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Los invito a considerar, con gran integridad, los convenios que hacen con el Señor y
las promesas que le hacen a Él y a otras personas, sabiendo que su palabra es un
compromiso.
Queridos hermanos y hermanas, al concluir esta sesión, ruego que cada uno de
nosotros conserve en el corazón el testimonio de las verdades del evangelio de
Jesucristo que se ha dado hoy. Es una bendición tener este sagrado tiempo juntos
para a anzar nuestra promesa al Señor Jesucristo de que somos Sus siervos y de
que Él es nuestro Salvador.
¿Puede decirse lo mismo de cada uno de nosotros? ¿Cuáles son los peligros si
engañamos un poco, cometemos un pequeño desliz, o no cumplimos del todo con
nuestros compromisos? ¿Qué sucede si nos apartamos de nuestros convenios?
¿Vendrán a Cristo otras personas al ver nuestro ejemplo? ¿Consideran el dar su
palabra un compromiso? Guardar las promesas no es un hábito, es una
característica de ser discípulos de Jesucristo.
El Señor ha dicho: “Toda alma que deseche sus pecados y venga a mí, invoque mi
nombre, obedezca mi voz y guarde mis mandamientos, verá mi faz y sabrá que yo
soy” 2. Esa tal vez sea Su promesa suprema.
scout, a las mamás —que merecen verdadero crédito— y a los jovencitos que han
participado en escultismo, les decimos: “Gracias”.
El lema de los jóvenes del año entrante, 2020, se re ere a la conocida promesa de
Ne : “Iré y haré”. Ne escribió: “Y sucedió que yo, Ne , dije a mi padre: Iré y haré
lo que el Señor ha mandado, porque sé que él nunca da mandamientos a los hijos
de los hombres sin prepararles una vía para que cumplan lo que les ha mandado” 3.
Aunque se haya pronunciado hace mucho, nosotros, en la Iglesia, nos atenemos a
dicha promesa hoy en día.
“Ir y hacer” signi ca elevarse por encima de la manera del mundo; recibir y actuar
de acuerdo con la revelación personal; vivir rectamente, con esperanza y fe en el
futuro; hacer convenios de seguir a Jesucristo y guardarlos, y de ese modo
aumentar nuestro amor por Él, el Salvador del mundo.
Un convenio es una promesa mutua que hacemos entre nosotros y el Señor. Como
miembros de la Iglesia, al bautizarnos, hacemos convenio de tomar sobre nosotros
el nombre de Jesucristo; de vivir de la manera en la que Él vivió. Al igual que
aquellos que se bautizaron en las aguas de Mormón, hacemos convenio de llegar a
ser Su pueblo, de “llevar las cargas los unos de los otros para que sean ligeras […],
llorar con los que lloran […], consolar a los que necesitan de consuelo, y ser
testigos de Dios en todo tiempo, y en todas las cosas y en todo lugar” 4. Nuestra
ministración unos por otros en la Iglesia re eja nuestro compromiso de honrar esas
promesas.
Cuando tomamos la Santa Cena, renovamos ese convenio de tomar sobre nosotros
Su nombre y hacemos promesas adicionales de mejorar. Nuestros pensamientos y
acciones diarias, tanto grandes como pequeños, re ejan nuestro compromiso para
con Él. A cambio, Su promesa sagrada es la siguiente: “Si os acordáis siempre de
mí, tendréis mi Espíritu para que esté con vosotros” 5.
Mi pregunta hoy es: ¿somos eles a nuestras promesas y convenios, o son a veces
compromisos a medias que se hacen a la ligera y que, por lo tanto, se quebrantan
con facilidad? Cuando decimos a alguien: “Oraré por ti”, ¿lo hacemos? Cuando
nos comprometemos: “Allí estaré para ayudar”, ¿vamos? Cuando nos
comprometemos a pagar una deuda, ¿la pagamos? Cuando levantamos la mano
para sostener a otro miembro de la Iglesia en un nuevo llamamiento, lo que
signi ca dar apoyo, ¿lo apoyamos?
https://www.churchofjesuschrist.org/study/general-conference/2019/10/29rasband?lang=spa 2/4
9/3/2020 Ser fieles a nuestras promesas y convenios
Una noche, cuando era joven, mi madre se sentó conmigo al pie de su cama y habló
seriamente sobre la importancia de vivir la Palabra de Sabiduría. Dijo: “Desde hace
años, conozco, por la experiencia de otras personas, la pérdida de espiritualidad y
sensibilidad que causa el no obedecer la Palabra de Sabiduría”. Me miró
directamente a los ojos y sentí que sus palabras me penetraban el corazón:
“Prométeme hoy, Ronnie [ella me llamaba Ronnie], que vivirás siempre la Palabra
de Sabiduría”. Le hice esa promesa de modo solemne y la he mantenido todos estos
años.
Cuando guardamos las promesas que nos hacemos unos a otros, es más probable
que guardemos las promesas que hacemos al Señor. Recuerden las palabras de Él:
“En cuanto lo hicisteis a uno de estos, mis hermanos más pequeños, a mí lo
hicisteis” 9.
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9/3/2020 Ser fieles a nuestras promesas y convenios
Como Apóstol del Señor Jesucristo, concluyo con una invitación y una promesa.
Primero, la invitación: Los invito a considerar, con gran integridad, los convenios
que hacen con el Señor y las promesas que le hacen a Él y a otras personas,
sabiendo que su palabra es un compromiso. Segundo, les prometo que, al hacerlo,
el Señor con rmará sus palabras y avalará sus actos conforme se esfuercen con
diligencia infatigable por edi car su vida, su familia y La Iglesia de Jesucristo de
los Santos de los Últimos Días. Él estará con ustedes, mis queridos hermanos y
hermanas, y pueden esperar, con con anza, ser “recibidos en el cielo, para que así
moren con Dios en un estado de interminable felicidad […] porque el Señor Dios lo
ha declarado” 18.
https://www.churchofjesuschrist.org/study/general-conference/2019/10/29rasband?lang=spa 4/4