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LA PRISION PREVENTIVA: UN MEDIO DE CONTROL SOCIAL

Edgar de León 1

“La cárcel es, pues, la simple custodia de un ciudadano, hasta que se lo juzgue
culpable; y esa custodia, siendo esencialmente penosa, debe durar el menor tiempo
posible, y ser lo menos dura posible... pues no se puede llamar sociedad legítima
aquella donde no sea principio infalible, que los hombres se han querido someter a
los menores males posibles” 2.

Recientemente la Dirección General de Prisiones de la Procuraduría General de la


República, publicó en su página de internet, la relación de la población privada de
libertad en la República Dominicana al 1ro. de Septiembre del 2010, destacando la
espeluznante cifra de 20,513 internos en todo el país, de los cuales 13,242 son
preventivos, es decir el 64.6%, y sólo 7,271 son condenados, para un 35.4%.

Estas cifras nos señalan el uso desproporsional y desmedido de la prisión,


llegando tal situación a niveles insostenibles, toda vez, que el sistema penitenciario está
apto sólo para recibir 11,055 internos, lo cual no se compagina con la población actual,
llegando prácticamente a duplicar la capacidad instalada, produciendo un
congestionamiento del sistema carcelario, lo que agrava la ya penosa situación de los
que, sin hayar consuelo, conjugan sus penas entre lodo y mugre.

Las condiciones de hacinamiento de las cárceles, junto a que no existe una


separación de cuerpo entre presos condenados y preventivos, así como las condiciones
de insalubridad, su duración y uso frecuente, convierten a la prisión preventiva en la
verdadera pena del sistema de justicia penal dominicano, y de por sí una pena
anticipada para aquellos que sólo van de paso.

El estudio de la prisión preventiva reviste suma importancia para la comunidad


jurídica y para la población en sentido general, pues se hace necesario conocer los
motivos del incremento abrumador de este fenómeno a pesar de que contamos con una

1
Abogado. Profesor universitario. Estudiante de la II Maestría en Derecho Procesal Penal de la Universidad
Autónoma de Santo Domingo (UASD).
2
Beccaria, Cesare, De los delitos y de las penas, Bogotá, Editorial Temis, 1990, p. 45.

1
nueva pieza procesal de rivetes garantistas, y por qué se ha convertido en la sanción
más asidua en el derecho penal dominicano, siendo no una pena como tal sino una
medida cautelar de excepcional aplicación en la ley.

El profesor Ramón E. Núñez Núñez, en su paper Visión Político-Criminal del


Proceso Penal, refiere que “el mejor ejemplo de una institución procesal cumpliendo funciones
penales es la prisión preventiva, ya que si tomamos en cuenta que 4 de cada 5 presos en la
República Dominicana son presos preventivos, podemos concluir que la prisión preventiva es la
verdadera pena que se aplica en el país, la cual sin embargo no aparece como tal en el Código
Penal”.

Este flagelo no es exclusivo de la República Dominicana, también en América


Latina, varios estudios han destacado el crecimiento exorbitante de la prisión
preventiva, como se ilustra en el Informe sobre Sistemas Penitenciarios y Alternativas a
la Prisión en América Latina y el Caribe apoyado por el PNUD, sobre el cual comenta
el profesor Eugenio Raúl Zaffaroni que: “Lo anterior es alarmante, y prueba de que, como
mencionamos, la prisión preventiva se convierte en la regla y la prisión pena en la excepción en
Latinoamérica, y que la prisión preventiva adquiere funciones plenamente retributivas y
represivas de ejecución anticipada de la pena, es decir, se convierte en una pena sin punibilidad
ni punición” 3.

Hemos escuchado muchas voces calificadas analizando la cruda realidad de la


prisión preventiva en nuestro país, esbozando los más acabados razonamientos
doctrinales, filosóficos y procedimentales, que van desde que no se comprende cuál es
el verdadero fin y utilidad de esta pieza procesal, hasta pensar que quienes aplican
dicha medida actuan bajo la infausta premisa que ¡a nadie lo han cancelado por meter
preso!; sin embargo, entendemos que más allá de dichos corolarios la prisión preventiva
debe ser entendida como un medio de control social.

Dentro de los elementos del control social se encuentran aquellos que gozan del
reconocimiento público, como son los cuerpos castrenses, la codificación de leyes, las
jurisdicciones, el Ministerio Público; paralelamente con estos, existen otros medios no

3
Zaffaroni, Eugenio Raúl, et al., Sistemas penitenciarios y alternativas a la prisión, Buenos Aires, Ediciones
Depalma, 1992, p. 26.

2
tan ortodoxos, que en muchos casos pasan por desapercibidos, en ese grupo se
encuentran las religiones, las universidades, los medios de comunicación, entre otros.

Ahora bien, en nuestra sociedad nos encontramos que existen instituciones


jurídicas que se desempeñan como medios de control social, buscando mantener con
ellas el orden socialmente establecido y garantizar la convivencia pacífica en sociedad,
sin embargo, son desnaturalizadas en su forma y contenido, asi como en su fin ulterior,
llegando a ser motivo de escarnio y de persecusión; tal es el caso de la medida de
coerción de prision preventiva, la cual ha sido pensada en ultima ratio, cuando no
pueda asegurarse, por otros medios menos gravosos, la presencia del imputado en el
proceso penal, disponiendo la ley que en todo caso la simple promesa del arrestado de
presentarse a todos los actos del procedimiento es suficiente para prescindir de la
aplicación de cualquier medida.

La prisión preventiva debe ser “el estado de privación de libertad que el órgano
jurisdiccional impone al imputado durante la sustanciación del proceso, cuando se le atribuye la
comisión de un delito reprimido con pena privativa de libertad, a fin de asegurar la actuación
efectiva de la ley” 4.

Sin embargo, desde la antigüedad la prisión preventiva “se decretaba contra las
capas bajas o, excepcionalmente, medias de la población, nunca contra las superiores” 5.

El profesor E. R. Zaffaroni, en una de sus más importantes obras comenta que:


“Hemos visto que en America Latina las medidas de contención para los enemigos 6 ocupan casi
todo el espacio de acción del sistema penal en su aspecto represivo, por via de la llamada prisión
o detención preventiva, provisoria, o sea, del encierro cautelar, al que estan sometidas las tres
cuartas partes de los prisionizados de la región” 7.

4
Vélez Mariconde, Alfredo, Derecho Procesal Penal Tomo II, Buenos Aires, Depalma, 2005, p. 507.
5
Barbero, Marino, et al., Prisión provisional, detención preventiva y derechos fundamentales, España,
Ediciones de la Universidad de Castilla-La Mancha, 1997, p. 7.
6
“El enemigo declarado (hostis judicatus) configura el núcleo del tronco de los disidentes o enemigos
abiertos del poder de turno, del que participarán los enemigos políticos puros de todos los tiempos. Se trata
de enemigos declarados, no porque declaren o manifiesten su enemistad sino porque el poder los declara
como tales: no se declaran a sí mismos sino que son declarados por el poder…”. Zaffaroni, Eugenio Raúl, El
enemigo en el derecho penal, Buenos Aires, Ediar, 2006, p. 23-24.
7
Op. cit., p. 107.
3
Bajo este escenario, la prisión preventiva se ha convertido en un instrumento de
control social, modificando la razón misma de su existencia como pieza de instrucción
del proceso penal, y su aplicación ha venido a ser desproporcional, selectiva,
caprichosa y antojadiza, violentanto asi el principio del Estatuto de Libertad, que reza:
“Todo individuo tiene derecho a la libertad y a la seguridad personal, nadie puede ser
restringido en estos derechos sino por resolución motivada de juez competente, y
siempre dicha decisión será objeto de revisión, por un juez diferente al que dictó la
decisión o por un tribunal de alzada que pueda ejercer tutela sobre la misma” 8,
establecido en la Declaración Universal de Derechos Humanos (Art.3), en la
Convención Americana sobre Derechos Humanos o Pacto de San José (Art.7), en el
Pacto Internacional de Derechos Civiles y Políticos (Art.9), en la Constitución
Dominicana (Art.40), en el Codigo Procesal Penal (Art.15), entre otras piezas
legislativas nacional y supranacionales.

En su obra La Cultura del Control, el sociólogo inglés David Garland, traza la


vinculación entre la tan discutida teoría del control del delito y del orden social, y la
prisión preventiva, indicando que: “En las últimas décadas, la prisión se ha reinventado
como medio de contención incapacitante que apunta supuetamente a los delincuentes violentos y
a los reincidentes peligrosos, pero que también afecta a quienes comenten delitos menores” 9.

El control del delito y del orden social, se verifica por un patrón de conducta
sistematizado de los estamentos de poder, que enfilan sus cañones hacia la
conformación de un Estado de Policía 10, cada vez más prolífero en nuestros paises. En
ese sentido, nos señala Garland que: “A ambos lados del Atlántico, las condenas
obligatorias, los derechos de las víctimas, las leyes de notificación a la comunidad, la policía
privada, las políticas de <<ley y orden>> y una acentuada creencia en que la <<prisión funciona>>,
se han convertido en elementos comunes en el paisaje del control del delito y no sorprenden a
nadie, aunque aún provoquen consternación e incomodidad en ciertos círculos” 11.

8
Subrayado nuestro.
9
Garland, David, La cultura del control, Barcelona, Editorial Gedisa, S. A., 2005, p. 48.
10
Es el poder punitivo absoluto y arbitrario (Zaffaroni, E. R., op. cit., 2006, p. 138).
11
Garland, D., Op. cit., p. 32.
4
Dentro de las características del control social del Estado sobre las/os
ciudadanas/os podemos encontrar: “Las condenas más severas y el aumento del
encarcelameinto; las leyes que establecen condenas obligatorias mínimas y <<tres strikes y estas
afuera>>, las restricciones a la libertad condicional y la <<verdad en la condena>>; las leyes que
autorizan prisiones <<sin comodidades>> y <<cárceles austeras>>; la introducción de la
retribución en los tribunales juveniles y encarcelamiento de niños; el restablecimiento de la
cadena de forzados y del castigo corporal; los <<boot camps>> 12 y las prisiones de alta seguridad
extrema; la multiplicación de delitos a los que se puede aplicar la pena de muerte y de las
ejecuciones efectivas de penas capitales; las leyes de notificación a la comunidad y los registros
de pedófilos; las políticas de <<tolerancia cero>> y <<órdenes sobre conductas antisociales>>.
Existe actualmente una larga lista de medidas que parecen indicar un giro punitivo de la
penalidad contemporánea” 13.

En la actualidad podemos observar como en discursos de proselitismo político se


nos hacen promesas de ¡perseguir el crimen!, ¡acabar con la criminalidad!, ¡meter
preso!, ¡políticas de mano dura!, lo que denota una intromisión en asuntos puramente
judiciales, violentando la separación de los poderes públicos, claramente delimitada
por la Constitución de la República 14, y una política dirigida desde el Estado de
somener a los enemigos a toda costa sin importar cuales derechos se tengan que
conculcar en el camino, llegando a que “con el tiempo, el control efectivo del delito y la
protección rutinaria de ciudadanos con respecto a las actividades delictivas han llegado a formar
parte de la promesa que el Estado le hace a sus ciudadanos” 15.

Estas líneas no pretenden ser conclusivas sino despertar un cuestionamiento


sobre la realidad pre-jurídica de la prisión preventiva, y que comencemos a recrear la

12
Son prisiones para jóvenes delincuentes que se gestionan con una disciplina rígida similar a la de los
campos militares de entrenamiento de reclutas. (N. del T.). Garland, D., Op. cit., p. 197.
13
Garland, D., Op. cit., p. 239.
14
Artículo 4.- Gobierno de la Nación y separación de poderes. El gobierno de la Nación es esencialmente
civil, republicano, democrático y representativo. Se divide en Poder Legislativo, Poder Ejecutivo y Poder
Judicial. Estos tres poderes son independientes en el ejercicio de sus respectivas funciones. Sus encargados
son responsables y no pueden delegar sus atribuciones, las cuales son únicamente las determinadas por
esta Constitución y las leyes.
15
Garland, D., op. cit., p. 189.
5
realidad de la misma desde otro punto de vista, y que nos sumemos en la lucha de
pensar que la solución de la criminalidad no está en el Derecho sino en la Familia 16.

“… No merece el apelativo de jurista de nuestro tiempo quien no luche sin


desmayo, incluso en períodos políticos inclementes y arriesgados, contra la pena de
muerte o no se haya opuesto a las penas privativas de libertad de tanta duración o
de una ejecución en condiciones tales que impidan la socialización del recluso” 17.

Continuará…

16
“Por tanto, dejará el hombre a su padre y a su madre, y se unirá a su mujer, y serán una sola carne”.
Génesis 2:24.
17 Barbero, Marino, et al., Prisión provisional, detención preventiva y derechos fundamentales, España,
Ediciones de la Universidad de Castilla-La Mancha, 1997, p. 9.
6

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