Documenti di Didattica
Documenti di Professioni
Documenti di Cultura
LA UNCIÓN DE LOS
ENFERMOS
Análisis escriturístico, dogmático y pastoral
Teología Litúrgica
Profesor: Pbro. José Ilija
Estudiante: Jorge L. Martínez Rodríguez
C.I. 25563595
Febrero, 2020
INTRODUCCIÓN
La Unción de los enfermos es, cita el Padre Carlos Álvarez: “entre todos los
sacramentos, el más desacreditado y en crisis… Porque no solo se ignora su
significado especifico y el simbolismo propio de la unción; no solo no se alcanza a ver
y a transmitir la riqueza de mensaje y de sentido nuevo que contiene, sino que, por el
contrario, se lo considera, se lo teme y se lo desprecia como el anuncio del fin
próximo”1. Partiendo de esta consideración se puede justificar la necesidad de
profundizar en el sentido del sacramento de la unción de los enfermos, que aunque la
Iglesia haya trabajado por retomar el sentido autentico de este, todavía ha quedan
lagunas que superar, tanto en lo teológico como en lo pastoral; pues de este sacramento
todavía se tiene que hablar, el Concilio Vaticano II solo lo menciona seis veces, siendo
tres en la Constitución Sacrosanctum Concilium; adquiere credibilidad así la anterior
cita.
Este informe tiene la intención de realizar un análisis detenido del rito de la
unción de los enfermos desde una fórmula escogida. Dicho análisis se realizará desde
tres perspectivas, una desde las Sagradas Escrituras, descubriendo los elementos de esta
en el rito; otra desde la dogmática, especialmente sobre lo que dice la Iglesia de este
sacramento a través de las oraciones y gestos, la fe celebrada en este rito; y finalmente
un aspecto pastoral, que ofrece el propio ritual en sus sugerencias, pero además el
sentido pastoral de las oraciones y textos, y sugerencias de orden práctico. El modo de
redacción analiza el rito por partes siguiendo el orden del mismo, se propondrá primero
el texto literal del rito seguido por su análisis correspondiente. Todo esto con el fin de
contribuir aunque sea brevemente a comprender mejor este Sacramento.
1
P. CARLOS ÁLVAREZ G. La Unción de los Enfermos, Sacramento de vida y salud. CELAM, Bogotá 2004.
Pág. 13
UNCIÓN DEL ENFERMO
RITO ORDINARIO
Preparativos de la celebración
121. El sacerdote, antes de administrar la santa Unción a un enfermo, se informará de su
estado, de modo que tenga en cuenta su situación en la disposición del rito y en la elección
de lecturas de la Sagrada Escritura y oraciones. Si le es posible, el sacerdote debe
determinar estas cosas de acuerdo con el enfermo o con su familia, explicando la
significación del sacramento.
122. Cuando sea necesario oír al enfermo en confesión sacramental, el sacerdote, si es
posible, irá al enfermo antes de celebrar la Unción. En el caso de que el enfermo haya de
confesarse durante la Unción lo hará al principio del rito. Pero cuando no haya confesión
dentro del rito, hágase el acto penitencial.
123. El enfermo que no está en cama puede recibir el Sacramento en la iglesia o en otro
lugar conveniente, en el que haya un asiento adecuado para el enfermo y donde puedan
reunirse al menos los parientes y amigos, los cuales participarán en la celebración. En los
sanatorios, el sacerdote deberá tener en cuenta la situación de los otros enfermos que, tal
vez, se encuentran en la misma habitación. Vea si éstos pueden participar algo en la
celebración o si se cansan o si, por no profesar la fe católica, se sienten de algún modo
molestados.
124. El rito que se va a describir sirve también para el caso en que se dé la Unción a
varios
enfermos a la vez, siempre que sobre cada uno se hagan la imposición de manos y la
Unción con su fórmula; todo lo demás se dirá una sola vez en plural.
Ritos iniciales
125. El sacerdote, vestido cual conviene al sagrado ministerio que va a realizar, llega al
enfermo y, con sencillas y afectuosas palabras, saluda al enfermo y a cuantos están con él.
Puede decir, si le parece, este saludo:
V. La gracia de nuestro Señor Jesucristo, el amor del Padre y la comunión del Espíritu
Santo estén con todos vosotros.
R. Y con tu espíritu.
127. O bien:
V. La gracia y la paz de parte de Dios, nuestro Padre, y de Jesucristo, el
Señor, estén con todos vosotros.
R. Bendito sea Dios, Padre de nuestro Señor Jesucristo.
2
MIGUEL NICOLAU. LaUnción de los enfermos. Editorial BAC, Madrid 1975. Pág. 193
O bien:
R. Y con tu espíritu.
129. Seguidamente se dirige a los presentes con estas o parecidas palabras:
Queridos hermanos: En el Evangelio leemos que nuestro Señor Jesucristo curaba a los
enfermos, que acudían a él en busca de salud. El mismo, que durante su vida sufrió tanto
por los hombres, está ahora presente en medio de nosotros, reunidos en su nombre, y nos
dice por medio del apóstol Santiago: «¿Está enfermo alguno de vosotros? Llame a los
presbíteros de la Iglesia, y que recen sobre él, después de ungirlo con óleo, en nombre del
Señor. Y la oración de fe salvará al enfermo, y el Señor lo curará, y, si ha cometido
pecado, lo perdonará». Pongamos, pues, a nuestro hermano enfermo en manos de Cristo,
que lo ama y puede curarlo, para que le conceda alivio y salud.
Acto penitencial.
131. Si no hay confesión sacramental, hágase el acto penitencial.
134. Tercera fórmula
El sacerdote invita a los fieles a la penitencia:
Hermanos: para participar con fruto en esta celebración, comencemos por reconocer
nuestros pecados.
V. Tú que por el misterio pascual nos has obtenido la salvación: Señor, ten piedad.
R. Señor, ten piedad.
V. Tú que no cesas de actualizar entre nosotros las maravillas de tu pasión: Cristo, ten
piedad.
R. Cristo, ten piedad.
V. Tú que por la comunión de tu cuerpo nos haces participar del sacrificio pascual: Señor,
ten piedad.
R. Señor, ten piedad.
El sacerdote concluye:
Dios todopoderoso tenga misericordia de nosotros, perdone nuestros pecados y nos lleve a
la vida eterna.
R. Amén.
Liturgia de la Palabra
Proclamación de la Palabra de Dios.
135. A continuación, puede leerse por uno de los presentes o por el mismo sacerdote algún
texto de la Sagrada Escritura, v. gr.:
Escuchad ahora, hermanos, las palabras del santo Evangelio según San Mateo 8, 5-10. 13.
AI entrar Jesús en Cafarnaún, un centurión se le acercó, rogándole:
—Señor, tengo en casa un criado que está en cama paralítico y sufre mucho. Jesús le
contestó:
—Voy yo a curarlo.
Pero el centurión le replicó: —Señor, no soy quien para que entres bajo mi techo. Basta
que lo digas de palabra, y mi criado quedará sano. Porque yo también vivo bajo disciplina
y tengo soldados a mis órdenes: y le digo a uno «ve», y va; al otro, «ven», y viene; a mi
criado, «haz esto», y lo hace.
Al oírlo Jesús quedó admirado y dijo a los que le seguían:
—Os aseguro que en Israel no he encontrado en nadie tanta fe.
Y al centurión le dijo:
—Vuelve a casa, que se cumpla lo que has creído.
Palabra del Señor.
U otra lectura apropiada, tomada, por ejemplo, de las que figuran en los nn. 260 ss. Si
parece oportuno, puede hacerse una breve explicación de estos textos.
139. Ahora el sacerdote, en silencio, impone las manos sobre la cabeza del enfermo.
Bendición del óleo
140. Cuando, según lo dicho en el n. 21, el sacerdote haya de bendecir el óleo dentro del
rito,
procederá así:
Señor Dios, Padre de todo consuelo, que has querido sanar las dolencias de los enfermos
por medio de tu Hijo: escucha con amor la oración de nuestra fe y derrama desde el cielo
tu Espíritu Santo Defensor sobre este óleo.
Tú que has hecho que el leño verde del olivo produzca aceite abundante para vigor de
nuestro cuerpo, enriquece con tu bendición ✠ este óleo, para que cuantos sean ungidos
con él sientan en el cuerpo y en el alma tu divina protección y experimenten alivio en sus
enfermedades y dolores. Que por tu acción, Señor, este aceite sea para nosotros óleo
santo, en nombre de Jesucristo, nuestro Señor. Él, que vive y reina por los siglos de los
siglos. R. Amén.
Santa Unción
143. El sacerdote toma el santo óleo y unge al enfermo en la frente y en las manos,
diciendo una sola vez:
Por esta santa Unción y por su bondadosa misericordia, te ayude el Señor con la gracia
del Espíritu Santo.
R. Amén.
Para que, libre de tus pecados, te conceda la salvación y te conforte en tu enfermedad.
R. Amén.
144. Después dice esta oración:
145. O bien:
Señor Jesucristo, que para redimir a los hombres y sanar a los enfermos, quisiste asumir
nuestra condición humana, mira con piedad a N., que está enfermo y necesita ser curado
en el cuerpo y en el espíritu. Reconforta y consuela con tu poder a quien hemos ungido en
tu nombre con el óleo santo, para que levante su ánimo y pueda superar todos sus males (y
4
JOSEP ROVIRA BELLOSO, Los sacramentos, símbolos del Espíritu. Biblioteca Litúrgica, Centro de
Pastoral Litúrgica, Barcelona 2001. Pág. 207
5
P. CARLOS ÁLVAREZ G. La Unción de los Enfermos, Sacramento de vida y salud. CELAM, Bogotá 2004.
Pág. 211
ya que has querido asociarlo a tu Pasión redentora, haz que confíe en la eficacia de su
dolor para la salvación del mundo).
Tú que vives y reinas por los siglos de los siglos.
R. Amén.
En este momento de la celebración se realiza propiamente la materia y forma del
sacramento de unción; es decir, los elementos nucleares del sacramento, lo que le da
validez; esto es: la materia: óleo (remota) y unción en la frente y las manos (próxima); y
la forma: oración (“Por esta santa Unción… te conforte en tu enfermedad”).
Aspectos escriturísticos: como ya se mencionó antes, el gesto de tocar a los
enfermos por Jesús aparece muchas veces en los evangelios (Mc 1, 29-31. 40-44; 5, 25-
34; Lc 4, 38-39; 5, 12-14; etc.), este gesto como se dijo representa la cercanía y la
voluntad sanadora de Cristo; sin embargo, el gesto de ungir también aparece en la
actividad de Jesús en dos pasajes principales: en la curación del tartamudo sordo (Mc 7,
31-37) en el cual dice que Jesús metió sus dedos en sus oídos y mojo su lengua con
saliva, y también en la narración del ciego de nacimiento (Jn 9, 1-41) que dice que hizo
barro con saliva y lo unto en sus ojos para que se lavara; estos dos gestos únicos por
parte de Jesús expresan una gran carga simbólica que Jesús quiso utilizar para llegar a la
conciencia del enfermo “Meter los dedos en los oídos del sordo, escupir y tocar su
lengua su lengua constituyen para el enfermo claros indicios de que puede ser curado”6,
para que pudiera palpar la obra sanadora. Jesús expresa en estos textos la importancia de
la dimensión sensible en su obra salvífica; que será de importancia para fundamentar el
gesto en los sacramentos.
La oración destaca principalmente lo escrito en la carta de Santiago; donde se
menciona la unción “en nombre del Señor” (5, 14), cuando dice “ hemos ungido en tu
nombre con el óleo santo”. Además, la oración menciona también el perdón de los pecados:
“si hubiera cometido pecados, le serán perdonados ” (5, 15), junto con el alivio y la
sanación “Para que, libre de tus pecados, te conceda la salvación y te conforte en tu enfermedad ”. Se
menciona también la asociación al sufrimiento de cristo del que habla San Pablo “ has
querido asociarlo a tu Pasión redentora, haz que confíe en la eficacia de su dolor para la salvación del
mundo” (cf. Rm 8, 17).
Aspectos dogmáticos: Cuando en el concilio de Trento se define de forma
dogmática el numero septenario de los sacramentos, incluyendo el sacramento de la
Unción de los enfermos (entonces “extremaunción”); también se le adhiere las nociones
ex opere operato y la causalidad de la gracia, lo cual se ve reflejado en la oración “ Por
esta santa Unción y por su bondadosa misericordia ”. Esta parte del rito es el que da la validez
del sacramento es su núcleo esencial; mientras estén presentes la materia y la forma
descritas aquí, el sacramento tiene validez.
Además de la sacramentalidad de la Unción de los enfermos, esta oración
describe el fin y los efectos del sacramento, en los que la iglesia siempre ha creído: “ te
ayude el Señor con la gracia del Espíritu Santo... Para que, libre de tus pecados, te conceda la salvación
y te conforte en tu enfermedad ” y también en la oración final: “ necesita ser curado en el cuerpo y
en el espíritu. Reconforta y consuela con tu poder ”. La forma y la oración final expresan los
efectos primarios y secundarios del sacramento; son efectos primarios “el aumento de la
gracia del Espíritu Santo (como en todo sacramento de vivos; la unción de los enfermos
es, de suyo, sacramento de vivos), y también la sanación y confortación del alma” 7. Los
efectos secundarios, es decir que aunque se busquen, no se obtienen de una manera
principal y necesaria, sino secundaria o condicionada, vendrían a ser: “el perdón de los
6
V. TAYLOR, Evangelio según San Marcos, Ediciones Cristiandad. Madrid 1979. Pág. 418
7
MIGUEL NICOLAU. Óp. cit. Pág. 140
pecados, que se obtiene si el sujeto estuviese en ellos, o el de la salud corporal, que se
restituye si conviene al alma”8.
Aspectos pastorales: Como ya se mencionó, esta es la parte esencial del
sacramento, por lo que la forma y la materia del sacramento no deben cambiarse por
ninguna circunstancia, ni siquiera por alguna pretendida razón pastoral; sin embargo, la
oración posterior a la unción, es decir, la oración final puede cambiarse dependiendo de
las circunstancias del enfermo, por alguna de las diversas fórmulas que el ritual
propone, la puesta aquí es la segunda opción, la cual expresa más el sentido de la misión
de Jesucristo con los enfermos, y aunque la última parte de la misma es opcional “ (y ya
que has querido asociarlo a tu Pasión redentora, haz que confíe en la eficacia de su dolor para la
salvación del mundo)” convendría decirla siempre que se pueda, pues expresa el significado
del dolor en la vida cristiana y de su adhesión al misterio pascual de Cristo como medio
de salvación; entre las otras fórmulas de oración, hay una para un aciano, una para
alguien en peligro grave, para cuando se administra la Unción con el Viatico, y otra para
un agonizante, el sacerdote debe de utilizar la que más se adecúe a la realidad del
enfermo.
8
Ibídem.
bendición a todos los presentes, pues la gracia de Dios también quiere actuar en los que
rodean al enfermo.
CONCLUSIÓN