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4.

2 Trastornos reproductivos
El fracaso reproductivo es el responsable del mayor
porcentaje de cerdas eliminadas, y varía entre el 25 y el
40% (Stein et al., 1990). Las razones de estas
eliminaciones son:
- El anestro.
- Las repeticiones y la sub(in)fertilidad estacional.
- Las cerdas vacías (negativas al hacer la prueba de la
gestación).
- Los abortos.
- Mala capacidad maternal.

4.2.1 Anestro

Una primeriza o una cerda en anestro pueden tener unos


ovarios activos, inactivos o quísticos. En un estudio
controlado llevado a cabo en primerizas (Eliasson et al.,
1991), se vio que sólo el 2-3% de los animales ovularon en
ausencia de los signos propios del estro, y que el 13-14%
mostraban signos débiles de estro (es decir, ausencia del
reflejo de inmovivlidad). En un estudio rea- lizado en
mataderos con cerdas eliminadas, se vio que la preva- lencia
global de ovarios inactivos era de, aproximadamente, el 14-
21%, y la de ovarios quísticos del 6%. Los ovarios inactivos se
hallaron con más frecuencia en animales jóvenes, mientras
que los quísticos estaban distribuidos por igual en todos los
grupos de edad (Geudeke 1992). No todos los quistes
ováricos provo- can anestro: depende del número y del
tipo de quistes. Sólo los altos números (>7) de quistes
foliculares tecales persistentes dan lugar a anestro
(Schnurrbusch et al., 1991).

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4 Reproducción Porcina

Pubertad retrasada
La pubertad retrasada en las primerizas puede suponer un
ver- dadero problema, especialmente en las piaras con un
alto por- centaje de reposición. La raza, el estado
nutricional, el estrés, el alojamiento y las interacciones
sociales, además de las condi- ciones climáticas, pueden
contribuir al retraso en la llegada a la pubertad de las
primerizas.

La inducción del primer estro en cerdas prepúberes puede


adop- tarse como rutina a modo de prevención o usarse
terapéutica- mente en hembras que muestran una
pubertad retrasada. A veces se usan métodos biológicos
para promover la aparición de la pubertad en las primerizas.
Aunque su eficacia es variable, no deberían pasarse por
alto, ya que pueden usarse antes de o al mismo tiempo que
el tratamiento farmacológico para mejorar el éxito general
de la inducción. Los métodos usados más fre-
cuentemente incluyen el llamado flushing proteico/energético
y la suplementación con vitamina A, E y ácido fólico
(Beltranema et al., 1991; Cosgrove y Foxcroft 1996). También
puede acele- rarse la aparición de la pubertad en las
primerizas mediante la introducción de un verraco, alojando
a las primerizas con cerdas cíclicas y mediante las mejoras
en el alojamiento (Dyck 1989). La norma de oro consiste en
corregir cualquier deficiencia en la alimentación y el
alojamiento antes de llevar a cabo cualquier tratamiento
farmacológico. Debería prestarse especial atención para no
incluir a ninguna primeriza de menos de 210 días de vida
o 105 kg de peso. Cualquier intento por inducir la pubertad
en primerizas demasiado jóvenes o por debajo del peso
reco- mendable puede dar lugar a una falta total de
respuesta o a ca- madas muy pequeñas. Además, se sabe
bien que las primerizas que paren muy jóvenes pueden
mostrar un instinto maternal insuficiente y una reducción en
la producción de leche. Se pue- den inducir la pubertad y el
primer estro con gonadotropinas (p. ej. PG 600®), y se
debería observar a las primerizas 3-6 días después del
tratamiento en busca de signos propios del estro.

4.2.2 Repeticiones

Se asume, en general, que la duración del ciclo estral en la


cer- da es de 21±3 días. Las cerdas que retornan al estro
y que no consiguen concebir durante este periodo son
clasificadas en el
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Reproducción Porcina 4

grupo de las repeticiones regulares. Otro grupo (alrededor de


la cuarta parte de las que retornan al celo en el momento
normal), vuelven a mostrar los signos propios del celo a
los 25 días. Esto se debe, probablemente, a las pérdidas
embrionarias tempra- nas, que son bastante comunes en las
explotaciones sin ningún otro problema reproductivo.
Desde el día 31 de la gestación hasta el parto, la muerte
fetal idiopática es rara, por lo que los retornos tardíos al
estro son anormales. Si se dan, suelen ser provocados por
infecciones (en- fermedad de Aujeszky, parvovirus porcino,
leptospirosis, mal rojo, virus PRRS).

Anestro estacional/infertilidad estacional


A pesar de la capacidad innata de producir camadas a lo
largo de todo el año, la cerda doméstica muestra una
reducción en la fertilidad a finales de verano y principios
de otoño, lo que coincide con la inactividad reproductora
estacional en el jabalí europeo. Este fenómeno recibe a
veces el nombre de anestro estacional, aunque pocas
veces se manifiesta en forma de un cese completo de la
actividad reproductiva. Las manifestacio- nes de esta
infertilidad estacional o de la reducción de la ferti- lidad
incluyen un menor porcentaje de partos en hembras que, por
lo demás, son prolíficas (Xu et al., 1994; Peltoniemi et al.,
1999), una pubertad retrasada en las primerizas (Peltoniemi
et al., 1999), un intervalo del destete al estro prolongado
(Prunier et al., 1996; Peltoniemi et al., 1999) y, posiblemente,
una reduc- ción en el tamaño de la camada durante los
meses de finales de verano y principios de otoño. Una
revisión citada por Dawson et al. (1998) demostró que los
retornos a celo indicaban unas muertes embrionarias
precoces significativamente mayores en- tre julio y
septiembre. Los tamaños de camada también fueron
menores, alrededor de 0,5 lechones menos por camada,
en el caso de las cerdas que se cubrieron entre agosto y
octubre.
El efecto de la estación y de la temperatura sobre los
resultados reproductivos de los cerdos se ha tornado
especialmente im- portante en aquellos países en los que
se ha dado una tenden- cia creciente hacia la explotación
de cerdas reproductoras en el exterior (Reino Unido) que, por
tanto, quedan más expuestas a los cambios naturales en el
fotoperiodo y la temperatura am- biental.
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4 Reproducción Porcina

Puede usarse el tratamiento con gonadotropinas (PG 600®)


para contrarrestar la influencia estacional negativa,
especialmente en el momento del destete.

Mortalidad embrionaria y fetal


Las pérdidas de fetos y la mortalidad predestete se
encuentran entre las causas más importantes de pérdidas en
las piaras por- cinas comerciales (Dial et al., 1992). Las
pérdidas fetales (fetos momificados y mortinatos) pueden
variar entre el 5 y el 15% (Van der Lende 2000). Se han
asociado varios factores con la mortinatalidad, como las
enfermedades infecciosas, la duración de la gestación,
número de parto, el tamaño de la camada, la duración del
parto, el intervalo entre los nacimientos, el peso al
nacimiento, la distocia, el estrés debido a temperaturas
ambien- tales altas o al traslado a la unidad de partos, la
intervención humana durante el parto, la condición corporal
y las deficiencias nutricionales.

4.2.3 Cerdas vacías

El manejo de la cerda durante el periodo posterior a la


cubrición es crucial si queremos optimizar la eficiencia
reproductiva de la explotación. El diagnóstico de gestación
alrededor de un mes después de la cubrición es una
práctica común en muchas explotaciones comerciales. Entre
las cerdas eliminadas debido a fracasos reproductivos,
hasta el 45% pueden ser eliminadas debido a una prueba
de gestación negativa (Stein et al., 1990). Todas las
pruebas de gestación, no obstante, tienen errores
ocasionales. Los falsos negativos en las cerdas gestantes
son especialmente costosos si, como consecuencia de
ellos, las cerdas son eliminadas.

4.2.4 Abortos

Los abortos representan alrededor del 10% de las


eliminaciones de cerdas por razones reproductivas. Sólo una
pequeña propor- ción puede relacionarse con infecciones
pero esto de debe, sin duda, en parte, a la falta de
disponibilidad de muestras ade- cuadas para el
diagnóstico y al hecho de que la serología es,
frecuentemente, inadecuada para fines diagnósticos.
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Reproducción Porcina 4

Mortalidad embrionaria precoz


La reducción en el tamaño de la camada debido a las
muertes embrionarias precoces supone una limitación
importante de la rentabilidad de la producción porcina. La
tasa de ovulación de la cerda es, frecuentemente, un 30-
40% superior al tamaño de la camada en el momento del
parto. Como el 90-95% de los óvulos son fertilizados, la
mayoría de las pérdidas se deben, por tanto, a la mortalidad
prenatal, que se da principalmente durante la fase
embrionaria, antes del día 30 de la gestación.
Hasta cierto punto, el fenómeno de la mortalidad embrionaria
precoz es un mecanismo natural. Se ha sugerido que las
cer- das parecen ser capaces de asegurar el desarrollo a
término de sólo un número limitado de fetos. La capacidad
uterina limita el tamaño de la camada y el desarrollo fetal,
incluso en las cerdas con una fecundidad convencional. Se
han sugerido como me- canismos la limitación del espacio
uterino disponible para los embriones en desarrollo y la
competencia entre los embriones por los factores
bioquímicos o los nutrientes. También se su- girió como
factor potencial contribuyente a las pérdidas embrio- narias
la asincronía en el ritmo de desarrollo entre los embriones
(Pope et al., 1990).

Los factores que pueden contribuir a las pérdidas


embrionarias precoces en el porcino incluyen el alojamiento y
el estrés social (Gordon 1997), la nutrición (Dziuk 1992) y las
influencias esta- cionales (Peltoniemi et al., 2000).

4.3 Inducción del parto


(Gordon, 1997).

Si queremos obtener un alto porcentaje de supervivencia de


los lechones neonatos, es esencial el control alrededor del
momen- to del parto. Esto puede verse facilitado por la
inducción del parto y el manejo cuidadoso de la cerda tras
el mismo.
Todo el proceso del parto lleva 2-5 horas, naciendo los
lechones a intervalos de 15 minutos. Los partos se dan
con mayor fre- cuencia por la tarde y la noche. Las
placentas son expulsadas tras el vaciamiento de un
cuerno uterino o después de 4 horas del nacimiento del
último lechón. Las cerdas primíparas necesi- tan ayuda en el
parto más frecuentemente que las multíparas.
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4 Reproducción Porcina

El tamaño de la camada varía enormemente (de 1 a 19


lechones). La mayoría de los lechones mortinatos mueren
durante el parto. Los partos que duran más de 6 horas dan
lugar a unos mayores porcentajes de lechones nacidos
muertos. No sólo hay variación en las cifras de lechones
entre las camadas, sino que también puede existir una
enorme diferencia en el peso al nacimiento entre las
camadas. Hay una relación muy estrecha entre el peso al
nacimiento y la supervivencia de los lechones.

A lo largo de los últimos años, se han usado con éxito,


distintos análogos de la PGF2α para inducir y sincronizar el
parto en las cerdas (Alexopulous et al., 1992; Gielent et
al., 1992; Leike y Huhn 1992; Cameron et al., 2000).
El parto puede inducirse tratando a las cerdas con
prostaglandi- nas (Cyclix Porcino®, Prosolvin®) 2 días antes
de la fecha pre- vista del parto. En los partos inducidos con
análogos de la pros- taglandina F2α, la mayoría de las
cerdas inician el parto entre 20 y 30 horas después de la
inyección.

Figura 8 Distribución de los partos tras la inducción con cloprostenol


racémico
CbZgd YZ XZgYVh

=dgVh YZhej‚h YZ aV ^cnZXX^‹c

Los partos también pueden sincronizarse con una


inyección de oxitocina 20-24 horas después del tratamiento
con prosta- glandina (Clark et al., 2002).
La inducción facilita la supervisión durante el parto y mejora
las posibilidades de realizar adopciones poco después del
nacimien- to. Las adopciones no sólo permiten la creación de
camadas con
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Reproducción Porcina 4

el mismo número de lechones, sino también de camadas


con lechones de pesos más uniformes.
Si el intervalo entre el nacimiento de dos lechones es
prolongado (p. ej. >20 minutos), o si todo el parto lleva
demasiado tiempo (p. ej. >5 horas), éste puede acelerarse
mediante el uso de oxi- tocina, que también puede usarse
para mejorar la involución uterina y la bajada de la leche.

Administración de prostaglandinas tras el parto


En las cerdas, la regeneración del endometrio tras el parto
lleva, aproximadamente, 18 días.
Se cree que la recuperación insuficiente tras una gestación
ante- rior contribuye a un mayor intervalo entre el destete
y la con- cepción y a un peor porcentaje de concepciones y,
por tanto, del porcentaje de partos, especialmente en los
sistemas de destete precoz. Además, los trastornos uterinos
como la endometritris y el síndrome de la metritis-mamitis-
agalaxia (MMA) están relacio- nados con una reducción de la
fertilidad, la pérdida de lechones e incluso la mortalidad de
las cerdas.
Durante los últimos cinco años se ha postulado que la
adminis- tración de prostaglandina F2α poco después del
parto puede te- ner un efecto beneficioso en los resultados
reproductivos. Se ha sugerido que el mecanismo mediante el
cual la administración de prostaglandinas puede modificar la
asociación entre la du- ración de la lactación y el tamaño
de la camada subsiguiente consiste en:
- un efecto directo de la prostaglandina sobre el útero y la
ace- leración de la regeneración endometrial
- la inducción de la luteolisis de los cuerpos lúteos

En algunas investigaciones, se vio que un número


considerable de cerdas viejas (7,9%) tenía unas
concentraciones elevadas de progesterona tras el parto
(Elbers et al., 1994). Se ha postulado que algunas cerdas,
especialmente las viejas, pueden conservar tejido lúteo
parcialmente activo incluso después del parto. Te- niendo en
cuenta el efecto inmunosupresor de la progesterona sobre
los mecanismos uterinos de defensa (Lewis et al., 2004) la
eliminación del tejido lúteo tras el parto debería favorecer
la involución uterina.
No obstante, los resultados de los estudios de campo
reporta- dos durante los últimos años se contradicen con
otras pruebas
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4 Reproducción Porcina

que muestran un claro beneficio en términos del intervalo


entre el destete y la concepción y las tasas de fertilidad
(Izeta-Mayorga et al., 2000; Prieto et al., 2002), e incluso
otros que muestran di- chos efectos en ciertos grupos de
edad (Koketsu et al., 2002).

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