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La Organización Internacional Del Trabajo Y La Edad Mínima Del Trabajo (Convenio No.

7)

Juan Sebastián Aguado Arango, sebastianaguado@hotmail.com

Estudio realizado al Convenio No.07 de la Organización Internacional del Trabajo

Asesor: Adriana María Buitrago Escobar

Universidad de San Buenaventura – Cali


Facultad de Derecho y Ciencias Políticas
Programa de Derecho
Santiago de Cali, Colombia
2020
LA ORGANIZACIÓN INTERNACIONAL DEL TRABAJO Y LA EDAD MÍNIMA DEL
TRABAJO (CONVENIO NO. 7)

Introducción

Desde su fundación en 1919, la protección de los niños ha sido uno de los principales objetivos
de la OIT, tarea que se encuentra en su Tratado Constitutivo, que formaba parte del Tratado de
Paz de Versalles después de la Primera Guerra Mundial. De acuerdo con Barattini (2009), este se
basaba en dos pilares, un sistema de seguridad colectiva regido por la Liga de las Naciones y la
creación de un derecho laboral internacional, que debía ser desarrollado y gobernado por la OIT.
La protección de los niños explotados en las fábricas y que sufrían la guerra fue un componente
fundamental en la construcción de la paz social. En consecuencia, la edad mínima fue señalada
como un objeto para la atención inmediata de la nueva organización; fue uno de los cinco puntos
en la agenda de la primera reunión de la Conferencia Internacional del Trabajo en Washington en
1919.

La OIT ha confirmado la importancia de la protección infantil y la abolición del trabajo infantil a


lo largo de los años. Tal como lo indica Gálvez Santillán (2011), entre 1919 y 1973, la OIT
adoptó no menos de once convenios y diez recomendaciones sobre la edad mínima de admisión
al trabajo. Más recientemente, la importancia de la protección infantil ha sido confirmada por el
programa IPEC (Programa internacional para la erradicación del trabajo infantil), por la
Declaración sobre los Principios y Derechos Fundamentales en el Trabajo y su seguimiento en
1998, y por la adopción del Convenio sobre las peores formas de trabajo infantil (No. 182) en
1999. Los esfuerzos de la OIT para la protección de los niños también fueron confirmados por la
adopción de la Convención sobre los Derechos del Niño, particularmente el Artículo 32 (2) que
se refiere indirectamente a los convenios de la OIT.

La OIT y los derechos de los niños

La OIT se fundó veinticinco años antes que las Naciones Unidas, mucho antes de que los
"derechos humanos" o los "derechos del niño" se establecieran como conceptos en el derecho
internacional. No obstante, los convenios de edad mínima adoptados en 1919-1921 fueron los
primeros instrumentos internacionales y jurídicamente vinculantes sobre los derechos del niño, y
uno de los primeros sobre los derechos humanos en general. No fue sino hasta 80 años después,
en 1998, la propia OIT reconoció que varios Convenios de la OIT son instrumentos
fundamentales de derechos humanos en la Declaración sobre los Principios y Derechos
Fundamentales en el Trabajo y su seguimiento. La abolición efectiva del trabajo infantil es uno
de esos derechos humanos fundamentales, junto con el derecho a la negociación colectiva, la
eliminación de todas las formas de trabajo forzoso u obligatorio, y la eliminación de la
discriminación en materia de empleo u ocupación. (Ghai, 2003).

Con respecto a la OIT y los derechos humanos en general, se encuentran profundos vínculos
entre las normas establecidas por la OIT y por la ONU. Del mismo modo, los vínculos entre las
normas de trabajo infantil de la OIT y los derechos internacionales del niño son una cuestión
descuidada. Aunque el trabajo infantil ha sido objeto de mucho debate público y académico
durante las últimas décadas, el papel de la OIT para la protección internacional de los niños ha
sido objeto de poca atención pública y académica. Se podría decir que la influencia de la OIT y
los convenios sobre la edad mínima ha sido bastante anónima, por alguna razón. El hecho es que
en las obras estándar sobre los derechos del niño rara vez se hace referencia a los convenios de la
OIT, aparte de mencionar su existencia. En relación con la Convención sobre los Derechos del
Niño, los convenios de la OIT se mencionan como "predecesores" de la Convención, fin de la
historia. (Humblet y Zarka-Martres, 2001).

La OIT no solo ha tenido una influencia fundamental en el desarrollo de los derechos del niño.
En un sentido más amplio, la OIT también ha contribuido a la producción y reproducción de las
ideas mismas de la infancia. Existe un vínculo histórico entre los convenios de la OIT y las ideas
dominantes (occidentales) de la infancia. Estas ideas apuntalaron los actos fabriles europeos y
norteamericanos que se aprobaron durante el siglo XIX para regular el trabajo infantil industrial,
y fueron reproducidos por los Convenios de la OIT. La OIT contribuyó, para bien y para mal, a la
difusión internacional de estas ideas y conceptos de la infancia. (Baleani, et. al., 2009).

Antes y durante la industrialización, los padres consideraban a los niños como un activo
económico. Los niños podían contribuir, y lo hicieron, sustancialmente a la economía familiar.
Durante la revolución industrial, los hijos de los pobres fueron explotados en números y formas
nunca antes imaginadas. Por una combinación de razones, como un mayor bienestar para todos,
mejores instalaciones educativas, cambios tecnológicos, filantropía, la organización del trabajo,
la organización de los trabajadores en los sindicatos y el dominio de la 'norma del hombre
ganador de pan', alrededor del cambio del siglo XIX y las primeras décadas del siglo XX el
trabajo infantil disminuyó drásticamente en el mundo occidental. (Curiel Sandoval, 2013).

Por otro lado, en diferentes regiones del llamado mundo en desarrollo, muchos niños trabajan y
hacen contribuciones sustanciales a la economía familiar o incluso para pagar las tasas escolares,
uniformes escolares, libros escolares y almuerzos escolares. Muchos niños en las regiones en
desarrollo también van a la escuela, aunque un gran número pasa muy poco o nada de tiempo en
la escuela. (Boleso, 2008).

Las últimas cifras de la OIT muestran un pequeño pero alentador progreso en la disminución del
trabajo infantil. Cerca de 317 millones de niños son económicamente activos en las edades de 5 a
17 años. De estos niños, 218 millones están incluidos en la categoría definida como "niños
trabajadores" - niños ocupados en alguna forma de actividad que está prohibida en los convenios
de la OIT. De ese grupo, 126 millones de niños están ocupados en trabajos peligrosos.
Centrándose en el grupo más joven, niños de 5 a 14 años, hay 191 millones de niños dedicados a
actividades económicas, 166 millones de "niños trabajadores" como se definió anteriormente y 74
millones de niños en trabajos peligrosos. Muchos de ellos trabajan en "las peores formas de
trabajo infantil" como se define en el Convenio núm. 182. El mayor número de niños
trabajadores viven en Asia (153 millones). La mayor proporción de niños trabajadores en la
población existe en África subsahariana. A pesar de una disminución del 11 por ciento del trabajo
infantil en general y del trabajo peligroso en un 26 por ciento, sigue siendo un hecho que un
grupo muy grande de niños todavía trabaja y vive en condiciones terribles y no tiene acceso
esporádico a la educación primaria. (Díaz y Rodríguez, 2018).

La OIT y la “regulación del trabajo infantil”

La posición central de la protección de la infancia según los convenios de edad mínima dentro de
la OIT se remonta al hecho de que la legislación laboral más temprana se refería a la regulación
del trabajo infantil. Fue más fácil llegar a un consenso sobre la protección de los niños que para la
protección de los trabajadores adultos. Los niños han trabajado tanto como la historia puede
decir, y antes de la revolución industrial, la mayoría de los niños trabajaban en la agricultura y en
los oficios domésticos. Con la revolución industrial, tanto la organización como el contenido del
trabajo infantil cambiaron en parte. El empleo masivo de niños en las ciudades industriales hizo
visible la sombría explotación para el público. (Briceño y Pinzón, 2004).

Los niños que trabajan en molinos y minas en condiciones terribles no encajan en las ideas y
nociones románticas de la infancia del siglo XIX, lo que a su vez fue una reacción contra la
explotación de los niños en los molinos. Con los cambios ideológicos, políticos, económicos y
sociales en las sociedades occidentales provocados por las revoluciones francesa y
estadounidense y más tarde por la revolución industrial, la infancia se enfatizó de una manera
nunca antes vista en la historia. (Boleso, 2008).

Las primeras expresiones legales de esta preocupación por los niños y la infancia fueron las leyes
de trabajo infantil aprobadas durante el siglo XIX en las principales naciones industriales. Esta
legislación fue el fundamento de los convenios de edad mínima de la OIT. Gran Bretaña fue la
nación líder, seguida de Francia y Alemania. Como la principal nación industrial, Gran Bretaña
se empeñó en introducir leyes, las llamadas Actas de Fábrica, ya en 1802, y otras naciones pronto
siguieron el ejemplo británico. La mayoría de los países europeos y los estados norteamericanos
adoptaron una legislación más o menos similar durante las últimas décadas del siglo XIX. Sin
embargo, en los Estados Unidos no fue sino hasta 1930, después de treinta años de debate
político, que se adoptó una Ley federal de trabajo infantil. (Gil, 2006).

La legislación de fábrica estaba dirigida al trabajo industrial. Proporcionó edades mínimas


estándar que se ajustaron a la edad de abandono escolar, al menos teóricamente, y a las
condiciones de producción de los diferentes sectores económicos. Las leyes de fábrica
permitieron varias y generosas excepciones. Este modelo "industrial" ha permanecido bastante
indiscutible desde el primer Convenio sobre la edad mínima No. 5, adoptado en 1919, hasta el
último hasta la fecha, el Convenio sobre la edad mínima No. 138 adoptado en 1973, y en el
Convenio No. 182, adoptado en 1999, y eso confirma el Convenio núm. 138. (Lojo, 2013).

La legislación de fábrica europea fue el resultado de movimientos o campañas nacionales de


reforma respaldados por alianzas más o menos impías entre varios grupos influyentes de la
sociedad que tenían un interés común en el bienestar de los niños: el ejército; la Iglesia; maestros
y liberales con una fábula del paternalismo. Las British Factory Acts fueron las primeras y
sirvieron de modelo para los demás países. Solo el trabajo industrial estaba regulado y la
regulación consistía en edades mínimas y horas máximas de trabajo. Gran parte del trabajo de los
niños no estaba cubierto y las muchas exenciones se basaban en las demandas de los
empleadores. Los estándares estaban relacionados con el horario escolar y las edades de
abandono escolar. Su aplicación se basó en la inspección policial o laboral y, en la práctica, en
los maestros y autoridades escolares. (Martínez, 2001).

Los Convenios de Edad Mínima 1919-1973

Durante los primeros tres años de la OIT, se adoptaron cinco Convenios sobre la edad mínima en
relación con el empleo en la industria, incluido el trabajo nocturno, en el mar, en la agricultura y
para recortadores y fogoneros en barcos de vapor. Además, se aprobó una convención sobre el
examen médico de los jóvenes en el mar. Se adoptaron dos recomendaciones sobre el trabajo
nocturno y la formación profesional en agricultura. En otras palabras, la actividad legislativa de
la OIT fue muy alta. En contraste, los parlamentos nacionales no fueron tan activos en la
ratificación de los Convenios y, para 1930, solo unos pocos Estados miembros, entre 10 y 21 por
Convenio, habían ratificado los Convenios de Edad Mínima. Esto fue, por supuesto, una fuente
de decepción para la OIT, considerando su objetivo de hacer universal la edad mínima de
admisión al trabajo y considerando la gran flexibilidad permitida en los Convenios para cumplir
este objetivo. (Ortiz, 1990).

Dos de los convenios de edad mínima ya se adoptaron en la primera sesión de la Conferencia


Internacional del Trabajo en Washington en 1919, el Convenio núm. 5, edad mínima en la
industria y el Convenio núm. 6, trabajo nocturno de los jóvenes en la industria. En 1920 y 1921,
la OIT adoptó cuatro convenios más sobre niños trabajadores, el Convenio núm. 7, edad mínima
en el mar, el Convenio núm. 10, edad mínima en la agricultura y el Convenio núm. 15, edad
mínima para podadores y fogoneros. La edad mínima era la misma en todas las convenciones, 14
años, excepto para trabajar durante la noche y para trabajar como recortador o fogonero, para los
cuales las edades mínimas eran 18 años. En la agricultura, la edad mínima prescrita era de 14
años. mera formalidad ya que todo el trabajo agrícola fuera del horario escolar y algunos trabajos
durante el horario escolar estaban permitidos. (Pedraza y Ribero, 2006).

De acuerdo con Pardo de Santayana (2019), el Convenio n. 7 sobre edad mínima en el trabajo en
los buques fue pactado en la segunda conferencia de la OIT, celebrada en Génova en julio de
1920. Junto a otros convenios sectoriales sobre la edad mínima de admisión al empleo, es
testimonio de la labor de la OIT en el período de entreguerras por regular y limitar los abusos en
el trabajo infantil. En virtud de su articulado, se fijó en catorce años la edad mínima para la
prestación de servicios a bordo de un buque, a excepción de los buques familiares y de los buques
escuela. Como otros convenios, desde su entrada en vigor, el 27 de septiembre de 1921, ha
servido de referente legal internacional en la materia. Actualmente, en la inmensa mayoría de los
países, entre ellos España, el Convenio n. 7 no está en vigor, por mor de la denuncia automática
que ha supuesto la aceptación del Convenio n. 138, que ha venido a sustituirlo.

El siguiente convenio sobre la edad mínima que se adoptará fue el Convenio sobre la edad
mínima (empleo no industrial), Nº 33, que se adoptó en 1932. La intención era que todo el trabajo
ahora debería estar cubierto por disposiciones de edad mínima conforme. El trasfondo fue la
aprensión de los efectos negativos de no cubrir todos los sectores del empleo por límites de edad
mínima (similares). Si un sector estaba menos estrictamente regulado que otro, o no estaba
regulado en absoluto, existía el riesgo de que los niños pasaran de un sector regulado a uno
menos regulado y la Oficina tenía la intención de llenar esos vacíos. La Oficina escribió en el
Informe Azul que, con la adopción de la nueva convención, la OIT "cerraría el círculo de las
convenciones de edad mínima". (Salazar, 2000).

Para resumir el primer período, 1919–1932, la edad mínima era de 14 años para todos los
sectores económicos, al menos de cara a las convenciones. Sin embargo, hubo una serie de
excepciones importantes a la edad mínima. El grado de flexibilidad varía según el sector. El
trabajo nocturno y el trabajo que se consideraba peligroso estaba más estrictamente regulado.
Para la agricultura, la edad mínima era solo formal, ya que en la práctica se permitía todo el
trabajo fuera del horario escolar y también algunos trabajos que interferían con la escuela.
(Salazar, 2012).

La edad mínima de 14 años nunca fue cuestionada por la Conferencia Internacional del Trabajo,
ni en Washington en 1919, en Génova en 1920 ni en Ginebra en 1921. Una edad mínima de 14
años siguió la edad mínima y la legislación educativa en los estados miembros industrializados,
como se informó a la Oficina Internacional del Trabajo en las respuestas a los cuestionarios de la
Oficina. Aunque parece haber estado implicado que la edad mínima estaba relacionada con el
desarrollo de los niños, la edad mínima de 14 años fue simplemente la consecuencia de la
legislación de fábrica existente y, en particular, los sistemas educativos en los estados miembros
industrializados. Gran parte de la discusión se refería a qué edad los niños dejaban la escuela en
los estados miembros. Hubo un gran temor a las consecuencias de una brecha entre la edad de
abandono escolar y la edad mínima para el empleo. Los "niños inactivos" se consideraban una
amenaza no solo para la infancia sino también para la sociedad. Sin embargo, el enfoque en 14
años es un poco sorprendente, ya que es dudoso que la edad de abandonar la escuela en realidad
fuera tan alta como eso incluso en los estados miembros industrializados. (Sandoval, 2007).

La primera categoría de excepciones fue para el trabajo en empresas familiares. El empleo dentro
del ámbito familiar se excluyó de todas las convenciones, excepto la convención sobre
recortadores y fogoneros, porque se consideraba como una categoría de trabajo particularmente
peligrosa (Exclusión para el empleo en la propia familia del niño, artículo 2, Convenio No. 7). El
control del empleo familiar estaba sujeto a dificultades administrativas tanto en lo que respecta al
carácter privado de los lugares de trabajo como a la integridad familiar. También se creía que el
empleo de los padres se consideraba inofensivo porque, como lo expresó uno de los delegados en
la Conferencia, el "sentimiento familiar" protegería automáticamente al niño de la explotación.
En las primeras convenciones de edad mínima, 1919-1921, hubo amplias excepciones para el
empleo familiar. (Santamaría López, 2009).

En el Convenio sobre la edad mínima (empleo no industrial) de 1932, la excepción para el


empleo familiar se redujo al hacer que tal exclusión se opusiera a una decisión particular de las
autoridades nacionales. De esta manera, la OIT logró conciliar dos puntos de vista opuestos en la
pregunta. En un informe, la Oficina reconoció esto al recomendar una actitud cautelosa hacia los
padres porque había "un peligro considerable de abuso" también cuando los padres eran
empleadores. La Oficina o la Conferencia no discutieron el hecho de que el trabajo infantil
contribuyó sustancialmente a la economía familiar y los problemas que surgirían al retirar a los
niños del mercado laboral. (Torres, 2014).

La segunda categoría de excepciones era regional, y se refería a India y Japón. Todos los
convenios, excepto el Convenio núm. 10 (agricultura), tenían disposiciones separadas para China
y Japón. Esto permitió menores edades mínimas, 12 años y un alcance de aplicación de las
convenciones sustancialmente más estrecho. En el caso del Convenio sobre la edad mínima
(empleo no industrial), la edad mínima para el trabajo ligero era tan baja como diez años. La
mayor parte de los debates en la Conferencia Internacional del Trabajo se referían a las
excepciones a las disposiciones de edad mínima para la India. Desde el principio, las
disposiciones especiales también incluyeron a Japón. Sin embargo, Japón se estaba
industrializando rápidamente y pronto cayó de la categoría de naciones sujetas a regímenes
especiales. Había dos líneas de argumentación con respecto a la India. Por un lado, estaban los
trabajadores que exigían que los niños indios deberían tener la misma protección que otros niños.
Por otro lado, estaban los empleadores y los gobiernos que abogaron por "un principio de
gradualidad", lo que implica que no era posible cumplir los requisitos directamente, sino paso a
paso. El gobierno indio confirió la falta de legislación escolar obligatoria y protección infantil en
la India a las "condiciones imperfectas de la India" y el "atraso" del pueblo indio. Las
"condiciones imperfectas" se definieron como clima tropical, hábitos y costumbres, oportunidad
económica, tradición industrial, falta de escolaridad obligatoria, leyes deficientes, seguros
sociales y falta de educación de los padres. La "tradición" y la "cultura", más precisamente
significaban fenómenos como el sistema de lanzamiento indio y la "madurez temprana" de los
niños en climas tropicales. (Somavía, 2014).

Para un observador moderno, el grupo de trabajadores fue inesperadamente directo en su crítica


de la situación india. El Imperio Británico fue considerado directamente responsable de la difícil
situación de los niños en la India. En ese momento, el 92 por ciento de la población india era
analfabeta y el grupo de trabajadores cuestionó cómo los británicos podrían haber brindado
servicios postales y hospitales, pero no se preocuparon por la protección del bienestar de los
niños al no proporcionar una educación adecuada. Este es un ejemplo temprano del tipo de clima
de debate abierto que probablemente ha contribuido al éxito de la OIT a lo largo de los años y
que sigue siendo un principio fundamental que rige la discusión en la conferencia plenaria.
(Supervielle y Zapirain, 2009).

La tercera categoría de excepciones también era regional, pero general. Se refería a la aplicación
de las convenciones en "colonias, protectorados y posesiones que no son totalmente autónomas".
En estas áreas, la convención debería aplicarse, por regla general, pero "debido a las condiciones
locales", las disposiciones de una convención podrían ser "inaplicables" o estar sujetas a
"modificaciones necesarias" (artículo 5, Convenio No. 7). No hubo una definición, indicación o
procedimiento sobre cómo deberían evaluarse las condiciones en estas regiones, si una
disposición era "inaplicable" o si tenía que modificarse antes de que pudiera aplicarse. Por lo
tanto, había total libertad de acción para la propia discreción de los Estados miembros en este
campo. La cuarta categoría de excepciones se refería a la formación técnica y profesional, que
estaba excluida en todos los convenios, excepto el convenio relativo al trabajo nocturno (artículo
3, Convenio No. 7). (Richter, 2013).

La quinta categoría de excepciones, finalmente, se refería a las demandas de los empleadores o


las demandas por "interés público". Las demandas de los empleadores se referían a excepciones a
la prohibición de emplear trabajadores nocturnos menores de 18 años. Se definió como "trabajo
que, en razón de la naturaleza de los procesos [se] debe realizar continuamente día y noche".
También se refería a "casos de emergencias que no podrían haber sido controlados o previstos".
En el Convenio núm. 33 (empleo no industrial), se podrían permitir excepciones a la edad
mínima para los niños que trabajan en espectáculos públicos en teatros y en el cine, si fuera "en
interés del arte, la ciencia o la educación" - todos de ellos 'intereses públicos'. (Perocco, 2017).

El trabajo se dividió en categorías en las convenciones. Había una distinción entre "trabajo
ligero", "trabajo peligroso" y "trabajo". Hubo excepciones a las disposiciones para el "trabajo
ligero" en la agricultura, y en este caso, no había límite de edad. Hubo excepciones para el
"trabajo ligero" también en el Convenio núm. 33 (trabajo no industrial), en cuyo caso la edad
mínima fue de 12 años. Con respecto al "trabajo peligroso", el Convenio núm. 15 (recortadores y
fogoneros) en su conjunto regulaba el "trabajo peligroso", y establecía una edad mínima más alta
de 18 años. Un ejemplo de las excepciones basadas en las demandas del empleador es la
disposición de que en caso de que "se requiera un recortador o un fogonero en un puerto donde
solo estén disponibles jóvenes de menos de dieciocho años", podrían emplearse personas
mayores de 16 años, siempre dos personas fueron contratadas para realizar el trabajo de una
persona. (Molina Higuera, 2006).

En las convenciones había un vínculo entre la edad mínima y la escuela. Se hizo referencia
particular a la escuela en varias de las convenciones. El empleo de un niño no debe interferir con
la escuela. De hecho, gran parte del debate en la Conferencia Internacional del Trabajo se refería
a las preocupaciones sobre "la brecha" entre la edad de abandono escolar y la edad mínima para
el empleo. La edad mínima de 14 años se ajustó a la edad de abandono escolar (supuesta o real)
en Europa. De hecho, las leyes escolares obligatorias se consideraban una especie de panacea
para la aplicación efectiva de la legislación sobre la edad mínima. Hubo un miedo histórico a las
consecuencias de los "niños ociosos". Una forma de cerrar la "brecha" fue la provisión de
capacitación vocacional y escuelas técnicas, y la mayoría de las convenciones permitieron
menores edades mínimas para que los niños trabajen en un contexto de aprendizaje de oficios.
(Mejía Turizo, 2009).

Los mecanismos de aplicación de las primeras convenciones de edad mínima no tenían el


potencial de volverse muy eficientes. La aplicación se basó principalmente en la obligación de los
empleadores de mantener registros de cumpleaños de trabajadores jóvenes en combinación con la
inspección del trabajo (artículo 4, Convenio No. 7). Sin embargo, los servicios nacionales de
inspección del trabajo no estaban muy desarrollados en todos los Estados miembros. Con
respecto a la India, se hizo hincapié en que el alcance de los convenios debería limitarse a "ciertas
ocupaciones bien organizadas, como ferrocarriles, minas y muelles, donde la supervisión por
parte del inspector del gobierno es muy fácil". A ese respecto, se señaló que en las industrias
"occidentales" de la India, había inspecciones laborales occidentales por parte de inspectores
occidentales. Esta es una indicación de una actitud pragmática por parte de la OIT de no interferir
en las actividades y ocupaciones que tuvieron lugar fuera de las industrias de propiedad británica
en la India. En una perspectiva más amplia, esta política siguió la actitud general británica hacia
la legislación en las colonias. (Curiel Sandoval, 2013).

Con el Convenio núm. 33 de 1932, se fortalecieron las disposiciones de aplicación. Los Estados
miembros estaban obligados a proporcionar servicios de inspección laboral adecuados, medios
adecuados para facilitar la identificación y supervisión de los empleados jóvenes y, por último,
pero no menos importante, establecer sanciones por el incumplimiento de las disposiciones de la
convención (artículo 7). Esto fue aprobado sin gran debate en la Conferencia. Las posibles
explicaciones de la falta de debate son la Depresión que facilitó todas las medidas para controlar
el empleo y la gran influencia que se les otorgó a las autoridades nacionales en el cumplimiento
de las disposiciones de la convención. (Martínez, 2001).

Durante los primeros años de la Organización Internacional del Trabajo hubo una gran
continuidad en las convenciones y recomendaciones adoptadas, al menos formalmente. Sin
embargo, el Convenio núm. 10 (agricultura) se destaca al permitir todo el trabajo realizado fuera
del horario escolar, lo cual, pareciera como si hubiera una intención de hacer que la convención
encajara en el modelo fijando una edad mínima y hacerlo aceptable para los estados miembros.
En ese momento, no parecía realista ni deseable abolir el trabajo infantil en la agricultura. En
1919, la mayoría de la población europea todavía vivía en las zonas rurales. El trabajo agrícola se
consideraba saludable para los niños, y se ajustaba bastante bien a las ideas de la infancia
profesadas, por ejemplo, por Rousseau. (Salazar, 2012).

Conclusiones

Como se vio en el este documento, la OIT, en sus primeros años de funcionamiento, emitió
diferentes Convenios respecto a la edad mínima para el trabajo, entre los cuales se encuentra el
Convenio No. 7 de 1920, respecto a la edad mínima en el trabajo marítimo. De esta forma, se
evidenciaba una preocupación de la OIT respecto al trabajo infantil, por lo que dicho instrumento
internacional fue acogido y ratificado por un gran número de países, principalmente, aquellos con
poder en el mar como como Reino Unido (1921), Dinamarca (1924), España (1924), Japón
(1924), Holanda (1925) o Canadá (1926).

De esta forma, el Convenio No. 7 se centra principalmente en definir una edad mínima para
trabajar a bordo de barcos y embarcaciones dedicadas a la navegación marítima. Esto se establece
en 14 años, sujeto a dos excepciones. El primero se refiere a los buques en los que solo se
emplean miembros de la misma familia. El segundo se refiere al trabajo realizado por niños en
barcos escolares o barcos de entrenamiento. Debe mantenerse a bordo un registro de la
tripulación para facilitar la aplicación de la Convención.

Por lo tanto, se debe exigir a los Estados miembros que especifiquen una edad mínima para la
admisión al empleo o al trabajo dentro de su territorio y en medios de transporte registrados en su
territorio, que, con ciertas excepciones, no será inferior a la edad de finalización de la escolaridad
obligatoria, y en cualquier caso no menos de 15 años. Sin embargo, cualquier Estado miembro
cuya economía e instalaciones educativas estén insuficientemente desarrolladas puede, previa
consulta con las organizaciones de empleadores y de trabajadores interesadas, especificar
inicialmente una edad mínima de 14 años.

Referencias

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