgueses liberales. De ahí los llamados a un gobierno central fuerte como conductor del esfuerzo
bélico y a una política social moderada.
En muchos aspectos, el experimento español es para Stalian más político que militar.
La presión comunista tal vez eficaz para unificar la organización militar ha terminado por
quebrantar el resorte político del antifascismo español. En el momento en que logran expulsar a su
viejo adversario, Prieto, del Ministerio de Defensa, los comunistas ya no dominan más que un
escenario político poblado de fantasmas.
En realidad la URSS no intervino en España como potencia fraternal ni siquiera en nombre
de sus intereses o de sus cálculos sino ante todo obedeciendo a su inclinación de Partido- E
totalitario, de modo q intervino menos para ayudar a la república que para adueñarse del su control
militar y político. Vendió armas y aviones a España, pero también liquidó al POUM, asesinó a Nin
y llenó de policías a suelo el bando republicano. El comunismo antifascista tiene dos caras: la de la
solidaridad y la de la conquista del poder y la confiscación de la libertad.
Por eso la leyenda de la guerra de España, tal como se ha transmitido a las generaciones
contiene en igual medida verdad y mentira (releer a Orwell)
La capitulación franco-inglesa en Múnich, empuja a Stalin a llegar a un acuerdo con Hitler,
al que nunca excluyó de su juego. Y ello representa una razón de más para desembarazarse de
España, de lo que es símbolo el retiro de las Brigadas Internacionales en el otoño.
A partir de ese momento, España ya no es más que un drama secundario, al que se le
promete un desenlace evidente.
 HERF, Jeffrey. El modernismo reaccionario. Técnica, cultura y política en Weimar y
el Tercer Reich. Buenos Aires, FCE, 1993.
Cap. VIII “El modernismo reaccionario en el Tercer Reich”.
Tesis: en este capítulo presentaré algunos datos sugerentes de que la tradición modernista
reaccionaria continuó hasta el final del régimen nazi.
La aceptación irracionalista de la tecnología, formulada por los modernistas reaccionarios
contribuyó a la combinación de una innovación técnica deficiente y un cálculo estratégico errado q
caracterizó al Tercer Reich.
Al igual q los modernistas reaccionarios q hemos examinado hasta ahora, los nazis
combinan el antisemitismo con la aprobación del avance tecno, algo q conviene subrayar en vista de
la frecuencia con la q se han asociado el antisemitismo y el rechazo generalizado de la sociedad
industrial.

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Feder resumía su contribución “teórica” al nacionalsocialismo en la fórmula del “capital
creativo contra el capital parasítico”. El capital creativo era una fuente de utilidad, empleo y avance
tecno, mientras q el capital parasítico extraía recursos nacionales en beneficio de un número
pequeño de financieros internacionales.
La retórica antiK de Feder cayó en desgracia con Hitler cuando éste desarrolló lazos más
estrechos con algunos industriales alemanes en los últimos años de la República de Weimar, pero su
distinción entre el K creativo y el K parasítico era compatible con el anticapitalismo de los
ingenieros q se había desarrollado fuera del Partido Nazi.
Admitía Feder q la tecno planteaba algunos peligros, tales como la dependencia excesiva de
las materias primas extranjeras, una atmosfera urbana contaminada y una excesiva división del
trabajo q podría destruir el “sentimiento por el hogar alemán”. Pero todos estos problemas podrían
superarse si se pusiera la tecno al servicio de la “totalidad” nacional.
La espiritualidad del movimiento nacionalsocialista fue escrito por Peter Schwerber, q decía
q el racismo era el punto final lógico de la reconciliación de Alemania con la tecno moderna.
El nacionalsocialismo era producto de esta generación. Pero la idea de libertad (del trabajo
físico y para el tiempo libre) seguía sin realizarse debido a la “dominación de un poder ajeno a la
esencia de la tecnología, es decir, el poder del dinero, el sofocante abrazo del materialismo judío,
sobre nuestros elementos vitales”.
Solo la “sangre” y la acción prevalecían contra el “poder tiránico del dinero”. El
nacionalsocialismo era algo más q una colección de protestas contra el materialismo y los judíos.
Mientras q los judíos destruían la tecnología y abusaban de ella, la raza nórdica estaba idealmente
preparada para acogerla. El Geist técnico y el mito racial nazi formarían un frente común contra el
materialismo judío.
El nacionalsocialismo estaba dedicado a la emancipación de la tecnología del intercambio
capitalista una meta q mostraba semejanzas notables – por lo menos al nivel retorico – con el
lenguaje anticapitalista de los ingenieros.
Esta concepción de la primacía de la política era a la vez un plan de reacción política y de
modernización tecnológica presentado como una revolución cultural de la Derecha. Creo q la
opinión de q Hitler era un oportunista sin escrúpulos ha sido destruida por investigadores tales
como Jackel y Fest. En ningún momento se unió Hitler a la hostilidad contra la tecnología q se
encuentra en la ideología volkisch. Para Hitler, el elemento sedicioso seguía siendo la ideología de
la voluntad de poder.
En Mein Kampf, dividía Hitler la humanidad en tres categorías:
Fundadores = arios
Portadores = japoneses

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Destructores de la cultura = judíos.
Llegó a definir la cultura aria como una síntesis de “el espíritu griego y la tecno germánica”.
Su aceptación de la tecno como una expresión de la voluntad aria era enteramente
compatible con el rechazo de la Ilustración y de las consecuencias sociales de la Revolución
Francesa y la revolución industrial.
Los discursos de Goebbels sobre esta materia son interesantes porque estaban dirigidos al
público en general y a los ingenieros, de modo q combinaba elementos de la revolución
conservadora, el romanticismo y la ideología volkisch con un culto al modernismo tecno. Él
argumentaba q los alemanes debían aprender la lección primordial de la Primera Guerra Mundial:
Alemania fue derrotada por sus deficiencias espirituales, antes que por las materiales. La radio
daba al nacionalsocialismo un medio sin precedente para llevar a las masas este mensaje de la
revolución espiritual.
El nacionalsocialismo nunca rechazo la tecno ni luchó contra ella. Más bien, una de sus
tareas principales fue su afirmación consciente, llenarla interiormente de alma, disciplinarla y
ponerla al servicio de nuestro pueblo y su nivel cultural. Mientras q la reacción burguesa era extraña
a la tecno y estaba llena de incomprensión hacia ella, si no es q de franca hostilidad, y mientras q
los escépticos modernos creían q las raíces más profundas del derrumbe creían q las raíces más
profundas del derrumbe de la cultura europeas encontraban en la tecno, el nacionalsocialismo supo
tomar el marco sin alma de la tecno y llenarlo del ritmo y los impulsos cálidos de nuestra época.
Lo importante del romanticismo acerado de Goebbels es q seguramente había oscurecido su
visión. Es posible q la ideología nazi no hubiese drogado a todo el pueblo alemán, pero ciertamente
actuaba como una droga para la elite política nazi, una droga q la hacía olvidar las consecuencias
catastróficas de la ideología, las deficiencias técnicas y el liderazgo totalitario de Alemania.
La declinación política de Feder no significaba q la ideología nazi hubiese cedido ante el
disolvente de la racionalidad industrial. Su eclipse se vio acompañado del ascenso de Todt, quien no
era un modo alguno un tecnócrata apolítico.
En 1936, cuando Hitler anuncia un plan de 4 años para el desarrollo económico, la
racionalización de la industria, la expansión del desarrollo de sustitutos sintéticos de los energéticos
y el rearme, la Hauptamt fur Technik y la NSBDT daban a los nazis un monopolio organizativo
sobre los instrumentos técnicos necesarios para el rearme. Si hasta 1936 se había concentrado la
política económica nazi en la recuperación de la depresión, el plan de cuatro años contenía la meta
adicional de reducir la dependencia alemana de la economía mundial a través de la innovación
técnica.
Mientras q los nazis proclamaban q la ideología volkisch y el avance técnico iban de la
mano con la ideología de la voluntad de Hitler, los ingenieros atraídos al régimen creían q sus

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sobrios compromisos con la racionalidad técnica serian puestos finalmente al servicio del Estado.
Esta historia de la supervivencia de la organización a través de la aquiescencia política nos recuerda
q muchos ingenieros alemanes permanecieron fuera de las disputas ideológicas sobre la relación
entre la tecnología y el alma alemana.
Los nazis tuvieron más éxito en la preservación de sus almas ideológicas q los ingenieros en
la implantación del pragmatismo sobre la dictadura alemana. Los ejemplos de la falta de
coordinación de los fines políticos con los requerimientos técnicos son impresionantes.
Los nazis acumularon un gran número de armas, pero su atraso técnico cualitativo en áreas
tan cruciales como las de torpedos, el radar, las comunicaciones, la defensa aérea y el diseño de
aviones se hizo evidente durante la SGM. Y aun los ingenieros alemanas no hubiesen estado
afectados por los criterios ideológicos, pocos de los estaban siendo adiestrados a fines de los 30’s en
el diseño de las armas bélicas de Hitler.
En 1937, el ministro de economía, Helmar Schacht previno q la preferencia del
nacionalsocialismo por el adiestramiento político-ideológico, a expensas de la educación técnica,
amenazaba la superioridad técnica de Alemania sobre otras naciones, declinación a tenia graves
consecuencias en vista de la importancia de las exportaciones para la economía alemana y de los
propósitos militares. (Limitaciones internas de su desarrollo técnico).
Al estallar la guerra, la tecnología de Alemania era inferior a la de sus enemigos en términos
cualitativos y cuantitativos. Así, la dictadura alemana carecía simplemente de los medios técnicos
necesarios para ganar la guerra, excepto su guerra contra los judíos europeos.4
El mismo marco ideológico q había impedido el desarrollo de la potencialidad científica
técnica de Alemania contribuía ahora a una sobreestimación de las capacidades alemanas, a la
subestimación de las capacidades de los Aliados, y a la negativa a afrontar las consecuencias de las
deficiencias técnicas de Alemania. La constante de la voluntad de Hitler era una negativa a volver
compatibles los fines políticos con los medios existentes.
El avance técnico bajo los nazis fue una revolución cultural q daba nuevo significado al
acero frio.
La guerra había demostrado a una generación de jóvenes alemanas q la tecno no era
necesariamente carente de alma e impersonal, sino q podía ser “grande, masculina, peligrosa, libre y
salvaje, la voluntad de la raza habla en la construcción de carreteras”.
Tanto el romanticismo acerado de Goebbels como el nuevo romanticismo de Nonnbruch se
dirigían contra los elementos de la tradición romántica q apoyaban una reconciliación con la
naturaleza o un retorno a ella. Solo había 2 opciones para los modernistas reaccionarios:
Un escape afeminado y cobarde hacia el pasado asiático o pastoral
4
PGM: el error no fue técnico, sino espiritual
SGM: Se invierte: carencia material para ganar la guerra; excepto la de los judíos.

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O el vuelo masculino y valiente hacia el futuro alemán.
El proceso del aprovechamiento selectivo de las tradiciones culturales anteriores, en este
caso el romanticismo, es de nuevo evidente en estos pronunciamientos. El propósito de estas
relaciones del pasado generalmente fatuas era el de subrayar las conexiones existentes entre lo muy
antiguo y lo muy nuevo; arraigar la tecnología en las tradiciones precapitalistas y preindustriales.
El nacionalsocialismo había puesto en claro q eran los alemanes el pueblo verdaderamente
escogido y los había ayudado a construir un nuevo paisaje alemán, liberado de la “basura de la
civilización” y la destrucción “norteamericano-judía de la naturaleza alemana”. Aunque el alma
racial de Alemana era compatible con los avances técnicos, la tecno había sido violada por el
Ungeist judío. Bajo los nazis, el alma alemana se estaba reafirmando.
Al revés de los norteamericanos, o de los judío-bolcheviques, q introducían la tecno con el
asesinato y los trabajos forzados, los nazis recurrían a los cimientos raciales alemanes para alejar las
amenazas del K y el socialismo.
La racionalización de la industria y la preparación para la agresión aparecen como una
grandiosa revuelta cultural contra la época liberal ahora obsoleta e históricamente superada. Poltiik,
technik und geis es una prueba del esfuerzo modernista reaccionario para preservar la experiencia
carismática de la PGM en vísperas de la SGM, y de la persistencia del modernismo reaccionario
tras los primeros años del régimen de Hitler.
El verdadero logro nazi constituía en haber visto q la tecno era un fenómeno biológico antes
q uno económico. Sucumbir ante las corrientes antitecnologicas existentes dentro del nacionalismo
alemán habría significado el rechazo de la teoría racial de la historia del nacionalsocialismo.
La tradición modernista reaccionaria alcanzo su punto final en las SS. En 1944, la
producción alemana de guerra equivalía al 4% de la producción de guerra norteamericana. En 1945,
los alemanes no tenían siquiera un túnel de viento para las pruebas de aviones. Una de las ironías
más afortunadas de la historia alemana moderna fue q el antisemitismo de los nazis envió a gran
parte de la comunidad de físicos al exilio, lo q perjudicó el desarrollo del “arma verdaderamente
maravillosa”, la bomba atómica.
Los ingenieros alemanas, junto con las elites económicas conservadoras, militares, de la
política exterior y del servicio civil de la sociedad alemana se aliaron con Hitler para servir a sus
propios fines particulares. Como estas otras elites, los ingenieros estaban convencidos de q Hitler
buscaba ante todo la preservación del orden existente, aunque en su forma más reaccionaria. Pero
entre los ingenieros, como entre estas otras elites, había corrientes de ideas autóctonas y otras
impulsadas por los nazis, q apuntaban hacia una revolución cultural y política centrada en una
utopía racial. Esta utopía se oponía a la lógica del beneficia capitalista, la tradición militar prusiana,
la política exterior alemana tradicional, y la razón técnica de los ingenieros. Pero ninguno de estos

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grupos se había conectado a los valores liberales para resistirse a Hitler antes de q fuese tarde. Y
cada uno de ellos podía aprovechar tradiciones similares al modernismo reaccionario q
desanimaban a quienes cuestionaban al régimen y alentaban a quienes creían q Hitler hablaba
realmente por Alemania.
He demostrado q la tradición modernista reaccionaria no se desvaneció bajo las presiones de
la política y la condición de la guerra. Por el contrario, los nazis dieron a la tradición una expresión
institucional y programática. Utilizaron su lenguaje y sus metáforas para afirmar q su rechazo a la
Ilustración era compatible con la tecno, pero ese mismo rechazo se convirtió en una barrera a la
innovación técnica e impidió q las capacidades técnicas correspondieran a las realidades
estratégicas. El alma y la voluntad alemanas se mostraron tenaces pero inadecuadas cuando se
enfrentaron al arsenal Aliado. La derrota de Hitler nos recuerda q el nacionalsocialismo no era solo
un mal monstruoso, era también autodestructivo.
La tradición modernista reaccionaria era políticamente congruente en 3 sentidos:
Contribuía al vigor tecnológico q hacia la guerra concebible, aunque sin posibilidad de
triunfo.
Al preservar un ethos anticientífico y antirracional, creaba una barrera a las innovaciones
técnicas q podrían compararse con los esfuerzos de Rusia, GB y EEUU.
Formaba parte del fanatismo ideológico q convenció a los nazis de q podrían alcanzar la
victoria y sustituyeran la coordinación estratégica de los fines y la disponibilidad de medios con
apuestas políticas basadas en el lenguaje de la voluntad.
 KERSHAW, Ian. “Nazismo y estalinismo. Límites de una comparación” en. Le
Débat. N° 89, París, marzo-abril 1996.
Una comparación resucitada
Las comparaciones entre comunismo y fascismo se remontan a los años 20’, entre la Unión
Soviética de Stalin y la Alemania de Hitler de los 30’s. Se fundamentan en la idea de
“totalitarismo”; el uso del vocablo es impuesto al fascismo y al comunismo como antítesis de la
democracia liberal.
Las características terroristas de la Alemania hitlerista y de la Rusia stalinista no harían más
q alentar esta insistencia sobre su similitud intrínseca en el curso de los 30. Luego se dejó de usar la
noción en los 40, con la invasión de la Unión Soviética por las tropas hitlerianas, y la unión de la
gran alianza contra el Tercer Reich. Luego reaparece con la guerra fría.
Si bien no había desaparecido, este concepto ha sido largamente desacreditado por
intelectuales e historiadores. Pero después del fin del imperio soviético, simbolizada por la caída del
muro, ha renacido.
Comparación popular, comparación sabia

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La comparación entre comunismo y fascismo se volvió común. En el ámbito académico,
hubo signos de cambios de paradigma en la historiografía al fin del sistema soviético.
En el centro derecha, el concepto de totalitarismo ha sido muy resistente a los cambios.
En los 80, Nolte (ex alumno de Hieddegger) vio al fascismo desde una imagen espectacular
del comunismo: “es un antimarxismo q busca destruir al enemigo elaborando una ideología opuesta,
y empleando los mismos métodos, pero en el marco de la afirmación y de la autonomía nacional”.
Es decir q “sin marxismo, no hay fascismo”.
Furet, enfrenta los tabúes, demuele los ídolos de la izquierda; en su comparación del
comunismo y el nazismo, del estalinismo y el nazismo, Furet no va lejos. Llega a pretender q la
ideología fascista es menos mentirosa q la comunista, la cual puede enmascarar su ferocidad, la
“dulce idea democrática” y la ilusión de un “porvenir nuevo” de una “humanidad nueva”
Las grandes diferencias se centran en la concepción de la propiedad privada.
Comparación teórica, comparación empírica
La comparación teórica del estalinismo y el nazismo sobre la base del concepto de
totalitarismo es limitada y superficial; y la comparación empírica es más útil para descubrir las
diferencias.
El concepto de totalitarismo:
En la entreguerra, tenía la frase de los partidarios de una nueva forma de régimen político q
la empleaban de dos maneras:
Los q hacían uso estatal, q buscarían el medio por el Estado estatal de sobrepasar la división
democrática del Estado y la sociedad. Fiedrich pondría en la balanza los efectos estatales: ideología
oficial, partido único de masas, vigilancia policial de terroristas, monopolio de medios, de
armamentos y de control de la economía.
El uso “militante” q privilegiaba la “movilización total”. Arendt insistiría sobre el
dinamismo, la radicalización y las tendencias antiestructurales del poder totalitario.
El concepto sin teoría:
No es una teoría, es un concepto. Furet dice utilizarlo como tipo ideal, pero es de una
especie poco común. Comúnmente a grupos genéricos sistemas políticos, como democracia,
fascismo, absolutismo, feudalismo, q tienen similitud aceptada; pero esto no sucede con el
totalitarismo.
Hay dos usos del totalitarismo fácilmente confundibles:
O comparar el régimen de Stalin y Hitler.
O comparar al comunismo como forma estatal con el nazismo (o el fascismo).

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Tal como argumentó Furet, el concepto de totalitarismo es extensamente estático: insiste
sobre los aspectos contrales del estalinismo pero es incapaz de describir correctamente la evolución
del sistema soviético con posteridad a los 70.
La dinámica autoritaria
El totalitarismo no conservaría ningún valor sino a condición de ver ni un conjunto estático
de propiedades comunes en los regímenes comunistas y fascistas sino una fase dinámica de ciertos
sistemas autoritarios modernos, no un sistema sino un antisistema batiente en la institución misma
del Estado en lugar de reforzarla y pretender ejercer sobre sus ciudadanos una dominación total q no
es defendible más q por un espacio de un periodo de convulsión corto.
Tanto Stalin como Hitler, su dinamismo revolucionario asociados a los objetivos ideológicos
de largo plazo e imponiendo con el aval del Estado por un grado de violencia sin precedentes, ha
contribuido destruir las estructuras ya establecidas. La falta de estructuras y la destrucción del
“sistema” es una forma de unir ambos regímenes.
Contrastes:
Para no usar totalitarismo, sería necesario otro termino para distinguir nazismo de
estalinismo, considerados juntos de las otras dictaduras modernas.
Los modelos conceptuales comprendidos entre el fascismo y el totalitarismo, deben basarse
o deben apoyarse en bases sanas. Los orígenes sociales y políticos diferentes de los dos sistemas
reciben en gran medida en sus divergencias sobre el plano de la ideología, de los objetivos y de las
estructuras. Y una vez en el poder, el partido nazi nunca ejerció sobre el aparato de Estado una
dominación comparable a la del partido comunista en la URSS.
El terror es el trazo q comparten ambos regímenes. Pero también presentan diferencias; el
soviético estaba inclinado hacia el interior, contra la población de la URSS, mientras q el nazi se
desencadenó fuera de Alemania.
El terror stalinista fue una continuación de la guerra civil, luego de los terribles sufrimientos
de la PGM.
El terror nazi era de una naturaleza diferente. En Alemania, incluso en los 30 apuntó a las
secciones más débiles de la sociedad, víctimas de la discriminación. La sociedad estaba dividida
entre aquellos q pertenecían a la “comunidad nacional” y los q estaban excluidos de ella.
El régimen de Stalin tuvo más víctimas q el nazismo. Pero el objetivo no era la
exterminación de todos los grupos étnicos hasta el fin. La irracionalidad del terror nazi era la
imagen de los objetivos irracionales del régimen hitleriano.
Culto al jefe:

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La autoridad carismática, como describió Weber, supone un jefe al que se le confía una
misión heroica y al que sus fieles dan una grandeza. Es la negación directa de la autoridad
burocrática q sirve de base a todos los sistemas estatales modernos.
Este modelo en Hilter es fácil de aplicar. Su culto fue no un subproducto del nazismo, sino
su foco de organización y su fuerza ideológica. Formaba un lazo entre las masas y la motivación
ideológica de los dirigentes.
Sin embargo, es más difícil de aplicar a Stalin, q fue el producto de otros sistemas de
dominación. El sistema soviético y su ideología marxista-leninista eran anteriores a Stalin y lo
sobrevivieron; en cambio, el nazismo y Hitler eran inseparables.
Singularidades del nazismo
El Stalinismo y el fascismo tienen lazos en común. Ambos nacieron de un conflicto
contradictorio de la sociedad burguesa liberal.
Ambos se combatieron como movimientos y como regímenes, en los 20 y en los 30.
Se enfrentaron en la guerra
El fascismo del que el nacionalsocialismo fue una de las formas, tenía raíces autónomas en
la amalgama de nacionalismo integrista, racismo y darwinismo social q se expendieron en Europa
de fin de siglo.
Esto no significa q el nazismo y el comunismo sean fenómenos políticos similares en algún
otro punto q no sean superficiales, aun menos q el comunismo hay sido la causa del fascismo o q
haya sido responsable del genocidio nazi.
La ideología de Hitler se formó en el contexto de ideas pangermánicas, como respuesta de la
extrema derecha a la crisis del liberalismo y al desafío de las nociones emancipadoras. Incluso, en
esa época las expresiones de su odio a los judíos y sus primeras formulaciones de lo q debía ser uno
de los objetivos de la política alemana, tuvieron como marco un anticapitalismo populista, no el
antibolchevismo. Esta amalgamación del antibolchevismo, reduce su valor causal.
En los 20, el partido nazi fue conscientemente organizado en un “movimiento carismático”.
En cuando Hitler tomó el poder, fue el Estado mismo el q heredo la “autoridad carismática”.
En el seno de la “familia fascista”, el nacionalsocialismo alemán se mantiene único, la
comparación con el stalinismo no hace más q subrayar esta singularidad.
3.3. De Versalles a la Segunda Guerra Mundial. Los años veinte ¿un retorno al equilibrio?
El imperceptible declive europeo: multipolarismo y estados “perturbadores”. Apaciguamiento y
expansionismo alemán. La Segunda Guerra Mundial y las nuevas dimensiones del horror. ¿Una
Guerra Civil Europea?

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 DUROSELLE, Jean-Baptiste. Europa de 1815 a nuestros días. Barcelona, Labor,
1991.
Cap. IX “La agudización de los peligros y la segunda guerra mundial.”
De 1919 a 1933 no se creyó en absoluto en la eventualidad de una nueva guerra. Es más, se
pensaba que iba a haber un desarme general y se acató la ley que decía que se impedía la guerra.
Una política de apaciguamiento sucedió a la política de ejecución del tratado de Versalles.
Se suavizaron los pagos alemanes.
La crisis económica que conmovió al mundo acrecentó los sufrimientos de los pueblos y
como consecuencia, las tensiones.
La era de los golpes de fuerza (1933-1939)
Según Hitler, para conseguir ejecutar su programa se evitarían las negociaciones previas, se
actuaría según planes minuciosamente elaborados, ejecutados con una brutalidad total, explotando
al máximo el efecto sorpresa. De este modo se ejercería una influencia terrorífica sobre los países
“decadentes” y se los obligaría a caer.
En 1933 Alemania abandonó bruscamente la SDN y la Conferencia del Desarme, como que
estaba llevando a cabo negociaciones bilaterales con Francia sobre el desarme, Hitler irritó a este
país hasta tal punto que la ruptura, el 17 de abril de 1934, se produjo por iniciativa francesa. Desde
entonces se rearmó casi abiertamente.
En mayo Francia firmó un pacto de asistencia mutua con la URSS pacto preparado, y si bien
el organizador original murió y el que le sucedió parecía no tener tanto peso, la idea era que se
estaba armando una barrera, aunque algo débil.
Consciente de las debilidades de sus oponentes, Hitler con el pretexto de que el pacto
franco-soviético violaba el pacto de Locarno (lo cual era falso) volvió a ocupar la zona
desmilitarizada de Renania en el 36.
Por otra parte, la subida al poder del frente popular en Francia distrajo la atención de los
problemas exteriores. La legítima embriaguez de un pueblo que se emancipaba le hizo olvidar que
ninguna conquista social iba a sobrevivir.
Desde el instante en que Hitler se sintió seguro de su preponderancia militar pudo pasar de
la destrucción de las cláusulas de Versalles a la etapa ulterior: la creación del Gran Reich.
Al mismo tiempo que cambiaba al canciller por otro nazi la prensa empezó a difundir como
los de lengua alemana sufrían persecuciones por parte de los checos.
Chamberlain se entrevistó con Hitler en 1938, y éste le hizo saber que su paciencia había
llegado al límite y que se iba a anexionar el país de los Sujetes (los q eran acosados teóricamente). A
su regreso, Chamberlain convenció a Daladier. Francia y GB ejercieron una fuerte presión sobre
Checoslovaquia que se resignó, no sin indignación por el abandono francés. Aunque Ch. le

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comunicó a Hitler que tenía la solución, se creyó que la guerra era inminente. Empezó la
movilización. Instigado por Chamberlain, Mussolini sugirió a Hitler una conferencia para resolverlo
en la famosa conferencia de Múnich (sept 1938). A cambio de ciertas concesiones formales, Hitler
obtuvo el país de los Sujetes. El segundo golpe de fuerza había triunfado sin que Hitler tuviera que
ir más allá de la amenaza, haciendo que Chamberlain dijera que “esta era la nueva paz”.
Por primera vez Hitler se anexionaba un territorio donde se hablaba una lengua eslava y lo
convertía en un protectorado. Pasaba de la fase del espacio alemán a la del espacio vital. Era el
tercer golpe de fuerza.
Chamberlain y el gobierno de GB advirtieron que el próximo golpe de fuerza alemán
Inglaterra iría a la guerra. Stalin dio un viraje, tramando negociaciones secretas con Alemania,
mientras que las negociaciones con los occidentales se perdían en los detalles.
Hoy sabemos que el 3 de abril había dado la orden de invadir Polonia el 1° septiembre Hitler
respaldado por el acuerdo germano soviético mantuvo la fecha y el ataque. El 3 de septiembre
Inglaterra y después Francia declararon la guerra a Alemania.
La guerra europea.
Como podía preverse la muralla occidental impidió a Francia socorrer a su aliado. Polonia
fue aplastada en mes y medio, teniendo en cuenta que los soviéticos intervinieron el 17 de
septiembre.
Después bruscamente el 10 de mayo de 1940 lazó su ataque por el Oeste invadiendo Bélgica
y los demás Países Bajos.
El 28 de Marzo Francia suscribió con Inglaterra un acuerdo por el que ambos países se
comprometían a no firmar por separado ni la paz ni el armisticio.
En cuanto a la guerra, la supervivencia de los británicos dependía de su superioridad naval.
Su los alemanes añadían a su marina y a la marina italiana los buques franceses, se convertían en
los dueños del océano.
Ahora, la Europa continental está ocupada, Inglaterra se ha quedado sola contra el Eje, con
un pequeño ejército, una aviación insuficiente y protegida tan solo por su flota de un desembarco
que se cree eminente.
En inmenso ejército alemán no cruzó las fronteras soviéticas hasta el 22 de junio (retraso
porque estaban tratando de conquistar Grecia, siendo una derrota sucesiva). Mientras que en las
vastas llanuras de Rusia y Ucrania se jugaba la suerte de la humanidad, el Japón se preparaba para
la conquista de su espacio vital: este era ante todo China.
La derrota de Francia permitió la ocupación del Tonkin, cerrando así la vía ferra del
Yunnam. El gobierno japonés decidió correr un gran riesgo ya que los EEUU iban a entrar a la
guerra ¿por qué no agarrarlos de sorpresa y destruir su superioridad naval? El 7 de diciembre de

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1941 destruyeron la flota americana en Pearl Harbor mientras que flotas de invasión desembarcaban
en todo el Sudeste asiático. Tojo, al igual que Hitler había preferido la audacia o más bien la locura.
La fase mundial de la guerra.
A partir del 7 de diciembre de 1941 se desencadenaron tres guerras, casi una independiente
de la otra:
- la más dura y sangrienta fue la que enfrentó a la Wehrmacht con el ejército rojo en las
llanuras de Rusia.
- la segunda anfibia, dispersa, enfrentó a los americanos y a los japoneses.
- la tercera enfrentó a los británicos y los americanos con Alemania e Italia.
En efecto, Hitler y Mussolini declararon la guerra a los EEUU casi inmediatamente después
de Pearl Harbor, intentando arrastrar al Japón en la lucha contra la URSS.
Pero la decisión esencial, tomada desde antes de Pearl Harbor, fue la de dedicar el esfuerzo
principal a la derrota de Alemania.
La guerra de Rusia, la “gran guerra patriótica”, para empelar la terminología soviética es la
que tuvo el esquema más simple. El invierno agarró a los alemanes, que si bien habían triunfado
militarmente, no lo podían hacer físicamente. Cuando Hitler quiso atravesar el Volga por
Stalingrado, los soviéticos resistieron increíblemente.
En efecto, en 1943 la ofensiva alemana, rota inmediatamente, se vio seguida de una ofensiva
rusa. Ucrania fue lentamente reconquistada.
En el pacífico si bien los japoneses se apoderaron de la zona de Birmania hasta las Filipinas
e Indonesia luego fueron detenidos.
En cuanto a la tercer guerra, la de Europa Occidental, el problema que se planteó a los
dirigentes americanos e ingleses fue saber dónde golpear y cuando.
En 1944 se impusieron las tesis de los americanos ya que ahora poseían los batallones más
numerosos.
La resistencia comunista o no, se organizó por todas partes. En torno a los núcleos fuera de
la ley se agruparon los patriotas. En ningún país la resistencia fue mejor que en Yugoslavia,
favorecida por las montañas y el talento del jefe de los partisanos, secretario del PC, Josip Broz-
Tito. Las relaciones a menudo tensas entre anglosajones y soviéticos mejoraron de octubre de 1943
a febrero de 1945. En efecto lo importante era asegurar la victoria y preparas la paz. Los principales
acuerdos a los que se llegaron (Stalin, Roosevelt y Churchill) era crear la organización de las
Naciones Unidas y la promesa soviética de intervenir contra el Japón tres meses después de la
capitulación alemana.
Japón, víctima de las primeras bombas atómicas, atacado por los rusos en Manchuria y
Corea, capituló el 2 de septiembre.

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La guerra al menos había aniquilado al fascismo, nacismo y el ultranacionalismo Japonés.
Pero dejaba frente a frente a occidentales y comunistas, con sus ideologías contradictorias y todos
los conflictos q esto implicaba.
Progresivamente, los hombres se dieron cuenta una vez más de que la victoria no lo era
todo, y que la política internacional no conseguía apartar de su destino la sombra espantosa de la
guerra.
 HOBSBAWM, Eric. El Siglo XX. Barcelona, Critica, 1995.
Capítulo IV. La caída del Liberalismo.
I. De todos los acontecimientos de la era de las catástrofes, el que mayor impresionó a los
sobrevivientes del s XIX fue el hundimiento de los valores e instituciones de la civilización liberal:
El rechazo de la dictadura y del gobierno autoritario.
El respeto del sistema constitucional con gobierno libremente elegidos y asambleas
representativas q garantizaban el imperio de la ley.
Un conjunto de derecho y libertades de los ciudadanos, de expresión y opinión.
Hasta 1914, estos valores solo eran rechazados por la Iglesia católica, por algunos
intelectuales rebeldes. La ignorancia y el atraso de las masas, su decisión de destruir la sociedad
burguesa mediante la Revolución social, la irracionalidad latente, era motivo de alarma. Sin
embargo, el movimiento obrero socialista defendía la teoría y la práctica, la razón y la ciencia; lo
que rechazaba era el sistema económico, no el gobierno constitucional. Sin duda las instituciones de
la democracia liberal habían progresado en la esfera política y parecía q el estallido de la barbarie
del 14 al 19 había servido para acelerar ese proceso.
Pero en casi todos los países, el gobierno constitucional liberal estaba instaurado para 1920;
sin embargo, hay q recordar q éstos eran países de Europa y América, y q la tercera parte del mundo
se encontraba bajo el dominio colonial.
La mayor parte del planeta, tras los 20 hasta la SGM se va corriendo hacia la derecha. Los
sistema constitucionales se Irán desvaneciendo. La era de las catástrofes conoció un claro retroceso
del liberalismo político, q se aceleró notablemente cuando Hitler asumió el cargo de canciller de
Alemania (en 1920, había 35 gobiernos constitucionales; en 1938, y en 1944, 12).
El temor de la Revolución social y el papel q pudieran desempeñar en ella los comunistas
estaba justificado, pero en los 20 años de retroceso del liberalismo ni un solo régimen democrático-
liberal fue desalojado del poder desde la izquierda. El peligro procedía de la derecha, q era una
amenaza para el gobierno constitucional y una amenaza ideológica para la civilización liberal como
tal.
Las fuerzas q derribaron regímenes liberales democráticos eran de 3 tipos:

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Todas eran autoritarias y hostiles a las instituciones políticas liberales, contrario a la
Revolución social; tendían a favorecer al ejército y a la policía, es decir, la coerción física.
Todas tendían a ser nacionalistas; o por resentimiento a estados extranjeros, por haber
perdido la guerra o por no haber podido formar un imperio, además de ser una forma de adquirir
legitimidad y popularidad entre las masas.
Pero existían diferencias entre ellas:
Los autoritarios o conservadores de viejo cuño: carecían de ideología concreta, más allá del
anticomunismo. Si se aliaron a Alemania hitleriana o al fascismo fue por la coyuntura de
entreguerras y la tendencia hacia la derecha.
Los estados orgánicos: una segunda corriente de derecha, o sea, regímenes conservadores q,
mas q defender el orden tradicional, recreaban sus principios como una forma de resistencia al
individualismo liberal y al desafío q planteaban el movimiento obrero y el socialismo. Estaban
animados por la nostalgia de una sociedad feudal de Edad Media, con clases pero con el peligro de
la lucha de clases.
Siempre se consideraron superiores a la democracia, aunque generalmente se los asociaba al
autoritarismo y estados gobernados desde arriba por burocracias. Anulaba la democracia electoral,
sustituyéndola por correctivos corporativos. (Ej.: Portugal de Salazar; Austria del 34 hasta Hitler, y
España de Franco).
Aunque los orígenes y las inspiraciones de este tipo de regímenes reaccionarios fuesen más
antiguos q los del fascismo, no había una línea de separación entre ellos, porque compartían los
mismos enemigos y los mismos objetivos. Así, la Iglesia, no solo no era fascista sino q por
hostilidad hacia los estados laicos con pretensiones totalitarias debía ser considerada como
adversario al fascismo.
La era fascista señaló un cambio de rumbo en la historia del catolicismo porque la
identificación de la iglesia con una derecha cuyos principales exponentes eran Hitler y Mussolini
creó varios problemas morales y políticos.
II. Movimientos fascistas:
El italiano: dio nombre al fenómeno, y fue la creación de un periodista socialista renegado
de Mussolini. No tuvo un gran éxito internacional, a pesar de q intentó inspirar y financiar
movimientos similares.
El hitleriano. Fue el gran impulsor del fascismo a nivel mundial, como suerte de
equivalencia de derecha opuesta al comunismo. Si Alemania no hubiera alcanzado una posición de
potencia mundial de primer orden, el fascismo no hubiese alcanzado influencia fuera de Europa.
No es fácil decir qué tenían en común las diferentes corrientes del fascismo desde 1933,
aparte de su aceptación por la hegemonía alemana. La teoría no era el punto fuerte de unos

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movimientos que predicaban la insuficiencia de la razón y del racionalismo y la superioridad del
instinto y la voluntad. El fascismo compartía el nacionalismo, el anticomunismo, el antiliberalismo
con otros elementos no fascistas de la derecha.
La principal diferencia entre la derecha fascista y la no fascista era q la primera movilizaba a
las masas desde abajo. Pertenencia a la era de la política democrática y popular q los reaccionarios
tradicionales rechazaban. El fascismo se complacía con los movimientos de masas y las conservó
simbólicamente. Los fascistas eran los revolucionarios de la contrarrevolución.
Los principales movimientos fascistas no recurrieron a los guardianes históricos del orden
conservador, la Iglesia y la monarquía. Por el contrario, intentaron suplantarlos por un principio de
liderazgo nuevo encarnado en el hombre hecho a sí mismo y legitimado por el apoyo de las masas,
y por ideologías laicas.
Hostil a la Ilustración y a la revolución francesa, el fascismo no podía creer en la
modernidad y el progreso, pero no tenía dificultad en combinar un conjunto de creencias con la
modernización tecnológica en la práctica.
Es necesario explicar esa combinación de valores conservadores, de técnicas de la
democracia de masas y de una ideología innovadora de violencia irracional, centrada en el
nacionalismo: ese tipo de movimientos no tradicionales de la derecha radical habían surgido en
varias partes de Europa y en contra del socialismo obrero, y también en contra de los movimientos
migratorios mundiales.
Ya a fines del XIX se vislumbraba la xenofobia q caracterizaría al XX, de la q el racismo
pasó a ser la expresión habitual. Esos sentimientos encontraron su expresión en el antisemitismo;
los judíos estaban en todas partes y podían simbolizar lo más odios de un mundo injusto. Podían
servir como símbolos del odiado capitalista/financiero; de agitador revolucionario, de intelectuales
desarraigados; de profesionales o de extranjeros intrusos. Y además, de ser los cristianos que habían
matado a Jesucristo.
Pero no debe asociarse ataques a judíos como necesariamente antisemitas. El antisemitismo
agrario de Europa central y oriental, donde en la práctica el judío era el punto de contacto entre el
campesino y la economía exterior de la q dependía su sustento, era más permanente y explosivo.
Existe una continuidad entre el antisemitismo popular origina y el exterminio de los judíos
mediante la SGM. Éste dio un fundamento a los movimientos fascistas de Europa Oriental. Es un
error confundir el racismo de los populistas norteamericanos o el chauvinismo de los republicanos
franceses con el protofascismo, pues estos eran movimientos de izquierda. En los países centrales
del liberalismo occidental (GB, Francia, EEUU) la hegemonía de la tradición revolucionaria
impidió la aparición de movimientos fascistas.

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Desde los 60, la xenofobia y el racismo político de Europa occidental es un fenómeno q se
da entre los trabajadores manuales. Las capas medias y las medias bajas fueron la espina dorsal de
esos movimientos durante el fascismo. Eso no quiere decir tampoco q el fascismo no tuviese el
apoyo de clases obreras menos favorecidas. Sin embargo, dado q el fascismo tenía dificultades para
atraer a los elementos tradicionales de la sociedad rural, y q era el enemigo jurado de las ideologías
identificados con la clase obrera organizada, su principal apoyo era en las clases medias.
Durante el periodo de entreguerras, la alianza “natural” de la derecha abarcaba desde los
conservadores tradicionales hasta el sector más extremo de la patología fascista, pasando por los
reaccionarios de viejo cuño. Las fuerzas tradicionales del conservadurismo y la contrarrevolución
eran poco activas, aunque fuertes. El fascismo les dio una dinámica. De la misma forma q desde
1933 el dinamismo de los comunistas ejerció un atractivo sobre la izquierda desorientada y sin
rumbo, los éxitos del fascismo, sobre todo desde la subida al poder de los nacionalsocialistas de
Alemania, lo hicieron aparecer como el movimiento del futuro.
III. El ascenso de la derecha radical después de la PGM fue una respuesta al peligro, o más
bien la realidad, de la revolución social y el fortalecimiento de la clase obrera, y a la revolución de
octubre y al leninismo en particular. Sin embargo, hay q matizar esta afirmación:
subestima el impacto q la primera guerra mundial tuvo sobre un importante segmento de las
capas medias y bajas, los soldados o los jóvenes nacionalistas, q después del 18 comenzaron a
sentirse defraudados por haber perdido su oportunidad de acceder al heroísmo.
La reacción derechista no fue una respuesta al bolchevismo como tal, sino a todos los
movimientos, sobre todo los que la clase obrera organizaba, q amenazaba el orden vigente de la
sociedad. Lenin era símbolo de esa amenaza, mas q una plasmación real. La amenaza del ascenso
de la clase obrera.
Ahora bien, hay q explicar por qué la reacción de la derecha después de la PGM consiguió
sus triunfos revestida con el ropaje del fascismo, puesto q antes del 14 habían existido movimientos
de ultraderecha q hacían gala de un nacionalismo y de una xenofobia histéricos, q idealizaban la
guerra y la violencia, antiliberales, antidemócratas, antiproletarias, antisocialistas, antirracionalistas,
q soñaban con el retorno de los valores q la modernidad había destruido. Lo que dio oportunidad de
triunfar después de la PGM fue el hundimiento de los viejos regímenes, y con ellos de las viejas
clases dirigentes y de su maquinaria de poder, influencia y hegemonía.
El fascismo no fue necesario cuando una clase dirigente nacionalista se hizo con el poder en
los países q habían conquistado su independencia. En entreguerras, era la retórica lo q identificaba
con el fascismo a la derecha antidemocrática europea.

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Las condiciones óptimas para el triunfo de esta ultraderecha extrema eran un estado caduco
cuyos mecanismos de gobierno no funcionaban correctamente; ciudadanos q no sabían en quien
confiar y movimientos sociales revolucionarios que amenazaban.
Sin embargo, el fascismo no “conquistó” el poder en ninguno de los dos estados fascistas.
En ambos, el fascismo accedió al poder con la connivencia del viejo régimen. La novedad del
fascismo consistió en q, una vez en el poder, se negó a respetar las viejas normas del juego político,
y cuando pudo impuso la autoridad absoluta.
Debemos rechazar dos tesis sobre el fascismo:
No hubo una revolución fascista, sustentada por liberales.
El fascismo no fue la expresión del capitalismo monopolista o del gran K, sustentada por el
marxismo ortodoxo.
1) Los movimientos fascistas tenían elementos característicos de los movimientos
revolucionarios, en tanto querían transformar la sociedad. Pero no tuvieron ningún predicamento.
Lo que sí consiguió el nacionalsocialismo fue depurar las viejas elites y las estructuras
institucionales imperiales. Solo el viejo ejército prusiano organizó, en 1944, una revuelta contra
Hitler.
Esta destrucción hará posible la construcción de la República Federal Alemana sobre bases
más sólidas que la República de Weimar (18-33), q no era más q el imperio derrotado sin el Káiser.
El gran logro de Alemania fue haber sobrevivido a la crisis del 30, gracias al antiliberalismo
de los nazis (no al libre mercado).
Ahora bien, el nazismo, mas q un régimen nuevo, era el viejo, renovado y revitalizado. Era
una economía K no liberal q consiguió una sorprendente dinamización del sistema industrial. Los
resultados económicos tuvieron consecuencias en la guerra, donde resultó débil. Era un régimen
discursivamente fascista, pero q defendía los intereses de las clases viejas dirigentes.
El fascismo italiano, q continuó el proceso de unificación nacional del s XIX, consiguió
logros importantes. Mussolini inspiró a Hitler; sin embargo, fue también una anomalía entre
movimientos derechistas, por su desinterés hacia el racismo antisemita y por su tolerancia.
2) el fascismo no era la “expresión de los intereses del capital monopolista”.
Sin embargo, hay q reconocer q el fascismo presentaba algunas ventajas para el K q no
tenían otros regímenes.
Eliminó o venció a la revolución social izquierdista.
Suprimió los sindicatos obreros.
Destruyó los movimientos obreros
Dinamizó y modernizó las economías industriales, aunque no tuvo tan buenos resultados
como las democracias occidentales en la planificación científico-tecnológica a largo plazo.

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IV. Sin dudas, fue la gran depresión la q le permitió al fascismo alcanzar un lugar relevante.
Pero ni siquiera la gran depresión habría dado al fascismo la fuerza y la influencia q poseía en los
30 si no hubiera llevado al poder un movimiento de este tipo en Alemania, un estado destinado por
su tamaño, su potencia económica y militar, y su posición geográfica a desempeñar un papel
político de poder orden en Europa con cualquier forma de gobierno. Pero aunque en los 30 la
influencia del fascismo se dejase sentir a escala mundial, entre otras cosas porque era un
movimiento impulsado por dos potencias dinámicas y activas, fuera de Europa no existían
condiciones favorables para la aparición de grupos fascistas.
Japón, no era fascista. El fascismo europeo no podía ser reducido a un feudalismo oriental
con una misión nacional imperialista. Pertenecía esencialmente a la era de la democracia y del
hombre común, y el concepto mismo de “movimiento”, de movilización de masas por objetivos
nuevos, tal vez revolucionarios, tras unos líderes autodesignados no tenía sentido en el Japón
Hirohito.
En cuanto a los estados y movimientos q buscaron el apoyo de Alemania e Italia, en
particular en la SGM cuando la victoria del Eje parecía inminente, las razones ideológicas no eran
el motivo fundamental de ello.
Es innegable el impacto ideológico del fascismo europeo en el continente americano. Sin
embargo, fueron muy diferentes los modelos europeos de los logros políticos de unos hombres q
reconocían su deuda intelectual para con Mussolini y Hitler.
V. ¿Cuál era la cusa de q el liberalismo retrocediera en el período de entreguerras, incluso
en aquellos países q rechazaron el fascismo? Los radicales, los socialistas y los comunistas
occidentales de ese periodo se sentían inclinados a considerar la era de la crisis mundial como la
agonía final del sistema K. El K no podía permitirse seguir gobernando mediante la democracia
parlamentaria, y con una serie de libertades q habían constituido la base de los movimientos obreros
reformistas y moderados. La burguesía se veía ahora obligada a recurrir a la violencia, esto es, algo
similar al fascismo.
Entre 1918 y el estallido de la guerra las condiciones básicas de aceptación de un estado y de
un sistema democrático no habían llegado. El miedo a la revolución era tan intenso q la mayor parte
de Europa oriental y suroriental, así como en el Mediterráneo, no se permitió q los partidos
comunistas emergieran de la ilegalidad.
La principal razón de la caída de la República de Weimar fue q la Gran Depresión hizo
imposible mantener el pacto entre el estado, los patronos y los trabajadores organizados. La
industria fue imponiendo recortes. Por contraste, es innegable q la estabilidad democrática tras la
SGM fue posible por la nueva República Federal Alemana, gracias al modelo económico de
redistribución.

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El compromiso y el consenso tienden a prevalecer. Pero, como lo demostró la Gran
Depresión, esto es solo una parte de la respuesta. Una situación similar llevó al hundimiento del
sistema parlamentario y a la candidatura de Hitler. La gran depresión no supuso la suspensión
automática o la abolición de la democracia representativa. Fue solo en América Latina, en la q la
economía dependía de las exportaciones de bienes primarios, donde la crisis golpeó fuerte y se
desencadenaron golpes militares.
La vulnerabilidad de la política liberal estribaba en q su forma de gobierno, la democracia
representativa, demostró ser una forma poco convincente de dirigir los estados, y las condiciones en
la era de las catástrofes no le ofrecieron condiciones q podían hacerla viables: falta de consenso y
solidez de los ejemplos democráticos de la época.
Poco nivel de compatibilidad entre los diferentes componentes de “pueblos”. La democracia
era viable allí donde el voto democrático iba más allá de las divisiones de la población nacional. Sin
embargo, en una era de revoluciones y de tensiones sociales, la norma era la lucha de clases
trasladada a la política y no la paz entre las diversas clases.
La tercera condición q hacia posible la democracia era q los gobiernos democráticos no
tuvieran q desempeñar una labor intensa de gobierno. Pero en el s XX era importante la
gobernabilidad de los estados.
Riqueza y prosperidad. Las democracias de los años 20 que quebraron bajo la tensión de la
revolución y la contrarrevolución (Hungría, Italia, Portugal) o de los conflictos nacionales (Polonia
y Yugoslavia).
En estas circunstancias, la democracia era más bien un mecanismo para formalizar las
divisiones entre grupos irreconciliables. Pero en los periodos de crisis, los costos del sistema
parecían insostenibles, y sus beneficios, inciertos. El retroceso de la democracia parecía inevitable.
Capítulo V: Contra el enemigo común.
Alemania – país donde la ideología determinaba su política y sus ambiciones. Era una
potencia fascista.
1930 posibilidad de una guerra ideológica
Internacional: Todo occidente respondió
Civil: Enfrentamiento pro y anti fascista.
A su vez se manifestaba la debilidad de las democracias liberales, que a su vez daba fuerza a
los argumentos y fuerzas del fascismo. La URSS era el único país que podía resistir abiertamente,
por lo que vacilaban en criticarla e iba ganando, progresivamente, cada vez más adeptos.
La unidad antifascista se dio por un triple llamamiento: las fuerzas políticas de interés
común, la política de resistencia, y los gobiernos que practican esa política.

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Todas estas fuerzas debían permanecer unidas. Era lo más difícil de lograr debido a lo
diferentes que eran.
Primero el comunismo estuvo contra la socialdemocracia, luego serían los enemigos
sistemáticos y eficaces del fascismo.
La Internacional Comunista y Stalin proponen un Frente Nacional sin importar la ideología,
para que uniendo fuerzas se puedan enfrentar al fascismo.
Los frentes populares significaron entonces la unión del centro y de la izquierda. Mientras
que Francia y España tuvieron mucha más voluntad, GB se vio sin iniciativa.
En 1930 la izquierda estaba debilitada electoralmente.
Los antifascistas primero eran minorías, intelectuales exiliados sobre todo. Lentamente se
empezaron a ver como los campos de concentración funcionaban como herramientas de disuasión.
Pero para los que no estaban en políticas no pasaba cosas tan atroces.
Por esto todos los países tenían que unirse, era una resistencia que se presentaba como
lógica.
Los países conservadores no veían mal una guerra germano soviética, así los dos países se
verían debilitados y se sacarían de encima tanto a los fascistas como a los comunistas.
En 1939 Stalin concreta un pacto de no agresión con Alemania, con fundamentos en su
miedo.
La democracia liberal hizo todo más lento en cuanto a decisiones tal vez impopulares. En
Francia y GB las democracias liberales se deterioraron por el recuerdo de la Primera Guerra
Mundial, cosa que era necesario evitar. La guerra era el último recurso de la política, aunque esto es
diferente a no luchar. Se ve así que si bien la PGM fue un trauma para todos, fue peor para GB y
Francia.
Si bien la izquierda se resistía a la guerra, bien sabía que para resistir necesitaba armas.
Para Francia y GB la salida se iba a hacer mediante las negociaciones aunque suponga hacer
concesiones. Esto era algo imposible! Lo irracional e ilimitado de la política del Nacionalsocialismo
y Hitler lo demostrarían pronto.
La política de apaciguamiento fue consecuencia de la falta de realismo, fue algo imposible
de concretar. Terminó en una declaración de guerra a Hitler debido a su política desde el pacto de
Múnich.
Lo único que podía hacerse era preparase para la guerra lo mejor posible. Pero no se hizo.
La influencia de terrores, prejuicios y esperanzas fue demasiado fuerte.
El statu quo se hacía cada vez más insoportable. Era: o el fascismo o la revolución social y
el bolchevismo.

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En 1930 debate transnacional. La guerra civil española significó la expresión suprema del
enfrentamiento global.
En España en el 31´ liberales; en el 33´ conservadores; y en el 36´ Frente Popular. El golpe
fue dado por la derecha, la Iglesia y los monárquicos vs los liberales y los comunistas, pero este fue
un mal momento para el golpe, ya que la victoria democrática del Frente Popular hizo
insurreccionar a las masas. Así este triunfo electoral suscitó una reacción inmediata por parte de los
antifascistas, aunque no de los gobiernos antifascistas sino de los medios de opinión, es decir solo la
izquierda extrema y los liberales. Solo la URSS envió ayuda, mientras que el resto se mantuvo más
cauto.
Esta oposición al golpe fue lo que frenó la destrucción de la izquierda. Para quienes
luchaban contra el fascismo, España era su frente de batalla.
Si bien la Guerra Civil se caracterizó por su resistencia a la derrota, esto fue su propia
debilidad, saber que ya estaban derrotados. A su vez, la República estaba muy dividida como para
sobrevivir.
Así, la guerra civil preparó las estructuras para destruir al fascismo y dio la estrategia
política de la SGM: la alianza de los Frentes Nacionales. Esto fue posible solo porque se borraron
las diferencias entre los pro y anti Octubre. No tenían que defender la revolución social, sino la
democracia.
En 1941 Alemania invade la URSS. Así se da la alianza entre el K y el Comunismo, y la
lucha contra el fascismo se hizo totalmente global.
La legitimidad de los países que resistían, aunque no sirvió tanto, fue algo político y moral.
Por esto durante el 45 y 47 el Comunismo alcanzó su mayor influencia.
El comunismo era el partido político de vanguardia, preparado para resistir en citaciones
extremas. Su internacionalismo dogma y convicción lo beneficiaban. Se sumaba su valentía y la
determinación.
Por otra parte, lo que decía Stalin era que no había que hacer la revolución, sino que se debía
concretar una alianza antifascista global del K y comunismo. Lo efímero de esta idea se vería en la
Guerra Fría. Además agregaba que ahora, el socialismo quedaría limitado a la URSS.
El ideal de la alianza de Stalin no fortaleció, sino que mostró la fuerza y amplitud del
fascismo. Por otro lado el anti-imperialismo y el antifascismo no lucharon juntos (aunque deberían
de haberlo hecho). Si bien los primeros fueron apoyados por la URSS y el Comintern, al ser
minoría, el antiimperialismo terminó acercando al antifascismo ya que veían en la posguerra un
futuro de transformación social.
La derrota de Alemania y Japón no dejó amargura, ya que se había extendido a pocos países
y a una minoría de personas.

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Aunque el antifascismo tuviese una movilización heterogénea y transitoria, consiguió unir a
un amplio espectro de fuerzas. Al fin, los ideales no eran tan diferentes entre el K, comunismo y los
países del tercer mundo: igualdad de derechos, y no a la supremacía del mercado (para el K y los
del tercer mundo tenía que haber intervención estatal mientras que para el comunismo debía existir
planificación.
Cuando desapareció el fascismo, el K y comunismo se hicieron enemigos íntimos.
 KENNEDY, Paul. Auge y caída de las grandes potencias. Madrid, Plaza y Janés,
1990.
Cap. VI “El advenimiento de un mundo bipolar y la crisis de las potencias medianas,
1919-1942”
El orden internacional de la posguerra.
Los estadistas de las mayores y menores potencias, reunidos en Paris a principios de 1919
para concertar un arreglo de paz, se enfrentaron con una serie de problemas más complejos y más
insolubles. Aunque muchos asuntos del orden de día pudieron ser acordados e incorporados en el
Tratado de Versalles la confusión que prevalecía en la Europa Oriental, significaron que muchos
asuntos no fueron fijados hasta 1920.
El cambio más impresionante en Europa fue la aparición de un racimo de Naciones Estado
en tierras que antes formaban parte de los imperio Habsburgo, Romanov y Hohenzollern.
En el caso de Alemania perdió Alsacia Lorena (con Francia), rectificaciones de fronteras con
Bélgica y Dinamarca, por la ocupación militar aliada de la Renania, y por una cantidad enorme en
concepto de reparaciones.
La conferencia de Washington de 1921-22 demostró que en las potencias de oriente y
occidente tenían un sistema internacional que de apoco se iba estabilizando a principios de los años
veinte.
La súbita retirada norteamericana a un, por lo menos, relativo aislamiento diplomático,
después de 1920 pareció otra contradicción de las tendencias mundiales. El escenario internacional
estaría crecientemente influenciado, sino dominado por las tres potencias en auge: Alemania, EEUU
y Rusia. En vez de esto, la primera había sido decisivamente derrotada, la segunda se había
derrumbado en la revolución y conducida al aislamiento por los bolcheviques, la tercera prefirió
también retirarse del centro de la escena diplomática. Durante los años veinte y más allá los asuntos
internacionales parecieron girar alrededor de las acciones de Francia y GB. Japón también parecía
tranquilo después de la conferencia de Washington.
Así pues de manera curiosa y artificial, el mundo parecía centrado todavía en Europa. Los
franceses trataron de crear una serie de sustitutivos: fomentando la formación de un bloque de

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Estados “antirrevisionistas” en la Europa oriental, manteniendo un gran Ejército y una gran Fuerza
Aérea.
Fue también un período de intensa diplomacia: financiera, debido a que el problema
complejo de las reparaciones alemanas y las deudas de guerra de los Aliados complicaron las
relaciones. A finales de los veinte pareció que el escenario diplomático había vuelto a la
normalidad.
Sin embargo, a pesar de estas impresiones superficiales, las estructuras subyacentes del
sistema internacional de después de 1919 eran muy diferentes de, y mucho más frágiles que, las que
influyeron en la diplomacia medio siglo antes. En primer lugar, pérdidas humanas y los trastornos
económicos causados por cuatro años y medio de guerra “total” eran enormes. Los déficits de
nacimientos durante la guerra, las bajas de hombres, los costos materiales de la guerra, la
devastación del paisaje, etc.
Pero si algunas sociedades se vieron más gravemente afectadas por la guerra, otras perdieron
poco y muchas mejoraron su posición. Pues lo cierto es que aquella guerra moderna y la
productividad industrial generada por ella, también tuvieron efectos positivos. Los adelantos
tecnológicos, los beneficios económicos de EEUU, Canadá, Australia, América del Sur. Pero las
acciones de la guerra y del bloqueo crearon sus propias exigencias perentorias y así deformaron
masivamente las pautas naturales de la producción y el comercio mundiales (Ej: mucha demanda y
producción al principio, luego siguen produciendo pero no hay demanda, superproducción y poco
ingreso).
Por último la financiación de la guerra había causado problemas económicos, ya que casi
todos los E confiaron en tomar créditos. Las deudas públicas, ahora no garantizadas con oro, se
elevaron vertiginosamente, el papel moneda fluyendo del Estado, provocó una enorme subida de los
precios. Devaluaciones competitivas de la moneda nacional realizadas en un desesperado intento de
fomentar las exportaciones, crearon simplemente más inestabilidad financiera, así como más
rivalidad política.
La aparente estabilización financiera y comercial de la economía mundial a mediados de los
veinte descansaba en cimientos muchos más precarios que los que habían existido antes de la PGM.
Estas insuficiencias estructurales fueron disimuladas a finales de los años veinte, cuando
grandes cantidades de dólares salieron de los EEUU en préstamos a corto plazo a Gobiernos y
municipios europeos.
La terminación de aquel boom en la crisis de Wall Street de octubre de 1929 y la ulterior
reducción de los préstamos norteamericanos, que a su vez redujeron la inversión y el consumo. La
devaluación, la salida de patrón oro, la deflación, las medidas restrictivas del comercio, fueron los
diversos recursos para zafar, pero a la vez daban un golpe al sistema mundial.

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Dada la gravedad de esta depresión mundial y el fuerte desempleo causado por ella, no había
manera de que la política internacional pudiese librarse de sus terribles efectos. Las democracias
más frágiles, especialmente en la Alemania de Weimar, pero también en España, Rumania y otras
partes, se doblaron bajo estas tensiones políticas económicas. Si las democracias de Occidente
capearon mejor estos temporales, sus estadistas se vieron obligados a concentrar toda su atención en
la dirección económica doméstica, en una actitud cada vez más marcada de pordioseros.
En aquella época el orden cosmopolita mundial se había disuelto en varias subunidades
rivales: un bloque de esterlina, un bloque del oro, del yen, del dólar, etc. Las democracias no se
hallaban en un estado de ánimo propicio para cooperar en solucionar las presiones que se estaban
ejerciendo para cambios territoriales en el agrietado orden mundial de 1919.
El problema con la opinión pública después de 1919 era que muchas partes de ella no
coincidían con la indulgente visión gladstoniana y wilsoniana de un pueblo liberal, educado e
imparcial, imbuida de ideas internacionalistas, aspiraciones utilitarias y respeto por el imperio de la
ley. Políticos rápidos como Loyd George inventaron sus propios paquetes de medidas progresivas,
mientras que otros más conservadores y nacionalistas del campo Aliado era muy diferente. En su
opinión, los principios wilsonianos debían ser firmemente rechazados, mientras que la amenaza de
Lenin, mucho más espantosa tenía que ser implacablemente aplastada en su tierra bolchevique.
Pero había más. En las democracias occidentales, las imágenes de la PGM que prevalecían a
finales de los años veinte eran de muerte, de destrucción, de horror, de pérdida y de futilidad de
todo aquello.
Esto significó que las relaciones internacionales durante los años 20 y 30 continuaron
complicándose con las ideologías y la continua división de la sociedad mundial en bloques políticos
que solo en parte coincidían con las subdivisiones económicas mencionadas más arriba. De una
parte. Estaban las democracias occidentales de otra parte estaba la URSS, aislada del sistema
político-económico mundial, pero atrayendo a admiradores de Occidente. Por últimos estaban al
menos en los años 30 los E fascistas revisionistas de Alemania, Japón e Italia que no solo eran anti
bolcheviques sino que denunciaban también el statu quo liberal capitalista restablecido.
La PGM aceleró las tendencias de muchas maneras. En primer lugar, la intensificada
explotación económica de las materias primas en los trópicos y los intentos de que las colonias
contribuyesen al esfuerzo de guerra de las potencias metropolitanas, causó inevitablemente que se
hiciesen preguntas sobre compensaciones que era lo mismo que hacían las clases trabajadores en
Europa. Además, las campañas en el oeste, el sudoeste y el este de África en el Próximo Oriente y
en el Pacífico, suscitaron preguntas sobre la viabilidad y la permanencia de los imperios coloniales
en general, tendencia reforzada por la propaganda aliada sobre la autodeterminación nacional y
democracia.

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Más importante aún, esta rebelión contra Occidente ya no encontraría a las grandes
potencias unidas en la hipótesis de que fuesen cuales fueren las diferencias entre ellas, existía un
gran abismo entre ellas mismas y los países menos desarrollados del globo; lo cual era muy
diferente de los tiempos de la conferencia de Berlín sobre África Occidental. Esta unidad había sido
ya hecha superflua por la entrada de los japoneses en el club de las Grandes Potencias. Y fue
alcanzada al mismo tiempo por el advenimiento de las dos versiones de una nueva diplomacia
propugnadas por Lenin y Wilson, que por más diferencias que tuvieran tenían en común la antipatía
al viejo orden colonial europeo y un deseo de transformarlo en otra cosa.
Esto no significa que la colonización occidental estuviese a pronto de derrumbarse. Solo las
muchas más fuertes sacudidas ocasionadas por la SGM aflojarían realmente estos controles
imperiales. Sin embargo, esta agitación colonial tuvo cierta importancia para las relaciones
internacionales de los años veinte y especialmente de los treinta. Ante todo, distrajo la atención de
algunas grandes potencias de su preocupación por el equilibrio europeo de su poder.
La última causa principal de la inestabilidad de la posguerra fue el embarazoso hecho de que
la cuestión alemana no se había resuelto, sino que se había hecho aún más difícil e intensa. Cuando
las condiciones del arreglo de París trajeron consigo más humillaciones, gran número de alemanes
denunciaron tanto el tratado de esclavos como a los políticos demócratas de Weimar que habían
aceptado aquellas condiciones.
El problema de colocar a Alemania en el lugar que le correspondía en Europa se veía
agravado por la curiosa y desequilibrada distribución del poder internacional después de la Primera
Guerra Mundial. Alemania era todavía potencialmente, después de 1919, una gran potencia de
enorme fuerza, poseía una población más numerosa que Francia y su capacidad de producción en
hierro era tres veces mayor.
Por su parte, Francia mantenía sus propias y costosas Fuerzas Armadas esforzándose en
convertir la Sociedad de Naciones en una organización dedicada al status quo y poniéndose a todas
las sugerencias de que se admitiese que Alemania se armase al nivel de Francia. El otro elemento de
batería francesa de armas diplomáticas y políticas fueron sus lazos con los Estados sucesores de la
Europa Oriental debido a la dispersión geográfica de las varias poblaciones que habían estado bajo
los imperios multinacionales anteriores, no había sido posible crear en 1919 una disposición
territorial que fuese étnicamente coherente.
El escenario económico en Europa oriental y central empeoraba cada vez más las cosas ya
que el establecimiento de Aduanas y de barreras arancelarias alrededor de los países recién creados
aumentaba las rivalidades regionales y obstaculizaba el desarrollo general.
Muchos de los participantes de las negociaciones de Paris de 1910 se dieron cuenta de estos
problemas, pero pensaron que la Sociedad de Naciones podía arreglar dichos problemas. EEUU no

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ingresó a la Sociedad de Naciones, la URSS fue tratada como estado para y mantenida fuera de la
Sociedad.
La sociedad carecía de poderes coactivos y no tenía un verdadero instrumento de seguridad
colectiva. Por ello, irónicamente, lo que hizo realmente la Sociedad de Naciones no fue disuadir a
los agresores, sino confundir las democracias.
Antes de ver cómo condujeron a la guerra las crisis internacionales de este período es
importante examinar una vez más las fuerzas y flaquezas particulares de cada una de las grandes
potencias.
Los retadores
La vulnerabilidad económica de una gran potencia no se ve en parte alguna más clara que en
el caso de Italia durante los años 30. El país de Mussolini había traído desde un segundo término al
primer plano del mundo diplomático. Pero su preeminencia diplomática no fue la única medida de
la nueva grandeza de Italia. Este E fascista con su eliminación de partidos políticos facciosos, su
planificación corporativista de la economía en vez de las disputas entre el capital, su dedicación a la
acción gubernamental, parecieron ofrecer un nuevo modelo a una desengañada sociedad europea de
posguerra y muy atractivo para aquellos que temían al modelo alternativo ofrecido por los
bolcheviques. Bajo Mussolini, el E se comprometió en un ambicioso programa de modernización.
También el poder militar pareció dar buenas señales del resurgimiento de Italia (demostrado en un
significativo aumento en los gastos de defensa). Desgraciadamente para estos sueños, Italia era
extremadamente débil políticamente. Gracias a la afluencia de migrados la población aumentó, pero
en la raíz de la debilidad estaba la continua confianza en la agricultura a pequeña escala. Otra señal
de este retraso económico era que, en fecha tan tardía como 1939 la mitad de los gastos de una
familia se iban en comida. El fascismo lejos de reducir estas proporciones con su énfasis sobre las
virtudes de la vida rural, se esforzó en apoyar la agricultura con una serie de medidas.
Dada la naturaleza relativamente atrasada de la económica italiana y la voluntad del E en no
gastar dinero en armamentos y en la preservación de la agricultura no es de extrañar que la cantidad
de ahorros para inversiones empresariales fuese muy baja. Al mismo tiempo, Italia seguía
dependiendo de las importaciones y nunca se diseñó una política por si cesaban esas importaciones.
El atraso económico también explica porque a pesar de toda la atención y esfuerzos de
Mussolini a las FFAA, su actuación y sus condiciones fueron malas y empeoraron cada día. Dada la
casi irremediable debilidad de esta economía fascista, sería irreflexivo sugerir que podía haber
ganado una guerra contra otra gran potencia propiamente tal; pero sus perspectivas eran aún más
tristes por el hecho de que sus fuerzas armadas eran víctimas de un rearme prematuro y de una
rápida caída en desuso de las armas.

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El factor clave era la intensa aplicación de la ciencia y la tecnología a la evolución militar
que, en este período, estaba transformando los sistemas de armas en todos los servicios: los aviones
de casa, los bombarderos, los buques, etc. En este contexto tecnológico económico es que pueden
comprenderse mejor los variados sistemas de rearme de las grandes potencias en los 30. Visto bajo
la luz comparativa, el problema italiano se hace más claro. Italia no había gastado mucho en
armamentos, en términos absolutos, durante la primera mitad de los 30.
Al cargar el acento sobre las armas y los números se ha prescindido de los elementos de
liderazgo, calidad del personal y tendencia nacional al combate, pero en el caso de Italia, estos
elementos eran los q también contribuían a la debilidad. A pesar del adoctrinamiento fascista nada
había cambiado entre 1900 y 1930. El ejército no era un arma eficaz en manos de Mussolini.
Por último, estaba el propio Mussolini, un estorbo estratégico, ya que no era como Hitler.
Pero aunque su régimen hubiese sido absoluto (también estaba el rey y el Papa) no se hubiera
mejorado la posición de Italia.
En 1939 y 1940 los Aliados occidentales consideraron con frecuencia los pro y contras de
que Italia luchase con el bando alemán más que permanecer neutral.
En el mundo de los 20 y treinta, caracterizado fuertemente por prejuicios racistas y
culturales, muchos occidentales etiquetaban a los japoneses como “hombrecitos amarillos”, pero
solo después de Pearl Harbor, Malasia y Filipinas se demostró lo tonto que era este tópico de un
pueblo miope, canijo y atrasado. La marina japonesa se adiestraba bien. Las fuerzas aéreas navales
y del Ejército estaban bien instruidas, disponiendo de gran número de pilotos competentes y
tripulantes abnegados.
Pero lo que distinguía a los japoneses es que poseían superioridad técnica y militar, así como
bravura. A semejanza de los que pasó en EEUU las deudas exteriores de Japón fueron liquidadas
durante la guerra y Japón se volvió acreedor. No solo se había hecho más fuerte económicamente
que Italia, sino que también había alcanzado a Francia en todos los índices de producción
manufacturera e industrial.
Debido a su sistema bancario primitivo, no le había sido fácil ajustarse a su posición de
nación acreedora guante la PGM. Además, un gran aporte de la población japonesa seguía
explotando la agricultura en pequeñas parcelas. Por otra parte, cuando se recobraron la industria y el
comercio japonés durante los 30 en parte a través del rearme y en parte a través de la explotación de
los mercados de Asia oriental cautiva, así aumentó su dependencia de las materias primas de
importación. La busca de la seguridad económica evidentemente buena a los ojos de los fervientes
nacionalistas y de los gobiernos militares, continuó siempre adelante, pero con diferentes
resultados.

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Mientras las dos potencias navales economizaban durante los años veinte (EEUU y GB) y
principios de los treinta, Japón construyó hasta los límites del tratado, y en secreto, por encima de
estos. Pero el elemento más poderoso y eficaz servicio aéreo naval de Japón. Gracias al
reclutamiento el ejército tenía fácil acceso a la fuerza humana y podía inculcar a sus reclutas sus
tradiciones de obediencia absoluta y de máximo esfuerzo masivo (tenía más de un millón de
hombres).
Su efectividad no estaba libre de flaquezas. Las decisiones de gobierno en los 30 eran
desiguales y a veces incoherentes por culpa de los choques entre las diversas facciones, las disputas
entre civiles y militares y los asesinatos. Por otro lado, mientras que la Marina tenía el ojo contra
GB y EEUU, el ejército estaba contra la URSS.
En 1938 la deuda nacional subió a un ritmo alarmante, al pedir el gobierno más y más
crédito para pagar los enormes gastos de defensa. Por otro lado eran extremadamente dependientes
de los productos americanos, ingleses y holandeses.
El embargo moral sobre las exportaciones de materiales aeronáuticos en junio de 1938, la
derogación del tratado comercial norteamericano-japonés en el 39, y sobre todo la prohibición de
exportación de hierro y petróleo de los ingleses, los holandeses y norteamericanos, después de
apoderarse los japoneses de indochina, dejaron bien en claro que la “seguridad económica” solo
podría lograrse al precio de una guerra con EEUU.
En los años veinte, Alemania parecía ser, con mucho, la más débil y agobiada de todas las
potencias que no se sentían satisfechas con los arreglos territoriales y económicos de posguerra. Las
cláusulas del tratado hicieran que careciera de libertad de acción en los asuntos extranjeros, libertad
q si tenían Italia y Japón. Si el advenimiento de Hitler transformó la posición de Alemania en
Europa en unos años es porque a pesar de sus pérdidas todavía conservaba potencial industrial para
ser la fuerza europea, además sus esfuerzos para resurgir eran ahora diferentes y estaban mucho
menos coordinados que antes de 1914.
La especialidad de Hitler tiene dos aspectos:
La naturaleza peculiar intensa y maníaca de Alemana nacionalsocialista que pretendía crear,
una sociedad racialmente purificada, una economía controlada y movilizada y una ideología de
fuerza y lucha. Por otro lado, se tiene q tener en cuenta que el régimen era inmensamente popular y
absolutamente indiscutido en su disposición de los recursos nacionales.
El estado espantosamente precario de la economía durante aquella expansión, aunque
incrementó repentinamente sus fuerzas armadas.
Si todo esto parecía imponerse desde el exterior, era decididamente poco sólido visto desde
adentro. Solo durante 27-28 estuvo un poquito mejor, hasta que llegó la crisis del 30 y la derrumbó
de nuevo.

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El primer problema grande fue la estructura por completo caótica de la toma de decisiones
nacionalsocialista, algo que parece que Hitler fomentó con el fin de conservar la autoridad suprema.
No había un programa nacional coherente para relacionar el aumento de armamentos con la
capacidad económica de Alemania. Sin duda hubiese existido una situación más difícil si el
Gobierno no hubiese impuesto severos controles sobre el trabajo, obligando a la industria privada a
reinvertir sus beneficios en manufacturas aprobadas por el E y a través de elevados impuestos,
préstamos, etc.
Por último este frenético aumento de armamentos chocaba con la aguda dependencia de
Alemania de materias primas importadas.
Lo dicho tuvo tres consecuencias en el poder y la política alemana. La primera fue que
Alemania no era en 38-39 tan fuerte como pretendía Hitler y temían las democracias occidentales.
La segunda fue que debido a que las fuerzas alemanas se habían rearmado tan rápidamente que
habían puesto en grave tensión a la economía, Hitler sentía la fuerte tentación de recurrir a la
guerra para obviar aquellas dificultades económicas. La tercera y era ¿hasta dónde podía llegar
Alemania en esta política de conquista y pillaje sin extenderse demasiado? ¿Sería capaz Alemania
de enfrentarse con EEUU y GB todavía dependiente en alto grado de materias importadas? Las
pruebas sugieren que si bien estaba dispuesto a correr el riesgo de luchar contra las democracias
occidentales en 1939, Hitler esperaba que se echaran atrás una vez más y le permitiría otra guerra.
Por otra parte, si el régimen nazi vivía de la conquista y Hitler se sentía impulsado de una
rapiña a la siguiente ¿cómo y dónde podría detenerse? La pura lógica de su megalomanía implicaba
que ningún otro E podía ser un rival para Alemania en Europa, y posiblemente en el mundo.
Francia y Gran Bretaña
La posición de ambos países frente a la tormenta era de agudas y crecientes dificultades.
Ambas eran democracias libre K que se habían visto perjudicadas por la guerra y eran incapaces de
volver a la rosada economía. Si bien discrepaban sobre la manera de abordar el problema alemán,
ambas eran potencias partidarias del statu quo.
A principios de los 30 Francia era quien parecía la más fuerte e influyente.
Diplomáticamente, tenía una enorme influencia y su industria en el 26 estaba en auge. Incluso
cuando se produjo la crisis pareció la menos afectada, sin embargo después del 33 empezó a
derrumbarse sistemáticamente. El ya flojo sector industrial francés se vio más perjudicado cuando
el gobierno del Frente Popular en el 36 impuso la semana laboral de cuarenta horas y un aumento de
salario. En el sector agrícola el exceso de producción mantenía bajos los precios y empeoraba la ya
baja renta per cápita.
Por consiguiente sería muy fácil explicar el colapso de la eficacia militar francesa en los
años treinta en términos puramente económicos. Si bien Blue trató de invertir esta decadencia en

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gastos por armas, hubo q esperar al 37 para que se superasen los del 30 y la mayor parte de aquel
aumento se invirtió en rearar las deficiencias más evidentes en el Ejército de campaña y en mejorar
las fortificaciones.
Con esta rápida debilitación de su economía era imposible que Francia reequipase
satisfactoriamente a sus tres FFAA.
Pero, según reconocen la mayoría de historiadores, detrás de estas dificultades económicas
había problemas políticos y sociales más profundos. El auge del fascismo en Europa, lejos de
producir una unión sacral, había causado al menos en los tiempos de la guerra civil española,
nuevas divisiones entre la opinión francesa, con la extrema derecha prefiriendo a Hitler que a Blum,
y con muchos elementos de izquierda mostrándose contradictorios. Estos choques se sumaban a la
vulnerabilidad de los partidos.
Como en frecuentes ocasiones anteriores en la política francesa, todo esto afectaba las
relaciones cívico militares, ya que no había organizaciones específicas para enlazar ramas militares
y no militares. Los hombres del ejército eran grandes y no intentaban encontrar maneras alternativas
de emplear nuevas armas de guerras y menospreciaban el papel de la aviación era menospreciado.
Dados estos fallos en el mando y en la instrucción, el ejército francés encontraría sumamente difícil
compensar el malestar sociopolítico del país y la decadencia económica, si estallaba otra guerra. En
los treinta estas contradicciones en la política interna de Francia se hicieron más manifiestas. Por
otro lado encontraron a la URSS reacia a colaborar con Occidente y poco dispuesta a seguir
tomando en serio el pacto franco ruso de 1935.
En tan negras circunstancias diplomáticas, militares y económicas, no es de extrañar que la
estrategia francesa se limitase esencialmente a granjearse el apoyo británico a gran escala en
cualquier guerra futura con Alemania. Sin embargo podría decirse que esta estrategia francesa de
esperar a Gran Bretaña fuese una ventaja indiscutible. Evidentemente, daba la iniciativa a Hitler que
desde el 34 había demostrado repetidamente que sabía tomarla. Desde el 19 los ingleses habían
estado aconsejando a Francia que adoptase una política más suave y conciliadora con Alemania.
Tal vez el mayor error de cálculo de Francia era q GB a finales de los 30 era capaz de ayudar
a responder al desafío alemán, como lo hizo en el 14. Si bien era una potencia, su posición era
menos sustancial y segura de lo q había sido antes: fue gravemente dañada psicológicamente por la
guerra por lo que todo el fisco gira entorno a la cuestión social.
El escenario internacional después del 19 aconsejaba precaución y no comprometerse. Si GB
iba a ir a la guerra sería por una razón que afectase a sus dominios. Por otro lado, la crisis del treinta
y la caída del gobierno laborista mostraron la vulnerabilidad económica del país. Ya en 1934 se
comenzó a mejorar, y la caída de precios de comestibles y de materias primas ayudaron al
consumidor británico. La prioridad era que el país mantuviera su posición en el mundo, lo cual

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significaba equilibrar los libros del Gobierno, es decir, reducir los impuestos al mínimo y controlar
los gastos del E.
Estas presiones político-domésticas y económicas hicieron que GB al igual que Francia
redujese sus gastos de defensa, solo después del 36 comenzaron a crecer los gastos de GB.
Se debe agregar que confiaban en algunos contactos razonables con el régimen nazi,
mientras que aborrecían la idea de una coalición antifascista con la URSS.
En lo económico, también se debe agregar que al bajar las reservas de oro y dólares del país,
el crédito se resintió más que nunca.
Tanto el apaciguamiento como el anti apaciguamiento tenían sus inconvenientes, solo era
cuestión de elegir el mal menor.
Las superpotencias entre bastidores
Una de las más grandes dificultades con las que se enfrentaban ingleses y franceses que
tomaban decisiones, era la incertidumbre que rodeaba la actitud de las dos potencias gigantes, y en
cierto modo aisladas, la URSS y los EEUU. Desde el punto de vista de Berlín y de Tokio la actitud
de URSS y EEUU era igualmente importante.
En realidad ¿Qué fuerza tenían? ¿Cuál era su importancia en el cambiante orden
internacional?
Lo más difícil era intentar dar respuesta a estas preguntas en el caso de una sociedad
“cerrada” como al URSS. El punto primero y más obvio era que la fuerza de Rusia había sido
reducida. La pérdida de Polonia, Finlandia y los E bálticos había representado la de muchas
instalaciones industriales del país, ferrocarriles y explotaciones agrícolas, y la prolongada guerra
civil había destruido mucho de lo que quedaba. El comercio había desaparecido. En el 26 la
producción agrícola había vuelto a su nivel antes de la guerra, a la que luego se sumó la producción
industrial. Pero era improbable que esta marcha ascendente fuera lo bastante rápida mientras Rusia
trabajase bajo su tradicional debilidad económica. La eliminación de la clase media permanecía
atascado el sector agrícola, q estaba mayormente en manos privadas. Parecía que la forma de
conseguir dinero para el Estado de Stalin era la colectivización de la agricultura, obligando a los
campesinos a formar comunas destruyendo los kulaks. El Estado se impuso así entre los
productores rurales y los consumidores urbanos y sacó dineros a todos ellos en un grado al que
nunca se había atrevido al régimen zarista. Había así dos consecuencias económicas contrarias de
este intento de una “economía de mando” socialista: la primera fue la decadencia catastrófica de la
producción agrícola soviética al resistir a los kulaks la colectivización forzada y ser eliminados
después. La segunda fue fantástica, ya que al haber bajado el PBN igualmente pudo invertir el 25%
en inversiones industriales y poseer todavía sumas considerables para la educación, ciencia y
servicios armados. El aumento resultante en la producción manufacturera y en la renta nacional fue

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algo sin precedentes en la historia de la industrialización. A finales de los 30 había superado a
Francia, Japón e Italia y alcanzó a GB. Sin embargo detrás de este crecimiento se escondían muchas
deficiencias, ya que en muchas industrias existía una fuerte dependencia de empresas y técnicos
extranjeros. Por otro lado si el terror hizo que mucho demostrasen lealtad también el sistema
restringió en gran manera la innovación, ale experimentación, etc. Por otro lado, produjo por demás
armamento y alguno resultó totalmente inútil.
El cambio diplomático de rumbo hacia occidente, con la entrada de Rusia a la Sociedad de
Naciones en el 34 y los tratados con Francia y Checoslovaquia en el 35 no trajo el deseado
fortalecimiento de la seguridad colectiva. Durante 1938-39 la situación exterior debió parecer más
amenazadora que nunca a los ojos de Stalin. El arreglo de Múnich no solo confirmó las ambiciones
de Hitler en la Europa del centro oriental sino que reveló que Occidente no estaba preparado para
oponerse a ellas y podía preferir desviar las energías alemanas más hacia el este no era sorprendente
que Stalin decidiese también seguir una política de apaciguamiento con Berlín, aunque significara
sentarse con su enemigo ideológico. El sorprendente pacto nazi-soviético del 39 dio al menos a
Rusia una zona segura en su frontera occidental y más tiempo para el rearme, mientras que
Occidente luchaba contra Alemania a consecuencia del ataque de Hitler sobre Polonia. Todo esto
hace más difícil medir el poder político de la URSS en los treinta.
El poder relativo de los EEUU en los asuntos mundiales, guante las dos guerras, estaba
curiosamente en relación inversa con el URSS y el de Alemania. Fue el único país, además de
Japón, que se benefició de la primera guerra, ya que era financiera y acreedora, disponía de K para
inversiones y tuvo una importación en ascenso.
Por otro lado el pueblo norteamericano rechazó decididamente un papel de líder en la
política mundial, en segundo lugar todos los aumentos absolutos en las exportaciones e
importaciones americanas no representaban un gran papel en la economía mundial. Por último
tampoco tenían un cuerpo de guerra ni un cuerpo civil militar para considerar los problemas
estratégicos.
Sin embargo en 1937-38 parece que el propio Roosevelt se preocupó más de las amenazas
fascistas, aunque la opinión pública norteamericana y las dificultades económicas le impidieron
llevar la batuta. Cuando estalló la guerra en Europa, ninguno de los servicios estaba preparado del
todo, pero si en mejor forma, relativa a las exigencias de la guerra moderna, de lo que habían estado
en 1914.
Ni siquiera estas medidas de reame perturbaron apenas una economía del volumen de los
EEUU. Pero su rápido carrera demostraba como los EEUU se estaban esforzando en compensar la
diferencia de armamentos que había sido producida por los anteriores y fuertes gastos de defensa de
los E fascistas.

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En el caso de Hitler, el problema se complicaba con su desprecio por los EEUU como
potencia degenerada y mestiza, pero sabía que tenía que apurarse para que la balanza no se
equilibrara del lado anglo-francés.
El desdoblamiento de la crisis, 1931-1942
El curso de la diplomacia internacional durante los años treinta se hace mucho más
comprensible. Pero está claro que cuando surgió una crisis regional, las estadísticas de cada una de
las principales capitales tuvieron que observar dichos sucesos a la luz, tanto del más amplio
escenario diplomático, como y tal vez especialmente de sus problemas domésticos apremiantes.
Es bueno recordar que las preocupaciones de los políticos eran a menudo inmediatas y
prácticas y no a largo plazo y estratégicas.
La propia Sociedad de Naciones por muy admirables que fuesen sus principios no tenía
medios eficaces para impedir la agresión japonesa en Manchuria, como no fuesen las FFAA de sus
principales miembros.
La reactivación de la amenaza alemana en 1933 aumentó las tensiones en la colaboración
diplomática anglo-francesa-americana en un momento en que la Conferencia Económica Mundial
había fracasado y las tres democracias estaban erigiendo sus propios bloques de moneda y
comerciales. Pero el dictador se había mostrado sorprendentemente dispuesto a negociar un arreglo
con Polonia, ya que sabía que era considerablemente débil que Rusia o Francia.
Pero en la segunda mitad del 35 esta animadora escena se desintegró de prisa sin que Hitler
levantara un dedo. Las diferentes maneras de ver los ingleses y franceses el problema de la
seguridad se revelaron ya en la inquietud británica ante los renovados lazos de Francia con Rusia y
el enojo francés por el acuerdo anglo-alemán. Aun así estas contradicciones eran negativas pero no
catastróficas. La potencia peor afectada en los años 1936-37 fue indudablemente Francia: no solo
flaqueaba su economía sino que muchos pensaron q estaba al borde de la Guerra Civil y que los
diferentes golpes q había recibido destruían su ya complicado sistema de seguridad (tuvieron
continuas apropiaciones de territorios).
Por otro lado, la ocupación de Austria en el 39 no fue visto en primer momento como algo
grave ni por Francia ni por GB, solo lo vieron como una muestra de la afición de Hitler a las
maniobras no anunciadas. Por consiguiente, cuando Hitler comenzó a ejercer presión sobre Polonia
a finales del 39 las posibilidades de evitar un conflicto eran menos que en el año anterior y las
perspectivas de una victoria anglofrancesa eran mucho menores aún. Alemania se anexó
Checoslovaquia, Italia, Albania. Todo esto condujo a las democracias occidentales a ofrecer su
ayuda y protección a Polonia, Grecia, Turquía y Rumania atando así el destino de Occidente al de
Oriente: algo totalmente ilógico. Pero la única ayuda que podía tener Polonia era por parte de la
URSS.

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Así, el estallido de la segunda guerra mundial encontró a GB y a Francia opuestas una vez
más a Alemania y como en 1914, las flotas anglofrancesas imponían su bloqueo marítimo. Pero las
reglas esta vez fueron completamente diferentes y perjudiciales para los aliados: no solo había un
frente oriental sino un acuerdo entre Moscú y Berlín para repartirse Polonia. Al triunfar tan
decisivamente en el 39-40 la máquina de guerra alemana aumentó en gran manera los recursos
disponibles. No solo saqueaba sino que la debilidad de sus derrotados enemigos significó un
pequeño desgaste en sus tropas.
Si la guerra hubiese continuado simplemente con estos tres beligerantes es difícil decir lo
que hubiese podido durar. Entonces la fatídica decisión de Hitler de invadir Rusia en junio del 41
cambió todas las decisiones del conflicto
Diciembre del 41 marcó el segundo momento crucial en una guerra que se había hecho
ahora mundial. Los contraataques rusos alrededor de Moscú en aquel mismo mes confirmaron que,
al menos allí, la Blitzkrieg había fracasado.
En realidad dentro de otro año estaría al fin a punto de realizarse la previsión de Tocqueville
de 1835 referente al surgimiento de un mundo bipolar.
 NOLTE, Ernest. Después del comunismo. Buenos Aires, Ariel, 1996.
“La guerra civil europea, 1917-1945”
I. Desde el punto de vista jurídico, una guerra civil es una lucha entre dos grandes
formaciones armadas de ciudadanos de un mismo Estado.
La expresión adquiere un significado más amplio con Nietzsche, q entiende un desafío
bélico, expresado de modo duro, y dirigido contra los adversarios de su filo o de su ideología
constituye una “declaración de guerra civil” q no tiene por qué traer, necesariamente, un conflicto
armado. Las guerras civiles q nacen de una controversia intelectual son guerras civiles en un sentido
más restringido q su significado jurídico.
Es lógico y razonable q haya diferencias en las guerras civiles anteriores a la Ilustración de
las posteriores, y limitar el concepto de guerra civil a estas últimas, porque en la Ilustración se daba
una tendencia q declaraba perversas las relaciones sociales, a las q calificaba de degeneración del
estado natural. Se trataba de la tendencia revolucionaria de Rousseau y de Linguet, opuesta a la
tendencia revolucionaria de Voltaire y Locke.
Resulta justificado designar a las guerras civiles de la Revolución Francesa como la
“primera guerra civil europea”. La ejecución de Luis XIV y el terror de 1793 y 1794 hicieron q, en
Europa, se convirtieran en enemigos de la revolución muchos q antes habían simpatizado con ella,
pero tanto en Alemania como en Inglaterra se contaron himnos de alabanza a la guillotina.

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La “batalla de los pueblos”, en Leipzig, fue un capítulo de la guerra civil entre alemanes, y
el reordenamiento del Congreso de Viena no estaba tan dirigido contra Francia como contra la
revolución q cuestionaba la “tranquilidad de Europa” con la amenaza de la guerra civil.
El concepto de una guerra internacional de alcance europeo q, en su núcleo, sería una guerra
civil, se trata de un concepto mucho las realista q la idea optimista e inocua de una revolución breve
e irresistible llamada a producirse de modo simultaneo en Inglaterra, Francia y Alemania. No serán
los palacios y las chizas los q jueguen el papel decisivo, sino las “casas”; no los capitalistas y los
propietarios, sino las clases medias q supuestamente debían desaparecer pero q, por el contrario, en
los países avanzados son las q más aumentan en número en comparación con las otras clases
sociales.
II. El estallido de la PGM q hasta 1917 fue una guerra europea, significó la completa
victoria de las fidelidades al Estado. Fue una experiencias en parte satisfactoria y en parte
traumática para los marxistas, q estaban convencidos de q la estructura horizontal y actual de la
solidaridad de la clase obrera homogénea e internacional sería más fuerte q las estructuras verticales
de los Estados y naciones, profundamente arraigadas en el pasado.
El enemigo era el único responsable de la guerra, y por lo tanto, debía ser aniquilado. En
este terreno, los aliados contaban con una ventaja indiscutible, puesta podían llegar a opinar q
representaban a la “civilización”, en lucha contra las tendencias centrales reaccionarias y feudales.
La culpa de la guerra era atribuible al sistema económico del K, y la guerra imperialista
debía transformarse en una guerra civil. Eso no era más q la autoafirmación invariable de la
doctrina marxista, q de ese modo sustituía al indeterminado e inofensivo concepto de la lucha de
clases por la guerra civil, más adecuado a las circunstancias del momento.
La teoría de Lenin triunfó en Rusia con la Revolución de Octubre, q quiso ser un
“alzamiento armado” y no fue más q un putsch contra el intento, a todas luces capaz de lograr el
éxito, de formar un gobierno de tres partidos socialistas. Pero se limitó a realizar las exigencias q ya
habían sido planteadas por las Revolución de Febrero, es decir, la forma de un tratado de paz y el
reparto de las tierras aristócratas entre los campesinos.
Por esa razón, los victoriosos bolcheviques, desde el primer día de su toma del poder,
definida como ilegal o delictiva, fueron calificados por todos los demás partidos como “el partido
de la guerra civil”.
De hecho, la guerra civil rusa nació de la indignación de los aliados contra los traidores
bolcheviques y la decisión de los demás partidos de no aceptar la disolución de la Asamblea
Constituyente en 1918.
La analogía con la Revolución Francesa saltaba a la vista, y cuando las potencias centro-
europeas fueron derrotadas en nov de 1918, Europa se dividió entre amigos y enemigos de la

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Revolución de una forma más clara q lo q había sucedido en 1790. Las masas ya no estaban mudas
y desorganizadas como antaño, sino organizadas y unidas por partidos con capacidad de acción y
dispuestos a actuar.
La revolución francesa no tuvo su origen en la derrota y el hundimiento, como sí la rusa. La
rusa fue más poderosa y más débil q la francesa. Pero los partidos mundiales de la 3° internacional
no dejaron la menor duda de q se consideraban los partidos de la guerra civil generalizada.
La declaración de la guerra se reflejó en el temor, casi pánico, q desarrolló la marcha ruso-
soviética sobre Varsovia, de agosto de 1920 en todas las capitales occidentales, cuando Trotsky se
refirió a la “gran batalla del Rin”, q los trabajadores alemanes y rusos sostendrían contra la Entente.
A ningún contemporáneo se le ocultaba, en 1920, q por fin en Europa había un Estado q
despertaba una lealtad supranacional entre grandes masas humanas, q predicaban la guerra civil y
ofrecían un futuro en paz; que por primera vez en la moderna historia mundial había fomentado el
extermino de grandes clases sociales.
La principal diferencia respecto a la situación q se dio en Europa en los últimos 10 años del
s XVIII consistía en q se estaba formando un partido contrario a la guerra civil. A partir de 1924
pareció como si Europa y el mundo hubieran superado los “desordenes de la posguerra” y q pudiera
intentarse escribir la historia contemporánea como la simple historia de las relaciones interestatales.
Existían buenas razones para creer q esa imagen de una nueva normalidad era engañosa, no
menos engañosa q lo fue la pacifica situación de Alemania del Norte después de la paz, por
separado, de Prusia con Francia en 1795.
En Inglaterra, el gobierno de Baldwin no creía en la normalidad ni en la capacidad de
autocontrol de la Unión Soviética, y después de 1926 rompió las relaciones diplomáticas.
En Alemania, el PC (el más numeroso de la tercera internacional) se convirtió ya en las
elecciones de 1928 en un serio rival de los socialdemócratas y el único, entre todos los partidos, q
continuó creciendo hasta casi igualar al SPD.
Los nacionalsocialistas utilizaban la misma música y letra, cambiando solo “sangre
burguesa” por “sangre judía”. Con todo, la toma del poder por parte del partido nacionalsocialista
hubiera sido evitable si la indecisión y la ineptitud hubieran quedado limitadas a los principios
estadistas y a los partidos “nacionales”.
En 1933 de nuevo llegaba al poder en Europa un partido rev-contrarrevolucionario, contrario
a la guerra civil. Además de la Unión Soviética, existía un segundo gran Estado de las ideologías, y
si llegaba a producirse una guerra entre ambas, seria al mismo tiempo q guerra entre Estados, guerra
civil.
La “solución final” es la prueba más concluyente de q los nazis no solo buscaban responder
a las medidas políticas y sociales de destrucción de la revolución bolchevique con otras medidas de

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destrucción antagónicas, igualmente políticas y sociales, sino q tenían previstas otras medidas de
exterminio basadas en la biología, q habrían de superar con crecer el horror inherente a toda
situación de guerra civil.
La solución final hizo posible postular el pacto entre el comunismo y las democracias
occidentales, de manera ideológica, pero tuvo como consecuencia la derrota del Tercer Reich. Y esa
derrota fue el prólogo a la “guerra fría” entre el “Este” y el “Oeste”, es decir, de la guerra civil
mundial en potencia.
III. Criticas al libro y respuestas del autor:
Se objeta q presentar el periodo q abarcar el tiempo trascurrido entre dos grandes guerra y el
de la SGM como una “guerra civil europea” no está justificada si se tienen en cuenta la
multiplicidad de factores y la complejidad de las relaciones entre Estados soberanos: esto desvía la
atención del hecho de q la SGM fue una consecuencia de la primera, y el origen de ambas se centra
en los esfuerzos expansionistas del Imperio pruso-alemán.
La crítica no científica, la crítica filosófica o conceptual, ésta no se dirige tanto contra el
hecho de q se tome muy en serio el enfrentamiento entre el nacionalismo y el bolchevismo, sino q
se escandaliza de q el poder “revolucionario”, como el contrarrevolucionario, se repartan por igual
tanto la injustita como la justicia histórica.
Acusación moral: q se ha olvidado tomar la causa original de la “solución final”; q radica en
el antisemitismo y q al establecer un paralelismo entre Gulag soviético y Auschwitz nazi se ha
tratado de realizar una operación q pretende relativizar los crímenes nazis. Pero este antisemitismo
se convirtió en asesino solo porque se pudo aliar con otro fenómeno social mucho más fuerte q la
mera existencia de una minoría judía: el marxismo de la época, q había probado q él, por sí solo, se
bastaba para estar en condiciones de hacerse con el poder en exclusiva y realizar sus postulados de
exterminio social.
UNIDAD 4
La era dorada (1945-1973).
4.1. Las sociedades de posguerra: El american way of live y el realismo socialista. La
universalización del Estado de Bienestar y los indicios de los cambios en la economía mundial. Los
signos de lo nuevo: revueltas en oriente y occidente, la contracultura.
 ARRIGHI, Giovanni. El largo siglo XX. Madrid, Akal, 1999.
Cap. “El Cuarto Ciclo sistémico de la acumulación”.
La belle époque de la era eduardiana marcó el punto máximo del imperialismo británico del
libre comercio.
El problema subyacente más grave al que se enfrentaba el régimen británico seguía siendo el
de la intensidad de la competencia intercapitalista. El aumento de los precios invirtió la tendencia a

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la baja de los beneficios, basado fundamentalmente en el incremento de la intensificación de la
carrera de armamento entre las grandes potencias europeas. Como tal, esta reflejaba no la supresión
de la intensa competencia intercapitalista vigente durante la Gran Depresión de 1873-1896, sino el
cambio de su escenario primario de actuación, ya que dejaba de operar en el ámbito de las
relaciones interempresariales para pasar a desenvolverse en la esfera de las relaciones interestatales.
Cuando la lucha adquirió proporciones decisivas en la PGM, se selló el destino del régimen
de acumulación británico.
Durante el medio siglo que precedió a la PGM el imperio británico de ultramar y la India en
particular se habían hecho más esenciales que nunca para la autoexpansión del capital británico a
escala mundial. Gran Bretaña, estimulando la capacidad de su imperio para obtener divisas
extranjeras mediante la exportación de productos primarios, “logró subsistir sin tener que
reestructurar su industria y pudo invertir en aquellos países en los que el capital producía el mayor
rendimiento. Estados Unidos fue el país que recibió la mayor parte de estas inversiones.
Los títulos detentados por Gran Bretaña sobre los activos y rentas estadounidenses fueron de
la mayor importancia en la economía del dominio británico, ya que Estados Unidos podía
proporcionar a Gran Bretaña rápida y eficientemente todos los suministros que esta última precisase
para defender su vasto imperio territorial en una guerra global.
En 1915, sin embargo, la demanda de armamentos, máquinas y materias primas de Gran
Bretaña superaba ya en gran medida lo que había previsto en 1905. Gran parte de la maquinaria
necesaria únicamente podía ser proporcionada por los Estados Unidos y su compra inició la erosión
de los títulos británicos sobre las rentas producidas en los Estados Unidos y el aumento de los
títulos detentados por los Estados Unidos sobre las rentas y activos británicos.
Al final de la guerra, por consiguiente, los Estados Unidos habían recomprado a precio de
saldo algunas de las enormes inversiones que habían constituido la infraestructura de su economía
doméstica durante el siglo XIX y, además, había acumulado ingentes créditos de guerra. Por otro
lado, Estados Unidos tuvo las manos libres para acelerar el desplazamiento de Gran Bretaña en
América Latina y en regiones de Asia como principal inversor extranjero.
El alcance de este primer trastrocamiento de los destinos financieros de Estados Unidos y de
Gran Bretaña fue substancial, pero no debería exagerarse. En 1920 las reservas de oro en Londres
habían aumentado, los títulos ingleses sobre las rentas extranjeras todavía eran considerables; se
podía contar con las reparaciones de guerra alemanas para pagar intereses, y sobre todo el imperio
colonial y semicolonial británico se había expandido.
Gracias a este superávit y a los créditos de guerra, los EEUU se unieron a Gran Bretaña,
pero no la desplazaron de la producción y regulación del dinero mundial. La ayudaron incluso en su
intento por volver al mundo de 1913. A lo largo de la década del ’20 la mayoría de los gobiernos

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occidentales compartieron la convicción que únicamente el restablecimiento del sistema monetario
mundial anterior a 1914 podría restaurar la paz y la prosperidad.
Irónicamente, sin embargo, este esfuerzo concentrado, en lugar de revitalizar el sistema
monetario mundial anterior a 1914, precipitó su crisis terminal. Todo el mundo se mostraba de
acuerdo en que la estabilidad de las monedas dependía en último término de la liberalización del
comercio. Y sin embargo, los gobiernos recurrieron a cuotas de importación, a moratorias y a pactos
de no agresión, a sistemas de compensación y tratados comerciales bilaterales, a acuerdos de
trueque, etc. El efecto conjunto de todas estas medidas tendió a restringir el comercio y los pagos
exteriores.
A lo largo de la década de 1920, la productividad continuó creciendo más rápido en los
Estados Unidos que en ninguno de los restantes países deudores, incrementando todavía más la
ventaja competitiva de la empresa americana y las dificultades de estos últimos países para atender
el pago de los intereses de sus deudas, y no digamos para reembolsarlas.
La congelación de la concesión de préstamos exteriores y de la inversión extranjera por
parte de los EEUU fue permanente después del crack de 1929. Un país tras otro, enfrentado a las
repentinas reclamaciones o a la huida de fondos a corto plazo se vio forzado a proteger su moneda,
bien recurriendo a la depreciación, bien al control de cambios. El proteccionismo comenzó a ser
rampante.
Los rasgos esenciales de aquellos años fueron la desaparición de la haute finance de la
política mundial, el colapso de la Liga de las Naciones en beneficio de los imperios autárquico, el
ascenso del nazismo en Alemania, los Planes Quinquenales soviéticos y el lanzamiento del New
Deal estadounidense.
En 1940 las grandes potencias del sistema interestatal se hallaban en medio de otra
confrontación militar que, exceptuando por su escala, ferocidad y destructividad sin precedentes,
reproducía una pauta de comportamiento recurrente en la economía mundo capitalista. Sin embargo,
esta confrontación se tradujo en el establecimiento de un nuevo orden mundial, centrado y
organizado por los Estados Unidos, que difería en aspectos esenciales del difunto orden mundial
británico y que sentó los fundamentos de una nueva reproducción ampliada de la economía mundo
capitalista.
Los Estados Unidos actuaron en mayor medida como el taller del esfuerzo de guerra de los
Aliados, y como granero y taller de la reconstrucción posbélica europea.
Como resultado de este nuevo y ampliado movimiento al alza de su superávit comercial y de
su superávit por cuenta corriente, los Estados Unidos disfrutaron de un monopolio virtual sobre la
liquidez mundial. En 1947, sus reservas de oro representaban el 70% del total mundial.

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El gran salto delante de la riqueza y del poder de los Estados Unidos entre 1914 y 1945 fue
expresión de la renta de protección de la que disfrutaban gracias a su posición privilegiada única en
la configuración espacial de la economía mundo capitalista. Cuanto más turbulento y caótico se
hacía el sistema mundo, mayores eran los beneficios que obtenían los Estados Unidos, dadas sus
dimensiones continentales, su posición insular y su acceso directo a los dos mayores océanos de la
economía mundo.
Y, no obstante, más que nunca, el grado en que la riqueza y el poder de un Estado particular
podían beneficiarse del caos sistémico existente era limitado. Cuanto más se redistribuían a su favor
los beneficios, menos había que redistribuir y mayores eran los efectos perturbadores que ese caos
ocasionaba en todo el mundo sobre su comercio y sus inversiones exteriores.
La centralidad extrema de la liquidez mundial, de la capacidad productiva y del poder de
compra en el interior de los Estados Unidos habría constituido un obstáculo mucho más serio para
la expansión económica que las barreras aduaneras. A no ser que la liquidez mundial se distribuyese
más equitativamente, el mundo no podría adquirir de los Estados Unidos los medios de producción
necesarios para ofrecer algo de valor a los consumidores estadounidenses, en cuyas manos se
concentraba la mayor parte de la demanda efectiva mundial. El Congreso, sin embargo, se mostró
extremadamente reticente a renunciar a su control sobre la liquidez mundial.
La única forma de redistribución de la liquidez mundial que no encontraba ninguna
oposición en el Congreso era la inversión exterior privada. En realidad, se crearon muchos
incentivos para incrementar el flujo de capital estadounidense en el exterior. A pesar de todos estos
incentivos, sin embargo, el capital estadounidense no mostró ninguna inclinación a romper el
círculo vicioso que estaba constriñendo su expansión global. La escasez de liquidez exterior
impedía que los gobiernos extranjeros levantaran sus controles sobre los tipos de cambio; la
existencia de estos controles disuadía al capital estadounidense de dirigirse al exterior.
La explicación de esta situación hay que buscarla en las características particulares del
capitalismo estadounidense.
El capitalismo corporativo estadounidense había surgido como un proceso de
reconcentración del capital como respuesta a la intensificación de las presiones competitivas
derivadas de la expansión global durante el sistema británico.
Inicialmente, el intento de detener la lucha competitiva había provocado la reestructuración
de la empresa en Estados Unidos mediante la formación de combinaciones horizontales para
restringir la competencia (trust) y mediante la dominación creciente de un grupo pequeño de
instituciones financieras privadas.
Luego de la sanción de leyes antitrust fue la integración vertical la que animó la
centralización del capital. Se abandonaron las ineficaces combinaciones horizontales, y optaron por

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integrar dentro de sus dominios organizativos los subprocesos subsecuentes de producción e
intercambio, que vinculaban el abastecimiento de materias primas con la venta de los productos
finales. Esta organización fue el fundamento de una nueva etapa del capitalismo a escala mundial.
El capitalismo corporativo estadounidense fue y siguió siendo un poderoso agente de la
destrucción de las estructuras de acumulación del capitalismo de mercado británico y de la
centralización en los Estados Unidos de la liquidez, el poder de compra y la capacidad productiva
de la economía mundo. No obstante, una vez que la destrucción y la centralización alcanzaron el
límite de sus posibilidades, la empresa corporativa estadounidense se mostró impotente para crear
las condiciones de su propia autoexpansión en un mundo caótico. Ninguna política podía superar la
asimetría fundamental que existía entre la cohesión y la riqueza del mercado doméstico americano y
la fragmentación y la pobreza de los mercados exteriores.
Estas eran las raíces estructurales de la paralización que impedía, tras la SGM, el reciclaje de
la liquidez en la expansión de la producción y comercio mundiales. Finalmente esta paralización se
rompió mediante la invención de la Guerra Fría. Mientras el capital excedente permanecía
estancado en Estados Unidos y su entorno regional, el caos continuaba incrementándose en Eurasia
y creando un terreno fértil para la toma del poder del Estado por parte de las fuerzas
revolucionarias. El genio de Truman y de sus asesores radicó en atribuir el resultado de estas
circunstancias sistémicas que ningún agente particular había creado o controlado a los preparativos
pretendidamente subversivos de la URSS.
La construcción de Europa occidental y de Japón como bastiones y modelos del mundo libre
constituía un objetivo mucho más concreto y alcanzable que la remodelación del mundo entero
según el modelo americano.
El Plan Marshall inició la remodelación de Europa según el modelo americano y supuso,
directa e indirectamente, una contribución decisiva para el “despegue” de la expansión del comercio
y de la producción mundiales de las décadas de 1950 y 1960.
La integración europea y la expansión económica mundial exigían un reciclaje mucho más
exhaustivo de la liquidez mundial que el contemplado en el Plan Marshall y otros programas de
ayuda. Este reciclaje más exhaustivo se materializó finalmente en el esfuerzo armamentístico más
impresionante que el mundo jamás había conocido en tiempos de paz.
El rearme masivo que tuvo lugar durante y después de la Guerra de Corea resolvió de una
vez por todas los problemas de liquidez de la economía mundo posbélica. La ayuda militar a los
gobiernos extranjeros y los gastos militares directos de los Estados Unidos en el exterior, cuyo
volumen creció constantemente entre 1950 y 1958 y otra vez entre 1964 y 1973, proporcionaron a
la economía mundo toda la liquidez que necesitaba para expandirse.

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A mediados de la década de 1970, como resultado de estas dinámicas que se reforzaban
entre sí, el volumen de las transacciones puramente monetarias realizadas en los mercados
monetarios extraterritoriales ya eran varias veces mayor que el valor del comercio mundial. Desde
entonces, la expansión financiera se hizo imparable.
 JAMESON, Fredic. Periodizar los sesenta. Córdoba, Alción, 1997.
El siguiente croquis comienza de la posición de la Historia es Necesidad, que los sesenta
debían suceder tal como lo hicieron, y que sus oportunidades y errores estaban inextricablemente
entrelazados.
De todos modos, hablar de situación de los 60 es necesariamente pensar en términos de
períodos históricos y trabajar con modelos de periodización histórica que están fuera de moda.
Un enorme espectro de objeciones teóricas bien diferentes también pesa en la selectividad de
tal narración H: si la crítica hacia la periodización cuestiona las posibilidades de la diacronía, éstas
últimas involucran los problemas de la sincronía y en particular de la relación que se establece entre
los varios niveles del cambio histórico escogidos para nuestra acción. En efecto la presente
narración pretende decir algo significativo mediante breves esquemas de solo cuatro de estos
niveles: la historia de la filosofía, la práctica y la teoría política revolucionaria, la producción
cultura y los ciclos económicos.
El comienzo del tercer mundo
No parece particularmente problemático marcar el comienzo de lo que sería llamado los
sesenta en el Tercer Mundo con el gran movimiento de descolonización en el África británica y
francesa.
En realidad, políticamente, los ’60 del Primer Mundo le debieron mucho al Tercermundismo
tanto en términos de modelos político-culturales, como en un Maoísmo simbólico, y más aún,
cimentaron su misión en la resistencia a las guerras dirigidas a reprimir las nuevas fuerzas
revolucionarias en el Tercer Mundo. Las dos naciones del Primer Mundo en las cuales emergieron
estudiantiles masivos más poderosos (EEUU y Francia) se convirtieron en espacios políticos
privilegiados precisamente porque estos dos países estaban involucrados en guerras coloniales.
Los ’60 fueron entonces el período en el que todos estos nativos se convirtieron en seres
humanos, tanto interna como externamente así como sujetos externos y nativos oficiales. El proceso
implica una cierta visión de la historia, los sesenta pueden ser vistos como un capítulo decisivo y
global según Croce, un proceso hegeliano del advenimiento de la autoconciencia de los pueblos
sometidos, como cierta concepción de la nueva izquierda o como una noción post estructuralista de
la conquista del derecho a hablar en una nueva voz colectiva.
De todas maneras, es importante situar la emergencia de estas identidades colectivas o
sujetos de la historia en la situación histórica que las hizo posible, y en particular, relacionar la

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emergencia de estas nuevas categorías sociales y políticas con algo como una crisis en la categoría
más universal.
La fusión del American Federation of Labor y del Congreso of Industrial Organizations fue
un triunfo del macarthismo, q aseguró así la expulsión de los comunistas del movimiento obrero
americano, consolidó el nuevo contrato social anti político entre las compañías americanas y los
sindicatos obreros y donde la fuerza productiva masculina y blanca tenía privilegios por sobre el
resto.
La virtual desaparición del PC americano como fuerza pequeña pero significante en la
sociedad americana en 1956 sugiere otra dimensión de esta situación general: la crisis del partido
americano esta “sobredeterminada” por la represión bajo el macarthismo y por la “revolución” en el
bloque soviético. En Francia emerge una citación sin precedentes en la cual es posible para los
intelectuales radicales concebir un trabajo revolucionario independiente y fuera del PCF. En estas
circunstancias el trotskismo prorroga su vida y las nuevas formas maoístas.
Es necesario considerar otros dos eventos claves. Aún para el 1 de enero de 1959 la
revolución cubana permanecía simbólicamente ambigua. Este gran evento también anuncia los
inminentes sesenta como un periodo de inesperadas innovaciones políticas más que como la
confirmación de viejos esquemas sociales y conceptuales
El asesinato de Kennedy jugó un papel significativo en la deslegitimación del E mismo. El
legado de su régimen al desarrollo de la política de los ’60 bien puede haber sido la retórica de la
juventud y el salto generacional que él explotó.
Tales fueron algunas de las precondiciones o condiciones de posibilidad para que las nuevas
fuerzas sociales de los ’60 se desarrollaran como lo hicieron.
El final del tercermundismo en EEUU y Europa antecede largamente al Termidor chino y
coincide con la conciencia de la creciente corrupción en muchos de los E africanos recién
independizados y la casi completa militarización de los regímenes latinoamericanos después del
golpe de E chileno en el 73. En el primer mundo de finales de los ’60 hay ciertamente un regreso a
políticas internas, como atestiguan el movimiento pacifista en los EEUU y el mayo francés del 68.
El movimiento negro en los EEUU entre en crisis y el movimiento feminista también se articulará
en diferentes posiciones ideológicas relativamente diferentes.
Por las razones enumeradas antes y otras parece posible marcar el final de los ’60 en los 72-
72. La línea narrativa abriga cierta privilegiada relación de influencias en el desarrollo de los ’60 en
el Primer Mundo.
También es necesario pensar que la descolonización históricamente fue de la mano del
neocolonialismo y que el elegante, rencoroso o violento final de un imperialismo pasado de moda
significó por cierta el final de un tipo de dominación pero evidentemente también la invención y

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construcción de una nueva especie: simbólicamente algo así como el reemplazo del Imperio
británico por el FMI.
La paradójica o dialéctica combinación de descolonización y neocolonialismo
probablemente pueda captarse mejor en términos económicos reflexionando acerca de los
comienzos de otro proceso cuyo inicio coincide con lo que hemos sugerido para todo el período en
general. Este es un proceso neutro pero ideológico: una revolución tecnológica en la agricultura, la
Revolución verde. Los sistemas pre K son entonces destruidos para ser reemplazados por una
agricultura industrial. Las relaciones sociales orgánicas de las sociedades aldeanas son destrozadas
(es una relativa liberación).
La concepción de los ’60 en el Tercer Mundo como un momento en el cual las cadenas y
grilletes del imperialismo clásico eran desechados en una incitante ola de “guerras de liberación
nacional” es una completa simplificación imaginaria. Tal existencia es generada tanto por la nueva
Revolución Verde como por la definitiva impaciencia contra las viejas estructuras imperialistas. La
final ambigüedad es la siguiente: los ’60 a menudo imaginados como el período en el que el K y el
poder del Primer Mundo están en retirada en todo el mundo puede fácilmente conceptualizarse
como el período en el cual el K está en una expansión completamente dinámica e innovadora.
2- La política de la Otredad
En lo concerniente a la historia de la filosofía en este período, una de las versiones más
influyentes es contada como sigue: la gradual sustitución de la hegemonía del existencialismo
Sartreano por lo que libremente es llamado estructuralismo, es decir, por una variedad de nuevos
intentos teóricos que comparten al menos una única experiencia fundamental: el descubrimiento de
la primacía del lenguaje o del simbólico.
De la crisis de la institución filosófica y la gradual extinción de la clásica vocación política
del filósofo se puede decir de alguna manera, que se trata de la así llamada muerte del sujeto: de la
personalidad o del ego individual. Se puede ver a Sartre como uno de los últimos constructores de
grandes sistemas de filosofía tradicional
No obstante en lo ’60 el paradigma sartreano de la Mirada y la lucha por el reconocimiento
entre sujetos individuales, también será apropiada dramáticamente por un modelo muy diferente de
lucha política, donde la inversión objetivada de la Mirada es apocalípticamente re-escrita como el
acto de violencia redentor del Esclavo contra el Amo.
3- Una disgregación acerca del Maoísmo
El Maoísmo, la más rica de todas las nuevas ideologías de los ’60, será una presencia
impalpable pero su central a lo largo de este ensayo, aunque debido a su mismísima polivalencia no
pueda ser nítidamente insertado en ningún punto o exhaustivamente confrontado por sí mismo.

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El terreno simbólico del presente debate es enteramente elegido y dictando tanto por la
derecha como por los sobrevivientes de la izquierda.
Lo más fascinante y paradójico de todo, sin embargo, es la inesperada e impredecible
secuela del cismo Sino-soviético: la nueva retórica china, empeñada en criticar la burocracia
soviética, tendrá el curioso efecto de evacuar el contenido clasista de estos slogans. El nuevo
opuesto binario de burgués ya no será proletariado sino revolucionario. Este sería un espacio nuevo
para los revolucionarios, un espacio que será articulado por el slogan “lo personal es político” y en
el cual el movimiento feminista se moverá triunfante hacia el final de una década.
4- El agotamiento de la filosofía
Con la victoria simbólica y literal del Esclavo sobre el (ahora ex) amo, la “política de la
otredad” alcanza a su vez, su límite: la retórica de la conquista de una identidad colectiva no tiene a
donde ir sino a una especie de lógica secesionista de la cual el nacionalismo cultural negro y el
separatismo lesbiano son los ejemplos más dramáticos.
Esta auto-definición colectiva se dispersará en unidades más pequeñas de micro grupos
enfrentado.
También hay que resaltar el experimento Althusseriano dado que fue el único político y el
único en tener, en realidad, una amplia gama de efectos en Europa y América Latina. Su empuje
inicial es doble, contra la no liquidación stalinista y contra la transparencia de los intentos del Este
de reinventar un humanismo marxista sobre la clase de la teoría de la alienación de los manuscritos
de juventud de Marx. Se hicieron sucesivas reformulaciones en referencia a la estructura dominante,
la causalidad estructural y la de los aparatos ideológicos del E.
Lo que emergería del proceso de producción teorética de Althusser puede ser entendida por
la consigna y el problema de la semi-autonomía de los niveles de vida social. Esta fórmula
involucrará una lucha con dos frentes: por un lado, contra el sionismo o causalidad expresiva del
stalinismo y por otro, contra la filosofía burguesa de vanguardia. Con todo, el intento de abrir una
semiautonomía de los niveles por un lado, mientras se los mantiene juntos en una elemental unidad
de cierta totalidad estructural tiene bajo su propio momentum, en la fuerza centrífuga de la totalidad
que ha elaborado, a la autodestrucción. Emergerá de esto la idea de que la lucha apropiada para cada
uno de estos niveles puede no tener una relación necesaria entre ellas
La filosofía tradicional ahora será tomada en estos términos como una práctica de
representación en la cual el texto o el sistema filosófico intentan expresar algo distinto de sí mismo.
De allí la significación del slogan actualmente de moda del materialismo aquí significa la
disolución de toda creencia en el “sentido” o en el “significado”.
Con la transformación de la filosofía en una práctica material, de todos modos, aludimos a
un desarrollo que no puede ser completamente apreciado hasta su reemplazo en el contexto de una

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general mutación de la cultura a través del período, un contexto en el cual la “teoría” será tomada
como una forma específica o semi-autónoma de lo que se debe llamar postmodernismo en general.
5- Las aventuras del signo
El postmodernismo es un marco significativo en el cual describir lo que sucedió en la cultura
en los sesenta, pero una discusión completa de este concepto acaloradamente debatido no es posible
aquí, además de su relación simbiótica y parasitaria que guarda con el modernismo.
Su especificidad histórica debe entonces ser argumentada en términos de la funcionalidad
social de la cultura. El alto modernismo fue oposicional y marginal dentro de una cultura de clase
media, victoriana. Constituye la mismísima estética dominante o hegemónica de la sociedad de
consumo y sirve significativamente a la producción de mercancías de esta última como un
laboratorio virtual de nuevas formas y modas.
La descripción por lo tanto comienza a coincidir en un modo sugestivo con la problemática
de los niveles autónomos o semi-autónomos desarrollada en la sección precedente.
Esto requiere valerse incluso de otro código analítico, un código en general más familiar en
estos días, dado que incluye el ahora clásico concepto estructural de signo, con sus dos
componentes, el significante y el significado y su tercer componente el objeto externo del signo, su
referencia o referente en lo sucesivo expulsado de la unidad y a la vez perseguido como un espectral
efecto secundario residual.
El problema gira ahora en torno a este mismísimo término de autonomía con su paradójica
modificación althusseriana, el concepto de semi-autonomía. La paradoja es que el signo puede
preservar su autonomía inicial y la unidad y coherencia exigida por este solo al precio de mantener
vivo el fantasma de la referencia.
6- En la Sierra Maestra
Desde el comienzo, la experiencia de Cuba se declaró como original, sobre todo por su
teoría del foco, configurada en contra de la concepción leninista de la práctica del partido como
contra la experiencia de la revolución China en su estadio inicial de la conquista del poder. La teoría
del foco es concebida como un tercer término como algo distinto al modelo tradicional de lucha de
clases, al igual que el simbolismo de Sierra Maestra (no es ni el campo ni la ciudad, es algo
diferente).
Si bien fracasó en Bolivia, en América Latina la radical estrategia que reemplaza a la teoría
del foco es la de la guerrilla urbana.
La misma cultura de masas explica que el terrorismo es una de las formas privilegiadas en la
cual una sociedad ahistórica retrata el cambio social. Entendido de este modo, el terrorismo es una
obsesión colectiva, una fantasía sintomática del inconsciente político estadounidense, que exige un
desciframiento y un análisis por derecho propio.

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7- El retorno a la última instancia determinante
Los dos cortes que emergieron de la sección precedente (uno en el área general del 67, el
otro en la inmediata vecindad del 73) no servirán como marco para una hipótesis más general sobre
la periodización de los sesenta en general, sino que señala el definitivo final de los llamados sesenta
en un modo mucho más global.
En el Primer Mundo el fin de los reclutamientos y la retirada de las tropas estadounidenses
de Vietnam y la firma del Programa Común entre el PC y el nuevo partido socialista en Francia,
pareciera marcar un estratégico recazo al tiempo de actividades políticas asociadas con Mayo del
68. Los intelectuales asociados con el establishment comienzan a recobrarse del susto y de la
postura defensiva propia de ellos durante la década que ahora estaba concluyendo. También en el
73-74 es el momento del comienzo de una crisis económica mundial.
Tal confirmación por el nivel económico de la periodización derivada de otros niveles nos
coloca ahora en una mejor posición para responder los dos problemas teóricos formulados al
comienzo de este ensayo. El primero tenía que ver con la validez del análisis marxista para un
período cuyas categorías políticas activas ya no parecían ser las de las clases sociales. El segundo
incluía el problema de cierta teoría de campos unificados en términos de la cual tales realidades
aparentemente distantes como los movimientos campesinos del Tercer Mundo y la cultura de masas
del Primer Mundo, podrían relacionarse conceptualmente de un modo coherente.
Con el fin de los ’60, con la crisis económica mundial, con todos los documentos de deudas
vencieron una vez más; los ’80 se caracterizarán por un esfuerzo a escala mundial por proletarizar
todas las fuerzas sociales desatadas que dieron su energía en los ’60. Aquí la fuerza unificadora es la
nueva vocación de un K, de ahora en más global, que también se espera que unifique las
desigualdades, fragmentarias, o locales resistencias a este proceso. Y esta es también por último la
solución a la así llamada crisis del marxismo y de la inaplicabilidad de sus formas de análisis.
 LEFORT, Claude. ¿Qué es la burocracia? París, Ruedo Ibérico, 1970, 98-168.
“El estalinismo sin Stalin”
La URSS en una nueva fase.
El nuevo rumbo de la política rusa ha comenzado con la muerte de Stalin, un acontecimiento
revolucionario, porque señala una transformación total q afecta al funcionamiento de la burocracia
como clase, al desarrollo de las instituciones esencial, a la eficacia de la planificación, al papel del
partido totalitario, a las relaciones del Estado y de la sociedad. Porque expresa un conflicto
inherente al sistema de explotación fundado en el K de Estado.
La URSS ya no es, o ya no puede aparecer como un mundo “aparte”, un baluarte en un
mundo K, un sistema impermeable a los criterios forjados en relaciones con el K.

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La URSS había edificado las bases del socialismo, lo q impedía q se la comparar con un
sistema de explotación; al mismo tiempo, soportaba la dictadura y groseras desigualdades sociales q
la desfiguraban; el proletariado era el dueño de un poder del q estaba totalmente desposeído. Todas
estas metamorfosis parecen naturales, en la utopia tronquista el socialismo se convertía en su
contrario sin perder su identidad. El producto de esa confusión era la predicción de una caída de la
Burocracia, o una resurrección proletaria.

4.2. La guerra Fría. El liderazgo norteamericano y sus tres frentes de conflicto. El Bloque
soviético: sovietización y desestalinización. La distensión, reorganización de los bloques y nuevas
tensiones. La descolonización y la aparición del Tercer Mundo como polo de poder. La aparición de
Subsistemas: los conflictos árabe-israelí, indo-paquistaní y chino-soviético.
 ARON, Raymond. La república imperial. Madrid, Alianza, 1976.
“Entre la diplomacia imperial y el aislacionismo”
El autor escribe esto en el 25° aniversario del famoso artículo de Kenna, de que rescata el
concepto de “contención del comunismo”, concepto que otros estadounidenses subrayaron
agregándolo el “rechazo activo”. A lo largo del libro admitirá que la conducta efectiva de los EEUU
durante los 25 años se adecuó a la fórmula de la contención del comunismo con una sola excepción:
la tentativa de unificar Corea por medio de las armas.
Otros dos especialistas expusieron dos objeciones: primero que había que tener en cuenta las
ilimitadas implicaciones de esta doctrina y por otro que se suplantaría la diplomacia de un E por los
definidos intereses y los recursos de una misión universal y planetaria: detener la expansión del
poderío o de la influencia soviética. Más precisamente esa doctrina se prestaba a objeciones de
derecha e izquierda.
En la medida en que los EEUU, tras la SGM se propusieron un objetivo o se adjudicaron
cierta misión ¿Qué otra fórmula que la de la contención del comunismo se les ofrecía a partir del
momento en que se revelaba imposible cooperar con Stalin?
Esa contención visibilizaba la versión defensiva de la inevitable rivalidad establecida frente
a la URSS.
La extensión al África de la doctrina presentaba exactamente la misma racionalidad que la
sustitución de GB por parte de EEUU en la función de garante del equilibrio europeo de protector.
Japón no habría tolerado que se reconstruyera la unidad coreana bajo un régimen hostil, y los
EEUU que se habían asumido la carga de la soberanía japonesa, actuaban como cualquier gobierno
del Imperio del Sol Naciente.
También la militarización de la contención del comunismo en Europa siguió la campaña
Coreana.

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EEUU debía aprender que la conducción de la acción exterior aun en tiempos de paz exige
no solo gran potencial económico “arsenal de las democracias” sino también una amplia fuerza
militar inmediatamente disponible.
En 1950 tanto los gobernadores como la opinión mayoritaria de Europa estaban suspirando
por la OTAN, y una vez entrados en el sistema tanto los europeos como los estadounidenses les
cuesta dejarlo, es más, los europeos no quieren dejarlo.
La experiencia vietnamita explica la pasión desplegada para poner en discusión los
fundamentos de la diplomacia estadounidense. Todo estado imperial se caracteriza por un proyecto
de orden mundial, de donde se sigue una distinción fundamental entre dos objetivos: por una parte
la seguridad física del E y su población y por otra, la constitución de un ambiente internacional que
concuerde con la idea o proyecto del E imperial. En efecto “la contención del comunismo” se ha
ampliado hasta formar una doctrina del orden internacional que corría el riesgo de intervenir para
mantener gobiernos favorables a las instituciones e ideología de EEUU.
Por lo tanto ¿es una diplomacia ideológica? Negativamente ideológica si, contra los
regímenes que se han declarado marxistas o que tienden a serlo. Pero a esta diplomacia
negativamente ideológica también se la puede considerar como realista, ya que prefiere los
regímenes autoritarios de izquierda. De acá resultan los esfuerzos para cubrir con apariencias
democráticas la desnudez de los poderes arbitrarios e incapaces de someterse a procesos electorales.
Personalmente, la filosofía implícita de la diplomacia estadounidense me parece ser una
antítesis de realismo en actos (la contención del comunismo) y de idealismo en palabras (orden
mundial, no recurrir a la fuerza y derecho de los pueblos a disponer libremente de sí mismo). Esta
síntesis inspiraba una estrategia defensiva, según la cual jamás han sido cuestionados los hechos
consumados en Europa, en Corea del Norte, en China y en Vietnam del Norte a partir del 54.
La diplomacia de la contención negativamente ideológica debería haber sido concebida
razonablemente como una diplomacia realista, ya que no les disputaba ni a los soviéticos ni a los
chinos lo que ya poseían, y tampoco podía, a salvo por un ataque de enajenación mental, atribuir a
la sovietización de la mitad de Vietnam efectos directos y físicos contra la seguridad los EEUU. Lo
que condujo a la tragedia de Vietnam no fue la fórmula de contención sino la sustitución creciente
del símbolo por la realidad en la discriminación de los intereses y de las apuestas.
Los pequeños E limitan sus ambiciones a la supervivencia física y su independencia jurídica
y de sus instituciones. En cambio las grandes potencias además de esto tienen que luchar por el
bienestar de su población y el mantenimiento de los intercambios con el exterior, que son
indispensables para su prosperidad y crecimiento del producto nacional. Pero no tiene tanto peso lo
ideológico. En el caso de EEUU a partir del 47 es obvio que fue negativamente ideológica estando
en contra de la URSS y apoyando a cualquier sistema que no sea marxista.

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La diplomacia de EEUU durante los 30 parece retrospectivamente detestable, porque se
rehusaba a elegir. La mayoría de los estadounidenses sabían que no podían tolerar ni la victoria de
la Alemania de Hitler ni la del Japón de Tojo; sabían también que no se encontraban en primera
línea frente a ellos. El aislacionismo salió maltrecho. Si EEUUU detuvo dos veces esas expansiones
imperiales (en la URSS y Alemania) ha sido ante todo porque los responsables de su diplomacia no
han confundido al interés nacional con la mera seguridad física. Dos veces quisieron salvaguardar
un ambiente que no estuviese dominado por ningún E hostil.
Si en el siglo XX el aislacionismo, definido por negarse a tomar posición explícita y resuelta
en los conflictos de Europa y de Asia, ha quedado fuera de lugar ha sido porque, a la hora de la
verdad, los responsables, la opinión pública y los acontecimientos han llevado a EEUU por dos
veces a internar.
Por otro lado, la proliferación del armamento nuclear no sería necesariamente contrario a los
intereses estadounidenses, ya que éstos se fundan en la hipótesis de una paz divisible y de un
sistema fragmentado.
El aislacionismo que no se entrega ilusiones reconoce claramente el precio que hay que
pagar por él: la disminución del poderío y de la influencia de EEUU en todo el mundo. Si
incluimos la guerra de Corea y a la de Vietnam, el “imperio” o más bien la diplomacia imperial, le
ha costado a EEUU más de lo que ha proporcionado.
Con el primer mandato de Nixon y de su visita a Pekín y Moscú y la liquidación de la guerra
de Vietnam está terminando la postguerra y la guerra fría. Sobre el sistema que está por nacer pesan
dos incertidumbres: por un lado el humor del pueblo estadounidense y la dependencia de los
diplomáticos respecto a ese humor y por otro lado el significado histórico de todo esto. Esta
incertidumbre histórica consiste en que la URSS empuño sus armas dos veces y contra sus
hermanos socialistas, mientras que los EEUU han librado guerras terrestre en Asia y ahora repiten
¡nunca jamás haremos guerras terrestres en Asia!
La contención del comunismo según Kenan, debería durar hasta el día en que el poder
soviético resulte quebrado por sus contradicciones y suavizado por el desgaste del tiempo. El
debilitamiento de su ideología le ha despojado al poder soviético de su voluntad revolucionaria y su
capacidad de fascinar, pero no les ha quitado a los dirigentes del Kremlin las ambiciones de ser una
gran potencia.
En el campeonato mundial de ajedrez tras veinticuatro partidas ganó Bobby Fischer, peor en
el campeonato interestatal, el vencedor vuelve a poner en juego su título en cada partida. Si se
siente aislacionista, quiere retirarse a su ermita, y si se siente globalista se empaña en ganar todas
las partidas. La tradición no nos enseña el cinismo, sino la prudencia: suprema virtud de este mundo
sublunar.

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 KENNEDY, Paul. Auge y caída de las grandes potencias. Madrid, Plaza y Janés,
1990.
Capítulo VII “Estabilidad y cambio en el mundo bipolar”.
Si el destino de las potencias del Eje estuvo sellado después de diciembre del 1941, había
pocos indicios de que ellas lo supiesen.
A pesar de las pérdidas económicas ocasionadas por la Operación Barbarroja, Rusia produjo
más armamento militar que Alemania. Dada la supuesta superioridad angloamericana en Francia, es
sorprendente que los alemanes se portasen tan bien durante tanto tiempo. Ocupaban todavía
territorios más grandes que el propio Reich al empezar la guerra. La doctrina operacional alemana,
que hacía hincapié en la flexibilidad y en la toma de decisiones descentralizada a nivel del campo
de batalla, demostró ser muy superior a las tácticas cautelosas de los británicos.
Sin embargo, nuestra admiración de hoy por la actuación operacional alemana que parece ir
en aumento de un libro a otro, no se debería oscurecer el hecho evidente de que Berlín, como Tokio,
se había excedido.
Es importante señalar que incluso después de la expansión de los imperios alemán y japonés,
las fuerzas económicas y productivas alineadas sobre cada lado eran mucho más desproporcionadas
que en la Primera Guerra Mundial (obviamente, los aliados le pintan la cara al Eje).
Las adquisiciones de territorio por Alemania en 1939 y en 1940 la pusieron decisivamente
muy por delante de la aislada y un tanto maltrecha potencia de la que se hizo cargo Churchill. Por
consiguiente, el derrumbamiento de Francia y la entrada de Italia en el conflicto dejaron al Imperio
británico frente a una aglomeración de la fuerza militar que, en términos de potencial de guerra, era
probablemente dos veces más fuerte; el Eje Berlín-Roma era inatacable por tierra, todavía inferior
en mar e igual en aire. De acá la preferencia de GB a luchar en el Norte de África que en Europa.
Los decisivos acontecimientos de diciembre de 1941 alteraron completamente aquellos
equilibrios: el contraataque ruso en Moscú mostro que no caería bajo la Blitzkrieg, y la entrada de
Japón y de los EEUU en el que ahora un conflicto mundial hizo que se formase una Gran Alianza
de enorme poder productor industrial. Todo esto tampoco puede obviar el hecho de que los Aliados
poseían el doble de la fuera manufacturera el triple del potencial de guerra y el triple de la renta
nacional.
Así, en 1940 la producción británica de armamentos estaba muy por detrás de la de
Alemania, pero aumento de prisa, de modo que, un año después, era ligeramente superior. Los dos
golpes militares recibidos en Stalingrado y África del Norte, y el hecho de hacerse cargo Speer del
Ministerio de Economía, dieron enorme impulso a la producción alemana de armas en 1943. Pero el
cambio más impresionante se produjo con el aumento en más de ocho veces, de la producción

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norteamericana de armas entre 1941-43, que significo que el total de los aliados era más de tres
veces superior al de sus enemigos.
Ahora está claro que el lanzamiento de las bombas atómicas en 1945 marcó un momento
decisivo; pero en el contexto, no fue más que uno de una serie de instrumentos militares que podían
emplear los EEUU. A su vez, eran los únicos que tenían recursos de producción y tecnologías
suficientes no solo para sostener dos guerras convencionales a gran escala, sino también para
invertir en científicos, materias primas y dinero para la fabricación de una nueva arma.
El nuevo panorama estratégico
Las anteriores grandes potencias (Francia-Italia) estaban ya eclipsadas. La ambición
alemana de dominar Europa se derrumbaba, lo mismo que la del Japón de dominar el Extremo
Oriente y el Pacifico. Gran Bretaña, a pesar de Churchill, se hallaba en decadencia. El mundo
bipolar, pronosticado tan a menudo en el S XIX y a principios del XX había llegado a su fin.
El poder norteamericano en 1945 era, por falta de otro termino mejor, artificialmente alto,
como digamos, el de GB a 1815. De 1940 a 1944 la expansión de industrial en los EEUU creció a
un ritmo más veloz, causado probablemente por la producción de guerra, por lo que el sector civil
de la economía no se vio perjudicado como en las otras naciones combatientes. Si nivel de vida era
más alto que el de cualquier otro país, en general se había enriquecido en vez de empobrecerse. Este
poder económico se refleja en la fuerza militar de los EEUU. La guerra por otra parte había sido la
causa primordial de esta proyección hacia fuera del poder y la influencia norteamericanos.
Simplemente porque estaban políticamente comprometidos en la reorganización de Japón y
Alemania, en el Pacifico, en el norte de África, en Italia y en Europa Occidental, tenía también
fuerzas en aquellos territorios.
Como GB en 1815 veían como su influencia informal se convertía en algo formal, la Pax
Americana había alcanzado la mayoría de edad.
Los aspectos económicos de este nuevo orden eran, al menos bastante previsibles. Durante
la guerra, internacionalistas tales como Hull habían argumentado con cierta razón que la crisis
mundial de los años treinta había sido causada en gran parte por un mal funcionamiento de la
economía internacional: por aranceles protectores, competencia económica desleal, acceso
restringido a las materias primas, políticas gubernamentales autárquicas. A esto se añadió un
resuelto y tal vez excesivo empeño de los militares por asegurar el control americano, haciendo que
los EEUU se comprometiesen en la creación de un nuevo orden mundial beneficioso para las
necesidades del K occidental. De acá los acuerdos internacionales forjados entre 1942-1946 (FMI-
Banco Internacional) y más tarde el Acuerdo General sobre Tarifas y Comercio (GATT). Los países
que deseaban obtener alguna de las cantidades de dinero disponibles se vieron obligados a aceptar
las exigencias norteamericanas sobre libre convertibilidad de las monedas y la competencia abierta.

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Los fallos prácticos: En primer lugar, la cantidad de dinero disponible resultaba insuficiente
parar reparar la devastación, en segundo lugar, el sistema de laissez-faire actúa inevitablemente en
beneficio del país que tiene la posición más competitiva.
Solamente la ulterior percepción norteamericana de los peligros gemelos de un amplio
descontento social en Europa y una creciente influenza soviética, que estimulo la creación del plan
Marshall, permitió que se destinasen fondos al sustancial desarrollo industrial del mundo libre. Toda
esta influencia de EEUU iba del brazo con el establecimiento de tratados sobre bases militares y
seguridad en todo el mundo (también hay paralelismo con GB después de 1815).
En 1945 todos parecían creer que todo esto era obra de un “destino manifiesto”, y que
además tenían ahora una oportunidad de oro para enderezar los entuertos de las anteriores grandes
potencias mediante los ideales de EEUU (obviamente el esfuerzo personal, el espíritu emprendedor,
el libre comercio y la democracia)
La única zona donde era sumamente improbable que penetrasen la influencia
norteamericana era la controlada por la URSS. Pero incluso antes de que se derrumbase el Tercer
Reich, Stalin había enviado docenas de divisiones al Extremo Oriente, a Manchuria. Las fronteras
territoriales rusas se extendieron, en el Norte a expensas de Polonia y en el Sur, al recobrar
Besarabia, a expensas de Rumania. Los Estados bálticos de Estonia, Letonia y Lituania fueron
reincorporados a Rusia. Fue tomada parte de Prusia Oriental y una parte del este de
Checoslovaquia. Al oeste y al sudoeste se extendía un cordón sanitario de Estados satélites, Polonia,
Alemania Oriental, Checoslovaquia, Hungría, Rumania, Bulgaria, Yugoslavia y Albania. De acá el
Telón de Acero. Por el Oriente estaba Manchuria, Corea del Norte y Cajalin.
Pero la URSS tenía gravemente dañada su base económica, además de poseer una baja tasa
de natalidad (bajas masculinas).
Por consiguiente no es de extrañar que cuando los rusos se trasladaron a su zona de
ocupación en Alemania, tratasen de llevarse todos los bienes trasportables. Se debe agregar que
Rusia había conseguido concentrar la producción militar- industrial en detrimento de todos los
demás sectores. Para 1945 era un gigante militar y al mismo tiempo, económicamente pobre,
miseria y desequilibrada. Entre 1945-1950 se logró el “pequeño milagro económico” mejorando
solo un poco las cosas. Por otra parte, Stalin mantuvo su cruel venganza contra las preferencias de
los campesinos por las parcelas de propiedad privada, consiguiendo así q continuase la baja
productividad y la alta ineficacia tradicionales de la agricultura.
Stalin estaba claramente resuelto a sostener un nivel alto de seguridad militar en el mundo
de posguerra.
Otro elemento importante en el fortalecimiento del poder ruso fue el renovado énfasis puesto
por Stalin sobre la disciplina interna y el conformismo absoluto de finales de los años treinta.

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Cualquiera que tuviese relaciones con el extranjero era sospechoso, es más, en 1948 fue purgada
toda la directiva del partido de Leningrado (Stalin la tenía montada). Todo esto, más la eliminación
de la democracia en Polonia y en Checoslovaquia, condujo a una considerable disminución del
entusiasmo occidental por el sistema soviético.
Fuese cual fuese la causa, habría una gran extensión del territorio totalmente inmune a las
influencias de la Pax Americana y que ofrecería, ciertamente, una alternativa a esta.
Pero ¿Y las antiguas grandes potencias, ahora solo medianas, cuya caída era el reverso de la
medalla del auge de las superpotencias?
Cuando terminó la lucha, los Aliados siguieron adelante con sus planes para asegurarse de
que ni Alemania ni Japón volverían a ser una amenaza para el orden internacional. Se dividió a
Alemania en cuatro zonas, se despojó a Japón de sus posesiones de ultramar. Además, ambas
tuvieron regresiones económicas en los 40.
Aunque Italia había cambiado de bando en 1943, su destino económico fue igualmente
funesto. El nivel de vida era terriblemente bajo, y de no ser por EEUU hubieran muerto todos. En
realidad, todos estos países dependieron de la ayuda norteamericana durante este periodo y en este
sentido, eran poco más que satélites económicos.
En el caso de Francia, la organización de De Gaulle dependió de gran manera de la ayuda de
EEUU, cosa que nos le gustaba para nada, aunque pidiese más. Aunque no pudo recuperar sus
antiguos mandatos en Siria y el Líbano, trato de reafirmar su posición en Indochina y en los
protectorados de Túnez y Marruecos. Estos intentos no eran más que los atributos de potencia de
primera clase que ahora era débil económicamente.
El Imperio británico era el único Estado importante que había luchado en la Segunda Guerra
Mundial desde el principio hasta el fin. Pero lo cierto era que para asegurarse su victoria, los
ingleses se habían estirado demasiado, agotando sus reservas de oro y de dólares, desgastando su
maquinaria doméstica, haciéndose cada vez más dependiente de las municiones, transportes,
comestibles y otros artículos americanos, para poder continuar la lucha. Esta vez, era imposible
creer que GB estuviese todavía, políticamente, en el centro del mundo.
Los años siguientes fueron testigos de un afanoso intento británico por manejar estos
factores incompatibles: el nivel de vida, pasar a una economía mixta, llenar el vacío comercial, y
sostener una serie de bases en ultramar.
El gobierno laborista considero también prudente retirarse de la India, apartarse del caos de
Palestina y derogar las garantías a Grecia y Turquía. Por otra parte, la recuperación económica
había dependido en gran parte del préstamo que Keynes había negociado con Washington en 1945,
del Plan Marshall y del estado deteriorado de los países rivales.

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Sin embargo, y a pesar de todos los esfuerzos en contrario de los Gobiernos ingleses y
franceses, era indudable que había pasado la era Europea. La Europa en la total de la producción
manufacturera mundial era menos que en cualquier tiempo desde principios del siglo XIX: Este
eclipse de las potencias europeas se reflejó de un modo todavía más marcado en el personal y los
gastos militares. Esta impresión (de estar “eclipsados”) fue aumentada por el advenimiento de las
armas nucleares y de los lanzamientos a larga distancia.
Stalin, puso a su terrible jefe de Seguridad, Beria, al frente del programa atómico, ya al día
siguiente de Hiroshima. Al mismo tiempo, la ventaja de EEUU en lo atómico, ayudo a equilibrar la
preponderancia rusa en fuerzas convencionales. Pero no paso tanto tiempo hasta que Moscú se
pusiera en el mismo lugar que EEUU.
El invento de las armas atómicas transformo el panorama estrategia ya que dio a cualquier
Estado que las poseyese la capacidad de una destrucción indiscriminada y en masada, incluso de la
propia Humanidad.
El último elemento que pareció recalcar que el mundo debía ser ahora considerado estratega
y políticamente como bipolar y no en su forma multipolar tradicional, fue el realzado papel de la
ideología. Sin embargo, la compleja dinámica de las rivalidad multipolares a finales de los 30 hacia
difícil todo intento de explicar los asuntos mundiales en términos ideológicos.
En unos años, la naturaleza ideológica de lo que ahora es reconocido como Guerra Fría entre
Rusia y Occidente, se puso de manifiesto. La idea de que Rusia nunca iba a aceptar una democracia
parlamentaria condujo a un cambio masivo en los sentimientos norteamericanos, al que respondió
con prontitud la administración de Truman (obviamente, propagando su idea de Pax Americana).
Stalin no tuvo otra opción que aumentar su odio hacia Occidente.
O se estaba en un bloque dirigido por América o en el soviético. No había término medio.
La guerra fría y el Tercer Mundo
Gran parte de la política internacional durante las dos décadas que siguieron consistió en
procurar ajustarse a aquella rivalidad soviético-norteamericana y después, a su parcial rechazo. Al
principio, la Guerra Fría se centró en hacer fronteras en Europa.
El tratamiento de la cuestión polaca en Moscú estuvo relacionado con el problema alemán
en todos los aspectos. Políticamente, el apoyo de los polacos de Lublin iba del brazo con el
adiestramiento de comunistas alemanes en el exilio para que representasen un papel similar cuando
volviesen a su patria. Económicamente, la explotación por Rusia de Polonia y de sus vecinos
europeos orientales era una anticipación del despojo de bienes de Alemania.
Tanto en el caso de Polonia como en el de Alemania, la política rusa tenía que chocar con
Occidente. Política y económicamente los EEUU, los ingleses y los franceses deseaban que las

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ideas de libre mercado y elecciones democráticas fuesen la norma en toda Europa. Occidente
también estaba tan dispuesto como Moscú a frenar todo militarismo alemán.
Entrar en una descripción del relato minucioso de la escalada de las tensiones no es
necesario, sin embargo, vale la pena examinar las características principales de la guerra fría
después de 1945.
La primera de ellas fue la intensificación de la división entre los dos bloques de Europa.
Pero debe argumentarse que solo fue otra modesta presunción que Occidente sospechase que Stalin
proyectaba también controlar la Europa occidental y meridional cuando las circunstancias le fuesen
propicias. Esto obviamente no era posible mediante fuerzas militares, solo era posible si Moscú
utilizaba a su favor la continuada dislocación económica y las rivalidades y las rivalidades políticas
generadas por la guerra. Pero por otro lado, Tito, los comunistas griegos y Mao se preocupaban más
de sus enemigos locales que de un orden marxista mundial.
Entre los diversos elementos de la acelerada estrategia de contención, se destacaron dos: El
primero era indicar a Moscú las regiones del mundo que los EEUU no podían permitir que cayesen
en manos “hostiles”. Por lo tanto, estos Estados, recibieran ayuda militar para resistir. El
componente crucial de toda política de contención a largo plazo, seria, pues, un programa masivo de
ayuda económica. Según el Pte Kennan, había solo cinco centros de poder industrial y militar en el
mundo: los propios EEUU, la URSS, GB, Alemania y la Europa central y Japón. Conservando estas
tres últimas zonas, resultaría una “correlación de fuerzas” que aseguraría la inferioridad permanente
de la URSS.
Por otro lado, la asunción de los EEUU de las garantías británicas prestadas a Grecia y
Turquía fue justificada por Truman en terminaos de una “doctrina” que no tenía limitaciones
regionales.
La solución de la administración norteamericana, el Plan Marshall, fue deliberadamente
presentada como un ofrecimiento a todas las naciones Europeas, y su razón de ser era convencer a
todos los europeos de que la empresa privada era mejor que el comunismo para su prosperidad. En
la Europa Occidental, el crecimiento económico siguió adelante, integrado en una red con el
Atlántico del Norte.
En Europa Oriental se reforzaron los controles comunistas. En el 47 se creó el Cominform,
una especie de internacional comunista reconstituida y disfraza. El régimen pluralista de Praga fue
terminado por un golpe comunista en 1948, y Tito conseguía librarse del brazo de Stalin, y el resto
entraba obligado el COMECOM (Consejo de Mutua Ayuda Económica, onda un Plan Marshall,
pero sin recursos financieros).
La intensificación de las rivalidades económicas de Este Oeste se completó a nivel militar y
una vez más, Alemania estuvo en el centro de disputa. Si algo llevo el antagonismo al límite fue la

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crisis de Berlín de 1948-49 (EEUU debaten como permanecer unidos si Rusia salta nuevamente,
Rusia bloquea la entrada Berlín, Occidente piensa en mandar un convoy militar y abrir paso sin
importar que quiera Rusia).
En estas circunstancias se creó la Organización del tratado del Atlántico Norte (OTAN) cuyo
objetivo era la prestación de ayuda norteamericana a EEUU en el caso de una agresión de Rusia, La
alianza de la OTAN hizo militarmente lo que el Plan Marshall había hecho económicamente:
acentuó la división de 1945 de Europa en dos campos, con solo los neutrales tradicionales, la
España de Franco y algún que otro casito.
La segunda característica importante de la guerra fría, su continua escalada lateral desde
Europa hacia el resto del mundo, no fue sorprendente, Durante buena parte de la guerra, Rusia había
concentrado sus energías casi exclusivamente en combatir la amenaza alemana, pero esto no quería
decir que Moscú retirar su interés de Turquía, Irán y del Extremo Oriente.
Las primeras de las disputas extra europeas entre Rusia y Occidente fue, en gran parte,
legado de aquellos arreglos ad hoc de tiempo de guerra; en 1941-1943, Irán había sido colocado
bajo protección militar tripartita. Cuando Moscú no retiro su guarnición a primeros de 1943
empezaron las objeciones. La retirada de sus tropas, seguidas de la represión del Ejército iraní de las
provincias del Norte y del propio partido Comunista (tudeh) dio amplia satisfacción a Washington,
donde confirmo la creencia de Truman en la eficacia de hablar fuerte a los rusos.
Fue con esta percepción del avance mundial del comunismo como consideraron también las
potencias occidentales los cambios que se producirían en el Lejano Oriente. Pero el sobresalto de
los EEUU por la pérdida de China fue todavía más fuerte del causado por aquella amenaza más al
sur.
Todo esto planteo a EEUU repetidos problemas. De una parte, EEUU no podía ser tenido
por partidario de los regímenes corrompidos del Tercer Mundo, por otra, no quería que las fuerzas
de la revolución se extendieran más. Fue fácil alentar a GB para que se vayan de la India en 1947 ya
que esto era el paso a un régimen parlamentario y democrático bajo Nehru. Lo mismo para los
holandeses que dejaron Indonesia en 1949.
Este endurecimiento de la posición de Washington en 1950 fue el resultado de dos factores.
El primero, los crecientes atraques sobre las políticas de contención más flexibles de Truman y
Acheson, no solo por los críticos republicanos y el cada vez más influyente cazador de rojos, Joe
McCarthy, sino también por otros intransigentes dentro de la propia administración. El segundo fue
el ataque a Corea del Norte a través del paralelo 38, en 1950, ataque que consideraron como parte
de un plan agresivo orquestado por Moscú.
Esta contienda llevo a cambios significativos en la política norteamericana en las demás
partes de Asia. Taiwán era apoyado y protegido por los EEUU, mientras que la China era el feroz

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enemigo. En Indonesia el nuevo Gobierno recibiría ayudar para combatir a los rebeldes comunistas,
en Malasia, los británicos serian animados a hacer lo mismo, y en Indochina EEUU daría dinero y
armas para luchar contra el Vietminh. En 1951 se habían confirmado los derechos de bases aéreas y
navales de los EEUU en las Filipinas, y pocos días más tarde se firma un acuerdo tripartito de
seguridad con Australia y Nueva Zelanda. Una semana después se concluyó por fin el tratado de paz
con Japón, poniendo oficialmente fin a la guerra del Pacifico y restableciendo la plena soberanía del
Estado japonés. Por otro lado la política con China comunista seria hostil.
El tercer elemento de la Guerra Fría fue la creciente carrera de armamentos entre los dos
bloques, junto con la creación de alianzas militares de apoyos.
Moscú tenía sus mayores gastos en 1950-55 fueron causado por el temor de que una guerra
con Occidente conduciría a devastadores ataques aéreos contra la patria rusa. Por su parte, EEUU
creían que en una campaña nuclear ellos podían destruir a la URSS, más que ésta a ellos.
Una segunda y completamente nueva fase de la carrera de armamentos se inició en el mar,
aunque también se hizo de manera irregular. Fue sorprendente el aumento de la flota soviética,
motivada por Stalin desde 1945, plan que fue detenido por Kruschev que no veía la utilidad de los
buques aunque si de las armas nucleares
La verdadera carrera de armamentos después del 45 se estaba dando en la esfera de las
armas atómicas y de los misiles de largo alcance para proyectarlas. Las innovaciones tecnologías y
en especial los adelantos soviéticos lo cambiaron todo, era un hecho que dentro de pocos años más
habría terminado la era de la invulnerabilidad norteamericana.
El principal elemento de esta rivalidad fue la creación de alianzas en todo el mundo y la
competencia para encontrar nuevos compañeros.
Por su parte, Washington consideraba que se estaba desplegando un plan maestro para el
dominio del mundo por los comunistas y que había que contenerlo. El ingreso de nuevos miembros
en la OTAN en los 50 significo que EEUU “se comprometía a proteger a nuevas partes del mundo”.
De acá en más se empezaron a hacer pactos (EJ: con Canadá, Sudoeste del Pacifico, 5 etc.) para
ampliar la zona de protección.
EN tanto el Tercer Mundo iba a ser tomado en serio por la URSS. En 1956 Kruschev
disolvió el Cominform, luego las disputas con China se multiplicaron. Se decidió entonces
comenzar con una política de empuje hacia fuera.
En 1953 la URSS firman un acuerdo comercial con la India, 55-56 la URSS y
Checoslovaquia le dan ayuda a Egipto. Iraq, Afganistán y Yemen del Norte recibieron préstamos, lo
mismo que paso con los Estados de África declarados antiimperialistas. Finalmente en los 60
ingresan en América Latina.

5
Se constituye CENTO, anterior pacto de Bagdad de 1955, GB, Turquía, Irán, Iraq, y Pakistán vs. Los comunistas.

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EN este mundo bipolar, un Tercer mundo estaba adquiriendo la mayoría de edad y no
estaban dispuestos a convertirse en meros satélites. Kennedy dice que lo de Tercer. Durante los 50
y 60 estuvieron dominados por problemas de descolonización y por crecientes llamamientos a poner
fin al subdesarrollo, causas favorecidas hábilmente por los rusos.
Los más eminentes de los primeros abogados de la no alineación (Tito, Nasser, Neruh)
simbolizaron esta transformación. El caso de Yugoslavia fue notable, al romper con Stalin y
mantener entera su independencia sin q se produjese una invasión rusa. Nasser había alcanzado
fama en todo el mundo árabe después de su choque de 1956 con GB, Francia e Israel.
El mero hecho de que tantos nuevos Estados entrasen aquellos años en la Comunidad
Internacional y de que Rusia estuviera ansiosa de apartarles de Occidente, sin tener ella misma gran
conocimiento de las condiciones locales, significo también que muchas de sus ganancias
diplomáticas fuesen con frecuencia acompañadas de pérdidas.
El cambio de régimen de Iraq en 1958 permitió a Rusia presentarse como amiga de aquel
Estado árabe y ofrecerle préstamos. Cuatro años más tarde un golpe baasista condujo a la sangrienta
eliminación del PC en el país.
Así, pues la relación entre el Tercer Mundo y los dos Primeros fue siempre compleja y
cambiante, había desde luego, países que fueron pro rusos y otros firmemente pro americanos
(Taiwán, Israel). Había algunos que, siguiendo el ejemplo de Tito trataban de permanecer no
alineados, por último, se produce en el Tercer Mundo frecuentes revoluciones, guerras civiles,
cambios de régimen y conflictos fronterizos.
Las fisuras del mundo bipolar
Al comenzar los 70 había aun buenas razones para que la relaciones Washington - Moscú
continuase pareciendo lo más importante en los asuntos mundiales.
Era tal la capacidad de cada superpotencia para borrar del mapa a la otra que empezaron a
buscar sus arreglos para controlar de diversas maneras la carrera de armamentos nucleares.
En 1963 se firma el tratado de prohibición de pruebas nucleares; se firmó el Tratado de
limitación de armas estratégicas de 1972 (SALT I). A finales de los 70 comenzaron las
negociaciones para un tratado SALT II en el 79, pero nunca fue ratificado por el senado de los
EEUU.
En intervalos de pocos años se añadieron nuevos sistemas de armas; también en otros
campos su rivalidad en crucial. Era enorme la expansión de la flota de superficie de la URSS. Esta
acción reflejo una importante extensión de las rivalidades Ruso- norteamericanas en el Tercer
Mundo, debido principalmente al éxito de Moscú de entrar en regiones donde la influencia
extranjera había sido hasta entonces monopolio Occidental. La continua tensión en Oriente Medio y
especialmente las guerras árabe - israelí de 67-73 donde el suministro de armas de EEUU a Israel

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resultó decisivo, significo que varios E árabes (Siria Libia Iraq) siguieran buscando al ayuda de
Moscú.
En Angola los frecuentes intentos del régimen Libio de Gadafi y ayudado por los soviéticos
de exportar la revolución a otras partes y la presencia de gobiernos Marxistas en Etiopia,
Mozambique, Guinea, Congo y otros, indicaron que Moscú estaba ganando en la lucha por la
influencia mundial.
Entre 1960-80 otras tendencias habían estado trabajando para hacer que el sistema de poder
internacional fuese mucho menos bipolar de lo que había parecido en el periodo anterior. No solo
había surgido el Tercer Mundo para complicar las cosas, sino que avían aparecidos fisuras
importantes en los que habían parecido ser dos bloques monolíticos dominados por Moscú y
Washington. La división entre la URSS y la China Comunista: Mao no estaba dispuesto a ser un
subordinado del dogmático de Stalin sobre la importancia de obreros y campesinos.
Sin embargo la gran amplitud de la fisura agarro a todos de los observadores por sorpresa y
fue durante muchos años inadvertida por unos EEUU excitados por el miedo a una conspiración
comunista.
En 1959, Kruschev había anulado el acuerdo atómico con Pekín y ofrecía a la India
préstamos mucho más importantes que los que jamás habían concedido a China. En el 62-63 las
cosas empeoraron cada día más. Mao había denunciado a la URSS por ceder en la cuestión de Cuba
y después por firmar el tratado de Prohibición de pruebas nucleares con los EEUU y GB.
Estratégicamente esta división fue el acontecimiento más importante de 1945. Esto no quiere decir
que China se hubiese erigido como Tercera Superpotencia de pleno derecho. Económicamente tenía
enormes problemas, exacerbados por la decisión de la revolución cultural.
Al empeorar estas relaciones, no solo mostro Moscú interés en las conversaciones sobre
limitaciones de armas nucleares, sino que aceleraron el ritmo de un mejoramiento de las relaciones
con países tales como la República Federal Alemana. En el terreno político y diplomático la ruptura
Chino-Soviética era más preocupante para el Kremlin. Otra cosa muy distinta era que la URSS
fuera abiertamente acusada de haber abandonado los principios marxistas.
En el tercer mundo China estaba mejor situada para bloquear la influencia rusa. Pero
sencillamente tener que competir con un E marxista hermano, además de con los EEUU, era mucho
más inquietante que las previsibles rivalidades bipolares de las dos décadas atrás.
De todas maneras la actitud firme e independiente de China hacia que las relaciones
diplomáticas fuesen más complicadas especialmente en Asia.
Veinte años después de que China ataque a la URSS por ser blanda con Occidente, estaba
ahora presionando a la OTAN para que aumentase sus defensas y advirtiendo al Japón y al Mercado
Común contra todo reforzamiento de los lazos económicos con Rusia.

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En el campo Occidental desde los 60 en adelante existieron diferencias causadas
principalmente por la campaña de De Gaulle contra la hegemonía de EEUU, eran mucho menos
graves a largo plazo.
De Gaulle veía en las armas nucleares la oportunidad de conservar la condición de gran
potencia, a la vez que empieza a salir de la estructura militar de la OTAN e intento mejorar su
relación con la URSS. Impulsada por el Plan Marshall, la economía francesa había crecido
rápidamente durante dos décadas. Francia pudo beneficiarse de este más amplio mercado mientras
reestructuraba su propia agricultura y modernizaba su industria. Sin embargo en 1968 la carrera
política del propio De Gaulle había sido socavada por la revuelta de estudiantes y trabajadores.
Según EEUU después de 1945 una Europa fuerte e independiente, es decir, independiente
del comunismo, convenía a los intereses a largo plazo de los EEUU y contribuiría a reducir sus
gastos de defensa. Pero si EEUU estaban mejor posicionados antes las cambiantes formas del poder
mundial, esto no se evidencio hasta muchos años después de 1960. Desde luego y por encima de
todo, los EEUU estaba cada vez más convulsos por los problemas derivados de la guerra de
Vietnam. Los vietnamitas del norte y el Vietcom del Sur aparecían a los yankees como nuevas
formas del progresivo comunismo asiático.
El hecho de que esta era una guerra hecha por una sociedad abierta, que era la primera
guerra que los EEUU habían perdido inequívocamente, hicieron que los efectos fueran vistos sobre
todo a niveles personales y psicológicos (una crisis en la civilización norteamericana y sus
estructuras constitucionales).
En primer lugar este conflicto dio un útil y calmante recordatorio que la superioridad en
armas y en productividad económica no asegura una efectividad militar.
Esta no era una guerra en q tales superioridades tendrían eficacia. El miedo a la opinión
doméstica y a la reacción mundial impidió el uso de armas atómicas (hubo restricciones). Era
importante no provocar a los dos más grandes E comunistas a que entrasen en la guerra.
Los norvietnamitas y el Vietcom luchaban por algo en lo que creían firmemente y los q no
creían en ellos estaban sin duda sometidos a la disciplina de un régimen totalitario y
apasionadamente nacionalista.
En contraste de ellos, el sistema de gobierno survietnamita aparecía corrompido, impopular
y en una clara minoría.
Sin embargo los efectos a corto plazo de la guerra solo podrían ser destructivos. Mientras
EEUU ponía dinero en Vietnam, la URSS dedicaba sumas más grandes a las fuerzas nucleares. La
moral de los servicios armados cayó en picada consecuencia tanto de la propia guerra, como de las
secuelas de la postguerra.

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Otra consecuencia de la guerra en EEUU fue que oscureció el reconocimiento por
Washington e la importancia del conflictivo chino soviético, perdiendo la oportunidad de crear una
política para aprovecharse de él.
El enfoque de Kissinger (Consejero de Seguridad Nacional, luego Secretario de Estado) de
los asuntos mundiales era historicista y relativista: los acontecimientos tenían que verse en su
contexto más amplio y relacionarse los unos con los otros. El reconocía las limitaciones del poder
americano. No solo en el sentido de que los EEUU podían permitirse una guerra prolongada en las
selvas del sudeste asiático, sino porque el cómo Nixon percibían que los equilibrios mundiales
estaban cambiando. Kissinger preconizaba una fundamental reforma de la diplomacia de EEUU en
el más amplio sentido. La revolución diplomática causada por el aprochomment Chino-EEUU
después de 1971 dio un gran efecto en la correlación mundial fuerzas. Japón sintió que al fin era
capaz de establecer relaciones con la República Popular China.
Pakistán recibió apoyo de Moscú y Pekín durante su conflicto con la India en 1971 (era
canal de mensajes entre ambos países).
Alarmado por la hostilidad de China y la diplomacia de Kissinger el Kremlin considero
prudente concluir el tratado SALT II y fomentar otros varios intentos de mejorar las relaciones a
través del telón de acero.
Es difícil saber cuánto tiempo habría continuado Kissinger con su juego estilo Bismarck si el
escándalo de Watergate no hubiese echado a Nixon de la Casa Blanca en el 74.
Con los EEUU debatiéndose con grandes problemas económicos durante los 70, y con los
diferentes PP tratando de apartarse a su reducida posición internacional, Carter gano también fama
para mediar en el acuerdo de Camp- David de 1978 entre Egipto e Israel. Sin embargo EEUU
continúo apoyando mubutu del Zaire, al rey de Marruecos y el sha de Irán. Carter esperaba también
mantener bajos los gastos de defensa y pareció asombrarse de que la distención con la URSS no
hubiese frenado los gastos de armamentos de este país y sus acciones en el Tercer Mundo. Cuando
las tropas rusas invadieron Afganistán a finales de 1979 EEUU, que había lanzado un programa de
defensa a gran escala, se retiró del Tratado SALTT II, cancelo las ventas de cereales a Moscú y
empezó a seguir una política de equilibrio de poder que el presidente había condenado solo cuatro
años antes. El gobierno de Reagan está decidido a manejar la nave del Estado por rumbos nuevos,
se aumentaría la producción de armas, y los derechos humanos se borraron de la orden del día.
En la ONU EEUU parecía más aislada que nunca; en el 84 se retiraron de la UNESCO.
EEUU iba a poseer un armamento mucho mayor que en 1980.
La razón de anotar aquí conjuntamente, los diversos problemas de las administraciones
Carter-Reagan es que, tomadas en su conjunto, distrajeron la atención de las fuerzas más grandes

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que estaban formando la política del poder mundial y en particular el paso de un mundo bipolar a
uno multipolar que Kissinger había detectado tiempo atrás.
Era indudable que la URSS aumento su fuerza militar en estos años. En 1979 dio el golpe en
Afganistán para que no se meta China.
Regan y su gabinete fueron mucho más pragmáticos y conciliadores.
Los equilibrios economices cambiantes 1950-1980
Nixon en el 71 dijo que existían cinco grupos de poder económico mundial: Europa
Occidental, Japón, China, URSS y EEUU.
Aunque el comercio y la prosperidad tuvieron turbulencias desacostumbradas pueden
detectarse ciertas tendencias a largo plazo que aprecian dar forma a la política mundial en un futuro
previsible.
El primero y más importante rasgo fue un índice sin precedentes de crecimiento en la
producción industrial mundial (1953-75).
El volumen del comercio mundial creció espectacularmente después del 45, en contraste con
las distorsiones de la era de las dos Guerras Mundiales.
Esta disparidad puede explicarse por los grandes aumentos entre la manufactura y el
comercio entre los países industriales avanzados; pero la creciente demanda de los productos
primarios y los comienzos de industrialización en un creciente número de países del tercer mundo
significaron que las economías de la mayoría de estos últimos creciesen también más de prisa en
estas décadas que en cualquier otro momento.
Los países menos desarrollados crecieron rápidamente en el siglo XIX cuando las
economías abiertas (GB) se extendían más de prisa. Durante los 50-60 alcanzaron de nuevo índices
más rápido de crecimiento (se atrasaron mucho en la crisis del ´30). Sin embargo dado el gran
número de habitantes del tercer mundo, su parte en la producción mundial, era muy baja y su
pobreza más aún.
La ganancia no era compartida en proporciones iguales por todos los países menos
desarrollados, las diferencia en riquezas de los pases del trópico fueron aun mayor cuando se
retiraron las potencias coloniales. La caída de un precio podía destruir a un país de un solo saque.
Por otra parte había E que pasaban por una revolución verde. Otros tenían petróleo y los convirtió
en una categoría económica diferente, aunque los llamados OPEP-EDC sufrieron al caer los precios
del petróleo en los años 80.
La disparidad entre las naciones menos desarrolladas constituye el segundo rasgo importante
en el cambio macroeconómico en las últimas décadas. La transformación económica del Japón
luego del 45 ofreció el ejemplo más espectacular de modernización. Luego del 45 fue ocupado y

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dependiente de la ayuda norteamericana. En el 50 cambio todo gracias a los fuertes gastos de
defensa de los EEUU en la guerra de Corea.
Desde luego hubo en el milagro japonés mucho más que los gastos de EEUU durante la
guerra de Corea. Una razón principal fue su fanática creencia en conseguir los más altos niveles de
control de calidad tomando y mejorando técnicas y métodos de Occidente.
La economía requería grandes cantidades de K para conseguir un continuo crecimiento, y las
recibió en parte porque tenía como país “desmilitarizado” y atrapado por el paraguas estratégico
americano pocos gastos de defensa, pero tal vez más aun por la política fiscal e impositiva que
fomentaba el ahorro.
Sean cuales fueran las explicaciones no se podía negar la dimensión de su triunfo
económico.
Por su parte la República Popular China parecía un caso típico de estanque, aunque no
estaba totalmente desesperado. Lo que el país necesitaba era un largo periodo de estabilidad de
aportaciones masivas de K. En este aspecto, el plan quinquenal del 53 fue muy parecido al soviético
(acero + carbón). Sin embargo, los aumentos solo podían venir de la mano de una mayor
industrialización, mejoras en las infraestructuras y de inversión a largo plazo. Esto fue lo que
sucedió en 1980 cuando China puso en marcha a su tigre asiático interno.
Estaba también el milagro italiano, fomentado por las exportaciones, los buenos
diseñadores, los salarios bajos, baratura del petróleo, etc.
GB en el 45 estaba bastante adelantada, seguía aun con sus mercados coloniales cautivos y
se rehusaba a integrarse en los movimientos hacia la unidad europea. Pero a partir de 1945 su
posición comenzó a ser más frágil: derrota de Suez, el sindicalismo militante, dirección defectuosa
del gobierno, actitudes culturales negativas con el trabajador y el empresariado, crisis de la esterlina
y devaluaciones, etc. Comenzó así lo que se llama “aceleración de la decadencia industrial de GB”
La Alemania federal también tenía su propio milagro: bancos, industrias, compañías de
automóvil, exportaciones, acero. Solo porque seguía dividida y dominada por otros es que este peso
económico no se transformó en poder político.
Francia estaba queriendo arrancar, pero solo con excepciones como en la industria eléctrica,
aeroespacial y del automóvil. Hasta cuando todos crecían, Francia se quedaba atrás.
 HALLIDAY, Fred. Génesis de la Segunda Guerra Fría. México, Fondo de Cultura
Económica, 1989.
Cap. 1 “La vieja y la nueva guerra fría”
Mediados de los 60: comienza la guerra fría, un periodo de hostilidad Este-Oeste y de
tensión concentrada, en un conflicto comparable al de la PGM.

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La crisis con la Segunda Guerra Fría no era tan solo una cuestión del tono de las relaciones
Este-Oeste, sino q se le dio una importancia debido al papel desempeñado dentro de ella por la
carrera armamentista nuclear y los peligros q se ven como nacidos de esta competición.
Esta carrera y el conflicto Este-Oeste son dos partes del mismo proceso; las dos están
estrechamente entrelazadas, tanto q un empeoramiento de los contactos políticos entre Este y Oeste
se percibe como agravador del peligro de guerras y hace q sea lo más necesario el descubrir algún
medio de detener la carrera armamentística.
Las guerras frías implican una merma de la confianza en el mecanismo del logro de la paz y
en la capacidad de los políticos de hallar soluciones a los problemas mundiales.
Quienes pretenden comprender la guerra fría se enfrentan a un doble problema:
El problema moral de reaccionar y oponerse a las fuerzas q favorecen la guerra y q
amenazan a la humanidad con la destrucción nuclear.
El problema intelectual de reforzar el ultraje moral con un análisis de cuáles son las causas
de esta tensión internacional.
La discusión siguiente es el producto de este interés dual, moral-intelectual, y es parte de un
debate amplio q se ha preparado durante años. El presente capítulo pretende fijar los términos del
debate, entre la Segunda y la Primer guerra Fría.
Fases de la historia de la Posguerra.
La Segunda Guerra Fría es la más reciente de 4 fases en q puede dividirse la historia
posterior de 1945. Las políticas de posguerra han pasado por 3 fases inciviles, definidas en las
relaciones ente EEUU-URSS.
Fase 1: Primera Guerra Fría 1946-1953.
Fase 2: periodo de antagonismo oscilatorio, 1953-1969.
Fase 3: distensión, 1969-1979.
Fase 4: Segunda Guerra Fría, 1979 en adelante.
Las tensiones entre los aliados habían ido aumentando durante la SGM. Sobre el segundo
frente los programas posbélicos para Alemania, los plantes para Europa Oriental.
En la doctrina Truman de 1947. Los EEUU declararon su posición para organizar fuerzas
anticomunistas en Grecia y Turquía, anunciando un apoyo estadounidense a potenciales aliados
donde sea q se encontrasen.
El plan Marshall del 47, pretendía revivir el K europeo bajo la influencia de EEUU.
6 años de ruptura de comunicación de Este-Oeste; el bloque de Berlín en el 48 fue
determinante, acompañado por la toma de poder a la fuerza por partidos comunistas en Europa
Oriental.

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La OTAN se creó en el 49, año en q se confirmó la división de Alemania en dos estados
rivales. Ese año, los chinos comunistas llegan al poder.
La Primera Guerra Fría terminó como consecuencia de:
- la muerte de Stalin en 1853 y el deshielo concomitante en la político soviética interior y
exterior.
- la elección de Eisenhower, q prometió acabar con la guerra de Corea.
Para 1954 comenzaban de nuevo las negociaciones Este-Oeste, y vino un alivio de las
tensiones. Ni el Este ni el Oeste fueron capaces de predominar sobre el otro, y las divisiones
mismas q acompañaron su final (en Alemania, Corea y Vietnam) simbolizaron el carácter
inconcluso de su terminación. Ambos ganaron en parte:
El lado soviético, su sistema de alianzas se establecida ahora en Berlín a Pekín, gran
contraste comparado con el 45. La devastación de la guerra había dejado un frenesí de
reconstrucción y desarrollo de Europa Oriental, y la URSS avanzó hacia la construcción del
socialismo.
Washington había creado un nuevo sistema de alianzas. El capitalismo estadounidense
adquirió grandes dimensiones.
Ni la URSS ni EEUU lograron honor o paz de la Primera Guerra Fría, pero ambos lograron
influencia estratégica y confianza firma en esta Primera Guerra Fría. Esta primera guerra dio paso a
un periodo de antagonismo oscilatorio, q duró entre 1953 y 1969, y a la distensión desde el 69 al 79.
(Sigue tirando datos fácticos, para justificar la idea de “antagonismo” y de “distensión”).
¿Qué es la guerra fría?
Fría indica las relaciones entre Este y Oeste como heladas, paralizadas, congeladas.
6 características q marcaron a la Primera Guerra Fría:
1) concentración militar con énfasis en las armas atómicas en ambos bloques.
2) gran campaña de propaganda.
3) no hubo negociaciones fructíferas entre EEUU y URSS.
4) el conflicto entre K y comunismo halló expresión en situaciones revolucionarias en el
tercer mundo.
5) se reforzaron controles dentro de los campos K y comunistas.
6) se hizo más hincapié q antes en la confrontación Este-Oeste.
El conflicto entre Este y Oeste ha caracterizado a la política mundial desde 1917, y se ha
globalizado desde 1945. Así, “guerra fría” denota una etapa particular de conflicto social
globalizado.
Características de la distensión.

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La distensión estuvo marcada por una reducción de la carrera armamentista total, por una
retórica de paz y una búsqueda de niveles de armamentos convenidos.
 WALLERSTEIN, Immanuel. Después del liberalismo. México, Siglo XXI, 1996.
Cap.1 “La Guerra Fría y el Tercer Mundo ¿los buenos tiempos pasados?
Entre 1945 y 1990 fue la era de la hegemonía estadounidense en el sistema mundial. Hay 4
afirmaciones para tal período:
EEUU era la potencia hegemonía en un sistema unipolar. Su poder, basado en el sistema de
alianzas con Europa occidental y Japón, llegó a su apogeo entre el 67 y el 73.
La abrumadora ventaja económica de EEUU en 1945 fue consecuencia de:
La invariable concentración de la energía nacional de EEUU desde 1865 en el mejoramiento
de su capacidad de producción y de innovación tecnológica.
La libertad de EEUU de realizar gastos militares serios, a Lemnos hasta 1941.
La ausencia de destrucción de su infraestructura por la guerra.
EEUU pudo institucionalizar rápidamente esa ventaja, creando una hegemonía q le permitió
controlar o dominar todas las decisiones importantes.
Los dos pilares clave en q se apoyaba esa hegemonía eran un sistema de alianzas con los
países importantes ya industrializados del mundo por un lado, y un estado de bienestar de
integración nacional en lo interno, por otro.
EEUU y la URSS mantenían un conflicto estructurado, en q la URSS actuaba como agente
subimperialista de EEUU.
En la superficie, EEUU y la URSS eran enemigos ideológicos entrampados en una guerra
fría desde 1917, no solo desde 1945. Sin embargo, la realidad era distinta. En Europa se trazó una
línea en el lugar donde estaban las tropas soviéticas y estadounidenses al término de la segunda
guerra: al este de esa línea estaba la zona reservada al predominio político soviético.
La URSS podía hacer lo q quisiera dentro de su zona del este de Europa. Se establecieron
dos condiciones de trabajo. Las dos zonas observarían paz entre los estados y se abstendrían de
cualquier intento de cambiar o subvertir los gobiernos de la otra zona.
La URSS no esperaba ni recibiría apoyo ni ayuda de los EEUU para su reconstrucción
económica. La URSS podían tomar todo lo q pudiera de Europa oriental, mientras q el gobierno de
EEUU concentraría sus recursos económicos en Europa occidental y Japón.
Se puede decir q la URSS era una potencia subimperialista de EEUU porque funcionó para
garantizar el orden y la estabilidad dentro de su zona.
El tercer mundo se impuso a la atención de EEUU, la URSS y Europa occidental al reclamar
derechos más completos.

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Al tercer mundo nunca se le preguntó si aprobaba el orden mundial establecido por los
EEUU en colusión con la URSS. EEUU tenía un programa para el tercer mundo: Wilson llamó a
esto la autodeterminación de los pueblos: cada pueblo irá recibiendo derechos políticos, soberanos e
individuales.
El leninismo como ideología era la autonomía del wilsonismo. Lenin tradujo este programa
a la jerga marxista, y renació como antiimperialismo y la construcción del socialismo.
Pero después de 1945 el tercer mundo apresuró el paso.
Los comunistas chinos entraron en Shanghai.
Los pueblos de Indonesia e Indochina se negaron a recibir de nuevo a sus señores coloniales.
El subcontinente indio reclamó independencia inmediata.
Los egipcios acabaron con la monarquía y nacionalizaron el canal de Suez.
Los argelinos se negaron a aceptar la idea de q eran parte de Francia.
En 1950 se dio la liberación africana.
Comienza una revolución política en América Latina.
Las potencias coloniales se opusieron a ese aceleramiento e hicieron lo posible por
detenerlo. Sin embargo, la batalla política fue ganada por el tercer mundo.
1970 y 1980 fueron un periodo de estancamiento económico global, resistencia de EEUU a
si declinación inminente y desilusión del tercer mundo con su propia estrategia.
Para 1970, EEUU había llegado al apogeo y a los límites de su poder. La declinación de sus
reservas de oro lo obligó a abandonar la paridad fija del dólar con el oro. El crecimiento económico
de Europa occidental y Japón había sido tal q ya habían igualado y estaban comenzando a superar
los niveles de productividad de EEUU. Y la revolución mundial de 1968 minó todo el consenso
ideológico q EEUU había construido.
En los dos decenios transcurridos desde entonces EEUU se ha dedicado a un trabajo de
remiendos.
A los europeos occidentales y a los japoneses les ofreció el trilateralismo, es decir, la
promesa de más consultas en la creación de políticas mundiales. A la URSS le ofreció la distensión,
o sea, bajar los decibeles ideológicos, lo q fue como un bálsamo para la burocracia brezhneviana
después de la ola de choque de 1968.
Económicamente, el mundo tuvo entonces q enfrentar las cuentas del trabajo de remiendo de
los años setenta, la crisis de la deuda se manifestó por primera vez en Polonia en 1980, y fue
reconocida en México en 1982. El resultado fue el espiral económico descendente en todo el tercer
mundo.
La URSS era una superpotencia debido a su arreglo especial con EEUU, llamado guerra fría.
Si EEUU ya no podían desempeñar su papel de potencia hegemónica, la guerra fría no cumplía

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ninguna función y la URSS corría el riesgo de ser tratada como otro estado semiperiférico en la
economía capitalista mundial.
El iraquí Saddam Hussein vio la debilidad de EEUU, en su incapacidad de imponer a Israel
el proceso de arreglos regionales q formaba parte de la liquidación de la guerra fría. Así, vio el
momento de invadir Kuwait. En su cálculo entraron varias variables:
La crisis mundial de la deuda; que Israel pusiera fin a las conversaciones de paz con la
Organización para la Liberación Palestina; la caída de los comunismos: Saddam Hussein sabia q la
URSS no lo apoyaría, lo q lo liberaba de las automáticas limitaciones del arreglo entre EEUU y la
URSS, y además la caída de los comunismo era una caída ideológica; finalmente, él sabía q si
invadía EEUU perdía, o política o militarmente.
II. ¿Hacia dónde vamos ahora?
Yo creo q el sistema mundial está yendo hacia una mayor polarización Norte-Sur.
Mucho se habla sobre una división en tres partes del mercado mundial. Yo no creo q ocurra,
dado q las triadas dan lugar a divisiones binarias. La alianza natural es con Japón. Este es ahora
fuerte en capacidad y potencial de desarrollo. Tanto Japón como Estados Unidos llevarían al acierto
sus vinculaciones en América Latina y el Sudeste asiático.
Europa ve venir esto. Sabe que tiene q elaborar una estrategia si quiere participar. La clave
es Rusia, a la q es preciso incluir si Europa ha de tener alguna fuerza frente al acuerdo Japón-
EEUU. Europa se esforzará todo lo posible por impedir la desintegración de la URSS, y como
Japón, China y EEUU también temen ese proceso.
En la segunda etapa cada uno de los dos Nortes tendrá q desarrollar su propia periferia.
Actualmente las zonas centrales están enterradas ante la perspectiva de q empiece la emigración
rusa y china.
¿Qué pasará con lo q solía ser el tercer mundo? Habrá enclaves vinculados con uno de los
dos Nortes, pero la participación total del Sur en la producción mundial y en la riqueza disminuirá.
¿Cuáles son entonces las opciones abiertas?
La opción de Jomeini, del Islam, es la culminación de la ira contra los horrores del sistema
mundial moderno, y concentra la ira en sus mayores beneficios e instigadores. Esto parece llevar al
camino del apaciguamiento de las pasiones y el reingreso de la órbita cultural del sistema mundial.
El problema vendría en el caso de q estallen movimientos en otros países del Sur, impulsando su
propia desintegración.
La segunda opción es la de Saddam Hussein. Yo creo q esta no es más q la opción de
Bismarck. Es la convicción de q puesto q las desigualdades económicas son resultado de las
correlaciones de fuerza políticas, la transformación económica requiere fuerza militar. El
enfrentamiento entre EEUU e Irak es la primera guerra entre el Norte y el Sur.

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La tercera opción es la de resistencia individual por reubicación física. En un mundo de
creciente polarización Norte-Sur, con declinación demográfica en el Norte y expansión demográfica
en el sur, es difícil impedir una migración masiva.
Así, es muy posible q haya in intento de negarles los derechos políticos a los inmigrantes del
Sur en el Norte, lo q significa q en 200 años de integración social de las clases trabajadores en el
Norte volveríamos a la situación de comienzos de s XIX (la existencia de una masa sin derechos en
los estratos más bajos)
La cuestión seria que se abre en la primera mitad del s XXI es si realmente surgirán nuevos
movimientos transformadores, con estrategias y programas de acción nuevos. De seguro está muy
lejos; la razón es q nadie ha propuesto estrategias y programas de acción nuevos para remplazar las
ya difuntas estrategias wilsoniano-leninistas para el tercer mundo, q en sí no eran otra cosa q
extensiones de la estrategia del s XIX de tomar el poder del estado.
 HELLER, Agnes y FEHER, Ferenc. De Yalta a la glasnot. Madrid, Pablo Iglesias,
1992.
“La Primavera de Praga en la tipología de las revueltas por la emancipación”
I En la Europa del Este postestalinista pueden distinguirse cuatro tipos principales de
conflictividad social. El primer tipo, caracterizado especialmente por episodios de rebelión causada
por la escasez, ha tenido como causas un período de reajustes insoportables de la productividad en
las fábricas o una reforma social. Son abrumadoramente espontáneos. En ocasiones adoptan formas
violentas, como en Berlín y Poznan, donde el conflicto se resolvió en barricadas, pero no son
revolucionarios. Después de un breve período de transición, el levantamiento de Berlín condujo a
un control aún más firme de Ulbricht sobre Alemania Oriental.
El segundo topo está representado por un hecho singular: la revolución húngara de 1956 que
fue radical y total, cuestionó y finalmente rechazó al sistema comunista de partido único. La
revolución destruyó ese sistema. Precisamente por su inflexible radicalismo, la revolución húngara
no se convirtió ni podía convertirse en un paradigma de acción para otras naciones de la región. Fue
una especie de revolución antiautoritaria.
El tercer tipo fue el intento de reforma estructural que se acometió en Checoslovaquia. Las
peculiaridades de estos hechos se examinarán en detalle más adelante, por lo que aquí solo
señalaremos su presencia en nuestra tipología
En el cuarto tipo, ilustrado por los acontecimientos de la Polonia contemporánea,
observamos la culminación de una década de luchas sociales caracterizadas por batallas
desesperadas y a veces sangrientas entre el Estado y las grandes masas, en su mayor parte
industriales, de asalariados del Estado.

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Al definir los hechos de Polonia como una rebelión de la sociedad civil contra el Estado.
Podemos señalar la simbiosis antagónica de un población amotinada, por una parte, y un Estado
totalitario a la defensiva pero reivindicando firmemente su derecho a gobernar, por otra. En
cualquier momento puede inclinarse hacia un polo u otra causa de un movimiento aleatorio d uno de
los dos antagonistas. Esto genera un clima de incertidumbre en la totalidad de la vida social, donde
a los arrebatos de esperanza les siguen profundas depresiones.
La verdad era sin embargo que en aquel momento la población carecía de la esperanza y por
tanto, de la audacia necesarias para ir más allá.
Esta extraña simbiosis, en la que ambas partes esperaban que ocurriera un milagro social, no
incluía los elementos específicos de la opción checoslovaca, es decir, no albergaba ilusiones de
reformas en y por el partido
II Los tipos segundo, tercero y cuarto poseen tres características comunes
En primer lugar, todos estuvieron precedidos por crisis económicas que aunque de
naturaleza diferente, afectaron a la base del poder de sus respectivas sociedades.
En segundo lugar tanto a nivel político como a nivel económico, las raíces de estos hechos
pueden encontrarse en una época muy anterior a su espectacular erupción. Los tres países
estuvieron precedidos por prolongadas crisis sociales durante las cuales muchos actores sociales
intentaron influir y erosionaron la base del poder de sus respectivos regímenes en un grado
importante aunque variable.
Por último, todos compartieron un peculiar ritmo común. Tras un largo período de apatía,
durante el cual una cohorte numéricamente débil de militantes parecían excéntricos en lugar de
acciones sociales.
Debemos ahora ocuparnos de sus diferencias y rasgos opuestos.
Por un lado están Checoslovaquia y Hungría, por otro Polonia. Los primeros, de corta
duración, fueron iniciados y consumados por comunistas reformistas y de la oposición,
pertenecientes a diversos niveles de la jerarquía social; en otras palabras, por intelectuales sin poder
y funcionarios bien situados. En cambio, después de que el régimen de Gomulka traicionase sus
promesas en el 56, el movimiento polaco a partir de mediados de la década de 1960 dejó de albergar
ilusiones comunistas reformistas. La última expresión de autocrítica comunista en el proceso de
radicalización polaco, la carta abierta de Kuron y Modzelewski a los miembros del PC polaco,
preconizaba un levantamiento dentro del espíritu del socialismo contra la nueva clase.
Otra característica que distingue los movimientos de Hungría y Checoslovaquia del proceso
polaco puede encontrarse en el contexto de los acontecimientos internacionales. La radicalización
de Checoslovaquia y Hungría tuvo lugar ante un cambio de dirección en la URSS. En el caso de
Hungría este cambio señaló una espectacular crisis en el vacío de poder postestalinista.

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A modo de contraste en Polonia que padecía el conservadurismo de Breznev, la década del
70 pareció ofrecer únicamente la oscuridad impenetrable de una inmovilidad social osificada. El
gran logro de los trabajadores y los intelectuales radicales polacos fue encontrar el aguante, el valor
y los métodos para llegar a la arrolladora victoria de agosto del 80 y provocar con ella una crisis de
legitimidad del régimen, sin desencadenar la intervención soviética.
Por otro lado hay un criterio de comparación concreto que nos permite diferenciar las
luchas: la conciencia desarrollada históricamente de los peligros inherentes a una acción radical.
Nacidos después de los hechos del 56 en Hungría, los movimientos de Checoslovaquia y Polonia
pudieron asimilar algunas lecciones de Hungría. Dos de ellas son notables, la primera consistió en
comprender que la URSS intervendría con toda probabilidad si las dictaduras de los partidos
comunistas se veían amenazadas. En segundo lugar, sabían con una certeza razonable que las
potencias occidentales no emprenderían ninguna acción militar de peso para disuadir a los
soviéticos de intervenir.
A pesar de ciertos gesto que retrospectivas podemos calificar de eufóricamente optimistas, la
ingenuidad histórica y progresista del radicalismo húngaro estuvo ausente de las aspiraciones
checoslovacas y polacas.
Lo que sigue siendo indudable es que los dirigentes soviéticos siempre tuvieron la intención
de intervenir en caso de desestabilización en su esfera de influencia, sobre todo si la intervención
era posible sin excesivos costes. Pueden extraerse otras dos conclusiones. Debemos considerar la
irracionalidad e imprevisibilidad generales de la actuación soviética tanto en los asuntos exteriores
como en su política imperial.
Por otra parte, si ocupar los edificios del PC, armar a la población y exigir un sistema
pluripartidista constituye una revolución, los hechos acaecidos en Checoslovaquia en 1968 no
fueron una contrarrevolución, pero aun así se produjo una intervención en este país
En segundo lugar, con independencia de la opinión de los dirigentes soviéticos no hay nada
más nocivo y paralizador para un movimiento de masas que el convencimiento previo de su fracaso.
Este sentimiento puede generar una grandeza trágica.
III Debemos ahora, definir nuestra posición como espectadores
Las noticias sobre Checoslovaquia en el 68 generaron una inmensa sensación de alivio en
Hungría, especialmente cuando las reformas anunciadas en enero de 1968 se convirtieron en la
política oficial del PC Checoslovaco. Esta sensación de alivio afectó a tres dirigentes diferentes: los
dirigentes kadaristas, que apreciaban la idea de una reforma económica (aunque cuando cayó
Jruschov se sintieron aislados).
Aunque por razones distintas, la inteligentsia y los tecnócratas compartieron el optimismo
kadarista en las primeras semanas de las reformas de Checoslovaquia. Aunque siempre conservaron

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sus recelos a veces incluso su odio, hacia el régimen creado por Kruschov y Kadar, y aunque
exhibieron grados variables de escepticismo, la mayoría de los intelectuales admitieron no obstante
la posibilidad de colaboración con las aspiraciones reformistas de Kadar, siguiendo el modelo
Checoslovaco.
El tercer grupo estaba formado por la tecnocracia no ideológica, es decir intelectuales y
directivos tecnológicos, se adhirieron a la alianza pro-dubcekista. Puesto que carecían de poder
político autónomo su única opción era negociar con la burocracia del partido.
Los tres grupos de actores húngaros cada uno con sus propios objetivos, tenían expectativas
muy diferentes en relación con el curso de los acontecimientos de Checoslovaquia. Los dirigentes
kadaristas deseaban una simple duplicación de su propia política.
Los ideólogos quería una “democracia socialista” con fundamentos teóricos. Los
tecnócratas, por su parte, nunca habían visto con excesivo entusiasmo la participación popular en
asuntos que, en su opinión, debían dejarse para los expertos.
La diferencia de expectativas en el seno de esta alianza casual creó necesariamente tensiones
internas que comenzaron a salir a la luz en junio. Cuando llegó la invasión y el gobierno de Dubcek
firmó el humillante “acuerdo de Moscú”, las reacciones de los diversos actores húngaros ofrecieron
drásticas diferencias. Los pragmáticos perdieron la fe en todo cambio. Los dirigentes kadaristas
capitularon aún antes de las órdenes soviéticas. Por lo que respecta a observadores como nosotros,
la reacción fue rápida y tajante.
Después de la derrota y en gran medida después de la auto humillación del reformismo
Checoslovaco, nos sumimos de nuevo en la oscuridad de aquel túnel sin fin en el que vivíamos
antes de enero de 1968, y especialmente a comienzos del 60. Nos sentimos envueltos en una nueva
distopía. Teníamos la sensación de que nada podía ocurrir ya en Europa oriental, y de que el reloj de
la historia se había parado para siempre en nuestra olvidada parte del mundo.
Desde el comienzo del experimento de Dubcek, tuvimos la clara conciencia de que sólo el
espectacular y tajante fracaso del jruschovismo podía polarizar las tendencias del desarrollo social
de Europa del Este. En virtud de la participación de Kadar en el contingente intervencionista,
aunque fuese a título simbólico, la suerte de Checoslovaquia se convirtió también en una
responsabilidad de Hungría.
Hungría quedaba aislada en un medio hostil a todas estas ideas. Sin embargo, algunas
acciones fueron contraproducentes para el kadarismo. En ningún momento creímos que Husak
pudiera consolidar su control sobre el poder del régimen como había hecho Kadar a comienzos del
60. No queremos que esto se entienda como una sobreestimación romántica de las reservas de la
resistencia en CH ni como una evolución apologética de la actuación de Kadar. En cuanto a los
primero, los estereotipos nacionales generalizados impulsaron el realismo. El contraste entre los dos

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regímenes era evidente. Aunque tanto el liderazgo de Kadar como el de Husak fueron creados por
un ejército extranjero de ocupación, el primero nació después de una revolución desesperada y
global. En consecuencia la población húngara estaba resignada a la permanencia del terror Kadar
tenía algo que ofrecer: la mitigación del terror por su régimen.
Pasado a otra serie de contrastes, Husak era sin duda superior a Kadar en el plano personal,
más culto, igual de astuto y poseedor de un historial carcelario incomparablemente las heroico. No
podían ofrecer nada desde el punto de vista político.
Para nosotros, en Hungría, la Primavera de Praga planteó esta pregunta inicial: ¿era viable la
reforma social en los países de Europa del Este a través de la reforma del partido? ¿Además era una
forma razonable de reforzar la sociedad? Obviamente nosotros pensábamos en una solución social
que crease institución es nuevas y más aceptadas en un clima general del contrato social ya fuera
tácito o explícito.
En tres ocasiones se perdió la oportunidad: la primera con Jruschov, la segunda con
Gomulka y la tercera con la Checoslovaquia de Dubcek. El singular carácter de la reforma social
desde arriba del movimiento checoslovaco puede comprenderse considerándolo el penúltimo casi
histórico de reforma social en la Europa del Este, un ejemplo concebido y ejecutado básicamente
con una reforma del partido.
La expresión de estas consideraciones y el descubrimiento del carácter conservador de toda
reforma social que sea esencialmente una reforma del partido fueron sin duda una consecuencia no
buscada en el movimiento checoslovaco en pro de la reforma social.
También en este sentido la situación de Checoslovaquia era excepción y especialmente
instructiva. Hoy vemos que sin la intervención soviética los dirigentes ducekistas habrían llegado en
el mejor de los casos, a otra versión del titoísmo. Esto habría sido muchísimo mejor que el mundo
cínico, opresivo, moral y políticamente repugnante del régimen de Husak, pero no es ciertamente un
ideal que nosotros defenderíamos.
Algunos dicen que si el régimen de Dubcek continuaba se habría llegado a un consenso para
implantar un sistema pluripartidista. El autor piensa que el carácter excepcional de la Primavera
lleva a la conclusión opuesta. Si la iniciativa popular apareció en Checoslovaquia manifiestamente
al final de la era de Dubcek y no antes, es una prueba de la incompatibilidad mutua entre la tutela
de un partido liberal-reformista y la emancipación de las masas.
Llegados a este punto crucial, hay que hacer una matización. Al defender la inutilidad última
de toda reforma social concebida exclusivamente, o incluso básicamente como una reforma del
partido y al emplear la Primavera de Praga como ejemplo más ilustrativo no queremos decir que
fuera superflua. Semejante afirmación sería arrogante y carecería de sentido. Formular eso
supondría arrogarse una posición de inhabilidad con respecto a todos los protagonistas históricos y

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la afirmación carecería de sentido en la medida en que equivaldría a hablar de los protagonistas
desde la perspectiva de un capítulo cerrado de la historia.
La Checoslovaquia del 68 todavía tenía derecho a pedir otra oportunidad (como la
República de Weimar o el PC de Francia)
Finalmente acaso no es infundado decir que el lento proceso de la década de 1960 puede
denominarse protoeurocomunista, es decir, una actitud caracterizada por la recuperación de su
conciencia y su sentido de la responsabilidad en relación al estalinismo, etc. Estos factores
constituyen un poderoso argumento a posteriori a favor del comunismo Checoslovaco y su voto de
confianza.
Pero en ciertas coyunturas históricas, los movimientos son como los individuos: cuando no
están dispuestos a sufrir un proceso radical de reaprendizaje, tiende a repetir los errores fatales del
pasado.
El derrotismo de los dirigentes checos fue un estímulo directo para el Buró Político
Soviético. Plenamente conscientes de la decisión de los checos y de su determinación de no
responder a la fuerza con la fuerza, el Buró sopesó las ventajas frente a una desventajas muy
limitadas, en su mayor parte en forma de aireados editoriales.
El año de 1948 brindó una oportunidad inicial, cuando un país tras otro cayó bajo un poder
totalitario en un ejemplo clásico de la teoría del dominó político. Pero los partidos liberales y
democráticos nacionales que podían haber participado en una acción sincronizada en aquel
momento no estaban preparados política e ideológicamente para representar ese papel.
La segunda oportunidad se presentó unos meses después, con la excomunión de los
yugoslavos. La tercera en 1956 para naciones enteras, produjo al menos algunos elementos de
acción solidaria.
En agosto del 68 se planteó una situación excepcional que no solo ofrecía la posibilidad de
actos de solidaridad, sino que los exigía. Pero sin embargo, esta solidaridad no llegó, al menos no
de una forma políticamente eficaz.
Los dirigentes soviéticos posteriores no especialmente versados en los clásicos, consiguieron
aprender no obstante tres palabras latinas que fueron la clave de su dominación en Europa de Este:
divide et impera. Y las fuerzas de un movimiento de oposición deben tener presentes, siempre que
otro país de la zona muestre turbulencia, otros tres vocablos latinos: tua res agitur.
 DINER, Don. “Israel: el problema del Estado Nacional y el conflicto de Oriente
Próximo” en BENZ, Wolfrang y GRAML, Hermann El Siglo XX. III. Políticas mundiales ante los
dos bloques de poder, Madrid, Siglo XXI, 1982.

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El Estado de Israel se proclamó el 15 de mayo de 1948. En esta fecha se suele situar el
comienzo del conflicto del Próximo Oriente. Otra forma es tratar de entender esta lucha como
acontecimientos: 48/49-56-67 y 63.
Ambas formas llevan a entender al conflicto árabe-israelí como si se tratase de un conflicto
entre Estados nacionales, idea que oculta el carácter especial de las dispuestas entre ambos en torno
al antiguo protectorado británico de Palestina, disputas que datan de antes de la creación del Estado
judío en el 48.
I Condiciones de la creación del Estado nacional judío en Palestina
El conflicto de Palestina empezó hace más de ochenta años, cuando se planteó la
reivindicación sionista, es decir, nacional judía, de Palestina y se emprendió una colonización
organizada del país por inmigrantes judíos.
Parece conveniente, a fin de comprender mejor el conflicto del Próximo Oriente, ocuparse
de las especiales condiciones y consecuencias de la creación de semejante Estado nacional en
Palestina. El propósito de crear tal Estado era ya peculiar, porque la población judía que debía
alcanzar su independencia nacional en él no se hallaba en el lugar de la pretendida fundación
estatal. Más aún: el país Palestina en donde debía erigirse la soberanía nacional judía estaba ya
habitado.
El proyecto sionista de establecer la soberanía judía en Palestina cambió también la relación
de los judíos asentados ya allí con respecto a los árabes mayoritarios. La consecuencia de la
pretensión de crear en este país un Estado nacional judío sería que la población árabe existente
quedaría en minoría.
La compra y colonización del suelo eran, pues, desde un principio, las condiciones para la
creación de un Estado nacional judío en Palestina. Desde el momento de su adquisición sería
propiedad nacional. Esta reglamentación, que todavía mantiene su validez jurídica en el actual
Estado de Israel, no debe confundirse con una medida de socialización encaminada a estatalizar la
tierra. Se trata más bien de una nacionalización en el sentido originario de la palabra, en tanto en
cuanto que estas tierras sólo pueden ser reclamadas y colonizadas por un grupo nacional de la
población, el judío.
Todavía hoy siguen vigentes en el Estado de Israel leyes que prohíben la enajenación,
transferencia o labranza por no judíos de las tierras que jurídicamente pertenecen al KKL o son
«tierras estatales». Además de los estatutos del Fondo Nacional, existe una «Ley constitucional
sobre la propiedad del suelo», una «Ley sobre la propiedad del suelo en Israel» y una «Ley de
administración territorial de Israel» del 19 y 15 de julio de 1960, respectivamente. Estas leyes se
aplican a casi el 92 por ciento de la superficie del país.

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Para que el suelo palestino se convirtiera en territorio nacional judío hubo que tomar otras
medidas. Hubo que establecer sobre todo una vinculación real entre los colonos judíos y la tierra.
El pionero teórico de la apropiación sionista del suelo, el sociólogo y economista Franz
Oppenheimer, propuso garantizar la «colonización con campesinos que trabajasen ellos mismos la
tierra.
Este era, pues, el profundo sentido político del trabajo agrícola: era sobre todo un medio
político de adquirir tierras. Pues una actividad agraria que atara a los hombres a la tierra
asegurándoles el sustento constituiría un verdadero lazo en contraste con la reclamación puramente
formal. Pero la prohibición de vender y el cultivo de la tierra tampoco bastaban para nacionalizar el
suelo con vistas a la creación de un Estado judío mientras siguiera allí instalada una población árabe
considerable. El incentivo económico del beneficio y la rentabilidad de la producción mueve cada
vez más a emplear una fuerza de trabajo barata. Esta la constituía y constituye en Palestina o en
Israel el trabajo asalariado árabe.
«El primer mandamiento de la colonización agraria tenía que ser la exclusión del trabajo
asalariado, puesto que el judío sólo puede enraizarse en la tierra trabajándola con sus propias
manos». Más tarde, en el Estado de Israel, esta condición para el cultivo de las tierras del KKL y del
denominado suelo estatal se convirtió en una norma casi constitucional, aunque esta norma se
rompe una y otra vez por la presión económica en orden a la obtención de beneficios.
Resumiendo: fueron necesarias medidas económicas que en realidad tuvieron escasa
importancia económica ya que su función fue más bien la de crear un Estado: compra de tierras y
cultivo de las mismas a fin de vincular al judío al suelo en su calidad de futuro ciudadano del
Estado nacional, limitar su movilidad e impedir la vuelta de los árabes como jornaleros. De ahí el
predominio de las formas colectivas de asentamiento en las posesiones sionistas de Palestina.
En el ámbito industrial la diversificación de la economía de Palestina, junto con las
diferencias nacionales como condición de la creación del Estado nacional, fue acompañada sobre
todo de la fundación de la central sindical sionista, la Histadrut.
Se ejerció una presión sobre los empresarios judíos: para que en lugar de los salarios más
altos que estaban obligados a pagar, importasen más máquinas de las que hubiesen sido necesarias
en caso de haber recurrido a la fuerza de trabajo árabe más barata. La consecuencia fue que los
obreros judíos pasaron a constituir la mano de obra cualificada y los árabes la no cualificada.
Este proceso de colonización, que puede ser calificado también de ocupación, puesto que un
grupo de la población sustituyó a otro con el fin de crear un Estado nacional, puede considerarse
como concluido con la creación del Estado de Israel en 1948.

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Israel no puede librarse del conflicto originario de su nacimiento, por las razones siguientes:
Israel no se considera el Estado de sus ciudadanos decir, el Estado de los judíos y árabes que viven
en él, sino el Estado judío.
Pero a su vez carece de fronteras fijas, de un territorio definido, en una región que tiene un
carácter marcadamente árabe. La minoría árabe de Israel forma parte de una mayoría regional que
señala claramente el carácter minoritario de Israel como Estado judío en este entorno. Esto hace que
dicha minoría sea cada vez más oprimida en Israel.
Palestina prosigue también porque la mayoría dominante de los judíos no puede dejar de
temer que el aumento de la población árabe pase a convertirla biológicamente.
Sobre todo desde que se habla de la creación de un Estado palestino en la orilla occidental
de la Jordania ocupada por Israel desde 1967, y en la franja de Gaza, existe en Israel el temor a que
los árabes de Galilea, aunque oficialmente ciudadanos israelíes, puedan pedir su fusión con ese
Estado palestino.
En un Estado binacional. Israel no sería ya un Estado de los judíos, sino el Estado de sus
ciudadanos.
Las autoridades israelíes, junto con la ejecutiva de la organización sionista, Agencia Judía,
se ven obligadas a proseguir la ocupación de tierras para asegurar el Estado judío en el llamado
núcleo de Israel. Con la confiscación de las «tierras árabes», esto es, de las tierras que son
propiedad privada de los árabes, se pretende sobre todo dividir las zonas homogéneas de
colonización árabe mediante la instalación de asentamientos judíos. La resistencia árabe a las
confiscaciones llego el 30 de marzo de 1976.
La continuación del conflicto en su forma originaria como ocupación de tierras se agudizó
tras la guerra de junio de 1967. La conquista del resto de Palestina, es decir, la orilla occidental
(Cisjordania), enfrentó al Estado de Israel con zonas donde las colonias árabes tenían un carácter
homogéneo.
Los sionistas se remiten mis bien al «derecho histórico» de un pueblo judío, políticamente
indeterminable, a la tierra, a Erez Israel. Los sionistas necesitan un «derecho histórico»,
ideológicamente fundamentado, del pueblo judío a la tierra. Una nacionalidad judeo-israelí que no
se apoye en el sionismo sino simplemente en su existencia y rompa así con el sionismo, carece de
todo derecho sobre la base de la legitimación sionista.
Dado que Israel necesita la ayuda de Occidente, sobre todo, financiera, se encontró otra
fórmula para reivindicar la colonización como condición material de la soberanía judía: el «plan de
autonomía» de los acuerdos de Camp David de 1978. Tal como la entienden los israelíes, la
autonomía supone la continuación de la ocupación sionista de tierras, en la medida en que se debe
privar a la población árabe del acceso al suelo.

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Lo que queda de la interpretación israelí del concepto de autonomía es una especie de
autonomía cultural y una limitación o supresión de la administración militar israelí, pero no la
retirada de las tropas de la margen occidental y de la franja de Gaza.
Israel se reservaría los territorios importantes para continuar la ocupación sionista de las
tierras, pero abandonaría aquéllas hacia los que está obligado en virtud de la ocupación, tal como se
define en el derecho internacional. La situación de los palestinos empeoraría aún más, comparada
con la de los ciudadanos árabes que viven y son discriminados en Israel, y de este modo se
legalizaría jurídicamente.
Pero también es objeto de controversia en Israel el concepto de autonomía entendido como
concesión a Egipto. Esto puede ilustrarse con la espectacular «ley de Jerusalén», presentada en el
verano de 1980 por el partido Tehiya (renacimiento), de ideología ultrasionista. La intención de su
diputada Geula Cohen era romper las negociaciones de paz con Egipto, especialmente sobre la
«autonomía» de los palestinos. En una paz árabe-israelí y en cualquier devolución de las zonas
ocupadas, el Tehiya no sólo ve una amenaza a la seguridad y existencia de Israel sino también una
traición ideológica al sionismo.
La diputada Geula Cohen ha puesto en marcha, por purismo ideológico, un mecanismo
automático de cuya aplicación se habían abstenido hasta ahora otros responsables del Estado judío
por consideración a los protectores occidentales de Israel. Del contenido material de la ley se
deduce que su carácter provocador iba dirigido tanto contra el gobierno sionista de derechas de
Beguin, del que se habían separado Geula Cohen y sus partidarios a consecuencia de los acuerdos
de Camp David, tras formar parte del partido Herut (libertad) de Beguin, como contra Sadat y
Occidente, a fin de inmunizar la conciencia aislacionista de Israel contra cualquier cesión territorial.
Tras la guerra de junio de 1967 y con la conquista de la parte oriental jordana y por tanto
árabe de la ciudad se aprobó el 27 de junio en la Knesset una ley que presentaba la anexión de la
parte árabe como una «reunificación» meramente administrativa de Jerusalén oriental y occidental.
Para efectuar materialmente esta anexión formal se modificó también el carácter
demográfico y urbano de la parte oriental anexionada mediante una amplia colonización de la
ciudad. Por eso Abba Eban presentó la ley de 27 de junio de 1967 como meramente «administrativa
y municipal», a fin de reducir la esperada oposición internacional a los hechos consumados
unilateralmente por parte de Israel. La diputada Cohen pretendía exactamente lo contrario con su
petición, en el verano de 1980, de declarar en una ley con rango constitucional a Jerusalén «capital
eterna» de Israel. De esta manera se superaban las trabas para otras anexiones oficiales, trabas que,
si no cuentan con la aprobación occidental activa, si cuentan con su consentimiento pasivo.

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De esta manera, gracias a Geula Cohen no se han vuelto a plantear la cuestión del carácter
jurídico de la ciudad oriental conquistada en 1967 sino también la situación de la parte occidental
como parte integrante del Estado Israelí.
Originariamente, según el plan de partición de la ONU de 1947, Jerusalén no debía
pertenecer ni a la parte judía de Palestina ni a la parte árabe.
En 1949 se decidió declarar a Jerusalén sede del gobierno. El hecho de que hasta la «ley de
Jerusalén» de Geula Cohen, de 1980, se olvidase el carácter jurídico de todo Jerusalén como corpus
internacionalmente reconocido en su origen mediante el establecimiento de las embajadas
occidentales en la parte judía, se debió a la política seguida por los partidos del sionismo laborista
hasta 1977: crear situaciones de hecho sin darles publicidad mediante su declaración oficial y evitar
así una oposición internacional que pudiera perjudicar a Israel. Geula Cohen parecía poner fin a esta
práctica.
II. Sobre la economía de la ocupación de tierras
El proceso de formación del Estado nacional judío se llevó a cabo sobre todo con medios
económicos hasta los combates de 1947/48, que conducirían a la fundación del Estado de Israel. El
primer plano lo ocupó la compra de tierras por terratenientes locales, adquisición que exigió un
considerable esfuerzo financiero de la Agencia Judía. Esta intención política impedía aplicar el
principio de rentabilidad y beneficio, si no se quería permitir la rearabización del suelo a través del
trabajo asalariado y con ello poner en peligro la meta sionista de crear un Estado.
Como ya se ha mencionado, las instituciones sionistas de Palestina impusieron una
economía dividida por grupos étnicos. En el ámbito no colectivo fue posible privilegiar al grupo
propio mediante prestaciones especiales a los trabajadores judíos
Generalizando, se puede defender la tesis de que la estructura sionista de Israel, es decir el
marco institucional y económico que permite la inmigración judía, evita la emigración, crea puestos
de trabajo para los judíos y coloniza la tierra con judíos, se mantendrá con la afluencia de capital
extranjero en forma de donativos financieros. Esto impide utilizar los fondos de acuerdo con una
racionalidad capitalista orientada al beneficio. No se trata de inversiones, sino de medios necesarios
para la creación del Estado nacional.
En la guerra de 1948-49, Israel luchó todavía con ayuda soviética. Hasta 1950, la dirección
del Estado se esforzó por adoptar una postura de «no alineamiento» en la agudizada guerra fría.
Las donaciones de capital podían resultar, sin embargo, un arma de dos filos: sin duda
contribuyeron a introducir y mantener una estructura sionista; pero al mismo tiempo la dependencia
de Occidente y especialmente de los Estados Unidos era tan completa que los americanos pudieron
obligar a Israel en 1956-57, bajo la amenaza de rescindir su ayuda, a desalojar la península de Sinaí

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ocupada por el Estado judío y anexionada según palabras de Ben Gurion durante la agresión de
Inglaterra Francia e Israel contra Egipto en Suez y el Sinaí.
El descenso de la inmigración, estimulo de la coyuntura israelí a través del motor económico
global de la construcción de viviendas, indujo al gobierno a frenar la economía mediante medidas
deflacionarias Con estas medidas se desencadenó, sin embargo, una recesión. También la
emigración de obreros cualificados a Occidente tomó proporciones amenazadoras.
En 1967, año de la guerra de junio, todavía no se veía el fin de la crisis económica. Es
indudable que la recesión de mediados de la década de 1960 y el paro consiguiente favoreció
considerablemente el estallido de la guerra. Lo contrario ocurrió, por ejemplo, antes de la guerra de
octubre de 1973. Entonces Israel atravesaba por una coyuntura de boom económico.
Tras la guerra de junio de 1967, el mercado interior israelí se amplió con más de un millón
de consumidores árabes. Se llevó a cabo una política de privatización de empresas estatales y el
capital invertido tenía un marcado carácter especulativo. El boom de la construcción fue
acompañado de una demanda de mano de obra (árabes, obvio).
La privatización de las empresas estatales o de la participación estatal y pública en las
fábricas y empresas no produjo consecuencias políticas hasta diez años después, en mayo de 1977.
En esas fechas el partido laborista fue sustituido por el bloque sionista-burgués, era más bien una
decisión de sustituir partidos (y no de programas políticos). Beguin accedió al poder por la ruina
económica e institucional interna.
El bloque sionista burgués intenta desde entonces, sobre todo desde diciembre de 1979,
abandonar progresivamente la economía política de la ocupación de tierras o la creación del Estado
nacional en aras de la competitividad de la economía israelí en el mercado mundial, naturalmente
sin renunciar a la ocupación de tierras. El ahorro tiene que basarse en la supresión de las
subvenciones a alimentos y agricultura. Pero también mediante una política de cierra de fábricas y
empresas.
La contradicción de estas medidas radica en que el gobierno pretende por un lado sustituir el
modelo parcialmente dirigista del sionismo laborista por una tendencia muy fuerte hacia el
capitalismo competitivo, sin reconocer por otro lado la motivación sionista que constituye la base
de esa política.
La «nueva política económica» del gobierno parte de una inflación superior al 100 por
ciento anual y de una redistribución revolucionaria de la riqueza social cuyos beneficiarios son los
propietarios del capital destinado a la inversión.
Esto significa que ahora se ven sensiblemente afectadas las empresas que existen a base de
subvenciones y cuya función es la ocupación de tierras, sobre todo en la agricultura. Esto no

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significa, sin embargo, que el campo burgués sionista esté dispuesto a renunciar a la ocupación
expansiva de tierras, devoradora de medios.
Pero, en términos generales, se pone más de manifiesto la costosa «misión sionista» de
Israel, El gobierno corre así dos riesgos: a la larga no puede escapársele a la población que tendrá
que renunciar a su nivel de vida material si se mantiene la rigurosa política de austeridad, pero al
mismo tiempo el Estado sigue poniendo los medios para alcanzar las metas sionistas. El apoyo
incondicional a la política israelí por Occidente tiene hoy día unos límites, puesto que ha cambiado
la relación entre Occidente y los Estados árabes
III Del conflicto de Palestina al conflicto del Oriente Próximo
En el conflicto general árabe-israelí se trata de una prolongación regional del conflicto local
de Palestina. La competencia entre los países árabes, pueden ser fácilmente distinguidas de la
postura correspondiente ante la Cuestión palestina y vinculadas a la legitimación árabe en general.
La creación del Estado nacional judío tenía necesariamente que ir unida a la paulatina
expulsión de los árabes palestinos. Esto lo tenía bien claro la población árabe palestina desde los
comienzos de la colonización sionista. De 1936 – 39 la oposición se plasmó en una lucha armada
que fue sangrientamente reprimida. En los años 1947-49 se enfrentaron casi exclusivamente a
tropas de los Estados árabes durante el conflicto armado acaecido antes de la fundación del Estado.
En lo esencial, la reacción de los palestinos fue la pasividad. Este movimiento de huida,
iniciado ya en 1947, no puede compararse con la expulsión masiva de los palestinos llevada a cabo
por los israelíes durante los combates de 1948.
Si la población árabe de Palestina se hubiese quedado en su mayoría dentro del país, no se
habría podido imponer esa creación del Estado. También está documentado que se efectuaron
expulsiones premeditadas y planificadas en masa.
Por otro lado, el paso del elemento social al nacional se refleja en los combates librados
desde 1949 a lo largo de la sangrienta línea de armisticio del Estado de Israel, políticamente
consolidado. Para imponerse como Estado nacional judío en Palestina, Israel tenía que marcar a
fuego su frontera dentro de la anterior estructura social de toda Palestina.
La violencia reinante en las líneas de armisticio trazadas en torno a Israel hacía inevitable
que la violencia armada del Estado sionista, aplicada como «represalia» por la trasgresión de la
frontera, se contagiara a los Estados árabes, sobre todo teniendo en cuenta que la «represalia»
militar de Israel se desarrollaba en su territorio. Para no tener que reconocer a los palestinos, Israel
partía del principio de que de cada acción violenta que se ejerciese desde territorio árabe eran
responsables los Estados árabes. De este modo, los «actos de represalia» israelíes cada vez se
dirigieron más contra Jordania y Egipto.

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Los Estados árabes, y sobre todo Jordania y Egipto, que controlaban las partes del antiguo
protectorado de Palestina que no habla conquistado Israel en 1948-49, se dieron cuenta del peligro.
Por eso intentaron no dejarse arrastrar por los refugiados palestinos a un conflicto armado con
Israel, militarmente superior.
Hasta la primera mitad de 1955, Egipto tomó también medidas para retener a los palestinos
detrás de la frontera. Las autoridades egipcias hicieron todo lo posible hasta mediados de 1955 o
hasta el ataque israelí a Gaza el 28 de febrero de 1955 para impedir que los palestinos cruzaran la
frontera y entrasen en Israel, sobre todo se tomaron medidas represivas.
Por tanto, la guerra de Palestina se prosiguió como una pequeña guerra fronteriza. Sin
embargo, en esta guerra fronteriza estuvo siempre en germen su extensión a un conflicto armado
más amplio. En 1956, la sangrienta guerra fronteriza llevó a la agresión de Inglaterra, Francia e
Israel contra Egipto.
Obviamente había una real existencia global de conflicto, que se sumó a la guerra fronteriza
árabe-israelí: la intención de Francia e Inglaterra de asestar así un golpe mortal al nacionalismo
árabe con el derrocamiento de Nasser, Con ello, Inglaterra creía poder anular la nacionalización del
canal de Suez declarada por Nasser cuatro meses antes.
La guerra de junio de 1967 se desencadenó también en la frontera y por tanto debido al
conflicto de Palestina.
En la frontera siria fueron también las acciones armadas de los palestinos las que llevaron a
la agudización del conflicto entre Israel y Siria, arrastrado desde 1949, por el control de las
llamadas zonas desmilitarizadas, que por lo demás no habían dejado de provocar tensiones entre
ambos países. De esta guerra, que llevó a la destrucción de los ejércitos árabes, salieron vencedores,
paradójicamente, los palestinos, si no militar al menos políticamente. Con la conquista del resto de
Palestina el mundo volvió a tomar conciencia de la vieja cuestión palestina, encubierta por el
concepto generalizador de “conflicto del Oriente Próximo”.
IV Israel y la importancia política a nivel mundial del conflicto del Oriente Próximo
La creación del Estado nacional judío dependió de la protección de potencias no regionales,
es decir, europeas. El interés de Gran Bretaña, como potencia protectora, por la colonización
sionista se debió también a razones principalmente estratégicas. Las grandes arterias del imperio
británico pasaban por el Oriente Próximo. El centro de esas vías de comunicación, de las «rutas
imperiales» británicas, era el canal de Suez.
Antes de la guerra mundial, los británicos pensaron ya en erigir en Palestina, fomentando la
colonización judía, una barrera física contra la posible amenaza del canal por parte de Turquía y el
imperio alemán aliado de ella, así como contra los aliados rivales, Francia y Rusia.

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La resolución británica contraria a los intereses árabes se tomó ya durante la guerra, cuando
los representantes diplomáticos de Inglaterra y Francia, Sykes y Picot, firmaron un tratado secreto.
Este acuerdo imperialista permitió a los británicos prometer a los sionistas lo que sería el contenido
de la declaración de Balfour de noviembre de 1917, a saber, el apoyo a la construcción de un «hogar
nacional» para el pueblo judío en Palestina.
A los intereses estratégicos y geográficos de la vieja potencia comercial –Inglaterra- en el
Oriente Próximo se sumó otro elemento antes de la PGM y sobre todo después de ella: el petróleo
se convirtió cada vez más en una importante fuente de energía. Semejante política de precios era
posible sobre todo gracias a la presencia militar y política de las potencias occidentales en el
Oriente Próximo.
Poco después, en 1958, se produjo la caída de la monarquía hachemita en Irak, Las
convulsiones que sufrió el Oriente Próximo en las décadas de 1950 y 1960 hicieron finalmente que
Occidente perdiera sus bases militares y con ellas también el control directo de las materias primas
y las vías de comunicación de la región.
Con estos cambios se perfilaba también la tendencia a una modificación de la actitud
occidental frente a Israel. A pesar de toda la ambivalencia frente a la empresa sionista, Israel era
para Occidente un aliado más seguro que los Estados árabes.
Desde mediados de los 60 los fedayin palestinos empezaron a realizar acciones militares
contra Israel. Es una violencia que no hace ninguna distinción entre combatientes y no
combatientes, entre militares y civiles. Esto se relaciona sobre todo con el carácter esencialmente
colonial del conflicto, el cual impide el reconocimiento del enemigo como adversario y, por tanto,
como sujeto del derecho internacional.
El hecho de que indiquemos los distintos elementos del proceso que condujo al estallido de
la guerra de junio de 1967 no significa que Israel actuase directamente por órdenes occidentales
cuando el 5 de junio marchó militarmente contra los Estados árabes unidos.
Desde la guerra de 1973 se ha modificado la relación de antagonismo histórico entre
Occidente y los países árabes, siempre que éstos no sean aliados de la Unión Soviética en el
conflicto global Este-Oeste. Los Estados árabes adquirieron también el control directo de sus
materias primas y de las vías de comunicación de su zona, por lo q pudieron decidir también los
precios de sus materias primas, es decir del petróleo, y elevarlos oportunamente.
Ahora hay que evitar que la violencia resultante de la cuestión palestina aún sin solucionar
se extendiese y abarcase a toda la región, región en la que se encuentran las mayores reservas de
energía del mundo, y a la que afluyen también en grandes proporciones capitales occidentales.

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Se cierra así el círculo en el que confluyen los diversos componentes del conflicto global: no
podrá ser resuelto mientras Israel no renuncie a continuar con la ocupación de tierras y no conceda a
los palestinos el derecho a la independencia en Palestina.
V La nacionalidad judeo-israelí; dialéctica del reconocimiento.
La perspectiva de una comunidad binacional judeo-israelí y árabe-palestina en una Palestina
global parte, a nivel conceptual, de la realidad política de que en ese país viven dos pueblos
¿Cómo pueden justificarse la perspectiva histórica del conflicto que hemos expuesto y la
salida binacional? A esta visión de la cuestión palestina se llega si se abandonan el programa y la
realidad de unas reivindicaciones nacionales excluyentes, tales como las del programa sionista.
Pero por otro lado hay posibilidades de un proceso de des-sionización de Israel podría
acelerarse y facilitarse con el reconocimiento anticipado de una nación judeoisraelí por los
palestinos. De este modo los propios palestinos árabes participarían en el proceso de separación
entre la nacionalidad judeo-israelí y el sionismo. Pero, también el reconocimiento de los derechos
colectivos de la nacionalidad judeo-israelí dentro de Palestina se diferencia cualitativamente del
proyecto palestino de un Estado democrático laico en el que deberían ser reconocidos por igual los
cristianos, judíos y musulmanes que viven en él.
La supresión de la estructura sionista significa históricamente la negación de la negación de
la existencia judeo-israelí y árabe-palestina en una Palestina global. Negación de la negación en
tanto en cuanto la estructura sionista del Estado de Israel significa delimitación y discriminación de
los árabes palestinos, y estos últimos, en su reacción a su expulsión, en lugar de dirigir
exclusivamente sus ataques contra la estructura sionista de Israel, pueden caer en la confusión
creada entre estructura sionista y existencia judeo-israelí dominada por la primera y no distinguir
entre ambas. La aclaración y solución real del conflicto no será posible hasta que los judíos israelíes
no deseen teórica y prácticamente la ruptura con el sionismo en cuanto ideología y estructura
material y hasta que los árabes palestinos no estén dispuestos a reconocer la existencia colectiva de
la nación judeo-israelí en Palestina. Eso significa para ambas partes reconciliarse con la historia.
 BUDDRUSS, Georg y BECHERT, Heinz. “El Subcontinente indio después de
1947” en: BIANCO, Lucien. Asia Contemporánea. México, Siglo XXI, 1982.
La Segunda Guerra Mundial. Bosa y la Indian National Army
La amenaza de la Segunda Guerra Mundial se cernía sobre la india cuando el Congreso
indio atravesó en 1939 una breve crisis dirección. Las tensiones entre la izquierda agrupados en
torno a Nehru y a Bose y la vieja guardia en torno a Gandhi se habían acentuado. En 1938 Bose
había sido elegido presidente del Congreso, el cual se encontraba entre los más enconados críticos
de Gandhi y sus métodos directivos. También consideraba equivocada la aversión de Nehru y otros
socialistas del Congreso hacia floreciente potencia fascistas de Europa. Su plan era aprovechar el

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peligro de guerra y la difícil situación en que se encontraba Inglaterra para exigir en un ultimátum la
retira de los ingleses. Pero cuántico cuando Gandhi lo sometió a una prueba fuerza su apoyo
demostró ser demasiado débil.
En 1941 consiguió huir de la causa británica hacia Kabul y dirigirse a Alemania. Así, gracias
al gobierno del Reich pudo fundar la organización India Libre y emitir programas de radio. En
1943, abandonó Kiel en el submarino y fue acogido por un buque japonés. En Singapur fundó un
gobierno provisional de la india reconocido por las potencias del Eje. En numerosas arengas
radiofónicas invito a la india a abjurar definitivamente de la no violencia. Allí reorganizó el Indian
National Army, que posteriormente gozó de mucho respeto entre los hindúes. Murió en 1945, pero
muchos de sus seguidores no lo creen.
El Congreso y la Liga de 1939 a 1941
El principio de Bose: "todo enemigo de Inglaterra es un amigo de la india", fue adoptado
sólo por una minoría radical. En cambio, Gandhi inmediatamente después del estallido de la guerra
aseguró al virrey su simpatía por el pueblo británico. Pero el Congreso estaba escindido y no tenía
una línea política clara. Ya el 3 septiembre 1939 el virrey había declarado la india país beligerante,
sin consultar a los políticos indios. No obstante, la mayoría en el congreso estaba dispuesta en
principio a apostar plenamente a Gran Bretaña, si esta emitía una declaración de sus objetivos
bélicos. Como los británicos no dieron garantía satisfactoria los miembros del Congreso
renunciaron en 1939.
Jinnah, miembro de la Liga musulmana, supo aprovechar hábilmente la ruptura e hizo
celebrar la renuncia del gabinete del Congreso como "día de la liberación". Poco más tarde el virrey
dio a Jinnah la seguridad de que no se elaboraría la futura constitución de la india sin la aprobación
de la Liga musulmana. La idea del futuro Pakistán, entonces todavía vaga, recibió nuevo impulso.
Como réplica a los planes separatistas de la Liga, el Congreso elige presidente en 1940 a una
de sus más fieles musulmanes que luego sería ministro indio de culto. Y el grupo dirigente del
Congreso ofreció, contra la voluntad de Gandhi, su apoyo y colaboración si se comprometía
formalmente a conceder la independencia a la India y consentía de inmediato la formación de un
gobierno nacional. En su contestación el virrey rechazó las exigencias. Esto desató una nueva
campaña de satyāgrahīs de octubre de 1940 a enero de 1942, que consistía en la famosa resistencia
pacífica y en actos públicos contra la guerra. Mientras tanto continuaban los intentos de superar la
parálisis política.
La misión Cripps y la resolución Quit-India
Después de la entrada de Japón en la guerra el Congreso se mostró dispuesto a colaborar con
el gobierno bajo ciertas condiciones. Esto sucedió contra la voluntad de Gandhi, quiero
consecuencia de se retiró una vez más. El fulminante avance japonés a través de Asia suroriental

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hizo pronto que la defensa de la india fuera problema urgente. Los ingleses prometieron el estatuto
de dominion para la India con el derecho de salirse de la Comonnwealth y que una Asamblea
Nacional India debía elaborar una nueva constitución sin intervención británica, pero sólo después
de terminar la guerra. Este plan fue anunciado por el enviado inglés Crips
Además, los planes de Cripps preveían un estatuto especial para las regiones indias que no
quisieron entrar en el dominion. Esto era una concesión a la Liga musulmana y el Congreso vio que
con ello se abría el camino a la temida división de la india. Gandhi calificó las promesas de Crips de
"cheque posfechado contra un banco que va a la quiebra". Siguiendo el ejemplo del Congreso, tras
luchas internas, también los otros partidos importantes rechazaron la propuesta.
Pero en 1942 la india hubo de temer una invasión japonesa y el Congreso se sometió
nuevamente a la dirección de Gandhi. Éste decidió convertir la inmediata retirada de los británicos
en el tema una nueva campaña agitación. El 14 julio 1942 se adoptó la más tarde denominada Quit
India-Resolution, que exigía la independencia inmediata de la india para que así el país pudiera
movilizar toda su fuerza contra la amenaza nipona. En caso una nueva negativa británica, la
resolución amenazaba con la rebelión no violenta. Los británicos reaccionaron inmediatamente, al
amanecer del día siguiente Gandhi y los principales jefes del Congreso fueron detenidos. La tensión
de los últimos meses produjo una reacción en cadena de actos violentos. El informe oficial británico
habla de más de 1000 muertos y más de 60.000 nacionalistas indios encarcelados. El movimiento de
1942 modificó las relaciones de fuerza dentro de la India. Los comunistas apoyaron a los británicos
siguiendo las directivas de la URSS del frente único contra el fascismo.
Hacia la partición (1945 -1947)
En la nueva situación internacional se hicieron fuertes e influyentes las voces de los
políticos británicos que querían liberar lo antes posible a Inglaterra de la carga de la india. Pronto
quedo solamente en pie la pregunta primordial: ¿cómo se conseguiría independizara la colonia más
grande del globo desgarrado por antagonismos internos?
Tras la liberación de los líderes del Congreso, el virrey convocó una conferencia de los
líderes de partidos indios que debería decidir sobre la composición del gobierno provisional.
Las primeras elecciones la posguerra confirmaron la división de la india: la Liga y el
Congreso se anotaron grandes éxitos. Más difícil por paso siguiente: la tarea de un gobierno central
indio y la convocatoria de la asamblea constituyente. En el curso de las conversaciones elaboró un
plan, que preveía un gobierno de unión que solo sería competente en materia política exterior,
defensa y comunicación. Todas las demás cuestiones debía ser competencia de las provincias, que
debían agruparse en federaciones de provincias y zonas con mayoría musulmana o hindú. Esto era
un intento, ya antes promovido, de ofrecer simultáneamente una especie de Pakistán a la Liga y una

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especie de india unida al Congreso. Siendo imposible la formación de un gobierno se le encargó a
Nehru que formará gabinete.
Jinnah, siempre temeroso, se vio entonces forzado a pasar a la acción directa. En Calcuta
una muchedumbre incontrolada convierte la ciudad en un matadero: hubo más de 4000 muertos. En
respuesta, en Bihar, la mayoría hindú se vengó de los musulmanes en la misma furia. Luego de un
tiempo el boicot terminó y Jinnah accedió a sus cargos en el gobierno, pero sólo para demostrar que
el gobierno común era imposible.
El 9 diciembre 1946 se reunió la asamblea constituyente. Como todavía no se había logrado
un acuerdo sobre definición de las zonas, la Liga boicoteó la asamblea y el gobierno provisional se
vio paralizado. El último virrey británico, llegó inmediatamente a la convicción de que la única
alternativa a la guerra civil y la anarquía era la división del país. Ya el 3 junio 1947 presentó el
siguiente plan: estatuto de dominion para la India y Pakistán dentro de la Commonwealth. En julio,
el parlamento británico votó la Indian Independence Bill, la última de la larga serie de leyes para la
India, que significó el final de una época.
A pesar de que tanto Bengala y Panjab ya se habían determinado en favor del edición, el 15
agosto de 1947, durante los festejos de independencia, había empezado en Panjab una espantosa
matanza. De nada sirvió el hecho de que los dos nuevos estados hubieran prometido la protección
de las minorías. Se produjo un éxodo masivo: sikhs e hindúes hacia la india, de musulmanes hacia
Pakistán. Cruzaban la frontera trenes llenos de cadáveres con letreros "regalo de Pakistán" o "regalo
de la india".
La otra parte separa de la india, Bengala, permanece relativamente tranquila en 1947. Esto
fue decisivamente mérito de Gandhi. Cuando la noticia de los horrores cometidos en Panjab
amenazaba con incitar desórdenes en Calcuta, Gandhi inició una huelga de hambre. En la asamblea
de oración que realizó, miles de hindúes y musulmanes se abrazaron. Como político, Gandhi había
fracasado, pero la nobleza de sus esperanzas e indiscutible.
Desde septiembre trabajo en Delhi para protección de la minoría musulmana. Aquí
emprendió en enero de 1948 su última huelga de hambre. Con ella obligó al gobierno indio a
respetar el derecho moral de Pakistán a la división convenida de los fondos estatales. Para algunos
fanáticos hindúes esto era traición a la patria, ya que la india estaba prácticamente en guerra con
Pakistán en Cachemira. El 30 enero 1948 Gandhi fue asesinado por un extremista hindú. La
profunda emoción que suscitó su muerte en la india y en el mundo entero pareció poner fin por
algún tiempo a los excesos más deplorables del fanatismo religioso.

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 TAMANES, Ramón. China 2001: La cuarta revolución. Del aislamiento a
superpotencia mundial. Madrid, Alianza, 2001.
Cap. 2. “La era de Mao”.
Se verán todos los cambios revolucionarios que China experimentó con el triunfo del PCCh
y de Mao. Comenzado por lo que se suponía iba a ser la transformación más importante del gran
proceso histórico, habida cuenta del carácter fundamentalmente rural de la economía china.
Con esto se refiere a las reformas agrarias o “la tierra para los campesinos”. Fueron los
comunistas quienes abordaron la experiencia, empezando por las zonas liberadas durante la Larga
Marcha y la guerra civil. Así, una vez conquistado el poder en 1949 la reforma se generalizó a todo
el país a base de confiscar parte de la tierra de los propietarios ricos y medianos, para su ulterior
redistribución entre los campesinos pobres y los obreros agrícolas. No es extraño entonces que la
reforma llevara a la adhesión de la inmensa mayoría del pueblo chino. Por primera vez en el S XX,
los políticos no faltaban a sus promesas; hechas no con base en unas elecciones, sino a lo largo de
la más dura guerra revolucionaria.
La reforma tuvo un carácter individualista aunque existieron fórmulas de cultivo común; a
base de equipos de ayuda mutua y cooperativas voluntarias para reforzar entre los campesinos la
idea de ganar economías en escala.
Esta cooperativización constituyó una gran mejora al permitir un mayor rendimiento por
trabajador, pero desde el punto de vista de la construcción del socialismo las cooperativas
representaban la perpetuación de la propiedad privada, a lo cual se unía la aspiración de conseguir
una mayor productividad.
Así desde 56-57 la figura de las cooperativas elementales de producción cedió paso a las de
producción avanzada.
La siguiente mutación vendría dada por las comunas creadas para combinar elementos de
política agraria con otros de organización industrial y administración regional, que tuvo su origen
en la asociación espontánea de unas treintena de cooperativas avanzadas al objeto de concentrar
mayores superficies bajo una sola dirección y suprimiendo al propio tiempo el concepto de
propiedad privado.
Así, ahora las faenas de trabajo se realizaron por brigadas de trabajo administradas por un
comité para temas agrícolas y de otras áreas de actividad. Esta experiencia fue mucho más racional
q la experiencia rusa de 1920-30, aunque sus resultados no fueron del todo positivo.
Se desencadenó la revisión del movimiento comunero autorizándose de nuevo las formas de
propiedad privada. Simultáneamente se redujo la dimensión media de las comunas, para
administrarlas mejor. Desde 1960 China no se vio precisada a hacer grandes compras de alimentos,
en especial de cereales.

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Aparte de las comunas también se formaron en China granjas estatales, al estilo sovjoses en
la URSS.
Los efectivos humanos de esas explotaciones directamente promovidas por el Estado, se
nutrieron inicialmente de veteranos del ELP, así como de retornados del extranjero tras la victoria
de la revolución.
2. La industrialización y las Cien Flores
La inflación se controló de inmediato con la reforma monetaria y a base de vigilancia de
precios y salarios. Paralelamente, se dieron los primeros pasos en la conducción socialista de la
economía, al nacionalizarse las principales industrias, la banca y el comercio mayorista. Sin
embargo, la mayor parte de la pequeña y media industria permaneció en manos privadas.
La industrialización del país se planteó en los inicios según el modelo soviético, pero con
cambios importantes a lo largo de las sucesivas fases de desarrollo. Con el Primer Plan Quinquenal
1953-57 se centralizaron las decisiones en una Comisión Estatal de Planificación presidida por el
veterano dirigente i Fu Chun que se planteó como objetivo principal poner en marcha 700 centros
mineros y fabriles, de los cuales 156 con asistencia soviética tipo kombinats.
Los resultados generales se estimaron por el rápido aumento de las producciones, formación
de técnicos, implantación progresiva de una administración más capaz, información estadística
recrecida y mejor aprovechamiento de las industrias ligeras y de la artesanía. Sin embargo en el
incipiente proceso industrial pronto se advirtió la aparición de síntomas del burocratismo,
inevitables por la propia naturaleza del método purificador.
En 1957 Mao planteo una política de liberalización ideológica, permitiendo que se
formularan críticas al sistema. Las reacciones no tardaron el producirse, sobre todo por el
economista Ma Yinchu del PCCh. Entre sus críticas se encontraban: planificación excesivamente
centralizada y sin flexibilidad, graves errores de localización industrial, exceso de rapidez, etc.
Estas críticas no fueron bien aceptadas y se calificaron de economicistas. Además se pugnaba por la
no aplicación de medidas de la incipiente liberalización económica planteada por la URSS durante
los años de Kruschev, con quien Mao mantenía las peores elaciones por las causas que luego
veremos. De hecho se inició así una clara separación de puntos de vista entre chinos y soviéticos.
3. El Gran Salto Adelante y la escisión chino soviética (1958-1960)
Con ocasión de prepararse el Segundo Plan Quinquenal el Gobierno de la Republica
Popular, una vez suprimida la libertad crítica del Movimiento de las Cien Flores y restaurado el
monolitismo, se planteó la necesidad de forzar el crecimiento en el camino hacia el comunismo;
impulsándolo con un esfuerzo masivo de colectivización de la agricultura y de acelerado desarrollo
industrial.

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Básicamente de lo que se trataba era de industrializar el país, aprovechando los recursos
locales y la tecnología tradicional; poniendo en marcha incluso las áreas rurales más remotas y de
menor peso industrial. Sintéticamente, la meta para la vasta operación emprendida –El gran salto
hacia delante- se fijó en sobrepasar en 1972 los niveles de la producción de GB, que por entonces
aún era la tercera potencia económica mundial.
Con el Gran Salto Adelante se consiguieron algunos éxitos inmediatos. La producción de
hierro y acero, sector en el que se puso máximo énfasis, se dobló en solo un año. Pero la propia
intensidad del esfuerzo, la precaria coordinación, etc., condujeron a su suspensión.
Ante esta decisión, debemos preguntarnos por qué se retiró la ayuda soviética. Varias
opciones.
Con el Gran Salto Adelante Pekín intentaba quemar etapas, lo cual era una crítica a la
historia soviética.
El máximo dirigente soviético Kruchev planteó la también mencionada política de
coexistencia pacífica con el K, q a los ojos de los chinos equivalía a una especie de
contemporización soviético-norteamericana en cuyo marco el retorno de Taiwán a Pekín se
posponía de manera indeterminada.
Había también cuestiones de realpolitik en el tradicional sentido: en 1985 la URSS se había
comprometido a facilitar a China asistencia técnica para fabricar una bomba atómica. Pero luego
Moscú se pensó mejor la cosa: por muy socialista que fuera China mejor era q no tuviera un arma
tan formidable.
Esas tres razones explican la retirada súbita de la ayuda soviética, que ocasionó el más duro
golpe a la economía de la República Popular.
No obstante, es que pasado el primer año de la Gran Salto Adelante, al anterior intenso
crecimiento económico de China cedió bruscamente. Por lo cual, en la segunda mitad de 1960 se
adoptó una línea más flexible de política económica: se redujeron las ambiciosas metas
evidenciadas como excesivas y se limitó el grado de autarquía regional a que se aspiraba a la vista
de sus secuelas.
4- La relevancia de la Revolución Cultural
Tras las evoluciones y problemas comentados la recuperación económica se produjo más
rápidamente de lo esperado en Occidente y en 1964 China de nuevo se encontró en condiciones de
plantearse una nueva aventura.
Mai, por los fracasos del Gran Salto Adelante fue obligado a renunciar a la presidencia y
asumió Liu Shao-ch’i. Estos dos se enfrentaron gravemente. La polémica se convirtió en una lucha
abierta por el control del PCCh, y Mao, con parte del Comité Central abandonó Pekín. Marchó a
Shangai y puso en marcha la Revolución Cultural masivamente respaldada por la juventud por las

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Guardias de rojo. La Revolución Cultural llegó a todo el país, impregnando masivamente a la
juventud en la ideología de asumir la vía rápida al comunismo. Pero en 1968, dentro del desorden
de un movimiento lleno de incoherencias, destrucción de templos y otros lugares de tradición, de
autocríticas, etc, Liu Shao-ch’i fue depuesto de la presidencia. Al año siguiente Mao recuperó el
control del PCCh. Por lo demás la RC fue aplacándose en paralelo al agotamiento provocado por
tantas tensiones. Finalmente el 25 de octubre de 1971 la República Popular fue admitida como
miembro de la ONU, en el puesto antes ocupado por Taiwán. A partir de entonces, en relaciones
cada vez más normalizadas con EEUU, sobre todo a través del viaje de Nixon a Pequín, China
empezó a participar en las relaciones internacionales.
5- La significación de Mao
Y lo primero que surge en esa retrospectiva es el talante con que asumió el protagonismo de
la historia que él mismo incardinó desde la misma fundación del PCCh. Para luego liderar la Larga
Marcha, la prolongada contienda civil frente al KMT (¿) y la dura guerra contra Japón.
En esa primera dimensión de grandeza personal, Mao supo representar todo aquello a lo q
China aspiraba como futura potencia mundial, en el camino de una eventual confrontación con el
único país que podía oponerse a sus designios, EEUU.
Por otro lado, Mao denotaba constantemente su abierto inconformismo con cualquier
aburguesamiento o incluso con la simple adaptación de lo simplemente normal.
En este sentido quiso construir la utopía del comunismo, para lo cual no vaciló en cometer
diferentes experimentos: la reforma agraria, las Cien Flores, el Gran Salto Adelante y la Revolución
Cultural. Estos momentos fueron golpes sucesivos para cambiar el curso de la historia, con un
fracaso sin paliativos. Se puede decir que el último emperador no fue Pu Yi, sino Mao, que acumuló
poder total para defenderlo hasta las últimas consecuencias en los momentos más dramáticos: unió
en una sola persona el heroísmo y la represión, ligados a una gran causa aunque sea sin esperanza
posible. Porque efectivamente Mao dejó a su país sin previsiones sucesorias, sin designar su delfín.
Tal vez su autograndeza no concibió la posibilidad de un heredero legítimo. El PCCh también
quedó sin figura.
Mao recuperó para China la idea de grandeza que le alejó para siempre de los complejos de
inferioridad del tiempo anterior. De un país humillado y relegado, se pasó a una gran potencia en
ciernes.
 CAMPOS SERRANO, Alicia. “Política Poscolonial al sur de Sahara” en
ALBERDI, JOKIN et al. África en el horizonte. Introducción a la realidad socioeconómica del
África Subsahariana. Madrid, De la Catarata, 2006.
El objetivo de este capítulo es atender a algunas de las principales explicaciones sobre lo q,
desde dentro y fuera de África, se percibe como una gran crisis social y política.

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Trayectorias políticas africanas
El tratamiento de los temas del Sur del Sahara tiende a sufrir un déficit político y un déficit
histórico. Las explicaciones q se ofrecen normalmente sobre las realidades africanas enfatizan en
cuestiones económicas, como la pobreza, las carencias, etc. Pero es difícil analizar y comprender las
dinámicas africanas sin tomar en cuenta las rel de poder, los intereses de los diferentes grupos
dentro y fuera de África.
Atender a las trayectorias históricas q han llevado a las actuales situaciones políticas debe
ser el objetivo principal de cualquier explicación sobre las mismas. Podemos distinguir dos tipos de
dinámicas históricas: una de larga duración y otras con un origen reciente.
Las primeras, debemos mencionar las dificultades de las muchas autoridades africanas para
consolidar un orden político centralizado. En palabras de Lonsdale (1981) “arte civilizado de vivir
juntos, relativamente en paz sin Estados”.
Por otro lado, la integración de las sociedades africanas en procesos y redes comerciales,
religiosos y políticos. Algunas de estas conexiones han asumido formas dramáticas, como el tráfico
de esclavos.
Las dinámicas recientes, se destacan por la invasión y colonización europea y los procesos
de descolonización de los años 60, q se prolongaron en algún caso hasta el fin de la guerra fría.
GB, Francia, Alemania, Portugal y Bélgica, se repartieron y ocuparon el continente a lo
largo del último cuarto de s XIX, estableciendo un sistema de gobierno colonizador: explotación de
recursos, estabilidad y mantenimiento del control social, misión civilizadora de Occidente.
El gobierno europeo de África se basó en la participación de algunos individuos de las
sociedades colonizadas en la estructura de la administración colonial, a través de “gobiernos
indirectos”. El colonialismo integró a las poblaciones africanas en amplias organizaciones
transnacionales como eran los imperios coloniales. Pero no las convirtió en parte de la ciudadanía
de los Estados metropolitanos, sino q las mantuvo sometidas a leyes especiales poco garantes de los
derechos de las personas, más como súbdito q como ciudadanos.
Otro acontecimiento reciente q afectó todo el continente y q es origen inmediato de los
actuales Estados africanos es el proceso q puso fin al dominio formal de los europeos sobre el
continente. La descolonización fue producto de una combinación de factores diversos, desde el
cambio en las estructuras de poder internacionales q siguió a la SGM, al surgimiento de numerosos
movimientos sociales en África.
Hacia 1960 la independencia ya se había convertido en el único desenlace imaginable de los
imperios europeos en África. La resolución 1514 convertía el colonialismo en una forma de
gobierno ilegitimo, e interpretaba el principio de la libre determinación de los pueblos como un
derecho inalienable de las poblaciones coloniales.

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El proyecto nacionalista prometía un proceso de transformación social q, en nombre de las
nuevas naciones poscoloniales, supondría la emancipación de las estructuras de dominación
coloniales y la modernización de las sociedades africanas.
La mayor parte de las independencias africanas fueron fruto de la negociación entre el
gobierno de la metrópoli y los líderes nacionalistas, debido al miedo de los europeos a reeditar las
guerras anticoloniales del sureste asiático o Argelia. Sin embargo, desde mediados de los 60 los
conflictos estallaron en África austral. Solo con la independencia de Namibia y la llegada al poder
de un gobierno sudafricano de mayoría, en los 90, terminarían las formas de gobierno surgidas del
imperialismo europeo.
El Estado y sus fronteras, ¿una imposición externa?
En los 50 y 60 el Estado era percibido por muchos africanos y simpatizantes de los
movimientos anticoloniales como el gran instrumento q iba a permitir llevar a cabo el desarrollo y
la democracia q el colonialismo había impedido.
Para Davidson, las relaciones de dominación q ha sufrido el continente han venido de la
mano de la expansión de formas culturales e institucionales occidentales; y si la independencia no
supuso una verdadera emancipación de los africanos fue porque se hizo en nombre de ideas como la
nación o el Estado.
Lo cierto es q la construcción de nuevos Estados respetó y se hizo sobre unas estructuras, las
coloniales, q no fueron creadas para el autogobierno de los africanos. La idea de q los Estados
africanos son extraños al continente elude la participación de los mismos africanos en su aparición y
el hecho de q fueron los movimientos nacionalistas los q lucharon y exigieron el reconocimiento de
la soberanía nacional para los territorios q habían sido hasta entonces coloniales. Fueron las nuevas
elites políticas indígenas las q en 1963 acordaron en respetar las fronteras heredadas de la expansión
europea. El estado nacional se ha indigenizado y constituye parte inevitable de la vida cotidiana de
la mayoría de los africanos.
¿No funcionan los estados africanos?
Hay dos imágenes contradictorias:
Un Estado sobredimensionado.
Un Estado débil.
Lo cierto es q el Estado modernizador de los nacionalistas africanos no ha podido
transformar las estructuras económicas y sociales heredadas de la colonización.
Tras las independencias de los 60, todos los nuevos países fueron cayendo en regímenes
militares o de partido único.

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El estado se ha convertido en un espacio público desmoralizado, atravesado por redes
clientelares de los grandes hombres q lo monopolizan, al q los ciudadanos se acercan solo en busca
de prebendas y del q huyen para encontrar en otros ámbitos sociales una vida colectiva con sentido.
En África, los sistemas de patronazgo están focalizados en un solo punto, lo q hace al Estado
objeto de una intensísima rivalidad. Más que debatir sobre si funcionan o no los Estados, habría q
preguntarse cómo lo hacen, para entender la combinación de reconocimiento internacional,
violencia y cooptación personal q los mantiene en pie.
De lo que carecen es de legitimidad social.
Etnicidad, ¿Atavismo o solución?
La conciencia de los límites y diferencias entre grupos lingüísticos, religiosos o culturales es
habitual en los lugares de encuentro y frontera social.
Para las tesis primordialistas, la etnicidad es un elemento arraigado en la cultura africana,
proveniente de tiempos lejanos, que se presenta como un impedimento al proyecto modernizador
del Estado.
Los análisis constructivistas, a la q Hobsbawm ha contribuido sobre la “invención de la
tradición”, se ve al indigenismo como aquella utilización de tradiciones como instrumento del
gobierno indirecto.
La etnicidad no es un atavismo de otros tiempos, sino un fenómeno contemporáneo. No es el
único lenguaje con los q se expresan las relaciones sociales y políticas en África. Pero lo q parece
caracterizar la vida política africana es la desconexión entre la esfera del Estado y el espacio público
en el q los individuos debaten sobre la vida buena y se sienten obligados con sus conciudadanos.
La independencia en el contexto político
Si la imagen analizada más arriba era la de un Estado ajeno y suspendido sobre las
sociedades africanas, la de ahora es la de un conjunto de círculos concéntricos, donde África ocupa
el más periférico de todos ellos.
La sustitución de las materias primas q utiliza la industria y el proteccionismo de la
agricultura en los países más ricos, la dependencia de África ha significado el empeoramiento
progresivo de las condiciones económicas de la población y de los gobiernos africanos.
La dependencia de África no es tanto una estructura ineludible q perjudica a todos los
africanos por igual. Muchos actores son los gobernantes de los Estados africanos, cuya posición
como intermediarios privilegiados entre las poblaciones africanas y el sistema internacional les ha
proporcionado un instrumento de poder político y económico extraordinario.
La dependencia es una característica de la inserción del continente en el sistema mundial,
pero también una estrategia de supervivencia de los gobernantes africanos, q monopolizan los
recursos políticos y económicos.

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¿Cooperación, mercado o desconexión para el desarrollo africano?
Los programas de cooperación tienen su origen en la época tardo colonial, cuando las
potencias colonizadoras decidieron iniciar políticas de inversión en infraestructuras y servicios
sociales, dentro de lo q se ha denominado “segunda ocupación colonial”. Con la descolonización,
las metrópolis transformaron sus ministerios de ultramar en departamentos de cooperación para el
desarrollo, intentando mantener presencia en sus antiguas colonias pero sin asumir ninguna
responsabilidad política o social.
Por su parte, los nuevos gobernantes africanos encontraron en la cooperación una fuente de
financiación; así, se reprodujeron las fuentes clientelares entre elites africanas y representantes de
las dos potencias mundiales.
Los 80s llegaron con una fuerte crisis económica. El mercado se convirtió en la única
institución q, frente a los fracasos del Estado y también entre a la ayuda al desarrollo, podía
conseguir el crecimiento económico. Así, se fueron aplicando en todos los países planes de ajustes
auspiciados por el FMI y el Banco Mundial, dirigidos a disminuir la regulación del estado.
Detrás de este neoliberalismo estaba la convicción de q el problema de África era su
aislamiento. Esto es lo opuesto a lo considerado por otros estudiosos, de q el problema era su forma
de inserción en el sistema mundial como proveedor neto de materias primas.
¿Es posible la democracia en África?
Las limitaciones de la democratización de los 90 en África han sido numerosas. A pesar de
las reformas constitucionales y las periódicas citas electorales q se han producido en todos los
países africanos en la última década y medio, sobreviven muchas de las formas autoritarias
posteriores.
En un contexto en q el Estado sigue siendo el principal acumulador de recursos, el
mecanismo electoral no ayuda a llegar a consensos políticos y sociales, en la medida en q se
convierte en un juego de suma cero: quien gana se la lleva todo, no solo el poder político sino
también la capacidad económica.
El hecho de q las reformas políticas responda más a presiones internacionales q a las
necesidades y demandas de las poblaciones africanas explica los fracasos. La democracia se ha
convertido en una especie de simulacro, y el lenguaje de las libertades civiles en un discurso
ficticio, de manera q pareciera q los gobernantes africanos como los donantes internacionales han
acordado aceptar la trivialización de la capacidad de las libertades democráticas. De nada sirve la
mera transposición de instituciones políticas generadas en otros lugares si no existen dinámicas
sociales y políticas q las sustentan.

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UNIDAD 5
La era del declive (1973-1991)
5.1. La crisis de 1973 y sus efectos económicos. La economía entre los años setenta y los
ochenta: la hegemonía neoliberal. Los inicios de la volatilización de la economía mundial. El fin del
“Estado Benefactor” y del pleno empleo.
 ANDERSON, Perry. “Neoliberalismo: un balance provisorio” en Sader, Emir y
Gentili, Pablo La trama del Neoliberalismo. Buenos Aires, Eudeba, 1999.
El neoliberalismo nació después de la Segunda Guerra Mundial, en una región de Europa y
de América del Norte donde imperaba el capitalismo. Fue una reacción teórica y política vehemente
contra el Estado intervencionista y de Bienestar. Su texto de origen es Camino de Servidumbre, de
Friedrich Hayek, escrito en 1944. Se trata de un ataque apasionado contra cualquier limitación de
los mecanismos del mercado por parte del Estado, denunciada como una amenaza letal a la libertad,
no solamente económica sino también política. Hayek convocó a quienes compartían su orientación
ideológica a una reunión en la pequeña estación de Mont Pélerin, en Suiza. Entre los célebres
participantes estaban no solamente adversarios firmes del Estado de Bienestar europeo, sino
también enemigos férreos del New Deal norteamericano.
Allí se fundó la Sociedad de Mont Pélerin, una suerte de franco masonería neoliberal,
altamente dedicada y organizada, con reuniones internacionales cada dos años. Su propósito era
combatir el keynesianismo y el solidarismo reinantes, y preparar las bases de otro tipo de
capitalismo, duro y libre de reglas, para el futuro.
Con la llegada de la gran crisis del modelo económico de posguerra, en 1973 todo cambió. A
partir de ahí las ideas neoliberales pasaron a ganar terreno. Las raíces de la crisis, afirmaban Hayek
y sus compañeros, estaban localizadas en el poder excesivo y nefasto de los sindicatos y, de manera
más general, del movimiento obrero, que había socavado las bases de la acumulación privada.
Esos dos procesos destruyeron los niveles necesarios de beneficio de las empresas y
desencadenaron procesos inflacionarios que no podían dejar de terminar en una crisis generalizada
de las economías de mercado. El remedio, entonces, era claro: mantener un Estado fuerte en su
capacidad de quebrar el poder de los sindicatos y en el control del dinero, pero limitado en lo
referido a los gastos sociales y a las intervenciones económicas.
La ofensiva neoliberal en el poder
La hegemonía de este programa no se realizó de la noche a la mañana. Llevó más o menos
una década, los años ‘70, Pero al final de la década, en 1979, surgió la oportunidad. En Inglaterra
fue elegido el gobierno Thatcher, Un año después, en 1980, Reagan llegó a la presidencia de los
Estados Unidos. En 1982, Kohl derrotó al régimen social liberal de Helmut Schmidt en Alemania.

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En 1983, en Dinamarca, Estado modelo del Bienestar escandinavo, cayó bajo el control de una
coalición clara de derecha el gobierno de Schluter.
El ideario del neoliberalismo había incluido siempre, como un componente central, el
anticomunismo más intransigente de todas las corrientes capitalistas de posguerra.
Los años ‘80 vieron el triunfo más o menos incontrastado de la ideología neoliberal en esta
región del capitalismo avanzado
Ahora bien, ¿qué hicieron, en la práctica, los gobiernos neoliberales del período? El modelo
inglés fue, al mismo tiempo, la experiencia pionera y más acabada de estos regímenes. Durante sus
gobiernos sucesivos, Margaret Thatcher contrajo la emisión monetaria, elevó las tasas de interés,
bajó drásticamente los impuestos sobre los ingresos altos, abolió los controles sobre los flujos
financieros, creó niveles de desempleo masivos, aplastó huelgas, impuso una nueva legislación anti
sindical y cortó los gastos sociales. Finalmente y ésta fue una medida sorprendentemente tardía, se
lanzó a un amplio programa de privatizaciones.
La variante norteamericana fue bastante diferente. En los Estados Unidos, donde casi no
existía un Estado de Bienestar del tipo europeo, la prioridad neoliberal se concentró más en la
competencia militar con la Unión Soviética, concebida como una estrategia para quebrar la
economía soviética y por esa vía derrumbar el régimen comunista en Rusia. Se debe resaltar que, en
la política interna, Reagan también redujo los impuestos en favor de los ricos, elevó las tasas de
interés y aplastó la única huelga seria de su gestión.
En el continente europeo, los gobiernos de derecha de este período a menudo de perfil
católico practicaron en general un neoliberalismo más cauteloso y matizado que las potencias
anglosajonas, manteniendo el énfasis en la disciplina monetaria y en las reformas fiscales más que
en los cortes drásticos de los gastos sociales o en enfrentamientos deliberados con los sindicatos. A
pesar de todo, la distancia entre estas políticas y las de la socialdemocracia, propia de los anteriores
gobiernos, era grande. Y mientras la mayoría de los países del Norte de Europa elegía gobiernos de
derecha empeñados en distintas versiones del neoliberalismo, en el Sur del continente (territorio de
De Gaulle, Franco, Salazar, Fanfani, Papadopoulos, etc.), antiguamente una región mucho más
conservadora en términos políticos, llegaban al poder, por primera vez, gobiernos de izquierda,
llamados eurosocialistas: Mitterrand en Francia, González en España, Soares en Portugal, Craxi en
Italia, Papandreu en Grecia.
Al final de la década, el nivel de desempleo en Francia era más alto que en la Inglaterra
conservadora, como Thatcher se jactaba en señalar.
Alcances y límites del programa neoliberal
Lo que demostraron estas experiencias fue la impresionante hegemonía alcanzada por el
neoliberalismo en materia ideológica.

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En los países del capitalismo avanzado, el neoliberalismo había tenido su origen a partir de
una crítica implacable a los regímenes socialdemócratas. Sin embargo, y con excepción de Suecia y
Austria, hacia fines de los años ‘80, la propia socialdemocracia europea fue incorporando a su
programa las ideas e iniciativas que defendían e impulsaban los gobiernos neoliberales.
Paradojalmente, eran ahora los socialdemócratas quienes se mostraban decididos a llevar a la
práctica las propuestas más audaces formuladas por el neoliberalismo.
La razón principal de esta transformación fue sin duda la derrota del movimiento sindical,
expresada en la caída dramática del número de huelgas durante los años ‘80 y en la notable
contención de los salarios. Esta nueva postura sindical, mucho más moderada, tuvo su origen, en
gran medida, en un tercer éxito del neoliberalismo: el crecimiento de las tasas de desempleo,
concebido como un mecanismo natural y necesario de cualquier economía de mercado eficiente.
Finalmente, el grado de desigualdad (otro objetivo sumamente importante para el
neoliberalismo) aumentó significativamente en el conjunto de los países de la OECD: la tributación
de los salarios más altos cayó un 20% a mediados de los años ‘80 y los valores de la bolsa
aumentaron cuatro veces más rápidamente que los salarios.
En todos estos aspectos (deflación, ganancias, desempleo y salarios) podemos decir que el
programa neoliberal se mostró realista y obtuvo éxito. Pero, a final de cuentas, todas estas medidas
habían sido concebidas como medios para alcanzar un fin histórico: la reanimación del capitalismo
avanzado mundial.
Cabe preguntarse aún por qué la recuperación de las ganancias no condujo a una
recuperación de la inversión.
Esencialmente, porque la desregulación financiera, que fue un elemento de suma
importancia en el programa neoliberal, creó condiciones mucho más propicias para la inversión
especulativa que la productiva.
El peso de las operaciones de carácter parasitario tuvo un incremento vertiginoso en estos
años. Por otro lado, y éste fue el fracaso del neoliberalismo, el peso del Estado de Bienestar no
disminuyó mucho, a pesar de todas las medidas tomadas para contener los gastos sociales.
Dos razones básicas explican esta paradoja: el aumento de los gastos sociales con el
desempleo, lo cual significó enormes erogaciones para los estados, y el aumento demográfico de los
jubilados, lo cual condujo a gastar otros tantos millones en pensiones.
Por fin, irónicamente, cuando el capitalismo avanzado entró de nuevo en una profunda
recesión, en 1991, la deuda pública de casi todos los países occidentales comenzó a reasumir
dimensiones alarmantes.

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El segundo aliento de los gobiernos neoliberales
Sin embargo, más allá de estos éxitos electorales, el proyecto neoliberal continúa
demostrando una vitalidad impresionante.
La primera prioridad del presidente Clinton, en los Estados Unidos, fue reducir el déficit
presupuestario, y la segunda adoptar una legislación draconiana y regresiva contra la delincuencia,
lema principal también del nuevo liderazgo laborista en Inglaterra.
¿Cómo explicar este segundo impulso de los regímenes neoliberales en el mundo capitalista
avanzado? Una de sus razones fundamentales fue, claramente, la victoria del neoliberalismo en otra
región del mundo.
Los nuevos arquitectos de las economías poscomunistas en el Este, gente como Balcerovicz
en Polonia, Gaidar en Rusia, Maus en la República Checa, eran y son ardientes seguidores de
Hayek y Friedman, con un menosprecio total por el keynesianismo y por el Estado de Bienestar, por
la economía mixta y, en general, por todo el modelo dominante del capitalismo occidental
correspondiente al período de posguerra. Esos líderes políticos preconizan y realizan privatizaciones
mucho más amplias y rápidas.
No hay neoliberales más intransigentes en el mundo que los “reformadores” del Este.
Debe decirse que la revolución thatcheriana, o sea, antikeynesiana o liberal, apareció (con
una apreciación positiva) en medio del camino de Europa Occidental, y es preciso completarla”.
Bien entendido, este tipo de extremismo neoliberal, por influyente que sea en los países
poscomunistas, también desencadenaron una reacción popular, como se puede ver en las últimas
elecciones en Polonia, Hungría y Lituania, donde partidos ex comunistas ganaron, y ahora
gobiernan nuevamente sus países.
La deflación, el desmantelamiento de los servicios públicos, las privatizaciones, el
crecimiento del capital corrupto y la polarización social siguen, un poco menos rápidamente, por él
mismo rumbo.
América Latina, escenario de experimentación
El impacto del triunfo neoliberal en el Este europeo tardó en sentirse en otras partes del
globo, particularmente aquí en América Latina, que hoy en día se convierte en el tercer gran
escenario de experimentación neoliberal.
Me refiero, obviamente, a Chile bajo la dictadura de Pinochet: aquel régimen tiene el mérito
de haber sido el verdadero pionero del ciclo neoliberal en la historia contemporánea. El Chile de
Pinochet comenzó sus programas de forma drástica y decidida: desregulación, desempleo masivo,
represión sindical, redistribución de la renta en favor de los ricos, privatización de los bienes
públicos.
La experiencia chilena de los años ‘70 interesó muchísimo a ciertos consejeros británicos.

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En ese sentido, Friedman y Hayek podían ver con admiración la experiencia chilena, sin
ninguna inconsistencia intelectual o compromiso de principios.
Si Chile fue, en este sentido, una experiencia piloto para el nuevo neoliberalismo en los
países avanzados de Occidente, América Latina también proporcionó la experiencia piloto para el
neoliberalismo del Este pos soviético. Aquí me refiero a Bolivia. En Bolivia, la puesta en marcha de
la experiencia neoliberal no tenía urgente necesidad de quebrar a un movimiento obrero poderoso,
como en Chile, sino de parar la hiperinflación.
En otras palabras, América Latina también inició una variante neoliberal “progresista”,
difundida más tarde en el Sur de Europa, en los años del eurosocialismo. Pero Chile y Bolivia eran
experiencias aisladas hasta finales de los años ‘80.
El viraje continental en dirección al neoliberalismo no comenzó antes de la presidencia de
Salinas, en México, en 1988, seguido de la llegada de Menem al poder, en 1989, de la segunda
presidencia de Carlos Andrés Pérez en el mismo año en Venezuela, y de la elección de Fujimori en
el Perú en el ‘90. Ninguno de esos gobernantes confesó al pueblo, antes de ser electo, lo que
efectivamente hizo después. Menem, Carlos Andrés Pérez y Fujimori, por cierto, prometieron
exactamente lo opuesto a las políticas radicalmente antipopulistas que implementaron en los años
‘90. Salinas ni siquiera fue electo, apelando, como es bien sabido, a uno de los tradicionales
recursos de la política mexicana: el fraude.
De las cuatro experiencias vividas en esta década, podemos decir que tres registraron éxitos
impresionantes a corto plazo (México, Argentina y Perú) y una fracasó: Venezuela. La diferencia es
significativa.
A pesar de esto sería arriesgado concluir que en América Latina sólo los regímenes
autoritarios pueden imponer con éxito las políticas neoliberales. El caso de Bolivia, donde todos los
gobiernos electos después de 1985, tanto el de Paz Zamora como el de Sánchez de Losada,
continuaron con la misma línea, está ahí para comprobarlo. La lección que deja la larga experiencia
boliviana es clara. Existe un equivalente funcional al trauma de la dictadura militar como
mecanismo para inducir democrática y no coercitivamente a un pueblo a aceptar las más drásticas
políticas neoliberales: la hiperinflación.
Un balance provisorio
La pregunta que queda abierta es si el neoliberalismo encontrará aquí, en América Latina,
más o menos resistencia a su implementación duradera que la que encontró en Europa Occidental y
en la antigua URSS.
La región del capitalismo mundial que presenta más éxitos en los últimos veinte años es
también la menos neoliberal, o sea, las economías de Extremo Oriente como Japón, Corea, Taiwán,
Singapur y Malasia.

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En este sentido, cualquier balance actual del neoliberalismo sólo puede ser provisorio. Se
trata de un movimiento inconcluso.
Económicamente, el neoliberalismo fracasó. No consiguió ninguna revitalización básica de
capitalismo avanzado. Socialmente, por el contrario, ha logrado muchos de sus objetivos, creando
sociedades marcadamente más desiguales, aunque no tan desestatizadas como se lo había propuesto.
Política e ideológicamente, sin embargo, ha logrado un grado de éxito quizás jamás soñado por sus
fundadores, diseminando la simple idea de que no hay alternativas para sus principios, y que todos,
partidarios u opositores, tienen que adaptarse a sus normas. Históricamente, el momento de viraje
de una onda es siempre una sorpresa.
 WEBBER, Douglas. “La socialdemocracia y el resurgimiento del desempleo masivo
en Europa Occidental” en PATTERSON, William E. y THOMAS, Alastair H., El futuro de la
socialdemocracia, Valencia, Alfons El Magnánin, 1992.
Posiblemente no exista otra aspiración política con la que se hayan identificado más
plenamente los partidos socialdemócratas que con el logro o el mantenimiento del pleno empleo.
Probablemente pocos socialdemócratas hubieran estado en desacuerdo con la visión de
Crosland, expresada en El futuro del socialismo de que en caso improbable de que las presiones
económicas endógenas hacia niveles altos de empleo se debilitaran demasiado, las presiones
políticas, sobre todo el temor a la derrota electoral, obligarían a los gobiernos a intervenir para
prevenir el crecimiento del desempleo.
Las formas como los partidos socialdemócratas han reaccionado por medio de sus
programas y política al resurgimiento de los altos niveles de desempleo han variado
considerablemente. Por lo tanto, el capítulo trata en primer lugar, de las diferencias y similitudes de
las respuestas de los gobiernos socialdemócratas al creciente desempleo o a la amenaza del aumento
del desempleo, los principales instrumentos políticos para identificar algunos de los factores que
pudieran explicar por qué algunos gobiernos han tenido más éxito en este campo que en otros.
El efecto de los gobiernos socialdemócratas sobre el desempleo
Los gobiernos socialdemócratas de algunos estados son mejores a la hora de frenar el
desempleo que los gobiernos de similar tendencia ideológica de otros estados. El desempleo abierto
solo se ha mantenido en su nivel aproximado de pre-crisis en Suecia y Austria.
En Suecia hubo una política de gasto financiero destinada a salvar la crisis. El auge sin
embargo, cuando llegó fue más débil y fugaz de lo que exigía la política. En 1977-78 Suecia
experimentó todo el peso del declive económico internacional.
Se dio mayor importancia a la colación de parados en el mercado abierto, en oposición a los
programas gubernamentales de empleo. Las demandas presupuestarias de la Administración del
mercado de trabajo no fueron atendidas. No obstante el alcance de los programas suecos de

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mercado de trabajo todavía iba mucho más lejos que los de cualquier otro estado de Europa
Occidental.
En Suecia el nivel comparativamente bajo de desempleo abierto no ha sido asegurado solo
por la puesta en práctica de amplios programas de mercado laboral. Un segundo factor que ha
contribuido a ellos fue la política de contrataciones en el sector público. La principal y más
incongruente innovación fue la nacionalización y masiva subvención de numerosas empresas en
aquellas ramas de la industrial q más duramente fueron golpeadas por la crisis industriales.
Los gobiernos burgueses mantuvieron un desempleo abierto comparativamente bajo en
Suecia, a pesar de un continuo crecimiento de la fuerza de trabajo extranjera. El coste de su defensa
del empleo era, sin embargo, elevado. La economía sueca incurrió en déficit por cuenta corriente
desde el 74 al 81. El endeudamiento gubernamental ha sido vertiginosamente, no obstante la
administración socialdemócrata elegida en el otoño de 1982 optó por ejercer una política económica
ambiciosa dando prioridad al crecimiento económico y defensa del empleo.
El éxito de esta medida para aumentar la competitividad internacional de la industria sueca
la competitividad internacional sueca dependería en gran parte del consentimiento de los sindicatos
a recortes en los salarios reales.
Sin embargo existe una fuerte oposición a estos planes por parte del capital sueco, cuya
cooperación el gobierno sabía que tenía que asegurar si se quería invertir la tasa descendente de
inversión, como reconoció el propio primer ministro socialdemócrata.
Las limitaciones institucionales para la búsqueda de una política de una política económica
orientada hacia el pleno empleo son mayores en Alemania Occidental que en Suecia. En primer
lugar, la capacidad de maniobra del gobierno federal en la formulación de la política económica está
limitada por el papel del Banco Federal, cuya independencia del gobierno está protegida por la ley.
En segundo lugar el gobierno federal en una amplia gama de áreas políticas que afectan a su
capacidad para dirigir la economía, requiere el concurso de las administraciones locales y
regionales, cuyo gasto combinado excedía en mucho al de la federación.
La coalición Social-liberal no recurrió a las medidas de política de mercado laboral como
un medio para combatir el desempleo con la misma intensidad que las administraciones
socialdemócrata y burguesa sueca. La perspectiva de una aplicación anti-cíclica de los programas de
mercado laboral tiende a estar limitada en Alemania Occidental por el hecho de que tales medidas
son financiadas por la administración del mercado laboral, cuya principal obligación es pagar los
subsidios de desempleos.
En comparación con Suecia, el aumento del empleo en el sector público en Alemania
Occidental fue también moderado durante la coalición Social-liberal. Efectivamente desde 1975 en
adelante, el empleo en el gobierno federal decayó. La política del empleo de la coalición Social-

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liberal se inclinó especialmente que la de Suecia hacia la reducción de la oferta de trabajo mediante
el fomento de la jubilación anticipada y la exportación de los trabajadores extranjeros.
La coalición Social-liberal delegó mucho más la responsabilidad de crear empleo al sector
privado de la economía que los gobiernos burgueses suecos. El éxito considerable obtenido con esta
política entre el 76 y 80 puede atribuirse en gran parte a la moderación ejercida en la negociación
salarial por los sindicatos.
En Austria los socialdemócratas no han tenido que enfrentase con limitaciones tan
formidables en la búsqueda de una política de pleno empleo como las que tuvo que soportar la SPD
mientras estaba en el gobierno federal en Alemania Occidental. Desde el 70 al 83 el SPO pudo
gobernar solo. La moderación salarial ha dado una contribución decisiva al mantenimiento de un
alto nivel de empleo. Por otro lado los austriacos han practicado una política muy restrictiva hacia
los trabajadores extranjeros.
Durante el período de 1974 al 79 en general los gobiernos laboristas de GB practicaron una
política presupuestaria más restrictiva que cualquier de sus homólogos socialdemócratas de la
Europa Occidental continental. Su perspectiva de combatir el desempleo mediante una política
expansionista de gestión de la demanda era más limitada que las de las administraciones hermanas
dada la situación económica heredada de los conservadores en febrero del 74. En su primer año en
el poder Wilson siguió una política de gestión económica anti-cíclica que mantenía el crecimiento
del desempleo dentro de ciertos límites.
El gobierno parecía esperara que la restricción salarial sentaría las bases de un proceso de
crecimiento del empleo estimulado por la exportación cuando se reactivase el comercio
internacional. Ciertamente la estrategia industrial del gobierno reflejaba la filosofía de que la fuente
primaria de los nuevos empleos debería ser la inversión en la industria manufacturera.
En la práctica, la principal prioridad de la política económica de los gobiernos laboristas fue
la reducción del nivel de inflación, que Wilson describió como “el padre y la madre” del desempleo.
El crecimiento del desempleo fue controlado, pero el nivel de desempleo registrado casi permaneció
estancado durante los últimos años del gobierno laborista en mucho más de un millón.
En Francia el gobierno de coalición de la izquierda dirigido por los socialistas que ocupó el
poder en el 81 se fijó como primer objetivo luchar contra el paro. La gran extensión del sector
público en la industria y la banca llevada a cabo en los primeros meses de gobierno fue legitimidad
en términos del papel que jugaría la expansión del sector público en la regeneración de la industria
francesa y en términos de estímulo del crecimiento económico y del empleo. También se adoptó una
política de tratamiento de la demanda extremadamente expansionista.
Este programa no resulto totalmente un fracaso en las primeras 18 semanas de gobierno. El
comparativamente bajo nivel de endeudamiento estatal en Francia podría haber permitido una

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considerable expansión del déficit presupuestario del sector público, pero la inflación comenzó a
aumentar y en particular el déficit por cuenta corriente francés creció fuertemente, disminuyendo la
confianza internacional en el franco francés.
Al igual que ocurre con el empleo en el sector público y el horario laboral, la variedad de
posturas políticas entre los gobiernos socialdemócratas de Europa Occidental en relación con los
trabajadores extranjeros ha sido muy amplia. En parte estas diferencias pueden atribuirse a las
características ideológicas.
Este análisis de la política de empleo y de los resultados de la misma en cinco estados de
Europa Occidental durante la crisis económica indica que, aparte de las circunstancias económicas y
niveles de empleo heredados, dos variables ejercen una influencia particularmente fuerte sobre la
capacidad para combatir el desempleo con eficacia en los gobiernos socialdemócratas. La primera
de estas es el tiempo de relación de los partidos socialdemócratas con los respectivos movimientos
sindicales nacionales y el carácter de estos sindicatos. Donde estas relaciones son estrechas y los
sindicatos están centralizados y son cooperadores las condiciones para mantener un nivel
comparativamente bajo de desempleo son favorables (Alemania, Austria, GB). Sin embargo el que
haya sindicatos dispuestos a cooperar y existan unas estrechas relaciones entre los sindicatos y los
gobiernos socialdemócratas no son condiciones suficientes, ni siquiera necesarias, para el
mantenimiento de un bajo desempleo. La segunda variable que parece ejercer una poderosa
influencia sobre la capacidad, o la voluntad de tales gobiernos para mantener unos bajos niveles de
desempleo es la fuerza de la cultura socialdemócrata.
El impacto del desempleo sobre los partidos socialdemócratas
Los altos niveles de desempleo en Europa Occidental desde el 74 no han provocado tanta
inestabilidad y malestar como se temía cuando la crisis económica se hizo sentir por primera vez.
La depresión de los 30 generó radicalismo político, no se han cumplido. Una serie de factores
pueden ayudar a explicar por qué esto no ha ocurrido.
En primer lugar el período del tiempo en q la mayoría de las personas desempleadas están
sin empleo ha seguido siendo limitado. En segundo lugar la mayoría de los estados de Europa
Occidental, el nivel de prestaciones de la Seguridad Social para los desempleados es muy alto. En
tercer lugar, las tasas de actividad eran tan altas en la mayoría de los estados que la mayoría de las
personas sin empleo podían vivir en familias donde alguna otra persona estuviese trabajando.
Las potenciales repercusiones de políticas de los altos niveles de desempleo depende, en
cuarto lugar, de la forma como se distribuye la carga del desempleo. Contrariamente los grupo clave
en los movimientos obreros y sindicales en la mayoría de los E de Europa Occidental, como los
trabajadores cualificados, generalmente han mantenido una posición comparativamente fuerte en el

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mercado de trabajo. La estrategia sindical puede haber estado influenciada por la creencia de que un
gobierno socialdemócrata o laborista todavía representaba el mal menos.
Obviamente los 5 factores podrían constituir juntos no más de un elemento en la
construcción de una explicación de porqué el empleo no ha tenido un impacto más desestabilizador
y radicalizador sobre la política de Europa Occidental.
Si el elevado desempleo no ha provocado ninguna inestabilidad política o malestar
significativo en Europa Occidental, entonces ¿ha tenido algún efecto perceptible sobre la suerte
electoral de los partidos socialdemócratas gobernantes o de otros partidos o sobre el desarrollo de
los sistemas de partidos de Europa Occidental? Si bien los partidos socialdemócratas son vistos
como el partido del pleno empleo igualmente pueden haberse ganado esta imagen de competencia
en política de empleo sobre la base de su actuación o de sus partidos rivales. En tanto que el
desempleo afectó al resultado de las elecciones de 1979 es casi probable que beneficiara más al
Partido Conservador que al Partido Laborista.
Las expectativas populares con respecto al desarrollo de la economía y la posición electoral
del SPD mejoraron a la vez que es año se ponía en marcha una recuperación económica.
Por lo tanto la tesis de la teoría clientelista, en el sentido de que la presencia o amenaza de
alto desempleo debería beneficiar a los socialdemócratas o partidos laboristas, no resisten bien el
análisis, las conclusiones deben extraerse con un elevado grado de precaución. La confianza pública
en la competencia de las políticas de empleo de los partidos puede verse afectada por la valoración
general o la imagen que los votantes tienen de ellos o por las predicciones o proyecciones
económicas, así como, o en vez de, por los cambios coyunturales en el mercado laboral.
Finalmente el comportamiento electoral puede haberse vuelto más inestable y sensible a las
experiencias a corto plazo.
Tanto las tensiones internas como las internaciones que se producen en la búsqueda de una
política de pleno empleo son políticas e ideológicas, así como también económicas por naturaleza.
Allí donde las condiciones políticas para su eficiente funcionamiento están presentes, los métodos
de gestión económica ampliamente keynesianos no son de ningún modo obsoletos, como la
reducción del horario salarial, aunque esto implica recortes en los sueldos, y otra área es la del gasto
público/inversión pública. Sin embargo podrían encontrar resistencia dentro de los partidos
socialdemócratas y por parte de sus aliados de costumbre, los sindicatos.
El desempleo y los futuros de la socialdemocracia
El problema del desempleo se hizo cada vez más grave en Europa Occidental a principio de
los 80, a la vez que disminuía la capacidad de los partidos socialdemócratas para solucionarlo. Sin
embargo las diferencias en cuanto a resultados de la política de empleo han sido importantes y los
que han actuado peor han sido castigados electoralmente, en distintos grados, por su fracaso.

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Austria y Suecia quedaron bastante bien para el 83, Alemania tenía menos esperanzas y peor
estaba Francia y todavía peor en GB.
El éxito o fracaso de los partidos socialdemócratas u otros para combatir el desempleo no es
sino una de las muchas variables que influirán en la evolución futura de la socialdemocracia en
Europa Occidental. Pero en la medida en que las tendencias del desempleo y el futuro de la
socialdemocracia están entrelazadas, es probablemente que la socialdemocracia en Europa
Occidental tenga una amplia diversidad de formas.
5.2. Las respuestas políticas a la crisis. El ascenso neoconservador y la Segunda Guerra
Fría. El Estado Nación Europeo: comunitarios y fragmentados. Japón y los tigres del asiático.
 HARVEY, David. Breve historia del neoliberalismo. Madrid, Akal, 2007.
Cap. I “La libertad no es más que una palabra…”
Para que cualquier forma de pensamiento se convierta en dominante, tiene que presentarse
un aparato conceptual que sea sugerente para nuestras intuiciones, nuestros instintos, nuestros
valores y nuestros deseos así como también para las posibilidades inherentes al mundo social que
habitamos.
La idea de dignidad y de libertad individual son conceptos poderosos y atrayentes por sí
mismos. En términos más generales, estos ideales atraen a cualquier persona que aprecie la facultad
de tomar decisiones por sí misma.
La idea de libertad, inserta en la tradición estadounidense desde hace largo tiempo, ha
desempeñado un notable papel en Estados Unidos en los últimos años.
Cuando todas las restantes razones para emprender una guerra preventiva contra Irak se
revelaron deficientes, el presidente apeló a la idea de que la libertad otorgada a Iraq era en sí misma
y por sí misma una justificación adecuada de la guerra. Los iraquíes eran libres y eso era todo lo que
realmente importaba. ¿A qué destino, por consiguiente, se espera que encamine el pueblo iraquí el
caballo de la libertad que se le ha donado por la fuerza de las armas?
De acuerdo con la teoría neoliberal, el tipo de medidas perfiladas por Bremer eran tan
necesarias como suficientes para la creación de riqueza y, por lo tanto, para el progreso del bienestar
de la población en general. La suposición de que las libertades individuales se garantizan mediante
la libertad de mercado y de comercio, es un rasgo cardinal del pensamiento neoliberal, y ha
dominado durante largo tiempo la postura de Estados Unidos hacia el resto del mundo.
Evidentemente, lo que Estados Unidos pretendía imponer por la fuerza en Iraq, era un aparato
estatal cuya misión fundamental era facilitar las condiciones para una provechosa acumulación de
capital tanto por parte del capital extranjero como del doméstico. A esta forma de aparato estatal la
denominaré Estado neoliberal. Las libertades que encarna reflejan los intereses de la propiedad
privada, las empresas, las compañías multinacionales, y el capital financiero.

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Merece la pena recordar que el primer experimento de formación de un Estado neoliberal se
produjo en Chile tras el golpe de Pinochet el «11 de septiembre menor» de 1973.
El golpe contra el gobierno democráticamente elegido de Salvador Allende fue promovido
por las elites económicas domésticas que se sentían amenazadas por el rumbo hacia el socialismo de
su presidente. Contó con el respaldo de compañías estadounidenses, de la CIA, y del secretario de
Estado estadounidense Henry Kissinger. Reprimió de manera violenta todos los movimientos
sociales y las organizaciones políticas de izquierda y desmanteló todas las formas de organización
popular.
Conocidos como los “Chicago boys” a causa de su adscripción a las teorías neoliberales de
Milton Friedman, que entonces enseñaba en la Universidad de Chicago. La historia de cómo fueron
elegidos es interesante. Desde la década de 1950 Estados Unidos había financiado la formación de
algunos economistas chilenos en la Universidad de Chicago.
Pinochet puso a estos economistas en el gobierno donde su primer trabajo fue negociar los
créditos con el Fondo Monetario Internacional. El fruto de su trabajo junto al FMI, fue la
reestructuración de la economía en sintonía con sus teorías. Revirtieron las nacionalizaciones y
privatizaron los activos públicos, abrieron los recursos naturales (la industria pesquera y la
maderera, entre otras) a la explotación privada y desregulada (en muchos casos sin prestar la menor
consideración hacia las reivindicaciones de los habitantes indígenas), privatizaron la Seguridad
Social y facilitaron la inversión extranjera directa y una mayor libertad de comercio. El derecho de
las compañías extranjeras a repatriar los beneficios de sus operaciones chilenas fue garantizado. Se
favoreció un crecimiento basado en la exportación frente a la sustitución de las importaciones. El
único sector reservado al Estado, fue el recurso clave del cobre (al igual que el petróleo en Irak).
Esto se reveló crucial para la viabilidad presupuestaria del Estado, puesto que los ingresos del cobre
fluían exclusivamente hacia sus arcas.
La reactivación inmediata de la economía chilena en términos de tasa de crecimiento,
acumulación de capital y una elevada tasa de rendimiento sobre las inversiones extranjeras, no duró
mucho tiempo. Todo se agrió en la crisis de la deuda que azotó América Latina en 1982.
El hecho de que dos reestructuraciones del aparato estatal que presentan una similitud tan
manifiesta, hayan ocurrido en épocas tan distintas y en lugares tan diferentes del mundo bajo la
influencia coactiva de Estados Unidos, sugiere que el alcance inexorable del poder imperial
estadounidense, podría obedecer a la rápida proliferación de formas estatales neoliberales alrededor
del mundo registradas desde mediados de la década de 1970. Aunque sin duda esto se haya
producido a lo largo de los últimos treinta años, en ningún caso constituye toda la historia, como
muestra el elemento doméstico del giro neoliberal en Chile. Por otro lado, Estados Unidos no obligó
a Margaret Thatcher a adentrarse en la inexplorada senda neoliberal en 1979.

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La reestructuración de las formas estatales y de las relaciones internacionales después de la
Segunda Guerra Mundial, estaba concebida para prevenir un regreso a las catastróficas condiciones
que habían amenazado como nunca antes el orden capitalista en la gran depresión de la década de
1930. Al parecer, también iba a evitar la reemergencia de las rivalidades geopolíticas interestatales
que habían desatado la guerra.
Tal vez, el mejor retrato del pensamiento de la época se encuentre en un influyente texto
escrito por dos eminentes sociólogos, Robert Dahl y Charles Lindblom, que fue publicado en 1953.
En opinión de ambos autores, tanto el capitalismo como el comunismo en su versión pura, habían
fracasado. El único horizonte por delante era construir la combinación precisa de Estado, mercado e
instituciones democráticas para garantizar la paz, la integración, el bienestar y la estabilidad.
Todas estas formas estatales diversas tenían en común la aceptación de que el Estado debía
concentrar su atención en el pleno empleo, en el crecimiento económico y en el bienestar de los
ciudadanos, y que el poder estatal debía desplegarse libremente junto a los procesos del mercado -o,
si fuera necesario, interviniendo en él o incluso sustituyéndole-, para alcanzar esos objetivos. Las
políticas presupuestarias y monetarias generalmente llamadas “keynesianas” fueron ampliamente
aplicadas para amortiguar los ciclos económicos y asegurar un práctico pleno empleo. Por regla
general, se defendía un «compromiso de clase» entre el capital y la fuerza de trabajo como garante
fundamental de la paz y de la tranquilidad en el ámbito doméstico.
Actualmente es habitual referirse a esta organización político-económica como «liberalismo
embridado» para señalar el modo en que los procesos del mercado así como las actividades
empresariales y corporativas, se encontraban cercadas por una red de constreñimientos sociales y
políticos y por un entorno regulador que en ocasiones restringían, pero en otras instancias señalaban
la estrategia económica e industrial.
A finales de la década de 1960 el liberalismo embridado comenzó a desmoronarse, tanto a
escala internacional como dentro de las economías domésticas. En todas partes se hacían evidentes
los signos de una grave “crisis de acumulación de capital”. Las políticas keynesianas habían dejado
de funcionar. El oro no podía seguir funcionando como la base metálica de la divisa internacional.
Una respuesta consistía en intensificar el control estatal y la regulación de la economía a
través de estrategias corporativistas Esta respuesta era alentada por diversos partidos socialistas y
comunistas en Europa. La izquierda congregó un considerable poder popular detrás de estos
programas, rozando el poder en Italia y ganándolo de hecho en Portugal, Francia, España y Gran
Bretaña, sin dejar de conservar su poder en la península escandinava. Incluso en Estados Unidos, a
principios de la década de 1970, el Congreso controlado por el Partido Demócrata generó un
enorme aluvión de iniciativas de reforma legislativas.

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Pero la izquierda no fue mucho más allá de las tradicionales soluciones socialdemócratas y
corporativistas si bien, a mediados de la década de 1970, éstas se habían revelado incompatibles con
las exigencias de la acumulación de capital. Esto desencadenó una polarización del debate entre
quienes se alineaban a favor de la socialdemocracia y de la planificación central por un lado, y los
intereses de todos aquellos comprometidos con la liberación del poder financiero y de las
corporaciones, y el restablecimiento de las libertades de mercado, por otro.
Cómo y por qué el neoliberalismo emergió victorioso como la única respuesta a esta
cuestión es el quid del problema que debemos resolver. Desde una mirada retrospectiva puede
parecer como si la respuesta fuese tan obvia como inevitable pero, al mismo tiempo, pienso que es
justo decir que nadie supo o comprendió con certeza qué tipo de respuesta funcionaría y cómo lo
haría. El mundo capitalista fue dando tumbos hacia la respuesta que constituyó la neoliberalización
a través de una serie de zigzagueos y de experimentos caóticos, que en realidad únicamente
convergieron en una nueva ortodoxia gracias a la articulación de lo que llegó a ser conocido como
el «Consenso de Washington» en la década de 1990. Por entonces, tanto Clinton como Blair
pudieron haber dado la vuelta sin problemas a la observación de Nixon y decir de manera sencilla
que «ahora todos somos neoliberales».
Sin embargo, hay un elemento dentro de esta transición que merece una atención específica.
La crisis de acumulación de capital que se registró en la década de 1970 sacudió a todos a través de
la combinación del ascenso del desempleo y la aceleración de la inflación. El descontento se
extendió y la unión del movimiento obrero y de los movimientos sociales en gran parte del mundo
capitalista avanzado, parecía apuntar hacia la emergencia de una alternativa socialista al
compromiso social entre el capital y la fuerza de trabajo. En gran parte de Europa los partidos
Comunista y Socialista estaban ganando terreno, lo q planteaba por doquier una clara amenaza
política a las elites económicas.
Una condición de acuerdo posbélico en casi todos los países, fue que se restringiera el poder
económico de las clases altas y que le fuera concedida a la fuerza de trabajo una mayor porción del
pastel económico.
Tener una participación estable de una tarta creciente es una cosa. Pero cuando en la década
de 1970 el crecimiento se hundió, los tipos de interés real fueron negativos y unos dividendos y
beneficios miserables se convirtieron en la norma, las clases altas de todo el mundo se sintieron
amenazadas.
El golpe de estado de Chile y la toma del poder por los militares en Argentina, promovidos
internamente por las clases altas con el apoyo de Estados Unidos, proporcionaba un amago de
solución. En efecto, los efectos redistributivos y la creciente desigualdad social han sido rasgo tan

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persistente de la neoliberalización como para poder ser considerados un rasgo estructural de todo el
proyecto.
Estados Unidos no está solo en este proceso, ya que el 1 % superior de los perceptores de
renta en Gran Bretaña ha doblado su porcentaje de la renta nacional del 6,5 al 13 % desde 1982. Y
si lanzamos nuestra mirada más lejos, vemos extraordinarias concentraciones de riqueza y de poder
emergiendo por todas partes (lo mismo sucedió en China, Rusia y México).
Por lo tanto, la neoliberalización puede ser interpretada bien como un proyecto utópico con
la finalidad de realizar un diseño teórico para la reorganización del capitalismo internacional, o bien
como un proyecto político para restablecer las condiciones para la acumulación del capital y
restaurar el poder de las elites económicas. En las páginas que siguen, argumentaré que en la
práctica el segundo de estos objetivos ha sido dominante. La neoliberalización no ha sido muy
efectiva a la hora de revitalizar la acumulación global de capital pero ha logrado de manera muy
satisfactoria restaurar o, en algunos casos (como en Rusia o en China), crear el poder de una elite
económica. En mi opinión, el utopismo teórico del argumento neoliberal ha funcionado ante todo
como un sistema de justificación y de legitimación de todo lo que fuera necesario hacer para
alcanzar ese objetivo.
El ascenso de la teoría neoliberal
El neoliberalismo en tanto que antídoto potencial para las amenazas al orden social
capitalista y como solución a los males del capitalismo, había permanecido latente durante largo
tiempo bajo las alas de la política pública. Un grupo reducido y exclusivo de apasionados
defensores -principalmente economistas, historiadores y filósofos del mundo académico- se había
aglutinado alrededor del renombrado filósofo político austriaco Friedrich von Hayek para crear la
Mont Pelerin Society (su nombre proviene del balneario suizo donde se celebró la primera reunión
del grupo).
Los miembros del grupo se describían como “liberales” (en el sentido europeo tradicional)
debido a su compromiso fundamental con los ideales de la libertad individual. No obstante, también
se atenían a la conclusión de Adam Smith de que la mano invisible del mercado era el mejor
mecanismo para movilizar, incluso, los instintos más profundos del ser humano como la glotonería,
la gula y el deseo de riqueza y de poder en pro del bien común.
Los neoliberales se oponían aún más fieramente a las teorías en torno a la planificación
estatal centralizada, como las propuestas por Oscar Lange, cuya obra se aproximaba a la tradición
marxista. Las decisiones estatales, argüían, estaban condenadas a estar sesgadas políticamente en
función de la fuerza de los grupos de interés implicados en cada ocasión (como podían ser los
sindicatos, las organizaciones ecologistas, o los grupos de presión empresariales). Las decisiones
estatales en materia de inversión y de acumulación de capital siempre habrían de ser erróneas

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porque la información disponible para el Estado no podía rivalizar con la contenida en las señales
del mercado.
Este marco teórico no es, tal y como varios analistas han señalado, enteramente coherente.
El rigor científico de su economía neoclásica no encaja fácilmente con su compromiso
político con los ideales de la libertad individual, al igual que su supuesta desconfianza hacia todo
poder estatal tampoco encaja con la necesidad de un Estado fuerte y si es necesario coactivo que
defienda los derechos de la propiedad privada y las libertades individuales y empresariales.
No obstante, este movimiento permaneció en los márgenes de la influencia tanto política
como académica hasta los turbulentos años de la década de 1970. En ese momento, comenzó a
adquirir protagonismo, particularmente en Estados Unidos y Gran Bretaña, con la ayuda de varios
think-thanks generosamente financiados (ramificaciones de la Mont Pelerin Society, como el
Institute of Economic Affairs en Londres y la Heritage Foundation en Washington) así como
también, a través de su creciente influencia dentro de la academia, en particular en la Universidad
de Chicago, donde dominaba Milton Friedman. La teoría neoliberal ganó respetabilidad académica
gracias a la concesión del Premio Nóbel de Economía a Hayek en 1974 y a Friedman en 1976.
En mayo de aquél año, Margaret Thatcher fue elegida en Gran Bretaña con el firme
compromiso de reformar la economía. Bajo la influencia de Keith Joseph, un publicista y polemista
muy activo y comprometido que poseía conexiones muy influyentes con el neoliberal Institute of
Economic Affairs, aceptó que el keynesianismo debía ser abandonado y que las soluciones
monetaristas de las doctrinas “dirigidas a actuar sobre la oferta” eran esenciales para remediar la
estanflación que había caracterizado la economía británica durante la década de 1970.
En una famosa declaración, Thatcher afirmó que no había «eso que se llama sociedad, sino
únicamente hombres y mujeres individuales»; seguidamente ella añadió, y sus familias. Todas las
formas de solidaridad social iban a ser disueltas en favor del individualismo, la propiedad privada,
la responsabilidad personal y los valores familiares. El asalto ideológico alrededor de estas hebras
que atravesaban la retórica de Thatcher fue incesante «La economía es el método», señaló, «pero el
objetivo es cambiar el alma». Y la hizo cambiar, aunque de formas que en ningún caso fueron
exhaustivas ni acabadas, y mucho menos carente de costes políticos.
En octubre de 1979, el presidente de la Reserva Federal de Estados Unidos durante el
mandato del presidente Carter, Paul Volcker, maquinó una transformación da la política monetaria
estadounidense.
El shock de Volcker, tal y como vino a denominarse desde entonces, ha de ser interpretado
como una condición necesaria pero no suficiente de la neoliberalización.

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La victoria de Ronald Reagan sobre Carter en 1980 se reveló crucial, si bien Carter se había
desplazado de manera inquietante hacia la desregulación (de las líneas aéreas y del transporte por
carretera) como una solución parcial a la crisis de estanflación.
Reagan se mostró implacable y contundente con la Organización de Controladores
Profesionales del Tráfico Aéreo (PATCO) en la prolongada y amarga huelga que protagonizaron en
1981. Esta actitud anunciaba el asalto en toda regla a los derechos de la fuerza de trabajo organizada
en el preciso momento en el que la recesión inducida por Volcker estaba generando elevados niveles
de desempleo (10 % o más). El prolongado ascenso de salario real comenzó entonces en serio.
Los nombramientos efectuados por Reagan para ocupar los cargos de poder en materias
relativas a la regulación del medioambiente, la seguridad laboral o la salud, llevaron la ofensiva
contra el gran gobierno a niveles nunca antes alcanzados. La política de desregulación de todas las
áreas, desde las líneas aéreas hasta las telecomunicaciones y las finanzas, abrió nuevas zonas de
libertad de mercado sin trabas a fuertes intereses corporativos. El capital financiero buscó cada vez
más en el extranjero mayores tasas de beneficio. La desindustrialización interna y las
deslocalizaciones de la producción al extranjero, se hicieron mucho más frecuentes.
Y así fue como comenzó el cambio trascendental hacia una mayor desigualdad social y hacia
la restitución del poder económico a las clases altas.
Sin embargo, acaeció otro cambio concomitante que también impelió el movimiento hacia la
neoliberalización durante la década de 1970. La subida del precio del petróleo de la OPEP que
sucedió a su embargo en 1973, otorgó un enorme poder financiero a los Estados productores de
petróleo, como Arabia Saudita, Kuwait y Abu Dhabi. Gracias a los informes de los servicios de
inteligencia británicos, ahora sabemos que Estados Unidos estuvo preparando activamente la
invasión de esos países en 1973 en aras a restaurar el flujo de petróleo y provocar una caída de los
precios.
La tradición imperial estadounidense había experimentado una lenta elaboración, y en buena
medida se había definido a sí misma en oposición a las tradiciones imperiales británicas, francesas,
holandesas así como de otras potencias europeas. Aunque Estados Unidos había jugueteado con la
conquista colonial a finales del siglo XIX, había evolucionado hacia un sistema más abierto de
imperialismo sin colonias durante el siglo XX. El caso paradigmático se ensayó en Nicaragua en las
décadas de 1920 y 1930 (encontrar un hombre fuerte=Somoza=país abierto a las operaciones de K
estadounidenses).
En el periodo posbélico, gran parte del mundo no comunista se abrió al dominio
estadounidense mediante tácticas de este tipo. Éste se convirtió en el método preferido para repeler
la amenaza de las insurgencias y de la revolución comunista, que implicaba desplegar una estrategia
antidemocrática (e incluso más enérgicamente antipopulista y antisocialista/comunista) por parte de

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Estados Unidos, que estrechó cada vez más su alianza con las dictaduras militares y con los
regímenes autoritarios represivos (de manera más espectacular, desde luego, por toda América
Latina).
Éste fue el contexto en el que los fondos excedentes que estaban siendo reciclados a través
de los bancos de inversión de Nueva York, fueron esparcidos por todo el globo. Los países en vías
de desarrollo, sedientos de financiación, fueron estimulados a solicitar créditos en abundancia,
aunque a tipos que fueran ventajosos para los bancos de Nueva York. Sin embargo, dado que lo
créditos estaban fijados en dólares estadounidenses, cualquier ascenso moderado, no digamos
precipitado, del tipo de interés estadounidense, podía fácilmente conducir a una situación de impago
a los países vulnerables. Los bancos de inversión de Nueva York se verían entonces expuestos a
sufrir graves pérdidas.
Esta fórmula se convirtió en un protocolo de compartimiento después de que tuviera lugar lo
que Stiglitz denominó la «purga» de todas las influencias keynesianas que pudieran existir en el
FMI en 1982. El FMI y el Banco Mundial se convirtieron a partir de entonces, en centros para la
propagación y la ejecución del «fundamentalismo del libre mercado» y de la ortodoxia neoliberal.
No obstante, el caso de México sirvió para demostrar una diferencia crucial entre la práctica
liberal y la neoliberal, ya que bajo la primera, los prestamistas asumen las pérdidas que se derivan
de decisiones de inversión equivocadas mientras que, en la segunda, los prestatarios son obligados
por poderes internacionales y por potencias estatales a asumir el coste del reembolso de la deuda sin
importar las consecuencias que esto pueda tener para el sustento y el bienestar de la población local.
El significado del poder de clase
¿Pero a qué nos estamos refiriendo exactamente con el término «clase»? Se trata siempre de
un concepto algo impreciso (algunos dirían que sospechoso incluso). En todo caso, la
neoliberalización ha implicado su redefinición. Esto plantea un problema. Si la neoliberalización ha
sido un vehículo para la restauración del poder de clase, entonces, deberíamos ser capaces de
identificar las fuerzas de clase que yacen detrás de la misma y las que se han beneficiado de ella.
Pero esto es difícil de hacer cuando «la clase» no es una configuración social estable. En algunos
casos, las capas «tradicionales» se las han arreglado para aferrarse a una base de poder sólida (a
menudo organizada a través de la familia y el parentesco). Pero, en otras ocasiones, la
neoliberalización ha venido acompañada de una reconfiguración de lo que constituye la clase alta.
No obstante, es posible identificar algunas tendencias generales. La primera se refiere a los
privilegios derivados de la propiedad y la gestión de las empresas capitalistas - tradicionalmente
separadas- para fusionarse mediante el pago a los altos directivos (gestores) con stock options, esto
es, con derechos de compra sobre acciones de la compañía (títulos de propiedad). De este modo, el
valor de las acciones y no el de la producción, se convierte en la luz trazadora de la actividad

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económica y, tal y como se hizo visible con la caída de compañías como Enron, las tentaciones
especuladoras que resultan de esto pueden convertirse en demoledoras. La segunda tendencia ha
sido reducir de manera drástica la laguna histórica entre los intereses y los dividendos generadores
de capital monetario, por un lado, y la producción, la industria o el capital mercantil dependiente de
la producción de beneficios, por otro.
A lo largo de la década de 1970 gran parte de este conflicto o bien desapareció o bien adoptó
nuevas formas. Las grandes corporaciones cobraron una orientación cada vez más financiera
aunque, tal y como ocurrió en el sector automovilístico, estuvieran insertas en la producción.
Todo esto estaba conectado con el fuerte estallido de actividad y de poder dentro del mundo
de las finanzas. Se produjo una ola de innovaciones en los servicios financieros para producir no
sólo interconexiones globales mucho más sofisticadas, sino también nuevas formas de mercados
financieros basados en la titularización, instrumentos financieros derivados y en toda una gran
variedad de operaciones comerciales con futuro. En definitiva, la neoliberalización ha significado la
financiación de todo. Esto intensificó el dominio de las finanzas sobre todas las economías.
Por lo tanto, un notable foco del ascenso del poder de clase bajo el neoliberalismo, debe
atribuirse a los altos directivos que son los operadores decisivos en los consejos de administración
de las empresas, y a los jefes del aparato financiero, legal y técnico que rodea este santuario de
acceso restringido de la actividad capitalista. Sin embargo, el poder de los auténticos dueños del
capital, los accionistas, se ha visto en cierto modo menguado, salvo que obtengan un porcentaje de
votos suficientemente alto como para influir en la política de la empresa. Pero sería un error reducir
el concepto de clase alta a este grupo únicamente.
Sin embargo, existe todavía otro enigma al que debemos prestar atención en el proceso de
reconfiguración radical de las relaciones de clase. Surge el interrogante, y ha sido objeto de un
amplio debate, de si esta nueva configuración de clase debe ser considerada transnacional o bien si
todavía puede ser concebida como algo basado exclusivamente dentro de los parámetros del Estado-
nación45. Expondré mi propia posición al respecto. La tesis de que la clase dominante de cualquier
país ha confinado sus operaciones y definido sus lealtades con relación a un único Estado-nación,
ha sido en gran medida históricamente exagerada. Nunca tuvo mucho sentido hablar de una clase
capitalista específicamente estadounidense frente a una clase capitalista británica, francesa, alemana
o coreana. Los lazos internacionales siempre fueron importantes, particularmente a través de las
actividades coloniales y neocoloniales, pero también a través de vínculos transnacionales que se
remontan al siglo XIX, si no antes.
Dónde se adscriben específicamente es importante, pero ello no es más estable que la
actividad capitalista que desarrollan.

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Aunque este grupo dispar de individuos insertos en el mundo de las corporaciones y en el
mundo financiero, comercial e inmobiliario, no necesariamente conspira en tanto que clase, y
aunque pueda haber frecuentes tensiones entre los mismos, poseen, no obstante, una cierta
acomodación de intereses que por regla general reconoce las ventajas (y actualmente algunos de los
peligros) que pueden derivarse de la neoliberalización. Igualmente poseen a través de organización
como el Foro Económico de Davos, medios para el intercambio de ideas y para tratar y asesorar a
los líderes políticos. Ellos ejercen una inmensa influencia en los asuntos globales y poseen una
libertad de acción que ningún ciudadano ordinario tiene.
Perspectivas de libertad
Esta historia de la neoliberalización y de la formación de la clase, así como la creciente
aceptación de las ideas de la Mont Pelerin Society como las ideas dominantes de la época, resultan
especialmente interesantes cuando se colocan al trasluz de los contraargumentos expuestos por Karl
Polanyi en 1944 (poco antes de la fundación de la Mont Pelerin Society). En una sociedad
compleja, observó, el significado de la libertad se convierte en algo tan contradictorio y tan tenso
como irresistible son sus incitaciones a la acción. En su opinión, hay dos tipos de libertad, una
buena y otra mala. En este segundo grupo se incluían «la libertad para explotar a los iguales, la
libertad para obtener ganancias desmesuradas sin prestar un servicio conmensurable a la
comunidad, la libertad de impedir que las innovaciones tecnológicas sean utilizadas con una
finalidad pública, o la libertad para beneficiarse de calamidades públicas tramadas secretamente
para obtener una ventaja privada». Sin embargo, proseguía Polanyi, «la economía de mercado, bajo
la que crecen estas libertades, también produce libertades de las que nos enorgullecemos
ampliamente.
La idea de libertad «degenera, pues, en una mera defensa de la libertad de empresa» que
significa «la plena libertad para aquellos cuya renta, ocio y seguridad no necesitan aumentarse y
apenas una miseria de libertad para el pueblo, que en vano puede intentar hacer uso de sus derechos
democráticos para resguardarse del poder de los dueños de la propiedad».
El utopismo liberal o neoliberal esta avocado, en opinión de Polanyi, a verse frustrado por el
autoritarismo, o incluso por el fascismo absoluto.
Las buenas libertades desaparecen, las malas toman el poder
El diagnóstico de Polanyi parece peculiarmente apropiado para nuestra condición
contemporánea. Nos ayuda a avanzar un buen trecho en la comprensión de lo que el presidente
Bush quiere decir cuando afirma que «en tanto que somos la mayor potencia sobre la tierra,
nosotros tenemos la obligación de contribuir a expandir la libertad».
Tal y como Polanyi podría haber observado, el neoliberalismo confiere derechos y libertades
a aquellos «cuya renta, ocio y seguridad no necesitan aumentarse», dejando una miseria para el

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resto de nosotros. ¿Cómo es, entonces, que «el resto de nosotros» hemos aceptado con tanta
facilidad este estado de cosas?
5.3. Problemas y contradicciones del desarrollo económico en el mundo socialista. La
URSS: desde el “crecimiento declinante” de Breznev a la Perestroika de Gorbachov. El derrumbe
del Imperio soviético: Conflictos latentes y enfrentamientos. China después de Mao: las reformas de
la era Deng Xiaoping. La transición del socialismo al capitalismo: elementos generales.
 BAILEY, Paul J. China en el siglo XX. Madrid, Ariel, 2002.
Capítulo 7 “El orden posmaoísta”.
Tras un breve interregno después de la muerte de Mao en el que su sucesor Hua Guofeng
trató de continuar con las políticas maoístas en 1978 se dio inicio a un cambio de dirección y
desmantelamiento de la herencia maoísta. Algunos de los cambios o bien recordaban a las
iniciativas de principios de la década de 1960 o bien representaban la consolidación de tendencias
ya iniciadas durante los últimos años de Mao (ej: política exterior), las reformas orientadas al
mercado constituyeron una transformación lo suficientemente drástica como para que un
observador, a finales de la década de 1980 describiera el período posmaoista como una segunda
revolución en donde el legado maoísta había sido completamente enterrado.
Esos cambios vinieron acompañados por el rechazo de otras contraseñas maoístas relativas a
la enseñanza, a la naturaleza del ELP y a la política demográfica.
El proceso de reforma, no obstante, situaba al PCC ante dos dilemas fundamentales dad su
presuposición explícita de que la primacía del gobierno monopartidista no se cuestionaría nunca. En
primer lugar ¿cómo habría de actuar el partido para alentar la participación de grupos más amplios
de personas, revigorizar sus instituciones políticas moribundas y diferenciar claramente el partido
del gobierno sin poner en peligro el control global primero? Y en segundo término ¿cómo actuaría
el partido para alentar la participación de grupos más amplios de personas, revigorizar unas
instituciones políticas moribundas y diferenciar claramente el partido del gobierno sin poner en
peligro el control global del primero?
El cambio de dirección histórico de 1978
Hua Guofeng fue el sucesor elegido de Mao, que disfrutó del honor de haber salvado al
partido y al país de las maquinaciones de la Banda de los Cuatro, incluso hasta el punto de fomentar
un mini culto a la personalidad de sí mismo.
La reunión de 1977 del comité central que aprobó la posición de Hua como sucesor de Mao,
aprobó también el retorno de Deng Xiaoping, que se convertiría en miembro del Comité
Permanente del Politburó. Deng estaba condenado a chocar con Hua, que seguía identificándose
con el legado maoísta y que había alcanzado un papel prominente con la Revolución Cultural.

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A principios del 78 Hua anunció un ambicioso programa decenal de desarrollo industrial y
agrario, redactado en términos maoístas que hacían hincapié en el papel de espíritu revolucionario
como guía de la modernización. Durante todo el 78 Xiaoping y sus colaboradores socavaron la
posición de Hua criticando implícitamente la obediencia ciega al pensamiento de Mao y utilizando,
irónicamente eslóganes tales como “la práctica es el único criterio de verdad” y “busca la verdad en
los hechos”, que se inspiraban en los propios textos de Mao.
En vísperas del propio pleno (el tercero) el partido declaró que las protestas de Tiananmen
de abril del 76, que habían sido condenadas como contrarrevolucionarias, eran de hecho
revolucionarias, juicio que ponía a Hua en una situación incómoda, ya que en aquella época él había
estado a cargo de la seguridad y había sido el responsable de reprimir las protestas. Durante el pleno
el respaldo a la posición de Deng se manifestó bajo la forma del movimiento de Muro de la
Democracia. Un antiguo activista de la Guardia Roja propuso que se instaurara la democracia como
una Quinta Modernización. Para Deng siempre temeroso del luan (desorden/caos) y de la ruptura
del control centralizado del partido, que había presenciado personalmente durante la Revolución
Cultural, tales ideas iban lejos y el movimiento fue reprimido en marzo del 79. Al igual que
ocurriera tras la campaña de las Cien Flores en el 57 el partido impuso límites a las potenciales
críticas.
Entre el 78 y el 81 la posición de Guofeng se hizo cada vez más vulnerable. Asimismo en el
78-80 se dieron los primeros pasos para descolectivizar la agricultura e introducir la autonomía de
gestión en las empresas públicas urbanas. En el 80 Hua había renunciado al cargo de primer
ministro y era reemplazado de Zhao Ziyang. En el transcurso del 80, asimismo varias destacadas
víctimas de la Revolución Cultural, como Liu Shaoqi, fueron rehabilitadas póstumamente. Así las
cuatro libertades así como el derecho de huelga se eliminaron de la constitución revisada de 1982.
Cuando se sometió a juicio a la Banda de los Cuatro entre noviembre de 1980 y enero del
81 bajo la acusación de procesar a millones de personas durante la Revolución Cultural, Jiang Ping
desafió al tribunal especial de treinta mostrándose impenitente e insistiendo en que ella y sus
colaboradores sólo habían seguido las instrucciones de Mao.
La condena de la Revolución Cultural hecha pública mediante el juicio perjudicó aún más
de Hua, pero el dilema planteado por las referencias de Jiang Ping a Mao seguía vigente. La
resolución dejaba claro, no obstante, que las aportaciones de Mao superaban a sus errores, y que su
pensamiento seguiría constituyendo la guía de acción del PCC. No podría hacer sido de otro modo.
Esta crisis de fe afectaba especialmente a las personas cuya edad rondaba la treintena.
No obstante la Resolución de 1981 había rechazado varias consignas ideológicas maoístas,
incluyendo las ideas de que la lucha de clases debía continuar tras el establecimiento de un estado
socialista de que debería surgir una clase burocrática en el seno del partido, y de que habría que

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aparecer contradicciones entre el partido y el pueblo. En el 81 se consideraba que el RPC se hallaba
en el estado primario del socialismo.
Asimismo, a partir del 81 se dio el espaldarazo oficial a la desmitificación de Mao, que se
había iniciado ya a finales de la década del 70. A principios de la década del 80 se eliminaron la
mayoría de los retratos de Mao de los lugares públicos. A finales de los 80 y principio de los 90 sin
embargo se había apoderado de la población de una nostalgia de Mao, en parte como respuesta al
creciente desencanto frente a la cada vez mayor corrupción oficial que habían engendrado las
políticas de reforma económica de Deng.
El impacto inicial de la reforma
Fue el ámbito de la agricultura donde las políticas económicas de reforma tuvieron su
impacto más significativo. Las familias podrían ahora firmar contratos con el equipo de producción,
así como tomar tierras de éste en arriendo; todas las decisiones relacionadas con la inversión y la
producción se tomaban en la unidad familiar y, tras cumplir con sus obligaciones para con el estado,
esta podía disponer de sus cosechas en un dilatado mercado libre rural. En 1985, las compras
estatales obligatorias de algodón y cereales se habían reemplazado por un sistema de contratos de
adquisición más voluntarios. Por otra parte, en el 84 nuevas regulaciones permitían que las tierras se
contratarán por un período de hasta quince años. Las reformas aprobaron también la formación de
familias especializadas en el campo.
Estas reformas tuvieron como resultado un aumento generalizado de la renta en las zonas
rurales a principios de la década de 1980, aunque inevitablemente surgieron desigualdades. También
llevaron prácticamente al desmantelamiento de la comuna y al consiguiente declive de los servicios
de bienestar colectivos.
La reforma urbana se inició con la reducción del número de productos industriales vendidos
a precios fijos y a continuación se permitió una mayor autonomía de gestión y la retención de
beneficios en las empresas de propiedad pública.
También surgió un sector empresarial privado en os centros urbanos, lo que ayudó a abordar
el desempleo surgido como resultado de la afluencia a las ciudades. Asimismo un número cada vez
mayor de mujeres trabajaban en el servicio doméstico.
Distanciándose del concepto maoísta de independencia y en sintonía con la idea de Deng de
que la RPC había de incrementar sus vínculos con el mundo K, en 1979 se aprobó una ley de
empresas conjuntas, que permitía la inversión extranjera directa en empresas chinas tales como
hoteles. En 1980 se crearon las primeras Zonas Económicas Especiales, regiones orientadas al
procesamiento para la exportación utilizando K y tecnología extranjeros, y en las que se podían
establecer empresas de propiedad extranjera (a los inversores extranjeros se les proporcionaban
incentivos).

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El establecimiento de relaciones diplomáticas plenas entre China y EEUU en 1979 inició
también un propio Deng de mayor interacción con la comunidad internacional. La política exterior
en general se hizo mucho más pragmática a partir del 78, resulta significativo por ejemplo que la
Teoría de los Tres Mundos enunciada en el 74 por Den Xiaoping ante la asamblea general de la
ONU como la visión que en aquel momento tenía China del mundo apenas se mencionara después
del 80.
También las políticas militar de enseñanza y demográfica se vieron afectadas por el cambio
de dirección realizado a partir del 78. Poco después de la visita de Deng a EEUU en el 79 el ELP
lanzó un ataque al Vietnam comunista tras un período de tensión entre los dos países. El número
importante de víctimas que había sufrido el ELP para cuando se declaró el alto el fuego hizo que
apremiaran aún más las voces que pedían la revisión de la doctrina militar maoísta y la
transformación del ELP en una fuerza moderna y profesionalizada.
También la política educativa volvió la espalda aplazado de la Revolución Cultural. Se dio
una mayor preponderancia al papel económico de la educación y se dio prioridad a la formación de
una elite cualificada en colegios y universidades competitivos. La segregación cultural entre ciudad
y campo que Mao había condenado se vio consolidada en muchos aspectos por estos cambios.
Se podía señalar que si bien la constitución de 1982 garantizaba por primera vez la
protección del individuo, el partido seguía reservándose el derecho a calificar de
contrarrevolucionarios a todos aquellos quienes considerar culpables de críticas inaceptables.
Es importante señalar que no se aprobó ninguna ley nacional destinada a imponer control de
natalidad, fueron las provincias las que elaboraron reglamentos y directrices para llevar a cabo
dicha política. En general se utilizó un sistema de incentivos y sanciones para alentar las familias de
un solo hijo. La política de planificación familiar establecida a partir del 80 se interesaba no solo
por la cantidad sino también por la calidad de la población.
Las tensiones de la reforma y el movimiento de protesta de 1989
Las reformas económicas iniciadas a partir de 1978 y el desmantelamiento ideológico del
maoísmo dieron lugar a una explosión de consumismo en la década del 80.
En general la agenda de reformas políticas de Deng Xiaoping incluía tomar enérgicas
medidas contra la corrupción y el burocratismo en el seno del partido, separando claramente al
partido del gobierno y limitando el control del primero sobre las cuestiones económicas, haciendo
hincapié en el reclutamiento de personal más joven instruido para el partido y revigorizando las
instituciones previamente inactivas.
La reforma del partido se concentró en aumentar la eficacia y erradicar la corrupción antes
que en fomentar cualquier forma de democracia interna.

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Deng también ansiaba con fijar la edad de jubilación de los ministros del gobierno. En
cuanto propio partido, Deng insistía en el reclutamiento de tecnócratas más jóvenes e instruidos
para reemplazar a los cuadros más veteranos.
El cambio en el perfil educativo del partido se mostraba claramente en 1985 en donde 75%
eran miembros electos de comité central jóvenes universitarios.
En los inicios del programa de reformas de Deng si se hizo un intento más sustancial de
democratizar la política, cuando una Ley Electoral del 79 establecía por primera vez elecciones
directas a los congresos del pueblo cuyo ámbito superaba el nivel básico municipal. Se crearon
además numerosos institutos de investigación política, encargados de redactar propuestas de
reforma y realizar encuestas de opinión públicas. Se reactivó la industria cinematográfica.
Estos cautelosos pasos hacia la reforma política y la libertad cultural a finales de la década
de 1980 se vieron ensombrecidos en gran medida, por la preocupación más apremiante entre
algunos ideólogos del partido de evitar las consecuencias ideológicas insanas derivadas de las
reformas económicas.
La primera de estas campañas, realizadas en 1981 promovía las virtudes de la civilización
espiritual socialista y estaba destinada a combatir el generalizado escepticismo público surgido a
raíz de los traumas de la Revolución Cultural, un fenómeno catalogado como crisis de fe.
El objetivo ideológico de la campaña de 1981 pronto degeneró en un intento de mejorar la
conducta social y de potenciar la legitimidad del partido asociándolo inequívocamente al
patriotismo, el amor a la patria.
En 1983 los conservadores del partido expresaron sus preocupación por las dañinas
tendencias ideológicas derivadas de las reformas del mercado, el contacto más extenso con el
mundo K y un mayor relajamiento en el ámbito cultural.
Una campaña más estridente contra la liberalización burguesa se desencadenó a raíz de las
protestas y manifestaciones estudiantiles de diciembre de 1986 en las que se había exigido libertad
de expresión, prensa libre y democracia.
A finales de los 80 los problemas y tensiones derivados de las reformas se habían agravado.
En el campo las desigualdades entre regiones se hicieron cada vez mayores. El empobrecimiento de
algunas áreas se había visto exacerbado por la descolectivización. Paradójicamente la riqueza
generada en algunas áreas rurales como resultado de las reformas produjo un incremento de la
inversión en propiedades residenciales. Asimismo a partir del 85 China se caracterizó por un
malestar urbano.
Una gran parte del descontento urbano sin embargo se debía al sentimiento generalizado
entre los profesores, investigadores, empleados de organismo gubernamentales y trabajadores
industriales del sector público, de que las reformas económicas les dejaban de lado.

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Por otro lado en las zonas urbanas se incrementaban el número de vagabundos.
Pero aún mayor que las quejas respecto a las reformas económicas y que la impaciencia ante
la falta de una reforma política fue el creciente desencanto público debido a la incapacidad del
partido para poner fin a la corrupción oficial que habían alentado las propias reformas.
En 1985 algunos conservadores del partido vinculaban la corrupción a la política de puertas
abiertas, cuyos corrosivos efectos amenazaban con socavar el sistema socialista.
Curiosamente un documental de televisión emitido en el verano de 1988 que cuestionaba los
objetivos y valores fundamentales de la nación.
Las cosas llegaron a su punto culminante tras la repentina muerte del desacreditado Hu
Yaobang. El suelo público no tardó en desencadenar un movimiento de mayor envergadura, en
donde los estudiantes se concentraron pidiendo una valoración correcta de Hu, la divulgación de los
salarios de los funcionarios, libertad de prensa, etc.
La petición de los estudiantes fue rechazada por las autoridades, mientras Li Peng
denunciaba la protesta como un trastorno y como “antipatriotas”.
Zhao Ziyang a su regreso calificó las demandas de los estudiantes de razonables lo que
enfadó a sus colegas de la línea más dura. Además se enemistó con la vieja guardia cuando reveló
en una conversación con el presidente Gorbachov que visitaba China, que todas las decisiones se
consultaban con Deng y a sus veteranos colegas, un procedimiento que se suponía que se debía
mantener en secreto.
Mientras varios estudiantes emprendían una huelga de hambre, el presidente de la
República, Yang Shanggkun dio instrucciones a la Comisión de Asuntos Militares de que iniciaría
los preparativos para concentrar tropas. El estudiantado en la plaza era un “Estado dentro de un
Estado”. Por otra parte, los estudiantes reflejando el tradicional elitismo de la clase erudita, se
distanciaron de los trabajadores, e inicialmente se mostraron renuentes a aceptarlos en la plaza. A la
represión se siguieron de inmediato arrestos masivos por lo que el partido condenó.
El movimiento del 89 representó entonces el más serio desafío al gobierno del PCC desde el
establecimiento de la República Popular China. A las divisiones en el seno del movimiento
estudiantil, a la renuencia de los estudiantes a aliarse con los obreros, al temor al desorden y al
crecimiento económico previo, que proporcionó cierta credibilidad al partido.
Si bien en su momento los medios describían a la protesta como una heroica protesta a favor
a la democracia una evaluación más equilibrada sostiene que con toda certeza el movimiento no fue
una manifestación de descontrol semejante a la Revolución Cultural dado que los estudiantes
mantuvieron el orden en todo momento. Los estudiantes elevaron el principio de unidad por encima
del gobierno de la mayoría, tenían un matiz de elitismo. Los estudiantes se reconocían como
patriotas que se veían amenazados por la corrupción del gobierno.

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Por otra parte, también se han descrito los acontecimiento del 89 como un ejercicio de teatro
político en el que los estudiantes recurrieron a “guiones de protesta” conocidos.
La accesión de Jiang Zemin y la consolidación de la estrategia de reforma de Deng
Xiaoping
El destituido Ziyang fue reemplazado por Zemin, quien se propuso recuperar el crecimiento
económico y la estabilidad política tras la crisis de 1989 una tarea que, según un reciente estudio, se
había logrado ya en buena medida cuando se había muerto Deng.
Quizá el acontecimiento más significativo a partir de 1989 fuera sin embargo la
continuación de la agenda de reformas económicas, que algunos conservadores del partido
cuestionaron a raíz de la crisis del 89. En el Congreso del 92 se decidió acelerar las reformas.
En 1997 Xiaoping solo cuatro meses antes de que la colonia británica de Hong Kong fuera
oficialmente reintegrada a la soberanía china. Sin embargo y como en el caso de Mao Zedong, el
papel de Deng y de sus ideas fue elogiado por el PCC y el presidente del partido, Jiang Zemin dejó
claro que la visión de Deng de China como una potencia económicamente vigorosamente bajo el
disciplinado gobierno del PCC seguiría guiando el futuro del país.
 HALLIDAY, Fred. “Los finales de la guerra fría” en Blackburn, Robin Después de
la caída. El fracaso del comunismo y el futuro del socialismo. Barcelona, Crítica, 1993.
Los acontecimientos de la última mitad de 1989 representan un terremoto en la política
mundial. Han reafirmado la capacidad de la población para emprender una acción violenta súbita,
rápida e insólita. Ni la izquierda ni la derecha pueden atribuirse el mérito de este cambio en los
acontecimientos, aunque ambas lo pretendan. Es tiempo no solo de grandes cambios en la situación
mundial, sino de que el movimiento socialista reexamine sus fundamentos (muchas veces
implícitos).
Dicen que la Guerra Fría ha terminado, y q entramos a una época de mayor seguridad y de
interdependencia.
Esta declaración del final de la Guerra Fría es el resultado de algo más que el colapso del
sistema político de Europa oriental y de la expectación generada por la perestroika. Al 1989 europeo
le precedió otro año de transición de quizás igual importancia : el 1988 del Tercer Mundo, el año en
que, en diversos conflictos en Asia, África y Latinoamérica, los procesos de negociación alentados
por las grandes potencias empezaron a surtir efecto en Camboya, Afganistán, el Golfo, el cuerno de
África, Angola, el Sahara, Nicaragua, y en otras partes. Mientras que Europa ha estado en paz desde
1945 en el tercer mundo se han desencadenado más de 140 conflictos de carácter anticolonial,
antiestatal, de clases y étnico.

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Se cree que más de veinte millones de personas murieron en los conflictos. En Europa, la
única contienda sangrienta comparable fue la guerra civil griega en la que perdieron la vida ochenta
mil personas.
Significados de la Guerra Fría
El término guerra fría puede usarse por lo menos de dos formas. Una para referirse a
períodos concretos de enfrentamiento intenso entre los grandes bloques de la posguerra y, en
particular a los años finales de los cuarenta y principios de los 50, la primera guerra fría y a los de
muy finales de los setenta hasta 1988. El otro uso es para denotar la revitalidad esencial entre el
comunismo y el K.
En términos generales (en relación al segundo uso del término) se puede decir que en la
bibliografía existente sobre la guerra fría y el conflicto Este Oeste, hay cuatro explicaciones de
porque el conflicto y de lo que los bloques han hecho.
Para una escuela asociada con el pensamiento realista, la rivalidad no es más que otra
versión del conflicto tradicional entre las grandes potencias.
Común entre los escritores liberales localiza el conflicto en el ámbito de los errores
políticos, de las oportunidades perdidas y de las percepciones erróneas por parte de ambos bandos,
el conflicto era inevitable.
Sostiene q lo q parecen ser rivalidad internacionales son el producto de factores internos de
esas sociedad, es decir, de factores económicos y políticos q empujan a los estados en cuestión a
competir entre ellos. La propia Guerra Fría es un sistema más que una rivalidad entre dos sistemas.
El argumento de la rivalidad entre sistemas se ha debilitado por derecho propio. Lo que le
dio una fuerza especial fue su carácter intersistémico, el que expresase la rivalidad de dos sistemas
distintos. Ambos pretendían la hegemonía a escala mundial para producir un orden homogéneo
dentro de los estados y ambos negaban la legitimidad del otro, incluso cuando se vieron obligados a
establecer relaciones diplomáticas y de otro tipo.
El fin de la Guerra Fría fue la homogeneidad sistémica, y el objetivo fue el carácter
socioeconómico y político de los E centrales de cada bloque.
Un contexto histórico triple
La afirmación de que la guerra fría ha terminado es, por tanto, una afirmación ambigua que
depende del sentido en el que se utilice el término. Para responder si ha terminado y de qué forma
ha terminado, hace falta examinar los tres contextos históricos en los que se puede decir q residen
los cambios del 88-89.
El primero y más evidente para los conflictos del Tercer Mundo y la carrera armamentista es
que la distensión de finales de los ochenta marca el fin de lo que se ha llamado la segunda Guerra
Fría.

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El segundo significado de los finales de los ochenta es que marcan el fin del sistema de
posguerra que prevalecía en Europa (los 90 y sus sacudidas producirán un orden nuevo al oeste de
la frontera soviética.
Este cambio en Europa oriental va acompañado de, y comprende en su mismo, otra
modificación del sistema de posguerra; esto es, el fin del sistema bipolar y en particular del sistema
dominado por lo q parecían ser las superpotencias. El resultado de 1989, resumido en la cumbre de
Malta, es que hay una sola superpotencia: EEUU
A este sistema de posguerra a menudo se la llamaba de Yalta, suponiendo q en realidad lo
estableció la cumbre de Crimea de febrero de 1945 (Yalta simplemente reconoció el equilibrio de la
fuerzas q existían en Europa).
El molde de Versalles
Había por lo menos tres aspectos de Versalles.
La redistribución de los territorios coloniales: por lo menos dos de ellos, Namibia y
Palestina siguen siendo zonas conflictivas.
El establecimiento de un orden postimperial en la misma Europa (cayeron imperios, se
independizaron naciones nuevas, etc.)
Sin embargo, a Versalles no solo le preocupaba partir las colonias y dividir el mapa de
Europa otra vez, sino que
Estaba preocupada por otro legado de la primera guerra mundial: La revolución
bolchevique. Entre las ruinas de la guerra para terminar todas las guerras, 1919 vio la construcción
de dos sistemas políticos internacionales antagónicos: La Sociedad de Nacionales y la Internacional
Socialista.
El hecho de q no surgiera como una característica dominante del mundo hasta 1945 se debió
a la relativa debilidad de la URSS hasta la segunda guerra mundial.
El futuro de la URSS es mucho más incierto que el de la Europa Oriental, pero se ha abierto
una brecha grande y probablemente irreparable en el sistema económico y político que prevalecía
en la URSS de los años 20. En política internacional Gorbachov ha abandonado el compromiso de
la competencia con, y oposición a, el Occidente J, abandonando la lucha de clases en nombre de los
valores humanos universales. En suma, el nuevo rumbo que ha trazado Gorbachov, por muy
incierto que sea su futuro, representa una ruptura con el legado de la Revolución bolchevique, en el
propio país y en el extranjero. Viene a ser nada menos q la reorganización de la URSS en directrices
K.
La lucha de clases a escala internacional
Ahora, hay que preguntarse si la guerra ha terminado, la respuesta depende en este caso de
que significado de Guerra Fría se use.

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Si nos quedamos con el segundo término la cosa se complica, los dos bloques han hecho
frente a dificultades en la segunda guerra fría y no han sido capaces de predominar como hubieran
deseado: los EEUU que pretendía agotar la URSS con la carrera armamentista, han contraído el
déficit presupuestario más grande de la historia, se han convertido en la nación más deudora del
mundo y han seguido perdiendo competitividad frente a los japoneses y alemanes.
El K ha cambiado y seguirá haciéndolo. Pero es engañoso presentar el resultado como si los
dos sistemas se debilitaran por igual o como su los cambios actuales fueran simétricos. Porque al fin
de la guerra fría, en el primer sentido, y el clima de distensión que prevalece en Europa y en la
mayor parte del Tercer Mundo, se consiguen no por una convergencia de los dos sistemas o de una
tregua negociada entre ellos, sino por el fracaso de uno frente a otro. Esto significa la derrota del
proyecto comunista.
El proceso no está completo en lo absoluto. Todavía no sabemos qué aspecto tendrá el mapa
postelectoral de la Europa Oriental, pero pocos pueden creer que los partidos comunistas
permanecerán en el poder.
Según datos recientes solo cinco estados del mundo todavía se adhieren en la vida política a
un modelo ortodoxo; Cuba, Albania, Vietnam, Corea del Norte y China. Países caracterizados por
tener movimientos revolucionarios autóctonos con bases sociales y carácter nacionalista, debiéndole
poco al ejército rojo. Sin embargo, los cuatro E más pequeños están cada vez más a la defensiva,
frente a la creciente presión externa. Cuba, Albania y Corea tiene crisis política, Vietnam está en
proceso de adaptación y, con una solución en Camboya, puede ser capaz de enderezar el rumbo. Es
el último de los 5, China, el que tiene los mayores problemas, sobre todo a raíz de lo ocurrido en la
Plaza de Tiananmen. Pero a China le resultará difícil resistir la presión internacional a largo plazo,
especialmente desde q su modelo es cada vez más desconcertante por los progresos de la URSS.
La generosidad aparente de las reivindicaciones occidentales, según las cuales el
antagonismo entre ambos ha llegado a su fin, resulta una resaca triunfalista. Lo que ahora
presenciamos es una lucha de clases a escala internacional, puesto q la fuerza superior del K
occidental impulsa la apertura de las sociedades q estuvieron cerradas a él durante cuatro décadas o
más.
Complejidades del estancamiento
¿Qué fue lo q llevó a este cambio en la Guerra Fría? ¿Por qué sucedió cuando sucedió?
La respuesta convencional es decir q el sistema comunista había fracasado: q su economía
había perdido toda dinámica, que perdió atractivo político porque no era democrático y q no pudo
equipararse a Occidente en las áreas que constituyen la competencia internacional. El período de
mayor represión en la URSS fue en los años 80. Sin embargo, el éxito industrial y militar del

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sistema soviético también se logró en esa época mediante la movilización y el apoyo de la
población soviética.
Si bien ahora es conveniente afirmar a q las economías comunistas son un fracaso, los
mismo soviéticos representaron eso a través del término estancamiento.
Sin embargo la imagen es exagerada. Según el nivel de la mayor parte de la población
mundial, lo habitantes de la URSS viven comparativamente bien.
A nivel internacional, la situación es variada. En los 70 se dieron en el tercer mundo la ola
de revoluciones q marcó el final de la pax americana y una nueva expansión internacional
soviética. Norteamérica era débil, Occidente estaba en declive.
No obstante la imagen del creciente poder internacional al soviético de los 70 no era del
todo mítica o imaginaria, correspondía a avances reales de las capacidades soviéticas (nota: ver
quién es Brezhnev, porque fue el q más dificultades le causó a Occidente fuera de Europa.)
La crisis Terminal
El sistema soviético no fracasó en un sentido absoluto: sus habitantes no se sublevaron y sus
economías proveían un suministro de artículos adecuado, aunque restringido. Los niveles de
desigualdad económica y de criminalidad eran más bajos que en los E K desarrollados. Mostraba
una capacidad considerable de acción política. Sin embargo, la realidad es q a finales de los 80 el
sistema estaba en la q parecía ser una crisis Terminal, incapaz de desafiar al K internacional o de
reproducirse a sí mismo en la URSS.
Se me ocurren dos razones obvias del fracaso. La primera, la razón clásica marxista es q a
principios de los 80 Occidente lazó una ofensiva para debilitar y paralizar a la URSS (campo
nuclear, etc). Se creó la doctrina Reagan para justificar la presión en los E revolucionarios del
Tercer Mundo: se enviaron armas a guerrillas que se oponían a los regímenes pro soviéticas.
El segundo argumento q se encuentra tanto en obras soviéticas como occidentales, se
concentra en un proceso interno, en una entropía. Es la idea de que la URSS se quedó sin
combustible en los años 80, agotado de cuatro a ocho décadas de dinamismo.
Coincidiendo con este estancamiento económico, se manifestaron los problemas ecológicos
producidos por décadas de intensivo saqueo a la naturaleza. Los problemas sociales también
surgieron en estas décadas de negligencia: descenso de los índices de natalidad, aumento de la
delincuencia, disminución de la esperanza de vida.
Un fracaso internacional
Sin embargo, estos factores solos, subsumidos bajo el término gorbacheviano de
estancamiento, no pueden proporcionar una explicación adecuada del colapso del comunismo a
finales de los 80. Este estancamiento es un término simplista, q implica un grado de homogeneidad
dentro de los E comunistas. El grado de estancamiento no es tan grande o tan exhaustivo como para

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llevarnos a estos resultados. Los factores endógenos por si solos no pueden justificar el
derrumbamiento final; lo que fue determinante, y lo que hizo ver el estancamiento desde una
perspectiva totalmente diferente, fue el contexto global y en especial el historial particular del
comunismo comparado con el de su adversario, el capitalismo moderno. Esto sobre todo, determinó
los acontecimientos de finales de los 80.
A nivel teórico, los partidos comunistas habían funcionado con dos supuestos q mostraron su
fatal imperfección: uno era el de la crisis inevitable y la decadencia secular del K; el otro era el de la
capacidad de los países comunistas para construir un bloque alternativo rival y con recursos
propios, independientes del mundo K.
La época de posguerra refutó los dos supuestos y al hacerlo, anunció lo q es el fracaso
central del marxismo. Es un tópico decir q la mayor equivocación del marxismo fue subestimar el
nacionalismo; esta es una afirmación dudosa, puesto q el liberalismo también lo hizo. El gran error
del pensamiento marxista y socialista no fue la infravaloración del nacionalismo ni la
sobrevaloración del socialismo y su capacidad, sino más bien la infravaloración del mismo K.
El detonante internacional de la crisis no fue solo resultado de que el bloque soviético no
fuese competitivo, la misma crisis tuvo unas dimensiones internacionales clave. En primer lugar, el
derrumbamiento de la hegemonía del partido comunista en Europa oriental. El cambio de política
de Gorbachov fue fundamental y condición previa indispensable para q se dieran los cambios.
Alternativas reales e imaginarias
Del fracaso comparativo del experimento comunista se siguen varias consecuencias. La
primera es que la alternativa convencional a la ortodoxia brezhneviana, es decir el socialismo del
rostro humano, fue poco convincente. El partido comunista, ya tuviese un rostro humano o
inhumano, o bien tenía que insistir en que gobernaba solo, o bien tenía q permitir la posibilidad de
que lo hicieran abandonando el poder de una vez por todas.
La segunda consecuencia tiene q ver con el destino del comunismo fuera del bloque
soviético, y en particular en Europa Occidental. Se afirma que una apertura política en el Este
hubiese facilitado las cosas al eurocomunismo y a otras corrientes. La historia nos dice lo contrario.
Por último, el rasgo más acusado de los actuales partidos comunistas de la Europa
Occidental no es su mayor capacidad crítica del pasado soviético, sino su falta de toda hostilidad
radical hacia el K en sí.
Nueva Era, viejos problemas
Las ansiedades que se expresan sobre el poder alemán y japonés difícilmente prometen un
siglo XXI tranquilo. El derrumbamiento del poder soviético ha ido acompañado del estallido del
nacionalismo y de los conflictos étnicos por toda Europa oriental y la misma URSS,

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simultáneamente gran parte del Tercer Mundo poscolonial está dividido por una violencia étnica q
no presenta ningún indicio de su fin.
En el precipitado repliegue del comunismo ortodoxo se están abandonando muchas cosas
positivas y necesarias: por nombrar solo cuatro de ellas, el compromiso con la justicia social, la
insistencia en excluir la religión de la vida pública, la promoción por parte del estado de la igualdad
entre hombres y mujeres, del internacionalismo y de la solidaridad. Tampoco de los partidos
socialdemócratas de Occidente ni de las reformas gorbachevistas del Este surge una crítica clara y
verosímil del K hoy en día.
Esta es una evolución curiosa y amenazadora, un triunfo de la simplificación ideológica.
Después de todo, fue el K el q en el siglo XIX nos trajo las masacres de las poblaciones autóctonas
en tres continentes y en este siglo dos guerras mundiales.
 LEFORT, Claude. “La descomposición del totalitarismo” en: Écrire. París, Clamán-Lévy,
1992.
¿Qué es hoy el totalitarismo? La descomposición del Estado Totalitario está en curso. Su
aparición fue el acontecimiento mayor de la primera parte del siglo y caerá definitivamente en los
próximos años y será el mayor acontecimiento de este fin de siglo. Nadie puede percibir el ritmo de
este proceso.
El partido, antes glorioso, está convertido en un cuerpo sin ideas.
Es sobre todo el desmembramiento de la URSS, pues no habrá cambio durable en la
periferia del mundo totalitario en tanto que la potencia dominante quede intacta en su centro.
Después de 1956 la derrota de Budapest, la lección está dada: la suerte del totalitarismo se
jugará en Moscú. Pues que la perestroika continúe, se amplifique a los periféricos, se puede
presumir que nada resiste al universo totalitario, en despecho de su diversidad y la igualdad de sus
divisiones, todo se tiene en él, esto es lo verdadero de la atracción del modelo.
El trotskismo deposita otra vez sobre la lógica del desarrollo combinado para anunciar el
pasaje de países económicamente atrasados al socialismo.
Esto que pasa en la URSS ¿era previsible? A mis ojos sí y no. Después del mito de que el
socialismo se hunde, otra ilusión se ha revelado. El Estado Totalitario aparece bloqueado pero se le
considera invulnerable.
Cosa curiosa, la visión todopoderosa del régimen soviético está unida a la visión de una
economía perpetuamente en desbande y de una población por siempre destinada a vivir en la
penuria.
Me pregunto ¿cómo creer que tal discordancia entre un E social arcaico y los resortes más
modernos de la técnica pueden mantenerse indefinidamente?

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Más perspicaz, me digo hoy, se habría vuelto menos sorprendente el torbellino en el cual se
encuentra la burocracia. Lo que me parece extraordinario es que no imaginaba que este torbellino se
produciría por la instigación del Secretario General del Partido. Que una nueva generación de
ingenieros, tecnócratas salidos de la universidad fueron ganados en un sentido nuevo al realismo. La
violencia solo podía venir desde abajo y no de la fracción más esclarecida de la elite a remover.
El rol de Gorbachov invita a hacer algunas reflexiones, más cuando muchos sostienen que
no ha cambiado mucho la realidad de la sociedad soviética. Resumamos su argumento: la política
de Gorbachov es un espectáculo, se hace el reformador, es un malabarista: se apoya sobre los
partidarios del cambio para intimidar a los conservadores y viceversa; sin duda quiere remediar la
inercia de la burocracia, pero no es el primer burócrata que saca provecho del proceso burocrático
¿cómo creer que trabaja en la democratización de un régimen cuando se lo ve concentrar todo el
poder en sus manos? En fin, ¿es insensato imaginar que un individuo puede modificar el curso de la
historia?
¿Una política espectáculo? Todo debe hacerse signo de la cohesión social; toda referencia a
la realidad es intolerable y prohibida, si pone en falta la imagen de lo que deberá ser y lo que debe
ser, se sacude la idea de un orden irreversible. Así, cuando Gorbachov decide la liberación de
Saratov, este gesto no es solo espectacular, es un gesto violento que hace vacilar la imagen q la
burocracia dirigente hace de su autoridad. Cuando decide dar libre curso a los debates de la
intelligentsia es también un artificio. Cuando decide la rehabilitación de revolucionarios de quienes
el nombre fue por mucho tiempo tabú, precipita y legitima una exigencia del conocimiento del
pasado que se formulaba en esos debates y esas revistas reservadas a los intelectuales. He aquí de
pronto el derecho a la memoria reconocida en el momento mismo donde se llama al cambio. Y este
derecho va a buscar mañana su expresión más vehemente en la publicación de El archipiélago del
Gulag.
¿Una táctica al servicio de la conservación del poder? Es cierto que la política de Gorbachov
inquieta. Ha acertado en esta hazaña de hacerse elegir a la vez cabeza del Partido y del E. pero
como no ver que, con este hecho, despoja al Partido de su prerrogativa. La autoridad aparentemente
extraordinaria que Gorbachov tiene es de otra naturaleza q la de sus predecesores. Lo usar de otra
forma, de una manera nueva. No deja de hablar, de mostrarse, pero no es exhibicionista. El poder se
ha vuelto visible, identificable, susceptible de ser evaluado.
¿Será que un hombre excepcional puede cambiar el curso de la historia? Supongo q la
desconfianza que suscita Gorbachov procede de una repugnancia a tribuir a un hombre una
creatividad q no puede buscarse más que en las fuerzas sociales.
Respondamos con Maquiavelo ¿Cómo un pueblo acostumbrado después de largo tiempo a
vivir en la servidumbre puede volverse libre? La respuesta no está allí donde el sentido de la ley, de

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la igualdad ante la ley, poco a poco, se ha borrado. Solo un hombre de una ambición y talento
extraordinario, salido de la capa dominante, es capaz de restaurar su propia autoridad. Aunque el
suceso es extraño, hasta el presente talento de Gorbachov es manifiesto y la amplitud de la crisis del
totalitarismo justifica nuestras esperanzas.
5.4. La fragmentación del Tercer Mundo. La crisis de los nacionalismos reformistas en
Oriente Medio y el surgimiento de los fundamentalismos. La Yihad contra los soviéticos en
Afganistán. La guerra en el Golfo.
 SAID, Edward. Cultura e Imperialismo. Barcelona, Anagrama, 1996.
Cap. IV “El desmantelamiento de la dominación en el futuro”.
1- El dominio norteamericano: un espacio público en litigio.
El imperialismo no terminó, no se convirtió en algo pasado, una vez q la descolonización
empezó a hacer efectivo el desmantelamiento de los imperios clásicos. El triunfo de EEUU sugiere
que el mundo se verá estructurado por una nueva serie de líneas de fuerza. En la obra Alter
Imperialism Barrat-Browm sostiene q sin duda el imperialismo es aún la fuerza que conserva todo
su poder en las relaciones económicas, políticas y militares por las cuales los países con desarrollo
económico inferior están sujetos a los más avanzados.
En esta nueva forma de imperialismo los discursos q se aplicaron estaban referidos a lo
gigantesco y lo apocalíptico, además de hacer referencia a una inevitabilidad extraordinaria,
absorbente, impersonal y dependencia.
¿Cuáles son los aspectos más notables del resurgimiento de las viejas injustitas imperiales?
Uno por supuesto es el inmenso abismo económico.
¿Cómo se producirán los cambios? Se ha abandonado casi totalmente la clasificación de las
naciones en tres mundos, que se estableció después de la Segunda Guerra Mundial. El pensamiento
desarrollado en términos mundiales tiende a reproducir la superpotencia, la Guerra Fría, las luchas
religiosas, étnicas, etc, en donde los débiles tendrán menos poder y más pobreza.
El paso que da Chomsky del dilema Norte-Sur a la dominación norteamericana y occidental,
es esencialmente correcto, a pesar del retroceso del poder económico estadounidense, de su crisis
urbana, económica y cultural, del creciente poder de los E situados a orillas del Pacífico y también
de las confusiones de un mundo multipolar. Todo ello ha debilitado la estridencia del período
Reagan.
Por otro lado Ronald Steel contribuyó a que ese poder se hiciese más aceptable, al insistir en
su carácter moral y en su realismo y altruismo con una “notable destreza para no alejarse demasiado
de la opinión pública”.
George Kennan, creador de la política de contención, creía que su país era el protector de la
civilización occidental y que esto dependía de puros conceptos de poder.

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Además de personajes como Lippman y Kennan también hubo otras fuerzas que perfilaron
la política exterior tras la Segunda Guerra Mundial. Lippman y Kennan sabían que el aislacionismo,
el intervencionismo, el anticolonialismo, y el imperialismo de libre comercio estaban relacionados
con las características domésticas de una vida política norteamericana descrita por Hofstadter como
antiintelectual y paranoica. De todos modos, la idea del liderazgo y el excepcionalismo está siempre
presente; independientemente de cuales sean las actuaciones.
Barnet señala que entre 1945 y 1967 cada año se produjo una intervención militar
estadounidense en el Tercer Mundo. Estas intervenciones poseen “todos los elementos de un
poderoso credo imperial: un sentido de misión, de necesidad histórica y fervor evangélico. Si bien
esto fue publicado (se refiere a una cita) en el 72, describen de un modo incluso más certero la
actitud de EEUU durante la invasión de Panamá y la Guerra del Golfo, la de un país que sigue
intentando imponer en todo el mundo sus puntos de vista sobre la ley y la paz, y que sea llevada a
cabo con un gran consenso.
Durante años, el gobierno de EEUU ha aplicado una política activa de intervenciones
declaradas y directas en los asuntos de Centro y Sudamérica, así también en Asia Oriental (ahí
hubieron dos grandes guerras: derrocaron el gobierno en Irán, contravinieron políticas establecidas
de la ONU, etc) en el caso de Irak, EEUU utilizó el Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas
para forzar el acuerdo de entrar en la guerra (mientras q con otros, como por ej. Israel, las
resoluciones fueron ignoradas) y precisamente en aquellos momentos EEUU tenía una deuda
impagada con las Naciones Unidas de varios de cientos de millones de dólares.
La literatura de la disensión –a las actuaciones nacionales y oficiales- siempre ha
sobrevivido en EEUU junto al espacio público autorizado, además de representar un movimiento
antiimperialista y alternativo bastante sólido, surgido en el propio seno de la familia. Sin embargo,
su poder disuasorio no ha sido efectivo. Estas plataformas, aun oponiéndose al ataque EEUU sobre
Irak, en nada consiguieron detener, aplazar o reducir su horrenda fuerza.
Se debe insistir en el ocultamiento intelectual de lo que “nosotros” hacemos en este proceso
ya que es evidente que ningún esquema o misión imperial puede jamás, a la larga, mantener para
siempre el control de su influencia en el extranjero; la historia también nos enseña que la
dominación engendra resistencia, y que la violencia inherentemente a la lucha imperial –a pesar de
los beneficios o placeres que de vez en cuando pueda aportar- representa un empobrecimiento para
ambas partes.
La tendencia general del siglo XIX fue expandir y extender aún más el control sobre el
mundo, y no dedicar demasiado tiempo a reflexionar sobre la integridad y la independencia de los
Otros, para quienes la presencia americana supuso, en el mejor de los casos, un bien acompañado
siempre de una serie de desventajas.

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Pocos norteamericanos se han preocupados por sitios como Irak o Haití una vez concluida la
crisis o la intervención en el país. Lo curioso es que la dominación directo en el extranjero como fue
el caso de GB o Francia.
Dado que el expansionismo americano es principalmente económico, todavía depende
mucho de ideas culturales e ideológicas sobre EEUU. “Un sistema económico” declara Kiernan
“igual que una nación o una religión no solo vive de pan, sino de creencias, visiones, y aunque sean
erróneos estos elementos no son menos vitales para él”.
El paralelismo entre poder y legitimidad, el primero conseguido en el ámbito de la
dominación directa, la segunda en la esfera cultural, es característico de la hegemonía imperial
clásica. Sin embargo, en el universo norteamericano ha adquirido también una autoridad sin
precedentes en el sistema, de la difusión y el control de la información. Nadie ha negado que quien
ostenta mayor poder en este sistema sea Norteamérica, bien sea porque un grupo de empresas
estadounidenses transnacionales controlen la composición, distribución y sobre todo, la selección de
noticias en las que casi todo el mundo confía. Esto se debe a diversas causas: porque la expansión, q
tan eficazmente ha logrado deshacerse de cualquier clase de oposición, ha creado un nuevo
mecanismo de incorporación y dependencia para someter no solo a la propia población sino a
culturas como menor fuerza. (Teorizaciones sobre esto: Marcase, Adorno, Enzensberber; Literatura:
Orwell, Huxley y Burnham)
Aparte de q los medios de comunicación sean exportados fuera del ámbito norteamericano,
en lo doméstico sirven para mostrar a la audiencia nacional culturas extranjeras, raras y
amenazadoras. Consideremos como se logró que la Guerra del Golfo fuera aceptada: la idea fue que
EEUU no podía esperar a que las sanciones diesen resultado sino atacar, haciendo de Sadam Husein
un claro perdedor. House y Lewis, ambos realistas, aceptaron el principio de que “nosotros”
debíamos estar en el Golfo, controlando el comportamiento de los E, los ejércitos y las personas. La
ONU parecía ser una extensión de la política norteamericana.
Como norteamericano y árabe que ha vivido en los dos mundos, Said se encontró con un
panorama particularmente problemático, ya que la confrontación era total e involucraba a todo el
mundo. Desde el punto de vista árabe, el paisaje está igualmente desequilibrado. Hoy sigue sin
haber apenas literatura escrita en árabe que hable de los norteamericanos y los describa.
La sensación predominante que se tuvo durante la época de la operación Tormenta del
Desierto era la de inevitabilidad, como si la necesidad declarada por el Presidente Bush de ir allí y
meter caña tuviese que habérselas con las expresiones abiertamente brutales con Sadam Husein
formuló la necesidad árabe poscolonial de enfrentamiento, réplica y terca oposición a los EEUU.
Históricamente los medios de comunicación norteamericanos y quizá también los
occidentales en general ha sido extensión es sensoriales del contexto cultural principal.

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Todos los caminos llevan al bazar, los árabes solo entienden la fuerza, la brutalidad y la
violencia forman parte de la civilización árabe, el Islam es una religión intolerante, segregacionista,
medieval, fanática, cruel, y adversa con las mujeres. El contexto de cualquier discusión estaba
limitado de hecho congelado, por estas ideas. Poco se habló de los beneficios de las compañías
petrolíferas. El conflicto de Irak con Kuwait fue apenas tratado o tenido en cuenta, menos sobre la
complicidad y la hipocresía compartida entre los E del golfo, Norteamérica, Europa e Irak durante
la guerra de Irán-Irak.
La entera premisa tenía un carácter colonial: una pequeña dictadura de un país del Tercer
Mundo, promovida y apoyada por Occidente, no tenía derecho a desafiar a Norteamérica, nación de
raza blanca y superior.
Sin embargo, hasta los escolares saben que Irak es la sede de la civilización abásida, el
mayor florecimiento de la cultura árabe entre los S XI y XII. Pero frente a esto, EEUU se sigue
mostrando como triunfalista en el plano internacional y está ansioso por demostrar que es el número
uno.
El entorno árabe del autor había vivido durante mucho tiempo bajo la experiencia colonial,
pero con más paz y libertad para viajar (no había bombardeos por todos lados). Ahora, el
nacionalismo árabe no ha muerto, pero se ha descompuesto en demasiadas unidades.
El esfuerzo de homogeneizar a las poblaciones en nombre del nacionalismo (y no de la
liberación) ha llevado sacrificios y fracasos coloniales.
En este estado de cosas marcado por el desequilibrio, el militarismo adquirió demasiados
privilegios en la economía moral del país. En gran medida este hecho tuvo que ver con la sensación
de estar percibiendo un trato injusto ¿era la fuerza militar la única respuesta? No hay ni un solo
árabe que no haya criticada esta opción. Llevada lo suficientemente lejos, esta situación desemboca
en el exterminismo, concepto según el cual si algo no sale como queremos o nos desagrada es
posible aniquilarlo sin más.
La democracia, en cualquiera de los sentidos que pueda tener la palabra, no puede
encontrarse hoy en ninguna parte del Oriente Medio. El grueso de la población está aplastado bajo
el peso de las dictaduras. O de gobiernos inflexibles.
Durante dos generaciones, la actuación de EEUU en Oriente Medio se ha decantado por la
tiranía y la injusticia. Oficialmente no se ha apoyado ninguna lucha por la democracia, ni los
derechos de las mujeres y las minorías, ni la secularización. La concepción de los EEUU de trabajar
por una Pax Internacional no es ni por ahí creíble. Es más, después de que desapareció el primer
embajador que sabía algo de la zona (Glaspie) no hubo político que llegara que entendiera bien lo q
pasaba. En este marco, la operación Tormenta del Desierto representó una guerra imperial contra el
pueblo iraquí, un esfuerzo por vencer y matar a sus gentes como parte de un intento más global por

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vencer y matar a Sadam Husein. Hasta los medios construyeron (en especial para la guerra del
Golfo del 91) una perspectiva poco creíble de la guerra.
2- El desafío de la ortodoxia y de la autoridad
Nadie en el espacio público dominante en EEUU había prestado tanta atención a Irak como
sociedad, cultura, o historia hasta agosto del 91.
Por otro lado, debemos preguntarnos por qué se ha originado y desarrollado en Occidente la
costumbre de restringir su propia carga teórica mientras, al mismo tiempo, en el mundo
anteriormente colonizado la perspectiva de una cultura con un fuerte componente también libertario
pocas veces ha parecido un proyecto más sombrío y confuso. Ej: nunca en las universidades árabes
se ha pensado la relación entre el idioma y la literatura árabe, no había una visión crítica.
Un caso bueno para citar son Los versos satánicos de Rushdie. Lo que hizo fue hablar del
Islam en la lengua inglesa para lo que se supone, era un público mayoritariamente occidental. Pero
también mediante el texto se condenó al islam, y por otro lado dio la impresión que se dejó de
existir interés por el mundo islámico en el ejercicio de las letras.
Durante el vigoroso apogeo de la descolonización y el despertar de los primeros
nacionalismo del Tercer Mundo, poca gente se dio cuenta o prestó suficiente atención al hecho de
que un nativismo cuidadosamente alimentado desde las filas del anticolonialismo estaba
desarrollándose sin parar, hasta llegar a proporciones desconsideradas. Se deberían estudiar las
nuevas configuraciones culturales desde un punto de vista en cierta manera menos atractivo pero
más realista y político.
En este marco, lo que hace en realidad el sistema internacional de los medios de
comunicación es lo mismo que aspiran a hacer las comunidades imaginadas, es decir, alimentadas
por nociones de colectividad idealistas o ideológicas.
Los medios de comunicación no solo constituyen una red práctica plenamente integrada sino
también un sistema de articulación muy eficiente para unir a todo el mundo (y casi todas las veces
produciendo imágenes transnacionales desproporcionadas. Tomemos para este caso el ejemplo de la
aparición del “terrorismo” y el “fundamentalismo” dos términos claves durante los años 80. Ambos
inducían el medo y el terror (eran como diablos extranjeros creados por una imaginería
internacional). Este hecho hace que oponerse al terrorismo y fundamentalismo sea algo racional. A
su vez, estos modelos de ortodoxia coactiva y auto celebración refuerzan, aún más, el sometimiento
irreflexivo a doctrinas incuestionables. Las únicas posibilidades son: unirse al grupo dominante ya
constituido o en calidad de “otro subalterno”, aceptar una posición de inferioridad, o luchar hasta la
muerte.
Todo nuestro mundo (o la concepción que tiene Said de la historia) es susceptible de ser
investigado y estudiado sin claves mágicas, jergas e instrumentos especiales, o prácticas exotéricas.

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Es necesario establecer un nuevo paradigma, diferente e innovador en la investigación humanística,
para que así los especialistas puedan dedicarse libremente a la política y los intereses del presente.
La idea que subyace a todas estas obras es que las versiones ortodoxas de la historia,
autoritarias nacionales e institucionales, tiende sobre todo a inmovilizar otras versiones,
provisionales y de alta capacidad crítica y beligerante, para convertirlas en identidades oficiales. Ej:
en la imagen oficial que EEUU tiene de sí misma se ha introducido un alarmante ánimo defensivo,
especialmente en sus representaciones del pasado nacional (como por ejemplo “Norteamérica como
Oeste”). Es paradójico que una sociedad compuesta por inmigrantes y muchas culturas se apoye en
un discurso público tan vigilado y controlado, con tanta necesidad de presentar el país libre de
cualquier mancha y unificado alrededor de un relato básico blindado que evoque un falso triunfo
inocente (ej: es imposible una conspiración política, porque “nosotros” representamos un mundo
mejor e inocente –aunque en realidad las pruebas existen-)
Los estudios literarios de la modernidad están unidos de desarrollo del nacionalismo
cultural, cuya intención fue, en primer lugar, establecer la tradición nacional, y posteriormente
mantener su eminencia, autoridad y autonomía estética. Pero luego de dos Guerras Mundiales los
temas están abordando otras áreas, como la esclavitud, el colonialismo y el racismo. Deben
expandirse los horizontes contra los cuales se plantean y responden los interrogantes sobre cómo y
que leer y escribir. Esto significa que nosotros, estudiosos y profesionales de la literatura, debemos
tener en cuenta una serie de graves cuestiones al respecto, arriesgarnos a ser impopulares y también
acusados de megalomanía. Ningún país está exento de la responsabilidad de debatir que debe leerse,
enseñar y escribir.
Las disciplinas multiculturales han encontrado, en realidad, un refugio acogedor en las
instituciones académicas norteamericanas contemporáneas. La posición neoconservadora sostiene
que, al admitir en los planes de estudio el marxismo, el estructuralismo, el feminismo, etc, la
universidad norteamericana sabotea el fundamento mismo de sus supuesta autoridad y ahora ya está
dirigida por una conjura extremista de intolerantes ideólogos que la controlan.
Por otro lado, sería una irresponsabilidad desestimar los efectos de la cobertura del mundo
no occidental por parte de los medios de comunicación electrónicos norteamericanos con su
influencia sobre las actitudes norteamericanas y sobre la política exterior estadounidense. La
historia de otras culturas no existe hasta que entra en confrontación contra la de EEUU.
La centralidad genera relatos semioficiales que autorizan y provocan ciertas secuencias de
causa y efecto, previniendo al mismo tiempo el surgimiento de contrarrelatos. La secuencia más
común es la vieja convicción de que EEUU, una potencia para siempre en el mundo, se alza
constantemente para los obstáculos de las conspiraciones extranjeras, antológicamente perjudiciales
y fundamentalmente “contra EEUU”.

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Evidentemente, no se puede tratar el mundo no occidental como si estuviese desligado de
los avances de occidente.
3-Movimientos y migraciones
A pesar de las grandes diferencias ideológicas, todas las protestas de masas en el 60 tiene en
común haber desafiado algo básico en toda teoría y técnica de ejercicio de poder: el principio del
confinamiento. Pocos han parecido tan fáciles, accesibles y convenientemente atractivos como las
apelaciones, a la identidad nacional o religiosa o al patriotismo.
No han existido casi análisis serios o discusiones acerca del aplastamiento de otras
religiones y culturas ni se ha estudiado con solvencia y rigor la profunda autocelebración
conservadora actual. De todos lo q analizaron el libro de Rushdie tan solo algunos se tenían en la
obra en sí misma.
Con el virtual agotamiento de los grandes sistemas y teorías totalizantes entramos en un
período de vastas certidumbres. En occidente el posmodernismo se ha apropiado de la falta de peso
ahistórico, del consumismo y la espectacularidad del nuevo orden.
La tarea mayor podrá en relación las nuevas dislocaciones y configuraciones económicas y
sociopolíticas de nuestro tiempo con las arrolladoras realidades de la interdependencia humana a
escala mundial. Si los japoneses, los europeos del Este, los islámicos y las instancias occidentales
expresan algo en común, se trata de la necesidad de una nueva conciencia crítica y la certeza de que
a ella solo se puede acceder revisando las actitudes respecto a la educación.
La fuerza de la máquina de guerra no proviene únicamente de su libertad nómada, sino
también de su arte metalúrgico por el cual se forjan sus materiales modelándose más allá de las
formas separadas.
Podemos percibir esta evidencia en el mapa político del mundo contemporáneo.
Seguramente una de las características más infortunadas de nuestra época es haber producido más
refugiados, emigrantes, personas desplazadas y exiliados que cualquier otra anterior en la historia:
la mayoría de ellos como consecuencia y como factor agregado, irónicamente, a los grandes
conflictos imperialistas y postcoloniales.
Se debe resaltar las energías de lo marginal, subjetivo, migratorio y característicos del exilio,
energías que se han expresado en las luchas por la liberación y cuya gran capacidad de adaptación
las hace demasiado resistentes como para que puedan desaparecer.
Nadie es hoy puramente una sola cosa. Etiquetas como indio, mujer, musulmán o
norteamericano no son más que puntos de partida: en cuanto se convierten en experiencias reales
hay que abandonarlos inmediatamente. El imperialismo consolidó la mezcla de culturas e
identidades a escala global. No obstante del mismo modo en que los seres humanos hacen su propia
historia, los pueblos también se hicieron sus identidades étnicas y sus culturas. Nadie puede negar la

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continuidad persistente de largas tradiciones, sostenidos asentamientos, lenguajes nacionales y
geografías culturales. Pero no parece existir razón, excepto el miedo y el perjuicio, para que se
insista en su separación y sus caracteres distintivos, como si la vida humana consistiese solo en eso.
Se debe intentar no dominar a los otros, ni tratar de clasificarlos o situarlos en molde
jerárquicos. Por encima de todo, no reiterar constantemente que nuestra cultura o país es el número
uno. Un intelectual para quien existan suficientes elementos de valor puede prescindir de ellos.
 BALTA, Paul. Islam. Civilización y Sociedad. Madrid, Sigo XXI, 1994.
“Ruhallah Jomeini, Savonarola del Islam”
Jomeini se afirmó como jefe supremo de los musulmanes en 1989. Ha logrado movilizar a
un pueblo inerme para derrocar a Pahlavis, dinastía de reciente aparición q se apoyaba en una
tradición monárquica de 2500 años, y para humillar a los poderosos EEUU que la apoyaban.
El patriarca de Qom (una de las ciudades santas de Irán) se ha inspirado siempre en Dios y
ha fundado su acción en la interpretación de una ortodoxia discutida por algunos de sus pares, de los
preceptos del Corán. Este papel mesiánico le ha valido una audiencia considerable entre el pueblo
iraní y en gran parte de las masas árabes y musulmanes.
En un mundo musulmán desgarrado entre la sed de un retorno a las fuentes y las exigencias
de la modernidad, Jomeini ha magnificado la tradición del chií del justo inconformista y perseguido
q tiene la pasión del martirio. Jomeini preconizaba una revolución moral, orientada a la aplicación
de los principios q regían la sociedad musulmana en el siglo VII- Una vida ascética.
1- Una vida ascética
Pertenecía a una familia de religiosos, fue criado por su tía y empezó sus estudios religiosos
y luego a los doce ya enseña. Impone una estricta disciplina cotidiana, lleva una vida ascética,
medita el Corán. También es testigo de la instalación en 1925 del régimen implacablemente
modernizador de Reza Jan, fundador de la dinastía pahlevi.
No separa religión y política, de conformidad con la tradición del chiísmo que desde sus
orígenes ha planteado el problema del poder considerándolo basado en dos poderes: el inmato y la
justicia.
Tres temas han dominado sus intervenciones a lo largo de toda su vida: la libertad, la
independencia y el rechazo a la dominación extranjera. El país está en peligro, explicaba, porque el
chah representa el mal absoluto y es el instrumento de potencias satánicas. Sus vigorosas críticas a
Mohamed Reza le valieron ser detenido en 1963. Liberado un año más tarde, siguió criticando y
afirmando q no se puede modernizar Irán si se detenía a los intelectuales.

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2- El exilio y el regreso
Exiliado en Turquía y luego en Irak, vivirá 15 años con su familia en Bagdad. Los jefes de E
musulmanes de la región, que cuenta también con chiíes entre sus poblaciones, no desean acoger a
este santo hombre incómodo, que tiene q encontrar refugio finalmente en Francia.
Desde su modesto chalé de los arrabales de París, el exiliado inicia la fase activa y pública
de su acción política y se empeña en el último combate contra el chah, del q saldrá vencedor. Anima
las huelgas q paralizan el país y socavan las bases del poder. El 1 de febrero de 1970 es acogido por
4 millones de personas y entra así triunfalmente en Teherán. La insurrección popular de los días 10,
11 y 12 de febrero provoca el hundimiento del ejército y de la monarquía y la partida de unos
40.000 consejeros militares norteamericanos. El 1 de abril tras el referéndum de la víspera se
proclama la República Islámica de Irán.
3- El poder del velayat Fagih
Jomeini proclama el poder del felayah fagih (gobierno jurisconsulto religioso) y se erige en
el guía supremo de la revolución islámica. Concentra en sus manos el poder espiritual e implanta
los fundamentos de una república de inspiración divina.
Los comités Jomeini y los pasdarans (guardianes de la revolución) se extienden por todo el
país. El, que había afirmado en Francia que el gobierno islámico garantizaría la libertad de
pensamiento y de expresión, no levantaba la voz cuando los comités, q afirmaban actuar en su
nombre, cierran los periódicos mal pensantes, atacan a los militantes de izquierda, boicotean a
intelectuales, etc. El, que había exaltado los principios igualitarios del Islam, recurre a la fuerza
contra las minorías étnicas.
Tal es el contexto cuando el 4 de noviembre de 1979, los estudiantes islámicos en la línea
del imam o imán (persona que dirige la oración colectiva en el islam) ocupan la embajada de
EEUU. Esta acción cambia el curso de la revolución: considerado excesivamente moderado, el
primer ministro Mahdi Bazargan es forzado a dimitir, el régimen se radicaliza y se impone el
jomeinismo, versión irano-chií del islamismo.
Con una innegable habilidad, el régimen elimina de la escena político, uno tras otro, a los
movimientos y a los partidos rivales. Esto se va a conocer como su fase de terror y devorará así, a
sus propios hijos. En política exterior el tono se endurece.
IV- La guerra Irak-Irán
Sube la tensión entre Bagdad y Teherán. Los dos países se adentran en el fatal engranaje q
les conducirá a la guerra. Persuadido de ser a la vez el blanco de una conspiración internacional y
el protegido de Dios, Jomeini siente tanto más la tentación de exportar la revolución islámica cuanto
que la situación interior va degradándose cada vez más. Sintiéndose provocado, Irak va a atacar.

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La guerra despierta al profundo nacionalismo persa. Hasta los adversarios del régimen
cierran filas en torno a Jomeini para defender la patria. Las hostilidades ocultan el gran proyecto de
nueva sociedad islámica prometido en 1978-79, que los religiosos han sido incapaces de aplicar.
El imam Jomeini permanece impasible, estas pruebas no afectan la concepción de q él es
hijo de Dios. El 2 de septiembre del 82 el hoyatolestam Ali Jomeini es elegido. Por primera vez en
su historia, Irán tiene a religiosos frente a todos los puestos clave del E.
La reconquista de Juzistan, iniciada en el 81, acaba victoriosamente en junio del 82 al
tiempo que las fuerzas Israelíes invaden el Líbano. El presidente Saddam Hussein propone
nuevamente el cese de las hostilidades y sugiere a los ejércitos luchar contra el enemigo común
cesionista.
El imam Jomeini ha sido, hay q admitirlo, el principal obstáculo para la paz desde el 8.
Quería proseguir la guerra por razones estratégico-religiosas: una victoria iraní habría favorecido la
de la revolución islámica en el mundo árabe musulmán.
En el 88 se decide por fin aceptar con un año de retraso la resolución de la ONU, que
impone el alto el fuego.
V- El caso de los “versículos satánicos”
Jomeini así lo comprendió. Por eso es por lo q en el 89, al día siguiente del décimo
aniversario del triunfo de la revolución abre el caso de los Versículos satánicos y lanza
llamamientos al asesinato del novelista Rushdie.
Más allá de los motivos religiosos q hayan podido inspirar esta condena, Jomeini pretendió
igualmente, ocultar la problemática que desgarraba a Irán y la corrupción reinante, frenar la apertura
a Occidente, restaurar la propia autoridad y obligar a los candidatos eventuales a la elección
presidencial a adoptar una línea radical.
La guerra del Golfo quedará sin embargo como la ilustración y el símbolo de los
desgarramientos del mundo islámico contemporáneo.
Finalmente, pese a su fe profunda y a su innegable estatura, Jomeini aparece, como el
hombre de rechazos más q de proyectos.
Aunque devolviese el poder al clero chií, era un poder que parecía más preocupado por
rehabilitar un pasado periclitado que por inventar el futuro para permitir a los musulmanes estar al
diapasón del mundo. En la era de la informática y de los satélites, Jomeini dejó a Irán más pobre de
cómo lo habían encontrado los iraníes, y sus sucesores tienen conciencia de ello.
 KEPEL, Pilles. Fitna. Guerra en el corazón del Islam, Barcelona, Paidós, 2004.
Cap. 1 “La revolución neoconservadora”.
El 11 de septiembre del 2011 sorprendió a los EEUU en el medio de un complejo debate
sobre el papel internacional del país tras el hundimiento soviético y frente a las nuevas amenazas no

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convencionales imputables a los E canallas. Bush era conocido por su hostilidad al nation building y
reacio a las misiones destinadas a dar luz a Estados viables a partir del caos étnico o religioso. Las
numerosas metidas de pata eran indicio de un acrecentado desinterés respecto a la geografía y a la
historia del mundo.
La prensa hablaba del nuevo aislacionismo del inquilino de la Casa Blanca. Su equipo de
consejeros estaba dividido en dos grandes corrientes. Una, representada por Colin Powell y el
departamento de E, con un realismo prudente que evitara cualquier conmoción del orden mundial y
proponían usar los instrumentos multilaterales tradicionales, como la ONU. La otra, cuyos
miembros más importantes se situaban entre los responsables civiles del pentágono proponía una
transformación radical del orden tradicional que tradujera la omnipotencia americana y el supuesto
fin de la historia que expresaba. Exhortaba a la propagación universal del modelo democrático de
Estados Unidos. Bush se alineó esencialmente con la visión del mundo de estos últimos, en una
“guerra contra el terror”. Una vez obtenido el consenso de las Naciones Unidas para aniquilar el
poder de los talibanes en Afganistán, prescindió del acuerdo del Consejo de Seguridad con la
invasión de Irak.
Tomar la iniciativa para conseguir por la fuerza el doble objetivo permanente de EEUU
(garantizar simultáneamente la seguridad de los aprovisionamientos petrolíferos y la continuidad de
Israel), la revolución q conoció la política exterior americana después del 11 de septiembre tenía la
vocación de reestructurar el orden del mundo según una línea ideológica concreta, calificada por la
mayor parte de los comentaristas de proyecto neoconservador.
Para comprender en q contexto americano se produjo el 11 de septiembre y qué tipo de
reacciones engendró es crucial establecer las grandes líneas del debate política exterior tal como se
ha desarrollado desde la elección de Bush. La yihad contra el ejército rojo en Afganistán fue el
punto de partida, complejo, pero reprimido en el sentido freudiano de la palabra, de la situación
internacional que heredó el nuevo presidente.
La yihad de Afganistán gozó tanto del apoyo operativo y financiero de la CIA como de los
subsidios de las petromonarquías del Golfo y reunió, al lado de los muyahidines afganos a
combatientes de la guerra santa, precedentes de todos los rincones del mundo.
Las armas portadas por EEUU representaron una revolución militar y política y pronto se
volvieron contra sus diseñadores. La disuasión entre los dos bloques surgidos de Yalta que habían
acumulado arsenales convencionales y nucleares para no servirse de ellos, pero que habían estado
obligados a lanzarse en paralelo a una carrera sobre la alta tecnología militar, lo cual tuvo efectos
divergentes para EEUU por un lado y para la URSS por el otro.
Moscú salió agotado, incapaz de renovar un sistema socialista desgajado de las fuerzas vivas
de la sociedad y ahogado por la necrosis del omnipotente aparato burocrático del PC. La

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investigación militar, las armas inteligentes estuvieron en la base del proyecto Solarium, según el
nombre dado a la iniciativa del presidente Eisenhower en 1953. En ese marco se elaboró el proyecto
de las armas inteligentes privilegiando la calidad sobre la cantidad. Uno de los padres de esta
estrategia fue un seguidor de Raymond Aron: Albert Wohlstetter. Su legado es esencial por los
desarrollos. Reticente respecto a la doctrina del equilibrio del terror sobre la q se basaba la
disuasión nuclear, se hizo célebre por privilegiar la lógica denominada del segundo golpe, q
permitiría a EEUU en caso de ataque sorpresa de la URSS, infligir a ésta daños irreparables.
Según él, los conflictos en un teatro limitado eran cruciales para la superioridad de las armas
y el pensamiento político militar de EEUU. En ese sentido, la guerra de Vietnam fue desastrosa.
Tras los éxitos antisoviéticos de los guerrilleros de la yihad afgana en la operación Tormenta
del Desierto en Kuwait en 1991, representó de manera ejemplar la aplicación de las incursiones
aéreas preventivas q destruyeron al enemigo y a su capacidad de combate. El éxito de la aplicación
de la doctrina Wohlstetter no tenía más límites que una tecnología aun imperfecta y alcanzó su
apogeo tras la muerte de su diseñador con las dos primeras guerras posteriores al 11 de septiembre
del 2011.
La fase de conquista de la ofensiva de Irak de marzo a abril del 2003 se caracterizó por el
uso inigualado hasta entonces de armas inteligentes q seleccionaban sus objetivos con precisión y
minimizando los daños (ej: las imágenes de CNN emitiendo mientras atrás caían bombas).
La extrema fiabilidad de las armas de precisión es el resultado de la estrategia militar q
procede de la visión de Wohsletetter y condiciona el que su uso se convierta en un instrumento
decisivo de la política exterior. Gracias a ellas, la ofensiva ya no debe aniquilar al enemigo de
manera indeterminada, el objetivo buscado consisten en este caso en dirigirse selectivamente al
aparato dirigente. Permite destruir regimenes previamente estigmatizados moralmente y castigar al
E, jactándose de promover y reforzar la sociedad civil virtuosa.
Semejante disposición fue teorizada (y concebida como la realpolitik) por 1992 por el gran
discípulo de Wohlstetter, Paul Wolfowitz. El texto, filtrado, fue descrito como un proyecto dirigido
a garantizar la supremacía mundial de EEUU después de la Guerra Fría a través del enfrentamiento
militar con los polos de poder regional opuestos a la hegemonía absoluta americana, o al menos,
gracias a su desarme. Su teoría fue adaptada al ámbito operativo por el jefe de la Oficina de
Evaluaciones, Andy Marshall, quien inventó nuevas formas de hacer la guerra inteligente, que van
desde programas de investigación tecnológica y de la universidad.
Tal estrategia supone que el criterio ético de un consenso tanto entre la opinión americana
como en el seno de la naciones civilizadas. La desaparición del polo del Mal, la URSS obligó a los
intelectuales y universitarios cercanos al poder americano a pensar en nuevos términos la victoria
del Bien, a redefinir la identidad en un contexto completamente cambiado.

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Si bien durante la Guerra Fría las certidumbres éticas fluctuaban a veces, faltaron varios
acontecimientos (la primavera de Praga, los Gulag, etc.) para que el sistema soviético quedara sin
cualquier magisterio moral. Tal despego se debió a los efectos perversos espontáneos del sistema
soviético, liberticida y económicamente eficaz, pero fue estimulado tanto por el financiamiento de
la disidencia como por la publicidad q se le dio, gracias a la acción de thinks tanks, grupos de
presión y redes universitarias americanas en cuyo seno a nebulosa neoconservadora desempeño un
papel cardinal.
En 1982 se concretó el Fondo Nacional para la Democracia, que buscaba ser el
portaestandarte de los valores con vocación universal.
La revolución neoconservadora que ha influido tanto en los círculos de decisión en materia
política extranjera a partir de los días posteriores al 11S tenía sus fuentes en los 60, cuando un grupo
de intelectuales desencantados se vieron ridiculizados con el concepto despectivo de
neoconservadores, y lo convirtieron en un emblema. Si era reticente ante las políticas públicas de la
administración Jonson, era más crítica aún cómo se estaba manejando la relación con el bloque
soviético.
El contacto del grupo en los círculos de poder de Washington era el senador demócrata
Scoop Jackson, muy vinculado a la AFL-CIO, de quienes sus dirigentes eran a la vez defensores de
los asalariados contribuyentes y anticomunistas acérrimos. Era importante adoptar una actitud sin
compromiso. Esta postura política tenía su paralelo en el mundo universitario: Kistol y Leo Strauss,
quienes acuñaron la búsqueda de un interés particular: la puesta en marcha de una política
científica, la defensa de una categoría profesional, de una rama de la industria, de un partido, de una
idea, etc.
Más que otros, los neoconservadores han sido los artífices de ese compromiso del saber al
servicio de una causa, al prolongar e invertir el compromiso de los intelectuales de izquierda con el
socialismo, e incluso con la dictadura del proletariado. De su inicial formación trotskista, Kirstol
conservó algunos rasgos: el antiestalinismo. Del compromiso radical contra el establishment,
expresado en la lucha de clases, mantuvo la voluntad de acabar con las certidumbres más asentadas
de una clase política americana dispuesta a sacrificar el esfuerzo de una visión a largo plazo por los
consuelos del corto plazo, deseosa de privilegiar la militancia sobre la contemplación filosófica,
sedienta por cambiar el mando antes que por interpretarlo.
En la articulación entre esos postulados casi marxistas y sus resultados neoconservadores es
donde el profesor Straus tuvo un papel primordial (era judío alemán). Su obra se ponía en guardia
contra cualquier tentación de convergencia en nombre de la realpolitik entre EEUU y la URSS;
entre el Bien y el Mal. Tiene un profundo pesimismo en cuanto a las capacidades de las masas. Si
bien en los 70 y 80 se persiguieron a sus discípulos, esto favoreció la solidaridad entre el grupo.

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Bloom, discípulo de Strauss, contribuyó a crear un terreno favorable para la ideología
neoconservadora.
La combinación de la visión estratégica de Wohsletetter, la táctica de Crisol, y en cierta
medida la filosofía de Strauss, formó la peana de una teoría neoconservadora que, en política
internacional, se tradujo primero en un combate sin tregua para acabar con el bloque soviético.
Bush, que había edificado su fortuna con el petróleo, motivaba la idea de una inversión a
largo plazo. La travesía del desierto de los años noventa fue propicia para la teorización
retrospectiva de la victoria contra la URSS.
Hay que agregar que a mediados de los noventa dos pasiones se habían quedado sin objeto:
el comunismo había desaparecido y no quedaban más trazas de la contracultura que su recuperación
comercial por el establishment, mientras Clinton tocaba el saxo y confesaba haber fumado algún
canuto de faso.
Así, en 1996 todo parecía sonreír al enemigo por excelencia de los neoconservadores,
Clinton. EEUU debía dotarse de una capacidad militar inigualable para disuadir a cualquier
enemigo de un ataque y garantizar un mundo en donde todos temieran un garrote americano (esto
salía de la teoría de Reagan) y la promoción de los ideales americanos presionando a las dictaduras
de la derecha e izquierda.
En torno a la cuestión de Oriente Medio cristalizó la reflexión de los thinks tanks sobre los
nuevos antagonismos de la era post soviética. El tema se ha convertido desde entonces en un
estribillo que entonan grandes y pequeños.
Sin entrar en detalles, señalemos que hacen del Islam el otro por excelencia de Occidente,
otro hostil que se resumen en la famosa fórmula del autor Huntington, quien dice que se busca
sustituir un enfrentamiento del bien y el mal por otro, mediante el deslizamiento de la toponimia.
Pero la comparación es engañosa, ya q sugiere que el mundo del Islam esta tan centralizado como la
URSS: no, no es ni monolítico ni homogéneo. Pero este paralelismo de los peligros permitía a
Washington trasmitir imaginarios de un contexto a otro muy fácilmente. Además hay dos factores:
el petróleo y la existencia de Israel.
Así es que las aspiraciones democráticas q se expresaron en la península arábiga tras la
liberación de Kuwait en la primavera del 91 no encontraron eco en una Casa Blanca preocupada
primordialmente por la estabilidad del Golfo. La regularidad de los abastecimientos de petróleo
condiciona la marcha de la economía mundial.
La complacencia occidental con el statu quo político en Oriente Medio y su corolario, el
resentimiento que alimenta la ideología islamista, fueron identificados por los neoconservadores
como un problema a mediados de los noventa y por un giro intelectual intervencionista. Pero

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además estaba la seguridad y la continuidad de Israel, cosa q no se garantizaba si no se derrocaba a
las oligarquías de los países árabes vecinos (y de Irán).
El desencadenante del proceso, que inauguraría una verdadera revolución en la política
exterior americana tenía que ser la eliminación del régimen de Sadam Husein en Irak. En principio,
su desaparición tenía que permitir la supresión de ese peligro, al privar a los enemigos árabes del E
hebreo de uno de sus principales apoyos. Por último, abriría una era de prosperidad en Oriente
Medio. El ejemplo de Irak enardecería a las poblaciones de los E vecinos y los incitaría a derrocar a
sus propios dirigentes.
La primera etapa de este proyecto, es decir la erradicación de Husein, se trató como a la
erradicación del comunismo, ya que Irak según los neoconservadores era propensa a un futuro
democrático.
La solución que preconizaban los neoconservadores era una iniciativa militar para derrocar
el régimen de Sadam utilizando las armas inteligentes de las q disponía EEUU.
Sin embargo, para que esa iniciativa saliera a la luz, se necesitaba una coyuntura
excepcional. EEUU tenía que poder desplegar sus fuerzas de manera unilateral, o al menos obtener
un cheque en blanco del Consejo de Seguridad de la ONU. Los atentados del 11S proporcionaron
esa ocasión.
UNIDAD 6
¿La globalización: nuevo orden o nuevo desorden mundial?
6.1. El Nuevo Orden Económico Mundial entre la aldea global y los mercados regionales.
La creciente brecha entre los países pobres y los países ricos. La revolución de la tecnología de la
información. Efectos políticos y económicos de la globalización capitalista: los flujos migratorios,
desocupación, xenofobia y racismo.
 HOBSBAWM, Eric. Sobre la historia. Barcelona, Crítica, 1998.
“Barbarie, una guía para el usuario”
La barbarie es más bien una consecuencia de la vida en determinado contexto social e
histórico. La palabra avispado expresa mejor lo que quiero decir porque indica la adaptación real de
las personas a la vida en una sociedad sin reglas de la civilización.
La esperanza del autor es que esta guía va ayudar a comprender el cómo se ha llegado a esta
situación.
La barbarie ha ido en aumento durante la mayor parte del siglo XX, y no hay ninguna señal
de que este aumento haya terminado. En este contexto, interpreto que la palabra barbarie significa
dos cosas.
La primera es el trastorno y la ruptura de los sistemas de reglas y comportamiento moral por
los cuales todas las sociedades regulan las relaciones entre sus miembros, y en menor medida, entre

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sus miembros y los de otras sociedades. La segunda, más específica, es la inversión de lo que
podríamos denominar “el proyecto de la Ilustración del siglo XVIII”, a saber una instauración de un
sistema universal de reglas y principios de comportamiento moral.
En cuanto a la segunda forma, Hobsbawm es parte interesada. Es una opinión que no está de
moda en la actualidad, toda vez que se rechaza la Ilustración porque se la considera superficial. Pero
también es el único fundamento de todas las aspiraciones a edificar sociedades apropiadas para que
ellas vivieran todos los seres humanos en cualquier parte de esta Tierra, y para la declaración y
defensa de sus derechos humanos como personas.
Permítanme que les muestre, la anchura del abismo que hay entre el período anterior a 1914
y el nuestro. Lo que quiero recordarles a ustedes son las pautas de conducta. Un autor escribió que
después de las guerras napoleónicas, daba por sentado que las fuerzas armadas de los estados
civilizados no mataban a los prisioneros de guerra ni devastaban los países. Esto hoy ya no se da
por sentado. Antes de 1914 la opinión de que la guerra se hacía contra los combatientes y no contra
las personas que no lo eran. Engels también pensó que la guerra debía hacerse contra los
combatientes y no contra los civiles. Hoy en día los revolucionarios y los terroristas no reconocen
esta limitación más que los gobiernos que hacen la guerra.
Ahora, hay una breve cronología de este deslizamiento por la pendiente de la barbarie. Sus
principales etapas son cuatro: la primera guerra mundial el período de crisis global, los cuatros
decenios que duró la guerra fría y finalmente, el derrumbamiento general de la civilización tal como
la conocemos que se ha producido en gran parte del mundo en los años ochenta. Hay una
continuidad obvia entre las tres primeras etapas. Hoy en día las sociedades humanas se derrumban
pero en unas circunstancias en que las pautas de conducta pública permanecen en el nivel al que se
vieron reducidas a causa de los anteriores períodos de avance de la barbarie.
Son varias las razones por las cuales la primera guerra mundial inició el descenso a la
barbarie. En primer lugar, fue el comienzo de la era más sanguinaria de la historia hasta ahora. En
segundo lugar, los sacrificios sin límites que los gobiernos impusieron a sus propios hombres al
empujarlos al holocausto de Verdún e Ypres sentaron un siniestro precedente, siquiera por causar
matanzas aún más ilimitadas entre el enemigo. En tercer lugar el concepto mismo de una guerra de
total movilización nacional destruyó la columna central de la guerra civilizada, es decir, la
distinción entre combatientes y no combatientes. En cuarto lugar, la guerra mundial del 14-18 fue la
primera contienda importante al menos en Europa, que tuvo lugar en las circunstancias políticas de
carácter democrático y su protagonista fue la población entera o ésta participó activamente en ella.
Esta era de derrumbamiento y revolución dominó los 30 años que empezaron en 1917. El
siglo XX se convirtió, entre otras cosas, en una era de guerras religiosas en las que un liberalismo
K, a la defensiva y en retirada desde 1947 se enfrentaba a movimientos tanto de comunismo

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soviético como de tipo fascista, los cuales también deseaban destruirse mutuamente. De hecho, la
única amenaza real que se cernía sobre el K liberal procedía de la derecha.
Sin embargo, lo que hizo que la crueldad, que es resultado natural de las guerras religiosas,
fuera más brutal e inhumana fue el hecho de que la causa del bien se enfrentara a la causa del mal,
cuyos representantes, a la mayoría de las veces, eran gentes que veían rechazada su reivindicación
de la condición de seres humanos de pleno derecho. La revolución social era un desafío al sentido
de una superioridad natural de los de arriba sobre los de abajo en sociedades que eran por naturaleza
desiguales. La lucha de clases, como nos recordó la señora Tatcher, suele dirigirse con más rencor
desde arriba que desde abajo. Si así ocurría en la relación entre las clases altas y las bajas, más aún
se daba en la relación entre razas. La barbarie de la Alemania nazi fue mucho mayor contra los
rusos, los polacos, los judíos y otras personas consideradas infrahumanas que contra los europeos
occidentales.
Y sin embargo, la falta de piedad implícita en las relaciones entre los que se creían
superiores por naturaleza y lo que eran sus inferiores, supuestamente también por naturaleza no hizo
más que acelerar el avance de la barbarie latente en todo enfrentamiento entre Dios y el Diablo.
Porque en estos enfrentamientos apocalípticos solo puede haber un resultado: la victoria total o la
derrota total.
Es más fácil ver por qué la civilización retrocedió entre el Tratado de Versalles y el
lanzamiento de la bomba sobre Hiroshima. El hecho de que en la segunda guerra mundial, a
diferencia de la primera, un bando lo integran beligerantes que rechazaban específicamente los
valores de la civilización del siglo XIX y de la Ilustración habla por sí solo. Empezó una era de
catástrofes; guerras seguidas de revoluciones sociales, fin de imperios, derrumbamientos de la
economía liberal, etc.
Lejos de ser una era de catástrofes, el tercer cuarto del siglo XX fue una era de triunfo para
un K liberal reformado y restaurado, por lo menos, en los principales países donde había una
economía de mercado desarrollada. Permítanme que, a modo de ejemplo, les hable de algo
desagradable: la tortura.
Los principales progresos que hizo la tortura entre las dos guerras tuvieron lugar entre los
regímenes comunistas y fascistas. Es casi seguro que el modelo fue la tortura fascista, en particular
como la practican los alemanes en la represión de los movimientos de resistencia durante la segunda
guerra mundial.
Permítanme ahora que introduzca a Amnistía, en beneficio de la cual se celebran estas
conferencias. Esta organización se fundó en el 61 para proteger a los presos políticos y otros presos
de conciencia. Ya hacía tiempo que el empleo de la tortura desarrollada en Argelia era motivo de
escándalo en Francia. Así que Amnistía tuvo que concentrar gran parte de sus esfuerzos en la tortura

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y el informe que publicó en 1975 sigue siendo fundamental. También alcanzó su apogeo en la
década de los 70 en América Latina.
¿Cómo se explica este fenómeno deprimente? Desde luego no puede explicarse mediante la
racionalización oficial de la costumbre.
Sugiero que intervienen en ellos tres factores. El aumento de la barbarie occidental después
del 45 tuvo lugar con el trasfondo de las locuras de la guerra fría, período que algún día a los
historiadores les resultará tan difícil de comprender como la caza de brujas de los siglos XV y XVI.
Asimismo es obvio que la tortura occidental surgió al principio, en escala significativa,
como parte del inútil intento de una potencia colonial o, en todo caso, de las fuerzas armadas
francesas, de preservar su imperio en Indochina y el norte de África.
En los años sesenta, tras la revolución cubana y la radicalización de los estudiantes, hubo
que contar con un tercer elemento: la aparición de movimientos insurrectos y terroristas. La
estrategia básica de tales grupos era la polarización. Esperaban que, demostrando que el régimen
enemigo había perdido el control de la situación provocándolo para que desencadenase la represión
general, empujarían a las masas pasivas a apoyar a los rebeldes. Ambas variantes eran peligrosas.
Pero un siniestro aire de irrealidad envolvía estas guerras subterráneas. La revolución
socialista no estaba en el orden del día de las diversas brigadas terroristas de izquierda. Sus
probabilidades reales de vencer y derrocar a los regímenes existentes mediante la insurrección eran
insignificantes y se sabía que lo eran.
Permítanme que me ocupe finalmente del período actual. Las guerras de religión en su
forma característica del siglo XX más o menos han terminado aunque han dejado un substrato de la
barbarie pública. El actual caos de conflictos nacionalistas y guerras civiles no debemos verlo como
un fenómeno ideológico. Es a mi modo de ver, una respuesta a un derrumbamiento doble: el del
orden político que representan los estados que funcionan y el de los antiguos marcos de las
relaciones sociales en gran parte del mundo.
Creo que los horrores de las actuales guerras civiles son fruto de este doble derrumbamiento.
No son la vuelta a antiguas salvajadas.
Lo que han hecho estas cosas fue peor lo que sin duda hará que empeores en el futuro, es ese
desmantelamiento constante de las defensas que la civilización de la Ilustración había levantado
contra la barbarie y que ha intentado bosquejar en la presente conferencia. Hemos aprendido a
tolerar lo intolerable.
La guerra total y la guerra fría nos han lavado el cerebro y nos han hecho aceptar la barbarie.
Permítanme concluir con la historia de los últimos avances de la civilización del siglo XIX, a saber:
la prohibición de la guerra química. Mediante un acuerdo virtual fueron prohibidas después de la
primera guerra mundial al amparo del Protocolo de Ginebra, que debía entrar en vigor desde 1928.

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En 1987 fue rota de modo despectivo y provocativo por Sadam Hussein que mató a varios miles de
ciudadanos suyos con bombas de gas tóxico.
La oposición a la guerra biológica siguió siendo más fuerte. Los medios de hacerla debían
destruirse totalmente al amparo de un acuerdo de 1972: pero no los químicos. Podríamos decir que
el gas tóxico había sido domesticado con discreción.
No necesito recordarles lo que fue: atacó los campos petrolíferos que los Estados Unidos
consideraban vitales.
 ARRIGHI, Giovanni. El largo siglo XX. Madrid, Akal, 1999.
Epilogo ¿Puede sobrevivir el capitalismo con éxitos?
La prodigiosa expansión del comercio y la producción experimentada por la economía-
mundo capitalista en su conjunto aproximadamente desde 1950 hasta 1970, período durante el cual
el orden mundial de la Guerra Fría de Truman permaneció firmemente en vigor, demuestra la tesis
de Schumpeter, que afirmaba que el potencial de crecimiento del capitalismo de la gran empresa no
iba a la zaga de otros modelos. También ofrece, sin embargo, datos objetivos contundentes a favor
de la tesis de Polanyi, que indicaba que únicamente si son gobernados los mercados mundiales
pueden producir resultados positivos y no desastrosamente negativos y que la mera existencia de los
mercados mundiales, sea cual sea su duración exige cierto tipo de gobierno mundial. A tenor de esta
evidencia, puede parecer sorprendente la repentina revitalización durante la década de 1980 de las
creencias del siglo XIX en un mercado autorregulado, y el redescubrimiento contemporáneo de las
virtudes de la pequeña empresa por los teóricos de la “especialización flexible” y del “sector
informal”. Esta tendencia, sin embargo, no resulta tan extraña como podría parecer a primera vista.
En realidad, se adapta perfectamente a la vieja pauta de comportamiento de fases alternantes de
“libertad económica” y de “regulación económica”.
Cada una de las oscilaciones tenía su origen en las disfunciones producidas por la dinámica
organizativa, formal o informal. La dinámica “reguladora” del régimen estadounidense se desarrolló
como respuesta a las disfunciones de la dinámica “desreguladora” del régimen británico. E,
igualmente, la dinámica “desreguladora” de nuestros días puede ser en realidad indicativa de una
nueva oscilación de la economía-mundo capitalista hacia la libertad económica.
Es también posible, sin embargo, que esta nueva oscilación hacia la “libertad económica”
sea cortada de raíz por las tendencias opuestas que está provocando su propia escala, intensidad y
velocidad. Aunque la actual revitalización de un mercado autorregulado ha sido realmente parcial,
ya ha tenido consecuencias insoportables. Comunidades, países e incluso continentes enteros, como
sucede con el África subsahariana, han sido declarados redundantes, superfluos para la cambiante
economía de la acumulación de capital a escala mundial. Si a esto se une el colapso del poder
mundial y del imperio territorial de la URSS, la desconexión de estas comunidades ha

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desencadenado innumerables disputas de una enorme violencia sobre la apropiación de recursos. En
general, estas disputas no han sido diagnosticadas y tratadas como expresiones de la autoprotección
de la sociedad contra la destrucción, por el impacto de la creciente competencia del mercado
mundial. Contrariamente, han sido diagnosticadas y tratadas como expresión de odios ancestrales o
de luchas de poder entre “matones” locales. Mientras prevalezca este tipo de diagnóstico y de
tratamiento, lo más probable es que la violencia en el conjunto del sistema mundo escape todavía
más al control.
La violencia incontenida en el mundo contemporáneo se halla estrechamente vinculada con
la extinción del moderno sistema de Estados territoriales, como sede primaria del poder mundial.
Esto se ha traducido en fuertes presiones, tanto hacia arriba como hacia abajo, para reubicar la
autoridad del Estado-nación.
En los últimos años, la presión más significativa para reubicar la autoridad hacia arriba ha
estado definida por la tendencia a contrarrestar el caos sistémico mediante un proceso de formación
de un gobierno mundial. Las adormecidas organizaciones supraestatales instituidas durante los
últimos años de la Segunda Guerra Mundial han sido rápidamente revitalizadas.
La propia extensión y severidad de la actual crisis de sobreacumulación y la elevada
velocidad con la que se están desplegando pueden generar fácilmente una situación en la que la
tarea de crear unas estructuras de gobierno mundial mínimamente eficaces sobrepase los recursos
limitados de los Estados Unidos y de sus aliados.
No obstante, el desplazamiento de una “vieja” región (Norteamérica) por una “nueva”
región (este de Asia), como centro más dinámico de los procesos de acumulación de capital a escala
mundial es ya una realidad.
El milagro económico regional (este de Asia) no comenzó realmente hasta la década de
1970, es decir, después de la crisis-señal del régimen de acumulación estadounidense.
No está en absoluto claro si el emergente liderazgo japonés puede traducirse realmente en un
quinto ciclo sistémico de acumulación. Sea o no así, el grado de avance japonés en los procesos
sistémicos de acumulación de capital desde la crisis-señal es mucho mayor.
En segundo lugar, y ello resulta más importante, este ascenso espectacular de una masa
demográfica considerable en la estratificada estructura de la economía mundo capitalista estuvo
acompañado por un avance igualmente espectacular en el mundo de las altas finanzas.
Aunque menos espectacular que el avance japonés, el ascenso de Corea del Sur, Taiwán, y
de las ciudades-Estado de Singapur y Hong Kong es en sí mismo realmente impresionante de
acuerdo con los criterios de la economía-mundo contemporánea. Corea del Sur y Taiwán son los
únicos estados que bajo el régimen de acumulación estadounidense han logrado ascender del grupo
de Estados con renta baja al grupo de Estados con renta media.

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No se trató de una cuestión de industrialización como tal. Durante la década de 1980 otros
estados de la región han experimentado una rápida industrialización, pero no han ascendido en la
jerarquía de la economía mundo capitalista.
En el G7 los Estados norteamericanos y europeo-occidentales todavía dominan los puestos
de mando de la economía-mundo capitalista.
Y sin embargo, en lo que se refiere a la expansión material de la economía mundo
capitalista, el capitalismo del este de Asia ya ha pasado a ocupar una posición de liderazgo. En
1980, el comercio a través del océano Pacífico comenzó a superar en valor al comercio realizado a
través del Atlántico.
Este cambio en la sede primaria de la expansión material del capital desde Norteamérica
hacia el este de Asia constituye un poderoso estímulo adicional para la tendencia a la formación de
estructuras supraestatales de gobierno mundial, promovida por los Estados Unidos. Constituye
también, no obstante, un obstáculo formidable para la realización real de esa misma tendencia.
El resurgimiento del capitalismo japonés de las cenizas del imperialismo japonés tras la
Segunda Guerra Mundial tuvo su origen en el establecimiento de una relación de intercambio
político entre el gobierno estadounidense y los grupos dominantes japoneses. Gracias a esta
relación, la clase capitalista japonesa se ha hallado en condiciones de externalizar los costes de
protección y de especializarse unilateralmente en la obtención de beneficios.
Durante la década de 1960, bajo el impacto del endurecimiento de las construcciones
financieras, comenzó a promover su integración mutua en las redes comerciales regionales
centradas alrededor de Japón. Para lograr este fin, el gobierno estadounidense incitó activamente a
Corea del Sur y a Taiwán a que superasen su resentimiento nacionalista contra el pasado colonialista
de Japón y a que abriesen sus puertas al comercio y a las inversiones japonesas.
Japón ganó mucho más que un espacio económico circundante en el este de Asia. Gracias a
la intervención del gobierno estadounidense, fue admitido en el GATT, se privilegió de su acceso al
mercado estadounidense y se convirtió en destinatario de los gastos militares realizados por los
Estados Unidos fuera de sus fronteras. Por otro lado, el gobierno estadounidense toleró un cierre
administrativo de la economía japonesa frente a la empresa privada extranjera.
Ante la crisis de finales de los ’60 y principios de los ’70, EEUU comenzó a presionar al
gobierno japonés para que reevaluase el yen y para que abriese la economía. Cuando el
reacercamiento con China y los acuerdos de paz concluyeron la guerra estadounidense contra Asia,
se intensificaron las presiones estadounidenses sobre Japón para que redistribuyese los beneficios
de su expansión económica. La crisis de sobreacumulación impulsó al capital japonés por la senda
de la expansión transnacional.

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El rasgo primordial de esta expansión radica en que consistía básicamente en la
reproducción ampliada del sistema de subcontratación multiestratificado. Como ha sido puesto de
relieve por los teóricos del “sector informal” y de la “especialización flexible”, desde
aproximadamente 1970 diversos tipos de sistemas de subcontratación han florecido por todo el
mundo.
La naturaleza “informal” y flexible de la expansión del capital japonés en la región de baja
renta circundante fue lo que elevó su competitividad mundial en un momento de inflación de costes
generalizada de alcance mundial.
A finales de los ’80, cuando las subidas salariales erosionaron las ventajas comparativas que
los Cuatro Tigres (Corea del Sur, Taiwán, Hong Kong, Singapur) poseían en el extremo inferior de
la producción industrial en términos de incorporación de valor añadido, las empresas de estos
Estados se unieron a las empresas japonesas para explotar los todavía abundantes y baratos
recursos de fuerza de trabajo de un grupo de países vecinos más pobre y poblados (Indonesia,
Malasia, Filipinas, Tailandia, Brunéi, Vietnam, Laos, Birmania y Camboya). El resultado fue una
segunda ronda de expansión hacia el exterior, mediante la cual se produjo la incorporación de una
mayor masa de fuerza de trabajo barata. A las empresas japonesas y a la de los países del Grupo de
los Cuatro, se unieron las empresas de los países receptores de la segunda ronda de expansión
industrial regional (fundamentalmente Tailandia) en la operación de trasplantar actividades
intensivas en trabajo, situadas en el extremo inferior de la cadena de incorporación de valor añadido
a países todavía más pobres y poblados (China y Vietnam).
La sumisión de Japón a las exigencias estadounidenses es totalmente comprensible, si se
tiene en cuenta su dependencia todavía fundamental, no tanto de la protección militar
estadounidense, cuyos límites habían quedado al descubierto en Vietnam, como de los mercados
estadounidenses y de otros países del centro de la economía mundo capitalista para asegurar la
rentabilidad de sus empresas.
Aunque no obstante cumplió las exigencias norteamericanas, el aspecto esencial de la
relación estadounidense-japonesa después de 1987 fue que la inversión japonesa se recanalizó
progresivamente desde los Estados Unidos hacia Asia. El capital japonés, habiendo perdido
enormes cantidades de dinero en Estados Unidos, descubrió finalmente que los mayores beneficios
no iban a realizarse haciendo un fútil intento de apoderarse de la tecnología y la cultura
estadounidenses, o financiando el cada vez más irresponsable keynesianismo militar
norteamericano. Por el contrario, esos beneficios se conseguirían acometiendo una explotación más
global y extensiva de los recursos de fuerza de trabajo asiática.

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Todavía es demasiado pronto para indicar cuál será el resultado final de este proceso de
emancipación del régimen de acumulación emergente del este de Asia respecto al viejo régimen
estadounidense.
Las guerras calientes han proliferado desde 1987. Lo han hecho primordialmente en forma
de disputas locales derivadas de la cada vez mayor escasez de recursos materiales o pecuniarios. Por
otro lado, esta intensificación de la violencia ha tendido a unir militarmente a los Estados
capitalistas dominantes en acciones conjuntas de policía o de castigo y no a dividirlos en bloques
antagónicos.
La configuración del poder mundial que ha emergido al final del ciclo sistémico de
acumulación estadounidense es peculiar. Por un lado, los Estados Unidos conservan un cuasi-
monopolio del uso legítimo de la violencia a escala mundial; un cuasi-monopolio que se ha
endurecido desde 1989 con el colapso de la URSS. Pero su endeudamiento financiero es tal que
puede continuar ejerciéndolo únicamente con el consentimiento de las organizaciones que controlan
la liquidez mundial. Por otro lado, Japón y las “islas” menores del archipiélago capitalista del este
de Asia han ganado un cuasi-monopolio de la liquidez mundial; un cuasi monopolio que también se
ha endurecido desde 1989. Pero su indefensión militar es tal, que únicamente pueden continuar
ejerciendo este cuasi-monopolio con el consentimiento de las organizaciones que controlan el uso
legítimo de la violencia a escala mundial.
Lo que resulta novedoso en la actual configuración del poder es que Japón ha logrado
arrancar al mundo occidental uno de los dos ingredientes más importantes que han conformado su
destino durante los últimos quinientos años: el control sobre el capital excedente.
Por un lado, los recursos para construir el Estado y organizar la guerra de los tradicionales
centros de poder del mundo occidental capitalista han alcanzado tal punto que pueden
incrementarse únicamente mediante la formación de un imperio-mundo verdaderamente global.
Cualquiera que sea, no obstante, la naturaleza substantiva de este imperio-mundo, su
realización requiere el control sobre las fuentes más prolíficas del capital excedente mundial, que en
la actualidad se localizan en el este de Asia.
Hay tres resultados posibles de la actual crisis del régimen de acumulación estadounidense
para el capitalismo como sistema-mundo.
1) Los viejos centros pueden detener exitosamente el curso de la historia capitalista,
apropiándose mediante la fuerza del capital excedente que se acumula en los nuevos centros y, por
medio de ello, concluir la historia capitalista mediante la formación de un imperio-mundo
verdaderamente global.
2) El capital del este de Asia puede llegar a ocupar los puestos de mando en los procesos
sistémicos de capital. Pero, al carecer de los recursos para construir el aparato de Estado y para

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organizar la guerra que, históricamente han estado asociados con la reproducción ampliada de un
estrato capitalista, la historia capitalista concluiría como resultado de las consecuencias inesperadas
de los procesos de formación del mercado mundial.
3) La historia capitalista puede continuar, instalándose permanentemente en el caos
sistémico y violento en el que se originó hace seiscientos años y que se ha reproducido a una escala
cada vez mayor en cada una de sus transiciones. Resulta imposible decir si esto significaría
únicamente el fin del capitalismo o el de toda la humanidad.
 HABERMAS, Jürgen. “El Estado-Nación europeo y las presiones de la
globalización” en New Left Review N° 1, Madrid, Akal, 2000.
Desafíos que arrastran la democracia y el Estado-nación
Los Estados ya no constituyen los nodos fundadores de la red mundial de relaciones
comerciales gracias a la estructura de relaciones interestatales o insertas en los mercados y no las
economías las que están insertas dentro de las fronteras estatales.
La "deslocalización" de la sociedad, la cultura y la economía, que avanza a grandes pasos,
está afectando a las condiciones fundamentales de existencia del sistema de Estados europeos,
erigido sobre una base territorial a comienzos del siglo XVII y que continúa definiendo los actores
colectivos más importantes de la escena política. Pero la constelación postnacional está acabando
con una situación en la que lo político y el sistema legal entran en un recíproco engranaje
constructivo con los circuitos económicos y las tradiciones nacionales dentro de las fronteras de los
Estados territoriales.
Me limitaré aquí a considerar tres aspectos de la erosión de las prerrogativas del Estado-
nación.
Debilitamiento del Estado-nación
a) La pérdida de autonomía significa entre otras cosas, que un Estado ya no puede contar
con sus propias fuerzas para proporcionar a sus ciudadanos la protección adecuada frente a los
efectos externos de decisiones tomadas por otros actores. Aquí entran, por ejemplo, la
contaminación, el crimen organizado, el tráfico de armas, las epidemias, etc.
b) Los déficits de legitimación democrática surgen cuando el conjunto de los implicados en
la toma de decisiones democráticas no llega a coincidir con el conjunto de los que se ven afectados
por estas. El hecho de que los Estados-nación están insertos institucionalmente en una red de
acuerdos transnacionales, significa que más decisiones políticas son sustraídas de la arena de la
formación de la opinión y la voluntad democráticas, que son arenas exclusivamente nacionales.
c) Restricción de los recursos de intervención movilizados por el Estado para llevar a cabo
sus políticas sociales de legitimación. El capital desterritorializado puede amenazar con hacer uso
de su opción de salida cuando un gobierno plantee restricciones gravosas para las condiciones de la

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inversión interna intentando protegerlos valores sociales, conservar la seguridad en el empleo o
preservar su propia capacidad de gestión de la demanda.
Así los gobiernos nacionales están perdiendo el poder de movilizar todos los mecanismos
disponibles de conducción de la economía interna, de estimular el crecimiento y asegurar de tal
forma las bases vitales de su legitimación.
Los parámetros de una discusión
Hay varias respuestas a este desafío.
a) El apoyo a la globalización se basa en la ortodoxia neoliberal. Habermas la rechaza
porque una economía mundial completamente liberalizada implicaría la aceptación en el plano
nacional e internacional de un período de transición que vería no sólo un drástico aumento de las
desigualdades sociales y la fragmentación social, sino también del deterioro de los valores morales
y de las infraestructuras culturales.
De la territorialidad a la xenofobia
b) Como reacción a la erosión de la democracia y el poder del Estado-nación, se ha formado
una alianza de aquellos que se resisten al declive social potencial o real de las víctimas del cambio
estructural y a la despotenciación del Estado democrático y de sus ciudadanos. Pero el enérgico
deseo de cerrar las compuertas acaba delatando en este "partido de la territorialidad" la
impugnación de las bases igualitarias y universalistas de la democracia misma. El sentimiento
proteccionista aprovecha la ocasión para difundir el rechazo etnocéntrico de la diversidad, el
rechazo xenófobo del otro y el rechazo antimoderno de la complejidad de las condiciones sociales.
No resulta difícil ver por qué el Estado-nación no podría recobrar la fuerza de antaño
limitándose a atrancar las escotillas.
Una tercera vía se separa en dos direcciones, en función de variantes más o menos
defensivas u ofensivas. Una parte de la premisa es que, si las fuerzas del capitalismo global, una vez
desencadenadas, ya no pueden ser domesticadas, su impacto puede amortiguarse en el ámbito
nacional. La otra pone sus esperanzas en el poder transformador de una política supranacional que
alcanzaría a los mercados fugitivos.
c) La variante defensiva sostiene que el avance del mercado sobre la política es irreversible,
y que el Estado-nación debería limitarse al fomento de inversiones y a proporcionar a los
ciudadanos las habilidades necesarias para competir.
d) La segunda variante es más ofensiva. La perspectiva que ofrece gira en torno a la idea de
que lo político debería anteponerse a la lógica del mercado. Deben buscarse unidades políticas más
amplias y a sistemas transnacionales que puedan compensar las pérdidas funcionales del Estado-
nación de tal manera que no sea necesario romper la cadena de la legitimación democrática. La

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Unión Europea se nos presenta como el ejemplo de una democracia que funciona trascendiendo los
límites del Estado-Nación.
Las consecuencias problemáticas de una política que equipara la sociedad en su conjunto a
las estructuras de mercado se explican por el hecho de que el dinero no puede sustituir
indefinidamente al poder político. Los criterios de medida de los usos legítimos del poder son
distintos de los utilizados para medir la prosperidad económica. La política que fortalece los
mercados es autorreferencial hasta tal punto que toda medida a favor de la desregulación de los
mercados supone una descualificación simultánea o una autorrestricción de la autoridad política
como mecanismo para aplicar decisiones colectivas vinculantes. La política de "ponerse a la altura"
invierte este proceso; es una política reflexiva en su versión positiva.
Europa y el mundo
Las economías europeas, hasta ahora estructuradas nacionalmente, han alcanzado diferentes
niveles de desarrollo y se caracterizan por sus diferentes estilos económicos. Hasta que una
economía unificada surja, de esta mezcla heterogénea, la interacción entre cada una de las zonas
económicas europeas, todavía insertas en diferentes sistemas políticos, generará fricciones.
Europa se enfrenta a una alternativa: puede aliviar esas tensiones pasando por el mercado,
vía la competencia, o resolverlas con medios políticos, a través de un intento de producir una
"armonización" y una regulación mutua progresiva entre políticas del bienestar, mercado de trabajo
y políticas fiscales. La cuestión fundamental es si debe defenderse el statu quo institucional o si la
Unión Europea debería evolucionar más allá de su forma actual de alianza interestatal hacia una
verdadera federación. Sólo en este último caso podría cobrar la suficiente fuerza política como para
decidir la aplicación de medidas correctivas a los mercados y establecer mecanismos reguladores
redistributivos.
Los bandos en torno a Europa
El debate entre euroescépticos y eurofederalistas gira sobre todo en torno a la cuestión de si
la UE pese a la diversidad de sus Estados miembros, con tantos pueblos, lenguajes y culturas
diferentes, podrá acaso adquirir el carácter de un auténtico Estado, o bien deberá seguir enredada en
sistemas de negociación neocorporativa. Los eurofederalistas se esfuerzan en aumentar la
gobernabilidad de la Unión. Desde este punto de vista, todo aumento de la capacidad de acción
política de la Unión debe ir acompañada de un ensanchamiento de sus bases de legitimación.
Extender la solidaridad.
No cabe duda de que la condición sine qua non para la formación de una voluntad
democrática a escala paneuropea, tal que pueda legitimar y apoyar enérgicamente políticas de
redistribución coordinadas, consiste en una mayor solidaridad en la base. Hasta el momento, la

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solidaridad social se ha limitado al Estado-nación: debe ampliarse hasta abarcar a todos los
ciudadanos de la Unión.
En el siglo XIX la conciencia nacional y la solidaridad social sólo se crearon
progresivamente, con la ayuda de la historiografía nacional, las comunicaciones de masas y el
servicio militar obligatorio. Si aquella forma artificial de "solidaridad entre desconocidos" surgió
gracias a un esfuerzo históricamente decisivo de abstracción de la conciencia local, dinástica, hacia
una conciencia nacional y democrática, este proceso de aprendizaje puede ampliarse de igual
manera más allá de las fronteras nacionales.
Sin duda quedan obstáculos mayores. Una constitución no será suficiente. Sólo surgirá un
sistema de partidos europeo en la medida en que los partidos existentes, al principio en la arena
política nacional, discutan el futuro de Europa, descubriendo en el proceso intereses que trascienden
las fronteras. Esta discusión debe sincronizarse en toda Europa mediante una interconexión de las
esferas públicas nacionales, es decir, deben discutirse los mismos problemas al mismo tiempo, con
el fin de fomentar la emergencia de una sociedad civil europea con sus grupos de interés,
organizaciones no-gubernamentales, iniciativas ciudadanas, etc. Pero los mass media
transnacionales sólo pueden determinar un contexto comunicativo políglota si los sistemas
nacionales de enseñanza procuran que los europeos tengan unos rudimentos comunes en lenguas
extranjeras.
El objetivo a largo plazo sería la eliminación progresiva de las divisiones sociales y de la
estratificación de la sociedad mundial sin menoscabo de la especificidad común.
 HOBSBAWM, Eric. Años interesantes. Barcelona, Crítica, 2003.
Cap. 20 “De Franco a Berlusconi”.
I A comienzos de los años cincuenta España era un país pobre y hambriento. En España no
había voces públicas. Las noticias que se producían en Barcelona llegaban al resto del país de boca
en boca, por los viajeros como yo, por los vendedores ambulantes, los camioneros y algún oyente
ocasional de las emisoras de radio extranjeras. Intelectualmente, España, la mayor parte de cuyos
talentos había emigrado, era un país asfixiado.
El régimen sobrevivió, a pesar de lo perceptible que era su injusticia y de la impopularidad
de que gozaba entre las masas, no tanto por su poder y su disposición a sembrar el terror, sino
porque nadie deseaba otra guerra civil.
España, sobre todo, era un país aislado. Su régimen manchado de sangre seguía viviendo
bajo el caparazón de la antimodernidad, bajo el catolicismo tradicionalista y la autarquía. La
extraordinaria industrialización del país, que lo haría irreconocible y que incluso cambiaría el
aspecto físico de los españoles en los treinta o cuarenta años siguientes, apenas había empezado.

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Como España parecía anclada en su historia, y posiblemente seguiría así durante mucho
tiempo, resultaba un escenario extraordinariamente peligroso para los observadores y los analistas
del exterior.
El único partido de la oposición eficaz que existía, el Partido Comunista, seguía sin querer
aceptar que no se vislumbraba en absoluto un derrocamiento repentino del régimen. Los
anarquistas, otrora poderosos en el seno del movimiento obrero español, no habían conseguido
sobrevivir a la guerra civil como una fuerza de peso.
II Mi descubrimiento de Italia en 1952 fue muy distinto del de España en casi todos los
aspectos. Italia no era un país hambriento ni anquilosado. Los primeros signos de dinamismo ya
eran evidentes. Sin embargo, no toda Italia estaba camino de la modernidad occidental,
especialmente en el sur y en las islas.
Una larga historia de pertenencia a un país considerado tradicionalmente encantador, pero no
demasiado serio, por el mundo exterior, a un país unificado desde 1860, pero no lo suficientemente
acertado en sus actuaciones en la paz y en la guerra. Según mi punto de vista, estas circunstancias
condujeron a un arraigado sentimiento de marginalidad y provincianismo. Los italianos se habían
resignado a la creencia de que la verdadera acción histórica, los centros de la civilización y de las
autoridades intelectuales, estaban en otros lugares.
El fascismo, aunque en cierto sentido reforzó un sentimiento de identidad nacional, había
fracasado en su intento de curar esa sensación italiana de inferioridad política y militar, y no cabe la
menor duda de que no hizo nada por desprovincializar la cultura del país. Se consideraba que la
Italia posfascista tenía muchísimo que hacer para ponerse al día culturalmente y, de una forma u
otra, su referencia para este cometido se encontraba fuera de sus fronteras.
Quizás el logro más espectacular e inesperado de la República italiana nacida de la
Resistencia antifascista fuera cambiar toda esta situación, y al hacerlo consiguió demostrar lo que
resultaba siempre evidente a los ojos de cualquier extranjero libre de prejuicios, a saber, que los
italianos no habían perdido ninguna de las dotes intelectuales, artísticas y empresariales que habían
dado lugar entre los siglos XIV y XVII a aquellas grandes conquistas admiradas universalmente.
Mientras Francia perdía después de 1945 la hegemonía cultural, el diseño y estilo de vida
italianos seguía una progresión ascendente.
Al pensamiento italiano le costó trabajo sacudirse de encima el provincialismo del pasado,
sobre todo debido a la vieja resistencia del sistema universitario italiano, que desde tiempos
inmemoriales era víctima del control ejercido por los políticos y los burócratas.
El príncipe de estos arquitectos de la cultura de la Italia posfascista fue el editor Guilio
Einaudi. Paradójicamente, no era una figura muy intelectual, pero se puso al frente de un equipo de

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asesores que combinaban una inteligencia, una erudición, un ingenio, una cultura cosmopolita y una
creatividad literaria excepcionales.
En los años ochenta acabó perdiendo el control de la empresa, y en 1991, tuvo que venderla
al imperio mediático de Silvio Berlusconi.
Entre 1952 y 1997 Italia conjugó su espectacular transformación social y cultural con una
política inamovible. Al finalizar la Guerra Fría la población de esta península tradicionalmente
pobre poseía más automóviles por habitante que prácticamente cualquier otro Estado del mundo.
Pero desde que empezó la confrontación de los países del este y del oeste en 1947 quedó claro que
Estados Unidos no permitiría bajo ninguna circunstancia que los comunistas subieran al poder en
Italia, ni siquiera que fueran elegidos para desempeñar cargos en el Gobierno.
Italia había empezado a acomodarse a un futuro previsible, lo mismo que Japón, como
satélite político increíblemente corrupto de Estados Unidos, bajo un partido único, la Democracia
Cristiana, mantenido en el poder de manera permanente gracias al veto de los norteamericanos. La
mafia y la camorra son producto del sistema político de la Guerra Fría. Durante las décadas que
siguieron a 1950 la República italiana se convirtió en una institución extraña, laberíntica, con
frecuencia absurda y a veces hasta peligrosa, cada vez más alejada de la realidad de la vida de sus
habitantes. Arreglárselas, más gracias a los contactos que utilizando sobornos se convirtió en el
lema nacional italiano.
En algún lugar entre una sociedad civil próspera y más segura de sí misma que nunca y las
actividades esotéricas del Estado y cubierto por infinitas capas de silencio y ofuscación se
encontraba la esfera del poder. No tenía constitución ni estructura formal. Una parte de esa esfera de
poder era secreta y seguía caminos subterráneos.
En los años noventa el sistema se vino abajo. El fin de la Guerra Fría privó al régimen
italiano de su única justificación, y una verdadera sublevación de la opinión pública contra la
codicia realmente espectacular del primer ministro socialista y de su partido acabó con él. Todos los
partidos de la Italia de posguerra quedaron borrados del mapa en las elecciones de 1994, excepto el
PC italiano y los neofascistas.
III ¿qué puede decir el autor de su biografía acerca de un país que ha formado parte de su
vida y de la de su esposa durante medio siglo? Este país se ha portado maravilloso con Hobsbawm.
Les ha dado sus temas como historiador. Pero ¿por qué la Italia de Berlusconi del 2002 no es lo que
Hobsbawm se imaginaba?
Cinco años después del fallecimiento de Berlinguer había caído el Muro de Berlín y el PCI
abandonado sus símbolos y tradiciones, reconstruía sus propias estructuras y cambiaba su nombre
para presentarse de un modo poco definido como el Partido Democrático de Izquierda.

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Así, a la larga, disfrutar de Italia resultó más fácil de entenderla. Paradójicamente, fue más
fácil en la época de la crisis de la República. Desde el punto de vista de Hobsbawm Italia fue
durante los años 80 una sucesión de acontecimientos públicos y conversaciones académicas.
Su recuerdo más vívido es de un viaje a Roma, para hacer un programa que se llamaba Una
velada con Karl Marx. La velada fue surrealista.
Estaba ahí en el 94, cando el pueblo italiano derrocó el régimen más corrupto de Europa,
acabando al final con los partidos de la república de la Guerra Fría. Sin embargo, lo que resultó
particularmente desalentador para los antiguos admiradores del PCI aunque no fuera un hecho
inesperado, fue el fracaso de lo que en otro tiempo fuera el PCI. Cuando finalmente consiguió
ocupar el lugar que le correspondía a la cabeza de un gobierno democrático no estuvo a la altura de
las circunstancias.
Para la mayoría de los italianos la vida seguía igual, probablemente mejor que nunca tras el
período de desarrollo de 50 años más milagroso de toda su historia.
 WALLERSTEIN, Inmanuel. Conocer el Mundo, Saber el Mundo. El fin de lo
aprendido. México, Siglo XXI, 2001.
El ascenso de Asia Oriental, o el sistema tercer mundo en el Siglo XXI.
Desde alrededor de 1970 lo que se llama el ascenso del este asiático ha sido uno de los
principales temas de discusión entre los que se interesan por la evolución del sistema mundial. Para
la mayoría significaba primero el extraordinario crecimiento de todos los indicadores económicos
en Japón. La realidad empírica parece bastante clara, lo que se discute es principalmente su
significación. Esta discusión se ha centrado en dos preguntas:
1- ¿Cuál es la explicación de ese crecimiento?
2- ¿Qué presagia el crecimiento económico del este de Asia?
La estructura y la trayectoria están íntimamente ligadas. Acá se resumirán algunas opiniones
que el autor ha explicado en otra parte mediante una lista de proposiciones más relevantes a esas
preguntas.
- El moderno sistema mundial es una Economía mundo K, o sea que es gobernada por el
impulso hacia la acumulación interminable del K.
- Ese sistema se expandió al paso de los siglos, incorporando sucesivamente a otras partes
del mundo.
- El oriente de Asia fue la última región grande incorporada.
- El sistema mundial K está constituido por una Economía Mundo dominada por relaciones
centro periferia.
- las contradicción fundamentales del sistema K se han expresado en el proceso sistémico a
través de una serie de ritmos cíclicos.

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- Los dos ritmos cíclicos más importantes han sido los de Kondratieff de 50/50 años. Y los
ciclos hegemónicos de 100/150 años.
- Los ritmos cíclicos dieron origen a periódicos y lentos pero significativos desplazamientos
geográficos de los centros de acumulación y de poder.
- Esos cíclicos nunca fueron perfectamente simétricos.
- El moderno sistema mundial, como todos los sistemas, es finito en duración y llegará a su
fin cuando sus tendencias seculares lleguen al punto en que las fluctuaciones del sistema sean
suficientemente amplias e impredecibles para que les resulte imposible asegurar la renovada
viabilidad de las instituciones del sistema.
Dentro de este conjunto de premisas es bastante fácil analizar el llamado ascenso de Asia
Oriental. Ocurrió durante una fase B Kondratieff. Para la mayoría de países esta fase es iguala a
una mala racha. Sin embargo, un período de esos nunca es malo para todos. Por lo tanto hay un
cuadro básico de oportunidad para varias zonas, pero gran éxito para una sola de ellas.
Por supuesto, también debemos explicar por qué la gran beneficiaria fue Asia oriental en
lugar de, por ejemplo, Brasil o Asia meridional. Sin embargo se podía sostener que en 1945 la
situación económica de Brasil o de Asia meridional no era en realidad muy diferente a la de Asia
oriental. La gran diferencia era la geografía de la guerra fría: Asia oriental estaba en el frente y los
otros no.
La consecuencia económica del ascenso de Asia oriental ha sido la transformación de la
geografía del mundo de la posguerra. En los 50 EEUU era el único centro importante, para los 60
Europa había vuelto a serlo. Para los 70 Japón había llegado a ser el tercero. Así estaba la tríada
completa. El ascenso de Europa y Asia oriental significó necesariamente una reducción del papel de
las estructuras económicas estadounidenses y por consiguiente las finanzas estatales de EEUU.
Durante los 80 EEUU adquirió una enorme deuda externa para pagar su keynesianismo, militar y en
los 90 ha dado prioridad a la reducción del gasto estatal (esto tuvo efectos muy importantes sobre
su capacidad de realizar actividades militar, como por ejemplo la guerra del golfo, etc).
De 1789 a 1989 es la historia de la estabilización política del sistema mundial. Las ideas
fueron verdaderamente revolucionarias y peligrosas y amenazaban a todas las autoridades
establecidas.
El liberalismo surgió como ideología para enfrentar al conservadurismo, pues sus
proponentes consideraban que como respuesta al desafío el conservadurismo era rígida y
contraproducente. El radicalismo/socialismo surgió como la tercera ideología, apartándose del
liberalismo.

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La batalla entre los defensores de cada una de las tres ideologías ha sido la historia política
central de los siglos XIX y XX. La primera característica es que ninguna de estas ideologías era
anti-estatal.
La segunda es que por un largo período el liberalismo fue la ideología dominante de las tres
marcó la geocultura del sistema mundial.
Esto, por supuesto, no es toda la historia política de los siglos XIX y XX. Ese mismo
período (1848-1968) que propongo como era del triunfo del liberalismo en al geocultura del sistema
mundial. También fue después de todo el período de nacimiento, ascenso y si, triunfo de la llamada
vieja izquierda.
La segunda mitad del siglo XIX presenció la lenta creación de estructuras burocráticas
principalmente en Europa y EEUU.
Ese período fue al mismo tiempo el momento de la última gran expansión geográfica de la
economía mundo, incluyendo la incorporación de Asia oriental. Fue el momento de la gran última
subordinación política de la periferia: la colonización de África, Asia y el Pacifico.
Si juntamos todos los elementos no es difícil comprender porque el programa político liberal
de tres punto para las clases trabajadores europeas (sufragio, E de bienestar y creación de una
identidad nacional) logró para comienzos del siglo XIX domar a las clases peligrosas de Europa.
Sin embargo, fue precisamente en ese punto cuando el Oriente levantó su cabeza política en
el sistema mundial. La revolución china de 1911 inició el proceso de reconstitución del Imperio
Medio.
En todo el mundo, en el periodo comprendido entre el 45 y los 70 la vieja izquierda llegó al
poder con base en esos programas políticos liberales. Lo que a esas alturas había alcanzado los
miembros de la Vieja izquierda sin embargo, no era en absoluto lo que originalmente se habían
propuesto lograr a mediados del siglo XIX. No había logrado establecer un mundo lo
suficientemente democrático. Era porque las fuerzas populares realmente creían que iban en camino
de quedarse con todo el pastel.
El genio de los liberales consistió en que lograron dominara a las fuerzas populares y
transformaron los movimientos de sus oponentes en avatares suyos.
La revolución mundial del 68 se sintió en todas partes. Las quejas y demandas específicas
eran particulares de cada lugar, pero los dos temas repetidos eran: uno la denuncia del sistema
mundial dominado por los EEUU y dos, la crítica de la Vieja Izquierda por sus fallas y en particular
por el hecho de que sus múltiples movimientos se habían convertido en meros avatares de la
doctrina liberal. Pero al revolución del 68 también tuvo un efecto inmediato perdurable y un efecto
que se hizo sentir en las dos décadas siguientes.

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Después del 68 el sistema mundial volvió al cuadro ideológico de 1815 -1848: una lucha
entre las tres ideologías.
El segundo cambio posterior al 68 fue la pérdida de la fe popular en el gradualismo o más
bien en los movimientos de la Vieja Izquierda que lo habían predicado como forma revolucionaria.
Lo que esta fase B Kondratieff dejó claro fue la estrechez de los límites dentro de los cuales
puede darse el llamado desarrollo económico de las naciones subdesarrolladas. La industrialización
incluso cuando es posible, no es un remedio por si sola.
Ahora meditemos sobre las consecuencias políticas de las dificultades de la economía
mundo en el periodo del 70-95 significó el grave descrédito de la Vieja Izquierda, su atractivo
disminuyó seriamente y también, hasta cierto punto su confianza en sí mismos.
La segunda consecuencia es que las poblaciones se han vuelto contra el E. La actitud
antiestatal se refleja no solo en el rechazo del papel del E en la redistribución económica, sino
también en una visión general negativa del nivel de los impuestos y de la eficacia y motivación de
las fuerzas de seguridad del E. Se expresa en un desprecio cada vez mayor por los procesos legales,
y de hecho en el aumento de la delincuencia como forma de protesta. Cada uno de esos pasos
debilita cada vez más y hace más difícil para los E cumplir sus funciones.
La única región q no ha presenciado la difusión del antiestatismo es precisamente Asia
oriental, porque es la única que no vivió una declinación seria de sus perspectivas económicas
durante el periodo 70-95 y por lo tanto la única donde no se ha producido la desilusión con el
reformismo gradualista.
¿Qué pasará en el futuro? Básicamente hay dos libretos posibles.
Por un lado:
Pronto deberá iniciarse otra fase A de Kondratieff.
Habrá una intensa competencia entre Japón, EEUU y la UE.
Se iniciará otra competencia entre Japón y la UE por suceder a EEUU.
La combinación más probable es Japón con EEUU contra la UE.
Esto llevará a la clásica situación de una potencia de mar y aire apoyada por la ex potencia
hegemónica contra una potencia de base terrestre.
Cada uno de los miembros de la tríada seguirá reforzando sus vínculos económicos y
políticos con regiones particulares.
El problema más difícil en ese reagrupamiento geopolítico sería la inclusión de China en la
zona de Japón-EEUU y de Rusia en la zona de la UE
El autor no le quiere dedicar más tiempo a esta posibilidad porque no cree que ocurra. O
más bien cree que ya ha empezado y continuará, pero no llegará a la conclusión natural.
Acá también se resumirán sus opiniones porque ya las ha elaborado:

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No podemos estar seguros de si la fase B va terminar con suavidad o violentamente, estamos
yendo a una época de deflación.
El reinicio de una fase A requiere una expansión de la demanda efectiva real. La población
del mundo tiene q ganar poder adquisitivo por encima del que ya tiene.
En cualquier caso, un viraje hacia arriba, requeriría una inversión productiva considerable y
se ubicará en el Norte.
La desruralización del mundo ha llegado a eliminar prácticamente el mecanismo de
compensación tradicional de abrir nuevas zonas de producción primaria.
Los graves dilemas ecológicos crearán una enorme presión para que los gobiernos reduzcan
otros gastos a fin de poder manejar los costos de la restauración de un nivel aceptable de equilibrio.
El nivel de demanda popular de servicios estatales no disminuirá.
El sur excluido se mostrará políticamente mucho más inquieto que ahora, y el nivel de
desorden global aumentará marcadamente.
El colapso de la vieja izquierda habrá eliminado las fuerzas moderadoras más efectivas
contra esas fuerzas desintegradoras.
Esto nos permite anticipar un periodo más bien prolongado de tiempos revueltos, con
aumento de las guerras civiles. El guión termina acá. Porque el resultado de este proceso impondrá
la “búsqueda del orden”.
De todas formas, nada es claro.

6.2. Los Estados Unidos ante el desafío de su hegemonía. Del momento unipolar al
multilateralismo económico y la “doctrina Clinton”. El atentado y la redefinición de la agenda
internacional (?). En busca de un nuevo enemigo: los oponentes potencialmente comparables, los
Estados Rebeldes y el nuevo terrorismo.
 FUKUYAMA, Francis. “¿El fin de la Historia?” en: Babel. Revista de libros.
Buenos Aires, Enero de 1990, Año II, Nº 14.
Lo observado: El triunfo de Occidente es evidente primariamente en el total agotamiento de
las alternativas sistémicas viables al liberalismo occidental. Esto se ve en los cambios en el clima
intelectual de los dos países comunistas más grandes y en la omnipresencia de la cultura de
consumo.
La tesis: Lo que estamos presenciando puede ser no sólo el fin de la Guerra Fría, sino el fin
de la historia como tal: esto es, el punto final de la evolución ideológica de la humanidad y la
universalización de la democracia liberal occidental como la forma final de gobierno humano. Esto
no quiere decir que no vayan a ocurrir más acontecimientos: la victoria del liberalismo ha ocurrido
primariamente en el reino de las ideas o de la conciencia, pero todavía está incompleta en el mundo

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real o material. Pero hay razones poderosas para creer que el liberalismo es el ideal que gobernará el
mundo material en el largo plazo.
I Fundamentos teóricos
Para Hegel, la humanidad ha progresado a través de una serie de etapas primitivas de
conciencia para llegar al presente, y estas etapas se correspondieron con formas concretas de
organización social. Hegel creía que la historia terminaba en un momento absoluto: un momento en
el que una forma final y racional de sociedad y estado triunfaba.
El estado que emerge en el fin de la historia es liberal en la medida que reconoce y protege a
través de un sistema de leyes el derecho universal del hombre a la libertad y es democrático en la
medida que existe solamente con el consentimiento de los gobernados. Si la historia humana se
caracterizaba por la existencia de "contradicciones", en el estado universal homogéneo se resuelven
todas las contradicciones previas y se satisfacen todas las necesidades humanas. No hay lucha o
conflicto sobre "grandes" temas y, por ende, no hay necesidad de generales ni de estadistas; lo que
queda es primariamente actividad económica.
II Conciencia y mundo material
Para Hegel, las contradicciones que impulsan la historia existen primero en el reino de la
conciencia humana, vale decir en el nivel de las ideas, en el sentido de grandes perspectivas
mundiales unificadoras que pueden comprenderse mejor bajo la rúbrica de la ideología. Ideología
en este sentido no se restringe a las doctrinas políticas seculares y explícitas que usualmente
asociamos con el término, sino que también puede incluir religión, cultura y el complejo de valores
morales que subyace bajo toda sociedad.
Para Hegel, todo el comportamiento humano en el mundo material, y por lo tanto toda la
historia humana, están enraizados en un estado previo de conciencia. Esta conciencia puede no ser
explícita ni consciente de sí misma, como las doctrinas políticas modernas, pero, en lugar de eso,
puede tomar la forma de religión, o simples hábitos culturales y morales. Y, sin embargo, este reino
de la conciencia en el largo plazo necesariamente se vuelve manifiesto en el mundo material, y
hasta crea el mundo material a su propia imagen. La conciencia es la causa y no el efecto, y puede
desarrollarse autónomamente con relación al mundo material.
Marx invirtió completamente la prioridad de lo real y lo ideal, relegando todo el reino de la
conciencia -la religión, el arte, la cultura, la filosofía misma- a una superestructura completamente
determinada por el modo de producción dominante.
El prejuicio materialista del pensamiento moderno no sólo es característico de gente de
izquierda que puede simpatizar con el marxismo sino también de muchos antimarxistas.
Al observar el mundo contemporáneo se pone de manifiesto la pobreza de las teorías
materialistas de desarrollo económico. El fracaso en comprender que las raíces del comportamiento

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económico yacen en el reino de la conciencia y la cultura lleva al error común de atribuir causas
materiales a fenómenos que son esencialmente ideales en su naturaleza.
Decir que la historia terminó en 1806 significaba que la evolución ideológica de la
humanidad terminaba con los ideales de la Revolución Francesa, o la norteamericana; si bien
regímenes particulares en el mundo podían no implementar estas ideas plenamente, su verdad
teorética es absoluta.
Pero, si la misma percepción humana del mundo material está formada por su conciencia
histórica de él, el mundo material claramente puede afectar a su turno la viabilidad de un particular
estado de conciencia. Yo quiero evitar el determinismo materialista que dice que la economía liberal
inevitablemente produce una política liberal, porque creo que tanto la economía como la política
presuponen un estado de conciencia autónomo y previo que las hace posibles. Pero ese estado de
conciencia que permite el crecimiento del liberalismo parece estabilizarse del modo que uno
esperaría en el fin de la historia si está solventado por la abundancia de una economía de mercado
libre.
III ¿Hemos llegado efectivamente al fin de la historia?
¿Hay (en otras palabras) "contradicciones" fundamentales en la vida humana que no puedan
ser resueltas en el contexto del liberalismo moderno, y que serían solubles por una estructura
político económica alternativa? Si aceptamos las premisas idealistas establecidas anteriormente, la
respuesta a esta pregunta debe buscarse en el reino de la ideología y la conciencia.
En el siglo que ha pasado, ha habido dos grandes desafíos al liberalismo, los del fascismo y
el comunismo.
El primero interpretó la debilidad política, el materialismo, la anomia y la falta de
comunidad de Occidente como contradicciones fundamentales en sociedades liberales que sólo
podrían ser resueltas por un estado fuerte que forjara un nuevo "pueblo" sobre la base del
exclusivismo nacional. Lo que destruyó al fascismo como idea fue su falta de éxito.
El desafío ideológico montado por el comunismo era mucho más serio. Marx, hablando el
lenguaje de Hegel, afirmó que la sociedad liberal contenía una contradicción fundamental que no
podía ser resuelta dentro de su contexto, la del capital y el trabajo, y esta contradicción ha
constituido la principal acusación contra el liberalismo desde entonces. Pero, por cierto, el problema
de las clases en realidad ha sido resuelto en Occidente. Las causas de la desigualdad económica no
tienen tanto que ver con la estructura legal y social prevaleciente en nuestra sociedad, como con las
características culturales y sociales que la componen, que a su vez son el legado histórico de
condiciones pre modernas.
Es precisamente en el mundo no europeo donde uno se sorprende más por la realización de
transformaciones ideológicas de primer orden. La primera alternativa asiática al liberalismo que fue

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decisivamente derrotada fue la fascista, representada por el Japón imperial. Cuando el capitalismo
occidental y el liberalismo occidental fueron trasplantados a Japón, los japoneses lo adoptaron y
transformaron hasta que quedaron casi irreconocibles.
Pero el poder de la idea liberal parecería mucho menos impresionante si no hubiera
infectado la cultura más grande y antigua de Asia, China. Los últimos quince años han visto un
descrédito casi total del marxismo-leninismo como sistema económico. Desde 1978 el Partido
Comunista Chino se abocó a descolectivizar la agricultura. El rol del estado en agricultura fue
reducido al de un recaudador de impuestos, mientras la producción de bienes de consumo fue
fuertemente incrementada para dar a los campesinos una prueba del sabor del estado homogéneo
universal y por lo tanto, un incentivo para trabajar.
El punto central es el hecho de que la República Popular China ya no puede actuar como una
fortaleza para fuerzas antiliberales del mundo, se trate de guerrillas en alguna jungla asiática o de
estudiantes de clase media en París. El maoísmo se volvió un anacronismo.
Sin embargo, y si bien estos cambios en China han sido importantes, son las novedades de la
Unión Soviética las que han puesto el clavo final en el féretro de la alternativa marxista-leninista a
la democracia liberal.
Lo que ha ocurrido en los cuatro años de la llegada de Gorbachov al poder es un asalto
revolucionario contra las instituciones y los principios más fundamentales del estalinismo y su
remplazo por otros principios que no equivalen al liberalismo per se, pero cuyo único hilo
conductor es el liberalismo.
En el fin de la historia no es necesario que todas las sociedades se vuelvan sociedades
liberales exitosas, sino meramente que acaben con sus pretensiones ideológicas de representar
formas diferentes más elevadas de sociedad humana.
Si admitimos por el momento que los desafíos fascista y comunista han muerto, quedan
todavía dos alternativas: la religión y el nacionalismo.
El ascenso del fundamentalismo religioso en años recientes dentro de las tradiciones
cristiana, judía y musulmana ha recibido una amplia atención. Sin embargo, impulsos religiosos han
sido satisfechos exitosamente dentro de la esfera de la vida privada que se permite en las sociedades
liberales.
La otra contradicción importante potencialmente irresoluble por el liberalismo es la del
nacionalismo y otras formas de conciencia racial y étnica.
Pero no es claro que el nacionalismo represente una contradicción irreconciliable con el
liberalismo.
La gran mayoría de los movimientos nacionalistas del mundo no tienen un programa político
más allá del deseo negativo de independencia de algún otro grupo o pueblo y no ofrecen una agenda

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de organización socioeconómica de ningún tipo. Como tales, son compatibles con doctrinas y con
ideologías que sí ofrecen tales agendas.
V Conclusiones
La desaparición del marxismo leninismo primero de China y después de la Unión Soviética
va a significar su muerte como ideología viviente de significación histórica mundial. Y la muerte de
esta ideología significa la creciente "mercadización común" de las relaciones internacionales y la
disminución de la probabilidad de conflictos de gran escala entre los estados.
Esto no implica en modo alguno el fin del conflicto internacional per se. Porque el mundo en
este punto va a estar dividido entre una parte histórica y una parte posthistórica. Todavía sería
posible el conflicto entre los estados que aún están en la historia y aquellos que están en el fin de la
historia. Habrá un nivel alto y tal vez creciente de violencia étnica y nacionalista, ya que estos
impulsos no están completamente agotados, incluso en partes del mundo post-histórico. Pero los
conflictos en gran escala necesitan de estados grandes que todavía estén atrapados en el puño de la
historia estos son los que parecen estar desapareciendo de la escena.
El fin de la historia va a ser un tiempo muy triste. La lucha por el reconocimiento, la
disposición a arriesgar la propia vida por un objetivo puramente abstracto, la lucha ideológica
mundial que requería audacia, coraje, imaginación e idealismo, serán reemplazados por los cálculos
económicos, la resolución interminable de problemas técnicos, problemas del medio ambiente y la
satisfacción de sofisticadas demandas de consumo. En el período post-histórico no habrá arte ni
filosofía, solo la perpetua mascarada del museo de la historia humana.
 HALLIDAY, Fred. Las relaciones internacionales en un mundo en transformación.
Madrid, Catarata, 2002.
“Las relaciones internacionales y el fin de la historia”
En este capítulo se considera la evolución del sistema internacional en términos más
generales.
A fines de la década de los '80 y principios de la de los '90 el mundo sufrió un terremoto
estratégico e intelectual. Una incertidumbre sin paralelo desde los años treinta pasó a dominar la
esfera internacional.
Las secuelas de la Guerra Fría
Un bloque de Estados, dominado por la URSS se colapsó. La originalidad de colapso tuvo
lugar sin que mediara una guerra interestatal, sin la presencia de unas formas evidentes de
vanguardias u organizaciones políticas y sin que se produjera un derramamiento de sangre
significativo. Quienes promovían el cambio en este caso no pretendían crear algo "nuevo", una
alternativa al orden mundial, sino, más bien, buscaban la conformidad con ese orden.

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Ha tenido lugar un cataclismo que acabó no sólo con la guerra fría, sino también con un
período más largo de la historia internacional durante el cual existía un movimiento contestatario
identificable ante el modelo capitalista hegemónico.
Dos cuestiones que evidentemente se planteaban en relación al futuro eran las de si esto
marcaba el fin de la rivalidad militar de las grandes potencias en general, al menos por el espacio
aproximado de una generación, y la de si un nuevo modelo de bloques interestatales y de
hegemonía surgiría para reemplazar al viejo.
La segunda dimensión planteada por el fin de la guerra fría era el fin del comunismo como
fuerza política. La tendencia en China parece indicar un avance hacia el capitalismo, si no hacia el
liberalismo, y los Estados comunistas restantes (Cuba, Vietnam, Corea del Norte) se han mostrado
incapaces de plantear una alternativa internacional. Dos grandes interrogantes se planteaban a este
respecto. En primer lugar, cuál era el futuro de una alternativa al capitalismo -y si realmente la
había- y, en segundo lugar, cuál era el significado histórico de la experiencia comunista en general.
En lo que respecta al primer interrogante, parecía que ningún programa planteado como
desafío político al capitalismo liberal desde la izquierda tenía ahora ningún crédito ni apoyo serio:
el desafío comunista había quedado exhausto.
La cuestión de qué era el comunismo ha dado lugar a varias explicaciones: una tendencia
dictatorial, un movimiento malogrado para la autoemancipación de la clase trabajadora, una
expresión de mesianismo judeo-cristiano, un producto del despotismo oriental o un proyecto
desarrollista fracasado.
El tercer elemento del fin de la guerra fría fue el derrumbamiento de la URSS y de su
sistema de alianzas. Se había creado una situación en la que, tras la ruptura del orden preexistente,
habían surgido nuevas alianzas regionales y unas nuevos hegemonías potenciales: en Europa,
Alemania; en el Cáucaso, el Mar Negro y en Asia central, Turquía. En el lejano oriente, los
realineamientos fueron menos importantes.
El lejano oriente era sin lugar a dudas la región con la mayor potencialidad política y
económica y prometía ser el pivote del siglo XXI.
La cuarta consecuencia general del colapso del comunismo fue la ruptura de un "régimen"
que había prevalecido desde el fin de la segunda guerra mundial y que era responsable de que el
mapa existente del mundo, con sus iniquidades y arbitrariedades, se mantuviera estable.
Tras 1989, tanto la fusión como la fisión volvieron a la orden del día.
Variedades de evaluación histórica
En términos generales, las respuestas a estos cambios fueron de tres tipos. La respuesta de la
derecha consistió en un pesimismo sombrío y melancólicamente discreto, entendiéndose que la
ruptura del orden de la guerra fría significaba, en muchos aspectos, un retorno al mundo anterior a

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1914, o al que existió entre las dos guerras mundiales y que conduciría a más conflictos
interestatales, a la proliferación nuclear y al hipernacionalismo. El segundo tipo de respuesta fue el
pesimismo de la izquierda, que sostenía que estábamos en una nueva era imperialista. La tercera
respuesta era optimista y consideraba que el mundo había avanzado decisivamente y que estaba en
un período en que las metas deseables -paz, democracia, mayor prosperidad- habían pasado a estar
al alcance de todos. Eran, todas ellas, deficitarias.
La perspectiva pesimista de derecha parecía alimentarse de las nuevas formas de conflicto
interestatal y del ascenso del nacionalismo. Las principales potencias no estaban dominadas por el
nacionalismo y dirigidas contra las demás. Hubo una oleada de nacionalismo, pero asumió un
carácter comunitario e interétnico, no un carácter estratégico.
La posición contraria, el pesimismo de izquierda, se reforzó considerablemente con la guerra
del Golfo. Sin embargo, los EEUU no consiguieron usar su victoria para presionar a sus rivales
económicos o a otros países del tercer mundo. El sentimiento militarista en los EEUU no aumentó
de manera permanente.
Las críticas de la izquierda pesimista tuvieron mayor fuerza en otras cuestiones. En primer
lugar, en relación a la marginalización del disentimiento organizado y de la crítica radical en el
mundo desarrollado y subdesarrollado, y en segundo lugar, en relación a la cuestión de las
relaciones económicas internacionales y a la cuestión de si la riqueza de los países más ricos, dadas
las limitaciones históricas y las nuevas limitaciones, puede expandirse de alguna forma razonable al
resto de la humanidad.
Tanto el pesimismo de izquierda como el de la derecha comparten un punto de vista común
sobre el papel reducido del Estado y sobre la creciente globalización del mundo a nivel económico,
político y cultural.
Este cuadro de creciente internacionalización suele estar acompañado de dos
preocupaciones, a saber, la creencia en que el Estado tal como estaba establecido se está
erosionando, y la de que la naturaleza del poder en el mundo actual está cambiando, pasando de
estar sobre todo confinado al poder militar a estar cada vez más basado en factores económicos y
hasta culturales. El mundo está volviéndose, según se nos quiere hacer creer, cada vez más
internacional.
El poder de los Estados ha sido erosionado. A este respecto hemos de ser extremadamente
cautelosos. La globalización en sí misma es, en buena medida, obra de los Estados que dirigen,
estimulan y asisten a las empresas para que éstas hagan lo que quieren hacer. Además, hay muchas
cosas que los Estados pueden hacer para estimular la competición en el plano internacional, pese a
que hayan perdido parte de su control sobre los flujos de capitales y las tasas de interés.

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Puede que tengamos que distinguir, ciertamente, entre dos cuestiones: la primera es la de si
algún tipo de actividad humana -basada o no en el Estado- puede afrontar los problemas a los que
nos enfrentamos; la segunda es, dado que puede darse alguna respuesta estratégica deliberada a
estas cuestiones, si esta debería basarse en el Estado o en una instancia internacional.
Sin embargo, por más lejos que vayamos y que podamos ir por ese camino, los componentes
de esa estructura de gobernanza, serán, principalmente, Estados.
Lo mismo vale para el terreno de la legítima competición internacional.
La creciente importancia de la dimensión internacional, tanto real como aparente, es por lo
tanto un proceso más históricamente complejo y ambivalente que lo que una simple afirmación
sobre lo internacional que se ha vuelto el mundo nos permitiría sospechar. El mundo está avanzando
simultáneamente en, al menos, dos direcciones contradictorias.
Esto nos lleva a la última de las perspectivas sobre el mundo contemporáneo: la optimista.
Si bien yo estaría de acuerdo con que la competición militar entre los principales Estados es, al
menos por algún tiempo, improbable, esto no significa que el conflicto en las relaciones
internacionales vaya a declinar o que nada cercano a un "nuevo orden mundial" haya sido creado o
pueda crearse.
El fin de la Historia
Halliday revisa el artículo de Fukuyama.
1) Importancia del progreso en la historia contemporánea: Fukuyama afirma que la
humanidad en general ha hecho progresos significativos en los últimos siglos y que tiene la
capacidad, dejando de lado el desastre ecológico y nuclear, de seguir progresando. Para Halliday,
esta nota optimista merece ser reafirmada.
2) Guerra fría: la visión de Fukuyama sobre el final de la Guerra Fría, es decir que un lado
ganó y el otro perdió, también debe ser aceptada.
3) La democracia liberal: La interpretación de Fukuyama es selectiva y ahistórica. El que la
mayor parte de los liberales clásicos no creyeran en el sufragio universal ni en la igualdad de las
naciones y sí creyeran en un Estado intervencionista es algo que él no reconoce. Fukuyama parece
adherirse al punto de vista según el cual los "mercados" pueden lograr, de alguna manera, el cambio
social, soslayando el hecho de que los mercados, al igual que las cosas y las instituciones, están
hechos por hombres.
Su argumento está, además, muy inclinado hacia la idea complaciente de que se ha
encontrado una solución en la "democracia liberal" y que esta durará más o menos para siempre.
Pero también es posible hacer otra lectura de Fukuyama, a saber, que aunque la democracia liberal
sea la principal solución política del mundo actual, en sí misma es inherentemente inestable y

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propensa a la autodestrucción. Tal argumento se basa en los efectos desestabilizadores del impulso
humano hacia el reconocimiento (concepto hegeliano).
4) La cuarta área en la que la argumentación de Fukuyama presenta interés es la de su
análisis de la tendencia hacia la universalización en el mundo contemporáneo. Existe una fuerte
resistencia a esta idea de parte de ciertas teorías de relaciones internacionales. Debajo de esta
resistencia hay una creencia que persiste incluso en la situación de post-guerra fría, a saber, que el
capitalismo, de cierto modo, "necesita" un enemigo".
Perspectivas de la democracia liberal y de la paz
La argumentación de Fukuyama presenta muchos problemas, pero sirven para indicar un
programa para el futuro trabajo teórico e histórico.
La argumentación de Fukuyama es más endeble en otros dos aspectos. En primer lugar, en
relación a la idea de que el capitalismo puede lograr que el mundo entero alcance los niveles de los
países desarrollados. En segundo lugar, en relación al grado en que Fukuyama cree que la
democracia liberal se está expandiendo en la actualidad.
Fukuyama ignora los hechos, a saber, que mientras que son pocos los países fuera de África
que están empobreciéndose, la brecha entre Estados ricos y Estados pobres está creciendo. Además,
el club de los Estados ricos ha tenido los mismos miembros desde hace más de un siglo.
La creencia en la democracia liberal subestima el grado de precariedad de la democracia
capitalista. La dictadura puede restablecerse.
Llegamos ahora al problema teórico central de la obra de Fukuyama, que no es el de si la
historia ha terminado, sino el de qué es lo que constituye la historia, y más específicamente, la
acción histórica.
La respuesta de Fukuyama es idealista, siendo el desarrollo científico-económico,
combinado con la evolución de la libertad humana lo que constituye para él el motor de la historia.
En relación a esto hay muchos puntos en los que Halliday está en desacuerdo. Su explicación de la
evolución de la ciencia es curiosamente ignorante de la obra de Kuhn y de otros estudios
institucionales sobre cómo las relaciones de poder determinan el progreso científico. Fukuyama
ignora el que es el principal motor de la historia humana, en este siglo y en los anteriores, a saber, la
acción política colectiva, la acción emprendía por grupos, ya sean clases, naciones o Estados.
Conclusión
Las Relaciones Internacionales han actuado, ciertamente, como si la agentividad fuera una
categoría marginal en comparación con los diferentes determinantes de los sistemas interestatales o
de los sistemas jerárquicos globales que se suelen postular como objetos de estudio apropiados.
Responder a Fukuyama supone, sin embargo, responder a este nivel de su argumentación,

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planteando una teoría alternativa de la acción en asuntos internacionales y, a partir de ahí, postular
tanto un pasado como un presente alternativos.
 HOBSBAWM, Eric. Guerra y Paz en el siglo XXI. Barcelona, Crítica, 2007.
Cap. 2 “Guerra y Paz”.
Entrevista sobre el siglo XXI: "Guerra y Paz"
Pregunta: El corto siglo XX termina con una guerra, exactamente como comenzó. De nuevo
arden los Balcanes. ¿Es que la historia se repite?
Respuesta: Es cierto, en determinados aspectos la guerra de los Balcanes es una guerra de
rasgos antiguos. Sin embargo, en mi opinión, es más importante analizar la naturaleza general de la
guerra y de la paz para entender cómo han cambiado ambas a fines del siglo XX.
¿Cómo ha cambiado la guerra? En el doble sentido, político y tecnológico. Me hago, así, tres
preguntas a las que me propongo dar otras tantas respuestas.
Primera: ¿Es todavía posible una guerra entre las grandes potencias mundiales? La respuesta
es no, mientras los Estados Unidos sigan siendo la única superpotencia.
Segunda: ¿Es posible una guerra nuclear? Por una parte, la escasa probabilidad de una
guerra mundial hace también improbable una guerra nuclear.
Tercera: ¿Son posibles las guerras entre estados, al viejo estilo, a las que estamos más
habituados? La respuesta es que nunca han dejado de producirse.
Las probabilidades de que sigan estallando son, pues, altas. No se puede dar por excluido
este tipo de guerras en el mundo del futuro. Y, sin embargo, tal vez ya no serán tan importantes
como lo han sido durante el siglo XX.
Pregunta: ¿Cuál ha sido la novedad de la guerra en los Balcanes?
Respuesta: Yo creo que la novedad de la situación que se ha creado en los Balcanes es que la
línea divisoria entre conflictos internos y conflictos internacionales ha desaparecido o tiende a
desaparecer.
La situación yugoslava es un ejemplo típico. Las viejas reglas de la guerra y de la paz, que
distinguían los conflictos internos de los internacionales, han sido vulneradas y no me parece en
modo alguno que vayan a ser restauradas en el breve plazo.
Pregunta: hay también diferencias en el modo en que se hace la guerra.
Respuesta La primera radica en el modo en que la alta tecnología ha transformado la guerra.
El progreso tecnológico permite un recurso más displicente y más frecuente a la destrucción.
Finalmente, en el nivel inferior, el de los pueblos que no disponen de alta tecnología, se
establece una enorme diferencia entre la guerra que llevan a cabo aviones que vuelan a quince mil
metros de altura, que descargan bombas extraordinariamente sofisticadas, y lo que sucede a ras de

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tierra, donde la gente mata físicamente a otra gente, con machetes, con cuchillos, como pasó en
África central.
En el pasado los guerrilleros iban armados con fusiles o ametralladoras, hoy en día disponen
de lanzacohetes y armas antiaéreas portátiles. Esta es otra herencia de la guerra fría, que inundó el
mundo de complicados instrumentos de muerte.
A todo esto hay que añadir tendencias recientes que afectan a las guerras directamente
vinculadas a los gobiernos y dirigidas por ellos, como la de eliminar el reclutamiento general. La
tendencia general es la de echar mano de militares profesionales y de elevada cualificación. Este
proceso crea sin duda un margen para las actividades privadas. Creo que el armamento, los
transportes, el aprovisionamiento, la vestimenta de las tropas, se contratarán cada vez más con
empresas privadas. Este fenómeno nuevo surge, en parte, de una relativa desintegración del poder
de los estados en algunas zonas del mundo.
Además, este fenómeno se ve reforzado por un nuevo elemento: la extraordinaria riqueza de
que hoy disponen los particulares. En efecto, determinados individuos o grandes corporaciones
poseen tanto dinero como los estados mismos. Esto está clarísimo en Colombia, donde el gobierno
ha perdido el control, en la práctica, de amplias zonas del país, porque las bandas que las dominan
disponen de la financiación suficiente como para resistir y combatir.
Cuanto menos estructurados, estatales, son los conflictos armados, más peligrosos son para
las poblaciones civiles.
En el cambio del carácter de la guerra ha sido decisivo, sin duda, el nuevo papel que ha
asumido la opinión pública.
También este es un fenómeno de la posguerra fría. En gran parte porque el control
gubernativo y la censura sobre la información son mucho menores que antes. El extraordinario
poder de la televisión es un instrumento del que disponen para movilizar a la opinión pública con
una rapidez incomparable respecto al pasado.
Los gobiernos tienden a legitimar las guerras, al buscar el apoyo popular, sosteniendo que
son justas. Pero es muy difícil encontrar en la historia ejemplos de gobiernos que hayan ido a la
guerra por otras razones que no hayan sido sus propios intereses nacionales.
Ha habido, sin embargo, dos casos importantes de intervención militar que han conseguido
poner fin a crímenes contra la humanidad y expulsar a dictadores sanguinarios. El primero, en
Camboya, para derrocar a Pol Pot. El segundo, en Uganda, contra Idi Amin.
Creo que precisamente a causa de las nuevas imbricaciones entre política interior y política
internacional, la intervención en los asuntos internos de un estado debe responder a criterios y
reglas bien definidos. Hay que abrir una discusión sobre este punto: ¿cuáles son las nuevas reglas

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del sistema internacional de las potencias? Hay que recuperar una situación en la que nadie pueda
emprender una acción militar si no existe un consenso amplio y basado en acciones graves.
La crisis del Estado-nación
Creo que debemos distinguir entre dos significados del término estado-nación.
En el sentido tradicional significa un estado territorial, sobre el cual la gente que lo habita, la
nación, tiene alguna soberanía política. No es una definición del estado en un sentido étnico o
lingüístico, sino político: el pueblo que elige su gobierno y decide vivir bajo una determinada
Constitución y unas leyes concretas.
El otro significado consiste en la idea de que cada estado territorial pertenece a un pueblo
determinado, caracterizado por peculiaridades étnicas, lingüísticas y culturales, y eso es lo que
constituye la nación. De acuerdo con esta idea, en un estado-nación existe una sola nación.
Hay una crisis en ambos tipos de Estado-nación.
En mi opinión, hay en realidad pocos indicios de una presión desde abajo, desde las masas
para conseguir la desintegración de los estados multinacionales. La verdad es que cuando, por
cualquier razón histórica, estos imperios (multinacionales) desaparecen (Yugoslavia, la Unión
Soviética, Austria-Hungría), las nacionalidades se ven obligadas a buscar soluciones alternativas,
casi a encontrar una justificación para lo que ha sucedido. Se justifica una situación política de hoy
con un acontecimiento histórico que no tiene nada que ver con el presente, pero que era cierto hace
seis siglos (Serbia/Kósovo) o hace dos mil años (Israel/Palestina); y que se utiliza como sustituto de
todo lo que ha sucedido en el ínterin.
Estas mistificaciones ejercen una fascinación sobre los pueblos porque al final las élites, las
minorías cultas, consiguen imponer su versión de la historia y de la literatura sobre el resto del
pueblo.
Cap. 3 “Por qué la hegemonía americana difiere del Imperio británico”.
Los actuales debates son particularmente nebulosos, porque lo más próximo a la supremacía
mundial a la que aspira el actual gobierno estadounidense es un conjunto de palabras -imperio,
imperialismo- en franca contradicción con la autodefinición política tradicional de Estados Unidos,
y que además se hicieron muy impopulares durante el siglo XX.
Bajo los actuales intentos de resucitar el imperio mundial como modelo para el siglo XXI
subyacen cuatro acontecimientos. El primero es la extraordinaria aceleración de la globalización
desde la década de 1960 y las consiguientes tensiones surgidas entre los aspectos económicos,
tecnológicos, culturales, etc., de ese proceso y la única rama de la actividad humana que se ha
mostrado hasta ahora imperturbable, en concreto la política.
El segundo es el colapso del equilibrio de poder internacional a partir de la segunda guerra
mundial, que mantuvo a raya tanto el peligro de una guerra global como la caída de gran parte del

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planeta en el desorden y la anarquía. La desaparición de la URSS destruyó ese equilibrio que ya
venía agrietándose desde finales de la década de 1970.
El tercero es la pérdida de capacidad del llamado "estado-nación" soberano para ejercer las
funciones básicas de mantenimiento del control sobre lo que sucede en su territorio.
El cuarto es la proliferación de catástrofes humanas de masas, incluidas la deportación y el
genocidio de pueblos enteros, y con ellas del temor generalizado.
En resumen, el mundo parecía reclamar cada vez más soluciones supranacionales a
problemas supranacionales o transnacionales, pero no había autoridades globales disponibles con
capacidad de tomar decisiones políticas, y menos aún con poder suficiente para llevarlas a la
práctica.
Los únicos actores reales y eficaces son los estados, y en cuanto a capacidad militar para
desarrollar acciones importantes a escala global, en este momento sólo existe uno capaz de llevarlas
a cabo, Estados Unidos.
Similitudes
Gran Bretaña desde mediados del siglo XVIII hasta mediados del XX y Estados Unidos
desde entonces son los únicos ejemplos de imperios genuinamente globales con horizontes políticos
globales y no meramente regionales, y con recursos de poder, respaldados por una red mundial de
bases al efecto.
Gran Bretaña durante el siglo XIX y Estado Unidos en la segunda mitad del XX dominaron
la economía industrial mundial.
Ambas metrópolis imperialistas sirvieron también como modelo económico, pioneras
técnicas y organizativas y marcadoras de tendencias, así como centros del sistema mundial de flujos
financieros y de mercancías y de los estados cuya política financiera y comercial determinaba en
gran medida la globalización de la lengua inglesa. Pero la hegemonía cultural no evidencia potencia
imperial ni depende mucho de ella.
Diferencias
Me referiré ahora a las diferencias cruciales entre un estado y otro. El tamaño potencial de
las metrópolis es la primera diferencia obvia: las islas como Gran Bretaña tienen fronteras fijas.
Cuando los países que forman Gran Bretaña generaron una población excedente, ésta emigró a otros
lugares o fundó colonias en ultramar. Las islas británicas se convirtieron en una fuente importante
de emigrantes. Estados Unidos, en cambio, fue y sigue siendo esencialmente receptor de población
y no emisor.
El imperio estadounidense, me parece a mí, es el resultado lógico de esta expansión en todo
un continente.

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De nuevo, a diferencia de Gran Bretaña y otros estados europeos, Estados Unidos nunca se
vio a sí mismo como parte de un sistema internacional de potencias políticas rivales.
La forma característica del poder estadounidense fuera de su propio territorio no era colonial
ni un dominio indirecto en un marco colonial de control directo, sino un sistema de estados satélites
o subordinados.
Hasta este momento varias de las bases cruciales del poder estadounidense en el extranjero
están situadas técnicamente en el territorio de algún otro estado que podría dar por finiquitada la
presencia estadounidense.
En segundo lugar, Estados Unidos proviene de una revolución. Para poder asumir una
misión imperial, esta tenía que basarse en el mensaje mesiánico y la convicción básica de que su
sociedad libre era superior a todas las demás y estaba destinada a convertirse en modelo para todas
ellas. Su política, sería inevitablemente populista y antielitista. Gran Bretaña tenía ciertamente una
convicción muy profunda de su superioridad frente a otras sociedades, pero no una creencia
mesiánica ni un deseo particular de convertir a otros pueblos a las formas británicas de gobierno.
En tercer lugar, Gran Bretaña se estructuró en torno a un fuerte centro de ley y gobierno. En
Estados Unidos la libertad se contrapone al gobierno central, e incluso a cualquier autoridad del
estado, deliberadamente limitada por la separación de poderes.
Permítaseme mencionar brevemente una diferencia adicional entre dos países, considerados
como naciones: la edad. Estados Unidos no podía recurrir a una historia ancestral como mito
fundacional. Tenía que construirse primordialmente a partir de su ideología revolucionaria y sus
nuevas instituciones republicanas. La mayoría de las naciones europeas tienen "ajenos hereditarios".
Estados Unidos sólo tiene enemigos ideológicos.
Lo mismo que de los estados se puede decir de los imperios. También en eso Gran Bretaña y
Estados Unidos son muy diferentes. En Estados Unidos prevaleció desde el principio la decisión de
ser un gigante continental. La tierra, y no el mar, era la columna vertebral de su desarrollo.
Gran Bretaña, en cambio, privada de su imperio era únicamente una economía de mediano
tamaño entre muchas otras.
La economía estadounidense no tenía ni tiene esa relación orgánica con la economía
mundial. Al ser de lejos la mayor economía industrial del mundo, influía y sigue influyendo sobre
éste por su puro tamaño continental y por la originalidad yanqui en cuanto a tecnología y
organización empresarial, que se convirtieron en modelo para el resto del mundo a partir de 1870. A
diferencia de Gran Bretaña, hasta finales del siglo XX fue un importador de bienes de consumo
relativamente modesto y un exportador desproporcionadamente pequeño de bienes y capital. Sigue
siendo una de las economías menos dependientes del comercio del mundo.

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Ante la industrialización de Europa y Estados Unidos, la Gran Bretaña victoriana, todavía
masivamente industrializada y que todavía era el exportador e inversor mayor del mundo, desplazó
sus mercados e inversiones de capital al imperio formal e informal. Los Estados Unidos de
principios del siglo XXI no tienen esa opción y en cualquier caso no estaría a su alcance, ya que han
dejado de ser un importante exportador de bienes y capitales, y para satisfacer la enorme demanda
de bienes que no pueden producir ya por sí mismos contraen deudas cada vez mayores con los
nuevos centros de la industria mundial. Es el único imperio importante que también se ha
convertido en un importante deudor.
Sin embargo, la supremacía estadounidense sí puede ser muy vulnerable a su declive relativo
y al desplazamiento del poder industrial, el capital y la alta tecnología a Asia. En un mundo
globalizado, el "poder blando" del mercado y la americanización cultural ya no refuerza la
superioridad económica estadounidense.
El imperio estadounidense, a diferencia del británico, ha tenido que recurrir
permanentemente a sus fuerzas armadas.
El viejo Imperio Británico no es y no puede ser un modelo para el proyecto estadounidense
de supremacía mundial, excepto en un aspecto. Gran Bretaña conocía sus límites: dado que su
ventajosa situación económica no dependía del poder imperial sino del comercio, ante los aires de
cambio se acomodó más fácilmente a su pérdida política.
¿Aprenderá Estados Unidos esa lección? ¿O se verá tentado a mantener su predominio
global, cada vez más erosionado, recurriendo a la fuerza político-militar, y al hacerlo promoverá no
el orden global sino el desorden?
 FERGUSON, Neil. Coloso. Auge y decadencia del imperio americano. Barcelona,
Debate, 2005.
Cap. 8 “La puerta que se cierra”.
De vuelta a la gran convergencia
La característica de Europa ha sido la fragmentación política. Los períodos de unidad
imperial ha sido la excepción, no la regla. Desde el otro lado, Asia Oriental, la unidad imperial fue
la norma. Antes de la revolución China también era el titán de la economía mundial. Pero en los
siglos XIX y XX el nivel de vida en China sufrió un hundimiento desastroso. Los chicos atribuyen
su decadencia a los efectos negativos del imperialismo occidental después de las guerras del opio en
1839-42 y 1856-60. Una hipótesis occidental más reciente es que la unidad política de China de tan
larga duración tuvo un efecto en el desarrollo estratégico y tecnológico del país en un momento en
que Europa estaba dividida en E- N rivales. La adquisición de colonias en el Nuevo Mundo llevó a
Europa a superar a China.

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La suerte de China en el siglo XX fue triste. A instancias de los británicos las potencias
occidentales rivales se pusieron de acuerdo en la política de puertas abiertas: China sería una gran
zona de libre comercio pero mantendría sus propias instituciones políticas. La transición del imperio
a la República en 1921 fue frustrada sobre todo por las desastrosas consecuencias del imperialismo
japonés en la década de 1930 y la consiguiente guerra civil.
A partir de las reformas iniciada por el finado Deng Xiaoping a finales de la década del 70,
sin embargo, China ha experimentado una sorprendente recuperación económica. Los chinos se han
concentrado antes en modificar sus instituciones económicas existentes, a la vez que hacen solo
cambios políticos limitados. El resultado ha sido un crecimiento espectacular en la tasa de
crecimiento económico. China es el desafío estratégico del futuro, parece que es el candidato más
verosímil para el papel de contrapeso frente a EEUU que la UE.
Una posibilidad que no puede descartarse es que la nueva confianza de China en el comercio
libre y en la inversión extranjera directa sea nada más que una vuelta a la época de puertas abiertas
de hace un siglo. Lejos de ser rivales estratégicos, estos dos imperios tienen la relación de socios
económicos. La única pregunta es cuál de los dos es más dependiente, cual es mas en peligro de
perder.
Revisión del exceso
Derrocar tres tiranías en cuatro años no es un logro mezquino para los parámetros de ningún
imperio del pasado. Desde el 99 Milosevic, los talibanes y ahora Sadam Hussein han sido
derrocados como resultado de la intervención militar estadounidense contra sus fuerzas armadas.
Paul Kennedy advertía que EEUU corría el riesgo de incurrir en un “exceso imperial”, que gastaba
demasiado grande de su ingreso nacional en compromisos militares. También se preguntaba si
podría EEUU esperar conservar su antigua posición en la guerra fría de superpotencia. La única
respuesta, según Kennedy es no.
Al escribir el 2002 sobre el ascenso de EEUU de superpotencia a hiperpotencia recurrió a
“deus ex machina” (es cuando una grúa –machina- introduce una deidad –deus- proveniente de
fuera del escenario para resolver una situación) para explicar porque sus predicciones sobre el
exceso no se habían cumplido.
La ironía es que la tesis original de Kennedy sobre el exceso fiscal todavía puede ser
definida, pese a su decisión de abandonarla. El exceso fiscal de EEUU es mucho peor hoy en día de
lo que el previó hace 16 años. El punto esencial es que este exceso no tiene nada que ver con los
compromisos militares de EEUU en el exterior. La mayoría de los estadounidenses, incluso aquellos
que se consideraban bien informados sobre las finanzas de la nación, lo encuentran simplemente
increíble. En efecto la primera razón por la que la crisis fiscal estadounidense se mantiene latente es

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porque las personas se niegan a creer en su existencia. China contribuye ahora a sostener el poder
estadounidense.
Dirigir el incipiente imperio liberal de EEUU es sorprendentemente barato. Esto se debe en
parte a que la economía estadounidense es muy grande. Muchos estadounidenses se preocupan
sobre el coste de la ocupación de Irak. Esto se debe en gran parte a que les han inducido a creer que
no costaría anda.
La primera guerra del Golfo fue en efecto gratis para los estadounidenses, porque una
amplia coalición, que incluía a Alemania y a Japón, pagó entre el 80 y 90 por ciento del total de sus
costes militares. Pero en la segunda guerra del Golfo, EEUU hizo que derrotar a Irak, pues la ocupó.
Y lo hizo con el apoyo de pocos aliados ricos.
Vale la pena recordar que en septiembre del 2003 el gobierno de Bush había gastado
relativamente poco en la reconstrucción de Afganistán. Era no más de un cuarto del monto
realmente gastado en la recuperación después del conflicto de Kosovo, pese al hecho de que las
necesidades en Afganistán eran obviamente mucho más graves.
La estabilidad futura de Afganistán depende claramente del éxito de la administración
interina establecida en Kabul bajo el presidente Hamid Karzai. Hacia mayo del 2003 EEUU había
desembolsado la pequeñez de 5 millones. Esa tacañería no es solo responsabilidad del gobierno de
Bush si no el resultado de los legisladores estadounidenses. Puestos a elegir entre la asignación
local y la seguridad nacional, siempre hay algunos miembros del Congreso que optarán por la
primera.
Pero las actitudes cambiaron en el 2003 cuando se aprobó la solicitud para dar 87 millones
para financiar la ocupación y reconstrucción de Irak y Afganistán.
Dada la imposibilidad de predecir cuánto costaría un fracaso en Irak parece un precio
razonablemente bajo para establecer un sistema de gobierno estable y aliado en ese país.
Solo alrededor de 20 millones se destinaron a la reconstrucción. Después de todo, es el
segundo país con las reservas petrolíferas más grandes del mundo.
Con todas las ganas, tal vez Irak podría recuperar su nivel de vida anterior a 1979. Deberían
de darse tres cosas: la imposición efectiva de la ley y el orden, la preparación y restauración de la
infraestructura básica y un gasto importante en la reconstrucción para modernizar los importantes
yacimientos petrolíferos.
Contrariamente a lo que defiende la teoría conspirativa, el gobierno de Bush no invadió Irak
por las reservas de petróleo. Sin embargo, resucitar la producción petrolera es requisito necesario
para el éxito de la transformación estadounidense de Irak.
Los críticos del gobierno de Bush se quejan de que las compañías estadounidenses están
otorgando contratos para la reconstrucción de las infraestructuras de Irak. Deberán en cambio

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celebrar el hecho de que se crean puestos de trabajo. La aritmética de la ocupación no es la de un
juego en la que uno pierde lo gana el otro, tal como lo dicen los críticos radicales de Bush, que
insisten que cada dólar gastado allá es uno menos para acá.
Cañones y mantequilla
No es entonces el costo del cambio de régimen y la construcción nacional lo que amenaza al
imperio americano con un exceso. Es el gasto mucho más cera al interior. Ya que el poder exterior
de EEUU se sustenta en la fortaleza de su economía hay por tanto una paradoja. Pero el imperio de
EEUU necesita el consumo para alimentar su crecimiento económico, a partir del cual permitirse
fácilmente su gasto militar (ver ejemplo de Hummer ¿para qué sirve? Para la conquista y para el
consumo).
A los estadounidenses les gusta la seguridad, pero les gusta más la seguridad social que la
nacional. En solo cuatro años los primeros casi setenta y siete millones nacidos durante el boom de
natalidad comenzarán a cobrar las prestaciones del Medicare. Y cuando estos se jubilen, EEUU
habrá duplicado el tamaño de su población americana. De hecho, puede ser más fácil incumplir con
una deuda declarada que dejar de pagar las prestaciones de la Seguridad social y del Medicar.
Ya autores se preguntaron si el gobierno pudiera contar con todos los ingresos que puede
esperar recaudar en el futuro pero tuviera que también usarlos en pagar todos su compromisos de
gastos futuros ¿bastaría con el valor presente descontado de todos su futuro ingresos para cubrir el
valor actual descontado de todos sus gastos futuros? Otra forma de decirlo es comparar la carga
fiscal durante nuestra vida con la que la próxima generación tendrá que sobrellevar si el gobierno no
toma ninguna medida de las anteriores (esto es la “contabilidad generacional).
Sin embargo, hay un grave problema con estas cifras, no con los cálculos en que se basan
sino con su aceptación. Hablando en plata, las noticias son tan malas que casi nadie las cree. Lo que
la gente no percibe aún es lo aro que será. Nadie puede sorprenderse que esta desagradable
aritmética fiscal sea marginada en el sistema político estadounidense. Por tanto cabo suponer que en
un corto plazo no se hará casi nada para traer el problema del desequilibrio generacional. Tarde o
temprano el gobierno tendrá que reducir sus gastos o aumentar sus ingresos por impuestos.
Una posible solución fiscal al problema del desequilibrio ha sido puesta en práctica por GB,
consiste simplemente en el mecanismo que permite que los programas de ayuda social suban por
encima de la inflación general.
En la situación actual de EEUU la cuestión vital debe ser controlar el gasto Medicare.
Los políticos estadounidenses se refieren a veces a la Seguridad Social como el “tercer raíl”
de la política, porque aquellos que lo tocan para sugerir cualquier recorte en las prestaciones reciben
una fuerte descarga política por parte de la asociación de jubilados de EEUU.

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Llegado al momento crítico
La opinión ortodoxa dice que si los inversores y corredores de bonos del E anticipan un
creciente desequilibrio en la política fiscal de un gobierno, venderán los bonos de ese gobierno. Una
brecha creciente entre los ingresos y los gastos ordinarios se cubren generalmente de dos formas. La
primera es vender más bonos al público. La segunda es imprimir más moneda. Cuanto más alta sea
la tasa de inflación más se elevarán los tipos de interés porque nadie quiere prestar dinero. Pero al
elevar los tipos de interés suben el coste de financiar la deuda pública y por tanto empeoran su
situación fiscal. Las compañías dejan de contraer préstamos y comienzan a despedir trabajadores. Si
el gobierno puede convencer al sector privado de que pagará sus cuentas sin imprimir moneda, los
tipos de interés se mantendrán altos. Si no subirán y el gobierno puede verse obligado a imprimir
moneda tarde o temprano.
Cuando se trata de hacer las cuestiones financieras más vívidas, los escritores con frecuencia
recurren a imágenes tomadas de la naturaleza. Es tentador hablar del equivalente fiscal de una
tormenta perfecta. La gran crisis fiscal es imposible de determinar ni como impactará.
Sin embargo, hay razones para ser escépticos con la idea de una nueva inflación. Para
empezar, hay fuertes presiones deflacionarias actuando en EEUU hoy en día. Sin embargo, hay otra
posibilidad, más dura. Los mercados de bonos se preocupan por la demora de las cargas declaradas
y transferibles del gobierno no por sus cargas no declaradas tales como la Seguridad social.
Quizás Kennedy no estaba tan equivocado al trazar paralelos entre el EEUU contemporáneo
y la Francia revolucionaria. Ambas eran imperiales pero también Francia se desplomó debido a una
curiosa forma de exceso.
El imperio deudor.
EEUU costeó todo: guerras, conquistas, el plan Marshall. Pero también es el deudor más
grande del mundo. La posición del país en la inversión internacional ha cambiado
espectacularmente. EEUU está unido al K externo, más el gobierno que el sector privado. Dado
que la polarización interna llevará seguramente a una cadena de déficit en las décadas venideras,
mucho dependerá de que los inversores extranjeros tengan o no el deseo de absorber cantidades
crecientes de valores de EEUU. Pero los inversores extranjeros, cuando invierten en EEUU parecen
dispuestos a aceptar rendimientos notablemente más bajos que los que los estadounidenses obtienen
cuando invierten en el extranjero.
Las exportaciones a China son uno de los principales motores de crecimiento y de creación
de empleo. Los asiáticos influyen a EEUU en el modo convencional que un acreedor tiene
influencia sobre un deudor. Esto crearía una presión sobre el dólar y sobre los tipos de interés de
EEUU. Dado el modo en que los bancos asiáticos generalmente tienen dólares en sus reservas, pero

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prestan en moneda local, la devaluación del dólar podría castigar a los chinos al precipitar a su
sistema bancario en una crisis.
En cualquier caso, el gobierno de Bush parece a veces querer morder la mano de quien le
presta. La relación entre EEUU y China descrita antes no se basa en ningún modo en el altruismo
chino. Los chinos compran bonos en dólares no para ayudar a Bush sino para mantener el tipo de
cambio de su moneda frente al dólar y con ello, la competitividad de sus propios productos a ojos
de los consumidores estadounidenses.
Hay dos razones por las cuales tales llamamientos son malos consejos, por no decir algo
peor. El primero, repetimos, es que la devaluación del dólar tendría graves consecuencias para las
instituciones financieras chinas: una deflación difundiéndose en toda la economía china. La segunda
razón es que las medidas anti chinas perjudicarían a las firmas estadounidenses, un creciente
número de las cuales están invirtiendo directamente en China, para explotar su combinación de
mano de obra barata, pero relativamente, bien calificada en un ambiente institucional estable, en
apariencia.
Los tipos de interés a largo plazo, son la clave de la posposición del ajuste de las cuentas
fiscal en EEUU. En la historia sin embargo, ningún equilibrio se mantiene ininterrumpido.
Nadie puede saber que provocará un cambio en el equilibrio del pasado años a algo bastante
diferente. Podría ser la ansiedad en el interior del país, por una demora del pago de beneficios;
podría ser un cambio estratégico en el corazón de Asia oriental. Como en un terremoto, la hora y la
magnitud son imposibles de pronosticar. Si ese es el caso, si China sufre el destino de Japón y se
precipita en la deflación por culpa de los caprichos de la política económica estadounidense, el
futuro del dólar como divisa favorita del mundo, sin duda dejará de estar asegurada. La puerta
abierta hoy entre América y Asia puede cerrarse con un sorprendente portazo.
 HARVEY, David. El Nuevo Imperialismo. Madrid, Akal, 2004.
Cap. I “Todo tiene que ver con el petróleo”.
Harvey se propone analizar en el actual estado del capitalismo global, al "nuevo"
imperialismo, desde la perspectiva de la larga duración y el materialismo histórico geográfico.
Comienza su análisis reconociendo desde su propia infancia que la idea de imperio que tenía era de
la Gran Bretaña, que pronto se vería desbancada por el poderío de EEUU que señala que hace solo
unos años era públicamente proclamado como el nuevo imperio. Este nuevo papel es denunciado y
alentado por unos y otros en los mismos EEUU donde se perciben a sí mismo como los británicos
del siglo XXI en su misión de dar una pax americana (yankee diría yo) homónima a la de los
anteriores. Así algunos sostienen que "... Otros países atribulados echan de menos hoy el tipo de
administración extranjera ilustrada que en otro tiempos proporcionaban ingleses seguros de sí

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mismos...". Esto que también se ve reflejado en discursos presidenciales como en documentos
oficiales, es para Harvey una pretensión imperial que se asimila a una declaración formal.
De todas formas la política imperial de EE.UU. no ha sido uniforme ni mucho menos.
Algunas veces se ha mostrado como "ligera" como en la administración Clinton, la cual bajo el
multiculturalismo permitía ciertos grados de libertad y es actualmente caracterizada como
"afeminada" (mejor acordarse que bajo Clinton volaron casi hasta el piso Kosovo). Opuesta a esta
surge la política de Bush, más determinantemente imperial, invadiendo lisa y llanamente dos países.
Sin embargo la construcción del imperialismo norteamericano, según Harvey, fue de tipo ligero, ya
que no se expresaban objetivos en forma explícita y no se permitía que influyeran sobre la situación
domestica (Vietnam?).
Desde la izquierda tradicional se ha afirmado que el imperialismo yankee es un fenómeno
que tiene mínimamente 100 años y ha disparado grandes debates en los 60 desde las perspectivas de
la dependencia o del análisis de Lenin y Hilferding del imperialismo. Sin embargo la cuestión ha
tomado nueva importancia desde la gran discusión que se dio a partir de la aparición del libro
Imperio de Hardt y Negri (posmo alerta). Esto para Harvey resalta que el imperio, más allá de su
existencia reciente o no, ha tomado nuevas formas. Y como caso va a tomar la invasión de Irak,
perpetrada sin el apoyo de aliados tradicionales, como Francia y Alemania, así como de viejos
enemigos como Rusia y China.
Historia de dos productores de petróleo
El autor propone un paralelismo entre Venezuela e Irak. Describe la situación del golpe de
estado a Chávez y su buena recepción en EEUU así como su pronto despegue mientras Chávez
reasumía el poder. En Irán también se pretende una vocación "democrática" pero esta no concuerda
con el golpe de estado de 1953 para instaurar la dictadura del Sha. La cuestión de las armas masivas
fue también esgrimida, pero nunca fueron encontradas y la capacidad militar de Irak era nula previa
a la invasión. Todos estos argumentos débiles o directamente contrapuestos fundan la creencia de
que algo se está ocultando o que los propios actores no lo saben.
La dialéctica interna de la sociedad civil estadounidense
Harvey ahora presta atención a la situación interna de EE.UU. previa al desarrollo de los
ataques imperialistas. Así, en 2001 la crisis económica era palpable. Varios imperios comerciales
caían, los escándalos contables salían a la luz y destruían a Wall Street, los fondos de pensión
perdían muchísimo dinero, así como crecían los déficits y la deuda interna. A esto se le sumaba a la
deslegitimación del mismo Bush, electo por el tribunal de justicia de Miami luego de la cuestionada
votación en el estado. El 11 de septiembre puso fin a todo esto, centrando la atención en una "guerra
con el terror" (mayores abstracciones que esa se ven poco) inconducente, pergeñada durante años
por los think tanks de la derecha neoconservadora, la cual va a constituirse como núcleo de los

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equipos de defensa y relaciones internacionales de Bush. Harvey sostiene que desde hace ya años
sabían que se necesitaba un nuevo Pearl Harbor para poder validar tamaña acción militar, facilitada
solo por el gran desconocimiento de los estadounidenses de la geografía mundial. Sin embargo
Harvey introduce una variable mucho más importante para analizar esta nueva fase de
imperialismo. Con la caída de la amenaza soviética, la sociedad estadounidense se preparaba para
un boom económico que debería haber asegurado su reproducción interna de acuerdo a la exaltación
de la competencia y del individualismo extremos que se propaga desde todas las esferas de la
cultura y la producción. Sin embargo esto no fue suficiente y los 90 fueron una década turbulenta.
Los disturbios sociales, la creciente desigualdad y la exuberancia de los nuevos ricos, la violencia
juvenil entraba en las escuelas, se sospechaban intentos de asesinatos desde la Casa Blanca, los
empresarios tenían mucha llegada para aceitar los procesos políticos, etc. El autor lo expone como
un proceso acelerado de desintegración de la sociedad (ya no tan) civil. Así la propuesta moral y
autoritaria del neoconservadurismo de Bush venció al neoliberalismo clintoniano y el 11 de
septiembre fue el elemento aglutinador para poner orden y estabilidad en la sociedad civil. Citando
a Arendt, Harvey plantea que la dinámica interna de la democracia de los EEUU necesita de una
continua retroalimentación de poder para poder seguir existiendo, lo cual esta nueva década vendría
a confirmar.
Todo tiene que ver con el petróleo
El petróleo es un elemento central para explicar el conflicto, aunque esto debe ser puesto en
su causa justa y no como explicación única del conflicto. Algunos afirman que el poder estatal ha
sido usurpado por una vanguardia petrolífera que quiere tener contratos y nada más. El autor se
niega a dar crédito total a esta explicación, ya que todo el consorcio tecno-militar se encolumnó
detrás de este único objetivo.
El interés en Irak es el petróleo, pero también lo es la geopolítica de dicha región. Más allá
del petróleo iraquí en sí, el estrecho de Ormuz es el paso por el cual se concentran más del 60% del
flujo de crudo, lo cual, dado algún conflicto, pondría en serio riesgo a la economía mundial (el
actual conflicto con Irán tiene que ver con esto). En Oriente Medio además se encuentran otros
países clientes de Estados Unidos, como Arabia Saudita, Kuwait, etc. Sin dudas que la mayor parte
de las reservas de petróleo se encuentren en esta región sigue siendo el mayor interés. Así esta
cuestión se vuelve clave en el carácter del nuevo imperialismo de los EEUU ya que si la supremacía
económica en tanto potencia capitalista se viera cuestionada, entonces la resolución militar seria la
elegida con toda seguridad. Harvey deja lo económico para el siguiente capítulo.
 BONIFACE, Pascal. “A veinte años de la caída del muro” en Archivos del Presente,
Año 14 N° 51, Buenos Aires, Fundación Foro Sur, 2009.

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La caída del muro de Berlín representó la esperanza en un mundo pacífico, en el que la
guerra y la crisis debían ser excluidas de las relaciones internacionales. A partir de ahí dejamos de
lado el mundo bipolar que había estructurado las conciencias y las relaciones internacionales.
La pregunta era ¿por qué sería reemplazado ese mundo? Se hablaba de un mundo multipolar,
se hablaba de la declinación del imperio norteamericano y se decía que en la Unión Soviética no
eran los hombres lo que había fracasado, sino el sistema. La Unión Soviética ya no sería comunista,
adoptaría una economía de mercado y tendría que cambiar su performance.
Hoy el mundo no es multipolar porque no existe un poder similar al de los Estados Unidos.
Pensemos que la última elección presidencial norteamericana fue seguida de cerca, porque según la
personalidad, la política y el programa del futuro presidente norteamericano sabemos cuáles serán
las repercusiones directas para nosotros.
Tampoco estamos ante un mundo unipolar porque, contrariamente a lo que pensaba George
Bush, Estados Unidos no puede regular por sí solo la agenda internacional o arreglar los problemas
del mundo.
La idea de un mundo unipolar llevó a grandes errores, como la Guerra de Irak, pero ahora
estamos en vías de una multipolarización. El dominio de Occidente sobre el mundo, un proceso que
se inició en el siglo XVI, terminó. Ahora estamos en un mundo en recomposición. La globalización
nos hace vivir en una aldea global en la que podemos estar cerca aunque nos separen veinte mil
kilómetros. Nos podemos comunicar en directo y hemos cambiado nuestra manera de trabajar. En
esa aldea habitamos, pero no tenemos todavía un Consejo que permita definir las reglas, aplicarlas y
hacerlas respetar.
Podemos constituir un atlas de la crisis y conflictos y ver que hace treinta años estaba tan
cargado como hoy. No con los mismos conflictos, pero sí con tantos como ahora: unos cuarenta en
total.
La buena noticia es que América Latina, que era una tierra muy convulsionada, ha
disminuido sus conflictos. América Latina es una zona en la que el final de la Guerra Fría
contribuyó a apagar o atenuar la mayoría de los conflictos que atravesaba el continente; pero
aparecieron conflictos en otros lugares donde no existían, porque estaban apagados por la Guerra
Fría.
En Europa, tras el fin de la Guerra Fría se generaron conflictos en pueblos que antes estaban
a cubierto de ellos. Surgieron las guerras balcánicas, a causa del derrumbe de la sociedad
multinacional yugoeslava. También vemos distintas crisis en torno a las ex repúblicas soviéticas,
donde la autoridad de Rusia no llega a ser respetada y surgen conflictos armados, como en Georgia.
Surge la crisis de provincias secesionistas como Chechenia.

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Rusia se siente cercada por la OTAN. Pero Barack Obama ya no considera que Rusia sea el
país que perdió la Guerra Fría: hay una situación de diálogo e intercambio.
En otras partes, como en África, presenciamos el genocidio en Ruanda. Durante la Guerra
Fría, las superpotencias no habrían permitido semejante cosa.
Tras la caída del Muro surgió un idealismo enorme que nos hizo ver el mundo color de rosa.
El primer error es considerar el choque como inevitable. El segundo es pensar que no existirán
choques.
Hay en el Medio Oriente un arco de crisis, cada conflicto tiene su lógica, sus protagonistas y
su historia. Al mismo tiempo esos conflictos particulares se nutren y vinculan. El problema es que el
vínculo es muy negativo, no es atenuado y cada uno se desborda y destiñe sobre los otros.
En Afganistán, la OTAN es demasiado fuerte para perder la guerra, pero tampoco podrá
vencer. Porque los talibanes no son vistos por la población local en general como terroristas sino
como personas que luchan contra la ocupación extranjera.
El conflicto entre Israel y Palestina desespera a todo el mundo. La paradoja es que las
sociedades quieren la paz y están dispuestas a reconocer al otro, a que tenga su Estado y su
identidad, pero hay tal miedo, tal desconfianza y tal falta de líderes que nadie puede llegar a una
solución apta.
El conflicto escapa a sus protagonistas y está en el corazón de un choque de civilizaciones.
Así, parece que lo que evita llegar a una solución del conflicto es la protección que el mundo
occidental le da estratégicamente a Israel, por lo tanto, sin el apoyo norteamericano, Israel podría
negociar realmente.
6.3. Los grandes retadores. La Federación Rusa de la implosión de la Unión Soviética a la
búsqueda de una hegemonía regional. Los tres escenarios y tiempos de la desaparición de
Yugoslavia: la independencia eslovena y croata, la masacres en Bosnia y la Guerra de Kosovo. La
República Popular China: la larga marcha de la fórmula “un país, dos sistemas”.
 POCH-DE-FELIU, Rafael. La gran transición. Rusia, 1985-2002. Barcelona,
Crítica, 2003.
Cap. 13 “La Rusia de después”.
Las ambigüedades de la Rusia poscomunista
Todos los grupos gobernantes de las quince repúblicas soviéticas habían salido ganando con
la disolución de la URSS. La quiebra de la doctrina del antiguo régimen significaba que habían
desaparecido, definitivamente, los decorados e impedimentos doctrinarios que obstaculizaban el
sueño general de la nomenclatura de dejar de ser clase administrativa para convertirse en clase
propietaria. Por otro lado, la desaparición de la URSS, de su gobierno central y sus instituciones,
significaba el ascenso automático y concreto para cada uno de los grupos dirigentes de las

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repúblicas: eran gobernantes plenamente soberanos que no tenían que rendir cuentas a ningún nivel
superior de poder. La suma de los dos factores abría extraordinarias perspectivas de poder y riqueza,
pero en Rusia esa liberación tenía un matiz nacional diferente.
Mientras las demás repúblicas ascendían como naciones, Rusia había sido degradada. Ya no
era la matriz de un imperio, sino menos: un "estado soberano."
Rusia perdía el imperio y con él, la mitad de la población, el 40% del PIB, la cuarta parte de
su territorio, las principales salidas al mar.
Esa carencia llenaba de estrés la reforma económica rusa, porque en Rusia el capitalismo
debía compensar de alguna forma lo perdido desde el punto de vista nacional. La pérdida del
imperio podía no tener gran importancia si el nivel de vida mejoraba, pero lo que ocurrió, en todas
las repúblicas, fue lo contrario; el nivel de vida descendió notablemente.
Otra manifiesta ambigüedad era la actitud fanática, simplista y primitiva que marcó desde el
principio los propósitos de cambio de los reformistas rusos. El origen de esa actitud no era otro que
la cultura comunista rusa tradicional en la que todos los reformadores rusos, políticos, ideólogos y
tecnócratas, se habían formado, ahora aplicada a realizar la reforma de mercado con las recetas del
neoliberalismo de los años ochenta, el llamado "consenso de Washington".
Si como ideología de nivelación social y solidaridad el comunismo había muerto por
completo, como cultura y mentalidad autoritaria se mantenía completamente vivo. El cambio de
bandera tampoco había alterado el esquema "filosófico", puramente "marxista leninista" en el
sentido vulgar. Principio fundamental de tal esquema era la prioridad de la base económica sobre la
forma política. La democracia era vista, ante todo, como un asunto de transformación económica,
una consecuencia de la economía de mercado y de la existencia de una clase de propietarios, de la
misma forma en que el socialismo había sido consecuencia de la configuración de una economía
colectivista y de la existencia de una clase obrera.
La clase de propietarios debía ser creada mediante una rápida y enérgica privatización.
Aspectos esenciales de un sistema democrático como la división de poderes, la
independencia judicial, la idea de legalidad y el concepto de estado de derecho, se borraban o
perdían de vista al ser relegados a una superestructural "tercera instancia":
La quinta gran ambigüedad de la Rusia de Yeltsin se derivaba de su ideología. El grupo
dirigente ruso no era nuevo: el de Rusia fue, desde sus inicios, un régimen de ex comunistas
anticomunistas.
Estas cinco ambigüedades de la Rusia poscomunista: la falta de rodaje democrático de su
sociedad, los inconvenientes prácticos y psicológicos derivados de haber dejado de ser un imperio,
la forma no democrática y usurpadora con la que habían llegado al poder las nuevas autoridades, la

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primitiva mentalidad de "marxismo soviético invertido" que dominaba entre el grupo reformador y
su ideología anticomunista.
No obstante, los conflictos potenciales -similares a los de la desintegración de Yugoslavia-
no se realizaron más que en una parte muy pequeña.
Shock sin terapia
La Rusia que sucedió a la URSS después de diciembre de 1991 heredó de esta una situación
económica sumamente complicada. En 1991 el PIB había caído un 20%, la producción industrial
entre 15-20%, las inversiones de capital un 15%. La gente ansiaba comprar cualquier cosa para
sacarse de encima un dinero que no valía nada, no respaldado por mercancías y que, se presentía,
iba a valer aún menos bien pronto. En cualquier caso: el espectro de una quiebra acechaba, y había
que hacer algo rápido para evitarla. Pero lo que los nuevos amos del país hicieron aún empeoró más
las cosas.
Yeltsin puso al frente del bloque económico a un grupo de jóvenes economistas agresivos y
dotados para la destrucción, pero incompetentes para la reforma, porque no tenían la más mínima
experiencia de trabajo en las estructuras de la economía real del país y carecían de toda idea de
reconversión industrial.
Al equipo se unieron asesores del FMI, la Fundación Ford, etc. Su recetario era el guión de
los manuales occidentales para la estabilización y la reforma estructural de economías de mercado
en los países pobres de los años setenta y ochenta: rápida liberalización de precios, cortes drásticos
de subsidios estatales, política monetaria restrictiva, un presupuesto equilibrado y liberalización del
comercio internacional.
El problema general era que ese recetario había sido elaborado para "curar" economías de
mercado enfermas. Rusia era otra cosa: una economía dominada por monopolios, sin cauces ni
motivos para la competencia y presidida por el partido de estado y una lógica militar, cuyos
desajustes y desórdenes venían parcialmente compensados por todo tipo de comercios y relaciones
informales o subterráneas.
La principal diferencia que la economía rusa tenía con respecto a la occidental era que toda
la estructura económica estaba supeditada a objetivos militares, independientemente de su división
formal en civil o militar.
Al mismo tiempo, ese esfuerzo militar absorbía el grueso de la capacidad científica y de
innovación. Aun cuando se redujo el monto de los gastos militares, no hubo ninguna transferencia
de recursos de la economía militar a la civil.
El tercer gran elemento de desbarajuste fue que Rusia realizó su propia terapia de choque sin
implicar ni coordinar sus medidas económicas con las otras repúblicas de la ex URSS que formaban

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parte del mismo organismo económico. El resultado fue el colapso industrial y el hundimiento del
comercio interno por ruptura del marco económico común.
Otro elemento de desorden fue ocasionado por el relevo de dirigentes políticos y
responsables económicos. Los cuadros más calificados dejaron la administración para dedicarse a
los negocios.
Los resultados del año 1992 fueron catastróficos. En lugar del previsto 30 por 100 de
inflación se alcanzó el 2500 por 100. No hubo ni asomo de estabilización. La reducción de gastos
militares y sociales no disminuyó, sí que aumentó el déficit presupuestario. La producción cayó un
20%. La inflación volatilizó los ahorros de 118 millones de personas en las cajas de ahorro. Esos
ahorros habían sido la principal base de inversiones en tiempos de la URSS y Rusia se quedó sin
ella.
Decenas de millones de ciudadanos sufrieron retrasos en el cobro de salarios, pensiones de
jubilación, subvenciones familiares y becas estudiantiles.
El sistema resultó ineficiente y condujo rápidamente a una colosal acumulación de deudas.
Los responsables de las medidas económicas de 1992 reivindicaron como éxitos la victoria
sobre la escasez. Efectivamente, las tiendas se llenaron y se acabó con el déficit soviético y en el
país se institucionalizó una cierta mentalidad de mercado, por muy torcida que esta fuera. Pero su
verdadera esencia, su principal efecto, fue el de una desindustrialización forzada.
Las dos grandes vías para el rápido enriquecimiento que precisaba esta "reconversión social"
fueron las operaciones comerciales de exportación de materias primas y la privatización,
fraudulenta, del patrimonio nacional que había sido creado por el conjunto de la sociedad en medio
de enormes sacrificios y sufrimientos en las dos anteriores generaciones.
En 1992, mientras todo se derrumbaba, la exportación de materias primas aumentó
espectacularmente, pese a que su producción y extracción disminuyó sensiblemente. El aumento de
la exportación se hizo a costa del consumo interno. Las exportaciones rusas en 1992 superaron a las
de la URSS en cualquiera de los diez años anteriores.
La factura de esta "reconversión social" fue sumamente dura para la gran mayoría social.
Bajó el consumo de todos los alimentos. A partir de 1992 comenzó un proceso de despoblación y
disminuyó manifiestamente la esperanza media de vida. Se daban pues muchas condiciones para la
revuelta social: ¿por qué en Rusia no pasó nada de eso?
Una explicación tiene que ver con la profunda bancarrota ideológica del régimen anterior.
Las nulas esperanzas en su modelo desprestigiaban por completo posibles ideas alternativas al
discurso neoliberal. Cualquier veleidad keynesiana o socializante, cualquier consigna de justicia
social, bienestar popular, interés nacional, quedaba fácilmente invalidada por la nueva propaganda
oficial gracias al recuerdo que el modelo anterior evocaba en una mayoría social.

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Además, la catástrofe macroeconómica tenía importantes matices. Uno era la política de
aumentos salariales selectivos dirigida a los raros colectivos de trabajadores organizados o
políticamente activos. Otro se desprendía del repliegue de millones de ciudadanos a la economía
natural, al trueque, a las relaciones de solidaridad ajenas a la lógica de mercado, al clientelismo, al
comercio de servicios y prestaciones. La agricultura privada también garantizaba una relativa
autosuficiencia alimentaria.
Al mismo tiempo, mientras casi todos los precios subían, el del vodka bajó.
Psicológicamente, la modernización de la industria del entretenimiento televisivo introdujo nuevos
productos como los culebrones latinoamericanos y jugó también un papel apenas estudiado.
Otro factor de explicación es la fe en Yeltsin que, pese al shock del año 1992, muchos rusos
mantuvieron los primeros años. Una vez agotada esa fe, el apoyo a Yeltsin se mantuvo porque, pese
a todo, una mayoría social lo prefería a sus alternativas electorales.
El miedo profundo de la población al caos y al cambio de régimen político. Miedo a la
revolución, a la guerra civil, a que la acción popular instaure un desorden y un mal aún superiores al
que produce un "mal gobierno"
"Patriotas" contra "demócratas"
El nuevo núcleo dirigente ruso estaba formado por cuatro grupos.
Desde el principio todos estos grupos se entregaron a la habitual lucha moscovita por el
poder. La gran diferencia con sus antecesores soviéticos era su total emancipación de ideologías y
disciplina de partido.
Acicate de lucha fueron los desastrosos resultados de la reforma de Gaidar. El espectro
político quedó rápidamente dividido en dos grandes campos ideológicos:
1) Demócratas. Formado por un sector de la burocracia de estado tradicional gobernante.
Este campo contaba con un notable dominio de los medios de comunicación.
2) Patriotas. Coalición de comunistas neo estalinistas, nacionalistas e intelectuales ex
"demócratas" desencantados con el yeltsinismo, sectores de la burocracia y la industria marginados
por la nueva política económica.
Lo que no había era mentalidad democrática, comprensión de lo más esencial del
funcionamiento de un estado de derecho y de sus consecuencias institucionales.
Para la mentalidad pre democrática el equilibrio de poderes era una abstracción y el
pluralismo institucional, un estorbo
Para que la reforma económica funcionase, había que restablecer el autoritarismo
(samovlastie), bajo la forma de un poder presidencial fuerte y no sujeto a control, aunque sometido
a elección popular. Pero el cambio constitucional era imposible sin el consenso con el Congreso, así
que los demócratas se hicieron golpistas.

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Por su parte, el parlamento y el Congreso, dominados por los "patriotas" respondieron con
una defensa del papel de las cámaras legislativas. Esa defensa era democrática en apariencia. Los
patriotas desconocían las reglas más elementales del juego democrático y simplemente defendían
otra variante del poder pre democrático: la dirección colectiva.
El resultado era una lucha entre dos programas retrógrados.
El golpe y las jornadas de otoño de 1993
En 1992, el Congreso canceló los "poderes extraordinarios" de Yeltsin y censuró por "anti
popular" la terapia de choque de su gobierno.
Yeltsin pasa a la ofensiva. En 1993 anuncia un referéndum para disolver el Congreso y
establecer un sistema presidencialista. La posición de Yeltsin contaba con el apoyo de un importante
sector de la intelectualidad.
La oposición, el parlamento como institución, fueron expulsados de la televisión. Al mismo
tiempo se estrenó en Rusia la propaganda electoral de estilo occidental. Hubo también una
extraordinaria proliferación de promesas electoralistas, otra figura desconocida en Rusia. En los
quince días anteriores al referéndum Yeltsin firmó dos o tres decretos diarios para ganarse a sectores
concretos de la población.
El referéndum reveló un país dividido: sobre 88 regiones, sólo 45 habían aprobado la
política presidencial. Yeltsin se apoyó en este referéndum para dar un golpe y eliminar el
Parlamento, que se efectuó en 1993. La población lo presenció con cierta indiferencia.
El nuevo régimen: el derecho de "ukaz"
Debidamente adoctrinado por la televisión y las "tecnologías electorales", el pueblo había
sido convocado aquel día a las urnas para sancionar esos escenarios en un referéndum
constitucional y unas elecciones legislativas diseñadas para la victoria.
Sin embargo, los resultados mostraron una derrota del oficialismo. El partido Liberal-
Democrático había sido el primero en más de dos tercios de las regiones de Rusia. Esto se debía a
que tenía significativos apoyos en el ejército, la juventud, el empresariado de provincias y técnicos
cualificados; a su condición de marginal y su discurso agresivamente nacionalista.
Los resultados del referéndum aun no fueron esclarecidos. El portavoz presidencial se limitó
a anunciar que la constitución había sido aprobada.
Lo importante de estas elecciones es que institucionalizaron la práctica de "elecciones
organizadas". La "tecnología electoral", incluidos abusos mediáticos y movilización de todos los
recursos del estado a favor de una opción, que habría invalidado de las elecciones en cualquier
democracia respetable, impidió una probable victoria comunista en las presidenciales de 1996 y
logró la elección de Putin en la primera vuelta.

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Con sus elecciones organizadas, el régimen establecido en 1993 institucionalizó la ausencia
práctica de mecanismos de rotación de los gobernantes y la imposibilidad de que la oposición -o
más genéricamente, de que cualquier opción distinta a la que el poder establecido decida- llegue al
poder en Rusia. Eso equivale al mantenimiento, en condiciones de pluralismo y elecciones, de una
de las esencias del tipo de poder tradicional: el imperio del decreto (ukaz).
La mayoría parlamentaria no forma gobierno y en caso de desacuerdo con la candidatura del
primer ministro designada por el presidente, este puede disolver el Congreso.
Rasgo del nuevo régimen instaurado fue la posibilidad en vísperas de elecciones, de no
reconocer los resultados de estas en caso de que no coincidieran con la voluntad del poder, de
anularlas o de posponerlas.
La institucionalización del "derecho de ukaz" evidenció así toda una elemental y congénita
incomprensión del régimen hacia la división de poderes y el estado de derecho.
El nuevo régimen ruso fue restaurador también en otro aspecto tradicional clave: la mayor
burocratización del país.
Junto con su número, la burocracia incrementó su influencia y poder político. La
dependencia burocrática de muchas instituciones hacia el poder ejecutivo se convirtió en un factor
fundamental. Los comunistas se integraron en el régimen. La concentración de poder y la relativa
estabilidad política introdujeron un ambiente de relajada confianza en el Kremlin.
La "bananización" de Rusia se expresó en la política de los llamados "organismos
económicos internacionales". El FMI aplicó en Rusia la receta habitual para los países del tercer
mundo, con el habitual desastroso resultado. De puertas afuera, la imagen de Rusia en el mundo
cayó en picado.
El nuevo régimen: el "estado de mercado"
El Estado de mercado es una síntesis negativa entre el tradicional burocratismo ruso, el
estatismo soviético y la modalidad de capitalismo depredador mundialmente generalizada en los
años ochenta y noventa. En el lugar de una estructura consolidada, aparece un conglomerado
burocrático de grupos de presión, clanes y camarillas, que realizan sus intereses privados bajo la
apariencia de la tradicional política de estado. Toda ley o precepto es negociable.
Para realizar su reconversión social -transformar el poder en propiedad- la burocracia
nomenclaturista tuvo que echar mano de jóvenes profesionales (economistas, juristas, expertos en
relaciones internacionales, etc.) que supieran moverse en el mercado internacional, que se
orientaran en el funcionamiento de un banco, una sociedad accionarial, o que estuvieran más o
menos familiarizados con el modus operandi del sistema occidental, tanto desde el punto de vista de
la economía, como de la política y el derecho.
Estos ayudantes fueron encontrados principalmente en cuatro ámbitos:

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1) Cuadros intermedios y bajos de la intelligentsia humanitaria y técnica de los institutos y
universidades de Moscú y Leningrado: por no ocupar puestos de responsabilidad ni altos cargos, ese
sector era el que había mantenido mayor contacto con el mundo de la disidencia, con el discurso y
las recetas occidentales, en los años setenta y ochenta. Este medio puso la ideología de la "reforma
de mercado."
2) Jóvenes cuadros del Komsomol (juventudes comunistas): ámbito sumamente flexible y
desideologizado. Esa juventud había ingresado en el funcionariado en una época completamente
exenta de ilusiones ideológicas, por estrictas razones de carrerismo y promoción personal. Este
medio suministró muchos cuadros ejecutivos.
3) Militares, policías y agentes del servicio secreto: formaron los cuerpos armados, las
escoltas y los servicios de vigilancia e inteligencia de muchos de los grandes consorcios, empresas,
clanes y camarillas.
4) Publicistas y personalidades de los medios de comunicación.
La clase de administradores del antiguo régimen y sus ayudantes tuvieron que aliarse con el
otro grupo protocapitalista existente ya en la época de Brezhnev: el de los representantes del
comercio y negocio ilegal, criminal o simplemente subterráneo.
Todos estos grupos, absolutamente presididos y dominados por la burocracia, intervinieron
en las tres grandes esferas económicas de la Rusia de los noventa: las materias primas, la
especulación financiera, y la industria mayormente militar.
El sujeto del "Estado de mercado" no es el empresario privado, sino el funcionario: el
principal negocio es la función pública.
La propiedad privada queda, así, inserta en una especie de derecho informal de vasallaje que
conecta al propietario con el burócrata en los distintos niveles de la jerarquía.
Naturalmente, no se puede reducir toda la economía rusa a este esquema, pero el
funcionamiento del país, del grueso de su población no se entiende sin atender a esta economía
política.
Tan eficaz para invertir poder en propiedad, el "Estado de mercado" es un obstáculo al
desarrollo: no hay inversiones, hay poco negocio a largo plazo y mucha propiedad en el extranjero.
En general, todo este encadenamiento de desfalcos era perfectamente conocido por los
órganos judiciales y policiales del estado. La actitud de los órganos judiciales y de orden público
hacia la corrupción no podía ser otra, porque todo este conglomerado forma parte del "Estado de
mercado" y vive inmerso en su medio ambiente.
El "Estado de mercado" dio lugar a diversos tipos de partidos y activistas políticos, pero
quizá el más característico de ellos fue el Partido Liberal-Democrático (LPDR) de Vladimir
Zhirinovski. Desde sus inicios, el LPDR se pareció más a una corporación que vendía sus servicios

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en régimen de alquiler que a lo que se suele entender por un partido político. El papel del LPDR fue
apoyar sistemáticamente al Kremlin en los momentos más delicados.
La verdadera contribución de Zhirinovski y su partido fue, sin embargo, la de canalizar el
voto de protesta y la irritación social hacia el "Estado de mercado" y el humillante ocaso de la
potencia imperial, manteniéndolos dentro de un cauce controlado. Pero la verdadera imagen de
marca es que todo esto se hizo sobre bases fundamentalmente comerciales. En 1995 vendió escaños
a representantes de la delincuencia organizada y de clanes del Cáucaso del norte.
La caída del antiguo régimen y el "shock sin terapia" de 1992 tuvo una seria repercusión en
los medios de comunicación. Los costes de edición se dispararon. Sin embargo, en ese mismo
período el número de publicación, periódicos y revistas aumentó.
Otro componente importante para el papel de los medios de comunicación fue la
idiosincrasia de los periodistas. En su mayoría, los periodistas eran "demócratas" convencidos. La
generación que en los noventa tenía entre treinta y cincuenta años se había formado en el particular
ambiente de la crisis social del brezhnevismo y estableció enseguida una relación de contrato con el
régimen de Yeltsin.
En el ámbito de la televisión musical la corrupción era norma "absolutamente universal".
¿Cómo justificar ante la gente común algo así? La solución fue dar aspecto "de toda la
sociedad" a todo el asunto. Un medio fue la privatización de la vivienda, algo que, efectivamente,
concernió a una mayoría social. Por procedimientos rápidos y sencillos, los rusos recibieron en
propiedad las viviendas que ocupaban.
El siguiente paso fue la venta de las empresas, generalmente en subastas previamente
organizadas en "pequeño comité", en las que se sabía de antemano quién se quedaba con qué. Los
precios de venta fueron ridículos y absolutamente arbitrarios.
Rusia ingresó por privatización cantidades menores que pequeños países ex comunistas de
Europa central, como Hungría y la República Checa.
Desde que en Rusia se configuró el "Estado de mercado", la administración norteamericana
y el FMI apoyaron con créditos políticos sus manifestaciones. Se dio la paradoja que las economías
que funcionaban manifiestamente, las de Asia oriental, lo hacían sin aplicar las recetas de los
organismos económicos internacionales, mientras que allí donde se aplicaban, como en Rusia, las
cosas iban mal. Los créditos del FMI y de occidente servían para apoyar a Yeltsin en los momentos
políticamente difíciles y para sostener una cotización irreal del rublo.
En la Rusia de 1989 sólo el 2% vivía en la pobreza. Trece años después era el 24%. La
desigualdad del darwinismo social y el abandono de la asistencia social creaban a principios del
siglo XXI, serios problemas para una posible recuperación, incluida una crisis de despoblación que
los políticos comenzaban a tratar como problema de "seguridad nacional."

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El concepto de "Estado de mercado" no pretende sugerir el carácter "único" de lo ocurrido
en Rusia. Rusia es sólo un capítulo grande y espectacular de una tendencia general.
Chechenia, revolución y guerra.
La "independencia" chechena y la guerra habrían sido muy improbables sin los desbarajustes
moscovitas. Entre 1990 y 1993, mientras en Moscú la burocracia rusa disputaba el poder a la de la
URSS, mientras se disolvía el superestado soviético y se sentaban las bases del nuevo régimen
sobre el carril de una continuidad de fondo, en Chechenia pasó algo completamente distinto: la
nomenclatura local fue totalmente desplazada del poder. Allí el régimen del general Dyojar
Dudayev barrió por completo a la nomenclatura, llevó al poder fundamentalmente a las capas bajas
de la intelligentsia chechena y se hizo con un considerable arsenal militar.
Con el tiempo, la Chechenia de Dudayev se convirtió en la "zona económica especial" del
"Estado de mercado": allí se imprimían miles de millones de rublos en billetes de banco falsos.
Mediante órdenes bancarias falsas se extrajeron de los bancos rusos varios billones de rublos. En
Chechenia además se producía alrededor de un millón de toneladas de petróleo y derivados, que se
exportaban sin el más mínimo control fiscal y aduanero.
El departamento que debía ocuparse de las relaciones nacionales e interétnicas dentro de la
Federación Rusa, era el Comité de Estado para las nacionalidades, pero su influencia en las
decisiones era muy discreta. A partir de 1994 se endureció y se hizo muy permeable a la opinión de
quienes reducían el problema checheno a un asunto de orden público.
En 1994 Yeltsin acudió al Consejo de Seguridad para anunciar su decisión de intervenir
militarmente y el consejo la aprobó.
Naturalmente, en la postura de Yeltsin también influyó la extraordinaria anarquía imperante
en Chechenia. Bandas de delincuentes asaltaban trenes y autobuses en la república y sus
alrededores. Los derechos básicos de muchos ciudadanos eran violados en este contexto, sin la
menor posibilidad de intervención.
De las zonas limítrofes con Chechenia llegaban noticias frecuentes de incursiones y robos
que quedaban impunes. Además, el descontrol de Chechenia trastocaba vías de comunicaciones y
proyectos. La tradición y costumbres chechenas no se amoldan con un dominio imperial foráneo.
La Rusia soviética logró en los años treinta algo que en su anterior encarnación imperial no
había conseguido: la integración en su sistema de un sector de chechenos instruidos. Pero, pocos
años después, con su absurda y violenta política de colectivización, su burda imposición y su cruda
represión, eliminó en varias purgas todo lo que su sistema había sembrado. En los años treinta,
miles de cuadros chechenos fueron liquidados.
No colaboraban: había una resistencia activa, con zonas no controladas, bandas sostenidas
por la población en montañas y bosques, etc.

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En este contexto ocurrió una deportación masiva en 1944 por orden de Stalin. Decenas de
miles murieron en el transporte y durante el asentamiento. La tercera parte de la población de
Chechenia de principios de los noventa vivió aquella barbaridad, lo que para un pueblo tan pequeño
fue una verdadera experiencia de genocidio.
La estructura social chechena se articula en clanes y grupos de clanes y no es demasiado
compatible con la práctica de un gobierno y un poder central establecido. Entre los chechenos el
prestigio y el reconocimiento no son algo que vengan de nacimiento, sino algo que uno tiene que
ganarse demostrando su valor. Para evitar la anarquía, esa sociedad poco jerárquica de "hombres
libres" en permanente tensión competitiva se dotó de estrictos códigos de conducta masculinos.
Tal sociedad parece también (y en gran medida lo es) extremadamente dividida, fragmentada
por la lucha interna. Pero cuando aparece una amenaza exterior, esa lucha interna puede adoptar
otra forma y transformarse en una heroica competencia ante la lucha contra el invasor.
Los dos líderes principales, Dudayev y Masjadov, asistieron al principio del
desmoronamiento de la URSS en el Báltico, el eslabón más débil de la cadena nacional soviética.
Como tantas otras minorías nacionales de la URSS, los chechenos se sentían más a gusto en
el amplio superestado soviético, con toda su polifonía civilizatoria, que en un estado ruso más
homogéneo, que les colocaba, frente a frente, ante una mayoría étnica aplastante y uniforme.
Dudayev era soviético en su visión del mundo y rechazaba "la esclavitud del trabajo
asalariado".
Cuando regresaron a su tierra en 1957, los chechenos continuaron sometidos a crudas
prohibiciones que significaban el mantenimiento de su estigma de pueblo castigado. No se les
dejaba abrir ni una sola mezquita y sufrían discriminaciones en el acceso a la enseñanza y en la
promoción profesional. La mayoría de los cargos de dirección de prestigio los ocupaban rusos. Lo
mismo ocurría con los sectores de la economía local, la industria petrolera, la construcción, y con
los servicios de educación y sanidad.
Chechenia era también discriminada en la asignación de recursos y era una de las zonas más
pobres de Rusia. Dentro de discriminación, los chechenos desarrollaron una vida normal en la
URSS postestalinista, conviviendo después de 1957 en su república con los centenares de miles de
foráneos, en su mayoría rusos.
Ente 1957 y 1991, la población chechena se duplicó, la mitad de ellos jóvenes sin
posibilidades de hacerse una vida, pues en Chechenia no había trabajo ni forma de ganar el dinero
necesario para realizar el horizonte del adulto: casarse y construirse una casa. Esa circunstancia
empujó a miles de chechenos al trabajo temporal fuera de su república. A finales de los ochenta, la
juventud chechena se quedó sin trabajo.

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Todas estas circunstancias explican por qué la independencia chechena tuvo un aspecto tan
desastroso y salvaje.
1994: primera guerra chechena. El ejército ruso actuó ineficaz y desorganizadamente.
Yeltsin impuso en 1996 la paz. La clave total del acuerdo de paz fue la conformidad rusa con una
retirada militar total de Chechenia y un documento "sobre relaciones entre la Federación Rusa y la
República de Chechenia."
La Chechenia independiente heredó un paisaje de ruinas y una sociedad destruida. No había
medios de subsistencia. En aquellos tres años de guerra, toda una generación se había educado en la
violencia más cruel. La autoridad de los ancianos y hasta el propio Islam local, estaban en ruinas.
Después del tratado de paz, Rusia, Azerbaidjan y Chechenia firmaron un acuerdo sobre el
tránsito del petróleo hacia el mar Negro. El gobierno checheno dependía desesperadamente del
dinero obtenido en concepto de derecho de tránsito. El acuerdo funcionó alrededor de un año, pero a
partir de 1998, los rusos dejaron de pagar a los chechenos, asfixiando a su gobierno. Incapaz de
realizar funciones de gobierno, la administración de Masjadov se hundió en el caos.
La industria del secuestro adquirió enormes proporciones, con más de mil secuestrados en
Chechenia y sus alrededores en dos años y medio. Gente del gobierno se dedicaba a los secuestros
sin tapujos.
La anarquía crecía y buscando soluciones "de orden", el presidente Masjadov recurrió a la
introducción del derecho islámico o sharía, aunque lo consideraba inaplicable a Chechenia.
Las rivalidades internas debilitaban a los líderes chechenos.
1999: segunda guerra chechena.
Ambos bandos se preparaban para la guerra.
En tres ciudades rusas volaron edificios enteros con sus habitantes en plena noche. Por su
horario y localización, aquellos atentados estuvieron claramente planeados para ocasionar el mayor
número posible de muertes indiscriminadas y no tenían precedentes en Rusia.
Una facción belicista chechena se propuso promover una insurrección en la vecina
Daguestán, tomando varios pueblos de montaña. Ante la agresión, la población de Daguestán se
indignó y el ejército ruso pasó a la ofensiva. Una diferencia entre la primera y la segunda guerra
chechena fue el apoyo masivo de la sociedad rusa. Otra fue la mayor crueldad y criminalidad de la
segunda.
La guerra además sirvió para solucionar conflictos políticos en el Kremlin: Yeltsin pudo
nombrar a su sucesor, Vladimir Putin, asegurándose así la continuidad de su política. Para Poch, la
facilidad con que se dio tal movida política demostraba la crónica ausencia de sociedad
característica de Rusia.

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Occidente y Rusia
Durante la guerra fría, Occidente respetaba la fortaleza de la URSS. Con Gorbachov, la
URSS dejó de ser temida, pero no dejó de ser respetada. En los ochenta, los sentimientos hacia ella
entre una nueva forma de respeto al reformador ruso y su propósito, y la creciente preocupación
ante su eventual fracaso. En los noventa la situación cambió radicalmente: occidente perdió todo
respeto a Rusia.
Con el fin de la guerra fría Estados Unidos formuló bastante rápido su nueva prioridad
política. Consistía en ocupar los espacios que la retirada y debilidad rusas dejaron en su zona de
influencie euroasiática.
El principal papel de Europa era consolidar la cabeza de puente estadounidense en el
continente euroasiático. El instrumento tradicional para mantener esa "cabeza de puente" era la
OTAN. El problema era que desaparecido el comunismo, la OTAN se había quedado sin
justificación. La violencia en los Balcanes fue la solución ideal.
La violencia en los Balcanes tenía diversas fuentes y motivos, pero en una de ellas, en la
Serbia de Milosevic, se daban varias anomalías que convertían a ese país en el candidato idóneo
para ser designado como el único origen de todos los males. Muerto el comunismo, la tradición
nacional se encargó de mantener un sistema anómalo desde el punto de vista de la nueva disciplina
europea.
Mientras en el resto de Europa, los países ex comunistas se ponían en la cola de la Unión
Europea y de la OTAN, incorporándose a los programas y discursos correspondientes, en Belgrado
cambió poco la manera de entender la soberanía. A estos efectos, la Yugoslavia reducida de
Milosevic continuaba siendo una especie de país socialista.
A principios de los noventa, cuando todo esto se estaba fraguando, la política exterior rusa
vino marcada por su pésima calidad. El gran error de Gorbachov había sido acceder a la
reunificación alemana sin haber dejado atado un nuevo sistema de seguridad colectiva en Europa.
El primer período de Yeltsin fue la obsesión ante la idea de una completa sintonía con Estados
Unidos, descuidando e incluso despreciando las privilegiadas relaciones con los países en desarrollo
heredadas del estatuto mundial de la URSS, la cooperación con los países asiáticos, y, aún más
grave, con las nuevas repúblicas de la CEI.
Rusia tenía en la CEI su principal mercado, sus principales socios industriales y sus intereses
geopolíticos vitales. Diez años de abandono de todo eso concluyeron con buena parte de la
influencia rusa.
Estados Unidos interpretó el vivo deseo de Rusia por asociarse con occidente como una
promesa de alineamiento con su propia política y una renuncia a una política exterior propia. La

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postura deliberadamente amigable sedujo a los nuevos líderes rusos y les fue fácil engañarse a sí
mismos y pensar que también ellos eran los líderes de una superpotencia.
El zigzag de Rusia, primero oponiéndose a la guerra y luego ayudando a concluirla con el
éxito de la capitulación de Milosevic, sugería bien a las claras que para Moscú lo verdaderamente
irritante no era la guerra, sino su marginación de la situación. La incoherencia rusa no sólo
demostró una total ausencia de principios, sino que fue un claro factor de sufrimiento innecesario
para los serbios. Los dirigentes serbios tenían desde el principio algunas esperanzas en el papel de
Rusia en el conflicto. Si hubieran sabido que Rusia no sólo no iba a ayudarlos sino que terminaría
ayudando a la OTAN a obtener su capitulación, seguramente se habrían rendido antes ahorrándose
muertes inútiles.
La guerra de Kósovo, la injerencia norteamericana en Bielorrusia y en Ucrania sembró en
Rusia todo tipo de miedos.
El retroceso geopolítico de Rusia en su gran transición tuvo tres etapas: la primera, con
Gorbachov en Europa del Este; la segunda, con Yeltsin, el abandono del Báltico y la expansión de la
OTAN hacia el este; la tercera, con Putin, con la presencia militar norteamericana en Asia central y
Georgia.
 KALDOR, Mary. Las nuevas guerras. Barcelona, Tusquet, 2001.
Introducción
Mi argumento fundamental es que durante los años ochenta y noventa se ha desarrollado un
nuevo tipo de violencia organizada -especialmente en África y Europa del Este- propio de la actual
era de globalización. Dicho tipo de violencia lo calificó de "nueva guerra". El término "guerra" lo
empleo para subrayar el carácter político de este tipo nuevo de violencia, pese a que, las nuevas
guerras implican un desdibujamiento de las distinciones entre guerra (normalmente definida como
la violencia por motivos políticos entre Estados o grupos políticos organizados), crimen organizado
y violaciones a gran escala de los derechos humanos.
Aunque la mayoría de dichas guerras son locales, incluyen miles de repercusiones
transnacionales, de forma que la distinción entre lo interno y lo externo es difícil de defender.
Nuevas guerras es un término también que se emplea para referirse a las guerras virtuales y
las guerras en el ciberespacio.
Autores especializados hablan de una revolución en los asuntos militares con la llegada de la
tecnología de la información. Sin embargo, prevén conflictos con arreglo a un modelo tradicional en
el que las nuevas técnicas se desarrollan más o menos en una línea que viene del pasado. La técnica
preferida es el bombardeo aéreo espectacular, que reproduce la apariencia de la guerra clásica para
consumo público y, en realidad, tiene muy poco que ver con lo que está pasando en tierra.

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Comparto la opinión de que ha habido una revolución en los asuntos militares, pero se trata
de una revolución en las relaciones sociales de la guerra, no en tecnología.
El impacto de la globalización es visible en muchas de las nuevas guerras. En realidad, las
guerras son el símbolo de una nueva división mundial y local entre los miembros de una clase
internacional, y los que están excluidos de los procesos globales.
Las nuevas guerras surgen en el contexto de la erosión de la autonomía del Estado y, en
ciertos casos extremos, la desintegración del Estado. En concreto, aparecen en el contexto de la
erosión del monopolio de la violencia legítima. Dicho monopolio sufre una erosión por arriba y por
abajo. Por arriba, lo erosiona la transnacionalización de las fuerzas militares, las alianzas militares,
la producción y el comercio internacional de armas, diversas formas de cooperación e intercambio
militar, los acuerdos de control de armamento.
Por abajo, el monopolio de la violencia organizada sufre la erosión de la privatización.
Se puede establecer un contraste entre las nuevas guerras y las de otros tiempos en lo que
respecta a sus objetivos, sus métodos de lucha y sus modos de financiación. Los objetivos de las
nuevas guerras están relacionados con la política de identidades, a diferencia de los objetivos
geopolíticos o ideológicos de las guerras anteriores.
Al decir política de identidades, me refiero a la reivindicación del poder basada en una
identidad concreta, sea nacional, de clan, religiosa o lingüística.
Hay dos aspectos de la nueva oleada de política de identidades que están específicamente
relacionados con el proceso de globalización. En primer lugar, la nueva oleada de política de
identidades es, a la vez, local y mundial. En segundo lugar, esta política utiliza la nueva tecnología.
La velocidad de movilización política es mucho mayor debido al uso de los medios electrónicos.
La segunda característica de las nuevas guerras es que ha cambiado el modo de combatir.
Las nuevas estrategias bélicas aprovechan la experiencia tanto de la guerrilla como de la lucha
contrarrevolucionaria, pero son muy peculiares. En la guerra convencional o regular, el objetivo es
la captura del territorio por medios militares. La guerra de guerrillas se desarrolló como forma de
sortear las grandes concentraciones de fuerza militar que caracterizan a la guerra convencional. En
ella, el territorio se captura mediante el control político de la población. También la nueva guerra
intenta evitar el combate y hacerse con el territorio a través del control político de la población. El
objetivo es controlar la población deshaciéndose de cualquiera que tenga una identidad distinta. Por
eso, el objetivo estratégico de estas guerras es expulsar a la población mediante diversos métodos,
como las matanzas masivas, los reasentamientos forzosos y una serie de técnicas políticas,
psicológicas y económicas de intimidación. Esa es la razón de que en todas estas guerras haya
habido un aumento espectacular del número de refugiados y personas desplazadas, y de que la
mayor parte de la violencia esté dirigida contra civiles.

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En contraste con las unidades jerárquicas verticales que caracterizaban a las "viejas guerras",
las unidades que libran las guerras actuales comprenden una enorme variedad de grupos:
paramilitares, caudillos locales, bandas criminales, etc.
El tercer aspecto es que la nueva economía de guerra globalizada es casi exactamente lo
contrario de las economías bélicas de las dos guerras mundiales. Aquellas eran centralizadas,
totalizadoras y autárquicas. Las nuevas economías de guerra están descentralizadas. La producción
interior disminuye de forma drástica debido a la competencia global, la destrucción física o las
interrupciones del comercio normal, como ocurre con los ingresos fiscales. Las unidades de
combate se financian mediante el saqueo y el mercado negro o gracias a la ayuda exterior. Todas
estas fuentes solo pueden mantenerse a través de la violencia permanente.
No hay ninguna solución posible a largo plazo dentro de la política de identidades. Y dado
que se trata de conflictos con amplias ramificaciones sociales y económicas, los métodos impuestos
desde arriba tienen todas las probabilidades de fracasar. La persistencia de mandatos heredados y la
tendencia a interpretar estas guerras en términos tradicionales eran la principal razón por la que la
intervención humanitaria no sólo no ha sido capaz de impedir las guerras sino que, tal vez, ha
ayudado activamente a mantenerlas de diversas formas.
La clave de cualquier solución a largo plazo es restaurar la legitimidad, devolver el control
sobre la violencia organizada a las autoridades públicas, sean locales, nacionales o internacionales.
Aunque las nuevas guerras están concentradas en África, Europa del Este y Asia, son un
fenómeno global. Las características de las nuevas guerras que he descrito también se dan en
Norteamérica y Europa occidental (p. ej. las milicias de extrema derecha).
Epílogo
Es cada vez más importante reflexionar sobre las repercusiones de la crisis de Kósovo a la
hora de comprender este tipo de guerra y las reacciones internacionales.
Se recibió con la calificación de ser la primera guerra por los derechos humanos. El objetivo
declarado representaba una novedad y un precedente importante.
No obstante, los métodos estuvieron mucho más cercanos a una concepción tradicional de la
guerra y tuvieron poco que ver con ese objetivo. En la práctica, se libraron dos guerras al mismo
tiempo. Primero, estuvo la guerra de Milosevic contra los albanokosovares. Era un ejemplo
arquetípico de la "nueva guerra". Segundo, estuvo la "guerra espectáculo" de la OTAN, un tipo de
guerra cuya historia puede trazarse a través del conflicto imaginario de la era de la guerra fría.
La "nueva guerra" en Kósovo
En primer lugar, fue una guerra librada en nombre del "nuevo nacionalismo". La población
albanesa está claramente diferenciada de los serbios, desde el punto de vista tanto lingüístico como
étnico. Además, en el siglo XX ha habido violencia y hostilidad entre ambas poblaciones. Durante

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todo el periodo de posguerra hubo tensiones entre ambos grupos. De todas formas, la situación no
estaba tan clara. Hubo periodos de cooperación religiosa e incluso sincretismo junto a otras épocas
de conflicto.
El origen de la crisis actual debe remontarse al auge del nuevo nacionalismo en Yugoslavia.
El crecimiento del sentimiento nacionalista entre los albanokosovares durante los años
ochenta y noventa tenía también ciertos elementos nuevos. Especialmente importante fue el papel
de los expatriados.
Asimismo puede decirse que el movimiento albanés reflejaba ciertos elementos nuevos de
civismo. Bajo la dirección de Ibrahim Rugova, los albanokosovares declararon la independencia y
organizaron su propio sistema paralelo de servicios públicos, incluida la educación dentro de
Kósovo. Adoptaron una estrategia no violenta.
En segundo lugar, los métodos de la nueva guerra representaron el perfeccionamiento de las
técnicas desarrolladas en Croacia y Bosnia, la estrategia de controlar el territorio mediante el
desplazamiento de la población. La violencia se dirigió principalmente contra los civiles. La
limpieza étnica se desarrolló con arreglo a una pauta sistemática y organizada. La realizó una
combinación de fuerzas regulares y grupos paramilitares a los que se añadieron criminales puestos
en libertad para dicho propósito.
El conflicto de Kósovo fue también un ejemplo característico de nueva economía de guerra.
Kósovo siempre fue una de las regiones más pobres de Yugoslavia. Cuando le arrebataron la
autonomía, la economía formal se deterioró a toda velocidad.
La "guerra espectáculo" de la OTAN
No obstante, el método escogido para evitar la guerra fue la diplomacia respaldada por la
amenaza de ataques aéreos.
Los ataques aéreos se llevaron a cabo. Pero, sobre todo, se llevaron adelante porque los
líderes occidentales pensaron que daría peor impresión no hacer nada.
A la hora de la verdad, sin embargo, la utilidad de los ataques aéreos fue muy dudosa. No
pareció que se hiciera mucho daño a la máquina militar yugoslava: hacía 50 años que el ejército
yugoslavo se entrenaba para hacer frente a un enemigo superior. Los ataques no sirvieron para
evitar las acciones contra civiles albanokosovares.
Tuvieron más éxito con los objetivos civiles (carreteras, puentes, etc.). Los "daños
colaterales" supusieron la muerte de 1400 personas.
Se destruyeron emplazamientos históricos. Se destruyó una emisora de televisión, y los
periodistas que estaban en ella murieron. Y se atacó a objetivos en Montenegro, cuyo gobierno se
había negado a participar en la guerra de Kósovo.
Desde el punto de vista político, este tipo de bombardeo fue contraproducente.

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Al final, Milosevic capituló y aceptó las exigencias de la OTAN. Al parecer, los factores
cruciales fueron la destrucción de las infraestructuras civiles, la pérdida de apoyo en parte del
círculo más cercano a Milosevic y, sobre todo, la intervención de los rusos, que dejaron claro que no
podían seguir respaldando la postura yugoslava.
La rendición de Milosevic permitió que los refugiados regresaran a Kósovo. Pero el trauma
de la limpieza étnica no puede hacerse desaparecer. La incapacidad de evitar la limpieza étnica y el
vacío creado tras la retirada de los serbios ha fortalecido enormemente la situación del Ejército de
Liberación de Kosovo. En vez de conservar los valores multiculturales, la OTAN está protegiendo
un enclave albanés étnicamente homogéneo.
 PETRAS, James y VIEUX, Steve. “Bosnia y la hegemonía de los Estados Unidos”
en New Left Review N° 0, Madrid, Akal, 2000.
El artículo de James Petras y Steve Vieux sostiene que los Estados Unidos, en el intento
defender su liderazgo, minaron una y otra vez las tentativas de asegurar un acuerdo en Bosnia
negociado por mediadores europeos o representantes de las Naciones Unidas. Tan solo después de
agosto de 1995, Washington decidió conceder su apoyo al acuerdo de paz que sancionaba tanto la
«limpieza étnica» de croatas y serbios, como la concesión a los bosnios únicamente de lo que ya se
les había concedido previamente. Entre tanto, esta estrategia ha costado la vida a miles de personas.
Desde la Segunda Guerra Mundial, la principal preocupación de los creadores de la política
estadounidense, tanto demócratas como republicanos, ha sido el liderazgo mundial. De este modo
los necesarios y posibles asuntos nacionales han quedado subordinados al objetivo principal de
construir y mantener la hegemonía estadounidense sobre los aliados. Surgieron varios acuerdos y
organizaciones, se crearon instituciones militares, económicas y culturales con el propósito de
consolidar la ventaja estratégica de la que disfrutaba Washington.
El comercio y las corporaciones multinacionales estadounidense han florecido bajo el
cobijo de la hegemonía política y militar. La principal preocupación de Washington tras la SGM
consistía en derrotar a los movimientos comunistas o nacionalistas revolucionarios. La formación
de alianzas regionales era un elemento central de la estrategia estadounidense. Por consiguiente la
Alianza Atlántica estaba al servicio de una multiplicidad de propósitos que sobrepasaban su
función de seguridad inicial. El final de la Guerra Fría, la victoria de occidente y el colapso de los
regímenes comunistas y el colapso de los regímenes comunistas puso en tela de juicio las premisas
de seguridad originales sobre las que había sido fundada la OTAN. En 1990 parecía que la OTAN
estaba en vías de extinción.
La inversión de esta tendencia tomo cuerpo de forma insospechada en una nación marginal
de un E multiétnico. La desintegración de la Confederación Yugoslava y la consiguiente aparición
de mini E étnicos beligerantes fueron el escenario de la revitalización de la OTAN y del

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resurgimiento de la hegemonía de EEUU en Europa. Los EEUU bloquearon las iniciativas europeas
a fin de salvaguardar su liderazgo político.
La OTAN, la Guerra Fría y la hegemonía de los EEUU
Desde sus comienzos, la OTAN fue diseñada para permitir que la configuración del diseño
político y económico europeo se adecuara al proyecto más amplio de las ambiciones EEUU. La
OTAN aseguraba la permanencia de las bases militares estadounidense en Europa y la presencia
militar.
Hoy en día, Europa es el mayor mercado para los productores estadounidenses. Las filiares
de las multinacionales de EEUU producen más mercancías y servicios y obtiene más beneficios en
Europa que en cualquier lado.
Hacia finales de la década del 70 y principios de los 80, Europa en general y Alemania en
particular estaban compitiendo con éxito con los EEUU en los mercados mundiales. No pasó mucho
tiempo antes de que la idea de un sistema de seguridad puramente europeo surgiera disfrazada de
diferentes maneras. Los europeos aseguraron a Washington que la OTAN era crucial para la
seguridad europea, Washington animo a Europa a que asumiera más responsabilidad sobre su propia
defensa. Los encargados del diseño de la política estadounidense se vieron envueltos en un nudo
retorico en el que públicamente apoyaban el sistema europeo de defensas mientras que en privado
trataban de subordinar o militar su papel al de la OTAN.
Alemania se encargó de empujar a la CE (Comunidad Europea) hacia formas de integración
más elevadas. El colapso de la URSS estimulo una carrera en la que Europa y EEUU competían por
hacerse con el mayor pedazo del pastel económico.
Esta evolución se vio cristalizada en 1990, coyuntura y periodo de especial importancia
política, ya que la cooperación europea se estaba expandiendo hacia una integración política y
económica mucho más profunda.
Evidentemente, la Conferencia sobre la Unión Política Yugoslavia como un desafío y como
una oportunidad para demostrar la capacidad de la Comunidad para diseñar y llevar a cabo una
política exterior común y hasta una política de seguridad común.
Las concepciones estadounidenses de la integración europea
Entre las elites políticas estadounidenses han surgido tres posiciones frente las relaciones
entre la Comunidad Europea y los Estados Unidos. La opinión tradicional argumenta que la
cooperación europea es provechosa para Estados Unidos y pretende fomentarla y defenderla. Una
segunda postura sostiene que la Comunidad Europea debería asumir una mayor cuota de las cargas
militares para que la contribución de Estados Unidos pueda ser menor. Una tercera y escéptica
oposición argumenta que la cooperación de la Comunidad Europea probablemente resultará
desfavorable para Estados Unidos, que tiene que defender atentamente sus intereses internacionales

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ante este proceso y deberían romper el consenso de la comunidad si ese consenso amenaza los
intereses propios en Estados Unidos. El punto de vista escéptico se ha estado extendiendo desde la
caída de la Unión Soviética.
Aparte de la agricultura, la competencia potencial con el dólar de la nueva moneda europea
que se vislumbró en Maastricht constituye un ámbito de rivalidad fundamental. Una operación más
estrecha entre los mercados europeos y el surgimiento de la moneda europea puede hacer que los
europeos sean menos vulnerables a la manipulación del tipo de cambio.
El Departamento de Estado y de Defensa estadounidenses se han opuesto tajantemente a dar
voz al Consejo Europeo en decisiones de seguridad. Los Estados Unidos dejaron también claro su
irritación ante el eurocorps. Pero pesar de todos los reaseguros de los europeos, algunos llegaron a
la conclusión de que ningún tipo de coordinación militar entre países de la comunidad europea era
aceptable para los Estados Unidos.
La OTAN en busca de una justificación
Después de 1989, los planificadores estratégicos de alto nivel de los Estados Unidos se
enfrentaban a un serio desafío: cómo mantener la supremacía global de los Estados Unidos a falta
de un enemigo externo que justificasen la subordinación europea a la OTAN. En febrero de 1992 se
creó el documento llamado Defense Guidance Planning. Las DGP consideraban que la
desintegración de la Unión Soviética y de su imperio en Europa del Este, junto con la victoria
militar sobre Irak, representaban una oportunidad única para la construcción de un imperio. Estas
"victorias" creaban un "nuevo entorno internacional" reafirmaban el "liderazgo global de los
Estados Unidos" e "integraban" a los aliados competitivos, como Alemania y Japón, en un sistema
de "seguridad colectiva" bajo dominio estadounidense. Sin embargo, los encargados del diseño de la
política estadounidense actuaban sometidos a una fuerte oposición interna: una persistente mayoría
de la opinión pública nacional se ponía proporcionar apoyo militar y financiero para sostener el
globalismo de Washington. La creciente preocupación por los asuntos nacionales se puso de
manifiesto en un encuesta de 1995 en la que el 86% de la población afirmaba que "preocuparse por
problemas internos era más importante que proporcione ayuda a países extranjeros".
Para justificar las acciones militares Washington involucró con éxito a los medios de
comunicación para que proporcionasen cobertura moral y utilizar la indignación selectiva ante
determinados crímenes de guerra para perpetrar otros. Washington pretendía demostrar que su poder
militar era indispensable para la "resolución" de conflictos regionales. Con este fin planeó y
financió tres intervenciones militares: en el Golfo, en Somalia y en Bosnia.

La guerra del Golfo y la intervención en Somalia

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El hecho más significativo de la guerra del Golfo, desde la perspectiva estratégica de
Washington, no fue la derrota de Irak, sino la construcción de una alianza militar bajo de la
dirección de los Estados Unidos. Poco después, la formidable alianza de guerra empezó a
desintegrarse, ya qué Japón, Alemania incluso los países de Oriente Medio empezaron a actuar con
arreglos a sus propios intereses. El triunfo había sido construido sobre acontecimientos coyunturales
que dejaban abierta la cuestión de la permanencia de la hegemonía estadounidense en Europa y el
resto del mundo.
Posteriormente, la administración Bush, se entregó a la empresa de moldear la opinión
pública para que apoyara la intervención estadounidense en Somalia. Las palabras clave en este
caso fueron "hambre" y "guerras tribales" o de "clanes". Una vez más una "misión humanitaria
pacífica" con helicópteros de combate y vehículos blindados de transporte de tropas involucró a las
fuerzas armadas estadounidenses en el combate directo. Con el creciente número de bajas militares
estadounidenses, el apoyo de la opinión pública y el congreso se evaporo.
Una vez más, el esfuerzo por proyectar el poder estadounidense acabo un fracaso. El hecho
de que los Estados Unidos perdieran la capacidad de ejercer un papel de policía global preparó el
terreno para aquellos políticos de Europa occidental se decidieran a establecer su propio "liderazgo
regional" con el fin intervenir política y militarmente.
La partición de Yugoslavia: la iniciativa europea
De todas las mentiras que rodeó el desastre de la ex república de Yugoslavia, nada es más
obsceno que la idea de que la partición fue resultado de "odios seculares" y disputas "ancestrales"
en una región balcánica violenta y volátil. Se trataba de una mentira conveniente que ocultaba tres
hechos básicos.
En primer lugar, estos pueblos "llenos de odio" habían vivido y trabajado juntos de manera
pacífica durante casi medio siglo.
En segundo lugar, el papel central que desempeñó occidente, y en particular las instituciones
crediticias internacionales a la hora de generar las condiciones sociales y económicas previas para
un futuro conflicto étnico explosivo. Las medidas de austeridad contribuyeron a la guerra de los
Balcanes entre sentidos. En primer lugar, la política del FMI exacerbó las rivalidades. En segundo
lugar, las medidas de austeridad aumentaron la inflamabilidad de las relaciones sociales a lo largo y
ancho de Yugoslavia. Por último, las medias mismas generaron un extracto de juventud
desempleada, enfadada y frustrada, en edad de guerrear.
Yugoslavia acumuló deudas considerables en la década de 1970 al intentar enfrentar las
consecuencias económicas de la subida del precio del petróleo y la decadencia de los mercados
occidentales para sus productos manufacturados. Durante la década de 1980 se aplicó de forma
intermitente un programa de estabilización dirigido por el FMI.

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Los subsidios alimenticios desaparecieron en 1982. En 1983, los precios de la gasolina, el
gasoil de calefacción, la comida y el transporte aumentaron un tercio. El gobierno congeló la
inversión en infraestructura y servicios sociales. El desempleo ascendió al 14% en forma medio.
Durante los primeros nueve meses de 1990 600.000 trabajadores, de una fuerza de trabajo de 2,7
millones, habían sido despedidos.
La miseria de la estabilización dejó grandes masas de ciudadanos disponibles para la
movilización política. Cuando empezó la guerra, los jóvenes y los desempleados contribuyeron
significativamente a incrementar el contingente de soldados de las partes beligerantes.
El FMI no sólo dirigió las reformas económicas, intenta también incentivar reformas
políticas institucionales. La toma de decisiones federales debía ser reforzada a expensas del viejo
estilo desde una política de consenso entre los representantes la República. La tendencia de la
política del FMI consistía en erosionar la compleja "acción de equilibrio" del periodo de Tito, que
había intentado reducir las desigualdades entre repúblicas y pueblos.
El tercer hecho oscurecido por la tesis del odio étnico es que los conflictos internos y las
particiones territoriales fueron fomentadas e impulsadas en gran medida por políticos europeo-
occidentales y estadounidenses.
Las ambiciones alemanas
La partición de Yugoslavia entre el mismo modelo de disolución de unidades mayores y
coherentes en otras menores en las que los gobiernos locales pueden ser convertidos con mayor
facilidad en regímenes clientes. A Washington le gustaba la idea de un Estado unificado, estable.
Este tipo de estado residía en la existencia de la autoridad central responsable del pago de deudas
internacionales pendientes, pero se presentaron dos problemas. Las ambiciones regionales alemanas
y expropiaciones hegemónicas serbias.
Alemania obligó a la comunidad europea a seguir sus pasos en el reconocimiento de la
independencia de Croacia y Eslovenia. Ambos países eran vistos como parte de la esfera de
influencia de la Nueva Alemania. Al mismo tiempo, los serbios pretendían establecer un gobierno
hegemónico sacándole luz la promoción del destino de las minorías serbias. Los europeas
reconocieron Croacia sin proporcionar ninguna garantía a los serbios que allí vivían, con eso
entregaron los extremistas y a los chovinistas serbios una poderosa arma de movilización.
Yugoslavia se transformó en una región de entidades étnicas beligerantes que ocupaban el mismo
territorio y dependían de patronos externos.
La Guerra arrasó con todas las "minorías" que residían en los territorios conquistados por las
"mayorías", aunque sin lugar a dudas los bosnios musulmanes fueron los más perjudicados. El
gobierno serbio participó activamente en la distribución de armas, el enfrentamiento y el suministro

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de apoyo logístico y artillería al ejército serbo-bosnio. En la guerra se dieron acciones que cumplían
los criterios establecidos en la Convención sobre Genocidio.
Cómo los Estados Unidos poseían la mejor maquinaria propagandística escala mundial para
dar publicidad a las víctimas que eran sus clientes, fueron capaces de provocar una indignación
moral selectiva. El calvario de los musulmanes fue un componente crucial de la historia, pero no
constituye toda la verdad. Por tanto, los informes de los medio comunicación polarizaron la fuerza
beligerantes entre el agresor serbio y todas las demás fuerzas, un guión que ignoraba los episodios
de cooperación entre Serbia y Croacia para el desmembramiento planificado de Bosnia-
Herzegovina. La existencia de estas discusiones y planificaciones era incompatible con la versión
de los hechos del gobierno estadounidense, que condenaba exclusivamente a los serbios.
La indignación selectiva
La elección de Franco Tudjman en Croacia en 1990 estuvo marcada por una virulenta
campaña antiserbia y por inquietantes picos de antisemitismo. Civiles serbios inocentes fueron
asesinados por fuerzas gubernamentales en muchos pueblos y ciudades de Croacia, y decenas de
miles de serbios fueron expulsados sus hogares. En la primavera de 1993 estalló la guerra entre
musulmanes y croatas en Bosnia. Los soldados croatas asesinaron a cientos de civiles musulmanes
en abril de 1993 en Ahmici y el octubre de 1924 en Stupni Do. El principio de "limpieza étnica" en
el que se vio involucrado el mayor número refugiados de la historia de la guerra fue llevado cabo
por el ejército croata en unos pocos días en 1925. Más de 150.000 serbios fueron puestos a la fuga.
Las fuerzas militares leales al gobierno bosnio también cometieron crímenes y excesos, aunque no
en la escala en la que lo han hecho las fuerzas serbias y croatas.
Dentro este matadero, la única preocupación moral de los medios de comunicación en las
atrocidades cometidas por los serbios contra los bosnios musulmanes. Una vez más los medios de
comunicación convencieron a los comentaristas liberales y progresistas de que la intervención
estadounidense era necesaria por sus elevados fines morales.
La propaganda y los intelectuales
La mayor parte de los intelectuales estadounidenses se rindieron ante una campaña de
propaganda tan dura que, en ocasiones identificaba a los detenidos serbios en los campos o a los
niños serbios muertos simplemente con musulmanes. Todo esto culminó en indiferencia de los
medios ante la limpieza étnica de Krajina en 1995. Este tema se hizo aún más "delicado" tras la
desintegración del Nuevo Orden Mundial de Bush, donde se produjo una oposición sólida y
duradera, tanto la opinión pública como el Congreso, a la intervención militar estadounidense en
Bosnia.

La independencia europea: la prueba Bosnia

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Los europeos occidentales bajo el mando de franceses e ingleses intentaron imponer un
acuerdo que tuviera en cuenta la existencia de fragmentos territoriales que eran el resultado de las
guerras étnicas. Sin embargo, había mucho más en juego que la media instauración de la paz o de
las nuevas áreas de influencia en Europa central. La cuestión estratégica era en qué medida las
potencias europeas serían capaces de establecer su propio "sistema de seguridad". Las iniciativas de
paz en la antigua Yugoslavia comenzaron con la iniciativa de Lisboa, en febrero de 1992. El plan
había dividido Bosnia entre regiones dominadas por grupos étnicos separados. La opción defendida
por los Estados Unidos de reconocer Bosnia-Herzegovina surgió como alternativa al acuerdo de
Lisboa. Finalmente, los Estados Unidos se impusieron y en abril de 1992 y los europeos secundaron
a Washington.
A comienzos 1993 los europeos formularon el Plan Vance Owen. Este plan recomendaban la
división de Bosnia -Herzegovina en 10 provincias: croatas, musulmanes y serbios tendrían cada uno
mayorías en tres de ellas. Este plan era realista porque después de todas las matanzas étnicas
fomentadas por las luchas de poder europeas y estadounidenses, era imposible imaginar la vuelta a
la sociedad multicultural y multiétnica que había existido durante 50 años bajo el régimen
comunista de Tito.
El socavamiento del plan Vance-Owen
Los croatas aceptaron rápidamente la total del contenido del plan. El líder musulmán
Izetbegovic aceptó la organización política y los planes militares propuestos, pero rechazó el mapa
de una manera que Owen describió como "posición totalmente innegociable". Casi inmediatamente,
la administración Clinton comenzó a socavar las expectativas del plan. Lo más significativo es que
los Estados Unidos repitieron la objeción principal de los musulmanes al acuerdo señalada por
Owen: el mapa era inaceptable. Según los Estados Unidos, el plan ratificaba las conquistas serbias
conseguidas mediante limpieza étnica.
Owens señaló "no conseguimos que los musulmanes acepten el mapa. La culpa de eso la
tienen principalmente los estadounidenses, porque los musulmanes no cederán mientras piensen que
Washington puede intervenir por ellos cualquier día de estos".
Las posiciones como esta y las menciones al levantamiento del embargo de armas socavaron
las negociaciones y provocaron una crisis. Clinton insistió del principio en que no impondría una
solución ni apoyaría ninguna imposición sobre las partes involucradas. Las consecuencias de la
política de Estados Unidos quedaron manifiestas en el destino del plan.
Lugo de la fase final de este plan surgió nuevo en el verano de 1923. Los Estados Unidos
adoptará la misma posición y además Clinton insistió en el cumplimiento de numerosos requisitos
ante que las tropas estadounidenses se vieran implicadas, incluyendo un notable control de la
OTAN.

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El Grupo de Contacto
Una iniciativa de paz final que fue saboteada por los Estados Unidos durante este período
fue la negociación del Grupo de Contacto, organizada por los Estados Unidos, Rusia, Francia, Gran
Bretaña y Alemania. A tenor de este plan, una federación musulmana -croata recibía el 51% del
territorio bosnio y los serbios el 49%. Los serbios -bosnios lo rechazaron. El avance del Grupo de
Contacto en sus esfuerzos por ayudar a los serbios -bosnios fue interrumpido por los bosnios
musulmanes y por los Estados Unidos. Los musulmanes lanzaron una ofensiva en tres frentes y los
Estados Unidos persuadieron a la Asamblea General de las Naciones Unidas para que presionara el
Consejo de Seguridad para que levantara el embargo de armas en Bosnia. Los estados miembros
fueron instados a "cooperar". Estas acciones por parte de los Estados Unidos y los musulmanes
contribuyeron a enterrar el trabajo del Grupo de Contacto.
La política de los Estados Unidos llevó a los bosnios musulmanes a creer que resistiéndose a
la política europea conseguirían el apoyo estadounidense para mejorar su posición. Sólo
consiguieron lo suficiente para mantener la guerra en marcha, pero no para ganar, lo cual venía muy
bien Estados Unidos. Más bosnios muertos significaban mayor publicidad favorable para
Washington, un mayor descrédito moral para Europa y una mayor demanda de la intervención de
los Estados Unidos.
El acuerdo de Dayton: el "liderazgo" estadounidense en acción
El acuerdo de Payton era de partición: a excepción de Sarajevo, los musulmanes apenas
consiguieron nada en lo que se refiere a un verdadero control sobre poblaciones y regiones croatas o
serbias. Probablemente, la piedra angular del acuerdo fue impacto privado elaborado entre
Milosevic y Tudjam. Después del largo período de intransigencia de los musulmanes bosnios,
inspirado por los Estados Unidos, aquellos acabaron aceptando un acuerdo respaldado por estos.
Estos fueron los logros de diplomacia estadounidense, un acuerdo que recalificaba la limpieza
étnica escala nunca prevista en anteriores planes. Los europeos fueron totalmente excluidos de las
negociaciones del Dayton.
Después de que Washington dijera a los musulmanes que esto era lo que podían conseguir y
que si no lo aceptaban no tendrían más apoyo, los musulmanes firmaron. El elemento crucial fue la
sustitución del acuerdo seguridad dirigido por los europeos, por el mando de la OTAN y los Estados
Unidos. Una vez roto el liderazgo europeo en la región, se mostró con poca compasión por los
musulmanes. Repentinamente, se reconoció que la minería serbia, entonces estigmatizada como
criminal de guerra, tenía algunos temores legítimos. Washington empezó imponer su control sobre
sus clientes bosnio-musulmanes. El corolario fue el miserable fracaso del esfuerzo europeo por
crear un sistema de seguridad independiente.
El retorno de la OTAN

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Los estados unidos volvieron al centro de la escena, a través de la reafirmación de la
supremacía de la OTAN y al mando de la poderosa fuerza de ocupación de 60.000 hombres estaba
compuesta principalmente por esa fuerza.
Conclusión
La reafirmación de la influencia estadounidense en Europa a través de Bosnia es precaria
porque una importante mayoría de los ciudadanos estadounidenses está cansada de sacrificar las
prioridades nacionales en nombre de un liderazgo global. Para muchos intelectuales progresistas, la
campaña publicitaria de los Estados Unidos en torno a la guerra de los Balcanes destruyó el viejo
tabú, que se remontaba al movimiento antibélico de la Guerra del Vietnam, contra las
intervenciones estadounidenses en el extranjero.
Los motivos imperialistas que se escondía entre la retórica justiciera del gobierno
estadounidense fueron olvidados. Pero lo más importante es que se ignoró el papel que desempeñó
occidente en la génesis de la guerra, dirigido por un FMI y un Banco Mundial dominados por los
Estados Unidos. Exactamente igual que las guerras del Golfo y de Somalia fueron inauguradas con
pomposos pronunciamientos y acabaron sin gloria, Bosnia entrará en los libros de historia como un
nuevo intento fallido de los Estados Unidos de reformar sus pretensiones de liderazgo mundial. Es
terrible que se haya invertido la vida de tantos musulmanes bosnios, serbios y croatas para redactar
esta nota a pie de página de la historia posterior a la guerra fría.
 MEISNER, Maurice. La China de Mao y después. Una historia de la República
Popular, Córdoba, Comunicarte, 2007.
Cap. 25 “El fin del reinado de Deng Xiaoping: China en los años noventa”.
Luego de la masacre de Beijing del 3 y 4 de junio 1989, se predijo que China debería pagar
por los brutales actos políticos de sus dirigentes y el precio sería estancamiento económico. Algunos
occidentales proclamaban que el triunfo del "mercado libre" era la culminación del progreso
humano y que el capitalismo y la democracia liberal marchaban de acuerdo. Que Deng Xiaoping
fuera el dirigente chino más importante de "la línea dura", líder de la represión, y la vez fuera el
más ardiente promotor del capitalismo chino, era una aparente contradicción que fue
convenientemente ignorada. Deng no veía incongruencia y juro que las políticas de reestructuración
de mercado y las "puertas abiertas" al mercado capitalista mundial no serían abandonadas luego de
la condena internacional. Además, aseguró, que los intereses de la nación, el partido y el bienestar
social serían bien servidos por igual acelerando el desarrollo capitalista.
No obstante, los años que siguieron a Tiananmen fueron un periodo de represión política.
Miles de cuadros del partido, que habían apoyado el Movimiento por la Democracia, fueron
expulsados o degradados. Con todo, justo en este período de dura represión política a comienzos de
los años 90, China obtuvo sus logros económicos más espectaculares. En 1989 China sufrió severas

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dificultades económicas durante la fase de "crisis" el ciclo económico capitalista típico, soportando
una penosa combinación de inflación y recesión. Ambas habían contribuido al movimiento
estudiantil de 1989. Sin embargo, con las presiones inflacionarias calmándose en 1990 se reinició
crecimiento. En 1991, el PBI de China aumentó el 7,5%.
La "gira por el sur"
A comienzos de 1992, Deng Xiaping ya no ocupaba ningún cargo formal en el partido. Con
todo, permaneció políticamente predominante y su nuevo protegido era Jiang Zemin. Pero Deng
permaneció como "líder supremo" informa similar a Mao y comenzó a cernirse sobre el aparato del
partido. Su intervención más dramática fue la llamada "gira por el sur".
El 18 enero de 1992 se embarcó en un viaje de cinco semanas a través de la China del Sur.
Así exhortó funcionarios locales a acelerar el desarrollo económico y a "profundizar" la
restructuración orientada hacia el mercado. Aquellos que temían que la mayor mercantilización
resultara en una China completamente capitalista, les seguro que el Estado comunista garantizaba
que el desarrollo económico, por el medio que fuese, en última instancia tendría un resultado
socialista. "El poder político está en nuestras manos" dijo.
También Deng buscaba eliminar a sus dirigentes opuestos o que no le respondían. Así
proclamó que el principal peligro era el izquierdismo, ampliamente definido como una falta de
suficiente entusiasmo por la reestructuración capitalista. El principal portavoz de estos últimos era
Chen Yun, cuya capitulación ideológica en la primavera de 1992 marcó la definitiva victoria de los
partidarios de Deng.
En mayo de 1992 se continuó un rápido movimiento hacia una economía más
completamente capitalista. Se les permitió a las empresas estatales un amplio grado de autonomía,
inaugurando un complejo y prolongado proceso de semiprivatización al emitir acciones que eran
negociadas en bolsas establecidas recientemente en Shangai y Shenzhen. Estas medidas se
combinan para hacer estallar un boom económico sin precedentes en la historia china que llevó a
que su PBI aumentará 12% en 1992,14% en 1993 y 12 por ciento nuevamente en 1994. Para medio
de los 90, ya se había alcanzado el objetivo antaño aparentemente utópico de cuadruplicar el tamaño
de la economía china durante el periodo de 20 años de 1980 al 2000.
Éstas políticas fueron celebradas en el catorceavo congreso en Beijing. Éste ratificó la
adopción virtualmente ilimitada de métodos capitalistas que fueron oficialmente llamadas un
"sistema económico de mercado socialista". Una victoria política más fue la renovación total del
personal de los órganos centrales del partido ahora totalmente dominados por la facción de Deng. El
catorceavo congreso, entonces, progreso hacia la "reforma política" que significaba simplemente la
racionalización tecnocrática del gobierno burocrático. La gira por el sur tuvo el efecto de borrar el

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epíteto de brutal dictador comunista que se había ganado luego de la represión y ser rehabilitado
como un "iluminado reformista del mercado".
El reinicio rápido crecimiento trajo consecuencias familiares. El primer efecto fue la
inflación del orden del 25%. Esta se combinó con la corrupción oficial y la especulación con
acciones y bienes inmobiliarios, que sumada la pérdida de controles económicos, infligió
penalidades a la mayoría de la población trabajadora. Para lidiar con esta situación se convocó a
Zhu Rongji que fue nombrado presidente del banco popular de China. Emulando los bancos
centrales de los países occidentales, se impuso un programa de austeridad que se basaba en
restricciones fiscales y monetarias para bajar la inflación, bajando la tasa de crecimiento. Esto tuvo
la resistencia del máximo líder, pero permaneció lo suficiente para que la política fiscal ajustada
redujeran las tasas inflacionarias y no parar el crecimiento.
En 1994 dengue hizo su última aparición pública y falleció el 19 febrero de 1997 a los 92
años. El quizás sea el último de los viejos revolucionarios chinos, que podía reclamar pertenecer a
la generación de intelectuales revolucionarios del 4 de mayo. Después de 1949, estuvo entre la
media docena de dirigentes del grupo gobernante maoísta, al menos hasta que fuera temporalmente
derribado por la revolución cultural. Sin embargo, será mejor recordado como el padre el
capitalismo chino.
Su prolongada agonía le permitió su sucesor, Jiang Zemin, consolidar su poder y el del
grupo gobernante posterior. Éste mantuvo los elementos esenciales de las políticas de Deng: rápido
crecimiento económico, restructuración capitalista y la preservación de la dictadura del partido
leninista. La propuesta económica más audaz del nuevo líder, fue un paso completamente lógico. Se
convocó a la parcial privatización del sector industrial estatal. Las fábricas de propiedad estatal y las
empresas relacionadas, que todavía contaban con más de 40% de la producción industrial en 1997 y
empleaban más de 120 millones de trabajadores, eran por supuesto esenciales para el
funcionamiento de la economía. Los esfuerzos para la "reforma" del sector estatal han estado en
curso por más de una década, combinados con los ataques ideológicos contra el "tazón de arroz de
hierro", el sistema de mantenimiento del trabajo y un beneficio de bienestar social de por vida. Los
dirigentes del partido eran reacios a enfrentar los problemas del sector estatal, en parte porque
temían el abandono de la propiedad del gobierno pudiera ser interpretado como un abandono del
socialismo.
En la primavera de 1997, comenzando con una andada contra el pensamiento "fosilizado" de
los "izquierdistas", el Secretario General estableció su plan para la reforma las empresas estatales.
El Estado retendría la propiedad de una cantidad de industrias claves relacionadas con la defensa y
alta tecnología, así como el comercio de grano, la mayoría las empresas serían privatizadas o, al
menos, parcialmente desnacionalizadas. Además, el término "propiedad estatal" fue redefinido

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libremente para que las empresas donde la parte del gobierno era sólo el 30% pudieran ser
clasificadas como "públicas".
La propuesta de privatización fue formalizada para ser adoptada en el quinceavo Congreso
del Partido Comunista chino, que se reunió en Beijing el 12 septiembre de 1997.
El quinceavo congreso
La tarea principal del primer Congreso del Partido Comunista de la época posterior a Deng
fue legitimar el liderazgo de sucesor. Esto se cumplió debidamente, sin debate y por el voto un
anime de los 2000 delegados. Así, Jiang Zemin surgió del congreso con su poder y prestigio muy
incrementados, habiendo demostrado que hay alguna sustancia en los elevados títulos que ha
acumulado, que lo hacen, simultáneamente, jefe del partido, jefe del Estado y dirigente de los
militares.
La tarea principal en cuanto las políticas fue aprobar el plan de privatizaciones las empresas
estatales. La aprobación del Congreso siguió sin debates o discusiones serias y, como era habitual,
por voto unánime. El entero tema de la privatización fue revestido con un disfraz ideológico,
poniéndose mucho énfasis en continuar con la "propiedad pública" bajo un "programa de fondos en
común" vagamente definido. Había mucha preocupación en el partido por la inquietud social y
política que podía resultar del desempleo masivo que seguramente sería consecuencia del
achicamiento del sector estatal, saquese reconoció que al menos un tercio de los más de 100
millones de trabajadores estatales eran excedentes.
La gran expansión de la propiedad privada de los medios de producción pronosticada por los
planes Yiang Zemin para la venta de las empresas estatales dio otro golpe a las pretensiones
socialistas del régimen de Beijing. Estas pretensiones, por largo tiempo frágiles y quizás espurias,
en primer lugar, habían descansado en gran medida en el predominio la propiedad pública de los
medios de producción. Para llenar el decreciente vacío ideológico, el régimen comunista había
estado dedicando enormes esfuerzos a promover el nacionalismo y esto fue intensificado con un
incremento del chovinismo que llego hacer virtualmente la única ideología del estado comunista
chino.
El nacionalismo, por supuesto, siempre ha sido una fuerza poderosa en el movimiento
comunista chino. Sin embargo, este triunfo definitivamente sobre los valores y aspiraciones
revolucionarias recién durante el reinado de Deng (1978 -1997). Un reflejo de este fenómeno se vio
en historiografía oficial, donde el viejo énfasis maoísta en la lucha de clases y las guerras
campesinas fue en gran medida abandonado a favor de la alabanza de los logros de los grandes
emperadores de la historia tradicional y de los grandes dirigentes nacionalistas modernizadores de
la historia moderna.
La recuperación de Hong Kong

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El nacionalismo comunista chino encontró su expresión más concreta en el retorno de Hong
Kong a la soberanía china el 1 julio de 1997, un acontecimiento que produjo una infusión de fervor
patriótico celebratorio. Para los chinos virtualmente todas las creencias, no había un símbolo más
potente de la humillación de China a manos de las potencias imperialistas extranjeras que la colonia
británica de Hong Kong.
Esta colonia tenía poco sentido previo la victoria comunista ya que, en realidad esta
prolongó la vida más allá de lo que habría tenido caso. La búsqueda de la "autoconfianza"
económica dejo en gran medida aislada del mundo durante el período revolucionario, por lo cual
hizo a Hong Kong, bajo dominio inglés, económicamente esencial para China como fuente de
moneda extranjera y como vínculo. Sin embargo, en la época post -maoísta, Hong Kong británico se
va ser económicamente superfluo tanto como políticamente anacrónico. El evento de la devolución
de Hong Kong a China fue parte de la buena fortuna política de Jiang Zemin ya que lo pudo
presidir.
Taiwán
El restablecimiento de la soberanía china sobre Hong Kong dejó Taiwán como la última
barrera significativa para la unificación nacional completa. Las clasificaciones más convencionales
de las nacionalidades en el mundo moderno dejan pocas dudas de que Taiwán es parte de la nación
china. Étnica, cultural y lingüísticamente, los habitantes de Taiwán son abrumadoramente chinos.
Salvo por una pequeña población aborigen.
En 1945, el gobierno de China era el régimen nacionalista de Chiang Kai-shek. La derrota
de Chiang en la Guerra civil con los comunistas finalizó con la huida a Taiwán de los restos del
ejército y la burocracia nacionalista: casi 2 millones de habitantes del continente que se
superpusieron sobre la población taiwanesa nativa de 10 millones. El régimen nacionalista en Taipei
reclamo ser el gobierno legítimo de toda China. Fue apoyado en su reclamo por los Estados Unidos.
Por supuesto, la legitimidad artificial del gobierno de Taiwán no pudo ser manteniendo
fluidamente. La completa normalización de las relaciones chino -estadounidenses en 1979 estuvo
acompañada por el reconocimiento por los Estados Unidos de la "posición china" de que hay una
sola china y que "Taiwán forma parte de China". El potencial de conflicto, en realidad de guerra, de
este acuerdo se revelaría en forma amenazadora casi dos décadas más tarde, en 1995. Después de la
muerte del líder nacionalista en 1975 y la muerte de su hijo y sucesor en 1988, las reformas
democráticas aceleraron la "Taiwanización" de la política de la ahora modernizada y prospera isla.
En realidad, el mismo partido nacionalista gobernante estuvo cada vez más dominado por
taiwaneses nativos y cuando el vicepresidente taiwanés sucedió a Chiang hijo como presidente la
República de China y presidente del partido nacionalista, esto ciclo se vio completamente
terminado.

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Como nuevo presidente Lee abandonó la política de una china y gradualmente intentó llevar
a Taiwán al estatus de estado -nación independiente. Esto se hizo en parte mejorando las relaciones
con el régimen comunista. Sin embargo, la campaña oculta de Lee por un Taiwán independiente
llegó a un penoso final. Y los peligros para la estabilidad se revelaron al mundo cuando él visitó los
Estados Unidos en junio de 1995.
La reacción de 25 ante la visita "privada" de Lee, un viaje que por supuesto fue muy público
y muy publicitado, fue bastante predecible. En julio y agosto de 1996, China dirigió pruebas de
misiles avanzados frente a las costas de Taiwán. En respuesta dos grupos de batalla de portaviones
estadounidenses con armas nucleares fueron enviados a las aguas cercanas a China. No sería difícil
establecer un argumento histórico razonable para un Taiwán independiente. Durante medio siglo
dominio colonial japonés (1985 -1945), el pueblo de Taiwán estuvo aislado de China durante un
pedido crucial en su historia moderna y desarrollo una identidad nacional diferenciada taiwanesa.
Sin embargo, por muy atractivo que sean los argumentos históricos y morales que puedan ser
invocados a favor de la independencia de Taiwán, la verdad incontrastable es que un Taiwán
independiente no es militar ni políticamente viable. La semi independencia Taiwán hasta ahora
estado garantizado por un protectorado militar estadounidense de facto.
La "unificación pacífica" con el continente, de una manera otra es entonces la única opción
racional para Taiwán.
Capitalismo, socialismo y democracia
Los resultados económicos de la época de las reformas del mercado inaugurada por Deng
han sido asombrosos. Desde 1978, la economía china ha crecido un promedio de más del 10%
anual. Los resultados sociales del capitalismo chino han sido menos saludables. Ciertamente, la
gran mayoría del pueblo chino sea beneficiado. No obstante, el progreso económico se ha cobrado
un terrible precio social. Entre los costos y consecuencias del desarrollo capitalista en la china
posterior a Mao ha estado la destrucción del medio ambiente en la escala más masiva de la historia
humana, incluida una alarmante reducción de las tierras cultivadas tanto como la tendencia
universal de la industrialización a envenenar el aire y el agua. Además, el progreso material general
ha sido acompañado por condiciones de vida cada vez más inseguras para la mayoría de la
población trabajadora, en la medida en que el mercado exige "eficiencia" para la mano de obra. Las
dislocaciones sociales que el rápido crecimiento económico inevitablemente ocasiona han
contribuido a un aterrador aumento en los delitos comunes con número si llevo 11 veces entre el 78
y el 90. El resultado más perturbador del "sistema de mercado socialista" chino ha sido el
incremento terrorífica mente rápido de las desigualdades sociales y económicas extremas. Las
diferenciaciones socioeconómicas dentro de las localidades y regiones son reflejo de las nuevas
divisiones de clases sociales y las relaciones de mercado promovidas por el estado generaron tan

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rápidamente. La comercialización del campo, por ejemplo, ha producido una nueva burguesía rural
conformada por granjeros de tipo capitalista. A la vez, el trabajo de los nuevos mecanismos de
mercado ha expulsado de su tierra a más de 200 millones de campesinos "superfluos".
Las desigualdades económicas y sociales son aún más evidentes en las áreas urbanas en el
campo. Las ciudades están ahora bajo el dominio de una elite voraz conformada por altos
funcionarios comunistas que lucran con miríadas de actividades en el mercado, empresarios
privados industriales y comerciales, financistas y especialistas tecnológicos y administradores muy
bien pagados. Estos nuevos ricos mantienen el mercado de bienes de lujo que más rápidamente
crece en el mundo. En cuanto a quienes trabajan, están encontrando que sus "razones de arroz de
hierro" en realidad han sido destruidas debido a la reestructuración del mercado. La brecha social y
económica entre la nueva elite burguesa china y la sub clase de trabajadores migratorios que viven
en villas miseria o duermen en las estaciones de ferrocarril, es una división social tan amplia y
vergonzosa como el que se puede encontrar en cualquier ciudad del mundo capitalista. Las
desigualdades generadas por el mercado no fueron totalmente imprevistas. La tosca apelación de
Deng a la codicia y a la avaricia individuales, y su aprobación a priori de la desigualdad, resumida
en las dos máximas: "hacerse rico glorioso" y "algunos eran ricos primero" fue el aviso de lo que
podía pasar.
Con todo, en medio de los procesos salvajes de desarrollo capitalista que iniciaron y
promovieron, los dirigentes comunistas chinos todavía sentían la necesidad de reclamar una
ascendencia socialista y marxista. La aparición desierta medidas de continuidad ideológica con la
tradición marxista y sus principales discípulos chinos le proporciona una fachada de legitimidad al
Secretario General como el guardián de la revolución de 1949 la que produjo el estado en al cual el
ahora dirige.
Socialismo y democracia
El restablecimiento del término "democracia socialista" por Jiang es curioso. Después de
casi dos décadas de desarrollo capitalista intensivo pareciera que incluso hablar de socialismo
democrático está más allá del campo del entendimiento oficial. No obstante, el régimen de Beijing
todavía promete vagamente con futuro socialista, aparentemente sobre la base de una creencia
marxista ultraortodoxa de qué socialismo será resultado automático de niveles avanzados de
desarrollo económico y tecnológico. Esto se ha llamado y es tomado como principio fundamental
de la "teoría Deng Xiaoping".
Las fuentes reales de cualquier socialismo chino concebible no se esperan en la madurez
económica del sistema comunista en algún momento distante del futuro, sino más bien en una lucha
democrática contra el régimen comunista del presente. Merece la peculiaridad que en la historia
china el proletariado, la clase que el Partido Comunista chino todavía habitualmente proclama

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presenta representar, hay resultado ser la principal amenaza para el régimen comunista. Tal, después
de todo, hoy casa en muchos países comunistas de Europa oriental desde los años 50 a los 80. Esta
asociación aparentemente extraña del comunismo con el capitalismo hace más improbable que la
burguesía china vas a hacer una ardiente promotora de cambio democrático. En todo caso, es que
vendrá principalmente de la clase obrera china, muy expandida y cada vez más explotada ir sus
aliados.
Aunque las transformaciones económicas de 1978 han sido deslumbrantes, los cambios
políticos post maoístas no son insignificantes. El régimen inicial de Deng mejoró dramáticamente
las prácticas represivas y totalitarias del Estado maoísta. Durante los años 80, la diversidad de
expresiones intelectuales y culturales no tuvo precedente en la historia de la República popular. No
obstante los fundamentos del sistema político estalinista fueron mantenidos. El partido mismo ha
resistido toda forma de democratización en su historia.
La elección directa de "congreso del pueblo" locales fue una provisión de la electoral de
1979. Sin embargo, el experimento fue frustrado tus veces. El proceso fue revivido a comienzos y
medio de los 90. Mientras que las elecciones de aldeas y municipios pueden servir para expresar la
opinión popular sobre temas locales y quizá facilitar grados de control de los ciudadanos sobre los
gobiernos locales, las elecciones locales, por muy deseable que sean, son difícilmente presagio de
algún proceso general revolución democrática. Más prometedoras que las elecciones en las aldeas
aprobadas por el gobierno central, hacia las iniciativas democráticas locales no publicitadas,
emprendidas discretamente ensaladita rusa del campo. Aunque el control del Estado comunista
sobre la sociedad fue relajado en gran medida los años 80, la represión del movimiento por la
democracia anunció un nuevo y prolongado período de represión. También contribuyeron el clima
represivo los temores generados por la desintegración del comunismo y de la Unión Soviética. De
allí extrajeron la lección de que era necesario fortalecer el poder dictatorial del Estado y el partido
leninista, así como que era necesario profundizar las reformas de mercado para acelerar el
desarrollo económico, elevar los niveles de vida y con esto mitigar el descontento popular.
La represión política posterior a 1989 cayó duramente sobre la clase obrera urbana. Durante
los años 80, los dirigentes políticos estaban acosado por el "temor polaco", la perspectiva de la
alianza tipo solidaridad entre trabajadores intelectuales que pudiera plantear una seria amenaza
política régimen comunista.
Ninguna de los derechos humanos básicos el Estado comunista chino ha sido más
ferozmente vigilante que en la eliminación de los activistas que luchan para organizar sindicatos
libres. El interés económico derivado de las reformas de mercado de Deng, que han hecho el Estado
comunista dependiente del éxito del sistema capitalista burocrático que ha creado. El capitalismo
chino, a su vez, se posa en el Estado comunista para recibir una amplia provisión de mano de obra,

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mantener los salarios bajos y disciplinar a los trabajadores. Estas funciones son la esencia de esas
características chinas especiales que hacen en la República popular tan atractiva para los inversores
domésticos y extranjeros. El ataque contra los trabajadores siguen un momento de gran angustia
para la clase obrera china. Es un momento en que los preceptos y realidades de una economía
capitalista imponen una fuerza laboral menor y sueldos todavía más bajos. Es un momento en que el
mercado exige el desmantelamiento de la mayoría de las ventajas del viejo sistema de bienestar
social de la época de Mao. Además, sumadas a las cargas de la familia de la clase trabajadora están
las nuevas excepciones burocráticas, tal y como la imposición de pago de inscripción para las
escuelas primarias públicas.
Enfrentados con esta triple embestida los trabajadores chinos, privados de libertad de
construir sus propias organizaciones, están virtualmente indefensos y pueden ofrecer sobre
resistencia espontánea.
Es claramente la clase urbana lo que los dirigentes comunistas temen más como la mayor
amenaza a su lucrativo monopolio del poder político. Quizás oscuramente recuerden de sus lecturas
de juventud la profecía de Karl Marx de que capitalismo crea sus propios enterradores en la forma
el proletariado moderno. Sería sumamente irónico si esta aparentemente antigua profecía, habiendo
fallado en realizarse en los países capitalistas occidentales, se cumpliría en China en oposición a un
partido comunista gobernante que todavía reclama encarar los intereses, las aspiraciones y la misión
histórica de la clase obrera industrial moderna.
6.4. Las novísimas guerras de religión: pérdida de poder estatal y el nuevo terrorismo. La
interminable guerra afgana hasta la intervención de la OTAN. Las tensiones en Cercano y Medio
Oriente. La Guerra contra Irak y el conflicto palestino-israelí: de los inicios de las negociaciones a
la guerra permanente. Las guerras civiles en África.
 HOBSBAWM, Eric. Años interesantes. Barcelona, Crítica, 2003.
Cap. 21 “El Tercer Mundo”.
La revolución de Fidel Castro en 1959 dio lugar a una repentina oleada de interés por todo lo
relacionado con América Latina, región acerca de la cual corrían muchos rumores, pero sobre la que
se sabía poco fuera de las Américas. Desde que el continente había sido descolonizado, carecía de la
numerosa literatura, tan inteligente como documentada, creada por los administradores imperiales
cuya tarea consistía en entender a sus países para gobernarlos con eficacia.
Latinoamérica estaba entonces más alejada del Viejo Mundo que cualquier otra parte del
globo, aunque no, por supuesto, de la potencia imperial del norte, que supervisaba a sus satélites
técnicamente independientes. Vivió las dos guerras mundiales sólo como episodios portadores de
prosperidad. Continente con una sola religión, se ha librado hasta la fecha de la epidemia mundial
que supone el nacionalismo lingüístico, étnico y confesional.

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Los principales países estaban atravesando además una de las fases de gobiernos civiles
constitucionales raras en todo el continente, que no tardaría en llegar a su fin. No obstante, el
caudillo o dirigente personal a la vieja usanza estaba ya en vías de extinción, al menos fuera del
Caribe. Los regímenes de torturadores debían ser colectivos de oficiales sin rostro y en la mayor
parte de los casos sin color de piel.
Lo más evidente a primera vista en esos países no era tanto su espectacular desigualdad
económica como el enorme abismo que separaba las clases dirigentes e intelectuales, con las que
tenían contacto los académicos extranjeros, y el pueblo llano. Los intelectuales, casi todos
pertenecientes a familias acomodadas eran sofisticados, habían viajado mucho y hablaban inglés y
francés. Como ocurre a menudo en el Tercer Mundo, formaban el estrato social menos numeroso
del continente.
Fuera del cono sur, ya urbanizado, la mayoría de la gente acudía profusamente desde las
zonas rurales a los barrios de chabolas de las ciudades en desordenada expansión, llevando consigo
sus costumbres rurales.
La gente que llegaba a la ciudad era cuando menos visible en las calles. Los que vivían en
las zonas rurales estaban doblemente alejados de la clase media, incluso de sus revolucionarios,
como Che Guevara, por la distancia geográfica y social. Incluso aquellos que estaban vivamente
interesados en establecer un contacto directo con ellos hallaban un obstáculo insalvable en sus
respectivos estilos de vida, por no hablar de su nivel de vida. Eran muy pocos, salvo los expertos,
los que vivían realmente entre los campesinos.
Por otro lado, los dos grandes movimientos campesinos o rurales de Sudamérica –los de
Perú y Colombia-, que cualquier observador no habría podido dejar de ver a los pocos días de llegar
a la zona pasaron prácticamente desapercibidos y de hecho no fueron conocidos por el mundo
exterior a finales de 1962.
Colombia era sobre el papel un modelo de democracia constitucional bipartidista, casi
completamente inmune a los golpes militares y a la dictadura en la práctica, a partir de 1948 se
convirtió en el campo de la muerte en Sudamérica.
La oleada de guerra civil llamada “la Violencia”, iniciada en 1948 y oficialmente concluida,
había seguido causando la muerte a 19000 personas en 1963.
En medio de “la Violencia”, el partido Comunista había creado zonas de “autodefensa
armada” o “repúblicas independientes”, concebidas como refugio de los campesinos que desearan o
tuvieran que ponerse a salvo de las bandas de asesinos del Partido Conservador y a veces también el
Liberal. Acabaron convirtiéndose en la base del formidable movimiento guerrillero de las FARC.
Las propias FARC no nacieron hasta que el Gobierno colombiano, deseoso de utilizar contra los
comunistas las nuevas técnicas antiguerrilla ideadas por los asesores militares norteamericanos.

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Entre mediados de los sesenta y mediados de los setenta los militares gobernaban en toda
Sudamérica excepto en los países de la costa del Caribe; fue la era de la dictadura militar, del estado
del terror y la tortura. Se produjo una diáspora de refugiados latinoamericanos. Las oligarquías
dirigentes nacionales no supieron qué hacer ante la amenaza planteada por las clases humildes, ni
ante los políticos populistas radicales que las atraían con un éxito evidente. Los jóvenes de
izquierda de clase media, inspirados por el ejemplo de Fidel Castro, pensaban que el continente
estaba maduro para una revolución que debía precipitar la acción armada de los guerrilleros.
Los debates en torno a la izquierda latinoamericana se volvieron académicos durante los
años setenta tras el triunfo de los torturadores, más académicos aún durante los ochenta, con la era
de la guerra civil respaldada por Estados Unidos en América Central y la retirada de los Gobiernos
militares en Sudamérica, y completamente surrealista con la decadencia de los partidos comunistas
y el final de la URSS.
En Colombia, Belisario Betancur inició una política tendiente a entablar negociaciones de
paz. Las propias FARC estuvieron dispuestas a participar en el juego constitucional creando una
“Unión Patriótica” cuyo objetivo era funcionar como el partido electoral de la izquierda que nunca
había logrado aparecer en el espacio situado entre los liberales y los conservadores. Tuvo poco éxito
en las ciudades y cuando fueron asesinados los alcaldes, concejales y activistas obtenidos las FARC
retomaron las armas.
¿Qué ha sido de Latinoamérica en los cuarenta años transcurridos? La revolución esperada y
en muchos países necesaria no se ha producido, estrangulada por los ejércitos nacionales y Estados
Unidos, pero también por las debilidades internas, las divisiones y la incapacidad de muchos.
Ninguno de los experimentos políticos que he observado de cerca o de lejos desde que tuvo lugar la
revolución cubana ha supuesto una diferencia muy duradera.
Sólo dos han dado la impresión de serlo: 1) el PT de Lula da Silva, 2) el fin del régimen de
partido único del PRI en México.
La política en Latinoamérica sigue siendo a todas luces lo que ha sido desde hace mucho
tiempo, lo mismo que su vida cultural. En la escena económica mundial desempeña un papel
secundario. Durante medio siglo se han interpretados las transformaciones transitorias como
tendencias políticas seculares, pero la región sigue siendo inestable a la hora de la práctica política.
Y sin embargo, durante los últimos cuarenta años, Latinoamérica fue una sociedad que se
transformó por completo: su población se triplicó y se urbanizó; las comunicaciones han acabado
con los localismos.
 ZERAOUI, Zidane. Islam y política. Los procesos árabes contemporáneos. México,
Trilla-ITESM, 2004.
Cap. 9. Neofundamentalismo y terrorismo”.

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Desde 1997 hasta el 2001 se observaba una reducción de la intensidad del fundamentalismo
islámico, pero con los atentados de 2001 esto se revierte 180 grados. Asimismo el autor sostiene que
el fundamentalismo islámico clásico se ve reemplazado por un "neofundamentalismo" que se
enfoca a la violencia per se, pero ambos conviven y pueden ser diferenciados. Comúnmente dentro
de los EEUU se sostiene que todos los movimientos islámicos son extremistas y que nunca entraran
en procesos democráticos. También existe una segunda corriente de pensamiento que entiende que
su extremismo depende del grado de inserción que tengan en el mantenimiento del bienestar social.
Así, la clave de las opciones políticas seria el nivel de crisis en la sociedad.
La idea de terrorismo que hoy se instaura es que este fenómeno es propio del Islam y de los
islamistas más radicalizados. Claramente el terrorismo existe hace miles de años y no es propio ni
de una religión ni de una región.
Definir el terrorismo
Citando a varios libros o "definiciones" en leyes, el autor encuentra que no hay una
definición univoca del termino y que muchas veces la acción es contradictoria entre sí, como en el
caso donde se han condenado las acciones terroristas de un grupo, pero no así sus medios de
difusión, de donde reclutan miembros y recaudan fondos, en una "defensa de la libertad de
expresión". Así pasa por la definición del FBI "uso ilícito de la fuerza y violencia contra personas a
fin de intimidar a un gobierno a que haga algo" (calcada es la Ley Antiterrorista) que básicamente
es usada contra movimientos de liberación nacional, pero el autor también retoma el terrorismo
como una acción que puede ser llevada a cabo desde el estado, citando el caso argentino. Para
buscar algo más englobante, cita a un autor que quiere deconstruir la lógica del terrorismo y su
validación, que siempre tiende a la creación de un enemigo, satanización que también sucede en la
guerra, que luego de validada dicha creación, este puede ser eliminado sin mayores
cuestionamientos.
Así va a construir tipologías de grupos terroristas y de estados terroristas, sacándola de la
reducción actual que se encuentra circunscripta "al terrorismo de los débiles"
Un viejo-nuevo concepto
En este apartado, el autor se propone desmenuzar el concepto de terrorismo que ha sido
utilizado desde el 11 de septiembre de 2001 en adelante. La vasta producción editorial que trajo el
atentado se fundó sobre una construcción maniquea del Islam y el Mundo Occidental, haciendo del
primero una religión proclive a la radicalización y el segundo un afectado de los delirios del
primero. Así, Occidente es planteado como benévolo, interviene solo en beneficio humanitario,
mientras que el Islam lo hace para promover su propia causa, como relata Zeraoui citando a Landau
sobre el caso de la guerra civil en Somalia.
Los atentados suicidas

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Los atentados suicidas no eran un instrumento de las organizaciones más clásicas en
Occidente que luchaban por la liberación como el IRA y la ETA. Estos se comienzan a popularizar
en los 80 siendo Hezbolá su principal usufructuante. Estos se basan en el elemento de sorpresa y en
causar la mayor cantidad posible de víctimas, mientras que el método previo era avisar previo al
estallido, solo causando temor. La sofisticación de este método fue avanzando, hasta la
espectacularidad del 11S. El surgimiento de cadenas informativas de 24 horas también les ha
permitido a los atentados suicidas elevar al máximo la capacidad de publicidad sobre su objetivo o
causa (no todos los atentados son reivindicados por un grupo, como el de la Torres gemelas, pero si
tienen una finalidad). Aunque se ha visto al Islam como una religión de donde provienen la mayoría
de los suicidas, esta prohíbe el suicidio, aunque lo autoriza solamente, como toda religión, en el
caso de los mártires, o sea, en defensa de la religión, los creyentes, etc.
Una tipología del terrorismo
El autor va a construir una tipología del terrorismo. Aclara que esta no se va a centrar en el
solo hecho del uso de la violencia, así como tampoco se dejara de lado la violencia sistemática del
estado como un acto terrorista.
Los grupos terroristas
Los grupos terroristas son "movimientos que se han enfocado a hacer uso del terror y de la
violencia como su acción primordial, muchas veces olvidando inclusive su propia reivindicación".
El primer caso que va a tomar es el de Bin Laden. Lo sitúa como un grupo dedicado a la violencia,
cuyo único objetivo algo claro seria echar a los EEUU de Oriente Medio. Luego describe su
iniciación en la resistencia a la invasión de Afganistán por parte de la URSS, apoyados en su
resistencia por EEUU. Luego de la guerra rompe con EEUU debido a su doble discurso sobre Israel
y la ocupación de Palestina y la de Saddam y la guerra del Golfo. Así se dedica a formar su
organización que ataca a EE.UU. en 1993 y 1998. Después Zeraoui se dedica a hacer una
comparación asquerosa entre Bin Laden y el Che Guevara y mencionar varios grupos que él
considera terroristas, ninguno de relevancia salvo Hamas. A todos los declara "casi" sin fines
políticos.

Los estados terroristas


Define a los estados terroristas a los que han levantado el terror como sistema político a
nivel de masas. El caso más importante es la URSS durante el Stalinismo o las dictaduras de
América Latina y África. Define al Stalinismo como "el uso arbitrario, por los órganos de la
autoridad política, de una severa coacción contra individuos o grupos, la amenaza creíble de
semejante uso, el exterminio arbitrario de tales individuos o grupos".

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Luego de esta definición pasa a decir que todo el sistema soviético fue un sistema de terror y
da otros ejemplos, como el de Pol Pot y su genocidio socialista campesino anti urbano, Pinochet en
Chile, Idi Amin en Uganda (para el autor son todos lo mismo).
El recurso del terrorismo
Aquí el autor analiza varios actos que son terrorista, pero dentro de grupos o estados que no
son considerados tales. Caracteriza como de índole terrorista hechos como el bombardeo aliado a la
ciudad de Dresden en la Segunda Guerra Mundial o las bombas de Hiroshima y Nagasaki. En el
caso francés, denuncia el uso de napal y de campos de concentración como un acto terrorista, como
nuevamente los EEUU en Vietnam. Igualmente Israel cae en este mismo lugar por las matanzas
contra palestinos o libaneses. También señala la aparente contradicción de ser un estado
democrático pero utilizar la violencia terrorista.
En el caso especial del Frente de Liberación Nacional de Argelia, la violencia fue utilizada
en casos específicos y luego retirada completamente al consolidarse la guerra civil. Este método
también incluyó una efectiva táctica de separación de la violencia terrorista entre metrópoli y
colonia, que puso a los franceses de su lado. Esto lo diferencia, según los ejemplos del autor, de
Hamas.
Hezbolá ¿un movimiento terrorista?
Este movimiento surge como respuesta a las incursiones que en la década de los 80 Israel
continuamente hacia contra el Líbano. Su transformación se fue dando de movimiento terrorista, a
movimiento de resistencia y luego a partido político. Como la mayoría de movimientos chiitas,
comenzó sus acciones tendientes a mejorar la calidad de vida de los más pobres en las regiones
asediadas por Israel, reconstruyendo casas y centros de salud pública, con gran apoyo de Irán y
Siria. El comienzo de su conversión a organización política se da en la misma Teherán en el 88, con
la centralización de su aparato decisorio y la creación del Consejo Consultivo y del Secretariado
General. Su política de intervención social los ha puesto en una gran posición política, ya que el
gobierno no llega con su asistencialismo y el partido opositor Amal es tradicionalmente clientelista.
Hezbolá ha sabido adaptarse al sistema político multiconfesional libanes (que incluye
chiitas, sunitas, maronitas y drusos) y ha establecido alianzas tácticas con muchos de ellos. Sin
embargo aún es cuestionado por su radicalismo y su intención de establecer una república islámica,
contradiciendo el sistema antes nombrado, pero que en el último tiempo ha abandonado. Se los
acusa de inconsistencia ideológica, a raíz de esto.
A pesar de esto, el movimiento ha sabido no traicionar sus bases revolucionarias, que lo
convierte en un intransigente crítico de los gobiernos de la posguerra, haciendo gran uso de sus
espacios electorales. En esto también ha resultado en cierta libanización del partido, como es de
esperar ante su adecuación al sistema político.

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Con la retirada en el 2000 de Israel del territorio libanés, se pensó que Hezbolá iba dejar su
discurso y su organización miliciana, sin embargo esto no sucedió. Convencidos que el retiro de
Israel de todos los territorios árabes, incluido Jerusalén, va a traer la paz, esto prolonga
indefinidamente su acción militar. Esta se circunscribe al Líbano, pero mantiene en el discurso una
fuerte presencia anti sionista. Otro eje de lucha política de Hezbolá es la desconfecionalización del
sistema político libanes (la constitución dicta que el presidente debe ser cristiano maronita, el
primer ministro un chiita y el presidente del Parlamento un sunita). El paso a un sistema de mayoría
simple le daría el poder a Hezbolá y se acercaría a la tendencia de la construcción de un Estado
Islámico.
Hoy es innegable el grado de integración de Hezbolá. Este ha sido reconocido por la ONU,
los mismos partidos políticos libaneses y, evidentemente, el mismo pueblo libanés.
El neofundamentalismo islámico
El Islam está compuesto por más de 57 países que tienen mayoría musulmana y donde hay
fuertes minorías. En cada uno de estos países se practica un Islam diferente. Su punto unificador es
la observancia de preceptos comunes. El autor afirma que el fundamentalismo no siempre toma
formas violentas como los medios de comunicación. El Islam ha llegado al poder por la vía
democrática (Turquía y Argelia), por un golpe de estado (Sudan en 1998 liderados por Turabi), una
revolución (Irán en 1979 con Jomenei) o una guerra civil (Afganistán en 1996 de la mano de Omar).
En muchos casos la interpretación del Islam se basa en el Imán y pueden ser mucho más
radicalizadas, como en el caso de Afganistán, donde se prohibió la música.
El objetivo del fundamentalismo es volver al Corán, la Sunna (la tradición, los dichos y los
hechos del profeta) y la Shari'a (ley revelada), instalando el Estado Islámico para liberar a todo lo
de occidental que haya entrado en la Umma (sociedad) como la Bid'a (innovación contraria al
Islam). Así podríamos ver al Islam como una reacción contraria a la cultura occidental capitalista.
Pero el autor va a afirmar que para entender la violencia religiosa tenemos que introducir el
concepto de neofundamentalismo, que se caracteriza por su violencia directa sin siquiera reivindicar
sus acciones, en oposición al fundamentalismo que se circunscribía a un objetivo político nacional.
Para entenderlo nos señala una lista de características:
Su radicalismo religioso irredentista.
Su no pertenencia a un Estado determinado.
Su carácter conspiratorio más que revolucionario.
Sus métodos violentos desligados de un objetivo político determinado.
Su fin es la violencia o el terrorismo, no la toma del poder.
No tiene objetivos políticos claros, sino un discurso radical religioso antioccidental.
Se identifica con la corriente wahabí.

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Se opone radicalmente al chiismo.
Es violentamente antijudío y anticristiano.
Obviamente, Al Qaida es señalada como el modelo más claro.
Los Talibán en Afganistán
Los Talibán fueron en su mayoría muyahidín (combatientes contra la invasión de la URSS
que en 1992 derrocan al gobierno de Nayibulah) y en 1994 se organizan y toman el poder en 1996.
Su interpretación del Islam prohíbe a la mujer trabajar, votar, estudiar, debe usar velo y a los
hombres los obliga a usar barba e ir a la mezquita, prohibiendo también en general la música y la
televisión. Las medidas contra las mujeres fueron aun criticadas por los mismos islamistas iraníes,
dada la situación de viudas que ya no podían trabajar.
Afganistán no es un país rico, aunque sea el primer productor de heroína, pero si tiene un
gran valor estratégico, al estar entre India, Irán e Irak, así como ser un paso al océano Indico, punto
neurálgico de comercio. La gran complejidad de Afganistán reside en la población étnica que habita
en él. La mayoría Pashtun, seguidos por los tadyiks, uzbecos y turcomanos. Como los pashtunes
apoyan a los talibanes, la situación política es muy difícil de controlar.
La caída de Saddam Hussein y la estabilidad en el Medio Oriente
La caída de Saddam ha traído gran inestabilidad a la región. El autor ve en general un
corrimiento hacia las fuerzas más conservadoras en toda la región y que el neofundamentalismo se
ha afianzado como opción política.
El autor concluye el texto diciendo que el establecimiento de una socialdemocracia como la
de Jatami en Irán puede ser una salida para la región.
 RAMONET, Ignacio. Geopolítica del caos. Barcelona, Debate, 1999.
Cap. 7 “Irak: la guerra interminable”.
En el programa de la materia este artículo aparece como escrito por Ramonet. Se trata de un
texto muy breve y muy periodístico: poca información sustancial. Relata a grandes rasgos cómo,
utilizando como excusa unas pocas irregularidades durante la inspección de armamento por parte de
personal de Naciones Unidas en Irak, Estados Unidos emprende la Operación Zorro del Desierto
(1998). Aunque fue dada por concluida al momento de la redacción del texto, el autor es escéptico
respecto de una posibilidad de paz en la región del Golfo Pérsico. Nosotros ya sabemos cómo
terminó esta historia.
Si la fecha de la Operación Zorro del Desierto pudo fijarse en función de preocupaciones
interiores, el uso de la fuerza contra Bagdad estaba previsto desde hacía tiempo y se inscribe ante
todo en una estrategia de Estados Unidos de preeminencia militar y política en el Oriente Próximo y
en el Golfo, cuyos dos pilares inquebrantables continúan siendo un acceso libre y a bajo precio al
petróleo y la alianza con Israel.

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Por otra parte, la alianza estratégica con Israel se mantiene, por razones tanto internas como
externas, inquebrantable. En particular, la Casa Blanca comparte la visión israelí de la amenaza que
las armas de destrucción masiva hace pesar sobre el Oriente Próximo, olvidando que Israel es el
primer país que ha introducido el arma nuclear en la región.
El ataque contra Irak haría levantar, en el conjunto del mundo árabe y musulmán, una ola de
manifestaciones sin precedentes desde 1991: de Marruecos a Siria, de Yemen a Egipto, y sobre todo
en Palestina.
Lo quieran o no, los dirigentes norteamericanos cavan las trincheras cada vez más profundas
de una “guerra de civilizaciones” en la que los malos son siempre musulmanes o árabes y los
buenos “blancos” son portadores de los más altos valores morales.
Naciones Unidas se ha desacreditado.
Clinton desarrolló los ejes principales de su estrategia: el mantenimiento en el Golfo de una
fuerza militar importante, preparada para bombardear de nuevo; el mantenimiento de las sanciones,
“las más largas en la historia de Naciones Unidas”; el retorno de los inspectores de la Comisión
Especial de las N.U. y la Agencia Internacional de Energía Atómica, a condición de que Irak
demuestre que está dispuesto a cooperar por ellos.
Irak es incapaz de exportar lo que necesita para cobrar las sumas previstas; además, al no
poder importar prácticamente ningún material, es incapaz de reconstruir sus infraestructuras –
distribución de agua potable, centrales eléctricas, carreteras, puentes, etc.- lo que tiene
consecuencias trágicas para la población.
Las discusiones en el Consejo de Seguridad sobre el futuro inmediato se reanudaron a
finales de diciembre de 1998 y corren el riesgo de eternizarse.
 CHABAL, Patrick. “Las políticas de la violencia y conflicto en el África
contemporánea” en Revista Académica de Relaciones Internacionales, N° 6, Abril de 2007,
Universidad Autónoma de Madrid.
Chabal emprende su trabajo señalando que todos los trabajos sobre conflictos armados
toman los mecanismos en los cuales la violencia se debe detener y no analizan las cusas más
profundas de la misma. Entre las explicaciones dominantes, resaltan dos: la que remite al origen de
la violencia por la falta de desarrollo económico, la pobreza y la necesidad y la segunda, por la
debilidad de las instituciones políticas y sociales. Una tercera explicación es que en África se dan
"nuevas guerras" que se caracterizan por ser conflictos apolíticos, se atacan deliberadamente civiles
con algún propósito y se transforman en un negocio en sí mismo. El autor no está de acuerdo con
ninguna de las tres hipótesis completamente y las considera simplificaciones, más aun la última, ya
que no tienen nada de novedoso ese tipo de guerras.

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Chabal va a sostener que los diferentes y variados tipos de violencia, guerras y genocidios
en África se enmarcan dentro de "un contexto histórico, social, político, económico y cultural
especifico del África poscolonial, y la clave para entender su frecuencia reside en las formas en que
el poder se ha ejercido en el continente desde su independencia. En suma, la combinación de
factores formales e informales que vinculan el estado y la sociedad conspiran para mantener en su
sitio una forma de gobierno (neo) patrimonial, contraria a la institucionalización y al desarrollo.
Esto, a su vez crea las condiciones que favorecen el florecimiento de la violencia, siendo gran parte
de ella instrumentalizada posteriormente con motivos políticos o económicos. En consecuencia, el
uso de la fuerza como instrumento político se ha enraizado en muchas partes del continente". En
este marco el autor va a estructurar tres partes de análisis. Una breve revisión de planteos sobre la
violencia, el análisis de las cusas y consecuencias de la violencia y las discusiones sobre las
perspectivas de la paz y el desarrollo.
A.- El estudio del conflicto en África
En la mayor parte de la literatura sobre África se asume que el conflicto tiene causas
identificables y universales. Así se da por supuesto que el descontento conduce al conflicto, lo cual
es evidentemente cierto pero no explicativo del mismo en su devenir histórico particular. Tampoco
lo es asumir causas que han sido relevantes para conflictos en otros escenarios del mundo. Otra
suposición generalizada es que para terminar con el conflicto se debe hallar soluciones correctas.
Esto va acompañado de la certeza que el fin de la hostilidad es la resolución del conflicto y eso no
es para nada cierto. En África la violencia se ha tornado un instrumento político y económico, por
lo cual desterrarla es harto difícil, ya que su uso o no deviene de un cálculo costo-beneficio. El
tercer supuesto que el autor combate es el de suponer que los conflictos son "injustos o estúpidos".
Además de ser una verdad de perogrullo, el autor enfatiza en que el conflicto es parte fundante de
las sociedades y la pregunta que debe hacerse es que motiva a la resolución violenta de los mismos.
B.- Las causas y las consecuencias del conflicto político en África
Acá el autor va a volver a su hipótesis primaria del ejercicio del poder como causa
explicativa del conflicto político. Así va a decir que existe un poder patrimonial que se ejerce en la
interacción entre las instancias formales e informales del poder. Y por las informales el autor
entiende las redes verticales de patrono-cliente existentes, lo cual redunda en una estructura de
poder personalizado. La realización de la relación patrono-cliente se daba por la satisfacción de
demandas, que se traducía en lo que conocemos como representación política. Este sistema
descansaba sobre la prosperidad económica que tuvo el África poscolonial, pero que se quiebra en
la década del 70 con la crisis económica. Así los patronos comenzaron a luchar por uno de los
espacios donde reside el poder económico, el estado. También las redes patronales, según el autor,
impidieron el desarrollo económico por enfocarse en consumos inmediatos de sus clientes. Este

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análisis contempla las continuidades del pasado precolonial y colonial, no viendo a la
descolonización como una ruptura radical. La construcción de los estados nación poscoloniales se
superpusieron con la lógica informal de la elites políticas, lo cual genero una cascara vacía que a
partir de la crisis del petróleo del 75 fue utilizado para desviar recursos a lo informal. Así las
estructuras de lo formal (estatal) no pueden ejercer el uso de la violencia legítima para contener el
conflicto ya que la política discurre por las vías informales, lo cual muchas veces implica una
privatización de la violencia y de la coerción. Dado el estado de desorden, este se utiliza como
instrumento. Y se obtienen ganancias mediante la apropiación ilícita o la "ayuda" extranjera para
solucionar el conflicto original.
C.- Previsiones para la paz y el desarrollo
En este apartado el autor centra la resolución del conflicto en el entendimiento de las partes
como forma de pacificación posible y supedita la intervención extranjera de cualquier tipo a este
hecho, otorgando solo una escasa o nula efectividad si no se anda primero el antedicho camino.
El autor descarta como solución la instauración de sistemas pluripartidistas como forma de
llegar a la paz, ya que muchas veces ha contribuido a las escaladas de violencia debido a la
inestabilidad constante de cualquier democracia y de nuevos círculos que pueden aspirar al poder.
Así el autor va a proponer que se deben institucionalizar las formas de lo político, pero no tendiente
a sistemas occidentales, sino a formas novedosas, endógenas o de cualquier tipo que puedan
contener dentro de márgenes tolerables el conflicto. Esto implica que se establezcan instituciones de
responsabilidad y de representación y un marco legal de control de la violencia.
 HUBAND, Mark. África después de la guerra fría. La promesa rota de un
continente. Barcelona, Paidós, 2004.
Cap. 11 “Los estados “canallas”: Estados Unidos y Sudán”
Sudán es un cruce civilizaciones. Las nuevas ideas sean visto obligadas a coexistir con el
legado de la tradición y han sido constantemente manipuladas por la elite política siempre vinculada
al poder. La religión ha moldeado directa o indirectamente la política sudanesa desde la caída del
imperio otomano y la revuelta de 1881. El gobierno sudanés, desde que conquistó el poder con el
golpe de Estado de 1989, ha intentado crear un Estado islámico cuya política esté inextricablemente
unida al sistema gubernamental. Así, será convertido en una paria internacional, un estado "canalla"
más que una sociedad islámica respetable. Sudán ha supuesto un desafío para occidente y los
estados conservadores islámicos. Ha sido condenado en parte porque es relativamente fácil
reprobarlo sin temor a consecuencias.
Los países occidentales han confiado en los dictadores aliados de los países islámicos para
utilizar la fuerza bruta, en lugar de la persuasión, con el fin de diluir el mensaje del islamismo
político. Estados Unidos, en particular ha impulsado su política de aislamiento de Sudán que, a

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pesar de todo, no ha logrado atenuar el carácter dictatorial del régimen y comprender el fundamento
que explica la política sudanesa. Esto fracasos múltiples han contribuido a agravar las penurias de la
población sudanesa tanto en el norte como en el sur.
Si bien la inestabilidad política, la pobreza y la guerra en los países en vías de desarrollo han
obstaculizado la expansión del nuevo orden, tal vez el mayor desafío para aceptación mundial del
Nuevo orden de la posguerra fría liderado por occidente ha sido el islamismo político. La
incapacidad de Estados Unidos para convencer a la facción árabe de que podría desempeñar la
función de gente honesta ha sido clave. El poliédrico conflicto norte-sur que ha asolado a Sudán en
diversas fases de declaración de independencia en 1957 es el microcosmos de muchas batallas
religiosas, raciales y políticas que afecta a gran parte del continente africano. La búsqueda de
soluciones para la pésima situación económica y social del continente se cimentara cada vez más en
el sentimiento antioccidental, que culpa fundamentalmente a los inversores financieros, gobiernos y
políticos liberales de occidente. El fundamento originario, hoy desacreditado, de la historia política
y religiosa del pasado siglo en Sudán es la tradición del mandismo.
La revuelta mandista de 1881 contra la hegemonía anglo-egipcia en Sudán fue un
significativo intento de instaurar un estado islámico. Hasta la independización del país, formalizada
el 1 enero 1956, la vida política de Sudán estaba dominada por las ambiciones políticas de Mahdi,
hijo del anterior Mahdi, ambiciones que partir de 1945 se canalizaron hacia su recién fundado
partido de nombre Umma. La fundación del partido dirigido por herederos de Mahdi avivo el miedo
a la creación del estado mahdista. El régimen civil duró hasta el 17 noviembre 1958, cuando el
general Abboud capitaneó un golpe de estado, fundamentalmente como reacción ante el caos y la
incompetencia del gobierno civil de coalición. Mahdi murió en 1961, su poder político religioso fue
repartido entre su hermano Hadi y su hijo Mahdi.
A partir de 1922, los británicos habían logrado aislar la zona norte, principalmente árabe, de
la zona sur de Sudán, africana, programando el sur como área oficialmente cerrada. El objetivo de
Gran Bretaña era incorporar el sur a su política para África central y oriental. Ya antes de la
independencia comenzó a emerger la conciencia del Sur. Durante la década de los 50 y 60 el sur fue
activo foco de oposición, revueltas e intentos de derrocar al gobierno, hasta que fueron marginados
cuando Nimeiri tomó el poder en 1969. El agravamiento de la crisis política y militar en el sur, con
el estallido de una guerra secesionista en 1981 desencadenada por el Movimiento Popular de
Liberación de Sudan y la incesante crisis económica del norte contribuyeron al derrocamiento de
Nimeiri en 1985 por medio de un golpe militar. El régimen civil se instauró en 1986 con el tercero
de los Mahdi. La fuerza del conflicto bélico del Sur acabó derrocando al Mahdi en un nuevo golpe
Estado incruento, el 30 junio 1989, emprendido por el-Bashir.

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El-Bashir había establecido una alianza con el Frente Nacional Islámico de el-Tourabi. En
1991, el gobierno militar comenzó introducir ciertos elementos de la sharía en su línea política. La
decisión de fortalecer la política islámica y su eficacia en Sudán, así como de fomentar su influencia
fuera del país, hasta 1995 favoreció un inusitado grado de coordinación entre los países africanos
orientales y lo del Cuerno de África, con el objetivo de hacer frente común contra Sudán.
El mundo es puro teatro
Sudán se fue convirtiendo en un paraíso para organizaciones como Hamás, cuyo rechazo del
acuerdo de paz de Oslo con Israel le enfrentaba directamente con la Organización para la Liberación
de Palestina, que prefería pactar una solución sobre el futuro de Palestina ante que fuera demasiado
tarde. Said, líder de Hamás, declaró: "tenemos un proyecto islámico. Sudán tiene el mismo proyecto
y pretendemos llevar a cabo este mismo proyecto en tonos países islámicos". Alguna de las
condiciones tácitas aceptadas por Hamás antes establecerse en Jartum estipulaban que no llevaría a
cabo operaciones afuera de Palestina.
A comienzos de los 90, Sudán comenzó a preocuparse por la degradación de la situación de
Somalia y considero que era terreno fértil para expandir sus influencias en el cuerno de África. No
existe acuerdo sobre hasta qué punto desarrollo Sudan una meticulosa estrategia para la
intervención armada en Somalia, una cuestión que ha sido tratada de modo bastante tendencioso, sin
pruebas. Aunque no cabe duda de que Tourabi aspiraba a extender su influencia en el Cuerno de
África y otras regiones, las afirmaciones de autores que tienden establecer claros vínculos entre
todos los enemigos de Estados Unidos de un modo que contradicen los hechos documentados y, por
tanto, suscitan reacciones más derivadas de teorías conspiradoras y paranoicas que un análisis
racional de la realidad.
Aparte de que la violencia fuera culminación de varias semanas de provocaciones, la
principal facción somalí que combatía contra tropas estadounidenses de aquella época había
condenado el papel de los islamistas en Somalia. Uno de los factores que dificultaron la
intervención de fuerzas estadounidenses y de la ONU en Somalia era la desconfianza somalí hacia
los extranjeros. Los iraníes y sudaneses, entre otros, eran objetos de la xenofobia somalí, al igual
que los paquistaníes, americanos y keniatas. Así se comprende mejor el conflicto, sin demonizar a
lo sudaneses. Entre tanto, Tourabi, envalentonado por el papel de Sudán en Somalia, continuó su
carrera hace liderazgo islamista en la región. A lo largo de los años 90, Sudán intentó convertirse en
instigador de la agitación política en la zona. Así, uno de los movimientos que apoyó fue la yihad
islámica.
Orden y desorden de un mundo nuevo
Atrapada en una combinación de espionaje deficiente y prejuicios personales, la política
estadounidense en el mundo islámico en su conjunto, y en Sudán en particular, no ha logrado

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responder a la evolución relativamente rápida del islamismo político. Para desarrollar una respuesta
adecuada a los cambios políticos de los estados islámicos es esencial comprender que la situación
interna que ha motivado dicha transformación. En el norte de Sudán ha surgido presiones a favor de
un cambio, que sumada a las tensiones internas del alianza religioso-militar han favorecido la
perdida de apoyos en un sector por naturaleza proclive al presidente. Pero Estados Unidos sigue sin
comprender esto y apoya unilateralmente al sur sin ver las resistencias en el norte musulmán.
Tras la debacle norteamericana de 1992 y 1993 en Somalia, Estados Unidos no se sentía con
ánimo de intervenidos asuntos africanos. Debido a esto se plantearon la internacionalización de la
situación de Sudán, algo que generó mucho recelo en el país y fue visto con desconfianza. Estados
Unidos, que raras veces definir sus posiciones políticas exteriores sobre la base del respeto
autentico al tipo de diversidad que encontraban los entornos culturales y contantes con la tendencia
americana, jamás lograría modificar la opinión del gobierno islámico. Y por consiguiente, nunca
lograría asumir el papel de la posguerra fría al que aspiraba en calidad de fundador del Nuevo orden
mundial.
Desde los últimos comicios en Sudán, en lo que fue elegido como presidente para Bashir ha
tenido una creciente distancia de Tourabi. Esto dio lugar a posiciones menos radicalizadas y a una
situación más distendida en Sudán pero que se vio seriamente amenazada, cuando el 20 agosto 1998
Estados Unidos atacó con misiles de crucero la fábrica farmacéutica de al-Shifa en las afueras de
Jartum. El ataque contra la fábrica revelaba un incontrolable deseo de venganza por parte por parte
de los responsables de la planificación militar estadounidense. Los diplomáticos destinados en
Jartum se tomaron muy en serio las quejas sudanesas, sobretodo porque se tenía clara conciencia de
que en aquel momento Sudán estaba cambiando de orientación política y la fábrica era realmente
medicamentos. A esta situación se sumó el disgusto de Sudán para con los estados árabes que sólo
condenar el ataque varios días después de que ocurriera.
Una guerra fría
Tras el bombardeo, ya no fue posible ocultar la ineficacia de la rígida política
estadounidense de aislamiento de Sudán. Si bien los líderes árabes habían sospechado anteriormente
que Sudán podría representar una amenaza para la seguridad, desde finales de 1990 mientras los
estados ni las propias organizaciones políticas islamistas siguieron condenando Sudan como una
pieza importante en las el escenario político islamista. Pero la disminución de la aparente amenaza
de Sudán para los países vecinos no modificó la política estadounidense.
El estudio histórico sobre el proceso de negociación de paz de este conflicto sólo puede ser
ecuánime si, de nuevo, reconoce la incapacidad de todas las partes para negociar con sinceridad.
Toda labor diplomática debe aceptar que el conflicto tiene profundas raíces históricas y que, aunque
las declaraciones de las diversas partes parezcan sinceras cuando se someten a escrutinio, tras esas

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palabras existen posturas verdaderas que, si se comprenden, permitirán otros fruta diplomáticos
mucho mejores.
La elección de la segunda administración Clinton propició que Sudán intentase reparar
relaciones con Estados Unidos, de un modo más firme y abierto. Sin embargo todos los logros
comunicados por carta entre los ministros de asuntos exteriores de Estados Unidos y Sudán fueron
vistos como insuficientes por los primeros o directamente como irrelevantes. Era obvio que todo lo
que decidiera Jartum sería siempre a los ojos Estados Unidos, inadecuado. El rechazo
estadounidense del acercamiento político sudanés condujo que Jartumw intentase establecer
vínculos con Estados Unidos a través de los servicios de inteligencia y seguridad. "Sudán había
hecho todo lo que le había pedido Estados Unidos, imperaba cambio algún tipo de señal por parte
de Washington. Pero no ocurrió nada" aseguraba un ex oficial de la CIA.
Los esfuerzos del gobierno sudanés por renovar el contacto con Estados Unidos en 1999
sentar las bases del nuevo tipo de relación:
"no vamos a comprometernos en todos los aspectos para complacer a los americanos. Ellos
no están dispuestos a que satisfagamos sus intereses". Muchas decisiones estadounidenses en lo que
respecta a Sudán se basan en la ignorancia, más que una política razonable. El comienzo del siglo
XXI, la política estadounidense no ha cesado de atacar a Sudán por incumplimiento de los derechos
humanos en su territorio y la defensa del terrorismo internacional. La política Estados Unidos en
Sudán no ha sabido aceptar la realidad del país. Susan Rice, en calidad de secretaría adjunta de
asuntos africanos, no contribuyó a acabar con la guerra norte -sur, que constituye el núcleo del
problema de Sudán y es muy anterior a la instauración del régimen actual de Jartum. La decisión de
atacar, en agosto de 1999, a un enviado especial Estados Unidos, Harry Johnston, fue acogida con
recelo por el gobierno. Sin embargo, los sudaneses en el sur lo interpretaron como un signo de que
Estados Unidos tal vez había aceptado la guerra es la causa de la inestabilidad política prolongada.
Tal aceptación representa quizás un nuevo planteamiento de la política norteamericana, un giro
desde la antigua disposición alinearse con un bando contra el otro en la creencia de que un conflicto
religioso-cultural puede ganarse por la fuerza de las armas, hacia la idea de que Sudán representa
una oportunidad para entablar un diálogo fundamental, un diálogo que podría abrir una vía hacia
negociaciones interraciales e interreligiosas en otras zonas.
Anexo:
Parte II
Unidad I
 Rogan: Capítulo V: “La primera oleada de colonialismo. El norte de África”.

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El imperialismo europeo en el mundo árabe comenzaría a manifestarse en serio en el último
cuarto del siglo XIX. La bancarrota del imperio otomano y sus provincias autónomas del norte de
África terminaría por allanar el camino a Europa, facilitándole formas de control más directas.
En torno a la década de 1880 las potencias europeas empezarían a preocuparse más de la
promoción de sus intereses nacionales en el mediterráneo meridional que preservar la integridad
territorial del imperio otomano. Antes de que estallara la 1GM el norte de África estaba repartida
entre potencias europeas.
Varias razones explican que la práctica del imperialismo europeo en el mundo árabe
comenzara en el norte de África. Esta zona se halla lejos del centro de gravedad político otomano, y
en el transcurso del siglo 18 y 19 irían adquiriendo una creciente autonomía respecto a Estambul.
Territorio como Túnez y Egipto habían pasado a convertirse en estados vasallo de imperio mientras
que damasco y Alepo eran provincias integradas en el seno imperial. Los estados del norte se
hallaban cerca de España, Francia e Italia. Además de un precedente francés en Argelia desde 1827,
La regencia de argel formaba parte del imperio otomano, era gobernada por un virrey. Las
elites dominantes estaban compuestas por militares, se organizaban en forma de consejo
administrativo y su cabecilla era el dey. El sultán de Estambul confirmaba al electo, por lo demás la
autoridad del sultán el argel era ceremonial.
Los deyes de argel aprovechaban su autonomía para establecer relaciones comerciales y
políticas propias con Europa, sin el control de Estambul. Pero los deyes no podían ejercer una gran
influencia con los europeos. La capitulación de Hussein pacha ocurrida en 1830 por el incidente de
la paleta de mosca y guerra con los franceses pondría fin a 3 siglos de historia otomana y vendría a
señalar el comienzo de 32 años de dominación francesa en Argelia. No iban a tener el control total
del país.
La población argelina estaba integrada por árabes y bereberes, siendo esta última una
comunidad étnica no árabe convertida al islam tras las conquistas musulmanas del siglo 7.sometidas
a las matanzas por parte de los franceses los naturales de Argelia se tambalearon y el respaldo
público de que había venido gozando hasta entonces el movimiento de resistencia de abdelkander
comenzó a derrumbarse.
Tras el caso francés, las potencias europeas habrían de respetar el compromiso adquirido de
mantener la integridad territorial del imperio otomano al menos en el periodo comprendido entre
1840 y 1878. Para los 80 en Europa había arraigado el nacionalismo. En Grecia prendería en 1830,
consiguiendo la independencia del imperio otomano.
Potencias europeas empezaron a ayudar a los cristianos otomanos que trataban de liberarse
del yugo otomano, las naciones balcánicas. La bancarrota otomana de 1875 era síntoma de que
Turquía era el enfermo de Europa. La solución era que se repartieran los territorios e/ europeos.

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La derrota otomana a manos de Rusia llevo que en 1878 en el congreso de Berlín las
potencias europeas repartirían sin titubeos el territorio. Bulgaria quedaría autónoma, Bosnia y
Herzegovina pasarían a ocupación austriaca. Rumania, Serbia y Montenegro serian independientes.
Rusia ocupa anatolia oriental.
ING quería hacerse con el control del mediterráneo oriental, supervisar el canal de Suez,
para lo cual se asentaría en Chipre. Alemanes e ingleses ofrecen Túnez a Francia, a Italia le irían
dando libia, de la cual toma control en 1911. Finalmente en el 81 Francia toma Túnez en situación
de bancarrota.
En Egipto, la intervención de las potencias europeas llevo a una inestabilidad y dieron pie al
surgimiento de un movimiento de resistencia que ponía en peligro al jedive. Lo que haría que una
empresa en conjunto e/ Francia e Inglaterra termina en el 82 con la ocupación de ING.
Las elites urbanas y terratenientes, irritadas por las medidas de austeridad económica que se
les habían impuesto a fin de poder atender al pago de la deuda externa egipcia, hablaban mal de
gobierno del jedive Tawfiq pacha. En el ejército había división que separaba a la elite turca de los
nacidos en Egipto. Ahmed Urabi liderara revuelta que precipitara la ocupación británica de Egipto
en el 82.
En el 81 se formaría una coalición mixta de militares más terratenientes, formarían un
partido nacional, Egipto para los egipcios era el lema. Militares egipcios mostraban más lealtad a
Urabi que al jedive. Urabi es integrado al gobierno del jedive Tawfiq. Francia se retira se estaba
recuperando de la derrota de Alemania, del coste de someter a Argelia en el 71 y a Túnez. Deja el
campo liberado para Inglaterra.
1882 intervención inglesa, Urabi tomara la resistencia pero el ejército no era bueno. Fue
exiliado a Ceylán. El jedive taquif recupero un trono pero ya sin plena soberanía. Los británicos se
habían enseñoreado el país y ocupaban ahora puestos en todos los niveles del gobierno, el verdadero
gobernante de Egipto era lord Cromer.
Los acontecimientos que siguieron terminarían por conocerse como la carrera por África, ya
que Inglaterra, Francia, Alemania, Portugal e Italia se dedicarían a teñir el mapa de África. La pelea
será Francia vs Inglaterra.
Francia como consuelo, le dieron marruecos pero tendrá que lograr que la potencias
europeas le reconozcan su dominio, especialmente Alemania. En 1909 Francia será reconocida.
Marruecos estaba tratando de modernizarse para evitar la injerencia europea. Francia usa la
frontera con Argelia para mandar soldados, y dan préstamos al gobierno. La ocupación francesa
terminaría en 1912, donde Francia lo haría con forma de protectorado. Los jefes conservaran el
trono, pero los franceses controlarían por 44 años, Francia podía perdonar por fin a ING.

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Libia era la última zona que seguía bajo control directo de otomanos. En la época de Francia
en marrueco, Italia ya estaba en guerra con Libia. Tras las ocupaciones inglesas y francesas , los
turcos se preocupan más por libia. La revolución de los jóvenes turcos en el1908 lleva al poder a
nacionalistas. En 1911 los italianos entran a los cañonazos.
El coste de la restauración para los otomanos fue elevado, estados europeos actuarían como
mediadores entre italianos y otomanos. Y se firma acuerdo en 1912 que reconoce a Italia en libia ,
hasta 1930.
El imperialismo aporto 2 ingredientes importantes en primer lugar definió un conjunto de
fronteras que vinieron a señalar claramente el territorio nacional que se precisaría liberar, y por otro
lado se erigió un enemigo en común contra el cual unificar la población. Solo después que los
europeos ocuparan el norte comenzaría en serio el proceso de autodefinición nacional en la región.
Antes de la 1GM solo Egipto tiene un periodo de significativa agitación nacionalista, de la mano de
los clérigos musulmanes y nacionalistas laicos.
 Said orientalismo. Capítulo I: “Conocer lo oriental”
La elección del término «oriental» era canónica, lo habían empleado Chaucer, Mandevi11e,
Shakespeare, Dryden, Pope y Byron. Designaba Asia o el Estedesde un punto de vista geográfico,
moral y cultural; se podía hablaren Europa de una personalidad oriental, de un ambiente oriental, de
un cuento oriental, de un despotismo oriental o de un modo de producción oriental y ser
comprendido.
La lógica de Balfour es interesante, sobre todo porque es totalmente coherente con las
premisas de su discurso. Inglaterra conoce Egipto, Egipto es lo que Inglaterra conoce; Inglaterra
sabe que Egipto no es capaz de tener un autogobierno, Inglaterra confirma que, al ocupar Egipto,
Egipto es para los egipcios lo que Inglaterra ha ocupado y ahora gobierna; la ocupación
extranjera se convierte, pues, en «el fundamento principal» de la civilización egipcia
contemporánea; Egipto necesita -de hecho, exige-s- la ocupación británica. Pero si la particular
intimidad que existe entre gobernador y gobernado en Egipto se ve turbada por las dudas del
Parlamento, entonces (da autoridad de lo que [...] es la raza dominante -y que, según pienso, debe
seguir siendo la raza dominante- ha sido minada».
Balfour habla por ellos, porque, quizá, lo que ellos dirían si se les preguntara y fueran
capaces de contestar, confirmaría de manera superflua 10 que ya es evidente: que son una raza
sometida, dominada por una raza que los conoce y que sabe mejor que ellos lo que les conviene.
Tuvieron sus grandes momentos en el pasado, pero su utilidad en el mundo moderno se debe a que
los imperios poderosos y modernos les han sacado de la miseria y del declive y les han convertido
en habitantes readaptados de colonias productivas.

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Egipto, en particular, ofrecía un excelente argumento, y Balfour, como miembro del
Parlamento de su pais, era perfectamente consciente de que tenía derecho a hablar del Egipto
moderno en nombre de Inglaterra, de Occidente y de la civilización occidental. Porque Egipto no
era una colonia como las otras: era la justificación del imperialismo occidental; había sido, hasta su
anexión por parte de Inglaterra, un ejemplo casi clásico del retraso oriental e iba a significar el
triunfo del conocimiento y del poder inglés. Entre 1882, año en que Inglaterra ocupó Egipto y puso
fin a la rebelión nacionalista del coronel al-Urabi, y 1907, el representante inglés en Egipto, el
dueño de Egipto, fue Eveling Baring, lord Cromer
Si el éxito británico en Egipto fue excepcional, como dijo Balfour, no fue, sin embargo, algo
inexplicable o irracional. Los asuntos egipcios habían sido dirigidos de acuerdo a una teoría general
contenida en las nociones generales que Balfour tenía sobre la civilización oriental y en la gestión
de los asuntos diarios que Cromer llevó a cabo en Egipto. Lo más importante de esta teoría durante
la primera década del siglo xx fue que funcionó y, además, asombrosamente bien. El razonamiento
reducido a su forma más simple era claro, preciso y fácil de comprender: hay occidentales y hay
orientales. Los primeros dominan, los segundos deben ser dominados.
A diferencia de Balfour, cuyas tesis sobre los orientales pretendían ser universales, Cromer
habló sobre los orientales de una manera específica, de acuerdo con su experiencia de gobernador y
administrador primero en la India y después, durante veinticinco años, en Egipto, periodo en el que
llegó a ser cónsul general supremo del Imperio británico. Los «orientales» de Balfour son las «razas
sometidas» de Cromer
La idea de Cromer es que el Imperio británico no se disolverá mientras se mantengan a raya
el militarismo y el egoísmo comercial en la metrópoli y se haga lo mismo con las «instituciones
libres» en la colonia (en tanto que opuestas al gobierno británico «de acuerdo al código de
moralidad cristiana»). Porque si, según Cromer, la lógica es algo «cuya existencia el oriental está
totalmente dispuesto a ignorar», el método adecuado para gobernarlo no es imponerle medidas
ultracientíficas u obligarle a aceptar la lógica a la fuerza; el método adecuado consiste en
comprender sus limitaciones y en «pro-curar encontrar, en la satisfacción de la raza sometida, un
vínculo de unión más valioso y, si se puede, más fuerte entre los dirigentes y los dirigidos».
Disimulada tras la idea de la pacificación de la raza sometida, se esconde la potencia imperial
Cromer no hace ningún esfuerzo por disimular que para él los orientales no son más que el
material humano que él gobierna en las colonias británicas: «Como simplemente soy un
diplomático y un administrador que también estudia al ser humano, aunque siempre desde la
perspectiva de gobernarlo ----dice Cromer- [... ] Me contento con observar el hecho de que el
oriental, de un modo u otro, nor-mahnente actúa, habla y piensa de una manera completamente
opuesta a la de un europeo».

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Creo que nos equivocaríamos si menospreciáramos el cúmulo de conocimientos recibidos y
los códigos de ortodoxia orientalista a los que Cromer y Balfour se refieren en todo momento en sus
escritos y en su quehacer político. Decir que el orientalismo era una racionalización del principio
colonial es ignorar hasta qué punto el principio colonial estaba ya justificado de antemano por el
orientalismo. Los hombres siempre han dividido el mundo en regiones que tienen diferencias reales
o imaginarias; la demarcación absoluta entre Oriente y Occidente que Balfour y Cromer aceptaron
con tanta complacencia había estado formándose durante años, incluso siglos.
A partir de mediados del siglo XVIII, hubo dos elementos principales en las relaciones Este-
Oeste: uno fue que Europa adquirió unos conocimientos sistemáticos y crecientes acerca de Oriente
que fueron reforzados por el choque colonial y por el interés general ante todo lo extraño e inusual
que explotaban las nuevas ciencias. El otro elemento que marcó estas relaciones fue que Europa
mantuvo siempre una posición de fuerza, por no decir de dominio; y no se puede encontrar ningún
eufemismo para explicar esto.
El oriental es irracional, depravado (perdido), infantil, «diferente»; mientras que el euro-peo
es racional, virtuoso, maduro, «normal”. La manera de fomentar esta relación consistía en acentuar
el hecho de que el oriental había vivido en un mundo propio, diferente, pero completamente
organiza-do, un mundo con sus propias fronteras nacionales, culturales y epistemológicas, y con sus
propios principios de coherencia interna. Lo que le daba al mundo oriental su inteligibilidad e
identidad, no era el resultado de sus propios esfuerzos, sino más bien la compleja serie de
manipulaciones inteligentes que permitían a Occidente caracterizar a Oriente.
Para empezar, puede decirse que Occidente, durante los siglos XIX y xx, asumió que Oriente
-y todo lo que en él había-, si bien no era manifiestamente inferior a Occidente, sí necesitaba ser
estudiado y rectificado por él. Oriente se examinaba enmarcado en un aula, un tribunal, una prisión
o un manual ilustrado, y el orientalismo era, por tanto, una ciencia sobre Oriente que situaba los
asuntos orientales en una clase, un tribunal, una prisión o un manual para analizar-los, estudiarlos,
juzgarlos, corregirlos y gobernarlos.
Los dos grandes imperios eran el británico y el francés, aliados y socios en algunos
momentos y hostiles rivales en otros. En Oriente, desde las costas orientales del Mediterráneo hasta
Indochina y Malasia, sus posesiones coloniales y sus esferas de influencia imperial eran
colindantes, frecuentemente rozaban entre sí, y, a menudo, habían sido objeto de sus disputas. Pero
fue en Oriente Próximo, en las tierras del Oriente Próximo árabe en las que se su-pone que el islam
define las características culturales y étnicas, don-de británicos y franceses se enfrentaron entre sí y
con «Oriente» de una manera más intensa, familiar y compleja.

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Lo que compartieron no fue solo la tierra, los beneficios la soberanía; fue también esa
especie de poder intelectual que yo he denominado orientalismo, y que, en cierto sentido, constituyó
la biblioteca o el archivo de las informaciones que fueron en común e incluso al unísono adquiridas.
En resumen, el orientalismo se puede comprender mejor si se analiza como un conjunto de
represiones y limitaciones mentales más que como una simple doctrina positiva. Si la esencia del
orientalismo es la distinción incuestionable entre la superioridad occidental y la inferioridad
oriental, debemos estar dispuestos a observar cómo el orientalismo, a través de su evolución y de su
historia subsecuente, profundizó e incluso agudizó la distinción.
Cuando durante el siglo XIX se hizo práctica común que Gran Bretaña retirara a sus
administradores de la India y de cualquier otro lugar una vez que hubieran llegado a los cincuenta y
cinco años de edad, el orientalismo alcanzó un refinamiento complementario: ningún oriental
tendría la posibilidad de ver a un occidental envejecer y de-generarse, y de igual modo, ningún
occidental necesitaría reflejarse en los ojos de la raza sometida, a no ser que fuera para verse como
un joven representante del Raj, * vigoroso, racional y siempre alerta.
Las ideas orientalistas adoptaron diferentes formas durante los siglos XIX y xx. En primer
lugar, en Europa existía una gran cantidad de literatura sobre Oriente que se había heredado del
pasado. Lo que distinguió el mal del siglo XVIII y los principios del XIX, cuando según nuestro
planteamiento empezó el orientalismo moderno, es que se produjo un resurgir de lo oriental
De pronto, una amplia y variada gama de pensadores, políticos y artistas adquirió una nueva
conciencia de Oriente, desde China al Mediterráneo, debido, en parte, al descubrimiento y a la
traducción de unos textos orientales
El tono de esta relación entre el Oriente Próximo y Europa lo dio la invasión napoleónica de
Egipto en 1798, invasión que fue, por muchas razones, un modelo perfecto de lo que es una
verdadera apropiación científica de una cultura por otra aparentemente más fuerte. En efecto, con la
ocupación napoleónica de Egipto, se pusieron en marcha muchos procesos entre Oriente y
Occidente, procesos que todavía hoy dominan nuestras perspectivas culturales y políticas. Y la
expedición napoleónica, con su gran monumento colectivo de erudición, la Description de 1'Égypte,
proporcionó al orientalismo su escenario o su decorado, ya que Egipto y, a continuación, las demás
tierras islámicas se convirtieron en marco de, estudios experimenta-les, un laboratorio, un teatro
para el conocimiento efectivo de Oriente. Volveré a la aventura napoleónica algo más adelante.
El estudio apropiado de los orientales, en este sentido, es el orientalismo, separado de forma
adecuada de otras formas de conocimiento, pero, al fin y al cabo, útil(porque es finito) para la
realidad material y social, que contiene todo el saber, lo apoya y le proporciona su utilidad.
En resumen, que desde los comienzos de la historia moderna hasta el momento, el
orientalismo, como forma de pensamiento que se relaciona con el exterior, ha demostrado de

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manera característica la tendencia deplorable de toda ciencia que se basa en distinciones tan
rigurosas como son las de «Este» y «Oeste», tendencia que consiste en canalizar el pensamiento
hacia un compartimiento, el «Oeste», o hacia otro, el «Este», Como esta tendencia ocupa justo el
centro de la teoría, la práctica y los valores orientalistas que se encuentran en Occidente, el sentido
del poder occidental sobre Oriente se acepta sin discusión, como si de una verdad científica se
tratara.
Es natural que los hombres que están en el poder pasen re-vista de vez en cuando al mundo
del que se tienen que ocupar; Balfour 10 hacía frecuentemente; nuestro coetáneo Henry Kissinger
también lo hace y rara vez con más franqueza explícita que en su ensayo «Domestic Structure and
Foreign Policy», El drama que des-cribe es real y consiste en que Estados Unidos debe ordenar su
comportamiento en el mundo ante la presión que recibe, por un lado, de fuerzas interiores y, por
otro, de realidades exteriores. Kissinger constata que Estados Unidos puede tratar con el Occidente
industrial desarrollado de una manera menos problemática que con el mundo en vías de desarrollo.
Al contrario que Cromer, Kissinger no necesita citar a sir Alfred Lyall al hablar de la poca habilidad
del oriental para ser exacto; su argumento es lo suficientemente indiscutible como para no exigir
ninguna validación particular. Nosotros tuvimos nuestra revolución newtoniana, ellos, no; como
pensadores, nosotros somos mejores que ellos. Bien, las líneas de demarcación son trazadas en su
mayor par-te del mismo modo en que Balfour y Cromer lo hicieron; pero entre Kissinger y los
imperialistas británicos hay por lo menos sesenta años de diferencia. . Los orientalistas
tradicionales, como veremos, y Kissinger conciben las diferencias entre las culturas como una
realidad que primero crea un muro que las separa, y segundo invita a Occidente a controlar,
dominar y gobernar a lo Otro (gracias a su conocimiento superior y a su poder de acomodación). No
hace falta recordar ahora con qué resultados y a qué precio se han mantenido estas di-visiones
militantes.
Por un lado están los occidentales y por otro los arabo-orientales; los primeros son (citamos
sin seguir ningún orden especial) racionales, pacificas, liberales, lógicos, capaces de mantener
valores reales y no son desconfiados por naturaleza; los segundos no tienen ninguna de estas
características. ¿De qué perspectiva colectiva, y sin embargo detallada, de Oriente se derivan estas
afirmaciones?
 Wesseling: “Divide y vencerás el reparto de África 1880-1914”
Capítulo IV: Egipto
Limita con dos mares. Enlace entre Europa y oriente. Canal de Suez se hace en 1869. La
historia del Egipto moderno comienza con Mohamed Ali. Comerciante que dirigía u regimiento al
servicio del sultán turco, expulsa y toma el puesto de gobernador, el imperio otomano le da
reconocimiento. 1811 virrey. Modernizo la administración, ejecito, flota,. Egipto se hace como

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potencia independiente aunque bajo dominio otomano y deber tributario. 1867 el sultán da el título
de jedive o rey. Los afanes de independencia de los turcos se veían restados por la dependencia de
los europeos.
Ali dividió a Egipto en prefecturas según el modelo francés. Alejandría y wadi halfa son los
centros. Mayoría de población formada por fellahs,( campesinos y jornaleros). La tierra era
propiedad del estado. Ali mejora regadíos e introduce la propiedad privada (mediante aumento de
impuestos, etc.) lo que genero terratenientes. Cultivo de algodón. Clase superior formada por turcos
egipcios. Europeos controlan economía. El canal era objeto de atención diplomática.
Los ingleses no eran partidarios del canal, ya que en un principio beneficiaria a Francia, y su
influencia en Egipto. Los ingleses quería ferrocarril, los franceses un canal.. En el 1854 llega un
nuevo virrey Said Pacha e inclina la balanza para los franceses. Pero luego se tira atrás por temor a
represalias del sultán. Pero llega Ismail y lo aprueba, para 1869 se termina. Transformaría Asia.
Aunque se lo esperaba como un instrumento de paz, muy lejos lo va a ser.
Con Ismail Egipto cambia, antes era gobernada por dirigentes que no modernizaban,
conservadores. Transformo Egipto en un estado europeo. El canal de Suez llevo a Ismail al abismo
financiero, al principio la explotación del canal no tuvo mucho éxito
La guerra entre Francia y Prusia había roto el equilibrio europeo. La posición de Francia se
debilita. Inglaterra se convierte en el accionista mayor de la sociedad del canal. En 1876 el estado
quebró, se interrumpe el pago de bonos del tesoro. El jedive despide ministros europeos. El sultán
lo echa en el 79, le sucede su hijo Tawfiq, el control económico por parte de Francia e Inglaterra se
institucionaliza en el nombramiento de 2 interventores. Uno de ellos lord Cromer.
A Inglaterra la intervención en Egipto le costó la enemistad con Francia y coloco al país en
una situación de dependencia de las demás potencias. El sultán, estaba a la merced de Europa,
Tawfiq era una marioneta. Surge movimiento antiimperialista, alimentado por ideas de renacimiento
del islam. El movimiento tenía diversos bandos y líderes. Ahmed Arabi será el líder, figura del
ejército, sacan a Tawfiq y toman el poder.
Gladstone y Gambetta mandan sus ejércitos a Alejandría en el 82, pero en el momento
crítico, Francia abandono por la política francesa que estaba muy dividida. La soberanía del sultán
otomano era cada vez más una ficción.. El estado Egipto socavado por las hipotecas e
intervenciones ya no era capaz de recuperarse solo. Por este motivo Inglaterra permaneció en
Egipto. Y a través de Egipto se instaló en Sudán.
Francia inicio la partición de África. Senegal, Túnez, Argelia. Por ocupar Chipre, Inglaterra
tuvo que ofrecer a Francia ocupar Túnez. La cuestión egipcia está marcada por la pelea entre
Francia e Inglaterra. El imperio turco no desempeñaba un papel relevante. Su soberanía era utilizada

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o rechazada a conveniencia de Rusia e Italia observaban a distancia, rabiosas pero impotentes..
Bismarck no quería ver a Francia ni humillada ni reforzada
Inglaterra quería un Egipto neutral e independiente. Estaba la promesa constante de que se
retirarían de Egipto, porque las condiciones no estaban; calma, seguridad orden. En 1914 Egipto se
convirtió en protectorado.. La ocupación puso a Inglaterra en posición complicada. Se vio obligada
a proteger a Egipto y a sudan también (para proteger el Nilo) el cabo y Zanzíbar. Ocupación ni
deseada ni planeada.
Unidad II: El régimen de mandatos en cercano oriente y la promoción de las
monarquías.
 Lewis: De guerra en guerra
La rivalidad otomano-iraní acabo mal para los 2. El imperio luchara vs nacionalistas
independentistas y vs bajas ambiciosos como Muhammad Ali Pasha quien puso una nueva dinastía
en Egipto a pesar de ser un estado cuasi independiente.
El movimiento de los wahabíes se atrevió a desafiar la autoridad del estado, postulaban la
vuelta al islam puro. Desde mediado del s 18 conquistaron gran parte de África y al cabo de poco
tiempo llegaron a amenazar los confines de Siria e Irak. Los ejecutivos otomanos era fuertes para
aplastar beduinos rebeldes, pero no para repeler potencias europeas. Rusia vs otomanos. La
decadencia otomana comenzó a ser denominada por diplomáticos como la cuestión de oriente.
Guerra de Crimea, Inglaterra y Francia ayudan a otomanos vs Rusia. Aliados se aseguraban
herencia del enfermo, los países más apartados.
Los iraníes enfrentan a Inglaterra (cuya dominación en india lo lleva hasta ahí) que ocupa el
sur, y Rusia que ocupa el norte. Las minorías étnicas en irían no se unían. Las medidas de los Sha
iraníes fueron parecidas a las de los sultanes; modernización de fuerzas armadas y sistema
educativo. Pero no tenían un campo tan amplio, anuladas por obstáculos regionalistas. La presión
rusa era militar, la inglesa económico-diplomática. Derrota rusa vs Japón. En 1906 irán hace
constitución firmada por el Sha.
La revolución constitucional otomana se da en 1908, el despotismo abolido, constitución
que convoca elecciones libres, turcos armenio, musulmanes y cristianos se abrazaban. Revolución
de los jóvenes turcos, saludada por las potencias. Guerras balcánicas. La frágil democracia de
jóvenes turcos se debilita en el 13 y hay dictadura militar.
En la 1GM los otomanos esperaban que los musulmanes de pueblos sometidos por
Inglaterra, Francia y Rusia se levantaran en armas. Cosa que no pasó. Los armenios se rebelan, pero
son deportados y reasentados en anatolia. Muertes por hambre y matanza. Los árabes de hiyaz en
arabia fue el otro levantamiento, tuvo mejor apoyo que los armenios. Se lanza en provincia

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autónoma árabe y musulmán. Alejada de centros de poder otomanos. 1917 independencia de hyfas y
el jerife Husayn se declara rey.
En 1916 tropas británicas avanzan sobre palestina desde Egipto. En 1917 toman Bagdad en
Irak y gaza en palestina. La 1GM supuso la retirada del islam frente el avance de occidente. Turcos
abandonan territorios árabes y van para anatolia. Cuando se retiran los otomanos; las rivalidades
imperiales pasan tres fases; a-en esta Francia e Inglaterra se adueñan de la región, b- en los 30-40 la
dominación anglo francesa debe luchar vs Alemania e Italia, c- en la posguerra 2 Inglaterra y
Francia están debilitadas.
En el Asia suroccidental, Inglaterra y Francia dividieron el creciente fértil no ,como en otros
tiempos en colonias y protectorados, sino en nuevos estados con nuevas fronteras ,regímenes
modelados a su imagen. Irak se convierte en monarquía bajo el mandato británico. La zona
occidental siria quedo dividía en 3, la parte central y septentrional fueron asignadas a Francia y la
meridional con el nombre de palestina a Inglaterra. Los franceses establecieron 2 republicas, una se
llamó Líbano y otra Siria.
Del mismo modo Inglaterra dividió la región en 2 zonas, creo un emirato árabe en la parte
oriental a la que denomino TransJordania, y administró directamente la parte occidental que es
palestina. En arabia las cosas fueron distintas era independiente y en 1932 tras añadir nuevos
territorios el reino se bautiza como Arabia Saudita.
Turquía con Mustafá Kemal, expulsa de anatolia a las potencias extranjeras y proclama la
república en 1919. En ese año irán es testigo del tratado anglo persa que pone bajo dominio ingles
pero da independencia. El parlamento iraní no aprobó, apareció influencia rusa en el norte. Reza
khan depone monarquía y se proclama Sha de Irán que durara hasta el 79. Mustafá y reza hacen
centralización y modernización pero reza no hace intento de separar estado e islam.
Egipto e Irak obtuvieron la independencia pero la presencia británica siguió allí. El Líbano
continuó siendo singular al ser centro de pluralismo cultural y religioso y de libertad económica y
política que quedaba en todo el mundo árabe.
En palestina había judíos pero en la época del imperio romano habían dejado de constituir la
mayoría. En el último cuarto de S19 llego un grupo de jóvenes con inspiración en el sionismo,
movimiento surgido de la tradición religiosa y versión hebrea del nacionalismo, empujados para
hallar respuesta al rechazo que sufrían en Europa oriental y oriente próximo. Los asentamientos de
ellos y sus sucesores acabarían por construir el futuro estado de Israel.
En 1917 Ing. a través de la declaración de Balfour en virtud de la cual concedía su apoyo al
proyecto de establecimiento de una patria nacional para los judíos. Esa promesa agravo la lucha
árabe contra el mandato británico. Alemania e Italia alcanzaban la unidad nacional tras liberar y

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unificar por la fuerza de las armas a una serie de pequeños estados. Irak y Jerusalén árabe le dan el
apoyo.
La propaganda nazi era específicamente antijudía más que genéricamente antisemita. La
persecución de los judíos por los nazi y su imitadores precipito la inmigración de judíos a palestina
y el consiguiente fortalecimiento de la comunidad hebrea en dicho país.. Alemania e Italia
propagan el odio judío en el mundo árabe. El apoyo al eje se basa a en el principio del enemigo de
mi enemigo es mi amigo, el eje visto como enemigo de occidente.
Los resultados de la guerra serian decepcionantes para los pueblos y los gobiernos del
oriente próximo. Pese a las promesas de retirada las tropas aliadas siguieron en presencia en los
países árabes. Unos con dominación colonial, otros con regímenes con odio de parte de sus
súbditos. Los judíos de palestina odian a los británicos porque estos impidieron, durante la guerra la
llegada de más judíos. Esto fue intento de los británicos por ganarse la amistad del nacionalismo
árabe. Propagandistas del eje y alisado rivalizaban a la hora de alentar nacionalismos. La liga árabe
del 45 alentada por ING, que luego fue excluida
Irán, Irak, Arabia y otros países, lugar de campos petrolíferos y el oriente próximo se
convirtió en una de las grandes zonas. A los ingleses les interesaba la india a los franceses el norte
de África. El imperio otomano le había suministrado a oriente próximo una estructura y protección
que lo habían resguardado de los numerosos peligros que lo amenazaban desde afuera. La
dominación anglofrancesa supuso un interludio para oriente próximo. Para las potencias
occidentales el beneficio fue más visible a la hora de enfrentar la 2GM.
 Procacci: el mundo islámico
LA Caída del imperio otomano dio ocasión para reflexionar sobre los valores tradicionales,
nuevas orientaciones que afecto a todo el mundo islámico. En Afganistán en el contexto de
posguerra pasaron las mismas cosas que en Persia, el reformador fue aquí aman a la que hace
tratado de amistad con la URSS en 1921 y hay modernización que se estrelló contra escollos de
atraso y tribalismo.
Egipto fue el primero en emanciparse del imperio otomano, el algodón y el recurso del canal
le daban mejores recursos. En el 82 ya había asumido control factico, en 1914 será protectorado. En
el 22 Inglaterra renuncia al protectorado y en el 23 había nueva constitución, pero todavía había
tropas británicas en el canal de Suez, y compartían la soberanía con sudan, y en consecuencia el
control sobre las aguas del Nilo.
Siria, palestina e Irak eran mandato de tipo A, es decir de los que se consideraban más
maduros para la independencia y donde del cometido de las potencias mandatarias hubiera tenido
que ser precisamente el de poner en marcha y acelerar el proceso a la plena soberanía. Siria fue
separada de Líbano y desmembrada en varias provincias cada una dotada de instituciones

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representativas con jurisdicción limitada sobre asuntos locales. El poder real lo tenía el gobernador
nombrado desde parís. Revuelta de drusos entre el 26 y27 consiguieron más flexibilidad.
Inglaterra en Irak había estado explotando desde el 20 el petróleo, en el 26 promulga su
constitución en el 30 se le reconoce su independencia.
En Palestina la novedad fue la inmigración judía, que recibió un impulso con la declaración
de Balfour de 1917. En 1925 por iniciativa de Chaim Weizmann, un científico que había sido uno
de los inspiradores de la declaración de Balfour, funda la universidad de Jerusalén. La convivencia
con la población de palestina y colonos que procedían en su mayoría de Europa oriental y central, se
hacía más difícil y las autoridades no encontraron otra mediad para suavizar la tensión que no fuese
un control gradual del flujo de inmigración según las circunstancias. En 1929 tuvieron lugar los
primeros enfrentamientos
Unidad III: dese el fin de la Segunda Guerra a la crisis del 73.
 Azzaola Piazza el Egipto nasserista y el apogeo del panarabismo
La creación del estado israelí en el 48 y la guerra de palestina fueron los detonantes de un
cambio radical en todo el mundo árabe y Egipto. La derrota de palestina impulso la liberalización
de Egipto. El fracaso de los regímenes árabes en su intento por evitar una derrota en palestina, la
incapacidad de las nuevas fuerzas políticas de suplantar a los partidos tradicionales y la debilidad de
una burguesía nacional se tradujeron en que solo el ejército apareciera como la única fuerza
organizada capaz de emprender.
1952 el grupo de oficiales libres hacen golpe de estado, comandado por Nasser y Naguib.
Se forma en el 49 y Entre los objetivos de este grupo estaba la depuración de responsabilidades en
el ejército tras la derrota de palestina, la liberación de Egipto de la ocupación británica y el
establecimiento de un gobierno justo.
El monarca abdica a favor de su hijo. El poder pasa a manos del consejo de la revolución,
presidido por Naguib. La escena política que se encontraron con el dominio del palacio, latifundista,
inglés, el partido Wafd debía ser desmantelada. Al no tener programa político dan pista a los
políticos ya existentes. Naguib tomara el puesto de primer ministro, en el 52 dictan ley de reforma
agraria, distribuir campesinos y crear cooperativas agrícolas. La medida fue más simbólica.
1953 se disuelven los partidos políticos, y se crea el embrión del partido único, el
Reagrupamiento Para La Liberación. Su objetivo era movilizar a la apoyo popular reorganizar
fuerzas populares. El carisma de al nascer le permitió escalar posiciones en el consejo de la
revolución y poner sistema presidencialista.
Constitución del 53, organizaciones de partido único, la reagrupación de liberación 53-56,
la unión nacional 56-62, y la unión socialista árabe 62-76. La prohibición de partidos tuvo una
excepción, los hermanos musulmanes, porque eran una asociación, pero luego se los suprimirá,

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habrá atentado vs nascer y se los reprimirá, había lucha por apropiarse de la revolución. Monarquía
abolida fin de la dinastía de Muhammad Ali.
La nueva república nació con contradicciones con Nasser vicepresidente del consejo de la
revolución y Naguib el presidente. El primero apostaba por un gobierno de partido único que fue
derivando hacia un régimen autoritario que finalmente triunfaría, y el segundo por la vuelta a un
régimen pluralista, y por la convocatoria de elecciones libres que llevasen a la asamblea
constituyente.
Naguib era un presidente limitado por lo que renuncio en el 54, pero luego es repuesto, y
autorizo los partidos políticos por 4 días. El atentado contra Nasser frustrado hace que Naguib sea
depuesto y asuma Nasser. Se suprimen la diferencia de tribunales por confesiones. La conferencia
en Bandung en abril del 55 significó el encuentro con Nasser con el 3er mundo, la filosofía política
del neutralismo positiva, no asociarse con ninguno de los colonialistas. Yugoslavia e india
La negativa de americanos y británicos para financiar la gran presa de Asuán, desencadeno
la nacionalización del canal lo que supuso ingresos económicos y señal de soberanía política. En el
56 Nasser reelegido presidente en referéndum y pasa a liderar las luchas árabes por la
independencia.
El nacionalismo egipcio se convirtió en un nacionalismo solidario con movimientos de
liberación árabes. La crisis de Suez fue el principal catalizador para que Nasser incluyera el
concepto de nacionalismo egipcio en otro más amplio de nacionalismo árabe.
Suez marca también la egipcianización de las empresas extranjeras, bancos ingleses y
franceses pasan a ser de egipcios. Inglaterra, Francia e Israel acordaron intervenir el canal, la URSS
y USA se oponen. Lo cual fracaso, marcando el fin de los imperios coloniales tradicionales e
iniciando la batallas de las 2 superpotencias en la región. La URSS se ofrece a financiar la presa de
ASUAN. USA ira para Irak, Líbano y arabia saudí, regímenes conservadores. También Israel. La
doctrina Eisenhower
Los estados panarabistas soñaban con un progreso de unificación real entre estado, como el
caso de siria. En el 58 los presi de Egipto y siria firman la unión de ambos en la república árabe
unida o RAU, en la cual Nasser será elegido presi. Se proclama constitución similar a la de Egipto,
se reemplazan los partidos de siria por Unión Nacional, la organización de partido único egipcia.
Pero el desequilibrio por la hegemonía de Egipto, derivo en golpe de estado que puso fin a la
experiencia. Nasser se sintió humillado. Antes esto busco nuevas bases de apoyo para lo cual
buscara neutralizar a la burguesía y reorganizar la unión nacional. Se formula un nuevo orden social
basado en principios socialistas, a través de la pronunciación de la Carta Nacional en 1962. el
régimen pasa a definirse como democracia social, en el 61 se dicta otra ley agraria que no cambia
las cosas. La UN pasa a ser USA.

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Se controlara la banca y el comercio exterior, nacionalizara la industria y rezaría el sector
público. La constitución interina del 64 consolidara los poderes del presidente. Parra elecciones la
asamblea nacional presentaba un solo candidata que debía estar elegido por referéndum, la
asamblea debía estar compuesta por campesinos o trabajadores.
A pesar de apoyo popular el régimen estaba en crisis. El fin llego con la guerra de los 6 días
en 1967, cuya derrota supuso la victoria israelí y la victoria moral de siria en el enfrentamiento por
el liderazgo nacionalista que se mantenía con Egipto. Existía tensión precedente con incidentes
armados en la frontera entre siria e Israel. Egipto se alía con siria y Jordania. Israel se unifica
Jerusalén al anexionar la parte oriental que había estado en manos jordanas desde 1948.
El consejo de seguridad de naciones unidas declaraba inadmisibles las conquistas
territoriales y estipulaba que Israel debía retirarse. Países productores de petróleo se dispusieron a
ayudar a Egipto. La guerra del 67 supuso la ocupación de gaza y Cisjordania por parte del estado
israelí y la península Sinaí parte necesaria para el control del Canal de Suez.
Nasser continúo participando como mediador en palestina o la tregua jordano Palestina o la
de Líbano con el OLP. Arabia saudí se convertirá en el árbitro de la región. Hacia el 70 iniciara
acercamiento hacia USA e Israel, pero muere.
Las dos fuerza opositoras fueron los comunistas y los hermanos musulmanes. Amabas
estaban fuera del parlamento. Los marxistas aplaudieron las nacionalizaciones pero criticaran fuerte
a partir del 67. Los hermanos apoyaron a Nasser al principio. Nasser se presentó como el
responsable del verdadero mensaje islámico y acusando a los hermanos de herejía por conspirar
contra el estado.
Falta ver desde la 79 a la 89
 Halliday: Capítulo IV: “Un nuevo periodo de revoluciones en el Tercer Mundo”
En el Tercer Mundo se extiende la guerra, la revolución social, la pobreza masiva. Es un
lugar particular en el mundo de la guerra fría; nivel de actividad revolucionaria, posición
modificada vs el simplificación de la ideología con la amenaza soviética.
La 1GF estuvo acompañada de creación de regímenes poscapitalistas tanto en Europa como
en extremo oriente. 8 estados en Europa oriental,2 como resultados de movimientos nacionalistas y
revolucionarios autóctonos (Yugoslavia, Albania) y seis como consecuencia de la imposición desde
arriba de la autoridad comunista en países con grados variables de influencia comunista (Alemania ,
Hungría, Rumania, Bulgaria, Polonia, Checoslovaquia)
A estas democracias populares en Europa oriental se suman revoluciones en China, Corea e
Indochina. Para el 53-54, la primera oleada revolucionaria termina. A fines de los 50 se inicia la 2da
ola revolucionaria y primeros de los años 60 en Iberoamérica, oriente medio y África eje
(revolución cubana e independencia argelina del 62.)

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En el 60 se crea el frente de liberación nacional de Vietnam del sur. USA preocupado busca
reprimir estos movimientos. Desde el 62 al 74 la situación parece contenerse, la revolución cubana
parecía estar limitada en su isla, por su represión y errores militares. Hacia los 70 un informe del
congreso de USA decía que los USA se enfrentan a un mundo políticamente multipolar y
económicamente interdependiente. Esta creencia fue uno de los fundamentos de la distinción
Revolución etíope y revolución portuguesa en el 74 (Angola, Mozambique, Guinea-Bissau,
Cabo Verde, Santo Tomé y Príncipe, se rebelaron tras la caída del fascismo portugués). En África se
dan 7 revoluciones.
La consolidación de la revolución angoleña, con ayuda cubana y soviética, socavo la ilusión
de un tercer mundo manejable. Si fue en Etiopia quien iba a dificultar la resolución de la guerra fría
de Brzezinski en 1978, fue Angola quien para finales de 1975 había producido el mismo efecto
sobre el secretario de estado Kissinger.
Estos conflictos eran solo preludios de los que podía considerarse como el más importante
conflicto, potencialmente del 3er mundo en los últimos años del presente siglo; el conflicto de
Sudáfrica misma.
Las guerras de Vietnam, Laos, y Camboya acabaron en 1975 con la caída de los regímenes
por estadounidenses respectivos. El colapso simultáneo fue más dramático para los países
colonialistas, al producirse después de la costosa intervención estadounidense en la región. Para los
estadounidenses la fecha clave fue 1973 cuando se retiraron sus tropas.
La escala misma del fracaso en Indochina, junto con la naturaleza encubridora de la retirada
por fases de USA, para salvar las apariencias dejo a la conciencia imperial paralizada y la
defensiva.
13 de estos levantamientos compartieron una característica en común que limitaba su
posible relevancia a futuro. Este sello distintivo es que las formas de dominación contra las que se
dirigían, se estaban volviendo cada vez más escasas en el tercer mundo.
Los gobiernos de Afganistán y Etiopía eran monarquistas precapitalistas y habían
sobrevivido en parte por razones de ubicación geográfica a la furiosa investida del k moderno. En
suma esta tercera oleada de levantamientos en el mundo colonial surgió contra los últimos vestigios
de los viejos ordenes coloniales y precapitalistas. La mayoría se desarrolló en condiciones
relativamente arcaicas.
La única excepción fue Irán, tenía liderazgo e ideología retrógrados, pero su modo de
triunfar eran modernos. Reaccionaria y moderna. La revolución de Vietnam fue la más importante,
le produce muchas bajas a USA, la mayor derrota. Otras 3 importantes derrotas estratégicas para
USA fueron Angola, Irán, Nicaragua. En Angola hubo apoyo cubano y soviético. La derrota irania

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tuvo la fase de la caída del Sha y la parte de la detención de los rehenes estadounidenses en el 79.
Ambas partes muestran la debilidad de USA. Nicaragua marca el primer éxito en Iberoamérica
Comentaristas occidentales atribuyen a la URSS la responsabilidad de esta nueva oleada,
una violación al periodo de distención. Aun así la capacidad de desempeñar tal papel ha dependido
más de algo fuera de control de la URSS; la evolución de las situaciones políticas en los países
concretos en cuestión.
En los 70 USA aduce que la URSS mete mano para justificar su invasión, son crisis falsas.
Sin embargo el núcleo emocional de la amenaza soviética es la combinación de 2 cuestiones
cruciales; Israel y el petróleo. Estrategas estadounidenses sostenían que USA debía meterse en el
golfo. No había ninguna potencia en esa región. Este énfasis en el petróleo del golfo estaba en la
idea de que la URSS estaba detrás de los éxitos árabes contra los israelíes.
Kissinger en el periodo transcurrido hasta los años sesenta los USA, habían empleado su
superioridad estratégica para limitar la ayuda dada por la URSS y china a movimientos del tercer
mundo. En los 70 USA intento una política de vinculación induciendo a la URSS y a china a
cooperar para limitar las revoluciones en el 3er mundo a cambio de concesiones en los ámbitos
nuclear y económico. La tercera oleada de revoluciones ha demostrado que tal política no tuvo
éxito; ya que la URSS no está dispuesta a actuar según estas normas de USA, y aunque la ayuda
soviética es un factor importante no es Moscú quien controlas las sublevaciones.
Un cambio en la doctrina militar de USA, la doctrina Nixon de delegación propuesta no es
más la adecuada. La opinión pública de USA se modificó en cuestiones en torno a intervenir en el
3er mundo, lo cual a fines de la década del 70 renace el intervencionismo
El tercer mundo tiene un lugar especial en la 2GF como un símbolo y como una causa
sustantiva. Es una zona donde el combate real causa estragos y se pierden vidas como consecuencia
de las políticas de USA y de los aliados. El renacer del militarismo de USA se da por la confusión
de izquierda metropolitana en donde partidarios y adversarios se apresuran a adoptar actitudes de
guerra fría. El otro factor es la nueva importancia de los países de3er mundo dentro de la
reorganización global del k internacional.
 Marín Guzmán: “El fundamentalismo islámico en Egipto”
Sayyid Qutb, miembro de los al-Ikhwan al-Muslimun, quien fue también uno de los más
importantes líderes del fundamentalismo islámico en Egipto. Una publicación de los Hermanos
Musulmanes de Egipto nos explica, en unas pocas líneas, las injusticias sociales existentes en este
país
“La clase gobernante en Egipto se ha apropiado de privilegios sin precedente. El ciudadano
común percibe en Egipto una deslumbrante desigualdad. Muchas de las leyes recientes sirven y
defienden los intereses de los pocos que están en la cúspide.”

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Los pensamientos anteriores muestran algunas de las causas de los movimientos
fundamentalistas en Egipto: la corrupción del gobierno y sus planteamientos seculares y la
distribución desigual de la riqueza, que lleva a la lucha de clases y a la ampliación de la brecha
social. Los Hermanos Musulmanes proponen entonces y nos plantean la alternativa religiosa frente
a lo que ven como los fracasos del secularismo.
¿Por qué el uso de la violencia como alternativa? ¿Por qué el rechazo a la sociedad
existente? ¿Cuál es la ideología que sustenta toda la praxis política de los Hermanos Musulmanes?
¿Cómo justifican con argumentos religiosos los medios violentos para lograr los fines? Esta primera
parte del estudio sobre el fundamentalismo islámico en Egipto responde a estas interrogantes y tiene
como propósito analizar con detalle las principales causas políticas, sociales, económicas y
religiosas de los al-Ikhwan al-Muslimun, sin duda uno de los más importantes movimientos
fundamentalistas en este país
Egipto es sin duda uno de los más importantes países musulmanes. En primer lugar porque
aquí se encuentra la Universidad de al-Azhar, la más importante universidad de estudios islámicos
en el mundo, y en segundo lugar porque en este país se han iniciado varios de los movimientos de
reforma y de renovación religiosa islámica. Desempeñó un papel preponderante el de al-Salafiyya,
una aspiración reformista hacia finales del siglo XIX, que deseaba rescatar los valores de los
antepasados. Al-Salafiyya, no obstante, siguió los lineamientos de conformidad con el sistema
político, lo que hacia los años treinta cuestionaron los al-Ikhwan al-Muslimun (los Hermanos
Musulmanes), grupo fundado en Egipto.
Hasan al-Banna’, un hombre de gran personalidad y carisma fundó el grupo de los al-
Ikhwan al-Muslimun en Isma ‘iliyya, en Egipto en el año 1928. Nosotros somos los hermanos al
servicio del Islam; por lo tanto, somos los Hermanos Musulmanes.7 El grupo surgió debido a los
serios problemas económicos, sociales y políticos que afrontaba entonces el país en esos años de
posguerra. A lo anterior se pueden añadir también la difusión de la cultura europea, los planes de
secularización y la imposición económica del Occidente.
Los Hermanos Musulmanes de Hasan al-Banna’ buscaban rescatar los fundamentos (asas,
pl. usus) del Islam, pues opinaban que se habían perdido. La da`wa (llamado, prédica) de los al-
Ikhwan al-Muslimun apelaba a todos los musulmanes para rescatar los principios propios de la
religión, y volver sobre las bases religiosas, económicas y políticas del Islam.
Desde finales de los años treinta los al-Ikhwan al-Muslimun constituían un fuerte grupo que
contaba con numerosos seguidores, procedentes de todos los sectores sociales. El grupo empezó a
presionar y a ejercer influencia en la política egipcia, al tiempo que surgían simpatizantes de la
Hermandad en otros países vecinos.

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Banna’ llegó a tener las siguientes características que lo diferencian de los otros
movimientos de renovación islámica: una ideología activa, una estructura organizativa, una
liderazgo carismático, una gran masa de seguidores, y una orientación pragmática. El grupo de los
al-Ikhwan al-Muslimun no tuvo la profundidad filosófica de otros movimientos, como por ejemplo
la al-Salafiyya
Sin embargo, los Hermanos Musulmanes tuvieron éxito en unir u organizar con mayor
fuerza a las masas de seguidores, como no lo ha logrado ningún otro movimiento de renovación
islámica de tiempos recientes, excepto el caso de Irán
Al terminar la Segunda Guerra Mundial los Hermanos Musulmanes continuaron con
empeño su oposición al gobierno, a los británicos y al partido del Wafd (nacionalistas), no obstante
la represión que debían enfrentar.
. En esta reunión en 1945 Hasan al-Banna’ presentó un conjunto de estatutos
comprehensivos que llamó Qanun al-Nizam al-Asasi li-Hayat al-Ikhwan al-Muslimin al-‘Amma
que modificados en 1948 y suplementados en 1951, dieron origen a la carta de constitución de los
al-Ikhwan al-Muslimun. Esta constitución y los programas de los al-Ikhwan al-Muslimun eran
instrumentos contra el Wafd y contra los comunistas. Debido a que se dirigían contra estos últimos,
no obstante la oposición al régimen, el gobierno intentó atraer a los Hermanos Musulmanes a su
lado.
Los Hermanos Musulmanes también participaban activamente en la violencia en las calles,
en especial en El Cairo. Estas luchas inclusive llevaron al asesinato de algunas prominentes
personalidades. El primer ministro, Mahmud Fahmi Nuqrashi,20 temiendo perder el control del
gobierno, dirigió una violenta represión contra los Hermanos Musulmanes y represión contra los
Hermanos Musulmanes y ordenó disolver esta agrupación el 8 de diciembre de 1948. En esos
momentos la represión militar y policial reveló las verdaderas dimensiones de la organización, su
expansión por todo el país y su peso político de oposición, lo que hasta entonces se desconocía.
En lucha contra las autoridades y como respuesta a la represión política, un miembro de al-
Ikhwan al-Muslimun, ‘Abd alMajid Ahmad Hasan, de 23 años de edad y miembro de los Hermanos
Musulmanes desde 1944, asesinó al primer ministro Nuqrashi el 28 de diciembre de 1948. El
descontento de amplios sectores de la población contra la violencia de los al-Ikhwan al-Muslimun y
por el asesinato del primer ministro Nuqrashi, se manifestó durante el funeral. Estas represiones
llevaron finalmente al asesinato de Hasan al-Banna’, el 12 de febrero de 1949.
Cuando en enero de 1950 volvió a ganar el partido del Wafd, se detuvo la represión contra
los al-Ikhwan al-Muslimun y el grupo recuperó su estatus legal. A pesar de los nuevos proyectos y
las muchas expectativas del gobierno de Nasser a partir de 1954, y aunque su lucha nacionalista
coincidía en muchos aspectos con los Hermanos Musulmanes, éstos tenían métodos y fines

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diferentes. Por ello se opusieron a sus aspiraciones seculares, dirigidos en esta lucha por su líder
Hasan al-Hudaybi.28 La oposición de los Hermanos Musulmanes contra Nasser cobró mayor
intensidad cuando el presidente firmó un acuerdo con los británicos respecto de la evacuación de la
zona del canal (19 de julio de 1954). Durante esos años de lucha contra Nasser y de la obstinada
oposición de los al-Ikhwan al-Muslimun a los británicos, los Hermanos Musulmanes siguieron
publicando su periódico, Jaridat al-Ikhwan al-Muslimin, y llamaron a la Jihad contra los británicos.
Algunos afirmaban que el antagonismo entre los Hermanos Musulmanes y Nasser se debía a
las diferencias personales entre el líder político y Hasan al-Hudaybi. Nasser no podía aceptar la
oposición de los al-Ikhwan al-Muslimun ni su lema referido al presidente de Muerte a los Traidores.
Al mismo tiempo, aparentemente, el gobierno provocaba incidentes, como el reportado en la
mezquita de los Hermanos Musulmanes en Tanta, cuando una pelea provocó también que el imam
de la mezquita amenazara con un cuchillo a sus oponentes. Para entonces era evidente la lucha
constante de los Hermanos Musulmanes contra Nasser, al punto que los comunistas en su
publicación clandestina Rayat al-Sha‘b, aseguraban: La resistencia a la revolución está dirigida por
dos fuerzas básicas: el Partido Comunista y el grupo de los Hermanos Musulmanes.
En esos mismos años se puede notar un enorme contraste entre los Hermanos Musulmanes y
las órdenes sufíes. Las órdenes sufíes, por medio de su al-shaykh al-mashaykh (sufi, dirigente
supremo de todas las órdenes sufíes en Egipto) hablaban a favor, mientras los al-Ikhwan al-
Muslimun se oponían al presidente Nasser.
No obstante los problemas de represión y encarcelamiento de sus líderes, al-Ikhwan al-
Muslimun han logrado a lo largo de los años renovarse y contar con seguidores, siempre activos en
sus planes.
El fracaso de Egipto frente a Israel, A raíz de esto Nasser cambió de táctica y empezó a
aparecer en la mezquita. La propaganda religiosa que intentaba cubrir en la religión el fracaso
militar y aseguraba: Israel ha sido fiel a su religión y por ello ha obtenido la victoria; pero en
cambio nosotros salimos derrotados porque nuestra fe no ha sido suficientemente. Los al-Ikhwan al-
Muslimun tomaron con recelo estos planteamientos y aunque estaban de acuerdo con el gobierno en
la necesidad de volver a Dios, de tornar sobre los fundamentos de la religión islámica, no aceptaban
en su totalidad esa propaganda. Antes bien, acusaban al gobierno de su alejamiento de Allah
Con el al-Nizam al-Islami (El Orden Islámico) los Hermanos Musulmanes planteaban el
primer paso para llegar luego al Estado Islámico, en el que se aplicaría estrictamente la Sharia. En
opinión de los Hermanos Musulmanes la civilización musulmana sin la Sharia no tendría sentido,
ya que la Sharia es tanto necesaria desde el punto de vista religioso como social.49 Por esta razón
no puede haber separación entre Estado y religión, ya que el Islam no es sinónimo de religión, sino
que ésta es una palabra que incluye en su totalidad religión, política, economía, sociedad, etc.

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Sayyid Qutb fue el gran ideólogo de los al-Ikhwan al-Muslimun y la base de las doctrinas de
los otros movimientos fundamentalistas en Egipto. “La finalidad última de los musulmanes
comprometidos con esta causa es la fundación del reino de la soberanía de Allah sobre la tierra, la
Hakimiyya, con lo que acabaría todo pecado, sufrimiento y represión”
Sayyid Qutb, para legitimar el uso de medios violentos con el propósito de lograr los fines
propuestos, se basó en los argumentos de Ibn Taymiyya; Aseguraba que los musulmanes devotos
debían aceptar al gobernante musulmán si éste obedecía y llevaba a cabo la Sharia. Si no la cumplía
los musulmanes devotos tenían el derecho y la responsabilidad de luchar para deponer el gobierno
de ese líder que era apóstata y que había perdido su autoridad moral y la legitimidad para gobernar.
Todo esto lo desarrolló en su concepto de Yihad
En el siglo XX el grupo fundamentalista de los al-Ikhwan al-Muslimun ha sido uno de los de
mayor relevancia interna e internacional. Este grupo fundamentalista que tiene como finalidad la
fundación de un Estado islámico en el que opere la Sharia. Los Hermanos Musulmanes también
surgieron como una seria reacción a las injusticias sociales y a la desigual distribución de la riqueza.
Sin embargo, como queda demostrado en la primera parte de este artículo sobre el fundamentalismo
islámico en Egipto, a mayor represión gubernamental, mayor es la presencia y determinación de los
Hermanos Musulmanes, que no han desaparecido como grupo de oposición en Egipto.
Muchos de los grupos neofundamentalistas han surgido no sólo como un rechazo al
secularismo y al gobierno, sino también a raíz de las injusticias sociales, la desigual distribución de
la riqueza y las oportunidades, y la ampliación de la brecha entre ricos y pobres en Egipto
A partir de las opiniones de Sayyid Qutb en relación con la separación de los musulmanes de
la sociedad de la Jahiliyya, entre los al-Ikhwan al-Muslimun se desarrollaron controversias. Los que
se llamaron Jama’at al-’Uzla al-Shu’uriyya (La Sociedad de la Separación Emocional/Espiritual)
opinaban que la sociedad de la Jahiliyya debía excomulgarse totalmente. El otro grupo se denominó
Mufasala Kamila (La Separación Completa, Total), grupo que pensaba excomulgar a toda la
sociedad de la Jahiliyya. En forma semejante al grupo anterior, los partidarios también temían
declarar esa ruptura total con la sociedad y la excomunión, pues estaban todavía en una etapa de
debilidad. Al lado de estos planteamientos los islamistas volvieron sobre las doctrinas de Sayyid
Qutb.
Todo lo anterior provocó que a finales de la década de los años sesenta y en los primeros
años de la década de 1970 los movimientos fundamentalistas en Egipto estuvieran divididos por
diferencias tácticas, de organización, de liderazgo e ideología, que se manifestaron en diversos
enfrentamientos entre ellos. Contribuyó mucho a estos cambios la muerte de Nasser. Anwar alSadat
asumió la presidencia de Egipto, lo que para los Hermanos Musulmanes fue un acontecimiento
positivo, pues les permitió renovarse.

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El gobierno liberó de las cárceles a los más viejos seguidores de al-Ikhwan al-Muslimun, al
inicio de la administración de Sadat, con el propósito de que detuvieran a los nasseristas y a los
comunistas, mientras que los más jóvenes habían declarado, por su parte, la Jihad al régimen. Los
dos grupos más importantes en estas controversias fueron el Hizb al-Tahrir al-Islami y el al-Takfir
wa al-Hijra que se convirtieron en rivales por sus hondas diferencias en tácticas e ideología.
La principal diferencia entre estos dos grupos islamistas se dio en que el Hizb al-Tahrir al-
Islami condenaba y atacaba al gobierno y a toda la sociedad que consideraban que estaba en el
periodo de la Jahiliyya. El shaykh Sukri Ahmad Mustafa planteaba la separación de la sociedad no
sólo desde el punto de vista emocional sino también del político.
Shukri Ahmad Mustafa exigía a todos sus seguidores abandonar cualquier trabajo
burocrático y a cambio les proponía dedicarse a la agricultura. Este líder fundamentalista rechazaba
el ejército, así como cualquier tipo de alianza con el Estado, y exigía a sus seguidores que no se
alistaran en las filas del primero. Veía al ejército egipcio como una institución decadente y enemiga
de los “verdaderos” musulmanes, como se llamaban y se consideraban ellos mismos. Cuando
Shukri Ahmad Mustafa declaró que rechazaba la educación, en realidad lo que hacía era poner el
dedo en la llaga de un problema crucial en Egipto: para muchos egipcios no es necesario aprender a
leer. Asimismo, acusó a los ‘ulama’ de ser culpables de todos estos problemas que antagonizan la
sociedad. En su parecer, los ‘ulema’ se benefician al monopolizar los asuntos legales y la
interpretación de la ley. Por estas razones se opuso radicalmente a la ley en su país y rechazó las
cortes egipcias y todo el sistema legal, así como la influencia y el establishment de los ‘ulema’.
La separación y rechazo de estos “verdaderos” musulmanes de la sociedad de la Jahiliyya
significaba aislarse e ir a vivir en comunidad fuera de la sociedad, en el campo o en ciertos barrios
de El Cairo. En 1973 se reprimió fuertemente a este grupo, se arrestó a muchos de sus miembros y
se confiscaron las obras que Shukri Ahmad Mustafa había escrito. La principal acusación era que
seducían a las mujeres para involucrarlas con la agrupación. También el gobierno temía que esta
jama’a podía significar una seria amenaza contra la sociedad y el régimen
En 1976 se vivieron en El Cairo y en otras ciudades egipcias serios enfrentamientos entre los
distintos grupos islamistas, pues algunos querían convencer a los seguidores de Shukri Ahmad
Mustafa de que abandonaran esa agrupación y formaran parte de otras asociaciones. Hasan al-
Hilawi, en especial, quiso sacar a algunos de los miembros de al-Takfir wa al-Hijra para iniciar su
propia jama’a,
Los dos grupos, el Hizb al-Tahrir al-Islami y el al-Takfir wa al-Hijra, tenían en común su
oposición a los preceptos económicos tanto del capitalismo como del comunismo, sistemas a los
que consideraban inhumanos y que no tenían temor de Dios. Para lograr estos objetivos el grupo del
al-Takfir wa alHijra planeaba recrear la comunidad (umma) musulmana de la época del Profeta

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Muhammad. Por otra parte, el Hizb alTahrir al-Islami proponía adaptar la sociedad a la época
moderna para así lograr sus objetivos. Los dos grupos reclutaban seguidores, básicamente entre
gente joven, estudiantes y recién graduados. La mayoría de los que formaban parte de cualquiera de
estos dos grupos pertenecía a la clase media baja y muchos de ellos procedían de las zonas rurales
Las tácticas de estos dos grupos también variaban. El Hizb al-Tahrir al-Islami planteaba la
creación inmediata de un Estado islámico, por lo que infiltraban a sus miembros en la policía y en el
ejército para, desde dentro, destruir al régimen imperante. Esto contrastaba con los medios de los al-
Ikhwan al-Muslimun que, en sus primeros tiempos, proponían la estrategia gradual de construir un
orden islámico. No obstante esto, los al-Ikhwan al-Muslimun después se radicalizaron y pregonaron
el empleo de la violencia para lograr sus fines es oportuno recordar que cuando Anwar al-Sadat
asumió el poder se enfrentó a varios y muy serios problemas tanto internos como externos. En el
ámbito nacional tuvo la imperiosa necesidad de consolidar el poder, pero no tenía ni la fuerza, ni el
carisma, ni el apoyo popular del que había gozado su predecesor Jamal ‘Abd al-Nasser. Sadat
también debía lidiar con las rivalidades nasseristas.43 En el ámbito externo tenía que resolver el
problema de la pérdida del Sinaí frente a Israel y el asunto del margen oriental del Canal de Suez.
Para establecerse con fuerza en el poder, empezó por liberar de las cárceles a los al-Ikhwan al-
Muslimun con el afán de evitar su oposición. Sadat también estimuló los sentimientos
antinasseristas de los Hermanos Musulmanes, con lo cual explotaba la enemistad histórica de éstos
contra Nasser y el nasserismo.
Este proceso lo llevó a cabo en cuatro relevantes planos, que se describen a continuación:
a) “Desnasserización” de la sociedad egipcia. Este programa paulatino se centraba en
desmantelar el sector público socialista. b) Institucionalización del nuevo programa del Infitah
(apertura) de la economía egipcia. Esto significaba abrir la economía egipcia al Occidente, en
especial a las inversiones de Estados Unidos, así como crear y fortalecer un amplio sector privado.
c) Lograr un acercamiento con Estados Unidos. Buscar el apoyo económico, político y militar de
Estados Unidos, lo que implicaba mayor alejamiento de la Unión Soviética. d) Democratización de
Egipto. Establecimiento de partidos políticos, elecciones libres para democratizar al país, Sadat
propuso la Revolución Correctiva52 (Thawrat al-Tashih) en 1971.53 Sin embargo, los grupos
opositores, tanto los Hermanos Musulmanes, como las otras agrupaciones islámicas, veían los
fracasos de estos planes.
Su primer paso en este sentido fue establecer en la Constitución de 1971 que el islam era la
religión oficial de Egipto, en 1974 el ataque fundamentalista contra la Academia Técnica Militar fue
la respuesta al acuerdo al que había llegado Sadat con Israel después de la Guerra de 1973. También
este atentado era una reacción a los planes económicos y políticos del presidente

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Para lograr estos proyectos el presidente Sadat reprimió al grupo islámico más radical, el al-
Takfir wa al-Hijra, y se acercó a los al-Ikhwan al-Muslimun, a los que les permitió publicar, hacia
1976, dos revistas mensuales
A pesar de su constante oposición al gobierno de Nasser, los al-Ikhwan al-Muslimun
apoyaron por un tiempo a Sadat, quien hábilmente supo atraerlos hacia su régimen. De esta manera,
para la elección de 1976 los Hermanos Musulmanes, unidos a otros partidos políticos, lograron
elegir la Asamblea que estuvo a favor del gobierno. Provocó que este grupo fundamentalista
perdiera apoyo popular. Para muchos egipcios esta relación con el presidente significaba la
aceptación por parte del grupo de los planes e ideología del gobierno. Por este motivo, además de la
radicalización de sus doctrinas, desde finales de 1976 y en especial en el transcurso de 1977, los al-
Ikhwan al-Muslimun se separaron de Sadat
Los al-Ikhwan al-Muslimun y los otros grupos islamistas también se opusieron al programa
de Sadat del Infitah o apertura económica hacia los sectores privados y hacia el Occidente. Los
islamistas, en especial los al-Ikhwan al-Muslimun, rechazaron esa occidentalización de muchos
asuntos sociales de Egipto, sobre todo los cambios referentes a la posición social de la mujer que
entraban en contradicción con el islam. No obstante esto, posteriormente, a finales de la década de
1990, los al-Ikhwan al-Muslimun han moderado esta posición y en alguna medida han aceptado
ciertos cambios con respecto a la posición de la mujer, sobre todo referentes a ocupar ciertos cargos
políticos.
Cuando en 1979 triunfó la Revolución islámica shiíta en Irán, los al-Ikhwan al-Muslimun
concluyeron que así como los iraníes habían tenido éxito, de forma semejante, ellos podrían
también llegar al poder en Egipto.69 Desde entonces los Hermanos Musulmanes y otros grupos
fundamentalistas egipcios reactivaron su oposición al gobierno de Sadat, al que consideraban ser
representante de la sociedad de la Jahiliyya
En 1980, un plebiscito estableció que la Shari’a era la principal fuente de la legislación. Sin
embargo, para los Hermanos Musulmanes y para muchos otros grupos fundamentalistas, la Shari’a
debería ser la única fuente de la ley. Por ello recrudeció su oposición al gobierno que no aplicaba la
ley revelada. Ante esos serios enfrentamientos y con el propósito de acercarse y aplacar un poco a
los fundamentalistas, el presidente Sadat volvió sobre el islam. Empezó desde entonces a asistir a
las mezquitas y a proyectar ante el país una imagen de hombre piadoso. No obstante esto, los
Hermanos Musulmanes y otros grupos fundamentalistas no lo consideraban sincero.
Como respuesta a todas estas críticas y con el propósito de congraciarse con los Hermanos
Musulmanes, el presidente nombró en abril de 1981 a dos miembros de la Hermandad. La relación
de Egipto con Israel se veía como una verdadera traición, por haber pactado con una nación
enemiga del Islam. En septiembre de 1981 Sadat arrestó a 3 000 personas y tomó control de todas

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las mezquitas. Debido a estas medidas la reacción contra el presidente no esperó, pues entre los
detenidos había también islamistas, además de nasseristas, socialistas y algunos líderes coptos. Sin
embargo, menos de un mes después el grupo fundamentalista Tanzim al-Jihad, del Alto Egipto,
asesinó al presidente Sadat durante un desfile militar
El nuevo presidente, Husni Mubarak, no dudó en ajusticiar a al-Islambuli junto con sus
cuatro compañeros. Mubarak también encarceló a 300 miembros más de esta agrupación. Cuando el
nuevo presidente habló de ajusticiar a muchos otros cómplices del asesinato de Sadat, recibió
condenas de todo el mundo islámico.
Lo que Muhammad ‘Abd al-Salam Faraj como ideólogo del grupo Tanzim al-Jihad proponía
en su obra alFarida al-Gha’iba era la lucha armada, el uso de la violencia y finalmente el rechazo de
los gobernantes que no eran buenos musulmanes y que no aplicaban la Shari’a como la única forma
legal. Consideraba entonces que era deber de todo musulmán devoto unirse en la Jihad para deponer
a los gobernantes Kuffar, acabar con la sociedad de la Jahiliyya y establecer un Estado islámico
donde operara solamente la Shari’a. Tampoco aceptaba ninguna cooperación ni diálogo con las
otras religiones, pues consideraba a los judíos y cristianos como politeístas
Al lado de estos grupos grandes e importantes que han tenido una destacada actuación
política y social en Egipto, que son alIkhwan al-Muslimun, el al-Takfir wa al-Hijra, el Hizb al-
Tahrir al-Islami y el Tanzim al-Jihad, estos últimos surgidos a principios de la década de 1970, han
emergido muchos otros grupos
Mubarak continuó con el programa de la Infitah, que para muchos significaba seguir las
medidas políticas y económicas de Sadat. Para Mubarak la concentración se daba en la producción
y no en el consumo, con lo que pretendía beneficiar a los sectores más pobres
En los últimos años los distintos grupos fundamentalistas egipcios han continuado sus
actividades antigubernamentales, pero se han volcado contra intelectuales, pensadores y escritores
liberales egipcios y también contra los turistas extranjeros. Entre estas acciones terroristas se puede
mencionar la dirigida contra turistas griegos en El Cairo o la del grupo del Jama’at Islamiyya, que
en octubre de 1997 disparó contra turistas en Luxor. El saldo fue de más de sesenta muertos. En
relación con el turismo, el propósito que tienen es debilitar económicamente al Estado al reducir la
afluencia de visitantes a Egipto, lo que provoca a su vez una considerable disminución en el ingreso
de divisas. Los islamistas esperan que con esas medidas caiga el gobierno de Husni Mubarak y
sustituirlo por un Estado islámico.
Hoy día los islamistas controlan algunas regiones en la parte central de Egipto. Aunque han
perdido algo de su fuerza inicial por la represión gubernamental, el fundamentalismo en Egipto
sigue siendo un actor nacional e internacional de gran relevancia. A pesar de que ahora estos grupos

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se encuentran en un proceso latente, esto no quiere decir que el fundamentalismo haya
desaparecido.
Mientras la situación económica, política y social de Egipto no mejore para los vastos
sectores menos favorecidos por el sistema, la alternativa religiosa seguirá siendo para muchos la
única solución a sus padecimientos y entonces el fundamentalismo, como el ave fénix, renacerá de
sus cenizas. Después de todo lo anterior es factible concluir que las reformas económicas de la
Infitah de Sadat ampliaron las brechas sociales en Egipto a partir de los primeros años de la dé-
cada de 1970. Esos cambios, lo mismo que sus programas seculares y los tratados de paz con Israel,
provocaron gran oposición a su gobierno y fueron asimismo causa del surgimiento de los grupos
neofundamentalistas. Los neofundamentalistas han recibido una gran influencia de los al-Ikhwan al-
Muslimun, tanto en los argumentos teóricos como en los prácticos, en especial en los medios
violentos empleados en consecución de los objetivos.
Sus ataques se han dirigido también contra los musulmanes liberales y contra los escritores
también liberales, lo que es muestra de su intolerancia. La existencia de una gran cantidad de grupos
neofundamentalistas en Egipto, además de los al-Ikhwan al-Muslimun, prueba las profundas
divisiones que tiene el movimiento fundamentalista en este país y muestra también las dificultades
para su estudio y análisis.
Las diferencias tácticas, doctrinarias, y los medios para lograr sus objetivos, así como el
papel de los diversos líderes, complican aún más la situación, sobre todo cuando se han dado
enfrentamientos armados entre distintos grupos fundamentalistas. Sin embargo, los grupos son
sunnitas y luchan contra dirigentes políticos que se dicen sunnitas y que gobiernan sobre la mayoría
sunnita de la población.
 Zareoui: “El mundo árabe entre los bloques de poder”
Hemos utilizado el concepto de Arco de Crisis para designar a la región que abarca desde el
Cuerno de África hasta Pakistán, como una zona estratégica en el juego bipolar. El Mundo Árabe
oriental (el Mashraq) es parte Mashraq del Arco de Crisis mientras que el Magreb se sitúa afuera.
Magreb La periodización (ver esquema) utilizada para el entendimiento del periodo abarcado, toma
las guerras árabe-israelíes como puntos medulares en los cambios político-económicos de la región.
A partir de 1948, asistimos a la decadencia paulatina de la burguesía latifundista y la emergencia de
una pequeña burguesía urbana nacionalista, representada por el régimen nasserista, que conoce, en
1956, la culminación de su imagen panárabe con la nacionalización del Canal de Suez. Su modelo
económico es el llamado «socialismo árabe», mezcla de nacionalismo y de religiosidad. La tercera
guerra árabe-israelí de 1967 tiene como repercusión el desmoronamiento de la vía socialista que se
acelera con la siguiente guerra, en 1973. En las décadas de los años 50’s y 60’s la mayoría de los
países árabes adoptaron el modelo socialista, salvo los Estados miembros del Consejo de

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Cooperación Árabe (Arabia Saudita, Kuwait, Qatar, Bahréin, Omán y los Emiratos Árabes Unidos),
Marruecos, Jordania y el Líbano. Durante este periodo, el reto conservador se centra primero en el
eje hashemita22 (Jordania e Iraq). Hasta 1958, las dos monarquías se erigen como el centro de
poder conservador en el Medio Oriente. Con la revolución iraquí de 1958 y la caída de la
monarquía, Amán está aislado y no puede representar un contrapeso real en la región. A partir de
1962, con el nombramiento de Faisal a la cabeza de la monarquía saudí, el eje de poder cambia.
Riad se convierte en el nuevo reto conservador. Es en el Yemen que el enfrentamiento Radical-
conservador se hará presente. Arabia Saudita y Egipto entran en una Guerra Fría interárabe teniendo
a los dos Yemen como actores locales. Así, a nivel del liderazgo árabe, de 1952 a 1973, la corriente
radical (el socialismo) predomina en la región para ceder el poder a los conservadores, a partir de la
guerra de octubre, encabezados por Arabia Saudita. Simbólicamente, podemos enmarcar la
hegemonía conservadora de 1973 a 1990, o sea de la guerra de Octubre a la Guerra del Golfo.
Mientras el poder conservador se consolida en la región los países radicales abandonan
paulatinamente el modelo socialista (ver cuadro).
La hegemonía saudita se impone a raíz de la crisis de los energéticos y del alza del precio de
los hidrocarburos que permite a Riad convertirse en una potencia financiera de orden mundial. Sin
embargo, la invasión de Líbano por Israel en 1982 y en particular la ausencia de reacción árabe
demuestra que la presencia israelí en el Medio Oriente dejó de ser la principal contradicción en la
región y que la rivalidad radicalismo-conservadurismo que marcó el proceso político árabe está
cediendo el lugar a una nueva fuerza emergente: el fundamentalismo islámico, que se ha convertido
en el principal reto para los regímenes tanto liberales como moderados. A partir de la revolución
iraní en 1979, un nuevo actor emerge en el escenario regional: el fundamentalismo islámico que
logra imponerse después de la guerra del Golfo de 1990-1991. Con el Golpe de Estado en Jartum en
1989, la salida de las tropas soviéticas de Afganistán el mismo año, las elecciones en Argelia en
1990 para las municipales y en diciembre de 1991 para las legislativas, la victoria del Partido del
Bienestar en Turquía, el integrismo se convierte en un actor decisivo en el escenario árabe. Está
fuertemente implantado en Irán, en Afganistán, en Sudán, en Turquía y ganó las elecciones en
Argelia. Además, está presente en el parlamento jordano y activo en Egipto. Parecía que la década
de los 90’s sería la década del fundamentalismo en la región. A pesar de la globalización mundial, el
Mundo Árabe se aferraba a sus pugnas internas e interestatales. Sin embargo, el proceso mundial
estaba minando los cimientos de los procesos políticos. En 1997, los militares turcos presionan al
Partido del Bienestar para renunciar al poder. El mismo año, en octubre, los integristas de la Yamaa
Islamiya logran su mayor atentado en Egipto, cuando balacean frente al templo del Valle de las
Reinas en Luxor a decenas de turistas, dejando más de 60 muertos. Lo que fue el atentado más
espectacular del integrismo egipcio es también su último acto. El gobierno reacciona con energía,

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logrando prácticamente aplastar al fundamentalismo. Pero sería sobre todo la victoria de un
moderado en Irán, Jatami, en contra del candidato de los conservadores, que representa realmente el
cambio más drástico en la vida política regional. A partir de 1997, tomando a esta fecha como
simbólica, podemos afirmar que las naciones árabes han empezado a mirar a la globalización y a los
procesos regionales de integración con más seriedad. Así, la guerra del Golfo Pérsico viene a
confirmar esta hipótesis. Sin embargo, a partir de 1997, asistimos a un retroceso del integrismo, en
particular en Irán, en Turquía, en Argelia y en Egipto, y a la emergencia de los regionalismos
(Consejo de Cooperación del Golfo o Organización de Cooperación Económica)
Unidad IV: 1973-1991
 Rogan “El declive del nacionalismo árabe”
En el 50 nasserismo paso a convertirse en la expresión dominante en el nacionalismo árabe.
Pero hacia el 60 todo se derrumbó, unión con siria, guerra en Yemen, desastre con Israel. La
liberación de palestina quedo pospuesta, al ocupar Israel los territorios palestinos junto con la
península egipcia de Sinaí y los altos Golán sirios.
La influencia de la guerra fría se observaría en la guerra árabe israelí. La experiencia que
vivían los árabes parecía seguir rigiéndose por el divide y vencerás. Nasser jamás llegaría a
reconocer el problema de la RAU; que Egipto había gobernado de un modo cuasi imperial a los
altivos sirios, en vez de aceptar eso Nasser llego a la conclusión de que Egipto y siria habían sido
incapaces de conseguir los niveles de reforma social necesarios para que lograra funcionar un plan
de unión tan ambicioso. A partir del 62 encauzaría la revolución para el lado socialista (carta
nacional). Con este giro socialista Nasser renunciaba a tratar de subvertir las normas de la guerra
fría y unía su destino al de la unión soviética, adhiriéndose al modelo comunista de una económica
capitaneada por el estado
El socialismo árabe iba a dividir el mundo árabe. Estados que contaban con el visto bueno
de occidente como Marruecos, Jordania y Arabia Saudí , o las repúblicas liberales como Túnez y el
Líbano, terminarían mereciendo el apelativo de “estados reaccionarios”. Los estados árabes
revolucionarios seguirían a Moscú, Egipto Siria, Irak, Argelia (tras la revolución), Yemen y Libia.
En el mapa Egipto estaba aislado.
La guerra por la independencia argelina había empezado en el 54. La reacción violenta de
los franceses hizo abrazar la causa nacionalista. Los argelinos del frente de liberación nacional,
creía que la mejor estrategia era difundir terror a los franceses a fin de provocar una terrible
represión contra el pueblo argelino y así forzar a que se vayan. La pequeña insurgencia del 54
terminaría cometiéndose en guerra total para el 55.
En octubre del 56 los franceses cortarían la cabeza al FLN, los líderes fueron capturados y
llevados a Francia donde permanecerían hasta el fin de la guerra. La batalla de argel atrajo la

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atención internacional, y sin duda Francia hubo de enfrentarse a numerosas declaraciones de
condenas. Pero los argelinos hubieron de pagar un precio terrible por estas ventajas estratégicas.
En la batalla de argel todos los estratos sociales se movilizarían, las mujeres tendrán un rol
clave. La guerrilla pone bombas para llevar la guerra a la capital, y como consecuencias se hacen
redadas con torturas. Muertos o encarcelados, el FLN llegaría a su fin en el 57 pero la guerra
seguiría. Se abrirían nuevos frentes de guerra y conseguir ayuda internacional por parte de países no
alineados como Egipto. En Francia para el 58 también estaba creciendo la división interna en torno
a la cuestión argelina. Militares franceses simpatizaban con la causa argelina.
De Gaulle regresaría al poder en el 58 y pondría en marcha la 5ta república, no tenían una
visión clara del movimiento nacionalista, pero empezaría a preparar las vías para la secesión, los
colonos y el ejecito lo verían como un traidor y crearían organizaciones terrorista, como la OAS.
Pero de Gaulle seguía negociando con el FLN. Que se lograría en el 62. Miembros de la comunidad
francesa se fueron.
Argelia tendrá como consecuencias, una economía destrozada, dirigentes políticos divididos,
sociedad escindida debido a los papeles de los hombres y mujeres. Nasser encontró un nuevo
aliado.
El Yemen, una región antes del imperio otomano, había conseguido su independencia en el
18. Aquí Nasser lograría presionar al imán Ahmed con mediante mensaje en programas de radio.
Ahmed se oponía a la visión que tenía Nasser del socialismo y sus políticas de nacionalización a las
cuales consideraba ilegales. En el 62 monarquía derrocada por militares, república árabe del Yemen,
Egipto los respalda. Arabia saudí tomara partido por la familia real.
Era un guerra civil y también una guerra árabe que enfrentaba árabes con árabes al luchar
Egipto vs A-Saudí. Nasser no logro percibir el impacto que la guerra del Yemen iba a ejercer en la
capacidad del ejército egipcio para hacer frente a una amenaza más inmediata, la de Israel.
USA paso a ser el principal suministrador de armas a Israel, la URSS a siria y Egipto.
Guerra inevitable, tanto como Israel como estados árabes que la rodeaban no querían la paz. Los
árabes se referían a Israel como “entidad sionista”. Habían pecheado en el 48 y 56. Los refugiados
palestinos en el Líbano y Siria, Jordania y la Franja de Gaza venían de recordar la promesa de
liberar palestina de la dominación israelí. Los israelíes necesitaban el conflicto para consolidar sus
límites defensivos, y llegar a consolidarse vs los árabes.
Nasser manda a ocupar el Sinaí, pero esto no intimida a Israel quien contaba con buen
servicio de inteligencia. Egipto y los demás estados árabes no habían aprendido la lección de 1948.
No habían elaborado ningún plan de guerra sensato y a pesar de sus mutuos pactos de defensa, no
existía la más mínima coordinación militar entre Egipto, Siria, y Jordania. El Yemen había dejado
mal a Egipto militarmente.

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La derrota del 67 daría paso a nueva era en políticas árabes. La crisis de confianza llevaría a
la gente a recelar de todos los dirigentes políticos. Golpes de mano, y revoluciones dirigidos contra
los gobiernos de todo el mundo árabe, tal como pasó en el 48. En Irak el Baaz derroca al presi, el
libia Gadafi al rey, en siria, en sudan. Estos nuevos dirigentes habrían de organizar una nueva
plataforma nacionalista árabe de tendencia radical a fin de presentarla como fundamento de su
legitimidad. Llamaron a la destrucción de Israel, la liberación de palestina y el triunfo sobre el
imperialismo yanqui.
1967 marca la relación especial de USA con Israel, todos los países salvo (Túnez, el
Líbano, Kuwait, a Arabia Saudí) cortarían sus relaciones con USA. Tras ser expulsados de su
patria los palestinos no habían conseguido hacerse de reconocimiento internacional. Desde la época
del mandato se refería a ellos como los árabes de palestina. A los ojos de la opinión pública se
pensaba que los de palestina eran iguales a los de siria y otros lugares por lo cual se integrarían
fácil..
El principio de paz por territorios de 1967 era la busca de solución de la lucha árabe israelí.
Terminaría consolidando el hecho de que Israel continuará siendo un miembro más de la
comunidad de naciones al abogar a favor de que el estado judío se aviniera a poner en manos de la
tutela egipcia o jordana los escasos territorios de palestina árabe que todavía subsistían. Ya no
habría territorio al cual volver.
La derrota árabe del 67 convenció a los nacionalistas de que era hora de tomar ellos mismos
las riendas y no de que lo hagan otros países. Lucharían vs Israel y vs todo estado árabe que se
metiera en su camino. Yasser Arafat y Khalaf serían los que comenzarían en el 50 en Egipto. Y
luego en Kuwait. Fundando al Fatah.
La OLP del 64 inspiraba graves recelos en Arafat y allegados, fue creada por los estados
árabes para que los palestinos representaran sus aspiraciones. Arafat la veía más como un órgano de
control sobre la población palestina. La derrota árabe seria signo de liberalización para la lucha
palestina, tras la guerra de los 6 días Jordania pasaría a ser l centro de operaciones
En el 69 Arafat sería nombrado presidente de la OLP lo que conservaría hasta 2004. Por su
parte el frente popular se mostró en desacuerdo. Para el 70 el mundo árabe se hallaba dividido en
estados diferenciados, los intentos a partir de unificarse serian en vano.; los gobiernos árabes
seguirían defendiendo retóricamente temas que ocupaban la mente de todos los árabes, pero sin
convicciones como la lucha contra el enemigo sionista y liberar la patria palestina. La fuerza del
poder petrolífero se estaba haciendo notar.

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Unidad V: La Posguerra Fría
 Islam y política - Zidane Zeraoui cap. IX– neo fundamentalismo y terrorismo
El término terrorismo aparece por primera vez en el derecho internacional en
dos convenciones realizadas en Nueva York en 1997 y 1999. Pero no es definido con claridad.
Para el FBI, el terrorismo consiste en una utilización ilícita de la fuerza y de la violencia
otras personas o bienes tendientes a intimidar u obligar a un gobierno, la población civil o parte de
ella, en la búsqueda de objetivos políticos o sociales. Para Gran Bretaña, es "la práctica o la
amenaza" de una acción que tiene como objetivo influir el gobierno o intimidar al público por parte
del, para promover una causa política, religiosa o ideológica. Para la Unión Europea, es lo que daña
seriamente o destruyen las estructuras políticas, económicas o sociales de un país.
Las tres definiciones giran alrededor del contenido político y la presión política. O sea, el
terrorismo político. Así podemos encontrar:
a. terrorismo de liberación nacional: asesinato de gente inocente: ETA, IRA etcétera. b.
Terrorismo de Estado: desaparición de personas: el proceso en Argentina. c. Terrorismo de guerra:
masacre de civiles: el caso de Hiroshima.
En los tres casos se crea un enemigo y debe ser eliminado. Los grupos terroristas son tan
antiguos como el mundo. Han cambiado los métodos y los recursos, no el hecho. Además, no todas
las acciones terroristas se realizan con grupos terroristas. Los atentados suicidas buscar la sorpresa y
causar el mayor daño posible, ya sea un blanco civil o militar. A partir de la década 80 se fueron
popularizando los grupos terroristas con los atentados o los actos del Hezbolá. Con el atentado del
11 septiembre se logró una complejidad y sofisticación total.
Además buscar el máximo de publicidad. El 11 septiembre demostró que ni la superpotencia
retarde el mundo estaba fuera del alcance del terrorismo el islam prohíbe el suicidio, pero varios
jefes religiosos han elevado al mismo al rango de deber religioso si fue realizado en defensa del
islam.
Los grupos terroristas: fracción primordial es el uso del terror y la violencia, a veces
olvidando su propia reivindicación. El mejor ejemplo en la actualidad es el de Al Qaeda de Osama
Bin Laden. En estos casos vemos una ausencia de programa político. En los 80 y los 90 fue el grupo
terrorista español ETA. En Alemania estaba la Banda Bader-Meinhof. La Fracción del Ejército
Rojo, Facción del Ejército Rojo (en alemán: Rote Armee Fraktion, o RAF), también conocida como
la banda Baader-Meinhof (por el apellido de sus dos componentes más significativos), fue una de
las organizaciones insurrectas revolucionarias de izquierda radical más activas de la República
Federal de Alemania en la posguerra, que durante su actividad fue responsable de, al menos, 34
asesinatos.

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Por su forma de actuar foquista, puede considerarse una organización de esta índole desde
una perspectiva marxista. La RAF pretendía ser un grupo de resistencia al estilo de la
guerrilla urbana de Sudamérica, especialmente de los Tupamaros uruguayos; entendían la guerra
de guerrillas y, por tanto, sus atentados con explosivos, como una lucha contra el sistema, el
capitalismo y el imperialismo de los Estados Unidos en una contienda internacional de
liberación. Operó entre la década de los 70 y 1998, causando gran agitación en Alemania
(especialmente en el otoño de 1977, lo que llevó a una crisis nacional) y la muerte de 34personas y
20 miembros del grupo debido a diversos atentados.
Los estados terroristas: también se pueden llamar terrorismo de Estado. O el
Stalinismo. Las dictaduras militares en América Latina o África. El régimen de Pol Pot en
Camboya. El ejemplo clásico es el Saloth Sar (19 de mayo de 1925 – Camboya, 15 de abril de
1998), conocido como Pol Pot, fue un dictador camboyano y el principal líder de los Jemeres Rojos
desde la génesis de estos en la década de 1960 hasta su muerte en 1998.
Fue también primer ministro de Kampuchea Democrática, que fue la forma en la que se
constituyó políticamente el actual Reino de Camboya bajo su dirección entre 1975 y1979. Forjador
de un estado de corte maoísta, Saloth Sar pasó a la historia como el principal
responsable del denomina do genocidio camboyano, que fue la principal razón de la constitución de
un tribunal internacional desde 2006 para juzgar a los líderes supervivientes del
régimen. Una vez conquistado el poder en 1975, Saloth Sar llevó a cabo una drástica política de
reubicación de la población de los principales centros urbanos hacia el campo como una medida
determinante hacia el tipo de comunismo que deseaba implantar. Los medios empleados incluyeron
el exterminio de los intelectuales y otros "enemigos burgueses".
El resultado de ello fue la desaparición de entre un millón y medio y dos millones de
personas. Tomando las estadísticas presentadas por K. D. Jackson, el 17 de abril de 1975, año en el
cual los jemeres rojos tomaron Nom Pen, había en Camboya una población de7,3 millones de
habitantes, mientras que tres años después, en 1978, la población disminuyó a 6millones. K. D.
Chandler señala como razones de este drástico descenso de la población -que calcula en 1,5
millones de desaparecidos- a la malnutrición, los trabajos forzados y las enfermedades mal
atendidas en general, pero 200.000 personas, probablemente más, fueron ejecutadas sin
juicio, clasificados como "enemigos", entre los que se contaban niños, ancianos y personas
pertenecientes incluso al mismo Partido. Porque la mayoría de las víctimas pertenecían
a la etnia jemer, Jean Lacouture denominó a este proceso "auto-genocidio". Su política incluía la
oposición a Vietnam, que hizo efectiva con numerosos ataques a ese país, lo que causó una invasión
masiva de Camboya en 1979 que precipitó su régimen hacia su fin.

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Las políticas de genocidio no son necesariamente "estados terroristas", centrada de
genocidios, no de terrorismo de Estado.
El recurso del terrorismo: un Estado puede recurrir a actos terroristas sin ser propiamente un
Estado terrorista. El ataque Hiroshima o a Dresde. El napalm o los campos de concentración. La
guerra de Argelia o Vietnam. Israel son claros ejemplos. O sea, un Estado puede ser democrático
internamente, pero utiliza la violencia terrorista para acallar un movimiento de liberación nacional,
fuera de sus fronteras.
A su vez, los movimientos de liberación nacional en general recurrieron al uso del
terrorismo para liberar sus territorios. Fundado en 1954 en Argelia, operaba el FLN 1 quien
anuncia: "la continuación de la lucha por todos los medios hasta la realización de nuestro objetivo,
de liberación del país". El FLN realizó actos terroristas pero no fue un grupo terrorista.
El Hezbolá: el Hezbolá 2 el surge en los 80 para enfrentarse a las incursiones de Israel. De
movimiento terrorista fue creciendo a un movimiento de resistencia para luego convertirse en un
partido político.
Nace como una milicia chiita de inspiración jomeinista, patrocinada por Irán y
Siria. Y termina convirtiéndose en la encarnación misma de la resistencia libanesa. Posee un
intenso programa de asistencia social.
El Neo fundamentalismo islámico
Hay tantos islam como existen países musulmanes. El fundamentalismo no es
necesariamente violento.
La figura del líder religioso es determinante en el proceso fundamentalista pues encarna a
Mahoma. La interpretación del islam en los países fundamentalistas no se centra en la fatwa 3
(resolución religiosa interpretativa del Corán) de los ulemas (sabios islámicos), sino en el Imán que
le da al islam un carácter peculiar. El fundamentalismo islámico significa volver a las fuentes: el
Corán, la sunna 4 (la tradición del profeta, sus dichos y sus hechos) y la sharia 5 (ley revelada). Se
trata de rescatar los valores propios del islam y la restauración del estado islámico. Excluir las
innovaciones.
El fundamentalismo tiene un objetivo político -nacional. El neo fundamentalismo se
caracteriza por su violencia directa sin inclusive reivindicar sus acciones (atentado de las discotecas
de Bali en 2002).
El neo fundamentalismo se caracteriza por:
- tener un radicalismo religioso irredentista, por la no pertenecía a un estado determinado
- es conspiratorio, no es revolucionario
- su fin es la violencia, no la toma del poder
- no tiene objetivos políticos claros, pero sí un discurso religioso antioccidental

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- se opone al chiismo, es antijudío y anticristiano, se identifica con la corriente "wahabí".
- un modelo de este sería Al Qaeda.
Los Talibanes en Afganistán: es uno de los movimientos islámicos más radical. El país es el
mayor productor y exportador de heroína. En 1994 se crea el movimiento de los talibanes.
Proceden de tres etnias: pashtún (talibán), hazaras y tadzhik
Los hazaras son normales shiítas, sería el único grupo afgano y siempre fue perseguido. Los
pashtunes en general, siempre gobernaron el país.
Caída de Saddam Hussein: Tras los atentados del 11 de septiembre de 2001 de
Nueva York, el presidente estadounidense George W. Bush incluyó a Irak, Irán y Corea del Norte
en el denominado 'eje del mal'. Dos años después, una coalición formada por Estados Unidos, Reino
Unido, Australia y otros países atacó el país, iniciando lo que se conoció como "Invasión de Irak".
El 20 de marzo de 2003,tropas aliadas lanzan los primeros ataques sobre Irak: unos 40
misiles 'Tomahawk' destrozan objetivos selectivos de la capital iraquí. Son las 05.35 de la mañana.
Acaba de empezar la segunda Guerra del Golfo. Apenas 20 días después, el 9 de abril,
iraquíes y estadounidenses derribaban la estatua de Husein erigida en la plaza Al-Ferdaous, junto
al Hotel Palestina, en pleno centro de Bagdad. Un acto simbólico -e histórico- retransmitido en
directo por las cadenas de televisión a todos los rincones del planeta como testimonio de la caída
del régimen de Sadam. Los motivos esgrimidos por el entonces presidente estadounidense era que
Irak poseía armas de destrucción masiva y que no había colaborado con los inspectores de la ONU.
Este conflicto supuso la caída del régimen de Saddam, pero esas armas no se encontraron.
El ex presidente iraquí Sadam Husein fue capturado el 14 de diciembre de
2003 por tropas estadounidenses en su ciudad natal de Tikrit. Sadam Husein fue
ahorcado en Bagdad el 30 de diciembre de 2006. El que lograra ser uno de los hombres más
poderosos del mundo árabe, no pudo evitar la ejecución de la condena a pena de muerte por sus
crímenes contra la humanidad. Chiitas, sunitas y kurdos: tres grandes comunidades étnicas conviven
en Irak en una relación de frecuentes enfrentamientos políticos y religiosos, lo cual vuelve
escabrosa la estabilidad y la gobernanza del país.
Desde el establecimiento de un Estado “autónomo” en 1921, bajo tutela del mandato
británico, la minoría sunita ejerció los principales cargos en la administración y las instituciones
militares, en tanto que la mayoría chiita y los kurdos fueron relegados.
Esta herencia colonial continuó invariable con el advenimiento de la independencia, en
1932, y el establecimiento de la República, en 1958, y continuó hasta el derrocamiento de la
dictadura de Sadam Husein en el 2003.

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La caída de Sadam trajo un cambio: los chiitas asumieron el poder y han marginado a los
sunitas, situación que se ha traducido en un auge de la violencia sectaria y el apoyo de esta rama del
islam a sectores radicales próximos a al-Qaeda.
Los kurdos, por su lado, gozan de una autonomía en el norte del país, pero, ante la
degradación política del país, refuerzan su reclamo de independencia.
He aquí un vistazo a estas tres comunidades:
Kurdos. Este pueblo ejerce el autogobierno en el norte de Irak. Ante la arremetida de los
yihadistas ha optado por reforzar la defensa de las fronteras de su territorio, decidido a no aceptar
ninguna tutela.
Más, ante la posibilidad de una desintegración del país, en estos momentos cobra fuerza su
anhelado sueño de patria independiente.
Los kurdos son unos 6 millones en Irak (17% de población), pero también están diseminados
por Turquía, Irán y Siria.
Los árabes en Israel: la debilidad económica del mundo árabe y su subordinación al sistema
capitalista internacional durante el siglo XIX son las causas esenciales de la partición y control
imperialista de los territorios árabes después de 1918, lo que sirvió de base económica y política
para la colonización sionista de Palestina.
La dominación conjunta de británicos y sionistas generó un modelo que tuvo poca oposición
árabe -Palestina dada sus limitaciones.
La idea del sionismo nacional era desarrollar la agricultura para obtener un sólido dominio
de la tierra. Ello incluía la compra de tierras por el fondo nacional judío para llevar a cabo la
política de "conquista de la tierra" y también la "conquista del trabajo", lo que marginaría a los
árabes. El proceso de confiscación de la tierra fue el factor más importante en la progresiva
marginación económica de los árabes en Israel:
a. ley de territorios abandonados (1948): expropiación de tierras limítrofes, b. ley de
adquisición de la propiedad de ausentes (1950): las tierras se transferían en “custodia" al
Estado y éste ascendía a los judíos a través del fondo nacional judío. Chiitas. Constituyen el
60% de la población de Irak (32 millones de habitantes). En el poder desde que el primer ministro,
Nuri al-Maliki, asumió el Gobierno en el 2006. A al-Maliki se le recrimina la adopción de una
posición sectaria, pese a que en su momento se presentó como un “candidato unificador”. Sunitas.
Son predominantes en el mundo musulmán (85%), pero en Irak son minoría (37% si se suman
árabes y kurdos).
Desde la época del dominio del Imperio otomano (acabó en 1918), fueron
favorecidos en el ejercicio de posiciones de poder tanto que entre 1921 y el2003 solo hubo un
primer ministro chiita (duró menos de un año en el cargo). Ese predominio se mantuvo hasta el

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fin del régimen de Sadam Husein. Al gobierno de al-Maliki como un títere de Irán, donde el
chiismo es mayoritario. Este proceso de usurpación territorial erosionó la vida aldeana árabe. A
partir de 1949 comenzó a surgir un proletariado árabe en Israel.
Fundamentalismo islámico
En cuanto a los movimientos a los que se suele englobar bajo la denominación de
fundamentalistas, los islamólogos suelen distinguir entre:
1. Los tradicionalistas o fundamentalistas propiamente dichos. No son un movimiento
político sino una corriente ortodoxa dentro del islam, defensora de las haría en su interpretación más
tradicional. La denominación fundamentalismo no es aceptada por todos los autores, al ser
considerada una trasposición de un concepto occidental. Algunos autores árabes también utilizan
esta denominación, adaptada al árabe (usuliyya). Sus características esenciales, que la diferencian
de los movimientos políticos designados a veces con el mismo nombre, son:
En materia de interpretación del islam, son defensores de la tradición. El islam no tiene
clero, por lo que teóricamente cualquier creyente tiene capacidad para interpretar los textos
sagrados y extraer de ellos las aplicaciones para la vida cotidiana que necesite. Es lo
que se llama ijtihad o esfuerzo de interpretación personal, que la doctrina islámica
reconoce como algo perfectamente posible. Sin embargo, la tradición, a lo largo de los siglos,
ha consagrado lo que se denomina el cierre de las puertas del ijtihad; esto es, la tradición niega al
simple creyente la capacidad de interpretar por sí mismo los textos sagrados y otorga esa
facultad en exclusiva a los ulemas, organizados en diferentes madhabs o escuelas legales.
Ante cualquier problema, el creyente debe abstenerse de hacer una interpretación propia, y
acudir a un experto para que emita un dictamen o fatwa. Los fundamentalistas son
defensores de esta tradición; por tanto, del poder y la omnipresencia de los ulemas como guías de la
sociedad. Como tradicionalistas, son reacios a la participación de las mujeres en la vida pública,
algo que el islam en sí mismo no prohíbe, pero que sí ha sido consagrado por la tradición.
Los fundamentalistas no se organizan como movimientos políticos que pretendan tomar el
poder. No desean sustituir a los poderes establecidos sino velar por que éstos cumplan fielmente la
tradición. Por eso, no se pronuncian acerca de las formas políticas ni la legitimidad de los
gobernantes siempre que éstos sean fieles musulmanes y tengan en cuenta los dictámenes de los
ulemas.
Entre los ejemplos más conocidos de fundamentalismo está la mezquita y universidad de Al-
Azhar, en El Cairo, que trata de erigirse en tutora moral de la sociedad egipcia y que tiene gran
predicamento en buena parte del mundo islámico.
Los islamistas son un movimiento de carácter político surgido en los años 20 del siglo XX y
que alcanza su auge a partir de finales de los años 70. Se extienden sobre todo por las universidades

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y entre las élites cultas, tomando el relevo de los movimientos de carácter marxista o panarabista.
Varias características importantes los diferencian del fundamentalismo:
Son contrarios a la tradición. Los islamistas se remiten a los primeros tiempos del islam y,
grosso modo, reniegan del corpus doctrinal legado por la tradición. Por esa razón, son partidarios
del ijtihad o esfuerzo de interpretación individual, lo que necesariamente lleva aparejado
una pérdida de autoridad delos ulemas. En cierta medida, los islamistas pretenden
"democratizar" y descentralizar aún más el islam.
En la cuestión de la mujer, los islamistas se remiten a los textos sagrados,
que no niegan la participación de las mujeres en la vida pública, siempre que se ajuste a unos
cánones que consideran islámicos: separación espacial de sexos, uso del hiyab. Por esta
razón, suele darse la aparente paradoja de que las organizaciones islamistas cuenten con una
militancia femenina muy superior al de organizaciones políticas laicas, que a menudo suelen ser
deudoras del peso de la tradición.
Son movimientos políticos. Plantean la creación de una sociedad íntegramente islámica, que
lleva aparejadas formas de Estado específicamente islámicas. Son contrarios a las
monarquías, pues plantean que los gobernantes deben ser electos en algún grado, y susceptibles de
ser cesados en el cargo en cualquier momento. A pesar de estas líneas generales, los diferentes
grupos islamistas no tienen ideas comunes sobre qué es una forma de Estado propiamente islámica.
Su teoría en este aspecto es relativamente vaga, ya que plantean que la sociedad islámica surgirá
naturalmente de una umma o comunidad de creyentes sinceramente musulmana y capaz
de interpretar los textos sagrados convenientemente. En teoría, los movimientos
islamistas desean la superación de las fronteras e identidades nacionales de los países
islámicos en favor de una identidad islámica común.
Las prácticas, sin embargo, están muy ligadas a los intereses nacionales de cada
organización. Los ejemplos más claro de islamismo son los Hermanos Musulmanes, una
poderosa organización egipcia que ha dado lugar a réplicas en varios lugares (Hizbullah, Hamás,
Refah Partisi, etc.), y el régimen de Irán. Hay no obstante diferencias importantes entre
islamistas sunníes e islamistas chiíes debido a la existencia dentro del chiismo de una cierta
clericalización y debido a la importante centralidad que para estos últimos tiene la revolución iraní,
ajena sin embargo a los sunníes.
Los islamistas se dividen en dos corrientes, una original, "moderada", representada por los
Hermanos Musulmanes y afines, y otra partidaria de la violencia política que ha dado lugar a la
miríada de organizaciones llamadas Asamblea Islámica o Yihad Islámico. Los neofundamentalistas
son un movimiento surgido del islamismo pero que conjuga los planteamientos
originales de éste con los tradicionales del fundamentalismo. Son sus características:

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Son, como el islamismo, un movimiento político. En general, tiene su origen en el ala más
radical de éste, y suele citarse como una de las razones de su aparición el diferente nivel cultural de
su militancia: si en los partidos islamistas el perfil del militante es urbano y universitario, con
dirigentes de media o alta cualificación profesional, en las organizaciones neofundamentalistas
abunda la militancia procedente de las áreas periféricas y paupérrimas de las grandes ciudades,
aún muy conectadas al campo y atraídas hacia estas organizaciones a menudo a causa de su sistema
de ayuda social. Es una militancia, por tanto, imbuida de una educación tradicional y
fundamentalista, aunque recelosa del establishment de ulemas vinculado al poder.
Conjugan aspectos innovadores (islamistas) como el ijtihad con interpretaciones
tradicionalistas. En la práctica, ello se traduce en que no reconocen a los ulemas oficiales, pero a
menudo se convierten ellos mismos en ulemas autoproclamados, con escasa formación en materia
religiosa pero con un poder absoluto a la hora de emitir fatwas. Son extremadamente reacios a la
participación de las mujeres en lo público. En general, sus planteamientos suelen ser de un
fundamentalismo extremo y de una escasa armazón teórica.
Derivado de lo anterior, practican constantemente el takfir o anatema, es decir, decretan que
tal persona (generalmente quienes se oponen abiertamente a ellos, así como miembros del Gobierno
o de las fuerzas de seguridad) no es musulmana sino enemiga del islam, y es por tanto lícita
cualquier violencia que se ejerza contra ella. El anatema es un paso que no suelen
dar ni los ulemas más fundamentalistas, ni tampoco los islamistas. En general, los
neofundamentalistas son movimientos muy polarizados en torno a líderes carismáticos, y con
discursos y prácticas que a menudo escandalizan tanto a fundamentalistas como a islamistas.
Los neofundamentalistas son los movimientos más conocidos en occidente, ya que a esta
corriente pertenecen grupos como los talibán, Al-Qaeda, el FIS argelino, Estado Islámico o Boko
Haram.
Diferencias entre los sunitas chiíes y kurdos
Hay muchas diferencias entre los sunitas chiíes y kurdos. Pero la más importante es la que
corresponde a los kurdos.
Los kurdos son un grupo étnico del medio oriente que habitan predominantemente en una
región llamada Kurdistán, que abarca partes de Siria, Irán, Irak y Turquía. La mayoría de los kurdos
habitan en la región autónoma de Kurdistán Iraquí, donde tienen una especie de zona segura que
tiene autoridad e independencia ante el gobierno iraquí.
Con esto se puede llegar a la conclusión de que los kurdos difieren con los sunitas y los
chiíes ya que los kurdos son un grupo de personas que se identifican como etnia independiente. Los
kurdos no están vinculados estrictamente a ninguna religión ni movimiento político más que el
movimiento nacionalista kurdo para mantener su autonomía. Los kurdos son predominantemente

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musulmanes sunitas, pero también pueden existir kurdos chiíes e incluso kurdos católicos. El ser
kurdo no es vinculante con la doctrina religiosa de la persona; aunque si se han dado persecuciones
y discriminación en contra de los kurdos por su precedencia.
En Irán, se han utilizado técnicas de discriminación en contra de los kurdos por parte del
pueblo iraní que es en su mayoría musulmán chiíta. De la misma forma, han sido tratados de mala
manera por las poblaciones sunitas de Irak y de otras partes del mundo.
Bajo Saddam Hussein, Irak estaba bajo el yugo de una élite sunita árabe, la que abiertamente
oprimía a la mayoría árabe chiíta y a las minorías kurdas. El golpe contra Saddam logró estabilizar
en cierta parte el balance de poderes pero los grupos siguen en constante disputa. Las
diferencias entre los musulmanes chiíes y sunitas son las más volátiles en Irak; las diferencias
datan del siglo VII después de Cristo, cuando después de la muerte del Profeta Muhammad no se
sabía a quién le correspondía ser el. Los chiíes creían que el Profeta le había otorgado el mando a su
primo y yerno Ali, quien después lo pasó a su hijo Hussein. En cambio, los sunitas decidieron que
debían elegir a un nuevo líder al que se le llamaría Califa. Los califas fueron rechazados por los
chiíes y a su vez, los sunitas rechazaron el nombramiento de Ali como el líder de los musulmanes.
Después de la muerte del tercer Califa, Ali aprovechó la oportunidad para nombrarse el nuevo
Califa. Los sunitas rechazaron esta acción y este fue el inicio del período de Guerra Civil del Islam.
Los sunitas constituyen tres cuartos de la población musulmana de todo el mundo; y los
chiíes en respuesta al califato, eligieron a una serie de Imams que servirían como guías espirituales
y políticos para la secta chiíta. Los Imams eran descendientes directos del Profeta Muhammad, o
bien, personas muy cercanas a él. Estas diferencias causaron una lucha violenta por el poder. Ali y
Hussein fueron asesinados por sus enemigos. La muerte de Hussein ocurrió en Karbala, en Irak.
Esto pasó a formar parte de la simbología del martirio en la tradición chiíta islámica. Los seguidores
asisten al festival Ashura para autoflagelarse en representación de su “fracaso” al no asistir a la
ayuda de Hussein para prevenir su muerte.
Por las diferencias entre sunitas y chiíes ambas ramas tienen diferentes formas
de realizar sus prácticas, leyes y costumbres. También tienen diferentes configuraciones de
jerarquía religiosa; pero ambas sectas tienen los mismos fundamentos de la religión
islámica. Aunque en Irán lo chiíes constituyan la mayor parte de la población musulmana, en
el resto del mundo árabe los chiíes son una minoría que frecuentemente es mal vista o discriminada.
La rama extremista “salafista” sunita que tiene presencia en Arabia Saudita y los yihadistas de al-
Qaeda ven a los chiíes como ajenos a su religión.
A pesar de las diferencias entre sunitas y chiíes, existen cuestiones importantes teológicas,
legales y políticas con las que han logrado convivir a lo largo de la historia. Ambas ramas
comparten el mismo espacio cuando realizan el peregrinaje del Hajj anual a la Meca.

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El Hajj es uno de los pilares fundamentales del Islam. Es un peregrinaje obligatorio que
debe realizar todo musulmán adulto que tenga la capacidad física y económica de hacer el viaje a la
Meca. La Meca es la ciudad más sagrada para el pueblo islámico, ya que es el lugar de nacimiento
del Profeta Muhammad y el lugar de su primera revelación. Dentro de Meca se encuentra la Kaaba,
que es una estructura en forma de cubo que fue construida por el antiguo mensajero de Dios,
Abraham, y su hijo Ismael.
Los musulmanes de todo el mundo, sin importar su secta o división, realizan el Hajj durante
el último mes del calendario lunar musulmán. En el Hajj se ejecutan rituales y prácticas que
simbolizan la humildad, fraternidad y equidad del pueblo del Profeta. Uno de los ritos del Hajj es el
tawaf. El tawaf consiste en dar siete vueltas consecutivas alrededor de la Kaaba mientras en cada
vuelta, se intenta acercar y besar la Piedra Negra, que se ubica en la esquina de la Kaaba que mira
hacia el este. Sin importar la rama de creencia, todo musulmán tiene la obligación de
cumplir con los pilares fundamentales del Islam.
El conflicto actual entre las diferencias entre sunitas, chiíes y kurdos en Irak no está basado
únicamente en diferencias que surgieron hace más de mil años, sino también en las políticas
aplicadas por el régimen dictatorial de Saddam Hussein. Los musulmanes sunitas constituían un
quinto de la población, lo que significaba un grupo sustancioso de la clase gobernada bajo Saddam.
Y a los chiíes, que conformaban más de la mitad de la población, se les negaron sus derechos
políticos y sus libertades religiosas fueron atacadas vorazmente por parte del régimen. Las
políticas de división también afectaron la manera en la que se desarrollaba la política. Los
partidos políticos principales de los chiíes que han dominado las elecciones democráticas de Irak
tienen estrechos vínculos con Irán. Este detalle ha puesto en alerta a los sunitas de Irak y a los
regímenes aliados a Estados Unidos en el medio oriente. En cualquier momento podría ocurrir que
se forme un gobierno chiíta extremista que decida aplicar el mismo tratamiento a los civiles sunitas
en retribución.
Algunas diferencias entre sunitas, chiíes y kurdos radican en que casi 80% de los iraquíes
son árabes, mientras un 15% son kurdos. Los kurdos son un grupo étnico con su propio lenguaje,
historia y cultura que se ha concentrado al norte de Irak, al este de Turquía, el noreste de Siria y el
norte de Irán. Los kurdos tienen una larga historia de lucha por sus derechos como comunidad
minoritaria autóctona encada uno de estos países; y en muchos de los casos han sufrido una
represión terrible y persecución política. La zona del norte de Irak designada para los kurdos está
bajo el ojo vigilante de los Estados Unidos desde la Guerra del Golfo Árabe de 1991.
Aunque los kurdos participen en las políticas nacionales de Irak, la gran mayoría de
kurdos iraquíes (y de todo Kurdistán) desean obtener la independencia formal. Los kurdos

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son predominantemente musulmanes sunitas; aunque las políticas kurdas estén fundamentadas por
el nacionalismo.
Ahora los kurdos gozan de reconocimiento por parte de Irak. La nueva constitución iraquí
reconoce la autonomía política de los kurdos al norte del territorio. Esto les permite mantener las
ganancias de los campos petroleros de la zona, su propiedad y comercio, y al mismo tiempo pueden
gozar de su propia fuerza armada. Una diferencia entre kurdos, chiíes y sunitas es que los kurdos
son muy reconocidos por sus habilidades en el campo de batalla. A los kurdos se les suele contratar
como mercenarios o paramilitares ya que su historia de persecución y lucha política les
ha otorgado las habilidades necesarias para sobrevivir en escenarios de guerra.
Otro ejemplo es Siria. Siria es un país con una mayoría de población sunita, pero el régimen
del presidente al-Assad es muy cercano al gobierno chiíta de Irán. La mayoría de Irak es chiíta, pero
en el norte del país hay muchos sunitas; y los rebeldes sunitas han logrado ganar terreno hacia el
interior del país. El vecino Irán tiene una mayoría chiíta, mientras el vecino Arabia Saudita es
mayormente sunita.
Los sunitas constituyen cerca del 85% de la población islámica del mundo.
Los sunitas creen en que los líderes musulmanes pueden ser elegidos si presentan las
cualidades necesarias para cumplir con el trabajo. En cambio los chiíes piensan que los líderes
deberían ser descendientes del Profeta o tener algún vínculo de importancia con él. Las ramas no
reconocen a las mismas autoridades en el Islam. Esto se puede comparar como con los católicos y
los protestantes; ambos son cristianos y comparten la misma Biblia, pero solo los católicos
reconocen la autoridad del Papa. De la misma forma que católicos y protestantes, los sunitas y los
chiíes tienen sus propias fechas religiosas de celebración.
Los roles de cada sexo son abiertamente discutidos en la comunidad sunita. El Corán explica
con detenimiento las diferencias e igualdades entre ambos géneros en temas como la
herencia, el testimonio legal y las leyes maritales. Pero el texto difiere de las verdaderas prácticas;
el mundo ve a la religión islámica como una doctrina basada en el hombre, aunque en
realidad en el Corán hay bastantes pasajes que le atribuyen a la mujer beneficios y
protecciones si está bajo la creencia musulmana. A final de cuentas, los sunitas son simplemente
la rama más grande del Islam, y aunque tienen sus diferencias con las otras facciones, sus principios
y fundamentos son los mismos.
¿Qué pasa en Iraq?
Para muchos de nosotros Iraq es un país en constante conflicto. Esto es en parte cierto, pero
este problema se ha agudizado en los últimos meses.
Tras la caída del dictador Saddam Hussein en 2003 y la posterior salida de las tropas
estadounidenses del territorio iraquí, el gobierno de este país quedó encabezado por el primer

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ministro Nuri al Maliki, quien ha recibido críticas por sus políticas sectarias a favor de los chiitas,
dejando de lado a las comunidades sunitas y kurdas, cohabitantes en Iraq. Ante el
descontento y sumando diferencias históricas, el grupo extremista conocido como el Estado
Islámico en Iraq y Siria (ISIS, por sus siglas en inglés) ha puesto en jaque al gobierno iraquí al
tomar el control de regiones estratégicas del norte iraquí–Mosul, Anbar, Tal Afar, Banji, entre otras-
y apuntar hacia su principal objetivo, la capital Bagdad, y así cumplir su cometido: establecer un
Estado islámico, que se extienda desde Iraq hasta Siria. Esto ha provocado constantes
enfrentamientos entre ISIS –rama de al Qaeda formada en su mayoría por sunitas radicales- y el
Ejército iraquí, quienes buscan frenar su avance. En medio quedan los kurdos, que también pelean
contra ISIS pero para proteger su territorio, el Kurdistán iraquí, ubicado al noreste.
Los ataques han traído miles de muertes, heridos y desplazados, convirtiendo la disputa en
una crisis humanitaria. Tan solo en junio de este año se registraron 1,705 muertos, de
acuerdo con la Organización de las Naciones Unidas (ONU); respecto a los desplazados, la ONU
reporta que más de un millón de personas han tenido que desplazarse por la crisis.
¿Quién es quién en el conflicto?: En el problema iraquí están presentes las diferencias
religiosas y también de etnias, cada una defendiendo sus intereses, ya sea políticos o económicos, y
se remonta a siglos atrás. En el año 632, el profeta Mahoma, máximo líder de la religión
musulmana, proclamó a su yerno Alí como su sucesor espiritual y político, con lo cual comenzó una
disputa entre dos vertientes que desde ese momento están divididas: los chiitas y los sunitas. Los
primeros creían que el sucesor debía ser descendiente directo de Mahoma, mientras que para los
segundos interesaba una persona justa que no necesariamente debía tener el linaje de su líder.
Chiitas: La comunidad islámica con mayor presencia en Iraq –aunque no en el mundo
musulmán- es la chiita, pues de 60 a 65% de los 32 millones de iraquíes (unos 19 millones de
personas) pertenece a esta vertiente, de acuerdo con la Agencia Central de Inteligencia (CIA, por
sus siglas en inglés).
Los chiitas, quienes también están presentes en países como Irán, Líbano,
Pakistán, Afganistán, Bahréin y Arabia Saudita principalmente, fueron brutalmente reprimidos
durante el régimen de Saddam Hussein (sunita) -entre 1979 y 2003-, lo que provocó una gran
cantidad de muertes y que miles huyeran del territorio en este periodo. La operación Libertad
encabezada por Estados Unidos puso fin a la dictadura de Hussein, lo que otorgó un poco de
liberación a los chiitas y que, por el contrario, los sunitas vieron como una amenaza. Actualmente,
son los chiitas quienes están en el poder: tras la ejecución de Hussein en 2003 y la conformación de
una nueva Constitución, Nuri al Maliki accedió al poder en 2006.

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Aunque en su momento se presentó como un “candidato unificador”, ha sido acusado de
concentrar el poder con sus aliados chiitas, de marginar a los sunitas, y de utilizar las fuerzas de
seguridad contra estos últimos.
Sunitas: Los sunitas conforman la rama musulmana más numerosa en el mundo, sin
embargo, en Iraq no son mayoría. Entre el 32 y 37% de los musulmanes en Iraq son sunitas (cerca
de 12 millones de personas), según la CIA. Los sunitas están establecidos principalmente en el oeste
y suroeste de Iraq, un país cuya economía depende de la producción de petróleo. No obstante, los
campos petroleros más grandes de este país se encuentran en las zonas habitadas por chiitas y
kurdos, etnia presente en el este y noreste del país. Los sunitas estaban representados en el gobierno
con el régimen de Saddam
Hussein, pero ante su caída empezaron a perder todos los privilegios que tenían. Los
militantes de ISIS, quienes están tomando ciudades iraquíes y protagonizan el conflicto bélico, son
en gran parte sunitas radicales.
Kurdos: En Iraq hay alrededor de cuatro millones de kurdos. Los kurdos no tienen un interés
religioso, sino que históricamente buscan su independencia y la conformación de un Estado, el
Kurdistán, que abarca regiones de Iraq, Turquía, Irán, Siria y Armenia.
En 2005 se reconoció al Gobierno Regional Kurdo, con capital en Erbil, la tercera ciudad
más grande de Iraq. El Kurdistán iraquí es una zona importante por las reservas petroleras presentes
en ella, además de que la región ha crecido económicamente de forma rápida,
justamente por las reservas de hidrocarburos.
En el conflicto actual, los kurdos defienden Kurdistán y sus fronteras, las cuales han estado
en peligro ante los ataques de ISIS en ciudades fronterizas. En algunas de estas urbes, el Ejército
iraquí bajó las armas y huyó, por lo que los peshmerga –milicia kurda- ha tomado
control de estas zonas, principalmente Kirkuk, uno de los principales centros petrolíferos.
Alauitas: Parte del chiismo. Aunque los alauitas están presentes en su mayoría en Siria,
también se establecen en Iraq. Tienen una visión particular de los fundamentos del islam, por lo que
muchos musulmanes los consideran herejes. La gobernante familia al Asad en Siria pertenece a esta
rama.
Concentran el poder en el gobierno, fuerzas armadas y servicios de inteligencia de ese país.
Yihadistas: Los yihadistas son los integrantes de las ramas consideradas más violentas y radicales
del islamismo, defensores de la yihad, la cual se refiere a la obligación religiosa de los musulmanes.
La principal organización que defiende estos principios es Al Qaeda, que se ha convertido
en la aglutinadora del yihadismo y que busca regresar a los orígenes del islam, aunque dentro de
esta se han desprendido grupos extremistas, aún más radicales, como ISIS.

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Entonces, ¿Al Qaeda e ISIS no son lo mismo?: El Estado Islámico en Iraq y Siria es un
grupo derivado de al Qaeda que nació en Iraq en fusión con el Frente al Nusra –grupo que se creó
en 2012 en Siria. Su principal objetivo es establecer un califato o Estado islámico sunita en la
región.
Está compuesto por militantes sunitas, chechenos, turcos y de otros países que se sintieron
atraídos por el conflicto en Siria. ISIS se fortaleció en cuanto las tropas estadounidenses se retiraron
de Iraq en2011; actualmente tienen alrededor de 8,000 militantes. Aunque se haya originado en al
Qaeda, su extremismo ha llevado a que incluso esta se haya deslindado de las acciones de ISIS. El
líder de al Qaeda Ayman al Zawahiri dijo que la organización que lidera no tiene relación con ellos
y no es responsable de sus acciones. Los militantes de ISIS han llevado a cabo masacres
sangrientas, han decapitado a rivales capturados, secuestrado a activistas, realizado actos terroristas
y, además, todo esto lo han compartido en internet y redes sociales.
 Bani Sard: “Aprender de la experiencia iraní”
Al deponer a un déspota que era el principal obstáculo para la democracia, la revuelta
tunecina tiene una inmensa importancia para el mundo árabe e islámico. Por sobre todas las cosas,
abrió un futuro que, dada la mano de hierro del sistema político autoritario respaldado por los
gobiernos europeos y árabes, se consideraba cerrado.
Como ya vemos por las manifestaciones de Egipto, en la región se percibe que el
derrocamiento de autócratas corruptos ya no es un sueño imposible. El mensaje de Túnez a la
región es que el despotismo no es un destino al que hay que someterse. Ese mensaje se extiende con
rapidez porque el movimiento democrático tunecino tiene legitimidad nacional y no está vinculado
a un auspiciante occidental, como pasó con la invasión de EE.UU. a Irak.
Como bien sé por experiencia personal, sin embargo, un futuro abierto no sólo comprende la
posibilidad de la democracia, sino también la posibilidad de una nueva dictadura.
A los efectos de alcanzar la democracia y reducir las perspectivas del ascenso de un nuevo
hombre fuerte, es necesario que se cumplan ciertas condiciones.
En primer lugar, el movimiento tiene que distanciarse del antiguo régimen y de sus elites.
Las revoluciones sólo tienen lugar cuando el sistema se desmantela por completo y se reconstruye.
Por ahora, si bien se encuentran en un estado de conmoción y fragilidad, las estructuras económicas
neoliberales y políticas que sostenían la dictadura de Ben Alí siguen intactas. Son las mismas elites
las que manejan el país (...) En segundo término, toda la estructura del régimen despótico –los
poderes ejecutivo, judicial y legislativo– deben ser objeto de una revolución. Sería un error limitar
los objetivos del movimiento a un simple cambio de personalidades. La falta de experiencia de la
gente común no debe llevar al movimiento a importar elites del régimen anterior al nuevo gobierno.

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Mi experiencia de la revolución iraní de 1979 me enseñó que en todo departamento y
ministerio hay suficientes especialistas patrióticos que no están contaminados por la relación con el
régimen anterior y que están dispuestos a desempeñar un papel positivo en la reconstrucción del
país (...).
La población tiene que dejar de buscar líderes que se hagan cargo. Tiene que reconocer que
todos pueden convertirse en líderes mediante la asunción de responsabilidades, la participación en
el debate y el trabajo con otros en el movimiento. En las democracias, el espacio público le
pertenece a la población. Cuando ésta siente que hay temas que abordar, debe volver a la calle. Si la
gente abandona el espacio político, éste inevitablemente se llenará con organizaciones políticas que
buscan el poder y que terminarán por volver a imponer prácticas represivas (...).
Para neutralizar la violencia de esos grupos, todo nuevo gobierno debe resistir la tentación
de crear su propia guardia revolucionaria. Si el Irán actual sirve de ejemplo, esas organizaciones
pueden transformarse con gran facilidad en una mafia económica y militar que se convierte en parte
de la nueva élite. La solución pasa por reorganizar las fuerzas de seguridad existentes de modo tal
que dependan de la democracia civil y la ley (...) Ahora no hay vuelta atrás. La lucha dará lugar a
una verdadera democracia si quienes hicieron la revolución perseveran. Si retroceden, habrá
dictadores al acecho que ganarán poder a partir del vacío. Entonces, como en Irán, la gente tendrá
que volver a empezar para recuperar la libertad.
 Garton Ash: “¿Estamos ante el 1989 árabe?”
El futuro de Europa está en juego esta semana en la plaza Tahrir de El Cairo, igual que lo
estaba en la plaza de San Wenceslao de Praga en 1989. En esta ocasión, por motivos de geografía y
demografía. El arco en el que está produciéndose la crisis árabe, desde Marruecos hasta Jordania, es
el vecino de al lado de Europa. Y decenios de migraciones hacen que los jóvenes árabes que gritan
airados en las calles de El Cairo, Túnez y Amán tengan primos en Madrid, París y Londres.
Si las revueltas triunfan, y el resultado no es otra dictadura islamista, estos hombres y
mujeres jóvenes, frustradas y con frecuencia desempleadas tendrán oportunidades en sus propios
países. La diferencia entre la vida en Casablanca y Madrid, Túnez y París, disminuirá gradualmente,
y con ella la disonancia cognitiva cultural que, llevada al extremo, desemboca en el terrorista
suicida marroquí que sube a un tren de cercanías en Madrid. Con la modernización de sus países,
los jóvenes árabes -y casi un tercio de la población del litoral norteafricano tiene entre 15 y 30 años-
circularán entre un lado y otro del Mediterráneo y contribuirán a las economías europeas y a pagar
las pensiones de las sociedades europeas envejecidas. Además, los ejemplos de modernización y
reforma tendrán eco en todo el mundo islámico. Si las revueltas fracasan, y el mundo árabe vuelve a
sumirse en un abismo de autocracia, decenas de millones de esos jóvenes, tanto hombres como
mujeres, trasladarán al otro lado del mar sus patologías de la frustración, que sacudirán los

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cimientos de Europa. Si, por último, las revueltas consiguen derrocar a esta generación de tiranos,
pero las fuerzas islamistas violentas y antidemocráticas se hacen con el poder en varios países y nos
encontramos con un montón de nuevos iranes, que Dios nos ayude. Todo eso es lo que está en
juego. No se me ocurre ninguna otra situación en la que Europa tenga un interés más vital.
¿Es el 1989 de los árabes? Existe la misma sensación que entonces de que los
acontecimientos saltan de un país a otro y de que la gente corriente, en masa, ha decidido plantarse
de forma espontánea para decir "basta". Sin embargo, hasta ahora, no se ve una organización social
como la que, encabezada por los movimientos democráticos de oposición y los grupos de la
sociedad civil, mantuvieron en 1989 la disciplina de la no violencia, incluso ante las provocaciones,
y preparó el terreno para una transición negociada. En Túnez, los sindicatos han desempeñado un
papel importante. En Egipto están Mohammed el Baradei, con su Asociación Nacional para el
Cambio, y el líder de la oposición encarcelado Ayman Nour, pero no ha surgido verdaderamente
ningún frente popular, foro cívico ni gran estructura de otro tipo. En la gran manifestación del
martes en la plaza de Tahrir, hubo muestras alentadoras de organización cívica. Pero al día siguiente
ya hubo una respuesta caótica a los ataques violentos de los partidarios de Mubarak.
Por más poder movilizador que tengan Internet y las redes sociales, esta cuestión de la
organización política es fundamental. Por eso los israelíes dicen que la analogía más apropiada no
es con la Europa de 1989 sino con el Irán de 1979. Un gran levantamiento popular, con muchos
elementos laicos y de izquierdas, pero que cayó en manos de los islamistas porque estaban mejor
organizados. El hecho de que dictadores árabes como Hosni Mubarak hayan agitado durante 30
años el espectro islamista para chantajear a Occidente no significa que ese espectro no exista. Pero
es comprensible la frustración de los demócratas árabes que se topan con esta actitud como primera
reacción de Occidente a su única esperanza de liberación en muchos años. "Esta es una revolución
en la que Allahu-Akbar no tiene nada que ver", dice el periodista egipcio Yosri Fouda.
Nadie sabe lo que sucederá mañana, ni mucho menos el próximo mes ni el próximo año.
Ante las revoluciones, los responsables políticos y los expertos a larga distancia son como peatones
con calzado de ciudad que intentan seguir una carrera de obstáculos frenética y embarrada. La
siguen como pueden, jadeando y a duras penas. Lo que necesitamos es gente que esté sobre el
terreno, que hable el idioma, conozca la historia, haya estado allí repetidas veces desde hace años y
sea capaz de evaluar a los actores y fuerzas sociales más importantes. El hecho de que haya tan
pocos corresponsales y expertos de ese tipo es prueba de la indiferencia de Europa respecto a su
patio de atrás. Seguramente hay más europeos especializados en la política de California que en la
de Egipto, por no hablar de Túnez y Marruecos.
La reacción política de Europa, hasta ahora, ha sido un silencio avergonzado, seguido de
palabras muy precavidas de apoyo a un cambio pacífico, como la declaración de los ministros de

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Exteriores de la UE el lunes pasado. Francia, que durante décadas respaldó y ayudó al dictador
tunecino Zine el Abidine Ben Ali, ahora se une a las sanciones de la UE contra él y su familia. ¿O
sea que acaba de enterarse de que es malo? La llamada Unión para el Mediterráneo ha demostrado
ser completamente irrelevante. Y, al contrario que la secretaria de Estado de Estados Unidos, Hillary
Clinton, la alta representante de la UE para la Política Exterior, Catherine Ashton, ha estado
invisible.
Es verdad que Washington también tuvo una primera reacción de silencio embarazoso y
luego unas palabras astutamente formuladas con las que instaba a hacer un cambio pacífico. Pero,
por lo menos, se vio su confusión. Cuando obtengamos (si la obtenemos) la próxima remesa de
Wikileaks, tal vez descubramos que Estados Unidos tuvo algo que ver con la extraordinaria
declaración del Ejército egipcio de que no iba a emplear la fuerza contra las demandas legítimas de
"nuestro gran pueblo". Europa, en cambio, no ha tenido ninguna influencia que se haya notado en la
evolución de unos hechos cruciales para su futuro. Aparte de advertir urgentemente a los líderes
árabes sobre las consecuencias económicas de una represión violenta, cosa que los europeos deben
hacer por todos los canales posibles, es poco lo que en estos momentos se puede llevar a cabo para
alterar el curso inmediato de los acontecimientos. Un apoyo demasiado explícito de Occidente a un
candidato o movimiento de oposición concreto podría desatar una reacción en su contra. Por ahora,
cuanto menos se haga, mejor. Pero otra cosa es lo que ocurra mañana, o pasado mañana. En Europa
debemos prepararnos ya para ese día.
Los manifestantes egipcios tienen muy claro lo que no quieren: Mubarak. Ahora bien, a
diferencia de los de la plaza de San Wenceslao en Praga, no tienen una visión inequívoca ni común
de lo que quieren para después. Salvo, por supuesto, algo que sea mejor. Si los nuevos gobernantes
de Egipto -y los de Túnez y otros países vecinos-, ya sean definitivos o de transición, parecen
dispuestos a aceptar la ayuda de Europa, nosotros debemos estar preparados para ofrecérsela.
Nadie tiene tanta experiencia como los europeos en difíciles transiciones de la dictadura a la
democracia. Ninguna región posee tantos instrumentos para influir en los acontecimientos del
Oriente Próximo árabe. Estados Unidos tiene unas relaciones especiales con el Ejército egipcio y las
familias árabes gobernantes, pero Europa tiene más relaciones comerciales, da mucha ayuda y
dispone de una densa red de vínculos culturales y personales entre un lado y otro de lo que los
romanos llamaban mare Nostrum, nuestro mar. Cuenta con 27+1 canales de relaciones
diplomáticas. Es el lugar al que la mayoría de los jóvenes árabes desea viajar de visita, para
estudiar, para trabajar. Sus primos ya están aquí. Y ese nexo es, al mismo tiempo, un problema y
una ventaja.
La invisible Ashton debería estar formando ya un grupo de trabajo del nuevo servicio de
acción exterior europeo para decidir y preparar las reacciones a todos los resultados posibles de la

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situación en Egipto, Túnez y cualquier otro país en el que los árabes se propongan recuperar el
control de su propio destino. Debe colaborar, en especial, con las autoridades de los países -desde
luego, por lo menos, España, Portugal, Francia e Italia- más directamente interesados en una
iniciativa así. La UE necesita rapidez, flexibilidad, audacia e imaginación, cualidades con las que no
suele relacionarse a este club multinacional y lento de reflejos. Europa debe actuar con valentía en
el extranjero para demostrar que puede construir su propio futuro.
Libia y el intervencionismo liberal
¿Intervenir o no intervenir? Esa es la cuestión. Ver lo dispuesto que está Muamar el Gadafi a
matar a todos esos libios que, según él, le "aman" -aunque lo demuestren de formas extrañas-,
vuelve a situarnos en un debate fundamental de nuestra era.
Desafío a cualquiera que vea los ataques de los aviones de Gadafi contra esas ciudades
asediadas a no reconocer que, por lo menos, es legítimo preguntarse si las potencias extranjeras no
deberían intervenir de alguna forma para impedir que siga matando a su pueblo. Y es evidente que
algunos libios están de acuerdo. En un artículo publicado el otro día en la página web de The
Guardian, "Muhammad Min Libya", un bloguero que escribe desde Trípoli, se opone con
elocuencia a "toda intervención militar de cualquier fuerza extranjera sobre el terreno", pero es
partidario de una zona de exclusión aérea. El hecho de que hasta hace muy poco varios países
occidentales, como Reino Unido e Italia, estuvieran haciendo la pelota a Gadafi de la manera más
cobarde y vendiéndole armas que ahora puede utilizar contra su propia gente hace que sea todavía
más importante plantearse esta pregunta.
El debate sobre el llamado "intervencionismo liberal" está lastrado por dos distorsiones
importantes. En primer lugar, al hablar de intervención se suele pensar solo en la intervención
armada. Es decir, se ignoran muchas otras maneras que pueden tener los Estados de intervenir en
los asuntos internos de otros países. El mero ofrecimiento de ayuda humanitaria a las víctimas de lo
que empieza a parecer una guerra civil en Libia es, desde un punto de vista fundamental, intervenir.
Y, a partir de la labor de las organizaciones humanitarias, que cuenta con una aceptación
prácticamente universal, existen numerosos métodos de intervención, como las zanahorias y los
palos económicos y las presiones diplomáticas, hasta llegar a la ayuda cubierta o encubierta, y
muchas veces controvertida, a los medios de comunicación independientes y los grupos de
oposición, la formación en métodos de actuación no violentos, etcétera. Dentro de ese abanico se
encuentran muchas de las formas de intervención más auténticamente liberales -las que ayudan a la
gente a ganar su propia libertad-, pero no el uso de la fuerza armada. Durante los últimos 30 años
las hemos utilizado demasiado poco en Oriente Próximo.
La otra gran distorsión en el debate sobre el "intervencionismo liberal" es que las acciones
militares que más relacionamos hoy con el término (Afganistán, Irak) no tuvieron nada de liberales;

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o, por lo menos, ese no fue su carácter fundamental. Algunos justificaron esas acciones con
argumentos liberales, y algunos liberales las apoyaron, pero no fueron actuaciones basadas en un
principio liberal, como sí lo fueron las intervenciones militares de Occidente en Bosnia (demasiado
tarde), Sierra Leona y Kosovo.
Los motivos siempre son variados, pero la razón principal por la que las fuerzas occidentales
invadieron Afganistán fue que Al Qaeda, que entonces tenía su cuartel general en aquel país, había
atentado en Estados Unidos. Esa misión se transformó en -o se mezcló con- la de construir una
sociedad en la que, por ejemplo, no se tratase a la mujer como a una esclava encapuchada propiedad
del marido: un buen objetivo liberal al que Occidente está hoy renunciando en silencio y
avergonzado. Pero seguro que George W. Bush no había pensado mucho en las mujeres oprimidas
de Afganistán antes del 11 de septiembre de 2001.
Irak es un caso más complicado. Aquí, los motivos como la frustración por no haber
capturado a Osama Bin Laden, el deseo de emplear la superioridad militar estadounidense para
apabullar ("conmoción y espanto") y el interés por el petróleo iraquí se mezclaron desde el principio
con un programa neoconservador de difusión de la democracia y dar ejemplo a toda la región.
Incluso el falso argumento de las armas de destrucción masiva se relacionó con casos anteriores de
"intervención liberal", al insinuar que un Sadam Husein con armas nucleares, químicas y biológicas
podría ser otro Slobodan Milosevic (de hecho, ya lo había sido con los kurdos iraquíes, un
Milosevic antes de Milosevic, mientras Occidente lo ignoraba y le defendía frente a Irán).
Habría que ser estúpido para no reconocer que la invasión de Irak dio al "intervencionismo
liberal" mala fama. Y el que más contribuyó a ello fue Tony Blair. Blair, a quien apoyé con firmeza
cuando, en su primera época, tuvo un comportamiento gladstoniano en Sierra Leona y Kosovo,
queda hoy especialmente mal. Porque no solo se apropió de los argumentos del intervencionismo
liberal para justificar la invasión de Irak; a continuación mostró su apoyo personal a Gadafi, el
Sadam del norte de África. ¡No acertó ni una! (es verdad que Reino Unido y EE UU convencieron a
Gadafi de que renunciara a la mayoría de sus armas de destrucción masiva y, gracias a eso, por lo
menos no tiene hoy bombas nucleares que pueda utilizar contra su pueblo, pero para conseguirlo no
hacía falta tanta adulación ni tantos negocios con él).
Sin embargo, junto a estas distorsiones del intervencionismo liberal, ha seguido
desarrollándose discretamente una versión mucho más liberal de verdad, precavida y respetuosa con
la ley. Sobre la base de la tradición nacida tras 1945 de impulsar los derechos humanos y el derecho
humanitario internacional, y en colaboración con la ONU, este intervencionismo ha engendrado el
Tribunal Penal Internacional y la doctrina de "la responsabilidad de proteger", también refrendada
por la ONU. Desde luego, es una hipocresía que EE UU, Rusia y China amenacen a Gadafi con
llevarle ante un tribunal internacional cuya autoridad no aceptan para sí mismos ("haz lo que

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decimos, no lo que hacemos"). Pero ese es un motivo para que los tres países se incorporen al TPI,
no para que haya que abolirlo. Si la amenaza de juicio empuja a más esbirros de Gadafi a desertar,
habrá servido de algo.
Y, al fin y al cabo, ¿no tenemos cierta responsabilidad de proteger a quienes se han rebelado
contra él, aunque solo sea con la zona de exclusión aérea que proponen ciudadanos libios como
"Muhammad Min Libya", y sobre todo si se trata de protegerlos contra unas armas que nosotros
vendimos al dictador?
Hace una década, una comisión internacional independiente encargada de desarrollar la idea
de la "responsabilidad de proteger" elaboró seis criterios para decidir en qué casos está justificada la
acción militar. Se trata, en definitiva, de una versión modernizada de los viejos criterios católicos
sobre la "guerra justa". Son: autoridad legítima, causa justa, intención debida, último recurso,
medios proporcionales y posibilidades razonables. La amarga experiencia, desde Kosovo hasta
Afganistán, nos ha enseñado que las "posibilidades razonables" (de triunfar) pueden ser las más
difíciles de calibrar y conseguir.
Con arreglo a estos criterios, no estoy nada convencido de que esté justificado implantar una
zona de exclusión aérea en Libia... en el momento de escribir estas líneas. Si resulta que Gadafi
tiene todavía un arsenal escondido de armas químicas que puede arrojar desde el cielo, mi opinión
podría cambiar de la noche a la mañana. Deberíamos preparar planes de emergencia por si acaso.
Pero todavía no hemos agotado todas las demás vías, como intentar por todos los medios que los
amigos de Gadafi le abandonen (quizá podríamos crear para ellos un centro especial de retiro en la
London School of Economics, que hace no mucho tiempo recibió una generosa donación de Saíf al
Islam, el hijo de Gadafi). Una zona de exclusión aérea sería muy difícil de controlar y tal vez no
tendría más que un efecto marginal en tierra.
Sobre todo, cualquier forma de intervención armada de Occidente -y el Ejército de EE UU
dice que para hacer respetar realmente una zona de exclusión aérea sería necesario empezar por
bombardear las instalaciones libias de radares y defensas antiaéreas- echaría a perder el mayor
motivo de gloria de estos acontecimientos, que es que son todos obra de hombres y mujeres
valientes que luchan por su propia liberación.
 Todorov: “La guerra en libia 3 meses después”
A los tres meses de haberse desencadenado, continúa la guerra en Libia. La OTAN, que ha
tomado el mando de la misma, acaba de concederse tres meses suplementarios para conducirla a la
victoria. El país sigue inmerso en una guerra civil, con los "leales" enfrentados a los "insurgentes".
Al estar mejor armados que los insurgentes, los leales aprovechan esa ventaja para masacrarlos,
pero esa asimetría se reproduce luego entre las fuerzas de la OTAN y los leales: los cañones de los
unos aplastan a los fusiles de los otros, lo mismo que los misiles de los unos aniquilan sin

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problemas a los cañones de los otros. Dada esa desproporción de fuerzas, el desenlace militar de la
confrontación no ofrece dudas: los bombardeos tendrán la última palabra, así que venceremos.
Es evidente que la intervención de la OTAN no solo ha destruido armas, sino también vidas
humanas; y no habrá de tenerse en cuenta la falaz distinción, propuesta por la Corte Penal
Internacional, entre víctimas causadas voluntariamente (las de Gadafi) y víctimas causadas
involuntariamente (las de la OTAN): las bombas están hechas para destruir y matar. Sencillamente,
las víctimas del enemigo nunca son contabilizadas, ni siquiera mencionadas. Tampoco se incluyen
entre los "daños colaterales" a los refugiados que huyen de un país en guerra, que se imaginan que
la vecina Europa estará encantada de acogerles y que se hacinan en embarcaciones de fortuna: se
estima en al menos 1.200 el número de los que han muerto ahogados a lo largo de las costas libias.
Realmente el objetivo de la intervención no es ya el de imponer un alto el fuego ni el de
proteger a la población civil, sino el de apartar a Gadafi del poder: objetivo al principio
sobrentendido, luego afirmado de modo cada vez más claro. Lo que explica que los bombardeos de
la OTAN ya no se concentren sobre las ciudades asediadas por los leales, sino sobre Trípoli, la
capital. Oficialmente, la eliminación de Gadafi no forma parte de los objetivos, pero la Alianza
bombardea con asiduidad todos los lugares en los que podría llegar a encontrarse, como centros de
mando, de control y de comunicación; si se le mata no habrá sido intencionadamente...
Occidente ha preferido llamar "pueblo" a los adversarios de Gadafi y "mercenarios" o
"poblaciones sumisas" a sus partidarios, y ha optado por los primeros contra los segundos. También
los gratifica con calificativos tales como "demócratas", cuya justificación no está nada clara. Hay
que recordar que los dirigentes de los insurgentes son antiguos jerarcas del régimen de Gadafi, el
mismo al que describimos como una dictadura sangrienta. Sus fuerzas armadas están comandadas
por el general Abdelfatah Yunis, antiguo ministro del Interior y jefe de las tropas especiales
encargadas
De la represión, compañero de armas de Gadafi ¡desde 1969 hasta 2011! Su dirigente civil,
que ha hecho el recorrido de las capitales europeas, es Mustafá Abdeljalil, antiguo ministro de
Justicia, responsable, entre otras cosas, del calvario infligido, unos años atrás, a las "enfermeras
búlgaras". En este conflicto, que enfrenta al número 1 del régimen con los antiguos números 2 y 3,
¿es apropiado invocar constantemente los derechos del hombre y la libertad del pueblo?
En su discurso del 28 de marzo de 2011, Obama, el presidente de Estados Unidos, ha
provisto de legitimación global a la intervención en Libia, como con anterioridad lo había hecho
respecto a Afganistán. Estados Unidos es "el garante de la seguridad global y el defensor de la
libertad humana", y, comparado con el resto del mundo, tiene al respecto la responsabilidad del
liderazgo. Por lo tanto, debe intervenir cada vez que se produce un desastre natural en cualquier
rincón del mundo, pero también para "prevenir los genocidios, garantizar la seguridad regional y

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mantener la libertad de comercio" (como se ve, los intereses económicos no se olvidan). Esta
misión le ha sido confiada no por Dios ni por el acuerdo de las naciones, sencillamente se deriva de
su estatus de "la nación más poderosa del mundo": he aquí cómo la fuerza se adorna con los atavíos
del derecho.
La intervención en Libia confirma así el esquema mesiánico familiar a las democracias
occidentales: consideran que su superioridad militar les atribuye el derecho, o incluso el deber, de
gestionar los asuntos de todo el mundo (excepción hecha de los otros miembros permanentes del
Consejo de Seguridad y de sus protegidos) imponiendo a los países mal clasificados los valores que
ellas juzgan superiores y, en la práctica, los Gobiernos que estiman aptos para conducir la política
apropiada. Cual variante moderna de la fórmula de Kipling, ya no se trata de "la carga del hombre
blanco", sino de la del homo democraticus. La causa humanitaria (impedir el baño de sangre)
resulta ser una especie de caballo de Troya, un buen pretexto para intervenir militarmente y
controlar la orientación política de los Estados rebeldes. Conviene dejar constancia de que todos los
esfuerzos desplegados por las potencias occidentales para "moralizar" las guerras no conciernen
hasta el momento más que al embalaje mediático que se hace de todo ello.
¿Podrá decirse al menos que esta intervención es, en el actual estado de cosas, un mal
menor? Después de todo, el coronel Gadafi se muestra como un dictador despiadado que daña a su
pueblo. ¿Acaso echarle del poder, cuando no matarle, no es preferible a la impunidad de la que
disfruta? Pero razonar así implica que, para lograr su objetivo, todos los medios son igualmente
buenos. Y, sin embargo, era posible imaginar una solución diferente de la crisis libia, solución que
por otra parte era solicitada por los otros países africanos, pero cuya opinión se consideró
desdeñable. Después de la intervención inicial, que destruyó las fuerzas aéreas del régimen y que
detuvo la ofensiva contra las ciudades en manos de los insurgentes, era posible imponer un alto el
fuego a todos los beligerantes, tanto a leales como a insurgentes. Como resultado de lo cual debían
establecerse negociaciones políticas, preferiblemente bajo los auspicios de la Unión Africana. En
esas condiciones se hubiera podido negociar la salida de Gadafi; y de no llegarse a ningún acuerdo,
tal vez se habría impuesto la transformación del país en una federación, e incluso su partición.
Soluciones ciertamente provisionales e imperfectas pero libres de la desmesura que anima la idea de
una guerra hasta la victoria final, cualquiera que sea su coste.
 Azzaola Piazza: “El Egipto de Mubarak”
AL Ser vicepresidente, Mubarak pasa a ocupar el puesto de presi, y fue ratificado mediante
referéndum. No es un líder carismático, participó activamente en la planificación de la guerra del
73. Adopta tono conciliador dialogante al contrario que su antecesor no tuvo que enfrentarse a
ninguna lucha particular por el poder cuando accedió al cargo. Afirmo la adhesión a los acuerdos de

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Camp David. Tras dicho acuerdos USA ayuda a Egipto. También relanzó la cooperación con la
URSS rotas desde 1972, y empezó a acercarse a países árabes.
Libera a prisioneros políticos y lanza campaña vs la corrupción principal causas de
desprestigio del régimen de al Sadat. Leyes contra la prensa promulgadas por Sadat fueron
derogadas. Ley de secretos de estado y ley de estado de excepción (justificación de amenaza
terrorista para arrestar islamistas y comunistas). Fue autorizado el partido de la Umma,
organización de bases islámicas. El partido neo-Wafd se había autodisuelto en el 78 y vuelve en el
84.
En cuanto a economía se mantiene el papel del estado como distribuidor pero también se
abre la economía egipcia a las inversiones privadas (infitah iniciada por Sadat). El sistema
económico era un equilibrio inestable, nunca recaudo lo suficiente para las arcas públicas, y fue por
medio de su endeudamiento que financio su plan de reformas económicas.
Elecciones legislativas del 84 fueron presentadas como símbolo de nueva era. Pero la elite
económica seguía conservando el poder. el pluralismo electoral estaba planificado para que el
sucesor del que fuera partido único, el PND siguiese gobernando en solitario hegemónicamente. En
el 84 se presentaron; pnd, neo-wad, tagammu, partido socialista del trabajo, partido liberal
socialista. Hermanos musulmanes decidieron unirse al neo-Wafd, nasserista y comunistas al
tagammu.
En las elecciones del 87 las alianzas se convirtieron en la principal preocupación de los
partidos políticos para obtener la cifra del 8 %. Los hermanos musulmanes pasan a aliarse con el
PLS y el PST pasando a formar la coalición islámica. Ña novedad es que en la política egipcia se
recurre a la religión para una proclama política, islam es la solución, y los H-musulmanes se
incorporan al juego parlamentario. Parecía táctica de Mubarak para debilitar a las alas más radicales
del movimiento.
Egipto pasa a ser interlocutor entre USA, Israel y el OLP. 1989 Egipto regresa a la liga
árabe, en julio del 89 Mubarak planteo su plan de 10 puntos con el propósito de favorecer
elecciones libres en Cisjordania, gaza y Jerusalén este, garantizadas por algún organismo
internacional. Este programa era una prueba de la completa normalización de relaciones Egipto –
árabes y egipcio palestinas, la iniciativa fue aceptada por la OLP y rechazada por el gobierno israelí.
Pero la invasión iraquí en Kuwait desencadeno la segunda guerra del golfo en el 90. Hizo
por tierra el proyecto y marco un giro en la política exterior egipcia. Acontecimientos, marcaron el
comienzo de un proceso de recomposición del funcionamiento del sistema internacional al trazar el
paso de la guerra fría bipolar al multilateralismo asimétrico con rol importante de USA.
La invasión iraquí a Kuwait dividió al mundo árabe. La cumbre de la liga árabe celebrada en
el Cairo en el 90 marco la ruptura entre la línea egipcia que exigía la retirada iraquí junto a

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Marruecos, Siria, Líbano, Somalia, y Yibuti, y la otra posición formada por Jordania palestina,
Yemen, sudan, libia y Túnez.
Las ventajas económicas que Egipto obtuvo por unirse a las filas de la coalición occidental
no tuvieron precedente y permitieron una revitalización inesperada de su economía, sim embargo el
alineamiento del gobierno egipcio con USA, favoreció el surgimiento de la posición islamista y
nacionalista en la población más cultivada.
Para elecciones del 90 aparecieron partidos nuevos como el partido del joven Egipto, el
partido de los verdes egipcio, y el partido unionista democrático. El FMI otorga crédito en el 91,
para que egipcio lance un programa de ajuste estructural en la economía. Esto afecto a clases
medias-bajas mientras que una clase burguesa que se había enriquecido en el sector privado
controlaba a la elite política y administrativa del país.
1993 aumenta la cifra de atentados del islamismo violento, iniciada un año antes. Ataque a
turistas. El dialogo nacional lanzado por Muba en el 94 fracasa. Ante esto reprime la oposición en
especial a hermanos musulmanes.
La nueva formación al –wassat creada por jóvenes musulmanes que se habían desmarcado
de las directrices de los hermanos musulmanes querían su propio partido pero fueron negados ante
lo cual tuvieron que formarse como ONG.
A finales de los 90 el ambiente vivió un recorte de las libertades de expresión en general
cerrando el espacio político a los islamistas moderados, al tiempo que se radicalizaban islamistas
extremistas que multiplicaban sus acciones violentas sobre todo vs extranjeros.
En marzo del 2000 fue legalizado un nuevo partido, la conciliación nacional de ideología
panarabista a través de comités de partidos. Con este eran 15 los partidos políticos legalizados
hasta la fecha en la escena política egipcia.
Tras el 11S se inicia la política del terrorismo de Bush. Algunos gobiernos árabes
respondieron a las presiones de USA y darán pequeños giros liberalizadores en política. En el caso
egipcio dichos pasos se tradujeron en una apertura en el discurso del poder político y concretamente
en la dirección del partido del gobierno, el PND. Ante la nueva agresión de USA a Irak esta vez el
gobierno egipcio se manifestó en contra ya que no había aval del consejo de seguridad. Muba se
reúne con países árabes para unificar posiciones
El sistema de elección presidencial le permitía a Mubarak el poder ya que su partido
controlaba el parlamento. En 2005 Mubarak manda una reforma constitucional para celebrar
elecciones directas, el ejército da su consentimiento, el 10 de mayo se aprobó la celebración de
elecciones con más de 1 candidato. Sin embargo la aprobación resulta insuficiente para la
celebración de elecciones verdaderamente democráticas, faltaba limitar mandatos de 6 a 4 años y

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solo con una reelección,, reforzar al supervisión judicial de los procesos electorales, abolir el estado
de excepción y poner fin a violaciones de libertades civiles.
Las elecciones del 2005 fueron boicoteadas. Gana Muba por el 86 vs el 23. El
posicionamiento de los sindicatos oponiéndose reivindicaciones y huelgas de los trabajadores se
convirtió en un rasgo característico del periodo Mubarak. Por lo que trabajadores desafían a los
sindicatos. Clientelismo entre gobierno y líderes sindicales.
Los colegios profesionales han sido ámbito de participación de hermanos musulmanes
nunca se pudo controlas. En los 90 sectores de izquierda como islamistas dejan la política y van a la
acción pública despolitizada, sin intención de cambiar el gobierno, y se centraron en la creación y
gestión de asociaciones, es decir abandonaron un sector de la esfera pública en el que los
gobernantes dominaban y estaban omnipresentes para volcarse en otro sector tolerado por las
autoridades donde podían ser más activos. El kifaya = basta, movimiento egipcio par el cambio,
este último reclama fin de Mubarak, del monopolio de partido y ley de estado de excepción
compuesto por diferentes tendencias. Consideran que el cambio debe producirse desde dentro y la
resistencia que pongan los egipcios.
La participación de los hermanos musulmanes en la arena política resulto muy beneficiosa
para el conjunto del movimiento islamista pues le permitió el acceso a los medios de comunicación,
reforzó su labor de carácter sociopolítico, todo ello sin renunciar a implantar la sharia en el país.
Tras el 11s los islamistas fueron más perseguidos en Egipto.
 Rogan: “Tras la Guerra Fría”
El mapa político de la zona traza una línea de división aún hoy válida. Tras la caída de la
URSS los países árabes comienzan a distinguirse por su grado de acercamiento, o su grado de
autonomía, de las potencias occidentales. Irónicamente, aquellos que blandieron contra los
otomanos el discurso de la dependencia y el empobrecimiento, son hoy el punto de mira de los
pueblos árabes por estas mismas causas. El crecimiento del proyecto islamista únicamente se
explica como una vía alternativa al discurso nacionalista, como una nueva válvula de escape a la
necesidad de independencia y autonomía.
Eugene Rogan nos advierte en la introducción que, hoy en día, una gran parte de la
población árabe optaría por proyectos islámicos para vehicular su fuerte anhelo de independencia y
autonomía. Las democracias occidentales deben asumir las consecuencias de sus actos, y ser
plenamente coherentes con el contenido de sus discursos políticos. La democracia no puede
plegarse a las conveniencias de nadie, ni recoger velas cuando el resultado de la voluntad del pueblo
no se ajusta a deseos o intereses. De hecho, Rogan advierte de la necesidad de abrir una etapa de
reflexión en occidente para afrontar el futuro desde la consciencia sobre los errores pasados. Ese

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parece ser, de hecho, el único camino para no avivar viejas rencillas, impulsar nuevos fantasmas o
cometer nuevas equivocaciones.
 Islam – pasado y presente de las comunidades musulmanas - John Espósito.
Cap. V “Islam contemporáneo: religión y política”
El tema del dominante del islam contemporáneo ha sido su surgimiento. Desde los 70 ha
sido evidente en gran parte del mundo musulmán un impacto más acusado del islam en la vida
musulmana. Se ha reafirmado mas enérgicamente en las vidas públicas como personales de las
sociedades musulmanas de una forma sorprendente y en ocasiones espectacular que a menudo se
ha denominado resurgimiento islámico, renacimiento islámico, fundamentalismo islámico, o islam
político. Hay diferentes percepciones; es una forma de vida: se considera que el islam es aplicable y
parte integral de la política, el derecho, la educación, la vida social y la economía. El islam es hoy
una región global.
El resurgimiento islámico se refleja en un creciente hincapié en la práctica religiosa.
Gobernantes de sudan, Líbano, Egipto, Irán, Pakistán y malasia han usado el islam para reforzar su
legitimidad y sus políticas. Hacer frente a la modernidad ha sido una de las cuestiones a las que se
enfrenta la comunidad musulmana. Para los años 50 las modernidad ya no era una fuerza externa,
sino que se infiltraba o invadía los territorios musulmanes, sino un orden interno establecido
presente en la sociedad y actitud de dirigentes.
En los 60 los regímenes socialistas árabes que habían tomado el poder en Egipto, Siria, Irak
y Argelia reforzaron su petición de respaldo popular con un uso intencionado y selectivo de la
religión para legitimar sus ideologías y gobiernos socialistas (eje Nasser en Egipto)
A finales de los 60 se produjo un punto de inflexión y el amanecer de una etapa de la historia
del islam con el auge y la difusión del resurgimiento religioso por factores como; crisis de identidad
precipitada por una sensación de fracaso, pérdida de identidad y falta de autoestima, decepción con
occidente, la nueva sensación de orgullo como resultado de los triunfos militar (guerra árabe-israelí)
y económico (embargo del petróleo) en 1973 , y la revolución iraní del 79, una búsqueda de
identidad más auténtica enraizada en un pasado isla mico.
La guerra de 1967 transformó un problema árabe palestino en un problema islámico. La
liberación de Jerusalén se convirtió en un problema político -religioso mundial (islámico). Es la
llamada guerra de los 6 días. Desde su creación en 1948, Israel y sus vecinos árabes han estado
enfrentados por la creación de u n estado judío en Palestina. La contundente derrota de las fuerzas
conjuntas de Egipto, Siria y Jordania en 6 días y su enorme pérdida de territorio (Cisjordania y
especialmente Jerusalén este, Gaza) suscito serias preguntas sobre la fuerza de los regímenes árabes
y sus políticas nacionales y socialistas.

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La pérdida de Jerusalén la tercera ciudad santa del islam, fue un golpe al orgullo musulmán,
que hace crisis de identidad. La liberación de Jerusalén se convirtió no solo en un problema político
regional, sino también en un lema y un problema político-religioso mundial (islámico).
Los musulmanes habían fallado al islam confiando en occidente para su orientación y
desarrollo. El éxito dependía de la lealtad a la palabra de dios y el profeta. se consideraba a Israel
un estado occidental o colonia occidental en el mundo árabe, creado y sostenido por el respaldo de
las potencias occidentales, en particular USA.
Modernistas confundidos, sectores religiosos critican al modelos de desarrollo político,
social por considerarse transparentes importados que habían fracasado, fomentando una
dependencia política y cultural de occidente y generando secularismo, materialismo y ruina
espiritual.
La guerra del 73, a pesar de que termino con victoria israelí, muchos sintieron refrendados
por las victorias egipcias. Y por el uso de símbolos islámicos por parte de Anuar Al- Sadat para
movilizar fuerzas, hizo que se consideraran victorias morales islámicas. Fue llamada guerra del
ramadán
El embargo del petróleo, parecía que por primera vez desde los albores del colonialismo,
occidente parecía depender del mundo musulmán. Creían el retorno del favor de dios. Grandes
potencias petroleras como arabia saudita, emiratos árabes, libia usaban sus petrodólares para
fomentar el resurgimiento tanto por convicción como por política. Ayudan a otros gobiernos
musulmanes, financian organizaciones islámicas.
Para musulmanes chiíes como sanies, la revolución iraní de 1978-79 fue decisiva.
Revolución islámica. La insistencia del ayatola Jomeini en que la revolución iraní era una
revolución islámica, no solo chií, y su llamamiento a que otros siguieran su ejemplo inspiro
estallidos similares en arabia saudí y el golfo, sino también admiración entre los musulmanes y las
organizaciones sanies.
El núcleo del resurgimiento es la ideologización del islam; el islam se interpreta como una
ideología total que proporciona un marco básico de significados y dirección para la vida política
social y cultural. La ideología de los activistas políticos islámicos es producto de la fe y la
experiencia, una visión religiosa interpretada y aplicada dentro del contexto de un país o región
concreto. De ahí su diversidad.
Creencias del sistema ideológico; islam forma de vida total, necesidad de reforma que se
inspire en el Corán y el 1er movimiento islámico encabezado por Mahoma, códigos civiles deben
ser reemplazados por la ley islámica, la ciencia y tecnología se aceptan pero deben estar
subordinados a creencias islámicas, necesidad de asociaciones para la lucha (yihad)

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Activistas radicales van más allá de estos preceptos, necesitan una revolución violenta; una
mentalidad de cruzadas, implantación de gobierno islámico como imperativo, gobiernos que no
siguen la sharia son ilegítimos, el yihad contra los no creyentes es un deber religioso, cristianos y
judíos son conspiradores contra el islam.
El islam estatal es impuesto por el gobierno modelado por regímenes gobernantes a menudo
con la cooperación de la institución religiosa. Gadafi en libia 1969, anual al-Sadat en Egipto 70-81,
ayatola Jomeini 79-89 en Irán, los talibanes en Afganistán 1996-2003, etc. Son muestras de que el
islam estatal refleja un amplio espectro que oscila desde la conservadora monarquía saudí hasta el
estado de masas populista de Gadafi.
Facultades religiosas han desempañado papel importan entre los chiíes, las organizaciones
sanies son predominantemente laicas y no clericales, sus miembros son en su mayoría estudiantes y
jóvenes profesionales, reclutados en escuelas y mezquitas. Forman parte del sector moderno de la
sociedad, quieren otro tipo de modernización.
La mayoría moderada, aspira a la reforma gradual de la sociedad, una minoría radical quiere
la revolución violenta. Organizaciones como los hermanos musulmanes de Egipto y Jordania, las
yamiyyat al –islah de Kuwait, las yammat-i-islami de Pakistán gestionan programas educativos y
sociales, asociaciones de asistencia jurídica y hospitales. Grupos extremistas como el ejercito de
dios en Egipto y grupo islámico armado de Argelia quieren la violencia. Los radicales consideran a
los gobiernos musulmanes como regímenes anti-islámicos que controlan la religión para reprimir a
los verdaderos islámicos. Anuar al Sadat y Gadafi los reprimieron.
La construcción nacional moderna en el mundo musulmán muestra tres modelos: a. secular:
Turquía (Mustafá Kendal) religión limitada a la vida privada. islámico: Arabia Saudita musulmán:
el resto
El islam en occidente: el judaísmo y el cristianismo comenzaron en oriente medio, pero se
extendiera por gran parte del planeta. Al islam por el contrario, pese a su importante presencia en
occidente, se le continua identificando principalmente si no exclusivamente con el mundo no-
occidental
Eventos del 73,79 y el asesinato en el 81 de Anuar al-Sadat en Egipto por militantes crearon
nuevos estereotipos. Reemplazadas por temores a amenaza económica, energética de ricos jefes
árabes del petróleo y la amenaza política de los fundamentalistas islámicos militantes. Los
musulmanes serán los nuevos villanos. La relación con Europa comienza en desde el siglo 11. Hoy
el islam ha vuelto
 Eric Hobsbawm: "Vista panorámica del siglo XX"
La destrucción del pasado, o más bien los mecanismos sociales que vinculan la experiencia
contemporáneas del individuo con las generaciones anteriores, es uno de los fenómenos más

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característicos y extraños del siglo XX. La mayor parte de los jóvenes de este final del siglo XX
crecen en una suerte de presente permanente sin relación con el pasado del tiempo en el que viven.
Estamos acostumbrados a concebir la economía industrial moderna en función de dos
opuestos, el capitalismo y el socialismo. El mundo que ha sobrevivido a la revolución de octubre ( )
es un mundo cuyas instituciones y principios básicos cobraron forma por obra de quienes se
alinearon en el bando de los vencedores (capitalismo) en la 2º guerra mundial, los del bando
perdedor no sólo fueron silenciados sino que además fueron borrados de la historia, excepto por su
papel de enemigos.
Eric Hobsbawm denomina al siglo XX corto a los años transcurridos desde el estallido de la
1º guerra mundial hasta el hundimiento de la URSS.
A una época de catástrofes que se extiende 1914 hasta el fin de la 2º guerra mundial, siguió
un periodo de extraordinario crecimiento económico y transformación social que transformó a la
sociedad humana. Esto es denominado EDAD DE ORO.
Cuando el decenio de 1980 dio paso al de 1990, la última parte del siglo, fue una era de
descomposición, de incertidumbre y crisis para vastas zonas del mundo, como ser África, la ex
URSS y los países socialistas Europeos. El siglo XX conoció una fugaz edad de oro en el camino de
una a otra crisis, hacia un futuro desconocido y problemático.
El siglo XX corto, comienza con la 1º GM que marcó el derrumbe de la sociedad occidental
del siglo XIX, la cual era capitalista desde el punto de vista económico, liberal en su estructura
jurídica y constitucional, burguesa x su clase hegemónica y brillante por los avances alcanzados en
el ámbito de la ciencia, el conocimiento y la educación. Además estaba profundamente convencida
de la posición central de Europa, cuna de revoluciones científicas, artística, política e industrial
cuya economía había extendido su influencia a una gran parte del mundo, que sus ejércitos habían
conquistado, cuya población había crecido formando una 3º parte de la raza humana y cuyos
principales estados constituían el sistema de política mundial.
Los decenios transcurridos desde la 1º GM y sus cuarenta años sucesores, fueron una época
de catástrofes para esta sociedad, cuyos cimientos quedaron quebrantados.
En efecto, se desencadenó una crisis económica mundial de una profundidad sin precedentes
que parecía poner fin a la economía mundial. Incluso los EE.UU que no habían sido afectados x la
guerra parecían estar al borde del colapso. Mientras la economía se tambaleaba, las instituciones de
la democracia liberal prácticamente desaparecieron entre 1917 y 1942, excepto x una pequeña
franja de Europa y algunas partes de América Latina, donde avanzaban el fascismo y sus
movimientos y regímenes autoritarios satélites. Sólo la alianza del capitalismo y el comunismo
contra el fascismo (1930 a 1940), permitieron salvar la democracia pues la victoria de Hitler sobre

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Alemania fue gracias al ejército rojo. Excepto por ese breve periodo de unión, la relación del
capitalismo y comunismo estuvo caracterizada por un antagonismo irreconciliable.
Ahora el capitalismo luego de sobrevivir al triple reto de la depresión, el fascismo y la
guerra, tendría que hacer frente a la URSS, que había surgido como superpotencia luego de la 2º
GM.
También se debe señalar que en la tercer cuarta parte del siglo, se terminó con 7 u 8 milenios
de historia humana gracias a las guerras.
Aunque el hundimiento del socialismo fue el acontecimiento más destacado pasada la edad
de oro, la crisis afectó a todo el mundo en formas y grados distintos, independientemente de sus
configuraciones políticas, económicas y sociales, ya que la edad de oro había creado por primera
vez en la historia, una economía mundial universal cada vez más integrada y cuyo funcionamiento
transcendía las fronteras de las ideologías estatales.
Eric Hobsbawm nombra una segunda EDAD DE ORO, pero en este caso caracterizada por
el periodo que va desde 1947 a 1973, en el cual para sorpresa de todos el capitalismo presento un
crecimiento sin precedentes tal vez anómalo. La escala y el impacto de la transformación
económica, social y cultural que se produjo en esos años, fue la mayor, la más rápida y decisiva que
existe registro en la historia.
En los años setenta, los problemas se vieron sólo como una pausa temporal al gran salto
adelante de la economía mundial, y los sistemas económicos y políticos trataron de aplicar
soluciones temporales, pero se ingresó en un período de dificultades duraderas contra las cuales los
países capitalistas buscaron soluciones radicales basadas en nuevas políticas, diferentes a las
utilizadas durante la edad de oro, las cuales no serían útiles en este momento.
Pero nuevamente en el decenio de 1980 y los primeros años de los '90, presentaron un nuevo
período de crisis económicas, el desempleo masivo, graves depresiones cíclicas y el enfrentamiento
cada vez más fuerte de las clases bajas contra las altas; los países socialistas, en los cuales las
economías eran frágiles y vulnerables, se vieron abocados a una ruptura que llevaría al hundimiento
de la URSS, con lo cual finalizaría el siglo XX corto.
En el comienzo de los años 90 la crisis no era sólo económica, sino también, política. Las
tensiones generadas por la economía socavaron los sistemas políticos democráticos, parlamentarios
y presidencialistas, al igual que a los sistemas políticos del 3º mundo, los estado-nación, los cuales
resultaron desgarrados por las fuerzas de la economía transnacional y por las fuerzas
infranacionales de las regiones étnicas secesionistas.
Más evidente aún era la crisis moral y social, la cual no era sólo una crisis de principios de
la civilización moderna, sino también de las estructuras históricas de las relaciones humanas que la

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sociedad moderna había heredado del pasado pre-industrial y pre-capitalista las cuales habían
permitido su funcionamiento.
Paralelismo entre el mundo de 1914 y el mundo de los '90
- Se cuenta con 5 o 6 millones de seres humanos más que al comenzar la 1º GM.
- El mundo es incomparablemente más rico de lo que ha sido nunca, en lo que respecta a su
capacidad de producir bienes y servicios.
- Durante algunas décadas parecía que se había encontrado la manera de distribuir de los
países más ricos, una parte de tan enorme riqueza, pero al terminar el siglo predomina de nuevo la
desigualdad.
- La humanidad es mucho más instruida que en 1914.
- A diferencia del siglo XIX largo, el período de progreso material, intelectual y moral casi
ininterrumpido, desde 1914 se ha registrado un retroceso desde los niveles que se consideraban
normales en los países desarrollados y en las capas medias de la población.
- Se ha vuelto un elemento normal de seguridad de los estados desde 1914, la tortura o
incluso el asesinato, los cuales habían sido abolidos en la década de 1780.
- Existen 3 aspectos que diferencian el mundo de finales del siglo XX con el de 1914:
*Ya no es euro céntrico. A lo largo del siglo se ha producido la decadencia y la caída de
Europa que al comenzar el siglo era el centro incuestionado de poder, de riqueza, de inteligencia y
de civilización occidental.
*Entre 1914 y 1990 el mundo avanzó notablemente en el camino que ha de convertirlo en
una única unidad operativa, lo que era imposible en 1914. El mundo es ahora la principal unidad
operativa y las antiguas unidades como las economías nacionales definidas x una política de los
estados territoriales han quedado reducidas a la complicación de las actividades transnacionales.
Este estadio alcanzado en 1990 es la aldea global. La característica más destacada de finales del
siglo XX es la incapacidad de las instituciones públicas y del comportamiento colectivo de los seres
humanos de estar a la altura de ese acelerado proceso de mundialización.
*La desintegración de las antiguas pautas por las que se regían las relaciones sociales y con
ella la ruptura de los vínculos generacionales, es decir, entre el pasado y el presente. Esto es
evidente en los países más desarrollados del capitalismo accidental en los que han alcanzado una
posición preponderante los valores del individualismo asocial absoluto. Estas tendencias existen en
todas partes x la erosión de las sociedades y las religiones tradicionales y por la destrucción de las
sociedades del "socialismo real".

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 Judt: “El mundo que hemos perdido”
1. INTRODUCCIÓN
Se trata de un texto humanístico, en concreto sobre un ensayo de historia contemporánea, tal
y como dice su autor, cuyos textos abarcan desde 1994 hasta 2006. Este fragmento corresponde a la
introducción del libro “El mundo que hemos perdido” escrito por el historiador británico Tony Judt.
2. TEMA
El tema del fragmento es histórico, sobre la historia contemporánea, especialmente sobre el
siglo XX y sus consecuencias en el siglo XXI. El paso brusco del siglo XX al XXI con el único
propósito de no repetir los errores del pasado.
3. IDEAS DESARROLLADAS
El texto gira en torno a dos ideas principales, que luego irán desarrollándose conforme
avanza el texto. La primera; sobre la importancia en la historia de los intelectuales y pensadores, y
el papel fundamental de las ideas. En segundo lugar, la idea que trata sobre el olvido y la no
suficiente constancia de los hechos totales del siglo XX en la memoria de los hombres del siglo
XXI.
Como ideas secundarias aparece el modelo de selección que el hombre hace a la hora de
recordar las cosas. Otra idea que subyace, es la manera de entender los hombres actuales la historia
y la manera de aprendizaje.
4. ARGUMENTACIONES
Para sustentar estas ideas, el autor establece una serie de argumentaciones para corroborar su
tesis.
En cuanto al papel pionero y fundamental que las ideas ejercen en una comunidad, el
historiador nos remite a otros tiempos, como por ejemplo la Revolución Francesa, basada en los
pensamientos y postulados de la Ilustración. También alude a los ideales económicos neoclásicos, el
liberalismo, el marxismo, la industrialización, el imperialismo… han sido los fundamentos del siglo
XX.
Las argumentaciones respecto a la segunda idea, según el texto para la mayor parte de los
habitantes del siglo XIX y gran parte del siglo XX el futuro estaba asociado al pasado. La crítica al
pasado suponía tal vez, una manera de aprender de las equivocaciones. Pero a finales del siglo XX,
pasamos al siglo XXI dejando en claro el triunfo de Occidente, la hegemonía de Estados Unidos, la
globalización, el mercado libre…como si fuera el fin de la historia. El pasado no tiene nada de
interesante, el hombre actual confía en sus instituciones, en sus prácticas políticas y económicas.
Respecto a las ideas secundarias, el hombre a la hora de recordar la historia establece un
modelo de selección, y en nuestro siglo, según el texto solo aquellos hechos que han servido como
triunfos o resultados terribles con víctimas. El hombre de nuestro tiempo se mantiene ajeno del

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pasado. El autor argumenta incluyendo ejemplos de personajes no tan famosos en la historia pero tal
vez, con mayor profundidad en sus estudios que otros conocidos.
5. TESIS
El autor de este texto defiende como principal tesis que, lo nuevo, hacia final del siglo XX
no fueron tanto aquellas estrategias dedicadas a hacer frente a cuestiones sociales, si no a la llamada
de una nueva forma política y social que fuera totalmente distinta. En la cual aparece por primera
vez un orden, instituciones…que desempeñen la labor del Estado. Una sociedad en la que el Estado
asegure el bienestar lo que denominamos “Estado del Bienestar” y que hoy se ve embargado por la
pérdida de certidumbre. Aporta una crítica a la convicción del hombre actual e cuanto a la selección
histórica, pues solo aprende de los errores y de los triunfos, en cambio el autor nos indica que el
pasado puede ayudarnos a comprender todos aquellos fallos del sistema. Ahora bien, los estados
deben actuar frente otras cuestiones que los desbordan, en las que el ámbito financiero lo mueve
todo.
6. CONCLUSIONES DEL AUTOR
Podríamos abordar como conclusiones del autor que las ideas y os pensadores están detrás
de cada acontecimiento histórico, son sus antecesores, por lo cual su importancia es fundamental.
Por otro lado ha sucedido un repentino cambio en cuanto a la manera de interpretar el pasado, la
historia reciente se halla en medio de una época de olvido, con dificultad para comprender el pasado
siglo. Esto es así porque nos sentimos ajenos al pasado, cada vez se insiste más en nuestros
sistemas, estrategias institucionales, prácticas políticas…El pasado de esta manera no tiene nada
que enseñarnos. El hombre ha confiado en esto y ante el fallo del sistema siente miedo y se hace
una serie de preguntas a las que no sabe cómo responder.
7. CONCLUSIONES PERSONALES
Como conclusiones podría afirmar que en cierto modo, con la conciencia del hombre del
siglo XXI, que tiende a olvidar el pasado tal vez la historia ya no sea maestra de la historia para
algunos. Por otro lado, esta modernidad tardía del siglo XX ha supuesto tal cambio en las relaciones
entre pasado y futuro que el primero ha perdido relevancia para aplicarlo a nuestra vida cotidiana.
El hombre de nuestro tiempo ha depositado su confianza en los nuevos sistemas, prácticas e
instituciones, fundándose el Estado del bienestar. Pero, su funcionamiento puede ser que no sea el
correcto y no esté sufragando las peticiones de los hombres, de esta manera se ha creado entre
nosotros un miedo e incertidumbre. Pues, hoy en día los estados han dejado de ser los centros de
decisiones y quienes llevan a cabo estas son los centros financieros.

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 Enzo Traverso: “La historia como campo de batalla”
El año 1989 no es una simple marca en el desarrollo cronológico del siglo XX. Lejos de
inscribirse en la continuidad de una temporalidad lineal, indica un umbral, un momento, que cierra
una época para abrir una nueva
En el transcurso de este cuarto de siglo, palabras como “revolución” o “comunismo” han
adquirido una significación diferente en el seno de la cultura, las mentalidades y el imaginario
colectivo: en lugar de designar una aspiración o una acción emancipadora, evocan de ahora en
adelante un universo totalitario. Al contrario, palabras como “mercado”, “empresa”, “capitalismo” o
“individualismo” han experimentado el camino inverso: ya no califican un universo de alienación,
de egoísmo o de valores aceptables únicamente si los sostiene un ethos ascético intramundano.
Los años ochenta han sido el vector de este viraje. En el mundo occidental, la revolución
conservadora de Reagan y Thatcher abrió el camino. En China, el giro modernizador iniciado por
Deng Xiaoping tras la eliminación de la “banda de los cuatro” iba a impulsar al país al centro de la
economía internacional. La revolución iraní marcó el fin del tercermundismo y anunció la ola
religiosa que acabó con la experiencia de los nacionalismos laicos en el mundo musulmán y que
planteó un nuevo tipo de desafío al orden imperial. En América Latina, los sandinistas terminaron
extinguiéndose en su aislamiento, mientras que en los países del Cono Sur la democracia regresó
sobre la base de un modelo económico introducido por las dictaduras militares. Con el derrumbe del
socialismo real y el desmembramiento del imperio soviético, en 1989-1990, todas estas piezas
compusieron un nuevo mosaico
El antitotalitarismo liberal, un humanitarismo consensual y la naturalización del orden
dominante constituyen las coordenadas generales de este comienzo del siglo XXI. Los historiadores
trabajan dentro de estas nuevas coordenadas políticas y “epistémicas”. La historia se escribe
siempre en presente.
Escribir una historia global del siglo XX no significa solamente otorgar una mayor
importancia al mundo extraeuropeo en relación con la historiografía tradicional, sino sobre todo
cambiar de perspectiva, multiplicar y cruzar los puntos de observación
La historia global es un espejo de dichas transformaciones. En este libro, ella atraviesa
varios capítulos, desde el primero, sobre la obra de Eric Hobsbawm, hasta aquellos en los que se
aborda la comparación de los genocidios y la percepción de las violencias del siglo XX por el exilio
judío y la diáspora negra.
Siempre es desde el presente que uno se esmera en reconstruir, pensar e interpretar el
pasado. Y la escritura de la historia –esto vale todavía más para la historia política– participa,
aunque también sufre las restricciones, de lo que Jürgen Habermas llama su “uso público”.

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Los trabajos reunidos en este volumen tratan de ajustarse a ciertas "reglas” que he
encontrado formuladas muy claramente en Arno J. Mayer, en una contribución escrita en respuesta
a sus críticas. La primera regla es la de la contextualización, que consiste siempre en situar un
acontecimiento o una idea en su época, en un marco social, en un ambiente intelectual y lingüístico,
en un paisaje mental que le son propios. Luego, la del historicismo, es decir, la historicidad de la
realidad que nos rodea, la necesidad de abordarlos hechos y las ideas desde una perspectiva
diacrónica que capte sus transformaciones en la duración.
La tercera regla es la del comparatismo. Comparar los acontecimientos, las épocas, los
contextos, las ideas es una operación indispensable para tratar de comprenderlos. La cuarta regla es
la de la conceptualización: para aprehender lo real, hay que capturarlo por medio de conceptos -
“tipos ideales", si se quiere- sin por ello dejar de escribir la historia en un modo narrativo; dicho de
otra manera, sin olvidar jamás que la historia real no coincide con sus representaciones abstractas.
Estas “reglas” no son "leyes" de producción del conocimiento histórico, sino parámetros
útiles en el ejercicio de una profesión, copio un todo adquirido e interiorizado más que como un
esquema a aplicar. Designan o forman una “operación” -escribir la historia- que sigue
profundamente anclada en el presente.
Finalmente, al presentar este libro, me parece necesario evocar la influencia subterránea pero
omnipresente de Walter Benjamin. En sus escritos he hallado no tanto una respuesta a mis
cuestionamientos, sino más bien una ayuda su formulación, lo que constituye la premisa
indispensable de cualquier investigación fructífera.
Auschwitz nos impone mirar la historia como un campo de ruinas, mientras que el gulag nos
prohíbe cualquier ilusión o ingenuidad con respecto a las interrupciones mesiánicas del tiempo
histórico.
 Carl E. Schorske - “Viena fin-de-siècle” III. “Política en un nuevo tono: un trío
austríaco”
En todos los aspectos de su programa, los liberales austríacos sabían que combatían contra
lo socialmente superior y lo históricamente anterior: se veían a sí mismos como conductores de lo
que estaba debajo y avanzaba en contra de lo que estaba arriba y retrocedía. Si bien aún no podía
confiarse en el pueblo -puesto que éste no siempre comprendía-, la expansión de la cultura nacional
contendría algún día las condiciones previas para un sistema ampliamente democrático. El poder
popular sólo aumentaría como una función de la responsabilidad racional. La sociedad austríaca no
respetó estas coordenadas de orden y progreso. Durante el último cuarto del siglo XIX, el programa
que los liberales habían elaborado contra las clases altas provocó el estallido de los de abajo.
Los liberales lograron liberar las energías políticas de las masas, pero contra sí mismos y no
contra sus antiguos enemigos. Entonces, lejos de unir a las masas contra la antigua clase dominante

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de arriba, inconscientemente los liberales extrajeron de las profundidades sociales las fuerzas de una
desintegración general. No nos corresponde remontarnos a la compleja historia de la expulsión de
los liberales austríacos del poder político, ni de la parálisis del parlamentarismo por el conflicto
nacional y social. Nos centraremos más bien en la naturaleza de los líderes que, rompiendo con su
origen liberal, organizaron y representaron las aspiraciones de los grupos que los liberales no habían
logrado captar.
Nuestro trío de los líderes de los nuevos movimientos de masas pone en evidencia, a pesar
de sus diferentes objetivos políticos, un nuevo estilo común, heraldo de una nueva cultura política
en la que el poder y la responsabilidad se integraban diferente que en la cultura del liberalismo
racional.
Georg von Schönerer (1842-1821) Organizó a los nacionalistas germanos radicales y los
condujo a una política antisemita extrema. Aunque nunca logro plasmar un partido poderoso, elevó
el antisemitismo a una importante fuerza desintegradora en la vida política austríaca. Su pretensión
aristocrática da una clave de las fuentes psicológicas de su propia rebelión rencorosa contra la
cultura liberal y de las sensibilidades de los estratos sociales que él organizó. Georg von Schönerer
adquirió su título por honesta herencia, pero estaba lejos de ser un aristócrata de sangre. Es el único
de nuestros tres líderes que provenía de la nueva clase industrial. Su padre había recibido el título de
nobleza de manos de un emperador agradecido por sus servicios como ingeniero y administrador
ferroviario. Así, Georg era hijo de un self-made man, “un hombre con cualidades”. Pasó la vida
oscilando entre reivindicar o refutar su legado. En tanto la mayoría de los hijos de los miembros de
la exitosa clase media austríaca abrazaban una profesión urbana, el cometido de Schönerer consistió
en convertirse en una modesta réplica del príncipe Schwartzenberg, llevando la ciencia y el espíritu
empresarial a la agricultura, como un moderno señor del feudo. Se preparó para rebelarse contra
todo lo que su padre había construido durante su vida: lealtad a los Habsburgo, capitalismo,
tolerancia interracial y especulación financiera. Como frustrado pseudoaristócrata, Georg se preparó
casi inconscientemente para dirigir a los estratos sociales que bullían a fuego lento bajo el dominio
de la burguesía industrial de la que él mismo había surgido. A su debido tiempo se encontrarían las
masas rebeldes y el hijo sublevado.
Después que los liberales divididos cayeron del poder en 1879, Schönerer y un importante
grupo de estudiantes universitarios que lo habían adoptado como representante parlamentario, se
rebelaron abiertamente contra la línea de su partido. Antepusieron los principios de la democracia y
el nacionalismo alemán a la estabilidad imperial y de la oligarquía de clase media. Orientando la
lucha popular contra los banqueros y bolsistas por canales antisemitas, Schönerer, confirió a la
cuestión la explosiva energía de su tardía rebelión edípica. No sólo acusó a liberales y ministros,
sino indirectamente a la corte misma de “inclinarse ante el poder de los Rothschild y sus

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camaradas”, y amenazó a todos con “colosales vuelcos contundentes” en manos del pueblo si no se
quebraba este poder. El retorno de lo reprimido en la sociedad capitalista tuvo su analogía en el
retorno de lo reprimido en la psique de Schönerer.
Los liberales, ante este estallido de crudo rencor, se encontraron entre la espada y la pared.
Schönerer fue el primer cabecilla de la fuerza centrífuga à outrance que surgió en la era del dominio
liberal. Jamás nadie abrazó tan a fondo toda potencialidad desintegradora de la sociedad: clase,
ideología, nacionalidad y religión. El nacionalismo fue el centro positivo del credo de Schönerer,
pero dado que el nacionalismo podía satisfacerse sin la desintegración social, necesitó de un
elemento negativo para dar coherencia a su sistema. Ese elemento fue el antisemitismo, que le
permitió simultáneamente ser antisocialista, anticapitalista, anticatólico, antiliberal y anti-
Habsburgo.
Karl Lueger (1844-1910) Tenía mucho en común con Schönerer. Ambos empezaron como
liberales, ambos criticaron inicialmente al liberalismo desde un punto de vista social y democrático,
y ambos concluyeron como apóstatas, exponiendo en forma explícita doctrinas antiliberales. Los
dos emplearon el antisemitismo para movilizar a los mismos elementos inestables de la población:
artesanos y estudiantes. Y -decisivo para nuestra exposición- ambos desarrollaron las técnicas de la
política extraparlamentaria, la política de la camorra y la turba. El principal logro de Schönerer
consistió en metamorfosear una tradición de la vieja izquierda en una ideología de la Nueva
Derecha: transformó el nacionalismo groosdeutsch y democrático en pangermanismo racista.
Lueger hizo lo contrario: transformó una ideología de la Vieja Derecha -el catolicismo político
austríaco en una ideología de la Nueva Izquierda, el socialismo cristiano. Lueger era un político
vienés, es decir, un representante de los intereses de la ciudad en tanto capital imperial. Conservó
una lealtad fundamental con la monarquía de los Habsburgo y por lo tanto no se sintió atraído por el
nacionalismo germano, la positiva esencia variable de los innumerables odios de Schönerer. El
catolicismo ofreció a Lueger una ideología que podía integrar los dispares elemento antiliberales
que se habían movido en direcciones contradictorias a medida que su carrera evolucionaba:
democracia, reforma social, antisemitismo y lealtad a los Habsburgo.
Theodor Herzl (1860-1904) Intentó proporcionar una utopía liberal a su pueblo (el judío),
no sobre la base de una premisa racionalista, sino en base a la fantasía creativa: “el deseo nos hace
libres”. Consideraba que la intolerancia exterior y la endogamia judía habían “limitado a los judíos
física y mentalmente. Así se habían visto impedidos de mejorar su raza”. “El cruce de las razas
occidentales con la así llamada oriental, en base a una religión estatal común es la solución más
deseable”, escribió Herzl en 1882. El hecho de adherir a una asimilación racial y religiosa tan
abarcadora volvió su extrusión como judío, conmovedora y a la vez insustancial. En tanto partidario
de la asimilación, al principio consideraba que el problema judío era adyacente a la cuestión social.

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Siendo el problema judío un aspecto de los problemas de la sociedad moderna, sólo podía
resolverse dentro de los más amplios. Hacia 1893, Herzl había llegado a abjurar de toda posibilidad
de resolver el problema judío por medio de la persuasión racional. El mejor paliativo contra los
síntomas del antisemitismo consistía en recurrir a la “fuerza bruta” en forma de duelos personales
con los detractores de los judíos. Herzl comenzó así a reunir los elementos de la política de nuevo
tono para los judíos: postura aristocrática, rechazo profético del liberalismo, gesto dramático y
compromiso con la voluntad como clave de la transformación de la realidad social.
 Orlando Figes: Cap. 4, “El Gran Terror (1937-1938)”
• El Gran Terror de 1937-1938 no fue una rutinaria oleada de arrestos masivos, sino
una política calculada de asesinato masivo. Como a Stalin ya no le satisfacía encarcelar a sus
“enemigos políticos” (reales o imaginarios), ordenó a la policía que sacara a la gente de las cárceles
y los campos de trabajo forzados y les diera muerte.
• Si bien no era la primera vez que los arrestos masivos tenían lugar en la Rusia
soviética (por ejemplo, la operación “anitkulak”), nunca se habían ejecutado tantos prisioneros (más
de la mitad de los arrestados- según estadísticas incompletas, 681.692).
• Según el autor, más que considerarlo un producto del caos del régimen estalinista,
debe entendérselo como una operación planeada y controlada por Stalin como respuesta a las
circunstancias que percibió en 1937. Encuentra la clave para ello en su miedo a una guerra
inminente, y en su percepción de la existencia de una amenaza internacional a la URSS. La agresión
militar de Hitler- manifestada en la ocupación de Renania en 1936-, y la ocupación japonesa de
Manchuria, convencieron a Stalin de que Rusia corría peligro, debido a que estaba cercada en dos
frentes por potencias del Eje. Este miedo se vio reforzado en noviembre del 36, cuando Berlín y
Tokio se unieron en un pacto en contra del Comintern.
• A pesar de su constante apoyo de la “seguridad colectiva”, no esperaba que la alianza
con Occidente sirviera para contener los avances del Eje (Las potencias occidentales no habían
intervenido en España). La prensa soviética mostraba constantemente amenazado por todos los
flancos y socavado por la infiltración de fascistas.
• Stalin temía que en caso de guerra contra la Alemania nazi, se produjera una reacción
contra el régimen soviético, semejante a la que terminó con el régimen zarista en el marco de la
Primera Guerra Mundial.
• En este marco, la guerra civil española- que consideraba un escenario válido para una
futura guerra europea entre el fascismo y el comunismo- reforzó sus temores. Adjudicó las derrotas
militarse de los Republicanos en el 36 a las luchas internas de las facciones entre los comunistas,
trotskistas y anarquistas. Esto lo llevo a concluir que en la URSS era urgente instrumentar una

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represión política para aniquilar no solo una “quinta columna” de espías y enemigos fascistas, sino
también una potencial oposición antes de que estallara la guerra.
• Solo hacían falta unos pocos enemigos ocultos para hacer una revolución en el país
mientras estuviera en guerra. Por ello se justificaban los arrestos masivos, aunque cayeran
inocentes, con tal de eliminarlos. Así, para Stalin y sus partidarios, el Gran Terror fue una
preparación para la guerra inminente.
• Coordinado por el Kremlin y llevado a la práctica por la NKVD, El gran Terror se
extendió a lo largo y ancho de toda la sociedad bajo la forma de una serie de campañas masivas
destinadas a purgar el país de elementos “antisociales” y potencialmente “antisoviéticos”.
Elementos del Gran Terror:
1. “grandes juicios” contra viejos bolcheviques
-Su propósito era descubrir y eliminar una red de espías y terroristas, organizada por ex
opositores.
2. purgas de la élite política
- cuando un líder del Partido era arrestado, todos los que estaban en su órbita social
caían bajo sospecha. Los funcionarios se protegían entre sí mientras conservaran sus círculos de
poder, pero el arresto de uno implicaba el de todo su círculo, una vez que la NKVD ponía al
descubierto las conexiones existentes entre ellos.
- Así, el terror que cundía entre los miembros de la cúpula se extendió a las filas
inferiores del Partido, las instituciones y la sociedad. Cuanto más alto era el rango, mayores
posibilidades de ser arrestado, ya que sus subordinados estaban siempre prestos a denunciarlos para
poder así remplazarlos en sus cargos.
- Dentro de este marco se explican las purgas en el Comintern (y el caso de Piatntski,
tomado como hilo del capítulo):
- Hacia 1935, la política exterior de Stalin se orientaba a frenar el avance alemán por
medio del fortalecimiento de las relaciones con los estados democráticos occidentales (“seguridad
colectiva”), y el Comintern se hallaba subordinada a esta política. Su tarea era construir alianzas
con los socialistas europeos y conducirlos hacia la formación de gobiernos de coalición (Frente
Populares) con los partidos de centro para contrarrestar la amenaza fascista.
- Esta estrategia tuvo éxito en Francia y en España, pero aun así había voces críticas
dentro del Comintern (como Piatnitski). Se consideraba una traición a la causa revolucionaria
internacional, que solo podría materializarse mediante Frentes unidos (alianzas con los socialistas,
no con gobiernos burgueses). Se criticaba el acercamiento de Stalin a las potencias occidentales por
aburguesamiento de la élite soviética. Además, estaban decepcionados porque no había prestado el
apoyo suficiente a los defensores de la izquierda de la República en la Guerra civil española.

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- Stalin empezó a desconfiar cada vez más del Comintern, y temía que se escapara de
su control. Por ello, en 1935 cambió su plana mayor (por ejemplo, sacó a Piatnitski de su cargo
ejecutivo). Esto, sumado al juicio de sus ex opositores Zinoviev y Kaminev (ex trotskistas acusados
de haber estado implicados en el asesinato de Kirov, jefe del Partido en Leningrado), fue una
advertencia de Stalin a sus críticos de que todas las decisiones se tomarían desde arriba.
- Muchos funcionarios del Comintern fueron arrestados entre 1937-38 por “espías
foráneos”; es más, fue uno de los principales blancos de Stalin.
3. arrestos masivos en las ciudades
4. la “operación kulak”
- La mayor de estas campañas fue la “operación kulak”, por la que se arrestaron y se
ejecutaron ex kulaks en su mayoría, y a sus familias, que habían regresado recientemente de las
colonias especiales y de los campos de trabajo del Gulag tras cumplir su sentencia. Se temía que su
descontento y resentimiento se convirtieran en amenaza. Según un informe de la NKVD, una
organización monárquica blanca, Unión Militar General Rusa (ROVS), preparaba una sublevación
kulak que coincidiría con la invasión japonesa de Siberia.
- La operación kulak estaba vinculada con una purga integral de los soviets locales, y
fue particularmente brutal en las áreas fronterizas.
5. las “operaciones nacionales” contra las minorías
- de gran escala, consistieron en deportaciones masivas, y ejecuciones de minorías
soviéticas que eran consideradas espías potenciales en caso de guerra: alemanes, polacos, chinos,
rusos de Harbim.
- La desconfianza de Stalin hacia los polacos soviéticos era particularmente intensa.
Los consideraba una “quinta columna” del estado polaco semifascista, que podía aliarse con
Alemania contra la URSS.
• La gente vivía esperando con temor que los vinieran a buscar, con una gran
pasividad, característica de las ciudades. Por el contrario, los campesinos, con una larga tradición de
huidas, compraban identidades falsas y escapaban de las granjas colectivas y las colonias
especiales.
• La élite bolchevique era particularmente pasiva, pues por su adoctrinamiento en la
ideología del Partido tenían la necesidad de demostrar su inocencia. Muchos estaban convencidos
de que sólo los culpables eran arrestados y que su inocencia los protegería. Otros, profundamente
comprometidos con los ideales comunistas, estaban dispuestos a confesarse culpables a pesar de su
inocencia, si el Partido lo exigía.
• En 1935 el gobierno había disminuido la edad de imputabilidad criminal a los 12
años, para poder amenazar a los prisioneros con el arresto de sus hijos. En la élite bolchevique, la

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familia y los clanes estaban vinculados a las lealtades políticas. Stalin entendía que la familia era
colectivamente responsable de la conducta de cada uno de sus miembros.

Esa es la victoria del totalitarismo: no solo fusilar a los supuestos enemigos sino quebrar los
pocos restos de humanidad que le quedan a las personas, transformarlas en sujetos vacíos,
manipulables, obedientes.
Esa es la lección del Gran Terror: el peligro de acostumbrarnos al mal.
 Villani: “De la prosperidad a la crisis económica”
Para Europa los años 20 son los de la reconstrucción y experimentación de nuevos
regímenes. Para USA son los de prosperidad. La difusión masiva de bienes durables como
automóviles, electrodomésticos. Productividad alta, y mayor capacidad de compra del consumidor.
Henry Ford puede ser considerado el más convencido y coherente partidario y
experimentador de los nuevos procedimientos. El modelo taylorista, organización y ejecución del
trabajo deben estar a cargo de personas diferentes. El perfeccionamiento de las máquinas de
herramientas y la racionalización de los procedimientos permitían no solo el aumento de la
producción sino también la reducción del horario laboral y más remuneraciones
Desarrollo de la prensa popular, radio, cine y tv. Tiempo libre para la práctica del deporte.
En nueva york la facilidad del crédito atraía la especulación. Luego la confianza tambaleo
las cosas, lo cual termino la época de la prosperidad de Wall Street. El quiebre causo una drástica
reducción del crédito que había alimentado el mecanismo del mercado de la nueva sociedad de
consumo. Los bancos tenían dificultades; el círculo producción-consumo se rompía; automóviles y
neveras quedaban sin vender; las fábricas cerraban o reducían el trabajo; los obreros quedaban en el
paro.
A partir de 1931 ningún país pudo sustraerse de las repercusiones.
La restricción al crédito se impuso como forma de controlar la especulación. El gran boom
industrial había descansado en las facilidades de crédito y en la confianza de cumplir con los
vencimientos de cuotas a largo plazo para adquirir casa, auto, etc.
La experiencia de USA sirvió para que Keynes reformule su teoría y formular al trabajo y
las rentas como factores esenciales del desarrollo.
El sistema k se veía amenazado en sus raíces y desafiado por las nuevas ideologías y los
nuevos regímenes; el fascismo y el comunismo... las consecuencias políticas inmediatas fue la
derrota del partido republicano y la propuesta del New Deal de Roosevelt. Keynes apoyaría al presi.
El economista ingles dio forma científica y teórica a las ideas para regular la economía
capitalista y recuperar el equilibrio económico con elevados niveles de empleo y beneficios,

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publicaría su obra en 1936. Aumentar la demanda provoca reanudación de inversiones y de la
producción
En el ámbito global las repercusiones no fueron igualmente graves en todas partes.
Solamente las regiones totalmente excluidas o marginales del mercado internacional la sufrieron
menos pero sus economías eran muy primitivas. Fue diferente el caso de la URSS que aunque
mantenía algún intercambio con países k, se regía por un sistema económico colectivista en el que
todos los aspectos de la producción, las finanzas y la comercialización estaban celosamente
controlados y regulados por los órganos de estado y las decisiones del gobierno.
El motivo de la propagación tan amplia de la crisis se debe a las gigantescas dimensiones
asumidas por la producción industrial de estados unidos que cubría el 45%, además de la influencia
del dólar.
La destrucción de bienes de consumo, mientras el desempleo reducía a la miseria y el
hambre a trabajadores es un signo de las contradicciones y el desorden de la economía capitalista y
objeto de polémica entre los críticos del sistema. Generalmente se considera apropiado recurrir a la
protección aduanera contra la propagación de crisis; para los países pobres era una necesidad limitar
las importaciones.
La crisis monetaria fue la última etapa de la descomposición de la economía mundial.
Deterioro de la situación política; Japón le hace la guerra a china para salvar la economía, Italia con
economía corporativa, URSS colectivización forzosa de empresas y esfuerzo de industrialización.
La crisis acentuaba las diferencias, inspiraba egoísmo y los antagonismos nacionalistas,
reabría las heridas de la reciente guerra, ponía fin a esperanza de restauración pacífica y preparaba
las condiciones para el futuro conflicto. Paradójicamente el gasto militar fue la salida más eficaz de
la crisis.
La crisis en Europa echo por piso las esperanzas de restaurar la estabilidad monetaria
internacional, considerada el fundamento de la economía mundial antes de 1914. Inglaterra
abandona los principios del libre comercio internacional al que había permanecido fiel después de
1870 cuando la mayoría de los países toman medidas proteccionistas. Promueve un sistema de
preferencias imperiales que constituía de hecho a través de los privilegios aduaneros, un área de
libre cambio entre países de Commonwealth en el cual la libra cumplía la función de regulador
monetario. También había países ligados económicamente
El mundo se dividió en 3 bloques; el áureo en el continente europeo con Francia a la cabeza
(los que querían continuar expresando en oro el valor de sus monedas) el bloque de la libra (de
ING), y el bloque del dólar.
Los países del patrón oro (Francia, Italia, Holanda, Bélgica, Suiza, Polonia) se vieron
obligados a abandonar su política devaluando sus monedas o adaptando medidas rigurosas de

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control de cambio (Italia y Polonia). En el área de la libra, hay países como argentina y Canadá que
pasan al área dólar.
 Casanova: “Una guerra internacional en suelo español”
Se examina nuestra guerra civil no como problema hispano sino, muy al contrario, en ese
peculiar contexto europeo que la convierte -por usar las propias palabras del autor- en “guerra
internacional en suelo español”.
En España no era solo un combate entre fascismo y democracia. Había más, hubo muchas
contiendas; un conflicto militar iniciado cuando el golpe de estado enterró las soluciones políticas y
puso en su lugar las armas. Fue también una guerra de clases entre diferentes concepciones de orden
social, una guerra religiosa entre catolicismo y anticlericalismo.
No se la puede reducir a un combate entre fascismo y comunismo. Hay batallas universales,
por eso tanta gente de otros países, obreros, intelectuales, y escritores, se sintió emocionalmente
comprometida.
Hasta que llego la segunda república, España pareció mantenerse al margen de las
dificultades y trastornos que sacudían a la mayoría de los países vecinos desde 1914. La
proclamación de la república abrió un abismo entre mundos culturales antagónicos.
Antirrepublicanismo de hombres de negocios, terratenientes, ejército, la iglesia.
Confederación Española de Derechas Autónomas, primer partido de masas de derecha en España
1933. Derrotados en el 36 toman las armas. La izquierda tomara la idea de la revolución frente a la
democracia, así como la derecha el autoritarismo. La fuerza era el único camino para liquidar los
privilegios de clase y los abusos consustanciales de poder.
El golpe de muerte a la república se lo dieron los militares desde dentro que traicionaron la
lealtad en julio de 1936, lo cual marca la división en el ejército. La guerra civil es una lucha que
enfrenta militares y población civil dentro de un estado. Gobierno de la república vs militares
rebeldes.
Guerra civil y proceso revolucionario se adaptarían así a la situación de soberanía múltiple.
Vemos imágenes que resumían la inversión del orden. Orwell sostiene que era la primera vez que
estaba en una ciudad en donde la clase obrera ocupaba el poder. 1936 vemos colectivizaciones
campesinas, en tierras que habían sido abandonadas por propietarios o incautadas. Revolucionarios
asesinaron a industriales terratenientes. Revolución era limpiar el ambiente, aplicar el bisturí a los
órganos enfermos.
La anarcosindicalista “CNT” dirigía a ese pueblo en armas. La depresión había minado la fe
en el liberalismo y la democracia. El apoyo internacional a los dos bandos fue vital. Italia y
Alemania a los militares, la URSS a la república (lo cual sirve de pretexto a las potencias del eje

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para que incrementaran su apoyo a franco). Gobernantes franceses e ingleses estaban en la política
de apaciguamiento, consistente en evitar una nueva guerra a costa de aceptar las demandas fascistas.
En ese ambiente para muchos ciudadanos europeos y norteamericanos, España se convirtió
en el campo de batalla de un conflicto inevitable en el que al menos había tres contendientes; el
fascismo, comunismo y la democracia.
La república quedo inicialmente sin ayuda y los militares rebeldes, carentes de legitimidad,
recibieron casi desde el primer disparo el auxilio italoaleman. Círculos diplomáticos, aristoi,
burgueses, y la jerarquía eclesiástica, apoyan la rebelión. El partido laborista, los sindicatos y
muchos intelectuales se inclinaban por la causa republicana.
El comité de no intervención compuesto por los representantes de Alemania, Italia, Francia e
Inglaterra y la URSS fue una farsa. Nazi e italianos crean el eje Roma-Berlín. Nazis intervienen con
la propaganda de guerra entre fascistas y marxistas. Usaron suelo español como sala de ensayos.
Después de la 1GM y la revolución rusa, ninguna guerra civil podía ser ya solamente
interna. Cuando empezó la guerra civil española, los poderes democráticos estaban intentando
apaciguar a los fascismos. La república se encontró en una adversidad de tener que hacer la guerra a
militares beneficiados con la situación internacional. Dictaduras de un solo hombre estaban
sustituyendo a las democracias. La derrota de las repúblicas fue la derrota de las democracias.
 Hobsbawm: “El fin de los imperios”
En el curso del siglo XIX un puñado de países —en su mayor parte situados a orillas del
Atlántico norte— conquistaron con increíble facilidad el resto del mundo no europeo y, cuando no
se molestaron en ocuparlo y gobernarlo, establecieron una superioridad incontestada a través de
su sistema económico y social, de su organización y su tecnología.
El capitalismo y la sociedad burguesa transformaron y gobernaron el mundo y ofrecieron el
modelo —hasta 1917 el único modelo— para aquellos que no deseaban verse aplastado o barrido
por la historia.
Desde 1917 el comunismo soviético ofreció un modelo alternativo, aunque en esencia del
mismo tipo, excepto por el hecho de que prescindía de la empresa privada y de las
instituciones liberales. La historia del mundo no occidental (o, más exactamente, no noroccidental)
durante el siglo xx está determinada por sus relaciones con los países que en el siglo xix se habían
erigido en «los señores de la raza humana».
La dinámica de la mayor parte de la historia mundial del siglo xx es derivada y no original.
Consiste fundamentalmente en los intentos por parte de las elites de las sociedades no burguesas de
imitar el modelo establecido en Occidente, que era percibido como el de unas sociedades que
generaban el progreso, en forma de riqueza, poder y cultura, mediante el «desarrollo» económico y
técnico-científico, en la variante capitalista o socialista

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De hecho sólo existía un modelo operativo: el de la «occidentalización», «modernización»,
o como quiera llamársele. Del mismo modo, sólo un eufemismo político distingue los diferentes
sinónimos de «atraso» (que Lenin no dudó en aplicar a la situación de su país y de «los países
coloniales y atrasados») que la diplomacia internacional ha utilizado para referirse al mundo
descolonizado («subdesarrollado», «en vías de desarrollo», etc.).
El modelo operacional de «desarrollo» podía combinarse con otros conjuntos de creencias e
ideologías, en tanto en cuanto no interfirieran con él, es decir, en la medida en que el país
correspondiente no prohibiera, por ejemplo, la construcción de aeropuertos con el argumento de que
no estaban autorizados por el Corán o la Biblia, o porque estaban en conflicto con la tradición
inspiradora de la caballería medieval o eran incompatibles con el espíritu eslavo.
Tanto el tradicionalismo como el socialismo coincidieron en detectar el espacio moral vacío
existente en el triunfante liberalismo económico —y político— capitalista, que destruía todos los
vínculos entre los individuos excepto aquellos que se basaban en la «inclinación a comerciar» y a
perseguir sus satisfacciones e intereses personales de que hablaba Adam Smith.
El fundamentalismo religioso como fuerza capaz de movilizar a las masas es un fenómeno
de las últimas décadas del siglo xx, durante las cuales se ha asistido incluso a la revitalización, entre
algunos intelectuales, de lo que sus antepasados instruidos habrían calificado como superstición y
barbarie.
En cambio, las ideologías, los programas e incluso los métodos y las formas de organización
política en que se inspiraron los países dependientes para superar la situación de dependencia y los
países atrasados para superar el atraso, eran occidentales: liberales, socialistas, comunistas y/o
nacionalistas; laicos y recelosos del clericalismo; utilizando los medios desarrollados para los fines
de la vida pública en las sociedades burguesas: la prensa, los mítines, los partidos y las campañas de
masas, incluso cuando el discurso se expresaba, porque no podía ser de otro modo, en el
vocabulario religioso usado por las masas.
Esto supone que la historia de quienes han transformado el tercer mundo en este siglo es la
historia de minorías de elite, muy reducidas en algunas ocasiones, porque —aparte de que casi en
ningún sitio existían instituciones políticas democráticas— sólo un pequeño estrato poseía los
conocimientos, la educación e incluso la instrucción elemental requeridos.
Ello no implica que las elites occidentalizadas aceptaran todos los valores de los estados y
las culturas que tomaban como modelo. Sus opiniones personales podían oscilar entre la actitud
asimilacionista al ciento por ciento y una profundas desconfianzas hacia Occidente, combinadas con
la convicción de que sólo adoptando sus innovaciones sería posible preservar o restablecer los
valores de la civilización autóctona.

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El objetivo que se proponía el proyecto de «modernización» más ambicioso y afortunado, el
de Japón desde la restauración Meiji, no era occidentalizar el país, sino hacer al Japón tradicional
viable.
Fueran cuales fueren los objetivos que de manera consciente o inconsciente pretendieran
conseguir aquellos a quienes les incumbía la responsabilidad de trazar el rumbo de la historia del
mundo atrasado, la modernización, es decir, la imitación de los modelos occidentales, era el
instrumento necesario e indispensable para conseguirlos.
Fuera del mundo islámico son raros los casos en que la religión común proveía un vínculo
de esas características, en este caso el de la superioridad frente a los infieles.
La economía mundial del capitalismo de la era imperialista penetró y transformó
prácticamente todas las regiones del planeta, aunque, tras la revolución de octubre, se detuvo
provisionalmente ante las fronteras de la URSS. Esa es la razón por la que la Gran Depresión de
1929-1933 resultó un hito tan decisivo en la historia del antiimperialismo y de los movimientos de
liberación del tercer mundo. Todos los países, con independencia de su riqueza y de sus
características económicas, culturales y políticas, se vieron arrastrados hacia el mercado mundial
En 1913, más de las tres cuartas partes de las inversiones británicas en los países de ultramar
—los británicos exportaban más capital que el resto del mundo junto— estaban concentradas en
deuda pública, ferrocarriles, puertos y navegación
La industrialización del mundo dependiente no figuraba en los planes de los desarrollados,
ni siquiera en países como los del cono sur de América Latina, donde parecía lógico transformar
productos alimentarios locales como la carne, que podía envasarse para que fuera más fácilmente
transportada.
Evidentemente, el imperialismo, la vieja «división internacional del trabajo», tenía una
tendencia intrínseca a reforzar el monopolio de los viejos países industriales. Esto daba pie a los
marxistas del período de entreguerras, a los que se unieron a partir de 1945 diversos «teóricos de la
dependencia», para atacar al imperialismo como una forma de perpetuar el atraso de los países
atrasados.
En la India, la más extensa de todas las colonias, el descubrimiento durante la primera
guerra mundial de que no tenía la capacidad necesaria para garantizar su autosuficiencia industrial y
la defensa militar se tradujo en una política de protección oficial y de participación directa en el
desarrollo industrial del país.
Si la guerra hizo experimentar incluso a los administradores imperiales las desventajas de la
insuficiente industria colonial, la crisis de 1929-1933 les sometió a una gran presión financiera. Al
disminuir las rentas agrícolas, el gobierno colonial se vio en la necesidad de compensarlas elevando

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los aranceles sobre los productos manufacturados, incluidos los de la propia metrópoli, británica,
francesa u holandesa.
Pero, a pesar de las repercusiones de la guerra y la Depresión, lo cierto es que en la primera
mitad del siglo xx el mundo dependiente continuó siendo fundamentalmente agrario y rural
Prácticamente todas las regiones de Asia, África, América Latina y el Caribe dependían —y
se daban cuenta de ello— de lo que ocurría en un número reducido de países del hemisferio
septentrional, pero (dejando aparte América) la mayor parte de esas regiones eran propiedad de esos
países o estaban bajo su administración o su dominio.
Era inevitable que en esas zonas se planteara la necesidad de liberarse de la dominación
extranjera. No ocurría lo mismo en América Central y del Sur, donde prácticamente todos los países
eran estados soberanos, aunque Estados Unidos —pero nadie más— trataba a los pequeños estados
centroamericanos como protectorados de facto, especialmente durante el primero y el último tercios
del siglo.
Desde 1945, el mundo colonial se ha transformado en un mosaico de estados nominalmente
soberanos, hasta el punto de que, visto desde nuestra perspectiva actual, parece que eso era, además
de inevitable, lo que los pueblos coloniales habían deseado siempre.
Sin duda ocurría así en los países con una larga historia como entidades políticas, los
grandes imperios asiáticos —China, Persia, los turcos— y algún otro país como Egipto,
especialmente si se habían constituido en torno a un importante Staatsvolk o «pueblo estatal», como
los chinos han o los creyentes del islam chiíta, convertido virtualmente en la religión nacional del
Irán. En esos países, el sentimiento popular contra los extranjeros era fácilmente politizable.
Las más de las veces, el concepto de entidad política territorial permanente, con unas
fronteras fijas que la separaban de otras entidades del mismo tipo, y sometida a una autoridad
permanente, esto es, la idea de un estado soberano independiente, cuya existencia nosotros damos
por sentada, no tenía significado alguno, al menos (incluso en zonas de agricultura permanente y
sedentaria) en niveles superiores al de la aldea.
El mundo poscolonial está, pues, casi completamente dividido por las fronteras del
imperialismo.
Aquellos que en el tercer mundo rechazaban con mayor firmeza a los occidentales, por
considerarlos infieles o introductores de todo tipo de innovaciones perturbadoras e impías o,
simplemente, porque se oponían a cualquier cambio de la forma de vida del pueblo común, que
suponían, no sin razón, que sería para peor, también rechazaban la convicción de las elites de que la
modernización era indispensable.

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En esos países, la principal tarea que debían afrontar los movimientos nacionalistas
vinculados a las clases medias era la de conseguir el apoyo de las masas, amantes de la tradición y
opuestas a lo moderno, sin poner en peligro sus propios proyectos de modernización.
La primera fase importante del movimiento nacionalista indio, entre 1905 y 1910, se
desarrolló bajo estas premisas y en ella tuvieron un peso importante los jóvenes terroristas de
Bengala. Luego, Mohandas Karamchand Gandhi (1869-1948) conseguiría movilizar a decenas de
millones de personas de las aldeas y bazares de la India apelando igualmente al nacionalismo como
espiritualidad hindú, aunque cuidando de no romper el frente común con los modernizadores (de los
que realmente formaba parte; véase La era del imperio, capítulo 13) y evitando el antagonismo con
la India musulmana, que había estado siempre implícito en el nacionalismo hindú. Gandhi inventó
la figura del político como hombre santo, la revolución mediante la resistencia pasiva de la
colectividad («no cooperación no violenta») e incluso la modernización social, como el rechazo del
sistema de castas, aprovechando el potencial reformista contenido en las ambigüedades cambiantes
de un hinduismo en evolución
Como reconoció al final de su vida, antes de ser asesinado por un fanático del exclusivismo
hindú en la tradición de Tilak, había fracasado en su objetivo fundamental. A largo plazo resultaba
imposible conciliar lo que movía a las masas y lo que convenía hacer. A fin de cuentas, la India
independiente sería gobernada por aquellos que «no deseaban la revitalización de la India del
pasado», por quienes «no amaban ni comprendían ese pasado... sino que dirigían su mirada hacia
Occidente y se sentían fuertemente atraídos por el progreso occidental»
El efímero intento de Mahatma Gandhi de dar vida a un hinduismo a la vez populista y
progresista ha caído totalmente en el olvido.
En el mundo musulmán surgió un planteamiento parecido, aunque en él todos los
modernizadores estaban obligados (salvo después de una revolución victoriosa) a manifestar su
respeto hacia la piedad popular, fueran cuales fueren sus convicciones íntimas. Pero, a diferencia de
la India, el intento de encontrar un mensaje reformista o modernizador en el islam no pretendía
movilizar a las masas y no sirvió para ello.
En el mundo islámico los auténticos revolucionarios y los que accedieron a posiciones de
poder fueron modernizadores laicos que no profesaban el islamismo: hombres como Kemal Atatürk,
que sustituyó el Fez turco (que era una innovación introducida en el siglo xix) por el sombrero
hongo y la escritura árabe, asociada al islamismo, por el alfabeto latino, y que, de hecho, rompieron
los lazos existentes entre el islam, el estado y el derecho. Sin embargo, como lo confirma una vez
más la historia reciente, la movilización de las masas se podía conseguir más fácilmente partiendo
de una religiosidad popular antimoderna (el «fundamentalismo islámico»). En resumen, en el tercer

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mundo un profundo conflicto separaba a los modernizadores, que eran también los nacionalistas (un
concepto nada tradicional), de la gran masa de la población.
Fue la primera guerra mundial la que comenzó a quebrantar la estructura del colonialismo
mundial, además de destruir dos imperios (el alemán y el turco, cuyas posesiones se repartieron
sobre todo los británicos y los franceses) y dislocar temporalmente un tercero, Rusia (que recobró
sus posesiones asiáticas al cabo de pocos años).
Las dificultades causadas por la guerra en los territorios dependientes, cuyos recursos
necesitaba Gran Bretaña, provocaron inestabilidad.
El impacto de la revolución de octubre y el hundimiento general de los viejos regímenes, al
que siguió la independencia irlandesa de facto para los veintiséis condados del sur (1921), hicieron
pensar, por primera vez, que los imperios extranjeros no eran inmortales.
El partido egipcio Wafd («delegación»), encabezado por Said Zaghlul e inspirado en la
retórica del presidente Wilson, exigió por primera vez una independencia total. Tres años de lucha
(1919-1922) obligaron a Gran Bretaña a convertir el protectorado en un territorio
semiindependiente bajo control británico; fórmula que decidió aplicar también, con una sola
excepción, a la administración de los territorios asiáticos tomados al antiguo imperio turco: Irak y
TransJordania.
El período revolucionario de 1918-1922 transformó la política nacionalista de masas en el
subcontinente, en parte porque los musulmanes se volvieron contra el gobierno británico, en parte
por la sanguinaria histeria de un general británico que en el turbulento año 1919 atacó a una
multitud desarmada en un lugar sin salida y mató a varios centenares de personas (la «matanza de
Amritsar»), y, sobre todo, por la conjunción de una oleada de huelgas y de la desobediencia civil de
las masas propugnada por Gandhi y por un Congreso radicalizado.
Aunque en Gran Bretaña había un poderoso grupo de imperialistas a ultranza, del que
Winston Churchill se autoproclamó portavoz, lo cierto es que a partir de 1919 la clase dirigente
consideraba inevitable conceder a la India una autonomía similar a la que conllevaba el «estatuto de
dominio» y creía que el futuro de Gran Bretaña en la India dependía de que se alcanzara un
entendimiento con la elite india, incluidos los nacionalistas
El fin del dominio británico unilateral en la India era sólo cuestión de tiempo.
Nunca como en el período de entreguerras había estado un área tan grande del planeta bajo
el control, formal o informal, de Gran Bretaña, pero nunca, tampoco, se habían sentido sus
gobernantes menos confiados acerca de la posibilidad de conservar su vieja supremacía imperial.
Esta es una de las razones principales por las que, cuando su posición se hizo insostenible, después
de la segunda guerra mundial, los británicos no se resistieron a la descolonización. Posiblemente
explica también, en un sentido contrario, que otros imperios, particularmente el francés —pero

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también el holandés—, utilizaran las armas para intentar mantener sus posiciones coloniales
después de 1945. Sus imperios no habían sido socavados por la primera guerra mundial. El único
problema grave con que se enfrentaban los franceses era que no habían completado aún la conquista
de Marruecos, pero las levantiscas tribus beréberes de las montañas del Atlas representaban un
problema militar, no político, que era todavía más grave para el Marruecos colonial español, donde
un intelectual montañés, Abd-elKrim, proclamó la república del Rifen 1923.
El período revolucionario había afectado especialmente al imperio británico, pero la Gran
Depresión de 1929-1933 hizo tambalearse a todo el mundo dependiente. La era del imperialismo
había sido para la mayor parte de él un período de crecimiento casi constante, que ni siquiera se
había interrumpido con una guerra mundial que se vivió como un acontecimiento lejano
A pesar de ello, la economía mundial parecía remota, porque sus efectos inmediatos y
reconocibles no habían adquirido el carácter de un cataclismo, excepto, tal vez, en los enclaves
industriales que, aprovechando la existencia de mano de obra barata, aparecieron en lugares como la
India y China, donde desde 1917 empezaron a ser frecuentes los conflictos laborales y las
organizaciones obreras de tipo occidental, y en las gigantescas ciudades portuarias e industriales a
través de las cuales se relacionaba el mundo dependiente con la economía mundial que determinaba
su destino
Todo ello fue trastocado por la Gran Depresión, durante la cual chocaron por primera vez de
manera patente los intereses de la economía de la metrópoli y los de las economías dependientes.
Por primera vez, el colonialismo y la dependencia comenzaron a ser rechazados como inaceptables
incluso por quienes hasta entonces se habían beneficiado de ellos. «Los estudiantes se alborotaban
en El Cairo, Rangún y Yakarta (Batavia), no porque creyeran que se aproximaba un gran cambio
político, sino porque la Depresión había liquidado las ventajas que habían hecho que el
colonialismo resultara tan aceptable para la generación de sus padres»
La década de 1930 fue, pues, crucial para el tercer mundo, no tanto porque la Depresión
desencadenara una radicalización política sino porque determinó que en los diferentes países
entraran en contacto las minorías politizadas y la población común. Eso ocurrió incluso en lugares
como la India, donde el movimiento nacionalista ya contaba con un apoyo de masas.
Al final de los años treinta, la crisis del colonialismo se había extendido a otros imperios, a
pesar de que dos de ellos, el italiano (que acababa de conquistar Etiopía) y el japonés (que intentaba
dominar China), estaban todavía en proceso de expansión, aunque no por mucho tiempo
En la zona francesa del norte de África surgieron importantes movimientos políticos en
Túnez y en Argelia —se produjo incluso cierta agitación en Marruecos—, y por primera vez cobró
fuerza en la Indochina francesa la agitación de masas bajo dirección comunista, ortodoxa y
disidente. Los holandeses consiguieron mantener el control en Indonesia, una región que «acusa con

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mayor intensidad que la mayor parte de los países cuanto ocurre en Oriente» (Van Asbeck, 1939),
no porque reinara la calma, sino por la división que existía entre las fuerzas de oposición: islámicas,
comunistas y nacionalistas laicas
Sólo el África subsahariana permanecía en calma, aunque también allí la Depresión
provocó, a partir de 1935, las primeras huelgas importantes, que se iniciaron en las zonas
productoras de cobre del África central. Londres empezó entonces a instar a los gobiernos
coloniales a que crearan departamentos de trabajo, adoptaran medidas para mejorar las condiciones
de los trabajadores y estabilizaran la mano de obra, reconociendo que el sistema imperante de
emigración desde la aldea a la mina era social y políticamente desestabilizador. La oleada de
huelgas de 1935-1940 se extendió por toda África, pero no tenía aún una dimensión política
anticolonial, a menos que se considere como tal la difusión en la zona de los yacimientos de cobre
de iglesias y profetas africanos de orientación negra y de movimientos como el milenarista de los
Testigos de Jehová (de inspiración norteamericana), que rechazaba a los gobiernos mundanos
A la pregunta de si en 1939 podía verse como un acontecimiento inminente la previsible
desaparición de los imperios coloniales he de dar una respuesta negativa, si me baso en mis
recuerdos de una «escuela» para estudiantes comunistas británicos y «coloniales» celebrada en
aquel año. Y nadie podía tener mayores expectativas en este sentido que los apasionados y
esperanzados jóvenes militantes marxistas. Lo que transformó la situación fue la segunda guerra
mundial: una guerra entre potencias imperialistas, aunque fuese mucho más que eso.
Francia se hundió estrepitosamente, y si conservó muchas de sus dependencias fue porque se
lo permitieron las potencias del Eje. Los japoneses se apoderaron de las colonias que aún poseían
Gran Bretaña, Países Bajos y otros estados occidentales en el sureste de Asia y en el Pacífico
occidental. Incluso en el norte de África los alemanes ocuparon diversas posiciones a fin de
controlar una zona que se extendía hasta pocos kilómetros de Alejandría. En un momento
determinado, Gran Bretaña pensó seriamente en la posibilidad de retirarse de Egipto. Sólo la parte
del continente africano al sur de los desiertos permaneció bajo el firme control de los países aliados,
y los británicos se las arreglaron para liquidar, sin grandes dificultades, el imperio italiano del
Cuerno de África
Lo que dañó irreversiblemente a las viejas potencias coloniales fue la demostración de que
el hombre blanco podía ser derrotado de manera deshonrosa, y de que esas viejas potencias
coloniales eran demasiado débiles, aun después de haber triunfado en la guerra, para recuperar su
posición anterior.
No puede sorprender que fuera en Asia donde primero se quebró el viejo sistema colonial.
Siria y Líbano (posesiones francesas) consiguieron la independencia en 1945; la India y Pakistán en

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1947; Birmania, Ceilán (Sri Lanka), Palestina (Israel) y las Indias Orientales Holandesas
(Indonesia) en 1948
La zona islámica del norte de África estaba ya en plena efervescencia, pero no se había
llegado aún al punto de ruptura. En cambio, la situación era relativamente tranquila en la mayor
parte del África subsahariana y en las islas del Caribe y del Pacífico. Sólo en algunas zonas del
sureste asiático encontró seria resistencia el proceso de descolonización política, particularmente en
la Indochina francesa (correspondiente en la actualidad a Vietnam, Camboya y Laos), donde el
movimiento comunista de resistencia, a cuyo frente se hallaba el gran Ho Chi Minh, declaró la
independencia después de la liberación.
La resistencia fue más desigual en el resto del sureste asiático. Los holandeses (que tuvieron
más éxito que los británicos en la descolonización de su imperio indio, sin necesidad de dividirlo)
no eran lo bastante fuertes como para mantener la potencia militar necesaria en el extenso
archipiélago indonesio, la mayor parte de cuyas islas los habrían apoyado para contrarrestar el
predominio de Java, con sus cincuenta y cinco millones de habitantes.
El proceso por el que llegó a hacerse realidad la idea de un «Pakistán» separado, un nombre
y un concepto inventados por unos estudiantes en 1932- 1933, continúa intrigando tanto a los
estudiosos de la historia como a aquellos a quienes les gusta pensar qué habría ocurrido si las cosas
hubieran sido de otro modo. La perspectiva del tiempo permite afirmar que la división de la India en
función de parámetros religiosos creó un precedente siniestro para el futuro del mundo, de modo
que es necesario explicarlo. En cierto sentido no fue culpa de nadie, o lo fue de todo el mundo. En
las elecciones celebradas tras la entrada en vigor de la Constitución de 1935 había triunfado el
Congreso, incluso en la mayor parte de las zonas musulmanas, y la Liga Musulmana, partido
nacional que se arrogaba la representación de la comunidad minoritaria, había obtenido unos pobres
resultados
Fue la guerra la que produjo la ruptura de la India en dos mitades. En cierto sentido, este fue
el último gran triunfo del raj británico y, al mismo tiempo, su último suspiro. Con la excepción de
Indochina, el proceso de descolonización estaba ya concluido en Asia en 1950.
A revolución de los Oficiales Libres en Egipto (1952), dirigida por Gamal Abdel Nasser
(1918-1970), y el posterior derrumbamiento de los regímenes dependientes de Occidente en Irak
(1958) y Siria fueron hechos irreversibles, aunque británicos y franceses, en colaboración con el
nuevo estado antiárabe de Israel, intentaron por todos los medios aniquilar a Nasser en la guerra de
Suez de 1956 (véase p. 360). En cambio, Francia se opuso con energía al levantamiento de las
fuerzas que luchaban por la independencia nacional en Argelia (1954-1961), uno de esos territorios,
como Suráfrica y —en un sentido distinto— Israel, donde la coexistencia de la población autóctona

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con un núcleo numeroso de colonos europeos dificultaba la solución del problema de la
descolonización.
De hecho en 1970 ningún territorio de gran extensión continuaba bajo la administración
directa de las antiguas potencias coloniales o de los regímenes controlados por sus colonos, excepto
en el centro y sur de África y, naturalmente, en Vietnam, donde en ese momento rugían las armas.
La era imperialista había llegado a su fin. Setenta y cinco años antes el imperialismo parecía
indestructible e incluso treinta años antes afectaba a la mayor parte de los pueblos del planeta
 La socialdemocracia - Ludolfo Paramio cap. II: “De los partidos
socialdemócratas al modelo socialdemócrata de sociedad”
Tras la Segunda Guerra Mundial la más espectacular reaparición de la socialdemocracia fue
el triunfo del laborismo británico en 1945, nada menos que frente a Winston Churchill. El ascenso
del laborismo puede explicarse por el deseo lógico que quienes habían combatido y soportado el
asedio, de construir un país solidario en La Paz, como lo había sido en la guerra. En 1949 el
sociólogo T. H. Marshall anunció unas célebres conferencias sobre "Ciudadanía y clase social". El
concepto de ciudadanía había tenido un desarrollo histórico comenzó por el reconocimiento de los
derechos civiles, para pasar después a incluir los derechos políticos, muy especialmente el derecho
al voto. Ahora había llegado la hora del reconocimiento de los derechos sociales de los ciudadanos
para Marshall la meta era compensar las divisiones de clase creando unas condiciones mínimas de
igualdad entre todos los ciudadanos. El gobierno laborista de 1945-1951 nacionalizó la industria
pesada y estratégica, con el objetivo de racionalizarla y modernizar. Sería un error sin embargo
pensar que en aquel contexto, las nacionalizaciones y la planificación eran un rasgo distintivo de los
partidos socialistas. En realidad, las nacionalizaciones fueron algo normal en la posguerra, y
también para los gobiernos conservadores que, en algunos casos, como Italia, se limitaron a asumir
la herencia de las ya realizada por el fascismo, en otros (España) las limitaron y en general la vieron
como una forma de dar más peso a la intervención pública en la economía. Porque la experiencia
había terminado con los tabúes liberales respecto a la intervención del Estado en la economía. El
esfuerzo de guerra había exigido esa intervención a una escala sin precedentes, fijando objetivos a
la industria o interviniéndola directamente, estableciendo salarios y garantizando precios. Y a la
postre sería más significativo: una economía de guerra todos los gobiernos estaban asumiendo
conscientemente o no, una política keynesiana del gasto público financiado a costa de déficit, y al
hacerlo resolvieron la herencia recesiva de la crisis del 29. Mientras que las ideas pequeñas sólo
habían encontrado eco ante la guerra en el gobierno socialdemócrata sueco, en los Estados Unidos
del New Deal, la guerra hizo todos los gobiernos keynesianos. De hecho, el éxito económico de
Hitler había sido consecuencia de dos programas keynesianos, el de construcción de autopistas y el
del rearme. Evidentemente, el objetivo de estos programas no había sido sentar las bases de la

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expansión militar de la Alemania nazi. Nacionaliza la industria o crear empresas públicas se
consideraba una forma legítima de proceder para los gobiernos que afrontaban la reconstrucción. Se
suele argumentar que un factor decisivo en la adopción de políticas sociales universales por los
gobiernos conservadores fue el clima de guerra fría y la necesidad de ganar la guerra ideológica al
comunismo. El motor del salto hacia el estado de bienestar fue mucho más un déficit de legitimidad
social y el temor al avance de los partidos comunistas como una hipotética insurrección de éstos. Lo
que no estaba previsto es el círculo virtuoso que se iba a establecer entre el modelo de sociedad de
bienestar y la nueva forma de producción masiva de bienes de consumo, lo que se ha llegado a
conocer como "fordismo". El modelo de producción en cadena que había dado fama a las fábricas
Ford no sólo implicaba un fuerte incremento de la productividad, sino también el abaratamiento del
producto. La intención declarada de Henry Ford había sido que entre los compradores de sus
automóviles detuvieron en primer lugar los propios trabajadores que lo producían. La otra cara de la
sociedad de bienestar y base del incremento del poder adquisitivo de los trabajadores al asumir el
Estado de educación y la atención sanitaria, que de otra manera eran partidas a carga del
presupuesto familiar. Los nuevos derechos sociales, incluidos las pensiones, se convertían a los
trabajadores en consumidores potenciales al reducir considerablemente sus necesidades de ahorro.
De esta forma el capitalismo de posguerra entró en un modo de regulación distinto de lo que había
sido el capitalismo liberal. Desde finales del siglo XIX ya se había producido una importante
transformación con la aparición de monopolios y oligopolios con capacidad para fijar los precios
del mercado, lo que en cierta manera supuso el final del capitalismo de libre competencia y obligó a
los gobiernos a introducir regulaciones para proteger a los pequeños productores del poder de los
monopolios. El nuevo modo de regulación Fordista suponía la creación de un mercado masivo para
los bienes duraderos y consumo, incluyendo los electrodomésticos, la televisión y el automóvil. El
acceso de las mayorías sociales a estos productos era posible en primer lugar por su abaratamiento
y, en segundo lugar por la generalización de las ventas a crédito. Pero el elemento más nuevo en el
cambio que significaba el Estado de bienestar y la gestión keynesiana de la economía. El empleo
adquiría una nueva estabilidad, y al desaparecer la necesidad de ahorro para educar a los hijos, para
prevenir la enfermedad o para proveer el retiro, los trabajadores podrían gastar y comprometer su
renta futura. El consiguiente bienestar material significó un salto cualitativo en la condición de la
clase trabajadora respecto a la sociedad anterior a la segunda Guerra. El viejo sueño de la
socialdemocracia, la formación de una sociedad en la que el proletariado llegaría a ser la mayoría
social, comenzó a alejarse. En ese contexto se produjo el giro programático simbolizado por el
nuevo programa de la socialdemocracia alemana. En su congreso de 1959 en Bad Godesberg el
SPD pasó a presentarse como un "partido de todo el pueblo", abandonando la concepción de
"partido del proletariado". Éste cambio tenía un aspecto ligado a la coyuntura política alemana, en

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la que el rechazo de la OTAN y el discurso marxista dejaban fuera de juego al SPD y le impedía
aspirar seriamente a gobernar. También la socialdemocracia sueca había abierto el camino al dejar
de ver al socialismo como un modo de producción distinto, caracterizado por la propiedad social de
los medios de producción. El objetivo era profundizar y desarrollar el principio democrático, en la
política y en la economía. Su apuesta era la las condiciones sociales para que el país contara con
una industria un paréntesis privada) internacionalmente competitiva, una mejor y más avanzada
tecnología y salarios altos para trabajadores informados y política. En los años 70 el Plan Meidner
preveía transferir parte de las ganancias de las empresas más rentables a unos "fondos de los
trabajadores" que podrían llegar a controlar la propiedad dichas empresas. Pero este plan y el
sistema fiscal provocaron que las empresas suecas comenzaron a de localizarse a otros países
europeos en los años 80, buscando además la ventaja de la presencia en el mercado único de lo que
sería la Unión Europea. La variedad de sociedades de bienestar en Europa occidental hace muy
difícil reducirlas a un solo modelo: la herencia cultural y social y la historia política de cada nación
han tenido un papel determinante en la formación de los distintos modelos de sociedad. El ejemplo
más evidente es el que separa a los países nórdicos los países del sur de Europa. En éstos, la familia
extensa (las mujeres y especialmente las abuelas) han asumido en muchos casos el cuidado de los
niños y la atención a las personas dependientes. En cambio, en el norte de Europa, y sobre todo en
los países nórdicos, existen sus servicios sociales que permiten a las mujeres llevar una existencia
laboral independiente. Desde otro punto de vista, los modelos de bienestar pueden diferenciarse en
la igualdad social real y no sólo en la igualdad de oportunidades la idea era aportar las distancias
sociales y no sólo ofrecer las mismas oportunidades a todos. Si en Europa occidental se forjó tras la
segunda guerra un acuerdo implícito sobre el modelo de bienestar, los años 60 reflejaron además
políticamente la hegemonía ya establecida en términos de valores. Willy Brandt se convirtió en
1969 en canciller de la República Federal Alemana ese mismo año se convirtió en primer ministro
el sueco Olof Palme y desde 1964, el primer ministro del Reino Unido era el laborista Harold
Wilson. Curiosamente, este momento de apogeo los partidos socialdemócratas fue el preámbulo de
una confrontación general que se puede considerar consecuencias los cambios sociales traídos por
los años de prosperidad y bienestar de la posguerra. El momento estelar de esta confrontación sería
el Mayo francés de 1968, la masiva movilización estudiantil que paralizó París. Veinte años después
de la guerra, jóvenes no tenían experiencia directa de los horrores de ésta ni de las indecibles
penalidades de la reconstrucción. Había accedido masivamente la educación y vivían en un mundo
en el que resultaba fácil encontrar empleo e independizarse. Esta libertad material y su mejor nivel
cultural les hacían reacios a la aceptación de las jerarquías tradicionales. Las resultaba
incomprensible la diferencia de sus padres hacia la autoridad y su respeto a los valores heredados
eran los beneficiarios de un cambio radical en las condiciones de existencia y entraron en colisión

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con una sociedad que mantenía las costumbres y los valores anteriores. Los jóvenes acudieron a la
panoplia (colección) de las ideologías radicales disponibles, desde el maoísmo al trotskismo,
pasando por la teoría crítica de la Escuela de Frankfurt en la versión freudiana de Hebert Marcuse,
en busca de un discurso de oposición al sistema, sistema dentro del cual incluían a la
socialdemocracia. Pero los valores de los jóvenes se articularon también en un nuevo discurso
reivindicativo, en particular de la conservación del medio ambiente y de la igualdad de mujeres y
hombres. El fenómeno más notable en el plano de la política organizada fue la aparición en
Alemania de Los Verdes, un partido de nuevo cuño en cuyo programa se incluían tanto el
ecologismo como el feminismo y al que se incorporó buena parte de la nueva izquierda radical de
los años 60. Los principales motivos de enfrentamiento con la socialdemocracia en un primer
momento eran: por una parte, la contradicción entre ecología y empleo: las exigencias de defensa
del medio ambiente chocaban con el interés de los sindicatos por mantener el empleo en las fábricas
y sectores contaminantes y eso llevaba a los socialdemócratas a verlas con cierta cautela. El
segundo motivo de enfrentamiento de Los Verdes con la socialdemocracia era el pacifismo
antinuclear de los primeros. El pacifismo antinuclear dejó de ser una cuestión central de la política
europea con el acuerdo de 1987 para eliminar todos los "euromisiles", dentro del clima de
distensión traído por Mijail Gorbachov y la posterior disolución del bloque del Pacto de Varsovia y
de la Unión Soviética así fue posible un acercamiento de Los Verdes y la socialdemocracia, hasta el
extremo de gobernar Alemania en coalición entre 1998 y 2005. La brecha cultural y de valores
abierta entre la creación de la guerra y los estudiantes del 68 ha llegado a ser un lugar común. Se
habla menos la ruptura generacional se produjo también en el seno del movimiento obrero, pese a
que sería uno de los elementos claves de la crisis económica de los años 70. Los sindicatos se
vieron de pronto desbordado por las reivindicaciones de una nueva generación de jóvenes
trabajadores no tenían esa cultura sindical de antaño. La crisis de los años 70 no sólo supuso el final
de un periodo de crecimiento marcado por la gestión keynesiana de la economía, sino también la
crisis del modo fordista de regulación del capitalismo un y así se abrió un período de crisis de la
socialdemocracia, que debió buscar políticas económicas alternativas a las que había mantenido
durante este período dorado. Sin embargo conviene distinguir diversos elementos en esta crisis. El
primero se refiere a la imposibilidad de dar una respuesta keynesiana a una crisis caracterizada a la
vez por el estancamiento y la inflación. Podemos decir que ese fue el problema original, pero a éste
se sumaron otros dos. Uno de ellos es el impacto de la globalización, que ya se apuntaba
anteriormente al señalar que la presión fiscal o los altos salarios pueden sumar a las empresas a de
localizarse hacia países con impuestos o salarios más bajos que en ellos las condiciones necesarias
para desarrollar su producción y los costes de transporte hacia los mercados globales no son
demasiados altos. Pero un último elemento, económico pero probablemente el más decisivo, fue un

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cambio de valores entre las clases medias y las élites europeas. A partir de la victoria electoral
Margaret Thatcher, en 1979, comenzó el ascenso imparable de la visión neoconservadora de la
sociedad y la economía, que se sintió confirmada por la desaparición de la Unión Soviética en 1991
y trató de reconstruir el mundo a la medida de su ideología, de forma especialmente clara mientras
la Casa Blanca estuvo ocupada por George Bush. El modelo neoconservador se ha caracterizado
durante tres décadas por promover el recorte de los impuestos, la reducción de los servicios
públicos, el acoso a los sindicatos, de los que representan, y por impulsar la ilusión de que la
propiedad de todo depende de que los más ricos aumentan sus ingresos, alejándose cada vez más
del ingreso medio, y el acceso a través del mercado a los servicios que en el modelo
socialdemócrata de sociedad ausente servicio públicos universales. La desigualdad como principio
de progreso social fluye a la visión de una sociedad cohesionada, con buena calidad de vida para
todos y capaz de competir económicamente por la inversión en educación, sanidad e infraestructura.
 Gaddis: La Guerra Fría. Capítulo IV: “El surgimiento de la autonomía”
Las acusaciones vertidas contra Jruschov sin duda merecían esta descripci6n por parte del
líder soviético. Se le atribuía crueldad, distracción, MEGALOMANÍA. Había arruinado a la Unión
Soviética y había llevado al mundo al borde de una guerra.
Fue una manera indigna y cruel de liquidar al líder de la segunda potencia mundial, pero no
hubo derramamiento de sangre, ni lamentos ni exilio para nadie. Se permitió a Jruschov una retirada
pacífica. Siempre optimista, el líder depuesto llego a ver su mayor logro en el hecho de no haber
podido conserva su puesto, precisamente por las restricciones al ejercicio del poder que el misino
impuso durante los años de su presidencia.
El destino de Jruschov era un reflejo micro-cósmico del destino de las dos superpotencias
entre finales de los años cincuenta y principios de los sesenta. Sin embargo, tanto Estados Unidos
como la Unión Soviética topaban con crecientes dificultades para manejar a otras potencias
menores, ya hubieran sido aliadas o neutrales en la Guerra Fría, al tiempo que perdían en casa una
autoridad que siempre habían dado por sentada. Los débiles empezaban a descubrir oportunidades
para enfrentarse a los fuertes.
Los primeros indicios de cambios llegaron con el proceso de descolonización, un proceso
que ya había comenzado antes de la guerra fría. En I905, Japón, una potenc1a emergente, gano la
guerra que había iniciado contra Rusia, uno de los imperios más débiles de Europa. Esta victoria
hizo saltar · por los aires la ilusión de que los europeos siempre saldrán vencedores.
La propia Europa acabo con otro espejismo -el de su propia unidad- al estallar la guerra en
I9I4- La Primera Guerra Mundial produjo a su vez dos justificaciones irrefutables para poner fin al
dominio colonial. Una de ellas surgió de la revolución bolchevique, cuando Lenin exigió el fin del
<> en cualquiera de sus formas. La otra lleg6 de Estados Unidos cuando Woodrow Wilson incluyo

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entre sus Catorce Puntos el principia de autodeterminación, cuya intención era atajar el atractivo de
los bolcheviques, pero sus palabras excitaron a los enemigos del imperialismo en toda Asia, África
y Oriente Medio.
El colapso del colonialismo coincidió por tanto con el comienzo de la Guerra Fría, si bien no
fue esta su causa. La descolonización no fue una de las cuestiones significativa: los comienzos de la
Guerra Fría. ¿La Unión Soviética seguía siendo imperialista no iba a serlo?- y llevar la revolución a
lo q: pronto empezaría a llamarse el «Tercer Mundo >> no era para Stalin una finalidad inmediata
tan importante como recuperarse de la contienda; (ampliar su influencia en Europa. Estados Unidos,
por su parte, tampoco estaba dispuesto a defender el colonialismo europeo
A finales de 1949la '- pugna soviético-estadounidense por Europa había llegado a un callej6n
sin salida, lo que despertaba tentaciones de aprovechar otras oportunidades. Stalin sucumbió a estas
al autorizar a Kim Il-sung el ataque Corea del Sur, al tiempo que incitaba a Ho Chi Minh para que
entrase en guerra con Francia en Indochina. Pero el viejo dictador sabía muy poco sobre el Tercer
Mundo y no realizo un esfuerzo sostenido para ampliar la influencia soviética en estas zonas.
Jruschov se mostró más enérgico.
A diferencia de Stalin, le encantaba viajar al extranjero y rara vez perdía la ocasión de
hacerlo. Figuraban entre sus destinos predilectos los países surgidos del imperio colonial europeo,
que disfrutaban de su recién adquirida independencia. «No soy un aventurero, pero es nuestra
obligación ayudar a los movimientos de liberación nacional, decía Jruschov.
Pero Estados Unidos no podía desligarse de sus aliados británicos, franceses holandeses y
portugueses por la razón de que este aun conserve, algunas posesiones coloniales, pues la prioridad
era restablecer la seguridad y prosperidad a en Europa.
Era poco favorable para Estados Unidos -incluso peligroso- que el colonialismo concluyera
cuando la Guerra Fría crecía en intensidad, pues los pecados cometidos por sus aliados en el pasado
podían hacerlos fácilmente vulnerables en el futuro. Aquí radicaban sin duda las esperanzas de
Jruschov.
Todo ello significaba que los nuevos estados podían alterar el equilibrio de poder durante la
guerra fría. Una de los aspectos sorprendentes de la guerra de corea para USA fue la rapidez con
que un interés periférico paso a convertirse en vital.
Las fichas de dominó podían caer como consecuencia de una agresi6n externa, como en
Corea, o de una subversión interna, como estaba ocurriendo en Indochina; pero también podían caer
si los Estados surgidos del colonialismo decidían inclinarse hacia la Unión Soviética () China.
Semejante posibilidad situaba la descolonización en un contexto inédito: la emergencia del
nacionalismo, desde la perspectiva de Washington, podía causar tantos problemas como la
persistencia del colonialismo. La Guerra Fría empezaba a alcanzar una magnitud global, si bien

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provocaba la paradójica consecuencia de fortalecer al pueblo -que hasta entonces carecía de
cualquier poder- en nombre del cual se lucharía en lo sucesivo. El procedimiento fue la no
alineación.
La estrategia de no alineación ofreció a los líderes de los países del tercer mundo la
posibilidad de inclinarse sin peligro de caer; la idea de no comprometerse con ninguno de los nados
enfrentados en la guerra fría, pero dejando abierta la posibilidad de hacerlo. Amenaza de alinearse
con el enemigo.
Yugoslavia encabezo este proceso, que no era un Estado del Tercer Mundo. Tito no buscaba
la condena de Stalin _ en 1948; era, y continuo siendo, un comunista convencido, pero no estaba
dispuesto a sacrificar su soberanía por solidaridad ideol6gica y, a diferencia de la mayoría de los
líderes de Europa del Este, no tuvo necesidad de hacerlo. A la vista de cómo Estados Unidos se
apresuraba a ofrecerle ayuda económica tras su ruptura con Stalin, Tito detectó& la· oportunidad de
desarrollar una estrategia. ¡Se atreverán los emplear la fuerza contra los yugoslavos si esto podía
desencadenar una guerra con Estados Unidos! La presencia de la Sexta Flota en la costa en las
costas yugoslava obligaba a Stalin a pensarlo dos veces.
Juzgo así sensato dejar una puerta abierta a la reconciliación con la Unión Soviética y, tras la
muerte de Stalin, Jruschov visito Belgrado para disculparse por el comportamiento f de su
predecesor, y fue recibido con respeto por el líder Yugoslavo, pero también como un igual. A partir
de ese momento Jruschov se sintió obligado a consultar con Tito; el ejemplo más notorio se produjo
cori la crisis húngara, en 1956, cuando Jruschov y Malenkov emprendieron' un vuelo espeluznante a
bordo de un pequeño avión en mitad de una tormenta, y luego un tortuoso viaje en barco por mares
embravecidos para asegurarse de que Tito aprobaba la decisión soviética de sofocar la sublevación.
Tito estaba de «vacaciones>> en su isla del Adriático y no podía molestarse en viajar hasta
Belgrado o Moscú.
Las razones de Nehru guardaban relaci6n con Estados Unidos y Pakistán. Gran Bretaña
había concedido la independencia a India y Pakistán en 1947, y Nehru aspiraba a mantener el
subcontinente compartido por ambos países lejos de la Guerra Fría. Pero los paquistaníes,
preocupados por las ambiciones de India, buscaron el apoyo de Estados Unidos, proclamándose
abiertamente anticomunistas y en posesión de " ejercito entrenado por los británicos. La posición de
India entre los países <> para Nehru la manera de reprender tanto a Pakistán como a Estados
Unidos, al tiempo que se aliaba al resto del Tercer Mundo la existencia de otras alternativas.
Las razones de Zhou Enlai para apoyar la estrategia de <> -que eran naturalmente las de
Mao Zedong-, se fundaban igualmente en el temor a la hegemonía que, a juicio de China, podían
ejercer tanto Estados Unidos como la Unión Soviética. Washington había seguido apoyando a
Chiang Kai Chek y a los nacionalistas chinos tras su huida a Taiwán en 1949; la amenaza de

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reconquista del continente por parte de los nacionalistas respaldados por Estados Unidos no podía
desestimarse en Pekín. Sin embargo, Mao no estaba dispuesto a confiar únicamente en la alianza
chino-soviética para hacer frente a este peligro.
Fue esta convergencia de intereses, sino de objetivos finales, lo q:P llevo a Tito, Nehru y
Zhou a celebrar la primera conferencia de países- «no alineados>> en Bandung, Indonesia, en abril
de I 9 55.
Egipto no había sido formalmente una colonia, aun cuando los británicos ejerzan su control
sobre el pais desde el siglo XVIII. El Canal de Suez, enteramente situado en territorio egipcio, era
un paso clave entre Oriente Media, India y el sureste asiática. Una revolución nacionalista concluyo
en I9 52 con el derrocamiento del complaciente rey Faruk y dos años más tarde los británicos
accedieron a desmantelar las bases militares que aun conservaban en Egipto, reservándose el
derecho de desplegar sus ejércitos para proteger el canal si en algún momento se veía en peligro.
Para entonces Nasser ostentaba el poder en El Cairo y aspiraba a convertirse en el principal poder
nacionalista del mundo árabe. Egipto no podía par tanto aliarse con Estados Unidos, pues, si bien
había contado con el apoyo de la Administración estadounidense, los vínculos de esta con Europa
eran demasiado evidentes y par tanto susceptibles de, en palabras de Nasser, «molestar a alguna
potencia colonial>>. Fiel al espíritu de Bandung, Nasser resolvió permanecer neutral, aunque
exploto las esperanzas de Washington y Moscú, donde' no se descartaba la posibilidad de acercarlo
a sus respectivas esferas de influencia. Nasser convenció a Estados Unidos para que financiara la
construcción de la Gran Presa de Asuán en el Nilo, un proyecto crucial para el desarrollo económico
de Egipto; pero también decidió comprar armas a Checoslovaquia.
Reconoce la existencia de china. USA cancela la construcción de la gran presa, pero la
URSS la termina. Esto alarmo a su vez a británicos y franceses quienes, sin consultar con
Washington, urdieron un complot con Israel para que este país atacase el canal, dando así a Londres
y a Paris el derecho de protegerlo aunque el propósito real era la cada de Nasser. Mal concebida,
mal sincronizada y mal dirigida, la invasión casi "- supone la ruptura de la OTAN.
El verdadero ganador fue, sin embargo, Nasser, quien conservo el canal, humill6 a los
colonialistas y equilibro la fuerza de las superpotencias en la Guerra Fría, al tiempo que consolidaba
su posición como líder incuestionable del nacionalismo árabe. La incompetencia estadounidense
confirió a Nasser un poder todavía mayor. En enero de I9 57 Eisenhower anuncio que Estados
Unidos trabajaría con los países de la región para ahuyentar la amenaza del comunismo. Sin
embargo, habida cuenta de su falta de confianza en el poder del nacionalismo, la doctrina
Eisenhower cosecho pocos apoyos.
3-La estrategia de no alineación no fue la única. Sino también la posibilidad de hundimiento.
Era imposible que anticomunistas acérrimos como Syngman Rhee en Corea del Sur, Chiang Kai

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Chek en Taiwán o Ngo Dinh Diem en Vietnam del Sur amenazaran con pasarse al bando contrario
-por más que Diem, desesperado por conservar el poder tras ser abandonado por Estados Unidos en
I963, intentara la improbable empresa de abrir negociaciones con Vietnam del Norte-. 1 9 Era
igualmente imposible que anticapitalistas profesos como Kim Il-sung en Corea del Norte o Ho Chi
Minh en Vietnam del Norte anunciaran con alguna credibilidad la intención de alinearse con
Estados Unidos. Pero si podrán, en ambos casos, alimentar el temor de que sus regímenes cayeran si
no recibían el debido apoyo de sus respectivas superpotencias aliadas.
Esto significaba la defensa por parte de Estados Unidos de un régimen autoritario, puesto
que Rhee tenía muy poca paciencia o interés por los procedimientos democráticos. Corea del Sur
seria lo que él quisiera, no lo que quisieran los estadounidenses, para lo cual Rhee diseñó una
atractiva modalidad de chantaje: si me presionas demasiado, mi Gobierno caerá y tendrás que
lamentarlo.
Hoy se sabe que la Unión Soviética tuvo una experiencia similar con Kim 11-sung en Corea
del Norte. Permitió al mandatario norcoreano construir un Estado estalinista basado en el culto a la
personalidad justo cuando Jruschov condenaba estas perversiones del marxismo-leninismo en otros
lugares. En consecuencia, Corea del Norte se convirtió en un régimen autoritario, crecientemente
aislado y dependiente al mismo tiempo del apoyo económico y militar del resto del mundo
comunista.
Tampoco fue mayor el éxito de rusos y estadounidenses en el control de sus aliados chinos.
Chiang Kai Chek había insistido en conservar algunas islas frente a la costa china cuando se retir6
del continente en I949· Asegur6 que servirán como escala en una eventual operaci6n para
reconquistar la totalidad de la China continental. La Administraci6n Truman se mostr6 escéptica y
no se comprometi6 siquiera a defender Taiwán. Pero cuando Mao empez6 a bombardear las islas en
septiembre de I9 54, aparentemente como una demostraci6n de fuerza a raíz de las concesiones
realizadas por China y Vietnam del Norte sobre Indochina en la Conferencia de Ginebra, Chiang
insisti6 en que la perdida de las islas podía tener un efecto psicol6gico tan severo como para
provocar la caída de su régimen en Taiwán. Eisenhower y Dulles respondieron como ya lo habían
hecho en Corea del Sur: Chiang consigui6 su tratado de mutua defensa, en virtud del cual Estados
Unidos se comprometía a defender Taiwán. Quedaba abierta sin embargo la cuesti6n de la defensa
de las islas. Mao aprovech6 la oportunidad, ocupando una de las islas y reforzando sus efectivos
militares frente a las restantes. Convencidos de que su propia credibilidad tanto como la de Chiang
se hallaba en entredicho, Eisenhower y Dulles anunciaron a comienzos de I 9 55 que estaban
dispuestos a defender las principales islas, Quemoy y Matsu, incluso con armas nucleares en caso
necesario. Mao decidi6 entonces rebajar la tensión, no sin antes haber establecido dos puntos
significativos. Primero, otro aliado volvía a obtener una vez más un compromiso de protecci6n por

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parte de Estados Unidos tras airear públicamente su debilidad. En segundo lugar, Washington
retrocedía ante la iniciativa de Mao.
Jruschov respondi6 finalmente a las amenazas nucleares de Estados Unidos sobre Quemoy y
Matsu lanzando sus propias amenazas, no sin antes haberse asegurado de que la crisis estaba a
punto de resolverse. 2 7 Los enfrentamientos por estas islas entre los años 1954-1955 y 1958
enseñaron a rusos y estadounidenses otra lección sobre los límites de la autoridad de las
superpotencias. Nadie, ni en Washington ni en Moscú, había instigado aquellos hechos; los
responsables fueron Chiang y Mao. Ningún líder soviético o estadounidense pensaba que las islas
merecieran desencadenar una guerra con armas nucleares, pero fueron incapaces de contener sus
mutuas amenazas porque no podían controlar a sus propios aliados.
Algo muy similar, aunque con consecuencias mucho más devastadoras, sucedi6 en otro pais
del sureste asiática dividido por la Guerra Fría: Vietnam. Tras la victoria de Ho Chi Minh sobre los
franceses en 1954, estos, junto con estadounidenses, británicos, rusos y comunistas chinos
acordaron en Ginebra la partici6n del pais por el paralelo I7- Ho Chi Minh estableci6 entonces un
Estado comunista en el Norte, mientras Estados Unidos emprendía la búsqueda de un régimen
alternativo en el Sur del pais. El elegido result6 ser Ngo Dinh Diem.
Diem era tan como Rhee, y a principios de los años sesenta su Gobierno se había convertido
en un estorbo para la Administración estadounidense, además de en objetivo para la insurgencia que
renacía en Vietnam del Norte. Consciente de que la credibilidad de Washington volvía a estar en la
cuerda floja, Diem, inspirado por Rhee y por Chiang, advirtió de que su régimen podía caer si
Estados Unidos no incrementaba su apoyo_.
Curiosamente, tampoco los líderes soviéticos estaban contentos con la situación. Jruschov
había intentado mejorar las relaciones con Estados Unidos tras la crisis de los misiles cubanos -que
sirvió para quitarle el miedo al hundimiento-, y sus sucesores, Leónidas Breznev y Alexei Kosigin,
esperaban continuar el proceso. Sin embargo, al proclamarse la guerra se sintieron obligados a
apoyar a Vietnam del Norte, en parte por razones ideológicas, pero también porque sabían que, de
no hacerlo, los comunistas chinos, enzarzados para entonces en abierta polémica con los soviéticos,
sabrían aprovechar la situación.
Fue así como fracasaron los primeros intentos por rebajar la tensión en la Guerra Fría, por
más que Washington y Moscú lo desearan, pues las acciones de pequeños países atrapaban a las
superpotencias en una confrontación de la cual no tenían ni los medios ni la resolución para escapar.
La Alemania de posguerra presentaba fortalezas y debilidades a Uri tiempo. Había sido el
pais más fuerte de Europa hasta 1945, de ahí que ninguna de las dos superpotencias se mostrara
dispuesta a correr el riesgo de que una Alemania unificada se aliara con su principal adversario. En
este sentido, la división del pais se impuso desde fuera y resulto inevitable una vez comenzada la

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Guerra Fría. Sin embargo, una vez dividido el pais, la debilidad de los alemanes se convirtió en
fortaleza. Puesto que el pais se encontraba realmente al borde del colapso -y con el paso del tiempo
aprendió a «aparentarlo»- , los alemanes tanto del Este como del Oeste podían convocar en
cualquier momento el espectro de un enemigo pasado al caer bajo el control de un enemigo futuro.
Un modelo similar se desarrolló en Alemania oriental, aunque en este caso lo que
amenazaba con hundirse no era un partido político -pues de hecho solo existía uno- sino el sistema
en su conjunto. La intervención soviética salvo a Ulbricht en junio de 19 53, aunque fue esta
demostración de debilidad lo que paradójicamente le proporciono su fortaleza; tal fue la alarma en
el Moscú posterior a Stalin (y a Beria) que los poderes del Kremlin no tuvieron otra opción que
apuntalarlo. El dirigente alemán pudo así, en lo sucesivo, chantajear a sus valedores soviéticos
cuando le vino en gana.
Adenauer y Ulbricht no eran pese a todo los aliados más difíciles; esta distinci6n
corresponde a Charles de Gaulle y a Mao Zedong. Francia y China se habían beneficiado
ampliamente de sus relaciones con las superpotencias. Estados Unidos financi6 la reconstrucci6n de
Francia en la posguerra, garantizó su seguridad a través de la OTAN y apoy6 en secreta el
desarrollo de la capacidad nuclear francesa. La Unión Soviética proporcion6la inspiración
ideol6gica para la revolución China y, tras la muerte de Stalin, la respaldó con generosas dotaciones
econ6micas y militares, además de ayuda técnica para el desarrollo de una bomba nuclear, cuya
fabricaci6n China inici6 en 19 55.43 Aun así, a finales de los cincuenta y principios de los sesenta
De Gaulle y Mao se disponían a desmantelar las alianzas que habían nutrido a sus Estados y
protegido sus regímenes. Se proponían nada menos que romper el equilibrio bipolar de la Guerra
Fría.
La lista de las ofensas de De Gaulle fue extensa. Se negó a coordinar la estrategia nuclear de
Francia -que realizo su primer ensayo atónico en 1960- con la de Estados Unidos y Gran Bretaña; lo
que hizo, por el contrario, fue preparar su pequeña Force de Frappe para «defenderse en todas las
direcciones>>, con el aparente objetivo de inquietar tanto a los adversarios como a los aliados. Vetó
el ingreso de Gran Bretaña en la Comunidad Económica Europea, humillando así a un estrecho
aliado estadounidense y retrasando al menos en una década el proceso de integración de este pais en
el continente
Las dificultades de Estados Unidos con De Gaulle palidecen sin embargo ante las que debió
afrontar Jruschov para controlar a Mao Zedong. Las tensiones entre Rusia y China contaban con
una larga historia de hostilidad mutua, solo parcialmente superada por la afinidad ideológica; por
muy comunistas que ambos fueran, tanto Jruschov como Mao tenían todos los instintos y todos los
prejuicios propios de los nacionalistas. Allegado de Stalin también suscitaba problemas. Mao

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defendió al dictador muerto cuando Jruschov lanzo su ataque contra el en I956, pero el líder chino
también cultivaba -y exhibía con frecuencia- el recuerdo de cada desliz, afrenta o insulto de Stalin
Mao desafió la lógica del equilibrio del poder en la esfera internacional porque buscaba un
equilibrio distinto; creía que un mundo dominado por el peligro, ya fuera el de Estados Unidos, el
de la Unión Soviética o el de ambos a la par, minimizaría el riesgo que suponía para su régimen el
desafío de sus rivales dentro de China. La estrategia tuvo un éxito rotundo. No obstante su mala
gestión -si este eufemismo puede definir las políticas que provocaron la muerte de hambre de tantos
de sus compatriotas durante el Gran Salto Adelante- Mao sobrevivió como gran timonel de china
Tanto De Gaulle como Mao entendían de un modo muy similar la utilidad del chutzpah, una
palabra que carecía de un equivalente preciso en sus respectivas lenguas y que podría definirse
como el arte de practicar la acrobacia sin red. Ello requería - De Gaulle y Mao fueron auténticos
maestros- no mirar hacia abajo.
Llego sin embargo el momento en que ambos miraron hacia abajo, y lo que vieron los dejo
atónitos. En julio de I967, el cuartel general de Mao en la capital china, conocido como
Zhongnanhai, fue asediado por miles de miembros de la joven Guardia Roja. Algunos de los más
estrechos colaboradores presidenciales fueron humillados públicamente, incluso agredidos, y el
propio Mao tuvo que huir de la ciudad de Wuhan ' donde se encontraba con el propósito de aplacar
el creciente malestar. «No me escuchan -se quejó, sin dar crédito-. Me han ignorado, De Gaulle
vivió una experiencia similar en mayo de I968, cuando ante el temor de que las revueltas
estudiantiles pudieran provocar la caída del Gobierno se trasladó apresuradamente de Paris a una
base militar francesa en Alemania occidental. Reconoció que Francia sufría <<
La oposición a la Guerra de Vietnam se intensifi.co en Estados Unidos a lo largo de ese
verano hasta el punta de desafiar todas las fuentes de la autoridad: gubernamentales, militares,
empresariales y educativas. Por aquel entonces cerca de 50.000 militares estadounidenses
combatían en Vietnam. Muchos de los estudiantes se encontraban en periodo de pr6rroga y pronto
serian llamados a filas. Los jóvenes estadounidenses tenían razones tanto ideol6gicas como
personales para protestar contra una guerra que muchos consideraban injusta e imposible de ganar,
pese a lo cual serian reclutados.
Los Gobiernos no habían previsto que el aumento de una población joven y dotada de mejor
educaci6n en un contexto de estancamiento internacional pudiera desencadenar la insurrecci6n. El
aprendizaje no puede parcelarse fácilmente: ¿se prepara a los estudiantes para que sean capaces de
pensar de acuerdo con los fines aprobados por el Estado -o por sus progenitores-, sin dotarlos al
mismo tiempo de la capacidad de pensar por sí mismos? A lo largo de la historia ha sido frecuente
que los hijos cuestionaran los valores de los padres, pero en ese momento preciso la educación
universitaria ponía en sus manos la capacidad de hacerlo. El resultado fue el descontento con el

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mundo tal como era, ya se hablara de armas nucleares, de injusticia racial, social Y econ6mica, de la
Guerra de Vietnam, de la represión en Europa del Este o incluso de las propias universidades,
convertidas para los jóvenes en herramientas de un arden obsoleto que era preciso derrocar. Se
trataba de un fenómeno nunca vista, de una revolución que trascendía lo nacional para atacar
directamente al poder, cualquiera que fuese su ideología.
En marzo de I969 se produjeron choques entre tropas de la Unión Soviética y China a lo
largo del rio Ussuri, la frontera que ambos países compartían en el noreste asiática. Los combates
pronto se extendieron a! rio Amur y a la frontera de Xianjiang-Kazajstan. En el mes de agosto
corrían rumores de guerra total, posiblemente con armas nucleares, entre los dos Estados
comunistas más poderosos del mundo.
Es improbable que Mao contara con espías en las altas esferas de Washington ese verano, así
como que Nixon los tuviera en Pekín, pues apenas existía comunicación entre ellos. Ambos tenían,
sin embargo, intereses convergentes. Uno era la Unión Soviética, a la que percibían como una
amenaza creciente.
Otro de los intereses compartidos por China y Estados Unidos era Vietnam. Nixon quería
retirarse de alii, pero en términos que no supusieran una humillación para su pais; a esto se refería
cuando en la Primavera siguiente hablo del <>. No prosperar ninguna ayuda de Vietnam del Norte,
pero China -que hasta e1 momento había sido el principal valedor económico y militar de Hanói-
tenía una perspectiva diferente. No deseaba que los combates se extendieran por su frontera
meridional en un momento en que se auguraba _un conflicto más profundo_ y religioso con la
Unión Soviética.
«La historia nos ha unido -dijo Nixon al despedirse de Mao-. La cuestión es si nosotros, con
diferentes filosofías pero con los pies en la tierra, y como hombres que proceden del pueblo,
seremos capaces de hacer alga significativo no solo para China y Estados Unidos sino para el
mundo entero en los años venideros. >> Y Mao respondió, aludiendo al libro de Nixon, Seis crisis,
escrito antes de su llegada a la presidencia: «Tu libro no es un mal libro»
La doctrina Breznev ofrecía la fachada perfecta en esta situación, aun cuando los líderes
soviéticos fueran muy conscientes del coste que podía tener si en algún momento se veían obligados
a aplicarla. Su principal prioridad en los años setenta fue asegurarse de que tal cosa no ocurriera, y
ello exigía mejorar las relaciones con Estados Unidos y sus aliados en la OTAN. El marxismo-
leninismo había fracasado en sus expectativas; países como Polonia, Hungría y Alemania oriental
veían como su nivel de vida no solo se estancaba sino que disminuía, y la situación resultaba aún
más deprimente en contraste con la prosperidad del resto de Europa y Alemania occidental. La
intervención militar jamás resolvería este problema; de hecho era probable que lo agravara, puesto
que podía provocar sanciones económicas por parte de Occidente. Era conveniente buscar la

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distensión con Estados Unidos, pues solo esto podía garantizar la estabilidad en el área de influencia
soviética.
Alemania occidental ya había allanado el camino al insinuar que, si la reunificación no era
posible, tal vez Alemania oriental, los países de Europa del Este e incluso la Unión Soviética
cambiarían con el paso del tiempo. Un flujo controlado de personas, bienes e ideas entre ambos
mundos podía rebajar las tensiones, ampliar las relaciones y moderar a largo plazo el carácter
autoritario de los regímenes comunistas. El principal objetivo era la estabilidad geopolítica, y
también la Ostpolitik, tal como se conoció en Hamar a esta estrategia, que proporcionara acaso
cierta estabilidad social, al reducir el grado de frustración que a buen seguro surgiría en las dos
Alemania cuando se confirmara definitivamente que seguirán divididas
Nixon y Kissinger respondieron inicialmente con recelo a la Ostpolitik, quizá porque la idea
no se les había ocurrido a ellos. Sin embargo pronto comprendieron que este plan podía enmarcarse
en una estrategia más amplia; que la necesidad econ6mica podía combinarse con la apertura hacia
China, lo cual forzaría a la Unión Soviética a negociar con Estados Unidos una serie de cuestiones
(la limitación de las armas estratégicas, un acuerdo para el fin de la Guerra de Vietnam o el
fortalecimiento del comercio Este-Oeste), al tiempo que aplacaría a los críticos internes, que habían
estado a punto de paralizar la política exterior estadounidense en. Los últimos años de la presidencia
de Johnson y los primeros de Nixon.
 Arrighi, Giovanni. El largo siglo XX. Madrid, Akal, 1999.
La dinámica de la crisis global
La gran crisis del régimen estadounidense entre 1968 y 1973 se produce principalmente por
tres causas:
-Militarmente: tenía cada vez más problemas en Vietnam.
-Financieramente: la Reserva Federal tuvo problemas y rompió la paridad dólar-oro del
sistema de Bretton Woods.
-Ideológicamente: la cruzada anticomunista perdió legitimidad en el interior y exterior.
Durante la década del 70 las estrategias exteriores de EEUU fueron descuidadas y se
produjo un abrupto declive del poder y prestigio, que culminan con la Revolución Iraní y la toma de
rehenes en la embajada de este país en 1980.
El despegue de la actual fase de expansión financiera centrada en EEUU es un aspecto
central de esta crisis. Comienza en 1968 con una aceleración explosiva del crecimiento de la
colocación de los fondos líquidos de eurodólares en Londres. Como respuesta a ese crecimiento
explosivo, en 1971 el gobierno de EEUU abandona el patrón dólar-oro, y a partir de 1973, la
Reserva Federal y los Bancos Centrales admiten que no pueden controlar las especulaciones contra
los tipos de cambio fijos y pasan una cotización flexible del dólar.

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La formación del mercado de eurodólares o eurodivisas, empezó después de la SGM con los
depósitos de dólares de los países comunistas en bancos de GB para poder comerciar con occidente.
Pero la principal causa de la formación de este mercado de eurodólares fueron los préstamos hacia
Europa vía Plan Marshall, y la migración de capital de EEUU a este continente a finales de los años
50 y 60, junto con los menores controles para el capital financiero, que hicieron que el capital
líquido fluyera hacia Londres. Esto reforzó el papel del dólar como moneda mundial y facilitó la
expansión mundial del capital estadounidense, ya que seguía respaldado por las reservas de oro y el
superávit de la balanza de pagos a favor de EEUU.
Pero en 1963, la expansión de las corporaciones de EEUU en el exterior y los mercados de
eurodivisas entraron en contradicción con el poder central de EEUU. Kennedy intentó contrarrestar
el desequilibrio que ejercían los pasivos de EEUU frente a las declinantes reservas de oro,
restringiendo los préstamos y las inversiones en el exterior, ya que a finales de los 50, los pasivos
estadounidenses excedían las reservas de oro. Esto fue contraproducente, porque para evitar los
controles, el mercado de financiación internacional en dólares se mudó de Nueva York a Londres.
Durante los años 50 y hasta mediados de los 60, el comercio y producción de los países de
Europa occidental, y en las ex colonias, estaba organizado por una mezcla de capitalismo familiar y
estatal que venía desde el mundo de mercado de fines del S. XIX. Ante esto, las corporaciones de
EEUU disfrutaron de una ventaja comparativa en la conquista de los mercados de sus productos
finales y en la obtención de materias primas, gracias a su inversión directa y su integración vertical
entre la producción y el intercambio. Esta situación cambió a finales de los 60, ya que por un lado,
en los lugares que una corporación tenía un monopolio, ponía barreras para que no aparezca otra
competencia; y por otro, las empresas europeas se reestructuraron copiando el modelo
estadounidense, y con el apoyo de sus gobiernos generaron una competencia que desafiaba a las
corporaciones de EEUU. Como consecuencia, entre 1967 y 1974 las inversiones directas de EEUU
disminuyeron en comparación con las europeas.
En la década del 50 y antes de 1968, los salarios de Europa occidental y EEUU, habían
subido, pero siempre por debajo de la productividad del trabajo o al mismo ritmo, pero entre 1968 y
1973 se elevaron mucho más rápido, generando una reducción de las ganancias empresarias.
En 1973 venían subiendo los precios de las materias primas y la crisis del petróleo terminó
de agravar la crisis de rentabilidad.
El poder de compra inyectado en la economía a partir de 1968, en vez de provocar el
crecimiento del comercio y producción generó inflación y la huida de capitales a mercados
monetarios extraterritoriales.
Después de la SGM, la supremacía política y militar de EEUU fue una precondición para
que las corporaciones de EEUU tuvieran el predominio mundial. Pero también es cierto que esta

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expansión de las corporaciones estadounidenses es el soporte de la posición internacional, política y
militar que ocupa EEUU. Esta complementariedad solo entró en conflicto en Japón, ya que los
intereses de la política exterior por Vietnam y China, llevaron a priorizar los intereses japoneses
para fortalecerlo ante sus vecinos.
Después de finalizar la SGM, el gobierno de EEUU preparó el terreno para que sus
empresas invadieran Europa, pero con el tiempo no pudo conservar el control sobre la salida de
capitales hacia Europa, y las subsidiarias europeas comenzaron a trasladar el negocio financiero
internacional a Londres. Ante esta pérdida del control del flujo de capitales por parte de EEUU, y el
desfasaje que esto generó entre las reservas de oro y los dólares que circulan por el mundo, la
Reserva Federal rompió el sistema de Bretton Woods de paridad dólar – oro para recuperar la
posición central de Washington en la oferta de liquidez mundial. De esta manera, EEUU dejaba de
lado la necesidad de generar un superávit fiscal, porque ahora tenía la libertad de imprimir dólares
sin necesidad de respaldarlos con oro. Además esto generó una devaluación del dólar que le
permitió que sus productos compitieran mejor en el mercado internacional y recuperar su mercado
interno eliminando la competencia de otras potencias, ya que carácter autocéntrico de la economía
de EEUU le permitía depender del mercado interno y no de las exportaciones, como le pasaba a
Europa y Japón.
Gracias a esta política monetaria, entre 1973-79 la economía estadounidense mejoró mucho
más que Europa y Japón.
La ruptura del tipo de cambio fijo dio un nuevo impulso a la expansión financiera, ya que
incrementaba los riesgos e incertidumbres para las actividades comerciales e industriales. Ante las
oscilaciones diarias en los tipos de cambio, las empresas tuvieron que generar operaciones a futuro
para protegerse contra posibles déficits que pudieran producirse por las variaciones en la cotización.
Además estos cambios generaban la modificación de los balances de un día para otro. Ante estos
problemas, los países del tercer mundo fueron los más perjudicados.
A partir de los 70, cuando sube exponencialmente el precio del petróleo, un grupo pequeño
de estados se encontró con una enorme “renta petrolífera” que no podía ser utilizada
inmediatamente y fue depositada principalmente en bancos de Londres. Los países consumidores de
petróleo aplicaron políticas deficitarias para bajar el consumo o se endeudaron.
La política de tipos de cambio flexible aceleró la pérdida del control de estado sobre la
producción y regulación del dinero mundial. Sólo un pequeño porcentaje de la liquidez se convirtió
en producción y la mayoría fue al sistema financiero para reproducirse y competir con los nuevos
dólares emitidos por la Reserva Federal. Esta gran liquidez permitió que muchos países del tercer
mundo que no tenían superávit accedieran a créditos baratos.

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Esta situación llevo a que en 1979, en el último año de la administración Carter, la Reserva
Federal con Paul Volker al frente, produjera un repentino cambio en la política monetaria, dejando
de lado la política laxa por una extremadamente estricta. Estos cambios buscaban restaurar la
confianza en el dólar y que los mismos retornen a EEUU. Para esto se tomaron cuatro medidas:
-Se elevó la tasa de interés por encima de la inflación para que el capital mundial sea
invertido en EEUU.
-Se desreguló el sistema bancario estadounidense, lo que permitió que las corporaciones de
EEUU y no estadounidenses tengan una libertad de acción sin precedentes.
-Se inició el mayor ciclo de endeudamiento público de la historia mundial, a pesar de que
Reagan ganó las elecciones prometiendo que iba a equilibrar el presupuesto.
-Este incremento de la deuda estaba relacionado con la intensificación de la guerra fría
mediante un incremento del gasto militar y acciones de castigo ejemplar contra regímenes del tercer
mundo como Granada en 1983, Libia en 1986, Panamá en 1989, y en 1990-91 Irak.
Después de la derrota de Vietnam, a la crisis militar y de legitimidad del poder mundial de
EEUU, se le sumó las independencias de las ex colonias del tercer mundo.
La permanente carrera armamentista generaba presión sobre el abastecimiento de materias
primas y esto llevaba a reforzar la importancia del tercer mundo como proveedor de materias
primas y mano de obra. Una vez que el mayor aparato militar del mundo fue derrotado por un país
pobre como Vietnam, se produjo una crisis temporal del rol de EEUU como policía del mundo. Esto
fue utilizado por diferentes frentes de liberación nacional para independizar las últimas colonias,
como las portuguesas o movimientos como el iraní.
Esta inversión repentina de las relaciones de poder en el sistema – mundo a favor del tercer
y segundo mundo, el “sur” y el “este”, constituyó una experiencia preocupante para la burguesía
occidental y estadounidense. Esta situación redujo la rentabilidad del capital a niveles no
aceptables.
Con el precio del petróleo subiendo en 1973, sumado al virtual reconocimiento de la derrota
en Vietnam y seguido por la pulverización del mito invencible de Israel en la guerra de Yom Kipur,
impulsaron a la OPEP a subir el precio del petróleo para protegerse de la devaluación del dólar. Esta
situación, combinada con los aumentos salariales mayores al nivel de crecimiento de la
productividad forzó a las empresas del primer mundo a una competencia más intensa por la mano
de obra y recursos energéticos del tercer mundo. Estos mayores precios obtenidos por el crudo y
otras materias primas generaron una virtual inundación de capital en algunos países del tercer
mundo. Esto provocó que los países del primer mundo perdieran el control sobre el poder
adquisitivo mundial, generando que los estados del tercer y segundo mundo tengan más poder.

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La pérdida del régimen amigo del Sha en 1979 (que era la palanca del poder de EEUU en
Oriente Próximo) generó un nuevo revés para el poder estadounidense, que tuvo como consecuencia
una crisis de confianza en el dólar, una segunda crisis del petróleo y la invasión de la URSS a
Afganistán. Esta situación convenció a EEUU que había llegado el momento de terminar el
enfrentamiento con el capital financiero originado en el New Deal y había que buscar una alianza
para recuperar la supremacía del poder global.
La recentralización del poder adquisitivo en los EEUU produjo un resultado espectacular e
instantáneo de las políticas monetarias restrictivas, los altos tipos de interés y la desregulación
estadounidense poniendo inmediatamente de rodillas a los estados del tercer mundo, cosa que el
poderío militar no había podido hacer. El endurecimiento de las políticas monetarias recortó
drásticamente la demanda de suministros del tercer mundo y como consecuencia entre 1980-88 los
precios de las materias primas bajaron un 40 % y los del petróleo un 50 %. Al mismo tiempo, los
intereses de la deuda subieron estrepitosamente.
Así, la burguesía del mundo occidental comenzaba a disfrutar de una Belle Époque con una
prosperidad sin precedentes, pero que no había resuelto la crisis sino que la había desplazado. Esta
nueva Belle Époque dura desde 1980 a 1988.
 Finkielkraut: “La nueva derecha americana”
Introducción el complejo de Popeye: En el 78 nacía una nueva ideología en la que se
expresaba la impaciencia respecto a la administración Carter, la nostalgia de los valores pioneros
que crearon Norteamérica, ese movimiento recibió el nombre de nueva derecha, en los años
posteriores con Reagan esa doctrina será mayoritaria. Valores de la moral familiar y el patriotismo
volverán a la sociedad. El New Deal al revés.
1947 Truman dispone de una nueva estrategia militar llamada de contención.1968, Nixon
inicia el movimiento de apaciguamiento, seguridad por encargo, ejemplo; el Sha de Irán.1976
Carter presidente de la decadencia, da mayor importancia al eje norte sur que al conflicto este-oeste.
Hay una psicosis de pacifismo, los soviéticos se sienten poderosos (cubanos en África,), y se
lanzan más allá de lo estipulado por el pacto de Varsovia.
El culto de la bipolaridad ve en todo acontecimiento una peripecia de la lucha y no concede
ninguna autonomía a las realidades regionales; no se toma en cuenta otra motivación que el avance
del comunismo o la defensa de occidente. El resto es desdeñosamente calificado de irracional, o de
insignificante.
Watergate revisitado: hacia el 78 las izquierdas están exangües y el conservadurismo lleva el
viento en popa. Que predomine la derecha, solamente se explica por la necesidad de afrontar los
profundísimos efectos de la guerra de Vietnam, de la contracultura y de todos los movimientos de
los años 60. Derecha nacionalista buscara borrar de Vietnam de la memoria de los americanos

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La contraofensiva del hombre normal; es el hombre blanco heterosexual y padre de familia.
La derecha construye una forma de comunicación política basada en el principio de guerrilla, usan
un lenguaje ultrarradical apelan al pueblo, organiza manifestaciones a Washington en la tradición de
las grandes marchas de los año 60 y ha sustraído a la izquierda sus tácticas extraparlamentarias mas
provech0osas, consiguiendo una capacidad de movilización que no había tenido desde los tiempos
del macartismo..
La nueva derecha fiel a los principios de la derecha tradicional emprende campañas contra
acuerdo SALT y contra cualquier forma más o menos tímida de desarme
La familia es la nueva ciudadela del nuevo conservadurismo que hay que defender del
homosexual que ha sustituido al rojo de macartismo,, la mujer igual. Dentro del campo conservador,
la derecha clásica intenta diferenciarse de la derecha puritana (que moviliza sus adeptos en torno a
problemas particulares, a diferencia de la clásica.). Uso del populismo ultracentralista en su
funcionamiento, este movimiento usa el juego democrático para rechazar sus reglas.
Las desventuras del estado asistencial: hoy en día la antigua mayoría silenciosa” tiene la voz
y se está movilizando el hombre normal defiende su normalidad en crisis al reclamar menos
impuestos, la clase media, convertida en políticamente mayoritaria y capaz de expresarse, se ha
negado a subvencionar el Welfare y cualquier programa de ayuda a minorías.
Los dos partidos son máquinas vacías sin disciplinas y sin contenidos diferenciados. La
base, en este caso la clase media, manipula al político. Los grupos de presión, los famosos lobbies,
dirigen actualmente la política. Agencias de la sociedad civil.
La decadencia de los partidos que ha permitido a Carter apoyarse en su propia diferencia, le
obliga ahora a dirigir una nación prácticamente ingobernable, para las locura dictatoriales de su
predecesor..
La nueva derecha pone en práctica principios de la izquierda europea; referéndums,
activismo de barrio.
Se ha roto el consenso y toda una parte de la burguesía se alza contra el estado porque n en
su opinión, el poder público es demasiado prodigo con los parados y las minorías étnicas.
El capitalismo como utopía; El liberalismo avanza actualmente acompañado del prestigio
de la contestación y de la contracultura. Ser liberal ya no es defender o justificar el estado de cosas
presentes sino, al contrario denunciar desde un punto de vista tan moral como empírico sus
insuficiencias y su inequidad.
Realizan apología del capitalismo contraponiéndose al orden establecido. El pensamiento
liberal rejuvenecido y desprovisto de complejos procede de NORTEAMERICA, exactamente de en
la universidad de chicago se ha puesto en marcha, los Chicagos Boys critican al keynesianismo. En
la época de intervencionismo estatal el k esta moribundo.

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Los lobbies dictan leyes, son innumerables, cada vez más variados. Decadencia de partidos,
ascenso de los grupos de presión; los neoliberales relacionan este doble fenómeno con la ampliación
de la presencia del estado. Combate vs el estado del despilfarro
La nueva derecha americana procede del desarrollo y de la fusión de los grandes principios
liberales y del puritanismo.
¿Existió alguna vez una guerra del Vietnam?: en el 44 nació el imperialismo para completar
a escala mundial la política que había demostrado su plena eficacia en los USA. Un único mundo,
bajo la dirección americana era lo que se necesitaba según Roosevelt y la izquierda liberal para
evitar la reaparición de la guerra. Los republicanos se propusieron a este programa. El imperialismo
se consolida con el antisovietismo.
Con la guerra de Vietnam el imperialismo perdió la legitimidad que había conquistado
recién acabada la guerra. El peligro totalitario ya no justificaba los horrores de Vietnam. Tres
derechas ocupan la escena política; la derecha liberal, con su vanguardia libertaria que atribuye al
estado y a su Big Government las disfunciones de la economía norteamericana y pide el retorno al
mercado y libre prensa, 2-la derecha puritana que defiende la familia vs sus múltiples asaltantes y 3-
la derecha nacionalista que pretende devolver a USA su seguridad y hegemonía. Estas tres se
combinan de diferentes formas.
Las luchas raciales en la Norteamérica post-racista: la segregación real ha sido sustituida
por una segregación de hecho, subterránea y mucho más compleja, más difícil de combatir que el
racismo abierto y consciente.
Hotel california: a partir del final de la guerra de Vietnam, y a partir del momento de la
sustitución del servicio militar por un ejército profesional, ni la política ni la utopía consiguieron
movilizar la masa de los estudiantes
Los años 70 o década de los terapeutas; en cada votación el pueblo brilla por su ausencia.
Para la mayoría de las personas la política no solo es inaccesible, también es trivial.
Kennedy una leyenda maltrecha: en 1976 el gran tema electoral era la moralidad.
Demócratas y republicanos encuentran las mismas dificultades en dirigirse al ciudadano. Kennedy
no se enfrenta a Carter a partir de problemas o ideas precisas. Un Kennedy según la imagen común
de los yanquis, es u nombre de temple especial, figura excepcional, un personaje de una talla muy
diferente a la de un común de los mortales.
Los hermanos asesinados de Ted, son símbolo de la época de los 60 que ya no gozan con el
favor de la mayoría (la época). Por lo que Kennedy cortar puentes con el pasado pero por otra parte
lo retoma.

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 “Los límites de la socialdemocracia” - Joseph Picó
Cap. VI – Los socialistas y la comunidad europea
Los partidos socialistas en la formación de la CE
La actitud de los partidos socialistas y socialdemócratas europeos respecto a la Comunidad
Europea ha sido muy variada en función de factores diversos. A su ideología manifiestamente
supranacional se han opuesto, en diversas ocasiones momentos los intereses nacionales; su actitud
pro europea, cuando han estado en el poder, se han contradicho a sus propias manifestaciones
cuando han estado en la oposición y a su vez ha sufrido la influencia de los sindicatos, sobre todo
en aquellos partidos en los que la componente sindical ha jugado un papel relevante. La iniciativa
para el establecimiento de lo que en un primer momento fue la idea de Europa no tuvo un peso
específicamente socialista, ya que se asocia a nombres como los franceses Robert Schuman, Jean
Monnet y René Pleven o a los belgas Paul-HenrySpaak o a William Beyen y Sicco Mansholt, de los
cuales sólo Spaak y Mansholt era socialistas.
El objetivo de este libro es trazar un esquema del cual ha sido el comportamiento de estos
partidos después de la Segunda Guerra Mundial respecto a la Comunidad Europea, cuáles han sido
los últimos pasos que han dado para la construcción de la unidad europea y por
último cuál ha sido comportamiento paralelo de los sindicatos.
El Partido Socialista francés
Casi todas las opiniones concuerdan en que Francia es el país que más ha influido en la
creación de la Europa comunitaria. La declaración del 9 mayo 1950 con la que Robert Schuman en
ese momento ministro francés de asuntos exteriores, lanzó la propuesta de la Comunidad Europea
del carbón y el acero comenzaba así: "no es posible salvaguardar la paz en el mundo
de hacer esfuerzos constructivos. La contribución que puede hacer una Europa organizada y vivas
a la civilización es indispensable para el mantenimiento de las relaciones pacíficas. Con
este objetivo en mente, el gobierno francés propone tomar medidas de ayuda en la producción
franco-alemana de carbón y de acero bajo una autoridad común.
Los franceses pensaban establecer un nuevo marco para las relaciones franco alemanas,
comenzaban a sentar las bases para la formación de la nueva Europa. Más tarde, con motivo del
nacimiento de la OTAN, Mollet recordó que la actitud del Partido Socialista discurrió por obvias
una pacífica y otra defensiva. Desde el punto de vista pacifista del partido era consciente de la
necesidad del desarme universal y el establecimiento de negociaciones, pero desde el punto de vista
defensivo se precisaba un ejército fuerte que impusiese respeto en el orden internacional. Así, la
mayor parte del partido apoyó la

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OTAN, en el Congreso en 1950 se habló de las naciones europeas con Norteamérica basadas
en la fraternal independencia poco después en el periodo de la Guerra Fría se alineó con Estados
Unidos.
Por su parte, la actitud de la derecha gaullista fue contraria a la integración europea, pero
perdió las elecciones de 1956 y esto dio pie a que Mollet y su gobierno líder acento en las
negociaciones que condujeron a la firma del tratado de Roma en 1957. El objetivo de Mitterrand era
una Europa federada
en la renuncia a la soberanía nacional en los temas de defensa, política exterior y moneda,
pero esta actitud socialista no venció la voluntad de De Gaulle que se opuso por segunda vez a la
entrada delos británicos en 1967, y no se superó hasta que Pompidou convocó un referéndum en
1972 para la entrada de Gran Bretaña, Dinamarca y Holanda, referéndum al que se opuso
frontalmente el Partido Comunista francés y obligó al Partido Socialista a renunciar a su tradicional
postura integracionista aconsejando la abstención con la finalidad de no romper la unidad de la
izquierda.
La postura de toda la izquierda comenzó a ser más convergente a partir del programa común
que con motivo de la campaña electoral de 1973, contenía un acuerdo con los objetivos:
1. la participación en la construcción de la CE, sus instituciones y su política, pero con una
mentalidad para algunos muy izquierdistas, democratizando sus instituciones y apoyando las
reivindicaciones de los trabajadores
2. preservar la libertad de acción en el Mercado Común para la realización de su programa
político y económico. Esta declaración socialista fue la que forzó a los comunistas a cambiar su
visión antagonista.
En estos años socialistas siempre apoyaron el europea, pero desde postulados
ideológicos más radicales que los de sus homólogos. Esta actitud se hizo todavía más patente en el
Congreso en 1939, ante las elecciones europeas directas, cuando el CERES mostró claramente su
hostilidad a la extensión de los poderes del Parlamento Europeo de una mayor integración. La
convención nacional de 1980 el partido todavía se radicalizó más en defensa de los intereses
nacionales.
En el manifiesto del Partido Socialista francés para las elecciones europeas de 1984 se
recordaba un gobierno bajo dirección socialista el que firmó el tratado de Roma por parte francesa,
pero que la CE, estaba ahora paralizada y dominada por fuerzas liberales. El desempeño sólo sería
vencido con un programa bloqueo concertado de recuperación económica, también papel
importante al sector público y un verdadero mercado unificado. Este manifiesto de 1984 se refiere a
una Europa sin fronteras, la unificación monetaria, al apoyo al programa de renovación tecnológica
Eureka que la renovación de la PAC.

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El partido Socialdemócrata Alemán
El partido socialdemócrata alemán tuvo en principio una actitud contraria a la idea de
Europa, debido sobre todo a que Schumacher, su primer secretario después de la guerra, consideró
la reunificación alemana como meta primaria. Así, el SPD (Partido Socialdemócrata de
Alemania) no estuvo oficialmente representado en la conferencia europea de La Haya en 1948 y
se opuso a la creación del Consejo de Europa en 1949 porque veía en ello la consagración de la
división de Alemania. Cuando se inició el plan Schumacher los socialdemócratas se opusieron por
considerar que debería cubrir toda Europa y no sólo una parte de esa, mientras que los sindicatos
reaccionaron positivamente porque les atraía la idea del Comité consultivo de la Comunidad
Europea del carbón y el acero.
La firma del tratado sobre la unidad un momento crucial para el cambio de postura del SPD.
Algunos autores a su entender este cambio, como el hecho de que los sindicatos habían estado a
favor del tratado sobre el acero y el carbón, la popularidad que iban adquiriendo el industrial
europeo, el peso iba conquistando dentro el partido del grupo parlamentario de los socialistas. A
partir de aquí, apoyaron la creación de la CEE y el EURATOM.
El programa de Bad Godesberg en 1959 proclamaba que el desarrollo económico exigía la
colaboración de los estados europeos que una Alemania unificada debería llegar a ser miembro del
sistema de seguridad europeo.
A comienzos de los años 60 presionaron para crear la Europa de los pueblos en contraste con
Europa de los estados, fueron los primeros en promover la ley para la elección directa de los
parlamentarios, trataron de potenciar el papel del parlamento sugirieron procedimientos para
resolver diferencias con él, Consejo de ministros.
Los socialistas fueron partidarios de ampliar la comunidad a otros países europeos con la
finalidad de no dividir Europa en dos grupos económicos competitivos, por eso condenaron el veto
de De Gaulle a la entrada de Gran Bretaña en 1963 y ante el segundo veto que puso el general en
1967 el Congreso del SPD, que se celebró en Núremberg al año siguiente, aprobó una resolución
afirmando que persistía todavía en la finalidad de extender la comunidad a otros países europeos,
especialmente Gran Bretaña, Irlanda y Escandinavia, para construir una comunidad política. En la
cumbre de La Haya de 1969, siendo ya Willy Brandt canciller, y habiendo sido sustituido De Gaulle
por Pompidou, presionaron para el ingreso del Reino Unido.
En 1970, declararon la voluntad de convertir la CE en el área social más progresista del
mundo real trascurso de esa década. La cumbre de París en 1972, en la que Brandt tuvo una
influencia crucial, fue todavía más ambiciosa y acordó que la Unión Europea debería
conseguirse para 1980.

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Cuando en 1974 Schmidt sucedió a Brandt en el poder, la comunidad atravesaba serias
dificultades económicas, la crisis del petróleo entorpeció progreso hacia la Unión Europea y
monetaria y además los. Laboristas presionaban para renegociar los términos de la entrada
de Gran Bretaña desde 1972.
Schmidt apoyó las demandas inglesas y en 1974 expresó su acuerdo con la entrada de
Grecia, Portugal y España, después de la caída de las respectivas dictaduras y concertó su mayor
esfuerzo en el establecimiento del sistema monetario europeo, que fue pactado finalmente en la
cumbre de 1978.
El manifiesto de las elecciones europeas de 1979 el SPD debía una carta de derechos civiles
para proteger a los ciudadanos de todos los estados miembros asegurándoles el pleno
empleo, la democracia industrial de acuerdos económicos para resolver las desigualdades sociales,
reclamaba
Además, la unión económica y monetaria y aumentar el poder del parlamento
para controlar el presupuesto y aprobar leyes.
Después de haber perdido las elecciones de 1982, el SPD ha reflejado en sus programas
actitudes más progresistas. La cumbre de Milán de 1985 apoyó la Unión Europea y subrayó su
oposición al poder nuclear y al despliegue de los misiles.
El partido laborista británico
La formación socialista que ha presentado más problemas con la CE ha sido el partido
laborista, que ha mantenido posiciones contradictorias y ambiguas desde su oposición a la iniciativa
Briand en 1929 hasta su propuesta de retirar al Reino Unido de la CD en 1980. Su política
internacional se ha
Caracterizado más por la defensa de la soberanía nacional y sus preferencias por la
Commonwealth 4 y Estados Unidos en detrimento de la unidad europea.
Después de la guerra, el laborismo no vio con buenos ojos la unidad europea por tres
motivos:
a. no querían reconocer el peso de Alemania como socio legítimo y con todos los derechos
para emprender una nueva aventura.
b. por su deseo de mantener la soberanía e independencia en un continente todavía
devastado por la guerra.
c. los postulados de la unidad ponían de manifiesto un reconocimiento
insuficiente de la Commonwealth.
Los ingleses, por otra parte, estaban orgullosos de haber ganado la guerra, aunque hubiese
sido de la mano de su gran aliado americano así, el primer paso para la constitución de una Europa

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unida, el plan Schuman de 1951, fue rechazado alegando la forma en que había sido presentado por
los franceses.
Esta oposición se evidenció de nuevo ante la propuesta de un plan de defensa de la CE. Para
los laboristas el establecimiento de un ejército europeo duplicaría el sistema defensivo de la OTAN
y además permitiría el rearme alemán.
Quienes primero hicieron una declaración de apoyo al proeuropeo gobierno conservador
británico, para establecer una amplia área de libre comercio, fueron los sindicatos. En 1957 y 1962
apoyaron las negociaciones para la entrada en la Comunidad Económica Europea.
En su documento "Labour and the Common Market", el partido laborista subrayó cinco
requisitos para entrar en la Comunidad Europea:
1. fuertes y vinculantes salvaguardas para el comercio y otros intereses de nuestros amigos
de la Commonwealth
2. libertad para seguir con la propia política exterior
3. cumplimiento de la promesa gubernamental para nuestros asociados del área europea de
Libre Comercio
4. el derecho a planificar nuestra propia economía, y
5. garantía para salvaguardar la agricultura británica.
No se puede observar, se trata de una declaración poco socialistas que se zanjó con el veto
de De Gaulle en 1963.
A pesar de que para los laboristas la primera responsabilidad de todo gobierno
británico era la Commonwealth, Wilson (Primer ministro) anunció en 1966 su decisión de entrar
conversaciones para ingresar a la CE, si los intereses británicos y los de la Commonwealth eran
salvaguardados, en 1967 el partido se pronunció por una mayoría de dos tercios a favor de la
entrada, pero mientras tanto, la petición de ingreso fue vetada de nuevo por el presidente De Gaulle.
En 1971, Wilson se pronunció contra los términos negociados, pero no votar su aprobación
en la Cámara de los comunes, los laboristas se dividieron contribuyendo a la división con los
laboristas accedieron de nuevo al poder en 1974, Wilson renegoció las condiciones de entrada y
propuso un referéndum para el 5 junio 1975, pero ante este referéndum los socialistas se volvieron a
vivir esta contradicción entre la actitud del partido y la del gobierno se agudizaba cada vez más
debido al predominio creciente del ala izquierda laborista. La presencia continua de este conflicto
interno como resultado que las elecciones europeas de 1979 los laboristas sólo lograsen 17
eurodiputados de los 78que correspondían a todo el Reino Unido, y esta victoria de los
conservadores fue una premonición delo que ocurriría dos meses después con el ascenso al poder de
Margaret Thatcher.

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El Partido Socialista italiano
Featherstone afirma que los socialistas italianos fueron los primeros en discutir las ideas
sobre la unidad europea ya que antes la Primera Guerra Mundial, mientras los socialistas en todas
partes entablaban acaloradas discusiones entre nacionalismo patriotismo e internacionalismo, el
Partido Socialista italiano abogaba por una opción europea, un plan de paz y el desarme
pensando que de esta manera disminuiría el riesgo de guerra sobre todo si progresaba el
federalismo.
Pietro Nenni, que fue uno de los líderes indiscutibles del PSI hasta su muerte, decía que
Italia tiene que formar parte de un bloque neutral y rechazaba a priori el
anticomunismo, manteniendo buenas relaciones con la URSS por su colaboración con el Partido
Comunista italiano, el PSI fue expulsado dela internacional socialista en 1949 y no volvió a ella
hasta 1966.
Mientras tanto, el PSI y el PCI atacaron a la OTAN y el Consejo de Europa por ser
instituciones cuya finalidad era esencialmente mantener la división de Europa en dos bloques y
favorecer la hegemonía americana. El plan Schuman fue interpretado por el PSI como un intento de
vincular la producción industrial de occidente con los planes de rearme del gobierno americano, y
se Opusieron también al plan para la defensa de la CE que suponía el rearme de Alemania. Además,
Nenni pensaba que el Mercado Común se convertiría en una zona de libre cambio más en un medio
para establecer una política económica y social nueva que evitarse el empobrecimiento de las zonas
más desfavorecidas.
El primer cambio de actitud en el PSI se produjo en el Congreso de Milán de 1961, pues
aunque la izquierda y la derecha del partido se encontraban divididas sobre este tema, Nenni afirmó
que se debía prestar mucha atención Europa participando en los movimientos europeos.
A partir del Congreso de 1964 en Milán, el PSI propuso la entrada del Reino Unido, Irlanda
y Dinamarca y respaldó las elecciones directas al Parlamento Europeo.
Craxi ha sido partidario de la plena integración europea y 1985 un papel muy importante en
la cumbre de Milán, en las discusiones sobre la unidad europea, proponiendo un tratado que
extendiese las competencias de la CE, reforzarse la Comisión y formalizarse la coordinación de la
política exterior.
El Partido Socialista obrero español
En este grupo de cinco países, los socialistas españoles han sido una
excepción debido a las circunstancias políticas por las que atravesaron en la dictadura. El
régimen de franco, intentó directa o indirectamente recabar su reconocimiento por parte de la
Comunidad Europea. En 1962 pidió la integración que le fue denegada, desde 1970 firmó un

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tratado comercial con la comunidad económica europea después de la muerte del dictador, en 1937,
España entró a formar parte del Consejo de
Europa y ya bajo la presidencia de Suárez formuló la petición de ingreso. En 1982 tuvo
lugar la entrada en la alianza atlántica bajo el mandato de Calvo Sotelo.
Cuando el PSOE accedió al gobierno del estado cambió de criterio y, al convocar el
referéndum al que se había comprometido, pidió el voto afirmativo a los electores para integrarse en
la estructura no militar y por una defensa que no utilizas armamento nuclear, alineándose así con
países como Francia o es. El punto de vista económico, el ingreso de España en la
comunidad tropezaba sobre todo con los problemas de agricultura y pesca que afectaba
a la economía francesa, de ahí que los propios socialistas franceses se negasen a la entrada
española. Sin embargo, siendo François Mitterrand Presidente del Consejo de ministros de la
Comunidad Europea fue cuando se decidió fijar enero de 1986 como la fecha definitiva del ingreso.
El PSOE deseaba entrar a formar parte de Europa lo antes posible no sólo por motivos
económicos, sino también políticos, ya que supondría un factor de estabilización democrática y un
punto de no retorno. En la década de los 90 el socialismo español se ha convertido en uno de los
más firmes impulsores de la Unión Europea
Los últimos pasos para la Unión Europea
La Segunda Guerra Mundial una conmoción general en el ánimo de la mayoría de la clase
política y delos ciudadanos europeos, tan profundo fue el derrumbamiento moral que se extendió un
hondo deseo de sustituir el sistema europeo de Estado-nación rivales por una nueva forma de
afrontar la política del viejo continente, de tal manera que los europeos se convirtiesen en
ciudadanos romanos. Cuando se elaboró el plan Schuman en 1950, que tuvo como resultado la
Comunidad Europea del carbón y el acero, fue presentado como un primer paso para poder
constituir en un futuro la Federación europea.
Durante los primeros 20 años ha dado la impresión de que los estados han considerado la
continuación de la Comunidad Europea como lo estaba fuera de ellos y no como parte su propia
constitución esencial. Sólo recién, a principios de los años 70, en la cumbre de La Haya en 1969, y
la consiguiente ampliación de la comunidad a otros miembros, se dio un vuelco los objetivos
puramente económicos y comerciales para caminar más allá hacia metas netamente políticas.
La Comunidad Europea se puede convertir en pocos años en un gigante económico, en
algunos aspectos mucho mayor que Estados Unidos. La Comunidad Europea tiene un producto
nacional bruto y una cuota de comercio internacional mucho mayor que los Estados Unidos. Sus
exportaciones de artículos manufacturados representan el 26% de los de la OCDE (Organización
para la Cooperación y el Desarrollo Económicos) frente al 14% los Estados Unidos y el 17% del
Japón. Desde 1983, Europa y un superávit en el comercio de mercancías frente a Estados Unidos.

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El desarrollo político
En los últimos años de la década de los 80 el proceso ha sufrido un cambio considerable en
su evolución y aceleración. Dejando de lado los sucesos acaecidos en los países del este, que aun
siendo de crucial importancia, no cambiarían sustancialmente estructura institucional de la CE
aunque pueden fortalecerla considerablemente, al convertirse la Europa comunitaria en polo de
atracción de toda una serie de estados de Europa central y oriental como Polonia, Hungría o
Checoslovaquia.
Los principales acontecimientos de esta última fase han sido los siguientes:
a. el acuerdo de 1984 sobre la aportación presupuestaria británica
b. el fortalecimiento del poder de las funciones de la CE, que desembocó en el borrador del
tratado de la Unión Europea
c. el acuerdo de Luxemburgo sobre el acta única de 1985, para alcanzar una Europa sin
fronteras en 1992, y
d. el acuerdo que aumentó los recursos presupuestarios duplicando el volumen de fondos
y dándole entrada definitiva a España en enero de 1986
El fortalecimiento de las instituciones ha sido también un camino muy lento. Durante
muchos años no se había hecho ningún progreso hacia una mayor integración comunitaria. Faltaba
todavía el objetivo final de la unidad europea, suponía una posición exterior común, mayor
cohesión de la política económica interna, un acuerdo compartido sobre sistema de seguridad,
mayor armonización jurídica y legal mayor cooperación científica y cultural.
A pesar de que la mayor parte de la población europea consultada ha sido siempre favorable
a la unidad, sólo en 1984, cuando François Mitterrand llegó a la presidencia, sufrió un impulso
decisivo.
Una de las cuestiones más importantes es el desarrollo de las instituciones su nivel de
integración del Parlamento Europeo se creó en 1958 y tomó el nombre de asamblea como
característica de la cámara donde se exponen y discuten los temas, pero sin casi ninguna autoridad.
Se trataba de una institución débil. Hasta los años 80 el parlamento carecía de la mayoría de los
atributos. Sus poderes legislativo y presupuestario eran muy limitados. Poco a poco el parlamento
tomó mayor protagonismo. Al Parlamento acompañan con instituciones más representativas el
Tribunal de Justicia, árbitro de intérpretes de la legislación de la comunidad, el Consejo Europeo
como árbitro político, el Tribunal de Auditores como fruto de las finanzas comunitarias y el Banco
de Inversiones.
El desarrollo económico
La CE carece de un plan económico global y la atención del Mercado
Común se ha centrado principalmente en la eliminación de las barreras del comercio

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y otras formas de discriminación económica que podían afectar negativamente al comercio
interior de la propia comunidad. No existe, por tanto, ningún consenso sobre los objetivos
macroeconómicos de la comunidad. Lo que sí se ha puesto en práctica es una serie de instrumentos
económicos para evitar acciones nacionales que deformen la estructura competitiva del mercado,
como las barreras arancelarias, las ayudas estatales, o para facilitar el intercambio, como Sistema
Monetario Europeo, el Banco Central o la moneda común.
El artículo segundo del tratado de Roma establece los objetivos de la CE: "la
promoción de un desarrollo armonioso, una expansión continua y equilibrada, un aumento de la
estabilidad, un aumento acelerado de los niveles de vida unas relaciones más estrechas entre los
estados miembros".
En la década de los 80, con la tercera revolución industrial basada en el micro electrónico y
las tecnologías de la información, Europa tomó conciencia de que las empresas japonesas y
americanas eran muy superiores a las europeas de las nuevas tecnologías. Este miedo al retraso
rubio y su falta de dinamismo se imputó a la fragmentación de la economía europea debido a la
existencia de múltiples mercados nacionales de ahí que una de las soluciones más importantes para
hacer frente a esta competencia se dice en la desaparición de las barreras aduaneras y la formación
de un mercado único, el libre tránsito de mercancías, trabajadores, servicios y capital, poniendo una
fecha definitiva a estas barreras en 1992, debido al elevado coste supone este obstáculo
administrativo.
Otro de los retos fundamentales que se le presentan a Europa en este final de siglo es el de la
creación asimilación de las nuevas tecnologías. La CE ya se percató de este problema en el primer
proyecto de Monet ha salido al paso con el proyecto ESPRIT (Programa Estratégico Europeo para
Investigación y Desarrollo en Tecnología de la Información) y el Eureka (Agencia de Coordinación
Europea de la Investigación).
De esta manera el programa ha generado expectativas para afrontar la competencia que
viene del Japón y Estados Unidos. Por su parte, Eureka es primordialmente un programa de
investigación civil y comprende diversos programas de grandes ordenadores, la tercera
generación de la robótica, empresas automatizadas redes de investigación y equipamiento de
altas tecnologías en las empresas.
El desarrollo social
La entrada en la CE de los países del sur y sobre todo los más pobres añadió una nueva
dimensión a los problemas de la unidad, se trataba de la dimensión social. La libre circulación de
mercancías podía ir en detrimento de las regiones más pobres. Por eso algunos gobiernos como el
griego, el español y el portugués pidieron añadir declaraciones separadas al acta única

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argumentando que el progreso hacia el mercado único no debería perjudicar a los sectores sensibles
y vitales de su economía y exigían medidas para reequilibrar las regiones más pobres.
A mediados de 1980, la Comisión adoptó cuatro nuevas disposiciones ejecutivas para
simplificar y reformar los fondos estructurales estas disposiciones definen las áreas de trabajo de los
tres fondos (fondo social europeo, fondo de desarrollo regional europeo y FEOGA), la coordinación
entre ellos y el banco de inversión europeo. Desde entonces la Comisión ha propuesto ya una serie
de objetivos coordinados para aplicar estos fondos, reservado 5 a principales de interés, que son:
1. el desarrollo estructural y el ajuste de las regiones más pobres
2. la reconversión de las regiones, que incluyen las áreas de empleo y las comunidades
urbanas afectadas seriamente por el declive industrial
3. combatir el paro de larga duración
4. la integración profesional de la juventud
5. el ajuste de las estructuras agrícolas y el desarrollo de las zonas industriales
El objetivo global de todo esto es asegurarse que la asistencia se dirige a las zonas
de mayor necesidad de modo efectivo y estable fondo social debe también promover la formación
más que la simple readaptación y reinstalación de los trabajadores; reciclar a estos desempleados
para afrontar el progreso tecnológico y combatir el su empleo en la periferia.
La dimensión social del mercado único superior les planteó además problemas muy
importantes por los salarios, el empleo, el entorno laboral, las normas y los dumpings sociales.
Los sindicatos y la Comunidad Europea
Hemos visto que los sindicatos, a diferencia de algunos partidos socialistas, vieron el Plan
Schuman para establecer la Comunidad Europea del carbón y el acero (CECA) con un interés
creciente, puesto que el plan implicaba a más de 2 millones de trabajadores que quedaban afectados
por los cambios estructurales que conservaría el establecimiento de este amplio mercado. A su vez
los sindicatos también fueron considerados por Monet como miembros activos del Comité de
acción para los estados unidos de Europa desde su fundación.
¿Hacia una Europa socialdemócrata?
La pregunta que se han de formular por los socialdemócratas europeos es: ¿cuál va a ser el
papel de la socialdemocracia propia en este juego? Ahora bien, aunque la unión política pudiera ser
en 1933, los pasos decisivos para configurar un espacio jurídico y político se han de dar todavía, y
ahí es donde la socialdemocracia Lopera ha de prestar mucha atención tres son los ámbitos en que
se establecerán estas coordenadas: la unión política, la unión económica y la carta social, a su vez,
esta conformación política marcará más pronto o más tarde su papel en el escenario mundial.
La socialdemocracia europea ha de ser consciente de que más que un determinado tipo de
alianza geopolítica un sistema monetario, lo que diferencia era el modelo europeo del de otros

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continentes sea la carta de los derechos ciudadanos. Solamente la política de equilibrio podrá
fundamentar a la larga una CE que no muestre las debilidades estructurales que hasta ahora
presenta, usa fortaleza le permitirá jugar un papel protagonista en el escenario mundial.
 Historia general del siglo xx - Guiliano Procacci
Cap. XXXIII – Europa Occidental en los años 70
Fue una década difícil: final del sistema de Bretton Woods 1 , devaluación del dólar y
revalorización del marco habían favorecido sus términos de intercambio, pero se empeorarían por
su dependencia de las importaciones de oriente medio. Se pasó de un valor de 3 u$s del petróleo en
junio de 1973 a 32.5 u$s en diciembre de 1980.
La RFA (La Alemania Occidental o Alemania del Oeste fue el nombre extraoficial con el
cual fue conocida la República Federal de Alemania) fue el estado que mejor grupo sortear las
dificultades de la coyuntura económica. El canciller Schmidt puso en marcha con éxito una política
anti coyuntural basada en la concertación con los sindicatos. Pero esto se vio opacado por el
terrorismo: grupo Baader-Meinhof. Con la segunda crisis petrolera de 1979 3 , la coyuntura
económica volvió a emplear y aumentó el número de desocupados. En 1982, asume como canciller
Helmut Kohl.
Francia padecerá una notable inestabilidad económica a partir de 1973. Ante ello el primer
ministro Raymond Barre en vez de recurrir a la concertación, depositó su confianza en los recursos
y los automatismos del mercado. Desde su puesto desarrolló una política económica de austeridad,
en una época marcada por la crisis económica del petróleo de 1979. Su economía estaba agotada.
En 1981 es elegido presidente el socialista François Mitterrand 5 .
Gran Bretaña va a sufrir un recrudecimiento de la cuestión de Irlanda del Norte. Los temas
dominantes del debate político inglés eran: la adhesión a la comunidad de estados europeos y las
relaciones entre el gobierno y los sindicatos. Aparecen en ese tiempo los "euroescépticos".
Edward Heath, (gobierno conservador), después de la derrota conservadora en 1964, se
convirtió en una figura importante de la oposición, siendo elegido líder de la misma en 1965,
obteniendo la victoria en las elecciones del 18 de junio de 1970 derrotando al laborista Harold
Wilson. Nombrado primer ministro, tuvo que hacer frente a la crisis del conflicto terrorista en
Irlanda del Norte. Siguió impulsando la entrada en la Unión Europea que consiguió en 1973. Tuvo
que hacer frente en 1972 a numerosas huelgas. La crisis económica dio al traste con los intentos por
reactivar la economía, lo que constituyó uno de sus fracasos fundamentales en política interior. Tras
el fracaso de las elecciones del 10 de octubre de 1974, fue sustituido por Margaret Thatcher en 1975
como líder conservador.
Harold Wilson, (Gobierno laborista). Desde 1974 llevó a cabo la concertación con los
sindicatos. Desde1973 Inglaterra era parte de la comunidad de estados europeos. La izquierda

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estaba en contra. Hay un aumento de la inflación, la balanza de pagos era deficitaria, aumentan los
desocupados. La esperanza era el petróleo del mar del Norte, pero los costes de las inversiones eran
mayores que los beneficios.
El primer ministro James Callaghan en septiembre de 1976 tuvo que recurrir al Fondo
Monetario Internacional por préstamos. Sus tres años en Downing Street, como primer ministro,
concluyeron en el llamado “invierno del descontento”, con el país prácticamente
paralizado por continuas huelgas sindicales, que dieron munición a la oposición conservadora. Las
huelgas estuvieron presentes desde 1978 a 1979. Una moción de censura, que Callaghan perdió por
un voto, precipitó la convocatoria de las elecciones generales de 1979, que sellaron el ascenso de
Margaret Thatcher.
Después de triunfar con su partido en las elecciones generales de marzo 1979, Margaret
Thatcher se convirtió en la primera ministra del Reino Unido. Después de llegar al número 10 de
Downing Street, Thatcher introdujo una serie de iniciativas políticas y económicas para revertir lo
que percibía como un precipitado declive nacional en el Reino Unido.
Para el autor, la desindustrialización, aspecto visible de la Inglaterra de los 70, no significa
forzosamente decadencia, sino también una forma de reconversión.
Italia además de recesión económica tuvo una profunda crisis social y política. Fue la época
del terrorismo, conocida como los "años de plomo" 7. Fue la época de las brigadas rojas 8 y otro
grupo.
Después de la "primavera de Praga", el Partido Comunista italiano se distancia de Moscú
busca la coalición con las otras fuerzas políticas.
En 1978 se produce el secuestro y muerte de Aldo Moro.
También se producen importantes cambios en España y Portugal, de la mano de Adolfo
Suárez 10 y Mario Soares.
Chipre vivirá en punto su crisis durante 1973 y 1974 Grecia en 1974 pone fin a la dictadura
de los coroneles. El primer ministro será Constantinos Karamanlís. En 1981 ingresa a la CEE.
Las recetas keynesianas ya no funcionaban.
CEE: existe el riesgo que los países europeos recurrieran al proteccionismo. Pero la CEE 12
soportó la prueba. El eje franco -alemán estaba consolidado. En el 1978 en Bremer, la cumbre
europea que para enero de 1979 un sistema monetario europeo (todos se adhieren menos Gran
Bretaña).
En cuanto a la integración política, en junio de 1979 se realizó la primera elección con
sufragio universal directo del Parlamento Europeo
La política que emprende la RFA bajo la dirección de Willy Brandt: la "ostpolitik" tendrá
como testigo el asignar Europa un papel activo, no sólo en la distensión, sino en la promoción de

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una verdadera cooperación entre las dos partes del continente. Pero la lógica de la guerra fría hizo
que se impusiera el enfrentamiento bipolar (los euromisiles y Afganistán).
Cap. XXXIV – El área del Pacífico en los años 70
El estado en más afectado en los años 70 fue Japón ya que dependía casi
totalmente de las importaciones de oriente medio para su abastecimiento energético. La crisis del
73 afectó severamente su economía. Pero la reacción fue muy eficaz. Los factores que permitieron
superar la coyuntura fueron los mismos de los años 50:
- bajo nivel de gasto militar
- relaciones industriales basadas en la contratación empresarial
- estabilidad política
A ello debe sumarse una reconversión del aparato industrial potenciando los sectores de la
electrónica y la robótica.
Se va a dar un contencioso acercamiento con Estados Unidos y la CEE. Para el año 1975, se
van superando las asperezas. Lo mismo va aumentar las relaciones económicas con Corea del Sur,
Taiwán y la ASEAN (Malasia, Tailandia, Singapur, Indonesia, Filipinas). El problema era china con
quien no tenía relaciones diplomáticas y su reconocimiento era incompatible con la alianza con
Estados Unidos.
Por su parte, China era en ese momento una incógnita. Entre 1971-1978 hay una lucha
interna entre un desarrollo acelerado o un desarrollo gradual y sostenible (con soluciones o
variables intermedias). Tras la muerte de Zhon Enlai y ocho meses más tarde la de Mao quedaba al
frente del gobierno Hua Guofeng, surgiendo en su contra Den Xiaoping. Hua Guofeng renunciará
en 1979. Deng propone las cuatro modernizaciones: industria, agricultura, ciencia y técnica y
defensa. Pero faltaba capital y tecnología. Por lo tanto debía replantearse la política exterior. Entre
el "hegemonismo" de la URSS y Estados Unidos, China entiende que la URSS tiene una política
dirigida a aislar, burlar y debilitar a China, por lo cual inicia el acercamiento con Estados Unidos.
Estados Unidos responde con el abandono de la "teoría de las dos Chinas". Ante ello, Japón
reconoce a China popular y clausura su embajada en Taiwán (eso no impide la continuación de las
relaciones comerciales). El ejemplo japonés es seguido por la ASEAN.
En 1978 Estados Unidos y China reabren las relaciones diplomáticas.
Los tigres asiáticos rechazan el modelo de desarrollo basado en la sustitución de las
importaciones.
Adoptar el modelo japonés basado en la integración en el mercado internacional y del papel
popular delas exportaciones, basándose en un régimen de bajos salarios. Como diferencia con
Japón, estos países poseen regímenes autoritarios.

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Características del ASEAN
Entre 1945 y 1990, en el contexto de la Guerra Fría, se los comenzó a ver como potencias.
Las principales economías que se han desarrollado tan vertiginosamente —Corea del Sur, Hong
Kong, Singapur y Taiwán— demostraron un crecimiento en calidad, cantidad y bajo precio en sus
productos alcanzando mercados internacionales. A mediados de 1950, apuntaron a los avances
tecnológicos y a políticas sustitutivas de importación, orientándose luego a las
exportaciones. Estos países han cambiado paradigmas mundiales. Parte del éxito de estos países,
se ha basado en:
a. La abundancia de mano de obra.
b. Salarios bajos (Con largas jornadas de trabajo).
c. La carencia de derechos laborales.
d. La creación de las zonas francas portuarias, donde las empresas están exentas de
impuestos, de aranceles aduaneros y se les ofrece una legislación especial en materia laboral (como,
por ejemplo, limitación de derechos sindicales), además de mejoras de infraestructura a cargo del
Estado.
e. La fuerte inversión estatal y el desarrollismo dirigido, llevando la contraria al FMI (ver
Ha-joon Chang).
Estos factores han contribuido a la deslocalización de muchas empresas e industrias,
concentradas en países desarrollados, que no necesitaban mano de obra cualificada, por lo que han
trasladado sus sedes a estos lugares.
En poco tiempo, los países del sudeste asiático pasaron a ser países de escaso crecimiento
como contrapartida de bajos salarios de los trabajadores, lo cual resultó atractivo para empresas
extranjeras que se instalaron en la región. La inversión favoreció el resurgimiento de la economía,
pero siempre y cuando éstas tendieran a los intereses nacionales, a la competitividad y
a las expectativas del empresariado local.
Cap. XXXV – EE. UU. y Europa Occidental en los 80´ y 90´ – Convergencias y
Divergencias
En 1980 Ronald Reagan 18 es elegido presidente. Durante esta época Estados Unidos
poseía como característica una gran movilidad social que se basaba en inmigrantes, una gran
reestructuración y desplazamiento industrial modificado por su geografía económica, una expansión
del sector terciario, una alta tasa de mano de obra femenina y mutaciones en el mercado de trabajo
producto de la innovación tecnológica.
Consecuencia de esta movilidad social se presentan cambios en la familia estadounidense. El
tiempo de un gran déficit presupuestario. Bajo la presidencia de Ronald Reagan y gasto militar fue
cada vez más oneroso y la balanza comercial más deficitaria por la sobrevaloración del dólar.

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Hay factores psicológicos que también pueden ser mencionados durante esta época: el
conflicto que trajo aparejado la guerra del Vietnam la embajada de Teherán. Es por eso en
Estados Unidos comenzó a utilizar una política de "enseñar los dientes": se sintió la época de los
misiles interestatales, misiles para submarinos, bombarderos B1, el proyecto de SDI, la isla de
Granada, la lucha contra los sandinistas, el Irangate, la ayuda a los rebeldes afganos, el bombardeo a
Libia. Conjuntamente la URSS comenzó a verse como "el imperio del mal". Es el momento de la
segunda guerra fría.
Comunidad de estados europeos: durante esta época Europa tenía tras de sí graves
problemas laborales producto de la escasez de mano de obra, las amplias migraciones en, la
xenofobia que se complementaba con el bloqueo o la expulsión de los migrantes.
También se dio una disminución de la tasa de mortalidad y comienza a
preocuparse todo lo concerniente al medio ambiente. Es el momento de aparición de grupos o
partidos ecologistas o" verdes". En la República Federal Alemana tuvieron gran importancia.
En Gran Bretaña, Margaret Thatcher abandone los planteamientos keynesianas y adoptó una
política de tipo monetarista y liberalista. El resultado de todo esto fue la reducción de la inflación
(el resto fue negativo). Recibe apoyo con la guerra de Malvinas (1982), que se traduce en una gran
popularidad. Se alienta a la compra de viviendas por los inquilinos. Se privatizar industrias
nacionalizadas. También derrota al sindicalismo. Finalmente en 1990 renuncia.
Por su parte Alemania, bajo el mando de Kohl en 1983 introduce medidas que son
desgravaciones fiscales a favor de las empresas, hay un recorte del gasto público y hay una
concertación con los sindicatos.
Es una época de defensa del medio ambiente. El partido verde gana adeptos Alemania
continúa con la política de la "Ostpolitik".
En 1986 se firma el acta única, éste era un compromiso de transformar antes de 1992 la
comunidad europea en un "espacio sin fronteras internas en el que estará asegurada la libre
circulación de mercancías, personas y capitales". Se dejaban de lado sus barreras
arancelarias, vinculaciones fiscales, jurídicas, etcétera. La comunidad adquiere poderes propios en
detrimento de la soberanía de los estados. Uno de los problemas era la política exterior y la
seguridad común (PESC): había dos planteamientos.
a. Los "atlantistas": Inglaterra y Holanda eran partidarios de una estrecha relación con la
OTAN
b. los "europeístas": Francia y Alemania que buscaban revitalizar la UEO
(Unión Europea
Occidental) y constituir una fuerza europea de defensa autónoma.

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Esto implicaba extintas relaciones con Estados Unidos. En 1992 se firman tratado de
Maastricht: se aprueba el tratado fundacional de la Unión Europea y se fija el plazo para la
adopción de la moneda única (1999). Pero hay varios problemas sin resolver: libertad de circulación
de mano de obra, inmigración y derecho de asilo.
5.3. Problemas y contradicciones del desarrollo económico en el mundo socialista. La
URSS: desde el “crecimiento declinante” de Breznev a la Perestroika de Gorbachov. El derrumbe
del Imperio soviético: Conflictos latentes y enfrentamientos. China después de Mao: las reformas de
la era Deng Xiaoping. La transición del socialismo al capitalismo: elementos generales.
 Saborido: “Historia de la URSS, Gorbachov de la esperanza al derrumbe”
Gorbachov ascendió a la secretaria general del PCUS en medio de situación problemática.
Una revolución tecnología en la que dominaba el microchip antes que el material minero de hierro
y el plástico. La estructura industrial soviética se encontró entonces incapacitada para enfrentar el
desafío y ciertas circunstancias como la ciada del precio de petróleo, por el aumento de la
producción en arabia saudita.
Gorbachov era representante de la nueva generación, ajena al stalinismo. Era un negociador,
buscador de consensos lo cual lo diferenciaba de Kruschov pesar de compartir cosas en comunes
como el origen campesino y la urgencia reformista.
La perestroika tecnocrática: 1980 había declinación económica. Unos sostuvieron la carga
de gastos militares, sin embargo la mayor parte de los especialistas sostiene que la causa principal
de las dificultades económicas se encontraba en los problemas generados por el sistema de
planificación centralizada. El sistema mostraba serios problemas cuando se trataba de impulsar el
crecimiento incrementando la eficiencia en el empleo de los factores productivos. El mantenimiento
de precios fijos para los alimentos, situados muy por debajo de los costos, obligaba al estado a
otorgar cuantiosos subsidios.
Gorbachov y su equipo iniciaron una gestión sin tener una estrategia económica definida. En
una opinión compartida con Andrópov, Gorbachov sostenía que uno de los problemas de la
estructura productiva residía en la falta de disciplina laboral, medidas como restringir el consumo
de alcohol no funcionaron. G no parecía innovar y ponía más fichas al centralismo.
La segunda perestroika: G pensó que los cambios también debían ir hacia lo político.
Proceso de democratización. Transparencia informativa (glasnost). La burocracia era parte
importante de los problemas. La implementación de la glasnost permitió a la difusión y discusión de
temas antes vedados a los ciudadanos, el rumbo económico y las bases del sistema comenzaron a
ser objeto del debate:

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Procesos: 1-la sociedad al ver qué partido no estaba en condiciones, comienza a buscar
líderes. 2-sectores dentro del PCUS comenzaron a sentir preocupación. 3- radicalización de las
reformas, con oposición de conservadores.
Chernóbil incrementa la dinámica reformista en el 86. La glasnost se convirtió en el eje de la
estrategia reformista ya que por medio de la libre discusión Gorbachov podía lograr el apoyo de los
sectores intelectuales críticos y combatir así la fuerza de la burocracia que de alguna manera
operaba en contra. Por la libertad, surgen asociaciones que desarrollan actividades por fuera del
control del partido
En el 87-89 se producen medidas tales; 1- medidas destinadas a descentralizar economía de
base estatal, 2-destinadas a legitimar actividades económicas no realizadas por el estado, 3-
orientadas a impulsar el comercio internacional y las inversiones externas. Las medidas fuero
decepcionantes, sin banco privados donde poner k y sin mercados para acceder a materias primas o
insumos, los empresarios se veían en difícil posibilidad de tener éxito.
Mafias económicas desde la época de Breznev, vinculadas a esferas gubernamentales,
adquieren enormes dimensiones, enriquecen aprovechando el desbarajuste.
Las transformaciones institucionales; Ligachov expresaba temor con respecto a los cambios.
Por su parte grupos reformistas extremos, estaba el secretario del partido en Moscú, Boris Yeltsin,
los cuales querían más velocidad en los cambios. Yeltsin desde ese puesto participio en operativos
anticorrupción y destituyo a funcionarios que consideraba ineptos lo cual le dio apoyo de la
ciudadanía.
En el 88 Gorbachov hará más reformas tendientes a disminuir el papel del partido sobre el
estado. El viejo soviet supremo fue reemplazado por el congreso de diputados. Creación de nuevas
instituciones elegidas por el pueblo.
En el momento en que se produjo el ascenso de Gorbachov al poder, la URSS conformaba
un imperio multinacional que se mantenía unido por una combinación de instrumentos de coerción
y mecanismos de adoctrinamiento ideológico. En la mayoría de las repúblicas los reclamos se
realizaban sim que hubiera una vocación mayoritaria de secesión. En algunas repúblicas el
nacionalismo fue impulsado por el accionar de miembros de elite del PCUS que de agentes locales
de Moscú pasaron a desempeñar el papel de voceros de la resistencia loca. En lugar de negociar con
estos, Gorbachov se enfrentó a ellos ampliando la brecha que los separaba.
El despliegue del proceso de democratización puso en primer plan en algunas de las públicas
los conflictos entre minorías étnicas y el grupo nacionalista dominante. El problema más grave para
Gorbachov, fue la aparición de un movimiento nacionalista ruso bajo el liderazgo de Yeltsin
Uno de los acontecimientos cruciales en el proceso que llevo a la desintegración de la URSS
fueron las elecciones legislativas celebradas en la república rusa en marzo del 90, cuyo resultado

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produjo la elección de Yeltsin como presidente del soviet supremo de la república rusa. Proclamo la
soberanía rusa y anuncio que las leyes de la república rusa iban a tener precedencia sobre las leyes
de la unión soviética. Nacionalistas vs comunistas conservadores.
La apertura informativa desplegada a partir del 87 tuvo un efecto importantísimo; al tomar
contacto con realidades antes escamoteadas, los ciudadanos soviéticos empezaron a creer realmente
que la situación se estaba modificando y se produjo el surgimiento de una sociedad civil dispuesta a
pronunciarse sobre todos los problemas que los afectaban.
El fracaso de esta apertura, es que las medidas estuvieron acompañadas por una evidente
decadencia en el nivel de vida de la población, por lo que para muchos la figura de Gorbachov fue
asociada al deterioro económico general.

5.4. La fragmentación del Tercer Mundo. La crisis de los nacionalismos reformistas en


Oriente Medio y el surgimiento de los fundamentalismos. La Yihad contra los soviéticos en
Afganistán. La guerra en el Golfo.
 La globalización y sus efectos en las naciones del sur - Hugo Fazio Vengoa
La globalización y sus efectos en las naciones del Sur
Una de las mayores dificultades que enfrentan los analistas internacionales en la actualidad
consiste en encontrar un mapa conceptual que permita interpretar y entender el voraginoso presente.
Si bien la mayoría concuerda en señalar que la caída del Muro de Berlín, la desaparición del
sistema socialista en Europa Central y Oriental y la desintegración de la Unión Soviética han sido
los acontecimientos capitales de este final de siglo, y que sentaron las bases para poner fin a más de
cuatro décadas de competición intersistémico y de Guerra Fría, profundas diferencias se presenta n
a la hora de precisarlos factores que desencadenaron tal cambio.
Las lecturas fundamentales podemos resumirlas en dos corrientes interpretativas:
La primera asociada con la lógica del poder internacional, privilegió en las décadas
anteriores la competición intersistémica como vector principal de la vida internacional, en el
entendimiento de que ese eje estructurador de la política mundial no sólo se mantendría durante
largo tiempo, sino que actuaría de igual forma como garantía par a la reproducción de aquellos
elementos que prolongaban la superioridad económica, política y militar de las dos superpotencias.
Con la caída del Muro de Berlín, se erosionaron los fundamentos de este discurso y de esta práctica
política. Como una forma de conservar su predominio, se pretendió proyectar un nuevo esquema de
supremacía con la introducción de la noción "nuevo orden mundial", en el cual las antiguas
potencias competidoras por la supremacía junto a los demás grandes Estados actuarían en un marco
de colaboración para solucionar los problemas más candentes de la nueva configuración planetaria.

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Esta noción fue popularizada en el lenguaje político por George Bush en relación con la Guerra del
Golfo, ideas similares sostenían los principales dirigentes soviéticos de la época de Gorbachov.
La segunda lectura, inspirada en una visión más totalizadora, constituyó, en la época de la
Guerra Fría, una mirada que centraba su atención en los nuevos elementos que habían aparecido en
la vida internacional y sobre todo en aquéllos que estaban erosionando el poder de las grandes
potencias. Aun cuando era mu y heterogénea, agrupaba indistintamente concepciones que
sostenían la interdependencia, así como los trabajos que defendían la idea de un sistema mundial o
reclamaban un nuevo orden económico mundial. Esta lectura, centrada en lo económico y en una
percepción del poder que traspasa la actividad de los Estados, ha puesto su atención en las
tendencias que están dando origen a la conformación de un nuevo sistema mundial.
Si bien la mayoría de los estudiosos del mundo contemporáneo concuerdan en señalar que la
caída del Muro de Berlín fue un acontecimiento capital que sentó las bases par a poner fin a más de
cuatro décadas de competición intersistémica y de Guerra Fría. La caída del Muro de Berlín
significó el fin dela bipolaridad y de la supremacía de los vectores políticos y militares como
elementos ordenadores dela vid a internacional, pero supuso igualmente la profundización y
ampliación de otras tendencias de índole económica, tecnológica y comunicacional que habían
comenzado a constituirse y sobre las cuales se ha empezado a establecer la matriz de la nueva
configuración planetaria.
Pero el componente perdurable más importante que se derivó del desvanecimiento del
sistema socialista fue la desaparición del principal modelo alternativo de organización de la
sociedad, el socialismo soviético, lo que significó la recomposición del escenario mundial. La
desintegración del campo socialista se tradujo en la eliminación del último gran obstáculo que
existía para la universalización de un modelo de acumulación que desde la década de los años
setenta se encontraba en ciernes: el capitalismo transnacional.
La naturaleza del capitalismo transnacional
Ya en los años posteriores a la Segunda Guerra Mundial se observaron cambios importantes
en el funcionamiento del sistema capitalista internacional. Éste estaba ingresando en una nueva fase
de su desarrollo, caracterizado por el mayor dinamismo que estaba comenzado a tener los procesos
de índole internacional. El acuerdo de Bretton Woods y la creación del Fondo Monetario
Internacional (FMI), del Banco Mundial, del GATT, e inclusive de la Organización de las
Naciones Unidas, fueron fieles testimonios de esta transformación. Esta internacionalización
traspasó las fronteras nacionales y vinculó a pueblos y civilizaciones diversas dentro de su propia
racionalidad. La mundialización, sin embargo, no pudo transformar totalmente el espacio mundial
porque chocaba con cuatro procesos que mantenían el perfil de la anterior configuración:

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En primer lugar, los Estados seguían siendo la articulación principal de la
vida internacional. Instituciones como las Naciones Unidas, se creaban con base en acuerdos
interestatales y en los Estados recaía la legitimidad de las mismas.
En segundo lugar, la tarea de reconstruir las economías nacionales en la mayoría de las
naciones desarrolladas llevó a que se fortaleciera el capitalismo dentro de una
modalidad "nacional", que estimulaba el desarrollo económico básicamente dentro de las
fronteras territoriales de los Estados y favorecía principalmente el crecimiento económico interno.
En tercer lugar, la universalización de esta modalidad capitalista enfrentaba un serio
obstáculo, debido a que coexistía con otros dos modelos de desarrollo que pretendían competir por
su liderazgo y hegemonía; las estrategias desarrollistas entre las naciones del Tercer Mundo y el
modelo soviético en los países del Este.
Y en cuarto lugar, el surgimiento de dos superpotencias con pretensiones hegemónicas a
escala mundial frenó la tendencia hacia la mundialización porque centró la actividad internacional
en torno dela lucha intersistémica catalizada por el poderío económico, político y militar de los
grandes Estados.
Las relaciones internacionales en esta época se erigieron sobre una débil base transnacional
pero mantuvieron como referente la actividad desplegada por los Estados en torno de
las directrices geopolíticas y militares de las superpotencias.
En este sentido, durante las dos primeras décadas posteriores al fin de la Segunda Guerra
Mundial se crearon unas situaciones que estimularon la consolidación de factores y procesos
internacionales pero que, debido a la dinámica política generada por la competición Este-Oeste, no
pudieron trascender la lógica interestatal de funcionamiento de las relaciones internacionales.
Hacia mediados de la década de los años setenta, el período de expansión posbélica llegó a
su fin y nuevamente se produjo un paulatino deslizamiento del poder internacional hacia los
procesos y factores transnacionales. Esta reorientación fue parcialmente el resultado del declive de
la hegemonía de las dos superpotencias en sus respectivas áreas de influencia y de la
pérdida de importancia de los mecanismos políticos y militares.
Los orígenes de la crisis del sistema soviético se remontan a finales de la década de los años
sesenta, cuando en los países occidentales se dio inicio a la llamada Tercera Revolución Industrial,
proceso que significó una renovación sustancial de la producción, gracias a importantes avances
tecnológicos.
Desde la década de los años cincuenta, la Unión Soviética y los países de Europa del Este,
bajo la égida de Moscú, se habían trazado como objetivo alcanzar y sobrepasar a los países
capitalistas en términos de desarrollo económico. Sin embargo, por razones estructurales inherentes
a las economías de estos países no pudieron dar el salto de un desarrollo extensivo a uno intensivo.

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La profundización de la crisis durante la década de los años ochenta hizo completamente inviable la
actualización del modelo.
Una situación similar se presentó en muchos de los países del Tercer Mundo. Con la
excepción de aquellos Estados que podían extraer beneficios de la nueva dinámica que estaba
empezando a imperar a nivel mundial, debido a su, tamaño, como la India y Brasil, y otros de
dimensiones pequeñas pero que introdujeron una apropiada estrategia orientada hacia la exportación
(básicamente los Nuevos Países Industrializados del Sudeste Asiático), el resto de los países del
Tercer Mundo entró en una etapa de crisis. El agotamiento golpeó por igual a las diferentes
estrategias.
A pesar de sus logros iniciales, las políticas desarrollistas no pudieron romper el círculo
vicioso de la dependencia. La estrechez del mercado interno, la escasa eficiencia, la insuficiente
inversión productiva, el desarrollo deficiente de la productividad a nivel internacional, las abismales
diferencias sociales y económicas condujo a una parcial desvinculación y pérdida de participación
de los países del Tercer Mundo en el mercado mundial.
Además, en algunas regiones del Tercer Mundo, la implantación de estos modelos no se
tradujo en un cambio radical con respecto a los esquemas imperantes con anterioridad. En África,
por ejemplo, este modelo no distó mucho de los esquemas prevalecientes en el período
colonial: el desarrollo de economías agrarias de crecimiento extensivo y, consecuentemente, de
débil productividad. Además, este modelo de desarrollo no pudo romper con los marcos de la
antigua división internacional del trabajo.
Pero fue, sin duda, la crisis de la deuda externa lo que estimuló la veloz transformación de
los modelos de desarrollo de los países del Sur.
Como manifestación de los cambios que se estaban produciendo en las propuestas de
desarrollo páralas naciones del Tercer Mundo, en esta época, se puso en boga tina nueva vertiente
de la doctrina de la modernización: el neoliberalismo. Lo mismo que ocurriera con la
teoría de la modernización, popularizados años atrás, esta concepción contenía un recetario que
debía estimular el crecimiento y el desarrollo entre las naciones atrasadas.
A pesar de las similitudes que existen entre la primera y la segunda ola de la teoría de la
modernización, subsisten, empero, significativas diferencias. La más importante de todas es que
mientras antes se argumentaba la necesidad de crear un poderoso Estado que equilibrara el peso de
los sectores público privado, en la década de los años ochenta se ha respaldado básicamente el
desarrollo del sector privado, el mercado y las estrategias de desregulación de la economía. En
general, este programa, patrocinado por las grandes instituciones multilaterales internacionales,
constó de tres etapas. En la primera se propugnaba la introducción de políticas de estabilización
monetaria.

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Después vinieron los programas de ajuste estructural, orientados a poner en
funcionamiento la economía de mercado a través de la eliminación de las distorsiones a los precios
y al mercado, la reducción del papel del Estado en la economía, la desregulación del comercio y de
las inversiones, la flexibilización de las relaciones laborales y el impulso a la privatización de las
empresas estatales. Por último, se dio inicio a una tercera etapa caracterizada por el
estímulo al crecimiento de las exportaciones, a través de la incitación al desarrollo del sector
privado, el cual debía provocar la modernización de la producción y la diversificación de la oferta
exportable y de los mercados y propiciar el arribo de inversionistas extranjeros, los cuales, por su
parte, contribuirían con tecnología, capitales, instrumentos y conocimientos para el acceso a los
grandes mercados de los países desarrollados.
La crisis de los modelos de desarrollo no fue, empero, un fenómeno exhaustivo de los países
del Este y del Sur. El mismo problema se presentó también entre las naciones altamente
industrializadas. Como es sabido, en el período de postguerra entre los países industrializados se
expandieron y fortalecieron el fordismo, como mecanismo de acumulación intensiva sobre la base
de la consolidación de las técnicas taylorianas y de la automatización como paradigma tecnológico.
Desde finales de la década de los sesenta y comienzos de los setenta este modelo
industrializador entró en crisis como producto de la excesiva internacionalización de los mercados y
de los circuitos productivos, que al no acompañarse de una armonización internacional en el plano
salarial, favoreció la inclinación por el alimento de la productividad en detrimento del crecimiento
de los mercados internos, los cuales prontamente llegaron a un nivel de saturación y de agotamiento
de las reservas, lo que agudizó el problema de la financiación de la inversión, a lo que se sumaron
las apremiantes innovaciones tecnológicas, las crisis fiscales y financieras y el shock petrolero de
1973, que obligó a aumentar las exportaciones para cancelar las compras del crudo.
A diferencia de los casos anteriores, la crisis del fordismo pudo ser superada al encontrarse
un sustituto en el capitalismo transnacional o "liberal productivista".
Al mismo tiempo, algunos de los puntos derivados del acuerdo de Bretton Woods fueron
reemplazados por un sistema de tasas de cambio flotantes. La anterior asociación entre Estado-
nación, economía nacional y capital productivo se desdibujó completamente.
Como vemos, los cimientos de este nuevo orden se forjaron durante las décadas de los años
setenta y ochenta. Sin embargo, en ese entonces, su universalización era poco probable porque
existían factores políticos y militares que frenaban sus posibilidades de expansión y hacían además
que, para algunos, se mantuviera el sueño de hacer realidad los anhelos de un orden más justo para
el Tercer Mundo. Pero más importante aún era el hecho de que los países desarrollados estaban en
la obligación de hacer grandes concesiones a las naciones del Tercer Mundo para impedir que éstas
pudiesen gravitar en la órbita de la URSS o utilizar la "carta" soviética.

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Las transformaciones en el mundo de postguerra fría Con los cambios ocurridos en la Unión
Soviética, sobre todo desde el momento en que despuntó el Glasnost internacional, la posterior
crisis del socialismo en Europa del Este, la finalización de la bipolaridad entre las
superpotencias y de la competición militar y nuclear, la posición marginal que desde ese
momento pasaron a ocupar los gobiernos revolucionarios en el Tercer Mundo, la
reunificación alemana en torno de la República Federal Alemana y la posterior disolución de la
Unión Soviética, se crearon las condiciones no sólo para poner fin a la Guerra Fría sino para
universalizar las potencialidades contenidas en el orden económico mundial que comenzaba a
definirse.
Con la reorientación de los antiguos países socialistas hacia la lógica del mercado y las
nuevas formas de vinculación de las naciones en desarrollo a la economía mundial como resultado
del agotamiento de su modelo anterior de desarrollo y el impacto de la crisis de la
deuda externa, se crearon las condiciones para la universalización de esta nueva modalidad
capitalista que desde la década de los años setenta venía madurando entre las naciones
altamente industrializadas: el capitalismo transnacional.
La naturaleza de este capitalismo es, de la misma forma diferente al de las fases anteriores,
porque, además de tener una vocación universalizadora, ha introducido transformaciones en la
matriz misma del capitalismo, pues, ha desvinculado la economía de los productos primarios de la
economía industrial y el empleo de la producción, y ha desligado los vínculos que anteriormente
existían entre producción, movimiento del capital y comercio internacional.
Con estas transformaciones, el mundo de Postguerra Fría atraviesa en la actualidad por un
período transitorio en el cual se está constituyendo esta nueva matriz de funcionamiento del
capitalismo, se están formalizando las nuevas relaciones de fuerza y poder y se encuentran en
proceso de maduración los valores y formas de acción que estructuran la naciente configuración
mundial.
La dimensión global del capitalismo transnacional
Esta transfiguración de los sistemas productivos nacionales y la reconversión de
los polos transnacionales en engranajes de una economía mundial han dado lugar al surgimiento de
espacios diferenciados pero interconectados de articulación de los circuitos económicos. El primero
de éstos se observa en la consolidación de un espacio mundial o globalizado. Este ámbito,
comúnmente definido como globalización de los circuitos económicos, se caracteriza
porque con su densificación se contribuye a profundizar, acelerar y ampliar el radio de acción
del emergente sistema mundial.

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En tal sentido, la globalización podemos definirla como un proceso multidimensional que
pone en interacción a los diversos Estados, sociedades y regiones del planeta de una manera
desigual, tanto a nivel internacional como nacional.
Esta globalización se profundiza, acelera y amplía a través de complicados mecanismos que
conjugan indistintamente interacciones y reacciones frente al sistema. La globalización no debe ser
interpretada como un proceso que se desarrolla de manera rectilínea: se produce a través de
situaciones que tienden a veces a una mayor integración mundial y en otras hacia la fragmentación,
es decir, la propensión a una recomposición de los Estados o a la constitución de "bloques
económicos" para adaptarse al sistema; en ocasiones se gravita alrededor de un cierto
universalismo(El proclamado "fin de la historia", de Francis Fukuyama), o hacia lo que Ignacio
Ramonet denomina el “Estado globalitario", y en otras se estimula la búsqueda de la diferencia (la
defensa de la idiosincrasia francesa) o la constitución de un Estado cultural.
En tal sentido, la globalización, si bien en sus orígenes fue un proceso básicamente
estimulado por el desarrollo económico y las nuevas condiciones tecnológicas, constituye una
interrelación de diferentes ámbitos que van desde la economía y los nuevos circuitos
comunicacionales, pasando por la política, la cultura y la ideología. La globalización, sin embargo,
no borra las diferencias nacionales y regionales, sino que se articula con ellas.
Existe la falsa inclinación a imaginar que globalización, uniformidad y progreso son, en el
presente, nociones prácticamente equivalentes. Globalización es también el resultado del peso que
actualmente tiene el discurso neoliberal, el cual no sólo asume que la transnacionalización y la
globalización constituyen procesos y estadios inevitables y deseables para todos los pueblos, sino
que pretende destacar que la única forma acertada de inserción internacional se produce a
través de la completa liberalización y desregulación de los circuitos económicos.
Por último, la globalización se percibe en la constatación del peso que en los noventa ha
adquirido el imaginario de que con las tendencias actuales estaríamos asistiendo a lo que Zaki Laidi,
denomina "el tiempo mundial", el cual "mina la idea de proyecto nacional histórico". "Pero la
singularidad del tiempo presente es que esta ruptura con el pasado no trae consigo ninguna idea de
futuro.
Con los cambios económicos, tecnológicos y comunicacionales de las últimas décadas se ha
comenzado a producir una gran transformación cultural que ha desplazado el tiempo de la política
como vector estructurante por el tiempo de la economía y, sobre todo, del mercado, el cual, a partir
de la velocidad del consumo, de la producción y de los beneficios, desvincula él presente del
pasado, transforma todo en presente e involucra los anhelos futuros en la inmediatez.
Esta interpretación neoliberal se articula en torno de la idea de que el libre movimiento de
capitales y bienes produce una distribución más eficiente de los recursos y posibilita una mayor

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cooperación internacional como resultado de la interdependencia que existe entre los
Estados y pueblos. La globalización, por lo tanto, es presentada como sinónimo de
eficiencia, democracia, bienestar y progreso. Esta interpretación altamente ideologizada
pretende oscurecer la desigualdad que subyacen el sistema actual porque ignora
deliberadamente las asimetrías inherentes a los procesos de globalización.
Este discurso igualmente pretende pasar por alto el hecho de que la globalización reproduce
nuevas modalidades de conflicto social y sobre todo una agudización de "la principal contradicción
de nuestro tiempo, el conflicto entre las zonas de la humanidad integradas y las excluidas en la
nueva división internacional del trabajo".
Una de las más agudas tensiones que se desprenden de esta nueva realidad mundial es que la
consolidación de la democracia en numerosas regiones del Este y el Sur no ha ido de la mano con la
ampliación de las oportunidades.
Los principales agentes y beneficiarios de estos circuitos globalizados son los actores
transnacionales, los polos de eficiencia en el ámbito del comercio, las finanzas y la producción y, de
modo particular, las corporaciones transnacionales. En el nuevo sistema mundial, las antiguas
empresas multinacionales, se han transformado en corporaciones transnacionales, es decir, en
empresas que están localizadas en varios países, abarcan diversos estadios de la producción y
corporativamente se reparten los beneficios
El poder de estas empresas es inmenso. Para finales de 1994 existían aproximadamente
cuarenta mil sociedades transnacionales, que tenían 250 mil filiales en el extranjero. Cinco países
—Estados Unidos, Japón, Francia, Alemania y el Reino Unido— disponían de 172 de las 200
empresas transnacionales más grandes del planeta. En dicha lista no figuran empresas de ningún
país en vías de desarrollo.
Pero su importancia no se mide únicamente en su crecimiento cuantitativo. Estas empresas
se han convertido en instituciones políticas que están rediseñando el panorama económico y político
mundial, en la medida en que han desplazado a los Estados de algunas funciones económicas, han
intensificado la internacionalización de las economías nacionales, han introducido un quiebre en la
reglamentación de las relaciones laborales y han desvertebrado la articulación entre el Estado y las
empresas en el plano impositivo. Como señala Susan Strange, las empresas transnacionales se han
enquistado en el campo de poder de los Estados.
La dimensión regional
A continuación de los ámbitos globalizados, se encuentran los segmentos intermedios,
caracterizados por el surgimiento de los regionalismos multinacionales, del tipo de la Unión
Europea, el NAFTA, el Mercosur o el ASEAN. La amplia difusión de estas modalidades de
regionalización no es contradictoria con la globalización. Más bien se puede argumentar que debido

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a la inexistencia de un único centro hegemónico y a la aguda competición entre los polos
económicos y comerciales mundiales se produce la inclinación a asumir la globalización de modo
interno o regionalizado,
Dos modalidades de regionalización caracterizan el mundo actual. De una parte, se asiste a
una nueva forma de regionalización, cuyas fronteras no están determinadas por motivos políticos ni
institucionales sino por una invisible normatividad económica. A veces son regiones nucleares
dentro de fronteras estatales (Sao Paulo en Brasil, Cataluña en España, Alsacia y Lorena en Francia,
Badén-Wurtembergen Alemania) y en otras traspasan estas fronteras e interaccionan con regiones
de dos o más países (San Diego y Tijuana, Hong Kong y el sur de China).
La otra modalidad se produce a través de la celebración de programas de integración, como
el de la Unión Europea que se ha propuesto la creación de instituciones que garanticen y posibiliten
la viabilidad de la integración supranacional de los Estados miembros. Estas regionalizaciones
pueden asumir diferentes modalidades: zonas de libre comercio que consisten en el compromiso,
por parte de los países que suscriben el acuerdo, de eliminar los aranceles y demás barreras no
tarifarias en su comercio mutuo; la unión aduanera, que se produce cuando a las preferencias de la
zona de librecomercio se le añade el establecimiento de una política comercial con un arancel
externo común; el mercado común, que es una unión aduanera que establece una determinada
liberalización de algunos factores, como productos, capitales, personas, etc.; y, por último, la unión
económica, que se orienta a establecer políticas económicas comunes entre los países miembros.
A nivel mundial, la amplia difusión de estas regionalizaciones es una clara
demostración de las limitaciones del actual sistema internacional para integrar una economía
mundial. La inexistencia de un poder dominante que establezca formas consensuales de orientación
económica y política explica la inclinación de numerosos Estados por la regionalización, por ser
ésta una fórmula a través de la cual se busca la adaptación al sistema y, al mismo tiempo,
se defienden sus más inmediatos intereses nacionales.
A partir de estos espacios diferenciados, la globalización desarrolla un esquema piramidal de
relaciones internacionales desde los primeros núcleos transnacionalizados. Es un esquema
asimétrico de relaciones de poder, en el cual se destacan los principales centros o polos
económicos y financieros de alcance mundial (Estados Unidos, la Unión Europea y Japón), las
regiones integradas a los mismos (el NAFTA, los países de la EFTA y el Sudeste Asiático,
correlativamente), los países o regiones que por razones comerciales o estratégicas pueden suscitar
la atención de los respectivos vértices (el Medio Oriente, los países más desarrollados de América
Latina y parte del Asia Meridional) y, por último, las regiones marginadas, en las cuales se
incluyen una parte de los países latinoamericanos menos desarrollados, los países del Acuerdo de
Lomé y varias islas del Pacífico.

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La dimensión nacional
En tercer y último lugar, a continuación de los espacios globalizados y las macro-
regionalizaciones, tenemos los espacios nacionales, es decir, los lugares donde se sigue ejerciendo
un poder político y jurídico explícito y donde se reproducen las relaciones sociales. El Estado
conserva su relación política: sigue siendo el lugar por excelencia donde se constituye, reproduce y
transforma el "bloque en el poder", se organiza y expresa la sociedad, se corrigen las disfunciones
económicas y sociales y se estimula el capitalismo, aun cuando sea bajo una lógica transnacional.
En una economía globalizada, el Estado sufre una transformación radical. La
transnacionalización ha reducido sensiblemente la soberanía del Estado en el control
macroeconómico. Pero, de otra parte, el Estado se ha convertido en un vínculo que une al respectivo
país con la economía mundializada y actúa como agente de este proceso.
Una consecuencia que estos procesos de globalización han tenido para los países en
desarrollo es que han aumentado la vulnerabilidad del Estado.
Asistimos, por lo tanto, a un doble desbordamiento del Estado- nación. De una parte, el
espacio nacional se ha transnacionalizado para convertirse en una esfera de acción y competencia de
los grupos económicos transnacionales. De otra parte, el Estado-nación ha sido rebasado hacia
adentro "o sea hacia la articulación de las políticas públicas y privadas en los mercados regionales a
fin de generar procesos productivos específicos que puedan ligarse directamente con el mercado
mundial y para maximizar la eficiencia de las inversiones públicas y privadas".
Por último, el Estado ha comenzado a perder su legitimidad en tanto que lugar de
identificación de consensos y de solidaridad funcional entre clases sociales
Todas estas transformaciones que apuntan a una relativa "automatización" de las
relaciones internacionales en relación con las actividades de los Estados no significan, empero, que
los Estados hayan dejado de ser los actores por excelencia en los circuitos externos. Siguen siendo
agentes importantes, pero su naturaleza, interna y externa, está siendo objeto de grandes
alteraciones y sus anteriores actividades son competidas por parte de los actores y unidades
transnacionales. El sur en el nuevo sistema mundial
Ante estas profundas transformaciones, ¿cuál es el lugar de los países en desarrollo en este
nuevo sistema mundial? Desde un punto de vista global, el fin de la Guerra Fría se ha traducido en
una pérdida de significación de estos países. En la época anterior, el antagonismo entre las dos
grandes potencias se diseminó por todo el planeta convirtiendo al Tercer Mundo en un escenario
predilecto de competición entre los dos sistemas. La importancia estratégica que el Sur tenia para
las superpotencias se convirtió en una garantía para la afluencia constante de recursos económicos,
financieros, políticos y militares. Por consiguiente, al desaparecer la Guerra Fría los países del Sur
perdieron su importancia estratégica y se restringieron los recursos provenientes del Norte.

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Quienes más duramente resintieron esta nueva realidad fueron los países en desarrollo que
gravitaban en torno de la órbita geopolítica de Moscú, por cuanto tuvieron que realizar una drástica
modificación de sus políticas para readaptarse a la economía y política mundiales, dominada por las
grandes naciones industrializadas de occidente y acceder a condiciones impuestas por
los organismo financieros multilaterales para relanzar sus maltrechas economías.
Además del menoscabo de su significación estratégica, se observa también una clara
transformación delas relaciones Norte-Sur en favor del primero. Los países del primer grupo gozan
de un mayor poder negociador frente al Sur.
Por último, cabe recordar que como lo señalábamos anteriormente los países en desarrollo,
con la obvia excepción de los Nuevos Países Industrializados, no representan un
importante interés estratégico a nivel comercial ni financiero para los tres polos económicos y
financieros mundiales.
La desagregación de los espacios mundiales, los disímiles ritmos de interacción de estos
espacios en la economía mundial y la extrema diferenciación económica de estos países ha
introducido una excesiva desigualdad entre los países Tercer Mundo y ha destruido la validez
argumentativa de las nociones con las que anteriormente se dividía el mundo, tales como "centro" y
"periferia", "primero, segundo y tercer mundo"
 HELLER, Agnes y FEHER, Ferenc. De Yalta a la glasnost. Madrid, Pablo
Iglesias, 1992.
“La Primavera de Praga en la tipología de las revueltas por la emancipación”
I En la Europa del Este postestalinista pueden distinguirse cuatro tipos principales de
conflictividad social. El primer tipo, caracterizado especialmente por episodios de rebelión causada
por la escasez, ha tenido como causas un período de reajustes insoportables de la productividad en
las fábricas o una reforma social. Son abrumadoramente espontáneos. En ocasiones adoptan formas
violentas, como en Berlín y Poznan, donde el conflicto se resolvió en barricadas, pero no son
revolucionarios. Después de un breve período de transición, el levantamiento de Berlín condujo a
un control aún más firme de Ulbricht sobre Alemania Oriental.
El segundo topo está representado por un hecho singular: la revolución húngara de 1956 que
fue radical y total, cuestionó y finalmente rechazó al sistema comunista de partido único. La
revolución destruyó ese sistema. Precisamente por su inflexible radicalismo, la revolución húngara
no se convirtió ni podía convertirse en un paradigma de acción para otras naciones de la región. Fue
una especie de revolución antiautoritaria.
El tercer tipo fue el intento de reforma estructural que se acometió en Checoslovaquia. Las
peculiaridades de estos hechos se examinarán en detalle más adelante, por lo que aquí solo
señalaremos su presencia en nuestra tipología

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En el cuarto tipo, ilustrado por los acontecimientos de la Polonia contemporánea,
observamos la culminación de una década de luchas sociales caracterizadas por batallas
desesperadas y a veces sangrientas entre el Estado y las grandes masas, en su mayor parte
industriales, de asalariados del Estado.
Al definir los hechos de Polonia como una rebelión de la sociedad civil contra el Estado.
Podemos señalar la simbiosis antagónica de un población amotinada, por una parte, y un Estado
totalitario a la defensiva pero reivindicando firmemente su derecho a gobernar, por otra. En
cualquier momento puede inclinarse hacia un polo u otra causa de un movimiento aleatorio d uno de
los dos antagonistas. Esto genera un clima de incertidumbre en la totalidad de la vida social, donde
a los arrebatos de esperanza les siguen profundas depresiones.
La verdad era sin embargo que en aquel momento la población carecía de la esperanza y por
tanto, de la audacia necesarias para ir más allá.
Esta extraña simbiosis, en la que ambas partes esperaban que ocurriera un milagro social, no
incluía los elementos específicos de la opción checoslovaca, es decir, no albergaba ilusiones de
reformas en y por el partido
II Los tipos segundo, tercero y cuarto poseen tres características comunes
En primer lugar, todos estuvieron precedidos por crisis económicas que aunque de
naturaleza diferente, afectaron a la base del poder de sus respectivas sociedades.
En segundo lugar tanto a nivel político como a nivel económico, las raíces de estos hechos
pueden encontrarse en una época muy anterior a su espectacular erupción. Los tres países
estuvieron precedidos por prolongadas crisis sociales durante las cuales muchos actores sociales
intentaron influir y erosionaron la base del poder de sus respectivos regímenes en un grado
importante aunque variable.
Por último, todos compartieron un peculiar ritmo común. Tras un largo período de apatía,
durante el cual una cohorte numéricamente débil de militantes parecían excéntricos en lugar de
acciones sociales.
Debemos ahora ocuparnos de sus diferencias y rasgos opuestos.
Por un lado están Checoslovaquia y Hungría, por otro Polonia. Los primeros, de corta
duración, fueron iniciados y consumados por comunistas reformistas y de la oposición,
pertenecientes a diversos niveles de la jerarquía social; en otras palabras, por intelectuales sin poder
y funcionarios bien situados. En cambio, después de que el régimen de Gomulka traicionase sus
promesas en el 56, el movimiento polaco a partir de mediados de la década de 1960 dejó de albergar
ilusiones comunistas reformistas. La última expresión de autocrítica comunista en el proceso de
radicalización polaco, la carta abierta de Kuron y Modzelewski a los miembros del PC polaco,
preconizaba un levantamiento dentro del espíritu del socialismo contra la nueva clase.

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Otra característica que distingue los movimientos de Hungría y Checoslovaquia del proceso
polaco puede encontrarse en el contexto de los acontecimientos internacionales. La radicalización
de Checoslovaquia y Hungría tuvo lugar ante un cambio de dirección en la URSS. En el caso de
Hungría este cambio señaló una espectacular crisis en el vacío de poder postestalinista.
A modo de contraste en Polonia que padecía el conservadurismo de Breznev, la década del
70 pareció ofrecer únicamente la oscuridad impenetrable de una inmovilidad social osificada. El
gran logro de los trabajadores y los intelectuales radicales polacos fue encontrar el aguante, el valor
y los métodos para llegar a la arrolladora victoria de agosto del 80 y provocar con ella una crisis de
legitimidad del régimen, sin desencadenar la intervención soviética.
Por otro lado hay un criterio de comparación concreto que nos permite diferenciar las
luchas: la conciencia desarrollada históricamente de los peligros inherentes a una acción radical.
Nacidos después de los hechos del 56 en Hungría, los movimientos de Checoslovaquia y Polonia
pudieron asimilar algunas lecciones de Hungría. Dos de ellas son notables, la primera consistió en
comprender que la URSS intervendría con toda probabilidad si las dictaduras de los partidos
comunistas se veían amenazadas. En segundo lugar, sabían con una certeza razonable que las
potencias occidentales no emprenderían ninguna acción militar de peso para disuadir a los
soviéticos de intervenir.
A pesar de ciertos gesto que retrospectivas podemos calificar de eufóricamente optimistas, la
ingenuidad histórica y progresista del radicalismo húngaro estuvo ausente de las aspiraciones
checoslovacas y polacas.
Lo que sigue siendo indudable es que los dirigentes soviéticos siempre tuvieron la intención
de intervenir en caso de desestabilización en su esfera de influencia, sobre todo si la intervención
era posible sin excesivos costes. Pueden extraerse otras dos conclusiones. Debemos considerar la
irracionalidad e imprevisibilidad generales de la actuación soviética tanto en los asuntos exteriores
como en su política imperial.
Por otra parte, si ocupar los edificios del PC, armar a la población y exigir un sistema
pluripartidista constituye una revolución, los hechos acaecidos en Checoslovaquia en 1968 no
fueron una contrarrevolución, pero aun así se produjo una intervención en este país
En segundo lugar, con independencia de la opinión de los dirigentes soviéticos no hay nada
más nocivo y paralizador para un movimiento de masas que el convencimiento previo de su fracaso.
Este sentimiento puede generar una grandeza trágica.
III Debemos ahora, definir nuestra posición como espectadores
Las noticias sobre Checoslovaquia en el 68 generaron una inmensa sensación de alivio en
Hungría, especialmente cuando las reformas anunciadas en enero de 1968 se convirtieron en la
política oficial del PC Checoslovaco. Esta sensación de alivio afectó a tres dirigentes diferentes: los

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dirigentes kadaristas, que apreciaban la idea de una reforma económica (aunque cuando cayó
Jruschov se sintieron aislados).
Aunque por razones distintas, la inteligentsia y los tecnócratas compartieron el optimismo
kadarista en las primeras semanas de las reformas de Checoslovaquia. Aunque siempre conservaron
sus recelos a veces incluso su odio, hacia el régimen creado por Kruschov y Kadar, y aunque
exhibieron grados variables de escepticismo, la mayoría de los intelectuales admitieron no obstante
la posibilidad de colaboración con las aspiraciones reformistas de Kadar, siguiendo el modelo
Checoslovaco.
El tercer grupo estaba formado por la tecnocracia no ideológica, es decir intelectuales y
directivos tecnológicos, se adhirieron a la alianza pro-dubcekista. Puesto que carecían de poder
político autónomo su única opción era negociar con la burocracia del partido.
Los tres grupos de actores húngaros cada uno con sus propios objetivos, tenían expectativas
muy diferentes en relación con el curso de los acontecimientos de Checoslovaquia. Los dirigentes
kadaristas deseaban una simple duplicación de su propia política.
Los ideólogos quería una “democracia socialista” con fundamentos teóricos. Los
tecnócratas, por su parte, nunca habían visto con excesivo entusiasmo la participación popular en
asuntos que, en su opinión, debían dejarse para los expertos.
La diferencia de expectativas en el seno de esta alianza casual creó necesariamente tensiones
internas que comenzaron a salir a la luz en junio. Cuando llegó la invasión y el gobierno de Dubcek
firmó el humillante “acuerdo de Moscú”, las reacciones de los diversos actores húngaros ofrecieron
drásticas diferencias. Los pragmáticos perdieron la fe en todo cambio. Los dirigentes kadaristas
capitularon aún antes de las órdenes soviéticas. Por lo que respecta a observadores como nosotros,
la reacción fue rápida y tajante.
Después de la derrota y en gran medida después de la auto humillación del reformismo
Checoslovaco, nos sumimos de nuevo en la oscuridad de aquel túnel sin fin en el que vivíamos
antes de enero de 1968, y especialmente a comienzos del 60. Nos sentimos envueltos en una nueva
distopía. Teníamos la sensación de que nada podía ocurrir ya en Europa oriental, y de que el reloj de
la historia se había parado para siempre en nuestra olvidada parte del mundo.
Desde el comienzo del experimento de Dubcek, tuvimos la clara conciencia de que sólo el
espectacular y tajante fracaso del jruschovismo podía polarizar las tendencias del desarrollo social
de Europa del Este. En virtud de la participación de Kadar en el contingente intervencionista,
aunque fuese a título simbólico, la suerte de Checoslovaquia se convirtió también en una
responsabilidad de Hungría.
Hungría quedaba aislada en un medio hostil a todas estas ideas. Sin embargo, algunas
acciones fueron contraproducentes para el kadarismo. En ningún momento creímos que Husak

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pudiera consolidar su control sobre el poder del régimen como había hecho Kadar a comienzos del
60. No queremos que esto se entienda como una sobreestimación romántica de las reservas de la
resistencia en CH ni como una evolución apologética de la actuación de Kadar. En cuanto a los
primero, los estereotipos nacionales generalizados impulsaron el realismo. El contraste entre los dos
regímenes era evidente. Aunque tanto el liderazgo de Kadar como el de Husak fueron creados por
un ejército extranjero de ocupación, el primero nació después de una revolución desesperada y
global. En consecuencia la población húngara estaba resignada a la permanencia del terror Kadar
tenía algo que ofrecer: la mitigación del terror por su régimen.
Pasado a otra serie de contrastes, Husak era sin duda superior a Kadar en el plano personal,
más culto, igual de astuto y poseedor de un historial carcelario incomparablemente las heroico. No
podían ofrecer nada desde el punto de vista político.
Para nosotros, en Hungría, la Primavera de Praga planteó esta pregunta inicial: ¿era viable la
reforma social en los países de Europa del Este a través de la reforma del partido? ¿Además era una
forma razonable de reforzar la sociedad? Obviamente nosotros pensábamos en una solución social
que crease institución es nuevas y más aceptadas en un clima general del contrato social ya fuera
tácito o explícito.
En tres ocasiones se perdió la oportunidad: la primera con Jruschov, la segunda con
Gomulka y la tercera con la Checoslovaquia de Dubcek. El singular carácter de la reforma social
desde arriba del movimiento checoslovaco puede comprenderse considerándolo el penúltimo casi
histórico de reforma social en la Europa del Este, un ejemplo concebido y ejecutado básicamente
con una reforma del partido.
La expresión de estas consideraciones y el descubrimiento del carácter conservador de toda
reforma social que sea esencialmente una reforma del partido fueron sin duda una consecuencia no
buscada en el movimiento checoslovaco en pro de la reforma social.
También en este sentido la situación de Checoslovaquia era excepción y especialmente
instructiva. Hoy vemos que sin la intervención soviética los dirigentes ducekistas habrían llegado en
el mejor de los casos, a otra versión del titoísmo. Esto habría sido muchísimo mejor que el mundo
cínico, opresivo, moral y políticamente repugnante del régimen de Husak, pero no es ciertamente un
ideal que nosotros defenderíamos.
Algunos dicen que si el régimen de Dubcek continuaba se habría llegado a un consenso para
implantar un sistema pluripartidista. El autor piensa que el carácter excepcional de la Primavera
lleva a la conclusión opuesta. Si la iniciativa popular apareció en Checoslovaquia manifiestamente
al final de la era de Dubcek y no antes, es una prueba de la incompatibilidad mutua entre la tutela
de un partido liberal-reformista y la emancipación de las masas.

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Llegados a este punto crucial, hay que hacer una matización. Al defender la inutilidad última
de toda reforma social concebida exclusivamente, o incluso básicamente como una reforma del
partido y al emplear la Primavera de Praga como ejemplo más ilustrativo no queremos decir que
fuera superflua. Semejante afirmación sería arrogante y carecería de sentido. Formular eso
supondría arrogarse una posición de inhabilidad con respecto a todos los protagonistas históricos y
la afirmación carecería de sentido en la medida en que equivaldría a hablar de los protagonistas
desde la perspectiva de un capítulo cerrado de la historia.
La Checoslovaquia del 68 todavía tenía derecho a pedir otra oportunidad (como la
República de Weimar o el PC de Francia)
Finalmente acaso no es infundado decir que el lento proceso de la década de 1960 puede
denominarse protoeurocomunista, es decir, una actitud caracterizada por la recuperación de su
conciencia y su sentido de la responsabilidad en relación al estalinismo, etc. Estos factores
constituyen un poderoso argumento a posteriori a favor del comunismo Checoslovaco y su voto de
confianza.
Pero en ciertas coyunturas históricas, los movimientos son como los individuos: cuando no
están dispuestos a sufrir un proceso radical de reaprendizaje, tiende a repetir los errores fatales del
pasado.
El derrotismo de los dirigentes checos fue un estímulo directo para el Buró Político
Soviético. Plenamente conscientes de la decisión de los checos y de su determinación de no
responder a la fuerza con la fuerza, el Buró sopesó las ventajas frente a una desventajas muy
limitadas, en su mayor parte en forma de aireados editoriales.
El año de 1948 brindó una oportunidad inicial, cuando un país tras otro cayó bajo un poder
totalitario en un ejemplo clásico de la teoría del dominó político. Pero los partidos liberales y
democráticos nacionales que podían haber participado en una acción sincronizada en aquel
momento no estaban preparados política e ideológicamente para representar ese papel.
La segunda oportunidad se presentó unos meses después, con la excomunión de los
yugoslavos. La tercera en 1956 para naciones enteras, produjo al menos algunos elementos de
acción solidaria.
En agosto del 68 se planteó una situación excepcional que no solo ofrecía la posibilidad de
actos de solidaridad, sino que los exigía. Pero sin embargo, esta solidaridad no llegó, al menos no
de una forma políticamente eficaz.
Los dirigentes soviéticos posteriores no especialmente versados en los clásicos, consiguieron
aprender no obstante tres palabras latinas que fueron la clave de su dominación en Europa de Este:
divide et impera. Y las fuerzas de un movimiento de oposición deben tener presentes, siempre que
otro país de la zona muestre turbulencia, otros tres vocablos latinos: tua res agitur.

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 Castells: “La era de la información”. Capítulo 1: “La revolución de la
tecnología de la información.
Por tecnología entiendo, en continuidad con Harvey Brooks y Daniel Bell, “el uso
del conocimiento científico para especificar modos de hacer cosas de una manera reproducible
4. Entre las tecnologías de la información incluyo, como todo el mundo, el conjunto convergente de
tecnologías de la microelectrónica, la informática (máquinas y software), las
telecomunicaciones/televisión/radio y la optoelectrónica
La exageración profética y la manipulación ideológica que caracterizan a la mayoría de los
discursos sobre la revolución de la tecnología de la información no deben llevamos a
menospreciar su verdadero significado fundamental.
Lo que caracteriza a la revolución tecnológica actual no es el carácter central del
conocimiento y la información, sino la aplicación de ese conocimiento e información a
aparatos de generación de conocimiento y procesamiento de la información/comunicación, en
un círculo de retroalimentación acumulativo entre la innovación y sus usos 14. Un ejemplo
puede clarificar este análisis. Los empleos de las nuevas tecnologías de las
telecomunicaciones en las dos últimas décadas han pasado por tres etapas diferenciadas:
automatización de las tareas, experimentación de los usos y reconfiguración de las aplicaciones
15. En las dos primeras etapas, la innovación tecnológica progresó mediante el aprendizaje por
el uso, según la terminología de Rosenberg 16. En la tercera etapa, los usuarios aprendieron
tecnología creándola y acabaron reconfigurando las redes y encontrando nuevas aplicaciones. la
difusión de la tecnología amplifica infinitamente su poder al apropiársela y redefinirla sus
usuarios.
Las nuevas tecnologías de la información no son sólo herramientas que aplicar, sino
procesos que desarrollar. Los usuarios y los creadores pueden ser los mismos. De este modo, los
usuarios pueden tomar el control de la tecnología, como en el caso de Internet.
Las nuevas tecnologías de la información se han extendido por el globo a una velocidad
vertiginosa en menos de dos décadas, de mediados de la década de 1970 a mediados de la de
1990, exhibiendo una lógica que propongo como característica de esta revolución tecnológica:
la aplicación inmediata para su propio desarrollo de las tecnologías que genera, enlazando el
mundo mediante la tecnología de la información.
Aunque pueden encontrarse precedentes científicos e industriales de las tecnologías de
la información basadas en la electrónica unas décadas antes de 1940 fue durante la Segunda
Guerra Mundial y el periodo subsiguiente cuando tuvieron lugar los principales avances
tecnológicos en la electrónica: el primer ordenador programable y el transistor, fuente de la

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microelectrónica, el verdadero núcleo de la revolución de la tecnología de la información en el siglo
XX. No obstante, hasta la década de los setenta
No se difundieron ampliamente las tecnologías de la información.
El transistor, inventado en 1947 en los Laboratorios Bell de Murray Hill (Nueva
Jersey) por tres físicos, Bardeen, Brattain y Shockley (ganadores del Premio Nobel por este
descubrimiento), hizo posible procesar los impulsos eléctricos a un ritmo más rápido
No obstante, el paso decisivo en la microelectrónica se había dado en 1957: el circuito
integrado fue coinventado por Jack Kilby, ingeniero de Texas Instruments (que la patentó) y
Bob Noyce, uno de los creadores de Fairchild. Pero fue Noyce quien los fabricó primero,
utilizando el proceso planar. Desató una explosión tecnológica.
El salto gigante hacia adelante en la difusión de la microelectrónica en todas las
máquinas llegó en 1971 con la invención efectuada por un ingeniero de Intel, Ted Hoff
(también en Silicon Valley), del microprocesador, esto es, el ordenador en un chip. De este
modo, la capacidad de procesar información podía instalarse en todas partes.
A mediados de la década de 1990, las valoraciones técnicas todavía otorgaban diez o
veinte años de buena vida a los circuitos basados en el silicio, si bien se había acometido la
investigación sobre materiales alternativos. El grado de integración ha progresado a pasos
agigantados en las dos últimas décadas. Aunque los detalles técnicos no tienen cabida en este
libro, resulta importante desde el punto de vista analítico indicar la velocidad y extensión del
cambio tecnológico.
La microelectrónica cambió todo esto al introducir una “revolución dentro de la
revolución”. El advenimiento del microprocesador en 1971, con la capacidad de colocar un
ordenador en un chip, cambió de arriba abajo el mundo de la electrónica y, en realidad, el mundo.
En los últimos veinte años del siglo XX, el aumento de la potencia de los chips tuvo
como resultado un espectacular incremento de la potencia de los microordenadores. A comienzos
de los años noventa, microordenadores basados en un único chip tenían la misma capacidad de
procesamiento de IBM sólo cinco años antes.
Las telecomunicaciones también han sufrido la revolución producida por la combinación de
las tecnologías de “nodo” (conmutadores y selectores de rutas electrónicos) y los nuevos
enlaces (tecnologías de la transmisión).
La creación y el desarrollo de Internet en las tres últimas décadas del siglo xx se derivó de
una combinación única de estrategia militar, cooperación de grandes proyectos científicos, espíritu
empresarial tecnológico e innovación contracultural
A finales de los años noventa, el poder de comunicación de Internet, junto con nuevos
desarrollos en telecomunicaciones e informática, indujo otro cambio tecnológico de primer

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orden: el paso de los microordenadores y los superordenadores descentralizados e independientes
a un sistema informático ubicuo a través de dispositivos interconectados de procesamiento de
información en múltiples formatos.
Aunque la biotecnología podría remontarse a la tablilla de Babilonia del año 6000 a.C.
sobre la fermentación de la cerveza, y la revolución en microbiología al descubrimiento
científico de la estructura básica de la vida, la doble hélice del ADN por Francis Crick y James
Watson en la universidad de Cambridge en 1953, hasta comienzos de los años setenta la división de
los genes y la recombinación del ADN, el fundamento tecnológico de la ingeniería genética,
no hicieron posible la aplicación de conocimiento acumulativo.
Sin embargo, a finales de los ochenta y en los noventa un importante avance
científico y una nueva generación de intrépidos empresarios científicos revitalizaron la
biotecnología, centrándose de forma decisiva en la ingeniería genética, la tecnología
auténticamente revolucionaria de ese campo.
El desarrollo de la ingeniería genética abre la posibilidad de actuar sobre los genes, lo que
hará a la humanidad capaz no sólo de controlar ciertas enfermedades, sino de identificar las
predisposiciones biológicas e intervenir en tales predisposiciones, modificando potencialmente el
destino gen ético. En los años noventa, los científicos podían identificar defectos concretos
en genes humanos específicos como origen de diversas enfermedades.
Si la primera revolución industrial fue británica, la primera revolución de la tecnología de
la información fue estadounidense, con una inclinación californiana. En ambos casos,
científicos e industriales de otros países desempeñaron un papel importante, tanto en el
descubrimiento como en la difusión de las nuevas tecnologías. Francia y Alemania fueron fuentes
clave de talento y aplicaciones en la revolución industrial. Los descubrimientos científicos
originados en Inglaterra, Francia, Alemania e Italia pusieron las bases de las nuevas tecnologías de
la electrónica y la biología. El ingenio de las compañías japonesas fue decisivo para la mejora
de los procesos de fabricación en la electrónica y en la penetración de las tecnologías de la
información en la vida cotidiana de todo el mundo, mediante un aluvión de productos innovadores,
de los vídeos y faxes a los videojuegos.
En efecto, desde los comienzos de la década de 1970, la innovación tecnológica se ha
dirigido esencialmente al mercado; y los innovadores, aunque aún suelen ser empleados de
las principales compañías, sobre todo en Japón y Europa, continúan estableciendo sus
propias empresas en los Estados Unidos y, cada vez más, a lo largo del mundo. Ello
provoca la aceleración de la innovación tecnológica y la difusión más rápida de esa innovación,
ya que las mentes creadoras, llevadas por la pasión y la codicia, escudriñan constantemente la
industria en busca de nichos de mercado en productos y procesos. En efecto, es por esta interfaz

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de programas de macroinvestigación y grandes mercados desarrollados por el Estado, por una
parte, y la innovación descentralizada estimulada por una cultura de creatividad tecnológica y
modelos de rápido éxito personal, por la otra, por lo que las nuevas tecnologías de la
información llegaron a florecer. Al hacerlo, agruparon a su alrededor redes de empresas,
organizaciones e instituciones para formar un nuevo paradigma socio-técnico.
Capítulo II: “La nueva economía: informacionalismo, globalización e interconexión en
red”
En el último cuarto del siglo XX surgió una nueva economía a escala mundial. La
denomino informacional, global y conectada en redes para identificar sus rasgos fundamentales
y distintivos, y para destacar que están entrelazados. Es informacional porque la productividad y
competitividad de las unidades o agentes de esta economía (ya sean empresas, regiones o naciones)
dependen fundamentalmente de su capacidad para generar, procesar y aplicar con eficacia la
información basada en el conocimiento. Es global porque la producción, el consumo y la
circulación, así como sus componentes (capital, mano de obra, materias primas, gestión,
información, tecnología, mercados), están organizados a escala global, bien de forma directa, bien
mediante una red de vínculos entre los agentes económicos.
Los historiadores económicos han expuesto el papel fundamental que ha desempeñado
la tecnología en el crecimiento económico, vía el aumento de la productividad, a lo largo de la
historia y en especial en la era industrial 13. La hipótesis sobre el papel crucial de la tecnología
como fuente de la productividad en las economías avanzadas parece ser capaz de abarcar
también buena parte de la pasada experiencia de crecimiento económico, transcendiendo diferentes
tradiciones intelectuales de la teoría económica. Así pues, a largo plazo 18 (dejando de lado por el
momento el análisis de las tendencias a finales de los noventa), hubo un aumento de la
productividad.
Constante y moderado, con algunos retrocesos, en el periodo de formación de la economía
industrial entre finales del siglo XIX y la Segunda Guerra Mundial; una aceleración de la
productividad en el periodo de madurez del industrialismo (1950-1973); y una disminución en el
periodo 1973-1993, a pesar del importante aumento de insumos tecnológicos y de la aceleración del
ritmo del cambio tecnológico. Por lo tanto, por una parte, debemos extender el argumento del
papel central de la tecnología en el crecimiento económico a periodos históricos pasados, al menos
en lo que respecta a las
Economías occidentales de la era industrial.
Si fechamos el surgimiento del nuevo paradigma tecnológico a mediados de los años setenta
y su consolidación en los años noventa, parece que la sociedad en su conjunto, las firmas
comerciales, las instituciones, las organizaciones y la gente apenas tuvieron tiempo para procesar

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el cambio tecnológico y decidir sus usos. Como resultado, el nuevo sistema tecnoeconómico
aún no caracterizaba a economías nacionales enteras en las décadas de 1970 y 1980 y no
pudo reflejarse en una medida tan sintética y agregada como la tasa de aumento de la productividad
del conjunto de la economía hasta los años noventa.
Las empresas y naciones (o entidades económicas de distinto tipo, como las regiones
de la Unión Europea) son los agentes reales del crecimiento económico. No buscan la tecnología
por sí misma o por el aumento de la productividad en beneficio de la humanidad. Actúan en un
contexto histórico dado, dentro de las reglas de un sistema económico (capitalismo
informacional, como propuse antes), que en última instancia recompensará o sancionará su
conducta.
Así, las empresas no son motivadas por la productividad, sino por la rentabilidad y
el aumento del valor de sus acciones. Para ello, la productividad y la tecnología pueden ser
medios importantes, pero sin duda no los únicos. y las instituciones políticas, moldeadas por un
conjunto más amplio de valores e intereses, se orientarán, en el ámbito económico, hacia la
maximización de la competitividad de sus economías constituyentes. La rentabilidad y la
competitividad son los determinantes reales de la innovación tecnológica y del crecimiento de la
productividad.
Es en su dinámica histórica y concreta donde podemos encontrar las pistas para comprender
los caprichos de la productividad.
Para abrir nuevos mercados, vinculando en una red global a los segmentos valiosos del
mercado de cada país, el capital requiere una extremada movilidad y las empresas necesitan
incrementar espectacularmente sus capacidades de comunicación. La desregulación de los
mercados y las nuevas tecnologías de la información, en estrecha interrelación, proporcionan
esas condiciones 41. Los primeros y más directos beneficiarios de esta reestructuración
fueron los mismos actores de la transformación tecnoeconómica: las empresas de alta
tecnología y las sociedades financieras. La integración global de los mercados financieros
desde comienzos de la década de 1980, posibilitada por las nuevas tecnologías de la
información, tuvo un impacto espectacular en la disociación de los flujos de capital de las
economías nacionales.
El lento movimiento de la productividad en las economías nacionales tomadas en su
conjunto puede esconder tendencias contradictorias de aumento de la productividad fulminante en
industrias sobresalientes, declive de las empresas obsoletas y persistencia de las actividades
de servicios de baja productividad. Además, este sector dinámico constituido en tomo a
empresas altamente rentables se globaliza cada vez más cruzando fronteras y cada vez tiene menos

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sentido calcular la productividad de las “economías nacionales” o las industrias definidas dentro
de los límites nacionales.
Aunque la parte mayor del PIB y el empleo de la mayoría de los países continúa
dependiendo de actividades cuyo objetivo es la economía interna y no el mercado global, es en
realidad la competencia en estos mercados globales, tanto en industria como en finanzas,
telecomunicaciones u ocio, la que determina la parte de la riqueza que se apropian las
empresas y, en última instancia, la gente de cada país 45. Por ello, junto con la búsqueda de
rentabilidad como motivación impulsora de la empresa, la economía informacional también se
ve determinada por el interés de las instituciones políticas en fomentar la competitividad de
aquellas economías que deben representar.
La economía informacional es un sistema socioeconómico distintivo en relación con la
economía industrial, pero no debido a que se difieran en la fuente para aumentar su productividad.
En ambos casos, el conocimiento y el procesamiento de la información son elementos
cruciales del crecimiento económico, como puede ilustrarse con la historia de la industria
química, basada en la ciencia 50 o por la revolución de la gestión que creó el fordismo 51. Lo
que es distintivo es la realización final del potencial de productividad contenido en la economía
industrial madura debido al cambio hacia un paradigma tecnológico basado en las
tecnologías de la información.
No obstante, al mismo tiempo hubo una destrucción creativa en grandes segmentos de la
economía, afectando también de forma desproporcionada a determinadas empresas, sectores,
regiones y países. El resultado neto en el primer estadio de la revolución informacional tuvo así
sus pros y sus contras para el progreso económico. Además, la generalización de la producción
y gestión basada en el conocimiento a todo el ámbito de los procesos económicos a escala global
requiere unas transformaciones sociales, culturales e institucionales fundamentales que, si se
tiene en cuenta el registro histórico
De otras revoluciones tecnológicas, llevará algún tiempo.
 Rapoport y Brenta: “La crisis mundial de 2007 y 2010”
Promediando la década del 90 como la economía basada en la producción seguía sin brindar
las ganancias que requería el k, este se volcó aún más a la especulación. Los productos derivados
tienen origen en gran medida a la privatización de operaciones que antes estaban a cargo de los
estados nacionales como los riesgos de cambio o los contratos a futuro de determinados
commodities. La apuesta se realizaba sobre el precio a futuro o sobre su opción de compra o venta
Estas operatorias se produjeron en el marco de una creciente liberación de los mercados ante
la creencia en su supuesta autorregulación y eficiencia. Se trata de un largo proceso iniciado en la

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década de 1970 que implico la paulatina supresión de las intervenciones regulatorias de las
autoridades.
Una maniobra usada para lograr rápidas y riesgosas ganancias es el apalancamiento que
funciono en diversas burbujas especulativas. Este mecanismo permite a un operador (empresa,
institución financiera o unidad familiar) obtener rentabilidades elevadas a partir de un k inicial
limitado, movilizando no solo su propio dinero sino sumas prestadas para lanzar operaciones de alto
riesgo con un beneficio muy superior a la tasa de interés exigida por los prestamistas. De ese modo
se amplían las ganancias potenciales de una inversión pero también se incrementan sus pérdidas si
el apalancamiento fracasa.
Verificando también la dirección de causalidad propuesta por Arrighi, los estudiosos anotan
en el capítulo iii, al examinar las crisis del centro, que después de la quiebra de la bolsa de 1987 y la
crisis de las cajas de ahorro y préstamos de 1989, puesto que “la economía basada en la producción
seguía sin brindar las ganancias que requería el capital, este se volcó aún más a la especulación”.
No obstante –y aunque reconocen que “la historia indica que los imperios no duran para siempre”,
así como la naturaleza crítica de la situación por la cual pasa Estados Unidos– Rapoport y Brenta
piensan que lo que muestra la crisis desatada en 2007 es el fracaso y fin de la etapa de la
globalización neoliberal, en tanto que la declinación se avizora a largo plazo, siendo lo más
probable la perpetración de un nuevo “reparto” imperial.
El aumento de la riqueza a través de la valorización financiera tuvo mucho de ficticio y
generó en paralelo un aumento del endeudamiento y de la carga por pago de intereses y gastos
relacionados con el financiamiento del consumo y de la vivienda, al tiempo que los salarios
individuales e ingresos familiares cayeron en picada
Recién a partir de 1992, con la “nueva economía” del conocimiento, se retomó la senda de
crecimiento en el marco de una ola especulativa. En este periodo las crisis no fueron globales sino
geográficas o sectoriales: afectaron a algunas ramas de la producción más que a otras mientras se
expandían la informática, el sector financiero y las comunicaciones. A su vez, en ciertas regiones,
como en la Unión Europea, las tasas de crecimiento cayeron sensiblemente; mientras en países
emergentes, como China, el crecimiento, ya vigoroso, se intensificó entrando al nuevo siglo y en
Japón se vivía una larga fase de estancamiento. Finalmente, la recuperación de la economía
norteamericana en 2002-2006 basada en la burbuja de las viviendas, la baja de las tasas de interés,
el endeudamiento público y privado y los gastos militares, se detuvo en forma abrupta con la crisis
de las subprime en 2007.12 Una crisis que se expandió rápidamente en el mundo afectando en
particular a Europa.

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Crisis subprime 2007
Después de la prosperidad de la segunda mitad de los años noventa, con el nuevo siglo, los
problemas económicos retornaron a la potencia del norte. Aun antes del atentado a las torres
gemelas comenzaron a quebrar varios fondos de inversión y empresas puntocom y de servicios con
acciones sobrevaloradas en la bolsa o directamente vaciadas por sus dueños, como Enron o
WorldCom
Mientras tanto la dicotomía entre la economía financiera y la real se profundizaba. En esta
última primaba una estructura oligopólica de grandes empresas multinacionales que encontraba sus
límites en una demanda declinante, pero los mercados de valores bursátiles parecían no tener techo.
La espiral de burbujas especulativas generadas con productos financieros cada vez más sofisticados
y riesgosos, capturaba enormes masas de capitales en busca de maximizar su rentabilidad. Sin
embargo, los excedentes financieros provenían de una distribución del ingreso cada vez más
regresiva a nivel mundial.
La crisis de las subprime que estalló en el primer semestre de 2007, resultó así la gota que
rebalsó el vaso, porque no constituyó una crisis financiera más ni involucró principalmente a
acciones de empresas o bonos gubernamentales. Se trató de hipotecas inmobiliarias de alto riesgo
basadas en préstamos a individuos que no calificaban para los tipos de interés del mercado debido a
su pobre historia crediticia. Esas hipotecas se incorporaron luego a sofisticados productos
financieros vinculados directamente a la economía real a través de los propietarios insolventes de
inmuebles que no podían afrontar sus compromisos financieros. Con la crisis, los bancos quisieron
recuperar sus acreencias y esos deudores se quedaron sin techo, mientras los inmuebles se
desvalorizaron y hundieron al sistema bancario, al mercado inmobiliario, y a la industria de la
construcción y sus cadenas productivas. El sobreendeudamiento crediticio acompañó la
sobreproducción de viviendas, pero también afectó a todo tipo de artículos de consumo. Algo
parecido sucedió en Europa.
Tiene origen en la década del 70. La financiarización se produjo de la mano del menor
crecimiento económico de USA que dio lugar a una expansión sin igual del endeudamiento público
y privado y a la búsqueda de beneficios especulativos por parte de inversores particulares e
institucionales.
Desde que el gobierno de USA abandono la relación dólar con el oro, el nuevo patrón dólar
le permitió obtener un doble estándar, drenar recursos de otros países sin reciprocidad alguna,
gobernando financieramente a l mundo a través de su posición de deudor y no de acreedor. Desde
los años ’70, sin embargo, el mundo comenzó a ser escenario de una serie de crisis sucesivas que
afectaron a varias naciones y zonas geográficas, alternadas con etapas más cortas de crecimiento

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según los países. En términos generales, los períodos de auge o de recuperación de la economía de
Estados Unidos coincidieron con crisis profundas en la periferia y viceversa.
Igual que en 1929, en la década de 1970 la crisis expresaba la debilidad de la moneda clave
–antes, la libra; hoy, el dólar– la baja de la rentabilidad empresarial, la disminución de las tasas de
crecimiento del PIB y otros desequilibrios en las economías centrales. Pero, también, el conflicto
acerca de la distribución del producto mundial entre los países exportadores de materias primas y
las potencias industriales. La estanflación resultó su modo de manifestarse, mientras que su
resolución consistió en procurar el desmantelamiento del Estado de Bienestar construido en la
posguerra, a manos de los gobiernos neoconservadores y las políticas neoliberales de los ochenta y
noventa. Sus consecuencias se prolongaron hasta nuestros días, con la caída de las tasas promedio
de crecimiento mundial, concentración de los ingresos y sucesivas crisis en diferentes partes del
mundo. La financiarización de la economía mundial abrevó su fuente en mecanismos creados en
esos años (Le Monde, 1996).
La crisis de 2007-2010 corona la inestabilidad de los últimos cuarenta años, pero, a la vez,
es un resultado de ella, y por eso puede ser temible. En su origen y evolución juegan la hipertrofia
de los mercados financieros y su desregulación, reflejada en las quiebras inmobiliaria y bancaria; el
sobreendeudamiento y la sobreproducción de bienes; las crecientes desigualdades de ingresos y la
fragilidad del sistema monetario internacional.
La conclusión principal que surge de ese panorama geopolítico y económico no pareciera
ser, sin embargo, la definitiva decadencia del gigante americano, sino un mundo más multipolar
aunque lleno de incertidumbres. La UE, sufre la recesión, carece de un gobierno central y su peso
estratégico y militar es escaso. Además, la profundización de la crisis en algunos países de la
eurozona pone en peligro la estabilidad del euro, por ahora la principal divisa rival del dólar.
Septiembre de 2008 marca el momento en el que l crisis ingresa en una nueva fase. Luego
del estallido de la burbuja inmobiliaria que comenzó a afectar a diversas entidades bancarias, le
siguió el derrumbe de los principales bancos de inversión, la parálisis de mercados financieros y las
caídas generalizadas en las bolsas de valores. La reserva federal inyecta fondos en entidades
hipotecarias, pero deciden dejar que se hunda la Lehman Brothers con el objeto de disciplinar el
mercado, lo cual provoca efecto contrario y la crisis se profundiza.
La economía norteamericana acumuló obligaciones externas que a fines de 2009 convertía al
país en el mayor deudor planetario; con un monto equivalente a casi todo su producto bruto, a siete
años de exportación de sus bienes y servicios y a algo más de la quinta parte del producto bruto
mundial. ¿Cómo pudo Estados Unidos sostener ese nivel de endeudamiento? La respuesta es
simple: a partir del ahorro acumulado en gran parte del globo, principalmente en los países en
desarrollo. Como señala Michel Hudson desde que el gobierno estadounidense abandonó la relación

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del dólar con el oro, el nuevo patrón dólar le permitió obtener un doble estándar: drenar recursos de
otros países sin reciprocidad, gobernando financieramente al mundo a través de su posición de
deudora, no de acreedora “[…] las deudas en dólares han reemplazado al oro como respaldo de las
reservas de los bancos centrales y, hasta aquí, para la oferta de crédito mundial […] Ninguna nación
antes ha sido capaz de invertir las reglas clásicas de las finanzas internacionales. […]” EEUU ha
convencido al resto del mundo “a reorientar sus economías para facilitar la evolución
estadounidense de acreedora en deudora.
De ese modo, como emisor de la divisa utilizada en las transacciones internacionales, los
Estados Unidos pueden incurrir de manera persistente en déficits externos sin necesidad de
endeudarse en otra moneda más que la propia, como deben hacerlo las demás economías del mundo
Crisis europea
Con el Tratado de Maastricht, en febrero de 1992, que creó la Unión Europea (UE) se inició
el camino hacia la unión monetaria cuyo objetivo, explícitamente antiinflacionario, impuso duras
condiciones a quienes se incorporasen a él.27 En ese marco, se fue imponiendo paulatinamente un
rumbo de cuño neoliberal, que supuso el retiro paulatino del Estado benefactor, una tendencia
regresiva en la redistribución de los ingresos, una menor presión tributaria directa acompañada por
una carga impositiva más alta a los consumidores y, en muchos casos, la privatización de empresas
de servicios públicos. Varios países -Suecia, Gran Bretaña y Dinamarca- se habían ya excluido de la
unión monetaria mientras que para los otros comenzó una dura etapa de ajuste, pues la
“calificación” para ingresar como miembros los obligaba a alinear las tasas de inflación e interés,
lograr un déficit fiscal inferior al 3% del PIB, y tener una deuda pública no mayor al 60% del PIB
En el plano financiero, la creación del euro y la evolución de la economía de la eurozona
sentaron las bases para una acumulación de colocaciones de dinero a tasas superiores que la
rentabilidad de la producción de bienes y servicios. A las ganancias crecientes provocadas por la
distribución regresiva del ingreso y las desgravaciones impositivas se añadían las bajas tasas de
inversión productiva, los recortes presupuestarios de los estados y la proliferación de recursos de los
fondos de pensión. Esto creaba una alta liquidez que se colocaba en los mercados financiero e
inmobiliario. De ese modo la crisis que se inicia en 2007 golpeó con fuerza en Europa advirtiéndose
desde un primer momento, como en Estados Unidos, su involucramiento en el negocio de las
subprime, que afectó tempranamente bancos de la región.
Esa crisis se agudizó en el 2010 en los países más débiles de la eurozona por distintas
razones: España, Grecia, Portugal e Irlanda sufrieron el estallido de burbujas especulativas de
muchos años. Países que parecían paradigmas de los beneficios de la mundialización, de lo que
había que hacer para superar definitivamente el subdesarrollo, ahora se presentan como los “pigs”,
que deben poner a dieta sus excesos del pasado reciente. Por cierto que la crisis en cada una de estas

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naciones presenta un sesgo específico. En el caso de Grecia el proceso de endeudamiento fue sobre
todo del mismo Estado, ayudado por Goldman Sachs, una compañía financiera estadounidense que
ya estuvo involucrada por maniobras parecidas en la lejana crisis de 1930. En el caso de España,
Irlanda y Portugal fueron los agentes privados (empresas y familias) los que más se endeudaron,
pero en todos ellos están al borde del default.
Una responsabilidad mayor en la crisis la tuvo el Banco Central Europeo cuya política de
altas tasas de interés para contener los precios, superiores a las vigentes en otros países como los
Estados Unidos o Japón, provocaron un permanente flujo de capitales externos que generaron una
paulatina revaluación del euro, haciendo perder competitividad a la producción de bienes europeos
y forzando a duros ajustes microeconómicos para compensarla
Se compara hoy la situación del euro con la que existía durante la vigencia de la Ley de
Convertibilidad en la Argentina. La diferencia es que este país pudo devaluar y a los europeos en
dificultades una acción parecida les puede costar más caro porque los obligaría a salir de una zona
protegida (al menos hasta el momento).
Hay quienes afirman que la cualidad de unidad de cuenta del euro tropieza con serias
dificultades en distintas esferas de transacción (alimentación, automóviles e inmobiliario) como
para suplantar en las prácticas cotidianas las anteriores monedas nacionales. No basta con suprimir
la circulación de éstas últimas, es necesario que los usuarios de la nueva moneda adhieran a ella. El
euro no es neutro socialmente ni tampoco es capaz de estabilizar el sistema de precios entre los
países; depende del poder y de las políticas económicas de cada uno de ellos y de la relación entre
los estados y los agentes y grupos sociales internos. Volver a contar con una moneda propia
permitiría ajustar mejor las variables internas y la relación de éstas con las internacionales
La crisis puso en evidencia, sin duda, la fragilidad de una unión monetaria atada con
alfileres: basada en la fortaleza económica de algunos países, en el creciente endeudamiento externo
y déficit fiscal de otros y, sobre todo, en la disparidad de las tasas de inflación, productividad y
crecimiento. Pero el esfuerzo para mantener la eurozona no es sólo económico, sino también
estratégico y político. Responde al fundamento mismo de la UE, un poder que ha querido al menos
equipararse al estadounidense. En caso de que el euro se reduzca, también lo harán las fronteras
monetarias y comerciales de Europa. Y los países que salgan de la zona tendrán menor relación con
los que sigan en ella, pues estarán sujetos a la competencia internacional
En un análisis comparado, las tres grandes crisis ocurridas bajo la hegemonía
norteamericana -la de 1929, la de 1970 y la actual-, a largo plazo forman parte de un mismo
proceso, pero cada una de ellas marca una nueva era del capitalismo moderno.

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 Brzezinski: “De la esperanza a la audacia, una evaluación de la política exterior
de Obama”
OBAMA ha realizado un esfuerzo valeroso para redefinir la visión de USA del mundo y
para reconectarla con el contexto histórico emergente del siglo 21. Ha replanteado totalmente la
política exterior: el islam no es un enemigo y la guerra global contra el terrorismo no define el papel
que USA desempeña en el mundo de hoy en día. USA será mediador imparcial y decidido cuando se
trate de lograr la paz duradera entre Israel y palestina, USA debe negociar con irán sobre su
programa nuclear, la campaña en Afganistán vs los talibanes debe ser más iniciativa política, que
labor militar, ampliar el contacto con cuba, activar su compromiso para reducir el arsenal nuclear,
china debe ser tratada como socio geopolítico, mejorar relaciones con Rusia,
La influencia del secretario de defensa Robert Gates sobre la estrategia de seguridad
nacional aumenta. Gates debe concluir conflictos con Irán y Rusia.
Es vulnerable a la demora de los funcionarios de alto rango que tienen la predisposición
burocrática a preferir la precaución a la acción y lo familiar a lo innovador. Estos funcionarios que
no simpatizan con las políticas de Obama, no son buenos ejecutores. Asimismo asesores en política
interna del presidente tienden inevitablemente a ser más sensibles a la presión de grupos de interés
internos.
Hay 3 temas que presentan una prueba difícil e inmediata para su capacidad y determinación
de forma significativa la política de USA: el conflicto árabe-israelí, las ambiciones nucleares de
irán, y el desafío afgano pakistaní.
La parálisis sobre en conflicto árabe-israelí ha durado mucho tiempo y dejarlo sin resolver
ha tenido consecuencias perjudiciales para los palestinos para la religión y para estados unidos, y a
la larga perjudicara a Israel. Después de la ocupación israelí de Cisjordania es evidente que es
necesaria la intervención de USA; los palestinos están demasiados divididos y son demasiados
débiles para tomar decisiones necesarias para impulsar el proceso de paz, y los israelíes están
también divididos y son demasiado fuerte para hacer los mismo.
Puntos básicos de la negociación serian no darle el derecho al retorno a los palestinos, sino
dentro de palestina. Después, es necesario compartir Jerusalén, occidental para Israel y oriental
para palestina. Además los asentamientos se deben basar en las fronteras de 1967. Pensar partes del
norte y surde Israel como territorio palestino. Poblaciones similares en número pero con diferente
cantidad de territorio. Por último la Organización del Tratado del Atlántico Norte debe poner
tropas para llevar tranquilidad a Israel de que no habrá revolución árabe.
Hasta ahora Obama no supo aprovechar oportunidad de imponer influencia.
El desafío iraní, está relacionado con el programa nuclear y su rol en la región. Viendo el
panorama los iraníes tienen la capacidad para enriquecer uranio y no están dispuestos a renunciar a

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ella, pero es posible un acuerdo que evite su utilización en armamento. Las sanciones deben
castigar a la clase dirigente israelí, no a la clase media como lo haría un embargo a la gasolina, lo
cual incitaría al nacionalismo y la indignación. Para las negociaciones se necesitaran un presidente
fuerte que enfrente voces internas contrarias. Hasta ahora (2010) Obama no ha iniciado ninguna
amenaza explícita de acción militar.
El embrollo afgano-pakistaní; hasta ahora Obama abandono objetivos ideológicos que
definieron la actuación inicial de USA en Afganistán, como la creación de la democracia. USA
debe ser cuidadoso en su actuar si no desea que sus actos sean vistos como colonialismo por
pakistaníes y afganos. Militarmente USA pierde con los afganos. Estrategia nueva; el gobierno
afgano y la OTAN deben tratar de iniciar localmente proceso limitado de acuerdo con los
elementos receptivos de los talibanes. Los talibanes no son una amenaza directa para occidente, son
un fenómeno limitado. USA debe desarrollar política para ganarse el apoyo de Pakistán no solo para
que no les de prestigio a los talibanes de ese país, sino para meter presión para que los talibanes
asentados en Afganistán lo acepten.
La forma en que Obama maneje estos tres problemas determinara el papel de USA a futuro.
Además se debe mejorar 3 relaciones con Rusia, China y Europa. El gobierno decidió reiniciar las
relaciones con Rusia. Tratar de ampliar la cooperación con Rusia no significa aceptar que Rusia
subordina a Georgia (a través de la cual pasa al esencial oleoducto Baku-tiflis-ceyhan que le da
acceso a Europa a la energía de Asia central) o que intimide a ucrania (el corazón agrícola e
industrial de la antigua URSS). Cualquiera de estas acciones sería un enorme retroceso. USA le da
armas a Georgia, Rusia a Venezuela ..
China a diferencia de Rusia se muestra pacíficamente segura de sí misma. Pero está
emergiendo de forma egoísta, y es necesaria acercarla hacia una cooperación constructiva sobre
decisiones económicas. La decisión de Obama de iniciar relación bilateral es oportuna
En cuanto Europa hay menos esperanzas de mejora en las relaciones, Bush dejo un amargo
legado,. Obama limita el contacto con Alemania, Francia y Reino Unido. Pero el dialogo es
reducido por las diferencias políticas de estos líderes. No hay visión unificada europea.
Tres desafíos internos; 1-los grupos de presión se han vuelto más influyentes, por el
congreso proponen y consiguen intervención legislativa en asuntos exteriores. 2- escisión ideológica
que reduce las posibilidades de 1 bipartidismo efectivo en la política exterior. 3- finalmente de los
grandes países democráticos, USA tiene uno de los públicos menos informados en lo que se refiere
a asuntos exteriores. Menos acceso a noticias confiables y oportunas. En ese contexto la demagogia
tienden a ser más atractivas.
Obama lidera mediante la conciliación. Pero no ha logrado la transición de orador a líder
estadista que convenza. Ha generado más expectativas que avances estratégicos.

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 Garton Ash: “¿Estamos ante el 1989 árabe?”
El futuro de Europa está en juego esta semana en la plaza Tahrir de El Cairo, igual que lo
estaba en la plaza de San Wenceslao de Praga en 1989. En esta ocasión, por motivos de geografía y
demografía. El arco en el que está produciéndose la crisis árabe, desde Marruecos hasta Jordania, es
el vecino de al lado de Europa. Y decenios de migraciones hacen que los jóvenes árabes que gritan
airados en las calles de El Cairo, Túnez y Amán tengan primos en Madrid, París y Londres.
Si las revueltas triunfan, y el resultado no es otra dictadura islamista, estos hombres y
mujeres jóvenes, frustradas y con frecuencia desempleadas tendrán oportunidades en sus propios
países. La diferencia entre la vida en Casablanca y Madrid, Túnez y París, disminuirá gradualmente,
y con ella la disonancia cognitiva cultural que, llevada al extremo, desemboca en el terrorista
suicida marroquí que sube a un tren de cercanías en Madrid. Con la modernización de sus países,
los jóvenes árabes -y casi un tercio de la población del litoral norteafricano tiene entre 15 y 30 años-
circularán entre un lado y otro del Mediterráneo y contribuirán a las economías europeas y a pagar
las pensiones de las sociedades europeas envejecidas. Además, los ejemplos de modernización y
reforma tendrán eco en todo el mundo islámico. Si las revueltas fracasan, y el mundo árabe vuelve a
sumirse en un abismo de autocracia, decenas de millones de esos jóvenes, tanto hombres como
mujeres, trasladarán al otro lado del mar sus patologías de la frustración, que sacudirán los
cimientos de Europa. Si, por último, las revueltas consiguen derrocar a esta generación de tiranos,
pero las fuerzas islamistas violentas y antidemocráticas se hacen con el poder en varios países y nos
encontramos con un montón de nuevos iranes, que Dios nos ayude. Todo eso es lo que está en
juego. No se me ocurre ninguna otra situación en la que Europa tenga un interés más vital.
¿Es el 1989 de los árabes? Existe la misma sensación que entonces de que los
acontecimientos saltan de un país a otro y de que la gente corriente, en masa, ha decidido plantarse
de forma espontánea para decir "basta". Sin embargo, hasta ahora, no se ve una organización social
como la que, encabezada por los movimientos democráticos de oposición y los grupos de la
sociedad civil, mantuvo en 1989 la disciplina de la no violencia, incluso ante las provocaciones, y
preparó el terreno para una transición negociada. En Túnez, los sindicatos han desempeñado un
papel importante. En Egipto están Mohammed el Baradei, con su Asociación Nacional para el
Cambio, y el líder de la oposición encarcelado Ayman Nour, pero no ha surgido verdaderamente
ningún frente popular, foro cívico ni gran estructura de otro tipo. En la gran manifestación del
martes en la plaza de Tahrir, hubo muestras alentadoras de organización cívica. Pero al día siguiente
ya hubo una respuesta caótica a los ataques violentos de los partidarios de Mubarak.
Por más poder movilizador que tengan Internet y las redes sociales, esta cuestión de la
organización política es fundamental. Por eso los israelíes dicen que la analogía más apropiada no
es con la Europa de 1989 sino con el Irán de 1979. Un gran levantamiento popular, con muchos

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elementos laicos y de izquierdas, pero que cayó en manos de los islamistas porque estaban mejor
organizados. El hecho de que dictadores árabes como Hosni Mubarak hayan agitado durante 30
años el espectro islamista para chantajear a Occidente no significa que ese espectro no exista. Pero
es comprensible la frustración de los demócratas árabes que se topan con esta actitud como primera
reacción de Occidente a su única esperanza de liberación en muchos años. "Esta es una revolución
en la que Allahu-Akbar no tiene nada que ver", dice el periodista egipcio Yosri Fouda.
Nadie sabe lo que sucederá mañana, ni mucho menos el próximo mes ni el próximo año.
Ante las revoluciones, los responsables políticos y los expertos a larga distancia son como peatones
con calzado de ciudad que intentan seguir una carrera de obstáculos frenética y embarrada. La
siguen como pueden, jadeando y a duras penas. Lo que necesitamos es gente que esté sobre el
terreno, que hable el idioma, conozca la historia, haya estado allí repetidas veces desde hace años y
sea capaz de evaluar a los actores y fuerzas sociales más importantes. El hecho de que haya tan
pocos corresponsales y expertos de ese tipo es prueba de la indiferencia de Europa respecto a su
patio de atrás. Seguramente hay más europeos especializados en la política de California que en la
de Egipto, por no hablar de Túnez y Marruecos.
La reacción política de Europa, hasta ahora, ha sido un silencio avergonzado, seguido de
palabras muy precavidas de apoyo a un cambio pacífico, como la declaración de los ministros de
Exteriores de la UE el lunes pasado. Francia, que durante décadas respaldó y ayudó al dictador
tunecino Zine el Abidine Ben Ali, ahora se une a las sanciones de la UE contra él y su familia. ¿O
sea que acaba de enterarse de que es malo? La llamada Unión para el Mediterráneo ha demostrado
ser completamente irrelevante. Y, al contrario que la secretaria de Estado de Estados Unidos, Hillary
Clinton, la alta representante de la UE para la Política Exterior, Catherine Ashton, ha estado
invisible.
Es verdad que Washington también tuvo una primera reacción de silencio embarazoso y
luego unas palabras astutamente formuladas con las que instaba a hacer un cambio pacífico. Pero,
por lo menos, se vio su confusión. Cuando obtengamos (si la obtenemos) la próxima remesa de
Wikileaks, tal vez descubramos que Estados Unidos tuvo algo que ver con la extraordinaria
declaración del Ejército egipcio de que no iba a emplear la fuerza contra las demandas legítimas de
"nuestro gran pueblo". Europa, en cambio, no ha tenido ninguna influencia que se haya notado en la
evolución de unos hechos cruciales para su futuro. Aparte de advertir urgentemente a los líderes
árabes sobre las consecuencias económicas de una represión violenta, cosa que los europeos deben
hacer por todos los canales posibles, es poco lo que en estos momentos se puede llevar a cabo para
alterar el curso inmediato de los acontecimientos. Un apoyo demasiado explícito de Occidente a un
candidato o movimiento de oposición concreto podría desatar una reacción en su contra. Por ahora,

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cuanto menos se haga, mejor. Pero otra cosa es lo que ocurra mañana, o pasado mañana. En Europa
debemos prepararnos ya para ese día.
Los manifestantes egipcios tienen muy claro lo que no quieren: Mubarak. Ahora bien, a
diferencia de los de la plaza de San Wenceslao en Praga, no tienen una visión inequívoca ni común
de lo que quieren para después. Salvo, por supuesto, algo que sea mejor. Si los nuevos gobernantes
de Egipto -y los de Túnez y otros países vecinos-, ya sean definitivos o de transición, parecen
dispuestos a aceptar la ayuda de Europa, nosotros debemos estar preparados para ofrecérsela.
Nadie tiene tanta experiencia como los europeos en difíciles transiciones de la dictadura a la
democracia. Ninguna región posee tantos instrumentos para influir en los acontecimientos del
Oriente Próximo árabe. Estados Unidos tiene unas relaciones especiales con el Ejército egipcio y las
familias árabes gobernantes, pero Europa tiene más relaciones comerciales, da mucha ayuda y
dispone de una densa red de vínculos culturales y personales entre un lado y otro de lo que los
romanos llamaban mare Nostrum, nuestro mar. Cuenta con 27+1 canales de relaciones
diplomáticas. Es el lugar al que la mayoría de los jóvenes árabes desea viajar de visita, para
estudiar, para trabajar. Sus primos ya están aquí. Y ese nexo es, al mismo tiempo, un problema y
una ventaja.
La invisible Ashton debería estar formando ya un grupo de trabajo del nuevo servicio de
acción exterior europeo para decidir y preparar las reacciones a todos los resultados posibles de la
situación en Egipto, Túnez y cualquier otro país en el que los árabes se propongan recuperar el
control de su propio destino. Debe colaborar, en especial, con las autoridades de los países -desde
luego, por lo menos, España, Portugal, Francia e Italia- más directamente interesados en una
iniciativa así. La UE necesita rapidez, flexibilidad, audacia e imaginación, cualidades con las que no
suele relacionarse a este club multinacional y lento de reflejos. Europa debe actuar con valentía en
el extranjero para demostrar que puede construir su propio futuro.
Libia y el intervencionismo liberal
¿Intervenir o no intervenir? Esa es la cuestión. Ver lo dispuesto que está Muamar el Gadafi a
matar a todos esos libios que, según él, le "aman" -aunque lo demuestren de formas extrañas-,
vuelve a situarnos en un debate fundamental de nuestra era.
Desafío a cualquiera que vea los ataques de los aviones de Gadafi contra esas ciudades
asediadas a no reconocer que, por lo menos, es legítimo preguntarse si las potencias extranjeras no
deberían intervenir de alguna forma para impedir que siga matando a su pueblo. Y es evidente que
algunos libios están de acuerdo. En un artículo publicado el otro día en la página web de The
Guardian, "Muhammad Min Libya", un bloguero que escribe desde Trípoli, se opone con
elocuencia a "toda intervención militar de cualquier fuerza extranjera sobre el terreno", pero es
partidario de una zona de exclusión aérea. El hecho de que hasta hace muy poco varios países

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occidentales, como Reino Unido e Italia, estuvieran haciendo la pelota a Gadafi de la manera más
cobarde y vendiéndole armas que ahora puede utilizar contra su propia gente hace que sea todavía
más importante plantearse esta pregunta.
El debate sobre el llamado "intervencionismo liberal" está lastrado por dos distorsiones
importantes. En primer lugar, al hablar de intervención se suele pensar solo en la intervención
armada. Es decir, se ignoran muchas otras maneras que pueden tener los Estados de intervenir en
los asuntos internos de otros países. El mero ofrecimiento de ayuda humanitaria a las víctimas de lo
que empieza a parecer una guerra civil en Libia es, desde un punto de vista fundamental, intervenir.
Y, a partir de la labor de las organizaciones humanitarias, que cuenta con una aceptación
prácticamente universal, existen numerosos métodos de intervención, como las zanahorias y los
palos económicos y las presiones diplomáticas, hasta llegar a la ayuda cubierta o encubierta, y
muchas veces controvertida, a los medios de comunicación independientes y los grupos de
oposición, la formación en métodos de actuación no violentos, etcétera. Dentro de ese abanico se
encuentran muchas de las formas de intervención más auténticamente liberales -las que ayudan a la
gente a ganar su propia libertad-, pero no el uso de la fuerza armada. Durante los últimos 30 años
las hemos utilizado demasiado poco en Oriente Próximo.
La otra gran distorsión en el debate sobre el "intervencionismo liberal" es que las acciones
militares que más relacionamos hoy con el término (Afganistán, Irak) no tuvieron nada de liberales;
o, por lo menos, ese no fue su carácter fundamental. Algunos justificaron esas acciones con
argumentos liberales, y algunos liberales las apoyaron, pero no fueron actuaciones basadas en un
principio liberal, como sí lo fueron las intervenciones militares de Occidente en Bosnia (demasiado
tarde), Sierra Leona y Kosovo.
Los motivos siempre son variados, pero la razón principal por la que las fuerzas occidentales
invadieron Afganistán fue que Al Qaeda, que entonces tenía su cuartel general en aquel país, había
atentado en Estados Unidos. Esa misión se transformó en -o se mezcló con- la de construir una
sociedad en la que, por ejemplo, no se tratase a la mujer como a una esclava encapuchada propiedad
del marido: un buen objetivo liberal al que Occidente está hoy renunciando en silencio y
avergonzado. Pero seguro que George W. Bush no había pensado mucho en las mujeres oprimidas
de Afganistán antes del 11 de septiembre de 2001.
Irak es un caso más complicado. Aquí, los motivos como la frustración por no haber
capturado a Osama Bin Laden, el deseo de emplear la superioridad militar estadounidense para
apabullar ("conmoción y espanto") y el interés por el petróleo iraquí se mezclaron desde el principio
con un programa neoconservador de difusión de la democracia y dar ejemplo a toda la región.
Incluso el falso argumento de las armas de destrucción masiva se relacionó con casos anteriores de
"intervención liberal", al insinuar que un Sadam Husein con armas nucleares, químicas y biológicas

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podría ser otro Slobodan Milosevic (de hecho, ya lo había sido con los kurdos iraquíes, un
Milosevic antes de Milosevic, mientras Occidente lo ignoraba y le defendía frente a Irán).
Habría que ser estúpido para no reconocer que la invasión de Irak dio al "intervencionismo
liberal" mala fama. Y el que más contribuyó a ello fue Tony Blair. Blair, a quien apoyé con firmeza
cuando, en su primera época, tuvo un comportamiento gladstoniano en Sierra Leona y Kosovo,
queda hoy especialmente mal. Porque no solo se apropió de los argumentos del intervencionismo
liberal para justificar la invasión de Irak; a continuación mostró su apoyo personal a Gadafi, el
Sadam del norte de África. ¡No acertó ni una! (es verdad que Reino Unido y EE UU convencieron a
Gadafi de que renunciara a la mayoría de sus armas de destrucción masiva y, gracias a eso, por lo
menos no tiene hoy bombas nucleares que pueda utilizar contra su pueblo, pero para conseguirlo no
hacía falta tanta adulación ni tantos negocios con él).
Sin embargo, junto a estas distorsiones del intervencionismo liberal, ha seguido
desarrollándose discretamente una versión mucho más liberal de verdad, precavida y respetuosa con
la ley. Sobre la base de la tradición nacida tras 1945 de impulsar los derechos humanos y el derecho
humanitario internacional, y en colaboración con la ONU, este intervencionismo ha engendrado el
Tribunal Penal Internacional y la doctrina de "la responsabilidad de proteger", también refrendada
por la ONU. Desde luego, es una hipocresía que EE UU, Rusia y China amenacen a Gadafi con
llevarle ante un tribunal internacional cuya autoridad no aceptan para sí mismos ("haz lo que
decimos, no lo que hacemos"). Pero ese es un motivo para que los tres países se incorporen al TPI,
no para que haya que abolirlo. Si la amenaza de juicio empuja a más esbirros de Gadafi a desertar,
habrá servido de algo.
Y, al fin y al cabo, ¿no tenemos cierta responsabilidad de proteger a quienes se han rebelado
contra él, aunque solo sea con la zona de exclusión aérea que proponen ciudadanos libios como
"Muhammad Min Libya", y sobre todo si se trata de protegerlos contra unas armas que nosotros
vendimos al dictador?
Hace una década, una comisión internacional independiente encargada de desarrollar la idea
de la "responsabilidad de proteger" elaboró seis criterios para decidir en qué casos está justificada la
acción militar. Se trata, en definitiva, de una versión modernizada de los viejos criterios católicos
sobre la "guerra justa". Son: autoridad legítima, causa justa, intención debida, último recurso,
medios proporcionales y posibilidades razonables. La amarga experiencia, desde Kosovo hasta
Afganistán, nos ha enseñado que las "posibilidades razonables" (de triunfar) pueden ser las más
difíciles de calibrar y conseguir.
Con arreglo a estos criterios, no estoy nada convencido de que esté justificado implantar una
zona de exclusión aérea en Libia... en el momento de escribir estas líneas. Si resulta que Gadafi
tiene todavía un arsenal escondido de armas químicas que puede arrojar desde el cielo, mi opinión

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podría cambiar de la noche a la mañana. Deberíamos preparar planes de emergencia por si acaso.
Pero todavía no hemos agotado todas las demás vías, como intentar por todos los medios que los
amigos de Gadafi le abandonen (quizá podríamos crear para ellos un centro especial de retiro en la
London School of Economics, que hace no mucho tiempo recibió una generosa donación de Saíf al
Islam, el hijo de Gadafi). Una zona de exclusión aérea sería muy difícil de controlar y tal vez no
tendría más que un efecto marginal en tierra.
Sobre todo, cualquier forma de intervención armada de Occidente -y el Ejército de EE UU
dice que para hacer respetar realmente una zona de exclusión aérea sería necesario empezar por
bombardear las instalaciones libias de radares y defensas antiaéreas- echaría a perder el mayor
motivo de gloria de estos acontecimientos, que es que son todos obra de hombres y mujeres
valientes que luchan por su propia liberación.
 Wallerstein cap. X – Estados Unidos y el mundo: hoy, ayer y mañana
Durante el período que va desde 1945 a 1990, presenta rasgos esenciales: Estados Unidos
fue la potencia hegemónica en un sistema mundial unipolar de nuestro sistema
mundial. Lo que marca ese período es la prosperidad. EEUU y la URSS mantenían un
conflicto sumamente estructurado. El tercer mundo reclama derechos más completos. Las décadas
de1970 y1980 fueron décadas de estancamiento económico global.
El presente empezó en 1945. Con Yalta, Europa quedó dividida por el Elba o bien por la
línea Stettin-Trieste con la "cortina de hierro".
Yalta tenía tres legados:
1. Relacionado con el funcionamiento de la economía-mundo: la zona soviética no pediría ni
recibiría ayuda de Estados Unidos para su reconstrucción. Respecto al primer punto podemos decir
que EEUU se concentró en el mejoramiento de su capacidad de producción y de innovación
tecnológica y su infraestructura no se vio dañada por la segunda guerra mundial, a diferencia de lo
sucedido en Europa. Esto le dio gran ventaja y le permitió controlar todas las decisiones importantes
en los
Foros mundiales. Se apoyó en las alianzas con los países ya industrializados del mundo y en
un estado de bienestar de integración nacional. Ideológicamente se comprometió a cumplir con las
promesas del liberalismo político: sufragio universal y un sistema parlamentario, para lo cual se
excluyó a los regímenes comunistas de los derechos políticos comprometió a cumplir con las
promesas del liberalismo.
2. Relacionado con lo ideológico se autorizó a fomentar la mutua condenación.
Lo que debió controlarse la izquierda de los dos bloques. La URSS era el agente sub imperialista
de Estados Unidos. En el segundo punto advertimos que a primera vista la relación EEUU-URSS
era una enemistad absoluta pero en la realidad se trató de un pacto de no-intervención en los asuntos

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del otro; trazaron una línea imaginaria para delimitar la zona de influencia de cada uno. De hecho,
se podría decir que la URSS era una potencia subimperialista de EEUU y que fue sumamente útil
para la ejecución de sus planes y el mantenimiento del orden global.
3. No se permitiría que nada del mundo es europeo (el tercer mundo) cuestionará la gran
paz estadounidense en Europa y su soporte institucional (la doctrina de la contención-Yalta).
Nuestro tercer rasgo nos dice que el tercer mundo no era tomado en cuenta al
momento de tomar decisiones importantes; le eran conoce derechos debidos, principalmente, a su
militancia a favor de EEUU. Tanto el leninismo como el wilsonismo buscaban un cambio político
que establecería la soberanía posteriormente un cambio económico que incluiría el establecimiento
de una burocracia estatal eficaz, el mejoramiento de los procesos productivos y la creación de una
infraestructura social. El resultado que se pretendía obtener era cerrar la brecha entre los países
ricos y los pobres. Los países del tercer mundo estaban ansiosos por implementar estas reformas y
el primer paso fue independizar las colonias y llevar a cabo revoluciones en algunos
países, paradójicamente tanto la URSS como EEUU retardaron lo más posible este tipo de
movimientos e incluso se negaron a apoyar algunos de estos. A pesar de esto, la batalla política
fundamental fue ganada por el tercer mundo aunque en la mayoría de los países el segundo paso no
se daría nunca.
4. A partir de 1968 presenciamos un resentimiento por el imperialismo de
Estados Unidos, un resentimiento por el sub imperialismo soviético y su colisión con Estados
Unidos, más otros. El incendio se apagó después de tres años. Para el autor, el fin de la Guerra Fría
fue una derrota para Estados Unidos. Eliminó el último soporte importante de la hegemonía y
prosperidad de Estados Unidos el escudo soviético. El apogeo de la prosperidad de Estados Unidos
ha terminado. Las bases se desmoronan. Haciendo alusión al cuarto rasgo, diremos que EEUU llego
a su máximo apogeo en la década de los 70s y es entonces que su crecimiento comenzó a declinar,
se podría decir que el desarrollo económico de Europa occidental y de Japón había ya superado los
niveles de EEUU. A esto debemos aunar el hecho de que EEUU debía acceder a su propio credo
wilsoniano ya que el costo de no hacerlo estaba debilitando la legitimación del
gobierno estadounidense en su propio país. Para evitar un deterioro mayor se recurrió a una
política de remiendos, entre los más brillantes debemos mencionar el aumento de los precios del
petróleo dela OPEP que tuvo lugar con la anuencia de Estados Unidos. Es en esta década que
Estados Unidos trata de mantener a todos en calma, incluyendo a sus propios ciudadanos. Esta
política llamada de “perfil bajo” mostraba las limitaciones del poder de EEUU y funciono bien
hasta que el tercer mundo se negó a aceptar las reglas del juego. Esto origino posteriormente una
política mucho más dura por parte de Estados Unidos hacia sus aliados, la URSS, el tercer mundo y
dentro del país. Es entonces que el mundo se ve sumido en una serie de crisis

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económicas que sumieron a la mayoría de los países en deudas enormes. La URSS decidió
tomar medidas drásticas para tratar de seguir siendo una potencia mundial, pero no lo logró.
En opinión del autor, el sistema mundial se está yendo hacia una mayor polarización Norte-
Sur que la existente hasta ahora. Prevé que la economía mundial saldrá adelante y los tres centros de
producción de las nuevas industrias principales serán Japón, la Unión Europea y Estados Unidos;
estos países se enfrascaran en una feroz lucha entre ellos por el control del mercado mundial.
Menciona que el más débil de estos tres se aliara con uno de los otros (prevé que sea Estados
Unidos con Japón) y supone que trataran de impedir la desintegración de la URSS.
Nos dice que nada bueno ocurrirá con lo que solía ser el tercer mundo, ya que su producción
y su riqueza disminuirán, aunque se verán importantes inversiones en materia de educación y salud.
Una opción que tienen estos países es liberarse del actual sistema mundial, otra seria el uso
de la fuerza militar para crear una transformación económica, una nivelación en la economía de los
países que les permita alcanzar un nivel máximo sin encontrarse siempre a la sombra de EEUU.
De estas dos obviamente la segunda es la más temible ya que los países del sur no son
actualmente tan débiles como lo fueron en el pasado y el Norte no tiene la seguridad de ganar una
guerra contra el sur.
La tercera opción sería la llamada opción de resistencia individual por reubicación física,
que consistiría en la influencia que llegara a tener la población del sur que migre hacia los países del
norte en materia política y social.
La posición de la izquierda es sumamente difícil tanto en el Norte como en el Sur, ya que
dudan que cualquiera de las opciones anteriormente mencionadas lleve en realidad a un mundo de
igualdad y democracia. La duda es si realmente surgirán nuevos movimientos transformadores
para el tercer mundo.

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