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Para iniciar este artículo es necesario decir que la Teoría de la Modificabilidad Estructural
Cognitiva (MEC) y sus presupuestos, tienen la virtud de poseer el más nítido y transparente
punto de inicio en la compresión del organismo humano, de la naturaleza de su
estructura cognitivo-afectiva y del comportamiento del ser humano, en comparación
con otras posturas tradicionales en donde la característica general es de concebir la
inteligencia, la personalidad, y demás realidades del organismo humano como fijas e
inamovibles,. La MEC, definitivamente, concibe al organismo como poseedor una
dinámica plástica y flexible que la lleva a poseer la función de modificarse a sí misma y la
de ser impredecible en sus manifestaciones y en su desarrollo.
Sin duda alguna, también el comportamiento humano a través de los siglos ha mostrado
variaciones muy significativas que lo hacen poseedor de una gran capacidad para
modificarse. Esta capacidad en sus múltiples dimensiones de funcionamiento, muy
legítimamente se pueden atribuir a un constructo denominado inteligencia, mas que a
nociones objetales utilizadas por los fixistas en las tradicionales teorías psicológicas.
Ahora bien, es muy curioso pero en algún momento, a raíz de los trabajos de Sinott (1981)
acerca de la teoría de la relatividad, se hizo un intento por elaborar algunas definiciones
en Psicología y en las teorías del comportamiento semejantes a las expresiones utilizadas
por el relativismo predominante en las nuevas ciencias físicas en contraposición con los
enfoques pre-relativistas de las disciplinas sociales y del comportamiento.
Como bien se sabe, los enfoques relativistas tienen la virtud de abandonar las posiciones
rígidas, en todos los procesos y secuencias, sobre todo cuando se refieren a lo cognitivo,
a la personalidad, y su postura y operacionalización se tornan un poco mas flexibles, en
cuanto que se consideran los cambios que se producen en lo que se va a medir. Esto
coincide plenamente con el enfoque de la MEC ya que esta considera la transformación
y los cambios como los objetivos fundamentales de cualquier tipo de evaluación
(diagnóstico) y no del funcionamiento manifestado por una persona, estadísticamente
manejado. Lo que se considera a la hora de realizar evaluaciones, es el poder de
cambio del organismo, la propensión para aprender y realizar transformaciones
estructurales a todo nivel. Esto trae consecuencias dramáticas en la educación y en las
demás intervenciones de tipo personal. Y por esta razón modificabilidad es importante,
por el poder conceptual que conlleva. Es una teoría, no un modelo, ni una didáctica, ni
una pedagogía. Esto no quiere decir que de ella no puedan derivarse modelos,
didácticas y pedagogías.
La MEC como teoría, puede tener su lugar en la dimensión de las ciencias del
comportamiento que definitivamente están afectando de manera muy profunda las
concepciones acerca del organismo humano, los desarrollos de la vida y el rol del medio
como factores en la constitución de los comportamientos en las personas. La MEC en
concreto, se considera como una opción muy eficaz y eficiente para efectuar
transformaciones y producir “estados positivos no existentes” en una persona, así como
modos y maneras de existir y ser, nuevas operaciones y obviamente nuevos
comportamientos. Considera también la MEC estas opciones accesibles a todo tipo de
organismo humano, independiente de las tres barreras u obstáculos que frecuentemente
impiden, o están implicadas en los cambios estructurales significativos a saber: la
etiología, como los períodos críticos del desarrollo, la edad, y la severidad de la
condición exigida por el nivel de cambio que se requiere, es decir, el estado actual de
organismo.
Sobre este aspecto existen muchísimos trabajos científicos que hacen ver que la MEC,
vista como calidad de intervención, “mediación”, puede cambiar la dirección de un
determinante etiológico de manera real y duradera.
La mediación, que es la llave maestra del proceso, tiene una concepción teórica que se
describe como la interacción de un organismo humano con el medio, en donde se
desencadenan fenómenos de posicionamiento de un ser humano formado en MEC,
entre el estímulo (intencionalmente diseñado y proporcionado) y el organismo que va a
modificarse, disparando en la persona la propensión para ello, es decir, para ser mas
inteligente cada vez. La mediación es la forma y manera de evidenciar y lograr en la
existencia humana la plasticidad y la flexibilidad que se concretizan en la modificabilidad
de la estructura cognitivo-afectiva y al mismo tiempo trabaja en la construcción de la
posibilidad de automodificarse, que en esencia, es la autonomía, como capacidad de
logro y opción.
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Ver Revista Magisterio. Número 12. 2006.
Para la educación y especialmente para los procesos formativos, es de gran
significación, el desarrollo del concepto de la propensión para aprender como un factor
vital, pues se trata de considerar lo estructural como objeto de trabajo y mediación por
parte del maestro. El desarrollo de la estructura cognitiva es la condición básica para
que la inteligencia pueda manifestar su poder de adaptación, de relación, de
aprendizaje y de creatividad.
Suele suceder que los determinantes causados por la deprivación cultural impidan o
bloqueen la capacidad para aprender o para desarrollar la inteligencia y esto se refiere
a la deficiencia existente en la estructura en términos de funciones cognitivas, sean estas
de entrada, de elaboración o de salida que son las que permiten el desarrollo de las
operaciones mentales.2
Ser cada vez mas inteligente significa realizar mejores respuestas a las situaciones en
términos de relaciones cada mas complejas y de nivel abstracto. Productividad de la
inteligencia quiere decir poder comprender la naturaleza de las situaciones y abordarlas
de manera coherente y sobre todo productivamente. Es lo que se ha dado en llamar la
productividad ética de los conocimientos.
Conclusión.
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Ver Revista Magisterio N. 12. 2006
Comprender el rol del maestro- mediador y sobre todo formarse como tal, significa la
posibilidad de proporcionar a las personas, a todo tipo de personas, la posibilidad de ser
más inteligentes y efectivos respecto de sus procesos educativos en el nuevo milenio.
Significa además la posibilidad de eliminar los efectos de la deprivación cultural que en
otros términos quiere decir, desbloquear la estructura cognitiva deficiente gracias a la
ausencia de mediación en las etapas decisivas del desarrollo y que ocasiona graves
fallas de formación. Y en general proporciona a los maestros las herramientas
conceptuales, operacionales e instrumentales para desarrollar un trabajo profesional de
tipo estructurante, en donde la autonomía y la creatividad son sus efectos evidentes.
Bibliografía.
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