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ARQUIDIÓCESIS DE VALENCIA

SEMINARIO MAYOR NUESTRA SEÑORA DEL SOCORRO


AFILIADO A LA PONTIFICIA UNIVERSIDAD
JAVERIANA DE BOGOTÁ

LA UNCIÓN DE LOS
ENFERMOS
Análisis escriturístico, dogmático y pastoral

Teología Litúrgica
Profesor: Pbro. José Ilija
Estudiante: Jorge L. Martínez Rodríguez
C.I. 25563595

Febrero, 2020
INTRODUCCIÓN

La Unción de los enfermos es, cita el Padre Carlos Álvarez: “entre todos los
sacramentos, el más desacreditado y en crisis… Porque no solo se ignora su
significado especifico y el simbolismo propio de la unción; no solo no se alcanza a ver
y a transmitir la riqueza de mensaje y de sentido nuevo que contiene, sino que, por el
contrario, se lo considera, se lo teme y se lo desprecia como el anuncio del fin
próximo”1. Partiendo de esta consideración se puede justificar la necesidad de
profundizar en el sentido del sacramento de la unción de los enfermos, que aunque la
Iglesia haya trabajado por retomar el sentido autentico de este, todavía ha quedan
lagunas que superar, tanto en lo teológico como en lo pastoral; pues de este sacramento
todavía se tiene que hablar, el Concilio Vaticano II solo lo menciona seis veces, siendo
tres en la Constitución Sacrosanctum Concilium; adquiere credibilidad así la anterior
cita.
Este informe tiene la intención de realizar un análisis detenido del rito de la
unción de los enfermos desde una fórmula escogida. Dicho análisis se realizará desde
tres perspectivas, una desde las Sagradas Escrituras, descubriendo los elementos de esta
en el rito; otra desde la dogmática, especialmente sobre lo que dice la Iglesia de este
sacramento a través de las oraciones y gestos, la fe celebrada en este rito; y finalmente
un aspecto pastoral, que ofrece el propio ritual en sus sugerencias, pero además el
sentido pastoral de las oraciones y textos, y sugerencias de orden práctico. El modo de
redacción analiza el rito por partes siguiendo el orden del mismo, se propondrá primero
el texto literal del rito seguido por su análisis correspondiente. Todo esto con el fin de
contribuir aunque sea brevemente a comprender mejor este Sacramento.

1
P. CARLOS ÁLVAREZ G. La Unción de los Enfermos, Sacramento de vida y salud. CELAM, Bogotá 2004.
Pág. 13
UNCIÓN DEL ENFERMO
RITO ORDINARIO
Preparativos de la celebración
121. El sacerdote, antes de administrar la santa Unción a un enfermo, se informará de su
estado, de modo que tenga en cuenta su situación en la disposición del rito y en la elección
de lecturas de la Sagrada Escritura y oraciones. Si le es posible, el sacerdote debe
determinar estas cosas de acuerdo con el enfermo o con su familia, explicando la
significación del sacramento.
122. Cuando sea necesario oír al enfermo en confesión sacramental, el sacerdote, si es
posible, irá al enfermo antes de celebrar la Unción. En el caso de que el enfermo haya de
confesarse durante la Unción lo hará al principio del rito. Pero cuando no haya confesión
dentro del rito, hágase el acto penitencial.
123. El enfermo que no está en cama puede recibir el Sacramento en la iglesia o en otro
lugar conveniente, en el que haya un asiento adecuado para el enfermo y donde puedan
reunirse al menos los parientes y amigos, los cuales participarán en la celebración. En los
sanatorios, el sacerdote deberá tener en cuenta la situación de los otros enfermos que, tal
vez, se encuentran en la misma habitación. Vea si éstos pueden participar algo en la
celebración o si se cansan o si, por no profesar la fe católica, se sienten de algún modo
molestados.
124. El rito que se va a describir sirve también para el caso en que se dé la Unción a
varios
enfermos a la vez, siempre que sobre cada uno se hagan la imposición de manos y la
Unción con su fórmula; todo lo demás se dirá una sola vez en plural.

Lo primero que propone el ritual de la unción de los enfermos es la atenta


preparación del rito, cuyo fin además de litúrgico es de carácter pastoral. En primer
lugar, es necesaria una preparación del sacramento pues: “si todas las cosas tienen que
prepararse para que resulten bien y decorosamente, los ritos litúrgicos tienen que
prepararse de una manera especial, para que no resulte una improvisación desordenada
y titubeante, poco apta para edificar al enfermo y a sus familiares con indecisiones y
dudas”2. La liturgia tiene además de un fin eficaz, un fin pedagógico para que se ponga
en práctica la participación activa, consciente y fructuosa del rito. Así pues, el
sacramento de unción con una preparación “de modo que tenga en cuenta su situación
en la disposición del rito y en la elección de lecturas de la Sagrada Escritura y
oraciones” y “explicando la significación del sacramento” los fieles que participarán y
vivirán el sacramento de forma más plena.
Sin embargo, la preparación es ante todo de carácter pastoral pues propone el
ritual la visita con anterioridad, de manera que se conozca la realidad concreta del
enfermo, se le pueda administrar el sacramento de la penitencia, saber cuántos enfermos
hay y las circunstancias de los presentes; de forma que el sacramento no sea de
ordinario un hecho de emergencia, sino parte de un acompañamiento espiritual del
sacerdote.

Ritos iniciales
125. El sacerdote, vestido cual conviene al sagrado ministerio que va a realizar, llega al
enfermo y, con sencillas y afectuosas palabras, saluda al enfermo y a cuantos están con él.
Puede decir, si le parece, este saludo:
V. La gracia de nuestro Señor Jesucristo, el amor del Padre y la comunión del Espíritu
Santo estén con todos vosotros.
R. Y con tu espíritu.
127. O bien:
V. La gracia y la paz de parte de Dios, nuestro Padre, y de Jesucristo, el
Señor, estén con todos vosotros.
R. Bendito sea Dios, Padre de nuestro Señor Jesucristo.
2
MIGUEL NICOLAU. LaUnción de los enfermos. Editorial BAC, Madrid 1975. Pág. 193
O bien:
R. Y con tu espíritu.
129. Seguidamente se dirige a los presentes con estas o parecidas palabras:
Queridos hermanos: En el Evangelio leemos que nuestro Señor Jesucristo curaba a los
enfermos, que acudían a él en busca de salud. El mismo, que durante su vida sufrió tanto
por los hombres, está ahora presente en medio de nosotros, reunidos en su nombre, y nos
dice por medio del apóstol Santiago: «¿Está enfermo alguno de vosotros? Llame a los
presbíteros de la Iglesia, y que recen sobre él, después de ungirlo con óleo, en nombre del
Señor. Y la oración de fe salvará al enfermo, y el Señor lo curará, y, si ha cometido
pecado, lo perdonará». Pongamos, pues, a nuestro hermano enfermo en manos de Cristo,
que lo ama y puede curarlo, para que le conceda alivio y salud.
Acto penitencial.
131. Si no hay confesión sacramental, hágase el acto penitencial.
134. Tercera fórmula
El sacerdote invita a los fieles a la penitencia:
Hermanos: para participar con fruto en esta celebración, comencemos por reconocer
nuestros pecados.

V. Tú que por el misterio pascual nos has obtenido la salvación: Señor, ten piedad.
R. Señor, ten piedad.
V. Tú que no cesas de actualizar entre nosotros las maravillas de tu pasión: Cristo, ten
piedad.
R. Cristo, ten piedad.
V. Tú que por la comunión de tu cuerpo nos haces participar del sacrificio pascual: Señor,
ten piedad.
R. Señor, ten piedad.
El sacerdote concluye:
Dios todopoderoso tenga misericordia de nosotros, perdone nuestros pecados y nos lleve a
la vida eterna.
R. Amén.

Aspectos escriturísticos: Ya desde el saludo se toma en cuenta el encargo de


Jesús a sus apóstoles de dar la “paz” a las casas que visiten (Lc 10,5); un saludo común
en todos los ritos litúrgicos, pero que en el rito de los enfermos, cuando se les visita
tiene un sentido más cercano al bíblico que en otros sacramentos.
Seguidamente, la monición introductoria comienza resumiendo el fundamento bíblico
del sacramento, empezando por su acción sanadora “En el Evangelio leemos que
nuestro Señor Jesucristo curaba a los enfermos”, el papel del sufrimiento en su misterio
“durante su vida sufrió tanto por los hombres” y por ultimo la cita textual que
fundamenta más fuertemente el sacramento en la epístola de Santiago (St 5, 14-15).
Aspectos Dogmáticos: Como misterio que es, parte del saludo por parte de la
Trinidad, que inicia el rito y lo introduce en el campo sagrado al que pertenece en
cuanto sacramento. Después, la misma monición expresa la naturaleza de este al afirmar
que se introduce como parte del misterio pascual de Cristo. Es una acción de Cristo; el
acto penitencial también expresa la dimensión pascual del sacramento en cada una de
sus invocaciones, en especial en la última invocación, que sitúa al hombre dentro de la
Pascua “nos haces participar del sacrificio pascual”. Pero, además, dentro del texto de
Santiago se expresa el carácter eclesiológico del sacramento, se describe el papel de los
presbíteros como ministros del sacramento y se invita a la oración común “Pongamos,
pues, a nuestro hermano enfermo en manos de Cristo”. Además, se menciona el efecto
y fin del sacramento: “para que le conceda alivio y salud”.
Aspectos pastorales: desde una perspectiva pastoral el ritual menciona en sus
rubricas la cortesía al momento de realizar el saludo, para con el enfermo y los demás
presentes, pues se busca que los fieles comprendan y vivan adecuadamente el
sacramento; por esto dice “con sencillas y afectuosas palabras”; hay aquí un elemento
importante del sacramento, que es la caridad cristiana que debe expresar. El acto
penitencial, que se realiza cuando no hay sacramento de la penitencia, permite a los
participantes reconocerse pecadores, pero a la vez salvados por la pascua de Cristo
como se menciona en cada invocación.

Liturgia de la Palabra
Proclamación de la Palabra de Dios.
135. A continuación, puede leerse por uno de los presentes o por el mismo sacerdote algún
texto de la Sagrada Escritura, v. gr.:
Escuchad ahora, hermanos, las palabras del santo Evangelio según San Mateo 8, 5-10. 13.
AI entrar Jesús en Cafarnaún, un centurión se le acercó, rogándole:
—Señor, tengo en casa un criado que está en cama paralítico y sufre mucho. Jesús le
contestó:
—Voy yo a curarlo.
Pero el centurión le replicó: —Señor, no soy quien para que entres bajo mi techo. Basta
que lo digas de palabra, y mi criado quedará sano. Porque yo también vivo bajo disciplina
y tengo soldados a mis órdenes: y le digo a uno «ve», y va; al otro, «ven», y viene; a mi
criado, «haz esto», y lo hace.
Al oírlo Jesús quedó admirado y dijo a los que le seguían:
—Os aseguro que en Israel no he encontrado en nadie tanta fe.
Y al centurión le dijo:
—Vuelve a casa, que se cumpla lo que has creído.
Palabra del Señor.
U otra lectura apropiada, tomada, por ejemplo, de las que figuran en los nn. 260 ss. Si
parece oportuno, puede hacerse una breve explicación de estos textos.

El ritual propone muchos textos que dependiendo de las circunstancias pueden


favorecer la vivencia del rito; sin embargo, el que se propone aquí es el principal ( Mt 8,
5-10. 13); en el cual se resalta la fe del centurión al interceder por su criado, y al
reconocer la autoridad de Jesús sobre la salud y el bien físico capaz de trascender las
dimensiones espaciales. En el ámbito pastoral permite resaltar tanto el papel esencial de
Cristo en el sacramento, así como el de los parientes o intercesores, es decir el aspecto
comunitario y fraterno del sacramento, y la importancia de la oración.

Liturgia del Sacramento


Letanía:
136. Puede recitarse ahora o después de la Unción, o también en ambos momentos. El
sacerdote puede abreviar o adaptar el formulario según aconsejen las circunstancias.
Oremos al Señor por nuestro hermano enfermo y por todos los que lo cuidan y están a su
servicio.
— Mira con amor a este enfermo.
R. Te rogamos, óyenos.
— Da nueva fuerza a su cuerpo.
R. Te rogamos, óyenos.
— Alivia sus angustias.
R. Te rogamos, óyenos.
— Líbralo del pecado y de toda tentación.
R. Te rogamos, óyenos.
— Ayuda con tu gracia a todos los enfermos.
R. Te rogamos, óyenos.
— Asiste con tu poder a los que se dedican a su cuidado.
R. Te rogamos, óyenos.
— Y da vida y salud a este enfermo, a quien en tu nombre vamos a
imponer las manos.
R. Te rogamos, óyenos.
El siguiente elemento, perteneciente ya a la liturgia del rito, es la letanía: “Es la
oración de toda la comunidad, es la oración de la fe por el hermano enfermo, que
también puede hacerse después de la unción”3.
Aspecto escriturístico: esta oración común sigue el espíritu del consejo de la
carta de Santiago “oren los unos por los otros para que sean curados” (St 5,16); además
en la última invocación expresa el mandato de orar sobre el enfermo en el Nombre de
Cristo (Cfr. St 5, 14b). Pero se hace referencia también a los evangelios, ya que en la
vida de Jesús sus sanaciones dependen sobre todo de la fe, y en muchos casos
especialmente de la fe de la comunidad por sobre la del enfermo, o de alguien externo al
enfermo (Mt 9, 1-8; Lc 7, 1-10...). La escritura presenta el elemento de intercesión como
algo importante para la realización de la gracia milagrosa.
Aspecto dogmático: Todo sacramento es realización de Cristo con su cuerpo
místico el cual se representa en la dimensión comunitaria de cada celebración, de cómo
la iglesia ora por sus miembros; además esta oración expresa en cada invocación un
aspecto de la totalidad de la persona, lo que expresa la eficacia de la gracia sacramental,
no solo en una dimensión espiritual, sino también en la dimensión física y corporal, esto
parte del fundamento soteriológico que dice que Cristo viene a salvar a todo el hombre.
Dice la prenotanda: “En la santa unción, que va unida a la oración
de la fe, (cf. St 5, 15) se expresa ante todo la fe que hay que suscitar
tanto en el que administra como, de manera especial, en el que
recibe el sacramento; pues lo que salvará al enfermo es fe y la de la
Iglesia, que mira a la muerte y resurrección de Cristo, de donde
brota la eficacia del sacramento, (cf. St 5, 15) y entrevé el reino
futuro cuya garantía se ofrece en los sacramentos” (nn. 7).
Aspecto pastoral: aunque la oración pueda ser abreviada dependiendo de las
circunstancias y a la cautela del ministro, la oración es parte importante de la
celebración del sacramento; hay que resaltar que en la rúbrica no dice que es opcional,
pues en ella se expresa lo que la SC pide de la participación de todos los fieles en la
liturgia; si bien, el ministro debe conocer las formulas y de acuerdo a las circunstancias
decidir cuál usar y si es necesario (grave estado del paciente abreviarlas).

139. Ahora el sacerdote, en silencio, impone las manos sobre la cabeza del enfermo.
Bendición del óleo
140. Cuando, según lo dicho en el n. 21, el sacerdote haya de bendecir el óleo dentro del
rito,
procederá así:
Señor Dios, Padre de todo consuelo, que has querido sanar las dolencias de los enfermos
por medio de tu Hijo: escucha con amor la oración de nuestra fe y derrama desde el cielo
tu Espíritu Santo Defensor sobre este óleo.
Tú que has hecho que el leño verde del olivo produzca aceite abundante para vigor de
nuestro cuerpo, enriquece con tu bendición ✠ este óleo, para que cuantos sean ungidos
con él sientan en el cuerpo y en el alma tu divina protección y experimenten alivio en sus
enfermedades y dolores. Que por tu acción, Señor, este aceite sea para nosotros óleo
santo, en nombre de Jesucristo, nuestro Señor. Él, que vive y reina por los siglos de los
siglos. R. Amén.

Sigue a la imposición de manos, la bendición del óleo si no está bendito; gestos


que poseen una gran carga simbólica, y se resalta además la materia del sacramento, que
es el óleo de los enfermos.
Aspecto escriturístico: en las Sagradas Escrituras se hace mención de la
imposición de manos a los enfermos desde que Naamán reclama que quería que le
3
Ibídem. Pág. 195
impusieran las manos (2R 5, 11), y solo aparecerá luego en el Nuevo Testamento; no
dice que Jesús impuso manos, pero sí que tocaba a los enfermos (Cf. Mc 1, 41) y que
los enfermos querían tocar a Jesús (Cf. Mc 3, 9-10); después los Apóstoles asociaran la
imposición de manos a la acción del Espíritu Santo (Hc 6, 6). Además, la utilización del
óleo en los en los enfermos es utilizado desde la actividad pública de Jesús (Mc 6, 13),
así como el rito usado en la epístola de Santiago (St 5, 14).
Aspecto dogmático: La oración de bendición del óleo comienza con una
invocación a la Trinidad, en la que se dirige al Padre ( Señor Dios, Padre de todo consuelo) se
menciona el papel mediador de Cristo (por medio de tu Hijo) y la acutalizacion de esta a
través del espíritu santo a modo de epíclesis ( derrama desde el cielo tu Espíritu Santo
Defensor); expresando así el fundamento teológico de la bendición y el sacramento.
Seguidamente expresa los efectos que se buscan (divina protección, alivio) en la
totalidad de la persona (en el cuerpo y en el alma). “el aceite de la unción no se parece a la
unción del profeta, sacerdote y rey, propia del Bautismo y de la Confirmación, sino que
es semejante al gesto del Buen Samaritano, que unge con oleo las heridas del caído, con
una finalidad terapéutica y de consuelo”4; así pues, la oración quiere resaltar que el
sacramento de la unción tiene como esencia la sanación y el alivio, “no es sólo el
Sacramento de quienes se encuentran en los últimos momentos de su vida. Por tanto, el
tiempo oportuno para recibirlo comienza cuando el cristiano ya empieza a estar en
peligro de muerte por enfermedad o vejez” (SC 73).
Aspecto pastoral: Esta parte del rito, junto con la siguiente, posen una gran
carga simbólica y expresiva, por lo que conviene la adecuada realización de los gestos y
pronunciación de las oraciones, además que permite instruir a los fieles del sentido del
aceite y su propiedad sanadora, evitando mediante la explicación que se propicie la
superstición hacia el aceite; el gesto de imponer las manos en el ambiente pastoral es
especialmente expresivo: “el tocar expresa comunicación y, cuando los enfermos
quieren tocar a Jesús (Cf. Mc 3, 9-10) manifiestan confianza en él, necesidad y voluntad
de ser curados. Cuando Jesús toca al enfermo (Cfr. Mc 1, 41) expresa su voluntad de
curar, su cercanía y su presencia terapéutica” 5. El gesto de la imposición de manos sigue
teniendo en la conciencia de los fieles la misma fuerza expresiva que en tiempos de
Jesús, el sacerdote debe por tanto prestar atención a este gesto que está muy marcado en
la sensibilidad de los fieles.

Santa Unción

143. El sacerdote toma el santo óleo y unge al enfermo en la frente y en las manos,
diciendo una sola vez:
Por esta santa Unción y por su bondadosa misericordia, te ayude el Señor con la gracia
del Espíritu Santo.
R. Amén.
Para que, libre de tus pecados, te conceda la salvación y te conforte en tu enfermedad.
R. Amén.
144. Después dice esta oración:
145. O bien:
Señor Jesucristo, que para redimir a los hombres y sanar a los enfermos, quisiste asumir
nuestra condición humana, mira con piedad a N., que está enfermo y necesita ser curado
en el cuerpo y en el espíritu. Reconforta y consuela con tu poder a quien hemos ungido en
tu nombre con el óleo santo, para que levante su ánimo y pueda superar todos sus males (y

4
JOSEP ROVIRA BELLOSO, Los sacramentos, símbolos del Espíritu. Biblioteca Litúrgica, Centro de
Pastoral Litúrgica, Barcelona 2001. Pág. 207
5
P. CARLOS ÁLVAREZ G. La Unción de los Enfermos, Sacramento de vida y salud. CELAM, Bogotá 2004.
Pág. 211
ya que has querido asociarlo a tu Pasión redentora, haz que confíe en la eficacia de su
dolor para la salvación del mundo).
Tú que vives y reinas por los siglos de los siglos.
R. Amén.
En este momento de la celebración se realiza propiamente la materia y forma del
sacramento de unción; es decir, los elementos nucleares del sacramento, lo que le da
validez; esto es: la materia: óleo (remota) y unción en la frente y las manos (próxima); y
la forma: oración (“Por esta santa Unción… te conforte en tu enfermedad”).
Aspectos escriturísticos: como ya se mencionó antes, el gesto de tocar a los
enfermos por Jesús aparece muchas veces en los evangelios (Mc 1, 29-31. 40-44; 5, 25-
34; Lc 4, 38-39; 5, 12-14; etc.), este gesto como se dijo representa la cercanía y la
voluntad sanadora de Cristo; sin embargo, el gesto de ungir también aparece en la
actividad de Jesús en dos pasajes principales: en la curación del tartamudo sordo (Mc 7,
31-37) en el cual dice que Jesús metió sus dedos en sus oídos y mojo su lengua con
saliva, y también en la narración del ciego de nacimiento (Jn 9, 1-41) que dice que hizo
barro con saliva y lo unto en sus ojos para que se lavara; estos dos gestos únicos por
parte de Jesús expresan una gran carga simbólica que Jesús quiso utilizar para llegar a la
conciencia del enfermo “Meter los dedos en los oídos del sordo, escupir y tocar su
lengua su lengua constituyen para el enfermo claros indicios de que puede ser curado”6,
para que pudiera palpar la obra sanadora. Jesús expresa en estos textos la importancia de
la dimensión sensible en su obra salvífica; que será de importancia para fundamentar el
gesto en los sacramentos.
La oración destaca principalmente lo escrito en la carta de Santiago; donde se
menciona la unción “en nombre del Señor” (5, 14), cuando dice “ hemos ungido en tu
nombre con el óleo santo”. Además, la oración menciona también el perdón de los pecados:
“si hubiera cometido pecados, le serán perdonados ” (5, 15), junto con el alivio y la
sanación “Para que, libre de tus pecados, te conceda la salvación y te conforte en tu enfermedad ”. Se
menciona también la asociación al sufrimiento de cristo del que habla San Pablo “ has
querido asociarlo a tu Pasión redentora, haz que confíe en la eficacia de su dolor para la salvación del
mundo” (cf. Rm 8, 17).
Aspectos dogmáticos: Cuando en el concilio de Trento se define de forma
dogmática el numero septenario de los sacramentos, incluyendo el sacramento de la
Unción de los enfermos (entonces “extremaunción”); también se le adhiere las nociones
ex opere operato y la causalidad de la gracia, lo cual se ve reflejado en la oración “ Por
esta santa Unción y por su bondadosa misericordia ”. Esta parte del rito es el que da la validez
del sacramento es su núcleo esencial; mientras estén presentes la materia y la forma
descritas aquí, el sacramento tiene validez.
Además de la sacramentalidad de la Unción de los enfermos, esta oración
describe el fin y los efectos del sacramento, en los que la iglesia siempre ha creído: “ te
ayude el Señor con la gracia del Espíritu Santo... Para que, libre de tus pecados, te conceda la salvación
y te conforte en tu enfermedad ” y también en la oración final: “ necesita ser curado en el cuerpo y
en el espíritu. Reconforta y consuela con tu poder ”. La forma y la oración final expresan los
efectos primarios y secundarios del sacramento; son efectos primarios “el aumento de la
gracia del Espíritu Santo (como en todo sacramento de vivos; la unción de los enfermos
es, de suyo, sacramento de vivos), y también la sanación y confortación del alma” 7. Los
efectos secundarios, es decir que aunque se busquen, no se obtienen de una manera
principal y necesaria, sino secundaria o condicionada, vendrían a ser: “el perdón de los

6
V. TAYLOR, Evangelio según San Marcos, Ediciones Cristiandad. Madrid 1979. Pág. 418
7
MIGUEL NICOLAU. Óp. cit. Pág. 140
pecados, que se obtiene si el sujeto estuviese en ellos, o el de la salud corporal, que se
restituye si conviene al alma”8.
Aspectos pastorales: Como ya se mencionó, esta es la parte esencial del
sacramento, por lo que la forma y la materia del sacramento no deben cambiarse por
ninguna circunstancia, ni siquiera por alguna pretendida razón pastoral; sin embargo, la
oración posterior a la unción, es decir, la oración final puede cambiarse dependiendo de
las circunstancias del enfermo, por alguna de las diversas fórmulas que el ritual
propone, la puesta aquí es la segunda opción, la cual expresa más el sentido de la misión
de Jesucristo con los enfermos, y aunque la última parte de la misma es opcional “ (y ya
que has querido asociarlo a tu Pasión redentora, haz que confíe en la eficacia de su dolor para la
salvación del mundo)” convendría decirla siempre que se pueda, pues expresa el significado
del dolor en la vida cristiana y de su adhesión al misterio pascual de Cristo como medio
de salvación; entre las otras fórmulas de oración, hay una para un aciano, una para
alguien en peligro grave, para cuando se administra la Unción con el Viatico, y otra para
un agonizante, el sacerdote debe de utilizar la que más se adecúe a la realidad del
enfermo.

Conclusión del rito


150. El sacerdote introduce la oración dominical con estas o parecidas palabras:
Y ahora, todos juntos, invoquemos a Dios con la oración que el mismo Cristo nos enseñó:
Y todos juntos dicen:
Padre nuestro, que estás en el cielo, santificado sea tu Nombre; venga a nosotros tu reino;
hágase tu voluntad en la tierra como en el cielo. Danos hoy nuestro pan de cada día;
perdona nuestras ofensas, como también nosotros perdonamos a los que nos ofenden; no
nos dejes caer en la tentación, y líbranos del mal.
Si ha de comulgar el enfermo, después de la oración dominical se procede como se indica
en el rito de la comunión de enfermos (nn. 105-110).

Jesucristo, el Señor, esté siempre a tu lado para defenderte.


R. Amén.
Que él vaya delante de ti para guiarte y vaya tras de ti para guardarte.
R. Amén.
Que él vele por ti, te sostenga y te bendiga.
R. Amén.
— (Y a todos vosotros, que estáis aquí presentes, os bendiga Dios todopoderoso, Padre,
Hijo ✠ y Espíritu Santo. R. Amén.)
153. O bien:
La bendición de Dios todopoderoso, Padre, Hijo ✠ y Espíritu Santo, descienda sobre
vosotros y os acompañe siempre.
R. Amén.

El rito de la unción se cierra con la oración dominical, modelo de toda la oración


cristiana; hace tomar conciencia de la filiación en Cristo, se proclama la esperanza, se
somete a la voluntad de Dios, se pide por la necesidad humana, se reconoce la realidad
pecadora y se pide ser librado de todo mal, sea espiritual y material. Después, se le da la
comunión al enfermo, expresando la eficacia de la unción y la participación del Cuerpo
y Sangre de Cristo, la Eucaristía, como culmen de toda vida cristiana y Sacramento de
los sacramentos, en el que se expresa más perfectamente la participación del Misterio
Pascual.
Se termina con la bendición en la que se desea sobre todo la presencia de
Jesucristo en el corazón del enfermo, de manera que este no lo aparte de sí por el
pecado; para que así el Señor “lo defienda, lo guie, y vele”, se menciona además la

8
Ibídem.
bendición a todos los presentes, pues la gracia de Dios también quiere actuar en los que
rodean al enfermo.
CONCLUSIÓN

Como se describió en la introducción, el Sacramento de la Unción de los


enfermos es aún hoy desconocido y hasta despreciado, sin embargo hay que matizar que
esta actitud, hoy en día, no nace principalmente de los fieles laicos, que al menos la
mayor parte de los que tienen una vida comprometida comprenden la necesidad de este
Sacramento en la enfermedad; quienes no dan la debida importancia al sacramento son
algunos de los Ministros del mismo, que no se manifiesta tanto en la realización del
mismo, sino de la preparación e instrucción del mismo, además de la falta de una
adecuada pastoral de los enfermos.
Con lo visto en este trabajo, se puede evidenciar la enorme riqueza bíblica,
doctrinal y pastoral que tiene el rito de la Unción, y se puede comprender de esta
manera la importancia una correcta preparación y de un Ars celebrandi cada vez más
difundido en el clero, de una conciencia cada vez más clara de la importancia de la
pastoral del enfermo; sobre todo en una sociedad venezolana en la que el enfermo es el
más olvidado y dañado por el estado; cuando los encargados del poder temporal no
prestan atención a los más débiles, los administradores del poder sagrado deben
dedicarse con mayor empeño a aquellos que el Señor siempre tuvo en primer lugar de su
atención. Los enfermos necesitan esperanza, que pueden recibir de parte de Cristo en el
Sacramento de la Unción.
BIBLIOGRAFÍA

CONCILIO VATICANO II, Sacrosanctum Concilium


JOSEP ROVIRA BELLOSO, Los sacramentos, símbolos del Espíritu. Biblioteca
Litúrgica, Centro de Pastoral Litúrgica, Barcelona 2001.
MIGUEL NICOLAU. LaUnción de los enfermos. Editorial BAC, Madrid 1975.
P. CARLOS ÁLVAREZ G. La Unción de los Enfermos, Sacramento de vida y salud.
CELAM, Bogotá 2004.
V. TAYLOR, Evangelio según San Marcos, Ediciones Cristiandad. Madrid 1979.

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