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Educar para la paz en convivencia solidaria nos exige idear agendas y proyectos

que asuman el concepto cultura de paz como movimiento y visión compartida, y


la investigación, la educación y la acción como los medios preeminentes para su
edificación. Más aún, nos requiere reflexionar, como bien afirma nuestro colega y
amigo, el profesor José Luis Méndez, acerca de la relación sinérgica entre cultura de
paz y calidad de vida. La idea de esta sinergia data de la antigüedad. Los mayas, por
ejemplo, al referirse en sus lenguas a la “paz”, la vinculaban a una red de conceptos
de rico contenido semántico y múltiples significados. Dichos conceptos apuntan a un
ideal sagrado y holístico de equilibrio, a una visión integral  de la paz, a partir de un
concepto de pleno bienestar.

De aquí, que desde nuestra mirada como educadoras y portavoces del colectivo
de la Cátedra UNESCO de Educación para la Paz de la Universidad de Puerto Rico,
donde hemos tenido la suerte de poder ejercer aquello que el escritor uruguayo
Eduardo Galeano ha signado como nuestro inalienable “derecho a soñar”,[1] nos
aventuremos en esta presentación conjunta  a abordar el significado de la educación,
la investigación y la accióncomo elementos centrales en la construcción de una cultura
de paz  y en la creación de una agenda compartida. Nos aventuramos con la
esperanza de que a través de dicha agenda podamos contribuir a la construcción de
ese “sueño” que nos llama - y que llamamos “calidad de vida” - en momentos que
nuestro querido colega el Dr. Manuel Torres Márquez ha signado como “tiempos de
solidaridad”.[2]

No resultará sencillo aproximarnos a ese evasivo y escurridizo ideal que hoy nos
convoca, ya que como magistralmente expuso en la ponencia de apertura el doctor
Fernando Lolas Stepke, “calidad de vida” es un constructo dinámico del “bien ser”,
personal y comunitario, subjetivo e intersubjetivo, complejo y multidimensional, al que
se le ha asignado una pluralidad de significados - y que por lo tanto es sumamente
difícil de percibir, visualizar, cuantificar, medir y estimar a través del tiempo, de culturas
y generaciones. Nuestro modesto aporte girará en realizar algunas precisiones teórico-
valorativas y en dejar sobre la mesa algunos desafíos e interrogantes en términos de
lo que construir calidad de vida nos exige.

Convivencia solidaria y calidad de convivencia desde una paz en positivo.

Construir calidad de vida nos exige propiciar la calidad de convivencia como fin y


la convivencia en y para la acción solidaria como medio. Esta postura a su vez, nos
requiere consignar una paz en positivo, tanto como punto de partida como punto de
llegada y punto de continuidad en todo nuestro accionar investigativo, educativo y
comunitario. Al hablar de “paz en positivo”,  podemos hacer una analogía con el
constructo de salud integralque promueven los modelos de calidad de vida, ya que
nos referimos, no a la ausencia de guerra y conflicto conocida como “paz negativa”,
sino a una paz con justicia solidaria y equidad estructural, que a su vez rechaza todo
método violento.[3]

Educar para una paz integral desde una visión de equidad intergeneracional.

Construir calidad de vida nos exige educar para la “paz integral”, la noviolencia y
los derechos humanos en todo tiempo y momento – desde una visión de “equidad
intergeneracional”. Dicha noción  ha sido planteada por UNICEF como la “nueva ética
para el nuevo milenio”.[4] Plantea la búsqueda de un nuevo tipo de justicia que
debemos promover junto a la igualdad entre las razas, etnias, géneros y naciones.
Implica la equidad entre generaciones entrantes y salientes, y sitúan a la infancia y a
las nuevas generaciones en un lugar prioritario en toda planificación. Más aún, nos
compromete a edificar explícitamente – a partir de un nuevo modo de pensar y sentir,
un mundo menos violento y más saludable para nuestros descendientes, con la
esperanza de que el llamado “progreso” o “desarrollo” de las naciones recupere su
verdadero significado.

Abordar y confrontar nuestra trágica fascinación y adicción: la violencia.

Educar para la paz y la convivencia solidaria, sin embargo, no constituye una tarea
improvisada ni fortuita. Los legados de la noviolencia y la paz - en claro contraste con
los de la guerra y la violencia - nunca han sido tópicos privilegiados por historiadores,
investigadores y educadores. Mucho menos han sido ni tienen muchas posibilidades
de ser, puntos de debate permanente en foros y ámbitos educativos, o contenidos
formales en los currículos escolares y universitarios.[5] Según el profesor David
Riesman de la Universidad de Harvard, la intensidad expresiva de la violencia es tal -
comparada con la auto-restricción de la noviolencia y la paz - que la gente,
queda fascinada ante ella. Este culto a la expresividad de la fuerza ha dado margen
para que la cultura de la violencia sea altamente valorada y ha desencadenado
una espiral de violencias y contraviolencias, cuyas consecuencias funestas presencia-
mos día a día. Sobre esta trágica fascinación por la violencia que ha devenido en
una fatal adicción, expresa el profesor Riesman...

Una vez la violencia se convierte en una adicción, la personalidad cambia; los


impulsos más generosos quedan reprimidos; la gente se 'brutaliza' y declara que la
sociedad les ha hecho de esta manera.[6]

En esta misma línea, el filósofo francés Paul Ricoeur nos habla del “trágico
esplendor” del “imperio de la violencia” en la historia, porque la historia de todos los
tiempos, afirma, ha estado permeada de “estructuras de terror”…

Para ver que la violencia se encuentra siempre presente en todo lugar, sólo
tenemos que observar cómo los imperios suben y descienden, cómo el prestigio
personal se establece, cómo las religiones se desgarran unas a las otras en
pedazos, cómo los privilegios de propiedad y poder se perpetúan e intercambian, o
cómo aún la autoridad de los intelectuales se consolida, cómo los deleites
culturales de la élite dependen de las labores y sufrimientos de los desheredados.[7]

Nuestros ámbitos educativos tampoco escapan de la creciente espiral de


violencias y contraviolencias.[8] Existen innumerables políticas y prácticas educativas
institucionalizadas que en alguna medida vulneran o violentan la dignidad del aprendiz,
al lacerarle psicológica, mental, cultural, económica, física o espiritualmente. Este tipo
de violencia, reconocida como “violencia  sistémica en la educación”, ciertamente
deberá ser un punto prioritario en nuestra agenda. [9] De manera que construir calidad
de vida nos exige abordar y confrontar deliberada y sistemáticamente nuestra trágica
fascinación y adicción por la violencia.

Trasformar la universidad, la escuela - y toda entidad formativa - en fuerza de


paz.

Ante este panorama de globalización de la violencia, todas las instituciones


formativas, particularmente las de educación superior, tenemos una responsabilidad
central y una tarea prioritaria, pues como bien afirma la UNESCO...
Cabe subrayar que la educación superior no es un simple nivel educativo. En
este peculiar período signado por la presencia de una cultura de guerra, debe
ser la principal promotora en nuestras sociedades de la solidaridad moral e
intelectual de la humanidad y de una cultura de paz construida sobre la base de
un desarrollo humano sostenible, inspirado en la justicia, la equidad, la libertad,
la democracia y el respeto pleno de los derechos humanos.[10]

Umberto Eco, semiólogo y novelista italiano, ha afirmado esta responsabilidad y


tarea con aún mayor firmeza y claridad, proponiendo que toda entidad formativa, sobre
todo las universidades y las escuelas, se conviertan en fuerza de paz…

Sólo los centros de enseñanza, y entre ellos sobre todo la universidad, son todavía
lugares de confrontación y discusión recíprocas, en los que podemos encontrar
ideas mejores para un mundo mejor… ¡La universidad (e incluso la escuela…)
como fuerza de paz! En mis sueños más osados veo la imagen de un ambiente
académico en el que se puede hablar pacíficamente incluso de los problemas más
insolubles de nuestro tiempo.[11]

La UNESCO ha destacado el enorme poder ético y formativo de la sociedad civil,


particularmente de los medios, en la promoción de un “espíritu de comunidad” para la
creación de “zonas de paz.” La Universidad para la Paz en Costa Rica, a partir de
investigaciones acerca de los procesos de influencia de los medios de difusión de
masas, ha emplazado a los medios a modificar sus prácticas informativas y contenidos
violentos, de manera que su ética periodística esté en sintonía con su propuesta de
una paz integral, la cual comprende la articulación de tres dimensiones: la “paz
consigo mismo”,  la “paz con la naturaleza” y la “paz con los demás”. En particular,
apuntan críticamente a la influencia de aquellos medios que ejercen un discurso de la
violencia y que destacan la noticia “negativa” y la difusión de programación con alto
contenido violento - en los siguientes procesos sociales y formativos:[12]

       La conformación de la agenda social pública .


       La configuración e inculcación de marcos interpretativos en torno a la realidad.
       El modelaje y la difusión de determinados valores, estilos de vida y relaciones
de poder.
       La manipulación y actualización de la conciencia ciudadana cotidiana.
       La socioconstrucción de la subjetividad e intersubjetividad.

De manera que, construir calidad de vida nos exige transformar la universidad y la


escuela - y toda entidad formativa, en particular los medios masivos de comunicación -
en “fuerza de paz”.

Contextualizar y armonizar tres vertientes hermanas en una misma agenda.

Transformar las entidades formativas en “fuerza de paz”, nos exige a su vez


asumir deliberadamente nuevos paradigmas noviolentos
de investigación, educación y acción. Ello implica asumir un compromiso con la
construcción de una cultura de reducida violencia y elevada justicia, acorde con lo que,
según la UNESCO,  implica su edificación:

Edificar una cultura de paz significa modificar las actitudes, las creencias y los
comportamientos - desde las situaciones de la vida cotidiana hasta las negocia-
ciones de alto nivel entre países - de modo que nuestra respuesta natural a los
conflictos sea no violenta y que nuestras reacciones instintivas se orienten hacia la
negociación y el razonamiento, y no hacia la agresión.[13]
Implica además, una transición del paradigma de la enseñanza a un paradigma
del aprendizaje. Es decir, dejar atrás los currículos rígidos y los grados disciplinarios
terminales, para asumir un paradigma de aprendizajes interdisciplinarios, cambiantes
y permanentes. Pero, más allá de este aprender a aprender a lo largo de toda la vida,
implica aprender a convivir, aprender a compartir, y aprender a
emprender para aprender a ser y aprender a transformar la realidad y a nosotras y
nosotros mismos. Implica tener siempre presente el por qué y el para qué de nuestro
aprendizaje. Implica, como afirma Freire, desplazar la pedagogía autoritaria por
una pedagogía de la pregunta, por una pedagogía
“problematizadora” y “democratizante” del cuestionamiento, del atrevimiento, del
disenso y de la audacia. Por una pedagogía de la esperanza que, desde el
“imperativo existencial e histórico” contribuya a viabilizar nuestros sueños edificantes.
[14]
 Porque no hay dicotomía entre aprendizaje y solidaridad… aunque,
lamentablemente, el enseñar a competir – antes que a compartir es una de
tantas violencias pedagógicas que ejercemos día a día, mutilando así el potencial
solidario del aprendiz.  

Transformar las entidades formativas en “fuerza de paz” nos requiere también,


una transición de la investigación convencional e individualizada, a una investigación
de impacto directo y a la creación de proyectos de aplicación. Se trata de una
investigación en acción distanciada de la lógica de mercado y orientada a la
responsabilidad y la pertinencia social. Nos exige además, repensar estas tres
vertientes hermanas como tres pilares de una misma agenda, como ejes centrales en
cualquier agenda que pretenda promover calidad de vida y cultura de paz.  El filósofo
Paul Ricoeur, ha reafirmado estos vínculos entre investigación, educación y acción
por la paz de una manera clara y precisa, desde una perspectiva ética que exige
poner la palabra directamente en la acción…

Si la no-violencia va a ser éticamente posible, debe ponerse en relación directa a


la acción…[15]

La relación sinérgica entre investigación, educación, acción, calidad de vida y


cultura de paz pareciera muy sencilla. De manera que nuestro gran reto reside en
cómo poner en marcha la suma concertada de las partes de esta ecuación en
esfuerzos conjuntos de consenso y acción solidaria en una agenda compartida. Esta
agenda “hermanada” deberá reflejar nuestra realidad histórica, nuestra especificidad
cultural y nuestras aspiraciones como pueblo. Nuestros primeros esfuerzos deberán
encaminarse a inscribirnos en el movimiento/visión global “hacia una cultura de paz” y
en puertorriqueñizar estos esfuerzos mediante la construcción de espacios
transdisciplinarios de formación ética y convivencia solidaria.[16]
Movernos de una cultura de guerra y violencia a una cultura de derechos
humanos y paz
Construir calidad de vida nos exige afrontar el reto de movernos de una cultura
de guerra y violencia hacia una cultura de derechos humanos y paz.[17]  Emprender
este camino de paz supone labrar la convivencia solidaria.  Al respecto, nos indica
Rigoberta Menchú:
La paz no puede ser ni un anhelo ni sólo una discusión teórica.  Es una
lucha permanente que significa acciones concretas que transformen las
actuales prácticas de exclusión, intolerancia y racismo que diariamente
destruyen las relaciones entre las sociedades y las
generaciones.  Cambiar estas prácticas por otras cuyo sustento sea un
conjunto de valores, actitudes y comportamientos, como sustento de la
paz y la no violencia, es el reto de este milenio que iniciamos.[18]
Edificar una cultura de paz requiere como prioridad viabilizar el respeto a los
derechos humanos, y a su vez, los derechos humanos son necesarios y
complementarios a la cultura de paz.  En este sentido, la cultura de paz supone luchar
contra la guerra y la violencia, la pobreza y la injusticia.  Movernos de una cultura de
violencia a una de paz requiere además, promover la participación y apoderamiento de
todos los sectores en la sociedad.  Precisa enfrentarnos a la discriminación y la
exclusión, así como trascender las imágenes del ”otro” para comprender la divergencia
y apreciar la diversidad.  En este movimiento la educación es fundamental.
[19]
  Educación que se brinda en la escuela y la universidad, pero también en la familia,
la comunidad, a través de los medios de comunicación y las tecnologías de la
información.  El educador español Xesús Jares, señala que:
Los educadores y las educadoras tenemos que hacer frente al reto de
contribuir al tránsito de una cultura de violencia  - en la que la guerra
sigue teniendo una especial relevancia –,  a una cultura de la paz. Es
decir, recuperar la paz desde los primeros años para el conjunto de los
ciudadanos y las ciudadanas; vivir la paz … como un proceso activo,
dinámico y creativo que nos lleve a la construcción de una sociedad
más justa, sin ningún tipo de exclusión social, libre y democrática.[20]
Educar en y para la paz requiere respetar y asumir los derechos humanos para
su comprensión, defensa y promoción, es decir para su apropiación.  Posibilita romper
con la cultura del silencio y del miedo al develar la realidad y potenciar nuestra acción
participativa.  Además, como nos indica Abraham Magendzo, un colega chileno, hay
que educar en derechos humanos desde la memoria[21], o realidad histórica donde
estos se han vivido y donde han sido denegados o coartados.  Federico Mayor,
pasado Director General de la UNESCO recalca que hay que educar con una visión
diferente, donde hay que desarmar la historia[22] para conocerla desde las personas
con capacidad creadora, no desde las batallas y el poder de los vencedores.  Educar
para la paz requiere además entender y asumir el conflicto para proponer alternativas
no violentas para su resolución.
 
Inscribirnos en el movimiento/visión global “hacia una cultura de paz”
            Inscribirnos en el movimiento/visión global “hacia una cultura de paz” es punto
de encuentro para la agenda compartida que proponemos.  El movimiento “hacia una
cultura de paz” es uno dinámico que se ha ido gestando, articulando y repensando
durante la pasada década.  Reconociendo su importancia y pertinencia, las Naciones
Unidas declararon el año 2000, como el Año Internacional de la Cultura de Paz, dando
inicio al Decenio Internacional de la Cultura de Paz y No Violencia para la Niñez del
Mundo (2001-2010).  [23]  En este contexto, un grupo de Premios Nobel de la Paz,
iniciaron una petición llamada Manifiesto 2000.  El Manifiesto es un llamado a todos y
todas a participar y hacernos responsables por el futuro de la humanidad,
especialmente la niñez,  al comprometernos con:
Respetar todas las vidas y la dignidad de cada persona sin discriminación ni
prejuicios.
Rechazar la violencia en todas sus formas practicando la noviolencia activa.
Liberar la generosidad a fin de terminar con la exclusión, la injusticia, la
opresión política y económica.
Escuchar para comprenderse al defender la libertad de expresión y la
diversidad cultural, privilegiando siempre la escucha y el diálogo.
Preservar el planeta al promover un consumo responsable y un desarrollo que
respete el equilibrio de los recursos naturales.
Reinventar la solidaridad al propiciar la participación de todos y todas.
El Manifiesto 2000, ha sido firmado por más de 75 millones de personas alrededor del
mundo, incluyendo a cientos en Puerto Rico cuyas firmas recogimos en varias
actividades auspiciadas por la Cátedra UNESCO de Educación para la Paz.
Aunar esfuerzos a favor de Agenda Puertorriqueña para una Cultura de Paz
Inspirados en este movimiento y considerando los desafíos apremiantes para la
paz en Puerto Rico, en la Cátedra UNESCO de Educación para la Paz generamos
nuestra Agenda Puertorriqueña para una Cultura de Paz.[24]   Hoy compartimos esta
agenda, como posible punto de partida en el esfuerzo conjunto para la calidad de vida
en Puerto Rico.  Sus principales objetivos son:
 
     Una vida digna para todos y todas. 
Comprometernos con el derecho a una vida digna.  Promover para la presente y
futuras generaciones una sociedad más justa con igualdad de oportunidades que
garantice el derecho a la educación, al trabajo seguro y al legítimo disfrute de la
vida.
     Rechazar la violencia. 
Rechazarla en todas sus manifestaciones estructurales, sociales e
interpersonales.  En particular su utilización contra la niñez, la mujer, los
envejecientes y otros sectores marginados o excluidos.
Rechazar la violencia como instrumento para resolver los conflictos
sociales, políticos y familiares.  Rechazarla como alternativa a la búsqueda
de diálogo y consenso en que debe estar fundada nuestra práctica colectiva
y nuestra vida política e institucional.
     Una nueva cultura política
Combatir el tribalismo, la corrupción y la prepotencia en las actividades partidistas
y en la política pública.  Fomentar, por el contrario, una nueva cultura política
basada en la generosidad, el diálogo y el análisis serio y mesurado de los
problemas que nos aquejan.  Concertar esfuerzos  para hacer frente a las
situaciones y los asuntos en los que estamos divididos como pueblo.
     Escuchar para entendernos
Fomentar el hábito de escuchar con seriedad y tratar de entender todos los
mensajes, en particular aquellos con los que estamos en desacuerdo. Encontrar
puntos en común para minimizar las divergencias y establecer entendimientos en
situaciones conflictivas.
     Preservar nuestros recursos naturales
Defender y preservar nuestros recursos naturales y la diversidad en las formas de
vida de nuestro planeta, promoviendo un desarrollo económico racional y
sustentado.
     Promover la solidaridad y la participación
Combatir la visión de la vida en sociedad como una lucha de todos/as contra
todos/as.  Promover en su lugar la solidaridad y la plena participación.  Condenar
el discrimen en todas sus manifestaciones.
     Vieques como símbolo de paz
Convertir a la sufrida y abusada isla puertorriqueña de Vieques en un símbolo
internacional de paz.  Librarla de la destrucción militar y los daños
ecológicos.  Promover la recuperación integral de su territorio para su
desarrollo.     
     Fomentar la comunicación entre puertorriqueños
Fomentar la solidaridad y la comunicación entre puertorriqueños y puertorriqueñas
que habitamos la isla con las comunidades puertorriqueñas de los Estados Unidos
para promover una cultura de paz.
     Aunar esfuerzos
Unir esfuerzos con otras universidades e instituciones educativas, organizaciones
y sectores de nuestra sociedad para divulgar y hacer realidad estos propósitos.
Aunar esfuerzos, promover la escucha, la participación y la comunicación, rechazar la
violencia para acercarnos a nuestros problemas y buscar posibles soluciones – todos
elementos centrales de esta agenda – son también inherentes a la convivencia
solidaria necesaria para mejorar nuestra calidad de vida.
Asumir retos eiInterrogantes desde la sinergia Cultura de Paz / Calidad de Vida
Veamos entonces algunos retos e interrogantes para esta agenda compartida
desde la sinergia cultura de paz / calidad de vida.
 ¿Cómo promover calidad de vida en y con todos los sectores de nuestra
sociedad?
En otras palabras, ¿Cómo  propiciar la participación de diversos
sectores sociales, económicos, políticos, intergeneracionales en
actividades con fines comunes para el mejoramiento de la calidad de
vida?
 ¿Cómo definimos calidad de vida en el ámbito educativo?
Debemos asegurarnos de incluir la escuela, la universidad y toda
entidad educativa en nuestra investigación y acción por la calidad de
vida propiciando convertirlas en fuerzas de paz.
 ¿Cómo podemos educar efectivamente para la paz en convivencia solidaria?
Esta interrogante nos plantea a su vez otras preguntas:
¿A qué retos pedagógicos y curriculares nos enfrentamos cuando nos
proponemos desarrollar una educación para la paz y convivencia
solidaria?
¿Cuáles son los principios y valores que deben guiarnos?
¿Hay coherencia entre la vivencia y las prácticas educativas, el
contenido del currículo y la visión de estudiantes que queremos
cultivar?
¿Cómo desarmar la historia y desmilitarizar la escuela?
¿Propiciamos una visión de mundo y el uso de estrategias para la
comunicación el entendimiento y la participación?
       ¿Cómo promover la cultura de paz y la calidad de vida siendo coherentes y
consistentes entre los medios para alcanzarla y sus fines?
Por ejemplo, entre el enfoque o método investigativo y los objetivos de
la investigación social y educativa. ¿Qué perfil de investigación podría
estar en sintonía con el binomio calidad de vida/cultura de paz?
       ¿Cómo educar para la lectura crítica de los medios de información y
comunicación, así como para su responsabilidad social?
Es necesario entender sus mensajes y crear alternativas solidarias
       ¿Qué políticas, programas y proyectos nos posibilitan aunar esfuerzos para la
cultura de paz y calidad de vida en Puerto Rico?
Estos son puntos de encuentro y de partida en nuestra agenda en
común.
       ¿Qué podemos aprender de la experiencia viequense para la cultura de paz y
calidad de vida en Puerto Rico?
Aquí hablamos de Vieques como ejemplo y posibilidad.
Para finalizar, tomamos palabras prestadas a Rigoberta Menchú.  Estas ilustran la
relación sinérgica entre cultura de paz y calidad de vida que hemos abordado.

PACTO SOCIAL POR LA PAZ Y UNA ECONOMIA


MÁS SOLIDARIA
 

Las y los firmantes, ciudadanas y ciudadanos colombianos, Cooperativas,


Asociaciones Mutuales, Fondos de Empleados, Fundaciones, Corporaciones,
Asociaciones, Organizaciones Comunitarias, Juntas de Acción Comunal,
Sindicatos, Voluntariados, Universidades, Iglesias, empresarios, servidores
públicos, organizaciones de mujeres, de jóvenes, agrarias, ambientales,
indígenas,  afro-descendientes, pertenecientes a distintos sectores sociales,
étnicos, económicos y culturales, pero con un denominador común en nuestro
hacer: la SOLIDARIDAD, quienes creemos que la Paz y otra economía es
posible y soñamos con una Colombia justa, democrática y sustentable,
proponemos y firmamos ante el país el siguiente PACTO SOCIAL POR LA PAZ Y
UNA ECONOMIA MAS SOLIDARIA:
Consideraciones:
 Necesitamos superar las violencias.  Colombia ha vivido décadas de
violencia que han dejado inmensas pérdidas humanas, sociales,
económicas, políticas y ambientales. Hoy, cuando el país busca pasar esta
trágica página de su historia, se requiere reconstruir el tejido social, ampliar
el bienestar de la población, fortalecer la democracia y sus instituciones. La
Paz no es solo responsabilidad de los actores que negocian el fin de un
conflicto armado en la Habana –Cuba-, esta se construye al seno de la
sociedad y en los territorios, demanda la participación de todas y todos. Por
ello, la SOLIDARIDAD, la ECONOMIA SOLIDARIA y las ORGANIZACIONES
SOLIDARIAS son valiosos instrumentos para consolidar la paz, la
democracia y un desarrollo económico con equidad e inclusión social.
 El cambio de rumbo en la sociedad colombiana implica superar el
individualismo que se impuso en todas las esferas de la vida
social.  Al exacerbado individualismo, anteponemos el valor y principio de
la SOLIDARIDAD. Ella es una fuerza social que genera responsabilidad y
cuidado hacia los demás; implica el reconocimiento y aceptación del “otro”;
estimula el sentido de pertenencia; el pensamiento crítico; permite resolver
pequeños y grandes problemas movilizando recursos que están dispersos
en la sociedad. La solidaridad es un valor practico, pues solo se realiza
ejerciéndola; es un bien común que se acrecienta usándolo. La solidaridad
es un hecho de paz.
 Para construir la Paz se requiere de otra economía, donde la
responsabilidad social de las empresas sea un imperativo categórico y no
una simple manera de obtener exenciones tributarias.  Ella implica salarios
justos, productos saludables, pago proporcional de impuestos, conservación
del ambiente y colaboración al desarrollo de las comunidades. Se necesita
un Estado más diligente en la defensa y protección del bien común, más
Estado en el mercado y menos mercado en el Estado. Son necesarios más
actos económicos solidarios en la producción, distribución y consumo; que
fomenten un COMERCIO JUSTO, Que promuevan unas FINANZAS
ETICAS rechazando la especulación de entidades financieras; Que
practiquen un CONSUMO RESPONSABLE Y SOLIDARIO, entendiendo
que sus compras benefician o afecta a alguien o al entorno.
 Se requiere más ORGANIZACIONES Y EMPRESAS
SOLIDARIAS, para la producción de bienes y servicios. Son múltiples las
formas asociativas y de propiedad fundamentadas en principios de
solidaridad y no lucro, formales e informales. Las Cooperativas, Fondos de
Empleados, Asociaciones Mutuales, Administradoras Públicas Cooperativas,
en el año 2013 asociaban más de seis millones de personas y generaban
cerca de 148.000 empleos directos. Las Juntas de Acción Comunal se
estiman en 52.000 entidades actuando en barrios y veredas; cientos de
sindicatos defienden los derechos de los trabajadores; las organizaciones
de voluntariado registran la participación de más 700 mil personas que
aportan tiempo, conocimiento y recursos a una causa social; cerca de 215
mil Fundaciones, Corporaciones y Asociaciones actúan en el territorio
nacional. Las organizaciones agrarias asocian miles de familias agricultoras
y se dan diversas prácticas ancestrales de cooperación en comunidades
indígenas y afro-descendientes. A su vez miles de personas realizan
diariamente valiosos actos de solidaridad.
 La economía solidaria como política de Estado. La solidaridad, la
economía solidaria y las organizaciones solidarias adquirieron
reconocimiento en la Constitución Política de 1991; encuentran pleno
respaldo en lo dispuesto en el Preámbulo y los artículos 1, 38, 51, 57, 58,
60, 64, 103, 189-24, 333, asignándole al Estado la función de fomentarlas y
protegerlas. Sin embargo, se han promulgado políticas que limitan la
asociatividad solidaria, ella está siendo desestimulada, diversas normas e
instrumentos la excluyen, entraban y encarecen los procesos asociativos,
gravan excesivamente las iniciativas populares impidiéndoles consolidarse
y se imponen criterios y normativas propias del sector empresarial
lucrativo, desvirtuando su naturaleza solidaria. Se requieren políticas
públicas que den cabal complimiento al mandato constitucional de proteger
y promover las formas asociativas y solidarias de propiedad.
 Así como la Paz necesita un marco jurídico que le de viabilidad
institucional y un marco cultural que permita el perdón y la reconciliación,
también se requiere un marco económico que permita su consolidación, la
Paz necesita una economía más solidaria.
 Conscientes de la necesidad de aportar en la construcción de una
sociedad más justa, democrática, sostenible y en Paz, proponemos y
acogemos EL PACTO SOCIAL POR LA PAZ Y UNA ECONOMIA MAS
SOLIDARIA. El “Pacto Social”, es un acuerdo entre personas,
organizaciones,   instituciones públicas y privadas donde nos
comprometemos a realizar las acciones que permitan avanzar en El
Bienvivir, como reproducción ampliada de la vida digna para todos y todas
en armonía con la naturaleza. Es una propuesta a la sociedad y al Estado
colombiano tendiente a fomentar la solidaridad, la economía solidaria y las
organizaciones solidarias.En cumplimiento del “PACTO SOCIAL”, las y los
firmantes nos comprometemos A:
1. 1.                       MAS SOLIDARIDAD EN TODOS LOS ESLABONES
DE LA ECONOMIA   
Apostamos por transformar la economía con más solidaridad. La economía
solidaria, es ante todo, actos económicos orientados por valores éticos, por
ello, nos comprometemos a;
 FOMENTAR UN COMERCIO JUSTO Y UN CONSUMO RESPONSABLE Y
SOLIDARIO
 Promover un Comercio Justo, estableciendo relaciones de equidad y
justicia en nuestras actividades comerciales -precio justo al productor,
precio justo al consumidor, margen justo al distribuidor-.
 Impulsar instrumentos que faciliten el acceso directo de los pequeños
productores y consumidores a los diversos mercados: redes de distribución
y de consumo, eco-tiendas, eco-ferias, Trueque, sellos solidarios, etc.
 Promover una cultura de consumo responsable y solidario. Que cada
consumidor sea consciente de que consume, a quién beneficia o afecta su
compra y tome decisiones responsable y solidariamente.
 Incrementar las Compras Institucionales a pequeños productores urbanos y familias
agriculturas que estén asociados en organizaciones solidarias.
FINANZAS ETICAS Y SOLIDARIAS
 Fomentar la organización financiera de las comunidades, estimulando el
ahorro y crédito a partir de experiencias como grupos solidarios, Bancos
Comunales, fondos auto-gestionados, monedas complementarias.
 Promover que las organizaciones sociales y sus asociados coloquen su
dinero en el sistema financiero solidario, al tiempo  asumiremos un mayor
compromiso ético con las finanzas.
 Proponemos al Estado establecer líneas de financiamiento público para
las organizaciones solidarias y los pequeños productores asociados, en
condiciones de favorabilidad y equidad.
UNA ECONOMIA RESPONSABLE CON EL MEDIO AMBIENTE
 Asumimos el compromiso para que nuestros actos protejan y defiendan
el medio ambiente. Fomentaremos en nuestros asociados y asociadas una
cultura ambiental para que cada persona valore y proteja su entorno y el
planeta.
 Estimular una producción limpia, sustentable y responsable con el
ambiente.
 Nos comprometemos en especial a cuidar y defender el agua, como
elemento sustancial de la vida.
 Brindar especial respaldo a las familias agricultoras que contribuyen a
garantizar la seguridad y soberanía  alimentaria, la protección de la agro-
biodiversidad, las fuentes de agua y bosques y las culturas de nuestros
pueblos.
1. 2.  FOMENTO, FORTALECIMIENTO Y PROTECCION DE LAS
ORGANIZACIONES SOLIDARIAS    
En cada una de nuestras organizaciones y/o en coordinación con otros,
realizaremos un mayor fomento y fortalecimiento a las organizaciones y
empresas de carácter solidario que construyen propiedad colectiva y
distribuyen democráticamente sus excedentes. Son las personas las que
deciden asociarse, pero deben encontrar el conocimiento, los estímulos y el
entorno normativo e institucional favorable para el desarrollo de sus iniciativas.
Por tanto, trabajaremos por:
Un Plan de emprendimiento, fortalecimiento e innovación solidaria
 Implementar un Plan de Emprendimiento, Fortalecimiento e Innovación
Solidaria, que respetando la autonomía de las organizaciones contenga: 1.
Asistencia técnica y financiera a grupos o comunidades que quieran
asociarse. 2. Fortalecimiento de las empresas solidarias existentes. 3.
Apoyo a proyectos de innovación con impacto social.
 Promover el emprendimiento económico de las Juntas de Acción
Comunal, a través de sus proyectos productivos, comisiones empresariales
y Empresa Comunal Rentable establecida en la Ley 743 de 2002.
 Contribuir al estímulo, reconocimiento y visibilización del
VOLUNTARIADO. En especial promoveremos el voluntariado juvenil y
universitario.
 Trabajar porque las instituciones públicas establezcan estímulos para las
organizaciones solidarias facilitando su acceso a la asistencia técnica, al
crédito y la contratación pública.
 Prestar especial apoyo a la asociatividad de las familias agricultoras, a
las víctimas de la violencia que permita su amplia participación en el
desarrollo de la Reforma Rural Integral.
 Promover un Pacto solidario entre el movimiento sindical y el movimiento cooperativo
por la defensa de los derechos de los trabajadores y del verdadero modelo cooperativo,
como forma de organización también de los trabajadores. Apostamos por el trabajo digno
y decente.
 Fortalecer la integración, la agremiación y construcción de redes de cooperación y
solidaridad en todo el país, invitamos a las diversas organizaciones a integrarnos en esta
construcción.
1. 3. FOMENTO A UNA CULTURA DE LA SOLIDARIDAD Y LA
ASOCIATIVIDAD
Una educación desde y para la solidaridad
 Asumimos el reto de promover una “educación desde y para la
solidaridad”, que promueva una epistemología múltiple, diferencial y
emancipadora y abra horizontes a un pensamiento complejo e innovador,
una educación “para la justicia, la paz, la democracia, la solidaridad, la
confraternidad, el cooperativismo y, en general, la formación de los valores
humanos“(Ley 115 de 1994).
 Promoveremos los emprendimientos solidarios en los establecimientos educativos con
nuestros niños, niñas y jóvenes (cooperativas, mutuales, asociaciones estudiantiles etc.). 
 Brindar un mayor apoyo a la investigación para la innovación social y solidaria que
realizan universidades y entidades especializadas del sector.
 Realizar una intensa y permanente campaña de formación de los asociados y
asociadas, que fortalezca la comprensión y práctica de los valores y principios
cooperativos y solidarios.
Divulgación permanente de la solidaridad y las experiencias de las organizaciones solidarias.
 Existen muchas experiencias del hacer solidario que están aconteciendo
pero la sociedad las desconoce, es necesario visibilizar más lo que estamos
haciendo. Implementaremos una campaña comunicativa permanente, la
“Colombia Solidaria” debe divulgar sus prácticas y experiencias
significativas de cooperación y solidaridad.
 Haremos un mayor uso de las tecnologías de la información y las comunicaciones
(tics), al tiempo, demandamos un mayor acceso a los medios de comunicación radiales y
televisivos.
 Apoyamos los medios alternativos y comunitarios de comunicación son parte de este
movimiento de la solidaridad. 
1. 4. UNA APUESTA RADICAL POR LA PAZ, LA DEMOCRACIA Y LA
PARTICIPACION  
Avanzar en una sociedad más democrática y en paz implica transformar nuestra
cultura política profundamente intolerante y excluyente. Ya no podemos
concebir una democracia que no sea pluralista, ella no existe al margen del
reconocimiento de la diversidad de creencias, orígenes, etnias, opiniones y
proyectos, implica un ciudadano capaz de aceptar la diversidad, la divergencia
y de resolver pacíficamente los conflictos.
 Estamos por una apuesta radical por la democracia, por un proceso
democratizador de las instituciones públicas, los espacios sociales y de
nuestras organizaciones. Asumimos el reto de democratizar nuestras
organizaciones, ampliar los espacios de participación y decisión de nuestros
asociados y asociadas.
 Fomentaremos una ciudadanía activa y participante que se preocupe y
participe en la definición de los destinos colectivos. Estimularemos la
participación ciudadana en los distintos espacios ciudadanos.
 Promoveremos los “Presupuestos Participativos”, que los ciudadanos
participen en las decisiones de en qué se invierten los recursos públicos, los
cuiden y protejan. Los recursos públicos en nuestras organizaciones y en el
Estado, son sagrados, denunciaremos y combatiremos los actos de
corrupción.
 Las organizaciones solidarias somos expresión de una nueva
“ciudadanía”, de hombres y  mujeres que reclaman el derecho a la
solidaridad,  hacer economía con lógicas distintas al modelo imperante. 
Reclamamos nuestro derecho a otra economía.
1. 5. POLITICA PUBLICA, MARCO NORMATIVO E INSTITUCIONAL PARA LA SOLIDARIDAD Y LA  ECONOMIA
SOLIDARIA  
 Trabajar por que se deroguen o modifiquen las normas que impiden la
participación de las organizaciones solidarias en distintas actividades
económicas o limitan su desarrollo.
 Las políticas públicas para la solidaridad y la economía solidaria
requieren desarrollos locales. Promoveremos iniciativas legislativas en
municipios y departamentos que definan políticas territoriales de fomento y
apoyo al sector solidario.
 Trabajaremos por que se revise el actual modelo de supervisión y control
de las organizaciones solidarias, tendiente a facilitar su desarrollo y
respetar su autonomía.
 Buscaremos que se constituya una institucionalidad de fomento y
protección de la solidaridad y economía solidaria fuerte, tanto nacional,
regional y local, que oriente la política para este sector.
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