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Moroni explicó que “la fe es las cosas que se esperan y no se ven; por tanto, no
contendáis porque no veis, porque no recibís ningún testimonio sino hasta después
de la prueba de vuestra fe” 2.
Deberíamos preguntarnos: “¿Qué debemos hacer para afrontar mejor las pruebas
que se nos presentan?”.
El viaje al templo de mi familia hace ya años fue difícil, pero cuando nos
acercábamos al templo en Salt Lake City, Utah, mi madre, llena de fe y gozo, dijo:
“Vamos a estar bien; el Señor nos protegerá”. Nos sellamos como familia y mi
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Todo lo que Dios nos invita y nos manda hacer es una expresión de Su amor por
nosotros y Su deseo de brindarnos todas las bendiciones reservadas para Sus hijos
eles. No supongamos que nuestros hijos aprenden a amar el Evangelio por sí
solos; es nuestra responsabilidad enseñarles. Al ayudar a nuestros hijos a aprender
a usar su albedrío de manera sabia, nuestro ejemplo de rectitud puede inspirarlos a
tomar decisiones justas. Su vida el, a su vez, ayudará a los hijos de ellos a saber la
verdad del Evangelio por sí mismos.
Jóvenes, escuchen al profeta hoy cuando les hable; busquen las verdades divinas y
procuren comprender el Evangelio por ustedes mismos. El presidente Nelson
recientemente aconsejó: “¿De qué sabiduría carecen? […]. Sigan el ejemplo del
profeta José; encuentren un lugar tranquilo […] humíllense ante Dios; derramen su
corazón a su Padre Celestial; acudan a Él para recibir respuestas” 4. A medida que
procuren la guía del Padre Celestial amoroso, mediante la oración, al escuchar los
consejos de los profetas vivientes y al observar el ejemplo de padres rectos, ustedes
también pueden llegar a ser un fuerte eslabón de fe en su familia.
A los padres con hijos que han dejado la senda de los convenios, ayúdenlos
amablemente a comprender las verdades del Evangelio. Háganlo ya; nunca es
demasiado tarde.
Nuestro ejemplo de una vida recta puede marcar una gran diferencia. El presidente
Russell M. Nelson enseñó: “Como Santos de los Últimos Días, nos hemos
acostumbrado a pensar en la ‘iglesia’ como algo que ocurre en nuestros centros de
reuniones, respaldado por lo que ocurre en el hogar. Necesitamos un ajuste a este
modelo. Ha llegado la hora de una Iglesia centrada en el hogar, respaldada por lo que
se lleva a cabo dentro de nuestros barrios, ramas y estacas” 5.
Hay una historia de una mujer que estaba molesta porque su hijo comía
demasiados dulces. No importaba cuánto lo reprendía, él continuaba satisfaciendo
su gusto por lo dulce. Frustrada, decidió llevar a su hijo a ver a un hombre sabio a
quien él respetaba.
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El hombre sabio escuchó a la mujer, se volvió y le dijo al niño: “Vete a casa y vuelve
en dos semanas”.
La mujer quedó perpleja y se preguntó por qué no le había pedido al niño que
dejara de comer dulces. Tomó al niño y se fue a su casa.
Dos semanas después regresó con el niño. El hombre sabio les hizo señas para que
se acercaran, miró al niño y le dijo: “Niño, deberías dejar de comer tantos dulces.
No es bueno para tu salud”.
La mamá del niño miró al hombre sabio y le preguntó: “¿Por qué no le dijo eso
hace dos semanas?”.
El hombre sabio sonrió. “Hace dos semanas yo también estaba comiendo muchos
dulces”.
Ese hombre vivía con tal integridad que sabía que su consejo solo tendría poder si
él seguía su propio consejo.
La in uencia que tenemos en nuestros hijos es más poderosa cuando nos ven
caminar elmente en la senda de los convenios. El profeta Jacob, del Libro de
Mormón, es un ejemplo de tal rectitud. Su hijo Enós escribió acerca del impacto de
las enseñanzas de su padre:
“… yo, Enós, sabía que mi padre era un varón justo, pues me instruyó en su idioma
y también me crio en disciplina y amonestación del Señor —y bendito sea el
nombre de mi Dios por ello—
“y os diré de la lucha que tuve ante Dios antes de recibir la remisión de mis pecados
[…] y las palabras que frecuentemente había oído a mi padre hablar, en cuanto a la
vida eterna y el gozo de los santos, penetraron mi corazón profundamente” 8.
Las madres de los jóvenes guerreros lamanitas vivían el Evangelio de tal manera
que sus hijos estaban llenos de convicción. Su capitán informó:
Enós y los jóvenes guerreros lamanitas fueron fortalecidos por la fe de sus padres,
que les ayudó a afrontar sus propias pruebas de fe.
Es una bendición tener el Evangelio en nuestros días, el cual nos eleva cuando nos
sentimos desanimados o preocupados. Se nos asegura que nuestros esfuerzos darán
frutos en el tiempo del Señor si seguimos adelante en las pruebas de nuestra fe.
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