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Confía en el Señor
Por el presidente Dallin H. Oaks
Primer Consejero de la Primera Presidencia
Mis queridos hermanos y hermanas, una carta que recibí hace un tiempo presenta
el tema de mi discurso. Quien la escribió estaba considerando casarse en el templo
con un hombre cuya compañera eterna había muerto. Ella sería su segunda esposa
e hizo esta pregunta: en la vida venidera, ¿podría tener ella su propia casa o tendría
que vivir con su esposo y la primera esposa de este? Solo le dije que con ara en el
Señor.
Continúo con una experiencia que escuché de un colega de con anza, la cual
comparto con su permiso. Tras la muerte de su amada esposa y madre de sus hijos,
un padre se volvió a casar. Algunos hijos adultos se opusieron rotundamente al
nuevo matrimonio y buscaron el consejo de un pariente cercano que era un
respetado líder de la Iglesia. Después de escuchar los motivos de sus objeciones, los
cuales se centraban en las condiciones y las relaciones en el mundo de los espíritus
o en los reinos de gloria que siguen al Juicio Final, este líder dijo: “Están
preocupados por las cosas equivocadas. Debería preocuparles si ustedes llegarán o
no a esos lugares. Concéntrense en eso. Si llegan allí, todo será más maravilloso de
lo que puedan imaginar”.
Por las cartas que he recibido, sé que otros están preocupados por preguntas sobre
el mundo de los espíritus que habitaremos después de morir y antes de resucitar.
Algunos suponen que en el mundo de los espíritus se mantendrán muchas de las
circunstancias y problemas temporales que experimentamos en esta vida terrenal.
¿Qué sabemos realmente acerca de las condiciones en el mundo de los espíritus?
Creo que el artículo de un profesor de religión de BYU sobre este tema está en lo
correcto: “Cuando nos preguntamos qué sabemos sobre el mundo de los espíritus
de los libros canónicos, la respuesta es ‘no tanto como solemos pensar’” 1.
Por supuesto, sabemos por las Escrituras que, después de que nuestro cuerpo
muere, continuamos viviendo como espíritus en el mundo de los espíritus. Las
Escrituras también enseñan que ese mundo de los espíritus está dividido entre
quienes han sido “rectos” o “justos” durante la vida y quienes han sido inicuos.
También describen cómo algunos espíritus eles enseñan el Evangelio a los que
han sido inicuos o rebeldes (véanse 1 Pedro 3:19; Doctrina y Convenios 138:19–20,
29, 32, 37). Lo que es más importante, la revelación moderna revela que la obra de
salvación sigue adelante en el mundo de los espíritus (véase Doctrina y Convenios
138:30–34, 58) y, aunque se nos insta a no postergar nuestro arrepentimiento
durante la vida mortal (véase Alma 13:27), se nos enseña que es posible cierto
arrepentimiento allí (véase Doctrina y Convenios 138:58).
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Los inicuos sufren además un cautiverio adicional. Debido a los pecados de los
cuales no se han arrepentido, se encuentran en lo que el apóstol Pedro llamó
“cárcel” espiritual (1 Pedro 3:19; véase también Doctrina y Convenios 138:42). Se
describe a dichos espíritus como “presos” o “cautivos” (Doctrina y Convenios
138:31, 42) o como “echados a las tinieblas de afuera” con “llantos y lamentos y el
crujir de dientes” mientras esperan la resurrección y el juicio (Alma 40:13–14).
El cautiverio del mundo de los espíritus que incumbe a las almas rectas convertidas
es la necesidad de esperar —y quizás incluso se les permita impulsar— a que se
efectúen sus ordenanzas por representantes en la tierra, a n de que sean
bautizados y gocen de las bendiciones del Espíritu Santo (véase Doctrina y
Convenios 138:30–37, 57–58) 2. Esas ordenanzas por representantes terrenales
también los facultan a avanzar bajo la autoridad del sacerdocio para aumentar las
huestes de los justos que pueden predicar el Evangelio a los espíritus encarcelados.
Más allá de esto, que es básico, nuestros libros canónicos contienen muy poca
información en cuanto al mundo de los espíritus que viene después de la muerte y
precede al Juicio Final 3. Entonces, ¿qué más sabemos sobre el mundo de los
espíritus? Muchos miembros de la Iglesia han tenido visiones u otras inspiraciones
que les informan de cómo funcionan o se organizan las cosas en el mundo de los
espíritus, pero esas experiencias espirituales personales no deben entenderse ni
enseñarse como la doctrina o cial de la Iglesia. Y, desde luego, abundan las
especulaciones por parte de miembros y otras personas en publicaciones y libros
sobre las experiencias cercanas a la muerte 4.
En cuanto a todo esto, es importante recordar las sabias advertencias del élder
D. Todd Christo erson y del élder Neil L. Andersen en mensajes de conferencias
generales anteriores. El élder Christo erson enseñó: “… se debe recordar que no
toda declaración que haya hecho un líder de la Iglesia, pasada o presente,
necesariamente constituye doctrina. Comúnmente se da por entendido en la Iglesia
que una declaración hecha por un líder en una sola ocasión a menudo representa
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una opinión personal que, aunque bien pensada, no quiere decir que sea o cial o se
vincule a toda la Iglesia” 5.
Más allá de algo tan formal como la proclamación sobre la familia, las enseñanzas
proféticas de los presidentes de la Iglesia, con rmadas por otros profetas y
apóstoles, también son un ejemplo de esto. En cuanto a las circunstancias en el
mundo de los espíritus, el profeta José Smith dio dos enseñanzas cerca del nal de
su ministerio que con frecuencia las han enseñado sus sucesores. Una de ellas es su
enseñanza en el sermón de King Follett de que los miembros de la familia que
fueron justos estarán juntos en el mundo de los espíritus 7. Otra es su declaración
en un funeral en el último año de su vida: “Los espíritus de los justos son exaltados
a una obra mayor y más gloriosa […] [en] el mundo de los espíritus […]. [Ellos] no
se hallan lejos de nosotros, y conocen y entienden nuestros pensamientos,
sentimientos y movimientos, y a menudo se a igen por ellos” 8.
Entonces, ¿qué hay de las preguntas como la que mencioné antes sobre dónde
viven los espíritus? Si esa pregunta les parece extraña o trivial, consideren muchas
de sus propias preguntas, o incluso las que se han sentido tentados a responder
basados en algo que escucharon de otra persona en algún momento del pasado.
Para todas las preguntas sobre el mundo de los espíritus, sugiero dos repuestas.
Primero, recuerden que Dios ama a Sus hijos y seguramente hará lo que es mejor
para cada uno de nosotros. Segundo, recuerden esta conocida enseñanza bíblica,
que me ha sido de gran ayuda para una gran cantidad de preguntas sin respuesta:
De forma similar, Ne concluyó su gran salmo con estas palabras: “¡Oh Señor, en ti
he puesto mi con anza, y en ti con aré para siempre! No pondré mi con anza en
el brazo de la carne” (2 Ne 4:34).
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usar cuando nuestros esfuerzos por aprender o nuestros intentos de hallar consuelo
encuentran obstáculos en asuntos que aún no se han revelado o que no se han
adoptado como la doctrina o cial de la Iglesia.
Ese mismo principio se re ere a las preguntas sin respuesta sobre los sellamientos
en la vida venidera o reajustes deseados debido a acontecimientos o transgresiones
en la vida terrenal. Hay tanto que no sabemos, que lo único en lo que podemos
depender con seguridad es en con ar en el Señor y en Su amor por Sus hijos.
“y después que hayan padecido el castigo por sus transgresiones, y sean lavados y
puri cados, recibirán una recompensa según sus obras, porque son herederos de
salvación” (Doctrina y Convenios 138:58–59).
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